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El proceso de secularización y el secularismo

EL PROCESO DE SECULARJZACJON
Y
EL SECULARISMO
Insuficiencia de la exclusividad qw, tantos hombres y sistemas
filosóficos
de
hoy atribuyen la propia cultura empírica,
racionalista e idealista, siendo así que la ,fe supera el reino
de los sentidos y de la fantasía y que hoy la razón es pri­sionera de un raciona.Usmo preconcebido y rech~za la dis­ciplina de la mente que debería . estar orientada hacia la
Verdad
y ser receptiva a los criterios superiores del saber.
« ..• ¿qué nos sucede a nosotros, hombres embebidos en la menta-"lidad que funda su seguridad cognoscitiva sabre la experiencia sen­"sible y experimental y ,obre el razo""1niento científico? Sucede
"que
los hombres de hoy son reacios y desconfiados para admitif' un
"conocimiento que mif'e hacia
la esfera de la Realidad mvisible
"( cfr.
2 Cor. 5,7) y, por añadidura, fundada sobre la fe, si esta

fe
tw "se resuelve con una !comprobaci6n dWecta de nuestro.r sentidos y de JJnuestra raz6n. Decimos inmediatam011te que no.rotros, creyentes, en
"el senúdo religioso no tenemoJ ninguna objeción de principio que "hacer al testimonio de los sentidos y mucho menos a la sana rtr "z6n,· por el contrario, estimulamos y at.lmiramos la cultura natura/, "del hombre, su riqueza ~ sus de,arrollos. Nue,tra objeci6n mif'a el "limite, la suficiencia, la exclusividad que hoy tanto, hombre, y "tantos Jistemar filo,6ficos ponen a la propia cultura empirica, ,,,_
"cionalista e idealista, rechazando admitir un conocimiento sobre l JJmientras Dios, desarrollando su propia obra de elevación y de sal­"vaci6n del hombre, una «economía» propia de El, ,obrenat,,,-al, que
"transforma
el de,titw de todo

hombre
y de toda la Humanidad, ha
"hecho
de
la adhesión a su palabra, esto es, de la fe, la condici6n "«sine qua non» de nuestro definitivo destino feliz: «Quien cre­
"yere y fuere bautizado se sa/.vará; en cambio, quien no .cf'eyrne será
"condenado», palabras
solemnes y te.rtamentarias de Cristo (Marc., "16,15).
"He aquí entonces una amarga conclusión de esta sumaria vi­,, sión del cristianismo: la fe, primera fuente de la ,alvación, ha lle­" gado
hoy a
ser la primera dificultad para conseguif'la. ,,
295
Fundaci\363n Speiro

"Querrlamos interesa, vuest1'a atención sobre la condici6n 1'1Wl>­
"tal de tanta gente hoy hostil o refracteri,, a la fs. ¿Por qué lo es?
"Se dirúi que la razón se encuent1'a in&apacitada ante el tema de la
"fe,
el problema y el método de la _auscultad6n de la palabra de Dios;
"y
esto porque la fe supera el t-.ino de los sentidos y de la fantasía;
"o bien porque la razón, prisionera
de un racionalismo preconcebi­
"do, rechaza
la disciplina de la mente, que deberla estar orientada
"única y ardientemente hacia la V erdtttl. Falta a much/Jhnas hijos
"de nuest1'as generaciones aquellas profilaxis
del pensamiento /ógi­
"co
'Y honesto que lo haga receptivo a los criterios superiores del sa­
"ber, capaces
de percibir las voces profundas de las cosas y del es­
"piritu,
y el pensamiento puro y simple que sepa acoger cordialmen­
"te aquel sonido especial, de las palabras divinas del Evangelio ( cfr.
"Mat., 11,26)>.
PAULO VI: Alocución a la Audiencia General
del miétroles 1 de agosto ( «O. R.», 2 de agosto
Je 1973, original italiano; traducción de Eccle.ria,
núm. 1.654 del 11 de agosto).
El proceso de secularización -en lo cnltUl'al y sociológico, ha
llevado al
secularisnio que es un
enemigo mortal del
cris­
tianismo.
«Hoy dú, constitt,ye una re«lidad del mundo moderno comple­
"ja
y muy diversamente enjuiciada, que requiere nuest1-a atención:
"el fen6meno de la secularización en su relación con el ateísmo.
"El
proceso de secularización que afecta a nuest1-as sociedades de
"forma radical puede parecer irreversible. No

es
solamente el hecho
"de que las instituciones, los bienes, las personas se sush-aigan a/,
"poder
o al control de la jerarqula de la Iglesia: ¿qué puede ser más
"norma/,, en qfecto, si se piensa en las tareas humanas de suplencia
"que la Iglesia
se ha visto obligada a asumir en el pasado?
"
"Pero el fenómeno, vasotros lo sabéis, llega mucho mds lejos, en
"los planos cu/,tura/, y sociol6gico. No solamente las ciencias, com­
"prendidas las ciencias humanas,
las artes, sino la historia, la ¡;loso­
"fla y
la

moral
muest1'an tendencia a tomar como única fuente de
",eferencia al
hombre, su razón, su libertad, sus proyectos terrenos,
"fuera de una perspectiva religiosa
que no es compartida por

todos.
"Y la misma sociedtttl, deseando permanecer neut1'al frente al plu­
"ralismo
ideológico,

se
o-rganiza independientemente de toda reli-
296
Fundaci\363n Speiro

"gi6n, relegando lo sagrado a ta subjetwidad de las concien&ids in­
" dividuales.
"
"Esta secularización, que implica una autonomía creciente de lo
"profano, es un hecho caracterútico de nuestras civilizaciones oc­
"cidentales. Es en esta situaci6n donde ha t>f>"1ecido el secularismo
"como sistema ideol6gico: no solamente justifica este hecho, sino lo
''toma. como objetivo, como fuente 'Y como norma de progreso hu­
"mano, y llega hasta reivindicar una autonomía absoluta del hombre
"ante. su propio de.rtino. Se tf'flta, entonces, se podía decir, de «tJ.fkl
"ideología, un nuevo concepto del mundo, sin t>f>ertura, y que fun­
"_ciona en su tota/.idad como una nueva reUgión» ( cfr. HtltTVey Cox,
"La Ciudad secular, trad. de S. de Trooz, «Cuadernos de la i,ctuali­
"dad religiosa»,
23, París, Casterman, 1968, pág. 50).
"
"Esta fMma de natura/,ismo es una visión de las cosas que ex­
"cluye toda referencia a Dios y a lo trascendente, y tiende, por lo
"mismo, a identificarse con el ateísmo y a aparecer como un ene­
"migo ?nfJ1'tal del cristianismo, que una conciencia cristiana no po-
11dia aceptar sin ,enegar de sí misma, pues hasta tal, punto es verdad
"que
el «ateísmo verdadero se sitúa, por defhzición, en el plano de
"una inmanencia cerrada sobre si, del hombre y del mundo» (R. P.
"G. M. M. Cottier, O. P., Horizontes del ateísmo, pensamiento de la
"fe, 40, París, Cerfe, 1969, pág. 180). Esto es evidente. Pero los es­
" pi,itus firmes en la
fe muestran más perplejidad ante las posibili­
" dades o los peligros de la misma seculdtrización».
PAULO VI: Alocución a los participantes en la
congregación plenaria del
secretariado para los

no
,_reyentes, 18 marzo 1971 ( traducción de Ecc/esia1 núm. 1.536, del 3 y 10 de abril).
La costumbre secularizante cauteriza, primero, la conciencia
religiosa y, después, la conciencia· moral llevando a su an ..
quilosis.
«Hoy prevalece una costumbre secularizante · i,caso más que pa,.
"gana, la cual cauteriza la conciencia moral., tras haber extinguido la
"conciencia religio1a; el peClldo, esa inmensa y misteriosa repercu­
,, 1ión en Dio! de la a&ción humana desordenada, no tiene consisten­
" cia, no
tiene peso. La actividad humana, en sus rrJZones más eleva­
"das, no tiene ya como referencia la ley ni la bondad de Dios, sino,
"por
el contrario, otros términos de confrontaci6n: la utilidad, el ir>-
297
Fundaci\363n Speiro

"terés, el placer, el éxito, la agtonomia absoluta de la voluntad, o de
"la pasión,
o

del
ctlfJricho subjetivo. La contrición, es decir, el seflli­
"miento de la ofensa inferida a Dios, no
tiene ya posibilidad de ex­
"presarse en la celda cenPral y profunda que es el «corazón» del hom­
"bre, herméticamente cerrada
por

los
sellos secretos del laicismo ra­
"dical.
"
"No nos vamos a detener en describir el peligro, el daño, el cas­
"tigo de esta anquilosis mora/.. Quien
tiene la mirada sencilla o el
"o/o clínico sobre los fenómenos negativas de la vida moderna los
"descubre por sí. Hablaremos más bien de la eficacia reanimadara
"de la contrición
por sí misma, cuarido esté motivada por la ofensa
"a la bondad de
Dios

por
un,, parte, y por la defarmidad de la ma­
"licia del pecado por otra, es deCW, ct«mdo, como dicen lo.r 71UJ8Stros,
"el dol01' del pecado cometido sea «perfecta>; la co1'1trición as/ con­
"cebida
es ya P01' si misma causa del perdón de Dios, cuarido esté
"acompañada
del propósito de recum-r a la fuerza del sacramento
"de
la penitencia tan pronto como se• posible (cfr. S. Tom., Suppl.,
"5,1)».
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del miércoles 5 de marzo de 1974 (original ita­
liano «O. R.», 6-III-75; traducción de Er:clesia, nú­
mero 1.733 del 22-29 de marzo).
El secu!arismo: concepc10n del mundo que lo explica por sí
mismo sin recurrir a Dios. Lleva el humanismo a inclina­
ciones inhumanas.
«.... hay que comtatatr en el cOf'azón mi.rmo de este mundo con­
"temporáneo un fenómeno, que constituye como 1u marca más ca­
"racterlstica: el secularismo. No hablamos de la ,ecularización en
"el sentido de un esfuerzo, en sí mismo justo y legítimo, no. incom­
" patible con la fe y la religi6n, por descubrir en la creación, en cada
"cosa

o
en cada acontecimiento del universo, las leyes que los rigen
"con
unta cierta autonomía, con la convicción interior de que el Crea­
" d01'
ha puesto en ellos sus leyes.
"
''Tratamos aqul del verdddero secularismo: una concepción del
"mundo según la
cual este último se explica por sí mismo sin que
"sea necesario recum-r a Dios; Dios resultaría pues superfluo 'Y hasta
"un obstáculo. Dicho secularismo, para reconocer el
poder del h<>in­
"bre, acaba
por sobrepasar a

Dios e
incluso por renegar de El.
298
Fundaci\363n Speiro

"Nuevas formas de atelsmo ---un ateísmo antropocéntrico, no ya
"abstracto
'Y metaflsico, sino pragmático 'Y militante- parecen des­
"prenáerse de
él.

En
um6n con este secularismo ateo, se nos 'propo­
"ne todos
los dlas, bajo las formas más distimas, una cwilizaci6n del
'"consumo, el hedonismo erigido en va/,or supremo, una voluntad de
"poder y de dominio, de discriminaciones de todo género: conslilt,­
'"yen otras tanta.r inclinacione.s inh11,manas de este «humanismo».»
PAULO VI: Exhortación Apostólica «Evangelii
Nuntiandi», 8 de diciembre de 1975, L'OJservatore
Romano, edición semanal en lengua española, año
VII, núm. 51 (364), 21 de diciembre de 1975.
'El secularismo y el ateísmo actual, influido por el utilitarismo
del

mundo
tangible.
«Asi, pues, reflexk>naá un instante con Nos sobre este hecho
"que parece calificar la historia 'Y la cwilizad6n de nuestra época: la
",msencia de Dios. Se ha hablado ji escrito mucho sobre este hecho:
"el atelsmo, en sus múlliples manifestack>nes, el secularismo, es de­
,, cir, la exclusi6n de toda referencia religiosa de la vida vivida del
"hombre y de
la sociedad, la negación imernacional 'Y prácticamente
"radical, del
nombre mismo de Dk>s de las manifestaciones y de la
"ctdtura, y de la concepci6n científica del. hombre y de la existencia
"humana. Una
célebre revista francesa, por ejemplo, nos i1'formaba,
"estos ála.r, de la prohibici6n ordenada en un determinado pals, in­
" cluso de grandes tradiciones religk,sas, de escribir el nombre de
"Dios con letra m,r¡úscula
( «Revue des Deux Mondes», enero de
"1973.

W.
D'Ormesson, pág.
124). ¡A
tamo hoy se llega!
"Algunos represemames del
hombre moderno, ¿se han converli­
"do acaso en enemigos incluso del santo e inefable nombre de Dk,s?
"Este no es sino
el aspecto extremo 'Y externo. del atelsmo moderno.
11Pe1'0 existen otros aspect~s que merecen nuestra reflexi6n. El hom-
11bre moderno,
se dice, es a/,érgico a la religión. No tiene capacidad
"para pensar, para buscar, para rezar a Dios. Es ináifereme, es es­
"piritua/,meme insensible. En el fondo existe una objeción más grt>­
"11e
y tácita, pero fuertemente operante: Nosotros, hombres de ho1,
"no tenemr,s necesidad de
Dios; la religión es inútil, para nada sirve,
"mejor dicho, constitwye un freno, un obstáculo, un problema sa­
"perfluo y paral,izaáor; hoy, el hombre se ha liberado de las 11iejas
"iáeologlas teol6gicas, míticas, pietlsticas;
y convencido de conquis­
"lar una libertad superior ha apagado
la amorcha de la religión: Me-
299
Fundaci\363n Speiro

"ior la o,cu,ülad de la incredulidad que la mixtificación de las e,­
"peculaciones supersticiosas.
" .... Hoy el e,píritu de las per,ona.r e,tá Jattwado de conocimien­
"tos concretos, tanto empm&os como científicos, y está totalmente
"intere,ado en el dominio de las co,a, útile,, la, máquinas, por ejem,­
"plo,
o en el interé, de las co,a, fútüe,, lo dwmi6n, por ejemplo;
",e dirla que nada le falta. El mMIIÍo de lo economla y del placer,
"el mundo experimental y ,emible,
el mundo llamado de las reali­
" dade, verdadera,, tangible,
y conmen,,wale, de la experiencia le
"ba,tan,
y no tiene de,eo, ni nece,/dad de bu.rcar en la e,fera de lo­
"mvi,ible, de
la tra.rcendente, del m/Jterio, el complemento y la ple­
,,nitud p«a el vacío interior que, se dice, no existe ya.
"E,ta au,encia de Dio, no, aflige profundamente, y no, produ-­
" ce la triste impresión de una soledad anacr6nica».
PAULO VI: Alocución en la audiencia genera!
del miétcoles 17

de enero de
1973. ( «O. R.», 18:
de enero de

1973, original
italiano; traducción
de·
Ecclesia :núm. 1.627 del_ 27 de enero de 1973).
El vacío del secularismo · y del ateísmo teórico y poflítico de­
nuestros
días

denuncia
la necesidad de la fe •
. « .... pemamo, que e,te renacimiento apologético y polémico del
",sntülo religio,o tiene hoy otra fuente, é,ta e,pontánea, que brota
"del vado que
el materiali,mo, ateo o liberal, e,céptico, en defmi­
"tiva, h,i producido en lo, e,píritu, de tanto, jóvene, de
la nueva
"generaci6n, de,ilu,ionado, ha,ta la de,e,peraci6n por· la duda
y por
"la
nada, ,embrada, en ,,,, alma, por el ,eculori,mo de moda y por
"el ateirmo te6rico
o poUtico de nue,tro, dlar. Y de e,te vado do­
"lororo y tenebroso rtwge un gemido, de locura a vecer, de rúplica
''en otras ocasiones, de p·oesía llorosa en algunos, más intel.igentes r
"más pacientes, que suena más o menos así: De profundis clamavi ....
"Verde lo profundo de mi alma he gritado .... (Sal. 129, 1).
· "No ertamor todavla en e,te punto al nivel de la fe. Pero ert~
"mo,
en la denuncia de la neceridad de la fe. Ertamor en el plano de·
"la dirponibilidad, de
la ,eligio,idad rubjetiva que arpira a co,wer­
"tirre en ,eligi6n verdádera y objetiva; ertamor
a la.r puerta, de ltt
"fe

(
cf,. Santo Tomás, IJ.11, 81, 1)».
300
PAUI.O VI: Alocución en ~ audiencia general
del miércoles 3 de diciembre de 1975 ( original
italiano «O. R.», 4-XIl-7', traducción de Ecclesia
n6m.
1.770 del sábado 20 de diciembre).
Fundaci\363n Speiro

La acometida terrible de la secularización de 'la sociedad.
«La historia de la vida religiosa está llena de estas vids#tldes fu­
"nestas, como igualmente está llena de renacnnientoJ vigoroso! 'Y de
"repeticiones gener.osas. Ahof'a bien, todo.r, más o menos, conocemos
"la acometida terrible y sistemática que la religi6n, la nuestra en
"primB1' lugar, por estar eskucturada socialmente y .rtJf' orgánica­
"mente concreta en su doctrina y en su.r ritos, p'1dece en este, época
nnuest-ra, en la que Je tiende a hacer coincúlir la sectdarización de la
"sociedad con su progreso y a despertar un humanismo radical, aleo.
"En un cierto sentido, desgraciadamente
no restringido a 'f!Ulmjes­
"taciones insignificantes o margina/,es, la menta/,idt,d de las nuevas
"generaciones laicas se detiene en los umbra/,es de la vida religiosa.
"El ministerio de la
fe debe volver a empezar desde la inicúición
"elemental a las primeras expresiones religiosas».
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
del miércoles 13 de junio de 1973 ( «O. R.», 14-
VI-73, original italiano; traducción de Ecclesía nú­
mero 1.647 del 23 de junio).
La indiferencia seoularista a los valores religiosos.
«Podríamos intentar clasificarnos según ciertas categorías gené­
"ricas de fácil Uentifie4ción.
La primera calegoria es la de los in­
"diferentes. Hoy se trata de una categoría muy numerosa; podernos
"inclui<
en la misma a todos los que no se preoc~an del problema
"religioso,
como problema vital,, y

a todos los
que piensan que dicho
"problema
está no ya resuelto, sino disuelto por la preeminencia de 1'la mentaüdad científica, por el secul,arismo que drcunsc,ibe la es­
"fera de nuestro interés al, reino de la experiencia y al, de las relacio­
JJnes económico--socia/,es que nos rodean. De esta categoría Nos nos
"sentimos muy distantes, por .ru abandono de los valores reUgiosos,
"que sabemos que .son necesarios
'.Y que nosotros los tomamos de la
"y en la Iglesia, con una contraprueba interior de certeza y de feli-­
"cidad ( ej. Rom., 8, 16).>
PAULO VI: Alocuci6n en. la audiencia general
del miércoles

12 de septiembre de 1973 ( «O.
R.»,
14-IX-73, original italiano; traducción de Ecclesia
núm. 1.659 del 22 de septiembre).
301
Fundaci\363n Speiro

Una secularización radical de la sociedad no purifica ni reva­
loriza la

fe de
los creyentes,

sino
que prepara un terreno
férti!l para el ateísmo,
« .... ¿Es de deseM", por otra parte, llega,- a este punto, en el pro­
,, ce.ro de .secularización, para purificar y revalorizew, Como se dice a
JJveces, la fe de los creyentes?
" ......
"Y nosotros volvemos a encontra,- aqul el segundo problema que
"nos habíamos planteado: una secularización radical de la sociedad,
"¿tiene posibilidades de hacer la f• más pura, más consciente y más
"responsable, porque es menos sociológico, asegurando totalmente y
"mejor el servicio del hombre? PlenMnente co,wen&idos, nosotros no
"pensamos asl. Es, en primer lug,,,-, un hecho histórico el que tal
",ecularización
se

ha
desarrollado en oposición al cristianismo. Pero
"es necesario añadir todr.wía: la misma .recularización, al, lado de la
"distinción legítima y nece.rdria entre las realidades tm-estres y el
"reino de Dios, gravita de hecho con toda su fuerza, sólo en el sen­
"tido
del inmanentismo y del antropocentrismo, al cual no se podria
",eduCU' la fe cri1tiana. Prácticamente, una secularizaci6n radica/,, eli­
"minando de la ciudad humana la referencia a Dios y la señal de su
"presencia, vaciando los proyectos humanos de toda búsqueda de
"Dios, Iuprim,iendo las instituciones p,oflitmumte religiosas, crea un
"clima de ausencia de Dios. Si es un cambio posible par,a la madu­
,,.,,.ez religiosa de algún grupo selecto e.r, en primer lugar, un terf'eno
"fértil para el atelsmo, para todos aquellos que --los cuales constitui­
"rán siempre un gran número- tienen una
f• débil, que difícilmen­
"te

sobrevive si
le. faltan los apoyos exteriores. Sería necesario ig­
"norar la nr,turaleza del hombre y su indispensable expresión social
"para sorprenderse
de

ello».
PAULO VI: Alocución a los participantes en la
congregación plenaria del secretariado para los no
creyentes de 19 de marzo de 1971 ( traducción de
Ecclesia núm. 1.536 del 3 y 10 de abril).
Los que quieren adaptar la Iglesia a la sociedad secularizada.
«

....
Para otros, en cambio, la falta de confianza en la Iglesia está
"originada
por

el
convencimiento de que ésta, según ellos, perma­
"necería implicada en instit11ciones que han
tenido su época: En
"una sociedad secularizada piensan
ellos que la Iglesia debería tJb_.
"donar
la mayor parte de las fórmulas que la caracterizan y renun-
302
Fundaci\363n Speiro

"ciar incluso a las certezas adquiridas para dedicarse úmc,¡mente a
"escuchar las necesidades del mundo;
y experimentan frente a la
"Iglesia visible

e
institucional una frialdad que lleva a algunos

a ale­
" jarse
de ella, según piensan ser a los profundos cambios que carac­
"terizan nuestra época, a las novedades de las 1ituaciones ctdt#t'ales
"y a las posibilidades cientlficas y técnicas».
PAULO VI: Alocución al Sacro Colegio Carde­
nalicio que acudió a felicitarle con motivo de su
onomástica (23-VI-72) (texto italiano en L'Osser­
vatore Romano, 24 de junio; traducción de Ecclesia
núm. 1.599 del sábado 8 de julio de 1972).
Legítima distinción de lo temporal y lo religioso, sin olvidar
fa relación de ambas con el reino de Dios.
«Si no es necesario recordar la legitimidad de una cierta autono­
"mia de
las realidades terrestres y de las mismas sociedades, que tie­
nnen .rus leyes y sus vtilor_es propio.s y que, en consecuencia, se dis­
"tinguen del reino de Dios ( cfr. «Gaudium et Sper», núm. 36, pá­
"rrafo 2), es necesl.ttfio, por el contrario, rechazar sin equnloco dos
"confusiones ruinosas entre estos dos campos. La primera e1 desa.r­
"trosa: propone una versión secular del cristianismo en el que el
"término
«divino», si todavía figewa, no es otra cosa que una ma­
"nera de designar cualidades inmanentes al
hombre.

Se
llegará de 11este módo a vaciar el mensaje de Cristo de todo su alcance teo-cén-
11trico
y a promover lo que terminaría por llamarse, sin preocupar­
nse
de la contradicción de los términos, un «ateísmo cristúmo-». Una
"cierta teología de la m,1erte de Dios no se ha librado, por desgra­
"cia, de este extraño abstlf'do. 1'En el extremo opuesto, algunos cristianos sienten la tentación
"de negar toda posibilidad de filosofia humana, de solución huma­
"na a
los problemas de

este
mundo, fuera de la fe de la Iglesia y
"de las aplicaciones de los principios cristianos. Esta afirmación, ¿no
"equivale a negar la responsabilidad humana que forma precisamen­
"te parte de la grandeza del

hombre
creado a imagen de Dios, y a
"rechazá1' toda colaboración sincera con los hombres de buena vo­
"luntad que no comparten nuestra
fe? Este monolitismo confunde
"excesivamente el reino de Dios y el mundo de aqui abajo. ,, . . . . . . . ....
"Mantener la distinción entre los dos no es, por tanto, oponerlos
"a ultranza,
como si las reaUdades tempora/,es exi.rtié.ren, ·¡inal,mente,
".rin f'élaci6n alguna con
el rei.no de Dio.r, como 1i la1 obf'a.r de aquí
"abajo importasen poco a la fe que espera la salvaci6n de Jesucristo.
303
Fundaci\363n Speiro

"Esta incompatibilidad ha seducido a ciertas almas nobles de cre­
"yentes, porque parecía salvaguardar la trascendencia
de Dios. En
"realidad, ella termina con demasiada frecuencia excluyéndola de la
"vida humana. La doctrina cat6Ua, ha desconfiado siempre de este
"exceso, porque, ¿no
es

el
mismo Dios
el
que es Creador,.Redentor
"y Santificador?».
PAULO VI: Alocución a los participantes en la
congregación plenaria del secretariado para los no
creyentes de 18 de marzo de 1971 ( traducción de
EccleJia núm. 1.536 del 3 y 10 de abril).
El cristiano no puede aislar este carácter de su actividad como
ciudadano.
"no implica ningún resultado prá&#co,.,; indwidual (recordad la an­
"tigUd sentencia: «Homo sum, mhil humani- a me tdienum puto»,
"hombre soy, y no me considero a¡eno a lo que es humano; Teren­
"cio), ni social ( recordad el Concilio). A veces sentimos la tentaci6n
"de pensar que nuestros derechos personales están plenamente salva­
"dos
s6lo cuando quedtnnos liberados de toda norma de la ley di-­
"vina
( «Gaudium et

Spes»,
núm. 41). Es decir, está marcada en la
"mentalidad del
hombre moderno la distincwn, me¡or dicho, la se­
"paración, por parte del ciudadano del mundo profano, de

toda
re­
nferencia de carácter religioso.
" " .... que un cristiano se atreva a declararse ta/, en el ejercicio de
"sus propias funciones sociaks o profesionales, es algo que hoy, con
"demasiada frecuencia, parece intolerable, como una falta de buen
"sentido y de buen gusto, como "" clericalismo integrista hoy supe­
"rado,
como un freno a poner a la libertad de acción y de discusión».
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
Jcl miércoles 17 de septiembre de 1975 (original
italiano «O. R.», 19-IX-75; traducción de Ecclesia
núm.

1.759 dcl sábado
4 de

octubre).
La realeza de Cristo frente a la concepción laicista actual.
«La proclamaci6n de la plena y definitwa realeza de Cristo ahon­
"da .rus raíces en ·el.tiempo, en nuestro tiempo, porque nuestt'o des­
"#no
personal, respecto a aquel triunfo 11nwersal y definitwo, se
"decide en la actualidad, incluso profana, de la vida presente: nues-
304
Fundaci\363n Speiro

"t,o hoy marca m,est,o destmo p"'a el mañana eterno. Exigencia
"t,emenda ésta, que nos defiende
de la invasora concepción lllic,sta
"radical,, la
cual cierra el horizonte de m,estra experiencia temporal
"hasta impedirle cfl/}tar
las relaciones religiosas 'J responsables con­
"éernientes a m,est,a verdadera salvación. Si el laicismo eslti bien
"como Umile de competencia en los campos del pemamienlo 'J de la
"acción,
no pll8de defenderse como visión global de la vida; vl!ión
"que naturalmente
se ex#ende a la esfera religiosa donde Cristo es
"la luz del mundo».
PAULO VI: En el Ange!us del domingo 26 de
noviembre de 1972 ( «O. R.», 27~28 de noviembre
de 1972,
original italiano;·
traducción de
Bccle.ria
núm. 1.621 del 9 de diciembre).
La llamada a la santidad denuncia como incompleto, por no
decir inaceptable, el
concepto de secularización como
pro­
grama de

vida del
cristiano.
« .... no podemos ocup,,,.,.os de religión sin ocuparnos de santidad
"y viceversa: la santidad no #ene sentido completo si no estti orien'
"tada
a la religión. Y podremo, llegar razonando a la conclll!ión que
"denuncia . como incompleto, por no decir inaceptable, el concepto
"de ,eClllarización
como programa de vida de un cris#ano en busca
"de autenticidad.
"
"¿Pero no había dicho ya Cristo Señor en el Evangelio: «Sed
"perfecto,,
como vuestro Padre celestial es perfecto»? (Mt., 5, 48).
"Procede, por tanto, preguntar,e: ¿E, posible que se nos pida
"tanto? ¿De qué santidad se t,ata? ¿De qué perfección? Responda­
''mos, sin embargo, con algunas preguntas: ¿La 11W cristUHM se
"concibe como mediocre? ¿Mora/,men;e insignificante? De,graciada­
"mente, sí, ha,y muchos crislianas medi-Ocres no sólo porque son dé~
"hiles o carente, de formación, sino porque lo quieren ser 'J por-
11qae tienen sus -así dicen-- buenas razones del «justo medio», del
"«nada demasiado», de la "gelio fuese una e.rcuela de p·ereza moral,, o como IÍ autorizase la am­
"bigüedad de wrW a dos o a más .señores (ya que pMa mucho.r, que
"hablan de liberaci6n, la finalidad es servir al cor,formismo de moda,
"como ,i é,te hiciese después la vida mtis cómoda 'J respetable). ¿No
"es ésta quizá wpariencia, y no ya autenticidad humana o cristiana?
"¿No es hipocre,ía? ¿Incoherencia? ¿Relatwismo, según el vienlo
"que sopla?
¿No significa quitar la cruz del propio cristianismo?
"( cfr. 1 Cor., 1, 17).
'º 305
Fundaci\363n Speiro

"Pero la objeción continúa: ¿Cómo responder a compromiso tan
"grande? ¿Qué es

la
santidad? He " flleja, Simplifiquemos la respuesta recordando que la santidad, a la
"que hemos sido llamados, t'esultt:& de dos factq,res componentes, de
"los cuales el primero, podemos decir el verdadero, el esencial, es la
"gracia misma
del Espíritu Santo.

De
Aquel que nos llama a

la
san­
"tidad,
a la perfección, viene el poder de conq114starla, porque es

El
"mismo
el que la ofrece, El mismo es el que la concede. Estar en
"gracia
de

Dios es todo
para nosotros. Nuestra perfección es la po­
"sesión
de la caridad divina. ¿No her¡ que hacer más?

No.
Es nece­
"srJrio o'tro factor, y éste, por ,parte nues'tra, si no queremos caer en
"el quietismo o en la i,ndiferencia mora/,; y es nuestro sí; es nuestra
"disponibilidad para el Espiritu, es el aceptar, mejor dicho, el que­
"rer la voluntad de

Dios
que ama y que sa/,va; un si que se puede
"graduar según nuestra libertad, que
es llamada. Es llamada a la ge­
"nerosidad, a la
audacia, a la grandeza, al heroísmo, al sacrificio. He
" "encuentro de la voluntad amorosa y salvadora de Dios con la vo­
"luntad obediente y feliz de nuestro corazón humano, es la perfec­
"ción, es la santidad (

cfr.
Fil., 2,

13)».
PAULO VI: Alocución en la audiencia general
Jel miérco'les 14 dé junio

de 1972 ( «O. R.», 15-
VI-72, original italiano-; traducción de E~clesia nú­
mero 1.598 del 1 de julio).
El pueblo cristiano no es la humanidad. La sacralización debe
distinguirlo, y debe preservarse del

secnlarismo.
«"Audernus dicere": podemos en verdad celebrar ante el Señor
"un rito, una liturgia
de

la
oración común, una santificación de la
"vida incluso profana, que distingue al cristiano
del que no

es
cris­
"tiano. Este pueblo es distinto, aunque esté confundido en la gran
"marea
de la Humanidad. Tiene su distinción, su característica in­
"confundible.
San
Pablo se
definió «segregatus», separado, distinto
"del
resto

de la
Humanidad, precisamente por estar investido de pre­
""ogatWas y funciones que no tienen los que nQ poseen la Juma
"fortuna y la excelencia de ser miembros de Cristo. Entonces teneM
"mos que consider(W' que no.sotros, los. que_ estarnas llamados a ser
"hijos de Dios, a participar en el Cuerpo Mlstico de Cristo, que so­
"mos animados por el Esplritu Santo y hechas templos de la presen­
,,cia de Dios, tenemos que reaUzat" este coloquio, este diálogo, esta
"conversaci6n con Di.os· en la religi6n, en el culto litúrgico, en el
"culto privado, y tenemos que extender el sentido de la sacralidad
306
Fundaci\363n Speiro

"incluso a las acciones profanas. «Si coméis, si bebéis ---dijo San
"Pablo-hacedlo por la gloria de Dios».

Y lo
dice repetidas veces,
"en sus cartas, como para 1'einvindicar a/, cristiano la capacidad de
"infundir algo nuevo, de iluminar, de sacra/ize,r t<1mbién las cosas
"temp01'a/.es, externas, efímeras, profanas.
"
"Se nos exhorta a dar a/ pueblo cristiano, que se llama Iglesia, un
".sentido verdaderamente sagrada. Y Afirmándolo arí, sentimos que
"tenemos que contener la ola de profanidad, desacra/.ización, secula­
"rización, que sube, que oprime 'Y que quiére confundir y desbordar
"el sentido religioso en el secreto del corazón -en la vida privada
"exclusivflmente secreta,
o también en las afirmaciones de la vida
"exterior- de
toda interioridad persona/, o incluso hacerlo desapa­
"recer.
Se afirma que ya no hay razón pe,ra distinguir un hombre de
"otro, que no hay nada que pueda reciliza esta distinción. Aún más,
"hay que devolver a/ hombre su autenticidad, hay que devolver al
"hombre su verdadero ser, que es común a todos los demás. Pero
"la Iglesia, y hoy San Pedro, tl<1mando al pueblo cristiano a la c011,­
"ciencia de
si

mismo,
le dicen que es el pueblo elegido, distinto, ad­
"quirido por Cristo, un pueblo que debe e¡ercer una particular re-
11lación
con Ditu, un sacerdocio con Dios. Esta sacralizaci6n de la
"vida hoy no debe ser borrada, expulsada de las costumbres y de
"nuestro_ 11idt,, como si 'Yª no debiera figurM.
"Hemos perdido los hábitos religiosas, hemos perdido muchas
"otras manifestaciones exteriores de la viaa ,eligiosa. Respecto a
"esto
hay mucho que discuth-y mucho que conceder, pero es nece­
n sario mantener el concepto, y con el concepto también a/,gún signo
"de la sacralidad del puebla cristiano, es decir, de aquellos que están
"insertas en
Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote. Ello

nos
dirá también
"que tenemo.r que senth- un gran fervof' reUgio.ro.
"
"Por muy hete,ogéneo que se presente el géne,o humano, no te­
"nemos que olvidar esta verdad fundamenta/ que el Señor nos con-­
"fiere cuando nos da la Gracia: todo! somos hermanos en el mismo
"Cristo.
Ya no hay ni, judío, ni griego, ni escita, ni bárbaro, ni
"hombre, ni mujer. Todos sonios una sola cosa en Cristo, todos es­
"tamos santificados, tenemos todoS_ ltJ participación en eJte grado de
"elevaci6n sobrenatural que Cristo nos confiri6, y San Pedro nos
"lo recuerda; es la sociologla de la Iglesia que no debemos hacer des­
"aparecer ni olvidan.
PAULO VI: Discurso del día de los Santos Pe­
dro y Pablo del 29 de julio de 1972 ( traducción de agencia C. l. O.).
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