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Humanismo y cristianismo

HUMANISMO Y CRISTIANISMO
Concepción cristiana y profana del hombre,
"Las
dos concepciones r~corren en

sentido inverso el itinera­
"rio de la vida humana: la concepción cristiana parte de premisas
"conscientes siempre de la d;gnid-0d del hom'7re y de su perfectibi­
" lidad, p·ero fundada también sabre una doble observación nega­
"tiva derivada la una de la herencia del pecado original que h,1, man­
" ciliado la misma naturaleza del hombre, dando origen a desequi­
"li'7rios, deficiencias y debilidades en el complejo de sus j(J)CU)taáes;
"denunciando

la
otra incaparidad de las sol(J)S fuerzas humanas
"para

alcanzar
la verdadera perfección, aquella que es también
"necesaria al, hombre para la sah!ación, o sea el i:nsertarse de
"su propia vida en la de Dios mediante la gracia. Es, desde
"estas premisas, precisamente 111,ediante la gra;cia y nvediarnte un
"paciente aprendizaje de virtudes naturales y sobrena.twaks,
"camo la concep·ción
de la perfección cristiana se desarrolla
"después victoriosamente,·
la perfección se hace posible, pro­
"gresima y llena de canfianza en su objet,\uo final. La otra
"concep'l:1ón, en cambio, la que tlGJma:1nos total,, parte _de pre­
"misas
optimistas:

el
hombre nace sin imperfecciones morales
"congénitas, es naturalmente 1,u,:no y santo y, ayiukdo por una
"educación que le permite un libre

desarrollo, posee
fuerzas bas­
"tantes

para
alcanza,-con

plenitud su
forma ideal, con tal que el am­
nbien.te circUtnstainte
no atente contra la espontánea expresión dé
"sus facultades; pero la e..-periencia desm,ente demasiado a, me­
"nudo este optimismo, que cede pronto a una visión pesimista,
"realista

la
llaman, de

la
que la

literatura
y la psicología ofrecen
"hoy bien t,ristes documentos (Gaudium et

Spes, n. 10 )."
PAULO VI : Discurso en la Audiencia Gene­
ral del 7 de agosto (texto italiano en
L'Osservato­
re
Romano de 8 de agosto de 1968 ; texto en cas­
tellano: Eccle.sia núm. 1.403, sábado 17 de
agosto de 1968).
3
Fundaci\363n Speiro

El hombre no es causa ni fin de sí mismo, y su dignidad es su
destino a la comunión con Dios.
"Los acontecimientos que se suceden en n-u..estro tiempio, la,s
)) torrientes de ideas que modelan la menta!,ídad moderna, los mo~
nvimientos p·oliticos
y sociales c¡ue agitam nuestro mundo, lo,s
"problemas
que hoy mWS 1/nte-resan en el camp·o religioso católico,
''o ajeno
a la Iglesia, todos 1tienen a conflwir, por caminos d1.S­
''tintos, en wna, cuestión central,, que domina la conciencia del pen­
" sam;en.to contemporwneo, el proble""' del hombre. «Creyentes y
"no creyentes están de· acuerdo prácticamente en que todo cuanto
"existe so'f7re
la tierra debe

referirse
al hcmibre, como a su centro
"y vértice» (Gonmmm et Spes, n. 12). Se si{¡ue preguntando qu~
"es
el
hombre.
Todamía se advierte que en

este problema central
"no hay "disparidad; y k,, confrontación se con'IJierte en una pugna, en
"doble
frente de
la verdad. ¿Cual es la verdad sobre el hombre?
"El hombre toda'11f4

quiere
conocerse, se mira en el

espejo
"de
su experienciOJ ~~tal o de su reflexión especulMtva. Y, se cla­
,, sifica según la figura o la medida que esta ine'IJitable investigar
"ción

le proporciono; se
hal:!la de «hamo animaMs» (cfr.1 Cor., 2,
"14),

de
«spiritualis» (!bid., 15), de «hamo faber», de «hamo
''oeconomicus», de «homo sapiens», etc. Pero, sobre todo, se ha­
"bla del valor atribuible al hombre, en el ámbito de k,s cosas
"existentes y se concluye p-or concederte una primacía, que entre
"los que niegan a Dios
resu,lta absoluta.:
el hombre
lo es todo,
"se dice, sin p,ensar en la trágica iro.,ía de tOil calificación, atribuil­
,, da a un ser, que no es causa., ni fin de sí mismo, y que está
"sujeto a Umites, a debilidad, a enfermedad y a caducidad in­
" exorables. Si no

lo es todo,
añaden los adoradores del hombre.
''es, al menos, el sumrmum; tná's altá del homhre no hay nada;
"así es en cierto sentido p·ero, con frecuencian no

se
reflexiona
"de
dónde saca el hombre los

títulos
OJUténticos de esa excelsa
"prerrogativa, y por ello cómo ha de ser valorada.
"«El asp,ecto más sublime
de la dignúlad hit-na es su vo­
"cac'ión a la coniun.ión con D·ios» (Ga-udium et Sp,es, n. 19);
"palabras que parecen repetir las faenosas de Sa.n Agustín en el
4
Fundaci\363n Speiro

"I capítulo de /,as «Confesiones»: «Nos hiciste, Señor, para Ti;
"y nuestro coraJ.Zótt vive intrwnq·uilo hasta. descansar en Ti»."
P AUW VI : Alocución en la Audiencia Gene­
ral:
4 de septiembre de 1968; texto en italiano en
L'Ossef'Vatore Romano del S; texto en castellano:
Ecclesia núm. 1.408, sábado 21 de septiembre de
1968).
La dignidad del cristiano no ~s un mero humanismo.
"¡De qu.é tiene necesidad el pueblo crist·oano para conserV(}!Yse
'' como tal, y para ejercer su función de lUZ y de sal de la tierra,
"de animador espiritual y moral de la época, en /,a que la Prom-
,, denciu
le ha fija!do vivir f ·
"No es fácil ni sencilla /,a respuesta. Pero la respuesta /,a po­
n demos encontrar en una jórm·ula antigua y nueva, carrgada de un
"significado inmenso. Decimos: hoy la Iglesia, es decir, el Pue­
"blo

de Dios, o
mejor, todo
fiel
del,e repetirse a


mismo la
"palabra
de Sam León Magno: «Agnosce, o christiane, d¡gnitatem
"tuam», ten conciencia) oh cristiano, de tu dignidad, has elevad,?
"al consorcio de la naturaleza divina (cfr. 2 Ptr., 1, 4), y no
"quieras caer en la bajeza de
/,a meja conducta. Acuérddte de qué
nCabeza y de qué Cuerpo Místico tú eres mienibro. Piensa en
"el hecha de tu liberación del poder de las tinieblas y de tu trams­
"ferencia
a la luz y al reino de Dios (Serm. I de Na,t, P. G., 54,
"192).
"Sí, es necesario que todo cristiano adquiera conciencia viva
"y operante de la propia dignidad. de lo que él ha llegado a ser,
"meáiainte la regeneración misteriosa, mwrwülosa y reá,/, del b{llfy
"tismo. Se habla realmente mucho de la dignidad de la p,ersona
"humana
a nivel natural ( y es ya un nivel altísimo y dignísimo:
"¡ ser homl,reJ, niJvel que debería ahorrCJ'JYnos las degradaciones ani­
"mdes y bá!rbaras e infrahumanas, a las que todavía y tan fácil-­
nmente cede nuestra cwüizaieión, que ya no es digna de tal nom,­
"bre); y está bien: esta dignidad ha sid.o extraordinGJYiamente
"superada a nivel sobrenati "prólogo del
Evang.Zio de Sa,n Juan: «A todos l"Uamtos han reci­
"bido (

a
Cristo), Él les ha, permitido convertirse en hijos de Dios;
" "del querer de la carne, n,i del querer del hombre, sino que han
"nacido de Dios» (In., 1, 12-13).
5
Fundaci\363n Speiro

"El humanismo no nos basta, parque no reconoce la, elevación
"del hombre, revelada

a nosotros y comunicada por designio
divi­
"no ( cfr. Ef., 1, 18-19), y porque al fin se demuestra incapaz de
nreailizairse a, sí nüsmo; en sit esfuerzo de alcanzar Ü1i estatura; a !,a
"cual se s;ente l/mnado, falla ( cfr. Rom., 1, 24 ss.); /,e falta aquel
"suplemento

de fnerza
y de sabiduría que so/,amente podemos en­
''ccmtrcw
en el orden de la. Re·dencián."
PAULO VI: en la Audiencia General del miér­
coles l."' de octubre de 1969 (texto italiano en
L'Osservatore Romane del 2 de octubre; texto
en
castellano: Ecclesia núm. 1.461, de1 11 de
octubre),
¿ Cuál es la dignidad de 1a persona humana y el fundamento
de
su líhertad?
"El pweblo vlrve de la p,Zenitud de vida de los hombres que lo
"componen: cadOJ uno de los cuales -en su propio puesto y según
"su propio- modo----es u,na persona consciente de sus propias res­
" ponsabilidades
y de sus propias convicciones.» Tal es la di{Jnida-&
"de /,a persona humana,
y en ello reside el fundamento de su
"libertad .n
PAULO VI : de una carta de la Secretaría de
Estado -de su Santidad a
la Semana Social Es­
pañola (Ciudad del Vaticano, 18 de marzo de
1967); texto en castellano: Ecclesia núm. 1.335,
15 de abril.
Verdadero y falso humanismo.
"«Si no hay verdadera hwmanismo sin que esté abierto a k,
"4"bsoluto, el reconocimiento de una vocación que da la. verdadera
"idea

de la vida
humana» (Ibíd.,
42), vosotros
os encontráis
bien
"preparados pwra defendero-s contra el

fácil
atractivo de /,as teo­
''ria.s materfuJ.istais que l~evan a concepdnnes de humainismo trwn­
"cadas y fals 6
PAULO VI: Mensaje de 1 de marzo de 1968
a
los católicos de la Isla Mauricio con ocasión
de la Independencia (texto en castellano: Eccle­
sia núm. 1.385, sábados 6 y 13 de abril),
Fundaci\363n Speiro

No es posible fundar un humanismo sohre el ateísmo.
"Quienes creen poder /wndar un humanismo sobre el ate,smo
"'lftienen
a ser en reawlad proje'tas de un nihilisnw, que

se pre­
,, senta

en
primer lugar toda él gratuito, inestable, vrracional. y
~'que suple esta carencia con nociones empíricas o insuficientes,
"con sistemas Mbitrarrios y violentos, y más tarde con canclusio­
'"nes pesimistas,
revolucionarias

y desesperadas.
Y el gran au­
,, sente, Dios, llegw a ser la pesadilla de quien reclama, la verdad
:n al, P,ensalflVÜmtO'. JJ
PAULO VI : Audiencia general de miércoles 'Zl
de noviembre (texto italiano en L'Osserwtore
Romano de 28 de noviembre de 1968; texto en
castellano: Ecclesia núm. 1.419, sábado 7 de di­
ciembre de 1968).
Peligro de un humanismo puramente terrestre.
"El do'C'UJ»l,(Jnto conc-ilim-p,one ciertam,ente en .cruaYdia a los cris­
"tümos contra el peligro de un huma,n.ismo purame'lit-e terrestre;
"pero les muestra al misma tiempo c6»w la fe que profesan,
"«lejas de disminuirla, aumenta más b;en la grooedad de

la obli­
"
gad6n propia de

ellos de
trabajar con
todos los hombres
en la
"construcción de un mundo más humano» (Ibíd., núm. 57 )."
PAULO VI: en el discurso a la Pontificia Aca­
demia de Ciencias del 28 de abril de 1968 (texto
francés VOsservator.e Romano, del mismo día;
texto
en castellano: Ecclesia núm. 1.389, sába­
do, 11 de mayo).
El cristianismo en desacuerdo con el humanismo naturalista.
"El cristianismo no se fía del humanismo naturalista; sO!be
"que el hombre e.s un .ser herido desde sus orígenes, que en la
"compleja riqueza de sus facultades lleva consigo desequilibrio,s
"extremadamente peligrosos y que necesita una disci-pltna austera
"y prolongada. Parra vivir bien el cristianismo es necesario adop­
"tair continuas reparaciones, oportu,nas reformas, rep·etidas reno-­
"vaci'ones. La vida cristiana no es blanda __ y fácil, no es c6moda
7
Fundaci\363n Speiro

11y formalista, no es ciegamente optimista, moralmente aoomoda­
"ticw
y abúlim; es alelJTe, pero no hedonista.
"Este es

el
(l),Specto q-ue más se
opone
a la mentafJidad mo­
"derna. que (JJSpira a una vrda llena, cómoda, e:sp,on-tánea, placen­
"tera.
Esta mentalidad consuiera al cristwno como un ser inhwido
"y escrup·uloso, que carece de las experiencias más fuertes, que
''
son ordinQ/YW,m.ente las de las pasiones libres, ajeno a las corrrien­
"tes i'mpetuosas de
una

moda
sin prejuicios, tanto

en el pensar
"como en la conducta. El cristianismo, según esta frecuente ma­
"nem de pensar, puede ser estimable, desde el punto de 'll'ista
"humoristico, por
la interioridad de sus raíces operatÍlvas (Cfr. Cro­
,, ce), o p·M la simpatía hacia el sufrilnuento inerme y la opresión
"del hombre, o por espíritu·

de
"inicia.tima que

engendra en
favor
"de la igualdad y de la fraternidad humana, pero no por sus dúg­
"nullS religiosos, y menos aún por sú carácter penitencial. El hC'm­
" bre
· moderno es

orientado hacia
una vida sin

renuncias
y sin
"dolor mediante una vida sana" higiénica, intensa, gozosa y feliz.
"Queridísinw:s hijos, advirtamos este

contraste,
especialm-ente
"en la ·irreductible

oposición de
sus principios.

No
podemos ol­
"mdar la p;,la!bra del

Maestro cuando
comentaba la desgraáa que
"había sucedido, la caída de la torre de Siloé, con la muerte de
"18
personas: «Si
no hacéis
p-enitencid, moriréis todos -i,q-mil­
"mente» (Luc., 13,
4-5)."
PAULO VI : Alocución en la Audiencia gene­
ral del 24 de julio en ,Castelgandolfo (texto
italiano en L'Osservatore Romano de 25 de julio
de 1968; texto en castellano: Ecclesia núme­
ro 1.402, sábado 10 de agosto de 1968).
Ni cristianismo sin Dio&, el V erho que se ha hecho carne, ni
humanismo sin Cristo.
"No todos re·sponden con e1l rn.,ismo entusiasmo-ni con la misma
"fe al nombre cristwno. Muchos lo rehúsan. Muchos lo seccio­
"nan privwndolo de su significado misterio-so y de su contenido
"religioso. Muchos

pretenden
hoy un Cristo sin Dios; más aún,
''homlJ.re sin Crist-0, si bien a este ho-mbre se le quieren con:.iertrar
"ciertos caracteres superlati!Vos que Cristo le confirió: su derecho
"a la vida, su inconfwndible semblante de persona, su dignidad
"humana, su c-onciencia inviolable, su libertad responsable, su be­
"lleza espiritu-aA. Incluso quizá todos quieren reconocer en el hom-
s
Fundaci\363n Speiro

"bre deform,ulo por la fa,tiga, la pobreza, la esclavit¡¡J, ia­
,, debilidoá, 1 "asistencia, justamente como Cristo había enseñado.
"Hoy

se habla de
hwmanismo. Este
seria el término
m "en el que se resuelve el cristianismo. Querrían-hoy celebrar el
"na;cimiento de/-!imnbre, no del Verbo que se ha hecho carne; no
"rJ.e Jesús que vino a nosotros c01no salvador) tMestroJ herrnam,o,
"sino del hombre que se salva por sí mismo, del hombre que
"progresa
por la sabiduria y fuerza propiiJJs, del hombre principio
"y fi,n de sí mismo.
"Nos suplicamos
a

Dios
y rogam,,os a todos vosotros, hombres
''de
nuestro

tiempo, a fin de
que os ahorréis la experiencia fatal
"de

un
humanismo sin

Cristo.
Sería suficiente
una somera
re­
"flexión sobre la experiefl<:ÚJJ histórica de ayer y de hoy para
"convencerse de que l,as virtudes humanas, desarrolladas sin el
"carisma cristiamo, pueden degenerar en vicios. que las contra­
,, dicen. El hombre que se hace gigante Sin una animación espi­
"ritual cristiana cae sobre sí mismo por el propio peso. Carece de
"la

fuerza
mora,/ que

lo hace hombre de
verdad. Carece
de razones
"trascendentales que son motivo· y apayo estables a -sus virtudes.
')Carece)
para decirlo todo-de una vez, de la verdadera conciencia
))de
sí mism.o, de

la
vida, de sus p-orqu.és) de

sus destinos. El
"hombre por sí solo no sabe quién es. Carece del prototipo auténtico
"de la Humanidad. Se crea ídolos frágiles y a veces ind,gnos.
"Carece

del verdadero Hijo del
hmnbre-Hijo de Dios, modelo
"operante

para el hombre verdadero. El verdadero humanismo
"debe ser cristiano por nuestro primer deber y p·or nuestro su­
"premo interés."
PAULO VI: en su Mensaje de Navidad del 25
de diciembre de 1969 (texto italiano en L'Osser­
vatore Romano del 26; texto en castellano: Ec­
clesio núm 1.473, de 3 do enero de 1970).
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