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Ángel Maestro: ¿Socialismo en un solo país o revolución permanente?

INFORMACION BIBLIOGRAFICA
Angel Mu,estro: ¿SOCIALIS1MO EN UN SOLO PAJS, O
RiEVOLUCION PERMANE'.NTE,? (LA POLEMICA
STALIN-TROTSKY).
Sobre la más decisiva y enconada de las disputas que han desga­
rrago al movimiento comunista, iniciada en la primavera .'de 1924,
y cuyas consecuencias sangrientas han alcanzado, y probablemente
rebasen, nuestroo días,

ha escrito Angel Maestro un trabajo impor­
tante y lúcido.
El corto

ensayo
-menos de w, centenar de páginas
de apretada información de capital interés, plagadas de sugerencias
y datos tamizadoo, precios06 para el gran libro, que todos esperam06
del

autor y cuyo esbozo o
síntesis constituye
el que ahora
comen­
tam~ d06ifica
la

confusa
lucha desencadenada
a
la muerte de Le­
nin, entre d06 facciones que pugnaban por hacerse con el supremo
y total poder. En un
breve prefacio

se adelanta
ya una

de las dos conclusiones
nodales de
la obra: el carácter, fatal y objetivo del desenvolvimiento
de

las leyes de la
dia:léctica IllJll"lrista-leninista, de

Estado-Golden
superpolicíaco de la Unión Soviética. Lo curioso; destaca Maestro, es
que ya Trotsky había advertido, nada menos que en 1903, el peligro
a que
estaba abocado el experimento. Mientras, Lenin, en su folleto
«El Estado
y la Revolución», prometía a los ros06 una extinción ine­
vitable del Estado, mediante una transitoria dictadura del proleta­ riado, León Trotsky vaticinó que
esa supuesta dictadura del proleta­
ria.do no sería otra cosa sino 1a oligarquía más cristalizada, cerra-da,
coactiva, exclusivista ,y despiadada que han conocido los pueblos. Esa
oliga:rquía ha ido prolongando la traositoriedad de la mencionada
-sin el menor rigor-dictadura del proletariado, auténtica tiranía
de unos pocos, y no en
el sentido pooitivo que los griegos clásicos
primitivos dieron a las tiranías, sino en el más negativo que cabe
imaginar a la vista del informe de Kruschef en el XX congreso del
Partido o

leído en las
convincenres y patétkas narraciones
de
Solzhe­
nitzin
y

la
Iarga y ma:ltredha lesión de dirigentes, por no mencionar
las monstru06idades que

contarla
el propi" Trotsky ya d.esterrado.
En el primer capítulo se describe a Trotsky, antes de ser reducido
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a la impotencia, de un carácter brillante e imprevisor -por culpa de
un orgullo desmedido-,
su protagonismo estelar en la

revolución,
sus intuiciones
y sus diferencias con Lenin. En los capítulos segundo
y tercero se estudian varios aspectos de fa feroo polémica. La muer­
te de Lenin
precipita los acontecintientOB. En
el otoño de 1924 sitúa
Angel
Moestro el

inicio
det drama: Stalin

decide,
después de largas
y barrocas maquinaciones, después

de
asegurarse el

control total
del partido
y su enonne burocracia, lo que vale decir del poder omní­
modo
de toda Rusia,
desde la Secretaría General
del Comité Cen­
tral, propugnar un nuevo -relativamente- dogma de la
psendo-re­
ligión marxista-leninista. Se trataba del tema del socialismo en un
solo país. Trotsky,
por el contrario, se reafirma como apóstol indis­
cutible de
la teoría de la revolución permanente. El cuarto capítu­
lo --«Argumentaciones y contraa.rgumentaciones»-narra los varia­
dos y contradictorios aspectos de lo que denomina con acierto «inex­
tricable
maraña» en
que se debaten ambas facciones, pues la nueva
clase se divide inevitablemente
en dos band06: la facción stalinista
y la trotskista. Comienza la larga lucha, sin paílativq de especie al­
guna ya, aunque pletórica de arabescos, fantasías, surrealismo, ci­
nismo a grandes dosis y una crueldad •bárbara, que no concluirá ni
ron la expulsión del Trotsky del Palitburó, ni en el trascurso del
XV Congreso (diciembre·de 1927), ni siquiera

con su asesinato en
Méjico en un lejanó 1941. El término trotskismo, como
la voo «des­
viacionista» o la nueva de «disidente», seguirá s.iendo una injuria lo
mismo bajo Stalin que bajo el nuevo amo. Y se aplicará cualquiera
de

ellas a todo,
aquel que ponga en peligro 1a seguridad y los privi­
legios de
la nueva clase.
Pero lo

que el autor enuncia
aquí es
la otra gran clave del libro:
todo el
embrollo ideológiro, toda 1a apariencia doctrinal no eta más
que un velo -sumamente
espeso, por supuesto dado el juego salva­
je de los odios y las envidias
personales, tan

exactamente previsto
en su trivialidad por el fallecido
Lenin-que

encubría
la sórdida
realidad de la
pugna por la sucesión. Y, aun anunciando que ambos
protagonistas utilizaron toda clase de
trucOB, trampas,
sofismas,
ame­
nazas, roaccciones y hasta crlmenes, el georgiano Stalin consiguió
desbancar al

ilustre hijo de 0desa
y gritar como, nuestro Conde-Du­
que: «Todo es mío».
Cierto que

el grito de Stalin fue un alarido
rabioso, desmesurado
y atroz, y que desde nuestra 16gica occidental,
no podríamos
comprenderlo. Olivares
es un dictador antiguo,
hu,
mano.

Stalin es un tipo de
1a era tecnol6gica .. No cabe. paralelo, des­
graciadamente
para las generaciones contemporáneas. .
En

los éapítulos quinto -«Triunfo de
Stalin»-y séptimo y úl­
timo -«¿Quién tenía razón?»-' se valora a Stalin con unos trazos
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claros y esquemáticos y se áerra el estudio con los reflejos del final
de la encarnizada 0011tienda y

su
¡,rorecáón en los

dirigentes sovié­
ticos actuales. Hay unas referencias interesantes al «eurocomunismo»
y la conclusión a que llega Maestro, de forma definitiva y desapasio­
nada,
es a dar la razón a Stalin. El penúltimo Clllj>Ítulo, el sexto, es
una compilaáón que

anula una cantidad
notable de

ju.idos valorati­
vos,
la mayoría desconoádos para el lector habituado a estoo estudios,
de
Lenin sobre su entour~ge en general y cada uno ,de los individuos
más desmcados de aquél en particular. El florilegio es desconcertante.
Atractiva resulta

la contradicáón que
pechoba. sobre Lenin, que le
impulsaba
a desconfiar

de
todoo, que

le
impulsaba a
despreciar hasta
a sus
más íntimos colaboradores : «su doble condición de idealista
frenético
y realizador práctico», la dificultad de armonizar < Es muy laudable la falta de exageración en todas las descrip­
ciones,
para las

que se aportan bibliografía,
datos y a,preciaciones
muy

útiles
y, en uu porcentaje destacado, desconoádos en Espruia. El
libro, modesto y sin pretensiones, resulta
provechoso al máximo para el

lector
interesado, descubre

aspectos
y hechos poco o, como decimos,
nada utilizados de

una
documentaáón y unas fuentes
tan
ricas como
ignoradas

por
aquí. La obra, por

tanto, es muy
interesante, serena y
de

uoa sobriedad digna de encomio. El
úni_co reproche.
es su
bre-vedad. ·
EllflLIO DE MIGUEL.
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