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Número 381-382

Serie XXXIX

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Aníbal Fosbery: La cultura católica

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gos de la cárcel de Zamora! Claro que uno iba para santo. Los
otros ... ¿dónde han ido?
FRANCISCO Jos~ FERNÁNDEZ DE LA C!GO&A
Aníbal Fasbery, O. P.: LA CULTURA
CATÓLICAº'
El padre dominico argentino Anlbal Fosbery, fundador de la
Fraternidad de Agrupaciones de Santo Tomás
de Aquino
(FASTA), que agrupa a más de veinte mil familias y cuenta con
diversos colegios y una Universidad, es conocido principahnen­
te
por su infatigable actividad apostólica, que le ha situado
entre los milagros de la renovación católica
en su país. Pero fray
Aníbal Fosbery, doctorado
en Teología en el Angeltcum, es tam­
bién
en destacado lugar un impulsor de labores académicas e
intelec- tuales y
un cultor de la filosoffa cristiana. Rector duran­
te veinte años
de la Universidad del Norte Santo Tomás de
Aquino y presidente del Consejo de Rectores de las Universida­
des privadas argentinas,
es actuahnente vicepresidente de la
Sociedad Internacional Tomás de Aquino
(SITA). La obra que
presentamos a nuestros lectores, La cultura católica, parte del
rechazo de la ruptura
que la modernidad ha producido entre el
Evangelio y la cultura, y
busca la restauración de su vínculo,
diamantino
en el mundo hispánico. Lo original de la cultura
católica, escribe el autor, ''se muestra al conciliar lo inmutable
del dogma con lo cambiante de la vida", es decir, en la conju-
(•) Tierra Media, Buenos Aires, 1999, 736 págs.
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gación armoniosa de la Revelación de la vida real y concreta,
del
"dato" con los "datos". De ahi la fervorosa inquietud de
acercarse
al hombre de hoy, morador de un mundo desfonda­
do metafísica y moralmente y en trance de desintegración reli­
giosa y cultural.
El libro, voluminoso, que cuenta con un prólogo del carde­
nal Poupard, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, y
un estudio preliminar de nuestro buen amigo el profesor Rodolfo
Mendoza, se sitúa
en el plano de lo que ha producido la acción
de los católicos
-desde los origenes mismos de la Iglesia hasta
la
actualidad-al volcarse sobre el mundo y los hombres: con­
junto de obras, experiencias, realidades humanas individuales y
sociales que, comunicado y conservado a través del tiempo,
constituye
un estilo peculiar de cultura que podemos llamar pro­
piamente católica.
Es decir, el patrimonio de la fe, los tesoros de
la doctrina y
la liturgia y la materia de la que viven y se sirven
los cristianos.
Repasa primero el autor los que llama "presupuestos fun­
dantes
de la cultura católica". Considera, asi, la fuerza de sal­
vación
que irrumpe en la plenitud de los tiempos. Y su fragua
en las primeras comunidades cristianas, tal era el vigor de su
fe. Y el acoso del entorno cultural pagano. Aborda también la
defensa e inculturación de la fe
en San Justino y Tertuliano, y
la lucha
de los padres alejandrinos contra el judalsmo heleni­
zante. Y la sintesis agustiniana, constitutiva propiamente
de
una antfquitas christiana. Pero es, sobre todo, la obra tomista
la
que centra el estudio, a través de la formulación doctrinal de
la cultura católica, expresión de sabiduría, de la estructura del
acto de fe y de la vida de la Iglesia. Porque la cultura católica,
para el santo de Aquino, es
"el resultado de un encuentro de
esa fuerza de salvación suscitada por Dios en la casa de David
su siervo, con la naturaleza". "'En esta naturaleza, segtln el que-
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rer y el actuar de Dios, se pueden integrar, como exigencia
metafísica y don de la Revelación, la persona, la libertad, la his­
toria y la gracia".
La segunda parte se encara con el impacto de la moderni­
dad en la cultura católica. Sobrevuela los comienzos de la secu­
larización, descubre su íntimo designio laicista y
pondera las
consecuencias de tal proceso. Particular interés tiene el examen
del magisterio pontificio en esta cuestión de la cultura católica
y la modernidad.
Se evidencia del mismo lo que el autor califi­
ca
de intento en vano "de salvar los restos del naufragio".
Menciona
el corpus doctrinal leonino, de León XIII, capital en
el último tercio del pasado siglo, tiene un capítulo dedicado
específicamente a la enseñanza de Pío
XII y -tras el giro que
ha conducido de la condena al diálogo-se detiene en los últi­
mos estadios,
de Juan XXIII, Paulo VI y el Il Concilio Vaticano
al pontífice felizmente reinante
Juan Pablo !l. No puedo negar,
sin embargo,
que son estas últimas páginas las que -aun reco­
nociendo la correcta exposición
que contienen de los diversos
documentos-menos convincentes resultan. Y es que la volati­
lización de la cultura católica
que ha seguido al último concilio
y
que no ha logrado recuperarse en el pontificado actual recla­
man -a mi juicio-una presentación menos edulcorada y más
contundente.
En
fin, un espléndido compendio, desde la tradición de la
Iglesia, para divisar lo
que es la cultura católica, sus avatares y
cómo
ha de forjarse lo que el autor llama una "adveniente" cul­
tura, que
-es la ley de la fe--habrá de ser descrubrimiento: "he
aquí que hago nuevas todas las cosas"
(Ap. 21,5).
MIGUEL Jwuso
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