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Número 115-116

Serie XII

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El Islam, ¿empresa judía?

EL ISLAM, ¿EMPRESA JUDIA?
La crítica histórica y los orígenes de la religión musuhnana.
POR
JULIO GARRIDO.
España tiene un bien merecido prestigio en el campo de los es­
turdios sobre la civilización musulmana. Las escuelas de Madrid y de
Granada, los nombres de Codera, Ribera, Asin Palacios, González Pa­
lencia, para citar sólo
alguri.os de los ya

desaparecidos, son conocidos
universalmente entre los orientalistas. Sin embargo, la ignorancia, los
prejuicios y, sobre todo, la indiferencia, son actualmente la tónica ge­
neral del pueblo español frente a l. religión musulmana. Todos los
estudios brillantes de los arabistas no han logrado disipar esta igno­
rancia ni sacudir esta indiferencia; f>dncipalmente porque se ha tra­
tado de estudios de erudición que
nurica han
enfocado
'con claridad,
valentía
y objetividad el problema del origen, del significado y . del
papel del Islam en
la historia religiosa de la humanidad y en el
mundo
actual.
Durante muchos siglos el Islam ha sido el enemigo número uno
de los
pueblos cristianos;
la actitud imperialista
y conquistadora de
los musulmanes, la destrucción de las civilizaciones anteriores a la
suya, originaron una reacción defensiva. Los poderes políticos de los
paí-ses europeos

emprendieron la lucha contra
el Islam con ·1a apro­
bación y el aliento de la Iglesia. La guerra contra los musulmanes fue
considerada no sólo legítima, sino meritoria, y UQ.o de sus más largos
episodios, la Reconquista, es una de las glorias de la_ Historia de
España. Grandes santos, hombres llenos de fe, políticos prudentes e
intrépidos mtilitares emplearon todo su talento, s11;5 energías ,y sus
acciones en la lucha armada contra los infieles. El nombre dé Cruzada
ha permanecido en nÚestro vocabulario, no sólo para toda acción mi-
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Fundaci\363n Speiro

JULIO GARRIDO
litar en defensa de la fe, sino tambikn para calificar toda lucha enér­
gica en favoc de una buena causa.
Esta
buena causa
siendo en su origen una legítima defensa contra
un agresor cuya finalidad era subyugar al mundo y cuyo medio era
el «djihard», la gran santa.
Cuando el Islam perdió su agresividad militar como consecuencia
de la resistencia armada de los pueblos oa:identales y también como
consecuencia de su incapacidad técnica, los países musulmanes pasa­
ron casi en su totalidad bajo la dependencia de las naciones europeas,
pero éstos eran ya presa de un proceso de descristianización y conside­
raban el factor religioso como secundario, dando más importancia a
los factores económicos y políticos., de modo que el mundo musulmán
no fue ya considerado como una porción de la humanidad en la que
se debía predicar el cristianismo, sino como una vasta región a des~
arrollar desde el punto de vista material y a la que se le debían llevar
los

valores puraruente «laicos» de la cultura europea.
Para establecer más fácilmente su dominación inmediata, los países
europeos que dominaron al Islam, haciendo prueba de una miopía
impe.tidonable, no facilitaron y aun en muchos casos, impidieron la
conversión de los musulmanes al cristianismo. Con fines políticos,
todos ellos, en mayor o menor grado, apoyaron
al -Islam. La gran
mayoría de los sacerdotes y religiosos que pudieron establecerse en
estos países gracias a una libertad religiosa amparada por las poten­
cias dominantes, descargó su conciencia con la afinnación gratuita y
C()mcxla de que· «el musulmán no se convierte», como si su condición
de seguidores de Mahoma les impidiese recibir el mensaje que Cristo
trajo

a
todos· 1os hombres.

Esta
actitud de los que debían ser misio­
neros en tierras musulmanas fue el origen de una confusión en las
ideas, de multitud de actitudes ambiguas y de una corriente que em­
pezó predicando el respeto hacia la religión mahometana y terrrdnó
con un fi~oislamismo que dio origen a numerosos movimientos de
amistad islamo-cristiana, especialmente en Francia, cuya premisa fun­
damental era el reconocimiento de los «valores espirituales» de la
religión musulmana y la renuncia a todo género de apostolado.
En este clima de dimisión y de pasividad se han desarrollado en
el seno 594
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EL ISLAM, ¿EMPRESA JUDIA?
desintegrado el espíritu misionero que existía todavía en los medios
religiosos que están en contacto
c:on el
Islam. A este triunfo de
los
eclesiásticos

derrotistas se han unido los
c~ios políticos
efectuados
en los países musulmanes que han eliminado
la influencia cristiana
y las
han hecho volver a su ancestral desprecio de la libertad religio­
sa
y a su afán proselitista y conquistador.
No está de más que ante este cambio de situación hagamos aquí
un breve examen de conciencia
y demos a conocer los pocos pero
importantes estudios que se han realizado
estos últimos
años sobre
la religión islámica, en particular sobre sus orígenes judíos, estudios
importantes desconocidos en España
y que pueden iluminar el fondo
del problema que no es ni político, ni económico, ni cultural, sino
puramente
religioso; teológico

para ser
más precisos,
como ocurre
con todas las corrientes ideológicas que constituyen el fundamento de
la historia de
la humanidad.
Pero antes

de enfocar
el problema de fondo es necesario hacer
algunas consideraciones sobre
el origen de las actitudes achJ.ales fren­
te
a
la religión musulmana, pu.es esta tipología de nuestros contem­
poráneos nos permitirá comprender por qué los estudios sobre el
Islam han sido tan frecuentemente falseados aun por los mejores es­
pecialistas
y la necesidad de eliminar un con junto de prejuicios que
oscurecen los aspectos fundamentales de este importante problema.
El origen de las actitudes actuales frente
al Islam.
En 1965 publicamos en París un estudio detallado sobre esta cues­
tión ( 1) ; creemos que la posición del problema ha cambiado muy
poC:o en estos últimos años y por esto expondremos aquí los resul­
tad06 principales
de

nuestro estudio remitiendo a la publicación
francesa a aquellos que quisiesen tener una información
más detallada.
Decíamos en nuestro estudio
qm."' las

actitudes que se encuentran
actualmente con respecto al Islam son producidas por la confluencia
de dos órdenes de factores, unos de carácter subjetivo o sen.timen-
(1) J. Garrido: Attitude face a /'Islam. Etude des opinions contempo­
raines sur

la réligion musulmane.
Paris (Edítions du Cedre) 1965.
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JUUO GARRJDO
tal que llamábamos factoreJ superficia/eJ, y otros que son consecuen­
cia lógica de principios filosóficos o
r~ligiosos admitidos
a priori
y
que son los factores profundos.
De -la conjunción de esto.s dos órdenes de factores nacen las di­
versa·s actitudes

que encontramos en el mundo
actual, actitudes más o
menos lógicas o sólidas según que los factores subjetivos sean con­
rnrdantes o no. con

los principios filosóficos
y religiosos admitidos.
Hay que tener en cuenta que nuestro eshldio .se refiere únicamente a
los individuos -de
formaci~n y cultura europea,, es decir, que tienen
siempre un fondo más o menos
velado de cultura cristiana.
No hay que creer que las opiniones más
dignas de
consideración
son las que se · encuentran entre los especialistas islamólogos; la ex­
periencia
en~eña que

los científicos y los especialistas, cuando opinan
sobre cuestiones que están fuera de
sll estrecho

campo de estudio,
están tan
influenciados por

los que llamamos factores superficiales
como el común de los_ mortales
.. Se encuentran muy a menudo isla­
mólogos que no se han.
planteado nunca
los problemas fundamen­
tales •del Islam
y disimulan su falta de ideas claras bajo un ,lenguaje
técnico

y complicado, de modo que en lugar de
iluminar a
sus lec­
tores les dan
la impresión de que se trata_ de cuestiqnes muy difíciles
reservadas únicamente a
los tspecialistas
; - es lo que llamaremos «la
cortina de humo- de la ·erudición». De esta tendencia son caracterís­
ticos los trabajos del P. Anawati (2) cuya lectura
aconsejamos a
aquellos

que quieran estudiar esta curiosa tendencia que deliberada­
mente siembi:a_ la
cop.fusión.
Se encuentra a menudo ideas má~ justas y claras, ideas más inte­
ligentes
y profundas entre las gentes · sencillas que conocen el pro­
blema real
y que no han olvidado le doctrina de la Iglesia sobre los
infieles y el
mandato de Nuestro

Señor de predicar su doctrina a
todas las criaturas.
Los factor~ stiperficia:les de orden·· subjetivo

o sentimental que
afectan las actitudes frente al
Islam pueden

clasificarse en las cate­
gorías siguientes.:
(2) G. C. Anawati. Vers un ·Dialogue Islamo-chrétien. Revue Thomiste
1964. 280-326.
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EL ISLAM, ¿EMPRESA JUDIA!
La indiferencia o 'el caminb de· 1a facilidad, que consiste en des­
entenderse del problema, es, muchas veces, consecuencia de un senti­
miento de desprecio hacia los musulmanes que se
consideran incapa­
ces y subdesarrollados.
La hostilidad, tentación constante para aquellos que conocen las
vejaciones y las persecuciones de que son objeto los no musulmanes
en los países isilámicos y que no han olvidado el · viejo antagonismo
entre <>.
La atracción del folklore corriente entre. los hlrista5 y los diletantes
atraídos por los paisajes luminosos· y las manifestaciones exterio;es
de

piedad de los musulmanes.
La
prudencia o el camino del interés, sentimiento frecuente entre
los que tienen· relaciones directas y seguidas con los países mus1.tlma­
nes y que han comprendido lo peligroso que puede ser atacar o cri­
ticar a
la religión mahometan~.
La erudición no es en sí un factor subjetivo o sentimental, pero
puede llegar a serlo cuando quiere superar su papel
de instrumento
para

ejercer una
especie· de mo.Ó.opoiio sobre el pensamiento de modo
que hace perder todo sentido crítico
y" nos entrega indefensos en manos
de un grupo de mandarines que prácticamente siempre están domina­
dos por sentimiento de prudencia, cuando no de miedo, que les im­
pide enfocar los
problemas funda.mentales con

objetividad
y valentía.
Finalmente, para terminar con esta rápida revista de los factores
subjetivos o sentimentales, nos resta examinar
-el" principal

de éstos
y
es el referente a la hipótesis progresi.rta, -que se basa en un sentimien­
to optimista que imagina que los pueblos musulmanes han de seguir
necesariamente una evolución idéntica a la de los países cristianos :
laicismo, primicia del aspecto
económico y desarrollista, desprecio de
sus tradiciones,

entusiasmo por
la ciencia y el progreso y, finalmente,
abandono de sus características propias para marchar hacia un mundo
homogéneo
y uniforme bajo el signo del hedonismo.
No parece que esta hipótesis
se ·vaya
confirmando en _los países
musulmanes, pues a medida que éstos se desligan de la influencia
europea reafirman su
caráe:ter islámico y la religión se utiliza como
aglutinante

para aumentar la unión entre lo espiritual
y 10 temporal,'
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¡uuo GARRIDO
un:ión que ha sido siempre una de las bases de la civilización mu -
sulmana. Las ideas de discriminación. religiosa,
de superioridad

espiritual,
cobran nuevo vigor en los países musulmanes y el proyecto de un
imperio árabe conquistador yace latente en las masas y en las clases
dirigentes. Nuestra intención aquí es analizar las opiniones contemporáneas;
en ellas intervienen estos factores superficiales de orden sentimental,
pero en el fondo están gobernadas por los principios que inspiran a
las diferentes familias espirituales que existen en el mundo actual;
creemos que se puede obtener una buena clasificación
tipqlógica con­
siderando

los cuatro grupos siguientes:
1) El agnosticismo.
2) El sincretismo.
3) El marxismo.
4) El
Cris~anismo.
En

cada uno de estos grupos inciden los factores superficiales
y
se puede así tener una clasificación sencilla pero que permite ordenar
prácticamente la totalidad del ancho abanico de opiniones que
se en­
cuentran actualmente.
El agnosticismo.
El agnosticismo, que niega toda realidad al mundo sobrenatural y
postula la imposibilidad del conocimiento metafísico y teológico, pro­
fesa frente al Islam (como para todas las demás religiones) un olím­
pico desprecio o una
condescendi.en.te simpatía.

Para los
agnósticos, el
Islam

es sólo un
hecho sociológico

a estudiar. Admiten, a veces, que
la moral
y el dogma son inferiores al cristianismo, pero siendo más
apropiados a ciertas razas, países o climas, serían un factor de civili­
zaoi{m, una

etapa en la evolución
de la
humanidad. En este sentido
el agnóstico apoya de buena fe la islamización de pueblos primitivos
y manifiesta e, está influenciado por prejuicios anticristianos. Desde luego que la
idea de organizar
misiones para

convertir a los musulmanes le parece
descabellada
y negativa.
59g
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EL ISLAM, ¿EMPRESA JUDIA?
Cuando por sus preorupaciones intelectuales o su posición· geo­
gráfica está

alejado de
los países
musulmanes resulta fuertemeute
influenciado por la
indiferencia, pero cuando conoce directamente el
Islam
oocila eutre

la
hostilidad y la atracción folklórica, atracción que
cuando su corazón no está completamente reseco en sus fibras religio­
sas puede llevar a sentimientos de admiración
y hasta de envidia, y
conducir a algunos en el camino de la conversión (Psichari, Charles
de Foucauld).
El agnóstico-progresista es, en general, un ser optimista, algo
miope, que rehusa ver la realidad del Islam; mirando al porvenir
está dispuesto a excusar todas las injusticias, a justificar todos los
crímenes cuando van en
el sentido

de eliminar
la influencia cristiana.
Piensa que todos estos episodios de la descolonización son inevitables
y que rápidamente todas las religiones desaparecerán para ser susti­
tuidas por

la ciencia
y que con esto empezará una era de felicidad para
todos. Estas tendencias se acercan
rol marxismo y al teilhardismo,
están actualmente de moda
aun en

ciertos medios eclesiásticos
y dis­
ponen

de
poderosos medios

de propagauda: es la filosofía de la
ONU.
En el pensamieno agnóstico juega un importante papel la erudi­
ción
y los agnósticos-eruditos o filoeruditos adoptan actitudes más o
menos doctorales, pero
se guardan muy bien, por prudencia, de cho­
car con las tesis oficiales del Islam
y criticar los dogmas y principios
de esta religión.
El sincretismo.
Ni
el agnosticismo ni el sincretismo son sistemas únicos, homo­
géneos
y definitivos; existen en estas dos posiciones gran número de
variantes y de matices más o menos coherentes o lógicos y existen
también posiciones
intermedias, de

modo que el paso
de una
a otra
posición puede hacerse insensiblemente
y depende del mayor o menor
interés hacia el problema religioso; los que carecen del sentido reli­
gioso se inclinan hacia el
agnosticismo, mientras

que los que conservan
la preocupación por los problemas
teológicos o

metafísicos son lleva­
dos
más bien al sincretismo.
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JIJUO GARRIDO
Para el sincretismo todas las religiones tienen una parte de la
verdad y ninguna la posee de un modo completo ; de modo que de
-lo que

se
trata es de llegar a una síntesis perfecta posible que se
acercará a la Verdad sin alcan:zarla nunca.
Dos tendencias- extremas existen en ·esta posición:· una tradiciona­
lista-esotérica
y otra racionalista.'
La primera admite que la síntesis buscada no la encontramos por
nosotros mismos, sino que la recibimos de ciertos iniciados qUe la
habrían recibido a su ,vez por una especie de iluminación interior que
en el límite resulta algo así como una revelación ( 3).
A esta tendencia. se adhieren ·muchos aficionados a la mística
comparada y diletantes de la espiritualidad alucinados po< el prestigio
de la erudición en dominios
exóticos.
La tendencia racionalista admite que podemos nosotros mismos,
a partir de
n religiones, extraer de todas ellas la parte de verdad
que contiene
y con este mosaico de verdades formar una nueva· reli­
gión n + 1 a la medida de nuestras preferencias.
El ,incretismo tiene uua partida fácil cuando trata de encontrar
los puntos comunes entre el Cristianismo, el Judaismo y el Islam, ya
que,
como'-Veremos en

seguida, esta última religión se ha nutrido, en
gran
parte, de

las
afirrhacionés judaicas. De todos rilodos, a pesar de
su falta de originalidad.
Mahoma es

.considera-do como un gran profeta
comparable a Krislima, Buda, Confucio y Jesucristo.
En todo sincretista que se respeta no hacen mella IoS sentimientos
de
indiferencia ni hottilidad, pero el atractivo folklórico suscita ad­
miración como
manffestación exterior -de la

«profunda
espirirualidad
islámica.>>.
La hipótesis progresista es admitida a condición que 1a
evolución se haga en · el sentido de una confusión de todas las reli­
giones para formar una religión superior universal ( 5).
( 3) Es curioso señalar que uno de los más brillantes defensores de esta
posición, René Guenon, después de haber buscado la verdad sintética tradi­ cional en la sabiduría hindú,
terminó por

convertirse al Islam y en él murió.
(4) Una buena exposición de esta tendencia se encuentra en
la conocida
obra de Schure
Lo1 grandes iniciados. Se .ha afirmado que esta obra influyó
considerablemente sobre el
pensamiento del
P. Teilhard de Chardin.
( 5) Con esta tendencia se relacionan numerosos movimientos ecuménicos­
sincretistas de los cuales
quizás el má., significativo

sea el Templo de· la
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EL ISLAM, ¿BMPRJJSA JUDIA?
El marxismo.
Para el marxista el factor fundamental es el factor político, ··par·
ticularmente
la eficacia poítica.
Es bueno todo lo que sirve al triunfo
del
comuni•mo en

el mundo
y malo lo que puede ser un obstárulo
a

esto.
La actitud de marxismo frente al Islam está dominada por este
principio general. Mientras el Islam sea un factor útil para debilitar
a
los países
occidentales, o para obtener posiciones estratégicas, será
considerado como un aliado, un factor que hay que manejar del- modo
más útil posible, siempre con la idea de eliminarlo cuaodó llegue
el
momento en que será declarado, según decía· Lenin : «intrínsecamente
perverso, pues mantiene la idea de Dios y Dios es el enemigo persa·
n•l
de

la sociedad comunista».
El
esrudio de

la -influencia de los
«factores. supercifiales»
sobre
las actitudes marxistas frente
aJ Islam puede resumirse eri dos frases.
La
hipótesis progresista, que- es uno de los dogmas marxistas, no será
nunca puesta en duda. Los
ot~os factores s~bjetivos o
sentimentales
serán únicamente medios auxiliares que se deben utilizar inteligente­
mente para manejar
la opinión . adecuadamente según los. lugares y
los momentos. 1?5 marxistas han visto perfectamente que se trata
de factores superficiales cuyo papel es sólo circunstancial.
El cristianismo.
A los ojos de los cristianos que no están contaminados por alguna
de las tres ideologías que acabamos
de estudiar, los musulmanes cons­
tituyen un pueblo de infieles que, de acuerdo con los mandamientos
del Evangelio, de San Pablo
y de la Tradición, deben ser iluminados
por la fe cristiana para que se conviertan. La regla de oro es: «amar
a los musulmanes, pues tienen un alma que salvar
y rechazar el
Comprensión (Ver el folleto de R. K. Spenser: The cult of the all-seeing Eye. ·
The Christian Book club of America. Hawthorne. Cal. 1968.
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JULIO GARRIDO
Islam que les ,impide conocer la verdadera religión», es el prinap10
cristiano que nos
manda amar a

los pecadores
y los que están en el
error, pero nos obliga también a aborrecer
y extirpar el pecado y el
error.
A pesar de esta doctrina sencilla y clara se encuentra actualmente,
en
particular después

de la propaganda que se ha hecho sobre el ecu­
menismo después
del Concilio

Vaticano II, una tendencia que re­
chaza la
doctrina tradicionaJ. Tendencia que

es
el fruto de la men­
talidad postconciliar que ha dado tan amargos frutos para la vida
religiosa de la humanidad ( 6).
Existe ahora una desorientación creciente en el pueblo cristiano
solicitado por ideas dispares que tienden a destruir la idea de misión
y a considerar como válidas todas las manifestaciones religiosas de los
diferentes pueblos de la tierra; un análisis de estas posiciones con
respecto al
Islam puede

verse en nuestro estudio ya citado ; aquí sólo
diremos algunas palabras sobre las diferentes actitudes que se encuen­
tran
actualménte entre

los católicos.
Los
católicos indiferentes frente al Islam son los más numerosos,
indiferencia benevolente o indiferencia
hostil, pero,
en
el fondo,
una
f~lta de

caridad hacia los musulmanes que son verdaderos cautivos
de esta falsa religión.
Los
católicos temerosos-politizados, frecuente entre aquellos que
conocen de cerca
el problema musulmán y que ante todo procuran no
tener problemas
y desentenderse de sus obligaciones de cristianos con
el pretexto de la humildad
y de comprensión y amistad hacia los
mahometanos.
Los
cdtólicos íslamófílos influenciados por el atractivo folklórico
o por el ecumenismo no son raros; algunos llegan a minimizar u
ol­
vidar la Encarnación y la Redención y considerar a Mahoma como
un profeta enviado de Dios.
De ellos nos ocuparemos en seguida, pues
(6) J. Garrido: La mentalidad pOJt-condliar y las verdades de la fe.
Buenos Aires, 1968
y México (Editorial Jus), 1969.
Edith Delamare, L. de Pondos:
Infiltrations ennemies dans l'Eglise. Paris
(la librairie fran~aise), 1970,
P.
Virion. Mystere d'Iniquité (Editions St. Michel) Saint Cénéré, 1966.
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EL ISLAM, ¿EMPRESA fUDIA?
es esta islamofilia y son estas desviaciones doctrinales las que han
impedido e impiden el
estudiar el Islam objetivamente.
Para
estudiar objetivamente el Islam hay que dejar a un lado
la indiferencia, el temor, la
política y
la islarnofilia
y enfocar valien­
temente el problema con sentido realista. Los especialistas rara vez
se han podido desligar del temor y de la política
y muy a menudo
han caído en la islamofilia, por esto sus trabajos carecen frecuente­
mente de la necesaria objetivid•d, sobre todo en lo referente a los
problemas fundamentales (7) sobre
el origen y significado de la
religión musulmana. Para enfocar correctamente
esta cuestión
debe­
mos
estudiar la poskión de los estudiosos en lo referente a la crítica
histórica sobre los orígenes del Islam.
La crítica histórica y los orígeneR del Islam.
Es
curioso el hecho que la mayoría de los islarnólogos resultan
como paralizados por una especie de temor reverencial cuando abor­
dan el tema del Corán. Los mismos que entran a saco con desenfado
y sin ningún respeto cuando analizan el
Antiguo y el Nuevo Testa­
mento, parecen estar llenos de consideración
y de respeto frente al
libro sagrado de los Musulmanes. Todo se ha dicho,
todo se
ha ana­
lizado
y criticado del contenido de la Biblia. La crítica histórica, la
crítica
racionaJista, han
querido muchas
veces destruir las afirmacio­
nes
más claras de nuestro Libro sagrado, pero no ha existido ningún
Renán
islam.izante que
haya intentado destruir sistemáticamente el
contenido positivo
y sobr.enatural· del Corán. Más bien desde hace algún
tiempo muchos autores católicos se han esforzado en cantar loas
al
Corán y lo han presentado como posiblemente de inspiración Divina.
Este
filoislami,smo ya
empezó en
d siglo XVIII con una Biografía
apologética
del conde de

Boulainvilliers aparecida en Amsterdam en
1731. Pero estaba tan arraigada la hostilidad contra
el mahometis­
mo que
el mismo

V oltaire ridiculizó en su tragedia «Mahoma o
el
fanatismo» (1736) este incipiente filoislamismo, dice:
(7) M. Lammens: V!Jlam. Croyancer et Institutiom. 3-ª edición, Bey­
routh, 1943.
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JULIO GARRIDO
El conde de Boulainvitliers ha querido hacer pasar a Mahoma
por
un gran. hombre ... M; Sale quiere presentar a Mahoma CO'mo un
Numa
o

un Teseo. Reconozco
que habría que respetarlo si nacido
príncipe

legítimo o apoyado por los suyos hubiese dado leyes
sabias
como

Numa o defendido a sus compatriotas como Teseo. Pero que
uit mercader

de caméllos provoque
una sedición

en
su poblado,

que
asociado a al-gunos desgraciados les persuada i:¡ue habla con el angel
Gabriel, que pretenda haber sido elevado al cielo y haber recibido
un libro que hace temblar al sentido común a cada página; que para
hacer reipetar
este

libro
traiga a su patria la guerra y el incendio,
ex.'ermine a los padres, rapte a las mujeres; dé como única alterna­
tiva a los vencidos su religión o la muerte, es realmente lo que nin­
gún hombre
pueda excusar, salvo si la super.rtición ha ahogado todas
las luces

de su razón ...
»
Voltaire se considerará '«bien recompensado por su trabajo» si
puede
servir para «desarraigar la intolerancia y demostrar que ésta
produce monstruos». El monstruo que ha · escogido para hacer · esta
demostración
y encarnar el peór de lós fanatismos es Mahoma < falso

profeta,
<
barbara setta»,
así Voltaire
calificaba a
Mahoma ·y a sU doctrina sin ninguna ambigüedad en la
carta por la cua,I envió su pieza de teatro al papa Benedicto XIV
«Vicario d1ufl Dio ·Je veritll e di mansuetudine» (Carta del 17 dé
agosto

de 1745, publicada en
la edición

de Ginebra de 1768).
He aquí lo
que podían

leer
aCiuellos antepasados

nuestros que
considerándose «filósofos» consultaban con mayor interés a Voltaire que a las obras
recomendadas por la

Iglesia
y la Tradición. Sobre
la evidenda
del fanatismo y del Carácter nocivo de mahometismo la
«filosofía de
las luces» y la Iglesia estaban de aru.erdo.
Todavía a principios de este siglo la Iglesia no había cambiado
en
su· oposición

y su crítica
a la religión muSulmana. Así, por ejem­
plo, en 1901 el R. P.
l. L. GONDAL, profesor de historia en el
Seminario, de San Sulpicio, terri:iina su libro «Mahoma y su obra»
(París, 1901),
por un capítulo que titula Le chef-d'oeuvre du génie
du mali que empieza así.
·«Se puede.afirmar sin temor a equivocarse que el mundo religioso
no es acreedor a Mahoma ni de
11na idea,
ni un sentimiento. ni una
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EL ISLAM, ¿EMPRESA JUVIA?
práctica. Lo que el Profeta enseña, recomienda o prescribe, otros an.tes
que
él lo habían enseñado, prescrito y recomendado. La, constitución
teocrática que ha dado a su pueblo es sólo una caricatura poco hábil
de

la
constitucion del
pueblo
judío ... Mahoma

fue, en definitiva,
más un

eco
que una
voz
.... »
Bl libro termina. con una frase lapidaria -«Todo lo que es sano y
fuerte en la humanidad romperá con la ayuda de Dios las cadenas
sórdidas del Islam».
Después de esta casi unanimidad frente al Islam empieza i · fines
del siglo XIX a desarrollarse en los países occidentales y en particular
en Alemania una tendencia diferente
y _es la tendencia científica. No
se considera ya el Islam como una religión a estudiar en sus ideas
generales frente a la verda_d del cristianismo o como un campo para
el apostolado, sino como un dominio de estudio para los orientalistas
positivistas, en general aleja dos
de toda preocupación religiosa. Estos
científicos
se ocupan

del islamismo, pero hacen estudios de detalle
y
se alejan cada vez más de las ideas generales·; aquí empieza el reino
de la imprecisión doctrinal
y la atomización de la cultura. Es ·el reino
de
los especialistas que conocen perfectamente puntos muy concretos
de la civülización musulmana. Fruto de esta actividad científica han
sido las Enciclopedias
islámicas (8)

( que presentan perfectamente
atomizados los problemas)
y· los numerosísimos estudios monográficos.
Algunos especialistas han ensayado, en general tímidamente, de­
mostrar los orígenes judíos del
~rán y

las- influencias cristianas en
su formación, estudiando el texto con los recursos
·de la crítica his­
tórica (9). Sin embargo, se trata. siempre de estudios fragmentarios
y que abordan rara vez la crítica doctrinal de las ideas fundamentales;
(8) Encyclopedie of Islam (Brill). Leiden, 1913-1938. Handw/irterbuch
des

Islam. Leiden, 1941,
(9) Geiger (A):
Wa.f hat

Mohammed
áus Judenthum
aufgenommen?
1893. Koelle (S. W.):
Mohammed und

Mohammedaniom. London, 1889.
Schapiro (I): Die Haggadischen Elemente in erra.hienden teil des Korans.
Frankfurt, 1907.
Noldeke (G.) Geschichte des Korans, 2.ª e:d. (F. Se~·elly) 1909-1926.
Bell
(R.): The origin of Isiam in ist Ch1'istian enviromnent. London, 1926.
Sidersky (D.): Les
origines des légendes musulmanes

dans le Coran.
Paris, 1933.
605
Fundaci\363n Speiro

JULIO GARRIDO
además, estos trabajos son poco afirmativos y no han sido nunca vul­
garizados de un modo claro, de modo que el público y los estudiosos
que no son especialistas obtienen una información confusa.
Así, por ejemplo, en el gran diccionario de Teología Católica
(París, 1927), que ha sido
y es todavía la obra de referencia funda­
mental para los estudiantes de teología, en el artículo «Mahoma»,
tomo IX
2, pág. 1571, dice lo signiente:
«A la edad de unos cuarenta años Mahoma tuvo revelaciones del
ángel Gabriel y predicó una doctrina nueva ... Una cuestión se plan­
tea: ¿Fue Mahoma sincero y Jo fue siempre? A la primera parte de
la pregunta se responde ahora: si, y en esto creo que no puede haber
.rombra
de

duda. No se
'puede ahora,
como se
hacía antes, considerar
al profeta árabe como un impostor. A la segunda parte es más difícil
responder.
Parece que en el segundo período de su predicación, dda
la fe absoluta de su, seguidore,, abusó quizás de su credulidd. No
creo, sin embargo, que haya tenido nunca el propósito deliberado de
inventar una revelaiión. Concluyo, pue.r, que su

sinceridad fue
ah­
soluta y constante.
A partir del momento en el que se concluye en una sinceridad
«absoluta
y constante» de un per,onaje del que se admite que ha
intentado < la incoherencia queda abierta. Desde el momento en que se afirma
«sin sombra de duda>> (y también sin sombra de demostración) que
«el
profeta>> que

se ha considerado falso durante mil años por todas
las autoridades de la Iglesia,
ha sido sincero y que ha recibido re­
velaciones del

ángel
G.ibriel, el

camino está abierto para todas las
herejías.
Esta actitud ambigua y desorientad.ora no es una excepción, se en­
cuentra en la mayoría de los autore;_; contemporáneos. Así en el mo­
numental y excelente tratado el.el R. P. F. M. PAREJA (10) que con­
tiene infinidad de datos interesantes, el autor rehusa tratar los puntos
fundamentales y delicados, por ejemplo, el origen del Corán.
Jeffrey {A.): Malerials for the History of the text of the Qur-an. Lei­
den,
1937.
(10) Pareja (F. M.): IJlamologia. Madrid, 1952-54. Existen traducciones
italiana y alemana· de esta obra.
606
Fundaci\363n Speiro

EL ISLAM, ¿EMPRESA JUDIA?
En este tratado, de más de 1000 páginas, donde este problema de­
bería ser tratado «in extenso», el autor se limita a decir:
Para los musulmanes, Mahoma. es solamente el transmisor de la
palabra divina ... en efecto, Al/ah antes de crear el mundo de la nada
creo la

Tabla
(al lawh) y la pluma (al-,¡alam). En seguida, y por
orden de Al/ah, la
Pluma escribió

sobre la Tabla todo el
futuro y
todo lo ,¡ue puede ser conocido ... Mahoma no hizo más ,¡ue repetir
los
pasajes de
la Tabla a medida
,¡tte Gabriel
se los
comunicaba. Re­
sulta claro ,¡ue partiendo

de esta
base la
cuestión de
las fuenteJ del
Corán no se pueda plantear. Sin embargo, los eruditos no-musul­
manes, partiendo de

la
base que Mahoma

es
el autor
del Corán
y
considerando que se encuentran en el texto numerosos fragmentos
idénticos o
paralelos con
otros documentos
antiguos1 han buscado las
fuente.s
en las que Mahoma

ha podido encontrar sus
doctrinas ... »
No se habla para nada de los orígenes bíblicos o haggádicos del
Corán. Los autores recientes tienen tendenáa a poner en evidencia
los aspectos simpáticos del islamismo y hacer aceptables a los lectores
cristianos las tesis musulmanas.
Una vez lanzados en esta vía resbaladiza, algunos autores extre­
mistas llegan a hacer una verdadera apologética en favor del Islam.
Así

el padre Moubarac considera
el Isfam como de origen divino ( ll)
que contiene <> que «no se puede considerar
como una falsa religión» (p. y 155). Insinúa qllle contiene una «pre­
paración mesiánica» (pág. 158) ... El Islam tendría un destino pro­
videncial ... sería un «acontecimiento en los planes de Dios» (pá­
ginas 158-62) un Israel spiritua/ comparable con la Iglesia (pági·
na 155) ... De estas consideraciones a aconsejar una conversión al
Islam sólo hay un paso ... (12).
Como excepción a estas obras filoislá:micas desorientadoras, en­
contramos en
la literatura algunas obras objetivas como las de un
(11) Moubarac (Y.): L'Islam. París (Casterman), 1962. (12) No es de extrañar que uno d~ mis corresponsales, musulmán que
ocupa un puesto religioso
impodante, me
escribiese en
carta del
2 de marzo
de
1964: «La dialéctica cristiana se hace. huidiza, confusa e inestable en
cuanto a la
significación de
las palabras
y en su interpretación» ¡ A esto con­duce
el espiritu ecuménico!
607
Fundaci\363n Speiro

JULIO GARRIDO
misionero de la vieja escuela que publicó (bajo seudónimo) (13)
dos obras fundamentales: la primera (14) trata de los orígenes del Islam
y de la person,lidad de Mohamed, aporta todos los datos ob­
tenidos a partir_· de las fuentes musulmanas mismas. Se trata de una obra en dos tomos con abundantes notas en árabe
y que hace un estudio comparativo entre las personas y las doctrinas
de Jesucristo
y Mahoma. En total, 800 páginas densas que deberían
ser conocidas por todo aquel que ,e quiera documentar sobre. el Islam.
Lástima que la edición haya sido destruida por los superiores de la
orden religiosa del autor por haberla considerado carente de espíritu
ecuménico. Afortunadamente yo poseo un ejemplar que podría ser
fotocopiado si

se desea.
La segunda obra ( 15) del mismo autor es un estudio sobre los
pretendidos milagros de Mohamed. La primera edición también fue
destruida: pero, afórhmadamente, existe

una segunda
edición reciente;
en esta obra se plantea valientemente el problema de saber si el Corán
es verdadéramente de origen diivino y cuáles :,on las pruebas que quie­
ren aportar los musulmanes para demostrar que Mahoma ha sido
escogido por
Dios como
su enviado.
La lectura de estas dos obras es suficiente para destruir las fala­
cias en las que se
basa la religión musulmana, en particular la preten­
dida autoridad de un hombre que se presenta
como investido
de una
misión divina.
Es lástima que estas obras, por la intolerancia de ciertos superio­
res, no
puedar.. difundirse

como debían.
Otras obras
fundarnent•les recientes

que enfocan con objetividad
y valentía el problema del Islam, son las del dominico francés R. P. G.
Théry que también tuvo que escribir con seudónimo, pues sus su­ periores le
prorubieron escribir obras de

crítica del Islam. Se dedicó
(13) El hecho que aquellos que se permiten escribir objetivamente sobre
el Islam se
vean forzados
a hacerlo sin revelar su
personalidad-hará
ver cuan
delicado es el chocar contra las
tesis oficiales islámicas, filoislámicas o ecu­
ménicas. (14) Abd Oúl-Masih
ÁÍ-Ghalawiry-L'Eclosion de /'Islam el la person­
ne de
Mohammed. 2; vol. (sin fecha) Maison Carré. Alger.
(15) Sadeo Khairouddin:
Les Miracles. Beyrouth, 1972.
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EL ISLAM, ¿EMPRESA JUDIA?
el P. Théry a estudiar los orígenes del Islam llegando a conclusiones
importantes
y seguramente· sorprendentes para muchos. Creemos im­
portante

darlas a conocer al público español.
Los trabajos del R. P. Gabriel Théry.
E. R. P. Gabriel Théry, de la orden de Santo Domingo, murió el
27 de enero de 1959 mientras recitaba piadosamente el Santo Rosario.
Se trata de una poderosa personalidad en el campo de la investigación
histórica y cuyas conclusiones tienen todas las garantías de objetivi­
dad y seriedad que estos estudios requieren.
Los datos biográficos pueden leerse en un artículo necrológico
escrito por Etienne Gilson en los
Archivos d'Histoire Doctrinale et
littérttire du Moyen-Age, prestigiosa revista iniciada y fundada por
el P. Théry que era un famoso medievalista;
la lista de sus trabajos
llena

más de 95 páginas
de este artículo. Nació el P. Théry en Nurlu
(Somme), en 1891,
y sus prindpales trabajos versaron sobre los mís­
ticos

renanos
y se ocupó también de los filósofos árabes haciendo
numerosos viajes a Africa del Norte donde tuvo una actuaáón im­
portante como agente francés al servicio de los aliados durante la
guerra. Su biógrafo y continuador, el P. Joseph Bertuel, en una in­
teresante

biografía, dice (16) del P. Théry:
«Un intelecto siempre
en movimiento, metódico, increíblemente rápido para penetrar ·en el
fondo
de los
problemas, dotado

de!
genio del

análisis, favorecido
con una memoria extraordinaria, llevaba de frente varios trabajos
y,
para descansar de uno, pasaba al otro ... ». Todos los que le hemos
conocido pudimos apreciar su amabilidad · y sencillez y la claridad con
que nos explicaba los puntos dudosos que en nuestras primeras armas
de islamología le preguntábamos, hace ya unos quince años, cuando
tuvimos el privilegio de contar con
sus enseñanzas.
Fue la curiosidad intelectual la que llevó al P. Théry a intere­
sarse por la religión musulmana durante sus viajes a Africa del
Norte. Los primeros contactos que tuvo con el Corán, que examinó
(16) BertueI (J.): Itinérafres. Núm 83, págs. 21-68 (1964).
609
Fundaci\363n Speiro

JULIO GARRIDO
con espíritu crítico y sin prejuicio a:lguno, le llevaron a darse cuenta
de dos evidencias:
Lª el
orden absurdo de los capítulos, clasificados
de acuerdo con sn longitud decreciente, que hacen perfectamente
ininteligible la lectura del Corán; z)!: la ausencia total de novedades
doctrinales en estas pretendidas «revelaciones de Allah».
Con su formación de historiador especializado en el análisis de
textos,
el P. Théry pensó que el Corán debía ser estudiado como cual­
quier otro documento histórico, establecer su autenticidad, restituir el
texto exacto, hacer la crítica interru:. y desentrañar -las ideas en él
contenidas, su origen y su historia. Se lanzó, pues, con una actitud
joven
y nueva, pero paciente y detallista, al trabajo de la reconstruc­
ción lógica del Corán, reconstrucción que le llevada a una ordenación
aproximadamente
cronológica de

los capítulos. Después de hecho este
estudio previo se dio cuenta que por su esfuerzo intelectual y su análisis
había obtenido un orden análogo al preconizado por el gran islamó­
logo Noldke, demostrando una vez más que en todo trabajo bien
hecho los investigadores llegan a resultados concordantes
y que la
afición desmedida a tener en cuenta los trabajos de los demás antes
de emprender una investigación impide muchas veces este género de
comprobaciones por confluencia de los resultados de investigadores
independientes. El P. Théry trabajó siempre independientemente de
los otros investigadores sobre · los documentos originailes y solamente
después de llegar a sus conclusiones personales estudiaba los trabajos
de los que le habíao precedido. Leyó los trabajos que otros investi­
gadores habían hecho sobre
el Corán pero no se dejó nunca influir
por ellos, tuvo, Según él mismo ha confesado, que hacer un es­
fuerzo para liberarse de conjuntos de tonterías y de insólitas disqui­
siciones anticientífücas que se encuentran en la mayoría de los tra­
bajos de los islamólogos. Por esto, en sus publicaciones,
se abstuvo
de dar una bibliografía completa reduciendo ésta a lo indispensable,
pues en 105 estudios coránicos «Historiadores de renombre y teólogo1
diplomados exponen Mies extravagancias sobre la inspiración, las re­
velacione1 o

la
cien.da religio1a de

Mahoma ( añadiendo, a
vece1, a
sus

comentarios
consideraciones seudomísticas) que nos
preguntamos
a menudo

en
qué escuela
teológica estos teólogos han pescado
sus
61~
Fundaci\363n Speiro

EL ISLAM, ¿EMPRESA JUDIA?
diplomas y dónde estos historiadores han aprendido a escribir sobre
historia»
(17).
En 1944 el P. Théry publica nna obra titulada «Toledo, grande
vitle de la Renaissan.ce Médiévale, point de jonction entre les cul­
tures musulmane et chrétienne>> en la que ya indica su intención de
abordar
el problema

fundamental del Islam. Allí nos habla de dos
personajes de siglo
.xn que se encuentran

en Toledo, Pedro de Poitiers,
que revis6 el texto de
la traducci6n arábigo-latina del Corán, reali­
zada por Roberto de Ketene
y Hermann el Dálmata, y Pedro el Ve­
nerable, abad de Onny, que habla encargado
la traducci6n. Pedro de
Poitiers consideraba esta traducci6n como la
primera etapa de un
ataque magistral a lo que él llamaba
la herejía mahometana. · El
«Corán una vez traducido», dice el P. Théry, «había que tratar pri­
mero del papel de los
judío, y de los cristianos en la transmisMn de
las Escrituras. Luego, tomando el toro por los cuernos, demostraría
que el Corán es

sólo
una deformación

de
la.r Sagradas
Escrituras
y
que Mahoma es sólo un miserable. En conclusión, se inJistiría sobre
esta idea
que el
Corán
y el Islam sólo son un tejido de abominacio­
nes
aparentdda a las .sectas heréticas

más
depravadas».
Entonces parece que se quería presentar a Mahoma como el autor
del Corán, que lo habría recibido por una «revelaci6n», pero que en
realidad era s61o un plagio que se puede calificar de impostor. La obra sobre Toledo, dice
el P. Bertuel (18), ocupa un lugar
16gico en

los trabajos de erudici6n sobre
la historia literaria medie­
val a

los que se dedicaba el P. Théry desde 1926 ... ya entonces había
llegado a conclusiones claras sobre la
inspiración de Mahoma y sobre
la
originalidad del «Corán». No es difícil para un te61ogo el com­
prender que el «Corán» es de una perfecta nulidad con respecto a
una Revelación original ... en una conferencia histórica, pronunciada
en Tlemcen en 1945, el P. Théry afirm6: «El Profeta de la Meca ...
se nutría en la misma fuente que los cristianos. El corán primitivo no
es una refutación del Antiguo Te,tamento y del Evangelio. Cristia­
nos
y Musulmanes son gente del üb.ro Eterno, en lengua.r diferentes.
(17) Bertuel (J.): Lo,. át., pág. 43
(18) Jd., pág. 56.
611
Fundaci\363n Speiro

fULIO GARRIDO
El problema del Irlam primitivo no es un problema de concepto re­
lígiow, es un problema

de dialectos
y lo que buscan en el siglo VII
los nuevos conquistadores de Maghreb, no
es la
conversión del
país
sino la dominación del pueblo».
En 1955, después de varios intentos infructuosos para organizar
un centro de estudios sobre filosofía árabe en el. que se pudiese es­
tudiar objetivamente el pensamiento musulmán, el P.
Théry tomó la
decisión de

publicar
el resultado

de sus pacientes
estucLios sobre
el
origen del Corán, pero para no chocar con sus superiores, atacados
por el complejo de prudencia y temor frente a los musulmanes, es­
cribe su obra bajo seudónimo: Hanna Zakarias bajo el título de
El
Islam, empresa
judía. De

Moisés a Mahoma
(19); más adelante, y
ya fallecido el autor, aparecieron los dos últimos volúmenes presen­
tados por el R. P. J. Bertuel (20). Además, como resumen de su tesis
para los que no
tengan posibilid,d
de leer
la obra fundamental que
tiene cerca de 1.500 páginas, el P.
Théry publicó una obrita de vul­
garización de
más fácil acceso (21).
La tesis de Hanna Zacharias se presenta como revolucionaria,
monstruosa para muchos islamólogos, impía para los musulmanes,
pues suprime de
la historia universal una de las tres grandes religiones
monoteístas que resulta ser una simple deformación de la religión
judaica y reduce a uno sólo los libros revelados: La Biblia, de la cual
el Corán es sólo eco y deformación.
Ya varios islarnólogos habían reconocido la existencia en el Co­
rán de relatos emparentados con el Pentateuco, con leyendas rabí­
nicas, con los evangelios apócrifos y una moral calcada sobre la ten­
dencia judía, pero H. Zakarías va más lejos: no se trata de relatos
emparentados, ni de influencias; se trata d~ una obra judía y no árabe.
(19) Hanna Zakarias: L'lslam entreprise juive. De Moise á Mohammed.
Ioine l. 1. Conversion de Mohammed au judalsme, 2. Les enseignements a
Mohammel durabbin de la Mecque. Tome II. 3. Composition et disparition du
Coran arabe original
et primitif. 4. Lutte du rabbin de La Mecque contre les
idoJatres et les Chrétiens. Cahors (Lot). 1955 (edición del autor).
(20) Hanna Zakarias:
L'Islam entreP,ise iuive. Tome III y N. Editions
du
Scorpion, Paris (1963).
(21) Hanna Zakarias:
Faux Coran et Vrai Mohantmed. Paris (Nouvelles
éditions latínes) 1960.
612
Fundaci\363n Speiro

EL ISLAM, ¿EMPRESA JUDIA?
De un intento para convertir a los árabes al judaiismo y no para fundar
una religión nueva. H. Zakarias
ha interpretado todos los capítulos
del Corán en función de esta hipótesis. De este estudio se ve que la identidad de los temas, la
existencia de

detalles bíblicos, la misma
redacción indican que no se puede tratar de simples coincidencias.
Los musulmanes
e:x:plican este

paralelismo admitiendo que el Dios
Unico se reveló en el
Pentateuco y

en
el Corán y pudo repetirse. Sin
embargo, por poco que se piense en esta solución, se aprecia su
falta
de sentido, pues ¿cómo es imaginable que Dios haya repetido mez­
clados
algunos fragmentos de su Revelación al pueblo de Israel, junto
con leyendas judías, todo ello deformado, a menudo confundido y
materializado? el instructor de Mahoma no pudo ser el Y ahvé de
Moisés. Hace falta un intermediario entre el texto bíblico y el «pro­ feta» y aquí viene la hipótesis de H. Zakarias y es que
un Rabino de
la Meca fue el que se encargó de predicar a Mohamed el texto del
Antiguo Testamento. El inspirador
de Moharned

no
fue el

Dios único
ni
el ángel

Gabriel, sino simplemente un judío, un rabino erudito
que organiió esta catequesis para convertir a los árabes
al judaísmo.
Esta tesis ya
h,bía sido

lanzada por dos autores ingleses poco co­
nocidos (22), pero que son precursores de los estudios de H. Zaka­
rias,
y ninguno de los dos se atrevió a considerar a Maho'ma, no como
el fundador dé una nueva religión, sino como el discípulo de un
judío.
En el Corán ya consta que los detractores de Mahoma decían que
su maestro no era Dios sino un mortal (23). El instructor de Maho­
ma era un judío
y un judío bilingüe que tradujo al árabe con fines
proselitistas en parte o totalmente el Pentateuco y
el Talmed.
El Islam, mero subproducto del judaísmo, carece de originalidad.
Las pretensiones árabes se derrumban y sólo quedan como productc.
(22) Sweetman: Islam and Christiatt theology y Torrey: The ]ew cisb
Foundation of Islam. El primero escribe: «Mahoma puede-haber sido un pro­
sélito»,
t. I, pág. 2 (citado por G. de Nantes), L'Ordre Fran~ais, núm. 58
(1961), pág. 40.
(23) Corán. S. XVI, 105. Sabemos que los Infieles dicen: «Este hombrtt tiene por maestro Jólo a un mortal. Pero la lengua del que ellos aluden e..r una lengua bárbara y la Predicación está en clara lengua árabe».
613
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¡uu.o GARRIDO
de la Revelación divina, el Judaísmo mosaico y el cristianismo ... El
Islam, religión marginal, sólo tiene un interés histórico, ya no tiene
ningún valor propio, como dice el R. P. G. de Nantes en una serie
de luminosos
artículos aparecidos
en 1961 y
1962 (24).
El origen judío del Islam.
Según las conclusiones del P. Théry (H. Zakarias), Mahoma no
ha compuesto
el Corán, sólo ha sido su transmisor ( como el mismo
afirma repetidas veces), pero el texto no le fue dictado por Dios ni
por el ángel San Gabriel, sino que es sólo la enseñanza apologética
que un

judío de la Meca le dictó en árabe
y a esta enseñanza doctri­
nal de origen bíblico se unen las crónicas del apostolado en la Meca
y en Medina, de modo que en el Corán actual existen dos partes _dis­
tintas : una, que corresponde a las enseñanzas del rabino instructor
y de las cuales seguramente sólo se conservan algunas partes, que
fueron las que Mahoma retuvo en su memoria,
y otra parte que
constituyen unas verdaderas Actas del Islam.
Las _ideas básicas de la catequesis judía eran la aceptación de la
ley Mosaica y del

monoteísmo y el rechazo de toda idolatría y como
corolario
el odio

a la doctrina cristiana como opuesta al
monoteísmo
mosaico

( no olvidemos que Jesucristo fue condenado por decirse
Hijo de Dios).
La finalidad del rabino era convertir a las tribus árabes
en prosélitos
judeo-árabes.
Pero

los árabes que aceptaron
lá.s enseñanzas
de Mahoma que re­
petía lo que le dictaba el rabino, no aceptaron la fusión
y menos la
autoridad de los
judíos, de

modo que se organizaron en comunidad
(24) G. de Nantes: L'Is/am religión margina/e. L'Ordre fran~ais, nú­
mero 8 (1957), pág. 53, núm. 9 (1957), pág. 75, núm. 10 (1957), pág. 75,
núm. 12, (1957), pág. 50, núm. 55 (1961), pág. 587, núm. 57 (1961) pá­
gina
38, núm. 58 (1961), pág. 38 y núm. 61 (1962), pág. 49.
Es lástima que el
R. R. de Nantes y los miembros de su comunidad no
hayan podido cóntinuar los estudios que tenían comenzados en la línea de
H. Zakarias. Las tareas más urgentes de la Liga de la Contrarreforma Católica
absorben todas sus actividades.
614
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EL ISLAM, ¿EMPRESA JUDIA?
autónoma frente a los judíos y se sintieron orgullosos de tener ellos
también un Libro revelado por Dios, un libro sagrado en
árabe, len­
gua que

hasta entonces era hablada casi exclusivamente por hombres
primitivos e ignorantes. Sin embargo, los cálculos
del rabino

no re­
sultaron muy afortunados, pues dice
H. Zakarias :
Si el rabino era un ¡udío celoso y piadoso, teólogo y lingüista as­
tuto e inteligente, no parece que fuese un político muy sagaz ...
Escribiendo un libro árabe, un Libro de Revelaciones divinas de.rtina­
do a las tribus árabes, el

rabino preparó el arma
que serviría
para ex­
pulsar a los judíos un día. Gracias al rabino, Arabia conoce ahora
el Corán de Moisés, el de Yahvé de los fudíos;
pero gracias a él
también Arabia tiene ahora
su libro, su Libro

propio. Por la forma
árabe
que el

rabino había tenido
!a genial imprudencia de

dar a
los
relatos del Pentateuco, la revelación originalmente hebraica ¿no estaba
en trance de convertir.se en una revelación específicamente árabe?
Arabia

tiene
su Libro, pero

con este
Libro ¿no está

llamada
a ser igual­
a Israel? ¿No se corre

el
riesgo de
olvidar rápidamente la fuente
y
el modelo del Libro? Arabia tiene su Libro. El rabino había dicho
y repetido que cada nación había tenido su apóstol y cada periodo
su
Libro. Después de Israel podía

llegar a
ser Arabia

la depositaria
de
las revelaciones di11Ína.r. Con su Libro, que debía

unirle
a/, judais­
mo,
Arabia buscará, por el contrario, conquistar su autonomla.

El
Corán porque está
escrito en árabe hará nacer

en las tribus árabes
ambiciones y sueños de dominio. Se pueden notar ya al fin del pe­
río:do de

la Meca muchos
síntomas de

esta desviación ... Llegará un
próximo día en el
que los

Arabes
en el-

nombre del Libro se esforza­
rán con saña a expulsar su influencia en el Mediterráneo ...
(25).
Reacciones frente a la tesis del P. Théry.
Los comentarioo elogiosos que se publicaron cuando aparecieron
las obras.
del H .. Zaleadas (24),

(26), (27), (28), (29), a decir
(25) H. Zakarias: De Moíse 4 Mohammed. Totno II, pág. 274.
(26)
La revista «Itineraires» ha publicado los artículos siguientes, todos
615
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]UUO GARRJDO
verdad no han sido muy numerosos. En efecto, decir a los árabes que
el Islam en su esencia es una empresa judía y decir a los judíos que
el judaismo está en un error
y ha traicionado radicalmente la Alianza
mosaica, esto no puede ser del gusto ni de los árabes ni de los judíos,
ni
acept•do públicamente

por aquellos que por prudencia, temor o
sentido político, no quieren causar pena a ninguno de los dos. Se
corre el riesgo de atraer el odio de los dos grupos que, aunque ene­
migos irreductibles, tienen de común su estructura teocrática. El hecho
de ser enemigos es una tazón más en favor- de su origen común ya
que en toda civilización en la que
n~ se
hace la distinción entre
Dios
y el César (y ni el Islam ni el jud•ismo los hacen) por el hecho de
ser. una teocracia que se pretende absoluta. no soporta ser escindida,
y si la escisión se produce cada uno de los fragmentos se erige como
un absoluto; de allí los odios y las luchas.
Si las reacciones públicas en favor de la tesis de H. Zakarias no
fueron lo numerosas que deberían haber sido, dada la importancia de su obra, por lo menos las reacciones privadas expresadas por cartas
particulares fueron num.erosísimas, hasta el punto que H. Zakarias,
en una publicación
~terior (30),
reseña
W1 número impresionante
de cartas recibidas,
lo que indica que si no han tenido más repercu­
sión sus ideas es únicamente por el complejo de temor que existe en
favorables a la tesis de H. Zakarias: Vrai Mohamed et faux Coran, núrn. 53.
mayo

1961.
R. Th. Calmel:
Par Moise vers Jesus-Chriú. Núm. 55, julio-agosto 1961.
R. Th. Calme!: Le ¡udaisme du Corán. núm. 57, noviembre 1961. R. Th.
Calme!: Les origines iuives de /'Islam, núm. 80, febrero 1964.
J. Bertuel: Le vrai visage du P. Théry, Son oeuvre libere Plslam de /'im­
posture
arabe, núm. 83, mayo 1964.
J. Berta.el: Regards sur /'Islam, núm. 97, noviembre 1965.
{27)

P. Spico o. p.:
Freibu,·ger Zeitschrift fiir Phi/osophie un theologie
( 1961), núm. 8, pág. 194.
(28) P. Aubray: Le Coran serait un livre iuif, Bull. de Paris núm. 8
(1967).
(29)
L'lslam, religion révé/ée ou bluf/ historique. C'est-?i,-dire, Paris,
núm.

de agosto 1957.
(30) Hanna Zakarias:
L'Islam et la critique historique. Acueil fait aux
ouvrages

de Hanna
Zakarias. Cahors., 1960.
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EL ISLAM, ¿EMPRESA JUDIA?
Jo referente al Islam y del cual ya hemos h,blado al principio de
nuestro trabajo. Este temor ( o prudencia) ha hecho que se haya montado alre­
dedor de la obra del P. Théry una verdadera conspiración del silen­
cio. Hasta parece que ha habido consignas expresas de hablar lo
menos posible de estos libros «escandalosos», pues en la mente de mu­ chos progresistas es mucho más escandaloso el atacar al Islam que
el poner en duda dogmas fundamentales de la religión católica. Sin embargo, algunos islamólogos se
bon visto

obligados a res­
ponder
públicamente a H. Zakarias. Algunos supecficialmente, como
el
P. Gaspar (31), otros con más detalle, como el P. Jomier (32),
en un artículo criticado con detalle
y agudeza por el P. G. de Nan­
tes (33). A pesar de su tono despectivo, el P. Jomier en el fondo casi co­
rrobora la tesis de
J. Zakarias, no aporta ninguna razón de peso en
contra
y únicamente trata de ahogar con palabras ambiguas la clara
y sencilla tesis del autor que critica. Así habla de
«valores religiosos» del Islam y su carácter bíblico
y rabínico. Pera el P. Jomier acaba, sin embargo, reconociendo que
«en el texto actual del Corán existen alusiones muy claras a ciertos
Israelitas con los cuales Mahoma y IUS seguidores estarían en relación».
Termina diciendo que «la existencia de un hombre que se considera
ser el informador de Mdhoma está _afirmada netamente en el Corán,
y este es el fondo de la tesis de H. Zakarias».
En cuanto a las reacciones de los musulmanes frente a la obra
de nuestro autor, poco podemos decir. No existe prácticamente nin­
gún musulmán estudioso que se ocupe de criticar las publicaciones
cristianas sobre su religión ; los pocos que tienen preparación para
hacer estos estudios están paralizados por el tabú del Corán, libro divino que se debe aceptar
y nunca criticar o analizar. La única reac­
ción musulmana que conocemos es la prohibición de la entrada
y
(31) Gaspar (R.): Les Thlses d'Hanna Zakarias. Informations Catholi­
ques
Intenµ.tionales. 15

mayo 1961.
(32) Jomier:
Les Idées d'Hanna Zakarias. Etudes. Paris, enero 1961,
págs. 82 a 99.
(33) Nantes (G. de):
L'Ordre Pranfais, núm.-57 (1961), págs. 89 y-sigs.
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JUUO GARRIDO
venta de los libros de H. Zakarias en varios países. Frente a los e,­
tudios
de los islarnólogos occidentales los musulmanes profesan el
más profundo desprecio por
tratarse de

obras sacrílegas procedentes
de infieles. Así la revista de la Universidad de Al-Azhar del Cairo
que es la principal revista musulmana en
la actualidad, en uno de los
contados artículos que publicó sobre los islamólogos occidentales, ter­
minaba diciendo: «la mayor parte de lo que los oriental-islas llaman
mística musulmana no tiene nada
que ver

con el Islam».
Origen judío de las herejías.
La tesis del P. Théry sobre el origen judío del Islam puede darse
por bien
establecida desde
el punto de vista histórico. Algunos de­
talles podrán modificarse, se podrán aportar nuevas precisiones
y com­
plementos, pero
la idea fundamental permanece y por ahora nadie
ha podido rebatirla. El Corán no es una revelación divina pero con­
tiene muchos elementos de la Revelación, y estos elementos son ju­
daicos. Pero

como
el Corán es posterior a la venida de Nuestro Señor
y posterior a la Revelación completa dada por el Nuevo Testamento,
la religión musulmana no ha tenido más remedio que consignar la
existencia del Cristianismo; el Corán habla de Jesús, hijo de María
y los 1!1-usulmanes lo consideran como un profeta, pero se escandalizan
ante la afirmación «Jesús es Dios» y niegan su crucifixión y gloriosa
Resurrección. Por esto algunos autores han considerado
al Islam como
una herejía, una herejía límite pues
niega la inmensa

mayoría de los
dogmas de la Iglesia; pero de todos modos, una herejía.
Frente a

algunos de los cristianos ecumenistas fi-loislámicos que
han afirmado que
la Iglesia «nunca ha condenado al Islam como re­
ligión» hemos tenido la curiosidad de estudiar sistemáticamente las
condenas solemnes de las tesis
musulmanas;-resulta

de nuestro estu­
dio (34) que existen un total de cerca de 1.000 condenaciones so­
lemnes de las tesis musulmanas;
en realidad,

esta religión conserva un
número muy
pequ~~ de

verdades,
que son
las que también admite
(34) Garrido (J.): Cahiers Saint Bernard, núm. I, pág. 2S. Paris (196S).
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PL ISLAM, ¿EMPRESA JUDIA?
el judaísmo. Es, pues, el Islam una de las doctrinas más alejadas de
la Doctrina
ortodoxa.
Es
interesante el comprobar cómc en el origen de todas las here­
jías se encuentra una influencia judia; parece ser ésta una constante
de la historia de la humanidad y la tesis del P. Théry nos demuestra
que el gran enemigo del Cristianismo que es el Islam, también tiene
un origen judío. Porque el pueblo judío ha sido
y es un pueblo ex­
cepcional en la historia de la humanidad, los
demás pueblos,
las di­
versas civilizaciones, han sido efímeras, en cambio el pueblo judío
continúa influyendo y actuando en el proceso profundo de la historia.
Y, como dice enérgicamente
el P. Ju)io Menvieille (35): «Todo lo
malo que se perpetra en los veinte siglos de historia cristiana debe
ser primero y principalmente judaico. Los otros pueblos, los gentiles,
si quieren obrar

la iniquidad tendrán
que venir
a la zaga de los ju­
díos; los gentiles, si quieren carnalizar, tendrán que judaizar; así con
gran exactitud teol6gica los Santos Padres llaman iudaizantes a los
gentiles
que diseminan
la
herejí({)> (
pág. 29),
y más adelante añade:
«Después qite Cri.sto fue levantado en alto sobre el monte Calvario,
el mundo ha quedado entregado a dos fuerzas verdaderamente opues­
tas: la judía y la cristiana.
»En

el
mundo actual, en todas las manifestaciones

de la vida no
puede haber más que los modos verdaderamente fundamentales, dos
polos de atracción: el cristianismo y el judío,· s6lo dos -,éligiones: la
cristiana
y la ¡udía. Sólo dos Internacionalismos: el cristiano y el
judío. Todo

lo
que nrJ sea

de Cristo
y para Cristo, se hace en favor
del ¡udaismo. De aquí que la

descristianización del mundo corre pa­
ralelamente con
su ¡udaización .»
El Islam a pesar de ser un subproducto del judaísmo no parece
a primera vista entrar en el esquema del P. Menvieille por su oposi­
ción actual a Israel, pero es también una constante -de la historia que
( 3 S) Menvielle (J.): El Judío en el Misterio de la Historia. Buenos
Aires (Ediciones Theoria). 4.ª edición, 1963.
Véase también:
Menvielle
(J.): De ]a Cáb(#a al Progresismo. Buenos Aires. Editora Cal­
chaqui. 1970.
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JULJO GARRIDO
los enemigos del cristianismo se oponen con frecuencia unos a otros,
sobre todo ruando el cristianismo no constituye peligro para ellos. Por
ahora, los
pueblos cristianos. atacados de parálisis
y de falta
de iniciativa y distraidos por sus preocupaciones materialistas, son
incapaces de mantener ideas claras
y reaccionar frente a los enemigos
de su religión. Por esto, para terminar esta exp~kión, creemos útil
decir algunas palabras sobre un punto que nos parece de fundaruental
importancia: el despertar de la conciencia cristiana con respecto al
Islam y al judaísmo.
La conciencia cristiana frente al Islam.
Los estudios y deduccioqes sobre el origen del Islam, las tesis his­
tóricas o doctrinales más o menos brillantes que hemos reseñado bre­
vemente no deben de servir únicamente como un interesante recreo
intelectual o un tema de discusiones
y consideraciones entre los eru­
ditos
y los aficionados, sino que cobrarán su verdadero valor si sir­
ven para reavivar el interés por el fondo religioso e
. ideológico
de la
trama de los acontecimientos del mundo en que
vivimos y aclarar
nuestras ideas sobre los deberes y los imperativos que nuestra con­
dición de cristianos nos exigen.
Esto es tanto más importante cuanto que se están desarrollando
en el seoo de la Iglesia unas teodencias de autocrítica y culpabilismo
que han conducido a una inversión de la posición que un_ánimemente
se admitía con respecto a los pueblos infieles. Se llega a afirmar que
desde ahora en adelante son los misioneros los que deben instruirse
y recibir enseñanzas de parte de los no cristianos, cuyos «valores es­
pirituales» deben admirar y servir abandonando la idea de instruir y
convertir. No tenemos más remedio que admitir, si queremos ser
sinceros, que las ideas que inspiran esta actitud se
b~an muchas v~ces
eo ciertas afirmaciones del Decreto Ad Gentes del Concilio Vatica­
no

II.
La evangelización parece que se quiere sustituir por el diálogo
y el servicio. Un diálogo eo el que se procure eliminar toda
preteo­
sión a tener la verdad y un servicio que en la práctic¡i va en détri­
meoto de la civilización europea y fioa!mente contra el prestigio y
la inffo.encia católica en los países de misión. Parece como_ si la prin-
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EL ISLAM, ¿EMPRESA JUVIA?
cipal preocupación de los misioneros debía ser el cultivo de los valores
profanos : enseñanza neutra, sanidad,
técnica y desarrollo materia1, en
el fondo lo que hacen, o pretenden hacer, los innumerables «expertos»
que se envían a los países subdesarrollados. Un ejemplo práctico lo tenemos en el actual conflicto árabe-is­
raelí, en
el que ·los cristianos juegan únicamente el papel de espec­
tadores o ayudan más o menos
disimuladamente a

uno u otro de los
dos bandos inspirándose únicamente en motivos políticos; pero pa­
recen no darse cuenta del escándalo que constitnye el que los Santos
Lugares permanezcan en manos de los infieles, limitándose, muy
tí­
midamente por cierto, a indicar que algunos de los Lugares Sagrados
deberían gozar de un régimeo internacional que garantizase la liber­
tad de fas tres religiones monoteístas, o sea que nos contentamos con
teoer los mismos derechos que el Islam
y el judaísmo.
Los cristianos con estos principici<,; que circulan ahora de «estar a
la escucha del mundo» adoptan actitudes pasivas dejando la iniciativa
a los judíos que
querrían dominar

el mundo con sus poderosos
medios financieros
y su inteligencia privHegiada y a los musulmanes
que, conscientes de
la fuerza que emana de una fe común, querrían
reconstruir una poderosa
federación islámica

con tendencias
proseli­
tistas y conquistadoras.
La doctrina de la pasividad y el abandono de la idea de misión,
sólo pueden traer el desastre para
In civilización cristiana.
Estas
doctrinas nuevas postconci!Iiares rompen
con todos los ·
prin­
cipios

hasta ahora admitidos
y, como dice el R. P. G. de Nantes (36),
«en el fondo hacen abstracción y silencian el hecho fundamental de
la historia humana: LA CRUZ DE CRISTO
y bo"an la línea divi­
soria entre el Antiguo y el Nuevo Testamento e inaugurarán una era
nueva,
una era mesiánica definitiva en la
que los cristianos, .rilencian­
do el ACONTECIMIENTO esencia/ de Cristo, se reintegrarán a un
Judaísmo universal.

Y el Islam
y el Marxismo» ( que son sucedá­
neos del
juda.:ismo, uno

conservando el tnonoteismo antitrinitario de
Israel
y el otro el mesianismo sodomórfico, camal y sectario en el
(36) Nantes (G. de): La Cantre-Réf0rme cathalique au XXe siJcle,
núm. 58, juillet 1972, pág. 11.
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JULIO GARRIDO
que el Partido es el nuevo Pueblo mesiánico) «se reintegrarán a este
judaismo universal
y que condenará de nuevo a Cristo por creerse
igual-que Dios, y entonce! la Iglesia se dará cuenta que buscar la uni­
dad de los hombres
fuera de Cristo es una apostasía».
Frente a este espíriru de dimisión que ha invadido a la cristiandad,
¿cuál ha sido
la reacción del Islam?
Ni más ni menos de lo que ,;e
podía esperar
: desprecio hacia los
cristianos, refuerzo de sus ambiciones y continuación de su política
de discriminación y negación de la libertad religiosa, impidiendo la
predicación del cr,istianismo y continuando con su costumbre de ejer­
cer represalias contra aquellos que se atreven a abandonar el Islam
y abrazar el cristianismo.
En

un congreso musulmán mundial que se celebró en
Mo­
gadiscio

(3 7), se habló de la coordinación
y la consolidación de
las misiones islámicas en el mundo y la uti'lización de todos los medios
políticos y sociales para frenar el progreso de las otras religiones «im­
portadas» hasta llegar a su eliminación completa. Los delegados de
los 34 países participantes han decidido la unificación de los medios
de propaganda
y de enseñanza y la edición de un Corán tipo que será
el
único textO oficial. La lengua

árabe, se declara,
debe convertirse
en el latín de los musulmanes y constituir para el islamiJmo .el feY­
mento de tmidad y el factor de universalidad que el latín tuvo hasta
ahora en la cristiandad. Se creó una comisión permanente en Khartum
dirigida en su estrategia político,religiosa desde el Cairo, para desde
allí propagar en toda Africa las consignas del panislamismo. En el Islam no se desarrolla el espíritu derrotista
y ecumenista ni
se suprimen las
-tendencias misioneras y proselitistas.
Mientra las ciramstancias no permitan
reo,rganizar 1a acción mi­
sionera en los países
is.iámicos es

necesario conservar, aunque sea en
minorías reducidas, el interés -por
la conversión de los musulmanes
y desarrollar argumentos y medios qce se podrían utilizar en el mo­
mento en que Dios lo permita. Las tesis del P. Théry desmontando
claramente la impostura de Mahoma, nos aportan armas muy valiosas
para futuros combates.
(37) Bertuel (J.): Regards rur l'lslam. Itinéraires, núm. 97 (1963),
págs. 86-108,
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EL ISLAM, ¿EMPRESA JUDIA?
En la práctica y en nuestras relaciones con los musulmanes no de­
bemos nunca olvidar que el proselitismo no excluye ni
los sentimien­
tos de amistad ni el respeto de las personas. Por el contrario, esta
amistad, para ser verdadera y sincera, debe basarse en la lealtad y la
verdad, lo que excluye toda falsificación o disminución del Cristia­
nismo
y todo silencio sobre los p1mtos de discrepancia, de modo que
el diálogo islamo-cristiano no se convierta en un diálogo islamo-liberaJ.
No hay que olvidar que para entablar conversaciones con los musu·l­
manes hay que partir de la base de que se trata de asuntos puramente
religiosos; los católicos tienen que liberarse de ciertos prejuicios que
circulan ahora entre ellos y que tienden a dar una importancia de­
masiado grande a los factores económicos y sociológicos. Lo primero
que hay que hacer es persuadir a los musulmanes que no se puede
emprender ninguna conversación seria si no abandonan los aspectos
políticos y nacionalistas del Islam, que son
el primer
obstáculo a todo
esru.dio serio

de las creencias religiosas. Es solamente en una atmósfera
serena de investigación religiosa independiente del tiempo y del lugar
que se puede desarrollar un verdadero diálogo islamo-cristiano ba­ sado sobre el respeto a las personas
y sobre la búsqueda objetiva de
la verdad.
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