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1988

El poder

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Palabras de bienvenida y de recuerdo

PALABRAS DE BIENVENIDA Y DE RECUERDO
POR
FRANCISCO JOSÉ FERNÁNDEZ DE LA CIGOÑA
Unas breves palabras de bienvenida a este XXVII Congreso,
cuyo tema es
el poder. Palabra ran prostituida y desacralizada
que puede confundirse con esos sucedáneos que hoy padecemos
y que, sin embargo, en nuestro· rico lenguaje tenían otros
nom­
bres: tiranía, anarquía, despotismo, liheriinaje ... , o, en léxico
más vulgar, simple merienda de negros, aunque no sean precisa­
mente négros los que la disfrutan.
Pero el poder, como posiblemente
os dirán más doctos confe­
renciantes, es otra cosa. No voy a pisar ajenas ponencias, pero si
me permiteréis una leve incursión a temas que posiblemente de­
sarrollará mucho más, y ciertamente mejor, mi querido amigo Es­
tanislao Cantero.
Creo firmemente, con mi venerado maestro Donoso Cortés,
que
detrás de todo está la teología. Y, mejor que detrás, ·sobre
todo. Porque por Dios existimos y para Él somos. Que los hom­
bres de hoy no quieran reconocerlo es otro problema.
Su proble­
ma y nuesiro problema. Pero. ahí está. Dios. Y ello ciertamente
se proclamará en una reunión de amigos
de la Ciudad Católica.
El poder y Dios.
Que es el omnipotente. El todopoderoso.
El poder, reflejo del poder
de Dios. El poder con el que Dios
quiso que fueran gobernadas sus creaturas dentro
de esa libertad
que
su Providencia ha dejado para que los hombres con su gra­
cia,
de Él, y su albedrío, nuestro, ganáramos el cielo.
Todo poder viene de Dios. Ningún poder tendrías sobre mí
si no
se te hubiera dado de atriba. V amos a hablar de cosas san·
tas. Aunque
los hombres seamos capaces de mancharlas tanto que
hagamos casi irreconocible el dedo de Dios.
El poder de Dios
en Dios. El poder de Dios actuando en el
mundo.
El Todopoderoso hizo en mí maravillas, aquel cuyo nom­
bre es santo. En vísperas de la Inmaculada, de esa fiesta que he­
mos reconquistado uniendo nuestros débiles poderes al de Aquel
que todo lo puede
y, ciertamente, mucho más que Satanás, que
es la potestad maligna de la que derivan todos los malos poderes,
todos los poderes de hoy, no quiero concluir sin recordat a tan
buena madre, que no precisa
de tales recordat-0riQ$._ pues los . tenía
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en sus amorosas miradas, pero que Se goza en los amores frater~
nales de sus hijos, a aquellos que en este año hau dejado de estar
entre nosotros
porque han actidido al abrazo del Padre.
A
Germfu Alvarez de Sotomayor, tantos años presidente de
amigos de la Ciudad Católica. Aquí en este mundo nos quedaron
su bastón y su cojera.
Las balas de· los enemigos del poder de
Dios pueden quebrar piernas, pero no voluntades y amores. Y
a
los
oíos de Dios omnipotente corrió bien la carrera. Y llegó lige­
ro, con todas sus viejas y amadas ilusiones, a recibir el premio
que Cristo le tenía
preparado como siervo bueno y fiel.
Y con él llegó el tanúsimos años
director de Verba, José An­
tonio
Garda de Cortázar. Los ojos que Dios le había ·cerrado en
este mundo, varios años antes de morir,
est,m ya abiertos y llenos
de
la hermosísima luz del Todopoderoso.
Hace muchos años, tantos que yo
ni siquiera había nacido,
Germ,m y José Antonio soñaron una España mejor y católica.
Entre
. las llamas que quemaban los templos y las balas que ase­
sinaban a los que creían en Dios. Y aquella diminuta estrella que
llevaban en su guerrera· de soldados fue
como. la polar que guía
al puerto seguro. Y si al final los ojos de uno ya no la veían y
el andar del otro
hada fatigoso .el seguirla, el. corazón suplía con
alas de amor lo que pudiera faltar de capacidades físicas y nos
dieron a todos imborrable ejemplo
y, lo que más vale, al capitfu
del cielo servicio de buen soldado.
También
se nos fue este año un santo sabio, que vale mucho
más que un sabio a secas.
SebastÍllll Mariner. Que tantas veces en
estos congresos
dirigía el coro en la misa, además de dirigirnos en
tantas otras cosas.
Y Javier Bocanegra, que murió en accidente cuando su ju·
venrud y preparación tanto nos permitían esperar de
él.
Y sin duda hubo otros compañeros de trinchera en el com­
bate por el reino de Cristo, suscriptores de Verba, asiduos a estos
congresos, que
por no haber_ desarrollado conferencias o escrito
artículos, .han pasado tal vez más desapercibidos a nuestros peque­
ños ojos,
pero no a los que todo lo ven de Dios nuestro Señor.
Mencionando a dos amigos queridísimos, a Joaquín
Garda de
la Concha y a Luis
Vitoria; quiero en ellos poner a todos. en los
brazos de la madre Inmaculada para que
presentfudoselos a su
divino Hijo,
alcance para todos el perdón de sus faltas y también
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-¿por qué no?-le diga que eran amigos de la Ciudad Cat6lica
y que aquí seguimos, al frío,
en las trincheras, sus amigos, sus
hermanos, peleando las batallas
de Cristo Rey, el todopoderoso,
el omnipotente Señor de cielos y tierra.
Que él nos envíe, no nuestro relevo, pues cobardía sería aban­
donar el combate, sino nuevas compañías
que cubran los huecos.
Y si no quiere darnos una pr6xima victoria, que seguramente por
nuestros
pecados no nos merecemos, nos mantenga el calor de la
esperanza, la firmeza de la fe y el amor a Él hasta el día en que
nos llame.
Con
tan buenos ejemplos como en su bondad nos ha dado y
con tan excelente y todopoderoso capitán os animo a que saquéis
el mayor fruto de este XXVII congreso y continuéis poniéndolo
al servicio de aquel a quien
todo poder se le ha dado en el cielo
y en la tierra.
HOMILIA DE LA MISA DEL 4 DE DICIEMBRE DE 1988
EN LA XXVII REUNION DE AMIGOS
DE LA CIUDAD CATOUCA
POR EL
R. P. AcusTlN ARREDONDO, S. J.
Todo este tiempo de adviento es de esperanza optimista, pM
los grandes bienes que el pueblo cristiano prevé que recibirá de
la primera venida de Cristo en la Navidad, que próximamente
viviremos;
y de la última venida al fin de los tiempos, cuando
venga a realizar la liquidación definitiva de este mundo. En or­
den a esta última venida están dispuestos los bienes que el hom­
bre consigue
con la primera. Y en orden a la primera y la última
vivió el pueblo escogido,
antes de la venida del Mesías, todo el
alborozo de su liberación del destierro.
. Es ho,y el profeta Baruc en los dias de. la cautividad, en el si­
glo VI antes de Cristo, compañero de penas a modo de secretario
del
gran profeta Jeremlas, quien habla a Jerusalén, y en ella a
todo aquel pueblo de
Dios, y en ellos a nosotros los de después,
exhortándonos a
de¡ar el luto y a vestirnos de fietta/ a subir en
la carroza real y a· confiar en ese Dios de misericordia que ha
mandado que se explanen los montes elevados y se llenen los
barrancos hasta hacer llano el camino de la repatriación. llegará
la
hora de nuestro rescate, el tiempo de la gracia, la etapa deci­
siva de la gloria.
Y llega abundantemente para nosotros la misericordia seis sis
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