Índice de contenidos
Número 78-79
Serie VIII
- Textos Pontificios
- Actas
- Monográficos
- Estudios
- Información bibliográfica

Autores
1969
Juan Bms. Vallet de Goytisolo, Sociedad de masas y Derecho
INFORMACION BIBLJOGRAFICA
Es de alabar en el autor fundamentalmente su objetividad en
la descripción y valoración del movimiento tema de su obra. Con
seguir esto con un tema tan actual y, por lo mismo, tan expuesto
a falsas interpretaciones,
es un logro muy notable, conseguido
plenamente. A ello ha de añadirse el extremo rigor lógico ( que
se hace compatible con un estilo atrayente), la información de
primera mano y la sólida construcción filosófica, que denota una
formación muy profunda en el autor.
La brevedad del libro nos hace pensar que hubiera sido muy
interesante un mayor desarrollo de la estructura como principio
del movimiento, tanto en sentido metafísico como de explicación
del mismo. También nos gustaría que se añadiesen unas notas
sobre lo que
el autor opina que pueden ser las bases para una
filosofía estructuralista, si cree que ello es posible.
De todas formas, un excelente libro, de fácil lectura, lo que
no supone ni mucho menos que pueda carecer en algún momento
de la profundidad que le corresponde. Viene también a llenar
una necesidad cultural, ya que se hacían desear unas precisio
nes sobre
un método que, de tanto explicar, parecía que defi
nitivamente comenzaba a no explicar nada. La Biblioteca Hispá
nica de Filosofía del Derecho se enriquece así con una nueva
obra de excelente calidad, de la que nos
ofrec~ una seria y cuidada
edición.
La alentamos a que continúe en su camino de ofrece.r
al ambiente intelectual español obras de contenido sustancial sobre
cuestiones
ya tradicionales, ya de actualidad, pero siempre a la
vieja y nueva luz de la "Philosophia
perennis". Y sólo nos resta
desear al autor que continúe su brillante camino, tras felicitarle
sinceramente
por esta nueva aportación a la ciencia jurídica es
pañola.
JUAN A. SARDINA PÁRAMO.
Juan Vallet de Goytisolo: SOCJEDAD DE MASAS
Y DERECHO
(*).
Análisis y crítica por
José Antonio
G. de Cortázar y Siagarmínaga
El examen de este importante libro, apasionadamente actual,
verdadera
"Suma" de un pensamiento tradicional válido, de es
tricta aplicación al pasado, presente
y futuro, va a ser, por la propia
(*) Madrid, 1969, Taurus Ediciones, S. A.
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razón de su contenido, relativamente extenso. En primer lugar,
analizaré la exposición del autor, de la manera más concreta
posible y
dentro del no muy grande espacio de que dispongo; en
segundo término, ofreceré un comentario personal con una apre
tada síntesis al final sobre esta obra destinada -contra ·corrien
te--a despertar el más profundo interés.
l. Análisis de la sociedad de masas.
Se enfrenta Valle! con la sociedad de masas y con el pro
ceso de masificación en el mundo moderno. Acertadamente dife
rencia
pueblo y masa y define los caracteres de las masas -la
ma-sa, advierte, no es algo cuantitativo, sino cualitativo---, que
son
su uniformidad, su carencia de estructura propia jerarqui
zada, su sometimiento a las manipulaciones exteriores y su falta
de responsabilidad, dado que son dirigidas desde fuera y se
encuentran condicionadas
por los medios de información. Vallet
recoge
para su tesis las clarividentes palabras de Pío XII sobre
pueblo y masa: "F,l pueblo vive y se mueve por su vida propia;
la masa es de por sí inerte y sólo puede ser movida desde fuera."
El proceso de masificación en el mundo moderno -el autor
nos recuerda que la masificación no es un fenómeno exclusiva
mente actual-se ha acelerado con la formación de grandes ciu
dades,
la industrialización y la pasión pnr la riqueza. Tres co
rrientes fundamentales influyen en el proceso: l.• El capitalismo
con
su "pensar en dinero", con lo que destruye la relación in
mediata hombre-cosa, sustituyéndola
por su representación en
valores transferibles, objeto
de especulación y, a su vez, sus
ceptibles
de ilimitada absorción por la alta finanza, y con su
producción
en serie, su propaganda masiva y su sociedad de
consumo.
2.' El socialismo -advierte V allet que capitalismo y
socialismo tienen mucho
de común, ya que el socialismo moder
no es un supercapitalismo con un capitalista único y todopode
roso-----, con sus tesis de la masa como materia de propaganda mar
xista y de la lucha de clases. 3." El desarrollo del poder del Estado
como fuerza masificadora basada en la desaparición de los cuer
pos intermedios, en la ideología democrática que se alienta por
el deseo de las masas de su igualdad con los económicamente
mejor situados, en la tendencia al totalitarismo, en la extensión
de
las funciones del Estado que desborda la actividad política
y
penetra en el terreno de lo social y de lo económico, en los
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adelantos técnicos que extienden avasalladoramente el poder del
Estado en la esfera económica y en los progresos de las técnicas
de
propaganda masiva a través de los medios de comunicación
( especialmente la nueva tecnología audiovisual y fílmica).
¿ Cuáles son las causas de la masificación? En términos ge
nerales, para Vallet son: la apatridia espiritual y la falta de estructura social. Así escribe: ''La acción de masificar requiere
separar, arrancar aquello mismo que se quiere masificar, para luego trifurarlo, desintegrarlo en pequeñas partículas iguales sus
ceptibles de ser introducidas
en moldes del tamaño y forma que
qwen la manipule estime
op::irtuno. Y hemos visto el proceso masificador a que en estos últimos siglos se ha sometido al hom
bre : se le
ha liberado de sus viejas estructuras, se ha procla
mado
su libertad y se ha tratado de igualarle no sólo política,
sino también
económicari1ente; pero en esa obra ha ido quedando más indefenso ante el poder, cada vez más extenso e intenso,
del Estado y sus nuevas técnicas, que tienden a manipularlo y
conducirle con sus hilos conductores movidos
por los medios
masivos de información
y dirección."
Opina Vallet -siempre basado en un aparato crítico real
mente formidable--que las causas profundas de la masifica
ción son:
A) La pretendida liberación religiosa y social del hombre,
desalienándole racionalmente de
Dios y del orden de su obra creadora eliminando lo trascendente y cortándole existencialmente las
raíces de su
vida: su pasado colectivo e individual, su espíritu,
su cultura, su familia, sus tradiciones y sus· costumbres, que encarnan valores permanentes. En una palabra, la apatridia espi
ritual.
E) La segmentación y la mediatización racionalista del mun
do con el imperio de una
racionaliZación que se rebela contra
el orden natural creado por Dios y lo sustituye por un orden
artificial elaborado
por el hombre y sometido exclusivamente a
él. Consecuencias de ello son la
pérdida de la interioridad del
hombre sometido a influencias exteriores ·que se
imponen con un ritmo atrozmente apresurado, la pérdida de la unidad psí
quica facilitado
por el principio de la división del trabajo y de
la especialización, la pérdida
de la inmediatez de la vida y su
reflejo en la desaparición del sentido de lo real destruyendo así la necesaria percepción de lo concreto en un _ mundo próximo e
inmediato; la mediatización racionalista
de todo que influye en la organización social barriendo lo vivencia! y lo construido poco
a poco, secularmente, en contacto
con la realidad de las, cosas,
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contemplada profunda, pausada y transtemporalmente en la expe
riencia histórica.
Esta mediatización repercute en la justicia y
el derecho que escapan de los caminos del orden natural y basan
su esencia en un puro racionalismo, en lo legalista y en una
rebelión general contra unas estructuras positivas de la natura
leza que desemboca, al menos en
una de sus corrientes más sos
tenidas hoy,
eri la servidumbre del JVIovimiento de la Historia,
olvidando que la propia
Historia desmiente ese determinismo
fatal que anima a sus defensores.
•
C) El dogma moderno de la igualdad, que exige como re
quisito de la masificación la igualación fatal y automática, con
la que
se aplasta la libertad individual y conduce al adocenamien
to, a la estandartización
y al estrangulamiento de toda inde
pendencia.
¿ Consecuencias de esta masificación? Sus consecuencias in
dividuales son, en
la tesis de Valle!, la pérdida de la libertad
e independencia de pensar, de sentir y
querer y la desaparición,
en definitiva, de la responsabilidad social.
Su vertiente econó
mica desemboca en la sociedad de consumo,
hija de la técnica
del nivel de vida, último
fin de la sociedad de masas. Contra
esta sociedad de consumo se alzan los pensadores tradicionales
por lo que representa de negación de la libertad y porque el indi
viduo está enteramente dominado
por la producción y distribu
ción en masa.
Al mismo tiempo es hoy objeto de feroces criticas
por escritores tan lejanos del orden tradicional como Mao y
Marcuse.
Con respecto a
la· vertiente sociológica de la masificación, ésta
es
el origen de un estilo de vida, de unas rutas políticas, de unos
rumbos económicos, de
una orientación de los pensamientos según
los exclusivos deseos y necesidades de las masas.
En el aspecto
masificación-cultura se advierte, ante todo y sobre todo,
1a pér
dida de la libertad de opinión facilitada
por dos fenómenos ca
racterísticos de las sociedades masificadas:
la movilidad del hom
bre-masa ( se elabora
el tipo del hombre de lo instantáneo, sin
raíces, al servicio del éxito) y
la vulgarización, con lo que la
masa
"se erige en juez de lo que no conoce, guiada por un so
fista que ignora serlo,
pero que maneja para ello sus mismos
lugares comunes".
La demagogia y el sombrío edificio tecnocrático ---<¡ue se
cimenta
en dos pisos superpuestos, la masa pasiva y la nueva
aristocracia
de los técnicos activos y soberanos-son las ver
tientes políticas de la masificación, cuya
meta final es, en defi
nitiva, el totalitarismo del
Estado y el empobrecimiento espíri-
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tual y la degeneración interior del hombre. Vallet escribe a este
respecto : "Digamos con
Andrés Charlier que «si se quiere sal
var el espíritu, es preciso que todos aquellos que tengan con
ciencia del problema resistan con todas sus fuerzas a 1a masifi
cación que rebaja las almas al nivel de los más mediocres, porque
ignora las necesidades más profundas del alma humana
y reafü::a
lo que jamás se ha visto en tiempo alguno : la uniformización de
los individuos en lo
mediocre».n
2. El Derecho ante el fenómeno de la masa.
El derecho tradicional, ron su sentido realista, con su amor
a lo
concreto, a la contemplación
profunda de las cosas, basado
en
una racionalidad apreciada no de modo ideal en abstracto,
sino
en_ el orden de las cosas y en su aplicación a cada caso, no
eraf claro está, una emanación del Estado. En ciertos sistemas
jurídiros tradicionales -un ejemplo es el de nuestro Derecho
foral-ha mostrado un excelso sentido realista en su elaboración,
enraizada en
un medio físico y en su historia y se ha encarnado
en usos y costumbres, intensamente vividos, forjadores del sen
tido moral
y social del propio pueblo.
Frente a este derecho tradicional --obra lenta, reposada y
mesurada de un pueblo orgánicamente vivo--, surge el derecho
de masas,
que no puede ser creado por las costumbres de un
pueblo "ni brotar de abajo hacia arriba, pues dado el carácter
amorfo
de la masa, por su falta de responsabilidad y de inicia
tiva,
ha de ser .exclusivamente un derecho legislativo, emanado
del poder público". Así surge del Estado
y no del cuerpo social.
Tiene
un carácter ideal, abstracto y desarraigado frente a la rea
lidad, concreción
y vivo y profundo arraigo del derecho tradicional.
Líneas fundamentales de las conclusiones de Vallet sobre el
problema
"poder político y derecho" son, en apretada_ síntesis:
la imposibilidad de
la existencia de una sociedad sin Derecho
ni Estado; la afirmación de que el derecho de masas sólo puede
ser bien orientado inmerso en la justicia general, es decir, en
la perspectiva general del bien común; la existencia sóln apa
rente de la división de poderes dentro del
Estado y de las liber
tades
indivjduales ante la realidad del totalitarismo estatal de
la
sociedad de masas; la aparición de un férreo unitarismo frente
al pluralismo de las sociedades naturales como garantía de las
libertades civiles, pues estos cuerpos intermedios defienden
la
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libertad del hombre cara al Estado y no pnede haber libertad
política sin libertad civil ni en definitiva libertad civil sin libertad
política.
Vallet examina seguidamente la doctrina tradicional sobre
la propiedad frente al tratamiento que le impone el derecho de
la sociedad de masas. l,a propiedad privada es la garantía de la
libertad, es una condición de la libertad y hay que afirmarla ro
tundamente frente al poder totalitario del Estado, porque "no
es sólo, añade, nuestra libertad personal la que es preservada por
la propiedad, sino que en el aspecto opuesto, ésta resulta
el freno
más poderoso contra la concentración de poder en el Estado y
contra el totalitarismo". Señala seguidamente V allet los límites
de esta propiedad privada y también las limitaciones del Estado
para regular la función social de la propiedad. La clave de ambos
descansa
en el bien común. La intervención del Estado debe
estar inspirada en los estrictos límites del principio de
subsidia~
riedad. En definitiva, pues, "el bien común, presente y futuro
de todos los hombres de hoy y de mañana, de la comunidad'',
es la última razón que debe inspirar la solución de los problemas
entre la propiedad privada
y el Estado.
Otra de las formas de limitar la propiedad privada consiste,
nos recuerda .el autor, en la llainada redistribución de la riqueza
por la política tributaria. Vallet examina a grandes rasgos las
reperct1siones sociales del impuesto sucesorio que muchas veces,
indiscriminadamente, destruye grandes realizaciones humanas,
la
extensión de los impuestos en general que deberían estar limi
tados por el bien común y el principio de subsidiariedad, siem
pre que se entienda correctamente a la luz del orden natural lo
que es el bien común; las consecuencias .de la tributación exce
siva, porque, como nos recuerda, "las civilizaciones caen cuando
la socieORd no puede ya soportar el peso del aparato estatal,
cuando los impuestos agotan la economía del país". Subraya a
este respecto las estremecedoras palabras de Par kinson : en
la
"trituración de lo individual el instrumento más eficaz es la api
sonadora de la tributación. Bajo su pr·esión el ser humano se con
vierte en masa".
En el muy denso capítulo "De la propiedad al capitalismo
anónimo y a la propuesta de r:eforma de la empresa" examina
el autor con aguda perspicacia el concepto de empresa fuerte
mente vinculada
al_ capitalismo, la llamada democracia industrial
y los grandes problemas que hoy
se debaten en la primera línea
de las cuestio·nes económico-políticas: la participación de los asa
lariados en la empresa y la cogestión, señalando los peligros de
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la proletarización de la ,empresa. Todo ello estudiado desde el
fiel contraste de los principios que constituyen el eje de la sólida
argumentación de Vallet,
es decir, el bien común y la doctrina
de
la subsidiariedad del Estado.
Sobre el orden jurídico en materia económica, es decir, en
el tema del capítulo "Poder político y poder económico", el autor,
después de observar la total separación del poder político y el
poder económico
del Estado policía y del liberalismo económico,
choca con el fenómeno de la absorción de la dirección de la
economía por el poder político, la destrucción del mercado por
el neocapitalismo neoestructural, el intervencionismo y el neodi
rigismo tecnocrático para, como síntesis de todo, ofrecer una so
lución de acuerdo con el orden natural, casi siempre olvidado o
determinadamente violado por doctrinas económicas sin raíces,
edificadas sobre concepciones abstractas: "Es preciso reconocer
-escribe~ que existe un orden jurídico natural que el derecho
positivo no puede desconocer y que el Estado debe respetar, bajo
pena de ilegitimidad, y este respeto debe ser defendido de
la
única manera posible: de una parte, mediante la convicción de
que ese orden natural existe y debe ser inviolable incluso para
los órganos del Estado, y de otra, mediante
un pluralismo jurí
dico-político coronado por el Estado bajo el principio de subsidia
riedad
y formado de abajo a arriba por una escalonada gama de
cuerpos intermedios lo más naturales que s.ea posible." Sobre
esta cuestión Vallet recuerda la trascendental idea de Carnelutti:
la función del derecho es someter la economía a la ética.
Con respecto a la ideología tecnocrática -tan de moda aho
ra-, nos indica cómo el fenómeno tecnocrático, que imprime su
perfil en el panorama de nuestro tiempo, impulsa cada vez más
a la masificación. Hace así suyas las palabras
de Gambra que
la tecnocracia "conduce a nuestra sociedad a la masificación cuan
titativa, a un mundo uniforme gobernado por reflejos condicio
nados del que la figura humana y su ámbito vital tienden a des
aparecer",
La tecnología constituye una nueva ideología, aunque los tec
nócratas niegan su carácter de ideólogos. El poder tecnocrático
--dice Vallet-"se incrementa a través de las nacionalizaciones
de empresas y mediante la concentración de las empresas pri
vadas que conducen a la disocíación de la dirección y del capital".
Los tecnócratas pretenden un poder ejecutivo, fuerte, duradero, or
ganizado. Intentan el ejercicio del poder de dirección a través de un
pequeño grupo de hombres de formación técnica en
la econo
mía, en la industria y el comercio, al nivel del Estado o de las
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grandes empresas. El peligro principal de la tecnocracia consiste
en que la concepción tecnocrática es esencialmente económica,
con lo que todos los vínculos de carne y sangre, ias costumbres,
la historia, la tradición, todo ''el inmenso capital transmitido
-co
mo dice Boislevant-que constituye nuestra civilización es medido
por provechos y pérdidas".
Frente a la presión de la tecnocracia que elige a la masa
amorfa entregada a
su propia divinización en vez de aceptar el
concepto vital de pueblo orgánicamente constituido cou vida pro
pia, escribe: "He ahí, pues, la opción: o restaurar el tejido
social del pueblo o aceptar la esclavitud de la masa sometida a
la tecnocracia
y su plan. O sea, cuidar la biología o mecanizar
la masa." Por todo ello, el autor defiende el principio de subsi
diariedad y la acción concertada de los cuerpos intermedios pre
sidida por un organismo nacional, independiente de los poderes
públicos que planifique
la economía hacia el bien común.
En el capítulo sobre la seguridad social, V al!et analiza la se
guridad social desde una doble vertiente: como protección a la
masa y como medio de masificar. El derecho de proteger a la
masa
-fin totalmente lícito y que da lugar a una justificada in
tervención del Estado-se ha convertido muchas veces -y ahí
está el mal-en un derecho que masifica. Y lo que es peor, la
cogestión obrera
que se quiere imponer en la esfera de la empresa
se excluye
en el orden de la seguridad social, es decir, en una
materia que podría considerarse suya, propiamente corporativa.
De esta forma se transfieren al Estado obligaciones corporativas
que debieran corresponder a los cuerpos intermedios,
y todo se
estatifica, se centraliza, cuando la intervención estatal debiera afluir
como un régimen subsidiario y tan sólo en última instancia. Como
síntesis, Vallet hace suya la opinión de Erhard: "La protección
obligatoria del Estado tiene que detenerse o debería detenerse
allí donde
el individuo y su familia se hallan en condiciones de
proveer individualmente
y con responsabilidad propia."
El análisis del fenómeno de la inflación en su relación con la
sociedad de masas, brillantemente observado
por el autor, res
ponde igualmente a los
principios sustentadores de todo el edi
ficio armónico levantado por el ilustre pensador. La inflación
-nos dice-engendra o incrementa la masificación; la sociedad
de masas incita
y da pretexto a los gobernantes para realizar una
política inflacionaria.
Después de contemplar el fenómeno inflacionario
y de estudiar
el pleno empleo y el desarrollo, Vallet recoge las palabras de
Erhard, "la inflación nos viene sobre nosotros como una mal-
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dición o un hado trágico"; examina el autor las consecuencias
económicas de la inflación: ésta produce
el consumo y la malin
versión del capital, es causa del espiral de precios
y salarios,
destruye
el ahorro efectuado y lo desalienta para el futuro, da
lugar a los efectos malsanos de la especulación, obliga a la so
ciedad a hacerse cargo de los viejos pensionistas a los que la
desvalorización de la moneda
habrá despojado prácticamente de
su ahorro personal, causa la obtención
por el Estado de présta
mos forzosos de
la colectividad y seguidamente transfiere el pro
vecho de estos préstamos forzosos a los especuladores.
Otras consecuencias de la inflación son de tipo moral, ya
que desacredita
el ahorro y fomenta el despilfarro; de tipo jurí
dico, pues desvaloriza
y ridiculiza instituciones básicas para el
buen orden social, socava los fundamentos del derecho de pro
piedad al reducir las posibilidades de acceder a ella
por el tra
bajo y el ahorro, afecta a las funciones de la moneda, que con
la inflación resulta envilecida, etc. Seguidamente, sintetiza su
pensamiento sobre
la inflación defendiendo un remedio pre
ventivo: situarla fuera del gobierno en una sociedad orgánica
mente constituida.
Los problemas de las grandes ciudades
-secuela típica de
la sociedad de
masas-da motivo al autor para observar el
actual fenómeno
como consecuencia la masificación de las urbes. Estudia así ~ues
tiones
concretas, vivas, palpitantes sobre los arrendamientos ur
banos, sobre la constrllcción de viviendas económicas, la especu
lación
del suelo, las plus-valías urbanas ...
Por último, en el capítulo "La cultura y las maSas" analiza
Vallet
el fenómeno de la masificación de la cultura y estudia el
influjo tremendo de los medios de percepción, información y
comunicación sobre el horizonte cultural de nuestro tiempo. Vallet,
entre otras cosas, recuerda
lo insustituible que es la formación
ambiental (familiar, local, profesional)
para la preparación de
élites que puedan
actuar en la masa como fermento ; rechaza
la tesis del monopolio estatal de
la enseñanza y entre la corriente
que sostiene la igualdad de oportunidades de
una enseñanza de
masa y la que defiende la enseñanza diferenciada en articulación
estructural como
_remedio de la masificación, lógicamente el autor
se
indina por la última solución.
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3. Critica y síntesis.
Ante todo, y como primera providencia, hay que salir al paso
de una creencia errónea que podría desprenderse del examen
somero y rápido de los temas tratados por Vallet. Y ésta puede
consistir en creer que estamos en presencia de un libro nostál
gico,
más o menos melancólico, vertido radicalmente a un pasado
olvidado que se quiere hoy revivir. Nada más lejos de la inten
dón del autor. Sociedad de ma.sas y Derecho es todo menos una
elegía sentimental de "los buenos tiempos" de un ayer romántico
y poético. Vallet no quiere convertir a nuestro tiempo en un re
medo de la Historia, sino, simple y valerosamente, hacer His
toria. Por eso no preconiza quiméricamente -como alguien ha
supuesto-el retorno a la sociedad tradicional, sino que intenta
descubrir en ella aquellas doctrinas de aplicación a éste y a todos
los -tiempos, adaptadas
en lo que a nosotros se refiere a las cir
cunstancias demográficas, sociales, económicas y técnicas de hoy.
Vallet se asoma a la
Historia para atisbar en ella las leccio
nes válidas de
un pensamiento auténtico de valor permanente.
Examina con amoroso cuidado el pasado, para proyectarlo des
pués con sus verdaderos perfiles de vivencias imperecederas sobre
nuestro tiempo e impulsar así
su significado trascendente, como
una antorcha olímpica, hacia
el futuro. Hincando las raíces en
los tiempos ya desvanecidos, detecta su palpitación segura y firme,
de sentido duradero, en lo que tiene de significado actual. Y
es que, en definitiva,
el pensamiento tradicional -aquel que tiene
una irrevocable
vigencia-, filtrado porosamente a través de ge
neraciones que lo vieron y sintieron en su sangre como
un de
pósito de doctrina y vida, es
hoy también, por su aplicadón a
todas las singladuras del hombre, tremendamente actual y actual
será también en las acuciantes y próximas bordadas históricas.
El libro de V allet es, por encima de todo, el resultado de
una monumental labor
enciclo¡.jédica que abarca los más varia
dos rumbos del
-pensamiento. Es, en definitiva, una antología
-pero no una antología antiprogresista exclusivamente como-se
ha dicho por algunos------que paradójicamente no mira al tiempo
ya ido, sino que
es un resorte vital y actuante en el paisaje
moderno;
un libro radicalmente presente, una exposición dia
mantina de una concepción tradicional cernida en lo que tiene
de vivencia actual y que es, al mismo tiempo, un breviario de
lecciones que no pasarán
para el hoy y para el futuro. Porque
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el hombre -nos lo recuerda Vallet en su obra-no es sólo
un hoy, sino también un ayer y un mañana.
Frente a la confusión actual, de cara al criterio dogmático
que busca no la
verdad, sino lo último, que ensalza el gesto de
lirante, que eleva a duradero lo simplemente instantáneo, que
proclama, en horrísono vocerío, mitos más o menos bobalicones
o abstracciones más o menos grotescas
y que llega a la afirma
ción
pedante e irresponsable de las más absurdas o, al menos,
inanes concepciones políticas, sociales, religiosas, jurídicas o eco
nómicas, V allet levanta un sereno valladar cimentado en las
ideas
más sólidas del tradicional saber (lo caduco del intelecto
heredado, en sus partes adjetivas puramente transitorias, cayó
hace ya mucho tiempo en el cubo de basura de la Historia, por
lo que ya na es un orden vivo). Es un verdadero monumento,
forjado con sangre y carne, con personalidad y eficiencia, y
en
caminado directamente a los problemas planteados en nuestro
momento, con
una infinita sed de solución. Y con su tesis equi
librada
y armónica, sabiendo que el hombre es tradición y por
venir, aspira también a resolver el enigma del futuro, pues no
quiere
-que las angustias de nuestra época sean también tales para
los que nos sucedan. Vallet cree, y con razón, que a pesar de la
frenética evolución de los hombres y de los conceptos, hoy en
perpetua
y delirante algarabía, existen palabras eternas para pro
blemas eternos.
Hay que volver al sentido de lo real, al orden natural querido
por· Dios, a la exaltación del hombre -pero no divinizándolo----,
portador
de valores eternos, a la proclamación de su libertad y
de su independencia frente a las mazmorras en las que le quieren
encerrar
--con absoluto desprecip de ·su dignidad-las últimas
y más disparatadas gnosis, los fantasmas :más absurdos y sobre
todo esa brutal y avasalladora opresión de
lo colectivo, de la
tiranía de las masas y del despotismo del Estado totalitario.
Por eso la obra de Vallet se dirige contra la corriente des
atada de todas las locuras de la humanidad,
de una humanidad
manipulada
por una técnica sin alma que opera sobre las masas
amo-rías y olvida, en cambio, el concepto permanente de pueblo,
que es categoría de vida propia orgánica
y social. Porque, corno
dice Vallet:
"He aquí la opción: O restaurar el tejido social del
pueblo o aceptar la esclavitud
de la masa sometida a la tecno
cracia."
Es un libro contra corriente, sí; pero ahí está, firme,
seguro, estable, sereno, operante, como la verdad que defiende.
Sociedad de masas y Dere'cho es un tratado profundamente
meditado
y para meditar. Con una información de primera mano,
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una recolección de opiniones de sociólogos, juristas, filósofos,
economistas
y políticos de excelsa andadura y de las más va
riadas escuelas. A nadie se deja fuera a la hora de opinar, aunque,
como es lógico, abunden más las
propos:cianes de los pensadores
concordes con el autor.
En el libro hay 1.172 notas y 229 son los
autores citados de todas las esquinas del pensamiento y
la mayor
parte contemporáneos. En la lista figuran desde filósofos de pen
samiento tradicional hasta defensores de las ultimísimas doctrinas
del anarquismo utópico, pasando por neoliberales, marxistas, neo
socialist.as, tecnócratas... Por otro lado se menciona a economis
tas, juristas, sociólogos, filósofos de la historia
... Así aparecen
en sus páginas los nombres de Mercel de Corte, Gambra, Char
lier, Simone Weil, McLuhan,
Salieron, Hayeck, Galbraith, Von
Misses,
el equipo Claude Brnclain, Bloch-Lainé, Rippert, Orte
ga, Cohen-Seat y Fougeyrollas y Marcuse. Pero al calibrar, al
sopesar las tesis, Vallet va separando lo vivo de lo caduco, la
verdad del
error, lo permanente de lo transitorio, lo eficaz de
lo deleznable.
En su libro, escrito con ejemplar modestia, el autor
formula sus tesis muchas veces apoyándose sencillamente en las
opiniones con las
que se siente solidario, pero en la misma elec
ción de éstas va implícita la
terminante afirmación de su postura.
Alejado de todo divismo, prefiere exponer en un amplio pano
rama doctrinas de otros que sirven para fundamentar la pro
pia. Pero, pese a ello, no es posible sustraerse al asombro que
causa la formidable -y pocas veces mejor empleada esta pala
bra-preparación del autor.
No hay que creer, por otra parte, que el libro se debate en
las etéreas regiones de las ideas puras. Al revés, junto a un libro
de doctrina
y de pensamiento, · Vallet aporta el dato exacto, la
estadística completa, la información sintetizada pero cabal. No
se mueve en el firmamento de los conceptos, sino que, contem
plando la realidad
más entrañable, muestra en muchas ocasiones
casos estremecedores
que valen por toda la teoiía -véanse, por
ejemplo, los capitulas "La Tecnocracia y él plan", "La seguridad
social", "La inflación", "La gran ciudad como problema", "La
cultura y las masas" ...
De esta forma nos ha dado un volumen lúcido, sin concesio
nes, llamado a despertar polémicas, porque muchas veces la ver
dad irrita, sobre todo en un tiempo como el nuestro, aplastado
por el dominio de la utopía. Con ejemplar serenidad, con meri
diano brillo y un estilo literario vivaz, Valle! ha ·escrito un libro
sencillamente capital
por su valor en sí y por sn indomable va-
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INFORMACION BIBUOGRAPICA
Ientía, que dice su canción de verdad, contra corriente, como ya
hemos dicho, a las doctrinas de la sociedad de masas.
¿ Y qué· es lo que nos dice en síntesis Valle!? Pues nos dicta
una lección de ponderación y ecuanimidad al exponer el pensa
miento tradicional en lo que tiene de validez para todo tiempo,
en lo que tiene de permanente,
en lo que tiene de actual. "Lo
que pienso de la sociedad tradicional -ha dicho--y propongo
como remedio es el arraigo en todos sus aspectos, es la inicia
tiva, el
amor al riesgo, la responsabilidad, la sociabilidad natural
de los cuerpos intermedios y la cooperación en ellos y a tra
vés de ellos «socialem rationem incremento», que preconizó
Juan XXIII, y precisamente lo contrario de lo que proponen
-el socialismo y la tecnocracia. Pero todo adap,tado a las citrcuns
tancias demográficas, sociales
y técnicas de hoy y de cada lugar."
Subrayo estas palabras claramente concluyentes.
Vallet quiere, pues,
y en quinta esencia apretada, un orden
natural y cristiano, preconiza la necesidad de la existencia de
cuerpos intermedios entre el individuo y el Estado, defiende para
la actividad de éste
el principio de subsidiariedad, intenta dar
fuerza y vida a instituciones naturales que se salven de la ma
sificación y de la estatización y que protejan la libertad de la
persona frente al Estado
y las masas, y frente al desarraigo de
los grupos, cuerpos y organizaciones sociales proclama la afirma
ción
de una plena solidaridad social y una plena justicia dirigida
al bien común.
Se muestra decidido vartidario de la creación o al menos
reconocimiento de
un tupido tejido social en que el pueblo --:no
la masa amorfa, uniforme, carente de estructura propia jerar
quizada, manipulada desde fuera y falta de responsabilidad, tirana
en sí misma y tiranizada, por otra parte, ¡x:,r el brutal despo
tismo de la tecnocracia-, que el pueblo, repito, por su propia
y esencial biología, vaya tanteando y formulando sus carriinos
históricos derivados de un orden natural trascendente inspirado
en las luces de la libertad individual y de
la solidaridad social,
obedeciendo principios sanos y contrastados dirigido por sus pro
pias jerarquías como heredero de una tradición viva, actor del
momento histórico que le ha tocado
vivir y transmisor del relevo
que
ha de entregar a las futuras generaciones. Porque no hay
que olvidar que el hombre de hoy es a la vez heredero de la
cultura de los siglos que
le precedieron y causante a su vez de
los que han
de sucederle.
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57
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Es de alabar en el autor fundamentalmente su objetividad en
la descripción y valoración del movimiento tema de su obra. Con
seguir esto con un tema tan actual y, por lo mismo, tan expuesto
a falsas interpretaciones,
es un logro muy notable, conseguido
plenamente. A ello ha de añadirse el extremo rigor lógico ( que
se hace compatible con un estilo atrayente), la información de
primera mano y la sólida construcción filosófica, que denota una
formación muy profunda en el autor.
La brevedad del libro nos hace pensar que hubiera sido muy
interesante un mayor desarrollo de la estructura como principio
del movimiento, tanto en sentido metafísico como de explicación
del mismo. También nos gustaría que se añadiesen unas notas
sobre lo que
el autor opina que pueden ser las bases para una
filosofía estructuralista, si cree que ello es posible.
De todas formas, un excelente libro, de fácil lectura, lo que
no supone ni mucho menos que pueda carecer en algún momento
de la profundidad que le corresponde. Viene también a llenar
una necesidad cultural, ya que se hacían desear unas precisio
nes sobre
un método que, de tanto explicar, parecía que defi
nitivamente comenzaba a no explicar nada. La Biblioteca Hispá
nica de Filosofía del Derecho se enriquece así con una nueva
obra de excelente calidad, de la que nos
ofrec~ una seria y cuidada
edición.
La alentamos a que continúe en su camino de ofrece.r
al ambiente intelectual español obras de contenido sustancial sobre
cuestiones
ya tradicionales, ya de actualidad, pero siempre a la
vieja y nueva luz de la "Philosophia
perennis". Y sólo nos resta
desear al autor que continúe su brillante camino, tras felicitarle
sinceramente
por esta nueva aportación a la ciencia jurídica es
pañola.
JUAN A. SARDINA PÁRAMO.
Juan Vallet de Goytisolo: SOCJEDAD DE MASAS
Y DERECHO
(*).
Análisis y crítica por
José Antonio
G. de Cortázar y Siagarmínaga
El examen de este importante libro, apasionadamente actual,
verdadera
"Suma" de un pensamiento tradicional válido, de es
tricta aplicación al pasado, presente
y futuro, va a ser, por la propia
(*) Madrid, 1969, Taurus Ediciones, S. A.
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/NFORMAC/ON BIBL/OGRAFICA
razón de su contenido, relativamente extenso. En primer lugar,
analizaré la exposición del autor, de la manera más concreta
posible y
dentro del no muy grande espacio de que dispongo; en
segundo término, ofreceré un comentario personal con una apre
tada síntesis al final sobre esta obra destinada -contra ·corrien
te--a despertar el más profundo interés.
l. Análisis de la sociedad de masas.
Se enfrenta Valle! con la sociedad de masas y con el pro
ceso de masificación en el mundo moderno. Acertadamente dife
rencia
pueblo y masa y define los caracteres de las masas -la
ma-sa, advierte, no es algo cuantitativo, sino cualitativo---, que
son
su uniformidad, su carencia de estructura propia jerarqui
zada, su sometimiento a las manipulaciones exteriores y su falta
de responsabilidad, dado que son dirigidas desde fuera y se
encuentran condicionadas
por los medios de información. Vallet
recoge
para su tesis las clarividentes palabras de Pío XII sobre
pueblo y masa: "F,l pueblo vive y se mueve por su vida propia;
la masa es de por sí inerte y sólo puede ser movida desde fuera."
El proceso de masificación en el mundo moderno -el autor
nos recuerda que la masificación no es un fenómeno exclusiva
mente actual-se ha acelerado con la formación de grandes ciu
dades,
la industrialización y la pasión pnr la riqueza. Tres co
rrientes fundamentales influyen en el proceso: l.• El capitalismo
con
su "pensar en dinero", con lo que destruye la relación in
mediata hombre-cosa, sustituyéndola
por su representación en
valores transferibles, objeto
de especulación y, a su vez, sus
ceptibles
de ilimitada absorción por la alta finanza, y con su
producción
en serie, su propaganda masiva y su sociedad de
consumo.
2.' El socialismo -advierte V allet que capitalismo y
socialismo tienen mucho
de común, ya que el socialismo moder
no es un supercapitalismo con un capitalista único y todopode
roso-----, con sus tesis de la masa como materia de propaganda mar
xista y de la lucha de clases. 3." El desarrollo del poder del Estado
como fuerza masificadora basada en la desaparición de los cuer
pos intermedios, en la ideología democrática que se alienta por
el deseo de las masas de su igualdad con los económicamente
mejor situados, en la tendencia al totalitarismo, en la extensión
de
las funciones del Estado que desborda la actividad política
y
penetra en el terreno de lo social y de lo económico, en los
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INFORMACION BIBUOGRAFICA
adelantos técnicos que extienden avasalladoramente el poder del
Estado en la esfera económica y en los progresos de las técnicas
de
propaganda masiva a través de los medios de comunicación
( especialmente la nueva tecnología audiovisual y fílmica).
¿ Cuáles son las causas de la masificación? En términos ge
nerales, para Vallet son: la apatridia espiritual y la falta de estructura social. Así escribe: ''La acción de masificar requiere
separar, arrancar aquello mismo que se quiere masificar, para luego trifurarlo, desintegrarlo en pequeñas partículas iguales sus
ceptibles de ser introducidas
en moldes del tamaño y forma que
qwen la manipule estime
op::irtuno. Y hemos visto el proceso masificador a que en estos últimos siglos se ha sometido al hom
bre : se le
ha liberado de sus viejas estructuras, se ha procla
mado
su libertad y se ha tratado de igualarle no sólo política,
sino también
económicari1ente; pero en esa obra ha ido quedando más indefenso ante el poder, cada vez más extenso e intenso,
del Estado y sus nuevas técnicas, que tienden a manipularlo y
conducirle con sus hilos conductores movidos
por los medios
masivos de información
y dirección."
Opina Vallet -siempre basado en un aparato crítico real
mente formidable--que las causas profundas de la masifica
ción son:
A) La pretendida liberación religiosa y social del hombre,
desalienándole racionalmente de
Dios y del orden de su obra creadora eliminando lo trascendente y cortándole existencialmente las
raíces de su
vida: su pasado colectivo e individual, su espíritu,
su cultura, su familia, sus tradiciones y sus· costumbres, que encarnan valores permanentes. En una palabra, la apatridia espi
ritual.
E) La segmentación y la mediatización racionalista del mun
do con el imperio de una
racionaliZación que se rebela contra
el orden natural creado por Dios y lo sustituye por un orden
artificial elaborado
por el hombre y sometido exclusivamente a
él. Consecuencias de ello son la
pérdida de la interioridad del
hombre sometido a influencias exteriores ·que se
imponen con un ritmo atrozmente apresurado, la pérdida de la unidad psí
quica facilitado
por el principio de la división del trabajo y de
la especialización, la pérdida
de la inmediatez de la vida y su
reflejo en la desaparición del sentido de lo real destruyendo así la necesaria percepción de lo concreto en un _ mundo próximo e
inmediato; la mediatización racionalista
de todo que influye en la organización social barriendo lo vivencia! y lo construido poco
a poco, secularmente, en contacto
con la realidad de las, cosas,
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
contemplada profunda, pausada y transtemporalmente en la expe
riencia histórica.
Esta mediatización repercute en la justicia y
el derecho que escapan de los caminos del orden natural y basan
su esencia en un puro racionalismo, en lo legalista y en una
rebelión general contra unas estructuras positivas de la natura
leza que desemboca, al menos en
una de sus corrientes más sos
tenidas hoy,
eri la servidumbre del JVIovimiento de la Historia,
olvidando que la propia
Historia desmiente ese determinismo
fatal que anima a sus defensores.
•
C) El dogma moderno de la igualdad, que exige como re
quisito de la masificación la igualación fatal y automática, con
la que
se aplasta la libertad individual y conduce al adocenamien
to, a la estandartización
y al estrangulamiento de toda inde
pendencia.
¿ Consecuencias de esta masificación? Sus consecuencias in
dividuales son, en
la tesis de Valle!, la pérdida de la libertad
e independencia de pensar, de sentir y
querer y la desaparición,
en definitiva, de la responsabilidad social.
Su vertiente econó
mica desemboca en la sociedad de consumo,
hija de la técnica
del nivel de vida, último
fin de la sociedad de masas. Contra
esta sociedad de consumo se alzan los pensadores tradicionales
por lo que representa de negación de la libertad y porque el indi
viduo está enteramente dominado
por la producción y distribu
ción en masa.
Al mismo tiempo es hoy objeto de feroces criticas
por escritores tan lejanos del orden tradicional como Mao y
Marcuse.
Con respecto a
la· vertiente sociológica de la masificación, ésta
es
el origen de un estilo de vida, de unas rutas políticas, de unos
rumbos económicos, de
una orientación de los pensamientos según
los exclusivos deseos y necesidades de las masas.
En el aspecto
masificación-cultura se advierte, ante todo y sobre todo,
1a pér
dida de la libertad de opinión facilitada
por dos fenómenos ca
racterísticos de las sociedades masificadas:
la movilidad del hom
bre-masa ( se elabora
el tipo del hombre de lo instantáneo, sin
raíces, al servicio del éxito) y
la vulgarización, con lo que la
masa
"se erige en juez de lo que no conoce, guiada por un so
fista que ignora serlo,
pero que maneja para ello sus mismos
lugares comunes".
La demagogia y el sombrío edificio tecnocrático ---<¡ue se
cimenta
en dos pisos superpuestos, la masa pasiva y la nueva
aristocracia
de los técnicos activos y soberanos-son las ver
tientes políticas de la masificación, cuya
meta final es, en defi
nitiva, el totalitarismo del
Estado y el empobrecimiento espíri-
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
tual y la degeneración interior del hombre. Vallet escribe a este
respecto : "Digamos con
Andrés Charlier que «si se quiere sal
var el espíritu, es preciso que todos aquellos que tengan con
ciencia del problema resistan con todas sus fuerzas a 1a masifi
cación que rebaja las almas al nivel de los más mediocres, porque
ignora las necesidades más profundas del alma humana
y reafü::a
lo que jamás se ha visto en tiempo alguno : la uniformización de
los individuos en lo
mediocre».n
2. El Derecho ante el fenómeno de la masa.
El derecho tradicional, ron su sentido realista, con su amor
a lo
concreto, a la contemplación
profunda de las cosas, basado
en
una racionalidad apreciada no de modo ideal en abstracto,
sino
en_ el orden de las cosas y en su aplicación a cada caso, no
eraf claro está, una emanación del Estado. En ciertos sistemas
jurídiros tradicionales -un ejemplo es el de nuestro Derecho
foral-ha mostrado un excelso sentido realista en su elaboración,
enraizada en
un medio físico y en su historia y se ha encarnado
en usos y costumbres, intensamente vividos, forjadores del sen
tido moral
y social del propio pueblo.
Frente a este derecho tradicional --obra lenta, reposada y
mesurada de un pueblo orgánicamente vivo--, surge el derecho
de masas,
que no puede ser creado por las costumbres de un
pueblo "ni brotar de abajo hacia arriba, pues dado el carácter
amorfo
de la masa, por su falta de responsabilidad y de inicia
tiva,
ha de ser .exclusivamente un derecho legislativo, emanado
del poder público". Así surge del Estado
y no del cuerpo social.
Tiene
un carácter ideal, abstracto y desarraigado frente a la rea
lidad, concreción
y vivo y profundo arraigo del derecho tradicional.
Líneas fundamentales de las conclusiones de Vallet sobre el
problema
"poder político y derecho" son, en apretada_ síntesis:
la imposibilidad de
la existencia de una sociedad sin Derecho
ni Estado; la afirmación de que el derecho de masas sólo puede
ser bien orientado inmerso en la justicia general, es decir, en
la perspectiva general del bien común; la existencia sóln apa
rente de la división de poderes dentro del
Estado y de las liber
tades
indivjduales ante la realidad del totalitarismo estatal de
la
sociedad de masas; la aparición de un férreo unitarismo frente
al pluralismo de las sociedades naturales como garantía de las
libertades civiles, pues estos cuerpos intermedios defienden
la
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
libertad del hombre cara al Estado y no pnede haber libertad
política sin libertad civil ni en definitiva libertad civil sin libertad
política.
Vallet examina seguidamente la doctrina tradicional sobre
la propiedad frente al tratamiento que le impone el derecho de
la sociedad de masas. l,a propiedad privada es la garantía de la
libertad, es una condición de la libertad y hay que afirmarla ro
tundamente frente al poder totalitario del Estado, porque "no
es sólo, añade, nuestra libertad personal la que es preservada por
la propiedad, sino que en el aspecto opuesto, ésta resulta
el freno
más poderoso contra la concentración de poder en el Estado y
contra el totalitarismo". Señala seguidamente V allet los límites
de esta propiedad privada y también las limitaciones del Estado
para regular la función social de la propiedad. La clave de ambos
descansa
en el bien común. La intervención del Estado debe
estar inspirada en los estrictos límites del principio de
subsidia~
riedad. En definitiva, pues, "el bien común, presente y futuro
de todos los hombres de hoy y de mañana, de la comunidad'',
es la última razón que debe inspirar la solución de los problemas
entre la propiedad privada
y el Estado.
Otra de las formas de limitar la propiedad privada consiste,
nos recuerda .el autor, en la llainada redistribución de la riqueza
por la política tributaria. Vallet examina a grandes rasgos las
reperct1siones sociales del impuesto sucesorio que muchas veces,
indiscriminadamente, destruye grandes realizaciones humanas,
la
extensión de los impuestos en general que deberían estar limi
tados por el bien común y el principio de subsidiariedad, siem
pre que se entienda correctamente a la luz del orden natural lo
que es el bien común; las consecuencias .de la tributación exce
siva, porque, como nos recuerda, "las civilizaciones caen cuando
la socieORd no puede ya soportar el peso del aparato estatal,
cuando los impuestos agotan la economía del país". Subraya a
este respecto las estremecedoras palabras de Par kinson : en
la
"trituración de lo individual el instrumento más eficaz es la api
sonadora de la tributación. Bajo su pr·esión el ser humano se con
vierte en masa".
En el muy denso capítulo "De la propiedad al capitalismo
anónimo y a la propuesta de r:eforma de la empresa" examina
el autor con aguda perspicacia el concepto de empresa fuerte
mente vinculada
al_ capitalismo, la llamada democracia industrial
y los grandes problemas que hoy
se debaten en la primera línea
de las cuestio·nes económico-políticas: la participación de los asa
lariados en la empresa y la cogestión, señalando los peligros de
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
la proletarización de la ,empresa. Todo ello estudiado desde el
fiel contraste de los principios que constituyen el eje de la sólida
argumentación de Vallet,
es decir, el bien común y la doctrina
de
la subsidiariedad del Estado.
Sobre el orden jurídico en materia económica, es decir, en
el tema del capítulo "Poder político y poder económico", el autor,
después de observar la total separación del poder político y el
poder económico
del Estado policía y del liberalismo económico,
choca con el fenómeno de la absorción de la dirección de la
economía por el poder político, la destrucción del mercado por
el neocapitalismo neoestructural, el intervencionismo y el neodi
rigismo tecnocrático para, como síntesis de todo, ofrecer una so
lución de acuerdo con el orden natural, casi siempre olvidado o
determinadamente violado por doctrinas económicas sin raíces,
edificadas sobre concepciones abstractas: "Es preciso reconocer
-escribe~ que existe un orden jurídico natural que el derecho
positivo no puede desconocer y que el Estado debe respetar, bajo
pena de ilegitimidad, y este respeto debe ser defendido de
la
única manera posible: de una parte, mediante la convicción de
que ese orden natural existe y debe ser inviolable incluso para
los órganos del Estado, y de otra, mediante
un pluralismo jurí
dico-político coronado por el Estado bajo el principio de subsidia
riedad
y formado de abajo a arriba por una escalonada gama de
cuerpos intermedios lo más naturales que s.ea posible." Sobre
esta cuestión Vallet recuerda la trascendental idea de Carnelutti:
la función del derecho es someter la economía a la ética.
Con respecto a la ideología tecnocrática -tan de moda aho
ra-, nos indica cómo el fenómeno tecnocrático, que imprime su
perfil en el panorama de nuestro tiempo, impulsa cada vez más
a la masificación. Hace así suyas las palabras
de Gambra que
la tecnocracia "conduce a nuestra sociedad a la masificación cuan
titativa, a un mundo uniforme gobernado por reflejos condicio
nados del que la figura humana y su ámbito vital tienden a des
aparecer",
La tecnología constituye una nueva ideología, aunque los tec
nócratas niegan su carácter de ideólogos. El poder tecnocrático
--dice Vallet-"se incrementa a través de las nacionalizaciones
de empresas y mediante la concentración de las empresas pri
vadas que conducen a la disocíación de la dirección y del capital".
Los tecnócratas pretenden un poder ejecutivo, fuerte, duradero, or
ganizado. Intentan el ejercicio del poder de dirección a través de un
pequeño grupo de hombres de formación técnica en
la econo
mía, en la industria y el comercio, al nivel del Estado o de las
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
grandes empresas. El peligro principal de la tecnocracia consiste
en que la concepción tecnocrática es esencialmente económica,
con lo que todos los vínculos de carne y sangre, ias costumbres,
la historia, la tradición, todo ''el inmenso capital transmitido
-co
mo dice Boislevant-que constituye nuestra civilización es medido
por provechos y pérdidas".
Frente a la presión de la tecnocracia que elige a la masa
amorfa entregada a
su propia divinización en vez de aceptar el
concepto vital de pueblo orgánicamente constituido cou vida pro
pia, escribe: "He ahí, pues, la opción: o restaurar el tejido
social del pueblo o aceptar la esclavitud de la masa sometida a
la tecnocracia
y su plan. O sea, cuidar la biología o mecanizar
la masa." Por todo ello, el autor defiende el principio de subsi
diariedad y la acción concertada de los cuerpos intermedios pre
sidida por un organismo nacional, independiente de los poderes
públicos que planifique
la economía hacia el bien común.
En el capítulo sobre la seguridad social, V al!et analiza la se
guridad social desde una doble vertiente: como protección a la
masa y como medio de masificar. El derecho de proteger a la
masa
-fin totalmente lícito y que da lugar a una justificada in
tervención del Estado-se ha convertido muchas veces -y ahí
está el mal-en un derecho que masifica. Y lo que es peor, la
cogestión obrera
que se quiere imponer en la esfera de la empresa
se excluye
en el orden de la seguridad social, es decir, en una
materia que podría considerarse suya, propiamente corporativa.
De esta forma se transfieren al Estado obligaciones corporativas
que debieran corresponder a los cuerpos intermedios,
y todo se
estatifica, se centraliza, cuando la intervención estatal debiera afluir
como un régimen subsidiario y tan sólo en última instancia. Como
síntesis, Vallet hace suya la opinión de Erhard: "La protección
obligatoria del Estado tiene que detenerse o debería detenerse
allí donde
el individuo y su familia se hallan en condiciones de
proveer individualmente
y con responsabilidad propia."
El análisis del fenómeno de la inflación en su relación con la
sociedad de masas, brillantemente observado
por el autor, res
ponde igualmente a los
principios sustentadores de todo el edi
ficio armónico levantado por el ilustre pensador. La inflación
-nos dice-engendra o incrementa la masificación; la sociedad
de masas incita
y da pretexto a los gobernantes para realizar una
política inflacionaria.
Después de contemplar el fenómeno inflacionario
y de estudiar
el pleno empleo y el desarrollo, Vallet recoge las palabras de
Erhard, "la inflación nos viene sobre nosotros como una mal-
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INFORMACION BIBUOGRAFICA
dición o un hado trágico"; examina el autor las consecuencias
económicas de la inflación: ésta produce
el consumo y la malin
versión del capital, es causa del espiral de precios
y salarios,
destruye
el ahorro efectuado y lo desalienta para el futuro, da
lugar a los efectos malsanos de la especulación, obliga a la so
ciedad a hacerse cargo de los viejos pensionistas a los que la
desvalorización de la moneda
habrá despojado prácticamente de
su ahorro personal, causa la obtención
por el Estado de présta
mos forzosos de
la colectividad y seguidamente transfiere el pro
vecho de estos préstamos forzosos a los especuladores.
Otras consecuencias de la inflación son de tipo moral, ya
que desacredita
el ahorro y fomenta el despilfarro; de tipo jurí
dico, pues desvaloriza
y ridiculiza instituciones básicas para el
buen orden social, socava los fundamentos del derecho de pro
piedad al reducir las posibilidades de acceder a ella
por el tra
bajo y el ahorro, afecta a las funciones de la moneda, que con
la inflación resulta envilecida, etc. Seguidamente, sintetiza su
pensamiento sobre
la inflación defendiendo un remedio pre
ventivo: situarla fuera del gobierno en una sociedad orgánica
mente constituida.
Los problemas de las grandes ciudades
-secuela típica de
la sociedad de
masas-da motivo al autor para observar el
actual fenómeno
tiones
concretas, vivas, palpitantes sobre los arrendamientos ur
banos, sobre la constrllcción de viviendas económicas, la especu
lación
del suelo, las plus-valías urbanas ...
Por último, en el capítulo "La cultura y las maSas" analiza
Vallet
el fenómeno de la masificación de la cultura y estudia el
influjo tremendo de los medios de percepción, información y
comunicación sobre el horizonte cultural de nuestro tiempo. Vallet,
entre otras cosas, recuerda
lo insustituible que es la formación
ambiental (familiar, local, profesional)
para la preparación de
élites que puedan
actuar en la masa como fermento ; rechaza
la tesis del monopolio estatal de
la enseñanza y entre la corriente
que sostiene la igualdad de oportunidades de
una enseñanza de
masa y la que defiende la enseñanza diferenciada en articulación
estructural como
_remedio de la masificación, lógicamente el autor
se
indina por la última solución.
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
3. Critica y síntesis.
Ante todo, y como primera providencia, hay que salir al paso
de una creencia errónea que podría desprenderse del examen
somero y rápido de los temas tratados por Vallet. Y ésta puede
consistir en creer que estamos en presencia de un libro nostál
gico,
más o menos melancólico, vertido radicalmente a un pasado
olvidado que se quiere hoy revivir. Nada más lejos de la inten
dón del autor. Sociedad de ma.sas y Derecho es todo menos una
elegía sentimental de "los buenos tiempos" de un ayer romántico
y poético. Vallet no quiere convertir a nuestro tiempo en un re
medo de la Historia, sino, simple y valerosamente, hacer His
toria. Por eso no preconiza quiméricamente -como alguien ha
supuesto-el retorno a la sociedad tradicional, sino que intenta
descubrir en ella aquellas doctrinas de aplicación a éste y a todos
los -tiempos, adaptadas
en lo que a nosotros se refiere a las cir
cunstancias demográficas, sociales, económicas y técnicas de hoy.
Vallet se asoma a la
Historia para atisbar en ella las leccio
nes válidas de
un pensamiento auténtico de valor permanente.
Examina con amoroso cuidado el pasado, para proyectarlo des
pués con sus verdaderos perfiles de vivencias imperecederas sobre
nuestro tiempo e impulsar así
su significado trascendente, como
una antorcha olímpica, hacia
el futuro. Hincando las raíces en
los tiempos ya desvanecidos, detecta su palpitación segura y firme,
de sentido duradero, en lo que tiene de significado actual. Y
es que, en definitiva,
el pensamiento tradicional -aquel que tiene
una irrevocable
vigencia-, filtrado porosamente a través de ge
neraciones que lo vieron y sintieron en su sangre como
un de
pósito de doctrina y vida, es
hoy también, por su aplicadón a
todas las singladuras del hombre, tremendamente actual y actual
será también en las acuciantes y próximas bordadas históricas.
El libro de V allet es, por encima de todo, el resultado de
una monumental labor
enciclo¡.jédica que abarca los más varia
dos rumbos del
-pensamiento. Es, en definitiva, una antología
-pero no una antología antiprogresista exclusivamente como-se
ha dicho por algunos------que paradójicamente no mira al tiempo
ya ido, sino que
es un resorte vital y actuante en el paisaje
moderno;
un libro radicalmente presente, una exposición dia
mantina de una concepción tradicional cernida en lo que tiene
de vivencia actual y que es, al mismo tiempo, un breviario de
lecciones que no pasarán
para el hoy y para el futuro. Porque
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el hombre -nos lo recuerda Vallet en su obra-no es sólo
un hoy, sino también un ayer y un mañana.
Frente a la confusión actual, de cara al criterio dogmático
que busca no la
verdad, sino lo último, que ensalza el gesto de
lirante, que eleva a duradero lo simplemente instantáneo, que
proclama, en horrísono vocerío, mitos más o menos bobalicones
o abstracciones más o menos grotescas
y que llega a la afirma
ción
pedante e irresponsable de las más absurdas o, al menos,
inanes concepciones políticas, sociales, religiosas, jurídicas o eco
nómicas, V allet levanta un sereno valladar cimentado en las
ideas
más sólidas del tradicional saber (lo caduco del intelecto
heredado, en sus partes adjetivas puramente transitorias, cayó
hace ya mucho tiempo en el cubo de basura de la Historia, por
lo que ya na es un orden vivo). Es un verdadero monumento,
forjado con sangre y carne, con personalidad y eficiencia, y
en
caminado directamente a los problemas planteados en nuestro
momento, con
una infinita sed de solución. Y con su tesis equi
librada
y armónica, sabiendo que el hombre es tradición y por
venir, aspira también a resolver el enigma del futuro, pues no
quiere
-que las angustias de nuestra época sean también tales para
los que nos sucedan. Vallet cree, y con razón, que a pesar de la
frenética evolución de los hombres y de los conceptos, hoy en
perpetua
y delirante algarabía, existen palabras eternas para pro
blemas eternos.
Hay que volver al sentido de lo real, al orden natural querido
por· Dios, a la exaltación del hombre -pero no divinizándolo----,
portador
de valores eternos, a la proclamación de su libertad y
de su independencia frente a las mazmorras en las que le quieren
encerrar
--con absoluto desprecip de ·su dignidad-las últimas
y más disparatadas gnosis, los fantasmas :más absurdos y sobre
todo esa brutal y avasalladora opresión de
lo colectivo, de la
tiranía de las masas y del despotismo del Estado totalitario.
Por eso la obra de Vallet se dirige contra la corriente des
atada de todas las locuras de la humanidad,
de una humanidad
manipulada
por una técnica sin alma que opera sobre las masas
amo-rías y olvida, en cambio, el concepto permanente de pueblo,
que es categoría de vida propia orgánica
y social. Porque, corno
dice Vallet:
"He aquí la opción: O restaurar el tejido social del
pueblo o aceptar la esclavitud
de la masa sometida a la tecno
cracia."
Es un libro contra corriente, sí; pero ahí está, firme,
seguro, estable, sereno, operante, como la verdad que defiende.
Sociedad de masas y Dere'cho es un tratado profundamente
meditado
y para meditar. Con una información de primera mano,
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una recolección de opiniones de sociólogos, juristas, filósofos,
economistas
y políticos de excelsa andadura y de las más va
riadas escuelas. A nadie se deja fuera a la hora de opinar, aunque,
como es lógico, abunden más las
propos:cianes de los pensadores
concordes con el autor.
En el libro hay 1.172 notas y 229 son los
autores citados de todas las esquinas del pensamiento y
la mayor
parte contemporáneos. En la lista figuran desde filósofos de pen
samiento tradicional hasta defensores de las ultimísimas doctrinas
del anarquismo utópico, pasando por neoliberales, marxistas, neo
socialist.as, tecnócratas... Por otro lado se menciona a economis
tas, juristas, sociólogos, filósofos de la historia
... Así aparecen
en sus páginas los nombres de Mercel de Corte, Gambra, Char
lier, Simone Weil, McLuhan,
Salieron, Hayeck, Galbraith, Von
Misses,
el equipo Claude Brnclain, Bloch-Lainé, Rippert, Orte
ga, Cohen-Seat y Fougeyrollas y Marcuse. Pero al calibrar, al
sopesar las tesis, Vallet va separando lo vivo de lo caduco, la
verdad del
error, lo permanente de lo transitorio, lo eficaz de
lo deleznable.
En su libro, escrito con ejemplar modestia, el autor
formula sus tesis muchas veces apoyándose sencillamente en las
opiniones con las
que se siente solidario, pero en la misma elec
ción de éstas va implícita la
terminante afirmación de su postura.
Alejado de todo divismo, prefiere exponer en un amplio pano
rama doctrinas de otros que sirven para fundamentar la pro
pia. Pero, pese a ello, no es posible sustraerse al asombro que
causa la formidable -y pocas veces mejor empleada esta pala
bra-preparación del autor.
No hay que creer, por otra parte, que el libro se debate en
las etéreas regiones de las ideas puras. Al revés, junto a un libro
de doctrina
y de pensamiento, · Vallet aporta el dato exacto, la
estadística completa, la información sintetizada pero cabal. No
se mueve en el firmamento de los conceptos, sino que, contem
plando la realidad
más entrañable, muestra en muchas ocasiones
casos estremecedores
que valen por toda la teoiía -véanse, por
ejemplo, los capitulas "La Tecnocracia y él plan", "La seguridad
social", "La inflación", "La gran ciudad como problema", "La
cultura y las masas" ...
De esta forma nos ha dado un volumen lúcido, sin concesio
nes, llamado a despertar polémicas, porque muchas veces la ver
dad irrita, sobre todo en un tiempo como el nuestro, aplastado
por el dominio de la utopía. Con ejemplar serenidad, con meri
diano brillo y un estilo literario vivaz, Valle! ha ·escrito un libro
sencillamente capital
por su valor en sí y por sn indomable va-
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Ientía, que dice su canción de verdad, contra corriente, como ya
hemos dicho, a las doctrinas de la sociedad de masas.
¿ Y qué· es lo que nos dice en síntesis Valle!? Pues nos dicta
una lección de ponderación y ecuanimidad al exponer el pensa
miento tradicional en lo que tiene de validez para todo tiempo,
en lo que tiene de permanente,
en lo que tiene de actual. "Lo
que pienso de la sociedad tradicional -ha dicho--y propongo
como remedio es el arraigo en todos sus aspectos, es la inicia
tiva, el
amor al riesgo, la responsabilidad, la sociabilidad natural
de los cuerpos intermedios y la cooperación en ellos y a tra
vés de ellos «socialem rationem incremento», que preconizó
Juan XXIII, y precisamente lo contrario de lo que proponen
-el socialismo y la tecnocracia. Pero todo adap,tado a las citrcuns
tancias demográficas, sociales
y técnicas de hoy y de cada lugar."
Subrayo estas palabras claramente concluyentes.
Vallet quiere, pues,
y en quinta esencia apretada, un orden
natural y cristiano, preconiza la necesidad de la existencia de
cuerpos intermedios entre el individuo y el Estado, defiende para
la actividad de éste
el principio de subsidiariedad, intenta dar
fuerza y vida a instituciones naturales que se salven de la ma
sificación y de la estatización y que protejan la libertad de la
persona frente al Estado
y las masas, y frente al desarraigo de
los grupos, cuerpos y organizaciones sociales proclama la afirma
ción
de una plena solidaridad social y una plena justicia dirigida
al bien común.
Se muestra decidido vartidario de la creación o al menos
reconocimiento de
un tupido tejido social en que el pueblo --:no
la masa amorfa, uniforme, carente de estructura propia jerar
quizada, manipulada desde fuera y falta de responsabilidad, tirana
en sí misma y tiranizada, por otra parte, ¡x:,r el brutal despo
tismo de la tecnocracia-, que el pueblo, repito, por su propia
y esencial biología, vaya tanteando y formulando sus carriinos
históricos derivados de un orden natural trascendente inspirado
en las luces de la libertad individual y de
la solidaridad social,
obedeciendo principios sanos y contrastados dirigido por sus pro
pias jerarquías como heredero de una tradición viva, actor del
momento histórico que le ha tocado
vivir y transmisor del relevo
que
ha de entregar a las futuras generaciones. Porque no hay
que olvidar que el hombre de hoy es a la vez heredero de la
cultura de los siglos que
le precedieron y causante a su vez de
los que han
de sucederle.
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