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La agricultura y el desarrollo industrial. El bienestar de las grandes ciudades y la despoblación del campo. La Revolución y el campesinado. La tecnocracia entra en escena: el cambio de estructuras y la manipulación de los precios

ILUSTRACIONES CON RECORTES DE PERIODICOS
LA AGRICULTURA Y BL DESARROLLO INDUSTRIAL,.-EL BIENESTAR DE IA5
GRANDES OUDADES Y LA DESPOBLACÓN DEL CAMPO • .-LA REVOLUCIÓN Y EL
CAMPESINA[)().-LA TECNOCRACIA ENTRA EN ESCENA: Et CAMBI(? DE ESTRUC­
TURAS Y LA MANIPULACIÓN DE LOS PRECIOS.
La temática que exponemos en estas Ilustraciones tiene · sus raíces en
la revolución industrial del sigl.o pasado; mostró el aspecto más .sangrien,,
to de su dialéctica en la matanza de varios millones de kulacks en la
Rusia staliniatlf4 y hoy ofrece el espectáculo de una tecnocracia empeñada
en cambiar las eskucturas campesinas que se VBn quedando sin hombres
y, especialmente, sin mujeres, empujados a la emigraci{m ,no_si17: d~lor. Hace
po::o más de un mes, el tema agrícola saltó espec,tacularmente, desde las
monótonas gacetillas, que nos hablan con peric,4id.dad acelerada de pu.e,,
blos abandonados y de los articulas pretenciosos y pedantes de quienes
desde los rotativos de la capital ofrecen panaceas para el, campo, y llegó
a encaramarse a los ,grandes titulares de los diarios.
ABC del miércoles 24 de marzo de 1971 titulaba as.f la noticie
MAS DE CIEN MIL AIRADOS AGRICULTORES DE LA «PE-
QUEl'IA EUROPA»
INVADEN BRUSELAS
Los incidentes, que convirtieron el centro de la capital belga en
un campo de batalla, han causado un muerto y numerosos heridos.
NERVIOSISMO E IMPACIENCIA EN EL CONSEJO DE MINISTROS DEL
MERGADO COMUN, QUE AUN NO HA LLEGADO A UN ACUERDO SOBRB
POLl'rICA AGRARIA
El despacho venia de Bruselas; fechado del día 23. Del mismo re,.,
cortamos los párrafos más salientes:
«Mientras los seis ministros de Agricultura del Mercado Co·
mún Europeo siguen deliberando hoy, por segundo día consecu•
tivo,
sobre las medidas para sanear la agricultura europea y los
preéios a fijar para la nueva campaña, Bnuelas se . ha con ver•
tido
en la fortaleza que los encolerizados .agricultores de los seis
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pafaes se disponen a tomar al asalto. En las violentas manifesta~
ciones de la jornada hay que lamentar un muerto.
»Desde primeras horas de la mafiana numerosos trenes es·
peciales
han desembarcado en las tres estaciones de la capital
belga a-millar68 -de agricultores extranjeros -y-nacionales.
»Las autoridades, con la ayuda de 1.400 gendarmes y 1.300
agentes de Policía, prohibieron de antemano la entrada en la
ciudad de todo· tractor, camión u otro tipo de vehiculo agrícola,
Y
desde primeras horas la geiLdarni.ería tomó posiciones en todas
las
carreterá.s ·de acceso 8. Bruselas para impedir el paso a quienes
lo intentaran.
»El edificio que alberga el Consejo de Ministros, que en esta
ocasión se
ha instalado ell el Charlem~gne, alejado del céntrico
palacio
de los Congresos, donde se celebró esta mañana una
Asamblea de 1a Confederación . de Organizaciones Profesionales
Agrícolas de
la Comunidad Európea, se encuentra prácticamente
acordonado por policías y gendarmes.
»Todos_ los escaparates de las tiendas -situadas en el boulevard
de Afu.Q~res, en · el sector norte del c~iltro ·de Bruselas, han re­
Sultadd: destrozadas. °Igualmente, 10dos -los escaparates del houle­
vard · Áfipách~ donde se· encuentran los · almacenes más impor•
tantea
de Bruselas, han sido hecho pedazos.
. »F1~z'a.sié·tle' Policía -establecieron-~ª bat'ricada ti todo lo lar·
go del boulevard del Mediodía y mediante bombas lacrimógenas
empuj-abañ. .a los manifestantes hacia la Estación del Mediodía. Sin
embargo, se séfialan. algunas infiltraciónés importantes de agri­
cultores ha~ia el ~udeste de _Bruxelas, jnfiltraciones que la Policía
no há podid.Q cOnt"ener.
»Por ofrll pBrte, los manifestantes han conseguido incendiar
un coche -dé bomberos que había acudido para apagar un auto•
móvil que estaba· ardiendo. Numetosos son ya los daños causa­
dos
por los manifeStantes: escaparates rotos, tiendas saqueadas,
quioscos y cabinas telefónicas incendiadas, sefiales
de tráfico
arrancadas, etc.
Él ceÓtro de Bruselas parece un campo de batalla,
donde reina el destrozo y la desolación. Un tranVÍl¡l -ha sido vol­
cado
por los manifestantes. Afortunadamente, sus ocupantes lo
habían :abandonad() anteriormente.
»La Policía ha. -_conseguido, bajo una ·lluvia de botellas vacías,
cortar. los dós--extremos .. del boulevar .. Emile_ Jacqmain que se
encuentrá así .. cerl'ado.~Igtialment~ entre la plazq, de Bronckere
.y la plaza. __ Ro:gi..er ·se encuentran,. milés .. d~ _agricultores en el
Fundaci\363n Speiro

__ b':1'ul~vard Adolphe Max sin_ poder salir _de él y sin poder conti­
nuar la manife.stación_, ya qu_e la Policía ha ta~onado las dos
plazas.
»...
Por medio de granadas lacrimógenas y de mangas de
agua a
presió~ la Policía de ·Bruselas va alejando a los mánifes·
tantes agrícolas del centro de la ciudad, no sin dificultades a
veces.»
La Redacción de ABC, en un recuadro colocado· entre los titulares y
la crónica que antes hemof! transcrito,, mostró su asombro Bnte la noticia
que situó en el MERIDIANO MUNDIAL del día,
«Insólito el--espectáculo de la protesta común agrícola or_ga­
nfaada ayer por más de cien mil campesinos, en Bruselas, _lle·
gados de los seis países de la Comunidad. Insólito en cuanto la
algarah;a ha sido, que recordemos, el primer acto de violencia con·
tra la sede administrativa de la política comúnitaria. E insólito,
asimismo,
porque la ira campesina contra los precios ·de los pro•
duetos agrícolas se
ha producido a nivel supranacional.
»De un lado, la opinión pública parece acostumbrada a que
las expresiones de violencia de ~asas tengan sus protagonistas
entre los componentes del proletariado industrial; de otro, a
que los campesinos se cón'tporten en una suerte · de conformismo
fatalista,
atribuyendo a los problemas ·de mercado la misma indo.­
le de inevitahilidad que a los problemas meteorológicos. Como
asumiendo
los cambios adversos para la cotización de sus pro·
duetos, del -mismo modo qué se asumen heladas y sequías.
»Pero la verdad es que el clima de protesta violenta contra
las políticas agrícolas se venía afianzando desde meses atrás en
varios países del Mercado Común: en la propia Bélgica, en la
República -Federal Alemana, en Francia. Los· plantes de los caro~
pesinos han llegado a producirse, incluso, a extramuros de la
ttpequeña Europa".»
Dos días después, lá Agencia Efe traía desde Nordhorn (República
Federal Alemana) noticias de la frontera entre Alemania y Holanda:
«Varios miles de campesinOs de: la Baja Sajonia y de Holanda
bloquearon aye·r todos los pasos fronterizos que -comunican las
regiones
de la Baja: Sajonia -Y Westfalia con Holanda, en pro•
testa
contra la pólítica agraria dé la_ Comunidad - Económica
Europea.
.ófJ5
Fundaci\363n Speiro

»Los campesinos de .. la Baja Sajonia se dirigieron, montados
en tractores y otras clases de ·vehículos, en dirección a varios
pasos fronterizos
para reunirse con sus colegas holandeses. Pero
la· Policía alemana les impidió el paso colocando árboles delante
de los tractores~ Los campesinos se bajaron de sus vehículos y
llegaron a pie hasta las fronteras, donde se reunieron con los
agricultores holandeses e impidieron la circulacióO:, que quedó
cortada por completo en seis puntos fronterizos entre Alemania
y Holanda.»
El 24 EL PENSAMIENTO NAV Al?RO reprodujo una fotog,a/ía
que recogía el momento en que un grupo de .ganaderos penefJraba con
una vaca en la sala donde estaban reunidos los ministros de "la Comunidad.
En el mismo número, lñerbe comentó:
606
que hoy el foso es mayor que nunca entre el hombre que vive de
la tierra y el hombre que vive en la ciudad. Un sondeo efectuado
en
Franci~ demuestra que la mayoría de los franceses opinan:
!.-Tenemos todavía demasiados agricultores.
2.-Cuestan al país demasiadas ~argas.
3.-Producen con métodos antiguos que no pueden competir.
»Se
trata de un círculo vicioso, ha dicho un directivo agri-
cultor. La rentabilidad es escasa porque se emplean métodos
arcaicos. Y se emplean métodos arcaicos porque no hay capital
suficiente para modernizar la explotación y aumentar la exten·
sión
· de las mismas.
»A la vez; el campo se va · descapitalizando porque el agri~
cultor prefiere emplear sus ahorros en empresas industriales
donde su capital rinde más que en su propia explotación ... Lo
que sobran son pequefias Parcelas, dicen los técnicos.
»Como consecuencia
de todo esto, Francia, que marca una
especie de pauta en el proceso, contempla hoy cómo di-sminuye
su censo de agricultor en nnos 150.000 hombres por afio. Proce­
so reiterado en Italia y España aunque con cierta demora en
relación con el vecino país.
»-Al mismo tiempo, el Gobierno francés se ha colocado en
vanguardia al conceder rma indemnización especial a ·todos los
agricultores de , sesenta años o más que vendan sus tierras para
aumentar la extensión de las explotaciones de los que quedan
en el campo.»
Fundaci\363n Speiro

"Los CAMPESINOS CONTRA LA TECNOCRACIA" es el título del comentario que.
en tercera plana de ABC del 3 de abr-il escribió El Conde de. Montarco.
en el cual trasladó de la Comunidad europea a España la perspectiva
del problema enumerado en los pár,rafos
que a continuación recort811los:
«los campesinos europeos consideran que lo primero es obte·
ner unos precios rentables de sus producciones para poder sub•
sistir y llegar a beneficiarse de esas reformas de estructuras que
darán sus frutos dentro de wios años. Nuestros campesinos lo
traducirían asi: a burro muerto la cebada al rabo.
»Esta es la explicación de lo ocurrido en Bruselas, donde
decenas de miles de empresarios campesinos belgas, franceses, ale·
manes, holandeses, luxemburgueses e italianos han provocado
disturbios que han causado muertos, heridos y destrozos. Han
querido forzar la subida de precios que estaban disc_utiendo, en
la capital belga, los ministros de Agricultura del Mercado Común.
»Volviendo, ahora, la vista a España nos encontramos con
una situación semejante. Los precios de los productos agrarios
para los campesinos, en estos últimos año~ apenes han subido
en algunos casos; en su mayor parte están estabilizados y en
otros cas.os han bojado. De modo que no responden a las eleva•
clones de los costes de producción y a las grandes subidas de
los gastos de impuestos y seguridad social. El resultado se tra•
duce en unos entrampamientos, cada vez mayores, con créditos
y deudas, del empresariado campésino.
» Y cuando, para éstos, el primer objetivo es evitar su quiebra
mediante la desaparición de los precios políticos y de unos pre­
cios de garantía que nada tienen que ver con· la realidad, se
anuncian a bombo y platillo unas reformas de estructuras, o
reforma agraria, que parecen apasionar a multitud de periodis ...
tas, economistas y demás «i'stas», pero que dejan preocupados
a los verdaderos protagonistas ·del campo: a los campesinos. Estas
leyes que se van a discutir en· las Cortes no resuelven el urgente
y angustioso problema que agobia presentemente al empresario
campesino, al pequefi.o y al mediano, sobre todo, que están en
peor situación económica por disponer de inenos. recursos que los
más pudientes.
»En cuanto a lo -que estos-proyectos de ley encierran como
concesión a viejos conceptos de expropiaciones y reparto~ sólo in•
teresan a esos habitantes de las ciudades, imbuidos en ideas
anacrónicas, que ignoran la realidad campesina actual. A los
campesinos asalariados no les atrae convertirse en peqnefios em·
presarios disfrutando de unos ingresos inferiores a los de un
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obrero industrial, y además sin seguridad social y con respon­
sabilidades económicas. Por ~so emigran a, los núcleos indus•
triales.
»Por :lo que resP4::cta a la ~aceta de_ la mejorabilidad de las
explotaciones; será cosa de preguntarse si a la economía nacional
agraria no le ha costado mucho dinero los cambios de criterio
de nuestros tecnócratas. ¿Son éstos los que van a decidir cómo
se
debe explotar una finca para su mejor rentabilidad? Pues
que hagan antes sus pruebas en unas fincas adquiridas al efecto
en su valor real y abiertas a la fiscalización contabie y técnica
de los empresarios agrarios en activo.»
En esa oportunidad, el editorial, también de ABC del día 28 de mar:,.
ZO; titulado "¿HACIA OTRA NUEVA REFORMA AGRARIA?". tocó esta tensión
tecnoctaciaMagr:icultores, a propósito del proyecto de ley sobre Comarca:,
y Fincas Mejorables enviado a las Cortes. Reoortamos dos párrafos del
mismo:
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«Queda, de este modo, proyectada sobre el ca~po español,
tan sufrido ya, y más rico en leyes reformadoras que en cosechas
ricas,
la sombra de unas empresas nacionales -¡otras más!-cu•
yos
resultados económicos, aparte el perjuicio que ocasionen a los
legítimos propietarios, pueden llegar a ser, como es frecuente,
carga
pesada sobre los hombros de los contribuyentes. l Cuánta
subvención
no llegaría a necesitar una empresa nacional agraria?
»Se apunta, una vez más, hacia la sustitució~ hacia el des­
plazamiento
de la iniciativa privada, en favor de la tecnocracia
burocrática. ¿Es finalidad ésta-que encaje bien, sin contradic­
ciones, sin voces, en el marco de los principios fundamentales
o, si se quiere, orgánicamente constitucionales? ¿Es conforme
con una lógica y congruente juridicidad, que los mismos funciona·
rios
de Agricultura que decidan la situación de finca insuficien•
temente explotada, puedan pasar -a ser gerentes, «cuasi-propieta•
ríos», de . esa misma finca?
»El derecho · de propiedad. ---1,ea o no sobre fincas rústicas-------,­
deberá quedar subordinado al bien común~ a la finalidad social,
al
mejor servicio de la colectividad, etc, Pero en un autén­
tico Estado
de Derecho, la definición de este cumplimiento no
puede corresponder al poder ejecutivo, sino a la independencia
del poder judicial. Por mucha y descontada que sea-la _capacidad
técnica
de un Ministerio -cambiante con los cambios de Gobier,.
rio-no pai'eée correcto atrihuirl~ como en este caso, capacidad
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para definir una insuficiencia en el ejerc1c10 del derecho de pro•
piedad y jurisdicción para resólver, también, quién será el «su•
cesor» en ese derecho de· propiedad.»
Antes de proseguir recortando comentarios de la prensa diari~ creemos
oportuno aprovechar esta círcunstanc:ia, en la que los· temas profundos
de la agricultura, en nuestra sociedad-industrial., arrastrada a la masifi,.
cación · y a la dominación tecnocrática, han pasado raudos como temas
de actualidad periodística, para desempolvar al.gunos textos, que, de puro
viejos y sabidos, se olvidan continuamente ante el estruendo propagandis,.
fi.co de cada día.
ÜSWALD SPENGLER~ en "AÑOS DECISIVOS" (§ 16)~ -explicó cómo se ínidó
la inclinación del Estado a favor de la industria en detrimento de la agri­
cultura:
«fuero~ suprimidos en Inglaterra alrededor de ·1s50 lo~ derechos
de importación del trigo -lo cual no era más que Wia velada
elevación
de los salarios--, sacrificándose así el, labrador al, obre­
ro, lo cual ha sido realizado o inténtado después en todos lados,
en parte con el absurdo fo.ndamentó económico, ~entado por han•
queros y otros «expertos» Semejántes, de que ei'a preciSo dividir
el ~undo en pa~ses agrícolas y Países industriale8. para conseguir
uná organización adecuada a la «economía» mundial. Lo que en•
tonces
había de ser de los _agricultores de los p~íses _ industriales,
eso nadie se lo preguntaba. No eran sino el objeto de la política
obrera, y el verdadero enemigo del monopolio d_e los intereses
obreros.»
Esa tendencia se observa tanto en los países socialistas como en los
capitalistas.
Ambos sistemas pretenden sustituir el orden natural por un&
nuevas estructl.l'ras racional.istas, planeadas sobre el Í,apel, para permitir,
en aquéllos, la hegemonía de los poderes· económicos del gran capitalismo,
o bien de los Poderes políticos de la clase dirigente e~ los páíses comuni~
tas. Hoy la tecnocracia pretende oéupar el núcleo director; tanto· de la,s
empresas capitalistás coTno de· las estat8les y, en' todo Casó, )orjar la es ..
tructuración económica adecuada a sus planes de, desarrollo.
En VERBO, mim. 20, e~ ·ez estudio de Helioil-de BeáuJ.ieu EL CAM­
PESINADO, en el epígrafe LA REVOLUCIÓN CONTRA EL CAMPESINADO: -podemos
leer unos párrafos muy significativos dé la "HISTORIA DEL. PARTIDO CO,
MONISTA DE LA U. R. S. S.", publicada en Moscú, que conviene recordar:
39
«A pesar de la superioridad numérica del cámpesinado, se lee
en la Historia del Partido Comunista de la V. R. S. S.~ publicada
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en Moscú, y como el proletariado (industrial) fue relativamente
poco numeroso, era precisamente en· el proletariado. en su crecí•
mientO, en lo que los revolucionarios tenían que fundar su prin­
cipal esperanza.
»¿Por qué precisamente en el proletariado? Porque el prole­
tariado, a pesar de su debilidad numérica actual, es la clase tra·
hajadora unida a la forma más avanzada de la economía, a la
gran producción, y porque tiene como consecuencia un gran por­
venir. Porque el proletariado, como clá.se-, crece de año en año,
se desenvuelve políticamente, se presta fácilmente a la organiza­
ción como consecuencia
de las condiciones de trabajo en la gran
producción, y es eminentemente revolucionario en razón misma
de su condición proletaria, ya que en la revolución no tiene
que perder más que sus cadenas.
»Ocurre lo contrario en el campesinado, Este, a pesar de su
fuerza numéric~ es la clase trabajadora unida a la forma más
elemental de la economía, a la pequeña producción, y como con­
secuencia
no tiene, no puede tener un gran porvenir. El campe­
sinado no solamente no aumenta como clase, sino que, al contra­
rio,
se descomponé de año en año ell burguesía (kulaks) y en
campesinado pobre (proletarios, semi-proletarios), Además, los
campesinos se prestan más difícilmente a la organización como
consecuencia
de su dispersión y en razón de su situación de pe ..
que.fi.os propietarios, afiliándose menos gustoso.s.-que el proleta·
riado al movimiento revolucionario.>
Helion. de Beaulieu .comenta:
«Se encue~tra en estas citas la confesión de "que el campe·
sinado como tal no es una fuerza revolucionaria, y que puede
ser utilizada · a lo sumo como reserva humana y ayuda táctica
momentánea. Los
hechos muestran, por otra parte, que se ha ma·
nifestado
sobre todo como una dificultad imprevista para la die·
tadura bolchevique. La política agrícola del régimen comunista
ee debate entre la doctrina que quiere la desaparición de la ex·
plotación familiar y la naturaleza de las cosas que traduce esta
desaparición
en una baja de la población alimenticia.»
Preruamenfe B_ertrend Russell~ en "EL IMPACTO DB IA CIENCIA EN LA
SOCIEDAD", dice que ha llegado a una conclusión,
610
«que se ignora con mucha frecuencia: la indusnia, excepto la
que sirve directamente las necesidades de la agricultura, es un
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lujo; en los malos tiempos sus productos serán invendibles, y tan
sólo la fuerza dirigida contra los productores de alimentos po­
drá mantener vivos. a los trahaj adores industriales, y ello so lamen•
te si se deja que mueran muchos de los que producen comida.
Si los malos tiempos se hacen cosa común, ha de inferirse que la
industria decaerá y que la industrialización característica de los
últimos ciento cuarenta afíos será rudamente refrenada».
Y, líneas antes, observó:
«En Rusia, después de la primera guerra mundial, los cam•
pesinos tenían aproximadamente la cantidad justa de alimentos
que necesitaban para sí y no querían desprenderse voluntaria•
mente de párte alguna para comprar productos urbanos. En aquel
tiempo, y de nuevo durante el hambre de los primeros años de
la década 1930-1940, la población urbana se conservó viva gra•
cias solamente al enérgico empleo de la fuerza armada. Durante
el hambre, millares de campesinos murieron de inanición como
resultado de la acción gubernamental; si el Gobierno hubiese
sido neutral, hubieran muerto los habitantes de las ciudades.»
Pet'O por el peso de la sociedad industrial en, la actual .. economía al
revés" ( es decit', como ha demostrado De COt'te, Ot'íenttda al pt'odudot
y no al consumidor) que necesita crecer siempre y cada vez más pata no
desplomarse, ocurre que en los paises occidentales los tecnócratas tratan
de incrementar las masas ciudadanas, empujando a los campesinos desde el
cam¡x,, que se les fuerza a tener que abandoner. Oigamos a Henri, Ouwlier,
en ITINERAIRES, 106, de septiembre-octubre 1966,
«Nuestro Gobierno lanza a 10'8 campesinos de la tierra con un
conjunto de medidas combinadas para hacer creer en la neceei•
dad de este éxodo. Por debajo de 70 quintales de trigo (que hoy
puede ser el rendimiento de dos a tres hectáreas) -no se trata,
pues, de la gran propiedad-, el trigo no es págado a mayor
precio que en 1951 [escribía en 1966], siendo así que todo cuanto
loe campesinos compran les cuesta más del doble. Es hacerles
la vida imposible e imposibilitarles también para aumentar los
salarios agrícolas, a fin de obtener una mano de obra que .actual·
mente les falta. Los tecnócratas del Gobierno suministran así
peones a la industria, y éstos en la primera crisis seria (que
vendrá) quedarán sin empleo. Los hechos, por sí miemos, testimo•
nian estas intenciones del Gobierno. La riqueza ya no es agríco·
la, es· bancaria e industrial. Para constrefiir a nuestros agriculto"
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res a que vayan a trabajar a ·1as fábricas no ha habido más que
un medio: el de impedirles que se ganen la vida.»
y Henri Coston, en LES TECNOCRATES ET LA SYNARCHIE, glosó con
perspicaci4
la afirmación~ expresada con referencia al Plan Hirsch en
Francia, de que-el objetivo de la elevación de la renta nacional no debía
que.dar neutralizada con el alza de los precios agrícolas que daría lugar
a una subida de los salarios y de los precios de coste de la industria. He
ahí su comentario:
«Sin embargo, naturalmente, se admite que los productos in•
dustriales 'cuestan hoy [en 1962], a causa del envilecimiento de la
moneda, 30 ó 40 veces más caros que en 1939, pero no se puede
tolerar que-los productos de la tierra experimenten un alza se•
mejante. ¡Oh lógica tecnocrática!»
«Como la existencia del campesino está ligada a la renta­
bilidad del cultivo, las dificultades de los-agricultores provo­
carán, o· por lo menos facilitarán, la desaparición de las 300.000
explotaciones
famiilares previstas en el plan.»
«Podrá realizarse así en el campo esa concentración de em­
presas tan cara a los hombres de negocios y a los tecnóci-atas.
Prónto oiremos hablar de las compañías agríe.olas, y, desde ese
día, éónforlllémonos a pagar los productos de la tierra a su justo
Precio, ,es decir, ill precio de producción. Los capitalistas jamás
Verifican regaÍo aigruio.»·
Ni el Estado tampoco puede hacerlo si no es repercutiendo su pago
en un tercero, es decir, imponi.éndolo a la propia .sociedad o a un deter,,
minado sector de la misma.
Como explica el mismo Coston:
612
«Al mismo tiempo que se pretende directa o indirectamente
que nuestros productos son demasiado caros para ·ser vendidos
en los mercados extranjeros, se aumentan los impuestos, las pa•
tentes,
las tasas, las contribuciones que tan pesadainente gravan
nuestra producción. Bajo pret-exto de permitir el juego de la
competencia, se &118.viza la protección aduanera y se introducen en
el mercado francés productos extranj.eros tanto más ventajosos
para el consumidÓr en cuanto sólo soportan· impuestos ínfimos
en su país de origen -y,· Por otra parte, fos costos de producción
ilo están sobrecargados por los salarios y la Seguridad social-.»
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1?.especto de España, podemos repaJJar un texto de Juan V allet de
Goyt:i&olo publicado en la RMsTA DI DIRITTO AGRARIO, XVI, 1-2 (ener~
junio 1966):
«La organización -social agraria ha conservado arraigadas, has•
ta hace muy poco, las familias campesinas; y vivas las explotacio·
nes agrarias, incluso las más pobres de los lugares más agrestes.
Pero hoy ha sonado el clarín de la desbandada general de los
campesinos
hacia la ciudad, el éxodo se ha generalizado y ha
llegado a extenderse desde las regiones de Derecho común a las
de Derecho foral. También en éstas el absentismo se acentúa y ace­
lera en proporciones alarmantes. Las sabias instituciones, que du­
rante tantos siglos rindieron tanto fruto, resultan hoy muchas
veces insuficientes.
»¿Que ha ocurrido?, ¿qué sucede?
»Se trata de un fenómeno moderno de escala casi mundial.
»La respuesta es dolorosa. Ha irrumpido el Estado, con ideas
tecnocráticas, a la vez socializantes y capitalistas. Y no preci·
samente para dispensar justicia, sino como beligerante, toman­
do
partido por la industrialización, por las masas ciudadanas o
por el gran capital anónimo. El totalitarismo, en el sentido del
intervencionismo en la totalidad de las relaciones de la vida,
característico
del Estado moderno, sea de forma autoritaria o
democrática,
puede llevar a la destrucción de aquello que la
sabia previsión de las costumbres comarcales y de las tradicio­
nes familiares conservaron fructífero durante siglos.
»Crea beneficios y exenciones para la construcción urbana y
para la industria; otorga primas a su exportación; protege ésta
de la competencia extranjera con aranceles aduaneros. En cam•
hio, combate las repercusiones de la inflación en los precios
de
los· productos agrícolas y ganaderos mediante importaciones
de choque, cuando no con tasas. Así el campo se descapitaliza,
rinde al cultivador menos que cualquier otra actividad; las
explotaciones
requieren cada vez mayor extensi6n para ser via,.
bles. Y la productividad se calcula en dinero al precio de venrta
de sus productos; no, como sería lo correcto, en calorías sufi­
cientes
para alimentar una familia. El problema es fundamen•
talmente una cuestión de precios, de márg-enes .. ,
»Los impuestos de transmisiones, por otra parte, han ido en
algunas comarcas
apartando poco a poco a los labradores, por
razones económicas, de la práctica de sus ancestrales costumbres ... »
Dicen los tecnócratas que sobran agri'cultores ,-,debe reducirse, pues, su
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número para que los -productos agrícolas puedan resultar más baratos en
las ciudades,-, y que faltan consumidores de los productos industriales exce.­
dentes, que los campesinas no compran y sí los habitantes de los centros
urbanos,
más influencia por la propaganda. En consecuencia, calculan
el porcentaje a que debe redudrse la población campesina. Pero no pien.­
san en que ésta, a su vez., puede opinar que donde hay excedentes demo ...
gráficos es en la población dedicada a lo.s servicios públicos, la cual a través
de los impuestos gravita económicamente sobre el productor; g que, por lo
tanto, convendría limitar, su porcentaje y evitar el cumplimiento de_ la llama ...
da ley de Parkinson, irónicamente formulada por ese economista inglés re ...
pleto de resignado humor.
Hoy no son sólo los precios los que expulsan a los campesinos. Se su,.
man a su impulso centrífugo las nuevas estructuras impuestas a los mw
nlcipios ,.......,1a perviveOCia de los cuales se supedita a que puedan soportar
económicamente determinado número
y categoría de funcionarios,--,; las
secuelas de la nueva ley de Educación con sµs concentraciones escolares,
y los .planes de desarrollo con sus «polos>, tal como V allet de Goytisolo
explica_ en "Soc1EDAD DE MASAS y DERECHO" (n. 112).
«El finado Raymond Berrurier (*), notario francés, alcalde que
fue de Mesnil Saint-Denis, secretario de la Sección francesa del
Consejo de Municipios de Europa y vicepresidente de la Aso·
ciación de Alcaldes de Francia, en la comunicación que presentó
al Congreso de Alcaldes de Francia de noviembre de 1966 obser•
vaha que muy a menudo en las comarcas '' donde se esperaba el
nacimiento _ de «polos de desarrollo», lo que han aparecido han
sido, por el contrario, áreas de depresión, porque los pueblos
que ya existían. han absorbido para su provecho propio todos los
beneficios circundantes", de manera tal que "han aparecido in­
mensas áreas de depresión en toda Francia". Así, ttla dulce
Francia, cuya riqueza, armonía y equilibrio han sido durante lar·
go tiempo la .envidia del mundo entero, está. revolcada por un
desequilibrio ruinoso entre las ciudades superpobladas y las cam·
piñas exangües"».
»Ese fenómeno, especialmente, vacía el campo, falto de pro•
tección, que ve a sus antiguos pobladores marchar a la ciudad
como obreros de industrias protegidas, mientras las tierras que­
dan incultas y poco después invadidas de malas hierbas.
»Se producen verdaderas deportaciones económicas y sociales,
provocadas por la aceleración de la expansión industrial y por el
(*) Raymond BERRURIER, "Los municipios ante la humanización del
plan y la ordenación del territorio"; cfr. con el títu.lo "Las libertades mu,.
nicipales", traducido al castellano en VERBO, núms. 5&-57, págs. -481 y sigs.
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freno del bienestar agrario, mediante importaciones de choque
para impedir un alza 9e los precios agrícolas paralelo al alza de
los salarios y. precios industriales.»
Hay hambre en el mundo, y se fuerza a que queden improductivas tiet"ras
que durante siglos alimentaron familias, hoy obligadas a emigrar a [¡u;
ciudades. Hay superpoblación, y se la concentra en núcleos industriales.
La indignación de los agricultores del área del Mercado Común Europeo,
coincide con la programación del Plan Manshot. De él nos hemos ocupado
en
VERBO, al. publicar, en el núm. 55,..56" el estudio Richard de la Croix,
"¿UN CULTIVM>OR CADA DOS DEBE DESAPARECER?"; en el núm. 73, el de José
M.ª GiJl Moreno de Mora, "PLAN MANSHOLT", y en el 84, donde, en estas
Ilustraciones, hicimos eco de /as críticas formuladas en Bélgica y en Ale­
mania Federal.
Pero volvamos a los comentarios, comenzando pOl' el publicado con el
título M.Ás IRA VERDE, en EL PENSAMIENTO NA V Al?l/0, del 30 de
marzo, por nuestro amigo J. Gil . Moreno de Mora, que fue, como es sa­
bido,
Presidente de la. Cámara. Sindical Agraria de T anagona:
«Ruge sordamente una ira verde cuyo leit-motiv son los pre·
cios paralizados. Quizás en Espafia el ruido es menos audible
porque el ánimo del campesino está tan deprimido que ni si­
quiera cree que valga la pena luchar, dando la partida por perdida.
»Nadie que no pertenezca a este sector puede darse cuenta
cabal de lo que con él se ha hecho., nadie podrá creer el nivel
tan increíblemente bajo al que se le ha relegado, ni las· cuantiosas
pérdidas que sistemáticamente se le han prefabricado desde lo
más alto. Y nosotros los rurales ni siquiera creemos viable el
dar al resto de la población una mínima conciencia de lo_ que
sucede, pues ninguno de los medios de comunicación está en
nuestro alcance. Televisión, Radio, Prensa, son entes ciudadanos,
dominados
por ciudadanos y al exclusivo servicio de las urbes,
nuestro lugar en ellos es folklórico. Los Gobiernos son urbanos
y nada más que urbanos, los Planes de Desarrollo, los presupues•
tos,
la enseñanza, el crédito son exclusivas del hombre asfáltico.
Nosotros, los «Culs-terreux»,
según gráfica expresión francesa, no
tenemos voz, ·se nos gobierna y maneja como a un rebaño de reses.
No tenemos defen~ a no ser que ...
»Había una vez cierto lugar donde vivían un labrador, un
comerciante, un industrial y un alcalde. El labrador cuidaba de
producir trigo, patatas, aceite, leche y carne con los cuales se
alimentaban todos, y cori los precios de -estas cosas el labrador
vivía bien. Pei-o un día, mientras el campesino estaba eD el cam•
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po, se reunieron en el café del pueblo el alcalde y el comerciante,
y dijo el primero: «Estaríamos sin duda mejor si el labrador no
nos cobrase tanto por lo que le compramos. Por otra parte son
productos de primera necesidad y ese beneficio es inmoral. Yo
alcalde,
debo poner coto a estos abusos en nombre de la justicia
social Dictaré leyes que limiten los precios.» El comerciante
asintiendo, gravemente respondió: « Yo te puedo ayudar si cons•
truyes un puente que me permita llegar a los pueblos vecinos
donde compraré trigo, patatas, came, que obligarán al labrador
nuestro a bajar los precios.» Y se construyó un gran puente por
el que llegaron todos los productos agrarios de lejanos lugares.
Y
todos se encontraron bien con ello aumentando sus beneficios,
pues los nuevos suministros les eran ofrecidos a bajo precio para
lograr el mercado; todos menos el labrador, que ante la afluen·
cia de productos que competían los suyos bajó sus precios y
dejó de ganar. El éxito de este primer ensayo animó al alcalde
y
al comerciante que cobraban sabrosas comisiones con este nuevo
tráfico, y apretaron más las clavijas. El agricultor se arruinaba
cultivando y para no perder toda su hacienda limitó sus siembras
hasta que se contentó con sembrar lo preciso para su propia
subsistencia. Sus triunfantes convecinO'S le dijeron que había de•
jedo de ser necesario. El puente lo resolvía todo, bastaba con ir
a comprar más lejos.
»Y esto duró, duró bastante tiempo, hasta que un día apareció
en lo alto de fos montes una negra nube de tormenta que estalló
en truenos desgarradores y en troinbas ingentes de agua que
formaron una riada como nunca se había conocido. Y tal fue la
desencadenada torrentera que en un momento dado derribó y
arrastró el Puente ... Al día siguiente, el alcalde, el comerciante
y el industrial fueron a casa del labrador queriendo surtirse
como antaño en sus graneros ya que no tenían la posibilidad de
pasar a los pueblos vecino·s, pero hallaron entonces los silos con
tan escasas reservas que apenas bastaban para la manutención
del mimo labrador. Se quiso entonces forzar al campesino a pro·
ducir inmediatamente lo necesario, pero apareció entonces que
eran necesarios meses y años para reponer los rebafios, las plan·
taciones, las cosechas ..•
» Y no sigo con mi ejemplo porque este mismo proceso llevó
a siete millones de labradores rusos hasta el paredón bajo el
régimen comunista.
»Nadie sabe lo qtie se ha roto en el campo español. Nadie lo
sabe porque por el puente llegaron la cebada, el maíz, la carne,
los aceites, el azúcar y tantas cosas más de las lejanas Américas.
Fundaci\363n Speiro

Nadie sabe el tiempo que es preciso emplear para reconstruir lo
roto, ni la cantidad de cosas que no se pueden reconstruir, ni la
cantidad de hombres que se fueron para no volver. Nadie sabe
además la cantidad de cosas de nuestro campo que ya no son
e.spañolas,
porque por el puente llegaron los. dólares y con ellos
unos hombres que han comprado las fábricas de aceite, de pien·
sos, de leche,
de conservas, haciéndose poco a poco ·con todos, los
puntos clave de la alimentación española. Nadie lo sabe y a na•
die importa un hiedo porque el puente está intacto y ¿ quién
piensa en tormentas cuando la tripa está llena?»
«En lejanos despachos con aire acondidonado unos técnicos,
hombres asfálticos bien alimentados, dictan, legislan, deciden,
manejan, planean y programan nuestra agricultura enferma. Cada
dia .surge una nueva teoría de 'Salón. Ellos están seguros de poder
cultivar mejor que nosotrOs mediante unos Kolkhozes- capitalistas
de grandes empresas que labrarán provincias enteras con la coope­
ración del Estado que socializará, Es el Capitalismo de izquierda
tecnocrático que está de moda. Y la técnica se siente por fin
capaz de
prescindir de las leyes naturales con los sueños deli­
rantes
de la razón de los que decía Goya que producen monstruos.
¿ Y quién detendrá las ensoñaciones de quienes viven en despachos
con aire acondicionado? Sueños Mansholty sueños estadístic0'8,
sueños intelectuales sin relación con la variedad de los terrenos,
las
heladas, las sequías, los vientos y las lluvias ... Suefios de muer·
te y cksesperación para nosotros los campesinos, pesadillas de ex·
terminio cometido en nombre del viento de la Historia.»
Y el propio Gil Moreno de Mora, en el mismo diario, el 21 de abril>
en unos epígrafes de su Bl'tículo EL DINERO CAMPESINO> pone sobre el ta ..
pete esta cuestión:
«Erase una patata de siembra que esperaba su hora en el
almacén de un comerciante. Un día llegó Leandro que cultivaba
una huerta con sus manos, y que pagando 25 pesetas el kilo se
llevó nuestra patata y tras los manejos oportunos la sembró en
su sudada tierra, la cual, fértil, crió Cn su seno una abundante
cosecha. Leandro se bahía decidido porque aquel año una cierta
escasez había producido en la ciudad unos precios de consumo
de ocho y diez pesetas el kilo. Pensó Leandro, y con buena ló·
gica,
i¡ue con este precedente podría vender su cosecha sobre
las cuatro o cinco pesetas, lo cual le bastaba para ganarse la vida.
»Pero hete aquí que un señor asfáltico, de los que capitanean
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las huestes ciudadanas, hubo de escuchar amargas quejas de su
mujer porque ella había llegado a pagar dos duros por un kilo
de patatas, y allí fue Troya. Fue una Troya en la que tirios y
troyanos armaron la de dos duros el kilo en los periódicos, en
la radio, en la televisión, por aquello de la célebre «Cesta de la
compra», y así mientras nueatra heroína bajo tierra se multipli­
caba, hubo decisiones de alto nivel en las que después de ma·
nejar estadísticas y cerebros más o· menos electrónicos, se acordó
la importación de patatas inglesas con carácter de urgencia. Ur·
gencia oficial, claro está, lo cual quiere decir qúe la importación
no llegó antes de la cosecha, sino, precisamente, en los días en
que Leandro arrancaba la suya. Para no fatigar diré que Leandro
tuvo suerte y logró vender sus patatas a 1,25 pesetas el kilo y
sólo
perdió el 50 por 100 de su dinero, porque sus vecinos tu·
vieron que tirar _la cosecha al barranco. Nuevamente fue Troya,
pues un plumífero indiscreto denunció en los periódicos la des•
tmcción de cosechas y hasta hubo labrador cuyo huesos pararon
en la cárcel.
»Sigamos ahora a_ las hijas de nue8tra patata, las que valieron
1,25 pesetas. Debidamente regadas con germicidas que le afia•
dieron nuevo sabor, deseansaron varios meses en_ los almacenes
del comerciante y mientras tanto, aquella abundancia engendrada
por la importación menguó, y la ciudad volvió a pedir patatas, y
todos los comerciantes en cuyos almacenes se encontraba la co•
seclta nacional pudieron empezar a vender a duro y subió el
mercado. Total que las hijas de nuestra patata heroína se co~
mieron a siete pesetas, y todos contentos. Contento el comercian•
te porque su margen fue sabroso, co1;1t-ento el importador que
no fue menos, contento el fisco porque comerciante e importador
le pagaron el ITE, contento el hombre asfáltico que presumió
ante su mujer de eficacia social, contento ·el político, contento el
periodista, contentos todos menos Leandro, que juró no volver a
sembrar patatas así le aspen.
»Esto yo_ lo he vivido, he sido Leandro del vino este año
después de la oportuna importación de alcohol industrial, lo he
sido_ largos años de la cebada con el desespero de haber compra·
do piensos carisimos para ver cómo llegaba .la importación de
EE. UU. justo en plena siega, lo he sido del p<,llo y de la carne
de ternera; y yo piensó en ello como en un terrible impuesto
cobrado por·. no -se sabe_ quién ni por qué causa. Impuesto triste,
por imposición de fuerza, de aquella fuerza contra la que no
cabe defensa. Impuesto jamás reconocido pero · más duro y más
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real todavía que la cuota del Te.soro, Impuesto exchisivamente
reservado a
la agricultura como regalo de los dioses asfaltados.»
Por eso concluía preguntando, "¿NOS DESCAPITALIZAMOS O
NOS DESCAPITALIZAN?", y daruk> su tespuesta,
«Coincidiendo con este juego el slogan de que los precios
agrícolas son
precios «políticos y .sociales», se congelan o bajan
mientras los aperos, los tractores, los recambios, la ropa, los
jornales y cuanto consumimos sube sin parar. Un cotidiano de
fecha
reciente decía que los precios medios de los productos
agrícolas habían descendido de 1970 el 1,25 por 100, mientras los
costos agrarios habían subido un 15 por 100. Los seguros socia•
les han crecido, la presión fiscal aumenta, los inspectores de Ha·
cienda se ríen si decimos que perdemos dinero, y con impertur-­
bable seguridad se nos hace el reproche oficial de que nos , des­
capitalizamos.
¿Nos descapitalizamos o nos descapitalizan? Por­
que si nos descapitalizan es que nos defraudan, dígalo si no el
recaudador de impuestos después de que yo pase por su casa
a
llevarme esa parte de su capital que ,es su cubertería, o las
joyas de su mujer. ¿ Y qué le parecerá a cualquier empleado que
le congelen su salario en 1960 y le fu:ereen a comprar en 1971?
Desde los Diez Mandamientos. hasta ahora el descapitalizar a al·
guíen está penado en el 'Séptimo.
»El campesino está descapitalizado. ¿Adóilde fue el dinero
del campesino?
»Yo creo que es hora de una reflexióri nacional. Demos por
bueno lo pasado en nombre de los Planes de Desarrollo, pero si
se sigue hablando de justicia social y distributiva, de progreso,
de
post--concilio y de todas esas cosas tan actualizadas, creo que
habrá que detener esa «descapitalización>, o dicho de otro modo,
ese robo anónimo que se está haciendo en Ca'Sa del labrador. Na­
die se engañe, no «nos» hemos descapitalizado porque nadie se
descapitaliza
voluntariamente, nos «han» descapitalizado, y toda
la nación es responsable en mayor o menor grado, Si fos precios
han de ser verdaderamente «politicos y sociales» también lo han
de ser para el desdichádo Leandro de nuestra historia, porque
si no no habrá patatas, ni vino, ni pollos, y lo que es mucho
peor, no habrá Leandro.»
Otro hambre del agro, José Estradé, en FUERZA NUEVA, núm. 226,
del 8 de mayo,
terminó su articulo AGRICULTURA REGIONAL CATALANA con
estas
palabras:
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«En esta Cataluña industrializada se abandonan pueblos agrí­
c~las.
Están afectadas comarcas enteras por la fuga de los brazos
más ÍU('..rtes y activos.
»La .contrapartida a tanta calamidad agraria viene de otros
hombres cuya ocupación principal no es agrícola, sino secnn·
dariamente.. Los no agricultores pagan el sostenimiento, conser­
vación y mejoras, Aquí no rigen los princi~ios de rentabilidad,
ni tan siquiera los costos-comparados; una lechuga o bien otro
producto así obtenido cuesta el doble. Se paga el gusto y todos
tan contentos.
»La batalla de los Piensos, la ha perdido el Payés; como
factor de endeudamiento el Diablo no podía idear mejor estra­
tagema.
El ganado mayor o menor de la región, alimentado con
piensos, no es rentable; la fisonomíil geográfica regional tampoco
le favorece. »No
queremos ensombrecer las perspectivas, pero sí podemos
afirmar que ninguna sociedad puede prosperar y desarrollarse
a costa de la parte agrícola. Hay polos industriales donde el di,
nero se ha dado sin tasa ni medida; era dinero del pueblo. Uno
piensa en una discriminación injusta que quisiéramos saber, con
más claridad, a quién favorece.»
Pero el problema no es sólo una cuestión de Justicia económica. Es
también un p.oblema. de orden político, jurídico y social; incluso cultural.
Tal vez_ ahí se halla el meollo de algo que hemos visto enunciado antes
por Helion .de Beaulieu. No podía escapar ella a la fina observación de
Rafael Gambra. al plantear TO BE OR NOT TO BE ("LA COYUNTURA
DE
NAVARRA") en EL PENSAMIENTO NAVARRO del 14 de marzo,
620
< adecuada la organización foral para hacer frente a las grandes
transformaciones socio-económicas del mundo actual? ¿ Puede
interesar la conservación de organismos locales, de miras y ám­
bitos cortos, en un mundo que se abre a grandes estructuras de
tipo mundial? Quienes así hablan son los mismos que se pregun,.
tan también: ¿Puede seguir afirmándose la fe ambiental del
pueblo navarro y su apego a la estructura familiar? ¿EL SISTE,
MA FORAL ES PERJUDICIAL?
»Y sucede que cualquiera de estas dudas resulta justificada
en la medida en que lo sea la otra. Porque se trata de realida­
des correlativas y paralelas. Así, a la primera de esas dudas con·
testaría yo: si se trata solamente de planificar un futuro econó­
mico con vistas a un más alto nivel de vida o renta per cápita,
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el sistema foral vendrá a ser no sólo innecesario, sino perjudi­
cial. Porque una administración· local y diferente es un obstác.u•
lo continuo para los grandes planes de estructuración económica
(y
fiscal). Como la organización familiar patrimonial en que ese
sistema se apoya es una rémora para un gran plan de readapta·
ción psicológica y de reciclaje. Un sistema como el foral navarro
es, para esos fines, como una piedra en una máquina. Los gran·
des planes económicos _requieren grandes
ámbitos, medios huma·
nos homogéneos (sociedad de masas) y grandes cerebros electró·
nicos
que no son rentables -ni coordinables-en pequeños
medios,
»No sucede
lo mismo si los fine@ propuestos son otros, es de•
eir, si se trata de hombres que, además de economía (y nó como
subproducto de ésta) tienen fe y amor a lo propio. Si se trata
de lograr una administración propia y honrada, si se trata de
defenderse del poder de tecnócratas estatales o superestatales, si
se trata de ·conservar la fe en el seno de la familia y de su pa·
trimonio, entonces sí es conveniente y necesario el sistema foral.
Si se
trata de un legítimo mejoramiento dentro de la línea de
nuestro modo de vivir y creer, el sistema foral es bueno; si se
trata de irnos todos de casa e incorporarnos a las grandes reali,.
zaeiones de la masificación y la tecnocracia, los fueros son inúti­
les y absurdos. (Sucede lo mismo que con el debatido tema del
celibato: para ser sociólogo o psicólogo o promotor del desarrollo
o
asietenta social, es inútil ser célibe; si se trata de dedicarse a la
cnra de almas,. es indispensable.)
»Esto
no son elucubraciones teóricas ni desconocimientos de
la realidad. Los problemas diarios de la coyuntura navarra los
revelan de continuo, Cuando se trató de induatrializar parcialmen­
te a Navarra para acompasarla a las nuevas fuentes de riqueza,
la Diputación, muy cuerdamente y como por un instinto histórico,
proyectó polígonos
industriales a través de todas las zonas de
Navarra.
Se trataba de que las familias, en lo posible, no aban•
donaran sus casas y medios agrícolas subsidiarios, y que dispu·
sieran de puestos de trabajo fabril en puntos cercanos, al alcance
diario de sus pueblos. Quizá no fuese éste el mejor sistema para
un es:itectacular progreso industrial, pero se entendía que había
otras cosas más importantes que preservar, cosas profundamente
relacionadas con la fe, la virtud, el carácter y la felicidad de fos
navarros.
»Frente a este plan se han alzado, en la gran ciudad, Ayunta•
mientos de tendencia socialista con planes y realizaciones de
masiva concentración industrial y de crecimiento urbanístico que
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622
facilita esa concentración. Naturalmente, tales Ayuntamientos ne•
cesitan
para ser y actuar el voto y el amparo de una población
ya masificada, insensible al éxodo rural, al abandono de los
pueblos y a las consecuencias morales y ambientales que ello
comporta.
No es nada nuevo que la democracia inorgánica con•
duce, a través
de una opinión masificada y manipulada, al so•
cialismo.
»Los
manipuladores de esa opinión afirman que esos proce·
sos
-el de industrialización, el de ·su emplazamiento concentrado
y
el de masificación-son irreversibles. (Esta idea de la irrever•
sibilidad de todo proceso que se encamine hacia el socialismo
pertenece a
la teoría del marxismo y es el medio más eficaz de
anestesiar la conciencia de los hombres y de los pueblos.)
»Cabría responderles que la supervivencia hasta hoy del ré•
gimeil foral navarro constituye una resistencia victoriosa a los
procesos de centralización política, de desamortización de Propios
y de admisión general ·del Código Civil napoleónico, que, por
lo visto, no resultaron irreversibles ni irresistibles.
»A esto podrían objetar nuestros tecnócratas socialistas que
los hecho·s actuales demuestran cómo, a la larga, esas resistencias
históricas
son inútiles -y acaba predomiD.8lldo «el proceso econó·
mico inexorable».
»A lo que podríamos replicarles que desde las leyes de Nuestra
Planta a las que resistió nues-tro Fuero han pasado cerca de tres
siglos; y en ellos ha vivido Navarra con su personalidad propia,
se ha hecho abanderada de una causa universalmente conocida, e,
incluso en el aspecto económico, ha vivido más próspera que
otros países españoles. Según aquel criterio nadie resistiría a las
enfermedades considerando que al final ha de morirse. Pero es
que,

además,
los pueblos no están condenados a una muerte
biológica como los indi'9idnos, y lo que ha servido hasta aqtt(
para progresar y defendemos en la fidelidad puede Beguir sir•
viendo
al mismo fin, con mayOr -motivo cuando los males que
se trata de evitar son hoy los más graves, mortales para el alma
misma del país y para la libertad hwnana de sns gentes.
»Sin embargo, tal es la dramática coyuntura actual de Navarra.
Resulta penoso
ver a una Diputación Foral como colaboradora
en planes socialistas como la nueva Ley de Educación, que re,.
presenta un ataque frontal a la autoÓomía familiar y municipal,
que son fundamento y razón de ser del régimen foral. Y sus
pueriles esfuerzos por ponerse a nivel, en la misma línea de
objetivos,
con el Estado y los superestados que ya apuntan.
»Merece meditarse que la tal inexorabilidad de los procesos
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económicos no se ha puesto de manifiesto para nosotros hasta el
momento preciso en que el espíritu derrotista ha calado en parte
del clero (con su aggiornamento) y en el Estado español (con
su europeí,smo). Y también qne el efecto inmediato de este de·
rrotismo
foral ha sido una crisis económica y laboral muy superior
a la del resto de España.
»Creo
en la urgente necesidad de una reacción del auténtico
espíritu foral y de sus fundamentos-familiares y locales. Espero
esa
reacción con la ayuda de Dios y a través de los-méritos de
nuestros mártires. El recto espíritu católico y la verdadera fe
carlista
tendrían parte muy esencial en esa reacción foral.
»Si esto-no sucede, si la Diputación no puede (o no quiere)
someter a los grandes Ayuntamientos «de masas» a sus-fines y a
su espíritu desconcentrador, temo (Jlle -antes o después-e1
régimen foral habrá de ser entregado por inútil, obstaculizador y
«anacrónico»:.
La única cuestión para nuestros socialistas locales
será si han de entregarlo al Estado español o al Super-Estado
Europeo (¿o Soviético?) que su propia Jógica interna ha de
hacerles
ver con mayor simpatía.»
Notemos, en fin, que no es ésta la primera vez que, a través de la
historia, se observan los campos abandonados y se ha visto a los agricu/ ...
tores refugiarse, .por razones económicas, en las ciudades. Ha ocurrido ya
vBZ'ias veces, Otra fue en el Bajo Imperio Romano, ,Spenigler, en LA DECADEN.,
CJA DE OCCIDENTE (vol. Ill, cap. 11, n. 5), lo ha eypl.icado:
«La famosa frase de Plinio, repetida muy significativamente
en la moderna economía: latifundi,a perdidere ltaUam, iam vero
et provmcia.s, confunde el principio y el fin del proceso; los
latifundios, en efecto, no hubieran llegado a tener la enorme
extensión que alcanzaron si primeramente el aldeano no hubiese
emigrado a las ciudades abandonando el campo -al menos ex·
teriormente--. El Edicto de Pertinax en 193 descubre el fin de
la terrible saturación: en ltalia y en las provincias se autorizaba
a quien quisiera a tomar posesión del campo abandonado. El
que lo labra adquiere sobre él el derecho de propiedad. Si los
historiadores estudiaran serenamente las demás civilizaciones,
encontrarían por doquier el mismo fenómeno.»
y Rostovtzeff, en su "HISTORIA SOCIAL y ECONÓMICA DEL IMPERIO Ro,.
MANO" (vol. II, cap. XII), explica que, eritonces, los funcionarios públicos,
altos_ y bajos,
«que-se hacían· ricos con la inmoralidad y el cohecho», «invertían
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su botín en fincas rústicas», «se hacían construir en el campo
grandes y hermosas villas fortificadas .• .».
Pero tal situación no se concretó sólo a la agricultura¡ como dice el
mismo Rostovt:zeff:
«Excepción hecha de la producción de algunos bienes de uso
corrient~ para el consumo de las masas y de algunos objetos
de lujo», la industria vivía ya exclusivamente de los pedido'S del
Estado; pero éste era Wl cliente egoísta y brutal: fijaba los pre­
cios, y estos precios, aminorados por las ganancias que en ellos
obtenían los funeionariot1, quedaban tan reducidos que habían de
producir necesariamente la ruina de los artesanos. Naturalmente,
las grandes empresas industriales fueron desapareciendo poco a
poco.
Pero como el Estado las necesitaba» ... «varios estableci­
mientos industriales fueron transformados en fábricas del Estado,
en las que trabajaba, conforme al modelo egipcio y oriental, un
personal obrero vinculado a su profesión como una carga here·
ditaria».
-c:La crisis del siglo 111 había sicl;o producida, en gran parte,
por un movimiento revolucionario de las masas de población de­
seosas de una nivelación general. Surge ahora una interrogación
de si las reformas de Diocleciano y Constantino trajeron consigo
la nivelación deseada»... «en realidad, el Imperio de este pe­
ríodo, aunque fuera una democracia de esclavos, era menos de­
mocrático que el antiguo Impero:,, ... «Después de lu reformas de
Diocleciano y Constantino ... No hubo ya camino legal que con·
de la condición de colono, 'Siquiera a la de campesino
libre o de proletario urbano, para no hablar de las demás clases .. .»
«Los tributos opresivos e inicuos basados en la esclavización
de los agricultores en el campo y de los artesanos en la ciudad,
la parálisis de la vida económica, cuyo libre curso impedían las
cadenas»,
«la destrucción implacable y consciente de la clase
más
culta del Imperio :la burguesía» ... , «terminaron en una ola
de resignación»: «todo esf1:1erzo honrado se hallaba condenado
de antemano al fracaso; y cuanto más producía un individuo
con su trabajo, más le quitaba el Estado».
¿Estamos enfilando otra vez en la historia este camino? ¿Podemos aún
evitarlo? La respuesta no puede ser sólo especulativa ...
Lo que es euidente es que el problema del campo no puede resolverlo
el Derecho Administrativo; (7Ues en su v:aiz se haUa un problema pol.ítico de
intervencionismo del Estado, cada vez más autoritario, en el cual¡ contra
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toda justicia, los medios urbanos predominan sobre los rut'ales. Como decía
Vallet d-e Goytisolo, en su ponencia general del I Coloquio Latino de
Derecho Agrario (c/r. ANUARIO DE DERECHO CML, XVI/l,/),
«Es preciso que los labradores puedan pesar tanto como las
masas de consumidores y sus intereses tanto como los intereses
del comercio y de la industria en la regulación económica,.,, sin
·ser aplastados por el mayor número de aquéllas, ni por el mayor
poderío económico de éstos, ni por los afanes intervencionistas
de la burocracia y la tecnocracia administrativa.»
Volvemos a vislwnbtar como solución un régimen verdaderamente or ...
gánico de cuerpos naturales, presidido por et principio de subsidiarledad,
en el cual el Estado sea árbitro del bien común y 110 portador de un
inmenso interés colectivo, monopolizado por el grupo dominante.
Por eso, añadía Vallet en su antes dtado artículo de· la Riv:ista di Di_...
ritto Agrario:
«Esa sería la única garantía para el labrador, cara al futuro.
Pero ni los países más o menos totalitarfos o socializados pueden
otorgarla por contradecir sus principios ideológicos y su apoyo
en las masas ciudadanas, ni en 10'8 regímenes democráticos es
asequible, por resultar incompatible con la ley puramente ~u­
mérica de las mayorías, ni cabe en ningún país centralizado, pues
--como sentenciaba ALEXIS DE TOCQUEVIILE ("' "')-por pura física
social,
«país de centralización, campos vacíos de habitantes ricos
y esclarecidos.»
«Sólo
de aquella manera será posible conseguir que el cam­
po y la agricultura no se contemplen como un objeto al ser-vicio
de los consumidores de las grandes capitales (***). Contra este
injusto enfoque nos advirtió Juan XXIIl al decirnos que: «Su­
puesto que los productos del campo se destinan fundamental­
mente a satisfacer las principales necesidades humanas, se com­
prende que su precio debe ser tal que los haga asequibles a to­
dos.
Ahora bien: es claro que se procedería con evidente injus­
ticia si todo un sector de ciudadanos, concretamente el de los
agricultores, se viera forzado a permanecer, en el orden eeonó­
mico y social, en condiciones de inferioridad, por el hecho de
disponer de menor capacidad para adquirir todo lo necesario a
un honesto nivel de vida; semejante cosa está, además, en abierta
contradicción con el bien común de la nación» (**"'*).»
(**) ALEXIS DE TOCQUEVILLE: Cancien régime et la revolution,. ca-,
pltulo XII. (***) Cfr. el Prólogo del mismo Vallet a El campesinado, VERBO, 20.
(****) JUAN XXIII: Mate, el Magmra, § 140.
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