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Número 219-220

Serie XXII

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Francisco Fernández Escalante: Del derecho natural de los héroes al de los hombres

INFORMACION BIBLIOGRAFlCA
Femández-Escalrmte, Manuel Francisco: DEL DERECHO
NATURAL DE LOS HEROES AL DE LOS HOMBRES (LA
ÉPICA CASTELLANA Y LA BLUTRACHE GERMÁNICA, LA SAGA D~
LOS

INFANTES DE
LARA Y EL ECO DE UN VIEJO MITO
INDOEUROPEO ( *) ,
Para aquellos que no se conforman con lo fenoménico y tra­
tan de encontrar la «razón hist6rica» del destioo de los pue­
blos, para quienes se interrogan sobre ciertas claves que pueden ayudar a desvelar aparentes misterios del acaecer humano, para
los que se esfuerzan por no incurrir en errores del pasado, y,
en general, para todos los que se afanan por resolver determi­ nadas dudas que se suscitan del enfrentamiento «aparente» del
pensamiento y la realidad en
el íter de la proyecci6n de las ideas
en el mundo real, el libro del profesor Femández-Escalante, des­
de la perspectiva de la filosofía de la historia, contribuirá, sin
duda, a enriquecer -con sus singulares planteamientos, sus in~
sinuantes preguntas y sus s6lidos razonamientos- el ámbito no
acotado de la reflexi6n iusfilos6fica, independientemente del jui­ cio global o parcial de fondo o forma, que a cada lector pueda
merecer, en función de su particular postura personal acerca de
las cuestiones que se plantean o de la manera de plasmarlas.
Frente a las corrientes frecuentemente aceptadas en nuestros
días, que proclaman · que lo ético es lo que la mayoría hace y
lo jurídico aquello que la mayoría decide, porque sólo hay una moral
y un Derecho igual para todos, expresión de una igual
«naturaleza» de los hombres, el autor, en este libro, mantiene
un pÚnto de vista diferente. Las citas que trae a colación al comienzo de su estudio y que le sirven de arranque, son sufi­
cientemente clarificadoras del desarrollo posterior de sus ideas.
Concretamente hace referencia: al diálogo Gorgias, de Platón,
donde el filósofo griego, de manera paradigmática esboza todo
( *) Instituto de Historia del Derecho, Universidad de Granada, Gra­
nada, 1981, 193 págs.
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un tratado acerca de la desigual naturaleza de los hombres, lo
que conlleva a que, a su. juicio, sean los mejores, es decir, los
fuertes --«aquellos que tienen fuerza en sí para poseer más que
los otros»- quienes, por naturaleza, dominen a los débiles o peores, siendo, por tanto, la naturaleza quien impone su pro­
pia exigencia: que el fuerte domine al débil, el mejor al peor,
proyectándose así el Derecho de la naturaleza; y a la Scienza Nuova, de Giambatistta Vico, en la que el
filósofo-jurista ita­
liano,

manifiesta ser «mayor la naturaleza de los fuertes que la
de los débiles», proclamando, en consecuencia, un dispar Dere­
cho, para unos y otros, o sea, el Derecho Natural de las gentes
heroicas y el Derecho Natural de las gentes humanas. Al hilo de esta distinción expresada en la historiología vi­
chiana el profesor Fernández-Escalante se ocupa de precisar, en
primer lugar, la diferencia entre las gentes heroicas y las gentes comunes. Disimilitud que va a venir determinada por dos carac­
terísticas, según el napolitano: su especial «ethos»
-que les
lleva

a no considerar «a los humanos de la misma naturaleza» y
a
fijar como

baremo o medida para distinguirlos «el coraje» y
«la fuerza»-,
y su origen deiforme o divino -«por descender
de los dioses- y hablar un lenguaje
-o, lo que es lo mismo,
intuir un mundo- ininteligible a
los comunes mortales»-. Esta
desigual naturaleza implica una diversa noción de libertad e igual­
dad, en los héroes
y en los hombres corrientes. De modo que,
para los primeros, la libertad consiste en esa disposición que
asume el riesgo, en ese enfrentamiento voluntario con la muerte, en busca del mundo de la fama, del prestigio, del reconocimiento
o «Annerkennung», mientras que para los segundos, apegados
a lo terrenal y rehusadores de la muerte, el sentido de la mis­
ma ha de ser forzosamente distinto. Es
significativa, al

respecto,
la cita que al inicio del capítulo IV hace el autor, referida a la
Fenomenología del Espíritu, en la que Hegel afirma: «Solamente arriesgando la vida se mantiene la libertad». De
igual forma

su­
cede con el concepto de igualdad, ya que para los héroes
son
iguales quienes «lo son en fuerza y coraje», y mantienen una
misma actitud de «desafío de la muerte»; mientras que, para los segundos, la igualdad les viene dada por poseer una igual «fa­
cultad de razón». La leyenda-historia de los Siete Infantes de Lara y su ac­
tualización en un «tiempo histórico-lógico» determinado, le sir­
ve al autor de guía; sobre la que ir
.desbrozando, en

profundo y
sugerente análisis,
«la genial intuición de Vico en cuanto a la cualidad ética del tiempo heroico y su transición al de los sim-
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ples hombres racionales», al reflejar dicha historia, el momento
del «tránsito del Derecho Natural de los héroes al Derecho Na­tural de los hombres». Intuición vichiana que, como indica, va a
quedar reflejada años más tarde, en la distinción «espiritual» de
Hegel entre «la ética del amo y la del esclavo», estudiada en su
«Phiinomenologie des Geistes». El nexo dialéctico entre la «Saga de los Infantes de Lara» y
otras obras de la épica indoeuropea, como el «Nibelungenlied»
o la «Chanson de Roland»; la concordancia, en el fondo, «con un viejo mito indoeuropeo localizado, por lo menos, desde la
India prevédica»; la existencia de un tiempo histórico --en el
que los hechos reales se producen- y un tiempo lógico, «in­
manente en el sentido
husserliatto», --en

el que ambos aconte­
ceres quedan unidos-; son claves para penetrar en la intelec­
ción de cuanto expone el autor. Para el profesor Fernández-Escalante, los «Siete Infantes de
Lara» son modelo de «gentes heroicas»-, un «Mallnerbund», es
decir, un gtupo o banda de jóvenes guerreros indoeuropeos, de
superior cualidad, como queda demostrado a su juicio, a través
de la hazaña que llevan a
· cabo

en el desigual combate que, en
el Valle de Araviana, en el año 97 4, sostienen con otro gtupo
más numeroso
y de diferente etnia, la «muchedumbre norte­
africana».

Hazaña que no sólo asegura «su diferencia espiritual»,
sino también «la diferencia de status de los representantes de la
segunda función». Especial atención presta al estudio de la figu­ ra del más joven de los de Lata, Gonzalo González, «héroe de
héroes en la Gesta»
y «arquetipo de la areté del guerrero».
Es de notar, también, cómo la distribución trifuncional en las
sociedades indoeuropeas, tan magistralmente expuesta por
Du­
mézil -al asignar a los representantes de la primera función,
los sabios, los que poseen un superior conocimiento, la función de la magia
y el gobierno, a lo.s de la segunda, los que poseen
la fuerza
y el coraje, los guerreros, la de la lucha y, a los de la
tercera,
los trabajadores,

la de la
. producción

y de la fecundi­
dad- es utilizada como marco de referencia por el autor en
su estudio, de modo que la galería de personajes que van des­
filando a lo largo de todo el relato van encontrando su
. adscrip­
ción

dentro de esta clasificación. Así, por ejemplo, los
héroes
de

Salas son paradigmas
de. la segunda función,

si
bien. observa
cómo en

este tipo de sociédades no existe -a diferencia con la
platónica- una separación tajanfe entre las funciones atribuidas,
sino· (Jue, por.el contrario, hay un ~exo _o relación entre un~ y otra,
como lo demuestra,· verbigraciá, el Ayo Nuño Salido, quien, pese
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a su superior conocumento -al presentir y comprobar la cela­
da-, típico de
la primera función, no elude su deber de· luchar,
característica
de
la segunda función, y se lanza al combate a la
cabeza de sus· «jóvenes señores»1 siendo vencidos por el número.
Personajes, por otra parte, todos ellos, que tienen su correlato
en otros de la épica indoeuropea.
La venganza de sangre o «Blutrache», típica institución ger­
mánica, tan presente en esta obra de la épica castellana,. se pro­
yecta de forma sublimada -como venganza «de»
la sangre, «es
decir, por haberse derramado
la sangre de parientes de sangre
(o "contra" parientes de sangre)»- a través de Mudarra
~de
la

estirpe de Gonzalo Gúztioz, al ser descendiente directo de
éste por línea paterna y hermano póstumo de los de Lara-,
quien, con su acción, restablece el mundo moral, de modo que,
como apunta
el autor, «la historia "real" garantizada por el mito,
purificada y propiciada por la sangre de las inocentes
víctimas sa­
crificiales,

puede seguir su curso». Mudarra o
«el vengador» es,
en expresión del profesor Fernández-Escalante, «una transposi­
ción funcionalmente homóloga de un personaje mitológico, In­
dra» y «una transfigura del descabezado Gonzalo», viendo en
él «un tímido esbozo de imnortalidad». En apoyo de la tesis sostenida por el profesor
Femández­
Escalante,

de ser la leyenda-historia de los Siete Infantes de
Lara un signo importante del «ethos» indoeuropeo, cita, en su
favor, una serie de argumentos ---enriquecidos con disquisicio­
nes etimológicas, filológicas, hist6ricas, lógicas, literarias, filosó­
ficas, etc.- que abarcan, desde
la referencia puntual al distinto
modo de luchar de los jóvenes de Lara -«acometen, sin espe­
rar ser atacados, a
la inmensa masa del enemigo», «cuerpo a
cuerpo con armas pesadas»-, hasta
la mención cabal al enfren­
tamiento subyacente en el fondo de la Saga, entre damas de dis­
tinta etnia, detonante del comienzo de la tragedia; desde la alu­
sión a la estrategia que contra ellos ha de emplearse, una tram­
pa, un engaño -la emboscada-, hasta la afirmación de consti­
tuir dicho relato-acción, el final de «un hilo mítico, perceptible
en la épica faústica indoeuropea al menos desde el Mahabaratta».
Toda la obra es un
cántico a

la superioridad ética del mun­
do de los arios o indoeuropeos, del que los Infantes de Lara son
figuras arquetípicas, «una prueba más, entre tantas otras
~orno
señala

el autor- de la pervivencia del mundo ético de los indo­
europeos en el territorio cristiano, mundo que se impondría a
la España oficialmente islámica, producto dialéctico ésta del mun­
do
musulmán y

del cristiano». Particular interés, al respecto,
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cobra el sentido que el término «Aufhebung», como subsunción,
tiene para el profesor Fernández-Escalante. Con pesar
y esperanza, advierte el autor, en su deseo de ser­
vir a la causa de
la grandeza de España, que el olvido de tal
mentada. verdad

pudiera acarrear, que nuestro destino quedara en
manos de los peores. Su afirmación: «si alguna herencia ético­ cultural podemos exhibir con claridad, esta es la indoeuropea,
comenzada a dibujarse dos mil años, al menos, antes de Cristo»,
es altamente esclarecedora del mensaje que pretende transmitir
y del objetivo que persigue lograr: mostrar y demostrar nuestra
pertenencia al «mundo indoeuropeo». En suma, se trata de un libro polémico -llamado a conci­
tar adhesiones o discrepancias-, original -rompe esquemas es­
tereotipados-y profundo -analiza, desde el hondón del pen­
samiento, nuestra discutida herencia cultural-, que abre nuevos
horizontes a la investigación sobre tan interesante materia e in­
cita a la reflexión.
MANUEL PORRAS nEL CORRAL.
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