Volver
  • Índice

Los itinerarios culturales de la revolución

LOS ITINERARIOS CULTURALES DE LA REVOLUCION
l'OR
Lours DAUJARQUES,
" si hiciese falta definir con una sola palabra el teatro de
hoy en los Estados
Un'.dos, sería la de «revolución» la que más fre­
cuente se nos
ocurriría"... "la palabra

«revolución» es la que nos
viene a la
lxx:a. Revolución

de los negros, del tercer mundo, de
la juventud" ... "Se utiliza mucho una pa
1abra cuando la cosa
asusta ... ''
Esta
afirmación no

es, como podría pensarse, la
de· un
nos­
tálgico cascarrabias, sino la de una periodista completamente dis­
puesta al diálogo, que escribe en las columnas de Le Monde ... (1).
Por esta razón nos hemos creído autorizados para discurrir
a
nuestra vez ::=obre esta

revolución cultural, y como se trata de
recorrer
:-us itinerarios.

tomaremos, para comenzar, el camino
más largo auxiliados por las siguientes anécdotas.
La primera tiene por marco el festival de Avignón en julio
de 1 %'l. La antigua Ciudad de los Papas fue entonces nna ciu­
dad ocupada por las tropas "hippis" ; en particular por el Living
Theatre. cuyo director, J ulian Beck, proclamaba por doquier (2) :
"Si el arte no basta para hacer la revolución, puede al menos
preparar los ánimos para ella. Puede ayudar al movimiento revo­
lucionario, dando a los obreros una idea de lo que la revolución
(1) Xicole Zand: "Broadway découvre la révolution" (Le M'IJnde
del 13 de enero de 1969).
(2) Oído precisamente durante una emisión televisada sobre el Festival
de Aviñón (0. R. T. F., 2! cadena, 21 -de diciembre de 1968, a las veintiuna
horas).
19
Fundaci\363n Speiro

LOUIS DAU/ARQUES
puede traerles. Una representación del Paradise now (3) puede
llevar al obrero a la revolución, a la que de otro modo teme."
La segunda anécdota sucede en París unos meses más tarde.
Sam Francis presenta una exposición de lienzos, pero estos lienzos
tienen la particularidad de que están completamente vacíos, y
sólo están bordeados con una tira de color pintada de unos dos o
tres centímetros de anchura ... Cierto crítico de arte llega a esa ex­
posición
y escribe sobre ella algunas líneas que muestran o bien
que se trata de un genio asombroso, pero hasta entonces encu­
bierto, o bien de una total inconciencia, que la Facultad de me­
dicina diagnosticaría a ·primera vista. He aquí ese hermoso trozo
_antológico ( 4):
"La pintura se suelta, se escurre, sangra por los bordes, adon­
de hace el último esfuerzo por agarrarse... Lo pintado encua­
dra a lo no-pintado. Gracias a esta inversión, la relación tradi­
cional entre lo finito de las formas
y lo infinito de la extensión
queda expresado en lo que hay de grotesco y de trágico."
Estas dos anécdotas son unos de tantos ejemplos entre otros
muchos; y cualquiera de nosotros podría citar multitud de ellos
a cual más significativo. Su interés está en que ilustran dos
as­
pectos

de la nueva cultura: el primero, el de la cultura "compro­
metida" ...
El segundo, el de la cultura "engañabobos' es decir,
en nuestro caso, engaña críticos ... Y, sin embargo, estos aspectos son parte del mismo movimiento: el movimiento revolucionario ;
y toman los mismos caminos, los culturales. Igualmente la finalidad
de esta disertación introductoria consiste en ensayar un bosquejo
sobre las relaciones que preferentemente mantienen entre sí
la
Revolución y la cultura. No s,e trata, pues, de una especulación
(3) Paradise Now (El piaraíso de ahora) es el espectáculo más co­
nocido del
Living Theatre {El teatro viviente), cuyo fin es transformar
al espectador en actm y llevar el teatro a la calle.
(4) Su autor es Pedro $chneider. Esta
anécdota .ha sido

narrada
más extensamente en
Le Figaro del 19 de diciembre de 1968 por Raimond
Cognait bajo el

título
'"La crítica de arte y las trampas de la inteligen­
cia" ...
20
Fundaci\363n Speiro

LOS ITINERARIOS CULTURALES DE LA REVOLUCION
sobre temas sensacionales, como sobre la "revolución estudiantil",
sino más bien en dar un paso atrás, en ponerse en una posición de
perspectiva con respecto a los acontecimientos recientes, con la
finalidad,
si pudiera ser, de investigar sus elementos primarios
para, finalmente, comprenderlos mejor e, incluso, combatirlos
mejor.
Lo que quisiéramos, sobre todo, a lo largo de los razona­
mientos que habrán de seguir, sería esclarecer la naturaleza del
trabajo que propone "l'Office International", y demostrar "en
negativos" su utilidad esencial. En efecto, la Revolución, ¿ no es
acaso el sistema contra el cual los participantes en
el Congreso
de Lausana han sido invitados a manifestar una "hostilidad sufi­
cientemente activa"? Y ¿no es la cultura la forma preferida de
acción, que preconiza, en su propia sigla, "l'Office International"?
Es menester, pues, definir aquello para lo que hemos sido
convocados, simplemente para no hacer lo contrario de lo que
debemos decir, porque la generosidad de las intenciones nunca
ha sustituido a la coherencia en la acción.
Por eso, una vez propuesta una definición del fenómeno revo­
lucionario, trataremos de mostrar cómo la revolución de la so­
ciedad discurre por
la subversión de la cultura.
L ¿ QUÉ ES LA REVOLUCIÓN?
.-
tes de responder directamente a esta difícil cuestión hay
que indicar, previamente, lo que no es la Revolución,
y denunciar
de esta forma ciertas interpretaciones corrientes pero incompletas,
por no decir erróneas, del fenómeno. En el sentido preciso como
la entendemos,
la Revolución no es ni la violencia, ni un acon­
tecimiento histórico preciso, ni siquiera
el propio marxismo.
La Revolución no siempre es la violencia
La mentalidad burguesa equipara indefectiblemente el motín,
las asonadas, las algaradas, en resumen, todas las acciones vio­
lentas con la Revolución,
lo que la lleva a oponerse solamente a
21
Fundaci\363n Speiro

LOUIS DAUJARQUES
la violencia, y a descuidar todo lo que no turbe su tranquilidad
o no ponga en peligro sus intereses. Como, por ejemplo, tenemos
la actitud de aquellos que condenan las algaradas estudiantiles y
claman por su represión, sin darse cuenta que esas violencias,
que reprueban, no son sino la consecuencia de
la subversión
intelectual que nunca habían combatido -si es que ellos mismos
no la habían animado- ... Es asimismo la reacción de los que,
al confundir la Revolución con la violencia, pretenden luchar
contra
la revolución por medio de reformas -que en su lógica
son medios pacíficos--, olvidando que hay reformas perfecta­
mente revolucionarias ( como la ley N euwirth, relativa a la re­
gulación de los nacimientos
y perfectamente contraria a la Hu­
manae vitae). Son los que repiten el sofisma de Prudhom, cuando
escribía respecto a las revoluciones: ''El único medio para conjurar
sus peligros es darles el derecho de existencia. Las resistencias
exageradas son las que determinan las explosiones violentas" (5);
son, precisamente, los que acaban realizando, por caminos refor­
niistas, el programa de la Revolución. Esta no es un mero ro­
manticismo,
· y sabe, por mor de la eficiencia, que no debe
descuidarse la paciencia,
y cómo han 9e utilizarse las reformas
en propio provecho, con el solo fin de minar metódicamente al
edificio social ( 6).
(5) Idea general de la Revolución en el siglo x1x.
(6) Stalin, en su
Doctrina de la U. R S. S., explica perfectamente esa
táctica: "Para el reformista, la reforma
lo es todo ( ... ). Para el revolu­
cionario, al contrario, lo principal es
el trabajo revolucionario y no la
reforma; para él la reforma no es más que el producto accesorio de la
revolución.
Por lo

que con
la táctica revo!ucionaria, en las condiciones
de existencia del poderío burgués, una reforma se convierte naturalmente
en
un instrumento

de desintegración de ese poderío, un instrumento de
refuerzo para la revolución, un ,punto de apoyo
para el

desarrollo con­
tinuo del
movimiento revolucionario". ¿ Qué pensar, entonces, de las apre­
ciaciones de Raimond Arón, que, no obstante, es
-considerad.o
como un
buen especialista del fenómeno revolucionario, pero que, como buen libe­
ral, escribe : "No se mejora la condición de los hombres con
el romanticismo
de la revolución, sino gracias a una
larga paciencia"? (El gran cisma,
1948). No es que la "larga paciencia" sea inútil para la mejora de la con-
22
Fundaci\363n Speiro

LOS ITINERARIOS CULTURALES DE LA REVOLUCION
La Revolución no es solamente un determinado acontecimie:nto
político.
Se trata, en efecto, de no confundir a la Revolución con las
revoluciones, es decir, con las fechas que están señaladas en la
historia por los golpes de Estado,
por los cambios del personal
político y hasta por los cambios de régimen. Indudablemente, di­ remos siguiendo a Valéry, que "una revolución realiza en dos
días la labor de cien años,
y pierde en años las obras de cinco
siglos". Pero, por otra parte, cuidemos no insistir demasiado en
tal o cual acontecimiento particular, pues corremos un gran riesgo de realizar un "bloqueo político" perjudicial a
la serenidad de
la doctrina. Y, además, una revolución es frecuentemente un fe­
nómeno complejo, en el cual los errores del poder anterior se
mezclan con los de los nuevos amos. En fin,
y sobre todo, un
cambio de régimen siempre
y solamente es el resultado visible,
y a veces lejano, de una crisis cultural y humana, cuyos verdade­ ros responsables han desaparecido las más de las veces. Por eso,
también los sociólogos han
JX)dido definir

una revolución como una
tentativa desesperada de los hombres para construir en el lugar
del antiguo orden, que ha quedado destruido, un nuevo orden
y
para recobrar una apariencia de estabilidad indispensable a su
conciencia. Por ello conviene no perderse en la complejidad del acontecimiento revolucionario. Oponerse a la Revolución no es ser
hostil a 1789, o a 1848, o a 1871, o hasta a 1917, o, mejor dicho,
no es eso solamente, no es fundamentalmente eso.
La
Revolución no

se reduce solamente al marxismo.
Es bueno recordar que, para Marx, el término "revolución"
tiene un
sentido preciso:

no es cualquier cambio, sino ese cambio
cualitatfro que

consiste en pasar de un tipo de relaciones de pro-
dición humana o específicamente revolucionaria, ¡ al contrario! Pero no
es la verdadera alternativa.
23
Fundaci\363n Speiro

LOUIS DAUJARQUES
ducción a otro. Es, pues, una muestra muy parcial de la Revo­
lución, que data singularmente de hoy. Además el marxismo
teórico no apareció sino desde 1848 y no explica las revoluciones
anteriores. Su influencia es considerable. Hasta puede ser con­
siderado -lo precisaremos muy pronto-- como una especie de
coronación, de apoteósis del pensamiento revolucionario, del cual
no posee, no obstante, ni el monopolio ni la paternidad.
Llegamos de esta forma a una
primera conclusión: la lucha
contrarrevolucionaria no es en verdad ni la oposición a la violen­
cia, ni la solidaridad con los reformistas de toda especie, ni la
hostilidad hacia un acontecimiento preciso de la historia, ni el
antimarxismo ... La contrarrevolución, como decía de Maistre, es
lo contrario de la Revolución, ¡ lo cual, me diréis, es lo que nos
queda por definir !. ..
La Revolución o la Razón negativa.
Al hablar de la Revolución, muchos se concretan a la defi­
nición dada por Littré: "Cambio en las cosas del mundo, en las
opiniones." Pero ¿ 00..jo qué criterio se produce ese cambio?
Para el relativista ese criterio varía según las épocas. Tal con­
cepción encierra ya en su razonamiento la noción de cambio.
Es en sí misma prácticamente revolucionaria, porque obliga a los
que la abrazan a engendrar una corriente revolucionaria antes que
repudiar una posteridad que nunca dejará de aventajarles. Ponga­
mos un ejemplo: los liberales destruyeron en 1789
la sociedad del
Antiguo _Régimen sin prever que ciento cincuenta años más tar­ de se aferrarían a los restos que de él quedaban ... Permítasenos
juzgar esa actitud poco razonable y estimar que el criterio de
la Revolución no es uu dato tan fluctuante ... El "cambio" de que
habla Littré es una noción que por lo menos ~n un momento dado
tendrá que ser absoluta: en el mom,;nto en el cual se produzca la
estabilidad en una sociedad, es decir, una sociedad en la que reine
la unidad. Y ésta se manifestó históricamente de la forma más
brillante durante
la Edad Media cristiana, e intelectualmente en
24
Fundaci\363n Speiro

LOS ITINERARIOS CULTURALES DE LA REVOLUCION
la obra de Santo Tomás de Aquino. Esta que es a /,a, vez teológica,
mo-ral y política se asienta sobre una ma,jestuosa jerarquía de leyes:
/,a ley eterna) que preeziste en Dios, la ley natwral, que es Su re­
flejo en el corazón del hombre, y la ley humana --Odaptación de
la ley natural a la
variedad de lr,s situadones-y

de las
patrias ...
De

este
modo, de
abajo
arriba y de arriba abajo, circula el mismo
espíritu y se manifiesta de forma htminosa la unidad fundamental
del plan divino. Hay campos distintos -la religión, la moral, la
política-, pero en ello sopla el mismo Espíritu y penetra la misma
doctrina, fundamentados en el Evangelio. Y si observamos la ·his­
toria,
habremos
de ver esto a través de las diferentes revoluciones:
la Revolución se manifiesta, cualesquiera que sean sus formas va­
riables, como una tentativa de subversión contra esta civilización
cristiana, de negación del Decálogo aplicado a la organización de
la Ciudad, aunque esta aplicación sea, por otra parte, consciente o
no, aunque se apoye sobre una fe explícitamente católica o no. Ha
de ser contra
los fundamentos

naturales de la civilización cris­
tiana contra los que se han de enfrentar, a lo largo de los siglos, los ''intelectuales de moda": como los de
la Reforma en nombre
del humanismo y del libre examen, celebrado el culto al individuo
y no a Dios, oponiendo la razón, al arte y a
la fe, que después
de la pausa relativa de la Edad Clásica anuncian
el tlemolibera­
lismo del siglo
XYIII. Este se comporta, ante todo, tanto entre
los Enciclopedistas como entre los libertinos, de modo irreligioso. Si
se opone

a los principios del Antiguo Régimen es por hosti­
lidad a la Iglesia
y al derecho divino y no por un ideal de libertad
(ya que V oltaire

admira a los déspotas, a los que llama "ilu­
minados",
y el contrato social está muy alejado del anarquismo
aparente, que se puede vislumbrar en el resto de la obra de Rous­
seau).
La revolución es ya cultural.
,:La mayoría de los franceses pensaba como Bossuet; y de
repente, como ha escrito Paul Hazard, los franceses piensan como
Voltaire: es

una revolución"(7). Y esta revolución se empeña en
(7) La crisis J.e la conscimcia europea. Cfr. su edición española, Ed. Pe­
gaso.
:lfadrid, 1952.
2)
Fundaci\363n Speiro

LOUIS DAUJARQUES
cambiar el sentido de las palabras: la razón clásica de Boileau se
cambia en la razón crítica de Pedro Boyle,
la naturaleza humana,
creada por Dios se transforma en naturalismo -manifestación de
independencia de la naturaleza física con respecto a lo sobrenatu­
ral-, la dicha terrestre reemplaza a
1a salvación del alma, el progre­
so indefinido y lineal se opone a la fe. Es una "religión laica" -in­
versión del cristianismo la que se intenta instaurar, es una "ciudad
celeste" (según la expresión del americano C. Becker) la que se
pretende edificar sobre la tierra: pero el nuevo orden niega la soberanía de Dios sobre el mundo.
Este es el carácter p1ermanente
de

la Revolución,
que describe así Feuerbach en 1841 (8) :
"La individualidad ha ocupado el lugar de la fe; la razón, el
de la Biblia;
la política, el de la religión y de la Iglesia; la tierra,
el del cielo; el trabajo, el de la oración;
la miseria, el del infierno;
el hombre, el de Cristo."
Este odio al cristianismo es fundamental entre los revoluciona­
rios (9).
La revolución es anticristiana porque su Dios es el Hom-
(8) La esencia del cristianismo.
(9)

Conviene citar
aqui la
frase de Mons. Gaume (citada
en Para que
Él reine, de Juan de Ousset, página 122): "'S'Oy el odio de todo el orden
que el
hom¡,;.e haya
jamás establecido y en
el que no sea él a la vez rey
y Dios...
Soy el

fundamento del estado religioso y
social sobre

la voluntad
del hombre en lugar de sobre la voluntad de Dios.
Soy Dios destronado y el
hombre en
su lugar...

Por ello me llamo Revolución, es decir, derroca­
miento". Y Nesta H.
Webs,ter, en Secret societies and subversive move­
ments, precisa: "La meta final de la Revolución no es el socialismo, ni
siquiera el comunismo; no es el
cambio del
sistema económico actual ; no
es la
destrucción de

la civilización en el sentido material. La revolución
deseada
por sus jefes es moral y espiritual ; es la anarquía de las ideas,
en
la cual tocias las bases admitidas desde hace diecinueve si,gJos quedarán
derroca
las tradiciones hasta entonces venera­
das,
y, por encima de todo, será obliterada la idea cristiana"... Es en este
sentido, en el que
hay que comp-render la
reflexión de J. de Maistre a
orooósito de la revolución :
"por largo

tiempo la
habfr mo-s tomado por un
acontecimiento;

estábamos en un error: es una época". De Maistre tiene
razón, si se que entiende por
"época" en

su sentido estricto, en
el senti­
do griego
de "epokhé" (punto de parada), recogido por D' Alembert en su
26
Fundaci\363n Speiro

LOS ITINERARIOS CULTURALES DE LA REVOLUCION
bre liberado de Dios. Es atea porqu.e reemplaza la eternidad por
la historia y pone al hombre frente a la nada de su transformación
histórica. Por eso implica no solamente la repulsa de los sistemas
de valor tradicional, s_ino-principalmente, por esta misma repulsa,
la negación perpetua de todo sistema de valores : porque tal sis­
tema uniría al hombre a elementos de referencia estables, que no
crearía él mismo, que no juzgaría insistentemente en su acción his­
tórica, ya que tal sistema constituye una enajenación, y ¡x>r ello
un
atentado a la divinidad del Hombre
y al restablecimiento de
Dios en su soberanía.
La Revolución niega todo valor estable, todo
orden, todo dogma.
Le hace falta, para vivir, suprimir todo cri­
terio, abolir todo juicio
objetivo, velar por la destrucción in­
cesante de los equilibrios, que puedan reconstituirse, con el fin de lanzar al mundo
al movimiento puro, a la Acción libre, por­
tadores de sus propias riquezas. La sola realidad de la Revolución es la Acción: lo verdadero o
lo falso, lo bueno o lo malo, no existen como tales. El sí
o no
pierden

todo sentido; la afirmación misma no tiene significado. Es,
pues, la inversión por excelencia del saber cristiano, que está fundado sobre la regla "Est, est ... , Non, non". Se com­
prende ahora por qué el marxismo no es más que un heredero
de la Revolución, aunque sea su heredero privilegiado, ya que su
filosofía es·

la única que se supera a sí misma. El gran mérito de
Albert Camus fue haberlo dicho:
"La profecía de Marx -es­
cribió en L'homme ré'volté~ es revolucionaria porque completa el
moyimiento de

negación comenzado por
la filosofía de las Lu­
ces ... La fe fue reemplazada en 1789 por la razón ...
La revolución
se identifica con
el ateísmo y con el reinado del hombre... El
proletariado es en primer lugar el portador innumerable de la ne­
gación total"
--esta negación

total que Feuerbach exalta cuando
proclama:
"La auténtica filosofía es la negación de la filosofía.
artículo de la Enciclopedia: ''es el estado de espíritu por el cual no esta­
blecemos nada sin afirmar

ni negar cualquier cosa". Este punto de parada
es también, en efecto, un punto de partida, el de una cronología particular,
impregnado de un pensamiento anticristiano.
27
Fundaci\363n Speiro

LOUIS DAUJARQUES
Ninguna religión: es mi religión. Ninguna filosofía es m1 filoso­
fía"
(10).
Esta Razón negaWlfa es la que caracteriza el espíritu revolu­
cionario. Esta Razón, que ya no es un medio de conocimiento y
de juicio, sino, según J larcuse, Hel poder subversivo, el poder de
lo negativo"; esta Razón, que niega todo y que se niega a sí
misma, es en verdad la sinrazón. Implica, en todo caso -y ésta
será nuestra segunda conclusión-
"La certidumbre de la infiillta
plasticidad del hombre y la negación de la naturaleza humana"
(L'homme revalté). La revolución es antagónica a la naturaleza
humana, que necesita estabilidad. Sabe que ha menester de "cam­
biar de vida", y en ello estriba el sentido profundo de las revo­
luciones culturales. Sus adeptos se han dado cuenta de que los
diversos comunismos y los múltiples socialismos tenían tendencia
(10) Haiy que captar perfectamente ese carácter fundamental de la Re­
volución, que es
el de negación. Trotsky afirmaba: "todas las re'aciones
sociales se transforman mientras la lucha interior continúe.
La sociedad
no hace
más que cambiar continuamente

de piel... Estas conmociones for­
man, al verificarse, combinaciones y relaciones recíprocas, de tal forma complejas, que la sociedad no puede llegar a un estado de equilibrio. En
esto
se funda

el
carácter permanente

de la revolución socialista"
( La
revolución Permanente). Y Mao escribía en 1957: "La filosofía marxista
considera que la ley de la unidad
de los contrarios es la fundamental del
universo ...

Los aspectos opuestos de la contradicción coexisten lo mismo
en la unidad que en la lucha,
y ello

estimula al movimiento y al cambio de
las cosas y de los fenómenos .. "
(De la justa solución de las contradiccio­
nes
en el seno diel pueblo.)
Las divergencias aparentes de las diversas escue1~s revolucionarias no
deben, pues, sorprender demasiado, ya que
la Revolución
se esfuerza en avan­
zar siempre ¡negándose!
¿No declaraba

Daniel Cohn Bendit
el 2 de septiem­
bre de 1968 en el congreso
anarquista de Car-rara que

"para nosotros
el pro­
blema no está entre marxismo o anarquismo; está en averiguar y poner en práctica los
métcxios más

radicales con vistas a la revolución" ...
Citemos, en
fin, esa

afirmación tan categórica de Proudhon: "Nuestro
principio exclusivo es la
negaci&n de

todo dogma; nuestro argumento es la
nada. Negar, siempre negar, es nuestro método¡ éste nos ha conducido a
proponer como principios: en religión,
el ateísmo; en política, la anarquía;
en economía
política, la no·propiedad".
28
Fundaci\363n Speiro

LOS ITINERARJOS CULTURALES DE LA REVOLUCION
a plasmarse cada vez más en nuevos dogmatismos, y por ello de
fracasar en el plan del espíritu revolucionario, que postula el
movimiento puro. Conscientes de ese fracaso intentan demostrar
hoy en día que:
II. LA REVOI,UCI-ÓN AVANZA GRACIAS A I,A SUBVERSIÓN DE I,A
CULTURA.
Este es el significado de esta tentativa que ahora es preciso
analizar, definiendo la noción de cultura y, más adelante, descri­
biendo su subversión.
¿ Qué es la cultura?
~le perdonaréis, así lo espero, que os cite esa fórmula ya de­
masiado conocida; pero cuando Eduardo Herriot decía que "la
cultura es lo que queda cuando todo se ha olvidado", no sólo
intentaba excusar su falta de memoria, de que le acusaba León
Daudet ... , sino que enunciaba una verdad. En efecto, la cultura no
es solamente un con junto de conocimientos. No es el saber. sino
más
b:en la

influencia de ese saber sobre nuestro raciocinio, el
mecanismo intelectual,

que queda una vez olvidados los conoci­
mientos. Estos informan, pues, a nuestro espíritu,
el cual a su
,·ez
los

refleja. Cuando se habla de cultura
se evoca,

pues,
pr.:ncipal­
mente,
cierta

espiritualidad, cierta cualidad de entendimiento, una
manera de abordar los problemas. En ese sentido se habla de
la
cultura clásica, de la cultura humanista, de la cultura general, etc ...
La cultura es, pues, indudablemente, un patrimonio intelectual
y
asim'smo una cualidad del alma. Y esta cualidad del alma depen­
derá de las tendencias de
ese patrimonio

y de la parte que
p<"OCeda
de

la libertad humana. Porque, como indica el Cardenal Siri (11) :
(11) Cartas Pastorales sobre Ortodoxia, errores y peligros -Ortodo­
xia, replieg,u-es, compromisos. Múltiples pasajes tratan de la cultura, espe­
cialmente en
sus relaciones

con
la fe.
29
Fundaci\363n Speiro

LOUIS DAUJARQUES
<(La cultura ... sólo es un campo, en el cual todo puede estar
limpio o sucio, según el
com¡x,rtamiento de
los hombres ... Es
una cosa grande como el hombre es grande,
y es tan corruptible
como
el mismo hombre." ¿ Cómo se plantea este problema en el
mundo moderno?
La cultura tradicional no es otra cosa sino esa organización
particular del alma que expresa la necesidad de unidad en
el co­
nocimiento humano, de homogeneidad en el mundo exterior, es
decir, la adecuación del objeto al entendimiento y la busca ince­
sante de una finalidad. Sus obras pretenden, de hecho, mostrar
la belleza
y la armonía del orden natural, Testimonian una reali­
dad
exterior al hombre, una sumisión del hombre a esa realidad y
le proporcionan un conocimiento especulativo. La cultura tradi­
cional reproduce lo real: puede interpretarlo, burlarse. de ello a
veces, pero nunca lo niega. Así, le da al hombre a través del tiempo
elementos estables de referencia
y corresponde precisamente a las
exigencias fundamentales de la naturaleza humana ... Es su so­
porte intelectual, por así decirlo,
y su expresión artística. Por ello,
esta cultura clásica, a base de "humanidades", ha
~ervido para
nutrir

a las jóvenes generaciones
y mantener a las antiguas en
sus disciplinas inmutables, plasmando tan precisamente la natu­ raleza humana, por lo que esta cultura clásica no puede menos de
ser repudiada por el espíritu revolucionario, que exige
--como
acabamos

de
ver-el abandono de toda filosofía estable, de toda
reflexión especulativa, para pasar a la Acción, a la práctica. Esta
cultura patrimonial
y humana es, pues, a nivel intelectual, el
peor enemigo

de la Revolución, que intentará destruirla encarni­
zadamente. Y este encarnizamiento prueba palmariamente que lo
que se llama la
"culiu-ra tradicional"

no es simplemente reflejo de
una clase o
d:e una época, sino, al contrario, la cultura fundamental
y permanente de la humanidad. &ta cultura, que a través de la
historia de la Civilización ha reflejado siempre los mismos senti­
mientos e idénticas preocupaciones en el corazón de los hombres
constituye el más tajante mentis
J_XJsible contra

el materialismo
histórico, por

tratarse de un mentis del alma
y de la inteligencia.
30
Fundaci\363n Speiro

LOS ITINERARJOS CULTURALES DE LA REVOLUCION
Ello explica el odio que le tiene la Revolución, odio que la lleva,
porque hay que transformar o más bien abolir la naturaleza hu­
mana, a intentar el derrocamiento de la cultura
pOT y para la
Revolución (12).
La subversión de
la cultura.
Es evidente que la Ciudad tiende constantemente hacia un
estado de
equi!íi,rio, y

que las políticas acaban inevitablemente
en dogmas. Y es igualmente evidente que la sociedad industrial
contemporánea no se escapa, sino todo lo contrario, de esta regla. Pero que
su orden
establecido sea, en gran medida, artificial, es
otra cuestión. Lo que aquí importa es que ella crea un orden, un
equilibrio insoportable a la Revolución. Esta va, pues, a utilizar la cultura para pervertir al alma humana
y forzarla a no pensar
(12) Esta pretensión no es nueva. Para Rousseau "el que osase em­
prender la Constitución de un pueblo, debería sentirse en situación de
Cé.mbiar, por así decir, la naturaleza humana". En Les cah1!ers de la Quin:;aine, Péguy sostiene igualmente que "las revoluciones no prenden, no se
inilaman, no tendrán éxito, como no pretendan derribar, desarraigar todo
el sistema social, moral
y mental ... Una revolución no es nada, c0mo no
sea
la introducción de un nuevo plan, como no se comprometa en una
no,·ísima visión, en una novísima ,perspectiva, en una novísima vida ... Una re,·olución no es revolución como
ao lo

sea entera, global, total, absoluta ... ".
J ean de Febrf!gues escribe a su vez : "La Revolución es redención, es también
creación, nueva creación del mundo ...
La Revolución también engendra a un
hombre
nueyo" (Ret•o/utio,i ou la foi).
Se ha podido decir por ello que el proyecto revolucionario era super­
ponible al
proyecto religioso (cf. especialmente Sociologie des révolutions,
por .-
dré Decouflé (P: C. F.). Pero esta superposición es, a la vez, una
inversión radical, que reemplaza a la fe por la acción, a Dios por la
historia, a lo sobrenatural por el mundo, al perfeccionamiento espiritual
por el cumplimiento de la conciencia creadora en el devenir histórico. Por eso,
ei proyecto

revolucionario, que es un proyecto para otro mundo" -per­
cibido antes
d:: construido"

(Francisco Perroux), proyecto de este mundo
rebeldía contra .-\quél -que lo ha creado, es prop-iamente satánico.
31
Fundaci\363n Speiro

LOUIS DAUJARQUES
ya en términos de finalidad. No es otra cosa lo que nos hace
entender Francisco J eanson cuando declara:
"La única acción política que entreveo hoy es una forma de
acción cultural. La politización de las conciencias se está haciendo
más o menos pasiva... Creo que la acción cultural puede abrir
posibilidades nuevas: yo veo en ella como una
espe:cie de pro­
pedéutica de la acción política. Digamos, si os parece preferible,
que su finalidad consiste en cambiar las estructuras, pero que
es menester también que los hombres estén dispuestos a querer
ese cambio" (13).
Trazado
el camino, basta con definir sus etapas sucesivas:
en_ primer lugar la ''putrefacción" de la "cultura burguesa"; y
después la creación de una "cultura totalitaria".
El "pudrimiento" de la "cultura burguesa".
Para captar el sentido completo de esta tentativa, sin duda,
lo mejor sería citar simplemente a unos cuantos de los autores
revolucionarios. Sería muy demostrativo, pero también monóto­ no. Por eso no voy a citar en definitiva más que a uno solo,
muerto ya hace meses, el escritor pro-chino Juan Baby, que
expone así la finalidad perseguida:
"... Transformar la conciencia -de los hombr-es y de las mu­
jeres para que renuncien poco a poco a todos sus prejuicios,
a todas sus costumbres, a todas sus creencias, que son el pro­
ducto de un largo pasado de temor, de servidumbre
y de pri­
vilegios ( ... ). Será menester ayudar a hombres
y mujeres a poner
progreSivamente

en duda todas sus formas de
pensar y todas
sus costumbres, que ordenaron
sus vidas

hasta ahora. Toda la
cultura anterior, todas las formas de civilización deberán ser
tamizadas para despreciar todo lo que sea obstáculo a la organi-
(13) Profil-Bourg,ogne. núm. 5, del 15 de mayo de 1967. Citado por
M. C. Gousseau eri "Action doctrinale .. action cu1turelle" (artículo apa­
recido en Permanences, núm. 45),
32
Fundaci\363n Speiro

LOS ITINERARIOS CULTURALES DE LA REVOLUCION
zación de la nueva sociedad" (14). Se va, pues, a delatar en la
«vieja cultura» su dicción intelectual de clase en el poder, a la
que se bautizará de «burguesa» muy sumariamente, para que este
terna tenga el valor movilizante de un slogan. Todo lo que in­
duzca a nuevas críticas será estimado y objeto de sabios análisis,
para ser de nuevo inyectado en el cuerpo social por medio de
«la jeringa aséptica del sociólogo» ... Ante parejo asalto la ma­
yoría de los artistas quedarán presos de un terrible temor: e1
de estar «pasados de moda» ... "
Cuando se consiga esto ya no habrá más cultura: la moda
la habrá reemplazado. Y esta mudanza se va a acelerar más
aún en nuestros días gracias a la comercialización de los objetos
culturales y su pretendida democratización en el seno de la so,.
ciedad de masas (15). De ello resulta que las élites, bien por
conformismo, bien por exclusión en los circuitos de difusión ar­
tística, van quedando poco a poco eliminadas,
y la cultura tra­
dicional propiamente dicha, desacreditada, si no inexistente. V en­
drá entonces el reino de esos "ídolos" de la cultura, que no son
otra cosa que los falsarios del saber
y contra los cuales Cocteau
pronunció estas palabras tan duras : "No solamente la mediocridad piensa, sino también la idiotez.
Se le ofrecen tribunas y estrados. Allí sube a pie firme, se des­
nuda
y se consterna ( ... ). Demasiados libros bajo los cuales los
que conviene leer desaparecen
y mueren sofocados. Demasiadas
tonadillas reputadas como poemas. Demasiadas cantantes repu­
tadas como trágicas. Demasiadas trágicas que cantan. Demasiadas
bobada5 repartidas sin ton ni son.
¿ Se puede imaginar fácilmen­
te adónde descendería una escuela a
la que obedecería su maes-
(14) Juan Baby. La grande controverse sino-soviétiqu,e (edic. Bernard
Grasset, art. 1966). (15) •Este aspecto actual de la
cultura está

admirablemente analizado
en el libro de Ettienne Gilson:
La société de mase et sa culture. (.Ed.
Y rin, París, 1967).
33
Fundaci\363n Speiro

LOUIS DAUJARQUES
tro" (16). Pero Cocteau ya no tendría hoy necesidad de imaginar
para observar este
"descenso" ...
Este

reinado de la moda es igualmente el de la originalidad
a cualquier precio. Cualquier obra es investigación, cualquier pensa­
miento, crítica. El lenguaje ha de ser novador, y sus asuntos un
problema ... Un solo tema es tratado: lo inédito. La originalidad
llega a ser costumbre,
y el inconformismo se refugia en la tradi­
ción ... En
NueVa York,
con motivo de un espectáculo, que es
algo así como
el manifiesto "hippy" y que se llama "Hair", la
publicidad afirma que a partir del mismo, ''Broadway ya nunca
será como antes"... En realidad este espectáculo, que llega a
Europa este año, es la peor imagen del teatro comercial y gro­
seramente "taquillero", con una sabia mezcla, de ahora en ade­
lante ritual, de erotismo, de drogas y de gritos de animales. En
nombre de la renovación, se repiten monótona
y aburridamente
el vicio
y la estupidez, que se entroniza.
Pero este nuevo orden
tiene también sus bufones en la co­
fradía de los Intelectuales, cenáculo curioso, en el que cada cual
se
apura por todo, pero no aguanta nada; en el que todos, para
citar la frase de Eisenhawer, "utilizan más palabras de las nece-
. sarias para decir más de lo que es menester" ... Estos Intelectuales
recibirán un lugar privilegiado
y envidiado siempre que manten­
gan
la corriente del nuevo arte de acusación y reinquisición. Es
todo el significado del teatro moderno, particularmente para
Ber­
tolt

Brecht. Este dramaturgo alemán estima, en efecto, que la obra
teatral debe dejar de identificar al espectador con los aconte­
cimientos de
la escena, a fin de obtener una "disociación", una
~'distanciación". Todo
lo representado en la escena debe ser, según
Brencht, insólito,
para hacer

que crezca en el público un senti­
miento de absurdo
y una necesidad de derribar a ese mundo
insólito que se le manifiesta. Se utiliza así el buen juicio del
espectador para incitarle a derribar un mnndo intolerable, que
es un mundo imaginario. Es más, se le invita en ese
mómento
(16) La N ef (núm. de dic. de 1955): el Progreso al servicio del hombre.
34
Fundaci\363n Speiro

LOS ITINERARIOS CULTURALES DE LA REVOLUCIÓN
a subir a escena, a reunirse con los actores para hacerle perder
todo sentido de realidad, para abolir las antiguas distinciones. El
espectáculo americano,
"Dionysus in

69", presentado esta prima­
vera en Europa, inte11ta "hacer participar al espectador en un
delirio dionisíaco, y le fnerza a entrar en el ritual teatral".
Por otra parte, el teatro se desplaza cada vez más hacia la calle:
en Francia, recientemente,
¿ no ha declarado un pintor haber
realizado una obra maestra teatral
por haber
embadurnado de
rojo la cara de un ministro? Y este ministro, no le ha devuelto
la mejor de sus respuestas embadurnando a su vez de rojo la
cara del pintor?
Lo que cuenta es, pues, únicamente la posibi­
lidad, para el Arte, de desembocar en
la Acción. La imagen cul­
tural debe pcseer una virtud de convulsión, debe admitir la
negación de la sociedad. Debe tender hacia la Revolución, ser
un elemento esencial de la lucha política, un instrumento de des­
integración de la "antigua cultura"
y de creación de una nueva
mentalidad con criterios radicalmente opuestos.
La creación de una cultura totalitaria.
X egada la necesaria conformidad de la cultura con el orden
natural,
la Revolución, una vez en el poder, pone esa cultura
al
serYicio del

orden totalitario, al que engendra inevitablemente.
De ella no hará más que un simple capítulo del Plan
y un en­
granaje de la dictadura, sometiéndola a una presión y a un do­
minio total

(17). Los intelectuales ya no serán más payasos, sino
clowns tristes.
La comedia acabará, para ellos, en drama, pues
no les quedará más que servir o emigrar, callarse o morir.
Y
si esta e\·ocación hace recordar a Chanof, el harto famoso pro­
procurador cultural de Stalin, no ha de hacernos olvidar tampoco
que. bajo el III Reich, José Goebbels, ministro de Cultura, lo
era también de Propaganda. Porque
el término "revolución cul-
(17) Léase en esta materia: Planification de la 1Culture et des Loisirs,
por ).L C. Gousseau.
35
Fundaci\363n Speiro

LOUIS DAUJARQUES
turaP' procede del nacionalsocialismo... Intentaban ya los nazis
renovar profundamente el arte y crear obras que llegaran hasta
lo más profundo del alma popular. Mao no ha hecho más que
renovar esta ambición, comprendiendo
la importancia del movi­
miento cultural para la realización de la Revolución (18).
La gran
revolución cultural proletaria tiene por finalidad, declara Mao.
"la de revolucionar el pensamiento del hombre... Nuestra labor
está regida por miles de reglas, que pueden resumirse en último
análisis en una sola frase:
transforniar el alma humana.".
La inspiración artística debe ser la expresión de una práctica :
hay que hincarla en el pueblo, es decir, en la masa de todos quie­ nes "aprueben
y sostengan la obra de edificación socialista par­
ticipando en ella" (19).
Los artistas
se meterán, pues, en la
escuela de las masas, para traducir sus vidas a un arte revolu­
cionario estilizado, para crear todas las categorías de personas, y
ayudar, de esta forma, a las masas para "avanzar en el curso
de
la Historia". En cierta manera, y para hablar con el vocabu­
lario

marxista, la nueva cultura será la infraestructura del mañana;
pero como es en realidad una superestructura, deberá adquirir
una fuerza material penetrando en las masas y reflejando su vida. Por medio de este dinamismo planificado se procura cambiar
nuestras almas humanas ... Y es, en este preciso momento de
reflexión, cuando es preciso proponer la cuestión siguiente :
¿ Cuál es el significado profundo de esta ambición?
; Cambiar

a la naturaleza humana! He aquí el objetivo, al
que apunta
la Revolución convulsionando la cultura. Pero la na­
turaleza

humana tiene un origen divino. La cultura no es más
que su reflejo. En su odio a Dios, los revolucionarios
atribuyen,
pues,

a la cultura un papel que no puede desempeñar. Su ambición
(18) Es el tema general de la célebre charla sobre la literatura y el
arte en el Yenón en 23 de mayo de 1942. (19) De
la juste

solution des
co1itradic#ons a-u sein du p·euple (1957).
36
Fundaci\363n Speiro

LOS ITINERARJOS GULTURALES DE LA REVOLUCION
profunda consiste en erigirla en absoluto. ¿ Por qué? Porque,
como nos enseña Roger Garaudy, la cultura es "lo que hay en
nosotros de específicamente humano ... No conocemos otro culto
que la cultura ... , otro sacramento como no sea esa creación continua
del hombre por el hombre, por el combate militante, por la crea­
ción artística" (20). Para un revolucionario la cultura simboliza
al hombre-creador, al hombre-Dios. En el universo ateo de un
::\lalroux, la cultura es lo que nos permite sobrevivir después de la
muerte. Es la eternidad, "la respuesta al hombre cuando se pre­
gnnta qué hace sobre la tierra" (21). Es nna religión, cuyas
casas de Cultura serán sus catedrales, pero cuyos fieles no re­
zarán todos a una voz;
y que, buscando a Dios para salir de sus
miserias, se vuelven a encontrar finalmente ante sus propias mi­
serias. Por ello, esta religión de la cultura no puede conducir
más que a repulsiones desesperadas
y trágicas, que pueblan la
literatura del siglo
xx, de

Rimbaud a Camus, pasando por
Drieu.
Porque

la lógica del
a~surdo termina

en el motín o en
el suicidio,
que no son sino las dos formas de una misma repulsión, la de
la realidad y la del orden que en ella se descubren ... La cultnra
no puede ser un absoluto, no puede ser al mismo tiempo medio
y fin. Erigida en absoluto, la cultura ya no tiene auténtica finalidad.
Y sin finalidad, sin conformidad con el orden natural, está abocada a pasar sin descanso del esoterismo a la animalidad, y del absurdo
al totalitarismo del arte oficial o de cualquier realismo socialista ...
Y, como

llega el momento de terminar, tenemos que sacar
lecciones de esta crisis cultural. ¿No son el signo del pecado contra
el Espíritu, contra el Espíritu Santo, que da a los hombres el
entendimiento y la ciencia, el consejo y la fortaleza, la piedad,
la
sabiduría y el temor de Dios? Ya que, por la nueva cultura, ¿ no
intenta la Revolución separar este entendimiento
y esta ciencia
de la piedad
y del temor de Dios? La cultura revoluciÓnaria,
(20) L'homme chréti,en et l'homm-e mar.riste (La Platine, 1964): estos
temas también desarrollados
en Marxi.sme du XX6 siecle (1966).
(21) Discurso de Malraux en la Casa de la Cultura de Amiens, de
19 de marzo de 1966.
37
Fundaci\363n Speiro

LOUIS DAUJARQUES
que ataca a las verdades enseñadas por la Iglesia, que desespera
de la salvación
y que se obstina en el pecado y en la impeniten­
cia final, ¿ no comete ese pecado contra el Espíritu, "el único que
nunca será perdonado ni en este mundo ni en el otro"? (Mat.
12-13). Tampoco
podemos ignorar
la advertencia lanzada al mundo
por
Pablo VI

en su último mensaje de Navidad, a propósito de
"tantos espíritus representativos de la cultura moderna" :
"Nunca, posiblemente, como en nuestros días, la literatura,
el espectáculo, el arte, el pensamiento filosófico, han tratado de
forma más despiadada sobre la deficiencia del hombre, sobre su
debilidad mental, sobre su propensión a la delincuencia, sobre su
provocadora crueldad, sobre sus posibilidades de abyección, sobre su inconsistente personalidad."
He ahí al pobre ''Dios'', que la Revolución ha escogido ...
Pero parece que lo ha escogido para destruirlo mejor. Ya que
su negación del orden natural la arrastra .ª caer pronto o tarde
bajo el dominio de un orden totalitario.
La Revolución quiere
hacer de la cultura una pura creación, pero esta creación se
cambia en

administración. Quiere condenar la antigua cultura,
pero es

a la nueva a
la que tiene que matar. Por no ser el hombre
Dios, su deificación no es más que
la antecámara de su esclavi­
tud: a la
mu~rte de

Dios llega la ejecución de su asesino. Pero,
además,
¡ qué podrán edificar aquellos cuyo grito, recogido por
Bakunin y Nechaiev, es: "nuestra misión es destruir, no cons­
truir"
¡ Camus no falló al subrayar con algunas palabras admi­
rables: "Los conquistadores modernos pueden matar, pero parece que
no pueden crear ( ... ). A la larga, el arte de nuestras sociedades
revolu~ionarias tendría,

pues, que morirse ( ... ). Millones de es­
clavos constituirán algún día una humanidad por siempre jamás
manumitida ( ... )._ Al final, cuando el
Impeóo manumita

a
la
especie
entera,

la libertad reinará sobre·
rebaños de
esclavos"
(L' H omme révolté).
Una vez establecido así e! diagnóstico, preguntamos si se va
38
Fundaci\363n Speiro

LOS ITINERARIOS CULTURALES DE LA RBVOLUCION
a continuar dejando la cultura en manos de sus asesinos. Esto
no es ni siquiera concebible,
y creo profundamente que perte­
nece a la nueva generación, precisamente porque es a ella a
la
que

se pretende utilizar hoy en servicio de la Revolución
para
paliar la "defección'~ de la clase obrera, creo que le corresponde
capitanear la lucha, que es también la de la juventud etarna.
Esta lucha la debe emprender comprendiendo que el placer debe
ceder ante el saber,
y que la cultura recreativa debe hacerío ante
el conocimiento
y exposición del orden nat1-1ral y sobrenatural.
Debe recobrar aquella prudencia, que no es la de ayer ni la
de
mañana,

sino la de siempre.
y puede que vuelva a encontrar en
esos caminos eternos a muchos maestros de su tiempo. A ella
le corresponde hacer brillar de nuevo y dar vida a Bourget y a
Barres, a _}Iaurras como

a
Claudel, a Saint-Exupéry, a Bernanos
y a Péguy, a Chesterton y a Bazin ... Y testimoniar en su nom­
bre
y en el de su pensamiento, cuya verdad profunda, pese
a diversidades legítimas y a lagunas inevitables, merece ser acla­
mada.
Y si algún día se dejase, no obstante, ganar por
el desánimo
o por el cansancio, podrá en ese día, acudiendo entonces a· uno
de sus maestros, recordar las palabras de Veuillot: "Temed que
la
preocupa¿ón de

dejar de ser amables acabe por quítamos el
valor de

ser veraces."
Y este amor por la veracidad es asimismo el mensaje funcia­
mental que nos trasmite San Pío X, bajo cuyo patronato
ha.
sido puesto este congreso: "La civilización no está por inventar
ni la nueva ciudad por construir en las nubes. Ha existido y
existe: es la civilización cristiana, es la ciudad católica. No se
trata más que de instaurarla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales
y divinos, contra los ataques siempre
nuevos de

la utopía malsana, de
-la revolución y de la impiedad:
011111ia instaurare en Chri.sto" (22).
* * *
(22) San Pío X. Caria sobre el Sillon.
39
Fundaci\363n Speiro

LOUIS DAUJARQUES
N. B.: Deseosos de llegar pronto a lo esencial no hemos
creído útil hablar de la controversia que existe entre los co­
munistas "ortodoxos" y los Hpro-chinos". Los primeros estiman
que la cultura progresa gracias a una reinvestigación de lo ad­
quirido, lo que integra, sin despreciarlo, para en seguida sobre­
pasarlo. Intentan de esta forma recuperar en el pasado lo que
pueda servir a la Revolución, en virtud de su concepción mate­
rialista de la historia. Por eso escribía Engels:
"Que los dogmáticos hagan valer su fría razón a
expensas
de

lo que se
ha sobrepasado en las obras de ayer, nosotros pone­
mos nuestro gozo en buscar en ellas los gérmenes del pon-enir."
Concepción ilustrada hoy por Garaudy.
Los "pro-chinos"
y nihilistas estiman, por el contrario, que
toda cultura adquirida es un obstáculo para 1a cultura
Yiriente.
Es el parecer de Francis J eanson ("la cultura Yiviente se hace
oponiéndose a todo lo que existe, especialmente a la cultura
misma en tanto que pertenece al pasado"). Es asimismo el de
Dubuffet, autor de
Asphixiante culture, cuyas tesis son reco­
gidas en
la Revue de la Li¡¡ue de l'Enseignement (número de oc­
tubre
de 1968). en un artículo de Juan Audouin:
"Posiblemente la solución propuesta por Dubuffet nos per­
mitirá descubrir horizontes insospechados: "la posición fecunda
es, en definitiva, la de la repulsa
y réplica a la cultura, más bien
que la de
la simple incultura" ( ... ). Y para apoyar su propues­
ta, la creación de institutos de desculturación, en los que sería
impartida por monitores especialmente lúcidos una enseñanza de
d-escondicionamiento
y de desmitificación extendida a varios años,
de manera que se dote a la Nación de un cuerpo de negadores só­
lidamente entrenados, que mantenga viva
la protesta, al menos
en los pequeños círculos aislados
y excepcionales, en medio de
la
gran ola general de acuerdo cultural."
Los nihilistas insisten, pues, en la negación y proponen ope­
raciones del tipo de "Odeón
1968" o del "Living Theatre". Es el
aspecto de la "putrefacción de la cultura burguesa". Los comunis­
tas del P.
~-preconizan,

sobre todo, la nacionalización de los me-
40
Fundaci\363n Speiro

LOS ITINERARIOS CULTURALES DE LA REVOLUCION
dios de diiusión artística y de cultura: es el aspecto totalitario.
Pero hemos visto que esta controversia no es más que el reflejo
de los dos polos entre los cuales oscila la revolución cultural. Asimismo el P. C. estima que la cultura artística no basta
a "liberar" al proletariado ("no es el teatro, el que hará a la
revolución, sino la revolución quien hará al teatro",
J ean Vilar),
mientras que otros, como
J eansar y Malraux conceden a la cul­
tura ese poder. El P. C., en efecto, cree que solamerite nuevas
aportaciones de producción pueden operar la "desalienación", pero
no niega por lo mismo el papel revolucionario del teatro ("no
creo que
haya sido

Beaurnarchais quien ha desencadenado la
ReYolución francesa, lo que no quita el valor de protesta crítica de
su Bodas de Fígaro", Jean \'ilar). El P. C. desconfía de la poli­
tización de la cultura, en cuanto se le escapa en beneficio de los
'·izquierdistas libertarios". Tiene sobre todo una oposición gra­
dual entre estos dos conceptos. Además
--como ya

lo hemos
dicho- el marxismo no constituye bajo su forma actual más
que una
Yariante de

la Revolución, y posiblemente se está incu­
bando bajo nuestros ojos una transformación profunda ... En fin,
es
e1 propio

Roland
Leroy, secretario

del
<;omité Central
de la
Oficina política del P. C. francés, quien
ha declarado en Lyon,
el 15 de
noYiembre de

1968:
"creo imposible
para cualquiera
fijar los límites del desarrollo cultural, porque esos límites han
sido
ya ampliados,

hasta donde está nuestro infinito de hoy, por
la pujanza creadora de la humanidad". Se vuelve a hallar aquí
muy claramente

la pretensión, ya señalada, de considerar a la
cultura como un absoluto.
41
Fundaci\363n Speiro