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  • Índice

I. Lucha de clases y cristianismo. II. ¿Sólo la Revolución tiene derechos? III. Conciencia universal y pluralismo. IV. La persona y la noción de la intangibilidad de la vida del inocente

ILUSTRACIONES CON RECORTES DE PERIODICOS
I, LUCHA DE CLASES Y CRISTIANISMO.
En su sección LO QUE DICEN, el semanario barcelonés DESTINO, del 24 de octubre de 1970, oeecoge dos frases que son atribuidas al ¡e,.
sttita José María Díez Alegría por la Agencia Logo5 (indicándose que proceden de una: "Conferencia del pro/eso, JOSE MARIA DIEZ AIE, GR/A, en Oviedo"). D;,cen así:
«El principio orientador de la ética cristiana no es la colabo­
ración de las clases, sino la so·ciedad sin clases. En una sociedad
de clases discriminatoria, la lucha de clases -Por parte de las
clases oprimidas- no es contraria al cristianismo; es contraria al
cristianismo
la resistencia por parte de las clases privilegiadas.»
V ale la pena detenerse a analizar si esto es así, y ·pará ello nada mejor que comenzar por confrontar- estas frases con las enseñanzas pon-­
tificias.
Y resulta que en éstas podemos leer precisamente todo lo conf'l:ario.
Confróntense las encíclicas
Rerum novarum y Graves de cornmuni, de León XII[, la carta "Notre charge apostolique" de San Pío X, la encíclica Quadragessimo Anno, de Pío XI, el Radio.mensa.je de Navidad de 1944 de Pío XII, la encíclica. Ad Petri Cathedram, de Juan XXIII. Nos corrtent~ i-emos sólo con tres citas:
San Pío X, al condenar los errores de Le Siilon, en su citada carla,
recordó:
«Nuestro predecesor, de feliz memoria, ... Ha enseñado expre­
samente que la democracia cristiana debe
«mantener la
diversi­
dad
de las clases,. que es propia ciertamente de todo Estado bien
,constituido, y querer para la sociedad humana
la forma y ca­
rácter que
Dios, su

.autor, ha impreso
eri ella».

Ha condenado
.«una democracia

que llega al grado de perversidad que con­
-siste en atribuir en
la sociedad la soberanía al pueblo y en
,procurar la supresión
y la nivelación de laS clases».
Pío XII, en su recordado Radioménsaje, e,,éplicó: _
«Los hermanos no nacen-ni · permanecen todos iguales. Algo•
1003
Fundaci\363n Speiro

nos son fuertes; otros, débiles. Algunos son inteligentes; otros, incapaces. A veces uno de .ellos es anormal
o se
deshonra. Cier•
ta desigualdad material, intelectual, moral
es, pues, inevitable

en
una
misma familia. Pero

como nada, ni lo que sucede, ni el uso
del
libre albedrío

podrá destruir la paternidad ni la maternidad,
así -también debe
qu'edar intangiblé Y activa, dentrÓ dC ios lími­
tes
de lo justo y lo posible, la fraternidad entre los hijos de
un mismo padre y de una misma
madre· ... Pretender

la igualdad
absoluta entre todos sería como quere_r dar
u.na función

idéntica
a diversos
mienÍhtos del · mismo

organismo.»
Y Juan XXIII, en el núm. 11 'de su Encíclica Ad Petri ,Cathedram,_
reiteró:
1004
« Y es, además, absolutamente necesario restaurar también
entre las diversas clases sociales aquella misma concordia que se
desea entre los pueblos y las naciones. Si
no se

logra
esto, re­
sultarán

mutuos odios
y _discordias, según ya estamos viendo; y
de ahí nacerán tumultos, perniciosas revoluciones y, a veces, has­
ta matanzas, junto con el progresivo disminuir de la riqueza
y
la crisis de 1a eiconomía pública y privada.
»Con toda

razón decía Nuestro mismo Predecesor, León XIII:
Dios quiere qu(!. en la comunidad social humana haya cierta di,.
ferencia de clas,e.,s, pero aJ, mismo tiempo amistosas relacionés de
equidad entre la., mismais. En efecto, como en el cuerpo hum1v
no los diverws miembros se · ajustan ent;re sí dando Cómo resul­
tado
cierta moderada disposición que podríamos- llamar si,me­
tría, del mismo rrwdo la naturaleza ha cuidado de que en la so­
ciedad
civil dichas dos dases hayan de armorii'zarse concordes
entre
sí, correSpondi'éndose oportunamente para lograr el equi­
librio. Una cla'!le tiene absoluta necesidad de la otra: ni el, ca­
pital, pueM existir sin el, trabajo, ni el trab,r.jo sin. el cn,pit.al,. La
concordia engendra la hermosura y el, orden, de las cosas.
»Por lo tanto, quien se atreve a negar la diversidad de las
clases sociales,
ya_ p<)r ello

mismo va contra las leyes de la mis­
ma naturaleza. Mas quien
se oporie · a

la
colaboración amistosa
y
ne<;e~ria entre

las misma_s
clases, intenta sin du_da
perturbar y
.dividir la _sociedad
hum.arta. con gráve Peligro y dai'ío -del bien
público

y privado.
· ·
»Por lÓ
demás,

muy
s8.hiamente afirmahll Nuestro

Predecesor,
de
f. m., Pío X~ a,.este .propósito: En un pueblo_ nombre, todasi las desigualdades, que se deriven no del capricho,
sino de la natural,eza misma de las., cosas, desigualdades de cul-
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tura, -de riqueza, de posición social -sin perjuicio, naturalmente, de la justicia y de la -mutua caridad-no son en realidad obstácu­lo alguno para que exista y predomine un auténtico espíritu de comunidad y de frmemidad.
Aún más,-pueden todas las· clases sociales y las diversas ca­tegorías de ciudadanos tutelar -sus propios derechos; mas háganlo
legítiritameote y no por la violencia, sin invadir los derechos de
los demás, igualmente inderogables. Todos

son hermanos; por lo
tanto, todas las cuestiones han de resolverse amistosamente, me­
diante la mutua
caridad fraterna.»
Esta disparidad nos invita a que preguntemoo: ¿Es que acaso aquellas frases, transcritas en DESTINO, expresan la "conciencia colectiva", captada por el P. Diez Alegría,. y es que ésta, aun cuando poisib-lemente haya sido conformada pvr los mass media, re-­srúta ser ,el nuevo medio de expresión del Espíritu Santo a los cristianos de hoy, que por fin hElfl "devenido adultos"? ¿Estaban, entonces, equivo­ca®s León X//I, San Pío X, Pío XII, Juan XXll!, por no haber alcan­zado aún su cetolidYno el grado de "madurez" lograda hoy por quienes
pfonsan como pregona la fr8$e atribuida al P. Diez Alegría? Sin embargo, la experiencia muestra que una sociedad sin clases es una utopía; es un imposible _( aconsejemos a quien quiera ilustrarse al respecto la lectura de los epígrafes que a este tema ha dedicad,:, Eugenio Vegas Latapié en su libro AWUNAS CONSIDERAGIONES SOBRE LA DEMOCRACIA y en su ComlJJTl.icadón a la VII Reunión de amigos de la Ciudad Católica "EL MITO DEL IGUALITARISMO"; a.si como lá del capítulo en que Juan VaUet de Goytisolo trata de la igualdad en su volumen SOCIEDAD DE MASAS Y DERECHO). En el discurso inaagural del Curso_ 1970-71 de la ]?ea! Academia de !Ciencias Morales y Politices, leído el 10 de ,uwiembre último, José Larraz, repasando su Esquema y Teoría de la Hk.torla, rec:Ordaba '{N'lXisamente que:
« ... el desenlace · histórico-, Postulado por el marxismo -la so­ciedad sin clases y sin Estado--tiene ,también ctirác'tt1r fabuloso, a menos que se· juegue· arhitrari8.men-te con las palabras «clases» ,y «Estado». Lo propio de la Utopía, es que implica una con-
1tradición total ¿on la
naturaleza c6smica, o la biológica, o, más ifrecuentemente, la humana: un imposible absoluto (la igualdad ,total de los hombres, el progresó mediante la anarquía, el go­
bierno perfecto de
una sociedad perfecta, la paz completa, etcé­
tera, etc.)».
La igualdad social sólo puede imponerse con una tiranía política, y ésta
si:tpone una esencial desigualdad-entre -quien.es mandan y quienes Son man~
1005
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dados. El poder político total;Jari<> quiere tmp:me, la igualdad a sus súbdi­
tos, a los quee masifica ...• pero, pcecisamente entre la burOCl'acia que crea,
va fomiándose una nueva clase que engendra un tipo específico de feuda­
lismo, creador: de nuevas desigualdades económicas que en ese caso son
isiempre injustas en su orig~ aunque ¡con esa corrupción se suavicen los
defectos del sociafumo ... !
¡Pa,a llega, a esos resultados, ¿se pide la lw:ha de clases?! ...
JI. ¿SÓLO LA REVOLUCIÓN TlENE DERECHOS?
La segunda de las dos transcritas frases atribuidas al P. José-María
Diez Alegria nos ha planteado la pregunta consignada en este epÍfJ'l'aife,
que, en su t-exóo, es igual a la _que, ante u:nas afirmaciones más cnulais y
fuertes del Dtr. _ H abache ,.....,que se autocalifica de "marxista leninista asiá-­
tico" -ha fomwlado en LºHomme NOUVEAU, núm. 534, del pasado
20 de septiembre, Marce! Clément, en el editorial titulado ZARCA, rwm­
bt-e del aeropuerto militar donde habian aterrizad~ secuestrados (X1l' co­
mandos palestinos, cuatro aviones que luego fueron destruidos, quedando, sus
pasajeros corno rehenes. Veamos su contestación,:
1006
« ... hemos descendido un grado más hacia la barbarie.
»A quienes lo pongan en duda puede resultarles útil meditar
las peque:ñas fra_ses del señor Georges Babache. Fue él quien, en
junio, hizo ametrallar un autobús lleno de niños israelitas y re­
plicó

a quienes
se lo
reprocharon:
«Se ha hablado de un crimen
atroz, pero se olvida con demasiada facilidad de los árabes muer­
tos por los ~-Es él quien explica: «El terrorismo 6S' el,
único método posible para Uberar nuestro territorio». :Es él quien
afirma: «el mundo entero es nuestro ·campo de batalla porque
en todas partesi, en el mundo, hay hombres qúe tienen parte de
responsabilidad en la creación. del Estado de lmzel, y en su per­
vivenc~. Es uunhién él quien considera que los crímenes de su
grupo
«no desacreditan, al, gobierno palestino, sin-O que le efec­
tútm una excel.ent,e publicidad gratu.itu».
En síntesis, como lo he dicho, es él quien clama que «El
fin justifica siempre los """1.iM>.
»Todo esto se halla más allá de la ley del Talión «ojo por
ojo, diente por
diente»-. Esto significa: por un hombre matado,
un
niño matado. Esto significa que todo ser humano inocente,
en
toda la superficie del
globo terráqueo,
puede ser en todo mo·
mento
secuestrado, aprisionad~ torturado,

ametrallado, quema•
do. Esto
significa que

las personas, hasta ahora respetadas como
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tales, NO SON SINO OBJETOS. Se las utiliza, se las canjea, se
las destruye, se las libera
según los intereaes ·
de la Revolución.
:t.Sólo la

Revolución tiene derechos.
Sólo la
Revolución es lo
absoluto.
:.'iuestros izquierdista& de

Nanterre
aparecen como
in­
genuos principalmente. Sostienen que «un
faS"Cista no es un

hom­
bre». Pero,

en
:fin, ¡ quedan los otl'os ... , los no fascistas!
»Con Georges Habache, ES EL HOMBRE EN TANTO HOM­
BRE LO QUE ES NEGADO. Es la dignidad de la persona hu­
mana }o
que es

aniquilado
en toda

la .superficie de la tierra. Ya
no qneda nada de la naturaleza humana.
»Tal es el
mensaje de Zarca. El hombre no es ya el sujeto
de sus
actos. Es objeto para la Revolución. El Hombre· ya no es
sujeto responsable y respetable porque tiene una naturaleza ra­
cional y
libre. Es un paquete de carne organizada y negociable.
El Hombre no es ya la
imagen de
Dios.
Es materia viva en
evolución, cuyo sufrimiento físico y moral puede resultar ren­
table y permitir una «excelente publicidad gratuita».
»Me dirán

que por lo menos no
ha sido Hahache quien ha
comenzado. Me recordarán que Marx fue quien primero puso
los cimientos de
esa definición

del hombre materia pensante
en evolución. lle recordarán

aún más todavía que
fnt; Lenin, y no Habache, quien
escribió:
«Nuestra moral, se halla enteramente
subordina.da
a

los
intereses de la lucha de clases ...

Es
moral, la
que contribuye a
la ~n de la antigua sociedad di:.' explo­tadores». Me harán entrar por los ojos los millones, las decenas
de millones de
hombres; de
mujeres, de niños, «liquidados
físi­camente»,

por los soviets, la revolución cultural o las
otras for•
mas

de marxismo-leninismo en acción.
Bien lo
sé. Pero eso no empece qne consideremos el «mensaje
de Zarca» revestido de ,importancia histórica.
»Ya que, a partir de 1917,
los comun'istas han

jugado sin ce­
sar un doble juego.
Han actuado,

de hecho, de acuerdo con el
materialismo dialéctico, pero
siempre han presentado sus críme­
nes en un lenguaje suficientemente equívoco para que los «bur­
gueses» no

comprendan
de lo que se trata.»
JII. CoNCIENCIA UNIVERSAL Y PLURALISMO.
La segunda de las dos frases atribuidas al P. Dísz Alegría es referida a "una sociedad de clases discriminatoria"': "la 'lucha de clases .-por parte de las clases oprimidas [ debemos entender por tales, al parecer; las dis ....
crvninadas por debajo de otras}- no es contraria al. cristiani.smo; es oo,n ....
1007
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traria_ al, cristianismq la r~istencia po, parte de., las clases privilegiadas" ... ;
tamb~
r,c,s suscita otra pregunta:
¿Cuál debe
se, la actitud del Estaoo, segúti el crik&io del autor de
la frase, en ca.so de que "las clases oprimidas" recw.-ran a la lucha de
clases?: ¿Debe. intervenir a favor de éstas?, ¿[)ebe al menos dejarlas en
libertad de actuación revolucionaria?, ¿J)ebe impedir toda resistencia por
parle de las clase~ privilegiacla8?
Dejamos al.
81.ltot de aquella frase , que conteste estas. preguntas, pero
nos gt.t3taría s,aber qu'é coherencia. tendrfa _su respuesta con su interp.e­
tación de la libertad religwsa. En la primera de las i!l.ustraciones con re ..
coz-tes de pe.ri.ódi.oos que publicarnos en VERBO, 84, págs. 337 y sigs., re­
cogiamos una referencia de que ti-es pr:ofesore3 de la Facultad de Ciencias
Sociales
de la Uni.versidad Gregoriana habían sostenido la tesis preconi­
zada por el mismo P. Díaz Alegría de_ que la aceptación del divorcio
por la legislación civil_ es defendibf:e desde el (11.1-nto de vista 'católico como
una consecuencia de la libertad religiosa. Camino poc el cual no ha faJ.
tad.o quien haya llegado más lejos, pttes __..como podemos leer en el tra-­
bajo de Penfentenyo sobre el. proceso legal. contra la familia, en VERBO,
87-88, págs. 867 y sigs.- según ETUDES, núm. 339 de marzo 1967, la
aceptación legal de la anticorrcepción y la interrupción del embarazo pe,
elida ¡xyr la medre para propia salvaguardia no es sino aplicación en el
plaoo moral de la concepción de la libertad religk,sa.
Y esto nos suscita la pregunta de .s-i" aquella resistenda· die las "clases
privilegiadas",
que se c~ifica de ''conkaria al catolicismo", ¿debe-respe,
tarse en -el plano político y jurídico en virtr.td de la libertad religiOSBJl,
o si ¿puede el Estado, en _ virtud de ese prtndpio, adoptar la posici'ón
que, conforme la conciencia de quienes lo representan, se estime justa?;
o bien st ¿el Estaoo debe permiru-la lucha. de clases por parte de las
clases menos elevadas
o más bajas; debe ,impedir la resistencia de las
más altas, y debe tomar partido a.favOt' de aquéllas?
La respuesta afhmattva, qtte algunos no vacilan en dar a esta ú/,tima
~gunta, vale la pena ponerla en relación. con las opiniones que acab~
,nos de recordar de quienes sostienen que el propi,o Estado ha de aceptar
jurídicamente
el divorcio, el uso de aniJiconceptivos y la interrupción del
embatazo a criterio de la madre como propi1¡1. defensa de ésta. Si esa an­
títesis
se da, sólo caben dos e:icplicaciones: un~ atribuirla ia incoherencia;
otra, entender que la libertad religüJ'Sa sólo es admisible en su reflejo social
respecto
la religión del ÜW'S de lo alto, per_o no cabe respecto de la
sociorreligión ,masi,ficante del dios teilhardiano del "en adelante" o de la
dialéctica del material:ismo histórico marxista. Es decir: se aplica a la
religión que se nos ha enseñado ,-,¡y creemosf__.. que es la verdadera, pero
no se aplica a las 'l'eligianes progresista y marxista, falsas -falsa y pes.
ti/ente,
la primera, según la encicltca Pascend.i dice de su versión atenuada, el
1008
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modemi.smo,. e intrinsecsmente perversa, la seguw:1.a,. según la encíclica DiVinl Redemptoris •..
Pero ·conviene que nos rros detengamos sólo en este panto y que comprobemos cómo hoy la in.congM.encla es normal -en ciertos sectores ( ¿será tal vez fruto de que se rechace el principio de no contradicoiónl) y,. concretamente-, cuando se propugn4 a la vez, por el "pluralismo" y por "la conciencia universal"~ asignando al campo del primero las ver-­
d&cles de nuestra 'l'eligión católica y al. de la segunda las ideas revo/udo,, narias que, se dice, están en el viento de la Historia ... Acerca de esto puede· ilustramos otro· artículo de -Marcel Qément titulado PLUR.A­LISME, publicado también en L'HOMME
NOUVEAU,
en su núm.

535
del
4 de octubre último. Veamos cómo plantea el dilema:
»Cierta delibilidad de la inteligencia contemporánea flota en­
tre estas dos proposiciones: »Primera proposición:
»''¿Rechazáis al. hombre el, dereclio a tener Sil. concepción del mundo, su moral, su concepción de la vida social,? ¡ Es espan­
toso!
ú)s creéis que estáis en la Edad Media ( etc.}-. El hombre mo­derno es libre ( etc.). No os dá:is cuenta del clericalismo del dog­matismo, de la estrechez moral. de una posición como ésta (etc.)." »Segunda proposición:
. »¿Cómo admiti_r los crímenes constituidos por las injusticias
sociales,_ las torturas,
los des.órdenes constituidos? Frente a

tales
horrores, "fa conciencia univf1Tsal se subleva. Es preciso actuar. La insurrección se convierte en un deber (ele.). Es el mismo Evan­gelio el que nos exige t/ue tomemos una metral,leta (etc.). «El problema está a la _vista. Son LOS MISMOS quienes re­claman la sociedad PLURALISTA y quienes proclaman (a su
gusto) los derechos de la conciencia UNIVERSAL. Sin embargo, una
conciencia lllli~ersal es, por
definición, común a todo hombre
en tanto hombre. Lo que ella afirma es universalmente obliga­
torio.
Excluye, pues, la sociedad pluralista. O, si la sociedad pluralis.ta es
legítima, en ese caso_ Hahache tiene perfecto derecho
-DERECHO-a trabajar para desencadenar la guerra mundial
para realizar sus fines particulares.»
La refererrda. a Hebache la concreta el autor del artículo a las mar-­
nifestaciones de aquél, publicadas en el pet'iódico alemán STER.N del

16
de septiembre, de las que recoge las 'siguientes preguntas y respuestas:
«STERN: ¿QUERÉIS o NO u PAZ? »HABACHE: NosoTttos, EVIDENTEMENTE, NO QUEREMOS NINcu-
1009
Fundaci\363n Speiro

NA PA2. LA PAZ SIGNIFICARÍA RUINA DE TODAS NUILSTRAS ESPERANZAS.
QUEREMOS
UNA PALESTINA SOCIALISTA,
NO UNA CARICATURA DE RE­
PÚBLICA COMO LA QUE VOSOTROS TENÉIS, SINO UN PAÍS LIBRE CON
DOS GRUPOS DE
HABITANTES: LOS COMBATIENTES, LOS
SOLDADOS, QUE
SON LOS
PERMANENTES-DE LA GUERRA REVOLUCIONARIA; Y LOS CAM·
PESINOS QUE
TRABAJAN PARA LAS NECESIDADES

DE ESTOS COMBATIEN·
TES.
Es EL MISMO PRINCIPIO QUE EL DE LA REVOLUCIÓN CULTURAL
CHINA. NosOTROS, POR LO
TANTO, SABOTEAREMOS
TODA NEGOCIACIÓN
TENDENTE
A LA PAZ.
»STERN:
¿ Os DÁis CUENTA -DE QUE CON LA ACCIÓN QUE HABÉIS
EMPRENDIDO PODÉIS HACER
ESTALLAR LA TERCERA GUERRA MUNDIAL?
»HABACHE: JOH! sí, Nos HEMOS DADO CUENTA. PERo PUEDO
ASEGURAROS
QUE ESTO NO NOS INQUIETA NADA. EL MUNDO TIENE AL­
GUNAS COSAS QUE PERDER' CON ESA GUERRA, SI ESTALLA-NosoTROS
NO,
Y SOMOS LOS ÚNICOS QUE ESTAMOS EN ESE CASO. SI ESTA ES LA
ÚNOCA POSIBILIDAD DE DESTRUIR A ISRAEL, EL SIONISMO Y LOS REAC•
CIONARIOS ÁRABES, EN ESE CASO DESEAMOS LA TERCERA GUERRA MUN·
DIAL.»
Ma.rcel Clémenit comenta:
«Si se coloca como princ1p10 que todo hombre tiene derecho
a tener su concepción de sí mismo y de los demás, que todo
hombre tiene derecho a vivir de acuerdo
con su

concepción del
mundo, que todo grupo de
hombres tiene

derecho_ a pensar y
obrar según su propia
representaci6n de las cosas, resulta, de he­
eho, imposible
invocar,

como intenta mi corresponsal:
''La con­
ciencia

universal".»
«Si
es legítimo

que cada
persona o

cada grupo humano tenga
su visión de las
cosas; la

concepción de Hahache es legítima,
ni más ni menos
que otra cualquiera.»
No se le escapa que puede ob¡etársele:
1010
»PERO NO HABÉIS COMPRENDIDO LO QUE VERDADERAMENTE ES EL
PLURALISMO.
PUEDE EXISTIR UNA. SOCfEDAD EN LA CUAL
LOS HOM·
BRES
TENGAN VISIONES

DEL MUNDO
MUY DIFERENTES,
PERO,
NO
OBSTANTE, TODAS ESTÁN DE ACUERDO SOBRE uN MÍNIMO. Pon
EJEMPLO,
QUE
TODOS ESTUVIERAN DE ACUERDO SOBRE CIERTOS DE­
RECHOS HUMANOS Fl.JNDAMENTALES. EN ESTA

HIPÓTESIS, LA C0MU•
NIDAD MUNDIAL PUEDE SER PLURALISTA SIN -QUE, SIN
EMBARGO, SE

DE·
CLAREN LEGÍTIMAS

LAS TESIS «EXTREMISTAS» DE UN
IIABACHE.»
Fundaci\363n Speiro

Pero replica:
«A partir del momento en que se acepte la sociedad plnra·
lista
''a condición de que°' se respeten derechos humanos (aunque
fuera un
'mínimo) se deja, de hecho, de aceptar la sociedad plura·
lista.
Vemos fundado el orden social humano en un sistema ju·
rídico determinado. Vemos

fundada la sociedad humana en un
orden jurídico y moral universal ...
En lo esencial se rechaza el pluralismo.»
Y destaca la gravedad de esta polémica, que no es puramente i~ lectual, sino que:
... conlleva consecuencias concretas e inmediatas: así en el orden internacional como en el orden de la })Olíti:ca del Estado:
»Hay
que

optar por uno de
estoS dos términos.
»O
bien el hombre posee derechos porque el Dios creador
los ha inaito en su naturaleza. Y Dios es él fundamento del de­
recho.
»O bien

el hombre no es
sino un
objeto material, un mono
desnudo. Y
el fundamento del derecho es la ley del más fuerte.»
IV. LA PERSONA HUMANA Y LA NOCIÓN DE LA. INI'ANGIBILIDAD DE LA VIDA HUMANA INOCENTE.
La alternativa que acabamos de ver planteada tJOr Marce! Oément. acerca de la concepción del hombre le abre otro tema, que ya había
insinuado en otras ocasiones, como luego veremos, pero que en su pa:no.­,ama general desarmlla en L'HOMME NOUVEAU, núm. 536 de 18 octubre, con el titulo L' INNOCENCE. La situación, de hecho, que hece que esta cuestión sea de actualísirno inkres es la siguiente:
4: ••• Lo que está en trance de perderse de vista, más o menos
por todas partes,
es la noción de la intangibilidad de la vida hu­
mana inocente, INOCENTE.
»Ya que

los diplomáticos que han
sido secuestrados
y asesi·
nados
(o liberados previo rescate) en América latina eran inocen­
tes. Quiero decir que nada
se reprochaba a

los que habían sido
secuestrados y utilizados como objetos en un mercado y cuya
vida estaba en juego.
»Los hombres, las mujeres, los niños, desviados

en pleno vuelo,
y
apresadoS en

Zarca, eran inocentes. En nada se hallaban im-
1011
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plicados en el problema palestino. Varios, si no la mayoría, igno­
raban sus datos principales.
»James
Cross, consejero

comercial británico en Montreal, no
es culpable

de falta alguna. Es
inocente. Lo
mismo suc_edía con
Pierre Laporte.
Sus secuestradores

nada le reprochaban.
Es pre·
cisamente

esto lo que
determinaba que. tuviera

un precio. Un
rehén culpable

tiene
menos valor.»
La doctrina clásica del derecho natural, distinguía claramente el inocen­
te del criminal:
«... cuando un criminal, terrorista o no, comete libremente
actos que atentan a la
vida o a la lihertad de inocentes, es cul­
pable. Se halla por ello', con su derecho a la libertad y, a ve·
ces, con

-su derecho a la
vida, ·disminuido

en razón a
la grave­
dad de sus actos y
8 su responsabilidad. Se puede ser, por mo­
tivos de prudencia hostil a la aplicación
hin.e el nunc. de la
pena de muerte, pero
la pena de muerte es, naturalmente, líci­
ta
(cfr. Taparelli, Derecho natur«l,, rtomo I, núm. 842).»
· Frente a esta distinción, hallamos dos posiciones que desconocen los
principios básicos
enunciados así:
1012
«... loe revolucionarios, ya sean africanos, sudamericanos o
chinos, o bien sean
árabes o

canadienses, están. en vías
-A FA­
VOR

DEL PLURALISMO- de imponer, en
la teoría y en la
práctica, una nueva moral internacional
»El derecho

a la vida
para ellos no corr~ponde a

la perso­
na humana inocente. No es ya la expresión necesaria de un or­
den superior,
transpárente, inscrito en nuestra

naturaleza.
El_ de­
recho

a
la vidlJ humana es desde ahora contingente. Puede ser
afirmado o negado
según la «revolución» -que se
denomina po•
pular- según la «liberación» -que pretende ser democrática­
tenga necesidad de la vida o de
la muerte de tal persona, La
«dignidad» dé esta persona: es una superestructura capitalista.
Su
«inocencia»: un
mito
burgués.
»No
se trata aquí de subrayar lo del «derecho del más fuer­
te». Es infinitamente más
grave. Se trata

de un. «derecho» ideoló­
gico:

el
de la Revolución, o bien el del socialismo, o el de la
independencia, o el de no importa qué aspiración erigida EN
ABSOLUTO MISTICO, ante el cual NINGUN OTRO VALOR ES
ABSOLUTO. El triunfo de la Revolució_n es el fin último. La
persona, sea
Ja que sea, es un medio.
Fundaci\363n Speiro

»La Revolución en marcha señala el ocaso de la -civilización
no solamente cristiana,
sino simplemente
humana. Quienes, di­
·recta o indirectamente,
sostienen a los terroristas, les ayudan en
este

trabajo.»
b) «Como los terroristas revolucionarios, los consel"Vadores
individualistas
vienen a
hao!er del homhré, en
función a
.su con­
cepción

de la
sociedad, el·
dueño de la vida
y de la muerte del
inocente.»
Veamos cómo, en otro artículo anterioi-en- L'HOMME NOUVEAU,
núm. 528 del 21 de junio 1970, explica el propio 'Marcel Clément este
segundo' tipo de atentado contra la vida inocente:
«En el momento en que lás campañas· se suceden p8.ra que cese
el asesinato de las crías de las
focas, ·es trágico

que
fas voces
que
se elevan contra el
asesinato legal

y generalizado
de los hijos· de
los
hombres, sean reprimidas, anuladas. ·
»Lo

que está en juego, no nos equivocamos en ello, es la úl­
tima amarra,
y la m8s sólida, de la dignidad de la persoria humana
en
la' sociedad moderna.
»Si se
admite que
un niño no tiene
el derecho a la vida porque
sus padres

son incapaces de
edllcarle, es qile el
derecho a la vida
uo está

ligado a
la' dignidad de la persona humana, sino a una
suerte, a un azar.
»Si se

admite que un niño no tiene el derecho a
la vida porque
se puede determinar
médil;amente, antes

de su nacimiento, que
será victima de malformaciones
(abort9 «profil!Í.Ctico» ),

es que el
derecho a la vida no está ligado a la dignidad de la persona hu­
mana, sino a una cierta c9·rrespondencia con las normas fijadas
por la sociedad.
»Si se

admite
que un

niño no tiene el derecho a la vida, por­
que las circunstancias de -su concepción no están de acuerdo con las
demandas legítimas de la
libertad. de la madre, o de la salud de la
madre (aborto «terapéutico»), es
que el
derecho a
la vida no está
ligado a la dignidad de la persona
humana, sino

a circunstancias
fortuitas, buenas o malas.
»De una manera general, si el derecho a la vida no es
el coro­
lario riguroso de la dignidad de la_ persona humana, es la sociedad
quien va necesariamente a decidir sobre el derecho a la vida o la
pena de muerte
para todos

los
inocentes. Ineludiblemente,

se llega
a la necesidaa," más
ó menos camuflada, de un· INSTITUTO NA­
CIONAL DE LA MUERTE.
»Se exclamará: ¡ el proyecto de ley no habla de esto! Se con-
1013
Fundaci\363n Speiro

tenta con enumerar los casos en que la Ley autorizará el aborto o,
como
. se dice con

eufemismo,
«la intermpción del embarazo».
»¡Precisameste! Estamos.demasiad(,) saturados de

eufemismos ...
»¡En lugar

de
hablar del

derecho a la vida.de los niños
inocen­
tes, se nos

habla del
-derecho

de
_d8fensa de

la madre contra un
injusto agresor!
»En lugar

de
hablar del derocho a

la vida de los
niños inocen­
tes,

se proclama la necesidad de
hacer la

ley menos-
represiva.
»En
lugar

de hablar
del d~echo a

la vida
de los
niños inocen­
tes y
del crimen

que constituye el aborto,
se nos
habla
«de in­
terrupción

del embarazo».
»Se ha

introducido la mentira en LAS PALABRAS para que
unos ciudadanos mediatizados acepten
de buen grado una ley con­
traria a
la. razón,

al orden moral, al orden social y al estado más
reciente de los
conocimientos de

la
genética.
»llamemos,
pues,

a
las cosas por su nombre,

Si
la dignidad que
se atribuye a todo
ser humano

viviente no es ya la
irrecusable
garantía

de ·su derecho a la
vida, es

que la sociedad se arroga
el
derecho de dar la muerte. Serán unas veces los padres, otras el
médico, otras las inRuencias del grupo c_ircundante, del medio de
vida, otras el simple egoísmo, los que harán criminales a decenas de millares de mujeres, y a veces será el padre del niño quien
forzará a la mujer a destruir la vida que palpita en ella; y ese
crimen, cometido bajo presión, será cobrado por la Seguridad so­
cial.
»Jamás podremos votar por algunos diputados que con su voto
habrían impuesto una ley tan infame.»
Por eso cot1creta en L' INNOCENCE: ·
»Es preciso decirlo y repetirlo: Porque los rehenes son inocen­
tes-, su

derecho a_ la vida es intangible. Porque el hijo en el seno
materno
es inocente,

su derecho a la
vida es intangible.»
Y, en ZARCA, concluye,
1014
«Quienes se han burlado, han ridiculizado y contribuido a
dislocar
la cristiandad
-----sin saber,
generalmente,
lo que hacían­
pueden
comenzar a abrir los

ojos.
»-Ya que-el · hundimiento _de la civilización simplemente hu­
mana va aún más de prisa de
1o que se -temía.
»En
este

año 1970
se ha trabajado mucho entre los «liberales»
para
«desacralizar» y «desligar»~
Fundaci\363n Speiro

»Se ha trabajado para legalizar el aborto. Por doquier para
legalizar las drogas. Este vecano, en las playas

ha
habido mu­
jeres

que
han comenzado a exhibir sus pechos sin que nadie
interviniera. En

suma,
en· el
mundo
liberal se
trata de
retrasar
los
límites

... de
destruir la
dignidad humana, pero
ÚNICAMENTE
PARA EL BIENESTAR DEL INDIVIDUO,. para el disfrute del individuo,
únicamente para

eso ...
»En el

mundo totalitario, las cosas van
más aprisa y llegan
más lejos.

Como el atentado a la dignidad humana
se verifica
para la salud
«social», es alú más radical. Es universal. El hom·
hre, la
person~ es

para este mundo una COSA.
»Si han

hecho falta
mil años para destruir la cristiandad, pa­
rece que no
harán falta muchos meses o añoa para que desapa­
rezca
--en el caos-- la sociedad «pluralista».
»Puesto que
J Georges Hahache forma legítimamente parte
de
ellal»
No se -puede fcmnar una verdadera .. sociedad" con la idea del hombre
como "medida de todas las cosas"· ni con la del hombre como "encruci-­
jada socio-histórica
de

un
complejo hioq:uimico". En ambos casos desapa,,
rece el verdadero hombre --alma y cuerpo-- bOl'rado su fin primordial~
oscurecido el significado de su paso '{JOt" el mundo., enturbiadas sus re/a-,
ciones con las demás hombres, que .se pretende dimanen de su propi.a
conciencia
y voluntad irrdivídual, o bien de la idea de quienes rijen las
palancas politicas
del mundo., o., incluso, simplemente del -''movimiento de
Ja lústoria" ¡O Dios~ o el caos! ¡O Cristo, o la confusión de dioses! ¡O
la tradición católico-romana o la desi?irtuación del mensaje de Cristo _e
incluso el enmascaramiento del Dios hecho hombre nacido de la Vil'gen
Maria, muerto en cruz para redimirnos de nuestros pecados y resucitado
lleno de glorial
1015
Fundaci\363n Speiro