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José Orlandis: La Iglesia Antigua y Medieval

José Orlandis: LA IGLESIA ANTIGUA Y MEDIEVAL (*)
0,mo el mismo Orlandis nos dice en el prólogo de su obra, "El
propósiro de
este. libro
es ofrecer una visióo de conjuoro de la His­
toria de la Iglesia Católica, desde su primera manifestación pública, el día de
Pentecostés, hasta

la segunda mitad del siglo xv, cuando
el muodo entró de lleno en
los tiempos

modernos". Trataré aquí de
resumit
esta hisroria de la Iglesia en la que "no encontraremos rodo
lo que ocurrió en el pasado cristiano, sino. tan sólo aquello que haya
sido históricamente significativo", como nos advierte el autor.
Los orígenes de la lgksia.
La Iglesia fue fundada por Jesucristo -"y sobre esta piedra edi­
ficaré mi Iglesia"-, constituyendo su primer núcleo los discípulos
reunidos en
Jerusalén en espera del

Espíritu Santo. A través de los
"Hechos de los Apósroles" conocernos la vida de
esros primeros
cristianos.
Estaban gobernados por los Doce Apóstoles auxiliados por los
diáconos. Pronro se manifestó la oposición del Saohedrín, siendo el
martirio de San Esteban la primicia de una gran
persecución, la

pri­
mera sufrida por la Iglesia. Esta persecución obligó a muchos dis­ cípulos a huit de J ernsalén, abriendo nuevos caminos a la predica­
ción evangélica, que limitada al principio a los judíos, se dirigió luego a los griegos. Este hecho señala la apertura de la Iglesia a los
gentiles, pero planteó cuestiones problemáticas entre Cristianismo
y Antigua Ley. El problema queda resuelto en el
0,ncilio de Jeru­
salén

cuando el
Apóstol Pedro
proclamó la libertad de los cristia­
nos con respecto a los preceptos judíos.
(*) Historia de la Iglesia, vol. I; Ediciones Palabra, Madrid, 1974,
500 páginas.
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INFORMACION BIBUOGRAFICA
La expansión del Cristianis11W.
La difusión evangélica se vio favorecida de una parte por la
existencia del Imperio romano, ya que a pesar de su actitud hostil al
Cristianismo, ofrecía
las ventajas de la paz interior y la facilidad
de comunicaciones; y de otra, por
la afinidad lingüística. El griego
era

la lengua oficial de
la parte oriental del Imperio y estaba am­
pliamente difundido entte las clases
cultas de Occidente, siendo
lengua oficial de
la Iglesia hasta el siglo III, en el que se impuso el
latín. Otto factor favorable era el clima espiritual existente en de­
terminados sectores de la sociedad.
Como obstáculos a la conversión hay que señalar el margina­
mientu a que quedaban sometidos los cristianos procedentes del ju­ daísmo, dentro de su comunidad de origen.
En el mundo pagano los
mayores inconvenientes recaían sobre los individuos pertenecientes
a los esttatos superiores de la sociedad, dada la estrecha unión exis­
tente

entte las manifestaciones religiosas ttadicionales
y la vida pú­
blica.
Los principios del Evangelio llegarían muchas veces por con­
ducto de humildes y desconocidos misioneros; comerciantes, funcio­
narios, militares, esclavos; pero fueron los Apóstoles los grandes
propulsores de 1a expansión cristiana. Poco o nada conocemos de la
actividad misionera de los Ap6stoles.
A lo largo de
los siglos II y III el cristianismo fue frecuentemente
un fenómeno utbano y tan sólo a partir del siglo
IV comenzó a
difundirse con cierta amplitud en los medios rurales. Los principales
focos de cristianización del Oriente romano fueron Siria, Asia Me­
nor y Armenia. En la parte occidental el Cristianismo arraigó pron­
to en Roma, en la Italia meridional
y en el Africa cartaginesa.
Egipto,

Grecia, parte de Italia, de las Galias y de
España contaban
también con fuertes minorías cristianas.
Lo lgksia 'Y el Imperio Romano.
Durante los tres primeros siglos, la Iglesia vivió dentto de los
ámbitos del Imperio romano. La doctrina apostólica sobre
la autori­
dad civil ttata de imbuir en los fieles confianza en los gobernantes
que ejercen
el poder temporal. Por otta parte, la Roma imperial era
tolerante en materia religiosa. Pero el incendio
d,¡ Roma
provocó la
persecución neroniana condicionando
para varios siglos el futuro del
Cristianismo. Los cristianos se convirtieron en el chivo expiatorio,
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
sobre el que arrojaban las culpas de todos los infortunios y disturbios.
Además, los cristianos no podían tomar
parte en las manifestacio­
nes

cívico-religiosas de carácter pagano existentes en el Imperio y
por esta razón se les
tachaba de "ateos". Desde la persecución de
Nerón el Cristianismo fue
perseguido ron intervalos

de tolerancia,
hasta la
época de Diocledano. Este periodo marca la era de los
mártires.
Organización y mda en. la, Iglesia primitiva.
En Jerusalén, la suprema dirección de la Iglesia la detentó Pedro
con el Colegio de los Doce. Luego, Pedro fue obispo de Roma, y
desde entonces centro de unidad de la Iglesia universal,
y sus obis­
pos, sucesores de Pedro. Los Apóstoles rontaron con la ayuda de
"auxiliares" de rango
y potestad superior a los "colegios presbite­
riales" existentes
a· escala local. La generalización del episcopado
local monárquico se acentuó a medida que desaparecían los
Após­
toles. La comunidad cristiana estaba regida por un obispo, jefe úni­
co de la Iglesia local. Los presbíteros y diáconos constituían los gra­
dos superiores del clero.
Eri el
siglo
III se hallan ya constituidos los
grados menores de subdiaconado, acólito,
eX<>rcista, lector y os:tiario.
Entre los
fieles se

desarrollan ciertas categorías con especiales carac­
terísticas: los .. carismáticos". o criStianos que recibieron dones ex­
traordinarios del Espíritu Santo para el servicio de la Iglesia; los
"ronfesores" que

habían confesado su fe como los
mártires, pero
que no hablan muerto; las "viudas, vírgenes y ascetas", que perma­
necían vírgenes o guardaban continencia
y llevaban una vida de ora­
ción
y servicio a la Iglesia, aunque . sin abandonar el mundo, ni re­
Unirse para vivir en común. Los . cristianos corrientes no eran ele­
mentos pasivos de la Iglesia; desde sus orígenes ru.vieron una inter­
vención importante en la elección de los pastores, pero su princi­
pal labor fue la participación en la acción misionera de la Iglesia.
Los litigios entre cristianos se resolvían en el seno de
la Iglesia
local
y por un cristiano. Los pecados más graves llevaban aparejada
la excomunión o
la penitencia pública.
La verdad cristiana y las herejfm.
Tres fueron fas corrientes heréticas de estos primeros siglos:
a) El judeocristianismo heterodoxo, que establecía una dicotomía
entre Jesús
y Cristo. Pretendía que sobre Jesús hombre después del
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bautismo había descendido Cristo, que le abandonó después de la Pasión.
b) El gnosticismo que anhelaba resolver el problema del mal.
e) Las tendencias escatológicas y rigoristas. El mensaje escatológico
revelaba que estaba a punto de producirse
-la segunda
venida de Cris­
to y había que prepararse evitando huir del martirio, guardando
ayuno
y absteniéndose en lo posible del matrimonio.
La literatora cristiana propiamente dicha se inicia con los Padres
Apostólicos; sus escritos en griego son de índole pastoral
y aportan
un testimonio

fiel sobre
la doctrina y la vida cristiana al finalizar
la
vida

apostólica. Al intentat llenar el vacío que el Nuevo Testa­
mento deja abierto en romo a temas como
la infancia de Jesus, la
vida de María o las actividades misionales de los Apóstoles, nace la
literarora apócrifa, que muchas veces fue producto de la imagina­
ción de las gentes piadosas, aunque no
por eso carece del todo de
interés.
La apologética cristiana y la literatura antiherética surgen
como una expresión doctrinal del combate
por la fe y la verdad de
la Iglesia.
Los apologistas se dirigieron principalmente a los em­
peradores
para hacerles presente la íntegra verdad del cristianismo
y de la Iglesia y para persuadirles de que los cristianos, lejos de ser
malos ciudadanos, eran los súúbditos más fieles
y provechosos con
que contaba el Imperio. Hacia el año 200, en
las escuelas de Ale­
jandría y Antioquía se intenta llevar a cabo una exposición de con­
junto de la doctrina teológica, con criterio
científico.
Converswn del muml,o antiguo.
Tras la persecución de Diocleciano, con el edicto de Galerio, el
cristianismo recibía del Imperio un estatnto oficial de tolerancia y
a los dos años se promulgó la legislación de libertad religiosa -el
Edicto

de
Milán--. Con

Teodosio, el Catolicismo pasó a ser
la re­
ligión del Imperio. El siglo
rv presenció

la conversión
al Cristianis­
mo de las multitndes de los hombres corrientes. Tras las comunida­
des cristianas surgía la sociedad cristiana; esto reperattfa hondamen­
te tanto en la vida de los fieles como en las estructuras eclesiásti­
cas. El pueblo cristiano perdió en "calidad", el hombre no llegaba
a la -Iglesia en virtud de una •• conversi6n" persónal, sino que nacía
dentro de ella y por ello el catecumenismo acabó desapareciendo al
generali2arse el

bautismo de los niños:
También desaparecerá
la
pe-
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INFORMACION BIBUOGRAFICA
nitencia pública y se generalizará la confesión auricular. En el terre­
no de la justicia la Iglesia conservó sólo la jurisdicción
sobre las
causas espirituales, y por razón de la persona, sobre las causas de los
clérigos. Desapareció la intervención popular en la designación del obispo, que fue, cada vez
más, asuoto del clero y de los demás obis­
pos comprovinciales, de los "notables" y del poder secular.
La cristianización del campo precisó crear uo clero rural y el es­
tablecimiento de unas nuevas estructuras pastorales, origen del ré­
gimen parroquial. Cuando el quehacer pastoral de los obispos re­
basó las periferias urbanas, se abrió camino la noción de diócesis,
como distrito territorial sobre el que se extendía la autoridad de un
determinado obispo. No todas las iglesias rurales fueron parroquias,
abundaron más los oratorios, basílicas o ecclesiae, muchos de ellos
construidos por propietarios particulares, hecho que había de tener
gran importancia en la Edad Media. Desde el siglo IV aparece un
ritual de consagración de vírgenes. Hubo además un gran movimien­
to monástico.
La vida anacorética se caracterizaba por la soledad y
el silencio. La cenobítica aportó al monaquismo: la vida común y
la obediencia, al superior religioso.
Los Organos de la Autoridad y los Corwilios.
Los pontífices romanos ejercieron activamente su primacía sobre
las iglesias de Occidente y tuvieron importantes intervenciones en
los grandes acontecimientos políticos que marcaron el tránsito de
la Antiguedad al Medievo. Pero en Occidente el ejercicio del Pri­
mado
tropezó con

dificultades procedentes de las diferencias entre
el muodo latino
y griego y de las tendencias autonomistas de los
Patriarcados,
las pretensiones
de
la Sede
de Constantinopla
y las
agudas interferencias de los emperadores en la vida de la Iglesia.
La tradición conciliar se vio · renovada al llegar la libertad para
la Iglesia. Entre los siglos
IV al IX· se reunieron ocho concilios ecu­
ménicos:
l.
El I de Nicea definió la consustancialidad del Hijo con el
Padre
y condenó la doctrina de Arrío, negador de la naturaleza di­
vina
del Verbo que sería hijo adoptivo de Dios.
2. El I de Constantinopla definió la divinidad del Espíritu
Santo contra el
Macedonianismo que

la
negaba como
lógica
conse­
cuencia

de la decadencia arriana. Si el Hijo estaba subordinado al
Padre, el

Espíritu
Santo sería criatura del Hijo. Condenó también el
"Apolinarismo". Apolinar en su celo
pot salvaguardar la divinidad
de Jesús
y la unidad de las dos naturalezas, estimó que ello no era
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INFORMACION BIBUOGRAFICA
posible sin una reducción de la humanidad de Cristo. &ta teoría
contradice la doctrina

católica de
la perfecta
humanidad de Jesu­
cristo.
El símbolo de Nicea-Constantinopla fue recibido como regla de
fe,
tanto en Oriente como en Occidente. Pero este símbolo no se
había declarado expresamente sobre las relaciones del
&píritu Santo
con

el hijo. Los orientales entendían
las palabras "que procede del
padre" en el sentido de que el Espíritu Santo procede del Padre
"por el Hijo". En Occidente se afirmaba
la procesión ""del Padte y
del Hijo" y para declararlo expresamente el III Concilio de Toledo
introdujo el vocablo "filoque", una
palabra destinada
a alcanzar sin­
gular notoriedad en
la historia

de la Iglesia.
3. El Concilio de Efe.so condenó a Nestorio, que afirmaba que
María no había engendrado al Hijo de Dios sino al hombre Cristo en
el que habitaba el Verbo, y formuló la doctrina de la unión hi­
potética de las
dos naturalezas de Cristo, proclamando la maternidad
divina de María.
4. El Concilio de Caledonia condenó el Monofisismo, que opi­
naba que la
natnrale2a humana

había sido
absorbida por
la divina
después de
la Encarnación, y definió la doctrina de las dos natura­
lezas en
la única

persona de Cristo.
5. El II de Constantinopla condenó las doctrinas de los "tres
Capítulos", promovid
.. por

Jusciniano al promulgar un edicto im­
perial condenando obras de algunos de los más célebres padres an­
tioquinos.
6. El III de Constantinopla formuló la doetrina de las dos vo­
luntades en Cristo y condenó el Monotelismo o defensa de dos na­
turalezas con

una sola voluntad.
A•í queda

cerrada en el siglo
VII
la última cuestión cristológica.
7. El II de Nicea formuló la doctrina sobre el culto de las imá­
genes.
8. El N de Constantinopla (ao reconocido como ecuménico
por los griegos) puso fin al cisma producido en el primer patriar­
cado de Focio.
Estos ocho concilios se celebraron en Oriente, ronvocados por
el emperador, el Papa estaba de ordinario representado por sus le­
gados. Terminado el concilio,
el emperador solía promulgar edictos
confirmativos, que garantizaban el respaldo de la autoridad civil en
orden al efectivo cumplimiento de
sus. decisiones. La contrapartida de
esta
beneficiosa acción imperial fueron
las intromisiones frecuentes
en la vida de la Iglesia. Hasta el siglo
VII los emperadores bizanti­
nos fueron los protectores de la Santa Sede, pero cuando no pudieron
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INFORJ\IACION JJIBUOGRAPICA
auxiliarla contra los longobardos, los papas dirigieron su mirada a
Occidente,
hacia el rey franco. Carlomagno fue el primer empera­
dor
cristiano occidental.
La Patrística-
Los siglos IV y V constituyeron la Edad de Oro de la Patrística.
Los Padres de la Iglesia son personajes en los que se aunó la cien­
cia sagrada más eminente con la santidad personal públicamente pro­ clamada
por la Iglesia. En Oriente, Atanasio es el símbolo de la or­
todoxia católica frente al Arrianismo,
contra el
que también lucharon
Basileo de Cesárea, Gregorio de
Nacienz.o y

Gregorio de Niza; San
Basilio escribió

sobre la Teología de la Trinidad;
San Juan Crisósto­
mo
"Boca de Oro" no fue un teólogo especulativo, pero escribió al­
gunos tratados, sus obras fueron sobre
todo homilías; Cirilo afirmó
la unión hipostática y la única persona de Cristo. En Occidente,
San Hilario de Poitiers escribió sobre
la Trinidad; San Ambrosio,
que
influyó en la conversión de San Agustín, San Jerónimo, atlti­
vador

de la
Sagrada Escritura,

y San Agustín, figura clave de
la his­
toria de la Teología cristiana que
abarcó una gama amplísima de
materias
y géneros literarios:, autobiografía espiritual '"Confesiones",
Teología de
la Historia y Apologética cristiana '"Ciudad de Dios",
tratados doctrinales

como
'"De la Trinidad" y muchos tratados de
controversia
sobre temas
esenciales de

la doctrina católica.
León I
escribió

sobre
la Teología del Primado romano y sobre el dogma
cristológico. San Gregorio Magno, el que rompió la tónica de oscu­
ridad que tuvo durante siglos la historia del Pontificado, fue el or­
ganizador del
'"gregoriano'".
La oorwersión, de los puel,los bárbaros.
Las invasiones fueron un acontecimiento trascendental en la his­
toria cristiana, ya que hasta entonces
el Evangelio se había difun­
dido casi exclusivamente por
el área atltural greco-latina. Ahota
la

Iglesia se ponía en
contacto con
todo un
nuevo mundo étnico y
atltural. Los pueblos invasotes, con contadas excepciones, abrazaron
el cristianismo bajo la forma
arriana, acabando
casi todos por ad­
herirse a la
fe católica. Los primeros en abandonar el Arrianismo
fueron los burgundios, muy influidos por los francos católicos; luego
los
suevos de
Galicia
y, finalmente, los visigodos.
La conversión del jefe franco Oodoveo tuvo una inmensa reso-
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INFORMACION BIBUOGRAFICA
nancia entre la población católica de la Galia y ann de todo el Oc­
cidente. A
partir de ahora la conversión de nn jefe bárbaro impli­
catá la del grueso de la nación, seguidora de la pauta religiosa mar­
cada por sus jefes natnrales, qne tan sólo en pos de ellos se incorpo­
raba a la Iglesia.
En el siglo
V existían unas cristiandades célticas incipientes, pero
fue San Patricio, el
gran apóstol de Irlanda, el que dio mayor im­
pulso a la "Iglesia católica" que adoptó una organización de tipo
monasterial.
Los monasterios eran centro de la vida religiosa del
clero, pero fueron también focos de cnltura eclesiástica
y el latín se
estudió con esmero.
La "Iglesia céltica" resaltó por sn vocación mi­
sionera; uuo de sus
monjes, San
Columbo, fue el apóstol de la Fran­
cia Merovingia, el país de los alemanes, la
Suiza actnal y la Italia
del Norte.
La conversión de los anglosajones partió de Roma; el Papa Gre­
gorio Magno mandó nn grupo de monjes
encabezados por

el
beato
Agustín. El bautismo del jefe Etelberto arrastró consigo la de una
multitud de nobles y otros súbditos suyos. En los monasterios anglo·
sajones

se observó la regla de
San Benito y en ellos brillaron figuras
ilustres en el mundo de la
cnlrura cristiana
como Benedicto Biscep
y Beda el venerable. Estos monasterios fueron además foco de
una
inmensa actividad apostólica y sus monjes, relevando a los irlande­
ses de los siglos
VI y VII, fueron los evangelizadores de la Germanía
en

el siglo
VIII.
La época visigodo-católica alcanza hasta principios del siglo VIII,
siendo un período de extraordinario florecimiento de la Iglesia en
España. Nombres insignes de la "Iglesia visigótica" son: Leandro,
Braulio, Ildefonso, Eugenio, Tajón, Fructuoso, Julián, Valerio
y, sobre
todo,

Isidoro, el maestro
·del Occidente

medieval.
La vitalidad de b.
Iglesia visig6tica se pone de manifiesto en sus concilios generales, en
su estudio del Derecho, produciendo su propia colección canónica,
la "Hispana" más rica que la .. Dionisana" de Roma, en su liturgia
-la mozárabe- que se mantuvo hasta la reforma gregoriana. La
Iglesia visigótica fue la primera en otorgar un carácter religioso al
poder real.
La expansión musulmana tuvo una honda repercusión en la vida
de las iglesias
y fieles sometidos al poderío del Islam. Los musul­
manes uo obligaron a
los cristianos a una forzada conversión, pero
su tolerancia era limitada
y el Islam, en ciertas horas de la historia, se
tornó resueltamente intolerante como en los Imperios africanos al~
morávide y almohade.
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INFORMACION BIBUOGRAFICA
La Epoca Carolmgja.
Hasta el siglo VI los Papas reconocieron la soberanía del empe­
rador

bizantino y este protegía
las tierras pontificias de las amena­
zas de los longobardos/ P<,ro la presión del Islam sobre el Imperio
oriental debilitó
la potencia bizantina en la península Itálica. Esto,
unido a la crisis religiosa de la iconoclastia, provocó el enfrentamien­
to Roma-Constantinopla que hada volver los ojos del Papa hacia el reino de los francos que ocupaba la
primacía entre los

reinos cris­
tianos de Occidente. Gregorio III pidió,
en el 739, ayuda a Carlos
Marte! sin conseguir respuesta, pero sus sucesores protagonizarían
el entendimiento entre el pontificado y el Reino franco, marcando el
comienz.o de una nueva época de la Cristiandad occidental. Car­
lomagno

fue
una de las personalidades que ha dejado más profunda
huella en la historia de
Europa y

de la Cristiandad medieval. El im­
pulso dado por Carlos a la
sociedad cristiana

en todos los órdenes
de la vida se materializó en el llamado
"Renacimiento Carolingio",
del

que fueron
artífices, junto

al soberano, una
selecta minoría
de
eclesiásticos versados en letras sagradas y profanas de procedencia
muy diversa:
el inglés Alcuino de York, creador de la "escuela pa­
latina"; el

visigodo Teodnlfo de Or!eans,
etc. Carlomagno hizo de la
propagación de la fe y de la civilización cristiana el principio rectot
de

su acción política. Por ello, sin distinguir
entre el
ámbito de lo
espiritual y de lo temporal, consideró como misión suya cuanto
po­
día redundar en provecho de la Iglesia y de la Cristiandad. No hubo
ningún terreno que estuviese ajeno a su interés y a su autoridad,
ni aun siquiera el de los grandes remas de orden doctrinal religioso.
El poder real se ocupó de la elevación de la vida cristiana de los
laicos y del perfeccionamiento de
las estructuras eclesiá.sticas, ele­
vando su nivel intelectual y moral.
Carlomagno impulsó la reforma monástica imponiendo a los
monjes la Regla de
San Benito de Ariano, uno de los forjado,es de
la
historia
moná.stica de

Occidente.
La época carolingia fue también
de expansión misionera entre
las tribus germánicas

paganas, siendo
San Bonifacio el
gran apóstol de Germanía. A su muerte sólo los
sajones pennanecian paganos. Catlomagno conquistó Sajonia y su
jefe Windukindo se vio obligado a bautizarse con los principales
jefes del pueblo.
Los descendientes de Windukindo serían, en el
siglo
X, los creadores del Sacro Imperio. Con los sajones termina el
proceso de cristianización de los germanos, exceptuando los pueblos
escandinavos.
Catlomagno fue coronado emperador por León III en el año
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INFOI/MACION BIBUOGRAFICA
800. En lo sucesivo el Imperio latino-germánico surgía a la vera del
Imperio
griego de
Constantinopla. Pero la obra política de
Cario­
magno no consiguió perdurar. Tras la muerre del gtan emperador
se inició un nuevo período histórico que acabó por destruir el
Im­
perio carolingio.
La Igl.esia en la Europa feudal.
La decadencia del poder público, la harharización de las costum­
bres,
y los peligros interiores y exteriores que amenazaban a las cla­
ses más débiles fueron
facrores principales del proceso que difun­
dió el sistema feudal por la mayor parte del Occidente europeo. Las
estructuras eclesiásticas no pudieron quedar al margen de este fenó­
meno general y sus consecuencias se dejaron sentir durante mucho
tiempo en la sociedad cristiana. El orden carolingio protegió a la Iglesia frente a
las intromisio­
nes de los poderes señoriales, pero con su caída se hacen palpables
en las estructuras eclesiásticas hasta la época gregoriana.
La decadencia del imperio carolingio dio lugar, en la segunda
mitad del siglo
IX, a un pasajero florecimiento del Pontificado ro­
mano. Su principal figura fue Nicolás I,
el fundador del concepto
de "'Cristiandad" como una
gtan comunidad
constitui!1a
pór los
pueblos

cristianos más allá de las divisiones políticas
y nacionales.
Reforzó
la autoridad moral del Papa como cabeza de la jer;u-quía
eclesiástica.
En los años finales del siglo IX comenzó un largo período de
decadencia de
la Sede romana, "El siglo de Hierro". La cansa pró­
xima del siglo de hierro fue la caída de la Santa Sede en manos de
las facciones feudales que
dominaban la
ciudad de Roma. Sometida
al titánico poder señorial, la Sede de Pedro fue ocupada
por una
larga serie de Papas que fueron, en su mayoría, individuos insigni­
ficantes o indignos. Entre los pocos de personalidad destacada so­
bresale Silvestre II, antiguo maestro del emperador Otón III.
Durante
el Siglo de Oro el Pontificado siguió cumpliendo su
misión frente a fa Iglesia universal, sin desviarse un ápice de la
docrtina ortodoxa en materia de fe y costumbres. Mas ello no quita
que el prestigio del Pontificado padeciese mucho durante esta épo­
ca lamentable. La Iglesia romana, durante la primera mitad del
si­
glo

x estuvo a la merced de la familia de Teolifacto. Pasados los
tiempos en que los tres emperadores otones ejercieron cierta autori­
dad sobre Roma y corcaron los peores abusos, nuevos señores em­
parentados con la casa de Teolifacto, los Crescencios y luego los
"
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
condes de Tusculum, volvieron a dominar en la ciudad de Roma y
a imponer su voluntad a la Santa Sede. Sólo al llegar el reinado de
Enrique III
y la época de las Papas germánicos, se puede conside­
rar superado el Siglo de Hierro.
Otón I

tuvo
para la histotia eutopea una importancia semejan­
te a a de Carlomagno. El fortalecimiento del poder real lo procuró,
sobre rodo, a través de una
intima colaboración

de la Iglesia en los
negocios públicos del reino. Entregó importantes feudos
y prerroga­
tivas señoriales a los prelados para que se convirtiesen en príncipes
eclesiásticos, que ejercieron funciones políticas junto a las pastorales
y compartieron con los príncipes seculares el poder social y la alta
dirección de los negocios del reino.
Otón I

acudió a defender
al
Papa de un vástago de la familia de Teolifacto y el Papa le coronó
emperador. El Imperio fue la gran
realización ideológica

de la Europa me­
dieval. El sistema político de la Cristiandad, fundado sobre los su­
premos poderes del pontificado y del Imperio, vertebró la Cris­ tiandad occidental hasta la segunda
mitad del siglo XIII.
El Siglo de Hierro fue también época de ctistianización. En la
empresa de
cristianización de los pueblos eslavos tomaron parte tanto
la Iglesia
bizantina como

la occidental.
La evangelización por la
Cristiandad occidental empezó
en el

siglo
VII con la conversión de
croatas y eslovenos, prosiguió en la época carolingia
y se intensificó
con los emperadores germánicos en el siglo
X. En el 966 se convier­
te Polonia
y en el 1001 Hungría.
Es este un período de ocultas energías renovadas, que cristali­
zarían
en

una profunda reforma eclesiástica, la de Cluny. Bernon
fundó en duny un monasterio donde se observaba la regla de San
Benito y en el que el abad era libremente elegido por los monjes.
Este monasterio estaba inmune, no sólo de toda autoridad laica!, sino
también de la jutisdicción del obispo diocesano y en dependencia
directa del Romano Pontífice. Los cluniacenses fueron un factor esen­
cial de la reforma eclesiástica comenzada en Occidente a mediados
del siglo XI.
La Iglesia griega hasta el cisma de Oriente.
En

el siglo
VII una parte considerable de la cristiandad oriental
había caído bajo el dominio
musulmán. Por
ello,
dotante muchos
siglos,

hasta la caída de Constantinopla en poder de los turcos, la
Iglesia griega
protagonizó casi

en exclusiva la historia del oriente
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INFORMACION BIBUOGRAPICA
cristiano, distanciándose cada vez más de la Iglesia romana hasta la
ruptura final en el 1054.
León II

salvó a Bizancio de los peligros exteriores, pero suscitó
la crisis religiosa que alteraría durante
más de un siglo la vida de
la Iglesia: la cuesrión de las imágenes. Este problema provocó la
escisión de la cristiandad bizantina en dos bandos irreconcialiables,
por un lado los emperadores isaúricos apoyados por
el ejército, y
por el otro los monjes junto a la gran masa del pueblo. El II con­
cilio de Nicea, en
el año 787, fotmuló la docttina ortodoxa sobre
la veneración-de
las imágenes y el senado de Constantinopla, en el
año 843,
restaw;ó definitivamente
su culto. La lucha
por las imá­
genes produjo un sensible acercamiento al papado de la mejor parte
de la Iglesia griega, pero la conclusión de esa lucha no trajo una
larga paz. Su vida durante la segunda mitad del siglo
IX se vió tur­
bada por las luchas entre los dos partidos eclesiásticos formados en
tomo a los patriarcas Ignacio y Focio. El primero representaba
al
partido monacal, que había sido el paladín de la ottodoxía y propug­
naba una intensa participación de los monjes en el gobierno de la
Iglesia. Focio representaba
el partido integrado por el alto clero
secular, cuyos mayores apoyos se hallaban en los círculos políticos
próximos a la Corte.
La actitud favorable a Ignacio del Papa Nico­
lás I provocó en Focio una
postuta de
abierta declaración de guerra
a la Iglesia
latina, desempolvó

la cuestión del "filoque"' y levantó
la acusación de herejía sobre la Iglesia occidental. En
el concilio
celebrado

en Constantinopla Focio fue condenado y la Iglesia grie­
ga reconoció el
Primado romano.

Pese a ello, la conmoción entre el
Pontificado y la Iglesia·
bi2antina no

se rompió fortnalmente, aunque
las relaciones fueron siempre distantes y frías. En 1043 ascendió al
patriarcado de Constantinopla Miguel
Cerulario, personaje

de vio­
lentos sentimientos antilatinos que ordenó la clausura de
las igle­
sias

latinas existentes en Constantinopla,
criticó los

usos latinos di­
vergentes de los griegos, en especial el empleo del
pan ácimo en la
Misa, y exigió a la Iglesia occidental la renuncia a todas esas prác­
ticas. Excomulgado Cerulario, interpretó la excomunión como diri­
gida contra
toda la Iglesia griega y respondió lan2ando a su vez la
excomunión contra los legados y conJ;ta los que les hubiesen enviado.
El cisma quedaba
así formalmente abierto.
Como

ya dijimos, el
Patria contribuyó también
a
la evangelización de los pueblos. Su acción misionera llegó a los
búlgaros
y a los servios sometidos· definitivamente por Basilio I.
Pero su conquista más importante fue Rusia. Iniciada su conversión
en el siglo
IX con Ignacio y Focio, avanza en el siglo siguiente al
bautizarse Olga, la viuda del gran príncipe Igor, alcanzando su mo-
547
Fundaci\363n Speiro

INFORMACION BIBUOGRAFICA
mento decisivo ron el baut:iro. del nieto de Oiga, Wladimiro, que
puede
oonsiderarse romo el momento
de la ronversión de su pueblo.
Su hijo
Iaroslav rompletó

la
organización eclesiástica
del país, que
se aromodó fielmente a la
· pauta

de la Iglesia bizantina.
La Reforma Gregori.a!na.
El monarca alemán Enrique III acabó, a mediados del siglo XI,
ron la. subyugación de la Santa Sede a las facciones feudales romanas.
Y se
hizo ronferir
el título de '"Patricio de los Romanos" arrogán­
dooe la

facultad de designar
directamente a los

papas.
La persona
elegida

sería luego sancionada
canónicamente por

el clero y pueblo
de Roma. Este procedimiento, válido
para afrontar una royunrura
excepcional, no podía considerarse como un sistema satisfactorio
para la normal provisión del Pontificado. En 1509, Nirolás II pro­
mulgó un decreto regulando la elección pontificia, que quedó re­
servada al

Colegio de Cardenales.
Los principados normandos del
sur de Italia, hasta entonces adversos al Pontificado, se ronvirtieron
en sus aliados, asumiendo el poder de defenderlo y de
garantizar la
libre elección papal.
La reforma eclesiástica se presentaba romo una lucha por la li­
beración de la Iglesia del yugo del pecado,
y en concreto por la li­
beración del clero de los tres grandes males que entonces Je aque­
jaban: la
'"simonía" --odquisición mediante

precio de los cargos
eclesiásticos-; el "nicolafsmo" -la incontinencia del clero-, y
la '"investidura Jalea" -provisión de los oficios eclesiásticos a tra­
vés de los poderes seculare&-C.
El ambicioso programa gregoriano aspiraba a la instauración en
el mundo de la '"justicia" cristiana en el más amplio sentido. Al papa
correspondía la direcdón de
la sociedad cristiana y a su autoridad se
hallaban subordinados el poder del emperador y de los reyes de la
tierra.
Otro rasgo de la reforma gregoriana fue la centralización del go­
bierno eclesiástiro, que
tuvo en
la institución de los legados ponti­
ficios su principal instrumento.
Los legados aseguraban la romuni­
cación entre
Roma y los reinos cristianos. Una faceta de la centra­
lización fue

la supresión de las liturgias propias de
ciertas iglesias
particulares
y la introducción en su lugar de la liturgia romana. La
centralización llevaba oonsigo la necesidad de que el Papa contase
con altos consejeros. Se constituyó así
la Curia Romana, integrada
por los cardenales. En el
aspecto misional

hay que destacar
la conversión de Escan-
548
Fundaci\363n Speiro

INFOR.MACION BIBLIOGRAFICA
dinavia, que opuso fuerte resistencia al principio, y cuya cultura
intelectual prosiguió durante mucho tiempo impregnada de paga­
nismo. El

último capítulo de la evangelización de Europa fue la con­
versión de los pueblos del nordeste del continente: Pomerania, Pru­
sia y
países bálticos.
Pontificado y cristimulaa en ÚJs siglos XII y XIII.
Como rasgos característicos del Ponitficado y de la Cristiandad
en los siglos
XII y XIII, hay que subrayar el "universalismo" y la
"'personalidad" de

una
sociedad en la que resultaba natural que papas
de todas las nacionalidades ocupasen la Sede Romana
y monjes clu­
niacenses regentasen obispados en países distintos al de su nacimien­ to, o donde las
universidades estaban

constituidas por estudiantes de
diversos países.
El Coocordato de Worms puso fin a la cuestión de las investi­
duras, abriendo un período de
paz entre el Pontificado · y el Impe­
rio, pero todo cambió al ser elegido rey de Alemania Federico "Bar­
barroja". El Papa Inocencia III ejerció su autoridad suprema sobre
todos los reinos cristianos, cuando los soberanos se apartaban del
camino de la justicia. Pero Federico II tuvo una concepción de su
autoridad imperial menos cristiana
y más secularizada que sus pre­
decesores
y aspiraba a dominar la península itálica.
Gregorio

IX escomulgó a Federico II y el Papa Inocencia II1
hizo lo mismo con el hijo de Federico,
Contado IV.

Al morir éste,
el Imperio se sumerge en el
sombrío período

llamado por la histo­
ria "Largo Interregno". La lucha entre papas y emperadores parecía
terminar con una victoria Pontificia, pero la. Iglesia sufrió las nocivas
consecuencias de tan larga contienda. En primer lugar, salía herida
de muerte la concepción unitaria de la Cristiandad medieval, se ha­
bía roto el principio armónico de entendimiento entre las dos
po­
testades

que ejercían la suprema autoridad en el orden espiritual y
en el temporal.
La cristiandad medieval como período de la historia de la Igle­
sia termina con un conflicto del que fueron protagonistas Bonifa­
cio VIII y Felipe el Hermoso de Francia. El primero estaba imbuído
de la idea de la supremacía de
la autoridad pontificia incluso en el
orden temporal. Felipe profesaba una ideología fundada sobre la om­
nipotencia del poder monárquico. El Papa excomulgó al rey. Su
sucesor, Bonifacio IX, anuló. las penas canónicas fulminadas contra
Felipe y afias más tarde, Clemente V, el papa de Avignon, declaraba
"bueno
y justo" el celo desplegado por el monarca en todo este
asunto. Así terminaba el último gran conflicto medieval
entre el
poder

espiritual
y el temporal, y el ¡,rimero en el que el Pontificado
salía de

la lucha moralmente vencido.
• 549
Fundaci\363n Speiro

INFORMACION BlBUOGRAFICA
Los Concilios de "ta Cristia:nilad.
Los Concilios ecuménicos de la Cristiandad medieval se celebra­
ron en Occidente.
Estos ooncilios más que robre cuestiones te0l6gi­
cas
delibetaron

de ordinario sobre asuntos disciplinarios relativos a
la vida del cleto y de los fieles. Todos los ooncilios medievales fue­
ron oonvocados y presididos por el Papa; Hubo siete ooncilios:
l. El I de I.etrán sancionó las normas sobre investidutas aoor­
dadas

en Worms, otorgó beneficios en favor de los cruzados y le­
gisló sobre simonía
y otros tetnas de disciplina eclesiástica.
2. El II de Letrán trató .sobre disciplina del clet0, de los reli­
giosos
y del pueblo cristiano. Se declaró la invalidez del matrimonio
de los clérigos a partir del
subdiaoonado ·y de

los monjes.
3. El III de Letrán promulgó la norma sobre la mayoría de los
dos tetcios requetidos para
la elección pontificia. Condenó la here­
jía de los
Cátatos y

excitó a los cristiaoos a
oombatirlos oon la pro­
mesa

de indulgencias
y beneficios aoálogos a los que concedían a
los oruzados.
· 4. El IV de Letrán aprobó .70 oonstituciones que afectaban a
todos
los aspej:tos de
la vida cristiana. Especial relieve tuvieton las
oonstituciones de
oontenido teológico, oomo la de la. doctrina de la
transmutación eucarística y la que reooge la· doetrina ortodoora sobre
la
Santísima Trinidad.
·
5.

El I de Lyon rondenó a
Fedetioo II y lo depuso del Im­
perio.
6. El II de Lyon deliberó sobre la unión de los griegos y sobre
la
cru,.acla.
7. El ooncilio de Vienne reflejó la hora de la decadencia de la
Cristiandad que . entonces . se vivía. El Papa decretó la disolución de
la Orden del Tetnple. El ooncilio trató también de· la pobreza de los
franciscanos,
de. la

cruzada
y la reforma eclesiilstica.
V ida reTi:giosa de la Cristiandad.
Los grandes siglos · de la Cristiandad fuet0n uoa época de ex­
traordinario florecimi~to para la vida. -religiosa. La vida monástica
se vi6, enriquecida con ,nuevas. ramas, .entre ellas1 la más importante
setía la del Cister, que pretendió uo ret0rno a la primitiva simpli­
cidad. San Bernardo, su promotor, ejerci6 una enorme influencia sobre la vida de la Iglesia y de la Cristiandad
.. Al

lado del Cister na­
ciet0n, en

los siglos
XI y XíI, oongregaciones monásticas de obser­
vancia

benedictina,
pet0 la creación más iÍnpo cartujos, cuyo fundador,
Sao Bruno, la. ooncibió. oomo fusión de. la
vida solitaria y la cenobítica.
550
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INFORMACION BIBUOGRAFICA
El siglo XIII trajo consigo el romienzo de las órdenes mendican­
tes

que dieron especial relieve a la práctica de la pobreza cristiana,
manteniéndose de.la caridad. San Francisco fue
el iniciador. Los men­
dicantes no fundaron monasterios en lugares apartados, sino con­
ventos
en· el corazón de

las ciudades, para estar cerca del pueblo
cristiano de la nueva sociedad urbana.
Se dedicaron a la cura de
almas
y tuvieron un inmenso éxito popular. Las "terceras órdenes"
asociaron como terciarios a un gran número de fieles piadosos y
contribuyeron al arraigo de los nuevos religiosos entre el pueblo.
Los mendicantes jugaron
un papel de primer orden en las Univer­
sidades, defendiendo la fe de las herejías medievales
y propagándola.
Hubo una discordia interna entre los franciscanos, partidarios unos
de practicar la pobreza siguiendo literalmente la Regla, y otros de
su observancia mitigada. Esto dió como resultado la cristalización de
varias "familias" franciscanas, que han perdurado en la Iglesia como
Ordenes distintas.
La Orden de mujeres fue fundada por Santa Oara.
Santo

Domingo fundó la orden de los predicadores que
adoptó
un

estilo de "vida
apostólica" pobre y penitente, garantía de su pre­
dicación ante los ojos del pueblo, seducido
por la ostentosa autori­
dad de los ministros propagadores de la herejía. Dieron especial
un­
pottancia
a

los estudios y trabajaron en las
grandes universidades.
La

Orden del Carmen se constituyó también como orden men­
dicante, lo mismo sucedió con los ermitaños de San Agustín. Un
carácter especial tuvieron las Ordenes redentoras dedicadas especial­
mente al rescate de cristianos cautivos de los musulmanes; la más
importante fue la de la .Merced.
La sockdad cristiO!Tla medieval.
La Iglesia intentó poner coto al unperio de la violencia resta­
bleciendo
la "tregua de Dios"; un tiempo de paz general durante el
cual se prohibía cualquier clase de acciones violentas. Pero
la Iglesia
no condenó el oficio de las armas, sino que trató de cristianizarlo.
Las órdenes
militares nacieron
como culminación del ideario de la
caballería cristiana y prueba, a la vez; de la honda interpretación
religiosa del oficio de las armas. Su origen está en los grupos de
caballeros que servían a los cristianos enfermos en un- hospital de
Tier.ra Santa o protegían a los -peregrinos que acudían a visitar los
Santos . Lugares.
Las. primeras Ordenes militares fueron la del Temple
y la del
Hospital, de carácter supranacional. Exclusivamente germánica fue
la Orden Teutónica. En la Península Ibérica-surgieron con la Recon­
qusta las de Santiago, Calatrava y Alcántara· en Castilla, Aviz en
Portugal y Montesa en Arag6n.
551
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INFORMACION BIBLIOGRAPICA
La religiosidad populru: se percibe a través de las Cofradías, que
agrupaban a

laicos piadosos, animados por motivos de caridad cris­
tiana y ayuda
mutua, y a través de los gtemios que a parte de las
finalidades laborales y de defensa de los iotereses de los asociados,
teoían fines religiosos y bajo la advocación de algún santo se obli­
gaban a cumplir una serie de requisitos de ordeo espiritual y cari­
tativo.
La caridad cristiana implicaba el cumplimiento de los deberes
que la perteoencia a
la Iglesia llevaba consigo: asistencia a misa
domingos y festivos, confesión y comunión anual, ayuno durante toda
la Cuaresma, las cuatro témporas del alío y las vigilias de las prin­
cipales festividades, la abstinencia los viernes
y sábados y pagar el
diezmo de los productos del campo. La devoción a la Eucaristía dió
lugar en el siglo
XIII a la institución de la fiesta del "Corpus Chris­
ti".

La devoción
mariana experimeotó
también un notable progreso
durante los siglos de la Cristiandad, así como el culto a los santos
y la devoción a las reliquias. El cristiano de aquellos tiempos se seo­
tía atraído por las peregrinaciones, que a veces tenían un carácter
esttictameote penitencial y ottas de aveotura ascética, pero impreg­
nada de sentido de penitencia.
Las peregrioaciones constituyeron un
fenómeno histórico de primer orden no _ sólo en el aspecto religioso,
sino también en el cultural, social y económico.
Las empresas de la Cristúmdad.
Las cruzadas fueron las expediciones militares lanzadas por la
Cristiandad contra los musulmanes, con el fin de conquistar o rete­
ner

los Santos Lugares. Su papel directivo correspondía al Papa, que
otorgaba gracias espirituales extraordinarias a los combatientes -in­
dulgencias plenarias-. Su ciclo histórico empieza en el siglo XI y
duró casi dos ceoturias. La Reconquista de España eta también una
cruzada
y los papas concedieron indulgencias a los combatientes,
aunque no fue una empresa supranacional de
la Cristiandad europea.
Los
Cruzados a

Tierra Santa fracasaron, ya que no se consiguió el
dominio cristiano.
A partir de entonces la extensión de la fe se hizo
por
medios más

evangélicos
y nació el movimiento misional a im­
pulsos de San Francisco de Asís y de los mendicantes.
La Cristiandad fue
la edad de oro de las ciencias sagtadas: la
Teología
y el Derecho canónico vivieron entonces su época clásica.
La "escolástica" o ciencia de la escuela, nace a finales del siglo XI
con objeto de elaborar una cosmovisi6n en la que se armonizara el
conocimiento natural y la fe fundada eo la Revelación divina. Su
método propio, el "escolástico", se basaba en la disputa dialéctica,
é¡ue termina en una síntesis.
552
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INPORMACION BIBUOGRAPICA
En cuanto al Derecho,. el Canónigo y el romano-justiniano fue­
ron

los dos derechos
por excelencia
de
la cristiandad medieval. Am­
bos integraron el
Derecho "común",

elemento fundamental de
la
cultura jurídica occidental
La Edad Media inventó las universidades, obra de la Iglesia y
reflejo del espíritu
universalista de la Cristiandad, de marcado espí­
ritu supranacional.
El arte medieval fue esencialmente cristiano. Las grandes joyas
del románico y gótico son casi todas edificios religiosos.
Las artes
plásticas, la escultura y la pintura completan la obra arquitectónica
y servían
de instrumento . ornamental y pedagógico.
Como aspecto negativo de
la época de la Cristiandad hay que
señalar la

herejía como fenómeno social. Un tipo de herejías se debe
al movimiento
extremista de exaltación de la pobreza que adoptó
una violenta actitud anticlerical y concretamente antijerárquica.
Pero la gran herejía medieval fue la de los citaros. Sus séguido­
res se llamaron "albigenses". El Catarismo mezcla elementos
gnós­
ticos con otros de raíz dualista maniquea que identificaban el mal
con
la materia creada. La lucha contra la herejía dió lugar al naci­
miento

de la Inquisición como
instrumento de
defensa de la
fe y
represión de la herejía.
El Pontifi.cado de Aviñón y el Cisma de Occidente.
Los primeros años del siglo XIV en los que puede situarse el co­
mienzo de la Baja Edad Media, señalan también el principio de una
nueva época en
la vida de la Iglesia. Dw:ante más de setenta años
los papas residían en Francia.
Los papas de Aviñón fueron excelen­
tes administradores y prosiguieron
la obra de centralización inicia­
da por_ sus predecesores romanos. Pero respecto a las corrientes doc­
trinales de la época de Aviñón hay que señalar la exaltación, por
parte
de ciertos canonistas, de
la autoridad del Sacro Colegio, pre­
tendiendo que el Papa tuviese que contar necesariamente _ con los
cardenales para el gobierno eclesiástico. El retorno de los Papas a
Roma se vio favorecido
por la pacificación de los Estados Pontifi­
cios, pero fueron seguramente dos mujeres las· personas que más
influyeron en el regreso a la Ciudad Eeterna: Santa Brígida y Santa
Catalina de Siena.
El
Cisma se

produjo a raíz de
la elección del sucesor de Gre­
gorio
XI.

El colegio cardenalicio contaba con
la gran mayoría de
miembros franceses,
pero el pueblo de Roma deseaba que el nuevo
Papa fuese italiano para
evitar cualquier
posibilidad de retorno a
Aviñón. El cónclave eligió primero a un italiano, declaró al
poco
inválida
la

elección
y al hacerse de nuevo recayó sobre un francés.
553
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INFORMACION BIBUOGRAFICA
Los elegidos se excomulgaron mutuamente y el cisma quedó oficial­
mente instituido, sembrando la
confusión en
las conciencias de
los
fieles. Ante el desorden reinante se pretendió trasformar el Concilio
ecuménico en asamblea periódica
y se declaró la supremacía del Con­
cilio, cambiando así la constitución de la Iglesia, convirtiéndola en
uoa especie de monarquía parlamentaria. Un Concilio celebrado en
Constanza puso

fin a los cuarenta
años
del

Cisma que dividió al mundo cristiano en dos e incluso tres obe­
diencias y devolvió la unidad espiritual a la Cristiandad europea.
Como contrapartida, los
decrecos dirigidos

a
limitar los
poderes del
Papa
y a dar una constitución conciliarista a la Iglesia, contenían los
gérmenes de

futuros
confliccos, que
culminaron en el enfrentamien­
to entre el Papado y el Concilio de
Basilea. Este

concilio fue, sobre
todo, una asamblea de canonistas
y teólogos. El Papa condenó el
conciliarismo,
y los conciliares de Basilea eligieron uo antipapa, oca­
sionando el
llamado-Cisma

de Basilea que se fue
desintegrando has-
ta

la sumisión del antipapa.
·
En

la Cristiandad medieval
existían grandes temas que jamás
dejaron

de considerarse actuales; así ocurrió con la
cruzada, la re,
forma

de la
Iglesia o

la unión con los griegos.
La anhelada unión se
consiguió, aunque su éxito fue efímero. Las -relaciones entre las cris­
tiandades latina y griega ·resultaron desfavorablemente afecradas por
las Crll2adas. Esto se uoió al arraigado sentimiento antilatino de los
cristianos griegos, sobre todo de los morijes
y clases populares. Mi­
guel VIII Paleólogo trató de llegar a uo acuerdo con la Iglesia ro­
mana
y poner fin al Cisma oriental; y con Gregorio X, Pontífice
que puso todo. su empefío en
la unión con los griegos y la CrU2ada,
formalizó oficialmente la uoión en el Concilio II de Lyon. Pero el
éxito fue roás aparente que real. De nuevo se consigue la unión en
el siglo XIV en el Concilio de Ferrara .....,Florencia-, pero esta unión
no llegó a consolidarse
y se desvaneció en el curso de uoos pocos
afios. Miis que los obstáculos de orden doctrinal o disciplinal fue
el fanatismo antilatino de las masas griegas el principal responsable
del fracaso de.
la unión cristiana en el siglo XV.
La vida religiosa en /,a. Baj,. Edad Media.
La soéiedad europea de los · siglos XIV y xv siguió impregnada
de cristianismo. Pero en esta
época decae la teología, ahora el uni­
verso intelectual se ve dominado por el
nominalismo de Ockam. Es­
casean los
grandes Papas,

las grandes fundaciones y los
grandes santos;
progresan

los
nácionalismos eclesiiisticos, que

trajo funestas conse­
cuencias a
la hora· de la Reforma Protestante, no hay pueblos nuevos
que abracen la fe cristiana
y la reforma de la Iglesia suena a utopía
por la falta de voluotad resuelta de reafü:árla. ·
554
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INFORMACION BIBUOGRAFICA
La religiosidad popular se sentía afectada por las desgracias que
padecía la

Iglesia y
por las catástrofes de la época. La peste negra,
de

considerables repercusiones en los órdenes económico
y social,
hizo que el tema de la muerte estuviera como nunca presente en la
literatura, en el arte, en la vida espiritual. El pueblo se reóne a es­
cuchar a los grandes predicadores que catequizaban a las masas po­
pulares contribuyendo a hacer más personal el espíritu religioso,
mediante

la difusión de la práctica de
la vida cristiana. La confesión
sacramental se
hiro más

frecuente, se difundió
la .. práctica del Via
Crucis y los
cortejos de

"flajelantes".
La devoción a María se aso­
ció

a la Pasión de Cristo, como Madre Dolorosa, Virgen de
la Pie­
dad . . . La Eucaristía siguió ocupando el lugar de honor en la de­
voción popular y en el ·
culto
litúrgico de la Iglesia, viniendo a ser
el "Corpus Christi"
la mayor solemnidad pública

del culto cristiano.
Floreció
la Mística. Otra corriente espiritual fue la "devotio moder­
na", fundada en el cultivo de
la vida interior y que resultaba apro­
piada tanto para
sacerdotes y

religiosos como
para fieles. Su funda,
mento
espiritual

fue
la oración

personal y
era muy
importante la
función del director de conciencia. Su expresión más
característica
es

una obra que refleja su espíritu:
la "Imitación de Cristo". La
devo#o inspiró las fraternidades integradas por sacerdotes y laicos
de organización flexible y
poco centralizada. Los "hermanos de la
vida común" desempeñaron un
importante papel

en el terreno de la
enseñanza, promoviendo

la educación religiosa
de. los
jóvenes.
Los Cartujos alcanzaron un notable prestigio, pero fue siempre
una Orden relativamente reducida. Nació una Orden monástica nue­
va, los Jerónimos. Las viejas Ordenes. de raíces Benedictinas sufrían
una larga decadencia y su renovación se llevó a cabo mediante la
constitución de Congregaciones o la extensión a otras casas de
la
observancia vigente en una determinada abadía. En las Ordenes men­
dicantes afectadas por el laxismo de
las tendencias
mitigadoras se
reaccionó restaurando en determinados conventos la plena observan­
cia regular. Este movimiento renovador se llamó "Observancia".
La Iglesia ante los tiempos modernos inicia el período del Pa­
pado renacentista, una época en que los papas inbuidos por el es­
píritu de los tiempos se asemejaban, cada vez más, a los príncipes
temporales, con nototio detrimento de su función de pastores de la
Iglesia. La caída de Constantinopla con el coosiguiente hundimiento
para siempre del Imperio Cristiano de Oriente y la revuelta protes­
tante iniciada por dentro
y que segregaría del cuerpo de la Iglesia
Católica a
la mitad de la Europa cristiana, son las tragedias entre las
que la Providencia quiso que hubiese un hecho
glorioso: el
descu­
brimiento de América, que abrió a la Iglesia de Cristo un nuevo mundo destinado a ser el segundo continente Cristiano.
MAITE V ALLET REGÍ.
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