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Los católicos y la política

LOS CATOLICOS Y LA POLITICA (*)
POR
ANDRÉ ROCHE.
Tal es el título de un artículo . de Lours Bouyer que La
Framce Catha/;que, del 11 de diciembre de 1970, en _su "tribuna
libre"
ha publicado, cubriéndose con esta reserva: "las opinipnes
emitidas

en esta sección no comprometen a nuestro periódico"
(n. d. l. r.).
Este artículo nos parece llenQ de cosas excelentes.
"Toda teología que pretenda ser cristiana -se lee en él- que
no desemboca en una teología política no es más. que
u~ fuga a
lo irreal. Ahí tenemo$, al parecer, el gran descuhrimiento de nues­
tro tiempo.
"Confieso que cuando oigo esto me entran gana,s de fro­
tarme los ojos porque me pregunto si es que estoy soñando. Cier­
tamente es posible que la gran innovación exigida a la Iglesia
por nuestro tiempo sea la de que intervenga en la política. Y o
tenía la impresión -con perdón- de que, en Francia, hace
mu­
cl-o tiempo que no ha hecho otra cosa.
"En la época en que yo no era aún católico, pero en la cual
comenzaba a tomar contacto con el catolicismo, parecía imposible ser un buen católico si no se era de Acción Francesa.
"Después
vino el trueno de una "condenan que sorprendió a
casi todo el mundo. Es cierto que entonces se vio a los católicos
más dóciles ( ... ) preguntarse si al fin y al
cabo no
se podría ser
(*) Destacamos muy especialmente el extraordinario interés y actuali­
dad de este trabajo aparecido en PERMANENCE.S, 7.7, de febrero d,e -1971,
bajo la firma de A.ndré Roche. El artículo que le sigue, en este VERBO,
Magisterio y com,J!romiso temp·oral, del P. Monsegú, se complementa mag~
níficamenti:
con· él. · · ·
,,
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ANDRE ROCHE
católico sin tener que alistarse, en cuanto católico, en uno u otro
partido político.
"Pero e·sta incertidumbre fue de corta duración ( ... ). Muy
pronto, la democracia cristiana pasó a constituir la política que
todo cristiano católico consecuente tenía obligación de hacer suya.
"Vinieron la guerra de España y el Frente Popular: pareció
entonces que el humanismo integral ( que
el catolicismo no podia
dejar de ser) sería, si no marxista, al menos socialista.
''La guerra, es cierto, sobrevino casi en seguida, y después la
hecatombe ... ; y los católicos, en conjunto, .se hicieron "marisca1is­
tas", antes que la victoria de los aliados hiciera de ellos los más
fieles "Generalistas". El M. R. P. fue el artífice de esta sorpren­
dente recuperación ( ... ).
"Desde entonces ( ... ) el "partido clerical", como dicen las
gentes, parece reconstituido, si no me equivoco, en el P. S. U.
Hay, sin embargo, al parecer, un grupo de irreductibles del lema
p,alitique d' aoord (política ante todo), equivalente de hecho a "p0-
lítica por encima de todo", que desean primordialmente: una ad­
hesión pura y simple de los cristianos, bajo órdenes expresas de
las autoridades eclesiásticas, a los partidos comunistas, bien de
obediencia moscovita, bien pekinesa ( ... ).
"Pero, esta vez, se nos dice, ya no es lo mismo. Hasta ahora
la Iglesia se mezclaba en asuntos que no le importaban queriendo
imponer SIU política, una política sacra, a la ciudad temporal. Hoy,
IXJr el contrario, se trata de reconocer la autonomía de lo
tempo­
ral. Se trata, para ello, no solamente de desacralizar el cristia­
nismo mismo ( ... ) .
"¿Era, pues, una política "sacra" el maurrassianismo? ¿Era
una poHtica "sacra" el democratismo de Francisque Gay y de Geor­
ges Bidau1t?
¿ Era

una política "sacra" el neo-socialismo lan­
zado por Jacques Maritain? ( ... ). Y no sería una típica "política
de curas'' la que hoy consiste en correr en socorro del marxis­
mo( ... ).
"Todas fas políticas que los curas nunca-"han sido ,capaces-de
inventar por sí mismos, pero que son .(políticas) de gentes que les
parecen destinadas a ( ... ) tener la sartén por el mango ... "
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LOS CATOUCOS Y LA POUTICA
"Seamos serios ( ... ). No son los ascetas, no son los hombres
de oración, no son los que dan testimonio
.. de lo invisible quienes,
como
se pretende,

alejarían a los hombres de hoy de la Iglesia por
su supuesta evasión: son todos nuestros frailes zascandiles, todos
nuestros fanáticos para quienes la religión no parece tener otro
objeto que atizar las
pasiones que ya serian bastante violentas
sin ello."
...................................................
Esta es la opinión de Louis Bouyer.
No hemos transcrito su artículo totalmente. Pero he ahí lo
esencial. .. , que nos parece harto instructivo, no solamente por lo
que denuncia, pero más aún quizá por lo que calla o deja en
equívoco.
Efectivamente, nos parece que dice demasiado por lo C)Ue
no

dice.
Parecería que las fórmulas políticas que desde hace cuarenta
años han conseguido la adhesión de los católicos franceses, se
deben rechazar
a. un

mismo rincón, por contradictorias que pa­
rezcan ... ; la sola actitud poco sospechosa de sectarismo . estaría al
lado de esa "evasión supuesta", de "los ascetas", de "los hombres
de oración", de "los testigos de lo_
invisible".
Es una opinión.
Si estuviéramos entre protestantes, quizá valdría la pena de­
tenerse en ella.
Pero estamos entre católicos, es decir, entre. fieles de una
iglesia jerárquica. Parece, por ello, que sobTe un tal tema deba­
mos oir, ante todo, la opinión, si no [a orden, de fa. jerarquía.
Porque no se puede pensar que nos encontramos ante una de esas
cuestiones libres jamás zanjadas aun por el Magisterio.
Desde las

disputas ensordecedoras del "sacerdocio y el im­
perio", los actos de la autoridad católica, ¿ no han iluminado bas­
tante esas relaciooes de la política y de la religión ?
¿ No sería mejor referirse a ellos, en lugar de epilogar como
si la orientación a tomar y el juicio a hacer quedaran a la libre
determinación
de cada uno?
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ANDREROCHE
Esa doctrina, ¿ recomienda, sí o no, una proyección de la en­
señanza católica en .el ámbito social, cívico y político?
En
caso afirmativo, queda claro que en ella está lo que es
honesto decir ante todo, que en ella está lo que hay que recordar
y precisar. Tanto más cuanto que únicamente la referencia a esta
doctrina puede permitir apreciar debidamente la calidad de las
opciones políticas eventualmente propuestas a los católicos.
Pío XII lo ha dicho
~ innumerables ocasiones, sin la menor
sombra de equívoco: "Con el pretexto de defender a la Iglesia del
riesgo de desorientarse en -la ·esfeta de lo temporal, una consigna
continua acreditándose en el mundo: vuelta a lo puramente espi­
ritual. Y por esto se entiende confinarla estrechamente en el ám­
bito de la
enseñanza dogmática,

la ofrenda del Santo Sacrificio,
la administración de los sacramentos, a prohibirle toda in".asión,
cualquier derecho de inspección en la esfera de la vida pública,
toda intervención en el orden civil y social. Como si el dogma
no tuviera nada que ver en todos los campos de la vida humana,
como si· los
mi_~terios de

la
fe con sus riquezas sobrenaturales
debieran de abstenerse de sostener y tonificar la vida de los indivi­
duos

y, por consiguiente, de armonizar la vida pública con la ley
de Dios, de impregnarla del espíritu de Cristo. Semejante vivi­
sección es sencillamente aoticatólica" (1).
La Iglesia no puede encerrarse, "inerte, en el silencio de sus
templos (y desertar) así de la misión que le ha confiado la Pro­
videncia de formar al hombre completo y, por eso, de colaborar
incesantemente en el establecimiento de los cimientos sólidos de
la sociedad. Esta misión -insiste Pío XII- es para ella ESEN­ CIAL.
Considerada desde este punto" de :Vista, se

puede decir
que la Iglesia es la sociedad de aquellos que, bajo la influencia
so­
brenatural de la grada en la perfección de su dignidad personal
de hijos de Dios, y en el desarrollo armonioso de todas las in­
clinaciones y energías. huma.nas, edifican la poderosa armazón
de la comunidad humaoa" (2).
(1) Discurso a loa. "Unión Internacional de ligas· -femeninas cát61i(?l,S"
(1947).
(2) Discurso de Pío XII a los -nuevos cardenales, 20 de ·fobtero de .1946.
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WS CATOUCOS Y LA POUTICA
Esto nos parece tan claro como muy alejado de una "evasión"
hacia la "ascesis",
la "oración", el "testimonio invisible", como
únicos ideales que procuran el efecto de alejar al cristiano de
todo compromiso temporal. Y por esto (
cualesquiéra ·que

puedan ser los inevitables in­
convenientes pasionales,
míáetablemente humanos), el compromiso
social cívico, político, del cristiano es un deber tanto más imperio­
so cuanto que las formas actuales de gobierno son democráticas,
es decir, que exigen la participación de todos los ciudadanos.
"Deber
sagrado"
(3) sobre el cual la Iglesia no ha cesado
de llamar la atención de sus fieles, sobre todo desde Gregario
XVI.
De donde su insistencia, desde la misma época, de enseñar, de
recordar, de repetir la doctrina indispensable para la plena com­
prensión y la sana orientación de nuestros compromisos sociales,
cívicos y políticos.
A partir de ahí, hallamos varios grados en los escándalos po­
sibles, de los cuaJes el primero es el celo indiscreto, el abuso de
poder, el trasiego de .influencia eclesiástica en esa .esfera de 1a ac­
ción política que según la famosa distinción católica de los dos
poderes: espiritual y temporal (4), no puede, no debe, ser pose­
sión de la autoridad especifica de los clérigos.
Pero si el celo indiscreto, el abuso
de poder
y
el trasiego de
influencias eclesiásticas son odiosos incluso cuando invocan la
ortodoxia, hay que admitir que resultan escandalosos y literal­
mente subversivos cuando tienen por objeto doctrinas u opiniones
indiferentes, si no perjudiciales, a lo que puede quedar aún de
cristiano en la Ciudad.
Como ha señalado J ean Madiran en tres párrafos decisi­
vos (5) ... "... si los hombres de Iglesia, en beneficio de una pastoral
mundial, estiman que deben negar su apoyo a la defensa de cier-
(3) La fórmula es de Pío XII. Quincuagésimo aniversario de Rerwm
Novarum 1-6141.
(4) Cfr. de Jean Ousset, Miss-ion. Politique des Laics. C. L. C. 49,
rue des Renaudes, París, 17.
(5) ltineraires, núm. 67, págs. 203-4, rue Garanciere, París 6.0
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ANDRE ROCHE
tas patrias carnales, no pueden de ninguna manera, no pueden
sin abuso, no pueden sin crimen, desviar a los ciudadanos de la
defensa del modesto hooor de -la casa solariega, de la libertad
de la ciudad, del interés y aun de
la vida de la patria ...
"Además, las posibilidades de desaparición o de supervivencia
de las fuerzas políticas, de las clases sociales, de los pueblos y de
las civilizaciones son constantemente modificadas por la acción de
los seglares. Y es su deber y su vocación modificarlas, sin creerse
aprisionados por
el pronóstico especulativo que haya podido ha­
cerse, incluso con toda exactitud, en un momento dado.
"Por ejemplo, se puede eventuahnente, en cierto momento,
formular el pronóstico de que el comunismo tiene todas las pro­
babilidades de ganar en un país o en un grupo de países. Ante
este pronóstico, los hombres de la Iglesia toman las disposiciones
o precauciones apostól~cas que creen deben tomar. Quedan a su
juicio y son responsables delante de Dios. Pero si, en función de
ese pronóstico, los hombres de Iglesia
se dedican

además a per­
suadir al conjunto de los católicos de que deben desolidarizarse
de todo anticomunismo temporal, entonces esos hombres de Igle­
sia aseguran así, positivamente, la victoria del comunismo, al des­
movilizar, dispersar o parali7.3.r la resistencia. Es precisamente
cuando el comunismo tiene probabilidades objetivas de ganar en
un país, cuando tiene la máxima importancia combatir esas pro­
babilidades, y derribar ese pronóstico fundado especulativamente,
y hacer la historia en lugar de padecerla."
Esto es lo
que se

discute ...
... y lo que no dice
el artículo de Louis Bouyer.
Al leerlo, se creería que ésta es una de las horas más tran­
quilas, y que si las disputas dividen a los católicos hoy en día,
éstas son tan vanas como aquéllas sobre el sexo de los ángeles
que alborotaban a Constantinopla.
Porque, ¿ existe o no, actualmente, un enemigo del orden na­
tural y cristiano?
¿ Hay, o no, errores y fuerzas sociales. o políticas a las que
la Iglesia nos pide combatir desde hace más de un siglo?
Verdaderamente,
es demasiado apresurado y simple limitarse a
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LOS CATOUCOS Y LA POI1TICA
evocar en ser:ie las ,indiscreciones, los a:busos de poder, Ios rtrasiegos
de influencia eclesiástica, con los que se hayan podido beneficiar
antaño la Acción Francesa, la Democracia Cristiana, un "huma­
nismo integral" socializante, el "mariscalismo", el M. R. P. o de
las que aún se beneficia el P. S. U. y el comunismo (moscovita,
pekinés o castrista). Semejante ·enumeración es demasiado super­
ficial y rechaza demasiado cómodamente al enemigo sin dañarle. Para comprender y juzgar con provecho es indispensable ir más
adelante. Es indispensable no solamente registrar, sino estudiar
la orientación del desmoronamiento realizado con la sucesión de
las diversas fórmulas evocadas por Louis Bouyer.
Ciertamente que, como éste observa muy atinadamente1 la
fórmula del
"compromiso nacional" maurrassrallo no

era
(y no
se presentaba como) una receta de "política sacra". En todo caso,
ofrecía el curioso aspecto de un incrédulo que consideraba un
deber ( a pesar de su incredulidad y solamente en nombre de la
salvación del pueblo, en nombre únicamente de la armonía huma~
na, social y política) pedir que la Iglesia católica y romana ocupe
en la nación el sitio que le corres¡xmde.
Una vez que el agnosticismo de Maurras hubo servido de ar­
gwnento a la intervención eclesiástica conocida, fueron propues­
tas a la preferencia de los cristianos otras fórmulas políticas.
Jacquer Maritain, Francisque Gay, Georges
Bidault (Louis
Bouyer

parece haber olvidado a Ernmanuel Mounier y su revista
Esprit) fueron sus principales campeones. Esta vez todos eran
seglares considerados como católicos. Y entonces, ¿ qué propusie­
ron? En comparación con
el incrédulo Maurras, ¿ se les vio de­
dicarse más que él a proclamar el Derecho natural y cristiano, y
a difundir de la doctrina social de la Iglesia?
¿ Se les vio con­
vertirse en apóstoles de la
Quas Primas (6)

y de la
Dvvim Re­
demptoris (7) ?
(6) Encíclica de Pío XI instituyendo la fiesta de Cristo Rey para
recordar al mundo moderno la
s'oberanía de
Cristo sobre las naciones y
sus Gobiernos, sobre la sociedad civil y sus instituciones.
(7) Encíclica de Pío XI sobre el orden social y político en general...
y contra el comunismo en
particular.
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ANDRE ROCHE
De ninguna manera.
Con el pretexto de terminar con una concepc1on "sacra" del
o~den social y político, esos seglares católicos desviaron en reali­
dad al conjunto de los fieles de la doctrina en alto grado profesada
en la
misma época por

Pío XI y Pío XII.
De hecho, y a veces in­
cluso muy explícitamente, esos seglares católicos volvieron a
poner de moda el viejo ideal del Sillon, denunciado y condenado
por San Pío X porque era un ideal "emparentado con
el de la
Revolución" (8).
Pero ideal que no estaba más que emparentado con esta última.
Quedaba, por tanto, la posibilidad de una segunda etapa. La de un tránsito explícito y formal
al servicio de la Revolu­
ci.ón. Tránsito consumado a partir de entonces, como lo deja en­
tender Louis Bouyer, bajo la mirada benévola cuando no el apo­
yo de la autoridad de un número considerable de clérigos.
De lo cual resulta que en la enumeración sin matices de
Louis Bouyer hay que distinguir tres grados.
Primero: el de la Iglesia y de su doctrina presentadas
y de­
fendidas por un incrédulo como
indispenrables para

la plena ex­
pansión y la salvación de la nación.
Segundo: el de la Iglesia y de su doctrina hábilmente vaciadas
por seglares católicos de toda vida social y política con el pre­
texto de ''desacraliz.a.ción''.
Tercero: el de la Iglesia y de su doctrina, explícitamente con­
tradichas por clérigos, por miembros de la Jerarquía, por nume­
rosos movimientos católicos "autorizados" o eclesiásticamente pa­
trocinados, para poder así comprometer mejor a la totalidad de
los católicos en el servicio de la Revolución.
Tres distinciones importantes ...
.. . ya que en la primera fórmula, a pesar de la incredulidad de
(8) Cfr. carta de San Pío X: Notr, Charge Apostoliqu,e (25-8-1910).
Párrafos 40 y 41 "( ... ) en que ha venido a parar el catolicismo (_.) de aqui en adelante no forma más que un miserable afluente del gran
movimiento de apostasía organizada. ( ... Su:) ideal (siendo) pariente del de
la Revolución (no teme) hacer entre el Evangelio y la Revolución aproxi­
maciones blasíemas ... "
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LOS CATOUCOS Y LA POUTICA
su autor, la Iglesia, su doctrina, el orden cristiano, se encontraban
explícitamente propnestos
y defendidos, mientras que en la se­
gunda estaban piadosamente "fingidos" por pretendidos católicos,
y manifiestamente por los clérigos en la tercera.
* * *
Desde entonces, el mal es bastante evidente.
Incluso cuando su explotación -es
tendenciosa, los
hechos son
bastante claros para no ser objeto más que de discusiones super­
ficiales. Son prácticamente comentados por los periódicos de
to­
das las tendencias. Por ejemplo, "la conclusión del informe del
R. P. Girardi en
Marienbad (9), documento extraído del dossier núm.
3-1937:
"La Iglesia y los no creyentes", publicado por el "Secretariado Ge­
neral del Episcopado (Oficina para los no creyentes.
J. F. Six,
127, calle de N otre-Dame-des-Champs, París
6.º) ...

Esta "con­
clusión está
pub1ica.da bajo el título "Cristianos y J\:'farxistas fren­
te
al problema de
la paz: implicaciones doctrinales". En subtítulo :
"Las dificultades

doctrinales no son insuperables" ( ... )
"La paz
no consiste en la tranquilidad del orden existente, sino en un
orden a instaura,-(*) por la acción solidaria de los hombres a
escala mundial. En este sentido, LA PAZ PASA POR LA
RE­
VOLUCION (10). La conciencia de la grandeza y de la nrgen­
cia de esta misión histórica es un signo de madurez del hombre
contemporáneo y puede anunciar el advenimiento de una nueva era.
"La revolución integra;/, tiende a real,iza.r una hum.amida.a nue­
va (*) ( ... ). Comporta una conversión interior, nna nueva pers­
pectiva ideal,

una nueva actitud hacia los hombres centrada sobre
el amor y la libertad. Pero no ha!brá revvlución cultural, sim re­
volución estructural
(*) : no habrá humanidad nueva sin economía
('9) Conclusión publicada íntegramente, sin comentario, en Permanm-
ces, -núm. 48, pág. 61.
(*) En el texto va en itálica.
(10) Subrayado por nosotros.
(*) En el texto va en itálica.
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nueva, sin que los nuevos ideales se hayan encarnado en las nue­
vas estructuras. El régimen de propiedad debe, pues, ser transfor­
mado por una intervención enérgica de la autoridad pública, na­
cional e internacional, y estar orientado al servicio de todos los
hombres bajo el control efectivo de la mayoría.
"La acción auténticamente revolucionaria es aquella que es
capaz de alcanzar ese doble resultado. Aunque el recurso a la vio­
lencia pueda, a veces, estar justificado como solución extrema para
detener la violencia,
el método más con11.t.Dtwral a las exigencias re­
volucionarias es la acción no violMt<' (*). Aunque la dictadura
pueda ser justificada como solución excepcional y a título provi­
sional, la Revolución no puede considerarse como fograda más que
si su estabilidad está fundada en el apoyo libre de las masas po­
pulares.
"Esta disociación de la VÍ-0/encia y de la r6'l!Olución es de la
mlfu alta importancia para el porven,ir de la /rumomidad (*). Con­
vierte a
la Revoluci6n en un c,cto de fe en el hom/,re y asume los
riesgos de

ello
(11).
"Estas convergencias son swsceptibles de precisiones y de des­
mrrollos ulteriores~ especiitilmente en lo que atañe a la concepción
rkl
derecho

de
propiedad (*). Bajo su propia responsabilidad, los
cristianos podrán buscar EN
LA LINEA
DEL SOCIALIS­
MO (11) la solución de los problemas técnicos que las directrices
conciliares les dejan abiertos y trabajar en hacer evolucionar a los Estados socialistas en sentido pluralista. Elección doctrinal y
técnica que necesariamente va acompañada de una actitud de crí­
tica constructiva
frente a
las realizaciones
históricas del
socia­
lismo."
Alarde de ingenio cuya formulación, más o menos insidiosa,
más o menos brutal, es cada vez más corriente en los movimientos
o
círculos animados, ins;pirrados, por

clérigos, algunos de los cua­
les no vacilan en participar abiertrunente en la acción revolucio­
naria. El ejemplo de países de viejas tradiciones católicas, corno
442
(*) En el texto va en itálica.
(11)
Subrayado por nosotros.
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LOS CATOUCOS Y LA POUTICA
España, Portugal y la mayoría de los Estados de la América
Latina, es significativo. Un número creciente de eclesiásticos, de
religiosos y aun de prelados constituyen en esas regiones lo que
algunos no
han dudádo en denominar "la punta de lanza de la
Revolución."
Curas agitadores, monjes conspiradores, dominicos de com­
bate, jesuitas de choque, obispos o cardenales cómplices o com­
placientes, atraen la atención mundial cada vez con más frecuencia.
Curas de "Tercer Mundo" en América Latina. Curas del
grupo "Gokonda" en Colombia.
"La Revolución se nos presenta ( ... ) como la única vía po­
sible", se podía leer en un manifiesto (suscrito por Tenwignage
Chretien,
por Christianisme Süeüd, por Economie et Humanisme,
por La, Lettre, por Freres du Monde, por Terre Entiere, por el
IDOC, todos grupos muy calificados, cuando no dotados de apo­
yos eclesiásticos). Esta revalución, precisa este 'lnllni;jiesto, "su­
pone un cambio radical de las estructuras económicas y políticas.
Pero no habrá revolución estructural sin revolución cultural. No
ignoramos que esta revolución implica un replanteamiento del
cristianismo en sus formas de pensanúento, expresión y acción.
Estamos convencidos de que nuestro compromiso
debe inscribirse
en la lucha de clases y de las masas oprimidas, para su liberación,
en Francia como en el mundo. La lucha revolucionaria se ins­
cribe en la perspectiva de la construcción del reino de Dios sin
identificarse con él. Reconocemos a todo cristiano, como a todo
hombre, el derecho de participar en ese proceso revolucionario,
incluida la lucha armada."
En cuanto al Padre Cardonnel, en el curso de su "Cuaresma"
dijo en la Mutualité (1968): "Sin una lucha revolucionaría no hay
una verdadera cuaresma ( ... ). Una huelga general que paralizara
los mecanismos de muerte de una· sociedad fundada sobre el lucro,
yo no dudo en ~irmar que sería la Cuaresma que agradaría a
Dios y que sería la gran liturgia contemporánea de la Cuaresma."
A partir de entonces ya no ca.be extrañarse de que f Express
pudiese rotular sin demasiada inverosimilitud: "La Iglesia vira
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ANDRE ROCHE
a la izquierda" (12). Es evidente que este comentario es tenden­
cioso. ¿ Pero quién se atrevería a calificarlo de sin fundamento?
"Los obiSJX)-Si, se le_e en ese artículo, protestan en balde que
quieren ser neutros en política, porque el cambio de lír~_ea afecta,
quiéranlo o no, a los equilibrios nacionales. Y los católicos aficio­
nados a matizar estiman que, para ellos, en adelante, el camino
está abierto hacia la izquierda. Consecuencia lógica.
¿Ejemplos? Los hay múltiples( ... ). En el
Canadá, la

mayoría
de los miembros de la extrema izquierda son católicos (13).
En
Chile, Salvador Allende, el nuevo presidente, sólo pudo tomar
el poder gracias a que la televisión de la universidad católica era
la más izquierdista de todas porque una fracción de la democra­
cia cristiana se ha inclinado de su lado. En el Brasil y en España
a partir de ahora un cierto número de presos políticos está for­
mado por
militantes católicos.

Finalmente, en Francia, los aconte­
cimientos de

1968 han permitido a numerosos militantes cristia­
nos saltar sin escrúpulos más allá del partido comunista. Se ins­
talan en
las vanguardias "gauchistes" junto a los señores

Alain
Krivine o Michael Rocard. Más profundamente, constituyen una
de las fracciones importantes de
la C.
F. D. T. ( ... ). Todavía en
1949, Pío XII afirmaba que los católicos que apoyaran al comu­
nismo serían excomulgados.
¡ Hoy en día, esas palabras carecen
prácticamente de significación
!
"Esta carrera hacia la izquierda a nivel de los militantes cris-
(12) L'&press, núm. 1013, 7-13 diciembre de 1970.
(13) L'Exp,ress no hubiera exagerado nada diciendo que, en el Ca­
r.ooá, es en los grupos católicos, y gracias especialmente a la benevolencia
del cardenal Leger, donde
las ideas

de
extrema izquierda
han
podido abocar
y difundirse en. el Quebec; las universidades sedicentes católicas de Mon­
treal
y de Laval han ju,gado el papel de auténticas casas-CUilQ marxistas
en
!,a belle province. Los dominicos, "que están cerca de la caída (casca­
da) ... de Montmorency'' (como les gusta decir en un juego de palabras a
los quebecquenses) tienen una responsabilidad particularmente clara en
el g Lorenzo.

(Las cascadas de
Montmorency, a algunos hilómetros de Quebec,
son en un poco más altas, pero mucho más estrechas comparadas a las
del Niágara. Están dominadas por un convento
d:e dominicos).
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LOS CATOUCOS Y LA POUTICA
tianos -annque solamente de una parte de ellos, porque, como
pruebari los sondeos, el voto
católico -permanece,

masivamente,
como voto moderado-, va a llevarles paradójicamente al mar­
xismo. Pero esta vez, sin incomodarles. Porque a sus ojos, el
marxismo ha sido exorcizado por mayo de 1968, por Camilo Torres,
el sacerdote colombiano muerto en la guerrilla, y por los
clérigos encarcelados en prisiones españolas ( ... ).
"En la última asamblea internacional de sacerdotes "contes­
tatarios'', en Amsterdam, en octubre, un grupo. de sacerdotes es­
pañoles terminó con esta frase de largo alcance: "el amor a los
hombres, que hay que acercar unos a otros, no autoriza una plu­
ralidad de opciones políticasM. Esta vez, se ha dicho todo. Para
los autores de este aforismo, todo
el catolicismo debe indinarse
del lado de la Revolución. Hay que llamar a las cosas por su
nombre: entre ciertos católicos muy comprometidos está nacien­
do un maurrassismo de izquierdas sobre los escombros del de la
derecha. Es decir, una tentativa de ligar política y religión, no
ya al servicio de la monarquía, no ya al servicio de las buenas
intenciones de
la democracia cristiana, sino al servicio de una
vaga insurrección, llena de generosidad y de confusión. ( ... ). Un
jesuita que dirige unas escuelas de formación en América Latina
comprueba: "De treinta jóvenes que formo, quince, al cabo de un
año de estudios, se incorporan a las filas del Partido Comunista."
Así,
fExpress confirma, a su estilo, el juicio que hemos for­
mulado sobre la naturaleza del desmoronamiento realizado desde
los tiempos clericales de la Acción Francesa.
De
esta manera se descubre que no fue tanto el principio po­
liti,que d' ahord la causa real de las dificultades eclesiásticas de la
Acción Francesa, porque un politique d;'abord es ahora más que
nunca la regla de lo que el universo católico tiene de más
cle­
ricalmente escogido.
En el fondo, la razón del odio con que Charles Maurras fue
perseguido es que este pobre incrédulo, para asegurar mejor
la
salvación de la Ciudad, tuvo la precaución de creer en la acción
bienhechora de la Iglesia y de su doctrina, en los beneficios de su
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orden y en los de su irradiación, al mismo tiempo en que unos
propios creyentes y clérigos se preparaban a desalojar esta Iglesia
de la vida social, siempre en provecho de un
potitigue d'abard,
pero de un ¡,oüt¼ue d'abard revolucionaria.
Hay que agradecer al
f Express el haberlo comprendido y ha­
berlo dicho claramente.
* * *
La misma acogida se dispensa a la acción política revolucio­
naria en el artículo de Su Excelenci~ Monseñor Maury, arzobispo
de Reims, publicado en el boletín diocesano de esta misma ciudad
el
31 de

julio de
1970 bajo el título Revms Ardennes. Artículo
significativamente reproducido por
La Croix ( del 3 de agosto) y
en
La Documentatinn CatlwliJue (del 20 de septiembre).
"El Papa -se lee en él-
ha recibido a tres dirigentes de los
movimientos de liberación de Africa Portugnesa: de esos que
desde hace diez años cierta prensa califica de "rebeldes" o "terro­
ristas".

Es un acontecimiento muy importante para Africa
y para
el mundo. "Portugal lo
ha tomado muy a mal y ha llamado inmediata­
mente para informarse a su embajador en la Santa Sede. Nada
mejor
huhiera podido

hacer para proporcionar una amplia pu­
blicidad a
este asunto.

Toda Africa exulta alegría. Basta para
convencerse de ello con leer los
SenlmUllYios Cató-l!icos (14) afri­
canos.
"El lenguaje diplomático, poco permeable a la opinión públi­
ca, que utiliza el Vaticano para justificarse respecto de Portugal
no modifica nada (IS). Sus servicios sabían ciertamente muy
(14) Subncyado por nosotros ... ,parque nos parece muy significativo
que los semanarios _católicos _se engalanen muy especialmente para esta
audiencia reservada a auténticos agitadores revolucionarios. (15) He aquí algo que por lo menos tiene la ventaja de ilustrarnos
acerca del sentido objetivo que
convendrá saber

conceder de aquí en ade­
lante
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LOS CATOUCOS Y LA POUTICA
bien a ql.lé personajes introducían (16) en una de sus audiencias
llamadas especiales, reservadas a pequeños grupos, porque no se
admite a todo el mundo.
"Tcxias las grandes potencias coloniales han permitido a sus
antiguas colonias acceder a la independencia y les han ayudado
a ello

(17). Unicamente se niega Portugal, que mantiene su auto­
ridad por la fuerza (18).
"Sus ejércitos

persiguen a los nacionalistas en la seJva, donde
se refugian. Estos a su vez se organizan en ella, y surge la guerra
que pronto cumplirá diez años. Esto resulta para Africa una pro­
vocación

y un escándalo permanentes, tanto más cuanto que es
una nación oficialmente católica la que niega a estos pueblos el
derecho a su libertad y a su promoción. Se subraya la contradic­
ción de esta actitud de violencia con las encíclicas y mensajes (19)
(16) Por tanto, Su Excelencia Monseñor Maury estima que los ser­
vicios del Vatica.rio estaban advertidos de los perfeccionamientos técnicos
que esos visitantes habían aportado a la 1acción revolucionaria. En efecto,
hasta ahora, todo fiel cristiano sabía por el martirologio la eficacia relativa
del corte de los cuerpos en sentido horizontal.
El realismo
de
la banda
de un.o de los agitadores recibidos por el Santo Padre ha permitido pun­
tualiz~
las
ventajas
del corte de los cuerpos en sentido longitudinal, como
se
hiz'o con todos los habitantes (blancos y negros) de un pueblo de Angola.
Lo cual, según Su Excelencia Monsefíor Maury, no es suficiente para
justificar los calificativos de "rebeldes" o de "terroristas" usados por "una cierta prensa" respecto de esos
pen:.onajes.
(17)

Especialmente la URSS, respecto de la cual
el universo entero ha
podido comprobar lo bien que
ha sabido devolver su independencia a Es·
tonia, Letonia, Lituania, Polonia, Hungría, Checoeslovaquia, Bulgaria, sin
hablar del Turkmenistán,
d'el Uzbekistán, del Kirgizistán. En cuanto a la
China
comunista, nadie ignora la .delicadeza de los escrúpulos de que ha
dado

ejemplo en su "liberación" del Tibet.
(18)
Como escribe muy bien J. M. en Itinieraire.s (núm. 147, pág. 285):
"Qué
criminal

es Portugal:
mantiene su autoridad por Ja fueru. Si man­
tuviera su
autoridad únicamente por la

dulzura, como tan bien hacen
Mao, Bresneff, Bumedian,
Nasser y otros, no tendría fricciones con Mon­
señor Maury
ni con Pablo VI."
(19) Señalemos de paso que, Contrariamente a la afirmación de S. E.
Mgr. Maury, no existen Endclicas de Juan XXIII referentes a esos
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que Juan XXIII, entre 1960 y 1%2, enviaba a cada uno de los
Estados africanos para celebrar su independencia.
"En Dakar y en Kinshasa he recibido varias veces a repre­
sentantes de los nacionalistas africanos de Guinea, Bissao
y de
Angola (20). Ponían todas sus esperanzas en el Papa a fin de que
fuera reconocida y abogada
la legitimidad de su causa. Ya los
obispos de Africa han tomado posiciones muy firmes a este res­
pecto."
Etcétera. Sería muy largo de reproducir todo el artículo. Su espíritu y
el tono están suficientemente indicados en lo que precede. En
cuanto a las perífrasis, a los adjetivos, a los esquemas de presen-·
tación, la Revolución no habla de otra manera.
* * *
Tal es, a nuestro parecer, la forma de subversión más peligro­
sa
hüy día, porque es la más insidiosa.
Es imposible, no solamente silenciar sus progresos evidentes,
sino combatirla únicamente de una manera implícita.
Nos fijan el deber de intervenir clara y directamente. El te­
rreno y los límites de la acción que siempre han sido los nuestros
( combate del laicado en este ámbito de lo temporal, que es el de
nuestra autoridad y de nuestras responsabilidades específicas). Si hemos rehuido hasta aquí participar en los combates de
tantos amigos, en el plano litúrgico, por ejemplo, tanto más esto
acontecimie'ntos. En cuanto a los diversos "mensajes" ... "diplomáticos va­
ticanos"

de que se alardea -escribe
J. M. en / tinerai-res-de lo que iba
a resultar la atroz "congolización", "se .comprende que Portugal, alecciona­
do por semejante experiencia, no se
haya ·precipitado
por ese camino".
(20) Su Excelencia Monseñor Maury ha sucedido, en efecto, a Su
Excelencia
Monseño.r Marcel Lefevre conio Delegado

Apostólico para el
Africa Negra francesa en
1959, y

después, como internuncio en
Daka.r.
Es,

pues, en calidad de agente diplomático del Vaticano como
Su Exce­
lencia
Monsefíor

Maury estaba en contacto con los agitadores naciona­
listas portugueses.
La confesión es suficientemente importante para ser
subrayada.
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LOS CATOUCOS Y LA POllTICA
hace imperiosa nuestra obligación de guardar con solicitud los
parapetos cívicos que hemos escogido. Estaremos tanto más firmes en ellos cuanto más segura ten­
gamos la conciencia de lo que es nuestro derecho, el de nosotros los
seglares~ de

intervenir en semejante materia. Nuestras inter­
venciones serán tanto más beneficiosas, tanto más eficaces, cuanto
tengamos una comprensión más clara de la doctrina que esas in­
tervenciones
deben invocar.
Al punto a que han llegado las cosas, ahí tenemos un deber
de salvación pública. Sin necesidad de poner en duda las buenas intenciones de
tantas gestiones, de tantas declaraciones eclesiásticas, en calidad
de seglares celosos si no inquietos por el porvenir de las Ciudades
que defienden nuestros hogares, tenemos no :solamente el derecho,
Sino el deber, de

protestar, el derecho
y el deber de decir "no",
el

derecho
y el deber de combatir esas infiltraciones revoluciona­
rias par vías y autoridades clericales.
Ciertamente que un· seglar no tiene derecho de prohibir al
Papa que acoja a quien quiera. En otro tiempo, emisarios del Gran
Turco, y hoy de los peores subversivos. Pero lo que un seglar ca­
tólico tiene derecho
y deber de exigir es que las modalidades, las
formas1 la apariencia, la publicidad, la explotación de ese género
de contactos no
se conviertan en argumentos subversivos y revo­
lucionarios de uno a otro confín del planeta. Lo que un católico
tiene el derecho y el deber de exigir es que esta clase de
acogida
no

pueda ser
ohjetn de

comentarios tan escandalosos como los
de Su Excelencia Monseñor Maury, actual arzobispo de Reims;
antiguo internuncio en Dakar, donde, según propia confesión,
ha
sostenido relaciones con los agitadores revolucionarios portu­
gueses.
Vergonzosa manera de favorecer la peor política,
al mismo
tiempo que se proclama que la Iglesia no hace politica. Para terminar: nuestro
deber será, por tanto, de aquí en ade­
lante, combatir el más escandaloso de los
poUtique d'abard: un
p-olitique d}abord revolucionario bajo la presión y el tráfico de
influencia eclesiástica.
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