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Influjo de la filosofía de nuestro siglo sobre la teología, ante el año de la fe

INF'.LUJO DE LA FILOSOFIA DE NUESTRO SIGLO
SOBRE
LA TEOLOGIA, ANTE EL A~O DE LA FE
POR
JuAN RmG y GumNELLA, S. l.
I. Qué nos ha pedido el Año de la Fe.
Fue el 22 de febrero de 1967 la fecha en la cual PablG \"l
aniuicíó ante todo el mundo la celebración del ''Año de la Fe ..
mediante su exhortación titulada Petrmn et Paulum Afr,stv­
los (IJ. En ella nos dice por qué ha dado este. paso y qué pre­
tendía con él.
"El desarrollo actual de este mundo -nos dice Pahlo \"!-,
11ue avanza para someter la naturaleza hacia nuevos y admirables
inventos, y que tanto se-glórüi aumentando la conciencia de 5Í
mismo;. también fácilmente conduce al olvido y a la dudc1. de
Dios. De ahí provienen aquellos males que perturban el ám'.Jito
de la
razún humana, ele las costumbres y de la suciedad. y
que necesariamente se siguen cuando disminuye e1 sentido de
la religión: de ahí también invade los espíritus la persuasión
de que
haya de suceder casi con la fuerza de un hado fatal. que
los hombres se vean agitados
por malas concupiscencias e inex­
tricables angustias; allí donde Dios está ausente, también falta
la razón suprema de las cosas, faltá la luz primera del entendi­
miento humana, falta la regla inconcusa de las costumbres,
cuyo arreglo no puede carecer la convivencia de los hombres. Y
mientras disminuye entre los hombres de nuestro tiempo el sen-
6do de la religión, en el cual la fe se apoya como en su hase
natural, irrumpen
en el terreno de la doctrina católica nuevas
opiniones referentes a 1a exégesis o a la teología, tomadas con
(l) Osserva:tore Romano, 23-II-67.
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Fundaci\363n Speiro

FILOSOFIA Y TEOLOGIA ANTE EL Al'W DE LA FE
frecuencia de doctrinas filosóficas, ciertamente atrevidas pero
equivocadas" (2). He aquí expresada, con palabras breves pero
clarísimas, la motivación principal
del Año de la Fe. También se
sugiere en
e1las que "con frecuencia" las perturbaciones pro­
vienen de "doctrinas filosóficas atrevidas pero etj_uivocadas".
¿ Qué se pretende, pues, con la proclamación del. Año de
la Fe? Lo expresa a continuación Pablo VI con las siguientes
palabras:
"Ahora bien, para confirmar nuestra Fe expresada
con recto sentido; para impulsar al estudio de las enseñanzas
que hace poco han sido propuestas por el Concilio; para sos­
tener los esfuerzos
de los católicos. que investigan nuevas ma­
neras
de exponer las verdades de la Fe, pero enteramente con­
cordes con la doctrina de la Iglesia, eodem-sensu eademque sen­
lentia
(con el mismo sentido y con la misma doctrina); para
conseguir estos tres objetivos, decimos ahora, al cumplirse ya
ciertamente el aniversario, nos Yiene la conmemoración secular
de esos apóstoles" (3), es decir, de la muerte de San Pedro y
de San Pablo. Por eso con apremiante exhortación impulsa.
dice, a los exégetas y teólogos a que ayuden a la Iglesia Ha
preservar la verdadera Fe de cualquier error, a exponer rec­
tamente sus nociones
y a declarar las sanas razones con Jas que
sea estudiada y divulgada. Lo cual también decimos a los pre­
dicadores, a los maestros de la religión cristiana y cateque­
sis" (4).
Ahora bien, limitándonos en el presente estudio al aspecto
que toca a la Filosofía. podrían. sin duda, seguirse muchos ca­
minos, que hasta coincidiendo en
el término final de 11egada,
sin embargo diferirían en el orden o proceso del pensamiento
o en el acento que recaería más bien sobre unos aspectos u
-Otros.
Un camino posible consistiría en examinar las principales
corrientes del pensamiento filosófico de hoy día para extraer
(2) [bid.
(3) /bid.
(4) [bid.
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JUAN ROIG Y GIRONELLA, S. l.
de ellas qué es lo que conduce y cómo a los fines ahora mismo
mencionados que pretende el Año de la Fe. Otro camino con­
sistiría en recorrer los principales trabajos que ya se han lle­
vado a cabo en este sentido por muchos y beneméritos filósofos
católicos de nuestro siglo.
Otro camino, quizá menos vistoso
pero
más: breve (dado el fin que pretendemos), consistiría en
examinar qué es lo que la n1isma Iglesia nos ha dicho sobre
este punto durante el presente siglo. Naturalmente
no todo -pues
su mera enumeración desborda los límites de espacio de que dis­
ponemos-, pero -sí lo principal.
Quizá este tercer camino, por ser más breve, más objetivo,
más autorizado, es el que podemos escoger. ¿ Qué ha dicho la
Iglesia
misma en las más solemnes ocasiones que se han pre­
sentado durante este siglo en el contraste entre Filosofía y
Fe?
Como ya se ve, aunque en esta exposición no mencionaré
las ayudas positivas que
1a Filosofía ha dado a la Teología y
a la Fe, no es mi intención desconocer1as, ni negarlas: senci-
11amente queda para otra ocasión e::,,,,_-ponerlas, para ceñirnos ahora
al influjo que la Filosofía ha ejercido para mucho daño de la
Teología
y de la Fe de muchos, cuando se trataba de una Filo­
sofía desacertada; cambiando e1 signo de este influjo se tendrá
ya por ]o mismo sugerida la influencia positiYa y beneficiosa
que la filosofía puede aportar.
Este es el camino que vamos a seguir a continuación.
II. Una pregunta previa: la Filosofía de hoy, ¿puede es­
torbar a la Fe y puede ayudarla?
Lo primero que espontáneamente ocurre es, ante todo, 1a
pregunta an sit, antes de exan~inar quid sit; si hay efectivamente
cierta crisis en las ideas filosóficas que repercuta en la
Fe antes
de preguntarnos en qué consiste
Tomemos la respuesta de los mismos labios de Pablo
VI,
que dirigiéndose al Congreso del Movimiento de graduados de
Acción Católica de Italia,
el 28 de agosto último, les dijo: "A
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F!LOSOFIA F TEOLOGIA ASTE EL ARO DE L1 FE
este respecto os percataréis de la dificultad característica de
esta hora incierta
y revuelta de1 pensamiento humano; éste ha
perdido
la confianza en sí mismo. No quiere ni lógica formal,
ni metafísica; no quiere sistemas orgánicos de verdades..
por autorizadas que sean; no quiere razonamientos probatorios y si­
logísticos; no quiere esquemas prefijados
y ordenados; todo es
mito, todo es discutible, todo
es incierto; sólo el pensamiento
científico conserva un valor provisionaJ, sin que pueda esclarecer
los profundos problemas de la inteligencia y pueda dar a la vida y sus exigencias espirituales Y· religiosas cualquier res­
puesta
útil. El pragmatismo suple de algún modo este vacío,
pero a menudo más
para agudizar el ·hambre de verdades su­
premas qne
para saciarla" (5). Algo semejante había ya dicho
Pablo
VI en su Eúcíclica Ecclesiam suam" (6f
En esta ocasión Pablo VI no sólo señalaba la existencia de
este mal, sino que
ya apuntó su remedio con estas palabras :
"Pero vuestra exploración, comó quiera que no se da sin fa­tiga (¿ cómo comprender a veces el significado de un lenguaje
especulativo arbitrario y de un·. procedimiento lógico totalmente
subjetivo que
la discusión filosófica actual nos presenta?), así
tampoco carece de peligros. El abandono del
ars cog·itandi, a la que el honesto uso del buen-sentido y la sabia iniciación en e1 pensamiento humariístico-esco]ástico nos han habituado, hace perder la brújula de una -orientación hacia 1a verdad, a la cual
se tiende sin tener ya la guía de .criterios seguros de razonamien­
to, sino casi atraídos por ciertos contrapesos parciales y mo­mentáneos, que encantan precisamente por nuevos y por ori­ginales, por no perjudicialés, pbr genialmente formulados, pero capaces de aportar más confusión que claridad, más desaliento
que confianza. :N"o es éste vuestro caso, ciertamente, porque
(5) O.s.s. Ro·m., 1-IX-67; tomamos la traducción publicada _en Eccle­sia. 16-IX-6i, núm. 1.357, pág. 6 [1400].
(6) Oss. Rom., 10-VIII-1967; véase el texto original y trad. en "EJ Diálogo según la mente de Pablo VI", BAC, vol. 251; el ·texto a que
aludo lleva en la numeración marginal de la Encíclica el núm. 20; en el volumen citado, pág. 15.
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JUAX ROIG Y GIRONBU.A, S. l.
estáis anclados en la certeza de vuestra formación cristiana; pero
quizá sea el caso de tantos espíritus, ya en los cenáculos de
cultura para iniciados, ya de las multitudes de hombres que
piensan
con el cerebro de otros y que son conducidos por las
corrientes
de la opinión pública. Mirando esta situación del pen­
samiento contemporáneo se comprende cómo la afirmación de
Dios se oscurece y casi se disuelve; y contemplando desde 1a
orilla sólida y amiga, desde. la que se desenvuelve nuestro mi­
nisterio de salvación cristiana, el espectáculo impresionante del
desastre mental de tanta gente de nuestro tiempo, viene a nues­
tra memoria la imagen tremenda de las arenas movedizas sobre
las cuales parece a veces que están tratando de caminar y de
avanzar tantos que han preferido a la solidez
de la vieja sabi­
duría y de nuestra misma orilla la peligrosa· y aventurada ex­
cursión en el terreno inseguro de las filosofías modernas; es
entonces cuando quisiéramos gritar, lejanos de hecho, pero muy
próximos con el corazón:-
¡ estad atentos! Y quisiéramos tender
una mano o señalar una salida" (7).
Demos, plles, por admitido el hecho: hay profundas crisis
en el seno de los mismos triunfos y avances de la Filosofía,
crisis que producen graves daños en la Fe de muchos. A ellos
quiere tenderles Pablo VI una mano amiga, como antes que él
los otros Pontífices ya hicieron, ¿ Cuáles son las principales eta­
pas en las· cuales 1os Papas de nuestro siglo señalaron con su
enseñanza esta crisis y esta solución?
Como
1a primera gran conmoción de orden, en gran parte
filosófico,
de nuestro siglo, fue la llamada crisis del modernis­
mo, cuando San Pío X levantó la voz, examinemos la parte
filosófica que hay en la Encíclica Pascendi de 1907.
III, Parte filosófica de la enseñanza de San Pío X en 1907.
El principio que está en la base del modernismo es, según
San Pío X, filosófico,
y esta Filosofía es la que influye luego
(7) Texto citado en la nota 5, pág. 7 [1401J,
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Flt.OSOFIA
Y
TEOLOGIA .4.KTE
EL
ANO
DE
LI
FE
en
la
Teología,
en la
exégesis
e historia,
en
la
apologética
y
en
los afanes reformadores.
Ahora
bien,
el
principio
filosófico
que lo condiciona todo es
el
.. agnosticismoº:
"el fundamento de
la
filosofía
religiosa, los
modernistas
lo
colocan en
el
llamado ordinariamente
ognosticis­
·1110.
Por
ello
la
razón humana está enteramente
encerrada
dentro
de
los
f•l>Ó•""11<1s,
es decir, en las
cosas
que se nos manifiestan
y
con
aquel
aspecto
con
que
se
nos
manifiestan; no
tiene
dere­
cho
ni
capacidad para rebasar sus límites.
Por
lo
cual
ni es
capaz de
levantarse
a Dios, ni
de
conocer
su
existencia
a través
de
las
cosas
visibles. De ahi se deduce que Dios de ninguna ma­
nera puede ser objeto directo de la ciencia; pero
en
lo
que
atañe a
la
historia, de ningún
modo
hay que concebir que
Dios
es sujeto
de
historia. Puesto
lo
cual,
ya
fácilmente advertirá
cualquiera
cómo
quedan la
Teología ,wtural,
los
moli'llos de
cre­
dibilidad,
la
reve/ació11
externa.
Todo ello, en efecto, los moder­
nistas totalmente lo echan a
un
lado y lo
confinan
a ser un
i11-
telect11a/isnro,
sistema risible, dicen,
y
ya hace tiempo muer­
to"'
(8).
As~
ron
estas palabras precisas
y
que
van
directamente
a la
raít,
denunciada desde
el
comienzo, San Pío
X, en
su En­
cíclica
realmente colosal, señala
lo
que es la hase
d"
los grandes
combates
que
han brotado contra
fa
Fe
desde principios
de
siglo
y
que,
como
veremos
después, . sigue
todavía
siendo
la
mis1t1a,
con
pequeñas
modalidades, hasta nuestros
días.
Asi
como
se
dijo
del
siglo
xvu
que el jansenismo babia sido
1.1.n
"protestantismo
ad
1,sum
catliolicorutn
",
así
se
podría
decir
que
el
modernismo de principios
de
siglo
fue
"un
kantismo
ad
"'""'
ral/1olicoru11t"
; como
se podría completar añadiendo que .
el
progresismo
de
nuestros días es
"un
refrito
del
agnosticismo
kantiano
ad
nsuna.
catholiccru,,n.".
Es esta
exacerbación
del
subjetivismo, que
encierra
orgullo­
samente al hombre en
si
mismo
privándolo del acceso a Dios
(8)
Pius X:
Pasceiuli.
Act.
Sant.
Sed.,
XL
{1907),
593-650.
El texto
dtado
está
en
la
pág.
596.
En
adelante
citaré
tsta
Encíclica
con
la
si­
gla
.. P",
seguida
del
número de
la
página.
391
,, 1 11 !' ,, 1¡ 1
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JUAN ROIG Y GIRONELLA, S. l.
mediante su razón, acceso a la moral racionalmente expresada
de acuerdo con la revelación divina, acceso a la Fe con preám­
bulos demostrados racionaf e históricamente ; esta exacerhación
del subjetivistno es el que por lo mismo tiende a que el hombre
se considere a sí mismo como base y fuente de la moral y de la
Fe: puesta esta actitud fundamental, es fácil deducir qué habrían
de decir los modernistas sobre la Teología, sobre
la moral,
sobre la historia, sobre
la exégesis bíblica, a qué tenderían sus
afanes reformadores .
.¿ También e1 ateísmo moderno viene de ahí? Tambié~, se­
gún San Pío
X: "para que copiosamente se manifieste por qué
variados caminos la doctrina de los modernistas lleva al ateísmo
y a abolir toda religión. Primero, ciertamente, el error protestante
dio el· primer paso; sigue luego el error de los modernistas ;
en seguida entra el ateísmo" (9). Cuando uno lee hoy a Ro-­
binson y a sus inspiradores Tillích, Bonhoeffer y Bultmann,
con su mito de la "desmitificación", se percata
en seguida de
que
el acentuado agnosticismo de muchas formulaciones suyas
es
la raíz de que brota lógicamente todo el resto y que por ello
sus doctrinas sobre Dios hacen correr graves riesgos.
En oposición a esto cita San Pío X las definiciones de Fe
del Concilio Vaticano I cuando rechazó la posición que dijese:
"Dios uno y verdadero, criador y Señor nuestro, no puede ser
conocido con certeza
por medio de ]as cosas hechas, con 1a luz
natural de la razón humana" ;
y también : "que no puede hacerse,
o
no conviene, que e1 hombre sea enseñado por medio de la
revelación divina sobre Dios y el culto que hay que tributarle";
y también: "que 1a revelación divina no puede hacerse creíble
por las señales externas
y que por ello los hombres han de mo­
verse hacia la
Fe solamente por medio de la experiencia in-
(9) "Ut abunde pateat quam mu1tiplici itinere doctrina modernista­
rum ad ~theismum trahat et ad religionem omnem abolendam. Equidem
protest_antium error primus hac
via gradum iecit; sequitur modernistarum
error; proxime atheismus ingreditur", pág. 634.
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FILOSOFIA Y TEOLOGIA ANTE EL ARO DE LA FE
terna de cada cual o por la inspiración privada" (10). Ahí
está todo.
En efecto, "esto es para ellos recto y fijo que la ciencia y
ta historia han de ser ateas; supuesto que en -su ámbito no
haya lugar más que para jenónzenos, Dios queda eliminado y
todo lo que es divino"
(11 ).
Por ello, echado por delante este fundamento del agnosticis­
mo como parte negativa, no tienen más recurso positivo para
hablar de Dios, de la religión, de la moral, de la Escritu­
ra, etc. que
el hombre: "de ahí que se afirme el principio de la
inmanencia religiosa-" (12); "de ahí aquella afirmación absurdí­
sima de los modernistas según la cual cualquier religión puede
ser tenida, según los diversos aspectos,
por natural y sobrena­
tural" (13), supuesto que no haya más que
el hombre.
Pero no sólo hombres católicos -dice San Pío X-, sino
hasta varios sacerdotes han enseñado públicamente estas cosas,
y con tales delirios
¡ se jactan de renovar a la Iglesia!" (14 ).
Así se comprende por qué echan mano de la "evolución H. Se
entiende, no hablamos ahora (ni habla San Pío X) de la doc­
trina de la evolución en cuanto se mantenga dentro de los es­
trechos límites que puede estudiar
y demostrar la ciencia natu­
ral para investigar el origen de las especies; de ello no habla­
mos: sino de la eyolución entendida como un aserto filosófico,
que sin ningún género de prueba lanzan como si fuese demos­
trada para todo el ser. Se comprende por qué proceden así: si
el hombre estuviese absolutamente cerrado dentro de sí mismo y
de. su experiencia sensible, sin acceso racional a Dios Creador,
entonces ya no le quedaría más remedio para explicar, por ejem-
(10) Conc. Vatic. I, sessio III; De Revel., can. 1, 2; De Fide, can. 3.
En adelante citaré estos textos según la edición 30.ª de 1955 del Enchi­
ridion S:pnbolonun, con la sigla 11Denz." Ibi, nuúms. 1.806, 1.807, 1.812.
(JI) P 597.
(12) !bid.
(13) P 599.
(14) P 600.
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JL".4.\"
ROIG
¡·
GlRO.\"ELLA.
S.
l.
¡de..
los
dogmas
que
recurrir
a una
evolución
humana. Así lo
formnla San Pío
X:
"Por
consiguiente, también los enunciados
,¡ue
llan1.,111os
dogmas han de estar sujetos a sus cambios y,
¡,nr
tam,,.
dependiendo de
sus
variaciones. Así, pues, queda libre
el
camino para
la íntima
c'l'Olutió11
del
dogma"
(15¡.
Por ello, "aunque el
filósofo
admita la
realidad
de lo divino
cnn~o
uhjeto de
la
Fe, con todo. esta
realidad
no se encuentra más
,¡ae
en
el
alma
del
creyente,
en
cuanto
es
objeto de los sentidos
y de
su
afim1ación. por
lo
cual
no rebasa
el
ámbito
de
los
fenó­
menos: pero sobre la
pregunta
de
si
existe
también fuera de los
semidos
y
fuera
de
tal afirmación,
es
cosa que
el
filósofo deja
de lado
y
desdeña"
(16).
Cualquiera reconocerá
en esas pala­
bras
de
San Pío
X
a propósito
del
modernismo
un
eco
de
la
mentalidad de
la
Razón
Práctica
de
'Kant.
Por
ello hacían aquella separación entre
el
filósofo
y
el
cre­
)'ente.
El
filósofo
alcanza
con
la idea de Dios algo absoluto;
per•J
como
no
es
,·erdaderamente
absoluto,
sino,
al
revés.
1>ro­
yeccíón
humana, está sujeto también a su propia evolución. Estas
son
sns
palabras:
la idea
de
Dios "está sujeta a la ciencia:
pue,
mientras uno filosofa en
el
orden lógico como dicen.
capta
taml;ién
todo lo que es absoluto e ideal.
Por
lo cual
la
Filosofía
o ciencia tiene
derecho
al
conocimiento de la idea
de
Dios
y
de
reg,.darla
en
su evolución, como también de corregirla
si
ocurre
algo e.-.trdño"
(17).
"Así, pues.
se
concluye que la ciencia es
enteramente independiente
de
la
Fe
y
que, por el contrario, la
Fe.
por
cuanto
es
tenida por
e>."traña
a
la_
ciencia, le está suje­
ta"
(18). lo
cual
ya había sido denunciado por Pío
IX
en
1857,
con,o cita
San Pío
X
(19)
y
hasta lo dice con cierto gracejo
<1dttciendo
las
palabras que
en
el
siglo
xm
pronunció Grego­
ric,
IX:
"redigunt caput
in
caudam
et
ancillae cogunt fanmlari
c J S}
P
602.
El
subrayado
es
mío.
116)
P
604.
'17)
p
007.
(18) P
608.
C]9)
P
608:
Denz.,
1656,
. '
39-1
'
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F!LOSOFJA Y TEOLOGJA ANTE EL Aii'O DE LA FE
reginam" (20), "de la cabeza hacen cola y obligan a la que es
reina a que sirva a su sierva".
Con esto ya se ve que criticarán a la Iglesia de que no ad­
mita el acomodar los dogmas de la Fe a las opiniones iilosófi­
,cas; los modernistas, en cambio, '~ suprimida para este fin la an­
tigua Teología, se esfuerzan por introducir otra nueva que va,·a
en zaga a los delirios de los filósofos'' (21 ).
Después de esta primera parte de
la Encíclica destinada a
examinar los principios filosóficos de que brota . todo el mal,
San Pío X examina la. siguiente a ex-poner las consecuencias
<¡ue de ellos se deducen influyendo en la Teología, como es ésta:
"'Dios está inmanente en el homrbre" (22); por donde darán a
1as representaciones de la realidad
divina un sentido meramente
simbólico, o de simbolismo teológico, que brota del principio de
inmanencia.
Tres sentidos distingue claramente San Pío X en la pala­
bra "inmanencia", que por su importancia es preciso notar:
l.º '· Hay quienes por esta inmanencia entienden que Dios ac­
tuando
está-presente íntimamente 'en el hombre más que él hom­
bre mismo, lo cual, si se entiende rectamente, no ofrece difié.ul­
tád'º; 2.0
-''Otrds la hacen consistir en que sea la acción de-Dios
una misma con la acción de la naturaleza, como de causa pri­
mera con la de la causa segunda; lo' cual realmente borra el
orden sobrenatural"/ 3.0 "Finalt11ente, 'otros de tal modo ··1a ex­
plican que dan pie a la sospecha de cierto
sentido panteístico; el
cual. por·. lo demás, concuerda· méjor con el resto de suS ense­
ñanzas" (23).
; Qué dirán, pues, los que están infectados. por· la mentalidad
modenlista sobre la Autoridad de la Iglesia? ¿ Acaso podrán
decir
que esta Autoridad viene: de Dios? De ningún modo:
"emana vitalmente de la misma Iglesia. Por consiguiente. la
(20) P 608.
(21) P 609.
<22) P !bid.
(23) P 160. Los subrayados son míos.
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JUAN ROJG Y GIROSELL.4. S. l.
Autoridad, como la Iglesia, nace de la conciencia religi~sa y,
por tanto, le está sujeta; por ello si se rechaza esta sujeción se
convie_rte en tiranía" (24), así dicen.
E~ interesante la consecuencia "democrática" (de "falsa de­
mocra.c;:ia") que de ahí sacan; y es también interesante citar sus­
palabras textuales: "si, por tanto, no quiere promover y fo ...
mentar una guerra civil en las conciencias de los hombres, toca
a la Autoridad de la Iglesia usar de formas democráticas; y
ello tanto más cuanto que si no lo acepta le amenaza la muerte
próxima" (25). Uno tendría gana de reir pensando cuántas ve­
ces a través de los siglos han amenazado a
Ja Iglesia de muerte
_ próxima
si no se acomodaba al mundo, y cuántas veces, con este
maravilloso Espíritu de vida que actúa en su interior, va desmin­
tiéndolos.
Uno espontáneamente piensa en Voltaire, en las pa­
labras de Lamennais, como en las de los modernistas de 1907
o en
I::s de los progresistas más avanzados· de hoy día. En todos
Jos casos siempre sucede lo mismo. La Iglesia se acomoda en
lo puramente extrínseco y humano, es decir, en aquel1o en que
realmente puede haber una legítima adquisición de los tiempos;
pero dejando
siempre en salvo sus principios eternos y sigue
adelante por su camino de salvación. Precisamente estos 'días
Pablo VI, que tanto ha hecho para dar al gobierno de la Iglesia
aquella mayor agilidad y soltura que puede tener con una. mayor
participación de Obispos, sacerdotes y seglares con-su consejo
y trabajo, acaba de declarar que la Iglesia no es una democracia,.
ni un todo inorgánico, sino orgánico. Efectivamente, ha sido
instituida
por el mismo Dios y es su Espíritu quien la vivifica
desde sus entrañas burlando todas estas falsas profecías de los
profetas
del racionalismo o de la soberbia humana.
También es interesante advertir qué habían de decir los mo­
dernistas sobre la cuestión de las relaciones entre Iglesia
y Es­
tado, supuestos sus propios principios. Lo que dirían es ¿bYio:
una total separación: "El Estado se ha de separar de la Iglesia,
396
(24) P 614.
(25) P !bid.
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FlLOSOFIA Y TEOLOGIA ANTE EL .4S:o DE LA FE
como también el católico del ciudadano. Por lo cual cualquier
católico, por cuanto también es ciudadano, tiene
el derecho y. 1a
obligación de buscar aquello que juzgue útil a la sociedad, des­
preciando la Autoridad de la Iglesia, relegando sus deseos, con­
sejos y
preceptos, más aún, despreciando sus l"eprensiohes" (26) .
.¿ No es verdad que leyendo estas palabras escritas hace sesen­
ta. años tiene uno la impresión de que se han escrito hoy día?
Es obvio asimismo qtlé dirían los· modernistas sobre todo
lo que es manifestación externa de la religión.
Hoy día llaman
~ esta manifestación externa con la palabra de "triunfalismo";
entonces no la llamaban así; pero si la palabra acm1ada es otra,
su sentido. y la raíz de que brota es en todo caso igual. Dice
.así San Pío X: "Muchos de los protestantes liberales quitan de
delante todo culto sagrado e.."(ten10 y se esfuerzan para que la
religión, así dicen, sea cosa
individuar' (27); en que utoda exhi­
bición externa con
la cual quedase adornada ricamente ante los
ojos de los que la miran, sea suprimida.
En esto, no obstante,
no. tienen en cuenta que la religión, si bien pertenece a los espí­
ritus, sin embargo no se enci~rra únicamente en los espíritus:
y que el ho!)or' que se da al poder recae en última instancia en
Cristo, que 'es su autor,, (28).
Por lo que toca a _las verdades de la Fe, "Jo que en sus en­
señanzas
eS tenido casi como capital es la evolución. Por tanto.
los dogmas, la Iglesia,
el culto a los s~ntos, los libros que ve­
neramos coino sagrados, más aún la misma Fe, si' no queremos
que quede como muertá, han de estai-sujetos a las leyes de la
.evolución" (29).
En los tiempos en que e!?Úibfa esto. San Pío X, esgrimían
los modernistas la teoría de fa evolución de los dogmas como
arma
decisiva. Por ello, en la misma fórmula del juramento an­
timodernístico hay una frase que suena desp~ctivamente: i1Iam
126) P 615. Cita el Papa las paJahras de Pío VI con ocasión del conciliábulc de Pistoya, Denz., 1502, 1503.
<27) P 616.
(28) P 617.
(29) P !bid.
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Fundaci\363n Speiro

JU.41\" ROIG Y GIROA'ELLA, S. J.
quam historiam dogmatum appellant'°'. Eran los tiempos en que
Adolfo Harnack estaba con su Dogmengeschicltte. Pasó algúa
tiemp los dOgmas sin estos prejuicios a priori del agnosticismo y del
inmariéntismo filosófico, y salieron a luz obras como la del je­
suita P. Jules Lebreton, Histoire du Dogme de la Trinité. Pron­
to el estudio de la Historia de los Dogmas pasó a formar parte
de las Universidades de la Iglesia. Una Cosa era el elemento
extrínseco, ocasional, de
mayor profundización y mejor expre­
sión ( es el sentido recto en que se puede hablar de evolución
del dogma) y otra sería el contenido mismo. Pero los moder­
nistas entendían la evolución del dogma en sentido intrínseco
en su contenido, y esto entendían cuando hablaban de la "evo­
lución de la Fe" (30). No importaba para ellos que hubiese con­
tradicciones internas en los mismos dogmas: ¡ puesto que era
mera.,~ expresión de la conciencia colectiva!
Es con todo muy interesante observar aquí un rasgo que
nota -San Pío X: los modernistas no querían salir de la Iglesia.
sino permanecer dentro ocultos, con el fin de hacer cambiar así
poco a poco la conciencia colectiva de la Iglesia (31). Muy bien
Jes hace notar San Pío X la inconsistencia de este modo de
pensar: si, según ellos_. el dogma no era más que fa expresión
de 1a conciencia colectiva y, por otra parte, ellos querían perma­
necer_ ocultos dentro de la -Iglesia para hacerle cambiar su con­
ciencia colectiva, ante todo reconocían implícitamente que la
fe de toda la Iglesia era contraria a sus teorías; y que si _ los
principios de ellos hubiesen sido acertados, por lo mismo habrían
debido acomodarse a la conciencia colectiva de la Iglesia ¡ en
vez de querer cambiarla ocultamente!
Frente a eso cita San Pío X las palabras de Pío IX en 1S46
contra los que imaginaban que nuestra Fe no era más que un
producto sujeto al control filosófico (32), y también cita las pa-
(30) P 617-618.
(31) P 620.
(32) Denz., 1705.
398
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FILOSOFIA Y TEOLOGIA ANTE EL ANO DE LA FE
labras del Concilio Vaticano I (33), que culminan con la defi­
nición que
rechaza "pueda hacerse que los dogmas propuestos
por la Iglesia hayan de tener algún día, según el progreso de
la ciencia, un sentido distinto de aquel que entendió y
entiend.­
la Iglesia" (34).
Cuando a continuación pasa San Pío X desde la Teología a
examinar lo que ~ecían los modernistas como historiadores, hace
notar
que también son los principios. filosóficos los que en reali­
dad los mueven: aunque digan que carecen de Filosofía, "no
obstante es verdad-que su historia es inferida con exacto racio­
cinio a partir de sus principios filosóficos. Lo cual .. cierto. fá­
cilmente aparecerá a partir de sus principios filosóficos'' (.35);
"en
una palabra, si nos damos bien cuenta, de una norma que,
al fin de cuentas, se reduce al mero subjetivismo" (36).
Es el filósofo, prosigue San Pío X, "quien ordena al histo­
riador que de tal modo haga su historia, cual prescriben los
principios y leyes de la evolución" (3i), por ejemplo, la ec·alución
vital para afirmar que los libros sagrados "han nacido de la
evolución de la
Fe y a ella corresponden" (38). Pero nuestros
Doctores, prosigue el Santo Pontífice. "tuvieron por maestra -y
guía no a um filosofía que tomase principio de la negación de
Dios, ni se erigieron a sí mismos como norma de juicio. Y se
hace claro que tal crítica no es una crítica cualquiera, sino que
con razón
se llama agnóstica, imnanentística, evolucionística; y
por ello quien la profesa y emplea, profesa los errores que le
están implícitos y se opone a la doctrina católica" (39).
Es conocido un· párrafo famoso de la Encíclica, colocado en
este .punto a continuación- de lo que acaba de decirnos el Sumo
Pontífice, en el cual se encuentra, a propósito de la apologética,
(33) Conc. Vatic., sess. 111, cap. 4, Denz., 1800.
(34) Denz., 1818.
(35) P 621.
(36) P 622.
(37) P 624.
(38) P 625.
(39) P 626.
399
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.TU.~.V ROIG Y GIRO.VELLA. S. l.
una alusión a Mauricio Blondel (aunque no se le nombra), es
decir, •se alude a aquellos católicos que, sin admitir el principio
mismó'"á.gnóstico de 1a -inmanencia, no· obstante lo usan de ·tal
manera en su apologética, que para ayudar al no creyente a salir
de
su encierro humano en sí mismo, no ponen meramente en las
aspiraciones
del espíritu humano lUla "conveniencia" de lo so­
brenatural, sino "una exigencia auténtica y propiamente tal11 (40).
Termina el Papa su exp0sición del modernismo e.xponiendo
cuáles son sus planes de reforma. Cuando uno lee esta página
tiene 1a impresión de que no está leyendo un escrito· de -1907, sino
de 1967; resulta realmente interesante pasar los ojos p0r ella.
Renovación en la Filosofía: "quieren renovar la Filosofía, es­
pecialmente -en nuestros sagrados Seminarios, de tal suerte que
arrinconando la Filosofía escolástica a la historia de
la Filosofía
entre
tos otros sistemas ya anticuados, se enseñe· a los jóvenes
la filosofía moderna, única que serla verdadera y en consonan­
cia con nuestro tiempo" (41). Podría añadirse a las palabras
de 5an Pío X que lo que ellos llaman "filosofía moderna" sólo
es ·•moderna'' porque ellos la proclaman, pero en realidad está
inspirada en autores muy viejos, porque Kant murió en 1804
y
Hegel está en pleno siglo xrx.
Renovación en la Teología: quieren que utenga como funda­
mento la filosofía moderna" (42)
para todo trabajo teológico.
Renovación en la catequesis:
"en lo que toca a la catequesis,
quieren que en los libros catequéticos solamente haya aquellos
dogmas que hayan sido renovados
y al alcance del vulgo" (43).
Renovación en
el culto: en cuanto al culto sagrado, dicen
(40) P 630. Véase como ensayo de interpretación Henri ·nouillard:
Blondel et le christianfrme. París (Editions du Seuil), 1961, págs. 110-131.
Por mi parte no he escrito en sentido tan optimista en Filosofía bl01ide­
lia:na, Editorial Balmes, Barcelona, 1944, cap. IV, págs~_' 118 y ss.:
La Filosofa de la Acción, Consejo Sup. Inv. Cient. Luis Vives1 ·serie B,
núm. 2, Madrid, 1943, cap, 15, págs. 466 y ss.
(41) P 631.
(42) P Ibid.
(43) P !bid.
400
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Fll,OSOFIA Y TEOLOGIA ANTE EL ARO DE LA FE
que hay que disminuir las religiosidades externas e impedir que
crezcan"
(44); por ello la Iglesia, "por dentro y por fuera, ha de amoldarse a la conciencia moderna, que del todo
se inclina
a la democracia y por ello al clero bajo, y a los mismos laicos
hay que atribuirles parte en
el gobierno y desperdigar la auto, ridad demasiado compacta y concentrada en un punto" ( 45).
Renovación en la ascética: repitiendo la antigua enseñanza del-llamado por León XIII en 1899 "americanismo", cuando lo rechazó (46), ellos afirman que "hay que anteponer las virtudes
activas a las pasivas y que hay que promover aquéllas antes que
éstas" ( 47).
Renovación de los sacerdotes: "buscan a un clero preparado de suerte que tenga la antigua bajeza y pobreza y esté de acuer­
do
con los dictámenes del modernismo en su pensar y en sus
hechos" (48); "hay, finalmente, quienes escuchando de muy buena
gana Jas palabras de maestros protestantes, desean que sea su­
primido el mismo sagrado celibato del sacerdote" (49).
Pasando ya
el Santo desde la exposición de lo que es el mo­. dernismo a su refutación, hace notar que no se trata de afirma­
ciones desperdigadas, sino que tienen
una. íntima trabazón que
]as hace "'omnium hereseon conJectmn", "un· repertorio de to­das las herejías juntas" (50).
_-\.nte todo, el principio fund_amental, su agnosticismo: "por parte del entendimiento se cierra ante el hombre todo camino a Dios, mientras se abre, creen, de parte de cierto sentimiento del
alma y de la acción" (51). Pero quitado el entendimiento, oh­sena San Pio X, "el hombre seguirá cayendo de parte de los sentidos, a los cuales ya está indinado. También equivocada-
(-14) P !bid.
(-15) P !bid.
(46) Denz., 1967-1976.
(47) P 631.
(48) P !bid.
( 49) P 631-632.
(50) P 632.
(51) P 632.
401
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JUAN ROIG Y GIRONELLA, S. J.
mente,. porque cualesquier fantasías sobre el sentimiento religioso
no impugnarán el sentido común" (52). Pero fiándose del
sentimiento, ¿ por qué no se fían del sentimiento con que muchos
miles de católicos les aseguran que "los mode~nistas van erra­
dos"?, dice San Pío X (S3-). Si el entendimiento no acompaña
el trabajo de los sentidos y el sentimiento, éstos no llegarán a
Dios: "queda, pues, de nuevo el ateísmo y ninguna religión" (54).
En cuanto al intnanenJismo, hace notar ~que admitiendo los mo­
dernistas que todo fenómeno de la conciencia procede del mismo
hombre en cuanto hombre, sin otro influjo, "con
_raciocinio ló­
gico deducen que son lo mismo Dios y el hombre: de donde
!luye el panteísmo" (SS) y, finalmente, el ateísmo.
Señalando las causas del modernismo, menciona San Pío X
una desmedida
curiosidad; después la soberbia, por la cual se
colocan a si mismos "como norma del universo" (56); pero
sobre todo
expone como causa su ignorancia. Vale la pena re­
producir algunos párrafos de este punto, que resulta de suma
actualidad.
"Cuántos modernistas hay
-dice San Pío X-que quieren
ser y aparecen
como doctores en la Iglesia han abrazado la filo­
sofía moderna que alaban a boca llena, despreciando la escolás­
tica, no menos engañados
por el brillo y falacias de la primera
que totalmente ignorantes de la segunda; así carecen de todo ar­
gurn~into -pafa quitar la conifusión de nociones y para rechazar los
sofismas. Y del con,.ubio de la falsa filosofía con su Fe, así na­
ció su sistema repleto de tantos y tan grandes errores" (S7).
"Tres cosas -----cprosigue..:.__ más que nada perciben como opues­
tas a sus esfuerzos; el método escolástico de filosofar, la auto-
(52) P 632. Hay aquí un juego de palabras: "sen.sus religiosus" y
"sen.rus communis", que no se percibe al traducirlas del latín en castellano
por "sentimiento religioso" y ''sentido común".
(53) P 633.
(54) P !bid,
(55) P
634.
(56) P 635.
(57) P 636. Los subrayados son míos.
402
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FILOSOPIA ¡· TEOLOGIA • .J.\'TE EL • .JSO DE LA PE
ridad de los Santos Padres con la tradición y el magisterio de
la Iglesia.
Contra estas tres va toda su batalla más dura·· (58).
"Por dio se burlan de la Filosofía y Teolo;;;a. escolástica a cada
paso y las desprecian. Tanto si lo hacen por ignorancia, como
.si por el temor, como si más bien por. amha:i cau;ias, cierto es
que siempre se aúnan la inclinación a estas novedades con el
odiu al método escolástico y que no hay ningún indicio tan claro
de que alguien empieza a inclinarse al modernismo, como cuan­
do empieza a aborrecer el método escolástico" (59), dice el
Santo Pontífice;
y cita a Pío IX, que ya hauia rechazado en
su Silabo de 1864 la afinnación de que "el método y los prin­
cipios con que los antiguos Doctores escolásticos habían culti­
vado
la Teología no convienen de ningún modo a las necesidades
de nuestro tiempo
y al avance de las ciencias" (60).
El otro punto capital junto al odio a la Filosofía escolástica
y a la Teología que valiéndose de ella elabora racionalmente los
datos de la revelación, es la enemiga que tienen los modernistas
contra el magisterio de la Iglesia; "Finalmente -prosigue di­
ciendo el Pontífice-, con todo esfuerzo procuran dismüluir y
debilitar la autoridad del mismo magisterio eclesiástico, tanto su
origen, naturaleza, derechos que desfiguran,
como difundiendo
libremente las
cal·u:mrnias de los adversarios contra él"1 (61).
Si este rasgo trazado hace sesenta años nos parece copiado
de lo que huy vemos, lo que sigue ahora parece una fotografía.
Dice así; ''Manera de ,proceder que tanto más tiene de envidiosa
contra los
católicos, cuanto al mismo tiempo y sin mesura exal­
tan con alabanzas perpetuas a aquelh;is que los favorecen; re­
ciben sus libros, que rezuman en todos ;_sus poros novedades, con
grandes aplausos
y los acogen;·. cuanto más atrevidamente des­
truye uno lo antiguo,
1a tradición, y rechaza el magisterio de la
Iglesia, tanto más lo proclaman sabio; por fin, cosa que da
(58) P Ibid.
(59) P 636-637.
(60) Denz., 1713.
(61) P 637.
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JUAN ROIG Y GIRONBLLA, S. l.
horror a toda persona buena, si la Iglesia afecta a alguien de
una condenación, a éste, todos a una, no sólo en público y en
todas partes lo alaban, sino que casi
to veneran como a mártir
de la verdad. Con todo este estrépito, tanto de alabanzas como
de vituperios, el espíritu de los jóvenes afectado y conturbado,
ya por dentro apretado por la curiosidad y soberbia, por un
lado para
no parecer que los tienen por ignorantes, por otro
lado para
que los tengan por eruditos, se entrega como ven­
cido
en manos del modernismo" (62).
Especialmente en los Seminarios: "En los Seminarios y Uni­
versidades ocupan ]a dirección de los estudios, que poco a poco
convierten en cátedras de corrupción. Inculcan
sus enseñanzas~
aunque quizá implícitamente, en los templos cuando predican;
más descubiertamente las enuncian
en los congresos; entrome­
ten y levantan las mismas en los institutos sociales" (63). Todo
con un frenesí delirante.
Entonces, prosigue
el Papa, "cuando escriben un lihro de
historia, con la apariencia de buscar
la verdad, cuidadosfaima­
mente sacan a luz con cierto claro placer todo aquello que pa­
rezca echar una mancha sobre la Iglesia. Con todo esfuerzo
procuran
borrar las sagrada.s tradiciones populares llevados por
cierto apriorismo. Desprecian las sagradas reliquias alabadas
por su antigüedad. En fin, arrastrados por un vano deseo quie­
ten que el mundo hable de ellos, lo cual no creen que sucedería
si ellos dijesen lo mismo que siempre ha sido dicho por. to­
dos" {64).
Termina esta Encíclica estupenda San Pío X señalando los
remedios
que hay que oponer a tan gran mal. El primero de
ellos
es el estudio de la Filosofía escolástica. Estas son sus pa­
labras: "Por lo que toca a los estudios, queremos y encarecida­
mente ordenamos que se ponga como fundamento de los estudios
sagrados
la Filosofía escolástica" (65); "y, cosa capital, esa Fi-
(62) P !bid.
(63) P 638.
(64) P 639.
(65) P 640.
404
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FILOSOFIA Y TEOLOGIA ANTE EL AlvO DE LA FE
1osofía escolástica que ordenamos se siga la entendemos prin­
cipalmente l_a que ha sido transmitida por Santo Tomás de Aqui­
no: sobre la cual, cuanto iue sancionado por nuestro predecesor.
todo ello queremos que quede en vigor,
y donde fuere necesario
lo renoYamos y confirmamos, como ordenamos que sea -guar­
dado por todos" (66).
Siguen otras normas, como
!.is referentes a la cuidadosa se­
lección de Profesores
y Rectores de Seminarios y Universidades
y la oportuna atención a los congresos e información. Con lo
cual termina San
Pío X su Colosal Encíclica; que durante cin-,
cuenta años paró los pasos a
la infección de esta peste que em­
pezaba a emponzoñar
Jo~ espíritus a principios de siglo.
IV. Reanudación de la crisis bajo Pío XII.
Fue hacia 1946, aproximadamente, cuando se 1111c10 un mo­
vimiento que más
tarde Pío XII, recogiendo las expresiones de
algunos, denominó
HTeología Nueva~'. Lo mejor que puede ha­
cerse para caracterizar este
nuev_o movimiento es citar las pa­
labras de uno de sus promotores, que decían así: "_lo discutible
en el modernismo no es e1 problema que planteó. sino la res­
puesta que
adujo". O bien estas otras: el moderni.:-mo planteó
bien
el problema pero lo resolvió mal; nosotros querem_os .re­
plantearlo de nuevo, pero resolverlo bien.
Con esto quedaba
perfectail.lente claro. por las mismas pala­
bras de sus promotores
1 el enfranque entre esta nueva crisis y
·1a del modernismo, aunque es verdad que había una diferencia
-prófunda entre los modernistas_ y los "nuevos teólogos". Aquél1os
ele tal · modo insistían en el :agnosticismo metafísico, en 1a in­
manencia humana vital y en su vo1untarismo sentimental, que se
suh1ergían en posiciones heréticas
y por esto se separaron de la
Iglesia.
En cambio, estos nuevos teólogos sinceramente -profe­
saban adhesión a la Iglesia y procuraban no caer en proposiciones
(66) P lbid.
405
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JUAN ROIG Y GIRONELLA. S. l.
heréticas, aunque las rozaban bastante. Por esto también el
modo de proceder de Pío XII con ellos fue mucho más benig­
no, tratándolos más como hijos que necesitaban su aviso
y ayu­
da que como adVersarios de la Iglesia. Este
es el tono general
de la Encíclica Humani generis del 12 de agosto de 1950 (67).
; Cuál era en 1950 el panorama ambiental entre los hombres
de estudio?
Pío. XII lo encierra en el agnosticismo metafisico, en
el c·volucioniisnio vital y en la rebeldía contra el magisterio de 1a
Iglesfa, magisteriO ·que reitera la recomendación de la Filosofía
de la tradición cristiana. Como Se ve, repetirnos los mismos prin­
cipios que ya antes hemos ericol.1trado con ocasión del moder­
njsmo y de las enseñanzas que les opuso San Pío X. Es claro
que los pormenores y circunstancias particulares eran ya par­
cialmente diversos; pero en lo fundamental coincide Pío XII
en repetir lo que ya encontró como raíz del. mal San Pío X.
Por ello no es infundado afim1ar que el mismo movimiento de
rebeldía naturalista era
el que diversamente matizado se repro­
, duda casi medio siglo más tarde bajo Pío XII.
Ante tuda nos habla el Pontífice de la doctrina de la evolu-
· ción. No niega_ el Santo Padre todo aquello qne científicamente
ha demost_rado
y lo que todavía puede demostrar la ciencia na­
tural'.
Lo que observa es que, l.º por una parte, lo exageran
'tanto que dan por firmemente demostrado algo que en gran
medida está todavía sujeto a graves problemas y puntos oscu­
ros ;
2.º por otra parte, también lo ex~geran extendiendo las
conclusiones mucho más
a11á de lo que pennite deducir el mé­
todo verdaderamente propio de las ciencias naturales, por cuanto
extienden
la teoría de la evolución "a todas las cosas", conclusión
que de ninguna. manera es cienNfica~ sino filos?fica~ y por ello
rozan fácilmente
el monisnio y el panteísmo.
~.,. eamos las palabras mismas con que lo expone Pío XII, que
167) Se publicó en Act. Apost, Sed., 42 (1950), 561-578. Hay traduc­
ción· O:i'icial española que se reprodujo en varios sitios (por ejemplo,
en Pen_samie11to, 7 (1951), 79-87). En Yarias ediciones se numeraron los
párrafos.
Para comodidad del lectcr citaré la traducción española, pero
con la numeración marginal de sus párrafos.
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FILOSOFI.1 Y TEOLOGIA ANTE EL ANO DE LA FE
son éstas: "Unos admiten sin discreción ni prudencia el sistema
C'l.'olucirm·istico, que aun en el mismo campo de las ciencias na­
turales no ha sido todavía probado indiscutiblemente, .Y pre­
tenden que hay que extenderlo al origen
de todas las cosas, y
con osadía sostienen la hipótesis·
monística y panteística de un
mundo sujeto a perpetua evolución. De
esta hipótesis se valen
los comunistas· para defender y propagar
su materialismo dia­
léctico
y arrancar de las almas toda noción de Di.os" (68).
Con esta exageración de las teorías de
la evolución se enla­
.za espontáneamente e1 agnosticismo metafísico, que es otro de
los principios que antes hemos ·mencionado.
·Dice así Pío XII:
·"Las falsas afirmaciones de semejante evolucionismo, por las
que se rechaza todo lo que es absoluto. firme e inmutable. han
abierto el
camino a una moderna seudofilosofía, que, en concu­
rrencia con
el idealismo. el inn,anentismo 'y él pragn1atism'O, ha
sido denominada existencialismo, porque rechaza las esencias
inmutables
de las cosas y no se preocupa más que de la exis~
tencia de cada una de ellas" (69¡. Y con ello lo más opuesto a la
1Ietaíísica que ra"cionalmente nos lleva a Dios y a una inoral con
leyes fundadas objetivamente: tal. es el histo~cismo relativista,
1:01110 dice el Papa con estas palabras: "Existe igualmente Un
falso historicismo, que se atiene sólo a los acontecimientos de la
vida ht:mana. y tanto en' el campo de la Filosofía como en el de
los dogmas cristianos destruye· los fundamentos de· toda verdad
y ley absoluta" (70).
Después de su introducción, dedica Pío XII la parte siguien­
te de 1a Encíclica a exáminar" la Teología; otra·, a la Filosofía.;
1>0r último estudia· algunos puntos particulares.
En cuanto a la Teología, hace notar Pío XII ( con palabras
que parecen un eco de las de
San Pío X) que son las falsas
idea~ filosóficas las que influyen en la desviaciótl de la Teología.
(68) Citaré en adelante esta Encíclica __ con la sigla "HG." y un nú­
mero, que, según
Jo dicho antes, corresponde a J.a, numeración de sus
párrafos.
HG 5.
(69) HG 6.
(70) HG 7.
407
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JUAN ROIG Y GIRONELLA. S. l.
Vale la pena copiar su párrafo íntegramente, porque no tiene
pérdida. Dice así:
" Creen que se abre también el camino para
obtener,
según lo exigen las necesidades modernas, que el dogma
sea formulado con las categorías de la filosofía moderna, ya se
trate del inmanentismo, o del idealismo, o del existencialismo,
o de cualquier otro
sistema. Algunos más audaces afirman que
esto
se puede y se debe hacer también por la siguiente razón:
¡x>rque, según ellos, los misterios de la Fe nunca se pueden sig­
nificar con conceptos completamente verdaderos, mas sólo
con
conceptos aproximativos y que continuamente cambian, por me­
dio de los cuales
)a Yerdad se indica, sí. en cierta manera, pero
también necesariamente
se desfigura. Por eso no piensan ser
absurdo, sino antes ·creen ser del
todo necesario que la Teología,
según los diversos sistemas filosóficos que en el decurso del
tiempo te sirven de instrumento, vaya sustituycHdo los antiguos
conceptos por otros mtl"l.'os, de suerte que en maneras diversas
y hasta cierto ·punto aun opuestas, pero, según ello5. equivalen­
tes. haga humanas aquellas verdades divinas. Añaden · que la
historia de los dogmas consiste en exponer las 1.•arias formas qu.e
sucesivamente ha ido tomando la verdad -revelada, según las Ya­
rias doctrinas y opiniones que a través de los siglos han ido apa­
reciendo" (71 ).
Ahora
el juicio que merece este sujetivismo v agnosticismo
metafísico al
Papa .. juicio que es el siguiente: u Por lo dicho es
evidente
que estos conatos no sólo llevan al relativismo dopmá­
tico,
sino ya de hecho lo contienen; pues el desprecio de la doc­
trina tradicional y de su terminología favorece este relativismo
y lo fomenta. Nadie ignora que los términos empleados, tanto en
1a enseñanza de la Teología como por el mismo magisterio de
la Iglesia para expresar tales conceptos, pueden ser perfeccio­
nados
y perfilados. Se sabe también que la Iglesia no ha sido
siempre constante en
el uso de unos mismos términos. Es evi­
dente, además, que la Iglesia no puede ligarse a malquier efímero
sistema füosófico; pero las nociones y los términos que los doc-
(71) HG 15. Los subrayados. son mios.
408
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F/LOSOFIA Y TEOLOGIA ASTE EL ARO DE LA FE
tores católicos, con general aprobación, han ido componiendo
durante
-e1 espacio de varios siglos para llegar a obtener alguna
inteligencia del dogma, no. se fundan, si_n duda, en cimientos tan
deleznables. Se fundan, realmente, en pri,icipios y nociones de­
ducidas del verdadero conociniiento de las cosas creo das; deduc­
ción realizada a la luz de la verdad revelada. que por medio de
la Iglesia iluminaba, como una estrella, la mente humana. Por
eso no hay que admirarse que_ algunas de estas nociones hayan
sido no sólo empleadas, sino también sancionadas por los con­
cilios ecuménicos; de suerte que no es lícito apartarse de
ellas" (72).
De ahí la temeridad de esta posición_; como' señala el Santo
Padre: "Abandonar, pues. o rechazar o privar de valor tantas y
tan importantes nociones y e~resiones que hombres -de genio y
santidad no comunes, con esfuerzo multisecular, bajo la vigilan­
cia del sagrado magisterio y con la luz y guía del Espíritu
Santo, han concebido, expresado
y perfeccionado para expresar
las verdades de_ la Fe, cada vez con mayor exactitud, y su~ti­
tuirlas
con nociones hipotéticas y expresiones fluctuantes y va­
gas de una moderna filosofía, que, .como la flor del campo, hov
existe
y mañana caerá, no sólo es suma impr~dencia, sino que
convierte el dogma
en una caña agitada por el viento. El precio de los términos y las nociones que suelen emplear los
teólogos escolásticos. lleva, naturalmente, a enervar la Teología
especulativa,
la cual, por fundarse en razones teológicas, ellos.
juzgan carecer de verdadera certeza" (73).
Es obvio que Pío XII tambi.én haga notar cómo se acom­
paña esta actitud del desdén hacia el magisterio de la Iglesia:
"Por desgracia, estos amigos de novedades fácilmente pasan del
desprecio
de la Teología escolástica a tener en menos y aun a
despreciar también
el mismo magisterio de la Iglesia, que tanto
peso ha dado con su autoridad a aquella Teología" (74). Parece
(72) HG 16. El subrayado es mío.
173) HG 17. Los subrayados son mios.
(74) HG 18.
Fundaci\363n Speiro

/t".-LV ROIG Y GIRO.VELLA, S. l.
,¡ue uno esté leyendo las palabras de San Pío X pronunciadas
cuarenta· -años attás.
Dejando ahora de lado todo lo que referente a la Teología
va exponiendo Pío XII en su Encíclica, sólo notaré algo estric­
tamente relacionado con la Filosofía_. que el Santo
Padre hace
destacar. Ante todo, como ya decía San Pío X1 que con el agnos­
ticismo metafísico cortan el camino del pensamiento humano a la
Teologia natural, es decir, la llamada "teodicea", por la cual el
homhre, mediante
el recto uso de su razón, pasa desde las cosas
creadas a demostrar la existencia de un Dios personal. Dice así
Pio XII: "Y no hay que admirarse de que estas novedades hayan
pro,lncido frutos venenosos en casi todos los tratados de la
Teología. Se pone en
duda si la raoón humana, sin la ayuda de
la dfrina revelación y de la divina gracia, Jntede demostrar la
cxisti:ncia de im Dios personal con argumentos deducidos de las
cosas creadas" (í5).
Otra cuestión enlazada con ella es la noción de creación, y
por cierto. creación libre,. no necesariay. es decir, que procede la bondad de Dios, que ha querido comunicar su bondad pro­
haya tenido principio y se afirma que la creación del mt1ndo es
necesarf~. pues proce vino" (76).
Finalmente. otras tres nociones íntimamente enlazadas entre
sí: la del orden sobrenatural, concesión gratuita de Dios, la del
pecado y la de la redención : "Otros desvirtúan el concepto de
gratuidad
del orden sobrenatural sosteniendo qt1e Dios ria puede
crear seres inteligentes sin ordenarlos _ y llamarlos a la visión
beatifica, con lo que, menospreciando las definiciones del Concilio
de Trento.
se destruye el concepto de pecado original, junto con
el de pecado en general en enante ofensa de Dios, como también
el de la satisfacción que Cristo ha dado por nosotros" (77).
410
(75) HG 25. El subrayado es mío.
(76) HG Ibid. El subrayado es mío.
(77) HG 26.
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FILOSOFIA Y TEOLOGIA ANTE EL ARO DE LA FE
Dentro de la Filosofía de la tradición de la Iglesia tiene
pleno sentido la definición de Fe dada en Trento sobre la Tran­
substanciación en la Eucaristía, y, por tanto. también el dogma de
la presencia .real de Jesucristo en la Eucaristía: pero quien re­
chaza como anticuada la noción metafísica de substancia, ¿ podrá
]1ablar fácilmente de trans-substanciación, es decir,. conversión de
una substancia en otra? Por esto dice Pío XII : "Ni faltan
quienes sostienen que la doctrina de la transubstanciación, ba­
sada como está sobre un concepto filosófico de substancia ya
anticuado, debe ser corregida de manera qtle la presencia real
de Cristo en la Santísima Eucaristía se reduzca a un simbolismo
en e1 que las especies consagradas no son más que señales ex­
ternas de la presencia espiritual de Cristo y de su unión íntima
con los
fieles, miembros suyos en el cuerpo místico" (78).
Terminada la exposición de
la parte teológica, aborda Pío XII
en su gran Encíclica lo que es propiamente filosófico. A este
propósito empieza con un párrafo en que no sobra ni una pa-
1ahra y que afirma precisamente lo que constituye
el núcleo
fundamental de la Filosofía esco1ástica. Dice así : "Es cosa sa­
bida cuánto estima la Iglesia la humana razón, a la cual atañe
demostrar con certeza la existencia de ·un solo Dios personal,
comprobar i1wenciblemente los fundamentos
de la misma Fe
cristiana por medio de sus notas divinas, expresar por conve­
niente manera la ley que el Creador ha impresO' en las almas
de ]os hombres y. por fin, alcanzar ,algún conocimiento1 por
cierto fructuosísimo, de los
misterios (Denz., 1796). 1.fas la ra­
zón sólo podrá ejer~er tal oficio de un modo apto y seguro si
hpbiere ~ido cultivada convenit:ntemente, -es decir, si hubiere
s~do nutrida con aqu~lla sana Filosofía, que es ya como uil pa­
trimonio
heredado de las. precedentes generaciones Cristiatias y
que.
por consiguiente, go~ de una autoridad de un -orden supew
rior. por cuanto el mismo magisterio de la Iglesia ha utilizado
sus principios
y-sus. principales asertos, manifestados y defini­
dos lentamente por hombres_ de gran talento, para comprobar Ia
(78) HG !bid.
411
Fundaci\363n Speiro

JUAN ROIG Y GIRONELLA, S. l.
misma divina revelación. Esta Filosoff-a reconocida y aceptada
por la Iglesia defiende el verdadero y recto valor del conoci111ien­
to humano, los inconcusos principios metafísicos (a saber: los
de razón suficiente, causalidad y finalidad) y la posesión de la
verdad cierta e
in,nutable" (79).
No todo lo que se contiene en esta Filosofía es igualmente
necesario para la Teología, y por ello
hay nociones que la Igle­
sia deja a la 1ibre discusión de los técnicos; tampoco es inmuta­
ble en cualquier sentido, pues "extrínsecamente" puede
mu­
darse el enunciado de un aserto verdadero, en cuanto otro ex­
prese más profundamente, más completamente su contenido: y
hasta en cuanto se corrijan algunos errores que no sean "nece­
sarios" en todo enunciado (decir esto sería relativismo). sino
que "accidentalmente" se hayan introducido; pero debe decirse
que
la verdad es inmutable "intrínsecamente". Por esto añade
Pío XII : "Cierto que en tal Filosofía se exponen muchas cosas
que ni directa ni indirectamente se refieren a la
Fe o a las
costumbres,
y que por Jo mismo Ia Iglesia deja a libre disputa
de los peritos; pero en otras muchas no tiene lugar tal Jibertad,
principalmente en lo que
toca a los principios y

a los principales
asertos que poco
ha hemos mencionado. Aun en estas cuestiones
esenciales se puede vestir
a la Filosofía con más aptas y ricas
vestiduras, reforzarla con
más eficac~·s expresiones, despojarla
de ciertos modos escolares menos aptos, enriquecerla con cautela
con ciertos elementos del
progresivo pensamiento humano ; pero
nunca es lícito derribarla o contaminarla con falsos principios
o estimarla como
un gran monumento, pero ya en desuso. Pues
la ·verdad J' su expresión-filosófica 1to pueden cambiar con el
tiempo_, principalmente cuando se trata de los principios que la
mente humana conoce por sí mismos o de aquellos juicios que se
apoyan tanto en 1a sabiduría de los siglos como en el consenso
y fundamento de la divina revelación. Cualquier verdad que la
mente humana, buscando
con rectitud, descubriere, no puede
estar en contradicción, con otra verdad ya alcan:::ada. pues Dic,s.
<79) HG 29.
412
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Fll.OSOFIA Y TEOLOGIA ASTE El ARO DE /.A FE
"Verdad suma, creó y rige la humana inteligencia de tal modo que
no opone cada día nuevas verdades a
lasya adquiridas, sino que,
apartados los errores que tal vez se hubieren introducido, edi­
fica
la verdad sobre la verdad de modo tan ordenado y orgánico
como aparece formada la misma
natural_eza de la que 1a verdad
se extrae. Por lo cual el cristiano, tanto fi1ósofo como _teólogo,
-no abraza apresurada y ligeramente cualquier novedad que en
el decurso del tiempo se proponga, sino que ha de sopesarla
con suma detención
y someterla a justo examen. no sea que
pierda la verdad
ya adquirida o la corrompa con grave peligro
y detrimento de la misma Fe" (80).
De acuerdo con esto, dedica
Pío . XII un párrafo a Santo
Tomás_ de Aquino, corno recoµiendando y alabando uita vez más
.aquel a quien tanto alabó ya en los mismos principios de la _gran
-crisis que padecemos, San Pío X, y decenios antes su predece­
sor León XIII con su Aeterni Patris de 1879.
Los. neo-modernistas atacan su Filosofía llamándola
"anti­
cuada", "racionalística", que Qefiende equivocadamente una "Me­
tafísica absolutamente_ verdadera". Pío XII _contesta a todo ello
así : "Es, pues, altamente deplorable que hoy. día algunos des­
precien una Filosofía que la Iglesia ha aceptado y aprobado y
que imprudentemente la apellidan anticuada en su fonna · raciona­
lística
{así dicen) y en sus procedimientos, pues afirman que
esta nuestra Filosofía defiende erróneamente la posibilidad
de una
:Metafísica absolutamente verdadera, mientras que ellos sostienen,
por d -t;ontrario, que las verdades, principalmente trascendentes,
sólo pueden expresarse con, doctr:inas diyergent_es que mutuamen­
te se completan, aunque entre .. sí parezé"an opollerse. Por lo cual
conceden que la Filosofía que se ense:ñ:l en __ nuestras eSctielas,
con su lúcida exposición y solución de los problemas, con su
exacta. precisión de los conceptos y co_n sus claras distinciones,
puede ser apta preparación al estudio de la Teología, como se
adaptó perfectamente a la mentalidad del Medioevo; pero creen
que no es un método que corresponda a la cultura y a las nece-
(80) HG 30.
413
Fundaci\363n Speiro

JU.4.\" ROIG Y GIRO.\"Ei,L.-1, S. l.
sidades modernas. Añaden, además, que la Filosofía perenne
es sólo ·una Filosofía de las esencias inmutables, mientras que la
mente 1i10derna ha de considerar la existencia de los seres sin­
gulares· y la vida en su continua fluencia" (81).
Ellos quieren, por el contrario, que en el cosmos haya evolu­
ción, pero no entendiéndola como algo parcial.
derivado ( en lo
cual no habría ninguna dificultad), sino como lo esencial y total;
por lo cual quieren que la verdad misma no sea inmutable, sino­
e-voltttiva y que, por consiguiente, los dogmas dr la Fe, ya que
· son formulados por ta mente humana con conceptos
humanos,.
vayan también cambiando según la vida moderna, y finalmente
-al fin se desemboca siempre ahí-las leyes de la moral, que
tambiéu son enunciadas conceptualmente. Por esto añade Pío XII :
"Y niientras desprecian esta Filosofía ensalzan otras, antiguas
o modernas. orientales u occidentales, de tal modo que parecen
insinuar que cualquier filosofía
o doctrina opinable, añadiéndole
algunas
cofrecciones o complementos si fuere menester, puede
compaginarse cori el dogma católico. lo cllal ningún católico
puede dudar ser del todo falso, principalmente cuando se trata
de lo!?-falsos sistemas llamados ·inmauentismo, o -idealismo, o
111atei}i~/is1110, ya sea histórico, ya dialéctico, o también c.ristcn­
cialis{i[q, tanto si defiende el ateísmo ·como si al menos impugna
el valot del raciocinio metafísico" (82).
No expondré el contenido del párrafo siguiente, que es es­
tupendo, porque toca uno de los puntos fundamentales sobre
los que ya se ha escrito mucho con ocasión de la antigua polé­
mica en torno a Blondel: la cuestión del conocimiento "por con­
naturalidad" que perfecciona
el proceso intelectual pero no lo
sustituye en su
papel demostrativo y rigurosamente sistemático.
No obstante, para no alargarme aquí en un punto que_ ya he
expuesto en otros sitios (83), dejo de examinarlo, para notar
(81) HG 32.
(82) HG Ibid. El primer y último subrayado son míos.
(83) Véanse mis estudios Psicología de los Ejercicios, "Espíritu", VI
(1957), 62-93, pág. 63-68; El co11ocimiento interno y el sentimiento·· interna
en
los Ejercicios Espirifflalc.s, "Miscelánea Comillas". XXVI (1956), 115-
414
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FILOSOFIA Y TEOLOGIA Alv-YE EL Ai:W DE LA FE
el último párrafo que Pío XII dedica a la Filosofía, párrafo que
no tiene desperdicio
y que dice así: "Ni hay que admirarse de
que con estas
nueYas opiniones se ponga en peligro a dos dis­
ciplinas fi1osóficas que por su misma naturaleza están estrecha­
-mente relacionadas con la doctrina católica, a saber, 1a teodicea
y la 'ttica, cuyo oficio creen que no es demostrar con cerfe!:a algo
acerca
de Dios o de cualquier otro ser trascrndente, sino más
bien mostrar que
lo que la Fe enseña acerca de Dios personal
y de sus preceptos es enteramente conforme a las necesidades de
la zrida y que, por 19 mismo, todos deben abrazarlo para evitar
la desesperación y alcanzar la salvación eterna ; todo lo cual
se opone abiertamente a los documentos de nuestros· predeceso­
res
León XIII y Pío X y no puede conciliarse con los decretos
del Concilio Vaticano. No habría, ciertamente, que deplorar
tales desviaciones de la verdad si, aun
en el campo de la Filosofía.
todas mfrasen con la reverenda qu.e conviene al magisterio de
la JglcSia, al cual corresponde por divina institución no sólo
custodiar e interpretar el depósito de la verdad revelada, sino
también vigilar so~re las _disciplinas filosóficas para que los dog­
mas católicos no sufran detrimento alguno de ]as opiniones no
rectas" (84).
Así termina, con este párrafo de expresión ceñida
y mélgis­
tral, esta Encíclica estupenda de Pío XII. Ya se sabe cómo han
calumniado a Pío
XII, a quien miraban casi con 'tanta aYersión
y hasta odio como miraron a San Pío X por su enseñanza. Si,
por el_ contrario, todos los católicos en vez de mirar la Encíclica
d~ Pío XII como, una serie de obstáculos interpuestos en s~
pista para. mirar s!)lo cóni.o -sortearlos, -cómo podrían interpre­
tarlos (y relegar a un profundo silencío los más claros) a fin de
seguir adelante con la misma mentalidad, sóio sometidos en la
apariencia
externa ; si en vez de esto, digo, hubiesen los ca-
130, págs. 120-126; Filosofía blondelia11.a, Editorial Balmes, Ba_rcekna,
1944, ca:p. II, IV; La Filosofía de la Acción, Consejo Superior de In­
vestigaciones Científicas, Inst. Luis Vives, serie B, núm. 21 -.Jfadrid. 1943,
cap. 2, cap,. 12, cap. 13.
(84) HG 34. Los .subrayados son míos.
415
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JUA.\' ROIG Y GJRORELLA, S. l.
tólicos abrazado de todo corazón la enseñanza de Pío XII, no se habría llegado a la tercera gran crisis de nuestro siglo, otra
forma de neo-modernismo que muchos han denominado con el término de "Progresismo".
V. Culminación de la crisis bajo Pablo VI.
l;na de las cosas que me hacen admirar más íntimamente a la Iglesia ha sido para mí el desarrollo del Concilio Vaticano II y el magisterio subsiguiente de nuestro Pontífice Pablo VI. Recuerdo perfectamente -el ambiellte que se respiraba duran­te el primer año del Concilio Vaticano II y las cosas que mu­
chos esperaban de
él, como decían claramente según sus prin­
cipios. :',o es fácil encerrar en una fónnula (que
por ser fórmula, neces«Tiamente no dirá todo lo que se podría añadir) el rasgo predominante del Concilio Vaticano II a este respecto. Quizá la fórmula podría ser ésta: muchos querian sencilla­
mente que
la Iglesia abandonase stts principios; por e1 contrario, se han encontrado con que la Iglesia, manteniéndolos firme­
mente, lo que ha hecho ha sido admitir todos aquellos co-n1plenien­tos y perfeccionamientos oportunos para nuestro tiempo, que en
11ada los negaban y que en cambio ·sacaban a Juz lo que había como. f_ondo de verdad en el seno de un gran error. Pero, ¿ hay Yerdad en el seno de un sistema que es falso? Xnestra misma Lógica escolástica tenía como uno de sus aser­
tos: "ex falso sequitur verum aut falsum"; "de lo falso puede seguir.Se tanto lo verdadero como lo falso", De lo verdadero no s~lo se sigue, con deducción recta, Jo verdadero; pero de lo falw puede seguirse con estricta ilación lógica tanto lo verdadero
como lo falso.
>.~aturalmente no voy a extenderme ahora en lo que sería una
exposición filosófica. porque no es éste el lugar. Pero quizá ayude a alguien entrever sólo algún punto de ella. Si pronuncio
un
juicio falso, por ejemplo, "todo hombre es árbol", puedo sa­
car de ahí un consecuente falso: "todo árbol tiene hojas. luego
-116
Fundaci\363n Speiro

FILOSOFIA ¡· TEOLOGIA ANTE EL ANO DE LA FE
todo hombre tiene hojas"; pero también podría sacar de aquel
aserto falso "todo hombre es árbol",
un consecuente verdadero:
"todo árbol es corpóreo, luego todo hombre es corpóreo". Se
comprende, porque para que
haya falsedad no se requiere que
lodo sea disconveniente; basta que haya '"' punto de disconve­
niencia. De modo semejante para que digamos que un hombre
está malo, enfermo, no se requiere que todo en él esté malo, basta
que tenga malos los pulmones o el estómago, aunque lo de­
más esté bien.
Por ello siempre el gran genio de los santos ha consistido
en que
sin negar la parte de falsedad y de maldad que queda en
el sujeto que es falso y malo; antes .poniéndola bien de relieve
para no dañarse ni dañar, no obstante sabían sacar de ahí, sin
poner en peligro lo fundamental, la partecilla de verdad y de
bondad que todavía encerraban.
Por ejemplo, Pío XII, en la
misma Encíclica en que condena e1 comunismo .como "intrínse­
camente perverso", empieza notando algunos rasgos buenos que
tiene, como son su afán de justicia social, su atención a los po­
bres y desheredados, su deseo de elevar el nivel de la vida hu­
mana en las necesidades vitales primarias.
Ante mis ojos hay mucho de este tan acertado proceder en
el conjunto impresionante de documentos que nos ha dejado
el Concilio Vaticano II. No me es posible ahora ir siguiendo
sus páginas una por una para
ir demostrando lo qne he dicho,
porque este trabajo rebasaría con mucho los límites que me he
propuesto. Sólo diré, a modo de ejemplo, que el Concilio
ha
admitido la colegialidaá de los Obispos con el Papa, pero sin
menoscabar la primacía de este último, que no es "par ínter
pares", sino "primus ínter pares" ; ha admitido lo que se puede
añadir a la libertad religiosa mirando -su aspecto de "nÜ-coaccióll--
social", pero "dejando íntegra la doctrina tradicional católica
acerca del deber moral de los hombres y de las sociedades para
con
la verdadera religión y la única Iglesia de Cristo" ; nos ha
abierto horizontes inmensos con el ecu1nenti.mio, pero no como
seria con un ''falso irc;nismo" que buscase una especie de com­
promiso o término medio entre los dogmas, sino, por
el con-
417
.,
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JUAN ROIG Y GIRONELLA, S. l.
trario, por . el camino del amor, del mutuo aprecio y recono­
cimiento de todo lo que queda de bueno, uniéndonos todavía
con Dios y perfeccionando así
los elementos humanos y exter­
nos que admiten un legitimo avance; ha hablado de la espi­
ritualidad de los seglares, pero no claudicando en la doctrina
eterna de la cruz de Cristo, sino buscando
el modo de que
ésta no solamente se abrace en-el desierto, sino también san­
tificando la vida misma del que está en el mundo ; ha perfec­
cionado mucho
la noción de obediencia, dando al hombre, hoy
día más formado, audiencia para informar y colaborar, repre­
sentando, pero no quitando el deber de sumisión a la autoridad,
que es divina; ha llamado a los seglares a aportar su ayuda,
y a los Obispos y a los sacerdotes para que sean más inme­
diatamente instrumentos del Papa en
el gobierno de la Iglesia,
pero no como si la 1glesia fuese una democracia o un conjunto
inorgánico, sino,
al reVés, un ser viviente, un cuerpo místico, vi­
vificado prgánica y unitariamente por el Espíritu Santo, que sin
negar su ··principio íntimo de unidad perfecciona vitalmente su
expansión.
Cuando he oído algunos que invocan el futuro Concilio Va­
ticano III o hasta el IV, pensaba yo que ellos, sin darse cuenta,
implícitamente reconocían
que el Vaticano II no había aconte­
cido según la medida de
sus deseos. Por esto ha sucedido el
fenómeno, a primera vista curioso, si uno no lo observa aten­
tamente, que algunos círculos que en octubre de 1962 se mani­
festaban tan entusiásticamente conciliares, ahora son los que me­
nos obedecen a las nonnas que el Concilio · aticano II ha
dado, y por esto se les va en invoc_ar lo que llaman ·• el espíri­
tu del Concilio", como para agarrarse a algo con que respal­
darse.
Nuestra posición ha de separarse tanto de éstos como de
aquellos que en el extremo opuesto querrían borrar el Vatica­
no II y la enseñanza de Juan XXIII o de Pablo VI. Ni un
extremo ni otro. La Iglesia -ha encontrado su camino, el camino
del Espíritu Santo, que la lleva a ser siempre la misma en su
constante variedad; siempre diversa en su profunda unidad.
418
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FILOSOFIA ¡· TEOLOGIA A.VTE EL ARO DE LA FE
Tanto los "inmovilistas totales" como los "evolucionistas totales"
están fuera
de camino.
No pudiéndome ahora extender en el estudio de este tema
tan interesante, me limitaré a recoger algo, sólo algo, de lo que
ha sido el magisterio posconciliar de nuestro Pontífice Pablo VI,
porque todo él nos lleva a la misma actitud y doctrina.
En Fátima, adonde había peregrinado Pablo VI como pe­
regrino de la paz dentro y fuera de la Iglesia, dijo Pablo VI
en su homilía: "Tenemos el mayor interés en que un tal bene­
ficio
y una tal renovación se consocven y se aumenten. Qué
daño ·sería el que una interpretación arbitraria y no. autorizada
por el magisterio de la Iglesia
hiciese de este despertar una in­
quíetud disolvente en su trabazón tradicional y constitucional,
poniendo en lugar de la Teología de los verdaderos y grandes
maestros unas ideologías nuevas y particulares, encaminadas a
quitar de las normas de
la Fe todo aquello que el pensamiento
moderno, carente muchas veces de
la luz racional, no compren­
de o no le agrada, transformando el ansia 31)0Stólica de la caridad
redentora
en la conformidad con las normas negativas de la men­
talidad profana y
el modo de ser moderno" (85).
(85) Pablo VI, Homilía del 13-V-1%7. Tomo la traducción de Eccle­
sia. del 20-V-1%7, núm. 1.3401 pág. 14 1718]. Él subrayado es mío. Aó­
viértase lo que
dijo Pablo VI en 1965 a los asistentes al Congreso
T omístico
Intemaciooal de Roma, a propósito de la Filosofía de Santo
Tomás: "Vuestros estudios puede.n además contribuir a disipar la equivo­
cación de cierto número de creyentes, que hoy día se ven acechados por
un fideísmo que renace No tributando valor ·más que al pensamiento de
tipo científico, y desconfiados respecto de las certezas propias de la
Sabiduría filosófica,. se ven conducidos a fundar sobre una opción -de la
voluntad su adhesión
al orden de las verdades meta.íísicas. Frente a esta
abdicación de
la inteligencia, abdicación que tiende a destruir la doctcina
ÍI'adicional de los preámbulos de la fe, vuestros trabajos se adjudican
el deber de recordar el indispensable valor de la razón natural,, solemne­
mente afirmado por
el primer ,Concilio Vaticano (Denzinger-Schonm.,
3004, 3009, 3015 y 3026), en conformidad ron la ~eñanza constante de
Ja· Iglesia, de la que Santo Tomás es uno de sus más autorizados y má
eminentes testigos. Esto es afirmar la im¡x>rtancia ·de vuestros trabajoa
en los cuales intentáis confrontar la filosofía contemporánea con la obra
419
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JUAN ROIG Y GIRONE.LI.A, S. l.
No menos claramente había hablado un mes antes a la asam­
blea posconcilíar de la Conferencia Episcopal italiana, con pa­
labras que parecen un eco actual de las que pronunciaron San
Pío X
y Pío XII años antes. Dijo así Pablo VI en esta ocasión:
"La primera cuestión, cuestión capital, es la de la Fe, que nos­
de Santo Tomás sobre el problema de Dios. Vuestro gesto atestigua por
lo núsmo el valor permanente de un pensamiento que, a pesar de la des­
confianza y hasta aversión de que es objeto por parte de tantas corrientes
filosóficas modernas, representa en
la historia del pensamiento humano
y cristiano un hecho grandioso que no puede ser subestimado. Ciertamente,
a lo largo de los siglos el tomismo ha conocido, como todo sistema que
entra en
tma tradición escolar, los peligros de la esclerosis y de las vanas
sutilezas, lo mismo que los inconvenientes del revestimiento escolástico.
Pero, lejos de
caer en una inevitable decadencia, la obra de Santo Tomás
no ha cesado de suscitar el interés de grandes espíritus, lo mismo que
la formación de fecundas escuelas, mientras el magisterio eclesiástico le
prodigaba aprobación y apoyo. En nuestros días en particular, en vist:i.s
a asegurar mejor esta re~tauración de la inteligencia cristiana cuya ne­
cesidad se· hacia sentir imperiosamente, los romanos. Pontífices, en pos
de León
XIII, han ordenado el estudio de Santo T oniás de Aquino, de­
clarado ''Doctor Communis" o "universal" de la Iglesia (Pío XI, Encícli­
ca Studiorrim Duceni, A. A. S., XV, 1923, pág. 314)." Sobre la pregunta
de si hoy día conserva todavía su valor,
añade; "La respuesta a la pri­
mera
de estas preguntas radica en el hecho de que la filosofía de Santo
Tomás posee una aptitud permanente
para guiar el espíritu humano ha­
cia el conocimiento de lo verdadero, la verdad del ser mismo que es su
objeto primario, el conocimiento
de los primeros principios y el descu­
brimiento de su
ca.usa trascedente, Dios. Con ello rebasa la situación his­
tórica
particular del pensador que la ha caracterizado e ilustrado como
"la metafísica natural de la inteligencia humana". Por esto Nos hemos
podido decir que "reflejando las esencias de las · cosas realmente exis­
tentes
en su verdad cierta. e inmutable, no es medieval ni propia de al­
guna nación particular, sino que trasciende el tiempo
y el espacio, y no
es menos valedera para todos los hombres
de h:>y día" (Carta al
M. R. P. A. Fernández, Maestro General de los Hermanos Predicadores,
el 7 de marzo de 1964; A. A. &., LVI, 1964, pág. 303). Este valor per­
manente de la metafísica tomista explica la actitud del magisterio ecle­
siástico
para con ella. Como custodio de la -Verdad revelada acogida por
la fe sobrenatural,
la Iglesia sabe que esta acogida misma supone an
espíritu ca.paz. de nociones inteligibles estables y de afirmaciones ciertas
sobre
el ser de las cosas ;,.· sobre Dios; de lo contrario, la Palabra de
Dios propuesta. y mantenida: bajo forma de afirmaciones humanas ya
420
Fundaci\363n Speiro

FJLOSOFIA Y TEOLOGIA AXTE EL ASO DE LA FE
otros.. Obispos, hemos de considerar en toda su urgente grave­
dad. Algo muy extraño
y doloroso está ocurriendo, no sólo en
la mentalidad profana, arreligiosa
y antirrel~gi_osa, sino también
en el campo cristiano, sin excluir el católico, y con frecuencia hasta por inexplicable espíritu de vértigo (Is .. 19, 14) también
entre aquellos que conocen
y estudian la Palabra de Dios: viene
a menos
la certeza sobre la verdad objetiva y sobre la capacidad
del pensamiento humano para alcanzarla; se altera e1 sentido de la Fe única y gemtina; se admiten las más radicales agresiones
a verdades sacrosantas de nuestra doctrina, siempre creídas y
profesadas
por el pueblo cristiano; se pone en duda cada dogma que no guste y que exija una humilde oblació-n, de la mente para
ser acogido; se
prescinde de la autoridad insustituible y provi­
dencial del
magisterio; y se pretende conservar el nombre de
cristiano llegando a las negaciones extremas de cualquier conte­
nido religioso.
Todo esto en Italia no ha tenido hasta ahora afir­
maciones originales notables, afortunadamente : ni ha tenido una
vasta difusión. Pero personas y publicaciones que tendrían la misión de enseñar y de defender la Fe, también entre nosotros
no dejan. sin embargo, de hacerse eco de aquellas voces suh­,-ersivas, que son tales por la celebridad más que por el valor
científico de sus fautores; la miotfa se convierte en le'J:, más que la verdad; el culto a la propia personalidad y a la propia liber-
no seria accesible como Verdad absoluta (cf. Pío XII, Humani Gmerir, A. A. S., XLII, 1950, págs. 565-567). Como decía :Kuestro predecesor Pío XII, "se trata de saber si el edificio que Santo Tomás de Aquino ha
levantado con elementos reunidos
y juntados_, más allá y por encima e todos los tiempos, que le ofrecieron los ~aestros de todas las épocas de la Sabiduría cristiana, descansa sobre una base sólida, conserva siem­pre su fuerza y eficacia, si protege todavía ahora de una manera eficaz tJ depósito de la fe católica y s.i es igualmente de utilidad y dirección sc.:­guras para los nuevos progresos de 1a teología y de la filosofía" (Pío XII al Capítulo general dominicano, A. A. S., XXXVIII (1946, pág. 387). En pos de este gran Pontífice, Nos respondemos a nuestra vez positiva.­mente a estas preguntas, y por eHo X os proseguimos recomehdando la obra de Santo Tomás como una norma segura para la ensefianza sa~ giada (cfr. C. I. C. (afi, 1366, § 2; Pío XI, Deu-s Scientiarum Dom.in-1H, art. 29, a)". He tomado esta tradución de "Espíritu", 14 (1965), 153-156.
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JUAN ROIG Y GIRONEU.A. S. l.
tad de conciencia se reviste con el más afanoso y servil grega­
rismo;
no se obedece a la Iglesia, pero fácilmente se da crédito
al pensamiento ajeno y a ias audacias irreverentes y utópicas de
la cultura corriente, con mucha frecuencia superficial e irrespon­
sable.
Hay el peligro de una disgregación de la doctrina, y al­
gunos piensan que este hecho será fatal en
el mundo moderno.
A vosotros toca, Obispos ante todos, maestros
y testigos de 1a
Fe cual somos, tomar posición: con la afirmación positiva de la
Palabra de Dios
y de la enseñanza de la Iglesia que se deriva
de aquélla; y donde esto
no fuese suficiente, con la denuncia se­
rena
y sincera de los errores, que circulan tal vez como una
epidemia: toca a nosotros. pastores de almas, comprender. com­
padecer, instruir, corregir los espíritus siempre abiertos al diálogo
y

a la búsqueda de la verdad, tal vez deseosos de
un testimonio
nuestro sereno y razonable. y quizá más cercanos de lo que pu­
diera pensarse
a abrir los ojos de nuevo a la luz de Cristo;
toca a nosotros, en los momentos más graves de crisis. repetir
por todos a Cristo las palabras de Pedro: Señor. ¿ a quién ire­
mos> Tú tienes palabras de vida eterna (Juan. 6. 69). Confiamos
que
el Año de la Fe. también anunciado por Nos para honrar
el centenario del martirio de los Apóstoles Pedro " Pablo, dará
ocasión a cada uno
de nosotros de estudiar los problemas inhe­
rentes a la Fe y de dar a nuestra Fe la adhesión interior y la
profesión exterior que esta hora de tinieblas y relámpagos pide
de nosotros. sucesores de los Apóstoles"
(86).
Como este texto pontificio hay otros innumerables que re­
suenan al unísono no menos qne el documento comunicado por
el Secretario del Santo Oficio en 1966 a los Obispos de todo
el mundo (87), o el de la Comisión doctrinal para el Sínodo de
Obispos en su sesión
del 21 de octubre de 1967. en la cnal. por
cierto,
el Ai-zobispo de Barcelona "puso especial acento. entre
otras cosas_, en que los teólogos e investigadores católicos no pon-
(86) Texto de la alocuciún a 1a Asamblea posconciliar de la Con­
ferencia Episcopal italiana el 7-IV-1967 tomado y traducido del Oss. Rom,
8-IV-67.
(87) A. A. S., 58 (1966). 654-661.
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FTLOSOFIA Y TEOLOGIA ANTE EL ARO DE LA FE
gan en circulación y al alcance del -gran público, siempre im­
preparado, teorías todavía en período de experimentación y sin
solidez comprobada. Que
en esto los investigadóres · de la me­
dicina
dan ejemplo: Ellos no sacan a la luz del público sus en­
sayos sino cuando están totalmente seguros de que no van a
hacer daño y de que sus hipótesis entran ya a velas desplegadas
por las aguas
de la certeza científica" (88).
Pero sea con diversas expresiones y motivaciones, sea de di­
versos modos, -¿ qué diferenci~s esenciales· hay entre esta corrien­
te perversa que hoy denuncia el Papa, y con él toda la Iglesia,
y la corriente que de un modo tan extraordinariamente magistral
y eficaz sistematizó y rechazó San Pío X ?
Me parece forzoso concluir que. salvo pequeñas matizaciones
marginales, en conjunto es el mismo naturalismo de la Filosofía
agnóstica y soberbia,
el mismo gesto de rebeldía que diversa­
mente enmascarado
ha ido siguiendo paso a paso durante nues­
tro siglo hasta llegar hoy a extremos en que imagina neciamente
que podrá acabar con la Iglesia, combatiéndola no
ya desde fuera
como antaño, cuando los herejes se separaban de ella porque eran
más sinceros
en declarar sus intenciones., cuanto desde dentro.
Pero yerra esta
ciega pretensión.
No sabe que en 1as más ínti­
mas entrañas de la Iglesia está la asistencia infalible del Espí­
ritu Santo, que de un-modo maravilloso va renovándola sin ce­
sar, sacando bienes
de los maleS, para que sea siempre, en
medio de las quiebras de la fragilidad humana por la que muchos
se pierden, una gran señal de salvación para· aquellos que quieren
ser salvos (89).
(88) Así resunúó esta intervención José M. ª Burgos: El tema doc­
trinal en el Sínodo, -"E.cclesia'', 21-X-1967, núm. 1.362, págs. 19 (1573]
y sigs.
(89) Al terminar este estudio y a título documental para la nece­
saria-información, es conveniente citar. un texto muy significativo. En
agosto de 1950 publicó Pío-XII.~ Encíclica Huma,ii Gennis; a fines
de septiembre de 1950 un sacerdote que apostató de 1a Orden .dom~i­
cana a
que pertenecía,. y de la misma Fe, escribió al P. Teilhard de
Chardih, S. l., invitándole a seguir su ejemplo, uniéndose a él en. el seno
de un grupito de disidentes llama.dos "Viejos Católicos" que no admih.~
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JUAN ROIG Y GJRONELLA, S. l.
VL Conclusión.
¿ Qué condiciones se requenrian para que la exposición de
la verdad cortase de raíz este proceso gangrenoso, que no sólo
obedece a la lógica interna
de la descomposición. señalada por
San Pío X, sino que sigue siempre adelante llevando sns mis­
mos . principios, que no cambian mientras afirman que todo
cambia?
Naturalmente no me toca a mi. sino al magisterio y a la
Autoridad de la Iglesia determinar cuáles serian estos procedi­
mientos para asegurar eficacia a la enseñanza de la verdad. A
nosotros, que no tenemos esta Autoridad.
só1o toca, cuando ac­
tuamos como licenciados o doctores privados en teologia o
filo­
sofía, sugerir lo_ que nos parecería oportuno.
la infalibilidad pontificia. A esta carta contestó Teithard con fecha 4 de
octubre con otra carta. Es inútil negar su autenticidad, porque la reco­
noc_e el mismo P. de Lubac: también es inútil pretender escamotearla,
porque se ha publicado en muchas revistas (por ejemplo, en Avan=ar, XXl
(1965), núm. 239, junio, págs. 237-238. En ella dice de qué reforma se
trata ahora (la: que él pretende con sus obras) ecn las siguientes palabras :
"Considero
que la Reforma en cuestión (mucho más profunda que la d'.'1
siglo xv1) no es una simple cuestión de instituciones y de costumbres.
sino de Fe". A continuadón resume su teoría de la Cosmog-énesis, y ter­
mina con
el siguiente párrafo: "Esto una vez admitido {y es ahora
cuando vamos
a diferenciamos: ¿ pero la Vida no procede acaso mediante
buenas voluntades que tantean?), esto admitido, yo sigo sin ver otra
manera mejor
de proponer lo que anticipo que trabajar en la refomta
(en el sentido definido más arriba) desde dentro: es decir, con una
adhesión sincera al j,hylum cuyo desarrollo espero. Muy sinceramente
(y sin querer criticar su gesto) veo tan sólo en el vástago romano, to­
mado en su integridad, el soporte biológico bastante vasto y bastante
diferenciado para operar y soportar la transformación esperada.

Y esto
no es pura especulación. Desde hace cincuenta años he visto demasiado
de cerc.a, alrededor mío, revitalizarse el' pensamiento y la vida cristiana, a
pesar de toda la Encíclica, como para no tener una inmensa confianza
en las potencias de reanimación del viejo vástago romano. Trabajemos
cada uno por nuestro la.do. Todo lo.-que asciende converge. Bien cor~
dialmente suyo. Teilhard de Cha.rdin." Este es el documento que a título
infonnativo
era muy conveniente aducir. Sobre su interpretación no es
este
el sitio adecuado para exponerla.
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FILOSOFIA Y TEOLOGIA A.VTE EL .L~n DE !.A FE
Y esto es lo ·siguiente :
t.• Que como ya parece haberse indicado en el reciente
Sínodo
de Obispos en Roma, haya un cuerpo de teólogos (y
me atrevería a decir: también de filósofos, bien formados en
Teología) que el mismo Santo Padre eligiese como personas en
quienies reconociese exactaménte la orientación que él quiere sea
patente ante el m,mdo. A ellos se les habría de manifestar el
honor de la confianza de la Autoridad Suprema ; ellos procla­
mar.ían con la recta oriéntación de sus estudios precisamente
las verdades
que el Papa enseña en su magisterio. Más . aún,
que al renovarse periódicamente cada cierto número de años. la
constitución de los miembros de este cuerpo doctrinal no se le
reiterase la confianza a quien ya no se hiciese acreedor de ella.
2.• Que se intensificase en todo el mundo católico la cnse­
fian:;a, la instrucción recta ; pero no como es esta falsa enseñan­
za que denunció San Pio X lamentándose que se hubiese infil­
trado hasta en los Seminarios; no estas falsas doctrinas y acti­
tudes que denunció Pablo VI en 1967 ante el Episcopado ita­
liano, sino enseñanza precisamente conforme con-un perfecto
"sentir con la Iglesia"; distinguiendo para ello el Santo Padre
con un honor y nombramiento especial a quienes se hubiesen
hecho acreedores de esta alabanza.
Y a ·10s creyentes, que somos todos, ¿ qué nos, toca hacer en
medio de la enorme confusión e ignorancia que vemos en cual­
quier parte?, ¿ de qué medio podemos valernos?
Es muy sencillo. Ya lo dijo siglos atrás un peregrino y er­
mitaño de la cueva de Manresa; "Depuesto todo juicio, debemos
tener ánimo aparejado y prompto para oh/,descer en todo a
la
vera sposa de Christo nuestro Señ_or, que: es la nuestra sancta
madre Iglesia hierárchica."
¡ Es tan sencillo examinar en cada cuestión qué ha dicho el
Santo Padre, roca firme sobre la cual Cristo ha edificado su
Iglesia!
Porque "ubi ·Petrus, ibi Ecclesia", "donde está Pedro, allí
está la Iglesia".
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