Índice de contenidos
Número 95-96
Serie X
- Textos Pontificios
- Estudios
- Actas
- Información bibliográfica
- Ilustraciones con recortes de periódicos
Autores
1971
El municipio como continuidad en el tiempo
EL MUNICIPIO COMO CONTINUIDAD EN EL TIEMPO
POR
]
UAN CASAÑAS BALCELLS.
El vértice de 1a divergencia hasta el infinito ,entre Cristianis
mo y Liberalismo, o
sea entre
Orden
,:iaturnl y Revolución, está
en la diversa respectiva concepción de la irelación esencial entre
hombre y sociedad: para el primero, concorde con la razón na
tural expresada ,en el aristotélico "dv&pw11:o, E&ov 7t:CtA.rttxóv", el
hombre
es -social por natural,eza; para -el segundo, el nombre no
tiende naturnlmente a la sociabilidad, sino que la Sociedad es crea
ción
artificial y contingente del "contrato".
Consecuencia inmediata de la sociabilidad natural del hom
bre es la formación de comunidades humanas natura1es de 'Ca
rácter territorial o institucional y de ámbito cada vez más am
plio
a medida que por la
incesante perfectibilidad del
hombre
aumenta progresivamente la amplitud y complejidad de los fines
humanos naturales a cuya satisfacción responden aquéllas.
El
origen de ,tales ,comunidades, desde las más .reducidas que tienen
su expresión ,en el
municipio, hasta
1a comunidad ,estatal, y quizá
paira .el futuro los estados supranacionales e incluso un teórica
mente
no imposible
snper,estado mundial,
está Dios, que
ha creado
al hombre sociable por
naturaleza, y
no en la entelequia del
"contrato" roussoniano.
La concepción cristiana sujeta fas socie
dades
naturales a un orden jurídico natural
de principios objeti
vos e inmutables, participación de la Ley -eterna; para i1a con
cepción
liberal, en cambio, no hay otro derecho natura1 que [a
cambiante
subjetividad de
la "voluntad general".
En
toda comunidad humana natural, y
entre ellas en el Mu
nicipio,
es evidente
el aspecto o dimensión
"e-spacia1 ". Pero
tienen
también otra dimensión, m-enos conocida, de sentido TRANSTEM-
Fundaci\363n Speiro
JUAN CASARAS BALCELLS
FORAL: hay comunidad no sólo en un momento y lugar deter
minados (aspecto espacial), sino que también la hay entre las
diversas generaciones que a .través de los tiempos integran y per
petúan la comunidad {aspecto transtempüral). Así, un municipio
concreto [o forman no sólo lOiS que hoy constan en su censo mu
nicipal, sino
también cuantos han encarnado en
ti,empos preté
ritos
su autóctona esencia, como también
las generaciones
que en
el futuro recibirán, de quienes les priocedieron, la profunda heren
cia de tradiciones, ,costumbres y características que dan a aquel
municipio concreto su peculiar modo de ser.
Aunque poco conocida, no por ello .\a aludida dimensión trans
temporal
de las comunidades naturales ha dejado de ser estu
diacda profundamente y ,expuesta eu forma magistral y definitiva.
Sin embargo, el pensamiento liberal dominante durante más de
uh .siglo en nuestra Patria, y que cabría esperar finiquitado ,tras
el 18 de julio, sigue obstinado ert siJlenciar cuantos vafores, los
únicos positivos, q.ue no militan ,en su campo. Por ello, sólo quie
nes sobreponiéndose a
'1a formación o deformación impartida por
una Universidad secularmente .liberal o socralizante han acerta
do a
penetrar eu los
olvidados
tesoros del pensamiento tradicio
nal, han podido conocer el qu.e su s.istema-tizador, Donoso Cortés,
denomina
DOGMA' m:t LA SOLIDARIDAD, expresión a la par que fun
damento ,teológico de la dimensión transtemporal de las comu
nidades.
Bn el capítulo III del Libro Tercero de su obra maestra, Ene
sayo sobre el Catolicismo, el Liberalismo y el Socialismo, Donoso
afirma que "Hay comunidades de méritos y deméritos, de glorias
y de desastres, de talerutos y de aptitudes entre las generaciones
pasadas
y las presentes, entre las presentes y las futuras". y
como, según proclama en él Capítulo I de la misma obra, "en toda
gran cue~ión política va envuelta siempre una gran -cuestión
teológicá", Donoso investiga y -encuentia en el dogma caf:ó1ico
el fundamento de aquel principio histórico-,político de la solida
ridad: a través de un enc.adenami-ento lógico. perfecto, de la coin
cidencia en Adán de un doble carácter,
como ind.iV,iduo y como
representante de toda la humanidad, porque. históricamente; en su
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Fundaci\363n Speiro
EL MUNICIPIO COMO CONTINUIDAD EN EL TIEMPO
individualidad, se ooncentró toda la naturaleza hwnana, que trans
mite a
todos
los hombres,
deduce
Donoso el dogma de la unidad
esencial
del género ht.tmano, uno
por la
sustancia que
lo consti
tuye y vario por las personas .singulares que fo componen; y así
como esta variedad es correlativa al dogma del pecado actual,
aquella unidad es correlativa
al dogma
del
pecado original;
y
como consecuencia de uno y otro, concluye que el hombre está
su jeto a una doble responsabilidad : una que le es propia, perso
nal y exclusiva; otra, que le es común a fos demás hombres. Esa
responsabifülad en común, esa "90lidaridad11 -es, dice Donoso, "una
de
las más bellas y augustas revelaciones del dogma católico. Por
la solidaridad
,el hombre, levantado a mayor dignidad y a má.s
altas esferas, deja de ser un átomo en el espacio y un minuto en
el
tiempo, y anteviviéndose y
sobreviviéndose a sí mismo se
pro
longa hasta donde los tiempos se prolongan, y se dilata hasta
donde
se dilatan
los espacios".
Precisamente en este dogma de la
solidaridad, entendido
según
Donoso,
estriba el fundam<>nto teológico de
la dimensión
o aspecto transtemporal de las comunidades humanas
naturales:
el mismo Donoso afirma que "La [ey de la solidaridad es tan
universal, que ·se manifiesta en tqdas las asociaciones humanas; y
esto hasta tal punto que, el hombre, cuantas veces se asocia, tanrtas
cae bajo la jurisdicción de esa ley inexorable. Por sus ascendien
tes está en unión -solidaria con ,el tiempo ,pasado, por el .tracto su
cesivo
de ,sus prqpias acciones y por toda su descendencia entra
en comunión con los tiempos futuros".
Así entendido, el dogma de la solidaridad coincide ,con la
idea de TRADICioÓN -en su g,enuino significado de "progreso here
ditario" según
genial
y exactísima expresión de Vázquez Mella:
"La tradición es el progreso hereditario; y el progre.so, si no es
her:editario,
,no es
progreso
social. Una
generación,
\Si -es heredera·
de
las
anteriores, que le transmiten por
tradición hereditaria lo
que han recibido, puede recogerla y hacer lo que hacen los buenos
herederos: aumentarla y ,perfeccionarla, para comunicarla mejo rada a sus sucesores. Puede también
ma,lbaratar aa herencia o re-
pudiarla. En este caso lega la miseria o una rnina; y si ha edi-
475
Fundaci\363n Speiro
JUAN CASAFIAS BALCELLS
ficado algo destruyendo lo anterior, no tiene derecho a que la
generación siguiente, desheredada del patrimonio deshecho, acepte
el suyo; y lo probable es que se quede ,sin los dos. Y es que 'la
tradición, si incluye el derecho de los antepasados a la inmovtali
dad
y
al respeto de sus obras, implica también el derecho de las
generaciones y de los siglos posteriores a que no
se destruya la
herencia de las precedentes por una generación intermedia amoti
nada. . . .
Ved, señor,es, cómo la tradición, ridículamente desde
ñada por los que ni siquiera han penetrado su concepto, no sblo
es elemento necesario -del progreso, sino una ley social importan
tísima, la que expresa la collll:inuidad histórica de un pueblo, aunque
no
se hayan
parado a
pensar sobre ella ciertos sociólogos que,
por detenerse demasiado a admitir la naturail,eza animal, no han
tenido tiempo de estudiar la humana en que radica". (Discurso
en Barcelona,
el 17 de mayo de 1903.)
Como algo consustancial a la esencia de
fas comunidades
na
turales, la dimensión transtempora:1 de éstas, Tradición en su más
puro y genuino significado, como ·expresión que es del dogma
de la solidaridad, forma parte del ORDEN QUERIDO y l\STARLECIDO
POR Dros, fuera del cual no hay sino desorden, desequilibrio, RJl-
VOLUOÓN, que en su acepción profunda entraña siempre '1a con
culcación del Orden natural. D~ ahí
que todas las revoluciones
hayan pretendido romper con
el ¡,asado, y todo intento de rotura
con
el pasado legítimo ,sea el mejor indicio ;para intuir el fondo
revolucionario de cualquier movimiento o manifestación .ideológi
ca,
política, cultural o J:"eligiosa.
En consecuencia, mantener la Tradición, no en su erróneo
significado de conservadurismo inmovHista que para despresti
giarla le asigna el pensamiento revolucionario, sino en su genuino
sentido de "progreso hereditario", vitaliza, perfecciona y fecunda
el cuerpo social,
,por cuanto
lo conecta y mantiene dentro del orden
natural. Por el contrario, negar la .solidaridad es destruir la co
munidad: tan destruotor es el "conflkto generacional", hoy fo
mentado por la Revolución desde todos sus ángulos, como seria
pretender disgregar "espacialmente" los elementos componentes de
una comunidad coexistentes en un mometlfl:o histórico determinado.
476
Fundaci\363n Speiro
EL MUNICIPIO COMO CONTINUIDAD EN EL TIEMPO
Por eso, Torras i Bages pudo oon razón afirmar que "Catalunya
será cristiana o no será", porque romper con la tradición
cristiana
de
Cataluña vale tanto como destruir su
esencia, afirmación
per
f
a
la superior unidad de las Españas; por
lo mismo, es di:Sgregador y revdlucionario su contemporáneo Prat
de la Riba con su afirmación de que Cataluña puede lo mismo
ser católica, herética o librepensadora sin dejar de ser siempre
Cataluña. Resulta inexplicable el diverso realce dado aos respec
tivos cincuentenarios de ambas pensadores, .si no se admite la
preponderancia, hoy, de fa cor.riente revolucionaria.
La
actualidad, o
mejor, perennidad del concepto que encierra el
dogma de la solidaridad
según lo
expone Donoso, coincidente
con Ja idea de Tradición-Progreso heredi,tario a lo Vázquez Mella,
viene avalada por la insistencia con que pensador.es más .recientes
abordan el tema del ARRAIGO: según Simone Wei!, "el arraigo
es tal vez
la más importante y la más desconocida necesidad del
alma humana. Es una de las más difíciles de definir. Un ser hu
mano tiene
una participación real, activa
y natural en la
existen
cia
de una colectividad que conserva
vivos ciertos tesoros. del
pasado y ciertos presentimientos de porvenir. Participación na
tural,
es decir,
producida automáticamente
por el lugar, ei naci
miento, la profesión,·
el contorno. Cada ser humano tiene necesidad
de tener múltiples raíces. Tiene precisión de recibir casi la tota
lidad de su vida moral, intelectual, espiritua'l, por intermedio de
los ambientes de fos que naturalm.enrte forma parte"; en conse
cuencia, para Simone Weil, el desarn'.aigo "es ron mucho 1a en
fermedad más maligna de las sociedades humanas"; Jos .seres ver
daderamente
desarraigados
"o ,caen en una inercia de a'lma casi
equivalente a la muerte, como la mayor parte de Ios esclavos en
tiempos del Imperio
:romano, o se lanzan a una actividad tenden
te siempre a desarraigar, frecuentemente por los métodos más
violentos". En análogo sentido, Rafael Gambra afirma que Hla
tierra
de
los hombres
es
mansión ·en el espacio y rito en el tiem
po: rito, porque la es,tructura del suceder temporal comunitario
"alberga
al hombre ,en
el tiempo como la ,mansión lo alberga en
el espacio.
y le otor,ga su bien más preciado: el sentido temporal
477
Fundaci\363n Speiro
JUAN CASAf:IAS BALCELLS
de las cosas, en cuya vfrtud no se pierde la vida en '1a incoheren
cia
y ,el hastío"; en -cambio, por el desarraigo -el hombre pierde
"el bien más profundo, aquel que constituye propiamente
.su exis
tencia
de hombre :
el lazo misterioso y cordial con las cosas de
su
mundo por las que éstas se
hacen valiosas
para él
y otorgan
arraigo y sentido a su vida".
Este fenómeno natura:! de la solidaridad, de Ia tradición, del
ar:raigo, precisa.mente por su "naturalidad", se traduce no sólo
en un vago sentimiento,
sino en
muy concretos modos de ser
y
ÍOI"!mas de proceder que imprimen carácter a una comunidad. Esto,
que :se da en toda comunidad, se manifiesta de un modo más evi
dente ·en ·el Municipio, ,por su inmediativ.idad a la vida individual
y
farulliar: podrían multiplicarse !os ejemplos de pueblos colin
dantes o muy próximos fuertemente
diferenciados por caracterís
ficas peculiares que persisten a través de ,los tiempos. Hoy, sin
embargo, por todas partes se observan síntomas de desarraigo,
cediendo las
peculiaridades naturales
a los impulsos de una uni
forruación masificadora poderosamente dirigida.
Es -lógico que sea
así, .dado el
creciente .predominio
de la
Revolución. a escala mun
dial. El
obstáculo que
se opone a su máximo objetivo destructor
de
.todo orden
natural
y cristiano es 1a Ti:-adición, ,el arraigo. De
ahí que, así como con la revolución política del Estado deme-
liberal desa,rraigó
al
hombre de
sus comunidades
políticas natu
rales
y con 'la ,revolución económico-social del Marxismo lo des
arra~ga
de fa propiedad· privada, que es uno de los más firmes, na
turales e inmediatos factores de arraigo, la .revolución religiosa
introducida
en el seno de :la Iglesia icon 1a herejía progresista pre
tende
desa~aigar de
la tradición
cristiana al
hombre y a
'la lla
mada
civiJlización occidental, como última etapa previa y necesa
ria, tras la marxistización de los pueblos de tradición católica, para
llegar a la esclavización de
la humanidad bajo la omnipotencia
de un
Super-estado mundial políticamente
dominado por la Fi
nanza y estructurado tecnocráticamente -según los moldes so
cia1istas.
La perspectiva parece pesimista: ¿ por qué se motejan de
anacrónicas las obras de Vázquez Mella y se tienen por actuales
478
Fundaci\363n Speiro
EL MUNICIPIO COMO CONTINUIDAD EN EL TIEMPO
las de Marx, ba.stante anterior en el tiempo?; ¿ por qué se .reediita
a Galdós y no a Pereda? El mundo sigue su curso pendiente
abajo y ningún medio humano
parece suficiente
para detenerlo
en .su raída. Sin emb~rgo, la Revolución, como -el gigante con pies
de barro de la visión de Daniel, quebrará al impulso de la más
insignificante e inesperada piedrecilla: lejos de
ser utopía el re
torno al orden natt.11:'al y cristiano, la utopía está en pretender
asentar la sociedad en otra base que no1.sea el mismo Dios, su
creador, sin el cual, a:sí como no hubiera existido jamás, tampoco
puede conservar.se
y sostenerse.
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UAN CASAÑAS BALCELLS.
El vértice de 1a divergencia hasta el infinito ,entre Cristianis
mo y Liberalismo, o
sea entre
Orden
,:iaturnl y Revolución, está
en la diversa respectiva concepción de la irelación esencial entre
hombre y sociedad: para el primero, concorde con la razón na
tural expresada ,en el aristotélico "dv&pw11:o, E&ov 7t:CtA.rttxóv", el
hombre
es -social por natural,eza; para -el segundo, el nombre no
tiende naturnlmente a la sociabilidad, sino que la Sociedad es crea
ción
artificial y contingente del "contrato".
Consecuencia inmediata de la sociabilidad natural del hom
bre es la formación de comunidades humanas natura1es de 'Ca
rácter territorial o institucional y de ámbito cada vez más am
plio
a medida que por la
incesante perfectibilidad del
hombre
aumenta progresivamente la amplitud y complejidad de los fines
humanos naturales a cuya satisfacción responden aquéllas.
El
origen de ,tales ,comunidades, desde las más .reducidas que tienen
su expresión ,en el
municipio, hasta
1a comunidad ,estatal, y quizá
paira .el futuro los estados supranacionales e incluso un teórica
mente
no imposible
snper,estado mundial,
está Dios, que
ha creado
al hombre sociable por
naturaleza, y
no en la entelequia del
"contrato" roussoniano.
La concepción cristiana sujeta fas socie
dades
naturales a un orden jurídico natural
de principios objeti
vos e inmutables, participación de la Ley -eterna; para i1a con
cepción
liberal, en cambio, no hay otro derecho natura1 que [a
cambiante
subjetividad de
la "voluntad general".
En
toda comunidad humana natural, y
entre ellas en el Mu
nicipio,
es evidente
el aspecto o dimensión
"e-spacia1 ". Pero
tienen
también otra dimensión, m-enos conocida, de sentido TRANSTEM-
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FORAL: hay comunidad no sólo en un momento y lugar deter
minados (aspecto espacial), sino que también la hay entre las
diversas generaciones que a .través de los tiempos integran y per
petúan la comunidad {aspecto transtempüral). Así, un municipio
concreto [o forman no sólo lOiS que hoy constan en su censo mu
nicipal, sino
también cuantos han encarnado en
ti,empos preté
ritos
su autóctona esencia, como también
las generaciones
que en
el futuro recibirán, de quienes les priocedieron, la profunda heren
cia de tradiciones, ,costumbres y características que dan a aquel
municipio concreto su peculiar modo de ser.
Aunque poco conocida, no por ello .\a aludida dimensión trans
temporal
de las comunidades naturales ha dejado de ser estu
diacda profundamente y ,expuesta eu forma magistral y definitiva.
Sin embargo, el pensamiento liberal dominante durante más de
uh .siglo en nuestra Patria, y que cabría esperar finiquitado ,tras
el 18 de julio, sigue obstinado ert siJlenciar cuantos vafores, los
únicos positivos, q.ue no militan ,en su campo. Por ello, sólo quie
nes sobreponiéndose a
'1a formación o deformación impartida por
una Universidad secularmente .liberal o socralizante han acerta
do a
penetrar eu los
olvidados
tesoros del pensamiento tradicio
nal, han podido conocer el qu.e su s.istema-tizador, Donoso Cortés,
denomina
DOGMA' m:t LA SOLIDARIDAD, expresión a la par que fun
damento ,teológico de la dimensión transtemporal de las comu
nidades.
Bn el capítulo III del Libro Tercero de su obra maestra, Ene
sayo sobre el Catolicismo, el Liberalismo y el Socialismo, Donoso
afirma que "Hay comunidades de méritos y deméritos, de glorias
y de desastres, de talerutos y de aptitudes entre las generaciones
pasadas
y las presentes, entre las presentes y las futuras". y
como, según proclama en él Capítulo I de la misma obra, "en toda
gran cue~ión política va envuelta siempre una gran -cuestión
teológicá", Donoso investiga y -encuentia en el dogma caf:ó1ico
el fundamento de aquel principio histórico-,político de la solida
ridad: a través de un enc.adenami-ento lógico. perfecto, de la coin
cidencia en Adán de un doble carácter,
como ind.iV,iduo y como
representante de toda la humanidad, porque. históricamente; en su
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individualidad, se ooncentró toda la naturaleza hwnana, que trans
mite a
todos
los hombres,
deduce
Donoso el dogma de la unidad
esencial
del género ht.tmano, uno
por la
sustancia que
lo consti
tuye y vario por las personas .singulares que fo componen; y así
como esta variedad es correlativa al dogma del pecado actual,
aquella unidad es correlativa
al dogma
del
pecado original;
y
como consecuencia de uno y otro, concluye que el hombre está
su jeto a una doble responsabilidad : una que le es propia, perso
nal y exclusiva; otra, que le es común a fos demás hombres. Esa
responsabifülad en común, esa "90lidaridad11 -es, dice Donoso, "una
de
las más bellas y augustas revelaciones del dogma católico. Por
la solidaridad
,el hombre, levantado a mayor dignidad y a má.s
altas esferas, deja de ser un átomo en el espacio y un minuto en
el
tiempo, y anteviviéndose y
sobreviviéndose a sí mismo se
pro
longa hasta donde los tiempos se prolongan, y se dilata hasta
donde
se dilatan
los espacios".
Precisamente en este dogma de la
solidaridad, entendido
según
Donoso,
estriba el fundam<>nto teológico de
la dimensión
o aspecto transtemporal de las comunidades humanas
naturales:
el mismo Donoso afirma que "La [ey de la solidaridad es tan
universal, que ·se manifiesta en tqdas las asociaciones humanas; y
esto hasta tal punto que, el hombre, cuantas veces se asocia, tanrtas
cae bajo la jurisdicción de esa ley inexorable. Por sus ascendien
tes está en unión -solidaria con ,el tiempo ,pasado, por el .tracto su
cesivo
de ,sus prqpias acciones y por toda su descendencia entra
en comunión con los tiempos futuros".
Así entendido, el dogma de la solidaridad coincide ,con la
idea de TRADICioÓN -en su g,enuino significado de "progreso here
ditario" según
genial
y exactísima expresión de Vázquez Mella:
"La tradición es el progreso hereditario; y el progre.so, si no es
her:editario,
,no es
progreso
social. Una
generación,
\Si -es heredera·
de
las
anteriores, que le transmiten por
tradición hereditaria lo
que han recibido, puede recogerla y hacer lo que hacen los buenos
herederos: aumentarla y ,perfeccionarla, para comunicarla mejo rada a sus sucesores. Puede también
ma,lbaratar aa herencia o re-
pudiarla. En este caso lega la miseria o una rnina; y si ha edi-
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ficado algo destruyendo lo anterior, no tiene derecho a que la
generación siguiente, desheredada del patrimonio deshecho, acepte
el suyo; y lo probable es que se quede ,sin los dos. Y es que 'la
tradición, si incluye el derecho de los antepasados a la inmovtali
dad
y
al respeto de sus obras, implica también el derecho de las
generaciones y de los siglos posteriores a que no
se destruya la
herencia de las precedentes por una generación intermedia amoti
nada. . . .
Ved, señor,es, cómo la tradición, ridículamente desde
ñada por los que ni siquiera han penetrado su concepto, no sblo
es elemento necesario -del progreso, sino una ley social importan
tísima, la que expresa la collll:inuidad histórica de un pueblo, aunque
no
se hayan
parado a
pensar sobre ella ciertos sociólogos que,
por detenerse demasiado a admitir la naturail,eza animal, no han
tenido tiempo de estudiar la humana en que radica". (Discurso
en Barcelona,
el 17 de mayo de 1903.)
Como algo consustancial a la esencia de
fas comunidades
na
turales, la dimensión transtempora:1 de éstas, Tradición en su más
puro y genuino significado, como ·expresión que es del dogma
de la solidaridad, forma parte del ORDEN QUERIDO y l\STARLECIDO
POR Dros, fuera del cual no hay sino desorden, desequilibrio, RJl-
VOLUOÓN, que en su acepción profunda entraña siempre '1a con
culcación del Orden natural. D~ ahí
que todas las revoluciones
hayan pretendido romper con
el ¡,asado, y todo intento de rotura
con
el pasado legítimo ,sea el mejor indicio ;para intuir el fondo
revolucionario de cualquier movimiento o manifestación .ideológi
ca,
política, cultural o J:"eligiosa.
En consecuencia, mantener la Tradición, no en su erróneo
significado de conservadurismo inmovHista que para despresti
giarla le asigna el pensamiento revolucionario, sino en su genuino
sentido de "progreso hereditario", vitaliza, perfecciona y fecunda
el cuerpo social,
,por cuanto
lo conecta y mantiene dentro del orden
natural. Por el contrario, negar la .solidaridad es destruir la co
munidad: tan destruotor es el "conflkto generacional", hoy fo
mentado por la Revolución desde todos sus ángulos, como seria
pretender disgregar "espacialmente" los elementos componentes de
una comunidad coexistentes en un mometlfl:o histórico determinado.
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Por eso, Torras i Bages pudo oon razón afirmar que "Catalunya
será cristiana o no será", porque romper con la tradición
cristiana
de
Cataluña vale tanto como destruir su
esencia, afirmación
per
f
a
la superior unidad de las Españas; por
lo mismo, es di:Sgregador y revdlucionario su contemporáneo Prat
de la Riba con su afirmación de que Cataluña puede lo mismo
ser católica, herética o librepensadora sin dejar de ser siempre
Cataluña. Resulta inexplicable el diverso realce dado aos respec
tivos cincuentenarios de ambas pensadores, .si no se admite la
preponderancia, hoy, de fa cor.riente revolucionaria.
La
actualidad, o
mejor, perennidad del concepto que encierra el
dogma de la solidaridad
según lo
expone Donoso, coincidente
con Ja idea de Tradición-Progreso heredi,tario a lo Vázquez Mella,
viene avalada por la insistencia con que pensador.es más .recientes
abordan el tema del ARRAIGO: según Simone Wei!, "el arraigo
es tal vez
la más importante y la más desconocida necesidad del
alma humana. Es una de las más difíciles de definir. Un ser hu
mano tiene
una participación real, activa
y natural en la
existen
cia
de una colectividad que conserva
vivos ciertos tesoros. del
pasado y ciertos presentimientos de porvenir. Participación na
tural,
es decir,
producida automáticamente
por el lugar, ei naci
miento, la profesión,·
el contorno. Cada ser humano tiene necesidad
de tener múltiples raíces. Tiene precisión de recibir casi la tota
lidad de su vida moral, intelectual, espiritua'l, por intermedio de
los ambientes de fos que naturalm.enrte forma parte"; en conse
cuencia, para Simone Weil, el desarn'.aigo "es ron mucho 1a en
fermedad más maligna de las sociedades humanas"; Jos .seres ver
daderamente
desarraigados
"o ,caen en una inercia de a'lma casi
equivalente a la muerte, como la mayor parte de Ios esclavos en
tiempos del Imperio
:romano, o se lanzan a una actividad tenden
te siempre a desarraigar, frecuentemente por los métodos más
violentos". En análogo sentido, Rafael Gambra afirma que Hla
tierra
de
los hombres
es
mansión ·en el espacio y rito en el tiem
po: rito, porque la es,tructura del suceder temporal comunitario
"alberga
al hombre ,en
el tiempo como la ,mansión lo alberga en
el espacio.
y le otor,ga su bien más preciado: el sentido temporal
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de las cosas, en cuya vfrtud no se pierde la vida en '1a incoheren
cia
y ,el hastío"; en -cambio, por el desarraigo -el hombre pierde
"el bien más profundo, aquel que constituye propiamente
.su exis
tencia
de hombre :
el lazo misterioso y cordial con las cosas de
su
mundo por las que éstas se
hacen valiosas
para él
y otorgan
arraigo y sentido a su vida".
Este fenómeno natura:! de la solidaridad, de Ia tradición, del
ar:raigo, precisa.mente por su "naturalidad", se traduce no sólo
en un vago sentimiento,
sino en
muy concretos modos de ser
y
ÍOI"!mas de proceder que imprimen carácter a una comunidad. Esto,
que :se da en toda comunidad, se manifiesta de un modo más evi
dente ·en ·el Municipio, ,por su inmediativ.idad a la vida individual
y
farulliar: podrían multiplicarse !os ejemplos de pueblos colin
dantes o muy próximos fuertemente
diferenciados por caracterís
ficas peculiares que persisten a través de ,los tiempos. Hoy, sin
embargo, por todas partes se observan síntomas de desarraigo,
cediendo las
peculiaridades naturales
a los impulsos de una uni
forruación masificadora poderosamente dirigida.
Es -lógico que sea
así, .dado el
creciente .predominio
de la
Revolución. a escala mun
dial. El
obstáculo que
se opone a su máximo objetivo destructor
de
.todo orden
natural
y cristiano es 1a Ti:-adición, ,el arraigo. De
ahí que, así como con la revolución política del Estado deme-
liberal desa,rraigó
al
hombre de
sus comunidades
políticas natu
rales
y con 'la ,revolución económico-social del Marxismo lo des
arra~ga
de fa propiedad· privada, que es uno de los más firmes, na
turales e inmediatos factores de arraigo, la .revolución religiosa
introducida
en el seno de :la Iglesia icon 1a herejía progresista pre
tende
desa~aigar de
la tradición
cristiana al
hombre y a
'la lla
mada
civiJlización occidental, como última etapa previa y necesa
ria, tras la marxistización de los pueblos de tradición católica, para
llegar a la esclavización de
la humanidad bajo la omnipotencia
de un
Super-estado mundial políticamente
dominado por la Fi
nanza y estructurado tecnocráticamente -según los moldes so
cia1istas.
La perspectiva parece pesimista: ¿ por qué se motejan de
anacrónicas las obras de Vázquez Mella y se tienen por actuales
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EL MUNICIPIO COMO CONTINUIDAD EN EL TIEMPO
las de Marx, ba.stante anterior en el tiempo?; ¿ por qué se .reediita
a Galdós y no a Pereda? El mundo sigue su curso pendiente
abajo y ningún medio humano
parece suficiente
para detenerlo
en .su raída. Sin emb~rgo, la Revolución, como -el gigante con pies
de barro de la visión de Daniel, quebrará al impulso de la más
insignificante e inesperada piedrecilla: lejos de
ser utopía el re
torno al orden natt.11:'al y cristiano, la utopía está en pretender
asentar la sociedad en otra base que no1.sea el mismo Dios, su
creador, sin el cual, a:sí como no hubiera existido jamás, tampoco
puede conservar.se
y sostenerse.
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