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Número 579-580

Serie LVII

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Ricardo Martínez Esquivel, Yván Pozuelo Andrés y Rogelio Aragón (eds.), 300 años: masonerías y masones (1717-2017)

Ricardo Martínez Esquivel, Yván Pozuelo Andrés y Rogelio Aragón (eds.), 300 años: masonerías y masones (1717-2017), México, Editorial Palabra de Clío, 2017, 5 tomos.

Un colega y amigo de la Universidad me dijo que tenía unos nuevos estudios sobre la masonería que podían interesarme para mis estudios y clases, y fue así que llegó a mis manos esta monumental obra, que es así no por su belleza o elevación, sino más bien por el colosal empeño de casi mil folios y el vasto plan de materias proyectadas, con aire reivindicatorio y en la más pura fe democrática secular.

Yván Pozuelo Andrés, de la Universidad Laboral de Gijón y editor de la Revista de Estudios Históricos de la masonería Latinoamericana y Caribeña (que, confiesan, ha sido el agente catalizador de los estudios); Ricardo Martínez Esquivel, de la Universidad de Costa Rica; junto a Rogelio Aragón, de la Universidad Iberoamericana de la ciudad de Méjico, todos especialistas en la masonería, por sus estudios y publicaciones –si no por alguna otra razón más íntima que a veces traslucen–, son los responsables de la edición general de la obra, en la que colaboran numerosos especialistas americanos y europeos.

Una introducción general, que se reproduce en los cinco tomos, plantea el objetivo de la publicación: los masones son como David frente a Goliat, tienen que hacer frente a tergiversaciones, mendacidades, ocultamientos y odios que los perjudican y acusan. Y si se embarcan en la empresa reivindicadora no es sólo por gusto por la historia o por amor a una verdad soterrada y malversada; es, sobre todo, porque la masonería constituye una de esas células que permite detectar el nivel «democrático» de una sociedad. Dicho en otros términos: si se conoce y se permite la acción y el estudio de la masonería, la sociedad es democrática; si se la ataca con esas armas poderosas de Goliat (como hasta ahora se ha hecho, según la queja de los editores), es que nos hundimos en el más espeso oscurantismo de tiempos animalizados y manipuladores, como ha ocurrido.

El tomo I se titula «Migraciones» y pretende describir la influencia de la masonería en la Europa revolucionaria de fines del siglo XVIII y su trasplante a América en donde fue elemento vital de las independencias. José Antonio Ferrer Benimeli (Universidad de Zaragoza), conocido especialista con varios libros en su haber, trata del liberalismo masónico de Cádiz a la independencia de México. Eduardo Torres Cuevas (Universidad de La Habana), lo hace con respecto a las masonerías cubanas del XIX. Éric Saunier (Universidad de El Havre, Francia) estudia la presencia de la masonería francesa en el Caribe. Ricardo Martínez Esquivel describe el proyecto masónico centroamericano de Francisco Calvo (1865-1876), un cura que fundó la primera logia costarricense. María Eugenia Vázquez Semadeni (Universidad de Los Ángeles en California) considera la masonería en Nueva España/ México, entre 1816-1823. Felipe Santiago del Solar (Universidad de París VII-Diderot), trata de la masonería en Chile. Guillermo de los Reyes-Heredia (Universidad de Houston) sobre la masonería en Estados Unidos. Dévrig Mollès (Universidad de Estrasburgo) analiza las relaciones entre feminismo, librepensamiento y masonería entre Europa y América, para detenerse en Argentina (1860-1910). Este último trabajo es el único que desentona, no por contenido sino por arco temporal. Como balance, las colaboraciones del tomo reafirman algo que los historiadores serios sabían o sospechaban, esto es, la presencia masónica en los procesos revolucionarios independentistas.

El tomo II se intitula «Silencios», por esos escritos silenciados por la historia, con el propósito de «dar voz a aquellos testimonios que habían permanecido en silencio pero que, irónicamente, eran los que más gritaban». María Eugenia Vázquez Semadeni vuelve a México para exponer la teoría de la conspiración masónica entre 1738-1940. Esteban Sánchez Solano (Universidad de Costa Rica) señala a la masonería costarricense acusada de desarticular el mundo católico (1880-1900). Roberto Armando Valdés Valle (Universidad Centroamericana José Simeón Cañas) muestra la influencia de la masonería en el librepensamiento nicaragüense (1881-1883). René Antonio Chanta Martínez (Universidad de Don Bosco) analiza el pensamiento antimasónico del salvadoreño Oscar Arnulfo Romero durante la década de 1960. Julio Martínez García (Universidad de Salamanca) retoma la masonería en México a fines del siglo XIX. Luiz Mário Ferreira Costa (Universidad Federal de Juiz de Fora) estudia la conspiración masónica en Brasil en los siglos XIX y XX, según denuncias de los ultramontanos. Javier Domínguez Arribas (Universidad de París XIII-Pléiade) trata de Francisco Franco y la red antimasónica APIS (1937-1965) que lo engañaba con informes falsos. Rogelio Aragón nos refiere los excesos de la interpretación histórica respecto de la masonería. Felipe Santiago del Solar vuelve a colaborar con otro capítulo sobre las sociedades secretas en el mundo hispánico en la crisis del antiguo régimen. Yván Pozuelo Andrés, cierra el tomo con un estudio del mito de la secreta discreción masónica a la vista de la gran masa de información cierta de que disponemos.

Si bien todo el contenido es de interés y bien documentado, la composición se malogra por falta de cronología, por haber dejado desinformadas algunas zonas del continente americano y por incluir trabajos (como el de del Solar o el de Pozuelo) que se refieren, más que al desarrollo histórico, a instituciones masónicas o interpretaciones acerca de la masonería. Por otra parte, no cumple este volumen con el cometido anunciado, pues salvo los primeros trabajos el resto no versa sobre actores silenciados o testimonios dichos a grito pelado.

En cuanto al tomo III, se refiere a las «Artes» y es quizá el más interesante (por lo que anuncia: «explorar la relación de artistas masones con el mundo y de la masonería vista a través del arte») y el más pobre o menos logrado (por lo que ofrece). Andrew Pink (Colegio de Londres) nos expone las canciones interpretadas en las logias inglesas del siglo XVIII. Fernando Anaya Gámez (Universidad de Málaga) estudia las relaciones semánticas entre música y masonería. Juan de Dios López Maya (Universidad Nacional Experimental de las Artes) lo hace con la música como herramienta mediática de la masonería venezolana del XIX. David Martín López (Universidad de Granada) aporta una visión metodológica de la relación entre arte y masonería. Pelayo Jardón (UNED) titula su colaboración «Masones de porcelana» pues versa sobre las estatuillas e imágenes de la manufactura de Meissen, Alemania. José Antonio Ferrer Benimeli retoma con otra colaboración sobre la masonería en la literatura. Yván Pozuelo analiza una novela de Kipling y Rogelio Aragón lo hace con el simbolismo en Tolstoi.

Grandes promesas y magro cumplimiento, pues salvo dos estudios puntuales, los demás son generales o bien analizan cómo es vista la masonería por ciertas expresiones artísticas antes que las expresiones artísticas masónicas. Podría decirse que, del buen primer volumen, en los dos siguientes ha fracasado el plan (tomo II) o ha sido demasiado ambicioso para el material de que se disponía (tomo III).

El tomo IV anuncia la temática de la «Exclusión» y, como era de esperarse en los estudios históricos actuales, trata sobre la mujer y/o el género en la masonería. Cécile Révauger (Universidad de Burdeos III) traza escuetamente la larga historia de la masonería francesa y el género, del XVIII a la actualidad. «Hombres y mujeres por el filo de las heterodoxias, dentro y fuera de la Francmasonería», lleva por nombre la colaboración de María José Lacalzada de Mateo (Universidad de Zaragoza), de las mejores de este volumen, sobre la masonería de las mujeres. Natividad Ortiz Albear (Universidad de Salamanca) estudia a las mujeres en la masonería española (1868-1939). Sylvia Hottinger-Craig (Universidad Carlos III de Madrid) se detiene en la figura de Belén de Sárraga (1872-1950), masona, librepensadora, feminista y republicana española que fomentó el iberoamericanismo. Dominique Soucy (Universidad del Franco-Condado) se refiere a la iniciación femenina en la masonería cubana (1874-1881). Olga Carolina Vásquez Monzón (Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, El Salvador) relata la instrucción intelectual femenina en la masonería salvadoreña de 1875-1887. Julio Martínez García regresa con un trabajo sobre la masonería y la mujer en México a finales del XIX. María Eugenia Vázquez Semadeni tiene su tercera participación sobre Matilde Montoya, masona mexicana y doctora en medicina. El último trabajo se debe a Guillermo de los Reyes Heredia, colaborador que repite, y Paul J. Rich (Universidad George Mason), y trata de raza, sexo y género en la masonería norteamericana en el siglo XXI. Con este volumen se ha elevado un poco el nivel de los anteriores, si bien predominan los estudios de personas particulares.

En el tomo V, el último de la empresa, se ha de considerar el «Cosmopolitismo», esto es, según parece, la consideración de la masonería como vehículo de formas de sociabilidad e ideas novedosas, al amparo del «ideal de una comunidad única entre «todos» los seres humanos». Margaret C. Jacob (Universidad de California en Los Ángeles), una reconocida estudiosa de estos temas, se detiene en el estudio del vínculo entre la masonería y la ilustración radical. Pierre-Yves Beaurepaire (Universidad de Niza-Sophia Antipolis) estudia la masonería y la sociabilidad en el Siglo de las Luces. Felipe Côrte Real de Camargo (Universidad de Bristol) se refiere a los mandiles en la masonería inglesa (1720-1820). Jeffrey Tyssens (Universidad Libre de Bruselas) aborda los rituales funerarios masónicos a propósito de la conmemoración del rey Leopoldo de Sajonia. Jessica Harland-Jacobs (Universidad de Florida) analiza la idea masónica de la fraternidad global en su evolución hasta la globalización. Ricardo Martínez Esquivel contribuye nuevamente con un estudio sobre la masonería en China (1842-1911). Aldo Alessandro Mola (Universidad de Milán) lo hace sobre la masonería en Italia. Valeria Aguiar Bobet (Universidad Jaume I de Castellón) trata de la masonería española en Marruecos. Cerrando el tomo, Andrew Prescott (Universidad de Glasgow) y Susan Mitchell Sommers (Colegio de Saint Vincent) escriben sobre los primeros años de la masonería inglesa.

Se dice en la presentación del volumen conclusivo que se ha querido, con la publicación de la obra, «la desmitificación de un fenómeno que ha intrigado a las sociedades por más de tres siglos». Que lo hayan pretendido no significa que se haya logrado. En primer lugar, porque no se desmitifica nada, desde que la masonería nunca fue un mito, ni en el sentido platónico ni el moderno. En segundo lugar, si algo valioso hallo en la publicación, es el que se han confirmado, como dije ya, las sospechas e informaciones que se poseían, tal vez con menos firmeza de la que ahora contamos.

Pero el millar de páginas, de haber contado con un plan mejor elaborado –y con finalidades menos simplonas–, hubiera podido esclarecer otros puntos tan interesantes o más que los considerados en ellas. Doy unos ejemplos de temas tan candentes como los que nos ofertaron en la obra: la masonería en las ideologías y en las revoluciones (sociales, jurídicas, políticas) de los siglos XIX y XX; la masonería y el poder económico, de los Estados Unidos a la globalización; la masonería como mentalidad dominante en los últimos dos siglos, esto es, si los valores mundialmente aceptados son masónicos; la masonería y la secularización o, más gruesamente, su relación con la religión, especialmente la católica; y, ya que estamos, la imperturbable condena de la masonería por la Iglesia Católica, a pesar de los católicos masones, inclusive en la jerarquía eclesiástica; etc.

Tengo la impresión que estos temas no se han querido tratar, a veces –quizás– por carecer de las probanzas documentales; otras –imagino–, para no herir susceptibilidades ni profundizar grietas. Porque a pesar de que el libro debe valorarse positivamente por lo ya dicho, campea en los cinco volúmenes un espíritu benigno respecto de la masonería, como algo bueno, progresista, público y siempre en avance, nunca malsano o dañino, por eso que al comenzar se apuntó, la masonería como fuerza democrática en las sociedades. Era de esperar que así fuera, como es de esperar que no se tome a los lectores por idiotas dispuestos a tragarse el sapo.

Juan Fernando SEGOVIA