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La herejía moderna: la «conversión» del catolicismo, Jacques Ploncard d'Assac: L'Eglise occupée

INFORMACION BIBLIOGRAFICA
LA HEREJIA MODERNA: LA ''CONVER.SION"
DEL
CATOLICISMO,
Jacques Ploncard D'Assac: L'EGLISE OOCUPEE (*)
En los últimos años han visto la luz diversas obras contrarrevo­
lucionarias, cuyo eje central lo constituye
la revolución que se open
en

los espírirns durante
el siglo XVIII, con una difusión y aceptación
creciente hasta llegar a nuestros días, donde la explosión brutal. de
la Revolución francesa es el hecho principal y más visible de la
misma.
El relato de lo acontecido, el análisis de sus causas y 'las conse­
cuencias

de la misma, las
enlaza a
todas ellas,
Así, se han reeditado
las
Mémoil'es P""' servir " l' histowe du itJcob.,,;,me, de Barruel;
L'Egüse Romaine en face de la Revolution, de 0:étineau-Joly; LtJ
democrtttie religieuse, de Maurras y Les sodéMs de pensée et la de­
mocra/!ie moderne, de Cocliin. Por su parte, Ploncard d'Assac publi­
ca la obra que seguidamente comentaremos, y en Italia, Giovanni
Cantoni recoge una serie de ensayos ·bajo el titulo de LtJ lezioni itt>­
liana. De todas ellas daremos cumplida referencia en sucesivos nú­
meros de
Verbo.
Lo que caracteriza a la literatura contrarrevolucionaria no es tanto
el hecho de la oposición a la Revolución ( oposición que no sólo se
refiere a la critica negativa a la Revolución
francesa y
a las ideas que
a ella condujeron, sino sobre todo oposición a esos principios profe­
sados hoy día; oposición a
la revolución acrnal, que es heredera de
aquella revolución
intelecrnal y religiosa y que hoy profesa el mundo
moderno), como la caracterización de la Revolución como un movi­
miento, una doctrina opuesta a la religión católica, opuesta y con­
traria a Dios. Y ello con independencia de si la Revolución ( tanto
la francesa como hecho histórico, como la doctrinal desde el siglo
XVIII a nuestros días es producto de un plan preesto:blecido o resul­
tado de la mera conjunción de una sede de concausas que, en un
momento histórico determinado, conducen a ella.
Y ello porque hay un hecho innegable que se desprende del es­
tudio y
del anillisis de

ias
doctrinas y de los hechos: que la revolu-
(*) Diffusión de la pensée fra.n~aisé, Chiré-en-Moittreuil, 1975, 281 págs.
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
ción de ese modo entendida ---oposición a Dios y a la Iglesia- es
una realidad y no una invención.
Pero la bibliografía católica contrarrevolucionaria no se conforma
con descrirbir la obra de la Revolución, sino que necesariamente
supone una obra de la Revolución, sino que necesariamente supone
una obra de reconstrucción, cuyo fundamento principal estriba en
el rechazo de los falsos principios, de las falsas ideas en que la Re­
volución se basa. No es posible realizar la obra de reconstrucción
contrarrevolucionaria, c=aracterizada por instaurar tcxlo en Cristo, co­
mo advirtió San Pío X, aceptando los falsos principios y los falsos
dogmas de la Revolución. No son solamente las consecuencias-de la
Revolución, sus resultados, lo que se rechaza, sino los principios que
conducen a esos resultados, y sin Io cual, ninguna reconstrucción de
la sociedad católica es posible.
Tal es la consecuencia a fa que se llega después de la lectura de
Z:Eglise oocupée.
En efecto, la tesis del libro de Ploncard d' Assac consiste en que
en el interior de 1a lgles1a se encuentra una secta extraña a la mis­
ma, enemiga de
la Iglesia y que, desde dentro, trabaja en su destruc­
ción. No se trata, por consiguiente,
de un
enemigo claro
y visible
como las anteriores herejías, que
trabajaban desde

fuera
y por tanto
era fácil de señalar el peligro, sino de un enemigo infiltrado en las
propias iíneas, - con el mismo uniforme, aunque con un espíritu
y una fe bien distintos. De ahí la gravedad del hecho. Hecho que no
debe extrañarnos, si tenemos en cuenta que ya San Pío X denunció
ese peligro corno algo real cuando condenó el modernismo y que
Pablo VI habló del humo de Satanás que se había introducido en
la Iglesia.
Como apoyo e ilustración de esa tesis, el autor se refiere, sobre
todo a los diversos movimientos desarrollados durante el siglo
XIX
en el interior de la Iglesia. y que sucesivamente fueron condenados
por Roma por heréticos.
Así, en ese estudio, el autor
se refiere
fundamentalmente al mo­
vimiento de Lamennais, a
Le Slllon de Mate San!l"iet y al moder­
nismo, todos ellos
herederos del

protestantismo
y el siglo de las
luces,
cada uno de ellos herencia y continuación del anterior, apare­
ciendo sucesivamente a medida que iban siendo condenados por el
Papa.
Al mismo tiempo, el autor se refiere a la labor desarrollada por
los católicos auténticos, principalmente los católicos franceses
(el
estudio se limita casi exclusivamente :a Francia), tanto en su oposi­
ción a aquellos que
sucesivram.ente iban

siendo condenados por Roma,
como en su labor de defensa, difusión y puesta en práctica de la
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INPOR.MACION BIBUOGRAPICA
doctrina católica: Le Play, Albert de Mun, La Tour du Pin, L'Action
Fran~ise.
Del

estudio realizado por Ploncard d' Assac se desprenden dos
hechos
i,nnegables. En

primer
Jug,ar que

el Vaticano, la Iglesia, se
mostró inflexible en la defensa de
l:a pureza de la fe, condenando
todas fas doctrinas contrarias a la misma.
En segundo lugar, que no ocurrió lo mismo en el terreno de la
política.
La historia del ralliement primero y de la condena de L'Ac­
tion fr,mf,,ise después (condena levantada por Pío XII en el comien­
w de su Pontificado), ponen de manifiesto una política del Vaticano
que
los hechos demostraron
ser perjudicial a la posibilidad de un
renacimiento católico en Francia. Así, los hechos, a posteriori, dieron
la rezón a quienes se oponían no sólo en el terreno de la fe sino en
el de la acción política, a ¾as doctrinas revolucionarias.
El modernismo, "compendio de todas las herejías" según San
Pío X, fue condenado por
él. ¿Acabó con dicha condena? Cuando
Pío XII habló de
la existencia de un tumor en el interior de la
Iglesia y Pablo VI del humo de Satanás que se había deslizado en
sn interior, parece claro que el modernismo no acabó con su con­
dena. Sigue en el interior de la Iglesia. El libro de Ploncard d'Asaac
concluye con el Pontificado de Pío XII,
pero la

historia desde en­
tonces a -acá está a la vista de todos.
Nada extraño hay en ello, pues como pone de relieve Ploncard
d'Assac,

el objetivo de
los modernistas
era operar desde dentro, "no
separarse sino apoderarse" de ella. ¿Cuántos sacerdotes e incluso obis­
pos son hoy modernistas? ¿Por qué?
Fundamentalmente
por pretender
reconciliar la religión con la
filosofía nacida de
las lttces; por pretender una nueva religión, un
nuevo catolicismo acorde con las ideas modernas que acomode la fe,
los dogmas a las ideas del mundo moderno. Yo no se trata de conve-r­
tir a/, catolicismo; sino de cónvertir el catoUcismo. No hacer católicos,
sino
hacer de quienes son aún católicos otra cosa. Esto es lo ,que
Ploncard d' Assac pone de relieve meridianarnente a lo largo de su
estudio.
Pero hay algo más, que también pone de relieve el autor. Todo
ese movimiento cuyo estudio inicia con Lamennais hasta llegai.-al
modernismo, no solamente tiene implicaciones -pira !la integridad de
la fe, sino también
y muy importantes en el terreno de las realizacio­
nes prácticas y en el de ,Ja política. En el terreno de la organización
de 1a sociedad.
Una de las ideas básicas de la modernidad la constituye la demo­
cracia. Es también una de las ideas que más daño ha causado a la res­
tauración de un orden conforme a los principios católicos.
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INFORMACION BIBUOGRAFICA
La herejía desde Lamennais ha ido de la mano de la democracia.
Y
esa aceptación de
la democracia ba sido la causa de la imposibili­
dad
de la restauración del orden católico.
Ello queda puesto de re­
lieve en

Fmncia, sobre todo, con
la política del ,alllemenl a la
República. Cuando León XIII pide el
,atliement, no pide la aceptación de
los principios revolucionarios, sino el acatamiento al poder consti­
tuido, como
mal menor

a fin de que, de acuerdo todos los
católico.;,
logren la mayoría como cabía esperar de una nación mayoritaria­ mente católica y una
vez alcanzada,
legislar de acuerdo con los
principios católicos, e incluso restaurar la monarquía. Ahora bien, como pone de relieve Ploncard d'Assac, ello supo­
nía un

desconocimiento del sistema de la democracia y de
las pro­
pagandas.

Y
aceptar el
juego de
la democracia,
para
la cual
la
ley es
expresión de la voluntad general, de la mayoría de los votos, sin ex­ cepciones de ningún tipo. El entrar en dicho juego, suponía
la
aceptación de hecho, en el terreno pd.ctico, de lo que docttinalmente
se
condenaba.
Toda reconstrucción del orden natural cristiano supone necesa­
riamente el rechazo de los &!sos principios y de la instituciones que
tienen en ellos su fundamento. No cabe el
brmtizo de esas institu­
ciones porque son malas en sí mismas. Ello ocurre con el sistema de
la democracia moderna. Porque no es un modo de designación de
gobernantes, sino el
tribunal inapelable
de todas
las decisiones.
Sin
limite de ningún tipo. La
IsJesia no

ha
aceptado nunca
y sigue sin
aceptarla a la democracia moderna. Sin embargo, en
el terreno prác­
tico, en ·el terreno político la democracia moderna ha invadido
casi todas las mentes. Ejemplo claro es el de las "democracias cristia­
nas", partido teóricamente católico, que
acepta el
juego de
la demo­
cracia moderna y sus perjudicla'les consecuenciras.
El libro de Ploncard d' Assac, sirviéndose directamente de los es­
critos de fa época, pone de relieve esa situación a fa que hoy se ha
llegado, provocada por la paulatina asimilación de unas ideas, de
linos falsos

principios que
fa Iglesia no ha dudado nunca en condenar
y que, sin embargo, son hoy patrimonio de buena
parte de
quienes
se consideran católicos, y de muchos que de
ninguna manera

están
dispuestos a abandonar la Iglesia, desde cuyo interior
no cesan

de
trabajar por su
conversión en una "nueva religión".
El modernismo continúa, pues, en el interior, y, en tal sentido,
no es exagerado hablar de /,, Iglesia imJ,Jid", CU)'as causas pone
ante el lector Ploncard d' Assac en un
libro de

sumo interés en
nuestros d·ías.
EsTANISLAO CANTERO
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