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Número 381-382

Serie XXXIX

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En el crepúsculo vespertino del segundo milenio y el alba del tercero

EN EL CREPÚSCULO VESPERTINO DEL
SEGUNDO MILENIO
Y
EL ALBA DEL TERCERO
Luces y sombras del siglo que acaba de concluir.
Wl siglo que conchlye ha quedado marcado_por unos singulares pro­
"gresos científicos, que han m{t}orado considerablemente la vida y la
"salud de los hombres. Han contribuido también al dominio dela naru­
"ra!eza y han favoreddo un acceso más fádl a la cultura. Las tecnolo­
"gias de la información han abolido las distancias y nos han hecho más
"cercanos los unos de los otros. Nunca hemos estado con tanta rapidez
"al corriente de los hechos que han ido marcando la vida cotidiana de
"nuestros hermanos los hombres. Pero es preciso preguntarse: este siglo,
"¿ha sido también el siglo de "la fraternidad"? Ciertamente no se puede
"dar
una respuesta sin matizar.
,A la hora del balance, el recuerdo de guerras asesinas que han ex­
. "terminado a millones de personas y provocado éxodos masivos, y de
"genocidios vergonzosos que asedian nuestra memoria, as! como
la
"carrera de armamentos que ha mantenido la desconfianza y el miedo,
"el terrorismo o los conflictos étnicos que han aniquilado pueblos que
"vivían en el mismo territorio, nos obligan a ser modestos y a tener a me­
"nudo un espíritu de arrepentimiento.
,Las ciendas de la vida y las biotecnologías siguen teniendo nuevos
"campos de aplicación, pero al mismo tiempo plantean el problema de los
"limites que no se deben rebasar si se qUiere salvaguardar la dignidad,
"la responsabilidad y la seguridad de las personas.
,La globalización, que ha transformado profundamente los sistemas
"económicos, creando posibilidades de crecimiento inesperadas, ha hecho
"también que muchos
se hayan quedado al borde del camino: el desem­
"pleo en los países más desarrollados y la miseria en gran parte de los
Verbo, núm. 381-382 (2000), 3-6. 3
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"países del hemisfen'o sur siguen manteniendo a millones de mujeres y
"hombres al margen del progreso y del bienestar,.
JUAN PABLO 11: Discurso a los miembros del cuerpo
diplomático acreditado ante la Santa Sede con ocasión del
nuevo año, lunes 10 enero, año XXXII, núm. 2 (1620), 14
de enero de 2000.
En vísperas del nuevo milenio los cristianos tienen el deber demos­
trar los valores humanos y cristianos sobre el fundamento de
la edificación social.
"entrar en este nuevo como protagonistas,
esforzánda;e por innovar, para
"promover
lajustida y la dignidad del hombre, y por construir con todos
"los hombres de buena voluntad una sociedad que respete a todos los
"seres humanos. Tienen el deber de mostrar que los valores humanos y
"cristianos son el fundamento de la edificación sodal, y que la libertad
"religtosa y la de la
institudón eclesial son libertades fundamentales que
"abren el camino al respecto de las demás libertades y deben servir para
"mejorar la vida de las personas
y no para buscar desenfrenadamente
poder o dinero. También es predso subrayar el peligro de las ideologías,
"desde el comunismo hasta el liberalismo, que paralizan a las sociedades
y hacen que aumenten las diferendas entre las personas y los pueblos,.
JUAN PABLO II: Mensaje a los participantes en la LXXIV
Semana Social de Francia celebrada en Patis del 25 al 28
de noviembre. L 'Osservatare Romano, edición semanal en
lengua española, año XXXI, núm. 52 (1671), 24 de diciem­
bre de 1999.
Cristo renueva las culmras: perspectivas en el umbral del tercer
milenio.
,A pocas semanas de la apertura del gran jubileo del año 2000, tiem­
''po de grada excepcional la misión de anundar a Cristo es cada vez
"más apremiante; muchos de nuestros contemporáneos, especialmente
"/os jóvenes, tienen grandes dificultades para percibir quiénes son en
"realidad, pues están sumergidos y desorientados por las múltiples con-
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"cepciones del hombre, de la vida y de la muerte, del mundo y de su
"sentido.
:1Muy a menudo, las concepciones del hombre difundidas en la socie­
"dad moderna se han convertido en verdaderos sistemas de pensamien­
"to que tienden a apartarse de la verdad y a excluir a Dios, creyendo que
"así afirman el primado del hombre, en nombre de su supuesta libertad
y de su plena y libre rea/Jzación; obrando de este modo, esas ideologías
"privan al hombre de su dimensión constitutiva de persona crepda a
"imagen y sem'!}anza de Dios. Esta mutilación profunda se transforma
"hoy en una verdadera amenaza para el hombre, dado que lleva a con­
"cebirlo sin ninguna
reladón con la trascendenda.
,La Iglesia, en su diálogo con las culturas, tiene como tarea funda­
"mental
gui.ar a nuestros contemporáneos al descubrimiento de una an­
"tropología, para que lleguen al conocimiento de Cristo, verdadero Dios
"y verdadero hombre,.
c ... conviene elaborar y desarrollar una antropología cristiana para
"nuestro tiemJXJ, que sea el fundament.o de una cú.ltura, como hlderon
"nuestros antepasados {cfr. Pides et ratio, 59), una antropología que
"debe tener en cuenta las riquezas y los valores de las culturas de los
"hombres de hoy, sembrando en ella los valores cristianos,.
JJel mismo modo que en los primeros siglos de la Iglesia, con San
7usti.no, la filosofía pasó a Cristn, puesto que el cristianismo es "la única
"filosofía segura y provechosa " ¡Diálogo con Trifón, 8, 1), así debemos
"proponer
hoy una filosofía y una antropología cristianas que preparen
"el camino para el descubrimiento de la grandeza y la belleza de Cristo,
"el Verbo de Dios. Ciertamente, la fascinadón de la belleza, de la estéti­
"ca, llevará a nuestros contemporáneos a la ética, es decir, a vivir una
"vida hermosa y digna.
,El humanismo cristiano puede proponerse a todas las culturas; re­
"vela el hombre a sí mismo en la candencia de su valor y Je permite
"acceder a
la fuente misma de su.existencia, al Padre creador, y vivir su
"identidad filial en el Hijo unigénito, "primogénito de toda criatura" {Col
"], 15), con un corazón dilatado por el soplo de su Espíritu de amor.
"«Ante la riqueza de la salvadón realizada por Cristn, caen las barreras
"que separan las diversas culturas, {Pides et ratio, 70). La locura de la
"cruz, de la que habla San Pablo (cfr. Col, 18), es una sabiduría y una
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"fuerza que superan todas las barreras culturales, pues puede enseñarse
"a todas las naciones.
»El humanismo cristiano es capaz de.integrar las meyores conquistas
"de la ciencia y de la técnica para mayor bienestar del hombre. Conjura,
"al mismo tiempo, las amenazas contra su dignidad de persona, sujeto
"de derechos y deberes, y contra su misma existencia, hoy tan serlamen­
"te puesta en tela de Juicio, desde su concepción hasta el término natu­
"ral de su vida terrena. En efecto, si el hombre vive una vida humana
''gradas a la cultura, sólo existe cultura realmente humana si es del
"hombre, por el hombre y para el hombre, o sea, para todo el hombre y
"para todos los hombres. El humanismo más auténtico es el que nos
''muestra la Biblia
en el designio de amor de Dios para el hombre, de­
"signlo
más admirable aún gradas al Redentor. "En realidad, el misterio
"del hombre sólo
se esclarece en_ el misterio del Verbo encarnado" {Gau­
'clium et spes, 22).
,La pluralidad de los enfoques antropológicos, que constituye una
"riqueza para la hwnanidad entera, también puede_ engendrar escepti.­
"cismo e indiferencia religiosa: se trata de un desafío que es preciso
"afrontar con inteligencia
y valentía. La Iglesia no tiene, miedo de la di­
"versidad legitima, que manifiesta los ricos tesoros del
abna humana,
"Por el contrario, se apoya en esta d_iversidad para incukar el mensaje
"evangélico. He podido darme cuenta de ello durante
los diversos viajes
"que he realizado a todos los continentes».
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JUAN PABLO IT: Mensaje al Consejo Pontificio para la
Cultura con ocasión de s~ asamblea plenaria. L 'Osservatore
Romano, edición semanal en lengua española, año XXXI,
núm. 49 (1614), 3 de diciembre de 1999.
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