Índice de contenidos
Número 115-116
Serie XII
- Textos Pontificios
-
Actas
-
Crónica del VIII [Congreso de Lausanne IX] Congreso del «Office International»
-
Del legislar como «legere» al legislar como «facere»
-
La economía de la acción pura (El precio del bienestar)
-
La libertad de enseñanza según el derecho natural y el magisterio pontificio
-
Regionalización y cuerpos intermedios
-
- Estudios
- Ilustraciones con recortes de periódicos
- Crónicas
Autores
1973
Congreso nacional de vida contemplativa. Intervención del profesor Sciacca: «La resurrección de Lázaro»
CONGRESO NACIONAL DE VIDA CONTEMPLATIVA
Or_\\anizado por el Instituto Pontificio CLAUNE, ha tenido lugar
en Madrid, en el Colegio de
la Consolación, entre los días 9 y 14
de abril,
el I CONGRESO NACIONAL DE VIDA CONTEMPLA
TIVA, desarrollado con un .interesantísimo programa.
El
Rvdo. P. Gerardo Escudero, Director de CLAUNE expresó el
significado del día «Pro orantibus», que traduce el interés del Con
greso.
"INTENCIÓN y MENSAJE.
"esencial
·_ promoción
de la estima de la oración por el pueblo cristiano,
- comprensión de la -vida dedicada enteramente a la oración
y
sacrificio,
:--estima, comprensión y aprecio de las personas dedicadas a
esa vida,
,
- consiguientemente, fomento de
vocaciones a la vida contem·
plativa.
"accidental pero importante:
-con delicadeza llamar la atención de los fieles sobre los pro-
blemas de los conventos necesitados.
-procurarles alguna ayuda efectiva.
-allegar
algunos fondos para la Organización."
La ponencia primera tuvo, precisamente, la finalidad de mostrar
que
la vida contemplativa es necesaria para que en plenitud se realice
la presencia de la Iglesia como comunidad orante y contemplativa.
Como su ponente, Mons. Guerra Campos! explicó:
< mundo sin
ser del mundoi subordinando
lo visible
a lo
invisible, la
acción a la contemplación.
670
Fundaci\363n Speiro
»Es verdad que esta vocación es común a todos los miembros de
la Iglesia. Pero también lo es que, para ayuda de todos y para una
realización
plena,
el Señor ha
querido la
segregación especializada de
algunos. Hecho
original,
significativo y constitutivo
de la vida de la
Iglesia: El mismo fesús, con su Madre, siendo verdaderamente. hom
bre
y partícipe sin privilegios de la condición humana universal, se
apartó de_
estados y
actuaciones que
ejercen la mayoría de los hombre'S.
»Los contemplativos hacen sensible la primada que corresponde
en la vida cristiana a la comunicación con Dios 'y a la actitud pere
grinan/e, pregustadora de lo que esperamos. Compensan el déficit de
oración de los C1'istianos y se levantan como un signo contra la ten
tación dominante,
que no
es la del «angelismo» sino la de la
carne o
la
de una
«praxis» naturalista. Contribuyen
a evitar el
falseamiento
de
la Encarnación y
a garantizar el
auténtico humanismo cristiano.
»Por
esoi cuanto más presente quiera estar la Iglesia en el mundoi
más necesita a los contemplativos. De ahí la fecundidad apostólica
que la
Iglesia les atribuye.»
INTERVENCIÓN DEL PROFESOR SCIACCA:
Nuestro egregio amigo el Profesor Michele Federico Sciacca des
arrolló
la conferencia «La contemplación, acto supremo del espíritu
humano y fundamento de todo progreso». En ella comentó el tema
evangélico de la resurrección de
Lázaro, paralelo
al de Marta
y Maria,
que
a través del texto de San Lucas (X, 38-42) había glosado en la
ponencia que desarrolló en la «IX Reunión de amigos de
la Ciudad
Católica». Ahora, el análisis
lo ha centrado en el texto de San Juan
(XI, 1-45), en el cual, aún
más que en el de San Lucas, se pone
de evidencia
la primacía de fa contemplación. La importancia del
penetrante estudio de este episodio, creemos que merece su· íntegra
reproducción, por
lo rual -agradeciendo la expresa autorización del
autor- tenemos
el gusto de ofrecerla a continuación a nuestros lectores.
LA RESURRECCION DE LAZARO (Juan XI, 1-45)
Marta y Maria mandaron recado a fesús de que su hermario Lá
zaro estaba enfermo. Jesús dijo: «Esta enfermedad no es para la
muerte, sino
para la
gloria de Dios, para
que sea glorificado el
Hijo
de Dios.» ( 11, 4).
Predice así
que el milagro no tendría el fin
te,
rrencd de restituir a Lázaro a las hermanas y al mismo Jesús el
amigo amado, sino el de glorificar a Dios y alimentar la fe en el
671
Fundaci\363n Speiro
Hijo de Dio.s. Cuando decide ir a Betania a <
que «estaba
dormido»,
repite a lo.r discípulo, que ,e alegraba
de
no haber
estado allí
y de
que entretanto Lázaro hubiera muerto,
porque
sólo ari estaba
en condiciones de hacer algo
para que de
ese modo cr
11, 15). En este episodio,
más aún que en la
narradón de Lucas de Marta y
Maria {10, 38-42), se pone en evi
dencia la primada de
la
contemplación como
momento
.rupremo de
la
vida
cri.stiana.
Marta
está
dispuesta
a tomar
la iniciativa; en
cuanto sabe
que
Cristo se
aproxima, .re levanta, por su iniciativa, y va a su encuentro
(ú1t~vt1¡aov); María en cambio «domi sedebat» (ev T
De estas dos diversas actitudes deriva el distinto .rentido de la misma
frase que una
y otra dirán a Cristo: <
mi hermano no hubiera muerto» {11, 20-21). Son idénticas las pa
labras
que pronunciará M.arla:
aparentemente la profesión de fe es
igual en /a, dos. Pero Marta añade en seguida: «Yo sé que cualquier
co.ra que tú
pidas
a Dios, Dios te la
concederá»/ al't~O'"f/ es pedir ro
gando, pero en
relación con un deseo
nuestro._ Todavía la
1-betición
está
unida al
acto de
fe en la forma
más elevada,
porque
se hace
en
nombre de la relación
entre el Padre y el Hijo. Cristo respeta la
forma del requerimiento
y responde para poner e; prueba .ri la inten
ción de
Marta corresponde a la forma de
su petición: «Tu hermano
resucitará>> (11,
22-23).
Marta queda desilusionada
por la
respuesta
y replica: «Sé que resucitará en el último día». La desilusión provie
ne del hecho de
que en aquel momento
lo
que más
le importaba era
la
res11"ección inmediata. Cristo, en
respue.rta a este
acto de
fe en
las co.sas lejanas, y .sin embargo decepcionado, responde: «Yo .roy la
Resurrección y la Vidd>>. Es decir, no sólo puedo hacer que Lázaro
re.sucite .sino
que yo soy la. Resurrección. Cristo .rabe que la fe de
Marta no es
operante, aunque, se
mue.rtre
muy activa·; la capacidad
operativa
de
la fe
reside en
su indi.rcutibilidad. Sin
embargo
1 Crüto
no
dice nada
más ni
hace nada más;
y Marta .riente que no le queda
ya
nadtJ que decir por su-parte a Cristo, Necesita un intermediario
entre ella
y Cristo; y Este responderá a/, intermediario -María-no
por
Marta sino
por
María misma.
Marta
vuelve
a
casa1 donde .se había reunido m11cha gente para
consolar a la.r hermanas, se
aproxima a
María disimuladamente (A.át)pa)
y le dice: «El Maestro te 1/amd>>. María no le dice ni una palabra en
cuanto palabra
dicha a
Marta
y a su interés en la cuestión, De Maria,
antes,
el Evangelio había dicho, que
ante la
noticia de
que llegaba
Cri.rto,
no se movió de la
casa, y permaneció en espera; ahora bien,
a Qas pal,abras
de Marta, su. «vocación» despif!t'ta, tanto más en cuanto
estaba
esperando la
llamada. No
ha.-tomado ninguna iniciativa sino
672
Fundaci\363n Speiro
la de vigilar, orar y mfrir JU dolor; ahora Je levanta y va. Es Jigni
ficativo q11e para expresar quf se levanta y va, emplea el Evangelio
para María un verbo distinto del aplicado por
Marta
cuando ha
hecho
la
misma acción: trslpe:tat ta.·¡,_u o «surgit cito», que no es, el
andar al encuentro, el tomar la iniciativa, Jino el surgir que es ya
imagen del
resurgir ante la palabra eJperada en Jilencio. También la
forma media del verbo
que aquí Je uJa, ETÉtpo¡,.m, significa el mo
verse solícito de
quien está
en
guardia. V a hacia Cristo
solamente por
cuanto ha sido tlamada. ¿Dó~de lo encuent·ra? Cristo no .se habla
movido.
Esto
es
muy importante: Maria no
se movió cuando
supo
que Cri.rto Je aproximaba; Cristo no se movió cuando le mandaron a
decir que ilázaro estaba enfermo¡ .re mueve sol.amente lW.arta sin con~
seguir nada, porque
Cristo no se movió tampoco cuando
ella le
habló.
El Evangelio
es explícito
sobre
este punto: afirma que no se había
movido,
y reitera que estaba· en el mismo lugar en que lo había de
jado Marta. La plegaria de J',Iarta, hecha bajo el impulro de un dolor
subjetivo
y por ra::.ones subjetivas, dejó a Cristo donde estaba; Cristo
-,-el Evangelio
Jo ha dicho en los
versí;ulos precedentes-
estaba ya
profundamente conmovido por la
muerte de Lázaro; por
consiguiente,
la
petición de
Marta no influye
en esta emoción. Cristo pide
la fe,
JU medida es la
fe
y .rolo el eJpiritu de fe; pero el esplritu de fe
no pide.
María cae a JIJJ pies (
cosa
que Marta
no había
heilio) y le
dice con
las mismas
palabras 4e Marta, pero no coino Marta: «Maestro,
si
tú hubieses ,estado aquí mi hermano . no hubiera muerto». Y no
dice nada más: no pide, no se lamenta. Su humanidad doliente está
toda presente, pero no mezcla
su fe
con ninguna petición para librarse
de su sufrimiento. Y
este .sufrimiento sí que penetra en la emoción
de
Jesús,
porque se apoya en una fé totcá. De
hecho,
Jesús, dice el
Evangelio, se conmueve. (<>)
y Je dirige hacia el sepulcro después de haber preguntado: «¿Dónde
lo habéis
puesto?» Todo
el comportamiento de María
eJ per_fecto y
Cristo
a ella, que ha esrogido la
parte mejor, que
no le
será quitada
( y por tanto que acepta la resurrección en el novísimo día, y no exige
la de ahora) responde, no haciendo el milagro, sino colocándose en
la
posición de aquel sí
más aüo: a
quien ha escuchado,
esperado, ser
vido
en
silencio, Dios
le
dice <
dilección
suma, no
con conten
to mundano. Si esto es
así, tanto
mejor; pero es cosa
marginal. De
hecho,
Cristo,
llegado al sepulcro, hará el milagro, pero sólo porque
-lo
dice expresamente-
«está presente la multitud,
y la multitud
tiene necesidad también de eJto
para creer>>. Es decir,, hace
el milagro
pero lo minimiza; lo
hace por
la
muchedumbre qui circumstat y siem
pre
a
fin de
que <
fin del milagro
que
Cristo parece hacer
casi sin
quererlo, es
la gloria de Dios, la misma
67~
Fundaci\363n Speiro
que había indicado a Marta para despertar y probar su fe. Hace, pues,
el milagro
sólo porque la condición para hacerlo ha sido
María, pero
no
para
«contentar a Maria»: en ese-caso
no hubiera respondido a la
purísima fe de María. Una última observación:
Marta dice
a Cristo
que se
apresta
a/.
milagro: «Señor hace ya cuatro días (quatriduanus est)». Es /a cons
tatación del
científico
que .se acerca
a la
mesa de
ensayos y observa si
allí se
reunen
todas las condiciones
favorables
para el
éxito del
exp_e
rimento. Las condiciones, en este caso, no son favorables: «ya hiede»;
la
cobaya no
está en
las mejores
condiciones: está muerta y
pútrida
r:_"cÓmo podf'á tener éxito el experimento? El celo afanoso de Marta
no se desmiente, su iniciativa activista debe permanecer tensa hasta
el fin porque se apoya
en sí misma y no en la luz de la contemplación
y de la fe: y Cristo le responde: «¿No te he dicho que si tuvieses fe
veríais
ta gloria de Dios?». Cristo ya le había dicho, en el encuentro
en el
camino, estas palabrd.S. Ahora sabe que J\,larta no le· había en
tendido,
Es como, por consiguiente, ahora le dijese: «aunque resu
citase a
Lázaro, en cualquier caso,
esto
que tú
consideras como un
experimento, no es el resultado
de/. experimento.
Y si
vuelves a ver
a
fu hermano devuelto a la vida será como si aún estuviese muerto,
si tu no renaces a la fe».
La diferencia entre M.arta y Maria no se halla en la posible elec
ción
del
.cristiano entre
vida
activa y contemplativa1 sino en la elec
ción del principio por.el cual la
vida activa sea capaz de alcanzar
los
fines que debe proponerse a la luz de la fe. Sólo así podrá esa elec ción ser
justa,' sólo
si
Marta no
está sin
Maria. Sólo
María obtiene
el fin
que Marta
podría en su
limite máximo proponerse,
pero
que
sin María nunca
obtendrá. Porque sin María la vida del cristiano en
el mundo
.re convierte
en
«la vida
según el mundo»,
que tiene
por
fin el
rnundo y
no la gloria de Dios.
674
Fundaci\363n Speiro
Or_\\anizado por el Instituto Pontificio CLAUNE, ha tenido lugar
en Madrid, en el Colegio de
la Consolación, entre los días 9 y 14
de abril,
el I CONGRESO NACIONAL DE VIDA CONTEMPLA
TIVA, desarrollado con un .interesantísimo programa.
El
Rvdo. P. Gerardo Escudero, Director de CLAUNE expresó el
significado del día «Pro orantibus», que traduce el interés del Con
greso.
"INTENCIÓN y MENSAJE.
"esencial
·_ promoción
de la estima de la oración por el pueblo cristiano,
- comprensión de la -vida dedicada enteramente a la oración
y
sacrificio,
:--estima, comprensión y aprecio de las personas dedicadas a
esa vida,
,
- consiguientemente, fomento de
vocaciones a la vida contem·
plativa.
"accidental pero importante:
-con delicadeza llamar la atención de los fieles sobre los pro-
blemas de los conventos necesitados.
-procurarles alguna ayuda efectiva.
-allegar
algunos fondos para la Organización."
La ponencia primera tuvo, precisamente, la finalidad de mostrar
que
la vida contemplativa es necesaria para que en plenitud se realice
la presencia de la Iglesia como comunidad orante y contemplativa.
Como su ponente, Mons. Guerra Campos! explicó:
< mundo sin
ser del mundoi subordinando
lo visible
a lo
invisible, la
acción a la contemplación.
670
Fundaci\363n Speiro
»Es verdad que esta vocación es común a todos los miembros de
la Iglesia. Pero también lo es que, para ayuda de todos y para una
realización
plena,
el Señor ha
querido la
segregación especializada de
algunos. Hecho
original,
significativo y constitutivo
de la vida de la
Iglesia: El mismo fesús, con su Madre, siendo verdaderamente. hom
bre
y partícipe sin privilegios de la condición humana universal, se
apartó de_
estados y
actuaciones que
ejercen la mayoría de los hombre'S.
»Los contemplativos hacen sensible la primada que corresponde
en la vida cristiana a la comunicación con Dios 'y a la actitud pere
grinan/e, pregustadora de lo que esperamos. Compensan el déficit de
oración de los C1'istianos y se levantan como un signo contra la ten
tación dominante,
que no
es la del «angelismo» sino la de la
carne o
la
de una
«praxis» naturalista. Contribuyen
a evitar el
falseamiento
de
la Encarnación y
a garantizar el
auténtico humanismo cristiano.
»Por
esoi cuanto más presente quiera estar la Iglesia en el mundoi
más necesita a los contemplativos. De ahí la fecundidad apostólica
que la
Iglesia les atribuye.»
INTERVENCIÓN DEL PROFESOR SCIACCA:
Nuestro egregio amigo el Profesor Michele Federico Sciacca des
arrolló
la conferencia «La contemplación, acto supremo del espíritu
humano y fundamento de todo progreso». En ella comentó el tema
evangélico de la resurrección de
Lázaro, paralelo
al de Marta
y Maria,
que
a través del texto de San Lucas (X, 38-42) había glosado en la
ponencia que desarrolló en la «IX Reunión de amigos de
la Ciudad
Católica». Ahora, el análisis
lo ha centrado en el texto de San Juan
(XI, 1-45), en el cual, aún
más que en el de San Lucas, se pone
de evidencia
la primacía de fa contemplación. La importancia del
penetrante estudio de este episodio, creemos que merece su· íntegra
reproducción, por
lo rual -agradeciendo la expresa autorización del
autor- tenemos
el gusto de ofrecerla a continuación a nuestros lectores.
LA RESURRECCION DE LAZARO (Juan XI, 1-45)
Marta y Maria mandaron recado a fesús de que su hermario Lá
zaro estaba enfermo. Jesús dijo: «Esta enfermedad no es para la
muerte, sino
para la
gloria de Dios, para
que sea glorificado el
Hijo
de Dios.» ( 11, 4).
Predice así
que el milagro no tendría el fin
te,
rrencd de restituir a Lázaro a las hermanas y al mismo Jesús el
amigo amado, sino el de glorificar a Dios y alimentar la fe en el
671
Fundaci\363n Speiro
Hijo de Dio.s. Cuando decide ir a Betania a <
dormido»,
repite a lo.r discípulo, que ,e alegraba
de
no haber
estado allí
y de
que entretanto Lázaro hubiera muerto,
porque
sólo ari estaba
en condiciones de hacer algo
para que de
ese modo cr
11, 15). En este episodio,
más aún que en la
narradón de Lucas de Marta y
Maria {10, 38-42), se pone en evi
dencia la primada de
la
contemplación como
momento
.rupremo de
la
vida
cri.stiana.
Marta
está
dispuesta
a tomar
la iniciativa; en
cuanto sabe
que
Cristo se
aproxima, .re levanta, por su iniciativa, y va a su encuentro
(ú1t~vt1¡aov); María en cambio «domi sedebat» (ev T
frase que una
y otra dirán a Cristo: <
labras
que pronunciará M.arla:
aparentemente la profesión de fe es
igual en /a, dos. Pero Marta añade en seguida: «Yo sé que cualquier
co.ra que tú
pidas
a Dios, Dios te la
concederá»/ al't~O'"f/ es pedir ro
gando, pero en
relación con un deseo
nuestro._ Todavía la
1-betición
está
unida al
acto de
fe en la forma
más elevada,
porque
se hace
en
nombre de la relación
entre el Padre y el Hijo. Cristo respeta la
forma del requerimiento
y responde para poner e; prueba .ri la inten
ción de
Marta corresponde a la forma de
su petición: «Tu hermano
resucitará>> (11,
22-23).
Marta queda desilusionada
por la
respuesta
y replica: «Sé que resucitará en el último día». La desilusión provie
ne del hecho de
que en aquel momento
lo
que más
le importaba era
la
res11"ección inmediata. Cristo, en
respue.rta a este
acto de
fe en
las co.sas lejanas, y .sin embargo decepcionado, responde: «Yo .roy la
Resurrección y la Vidd>>. Es decir, no sólo puedo hacer que Lázaro
re.sucite .sino
que yo soy la. Resurrección. Cristo .rabe que la fe de
Marta no es
operante, aunque, se
mue.rtre
muy activa·; la capacidad
operativa
de
la fe
reside en
su indi.rcutibilidad. Sin
embargo
1 Crüto
no
dice nada
más ni
hace nada más;
y Marta .riente que no le queda
ya
nadtJ que decir por su-parte a Cristo, Necesita un intermediario
entre ella
y Cristo; y Este responderá a/, intermediario -María-no
por
Marta sino
por
María misma.
Marta
vuelve
a
casa1 donde .se había reunido m11cha gente para
consolar a la.r hermanas, se
aproxima a
María disimuladamente (A.át)pa)
y le dice: «El Maestro te 1/amd>>. María no le dice ni una palabra en
cuanto palabra
dicha a
Marta
y a su interés en la cuestión, De Maria,
antes,
el Evangelio había dicho, que
ante la
noticia de
que llegaba
Cri.rto,
no se movió de la
casa, y permaneció en espera; ahora bien,
a Qas pal,abras
de Marta, su. «vocación» despif!t'ta, tanto más en cuanto
estaba
esperando la
llamada. No
ha.-tomado ninguna iniciativa sino
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Fundaci\363n Speiro
la de vigilar, orar y mfrir JU dolor; ahora Je levanta y va. Es Jigni
ficativo q11e para expresar quf se levanta y va, emplea el Evangelio
para María un verbo distinto del aplicado por
Marta
cuando ha
hecho
la
misma acción: trslpe:tat ta.·¡,_u o «surgit cito», que no es, el
andar al encuentro, el tomar la iniciativa, Jino el surgir que es ya
imagen del
resurgir ante la palabra eJperada en Jilencio. También la
forma media del verbo
que aquí Je uJa, ETÉtpo¡,.m, significa el mo
verse solícito de
quien está
en
guardia. V a hacia Cristo
solamente por
cuanto ha sido tlamada. ¿Dó~de lo encuent·ra? Cristo no .se habla
movido.
Esto
es
muy importante: Maria no
se movió cuando
supo
que Cri.rto Je aproximaba; Cristo no se movió cuando le mandaron a
decir que ilázaro estaba enfermo¡ .re mueve sol.amente lW.arta sin con~
seguir nada, porque
Cristo no se movió tampoco cuando
ella le
habló.
El Evangelio
es explícito
sobre
este punto: afirma que no se había
movido,
y reitera que estaba· en el mismo lugar en que lo había de
jado Marta. La plegaria de J',Iarta, hecha bajo el impulro de un dolor
subjetivo
y por ra::.ones subjetivas, dejó a Cristo donde estaba; Cristo
-,-el Evangelio
Jo ha dicho en los
versí;ulos precedentes-
estaba ya
profundamente conmovido por la
muerte de Lázaro; por
consiguiente,
la
petición de
Marta no influye
en esta emoción. Cristo pide
la fe,
JU medida es la
fe
y .rolo el eJpiritu de fe; pero el esplritu de fe
no pide.
María cae a JIJJ pies (
cosa
que Marta
no había
heilio) y le
dice con
las mismas
palabras 4e Marta, pero no coino Marta: «Maestro,
si
tú hubieses ,estado aquí mi hermano . no hubiera muerto». Y no
dice nada más: no pide, no se lamenta. Su humanidad doliente está
toda presente, pero no mezcla
su fe
con ninguna petición para librarse
de su sufrimiento. Y
este .sufrimiento sí que penetra en la emoción
de
Jesús,
porque se apoya en una fé totcá. De
hecho,
Jesús, dice el
Evangelio, se conmueve. (<
y Je dirige hacia el sepulcro después de haber preguntado: «¿Dónde
lo habéis
puesto?» Todo
el comportamiento de María
eJ per_fecto y
Cristo
a ella, que ha esrogido la
parte mejor, que
no le
será quitada
( y por tanto que acepta la resurrección en el novísimo día, y no exige
la de ahora) responde, no haciendo el milagro, sino colocándose en
la
posición de aquel sí
más aüo: a
quien ha escuchado,
esperado, ser
vido
en
silencio, Dios
le
dice <
dilección
suma, no
con conten
to mundano. Si esto es
así, tanto
mejor; pero es cosa
marginal. De
hecho,
Cristo,
llegado al sepulcro, hará el milagro, pero sólo porque
-lo
dice expresamente-
«está presente la multitud,
y la multitud
tiene necesidad también de eJto
para creer>>. Es decir,, hace
el milagro
pero lo minimiza; lo
hace por
la
muchedumbre qui circumstat y siem
pre
a
fin de
que <
fin del milagro
que
Cristo parece hacer
casi sin
quererlo, es
la gloria de Dios, la misma
67~
Fundaci\363n Speiro
que había indicado a Marta para despertar y probar su fe. Hace, pues,
el milagro
sólo porque la condición para hacerlo ha sido
María, pero
no
para
«contentar a Maria»: en ese-caso
no hubiera respondido a la
purísima fe de María. Una última observación:
Marta dice
a Cristo
que se
apresta
a/.
milagro: «Señor hace ya cuatro días (quatriduanus est)». Es /a cons
tatación del
científico
que .se acerca
a la
mesa de
ensayos y observa si
allí se
reunen
todas las condiciones
favorables
para el
éxito del
exp_e
rimento. Las condiciones, en este caso, no son favorables: «ya hiede»;
la
cobaya no
está en
las mejores
condiciones: está muerta y
pútrida
r:_"cÓmo podf'á tener éxito el experimento? El celo afanoso de Marta
no se desmiente, su iniciativa activista debe permanecer tensa hasta
el fin porque se apoya
en sí misma y no en la luz de la contemplación
y de la fe: y Cristo le responde: «¿No te he dicho que si tuvieses fe
veríais
ta gloria de Dios?». Cristo ya le había dicho, en el encuentro
en el
camino, estas palabrd.S. Ahora sabe que J\,larta no le· había en
tendido,
Es como, por consiguiente, ahora le dijese: «aunque resu
citase a
Lázaro, en cualquier caso,
esto
que tú
consideras como un
experimento, no es el resultado
de/. experimento.
Y si
vuelves a ver
a
fu hermano devuelto a la vida será como si aún estuviese muerto,
si tu no renaces a la fe».
La diferencia entre M.arta y Maria no se halla en la posible elec
ción
del
.cristiano entre
vida
activa y contemplativa1 sino en la elec
ción del principio por.el cual la
vida activa sea capaz de alcanzar
los
fines que debe proponerse a la luz de la fe. Sólo así podrá esa elec ción ser
justa,' sólo
si
Marta no
está sin
Maria. Sólo
María obtiene
el fin
que Marta
podría en su
limite máximo proponerse,
pero
que
sin María nunca
obtendrá. Porque sin María la vida del cristiano en
el mundo
.re convierte
en
«la vida
según el mundo»,
que tiene
por
fin el
rnundo y
no la gloria de Dios.
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