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Número 565-566

Serie LVI

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Rafael de la Dehesa, Incursiones queer en la esfera pública en América Latina. Movimientos por los derechos sexuales en México y Brasil

Rafael de la Dehesa, Incursiones queer en la esfera pública en América Latina. Movimientos por los derechos sexuales en México y Brasil, Ciudad de Méjico, Universidad Nacional Autónoma de México/Associação Brasileira Interdisciplinar de Aids/Sexuality Policy Watch, 2015, 450 págs.

Se ha traducido al español el libro de Rafael de la Dehesa publicado en 2010 en inglés por la Universidad de Duke. Su autor, doctor en Gobierno por la Universidad de Harvard y profesor del College of Staten Island (Nueva York), se ha especializado en temas de identidad y sexualidad y forma parte del directorio del Centro de Estudios de Lesbianas y Gays (CLAGS), una ONG fundada en 1991 por Martin Duberman. La versión castellana ha sido realizada por el Observatorio de Sexualidad y Política y el Programa Universitario de Estudios de Género de la Universidad Nacional Autónoma de México, pues Dehesa es colaborador del Observatorio.

¿Por qué comentar un libro que trata de tema tan ajeno a la revista y que se ubica en las antípodas de sus ideas? Precisamente por eso y porque es de gran actualidad: vivimos una época que se ha calificado de post-humanista, transhumanista, etc., época que corresponde a un tiempo histórico que algunos califican de post-modernidad y otros de modernidad tardía o débil, y que ha llevado hasta el paroxismo la negación de la esencia normativa de la naturaleza, poniendo en su lugar el constructivismo voluntarista. El libro de Dehesa encuadra perfectamente en este contexto. Representa acabadamente el tipo de intelectualidad anti-humanista que toma como patrón de explicación de lo social-individual a lo raro y desviado (queer), es decir, lo anormal en su carácter no de patológico sino de habitual y libre, aunque para la sociedad resulte chocante, enfermizo, revolucionario; y pretende exponer que las identidades individuales-sociales se construyen libremente a partir, no ya de una naturaleza dada, sino de la voluntad de autoconstrucción, muy adecuado a un personalismo desmadrado.

No se inquiete el lector, no voy a repasar este libro de cabo a rabo, no tendría sentido ya que sabemos de qué va. Sí me parece interesante, en cambio, mostrar algunos de los puntos salientes de la teoría queer en cuanto a la sexualidad constitutiva de la identidad. Si la teoría del género afirmaba que la sexualidad y los roles sociales que se le asignaban eran imposiciones culturales antes que características naturales o biológicas, el giro sexualista queer se orienta más bien hacia la libre decisión personal entendida como acto de voluntad, de una voluntad regida por sí misma o por los deseos instintivos; y, al contrario del género, pretende mostrar la heroicidad queer, que afirma su yo desquiciado en un mundo que no lo acepta, que lo niega y lo discrimina.

Pero esto huele más bien a invento, la autoconstrucción de la identidad resulta imposible aun para los raros. De ahí que Dehesa apunte la importancia de los movimientos pro derechos de los individuos y los colectivos queer. Aquel héroe queer no quiere vivir en soledad su rareza, necesita compartirla, incluso exhibirla agresivamente a la sociedad y enfrentarla al Estado negacionista. Nace así la ciudadanía queer o ciudadanía sexual, encargada de enarbolar las banderas de unas políticas sexuales que reflejan las aspiraciones del colectivo. Es el instrumento por todos conocido que quiere que el Estado normalice lo anormal, ponga recto lo torcido y haga derecho lo desviado.

En este juego, que es el que nos hacen jugar hoy día, los movimientos pro normalización de lo anormal tienen que dar la cara y arrebatar al Estado un reconocimiento diferenciado que los iguale a la ciudadanía regular o liberal. Pero como los Estados ponen trampas (obviamente, pues lo anormal no es normalizable, lo irregular no es sujetable a reglas), el juego pareciera no concluir nunca: siempre los movimientos queer tienen nuevos desvíos que reclamar y demandas que imponer a la sociedad vía Estado. En otros términos: la marginación social en razón de las definiciones sexuales, como dice Dehesa, es tan variable que las pretensiones queer no pueden caber en ideas fijas o procedimiento preconcebidos.

Dejo aquí. Lo dicho basta y sobra para intentar comprender un signo clave de nuestro tiempo: el abandono de nuestra naturaleza, que es esencia y tendencia al fin. Abandonarla importa tanto como adentrarnos en las fauces del nihilismo que, precisamente por tal, imprime un giro destructivo insaciable. La deriva queer del nihilismo actual define su impronta materialista e inhumana.

Juan Fernando Segovia