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Rafael Gambra, El silencio de Dios

Es también irrebatible y digna de ser s-ubrayada la defensa de la predicación extralitúrgica con palabras de Pio XII (pá­gina 102). Y muy bien traída la autoridad de Paulo VI para
explicar las causas, que muchos no quieren reconocer, del pavo­
roso problema de la: caída de las vocaciones '-' en un momento en
que la prensa, los discursos y la literatura de ciertos sectores
católicos respira gran euforia y entusiasmo" (pág. 170).
Digamos, para terminar, que la lectura de la obra satisface
plenamente a lo prometido en
el título y que será difícil escribir
sobre
el tema con más concisión, brevedad y precisión.
X uestra bienvenida a un libro tan oportuno y nuestras con­
gratulaciones al autor.
RAFAEL G-AMBRA CIUDAD: "EL SILENCIO DE DIOS"
POR
GIL MORENO DE 1-foRA .
.. El silencio de Dios", de Rafael Gambra, es un libro filosófico,
pern la personalidad de su autor, a la vez apasionada y poética,
confiere al texto
una palpitación especial, que al razonamiento frio
y analítico aña-de el testimonio. de heridas abiertas, porque la
filo,oiía aquí toca a la realidad de nuestro día de hoy sentido con
toda la fuerza de quien
se compromete.
Xo es un ensayo, no es un divertimiento, ni algo para ser· admirado en función de una agilidad o de un ingenio atrevido.
Es una demostración. Un relato lógico del drama htunano con
aterrador realismo, que rehusa toda venda y todo paliativo.
Al clasicismo de la filosofía griega y

a los elementos sólidos
no cambiables que contiene, nos es ya conocido en el justo amor
y conocimiento que les profesa Gambra desde hace añ.os. En este
libro,
el .autor añade reflexiones de impactos más modernos; por
una parte, los conceptos de "compromiso" y "domesticación" su­geridos por Saint Exupery como elementos positivos, y, por otra, la · "Rinoceritís" de Ionesco y la Metamorfosis insectíforme de
l(afka, como imágenes de una situación social negativa.
Se establece una paradoja que viene a cuajar con la definición de "Insensato" de San Anselmo, oontrapuesto al uSabio'' de Só­crates y Platón. El triste papel de ·aquél dentro de la ciudad
corre a
·lo largo del libro explicando con más detalle ese "estado
de delincuencia intelectual y •emocional" que desde las primeras
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páginas constata Gambra, es característico del hoy incierto que vi­
vimos,
por lo cual desde el principio nos sumergimos en la más
candente actualidad.
Quizás
alguna tenninología moderna e intelectual pueda pa­
recer inútil o dificultosa tanto a quien no · esté habituado como a
quien se libre de las modas lingüísticas, pero Gambra, maravi­
lloso didacta oral en sus conferencias, escribe como habla, y con
ese mismo
afán didáctico, aunque el impacto de la frase, con su
entonación, se debilite en la letra impresa. Queda sin embargo
lejos de
la algarabía profesional con la que la mayoría de los
intelectuales modernos ocultan la. escasez . de lo que tienen que
decir. Gambra se deja mucho
.en el tintero, los términos especia­
les los emplea con ganas de explicar más o mejor su pensa­
miento.
Nosotros, que ya hemos oído, en boca.de un locutor del.tele­
diario oficial en el comentario del último Desfile de la Victoria,
que
" ... la España ilusionada y faldicorta marcha hacia •.. ",
no nos podemos extrañar de que Gambra denuncie la deslealtad
e incoherencia cometidas sin conciencia
ni de deslealtad ni de
incoherencia, con la "Mente de Cambio'" al "Viento de la His­
toria" bajo los cuales el pensamiento
h0:U1ano adopta modas
0
tan
necias como la que viste falda corta a la matrona Ibérica entre
sus leones. . .
Los primeros capítulos con .hallazgos tan felices como su con­
cepto del ''turismo" nos introduce,:¡ en el tema a través de
Saint-Exupery
y de un razonamiento· síempre acompañado por
el corazón. Ya en el tercer capítulo, Gambra nos
da aquel es­
quema que le es tan querido,
el de la Sociedad según Platón,
definida con sus tres estamentos poseedores de funciones y vir­
tudes propias y concretas. Y o hubiera .deseado más páginas para
que Gambra nos diera
su fácil demostración de cómo este con­
cepto
no es fruto de la inventiva griega, sino el descubrimiento
de una
Ley Natural de la Sociedad. También hubiese deseado
un distingo
--eomo tan bien sabe hacerlos el autor-entre la
palabra "Estamento" y la de "Clase", por estar hoy esta última
tan ligada en
el vulgo al concepto de lucha de clases, en una vi­
sión
de planos horizontales sucesivos que de hecho existen en
todo estamento.
El cuarto capítulo se abre en un clarinazo realista que alegra
el
alma en estos días sumidos en las nieblas de tanto delirio
utópico-teórico-abstracto.
Lo concreto 'da lugat a afirmar la crea­
ción original nacida en
el fervor -y aquí cobra cuerpo la teoría
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de la "domesticación"-y surge el contraste con la "rinoce­
ritis"
oicga, por el "derecho a la continuidad y a la autonomía
ambiental" en
la Ciudad creada por ese fervor, que hora del
hastío, =e a los hombres y confiere: l.· Sentido a las cosas
(con
ese nudo invisible que hace de las cosas dominio, patria o
rostro
familiar). 2.0 Maduración del vivir dentro del tiempo hacia
la Eternidad. Estos dos últimos conceptos titulan los <:apítulos
siguientes. ·
El sentido de la Vida, sentido de las cosas, sentido de habitar,
reafirmación de lo concreto, las cosas tienen dos dimensiones, la
de mansión en el espacio, la de rito en el tiempo. Espacio y tiempo
que son características
de la vida terrenal comparada con la
Eterna. El hombre en la tierra tiene por ello que efectuar pri­
mero
una aceptación de este orden y consolidarlo con la conti­
nuidad.
La primera aceptación trasciende lo temporal recono­
ciendo el
Fin definido por Dios. La primera aceptación es, pues,
enlazamiento, religación, religión.
Así, las cosas adquieren en lo temporal valor de símbolo de
aquel lazo intemporal de la primera
aceptación, y puestos en
orden en función de esta aceptación, se
vuelven, en el es¡xi.cio,
mansión hmnana concreta y diferencial. Lo propio de la mansión
es lo doméstico; la domesticación es el acto por
el que el hombre
integra
-las cosas a su Mansión a la vez que él se integra a las
cosas.
En el tiempo, la aceptación y las cosas domesticadas obli­
gan a ~11a repetición de gestos y actos, reiterando aquella acep­
tación · cada día y se constituyen las costumbres, la tradición :
es el rito, que ordena
el tiempo y diferencia .ada hora y cada
día en la Mansión.
El sexto capítulo, dedi<:ado a la "Maduración del Vivir", des­
cribe el
juego de la tesis hacia la cual tiende la voluntad del que
se comprometió
en búsqueda de valores absolutos que están en lo
temporal, partiendo de la hipótesis ( debajo de la tesis) que es
la. vida terrena temporal y caduca. .La muerte aparece. Existir
es
ir siendo a la yez que estar muriendo. La síntesis por la
cual lo temporal se acerca progresivamente a lo Absoluto aten1-
poral queda entre líneas cuando Gambra nos babia de la . diaria
muerte del hombre, al
tratar del paso del tiempo que es la ex­
periencia universal sensible. A través de Epicuro y de los an­
tiguos se explica
el esfuerzo humano por tratar de ocultar u
olvidar
este hecho, hasta llegar a las modernas huidas sumidas en
el delirifi.de la acción, res9ltado ciego de una concepción universal
solamente basada en aquella experiencia-del tiempo tal .como lo
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hace el Marxismo. El fracaso cuaja en el amargo fruto de la
extrañeza que siente el hombre ante pretéritos evocados cuando
no hubo vida fiel a sí misma.
Sólo la obra bien hecha, en la domesticación, con la entrega
previa del hombre que le da ulterior posesión, resultan ser re­
medio de la angustia, madurando
la vida en línea de fidelidad
consigo misma
y trascendiéndola a la Eternidad. Las citas de
Saint Exupery, que cierran
el capítulo, se alzan contra el frío
universo racionalista de lo abstracto que quiso ocultar estas ver­
dades.
"El Juglar de las Ideas", qne es el título y tema del siguiente
capítulo, es también un hallazgo espléndido de Gambra.
Ahí
aparece el uinsensato" en su plenitud, visceral y racionalista,
anti-todo, materialista y absurdo en sí mismo con su ¿ por qué
no?, por el cnal ahonda el placer de columpiarse en las dudas
para justificar conveniencias. El inse::nsato aborrece toda eviden­
cia y todo realismo, salvo lo que le permite tender a lo fácil.
Habiendo justificado toda deslealtad,
. el insensato, juglar de las
ideas, ataca cielos y tierra, atribuye las costumbres por modas
novedosas
y efímeras, niega sin rubor lo afirmado ayer, y final­
mente repudia y odia la Ciudad por· ser un orden, no sólo la
clásica, la de Platón, sino toda Ciudad, todo orden, toda domes­
ticaci6n, por ende todo dogma y todo Ahsoluto. Lo informe,
masa amorfa, es su desiderátum, y la ~Iansión ~e convierte en
establo porque el hombre se vuelve ga_nado. La masa, cuya pro­
fesión es el odio
a lo humano, se niega a sí misma toda discusión
con la bestia, y acaba adorándola.
"La Razón Insensata", reina de ese caos, es título del ca­
pítulo VII, en el que se describe el proceso de la oderosis ce­
rebral propia de la vejez
y su contraste con la percepción del
niño y su recuerdo.
Este fenómeno por el cual el adulto trata de
evitar el sufrimiento producido por lo real, mediante la negación
a ver, esta enajenación mental vo1rmtaria, consistente en perder o
abandonar el sentido de la realidad, sucede también en las co­
lectividades históricas. Gambra da entonces una alucinante des­
cripción de c6mo esta esclerosis -causa de la pérdida de la
salud mental en el hombre, ni ángel ni -bestia, sujeto a expe­
riencias sensibles de las cosas e intelectuales de
las ideas--pro­
duce en nuestra historia la progresiva pérdida del realismo, abs­
tractiza todo y acaba en
el moderno monstruo del Ideologismo,
cumbre máxima de la insensatez que1 en su abstractismo esque­
mático, esconde su anti-esencia. En cierto modo, Gambra aquí
coincide con Gilson.
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Esta anti-esencia produce anti-conceptos absolutos (las clases,
la reacción, el paterrtalismo, etc.), que barajados con abstractos
esquematismos
(la Evolución, 1a Democracia, el Progreso, etc.),
sirven
para fom1ular las tristes escaseces llamadas slogan·s con
los que se encubre la falta de ideales.
El consenso hacia este delirio de Insensatez efectúa entonces
dos operaciones: el desarraigo
y la aceleración. Roh1ra de todo
lazo
por ser 1azo, Movimiento que se intenta anticipar sobreYalo­
rado como fin. La moda frívola v efímera encuentra aquí su altur.
La aceleración fuerza un cámbio en el concepto de historia
hasta aquí concebida como conjunto de hechos notorios pasados
interesantes
para preparar un presente en función de un porvenir.
La aceleración da a la I:fistoria, con mayúscula, carácter rector;
no hecha por hombres, sino hacedora de hombres, diosa de la
fatalidad irreversible, cuvo
andar es concebido absurdamente como
Progreso irremediable.
• El mito, versión imaginativa y concreta
de
una idea, es un sistema eA-plicativo que si 1a idea es de la
realidad explica la realidad.
Pero cuando la Idea abstracta es
irreal. entonces sucede como con el Mito de la Historia, nacido
del mito del
Progreso: mitifica la Razón. Gambra vuelve a en­
contrar en el pensamiento griego bases sólidas
y estudia la li­
bertad frente a
la fatalidad. Los dos tiempos explicados por De
C-0rte, el tiempo personal íntimo y local, y el tiempo exterior
y absoluto que pertenece a Dios, son usados para vez que el
intento en el cual el hombre trata de sustituir a Dios
por la
Razón humana
11eva a desintererarse por la suerte concreta de
cada hombre y de las pequeñas comunidades históricas y.
por ello,
al intentar
tan sólo el plano universat a cuyo ritmo quiere
adaptarse
y aun anticiparse, el hombre se obsesiona por "ser
avanzado". por no ser "reaccionario". Así se produce la acele­
ración de
la historia, situación ideal del Insensato. en la que
naufraga el derecho a la continuidad y al arraigo, que son
también
el derecho a la personalidad. a lo particular. a lo propio.
Y el Insensato extiende su absurda antinomia conformismo-re­
belión. Conformismo de masiñcación, rebelión contra todo orden.
Y en este delirio mental se
deja de reconocer que el conformismo
tradicional que era fidelidad a
lo propio justificaba la única
rebe1ión sana, lo que tiene ohjetivos concretos y justos valorados
en la
Verdad absoluta.
Desde
el capitulo anterior, Gamhra nos da ta parte más can­
dente de su libro.
F.l título "Juglarhación de ta Fe" trata del
momento en
el que el Insensato llega a la cnmhre de su demen-
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da. Occidente, fruto del cnstianismo, da campo para que el in­
sensato
dirija su "¿ por qué no?" allí donde la Fe religiosa es
más total, o sea en
el Catolicismo. La Iglesia, depositaria de la
Yerdad teológica absoluta y funcionalmente misionera del Fin y
de la nonna moral necesaria, no puede admitir ni obedecer al
mito de la historia. La aceleración, sin. embargo, parece separar
a la Iglesia del mundo moderno. Entonces
el ·cristiano empieza a
sentirse incómodo
y cansado de resistir solo ante el sofisma; en
cuanto admite la tentación
racio"nalista cae en el deslumbramiento
ante la eficiencia
de la acción. que, en 1a tendencia a lo fácil, el
Insensato mundial se encarga de hacer reluml,:·· La problemá­
tica político-económico-social,
una vez rnbr,-da. le sume en
la sociedad de masas. Entonces el
cristiaih· ~, vuelve juglar;
perdida la escala de valores, sólo ve en la Igle!'ia atraso, reac­
ción,
y aparece, con estas características, el Progresismo católico
al servicio del Mundo, juglarización de la Fe. gnosis del hombre­
centro que inexorablemente relega la Iglesia al abandono de su
puesto rector y sancionador de la conviccióri rle su Yerdad y de la Norma moral, hasta reducir la vida religiosa al
interior de las conciencias y renunciar a que la fe informe la vida
La descripción que da aquí Gambra, con estremecedora cla­
rividencia y aplastante lógica, explica, describe, la descomposi­
ción obra del Insensato juglar con palabras que no
se pueden
resumir. Y cuando la sensatez contamina a esa persona que
debe ser el Sabio y en la cumbre al Sacerdote, cuando éste, fal­
tando a la prudencia (virtud característica del sabio) y a la lealtad
de su misión, se lanza a los malabarismos frívolos del juglar
insensato, entonces desaparece 1a esperanza en la Ciudad. E1
sacerdote-juglar del progresismo es el único que posee la sola
herramienta demoledora que pueda conocer la Iglesia: la que tra­
baja prometerse y a domesticar. queda relegado a una nebulosa im­
personal, deística, primero, metafísica, luego, y nihilista o anu­
ladora de
la Di,;nidad, al fin. Es la anti-esencia de la Iglesia.
No podemos describir
el detalle del espectáculo real que se
nos muestra cuando Gambra rasga fríamente 1a capa de ]os sloga,ns
con la que el Progresismo católico encubre su anti-verdad. Al
fin en el centro del abismo se yergue el ídolo Hombre que se
hace Dios, sin ni siquiera un
rastro o fidelidad, ni una posibili­
dad de amor: só1o inroherenc.la, corrupción y arenas movedizas.
En este punto cobra sentirlo el Silencio 517
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1
(
l
!
responder al Insensato. Es el Silencio de Dios frente a la apos­
tasía de los tiempos ...
En el décimo y último capítulo, Gamhra plantea la terrible
pregunta,
¿ qué cabe hacer?
Constatando que éstos son los tiempos de ''La apostasía ge­
neral para el establecimiento de una nueva religión universal, sin
dogma ni
jerarquía, sin re,gla para el espíritu", que anunció San
Pío X (tiempos de sinarquía). Gambra no puede.ser inconsciente­
mente optimista como
lo son los minimizadores profesionales que
hoy tanto ayudan al Insensato.
Pero tampoco puede ser desespe­
radamente pesimista porque su vívido catolicismo
le recuerda
la Promesa ante las
Puertas del Infierno. El autor nos propor­
ciona una meditación
que, a través de la muerte de Sócrates y la
de Jesús (,mutatis nmtanái), nos lleva lejos de aquellas inter­
prestaciones románticas de la primera, y revolucionarias. como la
de Pasolini, para la segunda, y nos muestra la fidelidad que en­
cierran. Gambra se alza contra
la afirmación· de Taine: "Kingún
hombre consciente puede ya esperar1'. Pero tampoco cree en una
inmediata e idílica reconciliación con
la Ciudad.
Por esto define el actual papel de los que no quieren ser
insensatos, como el de heraldos y forjadores de una futura re­
conciliación, implicando con la anterior meditación la necesidad
de áctitud testimonial
viva y capaz de ·negar serenamente hasta
fa muerte.
Si el silencio de la Jerarquía preocupa gravemente entre líneas
a Gambra, sin
juzgar explícitamente, lo remite a la permisión
de la Providencia con la que Dios impone su silencio.
Sabe que
entre los clamores estridentes del insensato está el
sabio, cuya prudencia le hace medir la voz.
A nadie extrañe que el coro de los insensatos se rasgue las
vestiduras ante este
libo de Gambra. es el de un sabio.
Terminado este resumen que me ha sido encomendado, siento
que no refleja ni pálidamente
lo que es el libro. Dos palabras
solas lo definen
mejor: "un libro necesario".
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