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Justicia económica y respeto del hombre

JUSTICIA ECONO:MICA Y RESPETO DEL HOMBRE
POR
THIBlUlY ScHMITZ
¿ Cuáles son las oportunidades de salir del dilema ~'in­
dividualismo
liberal"
o
"'socialismo colectivista"?
Después de haber analizado la actitud liberal y so­
cialista frente a los problemas económicos y sociales,
Thierry Schmitz presenta las razones de creer en una
nueva economía de libertad,. preocupada por el hombre,
por su dignidad
y sus aspiraciones~ no estrictamente ma­
teriales.
* ••
Ex:ISTE UNA RAZÓN PARA ESPERAR EN UNA ECONOMÍA DE LIBERTAD:
LA PUESTA EN MARCHA EN LAS EMPRESAS DE UNA POLÍTICA SOCIAL
QUE TENGA LOS OBJETIVOS DE DESARROLLAR EN LAS EMPRESAS UNA
COHESIÓN,
más indispensable hoy por la crisis interoacional actual:
Es LA DE RESPONDER A LAS ASPIRACIONES DE LOS ASALA·
RIADOS CONSIDERADOS COMO PERSONAS.
Es1'a es la economía sociol de la que hablamos.
"Los hombres de hoy en día quieren que su tr"""-io no sea úni­
camente
el medro para g,,_,.se su vida. Quieren enco-ar en él un
interés. Afectado, por
las perturbaci<>nes de una sociedad urbanizada
que
ha quebrado sus tumbos de vida tradicion.tes, buscan cada
vez más en la empresa el calor y el Jostén de una rocied na" (1).
(1) Fr. C,eyrac: Discurso inaugural de Jas Assises des Entreprises,
Oct. 77-
112;
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THIERJI.Y SCHMITZ
Esta proposición del representante de las empresas francesas,
Fr. Ceyrac,
da el hilo conducror de

esta nueva política social que
tiene
h finalidad de permitir al hombre que iballe la expansión en
su rrabajo. Para esto, prosigue Fr. Ceyrac, es preciso
"ayuda,le en
la em¡,,,e,a fJM" , que supere IO's . dos gr"'1áes '/'IIX#es de nuest,,¡,s so­
ciedades modemas: el anoMmato y la i1'resf!omabilidad",
Los polos de esta política van, por lo tanto, a ser:
Uno h personalización de , las relaciones de trabajo y la miyor
difusión

posible de
h libertad de iniciativa, de las responsabilidades
concretas, de

la
par.ticipación de los hombres
en la concepción, or­
ganización,
y conducción de su rrabajo, Ello supone que a los cuadros
de mandO, y, muy particularmente, ios maestros de taller que están
eh contacto

con
fa base, se les confíe de modo más adecuado un
papel tanto socia,! como técnico." Esto supone que se creen nuevas
responsabilidades
y les sean dados los poderes necesarios para su
ejercicio.
Segundo polo: la personalización del progreso social; una mayor
flexibilidad en la organización de
,las empresas, y la búsqueda de las
condiciones de trabajo tan individualizadas como
sea posible.
Ya
se trate de la formación, de los horarios, de la jubilación, del
seguro
contra los

riesgos de la
carrera, del plalll de ahorro para el
retiro, puesto a punto en la Pengeot, los ejemplos de esta política
se multiplican en un número cada vez mayor de empresas.
Los resultados obtenidos hasta ahora han sido, ya suficientes para
suscitar ~a inquietud de los sindicaros revolucionarios ".re trata de
integrar a los wabaiadores en la gestión capitaürt,l' (2) y el interés
de los observadores exteriores.
INQUIETUD DE LOS SINDICATOS
"Hoy.,. es el .f!aw.ón quien reúne a !os trabajadores" (3), cons­
tata un responsable C. F. D.
T. de Naphtaquírnica. La estrategia pa-
(2) J. L. ·Moynot: Responsable C. G. T. 403 Congreso de la C. G. T.
(3) Le Monde, 4 de marzo de 1980. J. C. Marateli.
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trona! perturba las rehciones con los sindicaros ya que lo . era alcan­
zar cierto número de aspira&iones intlivitluales" (4).
Y lld.mon Maire, por su patte, indica que "el rechazo global por
la.r orgllflizadones sindicales de toda adeCl4:ICi6n de los tiempos de
trabajo no ha impedido en forma ttlg""" " los empresarios l;acer
progresar sus soluciones ... frecuememente con el aremimiento de la
"""i°'"' de los .Malariados de la.r empresas afec1aaa," (5). Por su
parte,
Jean Louis Moynot afirma: "Cum,do lm mismos ptltrotws crean
las comunicaciones de talle, para que Jodos los trdbajadores se expre­
sen,
bajo la mJrada interesada de los cuadros de mtmdo a propósito
de la.s condiciones de trabajo, no se está lejos del, punto en que, en
caso de que los sindicatos reac&ionen equivocadarrwnte ante estas
tentmwas, la mayoría de los trabajadores podrían volver contra ellos
su irritación" (6).
Y, también, el sindicato C.-G. T. de la empresa Peugeot: "Peu­
geot -ocupa un teMeno que en otros tiempos era considerado como
exc/uswo del sindicato ... las ilusiones creadas han sido, y todn,,ia lo
son, facilitada, por nuestra «:#tud negatwa que nos ha hecho apa­
,ec,er contirarios a todo y que, a veces, nos separa de los tr,a.bajado­
res" (7).
LAs COMPROBAGIONFS DE LOS OBSERVAl):ORES EXTERIORES
Son identicas. D. Ponchin, redacror de Monde y autor de una
importante encuesta sobre la crisis del sindicato, escribía: "Con o
sin bolas, el di1curso del pat,rono se 'l'ecibe ccn frecuencia mejor de
lo que suele deoirse" (8). "ú, irldividuali,:,:,aron, clave de arco úieo­
l6gico
de la «revoludón ptltronai», desmonta tanto más a los sinái­
taMs cuanto
suele responder a aspwaoiones aplicadas sobre

el
terreno,
que
éstos han desatendido o induso comb (4) Ch. Mital: Expansión, 22 de febrero de 1980.
(5) Le Monde, W/20 de agosto de 1979.
( 6) J. L. Moynot: Opus cit.
(7) Le MÓnde, 6 de marzo de 1980.
(8) Le Monde, 5 de marzo de 1980.
(9) Le Monde, 6 de marzo de 1980.
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THIERR.Y SCHMITZ
La cuestión que entonces puede plantear se concierne ,a .los ob­
jetivos de esta política. Según Jacques Delors, responsable de las
cuestiones sociales en el Partido
Socialista, únicamente
es debida
al
hecho de que los empresarios "han adquirido simplemente conciencia
del factor humano en la flexibilidad
y la rentabilidad de la gestión
de la empresa" (10).
No, responde
el patrono de las empresas. "La crisis -afirma
F. Ceyrac-h" tenid,o, en definmva, ,.,, efecto benefú,i,,so. Ha tljJre­
tado to, lazos
en el seno de tas empresas. H" reforzado la necesidad
de
cohesión social de la empresa ... Al jefe de empresa de hoy le
preocupa ta decisión so-oia/. tanto como la deci.sión económica,
distindón que parece cada di,, más arb~, por que cada vez
menos puede permitirse la empresa, como crmiumdad de trabajo,
disociar los datos: humanos, tecnológicos, macro-económ4cos o in­
ternacionales que ooncurren a su desarrollo'". (11).
Añadamos, aún, lo que Q. Archambaulr (12), decía en el colo­
quio del CNPF de
febrero de

1980:
'"La ,p«z ,ocia/ es una condición
necesaria pe,o
no suficiente para la s"fJervivencio de nuestras em,­
p,esas. Es p,reci.ro ir m-á.r allá y buscar una ,adhesión activa d8' con­
junto del personal. No es posible ya aontentarse oon gentes satirfe­
chas pero indiferente. Son necesflmlS, también, gentes
implicadas. El
clim~ 1ocir.tl, tiene dos dimensiones''.
Esta preocupación por dar una justa solución a la mayor parte de
las aspiraciones individuales se aproxima muy estrictamente a fa
de la Iglesia, que recordaba, recientemente, que '"los trabajadores
demandan que

se les trate como hombres
libres y responsables, lla­
mados a tomar
parte en las decisiones que conciernen a su vida y su
porvenir" (13).
Esto nos lleva a evocar un tercer motivo de esperanza.
(10) Le Monde, 6 ,de marzo de 1980.
(11)
Le Monde, 26 de febrero de 1980.
(12) Director de los asuntos sociales y de la información de Peugeot
(13) Juan Pablo II: Dfrcurro a los traba¡adores de Monterrey.
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W RENOVA,CIÓN DE LAS INQUIETUDES ESPIRITUALES
Contempladas las cosas más de cerca, vemos que el tono de los
discursos políticos se modifica:
-Es un hombre político quien nos lo indica, por vaca de
Jacques
Clúrac: "Creo firmemente en la eme,gemia cad,,, vez mayor
de
los valores mo,ra/e,, casi en /)(Ida, la.r partes del mundo, lo que
explica la crispación de la.r ideología, y de lo, mtere,e, ewnómicos.
Malraux tenla razón cuando decla que el siglo que avanza ,erá el de
los va/.ore.r espiritual,es reencontrados o reinventados. En este terreno,
Francia tiene una eminenle voet>Ci6n capikll, y ,eria dramátÍC la olvidase" (14).
-Es un responsable de empresas, Fr. Ceyrac, quien afirma:
"Ha,y una renovacron de la.r fuerzas espirituales. Este es el ca.ro, in­
cluso en Irán, aún cuando nos parezca profundamente destructor.
inclu,o
,i el Islam y el con,unto del 1'Ul4'ldo mu,11/mJn no se reco­
noce en lo'! vat,kinios del Ayatcrlah Jomeiny, e.stá conmovido por
/.os acontecimiento, del Irán. La renovación e,¡,irituaJ, por otra parte,
es manif,esta, sobre

todo
con ocasión de los de,{ll-,Jentos del
Papa Juan Pablo 11, cuya irradiación me parece infinitamente supe­
rior"
(15).
-En fin, es un editorialista de Echos quien de todo esto ex­
trae sus conclusiones·: "En esté mundo mAteriaUsta, que se suponía
irreductiblemente orientado al culto del progre,o tétmico, ha resur­
gido la t1s,piración reüg;osa más viva, más potente, máJ imperi,osa ·
que nuncd'.
"El efrOI', e~ inmenso ert'01" de los f#timos treinta años habrá
,ido, por consiguiente, creer que la raz6n podla dirigir el. mundo y
que, a instancias de los positivista, del sigk, XIX, la técnica y la
ciencia podrlan colmar
aJ homb,e, aun cuando con toda evidencia
( 14) Jacques Chirac: La France est malade de langue11r. Entrevista con
Juan Cau, en «Paris-Match» de-22 de febrero de 1980.
(.15) Fran~ois Ceyrac: Figaro, 11 de diciembre de 1979.
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y por deb,ajo del btlffliz más o me1'0S satinado ron que se cubra,
la especie
m ha e4mb/ado, experimentando las mismas angustias
metaflsicas, el mismo miedo hada lo desc ideal inaccesible que en
los primeros momentos de la humanidad ...
Bra necesario que fuéramo.r Potalmente ciegos y .sordos a los rumore.r
del mundo para no habernos dado cuenta a tiempo de las conmocio­
nes en curso"
(16).
En todas las partes del mundo, el mensaje espiritual, aun desa­
certado, fanatizado o desviado de. su venfudera finalidad, constituye
la esperanza del hombre moderno, en tanto que el materialismo, libe­
ral

o
colectivista, l:,a convertido al hombre en un objeto.
Aquel
a quien

las masas y
'1os "leaders" del

mundo han saludado
como "el
experto en

humanidad", no deja de
recordarnos, en la
primera encíclica de su pontificado, el peligro que amenaza al mun­
do moderno.
"Mientras p,.ogresa enormemente el dominw del hombre ,obre et
mundo
de la, cosas, el propio hombre 001'1'e el riesgo de perder los
hilos
conductores de este emb#e, de ver su humanidad ,ometida, de
diversas maneras, a este mundo y llegar a ser, él mismo, el objeto de
manipulaciones multiformes ( no siempre direct;.,,,_e perceptibles),
a trt>11és de toda lá organi~ de
producción, por la presión de lo, medios de comumcación soci,,,/..
El hombre no puede ,enuncia,-
a ,t mnmo, ni al puesto que le co­
"esp,mde en
el mundo visible. No puede convertir,e en e,c/avo de
las cosas, esclavo de los sistemas eronómicos, esckwo de la producción,
esclavo
de sus p,opi.os productos" (17).
¿Qmí HACER EN ESTAS CONDICIONES?
Es preciso, ante todo, defender la empresa privada y la economía
de mercado, por tres razones ptincipales:
-La primera ciue acude a la mente es, evidentemente, que la
emptesa ptivada constituye el medio más eficaz de producir riquezas,
(16) Favilla: Les Echos 30 de noviembre de 1979.
(17} Juan Pablo 11: Carta--enrlclka «Redemptor Hominis» marzo de 1979.
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finalidad primaria de la ecooomíac Pero no es, sin embargo, la razón
esencial.

Hay otras dos
todavía más imporwites.
-La libertad de emprender ofrece al hombre un bien inesti­
m~ble
muy necesario hoy
(18): la posibilidad
de. traducir
en hechos
sus gustos de iniciativa
y de acc_edet por sus propios méritos perso­
nales a puestos de responsabilidad y decisión.
.
André Essel, antiguo trostkista convertido en P. D. G. de la
FNAC (19), decía recientemente en la radio, respondiendo a las
preguntas de
un joven: "lA máxima belleza del régimen en que vi­
vimos y que, -por otra parte #ene muchos dejeclOs, es ""4J(J que nada
nos impide pensar
que -podemos llegar a hacer alguna rosa dentro
del mismo ...

V d.
tiene 20 afias y es -q obrero o empleado, pero
nada impide que V d. un día miente una ,wentura y funde una pe­
queña empresa, asumiendo sus riesgos" (20). Su testimonio tenía
tanto más
peso cuando también afirmaba, "sigo sie,,da fundamen­
talmente un hombre
de izquierdas" (20).
Las cifras confirman esta convicción; en Francia, el 60% de
los patronos de industria y de comercio son de origen modesto o
rural (21). Una proporción
comparable de

los
"cnadros" no
ha pa­
sado en sus estudios del bachillerato (22).
- T erceta tazón, la libertad de empresa reclama y protege, pot
su misma esencia, Otras libertades que nos resultan
naturales sin
darnos

cnenta de que son ignoradas en la ·mayor
parte del
globo:
libertad de
elección de

los consumidores,
libertad de
escoger el
oficio, libertad de adherirse a
-un sindicato, libertad de no tener
qne dar cuenta en
la empresa acerca ·de nuestras opiniones politicas.
(18) «De lo que hoy tenemos necesidad es de afirmar los ~ol"es de
iniciativa y de responsabilidad personal» Michel Crozier: Ret1ista del Ins­
tituto A. Comte, marzo de 1980.
( 19) Federación Nacional de . compra. de cuadros~ esi,e<;iafü:ada. en la
venta de

material fotográfico,
-electrodomésticos, de artículos de deporte y
de libros. Esta empresa emplea. hoy 2.000 personas.
(20) Radioscopia ·por,·'J. -Chancel, 2, dé matzcr de '1980.
(21) Encuesta INSEE, 1964.
(22) Encuesta APEC, 1976.
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Con evidente fundamento, Fran~is Ceyrac pudo decir, actuando
ante la comisión de libertades de
la .Asamblea Nacional: "L, liber­
tad
de emprender es algo más que un mcomptlMbte instrumento de
p, tia
de una sociedad de libertades" (23).
De esta afirmación se bi20 eco André Esscl: "L, empres" privada
constimye,
por

lo
meno, cuar,do tiene éxito, el máximo de liber­
tad" (24).
Es preciso, además, pues en nombre de la libertad cabe el olvido
de la dimensión social del hombre, que en
fas empresas
sea desarro­
llada
una política social. que

integre
la dimensión
humana del
tra­
bajo. Es necesario

que el trabajador pueda no ser, segón la expre­
sión de
J ean Marche! ni "el hombre de Descartes" ni "el hombre
de
Pavlov". (25).
Este es el objeto de
la nueva
política social de
fa empresa
cuyas
características domioantes he trazado.
Es necesario, en fin, actuar en el plano político, es decir, en el
plano de la vida de la ciudad, porque la empresa no vive en un
compartimento cerrado. Su eficacia tanto como el
clima social que
puede instaurar dependen estrechamente del marco legislativo y re­
glamentario que rige su actividad. El modo en que es percibido por
su entorno,

por la opinión pública, incide muy directamente en su
vida interna.
Debemos extraer las lecciones de la experiencia desgraciada de
los cat61icos
sociales del
siglo
XIX. Fue gracias· a ellos que la condi­
ción obrera resultó, conaeiamente, humanizada. Gracias a ellos se
reguló el trabajo de los niños: Gradas a ellos fueron implantadas en
nuestra legislación las ayudas familiares
y un mínimo de seguridad
social. Y, sin embargo,
ni · política

ni psicológicamente han podido
impedir que sus adversarios sacaran partido de sus logros. Con desprecio de
]a. verdad

histórica,. hoy se
admite generalmen­
te, como una evidencia, que fueron el socialismo y fa lucha de clases
(23) Fr. Ceyrac: Declaración del 7 de julio de 1976.
(24) André Essel:
]bid.
(25) Citado por M. aement: L'Eronomie soriale de Pie XII, pág. 115.
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los que arrancaron a Ja clase obrera de su miseria. Como si la en~
señanza social de la Iglesia y las realizaciones prácticas de los cató­
licos no hubiesen existido. Y es que las micro-realizaciones en las
empresas, por excelentes que sean, no bastan por s-i solas. Es nece­
saria una continuidad y una difusi6n, un clima general, sin los
cuales no se
puede asegurar

un desarrollo político.
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