Índice de contenidos
Número 161-162
Serie XVII
- Textos Pontificios
- Actas
-
Estudios
-
Sociología del protestantismo (I)
-
Tesoros en la literatura greco-latina como instrumento de buena formación
-
San Pablo, en los escritos de Unamuno
-
La teología católica acerca del matrimonio cristiano
-
La participación del pueblo y la democracia
-
¿Es posible una fórmula de autogestión en la empresa?
-
Universalidad y pluralidad en la enseñanza
-
- Información bibliográfica
Autores
1978
Ángel Maestro: ¿Socialismo en un solo país o revolución permanente?
INFORMACION BIBLIOGRAFICA
Angel Mu,estro: ¿SOCIALIS1MO EN UN SOLO PAJS, O
RiEVOLUCION PERMANE'.NTE,? (LA POLEMICA
STALIN-TROTSKY).
Sobre la más decisiva y enconada de las disputas que han desga
rrago al movimiento comunista, iniciada en la primavera .'de 1924,
y cuyas consecuencias sangrientas han alcanzado, y probablemente
rebasen, nuestroo días,
ha escrito Angel Maestro un trabajo impor
tante y lúcido.
El corto
ensayo
-menos de w, centenar de páginas
de apretada información de capital interés, plagadas de sugerencias
y datos tamizadoo, precios06 para el gran libro, que todos esperam06
del
autor y cuyo esbozo o
síntesis constituye
el que ahora
comen
tam~ d06ifica
la
confusa
lucha desencadenada
a
la muerte de Le
nin, entre d06 facciones que pugnaban por hacerse con el supremo
y total poder. En un
breve prefacio
se adelanta
ya una
de las dos conclusiones
nodales de
la obra: el carácter, fatal y objetivo del desenvolvimiento
de
las leyes de la
dia:léctica IllJll"lrista-leninista, de
Estado-Golden
superpolicíaco de la Unión Soviética. Lo curioso; destaca Maestro, es
que ya Trotsky había advertido, nada menos que en 1903, el peligro
a que
estaba abocado el experimento. Mientras, Lenin, en su folleto
«El Estado
y la Revolución», prometía a los ros06 una extinción ine
vitable del Estado, mediante una transitoria dictadura del proleta riado, León Trotsky vaticinó que
esa supuesta dictadura del proleta
ria.do no sería otra cosa sino 1a oligarquía más cristalizada, cerra-da,
coactiva, exclusivista ,y despiadada que han conocido los pueblos. Esa
oliga:rquía ha ido prolongando la traositoriedad de la mencionada
-sin el menor rigor-dictadura del proletariado, auténtica tiranía
de unos pocos, y no en
el sentido pooitivo que los griegos clásicos
primitivos dieron a las tiranías, sino en el más negativo que cabe
imaginar a la vista del informe de Kruschef en el XX congreso del
Partido o
leído en las
convincenres y patétkas narraciones
de
Solzhe
nitzin
y
la
Iarga y ma:ltredha lesión de dirigentes, por no mencionar
las monstru06idades que
contarla
el propi" Trotsky ya d.esterrado.
En el primer capítulo se describe a Trotsky, antes de ser reducido
277
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBLIOGRAFICA
a la impotencia, de un carácter brillante e imprevisor -por culpa de
un orgullo desmedido-,
su protagonismo estelar en la
revolución,
sus intuiciones
y sus diferencias con Lenin. En los capítulos segundo
y tercero se estudian varios aspectos de fa feroo polémica. La muer
te de Lenin
precipita los acontecintientOB. En
el otoño de 1924 sitúa
Angel
Moestro el
inicio
det drama: Stalin
decide,
después de largas
y barrocas maquinaciones, después
de
asegurarse el
control total
del partido
y su enonne burocracia, lo que vale decir del poder omní
modo
de toda Rusia,
desde la Secretaría General
del Comité Cen
tral, propugnar un nuevo -relativamente- dogma de la
psendo-re
ligión marxista-leninista. Se trataba del tema del socialismo en un
solo país. Trotsky,
por el contrario, se reafirma como apóstol indis
cutible de
la teoría de la revolución permanente. El cuarto capítu
lo --«Argumentaciones y contraa.rgumentaciones»-narra los varia
dos y contradictorios aspectos de lo que denomina con acierto «inex
tricable
maraña» en
que se debaten ambas facciones, pues la nueva
clase se divide inevitablemente
en dos band06: la facción stalinista
y la trotskista. Comienza la larga lucha, sin paílativq de especie al
guna ya, aunque pletórica de arabescos, fantasías, surrealismo, ci
nismo a grandes dosis y una crueldad •bárbara, que no concluirá ni
ron la expulsión del Trotsky del Palitburó, ni en el trascurso del
XV Congreso (diciembre·de 1927), ni siquiera
con su asesinato en
Méjico en un lejanó 1941. El término trotskismo, como
la voo «des
viacionista» o la nueva de «disidente», seguirá s.iendo una injuria lo
mismo bajo Stalin que bajo el nuevo amo. Y se aplicará cualquiera
de
ellas a todo,
aquel que ponga en peligro 1a seguridad y los privi
legios de
la nueva clase.
Pero lo
que el autor enuncia
aquí es
la otra gran clave del libro:
todo el
embrollo ideológiro, toda 1a apariencia doctrinal no eta más
que un velo -sumamente
espeso, por supuesto dado el juego salva
je de los odios y las envidias
personales, tan
exactamente previsto
en su trivialidad por el fallecido
Lenin-que
encubría
la sórdida
realidad de la
pugna por la sucesión. Y, aun anunciando que ambos
protagonistas utilizaron toda clase de
trucOB, trampas,
sofismas,
ame
nazas, roaccciones y hasta crlmenes, el georgiano Stalin consiguió
desbancar al
ilustre hijo de 0desa
y gritar como, nuestro Conde-Du
que: «Todo es mío».
Cierto que
el grito de Stalin fue un alarido
rabioso, desmesurado
y atroz, y que desde nuestra 16gica occidental,
no podríamos
comprenderlo. Olivares
es un dictador antiguo,
hu,
mano.
Stalin es un tipo de
1a era tecnol6gica .. No cabe. paralelo, des
graciadamente
para las generaciones contemporáneas. .
En
los éapítulos quinto -«Triunfo de
Stalin»-y séptimo y úl
timo -«¿Quién tenía razón?»-' se valora a Stalin con unos trazos
278
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBUOGRAFICA
claros y esquemáticos y se áerra el estudio con los reflejos del final
de la encarnizada 0011tienda y
su
¡,rorecáón en los
dirigentes sovié
ticos actuales. Hay unas referencias interesantes al «eurocomunismo»
y la conclusión a que llega Maestro, de forma definitiva y desapasio
nada,
es a dar la razón a Stalin. El penúltimo Clllj>Ítulo, el sexto, es
una compilaáón que
anula una cantidad
notable de
ju.idos valorati
vos,
la mayoría desconoádos para el lector habituado a estoo estudios,
de
Lenin sobre su entour~ge en general y cada uno ,de los individuos
más desmcados de aquél en particular. El florilegio es desconcertante.
Atractiva resulta
la contradicáón que
pechoba. sobre Lenin, que le
impulsaba
a desconfiar
de
todoo, que
le
impulsaba a
despreciar hasta
a sus
más íntimos colaboradores : «su doble condición de idealista
frenético
y realizador práctico», la dificultad de armonizar <
Es muy laudable la falta de exageración en todas las descrip
ciones,
para las
que se aportan bibliografía,
datos y a,preciaciones
muy
útiles
y, en uu porcentaje destacado, desconoádos en Espruia. El
libro, modesto y sin pretensiones, resulta
provechoso al máximo para el
lector
interesado, descubre
aspectos
y hechos poco o, como decimos,
nada utilizados de
una
documentaáón y unas fuentes
tan
ricas como
ignoradas
por
aquí. La obra, por
tanto, es muy
interesante, serena y
de
uoa sobriedad digna de encomio. El
úni_co reproche.
es su
bre-vedad. ·
EllflLIO DE MIGUEL.
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Fundaci\363n Speiro
Angel Mu,estro: ¿SOCIALIS1MO EN UN SOLO PAJS, O
RiEVOLUCION PERMANE'.NTE,? (LA POLEMICA
STALIN-TROTSKY).
Sobre la más decisiva y enconada de las disputas que han desga
rrago al movimiento comunista, iniciada en la primavera .'de 1924,
y cuyas consecuencias sangrientas han alcanzado, y probablemente
rebasen, nuestroo días,
ha escrito Angel Maestro un trabajo impor
tante y lúcido.
El corto
ensayo
-menos de w, centenar de páginas
de apretada información de capital interés, plagadas de sugerencias
y datos tamizadoo, precios06 para el gran libro, que todos esperam06
del
autor y cuyo esbozo o
síntesis constituye
el que ahora
comen
tam~ d06ifica
la
confusa
lucha desencadenada
a
la muerte de Le
nin, entre d06 facciones que pugnaban por hacerse con el supremo
y total poder. En un
breve prefacio
se adelanta
ya una
de las dos conclusiones
nodales de
la obra: el carácter, fatal y objetivo del desenvolvimiento
de
las leyes de la
dia:léctica IllJll"lrista-leninista, de
Estado-Golden
superpolicíaco de la Unión Soviética. Lo curioso; destaca Maestro, es
que ya Trotsky había advertido, nada menos que en 1903, el peligro
a que
estaba abocado el experimento. Mientras, Lenin, en su folleto
«El Estado
y la Revolución», prometía a los ros06 una extinción ine
vitable del Estado, mediante una transitoria dictadura del proleta riado, León Trotsky vaticinó que
esa supuesta dictadura del proleta
ria.do no sería otra cosa sino 1a oligarquía más cristalizada, cerra-da,
coactiva, exclusivista ,y despiadada que han conocido los pueblos. Esa
oliga:rquía ha ido prolongando la traositoriedad de la mencionada
-sin el menor rigor-dictadura del proletariado, auténtica tiranía
de unos pocos, y no en
el sentido pooitivo que los griegos clásicos
primitivos dieron a las tiranías, sino en el más negativo que cabe
imaginar a la vista del informe de Kruschef en el XX congreso del
Partido o
leído en las
convincenres y patétkas narraciones
de
Solzhe
nitzin
y
la
Iarga y ma:ltredha lesión de dirigentes, por no mencionar
las monstru06idades que
contarla
el propi" Trotsky ya d.esterrado.
En el primer capítulo se describe a Trotsky, antes de ser reducido
277
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBLIOGRAFICA
a la impotencia, de un carácter brillante e imprevisor -por culpa de
un orgullo desmedido-,
su protagonismo estelar en la
revolución,
sus intuiciones
y sus diferencias con Lenin. En los capítulos segundo
y tercero se estudian varios aspectos de fa feroo polémica. La muer
te de Lenin
precipita los acontecintientOB. En
el otoño de 1924 sitúa
Angel
Moestro el
inicio
det drama: Stalin
decide,
después de largas
y barrocas maquinaciones, después
de
asegurarse el
control total
del partido
y su enonne burocracia, lo que vale decir del poder omní
modo
de toda Rusia,
desde la Secretaría General
del Comité Cen
tral, propugnar un nuevo -relativamente- dogma de la
psendo-re
ligión marxista-leninista. Se trataba del tema del socialismo en un
solo país. Trotsky,
por el contrario, se reafirma como apóstol indis
cutible de
la teoría de la revolución permanente. El cuarto capítu
lo --«Argumentaciones y contraa.rgumentaciones»-narra los varia
dos y contradictorios aspectos de lo que denomina con acierto «inex
tricable
maraña» en
que se debaten ambas facciones, pues la nueva
clase se divide inevitablemente
en dos band06: la facción stalinista
y la trotskista. Comienza la larga lucha, sin paílativq de especie al
guna ya, aunque pletórica de arabescos, fantasías, surrealismo, ci
nismo a grandes dosis y una crueldad •bárbara, que no concluirá ni
ron la expulsión del Trotsky del Palitburó, ni en el trascurso del
XV Congreso (diciembre·de 1927), ni siquiera
con su asesinato en
Méjico en un lejanó 1941. El término trotskismo, como
la voo «des
viacionista» o la nueva de «disidente», seguirá s.iendo una injuria lo
mismo bajo Stalin que bajo el nuevo amo. Y se aplicará cualquiera
de
ellas a todo,
aquel que ponga en peligro 1a seguridad y los privi
legios de
la nueva clase.
Pero lo
que el autor enuncia
aquí es
la otra gran clave del libro:
todo el
embrollo ideológiro, toda 1a apariencia doctrinal no eta más
que un velo -sumamente
espeso, por supuesto dado el juego salva
je de los odios y las envidias
personales, tan
exactamente previsto
en su trivialidad por el fallecido
Lenin-que
encubría
la sórdida
realidad de la
pugna por la sucesión. Y, aun anunciando que ambos
protagonistas utilizaron toda clase de
trucOB, trampas,
sofismas,
ame
nazas, roaccciones y hasta crlmenes, el georgiano Stalin consiguió
desbancar al
ilustre hijo de 0desa
y gritar como, nuestro Conde-Du
que: «Todo es mío».
Cierto que
el grito de Stalin fue un alarido
rabioso, desmesurado
y atroz, y que desde nuestra 16gica occidental,
no podríamos
comprenderlo. Olivares
es un dictador antiguo,
hu,
mano.
Stalin es un tipo de
1a era tecnol6gica .. No cabe. paralelo, des
graciadamente
para las generaciones contemporáneas. .
En
los éapítulos quinto -«Triunfo de
Stalin»-y séptimo y úl
timo -«¿Quién tenía razón?»-' se valora a Stalin con unos trazos
278
Fundaci\363n Speiro
INFORMACION BIBUOGRAFICA
claros y esquemáticos y se áerra el estudio con los reflejos del final
de la encarnizada 0011tienda y
su
¡,rorecáón en los
dirigentes sovié
ticos actuales. Hay unas referencias interesantes al «eurocomunismo»
y la conclusión a que llega Maestro, de forma definitiva y desapasio
nada,
es a dar la razón a Stalin. El penúltimo Clllj>Ítulo, el sexto, es
una compilaáón que
anula una cantidad
notable de
ju.idos valorati
vos,
la mayoría desconoádos para el lector habituado a estoo estudios,
de
Lenin sobre su entour~ge en general y cada uno ,de los individuos
más desmcados de aquél en particular. El florilegio es desconcertante.
Atractiva resulta
la contradicáón que
pechoba. sobre Lenin, que le
impulsaba
a desconfiar
de
todoo, que
le
impulsaba a
despreciar hasta
a sus
más íntimos colaboradores : «su doble condición de idealista
frenético
y realizador práctico», la dificultad de armonizar <
ciones,
para las
que se aportan bibliografía,
datos y a,preciaciones
muy
útiles
y, en uu porcentaje destacado, desconoádos en Espruia. El
libro, modesto y sin pretensiones, resulta
provechoso al máximo para el
lector
interesado, descubre
aspectos
y hechos poco o, como decimos,
nada utilizados de
una
documentaáón y unas fuentes
tan
ricas como
ignoradas
por
aquí. La obra, por
tanto, es muy
interesante, serena y
de
uoa sobriedad digna de encomio. El
úni_co reproche.
es su
bre-vedad. ·
EllflLIO DE MIGUEL.
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