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Número 491-492

Serie XLIX

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José Orlandis Rovira

El pasado día 24 de diciembre, vigilia de la Navidad, fallecía en su Palma de Mallorca natal, a los 92 años de edad, nuestro ilustre colaborador don José Orlandis Rovira. Sobrino del extraordinario maestro de espíritu que fue el padre Ramón Orlandis, de la Compañía de Jesús, hizo la guerra como alférez provisional, cuya insignia solía ostentar en ocasiones años después sobre la sotana. Porque, nada más terminar la guerra, conoció al padre Escrivá e ingresó en el Opus Dei, siendo ordenado sacerdote en 1949. Entre tanto, doctorado en Derecho, obtuvo en 1942 la cátedra de Historia General del Derecho Español de la Universidad de Murcia, que luego desempeñó en las universidades de Zaragoza, desde 1945, y de Navarra, a donde se trasladó en 1969. En la Universidad de Navarra, sin abandonar su disciplina matriz, la historia del derecho, puso en marcha y dirigió el Instituto de Historia de la Iglesia, materia que cultivó también con la acribia que adornó siempre todos sus quehaceres. Quizá la obra por la que ha obtenido mayor reconocimiento sean sus estudios sobre el derecho, la cultura y las instituciones visigóticos, de los que posiblemente haya sido el mayor especialista.

Mi relación con él comenzó a finales de los ochenta. A la sazón colaborador de Verbo, no de los más asiduos, pero en todo caso frecuente, entré en contacto con él por medio de don Álvaro d’Ors y de Juan Vallet. De ambos era muy amigo. Compartía con ellos el marco de referencias del catolicismo tradicional y la experiencia bélica. Álvaro d’Ors lo ha explicado muy bien, con carácter general, en el primer capítulo de La violencia y el orden. Por eso pudo el romanista, y en nuestras páginas, añadir algunas consideraciones críticas a la obra de su amigo el sacerdote historiador sobre la Iglesia posconciliar, que a aquél le pareció demasiado edulcorada, pero que disculpaba por su condición sacerdotal. Por lo mismo también tomó la pluma Vallet en 2008 para glosar el libro de Orlandis sobre La vida vista a los noventa años.

Así, cuando preparaba en 1989 un conjunto de textos para conmemorar el XIV centenario del III Concilio de Toledo, me dirigí a él y obtuve una deliciosa crónica del acontecimiento. A partir de ese momento empezó benévolamente a hacerme llegar algunas de sus publicaciones y, con ellas, sus consejos.

De gran prestigio en el mundo académico y en el católico, cuando en los años cincuenta hubo de buscarse un preceptor del príncipe Juan Carlos, el Opus acertó a sugerir el nombre de don José Orlandis, aunque al final el elegido fuera otro sacerdote y catedrático e historiador del Opus Dei, don Federico Suárez Verdeguer, quizá por ser carlista y lograr así su neutralización política. Don Federico, fallecido hace algunos años, como es sabido, se convirtió después y hasta su muerte en Capellán de Juan Carlos.

Con la desaparición de Orlandis desparece un poco más el mundo del magisterio sólido y fecundo. Quienes les han seguido, les hemos seguido, distan –distamos– mucho de reunir sus cualidades pero más aún su personalidad. En la institución eclesiástica a la que pertenecía, por ejemplo, resulta de una evidencia tal que es difícilmente reconocible incluso, por lo menos para los que la divisamos desde fuera, la continuidad.

Desde Verbo, a la que nos consta el aprecio que le tenía, no podíamos dejar de evocar, por más que brevemente, su figura. Descanse en paz.