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Número 97-98

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La Octogésima adveniens, ¿ha derogado la doctrina social católica?

LA "OCTOGESIMA ADVENIENS", ¿HA DEROGADO LA DOCTRINA SOCIAL CATOLICA?
POR
J. V. de G.
SUMARIO: I. Interpretaciones contradictorias; ¿puede leerse la carta
de

diversas
maneras, con
distintos sentidos ?-II.
¿ Puede tener :a carta
. Octogesima adveniens valor derogatorio o novador de la doctrina social
católica
?-III. ¿ Ha pretendido Paulo VI, en su carta, derogar la doc­
trina so-cial ca.tólica, enseñada por sus predecesores, o, al contrario,
la reafirma y confirma.?-IV. El contexto histórico actual que se con­
templa en la Oct,ogesima adveniens.-V. El plJtnteamknto estratégico
ante el contexto histórico expuesto.-VI. La táctica que se desprende
de la carta. Confusiones. que
al interpretarla se han puesto de mani­
fiesto.-VII. Ideologías y criterios contradictorios con la doctrina so­
cial católica que la carta insiste en _ rechazar o en advertir contra
ellos.-VIII. Renacimiento de las utopías denunciado en la carta.-IX.
Los movimientos históricos concretos :
¿ puede encontrarse1 en su evolu­
ción, la.
tercera vío? ¿ Se hallará en el socialismo? ¿ Sigue siendo la ter­
cera vía la doctrina social católica ?-X. Significado, en la carta, de al­
gunas palabras de sentido multiforme o ambiguo : libertad, igualdad, democracia, participación.-XI. Los aspectos positivos de
la doctrina
social católica expuestos en
filigrana por

la carta.-XII.
La acció11
de

los seglares católicos.
l. Interpretaciones contradictorias : ¿ Puede leerse la carta de
diversas maneras, con distintos
~entidos?
La primera cuestión que se formula Marcel Clémen~, en el
segundo de los artículos que el 20 de junio, con el título Quelle
traisieme 'l!Oie?, en L'HOMME NOUVEAU, ha dedicado a la
carta Octogesima adveniens, es la siguiente:
"Si
se consideran

las reacciones diversas de los periódicos
y
de los hombres públicos, decididamente existen bastantes posibles
"lecturas" de la carta
Octogesima adveniens. Desde los [JOIUllistas
a los comunistas, pasando por los liberales, los socialistas de Te-­
moignage Chretien y los gauchistes de N ouwl observateur1 todo
el
mundo se

declara satisfecho.
¿ Cómo explicaríais este- acuerdo
" 6S7
Fundaci\363n Speiro

J. V. DE G.
singular de gentes opuestas fundamentalmente? ¿ Acaso no debe
concluirse que la carta pontificia es ambigua?"
El mismo escritor recuerda "las exégesis radicalmente opues,...
tas dadas, por ejemplo en La Croix, por Rémond, Garaudy, Buron
y Calan".
Por su parte, el mentado N owel observa,teur del 24 de mayo
comenta: "Si se excluyen los ultras, muy descontentos de esta
apertura, todo el mundo está satisfecho, desde J acques de Mon­
taJais y René Tomasini a Etienne Fajon, pasando por los cató­
licos de

izquierda y Roger Garaudy."
En su respuesta a la pregunta que a1 principio hemos trans­
crito, el propio Marce! Clément, afirma que, ante tantas interpre­
taciones contradictorias, ''es evidentemente indispensable'': tomar
al pie de la letra la recomendación de Paulo VI ( en el núm. 4 de
la carta) y leer
-----0 releer~ "el fondo permanente de la doctrina
social de
la Iglesia taJ como la formularon Rerum nOV01Yum, Qua­
dragesima cmno, /os grandes mensajes radiof6nkos de Pío XII
e, indudablemente también, Mater et m Pero las contradictorias interpretaciones llegan también a
este punto. Miret Magdalena, en
Triuajo del 12 de mayo, comenta bajo el
título ";Requiem por la á'octrina social católica?": "Lo que pre­
tende la Iglesia actual es olvidarse de recetas autoritarias y quiere
fomentar los valores de libertad, progreso, igualdad, fraternidad
y desarrollo social humano, para que los seglares seamos los auto­
res responsables de la construcción de un nuevo mundo alentados
por la jerarquía, pero no dominados, ni condenados, ni abando­
nados pür ella, bien éstá el ,crequiemi,, implícito en la actitud
del Papa, aunque no en todas sus pa1abras, por la doctrina social
católica, para que podamos acceder de una vez a una fase de ma­
yoría de edad, en la que propugnemos
--creyentes y
no creyenteSr­
una "doctrina social" sin más apelativos que el de ser científica
tanto en la doctrina social como
en las

soluciones que aporte".
Y Ezequiel Cabaleiro titula su artículo publicado el 10 de
junio en
Madrid: "El mito de la Doctrina social católica" y procla­
ma en un resumen previo, escrito en negritas de mayor tamaño
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Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
que el texto: "En mi opinión, lo verdaderm=nte importante de la
carta reciente de Paulo VI al Cardenal Roy es la clausura del
sistema moral conocido como
«Doctrina social

de la Iglesia», se
cierra, en
nna primavera

florida de documentos pontificios, a los
ochenta años exactamente de su inauguración con
la Rerum no­
varum". El autor no se contenta con este requiem sino que, en otros
dos artículos sucesivos,
Ante la doctrina marxista y Progreso del
hombre -publicado,s también en Madrid, los días 11 y 12 del
mismo mes de junio..-lo extiend.e al "orden natural", y aún
llega a plantear si, tal vez para el futuro, podrá extenderse a los
"tabús sexuales"

y
al "Estado" conforme al mito marxista de su
desaparición ( cada
vez más desmentido, por otra parte).
Luego examinaremos si tienen alguna base, o si carecen -de
toda seriedad, esas aseveraciones. Pero antes quisiéramos dejar
planteado
si puede hallarse alguna explicación -que no sea una
simple referencia a
la pasión, la ignorancia o la mala fe-de estas
contradicciones tan radicales en la interpretación de esta carta.
Es algo que no es nuevo en estos últimos años, y que, en especial,
ya se patentizó en la interpretación de !a Declaración sobre la li­
bertad civil religiosa,
Dign,itatis humana,e ~ del Concilio V atica­
no II.
Anticiparemos cuatro motivos que consideramos primordiales
y que, a nuestro entender, se dan simultáneamente conjugándose
y multiplicando
el tancia, que creemos tienen, los siguientes:
l.º La falta de una clara proclamación de lo que es doctrina
y de lo que es posición táctica o política, que aun cuando se trate
de política pastoral por parte de la Iglesia, repercute necesaria­
mente en la política, en el sentido usual de
esta palabra, de

las co­
munidades temporales. Es decir, de lo que constituye la tesis y lo
que no es sino una hip6tesis estimada posible en unos supuestos
concretos o situaciones dadas por razón de las circunstancias que
pueden aconsejar
la tolerancia o una cautelosa prudencia en la ac­
tuación.
Z.º El desconocimiento por part~ de la mayoría de Íos
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J. V. DE G.
lectores de los límites, entre la doctrina y el progr{1J>na; entre los
P'rinCÍpi.os y su aplic11eiém concreta.
3.0 El uso con dimersos significawos de determinadas pulaúras
que, en la actual estrategia, se va,c/,a,n de su viejo contenido y se
intenta llenar con otra nuevo. E<:ta ha sido una vieja táctica del
marxismo-leninismo, que Plinio Correa de Oliveira ha mostrado
luminosamente en su estudio "Trasvase ideológico inadvertido
y
diálogo" (cfr. en VERBO 4Z-43, págs. 97 y sigs., o en folleto pu­
blicado en castellano por
SPEIRo). Pero,

no
son só1o los marxistas
quienes hoy usan esta táctica. Hay palabras prestigiosas ante las
muchedumbres, que todos se las clisputan -libertad, democracia,
socialización, etc.,- para desplegarlas como banderas que abren los
ojos
y agradan y que arrastran tras ellas a quienes las perciben.
La Iglesia empleó siempre ciertas palabras en un sentido diferente
del usual en política, es el caso de
la palabra "libertad". Pero de
unos años a esta parte también ha tratado de llenar de un con­
tenido cristiano otras palabras como "democracia", "igualdad",
''fraternidad''.
4.0 La voluntad reiterada de Paulo VI de no formular con­
denas expresas y su constante actitud pastoral de destacar el lado
¡,osiNlllo incluso de lo que juzga erróneo e inoceptable en su con­
funto, respecto del cual tal ,vez piense que se podría actuar evan­
gélicamente partiendo de aquel aspecto bueno.
De los tres primeros motivos, nos ocuparemos especialmente
en este estudio,
pero estimamos
conveniente abordar primero otras
cuestiones fundamentales.
II. ¿ Puede tener la carta Octogesima adveniens valor dero­
gativo o novador de la Doctrina social católica?
La pregnnta requiere unas previas aclaraciones acerca del ma­
gisterio Pontificio.
Adelantaremos, no obstante, que en su caso concreto es evidente
que la carta no pretende derogarla sino mantenerla viva, puesto
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«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
que, como luego veremos, Paulo VI lo ha afirmado así expresa­
mente antes de la carta, en la carta
y después de la carta.
Pero, como sus palabras -según veremos claras-- no se es­
timan snficientes, por parte de algunos, para desmentir las inter­
pretaciones que proponen, estimamos que es necesario plantearse
de modo previo la cuestión enunciada, para poder atajar este
ataque de flanco.
Es sabido que el magisterio pontificio se clasifica en
magis­
terio solemne, y en el magis:terio ordinario y unimersal.
El magisterio pontificio debe recaer, directa o indirectamente,
sobre materia de fe y rJe costumbres.
En su primer aspecto se refiere al depósito y trmt.l'misión de
la RevellliCión. El Concilio Vaticano I precisó que «no se prometió
a

los
sucesores de San P{!á:Yo el Espíritu Santo para qu,e jJubli,.
casen una nueva doctrina según sus retvelacíones, sitno p'{J!'f'a que,
con su ruistenci,,, guarden sanla;mcnte y ezp,ongan fielmente la
revelación transmitid" pw los Apóstoles, esto es

el
depósito de
la
fe».
Pero la referencia a la fe y costumbres puede ser indirecta,
pues hay
verdades de orden especulativo previas a las verdooes
reveladas~
por las relaciones que median entre fe y razón, expues­
tas por el propio Vaticano I. Se señalan entre ellas, las relativas
a la capacidad del entendimiento humano
para conocer la verdad,
los principios metafísicos de causalidad, razón suficiente, etc., la
libertad ... Además, en materia de verdad y de costumbres la Iglec
sia también se considera custodia del orden natural, por volnntad
de

Dios, que también se muestra a través
del
mismo, como Pío XII
explicó en su radio mensaje de 1 de junio de 1941 (véase su cita
comp
1eta en Verbo 53-54, pág. 242).
La diferencia formal entre el magisterio solemne y el magis­
terio O'Ydinario, estriba en que, en el primer caso, según la Cons­
titución
Pastor aeterm.tS:
-el Papa debe hablar como pastor y doctor supremo de toda
la Iglesia. debe obrar con plenitud de autoridad .
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J. V. DE G.
-debe, finalmente, expresar claramente que pretende impo­
ner como revelada una doctrina concerniente a la fe y a las cos­
tumbres.
Si estas condiciones no se llenan, no se puede hablar de defi­
niciones, ni, por tanto, considerar el juicio pontificio como por sí
sólo infalible e irrefutable.
Pero conviene, aquí especialmente, referirnos al magisterio uni­
versal artJi»airi,o o no salemn.e. En V,:ru,o núm. 14 fue publicado un
importante trabajo de
Dom Faul Nau, O. S. B., El mayisterilo
pontificio y su lugar teológico, que recomendamos se relea. En
él observa d autor que: "una cosa es limitar los casos en los que
se pueden verificwr /0,S condiciones de u,n juicio solemne, y otra
cosa limitar al sólo juicio salemne los modos auténticos de presen­
tlleión de /,a Ylf[lla de Fe, por el Soberano Pontífice. Una cosa,
imp,oner eomo objeto de Fe todo lo que es enseñado como revelado
¡,ar
el magisterio ordinario y unimersal, y otra cosa li>witar a eso
la obligación de creer".
Por eso señala que se trata de dos modos de proponer la doc­
trina, cuya diferencia específica de naturaleza radica en que el
magisterio ordinario no es 'U.In jui'cio ni ladmmrmte, coma si de él sólo pudiera esperar la luz; su garantía
como doctrina es asegurada p·or la convergencia) simiultánea o
continw, de una pluralidad de afirmaciones o exposiciones, de las
que ninguna, tomada se¡,aradmmente, puede aportar una

definitiva
certeza, pero todas concurren a integrar ese conjunto.
Si el magisterio ordinario está integrado por un conjunto de
expresiones de autoridad desigual para juzgar de su valor, exis­
ten criterios para discernir en cada caso el valor relativo de cada
expresión de las integrantes, que Dom Paul Nau cree posible re­
ducir a estas tres :
1.0 La voluntad del Soberano Pontífice de comprometer su
autoridad (aunque no sea magisterio solemne) en
el enunciado de
una doctrina. Acerca de ello pueden ilustrarnos sus propias pala­
-bras, y son un indicio la naturaleza, más o menos solemne, del
instrumrmlo escagido ( desde las '#terae encyclicae, bulas, por ese
orden entre las más solemnes, hasta las simples cartas dirigidas
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«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
a los Obispos, a agrupaciones o p.-esidentes seglares de diversas
obras; y desde los radiomensajes a todo el universo a las sencillas
alocuciones a peregrinos). También es de discernir, para valorarlo,
lo que constituye el
tema es1mciaJ de las af.rmo,dones secundarWJs
u obiter dicta,.
2.0 La reson(Ill1,Cia del ·acto, según el auditorio, más o menos
amplio y cualificado, al que -se dirija, aunque tampoco tenga esto
siempre valor
decisivo, sino
sólo i_ndicial.
3.0 La continuidad y co,herenda de las diversas afirmaciones
doctrinales.
De ellas el primer y más obvio signo lo constituye
la rep'etición materiol, respecto de la cual incluso los obiter dicta
pueden constituir preciosos indicios; y son aún más evidente
señal las llwmadas o recu"1'do de las enseñanzas de lo• predeceso­
res.
Pero, no menos decisiva que la repetición material,
ha de esti­
marse la coherencia interna del des-envolvimiento doctrinal, que
naJuralmente para su estimación requiere el examen cuidadoso de
si puede tratarse de los llamados "escritos de circunstancia", refe­
ridos a casos muy
JXLrliculares, sin
olvidar que es posible
"la in­
cidencia

de
hipátesis históricas, como la del donatismo o de las
ordenaciones simoníacas, sobre la tesis dogmática del carácter
sacramental".
Los
Papas
"en su

enseñanza
.se preocupan
ante todo por las
necesidades presentes de la Iglesia.
Los errores

que condenan son
los de su tiempo: las doctrinas que recuerdan son aquellas cuya
necesidad se hace sentir actualmente. Su insistencia sobre ciertos
puntos,
como su misma terminología, no pueden encontrar todo
su sentido más que colocados en su contexto de los acontecimientos
contemporáneos. Dejan a sus sucesores, órganos ellos también
del Magisterio vivo, el cuidado de completar el conjunto doctri­
nal" ... "La síntesis de conjnn~o no puede ser esperada más que
de la acción del Espíritu Santo, a través de los siglos", y
su com­
prensión

requiere "relacionar el conjunto de afirmaciones diver­
sas, pronunciadas con ocasión de errores opuestos, para. hacer re­
saltar la armonía y solidez del cuerpo de doctrina que componen".
Esta perspectiva debe completarse con el examen del contenido
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J. V. DE G.
y de la finalidad, respecto de las cuales no hay diferencia eutre el
magisterio ordinario
y el objeto del magisterio solemne.
De ello se
ha ocupado nuestro amigo y compañero J ulián Gil
de Sagoedo eu uu matizado estudio
Acerca del Magisterio Pon­
tificio, publicado eu "¿QUE PASA?", núm. 391, del 26 de junio,
al ocuparse del examen de aquellos supuestos eu los cuales el
Papa trata de temas que no tienen en sí miismos rekz'ción di~ecta
con la fe y la nwral sino só~o "de modo indirecto~ accesorio-y ac­
ci&ental. Entiende el autor que es preciso analizar, además del
valor que el propio Papa de a su enseñanza, los siguieutes datos:
a) La cone:rió'n eutre la te y la moral reveladas y el objeto
de la enseñanza, y, tratándose de las encíclicas llamadas sociales,
si su enseñanza: - "concierne a
principios de orden general, fijos e inaltera­
bles basados en el Derecho natural", o
____,. "concierne a la aplicación de esos principios que viene de­
terminada por circunstancias histórico-coyunturales de lugar
y de
tiempo y personas, circunstancias movibles y alterables eu sí
mismas".
"En esas Encíclicas -concluye- sólo la enseñanza concer­
niente a los principios constituye magisterio pontificio porque sólo
esos principios, no
su aplicación
concreta, están necesariamente
vinculados al objeto propio del magisterio, que es la fe y la
inoral".
El Padre B. Monségú lo explicó, en VERBO 95-96, en su es­
tudio -que también conviene releer-, Magisterio y compromiso
temparlll: "A lo socio-político, la Iglesia, a través de su magiste­
rio, sólo llega de un modo indirecto o transversal, en cuanto está
en juego la salvación de las almas,
y, además, queda en la línea
doctrinal de los principios, porque sus aplicaciones pueden ser
varias, como lo postulan los principios de orden moral o práctico,
cuya aplicación no se hace a rigor de lógica, sino de prudencia
cristiana o
poHtica".
b) La finalidad que impregne esta clase de enseñanzas; aten­
diendo a la cual, uos dice Gil
Si eu ella prevalece el fin sobrenatural, trasceudente, la
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«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
subordinación de lo .humano a lo divino, la convergencia hacia la
verdad revelada, cabría considerar en determinados supuestos esa
enseñan7.a como

magisterio
pontificio.
- Si, por lo contrario, la enseñanza tiene un carácter sim­
iemente "humanista", de tal manera que el hombre constituya
el eje, el
principio y

el fin alrededor del cnal giren los criterios
de­
terminantes

de su acción y de su finalidad, entonces esa enseñanza
no puede constituir magisterio pontificio''.
Sin duda han sido consideI'aciones de ese orden las que a nues­
tro_ amigo el Profesor Puy, en su artículo La opci6n socialista,
publicado en El Pensam;enta Na'lJ(J)Yra del 10 de julio, le han mo­
vido
a decir que, en su opinión,
"la carta apostólica al Cardenal
Maurice Roy, presidente del Consejo de Seglares y de la Comisión
Pontificia
"Justicia y

Paz": no es una encíclica ni tiene fuerza ju­
rídica vinculante, ni puede ser asimHada a encíclica". Gil de Sagredo,
al final de su citado estudio, distingue al res­
ponder a las preguntas acerca de si 1a carta Octogesima adveniens
y el Documento sobre lo5 Medios de comunicación social, consti­
tuyen magisterio pontificio:
"En el inmenso mar de afirmaciones que contienen esos dos
documentos pontificios y tantos otros, en que se abordan, se
p!an­
tean,

se exponen y se trata de resolver innumerables problemas
puramente
4umanos, materiales y tem!X)rales sobre política, eco­
nomía,
-sociológica, progveso, desarrollo, urbanización, emigración,
etcétera, únicamente podemos calificar como Magisterio Pontificio
a los pocos y elementales principios de Derecho Natura! que pue­
dan entresacarse de ese descomunal complejo documental que
constantemente sale por oleadas de
las ,aulas

vaticanas, y ello siem­
pre que esos principios se ordenen y se dirijan hacia el fin, el
ol>­
jetivo

y la misión propios
de la
ense!íanza del
Papa y
de la Iglesia,
que es el orden sobrenatural. Porque si esos Principios y la
en­
señanza

montada sobre ellos no tienen un sentido de convergencia
hacia
el orden sobrenatural, sino hacia el orden simplemente hu­
inano y natural, entonces
la enseñanza pontificia, por muy certera
que sea, tampoco podrá calificarse como Magisterio Pontificio."
Quiséramos matizar, algo más, esta respuesta.
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J. V. DE G.
Pero antes diremos, para iluminar mejor el tema, que Louis
Salleron en
Carrefour del 3 de junio, emite esta opinión ---que a
algunos
les parecerá
paradógica-sobre la Octo-gesima adveniens.
"Más que nunca, es la apertura al mundo en un dima revo­
lucionario.
"El Papa, ciertamente, hace, en nombre del cristianismo, todas
las reservas que se imponen, e incluso las hace tan netamente que
es como un nuevo
Syllabus que se dibuja en filigrana detrás del
rechazo de las
ideologías y
de
las utopías
y del positivismo que
gobiernan el mundo moderno. Aunque el acento sea menos firme
en estas
reservas que

sobre la necesidad de mezclarse al mundo,
a todo precio". Para
aclarar dentro

del conjunto de la carta, el distinto signi­
ficado de su vario contenido, tendremos necesariamente que disec­
cionar, aquello que es: - mera exposición de situaciones
y hechos
-análisis de tendencias y deseos del hombre de hoy
-llamada

a la acción en el mundo,
al compromiso tempora1
·
-reprobaciones

de ideologías, utopías y otros males o defec­
tos sociales o advertencias acerca de riesgos
y de los límites que
no pueden sobrepasarse
-propuestas

o insinuaciones de caminos a
seguir o
de solu­
ciones para lograr mejoras
concretas en

el orden justo
y el pro­
greso

temporal humano.
De este diverso contenido, ni lo que es mera exposición de
situaciones y

hechos, ni tampoco el análisis
de los deseos y ten­
dencias predominantes en el hombre
de hoy, constituye materia
del magisterio pontificio, annque pueden ayudar a entender e
pensamiento del
Papa cuando

éste se
ocupa de
su específica
ma­
teria.

Ni siquiera lo constituyen sus propuestas e insinuación de
soluciones concretas o de caminos hacia objetivos precisos en
el
orden tempera!, respecto del cual el mismo Papa, con toda hu­
mildad, ~.e proclama no competente: "Frente a situacion¡es tan dir
v&sas
-dice (núm. 4)-, nos es átfkil pr011undar una pda.bra
úini:ca, como también proponer
una saluci6n con valor universal.
No

es nuestra
ambición, ni tamipoco nuestra
misión."
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«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
En cambio, la doctrina social puede ser expresada, aclarada,
ampliada y matizada en cuanto toca a los principios de orden
moral o

de derecho natural, cuando
el Papa la muestra en su re­
probación de ideologías y utopías o
la trasluce en sus denuncias
de injusticias o defectos actuales y en sus propuestas de soluciones. Lo mismo podemos decir
respecto al deber de los cristianos de
actU(J)y ''con responsaibilidad y acción efectiva" para "p·enetra,r dfel
espíritu cristiano a la mentalidOJd y costumbres, las leyes y las es­
tructuras
de

su
comunidad de vidal' (núm. 48, donde repite las
últimas palabras transcritas de la
Papulorum Progressio, 81).
Se
trata de lo que su S. Pío XI, al dirigirse en 1927 a la Federa­
ción universitaria italiana, denominó la caridad p1olítica, que la
carta que comentarnos expresa como "la acción de los crist'iooos
al serwicio de sus hennanos en las pUJntos donde' se juegan S'U
existe.,,,:ia y su porvenir" (núm. 51, 2.º).
P:ero, en cuanto al modo de cum,pilir con este deber y de lograr
este resultado, la cuestión es otra:
-De una parte hay una cuestión de pol!tica pastoral, de
eficacia piastoral, que no es doctrinal sino estratég,i'ca y táctica,,
y que puede ro-zar opciones concretas correspondientes al ordien
temporn.1. Es ahí donde encaja la observación que, siguiendo al
P. Francisco de Vitoria, hizo el Padre Monsegú en su estudio
antes mencionado: no 00.sta "que algo sea necesario o conveniente
para el fin espiritual de la Iglesia para que, sin más, la Iglesia
intervenga en lo temporal, sino que es menester at.ender a ver si
positiruamente lo que hace la autoridad civil o el compromiso tem­
poral
que el

cristiano se toma es gravemente pecaminoso o daña
gravemente la salud de las almas". Por ello, expuso el mismo Vitoria (al que transcribe
de sus Relecciones teológicas I, 14):
"Debe pues el Pontífice respetar el gobierno de lo temporal y no
decretar cualquier cosa que a simple vista juzgue a propósito para
fomentar la religión sin hacer caso a las cosas tempora,les, pues ni
los príncipes ui los pueblos están obligados ni se les puede forzar
a lo más perfecto de la vida cristiana sino solamente a
la ley cris­
tiana dentro de ciertos límites" (Respecto a la posibilidad y con­
veniencia,

o no, de
imponer por

la
fuerza el

ejercicio de las vir-
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J. V. DE G.
tudes más allá del ámbito exigido por el b;en común temporal, o
por encima de la libre opción personal en cuanto no afecte al orden
público, puede consultarse al P. Francisco Suárez S.
I. De Iusti-­
tia et Jure, caps. III, XII y XIII, opinión que referimos en "El
orden

natural y el Derecho", en
VERBO 53-54, y más ampliamente,
en
De la virtud de la, justicio a lo justo jurídico, en Rev. de Dere­
tho Espamol
y Americano, octubre-diciembre 1965 (págs. 89 y
siguientes)·
-De otra parte, las direcciones en determ.inadio sentido o las
solucio'JU!s concretas, insinuadas al respecto en la carta, no pasan
de ser reflexiones, según el propio Paulo VI dice al final de la
misma (núm. 52), pues en ella, según dice casi al principio (nú­
mero 6), aprovecha la ocasión ofrecida por el aniversario
de la
Rerum no'1,/Mum para ''confiar nuestras inquietudes y nuestro p1en­
sarmiento"
respecto a "la misión de la. Igle'sia arnte los grwes proble­
mas que plantea hoy la justicia del munldo", para "alentar a estas
orgamismos de la Santa Sede [Comisión "Justicia y Paz" y "Con­
sejo para
los Seglares"] en su acción eclesial al servicio del hom­
bre'. Nótese quiénes son los destiWJtarias, obsérvese que se refie­
re a o,cción eclesiai al servicio del h01nbre, respecto de la cual co­
munica
inquietudes y pensamiento (núm. 6) y reflexiones (nú­
mero 52)

dirigidas
con la intención de proporcionar, a los dos in­
dicados organismos, ''nuei:os elemen,tos, a1 mismo tiempo que alien­
to, p•a;ra la prosecución de su tarea de desp,ertar al Pueblo de
Dios, a wna inteligencia

de
su, función

en la
hora actual" (núm. 521,
Es decir que, a la vez que insta a la acción, al señalar direcciones
no pone en juego su magi'Sterio, que no se contrae precisamente
al servicio rlel h01n/Jre en esta finalidad temporal, sino que sólo
reflexiona -en voz alta, alienta., propone, y, a la par, reconoce: "no
es nuestra ambic-]ón, ni tampo'Cº nuestra tnisión" "proponer una
solución con valor uni:versal" (núm. 4), "tarea propia que lm ...,..
glares de/Jen asumir"
(núm. 48, 2), aunque esclarecidos "a la luz de
la palohra malterable del Evangelio y según las enseñanzas so les de la Iglesia,, tal como oon sido elaboradas a lo largo de la his­
toria
y esperiaimente en, esta era industrial", pues aquí es donde ra-
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Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
dica el Magisterio universal y en donde sus PTincipios y directri­
ces hallan su
sedis nwteriae propia.
L'Osserwtore Romano, del J de junio, en el editorial La me­
diozzione} firmado por las iniciales, f. a. comenta que: "no corres,..
pande a la Santa Sede, como tal, que no pertenece al _mundo ense­
ñar técnicamente como se debe perseguir, en unas condiciones que
varían de país a país, una justicia más verdadera: sino que es
deber de los cristianos en el ámbito de las respectivas comunidades
actuar según la justicia bajo el estímulo de la caridad que no pue­
de concebirse si no se practica encarnada".
III. ¿Ha pretendido desmontar Paulo VI, en su carta, la "doc­
trina social católica", enseñada ¡,or sus predecesores, o, al
contrario,
la reafirma y confirma?
Recordemos, ante todo, que Pío XII en su discurso al Con­
greso
de la Acción Católica Italiana del '29 de abril de 1945, de­
claró que la
doctrina social de la Iglesia:
-está "definitima>men,te fijada en cuanto a .slus puntos funda,.
mentales''.
-"es swficientemente amplia pam poder ser adaptada y ~
cooa a las vicisjtudes mmbi.amtes de los tiemp•os, en el su­
puesto de que no sea en detrimento de sus primcipws in­
mutables y permanen:tes".
-
es "c/(1ff'a en todos sus aspectos".
-y "es obligatoria; nadie puede separarse de e/ta s,n peligro
para

la fe
y el orden mora},''.
¿ Son desmentidas estas afirmaciones por la carta Octogesima
adveniens?
Podemos decir que Paulo VI, literalmente, ha PTOClamado la
vigencia de esta doctrina sociaJ católica y se ha remitido a ella
antes de la carta, en el propio texto de ésta y después de ella.
Antes de la carta, en su Mensa.je sobre el progreso humano
de 30
de abril de 1971, en los párrafos que publicamos junto a
este estudio se remite
exPTesamente al proiJ'l'mma social de la Jgle-
669
Fundaci\363n Speiro

J. V. DE G.
sia, referido por Pío XII en su Mensaje al Kalholikenrog en Bo­
chien, y concluye: "Esta doctrina, interpretación de la Buena Nue­
va, conserva su vigencia en la actualidad y en el futuro."
En l.ai 111lisma ca;rta, reiteradamente, como puede comprobarse
desde sus primeras palabras ;
-"El ochenta aniversario de la pw/Jlicación de /,a Encíclica
Rerum novarum, c·uyo mensaje sigue inspirando la acción en jWlJOr
de la justicia social, nos
anima

a
continuarr y ampliar Úbs enseñan­
zas de nu;Jslro·s predecesores, para dar respuesta a las necesidades
nuevas de un mundo en cambio" (núm. 1)-
-"Incwmbe a las comunidades cristianas analizM con obje­
tiividad
/,a situación propia de su país, esclwrecerlá mediante /,a
luz de la palabra inla,teraNe del Evangelio, deducir principios de
reflexión, normas y directrices de occión según las enseñanzais so­
ciaJes de /,a Iglesia tal como han sido elaboradas a lo /,argo de la
Historia y
esp-ecia/,mente en

esta
era imdustriol,, después de la fecha
histórica
del

Mensaje de León XIII sobre
«la condición, de lo,
o/Jreros»
... " (núm. 4 § 1).
- Ante la amplitud de los cambios actuales
"queremos -dice
Paulo VI-,
sin olvidar ¡,or ello los constantes pro,b,/emas ya abor­
dados P'or nuestros predecesores, atraer la atención sobre algunas
cuestiorves que P'Dr su u.-gencia, su amplitud, su comp,lejidad, deben
esfxr;r en el cent-ro de los cristianos en los años venideros ... " (nú­
mero 7).
-" ... el cristiaino sacará de las fuentes de su fe y de las en­
señanzas

de
la Iglesia lo~ principios y las normas oportunas para
ev-itar dejarse ~educir y después encerrar en un sistem.a cuyos
Um;tes y to,timt(fJYismo corren el rie.go de aparecer ante él dema­
mdo tarde si no los percibe en sus raíces" (núm. 36).
-El que, hoy los problemas parezcan originales, debwo a su
amplitud y u.-gencia, ¡quiere dec>r que

el
hombre se halla impre­
parado para resolverlos? La
enseñnJnza

social de la Iglesia
acom­
¡,wña
con

todo su
dinamismo a los hombres en su

búsqueda ... "
(núm. 42).
Después de la carla, en su homilía durante la misa conmemo­
rativa del LXXX aniversario de la
Rerum novarum, del 16 de
670
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVEN/ENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
mayo, señala como una finalidad de esa conmemoración "la de
continU(JJf"": "De continuar} decimos, en la afirmación de ia escuela
social cllJtófra. La, inagotable fecundidllJd de los principios teoló­
gicos, filosóficos, antropol&gicos, de

los que
sarn su
fuente,
y la
valided de

su enseñanza, el imperativo evangélico e histórico de
su tradición ... ".
"Contffluar. Es lo que, con una paiabrra mucho más modesta,
he111,0s tratada de hacer, volviendo a escUJChar aquella que, hace
ahc;ra ochenta años, León XIII anunciaba a la Igles:a y al mundo,
mediante nuestra carta apostáliw publicada ayer".
Por parte de algunos -entre ellos nuestro Embajador en el Va­
ticano, Antonio Garrigues en su artículo en tercera plana de
ABC del día 16 de junio, titulado Una carta importante-, se ha
destacado que
la Octagesima aáveniens no habla de doctrina sino
de
enst'iú>nza social de la Iglesia, y se ha opinado que ese cambio
terminológico "debe necesariamente tener un sentido", del que ''tentativamente''
el mismo Garrigues avanza esta interpretación:
"La Jerarquía tiene una misión docente y de ella deben ema­
nar
los principios en los que inspire la acción social de !os cris­
tianos, docencia que incluso, en ciertos casos, puede ser no sola­
mente genérica, sino específica. Pero que
esa enseñanza se deba
y, sobre todo, se pueda --con la complejidad y la inmensa varie-­
dad de situaciones que caracteriza la problemática social de los
tiempos
actuales--materializar en una "do~trina social", es otra
cosa
bien diferente. La palabra doctrina tiene varias acepciones,
pero la predominante, sobre todo en relación con la Iglesia, es 1a
de aquellO que '1se debe saber" (la doctrina cristiana es "lo que
debe saber'' el cristiano en orden a la fe cristiana).
"Si a otro nivel de los tiempos, cuando los problemas sociales
estaban en una fase más incipiente
y se manifestaban en un área
geográfica mucho más reducida, se ha podido pensar eclesia1- mente en una doctrina social, válida para cualquier punto del es­
pacio o cualquier momento del
tiempo, la experiencia parece ha­
ber demostrado que esto ya no sólo es cada día menos posible
sino que se hace más y más peligroso."
671
Fundaci\363n Speiro

f. V. DE G.
Sin embargo, no nos parece aceptable esta explicación a no
ser que confundamos la
doctrina so-cial ----que, según Pío XII, está
definirimamente fijada, en cuanto sus principios fundamentales y
que, sin detrimento de éstos
es suficientemente amp'iia para pvder
ser adaJpü•oo
y aplicada a las vicisitudes cambimz,tes de los tiem­
pos~ con sus aplicaciones concretas a circunstancias específicas.
La enseñanza es la exposición y explicadón de la doctrina,
y ésta, por lo tanto, el objeto de ésta: El cambio terminológico no
varía el contenido al que una y otra palabra se refieren en nuestro
caso, pues la Iglesia enseña su propia doctrina. Denota simple­
mente una posición humilde ante el mundo,
al que se

le hace otra
llamada, a lo mismo de siempr-e, pero desde otra postura que se
estima pueda ser de más eficaz penetración.
La diferencia que es preciso tener presente es la que media
entre doctrina y prograrma. Quienes hace unos diez años leíamos
en VSRBE, lo publicamos traducido al castellano en VERBO, a
partir del núm.
3, y discutíamos en i:iuestros grupos de estudio,
el trabajo de Jean Ousset "Inltroducción a la Política" (revisada
después por el autor
y publicada en castellano por SP©Ro en 1966
con el título Fundamentos de la política., por Jean Marie Vais•
siere) aprendimos bien, ya entonces, la distinción entre:
-DOCTRINA, es decir, el conjunto ordenado de nociones
y p-rincipivs generales ( uniwer saies que permanecen por ene'Ílma
de los acontecimientos, cualesquiera que sean,· pues ex-p,resa el
orden divino, nUJtural y sobrenatural, y
-PROGRAMA, que es, según palabras del Cardenal Su­
hard,
el ROPAJE PASAJERO DE LA DOCTRINA, que no
debe ser confundido con la integridad esta, con lo esencial:
El
progra(IIJU[; se lim4ta a ser un plan de acción previsto pcor,a un de­
terminado su'Ceso, que puede cmnbimr de u,n dfa a otro.
La doctrina permanece, el programa P=-La doctrina es lo
esencial, el programa lo accidental.
El programa requiere estrategia y táctica, planteada y previs­
ta para determinadas circunstancias históricas, con el fin de apli­
car, en Jo posible y por el camino que se juzga más practicable, la
doctrina. Por lo tanto, para extraer la doctrina, a través de un
672
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRJNA SOCIAL CATOUCA
programa, es preciso elevarse, es necesario "llegar a lo que es
superior a los programas, a lo que los impulsa, a lo que permite
forjaros" (cfr., oh.
últ. cit., I parte, cap. II, págs. 74 in fine a 76).
La distinción no es ninguna novedad de la:s actuales enseñan­
zas pontificias. San Pío X, en Il fermo proposito, la había ex­
puesto claramente
al hacer.

notar que:
"Hoy es imposible restablecer bajo la misma forma todas la,s
instituciones
que hcm p>odido ser útiles e mclwso kJs únicas efica­
ces en los pasados siglos, al ser tan numerosas las modiificaciones
ra.d·icales
que el paso de los tiempos introduce en la sociedad y
en
la vida pública, y tan múlt;p/es las necesidades nucru,, que lar
camlnantes circunstaincias no cesan de suscitar. Mas la Iglesia, en
su larga mstorin, siempre y en tod/JJ ocasión ha demostrado l-wmi­
nosamente que posee una maravillosa virtud de adaptaci{m a IIJJs
condiciones ilariables de la sociedad cwil: sin haber atentado ja,.
más
contra la integridad o la inmutabilidad de /,a fe o de /,a moral,
y sal,vag,,,,rdando siempre sus derechos sagrados, se adapta y se
acomoda fác'.mante a

todo
lo que es contingente y accidental, a los
vicisitudes de lo-s tiempos y a las nu= exigencias de la. so­
ciedad."
Una cosa parece evidente en el planteamiento de la Octoge­
sirna advenÍlf!'ns: la que se denomin6 propiat>nen,te doctrina "soc"iaf'
de la Iglesia, dado el actual entrelazamiento de lo socia y de lo po­
lítico, ha sido desbordada por la, doctrvna "poUticol' de la Iglesia,
que incluye aquella dentro de su más amplia perspectiva. Nótese
que, ya antes de la carta, lo había
-observado Salleron

en el ar­
tículo que antecede a éste. Ahora en
Carrefour, de 7 de julio, el
mismo autor recuerda que ya cuando Pío XI publicó la Dwini
Redemptoris para condenar el comunismo, la "doctrina social" pro­
piamente ~ablando ya no era sólo sociaJ, ya era doctrina poUtiro,
aunque Pío XI siguiera aconsejando el estudio y difusión de la
doctrina social.
El mismo Salleron, en el artículo que precede a éste, en .este
mismo VER.Ea, señala

la evolución de este concepto en tres etapas:
1.0 Defensa del asalariado contra la potencia del dinero. 2.º De­
fensa
de los débiles contra los más fuertes en una diversidad de
,, 673
Fundaci\363n Speiro

J. V. DE G.
situaciones. 3. º Defensa del hombre contra la potencia creciente
del cuerpo social. Aspecto, este último,
patente en
la carta. que co­
mentamos, como comprobaremos en
los epígrafes

siguientes.
IV. El contexto h-istórico actual que se contemp,la en la uoc­
togesima
adveni,ens.".
No só-lo tuvieron contexto histórico las encíclicas, cartas y dis­
cursos
de

los papas anteriores, también hoy tenemos nuestro con­
texto histórico, tal
vez más

fugaz,
y, este contexto, es contem­
plado
con ,sus propios

sentidos o a través de como le informan sus
contemporáneos --directamente
y por los medios masivos de co­
municación- por todo aquel que pretende aplicar en el contexto
histórico la doctrina, en cuanto
sea posib'e
y del modo que juz­
gue más adecuado. Es decir, con una estrategia y. una táctica
que, con la doctrina aplicable, integran el programa adecuado para
el momento histórico concreto. El planteamiento de éste se cons­
tituye, por consiguiente,
de los siguientes elementos:
-la doctrina,
-el contexto histórico, según lo percibe .el autor del pro-
grama,
-la mentalidad, las tendencias y las aspiraciones predomi­
nantes
entre
los hombres a quienes se dirige el programa o a
quienes se trata de adoctrinar o de mejorar con su realización,
pues hay que conocer aquéllas para poder actuar sobre quienes,
consciente o subconscientemente, las sustentan.
-la estra!leg:a y la táctica para aplicar en lo posible la doc­
trina en ese contexto histórico y a hombres de la mentalidad, ten­ dencias y aspiraciones observadas. El magisterio pontificio se circunscribe
a la doctrina. El acier­
to del programa dependerá de la
exacta valoración

del contexto
histórico,
de la

agudeza en captar la mentalidad y sensibilidad con­
temporáneas, de la estrategia y táctica escogidas para la
finalid~d
perseguida, y, para precisar ésta, no dejará de influir la penetra-
674
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
ción en la visión del futuro que alcance el autor. Pero todo esto
no es
~ortrina y quelÍaJ fu,era del magisterio universal pontificio.
Veamos, pues, previamente a todo análisis, cuál es el contexto
histórico contemplado en la carta al Cardenal Roy. El núm. 3 de
la misma lo expone crudamente:
"Ciertamente, son muy diversas las situaciones en la,s, cuales,
de buenr, gr,na o por fuerza, se encuen,tran comprometidos los
cristianas, según las regianes, fos sistemas saciopoliticas, las cul,­
turas. En unas sitws, se hallan reducidos al silencio considerado,s
como
sospechosos, y tenidos, por decirlo asi, al m sociedad, encuadrados sin 1;bertad en un sistema totalitario. En
otros, son una dél:nl minoría, cuy-o-voz difícümente se hace sentir.
Incluso en nociones donde a la Iglesia se le' reconoce su pu,esto, a
veces de
manert, oficial, e//{]) mi.mm se ve sometida a los embates
de la crisis que estremece la sociM:ad, y algunos de sus miembros
son tentados
por

soluciones
radicales y vio,lentas de las que ellos
creen poder esperar
resutados más felices. Mient:ms que unos,
fficonsci.entes de las injusticias presentes, se esfuerzan P,or man­
tenw la situaci6n existente, otros se dejan seducir por ideologías
revalucionarixis,
que
les
prometen, no sin ilusi6n, un mundo defi,­
niti,ua,mente mejor."
Es decir, que el mundo se halla dividido· en países que se dis­
tinguen, en líneas generales:
-por su sistema totalitario, que deja a los cristianos al mar­
gen de la sociedad (es decir, el de los países situados detrás de
los telones de acero y de bambú y algunos del tercer mundo).
- por ser países pluralistas, en los cua,les los católicos "son
una débil minoría, cuya voz difícilmente se hace sentir''.
-por países católicos, y algunos oficialmente católicos, pero
afectados por "la crisis que ·estremece la sociedad"
y en los cua­
les algunos de los miembros de la Iglesia "son tentados por solu­
ciones radicales y vio1entas de las que ellos creen poder esperar
resultados más felices", e, incluso, "s,e dejan seducir por ideolo­
gías revolucionarias, que les prometen, no sin ilusión, un mundo
definitivamente mejor", mientras otros, "inconscientes de las in-
675
Fundaci\363n Speiro

J. V. DE G.
justicias presentes se esfuerzan por mantener la situación exis­
tente".
Por otra parte (núm. 26) observa dos grandes bloques ideo-
lógicos:
-el

del marxismo,
y
-el liberal.
N olemos que, precisamente, los dos grandes bloques que ac­
tualmente dominan el mundo, representan una y otra ideología,
como dice el
editorial de L'Osse-rvatore R= del 6 de junio,
firmado por las siglas f. a., que añade
-"son de

naturaleza mo­
nista fundadas sobre una consideración del hombre unilateral,
terrena ... ".
Y, como nueva perspectiva señala (en el núm. 29):
"Si hoy día se ha podido habla.-de un retroceso de las úieo­
logú:,s, el/o, puede constiru>Í!r ,m, m-0mento .favomble pG/Ta una ap,er­
tura a la trascendencia,
concreta

del
cristianismo. Puede ser t"1*­
bién un desliza,m;ento más acentoodo hacia un nuevo, positwiSfflO:
la técnica universalizada como forma dominante
de actividad,
como modo
invasor

de
existir, cuma lenguaije misma, siln que la
cuestión de su sentido sea realmente plante"'1a-"
Y, en fin, el renacimiento de las utopías (núm. 37) "Socüdis­
mo burocrático, capitalismo tecnocrático, dem-0,cracia autoritaria
,nan;fiestan
la dificultad de

resolver el
gran proNema humano
de vivir todos

juntos en
la justicia y la iguvMad" y de ahí "una
contestación

que surge
po,co a' poco

por todas
prJJrtes, signo de

pro­
fundo malestar, mientras se asiste al renacimiento de las "uto-
1 W' que pretenden
resolver

el
prob/,ema poUtico de las socieda,..
des modernas mejor

que
las ideologias".
También examina una serie de problemas concretos nuevos,
característicos de nuestra actual época repleta de cambios: nuevo
urbanismo y éxodo rural masivo (núm. 8); creación de lo super­
fluo en la sociedad de consumo, quedando por cubrir necesidades
primarias, en un desarrollo desmedido de las grandes ciudades
(núm. 9); nuevas discriminaciones producidas en
las grandes
ciudades

que trastornan modos de vida y
la especulación con las
necesidades
de los demás que crean nueva soledad social, nuevos
676
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
proletarios y fomentan las drogas y el erotismo (núm. 10), agudizan
el

problema del alojamiento decente {núm.
JI); los de la juventud
y las reivindicaciones de la mujer (núm. 13), de los trabajadores
(núm. 14) de las víctimas de los cambios sociales (núm. 15),
las discriminaciones raciales (núm. 16), la emigración (núm. 17);
los del poder de medios de comunicación social (núm. 20), de la
explotación inconsiderada

de la naturaleza ( núm. 21) ; del pro­
greso científico (núm. 22) y los interrogantes de las ciencias hu­
manas (núm. 38); de la concentración de empresas internacionales
(núm. 43) y el egoísmo de las naciones (núm. 45); la previsión
social (núm.
47), etc.
Como introducción a esa serie de cuestiones concretas, dice,
aJ>artir de su segunda frase, en el núm. 7:
u ... Es necesairio situar los pro-blenws socia-les planteados pvr
UJ economía moderna -condiciotl,(Js hwman{lJS de producción, equi­
dad en lo,s cwmbios de bien,es y en la distribuición de las riquezas,
sign,ifkado
de las crecientes necesidades de consumo, participa­
dón
en las resp·onsabilidades- dentro de un contexto más a,mplio
de ciroilkatión nueva.
En los cambios

actuaies
tam, profundas
y
tan
rálpidos, todaivía el hombre

se descubre
nuevo y se pregunta
por
el

sentido de su propio ser
y de su supervi'Vencia colectiflla.
V acllando en aceptar las lecciones de un pasado que considera sw­
perado y demasiado diferente, tiene, sin embargo, necesidad de
ese/arecer su

futuro
-futuro que

él percibe tan incierto como in­
estable- por medio de 'Verdades perma.nentes, eternas, que le

re­
basan
ciertamente, pero cuyas huellas puede é-1, si puiere realmente,
encontratr par sí mismo."
Respecto de las aspiraciones fundamentales del hombre de hoy,
observa:
-al

final del núm. 2:
"Por todas partes se aspira a una jus­
ticia maryor, se desea una paz mejor asegura.da, en un ambiente de
respeto mwtuo entre los hombres."
-en el núm. 22: "Al mismo tiempo qu'e el progreso cientfr
fico

y técnico
contmúa trastornando el marco del hombre, sus mo­
dos de conodmiento, de tra.baijo, de consufflb y de relaciones, se
manifiesta siempre en estas nuevas circunstatncias una doble as-
677

Fundaci\363n Speiro

], V. DE G.
piración, más viva a med;ida qu.e se deswrrolla su información y
su e&ucación: aspiración a la igualdad, asp>imcíón a la participa­
ción;

dos
formas de dignidad del

hombre y
de su libertad."
-al principio del núm. 24: "La do/Jle aspiraóón hacw la
igwddad y k, pOJYticipac,ón trata Je promover un nue'Vo tipo de
sociedad democrática.''
-Y, en la introducción, del núm. 31: "Hoy d/,a los crisliar
nos se sienten atraídos por las corrientes sodalistas en sus diver­
sas evoluciones, y tratan de recr.mocer en elhs un cierto número
de aspiraciunes qu¡e llevan dentro de sí mismos en nombre de su
fe. Se sienten insertos en est(J) corriente y quieren desarrolla,r den­
rro de ella una acción: ... "
V. El planteamiento estratégico ante el contexto histórico ex­
puesto.
En el primero de sus dos artículos titulados Que/le troisii!me
voie?, publicado el 6 de junio en L'HoMME NOUVEAU, Maroel Clé­
ment, observa que, en la Octogesima axi:veniens, la Iglesia no pre­
senta romo Mater et Magistra gentium, madre y educadora de
todos los pueblos,
sino que --rnmo dice

la propia carta (núm. 1):
"camina unida a la humanidad y se SolidOJYiza con su suerte en el
seno de /,a historia"~; se presenta como sirvienta.. Sigue siendo
Mater, pero no quiere ser Magistra, dice Salieron, en Carrefour
del 3 de jun,i.o; o Soror et a«xiliatrix, según ha escrito De Calan
en La Crui.x del 8 de junio.
¿ Qué explicación tiene este cambio de postura? ¿ Qué razones
históricas

y pastorales han podido aconsejarla?
Lo-uis Salleron, en dos artículos publicados en Per'J'n(1fftences
80 y 81, de mayo y junio-julio actuales, respectivamente (y de
los cuales el primero aparece en este mismo número de VERBO,
sirviendo de plataforma a este comentario, y el segundo, D. m.,
aparecerá en el próximo núm. 99), ambos escritos antes de ser
publicada la carta al Cardenal Roy, ha ahondado en esta cuestión, no nueva sino vigente a partir del Concilio Vaticano II. Coinci-
678
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
dentes con su perspectiva general, trataremos de sintetizar sus lí­
neas maestras tomándolas del segundo de dichos artículos.
La historia del cristianismo, con relación a la política, presenta
tres frases :
l.'0 De la muerte de Cristo a Constantina, caracterizada por
la separación completa del cristianismo y de la política. Los cris.­
tianos

que,
d~spués de
la Resurrección, no eran sino un puñado de
hon1bres,
!':e caracterizaban por su

indiferencia ante la vida
presen­
te.

Se contentaban con obedecer las leyes, sin
participar en
la vida
pública, esperando el retorno de Cristo.
2.• Desde la conversión de Constantino y el Edicto de Milán
a la Revolución francesa, el cristianismo, que pasa a ser religión oficial, es la religión del Estado,
y se encuentra en una situación
de privilegio, en cuanto es considerada la únka verdadera religión.
Durante esos mil años el problema del cristianismo, respecto de
la política, consiste
en determinar con exactitud las competencias
de de Iglesia y del Estado, de lo espiritual y de lo ,temporal. Pese
al
riesgo de
caer en la teocracia y la multiplicidad de los con­
flictos, es lo cierto que en la práctica la -sociedad fue cristiana y
sus instituciones inspiradas en el cristianismo.
3.ª De1sde la Revolución francesa, se independiza totalmen­
te al Estado respecto del cristianismo -aunque en la práctica la
neutralidad oficial del Estado, en materia
religiosa, se
desarrolla
muy diversamente según los países--, hasta llegar a
la seculariza­
ción general de la sociedad que, hoy, se manifiesta en plena eclo­
sión. El poder temporal de la Iglesia retrocede sin cesar: pierde en
Italia su poder temporal; en todas partes, en mayor o meno,r
grado,

sus instituciones (asistencia, enseñanza),
y su influencia en
la legislación, en materia de familia y costumbres. Así:
- De nna parte, la secularización llega a ser general: la rea­
lidad política
y social es de descdstiomizacián y des=alización en
todas las instituciones.
-De otra parte,, esta secularización, que crea "un verdade­
ro
desierto espiritual' engendra, por reacción, una evidente y per­
turbadora
efervescencia religiosa.
En esa situación la Iglesia se esfuerza, "más o menos cons-
679
Fundaci\363n Speiro

J. V. DE G.
cientemente, en reemplazar su poder directo o indirecto sobre la
sociedad política

por un
poder espirituaJ, es¡,eciali.zado e insti­
tucionalizado" bajo el siguiente nuevo esquema:
1) Independencia recíproca de los poderes espiritual y tem-
poral.
2) Normas propias para el poder temporal.
3) Supresión de las instituciones sociales de la
Ig:esia.
"La Iglesia se halla en trance de comprometerse con este
nuevo esquema -dice Salleron- aunque con extraordinarias difi­
cultades. El Vaticano II la ha avalado, en mayor o menor grado, co­
locándose en un terreno prutoral, pues hubiese sido difícil efectuar
una puesta en forma doctrinal''.
En efecto, ¿ cómo la Iglesia puede admitir: la independencia
absoluta del poder temporal, que sus reglas no se hallen de acuer­ do con las católicas y que llegue la secularización
total de

la
so­
ciedad en aras de un pluralismo religioso jurídicamente reconocido?
El problema planteado es el "del reconocimiento de la demo­
cr;at.ia liberal como norma suprema de la -sociedad". Por eso, se
evita lo más po,sible el lenguaje doctrinal y se prefieren explorar
las posibilidades de
po,rvenir mediante actitudes pastorales. Se
intenta insertar el ca,tolicismo en una sociedad democrática de so­
ciología protestante, como la de "tipo am.ericano", que reconoce a
Dios y respeta efectivamente la libertad. Y así -la Iglesia, según
la constitución Pastoral
Goodium et Spes, lo que pide es poderse
deservvo,Zver libremente, en beneficio de todos, bajo todo régimen
que reconozca los derechos fwndamentales

de
la persona, de la fw­
milia y los imp1eratimo,s rk-l bien común.
Esta política, "bajo un punto de vista puramente humano y
racional'', dice Salieron ''se aprecia fácilmente que presenta ries­
gos considerables".
- Somete a discusión Htoda la elaboración dogmática y es­
tructural realizada por la sucesión de los concilios
y los papas".
-Y la previsión "de la unidad del mundo organizado según
los conceptos de la democracia liberal, es un embite gratuito".
La
historia contemporánea confirma la experiencia antigua: "Si la
democracia ~ealizada políticamente a partir de un régimen ante-
680
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
rior basado en la autoridad, puede durante cierto tiempo suminis­
trar instituciones liberales,
la filosofía que la fundamenta tiende
a nes, excitando la demagogia y sustituyendo
la idea libertad por
la de ignaldad. Y así se desemboca en un nuevo régimen de auto­
ridad, pero más duro en cuanto es más materialista". Como ocurre
con el marxismo ...
En el mismo seno del catolicismo se observan ya "unp corriente
li&eral,, de tipo protestante americano", y "la corrien,te revoludo­
naria, de tiJ.X) marxista y soviético."
Y el pretendido regreso a la situación del cristianismo de los
tres primeros siglos, muestra esta paradoja: "los primeros cris­
tianos no pensaban sino en difundir el evangelio sin sentir más
proselitismo que el religioso, mientras los cristianos de hoy, se
lanzan a un proselitismo político religioso de tipo neo-constanti­
niano". En una
"confusíón total de política y relígión, en el plano
más ajeno al cristianismo, el de- la opinión pública".
"Mientras abandonan las estructuras políticas,. de las que van
siendo desplazados, buscan conquistar la opinión, conforme a las
líneas de fuerza de la democracia en evolución".
Ahí está la nueva estrategia: Se urge la evacuación de lms
instituciones, que
aún

se
mantienen~ y el desmarntela.miento de lo
que tadalll'Ía resta de la cristiandad, PMa pasar a la guerrilla espi­
ritual en todas pMtes.
Por esto, se ha asegurado por Paul Poitevin ( en una carta
circular de respuesta a las
Objecticms et responses ... su,- la liber­
té rel;gi,euse que en Perma:nences del último abril firmó Jacques
Regnier) que la Declaración
Dignitatis humanae del Vaticano II
no ha variado
la doctrina tradicional sobre los deberes del hombre
y
de la sociedad respecto de la verdadera religión, sino que lo que
ha hecho es "abandonar" el concepto de Estado cristiano. Según
Jo cual habríamos de entender qne
ha licenciado a los que aún pre­
tenden continuar siéndolo.
No queremos someter a juicio de esta estrategia. No estamos
en condiciones de hacerlo, ni nos compete. Pero
sí queremos su,­
brayar que se trata de una estrategia y no de una doctrina, que
681
Fundaci\363n Speiro

j. V. DE G.
estaría en total contradicción con el Syiiabus y las Liberi(])S Praes­
tantisimum, Inmortale Dei., etc. Una estrategia que, en cuanto afec­
te al bien común temporal, puede competir al poder civil tanto o
más que al eclesiástico.
Una estrategia,

en la cual éste puede
errar sin mengua de su magisterio: e incluso, resultar objetiva,
annque involuntariamente, injusto. Una es-trategia que puede fa­
llar y que puede ser tan arbitraria como lo fue en la Edad Media,
v. gr., la opción de Martín
IV a favor de Carlos de Anjou y con­
tra Pedro el Grande, en la estrategia mediterránea en el siglo XIII
frente al Islam y al Cisma de Bizancio.
Se observa, hoy, el desequilibrio repetidamente anunciado por
Jean Ousset (dr. "Por un. sano laicismo
del laicado cristiano'',
en VERBO, 3,z, págs. 77 y sigs.: "Patria-Nación-Estado" cap. VIII,
págs. 109 y sigs., y "Los dos poderes", cap. V de la parte I, de la
última edición de
P"ur qu'Il regne, anticipado en VERBO 93, pá­
ginas 215
y sigs.) y por André Roche ("Los católicos y la política",
en
VERBO 95-96, págs. 433 y sigs.) producido por el vacío de poder
temporal crisitiano.
Pero veamos como esta nueva estrategia se dibuja en la Oc­
togesima adveniens, 48, -§ 2:
"N uevam,ente dirigimos a todO's los cristianos, cJ.e manera apre­
mian.te a un ürttnia,,nvienta a la ,acción. En nuestra Encíclica sobre
el Desarrallo · de los Pueblos insistúmws j,a,ra que tod(Js se pu,­
siesen a actu(lfy: «Los seglares deben asumir-como su tarea pro­
pia la renO'IJ(J)ción del orden temporal; si la, función de la jerarquia
es kt. de enseñar e interpretm" arUténticarmente tos principios morar
les a segwitr en

este
ca-nipa, pertenece a ellos, mediante sus inicia­
timas y sin esperar pasivami.ente consignas
y directrices, penetrar
del espiritu cristiano la mentalidad y wstumbres, las leyes y /(])S
estructuras de su ccnnunidad de v_:da:». Qu:e ca,da uno se examine
pa.-a ver la pu,e él ha hecho hmsta aquí y lo que delnria, hacer. No
basta
recordwr los principio,s, a;firmar las intenciones,

subrayar
las
injustici(])S c/am,,orasas y proferir denuncias proféticas; estas pala­
bras
no tend,rdn p•eso real, si no van acompwñadas en, cada uno por
una toma de conciencia, más viva de su, prop,ia: responsabi!ida4 y de
una acción efectiva "
682
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
Esta carta no se dirige a los Estados cristianos, puesto que
-como tales- han sido licenciados; ni, por consiguiente,
les ofre­
ce la aplicación de la Doctrina social catálica..
Se dirige a las co,nvunidades cristiama;s y a los cristianos en
general (núm. 4, 25, 26, 48, 50, 51), insertos en un mundo plura,­
lista
(como el que nos muestra en los núms. 2 y 26 y sigs.) y les
incita a actuar
con una legítima variedad de opciones posibles
(núm. 46 y 50 en especial), aun en "movimientos históricos con­
cretos
nacidos de
las ideologías y, por otra pMle, distintos

de
éstas"·
en cuanto aquéllos vayan "de acuerdo con las sanos princip·ios de
/,a razón y respondan a las justas aspiraciones de la persona hu­
nwna/' (núm. _30); "en la política'J ·en sus diversos niveles -local,
nacional y mundial" (núm. 6)-; "en la diversidad de .~ituaciones,
de funciones, de organizaciones" donde "cada uno ha de situar su
respionsabil~dad'', evitando ''comprometerse en colaboraciones in­
.
condicionales y contrarias a lo~ principios de un verdadero huma,­
nismo" (núm. 49) y dirigida tanto a "los individwos, como a las
familias
y a los grwpos subs/J;,iari.os" (núm. 46), iluminados por la
"luz del Evangelio" y "las en~eña,nzas de la Iglesia" (núm. 1, 4, §
1.•, 7, 36) y la "tradición cristian{J)" (núm. 4, § 2), con su "exp,e­
riencia
de

siglos"
(núm. 42) y los "princip,ias morales" (núm. 48
§ 2.º).
N atemos que, en cierto sentido, cobra así nueva actualidad la
insistente llamada de Ousset acerca de la necesidad apremiante de
que el laicado asuma sus propias responmbilidades, pero no ac­
tuando en acciones ideológicas sino en la esfera de lo concreto,
en su respectiva competencia, donde el orden de las cosas les ·sirva
de fuerza real en su acción temporal (cfr. Jean Ousset, Promoción
del lOiicado,
en Los segl,ares en la vida pública y en VERBO 48, pá­
ginas

345 y sigs.,
Fá;tima o el deber de estado, en VERBO 58, pá­
ginas 517 y sigs. y discurso
inaugural de

la VIII Reunión de
amigos de la Ciudad católica, en
VERBO 80, págs. 923 y sigs. y,
muy en especial,
La acción, II parte, cap. II, III parte, cap. VII
y IV parte entera,
La estrategia de la carta busca la difusión desde abajo y hacia
arriba, por todas partes, del espíritu de acción
evangélica y
de las
683
Fundaci\363n Speiro

J. V. DE G.
enseñanzas de la Iglesia, efectuada por los cristianos a sus respec­
tivos niveles para empapar las instituciones de justicia cristiana.
No negamos, no obstante, que esa estrategia de la carta coin­
cide con la aplicación de los principios propugnados por Maritain
en El hwmanismo inteqral .,· pero esto no implica necesariamente,
a jnicio nuestro, la aceptación doctrinal de esos principios. (Véase
en
VERBO 91-92 Intoxicacia31,es roi,sseauwianas en la.s creencias
religiosas.)
VI. La táctica que se desprende de la carta. Confusiones que
al interpretarla se han puesto
d-e manifiesto.
La estrategia que acabamos de mostrar condiciona en gran
parte
la táctica a seguir. Pero influye, también, en ella de modo
decisivo la apreciación que la misma carta expresa de
la "armplitud
de

los
c'amthios a,:tuales" (núm. 7). No incita -explica Marce!
Clément en el primero de sus artículos-----a un juicio estático de
las "bases de una organizadón social dada" --cotejándolas,
en "la doctrina sociaJ/, e/Je la Iglesia'', "con el orden inmutable de
las cosas" -sino a desarroltarllJJS "por medio de una reflexión m,a..
durada al contacto con laJs situaciones cambiantes de este mundo,
bajo el impulso del Evangelio, como fuente de renovación, desde
el
momento que su mensaje es a,:eftado en

su
totat.dad y en sus
exigencias", con "una; voluntad desinteresada de serv!.cio y una
atención a Jo,j,_ m-áis p'O'bres", aunque se desarrolle "con la sensibi­
lidad propia de la Igl,esia", alimentada "en una e:cperiencico rica
de muchos siglos'', " lo qwe permite llswm.ir en /a. continuidad de
sus

preocupaciones permanentes
la inn=ción atremda y creadora,
que requiere
la situa,:ión presente del mundo'' {núm. 42).
Llama incluso a la vmaginación:
"lllnnás
en

cualquier otra época
habfa sido tan e:cplícito el
llammniento a k, imogino!Ción social. Es necesario consagrar a ella
esfuerzos de invención
y de cap,ital tan importantes como los in­
vertidos en armamentos o para las conquistas tecnológicas. Si

el
hombre se deja
lksbordar y no prevé a tiernp'o l11J emergencia de
684
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
fos nuevos problenw,s, sociales, éstos se harán demasiado grOJVes
como
para
que se pueda
esper{l//' una solución pacífica/' (núm. 19).
Y, sin perjuicio de señalar el peligro de las utopías y de "vivir
en un futuro hipiotético", añade:
" ... Pero
hay que reconocerla: esta forma de crítica de la so­
ciedad existente pravoca con frecuencia la imaginación prnspec­
tvva, a la ve,1 para
percibir en el presente lo pos;!,lemente ignorado
que

se
encuentra inscrito en él y para orient{lJI' hacia un /utu.-o
nuevo;
ella sostwne así la dinámica social por la confianza que
da a las fuerzas inventivas del espíritu y del corazón humano; y
si no rehúsa ninguna apertura, puede también encontrar nuew­
mente
el l/amom,,íento cristiano. El Espíritu del

Señor que
anvma
al
hombre renovado en Cristo cambia sin cesar las horizontes
donde
su inteligencia quiere encontr{ll}' su seguridad, y los lí,mi,tes
donde su acción se encerrwia de buena gana; le penetra una fuer­
za que le
1/wna a superar todo sistema y toda ideología. En el co­
razón del

mundo
permanece el misterio del hom/Jre que se descu,.
/Jre
hijo

de
Dios en
el
curso de
un proceso
hist6rico y psicológico,
donde luchoo
y se alternan presiones y libertad, grwedad del P'e­
cado
y sop,/o del Espíritu-"
"El dino.mismo de

la fe
cristiana triunfa entonces sobre los
cálculos estrechos.
del egoísmo. Anvmado por el poder del Espó­
ritu

de
Jesucristo, Salvador ele los hombres, sostenido P'or la es­
peranza, el cristiano se comprumete en la construcci6n de una ciu­
dad humana, pacifista, justa y fraternal, qwe sea una ofrenda agr(lj­
dahle
a Dws. EfectÍ!llahn,ente, lit espera ele una tierra nueva no
delle amortiguar, sino más bien a'l!'Óvar

la
preocupación de
per­
feccionar esta titrra, donde

crece el
cuerpo de la nueva fa»nilia hu,­
mana, el ciud pwede de alguna manera anticipar un, vislumllre del
siglo
nueva" (núm. 37).
Salleron, en otro artículo posterior en C arrefour publicado el
7 de julio, muestra su preocupación de que la táctia,, se sobrep'on­
ga
e imponga a la doctrina. Hasta ahora se contraponía, dice, lo
"doctrinal y lo "p·a:storal". "Lo "doctrinal", era el conjunto de las
verdades que formaban la materia de una enseñanza.
Lo "pasto~
685
Fundaci\363n Speiro

J. V. DE G.
ral", era el conjunto de las actividades tendentes a la difusión del
Evangelio y a la p<"Opagación de la Fe. "He ahí -observa- que
durante el Concilio, fue dicho y repetido que era esencialmente
pastoral y no doctrinal, mientras hoy se nos habla de la "doctri­
na" del Vaticano II y concretamente de la "doctrina" de la Gau ..
dium et Spes intitulada precisamente "Constitución pastoral".
Esa observación le lleva a notar que
"la doctrina
tiende a reab­
sorberse en la acción, ·viniendo así a ser doctrina de la acción, es
decir, praxis según el vocabulario marxista". Su temor de que,
efectivamente, Paulo VI haya "relegado la doctrina a un segundo
platlo para suscitar una acción puramente religiosa.", lo basa en
que
"una acción po:títica, o estrecham~nte ligada
a la
:ixilítica, a

la
que invita a los cristianos," puede dar lugar a que: '-'En esas
condiciones, la condenación de las ideologías tenga todas las pro­
babilidades de pesar bastante menos que la necesidad lógica que
impulsará a los católicos a unificar su vida alrededor de su ac­
ción''.
Al comentar esta observación, L'HOMME NOUVEAU del 18 de
julio añade: "Paulo VI invita a los cristianos a una acción polí­
tica
a su elección y les recomienda deducir «normas d:e j~icio y
directrices de acción, según las enseñanzas sociales
de la
Iglesia
tal como han sido elaboradaSJ> desde León XIII (núm. 4). Los
temores de Salieron son legítim-os. Pero no pueden concernir sino
a quienes ignoren el párrafo 4".
"La ventaja de la carta Octogesim(JJ adveniens, es que incita,
más aun que a una exposición doctrinal, a una reflexión al límite
d·e la cual aparece claramente que el Evangelio, sin e Derecho na­
tural, no es más que un fariseísmo social".
Estamos convencidos de ello: porque hüy estamos viendo a
tantos cristianos y a muchísimos clérigos tomar a contrapelo los
consejos evangélicos, para imponerlos al prójimo, con lo que de­
jan de ser "consejos" y "evangélicos", y porque vemos tantas veces
las
11bienaventuranzas" de unos convertidas porr algunos en "mal­
aventuranzas"

para otros,
las exclamaciones
de amor en impre­
caciones de odio ... La imposición a los demás de uua mezcla d~
686
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
teologismo y de empirismo suele resultar explosiva, como la ex­
periencia enseña.
Igual ocurre con la verdad revelada en los mandamientos. El
"no matarás" necesita del orden natural para que sea entendida
la legítima defensa personal o social. El sentido del "no hurtar
rás"

-está ligado al concepto de la propiedad, muy distinto según
se co-nsidere, como Proudhon que "es un robo" o se piense, como
el P. Calme!, que hoy al robo se le llama ordenación del territorio
o reforma de la empresa.
Sin
embargo, no

es de extrañar que los temores de Salieron
resulten ya c:onfirmados por quienes leen la carta con una men­
talidad totalmente opuesta a la de su autor.
Así, los textos que antes hemos transcrito han dado lugar a
que el marxista Garaudy muestre su satisfaoción.
Primero en una declaración a
R. T. L., que ha referido Clau­

en
Nouvel Observatewr del 24 de mayo, en la
que afirmó de la e.arta: "Es W1 plan de trabajo, una iniciativa ca.­
pita de una Iglesia en movimiento ... " ''Este texto no es emba­
razoso para un marxista, desde luego para un marxista que no re­
duce el marxismo a sus perversiones positivistas y dogmáticas. Ha
llegado el momento de profundizar la iniciativa teórica de Toglia­
ti en 1%3": "Pensamos que la aspiración a una sociedad -socialista
no solamente puede abrirse camino entre los hombres que tienen
una consciencia religiosa, sino incluso hallar en ella un estimu­
lahte" ...
"Esta carta no huele a opio. La gran revolución, queda
por hacer, y sería una desgracia histórica si no la hiciéramos jun­
tos."
Y, más tarde, en La Craiz, del 4 de junio (haciendo de la
carta, según comenta L'noMME NOUVJ¼U del 20, "una lectura ma­
terialista''), escribe:
"La carta del Papa, no evoca otro mundo; hace una llamada
para construir un mundo diferente. E invita a los cristianos no
a actuar al
sólo nivel

de las
conciencias, sino
al nivel de las
"es­
tructuras" (SO) ... " afirmar que la vida tiene un sentido, no es
una comprobación, es un compromiso: es proclamar su confianza
687
Fundaci\363n Speiro

J. V. Dll G.
en lo que el muudo, por nuestros esfuerzos podrá llegar a ser".
E iusiste:
"Es de subrayar que, incluso antes de evocar su fun­
damento religioso el Papa insiste en la trascendencia del hombre."
Concluye el artículo de Garaudy con las mismas palabras que
las últimas frases de su declaración en
R. T. L., pero intercalando
entre ellas, que la carta hace un llamamiento a "los cristianos
-pero sin atribuirles la exclusiva-para que hallen en su fe W1
fermento para su acción política", para "inventar formas de demo­
cracia moderna" (52};
y que: "Nunca una base tan construc­
tiva había sido· ofrecida para uu trabajo común ni hecba una lla­
mada tan emotiva a la "imaginación prospectiva" (37).
Pero la visión más marxistizada de la car,ta la hemos visto
expuesta en Madrid por Ezequiel Cabaleiro. Queremos subra­
yar, antes de comentarla, que nos guardamos muy mucho de ta­
c'1ar a

este periodista de marxista
consciente o
afiliado. Nos limi­
tamos a hacer notar que su perspectiva está notablemente influida
por ese marxismo que va invadiendo nuestro ambiente. Es algo que Jean Ousset hizo notar, al conmemorarse los veinticinco años
de la Dwini Redempt BO
55, Un movimiento de acvgwa al comunismo, y que J. Gil Mo­
reno de Mora subrayó
de modo incisivo en VERBO 75-76, al for­
mular uua serie de preguntas que respondían al título,
¿ Es V d.
mar .. dstaf
En síntesis, la perspectiva con la que Ezequiel Cabaleiro lee
la
carta apostólica le hace hallar en ella :
~ La "desmitificación" de la "Doctrina social", en cuanto ésta
entiende "que la sociedad tieneJ como el resto de la Naturaleza, una
arquitectura original y un orden propio dispuesto por Dios que
debemos conservar'', ley natural de 1~ sociedad "que nuestra ra­
zón puede llegar a
conocer" y que "la Doctrina de la Iglesia cus­
todia" y "ayuda y legitima (infaliblemente dice Utz) los trabajos de la inteligencia humana para descubrir dicha ley" ("El mito de
la Doctrina social católica", 10 junio). Todo esto es lo que él cree que ha sido "desmitificado". Antes hemos visto que no ha
sido así en lo referente a la doctrina social católica, luego veremos
que tampoco lo ha sido respecto del orden natural.
688
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
-La "lógica" de·t materialismo histórico, según el cual "la
Historia, concretada en determinado momento de cada pueblo,
tiene su peculiar razón, interpreta las cosas a su manera'' ... ''La
libertad y la justicia son burguesas, proletarias o feudales; es de­
cir, de un tiempo o de otro. Todo depende de lo que se piense
cada vez de la visión del mundo que entonces se tenga. No siem­
pre se puede ser libre, igualmente libre" : "La existencia social
determina la conciencia" ("~egún el análisis de la sociedad", "por
los marxistas"), Todo h,echo social es un hecho histórico y no hay
un orden, una ley permanente universal". Esa interpretación la
deduce (en "Ante la doctrina marxista", 11 junio) de la referencia
que
la carta hace en las dos últimas frases del núm. 3,3. Estas, lite­
ralmente, dicen que el marxismo:
" ... Finalmente se p.-esenta, por otra ¡,arte, bajo una forma
más atenuada, m,;ás seductora para un espíritu moderno: como una
actitwiad científica, como un riguroso método de examen de la
reaJitA,d social y pülítica, como el vínculo mcwnal y experimen­
tado por la historia entre el conocimiento teórico y la práctica d,e la
transfürmación revolucionaria. A pesar de que este tipo de análms
Cüncede
un valor primürdial a

algunos
aspectos de
la
realidad con
detrimento de
otros, y los interpreta en función de la ideolog{a,
propürciona
por

lo
demá:s a alg,tnüs, a la vez que un instrumento
de
trabajo,

una certeza,
previa pam la

acción,
la pretensión
de
descifr{])t', bajü una forma científica, los

resortes de
la evolución
Cabaleiro, comienza la transcripción de esas frases en la pa­
labra "seductora", anteponiendo el advervio ponderativo "tan"
en lugar del cuantitativo "más" y cambia el artículo determinado
"el" por

el indeterminado
"nn", delante
de "espíritu
moderno"·
Esto tiene poca importancia, pero sí la tiene que en su cita deja
en puntos suspensivos la crítica del Papa: "A pes{])t' de que este
t;p,o de anáJ,isis wncede un

valor
primürdial a algunos

aspectos de
la realidad con detrimentü de

otros
, y los interpreta en función de
la ideo/ogfd', de 'la cual en los núms. 28 y 34, como luego vere­
mos, dice que sería "p·eligrroso e ilwsorio adherirse y olvidar"; y,
también la tiene que omite la última parte del texto, en la cual,
.. 689
Fundaci\363n Speiro

f. V. DE G.
ante el hecho de que este tipo de análisis proporciona a al!JUnos, a la,
vez que un instrurrn.ento acc~G'n') ésta es calificada de pretensión.
Con estos "olvidos", se aventura a responder, a su J)Tegunta
¡Se acepta;?: "Esta nueva mentalidad no es desechada por el
Papa, ni menos aún condenada en términos absolutos. El len­
guaje romano procede más por alusiones que por afirmaciones"
(Siendo así, como dice en esta última frase,
¿ no conducen las "alu...:.
siones", que omite el articulista, a entender que es aludida la "con­
denación"?). Alega también los textos que a seguido examinaremos,
y añade: "Lejos de mi intención el atrevido e ingenuo propósito de
conciliar Marx y Paulo VI. La carta es medianera, un puente
pontifical entre un pasado cristiano y un futuro cristiano".
Y,
aún afirma en el sigtüente subtítulo, refiriéndose también al
análisis marxista: Se u,sa;; "Lo que ha.ce el Papa es relativizar,
aguar el viejo modo de discurrir, denunciarlo implícitamente como
superestructura, hacer cuestionables, abolibles, las ideas que se
tenían
como básicas, pensar que pueden ser otros (pluralismo),
para acercarse luego sin supuestos previos, no fundamentales a
la verdadera naturaleza de las cosas." [Pero, preguntamos nos­
otros,·¿ hay

o no hay un orden, una naturaleza de las cosas, que
no sea un mero devenir que lo engulla?]. Como prueba de esta
afirmación snya cita el párrafo
2.'º del
núm. SO de la carta, omi­
tiendo su última frase. Dice su cita:
"... Es v1erdad qu.e m,uchos~ involucrados en las estructuras
y los condicionamientos modernos, est&n determinados P'or su há­
bito de {Jens11J1niento, sus funciones, cuanto ,w /o, están tarmbién
por l/JJ saloogum-dia de mtereses materiales. Otros sienten tan pro­
fwndam,,ente
la solülarúJad de clases y de culturas, que llegan a
compartir sin reservas todos los juicios y la.s opciones de su
medio ... ''
Pero la última
frase de

este mismo párrafo, omitida en la cita
del articulista, dice así :
"Cadi, uno deberá probwrse a sí mismo y hacer surg1ir la ver­
dadera libertad según Cristo, que abre a lo universal en

el
seno
mismo de condiciones más particulares."
690
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOIJCA
Es decir, que la verdadera libertad existe. Es posible superar
estos "condicionamientos
modernos", sobreponerse
a
las "deter­
minaciones" de las "estructuras", de fos "háb1tos de pensamiento-",
de las "funciones" y de los "intereses materiales".
-El método dwléctico, "me atrevería a asegurar" - dice en
el mismo artículo últimamente citado-- que "es utilizado en la
misma carta". Como indicio
de ello,

cita la primera frase del
núm. 4
y dos fragmentos del núm. 7 aislados del contexto que
contradice su tesis.
La primera frase del núm. 4 -"Frente a si,tu,aciones tan di-­
versas
nos

es difícil
pronunciar una fralabra única,

como
también
prop,oner
una solwción con valor universal ... " -no vemos que
tenga nada que ver con la dialéctica, sino que bien creemos que
obedece a criterios
semejantes a
los del realismo integral del mé­
todo jurídico de Aristóteles, de los jurisconsultos romanos, de Santo Tomás,
y de los autores de Derecho intermedio y de nues­
tros foralistas, frente al racionalismo de
la escuela protestante del
Derecho natural
y de los ensueños difundidos por la Revolución
francesa.
De los fragmentos que recorta de
las t,es últimas frases del
núm.
7 -que pueden verse íntegramente transcritos más atrás-----­
el primero -"Es necesario situar to,s problemas sociales plantero­
dos por la e'(;onomía moderna... dentro de wn contexto más am­
plio
de cwil~za.c'ión nueva"-tampoco tiene que ver con su aserto
y corresponde al realismo del método jurídico aristotélico-ro­
mano-común;
y ·el segundo, el hombre moderno está "vaci­
lando en aceptar las lecciones de wn pas/1,do que se considera su-­
P'erado y demasiado diferente", no es presentado en la carta sino
corno exposición de· un hecho que, precisametne, es censurado en
el inciso final de
la misma frase, al añadir crtiene, sin embaJ'go,
necesi,dad
de escla1'ecer su

futuro
-futuro que él percibe

ta:n
incier­
to

como inestable- por
medio de verdades pernwnentes, eternas,
que

le
rebasan ciertamiente, pero cuyas huellas puede

él,
.l)i quíere
realmente, ert,,¡:ontrar por


mismo''. ¡ Subrayemos! "verdades per­
m,am,entes, eterna.i', "que la; rebasan", cuyas huellas "puede en­
contrar
por sí
mismo".
691
Fundaci\363n Speiro

J. V. DE G.
En el artículo siguiente --Progreso del hombre, del 12 de
junio-, olvidando otra vez esta afirmación de la carta, ex.clama:
"¡ Si se hubiese advertido a tiempo acerca de la provisionalidad,
de la temporalidad de las soluciones cristianas!",
Es evidente que el articulista no ha padido calar la profundi­
dad de las frases que
repetimos en
cada número de V
l(RBO al pie
de la contraportadilla, en las cuales San Pío X, después de afir­
mar en su carta N otre charge apostolique, que "no se edificará la,
ciudad de un modo distinto a como Dios la ha edificado", añade,
refiriéndose a la civilización cristiana: "No se trata más que de
mstaurO!r'la s,'n cesar, srJ/Jre sus fundamentos naturales y divinos
contra /o,s ataques siempre nuevos de la utopia malsa,na,, de la
revolución y de la impiedad: omnia instaurare in Christo".
Por esa incomprensión, el articulista se inclina a creer que :
"la experiencia evidente de la historia de
la Humanidad", "pa­
rece ser una lucha contra la Naturaleza dada, más bien que la
adaptación a
ella", y a aceptar: "El moderno pensamiento dia­
léctico ha parcelado históricamente la sociedad, y considera que
ésta ha intentado re4acerse muchas veces, que procedió por con­
tradicción consigo misma,
y en última instancia por revolución".
Pero, lo que es lucha contra el orden natural (no lo confun­
damos con el mero orden público) o contra su
desarreglo ( el ver­
dadero desorden), que provoca nuevos desórdenes, para el mar­
xismo
es dialéctica
del progreso, tal
como acepta el

articulista, que
cree que esa teoría --1Uás de cien años vieja- es la última palabra
'de la

ciencia. Aunque los últimos hallazgos de la física cuántica,
muestran que el progreso se halla en la "interacción" y no en la
"dialéctica", y, al decir de Erik Kraemer, en La grande mutation,
que "entre la teoría de los cuantos que sostiene el edificio científico
de la edad atómica, y el pensaroiento de los economistas y filósofos
marxistas o tecnócratas parece que hayan trapscurrido siglos.
No
tienen ya ni W1a idea común".
-La praxis: "No se trata ya de conocer el mundo, sino de
cambiarlo", dijo Marx. "No se trata tanto de repetir incesante­
mente la fórmula primitiva, como dominarla", dice Cabaleiro en
su artículo del 12 de junio. Su autor, en el artículo del día ante-
692
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRJNA SOCIAL CATOUCA
rior, bajo el epígrafe Ortaprazis, dijo que con el nuevo criterio de
la carta: "la conducta social de los cristianos no consistirá, en el
discernimiento teórico o en la catequesis del sentido original de
un orden natural constante
(ortodmcia) y
en la restauración in­
cesante de la annonia primitiva, por la imposición de esa. or­
todoxia".
Para .el articulista, la "conciencia colectiva de lo actual mos­
trará las "inclinaciones naturales" de
hoy, "la

ley viva de la jus­
ticia
y la libertad", para "con-ellas (ortopraxis), comprometerse,
restructurar el orden establecido, desordenarlo, si se me
entiende
bien".
El apoyo que, a este respecto, cree hallar en la carta, es un
:fragmento del

núm.
50: "La Iglesia invita ,a todos los cristiomos
a hacer evolucionar k,s estructuras para ada,ptarlas a /,as verdade­
ras necesidades actuaies."
Nos parece difícil fundar una interpretación de esta clase en
estas palabras. Aparte de que habrá de preguntarse cuáles son
"las estruoturas que hay que qa<:er evolucionar" : hoy predominan
en medio mundo las del capitalismo liberal, entremezclado, en ge­
neral, con una forma democrática. y con un intervencionismo es­
tatal más o menos tecnocrático; y, en otro medio mundo, un to­
talitarismo socialista de raíz marxista.
Por lo demás, la carta señala que los cristianos deben "dedu­
cir principios de reflexión, normas de juicio y directrices de ac­
ci6n según las enseñ;mzas sociales de la Iglesia taJ/, como hwn sido
eUJJboradas "
lo /a;rgv de " Historm ..

,"
(núm. 4) y que sacarán
"de las fuentes de su fe y de las enseñanzas de /a; Iglesia /os prirA­
cipios
y las normas oportunos pa;ra evitar el dejarse seducir, y
después encernzr en un sistema cuyos límites y totalitarismo co­
rren el peligro de aparece,, 0!1lte él demasiado t,a;rde, si no lo perri,­
be

en sus
rokes" (núm. 36). ¿ Está claro el peligro que significa
la
ortoprazis?
- La concienciCD colectiva de lo actual, como acabamos de ver,
cree Cabaleiro que es la norma de la ortopraxis. En eso insis­
te en el epígrafe siguiente, donde estima que la "nueva idea ver­
te/,ra/," es el reconocimiento de "/a virtualidad de la conciencia co-
• 693
Fundaci\363n Speiro

J. V. DE G.
1lectiva de las necesidad.es actuales. Colectiva y no de clan." Pero
luego
comentaremos esto.
- La relat,mdad de la moral r;nte el progreso científico, co­
mo

"muchos creen, entre ellos los marxistas" -dice en el artículo
del día 11-, conducirá lógicamente a no usar la moral como ne­
cesidad, como una sanción exterior, prop,ter iram sino que la so­
ciedad se eonducirá razonablemente, prop1ter consciffltiann. Los ta­
bús sexuales desaparecerán y "donde no hay asesinos no hará
falta prohibir
el asesinato"
(Haveman).
Aunque reconoce que,
según Paulo VI, siempre habrá un lu­
gar para la
moca], la -tesis, de

la modificación de la moral por el
progreso de las ciencias la apoya en
el núm. 40 de la carta, que
ciertamente
poca base le ofrece a nuestro parecer. Pero lo in­
dudable es que no dice lo que entiende
el articulista, al resumir
"que la moral va a retirar-se de la ciencia, y no será discutible
más que
científicamente"; sino

que, contrariamente, indica que
"cada discipiina científica no P'odrá comprrender, en su partícwla­
rida más que un aspecto parcial, aunque verdadero del hombre;
la tot!J/ídad y el sentido se le escapa/'. Olvida también que el nú­
mero
48, § 2, recoge del núm. 81 de !a P<>¡,ulorum progresio la
afirmación de que
"la función de la jerarquía es la de enseñar e
interpretar
auténticamente los principio,s mor!J/es según ...

".
-El

mito
marxista de la

desaparición del Derecho
y el Es­
tado
--de que nos hemos ocupado en "El mito de la desapwrición
del

Derecho",
cfr. en Los mitos actudes (Ed. Speiro) o en VER­
BO núm. 77 agosto-septiembre 1969, págs. 579 y sigs.- es apun­
tado en
el texto del artículo en el comentario que hemos recogido
acerca de la moral
p~ofrler conscientiam. Pero en el artículo del
14 de junio,
La política, llega a plantear si "el Estado, en cuanto
formalización de un orden establecido
ha perdido objetivamente
su importancia cristiana"; y si tal vez en la carta "se cree con los
marxistas que el Estado es un producto histórico de la sociedad que
finalmente desaparece cuando
el pueblo se apodera de él''c
Estas preguntas le son suscitadas por que la carta no se dirije
a los hombres de
Estado sino

a las comunidades cristianas
-sm­
tes hemos explicado que es así poc razones muy distintas motiva-
694
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRJNA SOCIAL CATOUCA
das por la actual ,estrategia- y en que "la Iglesia llega a negarle al
Estado
capacidad ideológica

para organizar la libertad", según
dos
frases del

número 25 que dicen:
" ... No pertenece ni al Estado ni tampoco a los partidos po­
Uticos que se cerraríam. sobre sí mism.os, el trotar de i1np·oner una
ideologia por medios qwe desemboca,ri,,n en la dic/111Íura de los
espír;tus, la peor
de todas. Toca a

los
grupos culturales y

reli­
giosos
--dentro de la libertad de 111Íhesión que ellos sup'onim­
deswrrol/wr
en el cuerp,o socicd, de manera desinteresada y por su
propio cmnino, estas convicciones últimas sobre la naturaleza, el
origen y el fin del hombre y de /,a sociedad."
La conclusión de Cabaleiro parece que excede mucho de esa
premisa.
Por

otra parte, la carta contradice su concepto muy clara­
mente en dos textos :
------en su núm. 24, se refiere a la "sociedad política" requerida
corno "perfeccionamiento y como condición. para su desarrollo" de
las "agrupaciones pa:rticulares", a través de las cuales el "h.ombre,
ser social", "construye su destino".
- y, en el núm. 46, se ocupa del "p·oder político", del cual dice
"que constituye eil víncuJl.a natural y necesario pmra asegurarr la co-­
hesión del cuerpo social.
- El bien común, como "resultado de un equilibrio ocasional
de tensiones múltiples, es, según el artículo del día 14, La p,o/í­
tica,
el nuevo significado descubierto por la carta. Así ya no ex­
presa "una unidad más alta", como lo significaba para Pío XII,
"sino

la
núsma dialéctica
de la
realidad": "El ~echo de
que
la
Iglesia piense y trate la realidad política como un proceso de gru­
pos en lucha o, al menos en concurrencia, sorprenderá a muchos.
Hasta ahora,
el bien común de los católicos desconocía en torno
a él los términos lucha, compromiso o convergencia. Sus térmi­ nos propios eran: lo orgánico, lo comunitario, la solidaridad, la
armonía, la unidad. Todo lo más se hablaba de la tolerancia".
El apoyo que esta opinión halla en la carta es muy pobre, o
mejor dicho, nulo- El articulista lo cree hallar entre las últimas
palabras del núm. 42, que aluden a las preocupaciones permanentes
695
Fundaci\363n Speiro

]. V. DE G.
de la Iglesia, que le permiten asumir "la innovación a.trevida y
creadora!''. Poc esa fragilidad del punto de apoyo, el autor no
arriesga la afirmación y aún concede que "el tema no está des­
arrollado en toda su extensión sino sólo insinuado con todo el
riesgo y penalidades que esto supone". Insinuación inaceptable,
pues su pretendida realidad es también desmentida por la propia
carta que, en su núm. 23, rechaza la ideología marxista, entre
otros motivos "par su dialéctica de la violencia", y que, en su nú­
mero
34, declara "ilusorio y p·eligroso" "entrar en la práctica de
la lucha de clases y de su interpretación ma.rxista dejando de per­
cibir el

tipo de sociedad
totaJitaria y violenta, a la que conduce
este proceso".
Ni la dialéctica es camino del bien común, ni un punto de
vista marxistizado es el que puede permitir entender las palabras
de Paulo VI, que no piensa precisamente en la acción como lucha
dialéctica
sino, al contrario, como posibilidad de "convergencia
y unidad", fruto de "una, actitud de caridad más profunda" (nú­
mero SO)
y que repetidamente invita a la "participación en las
resp/J'/lsabitúl (núm. 47), pide una "acción solidaria!' (nú­
mero S)
y especialmente en el núm. 23 encarece la caridad y /.a
solidaridad, en las cuales muestrs más· confianza que en las regl,as
jurídica en su s;gn.ificado tradicion<>I armónico.
Además, la carta alude, c~aramente en su sentido básico, al
Nen com,ún:
-en el núm. 34, en que refiriéndose a la sociedad política,
que comprende una serie de agrupaciones particulares, dice en la
última frase de su § 1: "Toda actividad particular debe integrarse
en esta saciedad
am,P/iada y adquiere, así, /,a dimensión del bien
común."
-y en el núm. 4ó, § 2, refiriéndose al p,oder político, dice
que "debe tener com.o finalidad la realización del lnern común",
que "tiene la responsabilidad última'' del mismo, y que "induce
a concurri'r a la realización de este bi'en común" a "los i"ndividuos
y a los cuerpas intermedios".
En una visión panorámica de los artículos comentados, pode­
mos añadir que Ez.equiel Cabaleiro ignora, o escamotea, el ver-
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
Derecho natural, dinámico
y objeto de continua búsqueda y expe­
riencia. Para él, todo lo dinámico es marxista y todo
el orden na­
tural es estático. Lo confunde así con el monismo del ser y
reduce la consideración como dinámica al monismo del devenir)
sea marxista o teilhardiano. En cambio, el Derecho natural clásico
tuvo siempre una visión a la vez estática y dinámica de la reali­
dad, integrada por
el ser y el devenir, descompuesta en su imagen
dinámica en
p,atencia y en acto. Si algún lector quiere una expli­
cación breve del orden natural le recomendamos la lectura de la
I
¡xirte de

los referidos
Fundwmentos de la Política, y si quiere
conocer elementalmente su relación con
el Derecho natural dá­
sico
puede

leer nuestros esbozos:
El Mden natu:ra y el Derecho,
en VER.Bo 53-54, págs. 227 y sigs.; ¿Puede discernirse el orden
na,tu:ral y

con
qué alcance? ¿ Qué incidencia tiene en, él la aJcción
del hom/J,yet, en VERBO 73, págs. ]f;F y sigs., y Contro'IJers.ias en
IO'Yno a, Derecho

natural
en VEruio 90, págs. 929 y sigs., y, para
quien quiera profundizar, señalamos el interesantísimo y sugesti­
vo volumen del Profesor de la Universidad de París, Michel Vi­
lley,
La formation de la p'ensé'e ju:ridique moderne (Conrs d'His­
toire de
la Philosophie du Droit, 1961-1966).
Pero hay algo más que también desconoce o quiere ignorar
el articulista en cuestión: es el pensamiento "doctrinal" de Paulo
VI en los temas tan atrevidamente desarrollados en el diario
Madrid. El lector asiduo de VEruio puede comprobarlo fácilmente
releyendo los textos de Paulo VI que en
las primeras
páginas de
cada número aparecen. Sin alejarnos más allá de dos series y
examinando alguno de los pendientes de próxima publicación,
en­
tresacamos bastantes, totalmente contradictorios, con los puntos
básicos de los criterios propugnados o insinuados en la serie de
artículos referida. Así:
-La ley natural, el orden de la justicia, el derecho natural lo
recoI1tOce y ·encarece Paulo VI en los textos recogidos en las pá­
ginas f>JY7 a 812 de VERBO 89, de allí estractamos:
"La justic,'a cual la concibe, la profesa y difunde la Igv,esia,
es decw, la que está fundada en /,os principios .moeroles del orden
697
Fundaci\363n Speiro

J. V. DE G
objetivo de la ley divina, natural y positiva ... " (Discurso a la
Sagrada Rota

Romana, del
23 enero

1967).
" ... habéis manifestado vuestm fe en la asistencia de lo que
nuestro
predecesor el Paipr, Pío XII 1/a:maba un

orden
natural de
justkia, la fuente de normOJs impemtivas para la vida en sociedad
y tos necesarias prenotandos para toda legislución ¡,o.ritwa. Esta
últvma debe estar de

acuerdo
t:on el orden natwral de la justkia
y

en
él encuentre, inspN"adón". ( Alocución a un grupo de jueces
de Estados Unidos de 11 julio 1970.)
Quien quiera ampliar esta comprobación puede leer en
VERBO
87-88, págs. 703 y sigs., el interesante trabajo del Profesor Ber­
nardino Montejano (h.)
Orden natwral y subversión, en el pensa­
miento pontificio.
-
El ma,terialismo histórico es radicalmente incompatible con
la

permanencia de una verdad que se sobreponga a todos los cam­
bios históricos, económicos, materiales. En V
ERBo 87-88, pági­
nas

545 y sigs. podemos repasar varios
textos demostrativos
pero
tan sólo nos contentaremos con repetir unas líneas de la pág. 3
de VERBO 91-92, en las cuales Paulo VI encarece: "evita,-las
consecuencias catastróficas que surgirían
al admitir que niinguna
norma
y ninguna doctrina Picne título para permanecer en el tiem­
po" y, hace notar, que "todos nosotros, especialmente los creyen­
tes, advertimas que algo permanece en la sucesión del tiempo y
que debe p,erm,anecer si no queremos que la civilización se trans­
forme en caos, y que el cristiMlismo pierda toda razón de ser en
la vida moderna". Es decir, que si nada permanece no hay civi­
lización ni cristianismo.
-Contra los dictados de la llamada conciencia colect>IJ(l,,
Paulo VI nos ha puesto reiteradamente en guardia. En VERBO 94
se recogen varios textos suyos que pueden ilustrarnos al respecto.
La eonsciencia "no es fuente del bien y del mal", "para ser norma
válida
del

obrar
humano, debe ser recta·", "tiene necesidad de for­
marse''. (Alocución en la audiencia general de 12 febrero 1969);
frente a "la magi(JJ invi,sible, p·ero poderosísima, de la opinión1 pú­
blica alimentada y diri(!ida por los medios de comunicación social"
que "intenta arrollarnos y domfflarnos", "debemos defender nues-
698
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CA1 OLJCA
tra conciencü, nafaral, ilumvnada por principios lógicos y morales
superiores". 1970).
"Qwien se deja lleva,, P'or la moda del pensamiento, por la,
opinión de la masa, frecuentemente no se da cuenta de su propia
actitud servil
... " 1970). Las citas podrían multiplicarse.
El
Cardenal Villot,

en su
tan "contestada" Carta, como Se­
cretario de Estado, en nombre del Papa al Congreso de la "Unión
Católica Internacional de la Prensa", del 15 de julio, piensa que
"si nos encontrCJmos frente a opincmes que aje'ctmn a la integridad
del
dogma y de los principios morales", "Podría, por /o, demás
preguntarse si es todavía exacto, en

este
ca'SO, hablar

de opinión
pública en
fu Iglesia, o si no se debe, P'Dr el contrario, hablar de
op,nones que por sí mismas, por su propio conteni.do, se sitúan
fuera
de la verdadera Iglesia de

Cristo".
-Ante la praxis, contra el destacar la acción sobre todos los
valores humanos Paulo VI observa:
"El hombre corre pero como
un giga-ni.te ciego", porque "carece de la auténtica nota que hace a
la acción verdaderamente ~a y es la moralidad, la ciencia; del
deber, del
bien,, la ciencia del verdadero fin" (Alocución en la
audiencia general del 10 marzo
1971)-
-La relatividad moral también fa vemos reiteradamente re­
chazada por Paulo VI. En su audiencia
general del
7 de octubre
1970, insiste en que hay una
"ley natural, estwble y posititua:', sin
que se Pueda "limita;, el juicio, directivo del obrar a la situación''.
Frente a esa ley, "la ciencia y la técnica, p'Or desarrol/ado,s que
se consideren no podrá,n jl>m/Í,s ilustrar al hombre sobre sus pro­
blemas
Jsenciales: su origen, su naturaleza, sw fin,

sus derechos
y sus deberes'', repetía, en nombre del Papa, el Cardenal Secre­
tario de Estado, a
la Unión Mundial de Profesores Católicos, el
primero de agosto de 1970.
La dwléctica, tan contraría al espíritu de Paulo VI y de su
Octogesima adveniens, como acabamos de ver, ha sido a mayor
abundamiento expresamente rechazada en la Carl:OJ a la LVIII
Semana social de Francia, dirigida en nombre del Papa, el 3 de
julio,
por su Secretario de Estado, el Cardenal Villot.
699
Fundaci\363n Speiro

f. V. DE G.
Se formulan, al efecto, en ésta, las siguientes preguntas:
"¿Por qué se ven surgir divergencias tan numerosas, tan di­
versas, tan tenaces, que provocan semejantes conflictos entre lo,s
hombres? ¿De dónde viene, pues, esta, tendencia -incluso entre
/as homb>res de buena voluntad, preocupadJos por el bien común-­
a endurecer est(J}S op,osiciones constantemente renacientes, a, radi­
caUzmr estos enfrenl-ientos, ha,sta correr el ,;esga de poner en
peligro su querer mvir P'ersonal y comunitmrio? ¿Cómo explicar
al misma tiempo la permanencia de un deseo

de
unidad por
enci­
ma de

los conflictos,
y el crecimiento de un sentimiento de soli­
daridad ampliado e, las dimensiones del n,undo !".
A ellas les da primero una respuesta negativa: No procede
de la
dialéctica que
el materialismo histórico expone.
"Para un cristiano,· la respuesta no procede, vosotros lo sar
béis, de un dualismo vrreductible, o de una dialéctica en la que /,a
lucha entre las fuerzas hostiles seria
el ca,wino obl;gado hacia una
armon4a
total.

El
plan de Dios sobre

el
mundo es

un
designio de
{JJl11,0r y de paz en,tre el hombre y la mujer, al ;gua/ que entre /,as
d,'versas comunidades humanas
deshechas por el

pecado ( cfr.
Gen., 3, 4
y 11)-Y Cristo he, venido a derribar el muro de odio
que
separa a

los hombres (cfr. Efes.,
11, 52). Tal es
nuestra fe
y nuestra esperanza, tal es /,a fuente inalterable de nuestra amor."
Y, después, otra pos,itiva:
"Es que el pecado marca profundamente ei cor bre, desde Adán y Eva y Caín, el homicida. La herida, introducida
en el seno

de
la pareja y de la fam,vlia y entre los pueblos ewvene­
na
las relaciones, las cUJbre de agresimidad y opone a unos contra
afros
y a

los
partidarios que

tiene en
primer lugar levantados
contrr:J D,jos."
En esto, la oposkión no puede ser más radical entre el cristia­
uismo y el marxismo. Como agudamente ha hecho notar Marcel
Clément eñ El .,comwnismo versus Dios, el marxismo es una reli­
gión antitrinitaria, basada en la dialéctica del odio, mientras para
el cristianismo "Dios es amor".
700
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
VI. Ideologías y criterios, contradictorios con la doctrina so~
cial católica.
Una confirmación de ,]a vigencia, según la carta, de la doctrina
social de la Iglesia, la hallamos en
la expresión de lo que en ella
se rechaza, o respecto de· lo cua,l pone en guardia. Así Salleron
la ha calificado, según hemos visto antes, "como un nuevo Sylla­
bus que se dibuja en filigrana detrás del rechazo de las ideologías
y de las utopías y del positivismo que gobiernan el mundo mo­
derno ... ".
Vamos, pues, a tratar de hacer
resaltar esa filigrana:
A) Comenzaremos con los sistema,s ideológicos, entre los
cuales la carta va repasando:
a) Incluyéndolos expresamente en la enumeración de aqué­
llas a las cuales el cristiano "que quiere vivir su fe en una acción
poUtica concebida como servicio", "twmpoco puede adherirse .rin
contradicdón" porque "se oponen radicalmente, o en pwntvs sus­
tamciales, ai su fe y a su concepción del hombre", tenemos por
orden de exposición del núm. 26 y en el núm-31:
1.0 "La ideología mn,r:dsta, su .m,ate-riaJismo ateo, su dialéc­
tica de la. violencia y la manMw conw ella entiende la l.ibertad in­
dividual dentro

de
la. wlectvuidad, negando al mismo tiempo toda
trascendencia a homl,,-e y a su histc,ric, personal, y colectiva!' (nú­
mero 26).
Ante la Evolución histórica del marx-isnw, agrega en sus nú­
meros 3,2 a 34 :
32. "Otros cristianos se preguntan tarrnbién si u.na e~olución
histórica
del tnmrxismo no (IJUtarizaría, ciertos acercamientos con­
cretos.
N otwn1 en efecto1 un cierto estalfido de'l marxismo-, que
hasta ahora si! presentaba como una ideología unitaria, explimtiva
de la total.idad dJel hombre y del mundo en su proceso de desarro•
llo y, por tanto, atea.

Fuera del
enfrentamiento ideológico que
sepa!Yia oficmmdnte /a,s dimersas tendencias del marxismo-lemnis­
mo

en
su respectiva interpretación del P'ensamknto de /,os fun-
701
Fundaci\363n Speiro

J. V. DE G.
dadores, y fwera d,e las oposiciones abiertas entre los sistemas po­
líticos que hoy dú, se insp>ran en él, algunos estah/,ecen distincio­
nes entre diversois nimeiles de expresión del ffi@rxismo".
33. "Para unos el marxismo sigue siendo esencialmente una
prá!ctka activa de la lucha de clases. Experimentando el vigor,
siempre
presente y que rena,:e sin cesar, de las relaciones de do­
minio y de explotación entre

los
h<>mbres, reducen el marxismo a
una lucha, a veces sin otra P'erspectima, lucha

que hay que
pro·
segui,r y aun suscitar de manera permanente. Para otros, será en
primer lugar el ejercicio colectivo de un poder P'olítico y' econó•
mico

bajo
la dirección de un partido único que se considera -él
sáto- expresi6n
y garantía del bien

de
todos, arrebatOJ/ldo a los
indiruiduos y a los otros grupos toda posib;/idad de iniciatima y de
elección. En un tercer nVVBl, el marxismo --esté o no en el poder­
se refiere a una ideologia socialista a base de materi.alismo hist6•
rico
y de negación de toda, trascendencia ... ". [sigue una referen­
cia a la presentación del marxismo "como actividad científica" de
lo que ya nos hemos ocupado antes.]
3t4. "Si a tr(Jl{}és del tnar.x'ismo~ tal como es concretamente
muido, pueden distmguirse estos d/fl}ersos asp'ectos y los interro­
gantes que ello's plo!ntea,n a lo,-cristianos para la reflexión y para
la acción, sería üusorio y peli,groso el llegar a olvidar el lazo ín­
tvmo
que

los une
radicalmente, el aceptar los elementos del a11á­
lisis marxista sm reconocer sus reú,,ciones con la ideofogm, el
entrar en la prtktica de. la lucha de clases y de su interpretación
marxkta dejando
de percibir el tipo de

sociedad
totalitaria y vio­
lenta a la que conduce

este
p'Yoceso."
También

parece que se refiere principalmente al marxismo en
el núm. 36,
cuando insta "pa'ra e'Oitar el deja'rl"se seducir, y des­
pués encerrar en un sistema cunps límites y totalitariS'mos corren
el riesgo de aparecer ante él demasiado ta,rde si no los P'eróbe en
sus ratees".
Así como el núm. 28: "El p,eligro est<>ría, además, en adherir­
se a una ideologú, que no repose sobre una doctrina verdaJdera y
orgánica, refugiarse en ella, como una expUcarión última y sufi­
ciente
de todo, y construvrse así un nue-vo ídolo del cual se acepta,
702
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRJNA SOCIAL CATOLICA
a ?Jeces si,n dmrse cuenta, el carácter totalitario y obliga:torio. Y se
piensa
encontrmr en

él
una just,ficaci6n pmra la acci6n, aun 'llio­
lenta, una adecuación a un deseo generoso, de servicio,· éste P'er­
mcmece, pero se deja absorber p1or' una ideoloigia, la cual --aunque
propone ciertos c111minos para la liberaci6n, del hombre-desem­
boca finalmente en hacerla esc/. 2.0 La ideologú, liberal "que cree exaltar la libertad indí,vi,­
duaJ sustrc,yéndola a toda, limitaci6n, estimMl,ándo,Za con la, lYús­
queda exclusi'-va
del

interés
y del poder, y considerando· las soU­
daridades sociales come consecuencias más o menos automátic(]),S
de iniciatiws individuales y no· cama un fin y un criterio m6s
elevado del va!lor de la orgcnizaci6n social (núm. 26).
Ante la renowci6n de la ideoloyfu li/Jera,Z, añade en el núme­
ro
35:
"Por otra parte, se asiste a una renovación de la id'eolog'tÚJ, z.i­
beral. Esta corriente se afir11U1,, sea en nombre de la eficacia eco­
n6mica, sea ¡,a,ra defender al indwiduo contra el do-mi,mo, cada
vez más iMJasor de las organizaciones, sea contra las tendencias
tota,J,itarixJs de los poderes políticos. Ciertamente hay que mante­
ner y desarrollar la inicia,tvva p•ersonal. Los cristianos que se com­
prometen

a esta línea,
¿no tienden a su yez a idealizM el libera,­
lismo
que * comlierte entonces en ""ª proclamaci6n a fa'llor de la
ti/Jertad? Ellos querrían un modelo nuevo, más ada:p•tado a las con­
d,iciones actwiles, owidando fáicitmente
que en su ralz misma el
liberalismo filos6fico es una afirmaci6n err6nea, de

la
autonomía
del

indwiduo
en su acthñdad, sus motÍllJi1)ciones, el ejercicia de

su
liberta;J. Es

decir, la
idemo~ li/Jeral requiere, por su parte, ,,..
atento discernimiento.n
También rechaza aspectos prácticos de liberalismo al conde­
nar:
la competencia desmedida (núm. 9), la esp•eculaci6n sobre las
necesidades de los demás (núm. 10), la coni,centraci6n de las em­
presas internacionales, en la que va implícito el rechazo de esta
forma
del capitalismo, al decir en
el núm.
44:
"Bajo el impulso de los nuevos sistemas de producci6n se vie­
nen

abajo
/.a~ fronteras nacionales y se ve aparecer nu:ems p'oten­
c.ias económicas) las ~mpresas multinacional,es, qu;e pw la, caneen,-.
703
Fundaci\363n Speiro

J. V. DE G.
/ración y la flexibilidad de sus medios pueden llevar a cabo es­
trate{/ia,s a;utónmnas, en gran parte independ;entes de lüs poderes
políticos nacionales y, por consiguiente, sin control deJde el punto
de vista del bien común. Al e:rtenáer sus actividades, eslO's orga­
n~smo,s privados pueden conducir a una n~va forma abusi:va de
dominadón econámica, en el ca.mpo sociat cultural e incluso po­
lltico.
La

concentración
e:rcesitua de los medios y de los poderes,
que denunciaba

Pío XI en
el 40

aniversario de
la "Rerum No­
VOJrwm' adquiere un nuevo aspecto concreto."
Asombra un tanto leer, escrito por el Padre Francisco Biot,.
en Temoignmge Chretien del 29 de mayo, que un segundo "ele­
mento nuevo" de la carta "es nitidez del rechazo cristiano opues­
to a
la ideología
liberal", de un
modo tal 1'como nunca lo habían
hecho los
documentos precedentes".

No nos extraña,
por consi­
guiente,

que en
L'homrne nouveaie del 6 de junio se haya comen­
tado: '.'El Padre Biot, decididamente, no ha leído suficientemente
las grandes Encíclicas". Así lo parece, pnes el liberalismo filosó­
fico y político había sido rotundamente condenado en sus tres distintos grados por León
XIII, en especial en la Liberta,s praes­
taintissimwm, y el liberalismo económico lo fue reiteradamente
desde las encíclicas Rerum novarum y Quadrmgesimo anno a la
Mater et M agistra. Sin embargo, parece que algunos sector,es pre­
tende11, sea como sea, dar la máxima sensación de cambio en la
doctrina social católica y de apertura hacia el socialismo, e incluso,
como hemos visto antes, al marxi~mo.
3.0 La ideologl,a sociali,ta si,· en su evolución, no ha dejarlo
a salvo "/ns valores, en

particular de la
libertad, de responsahíli­
dlld y de ap,ertura a lo espir;tual, que garantizan el desarroUo in­
tegral del
hombr!!" (núm. 31).
De las
evoluciones del so'Cia,/,ismo, de

las que habla específica­
mente
la carta, nos ocuparemos después de un modo especial,
para valorar mejor si su anterior rotunda condena se ha atenuado
o no en lo sustancial.
b} Pero, pocr encima de esos tres sistemas ideológicos más
definidos, hay en la carta (núm. 27) un rechazo general de "toda
ideolo/JÍa social" dando

un
sentido amplio
de su concepto, al
"sub-
704
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
ray!PY'' la "posible ambigüedad" del mismo, en el cual incluye
igualmente :
-la

que
"reduce lOJ acción política o social, a ser simplemen­
te la aplicación de una diea abstracta puramente teóric -aquélla

en la cual
"es el pensaiwiento el que se convierte en
pu,ro instrwmento al servicio de la (JJCción como un simple medio
de una estrategia''.
El amplio concepto de ideología, que la carta reprueba, com­
prende (núm.
28) toda la "que no repose sobre una doctrina ver­
dadera y orgá,nica", y, por consiguiente, incluye entre las que,
no reuniendo este requisito fundamental, deben recb,tzarse aque­
llas que
se muestran "como una explicación última, y suficiente de
lodo", siendo el peligro "refugia~se en ella/' en estos términos y
"construirse así un nueva ídolo del cual se acepta, a Veces sin
darse cuenta, el carácter tolal;lario y obligatorio".
Por otra parte, al analizar (núm. 29) el fenómeno en virtud
del
cual, "hoy dla se ha podido hab~ de un retroceso de las ideo­
logías" distingue dos posibilidades, una benericiosa y otra mal­
sana:
-una, "puede constituir un momento fworable para una
,apertura a la trascendencia
concreta

del
cristianismo";
-otra: "Puede ser ta-mbién un deslizarmriento más acentuado
hacia un -nuevo p,ositivismo: la técnica universal-1·sta conw forma
dominante de (U:tirvidad, como modo invasor (Í)e existir, como len­
guaje mismo, si'n que la cuestión de su sentido sea realmente plan­
teado''.
Es de mucha importancia fijarse bien y meditar en esas tres
distinciones que hallamos en los núms.
27, 28 y 29 de la carta,
de las cuales podemos resumir, que:
-no es ideol6gix:a la doctrina que constituye una explicación
plena "verdadera y orgátlaca:" de la realidad, alcanzando a reco-­
¡iocer "a Dios trOJscendente }" creador, que interp,ela a través de
todos
los nweles de

lo creado al
homhre como /ib -
son ideologias, tanto los idealismo,s inmanentes, abstractos
y teóricos, como los emp~mos que, también, se constituyan a
sí mismos' como "expl~cación últinza y suficiente" o "sean un
45 705
Fundaci\363n Speiro

J. V. DE G.
simple media de wna estrategia" de la cual "es el p,ensamien,to el
que se canviierte en pwo instrumento al seruício de la acción".
Ello uos demuestra lo sorprendente que resulta leer en "Ma­
drid del 10 de junio en el citado artículo de Ezequiel Cabaleiro,
El mito de 'fo; "doctrina social católica": "Al señalar .el final
de la Doctrina social católica", me refiero a su liquidación como
ideología, «como explicación última
y suficiente de todo~, a su
monolitismo político-moral. La crítica de las ideologías que Pau­
lo VI ha.ce en su carta. creo que podría aplicarse con razón a la
«Doctrina», sobre todo cuando ésta se impuso con «carácter to­
talitario y obligatorio» (28), «como puro instrumento al servicio
de
la acción como simple medio para una estrategia» (27) y fue
utilizada «en provecho de opciones temp01"ales particulares» ( 4),
con un oportunismo que confundió a muchos''.
¡ La confusión es total ! Las gafas con las que el articulista mira
los
textos aludidos

le impiden entender su significado. En efecto:
-Jamás la doctrina social de la Iglesia ha sido presentada
"tom,o e.zplicaci6n últinw y suficiente de todo", sino sólo "en, cuan­
to a sus puntos fundamentales", pero considerándola "suficiente­
mente amplia pwra p,od'er ser ada,ptada y ap{;cada a las vicisitudes
caimbiantes de

los tiempos,
en el supuesto de que no sea

en de­
trimento de sus principios inmutables y permanentes" (Pío XII,
Disc. cit. del 28 de abril de 1945).
-El carácter "totalitario y obl'Df/0,,torio" lo refiere peyorati­
vamente
Paulo VI,

en
e1 núm.

28, tan sólo a la
"ideología que
no reposa sobrre una doctrina verdadera y orgániw/' y sea erigida
"cmno u$ exp,licación última y sufc:ente del todo". Es decir, no
puede incluir
la doctrina social católica, a la que hemos visto que
Paulo VI se remite, y a la que a(1uí, en ese texto, alude como "doc­
trina verdoxlera y orgánica" (¿a cuál si no?) El "carácter totali­
tario" va referido aquí a la p:r;etensión de explicMlo todo --por
lo cual es recusable, si no se trata de "una doctrima verdadera y
org&wi,ca!'-cuando tal ideología es parcial en cuanto no abarque
toda la realidad, incluida la trascendente al hombre. Por esto esa
doctrina no puede ser obligatoria, mientras que la verdadera lo es
706
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRJNA SOCIAL CATOLICA
moralmente e, incluso, en cuanto lo requiera el bien común, lo es
jurídicamente.
-El ser un "puro instrumento rd servicia de la acciión", "un
simp de
doctrina
que no lo sea de la acción, es decir, que la carta lo que
rechaza es que la
ortodoxia se sustituya por la ortopra.zis que
propugna el articulista.
- La última referencia del párrafo, no pasa de ser un exa­
brupto, pues si es que ha habido utilización de la doctriua social
católica ''en provecho de opciones temporales particulares'', habría
que precisar si son injustas, en cuyo caso, si la aplicación de la
doctriua hubiese sido conecta, también ésta quedaría calificada
de injusta:
Ese pretendido aprovechamiento no creemos que el
articulista se atreva a
afirmar que
haya sido
realizado por
quie­
nes la formularon,
ni que fue formulada precisamente para ello,
por lo
cual, de

haber
habid:o mala
aplicación, ésta no afectaría a
la
doctrina en

sí.
Sin embargo, a Cabaleiro no le basta con sacar consecuencias
a su modo; todavía añade: "Faltó decir [en el núm. 27 de la car­
ta] que la "Doctriua" en puntos importantes pudo haber alieuado
igualmente a los católicos. Algunos lamentarán la
ausencia de

tal
autocrítica". Pero, ¡ cómo podría decir Paulo VI que, a su juicio,
aliena
lo-que

reposa
"sobre una doctrina verdadera y orgánica"!
Lo cierto es que para el marxismo, que se autocalifica de rea­
lista, el catolicismo
es una
ideología que aliena; mientras que, para
Paulo VI, el marxismo es una ideología que se
opone "radical­
mente,

o en puntos sustancias", a la fe
y la concepción cristiana
del

hombre (núm. 26) que
"conduce", en

"su proceso", a un de­
terrnina;do "tipo de sociedad totalitaria" (núm. 34), en la que el
hombre
"corre el riesgo de verse alienado" (núm. Zl) y "en la
cual --aunque propone ciertos caminos pa-ra la liber(J)Ción del hom­
lne-desemboca finalmente en

hacerle esclavo"
(28).
cU Como consecuencia de lo expuesto en los textos de la car­
ta que acabamos de analizar, son rechazados el positimismo, y el
neoposit-ivismo tecnocrático. Así:
1.0 Sigue rechazado el positivismo, "que reduce al hombre
707
Fundaci\363n Speiro

J. V. DE G,
a una sola dimensión --imp,O'Ytante hoy dú, y que en eso lo mutila!'
(núm. 30).
2.• Y, rechaza, el neo•j,1>s.tivismo tecnoeráJtico, es decir, "la
técnirn unvversa/,izada, como formo dominante de actividad, como
modo invasor de existir, como lenguaje mismo, .sin que la cuestión
de su sentido sea realmente ¡,/anteada' (núm. 29), y, además,
en cuanto en él, el pensanl!iento "se convierte en puro instrumento
al, servicio de la acción" (núm. 27).
Notemos que, en nombre del Papa, el Cardenal Secretario de
Estado, en su carta a la Semana social francesa de Caen, había es­
crito

que
"la tecnocracia es el peUgro que' amena.za a la sociedad
&e hoy y de manana".
No importa que esa acción se fundamente en la noción, "al
mismo tiemP'O, como móvil, coma medid(/) y com,o objeto", de: "el
progreso", postulado como indefinido. Así, prosigue el núm. 41:
" ... Después

del
siglo, XIX las sociedades occidentales y otras
m;ucha.; en contacto con ellas

han puesto
su e,p•eranza en un pro·
greso,
renovado sin cesar, ilimitado. Este progreso se les presentaba
wmo el esfuerzo de liberación
del hombre de

cara
a las necesidades
de la natural.eza y de las presiones sociales; era la condición y la me­
dida

de
la libertad humana- Difundida por los medios modernos
de información y por el estímulo del saber y

de
consumo 'más
extendidos, el progreso se convierte en ideología-t>mnipresente.
Por tanto, viene hoy una duda sobre si1 valor y sobre su origen.
¿ Qué significa esta búsqueda inexorable de un progreso que es­
fuma cada vez que wno cree haberlo conqwi,stado? No

dominado,
el
pragreso deja ins()Jtisfecho. Sin duda se ha

denunciado,
justa,­
mente, los límites
y también los P'erjuicios de un crecimiento eco­
nómico puramente cua,ntitati-i•o, y se desea alcanzar tarmlnén ob­
jetivos de orden cualitativo. La cualidad y la verdad de las reifa­
ciones humanas, el grado de partic-ipación y

de responsabilidad
son no menos significativo,s e

importantes
para el P'OY'Venir de
la
sociedad que la cantidad y la variedad de las bienes producidos
y consumidos. Superando la tentación de querer medirlo todo en
términos de

eficacia y
de cá:mbfos comerci.aies, en

relaciones de
f1,1erzas y

de intereses, el
hi,m'/Jre desea
hoy sustituir
cada vez mós
708
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
estos criterios cuantitativos con la mtensidmd de la com.unicación1
la difusión del S(J)ber y de la cultura, el servicio recíproco, el acuer­
do
para wna lal,or común. ¡No está, el verdadero progreso

en el
desarrmlo de la concienc/,i moral que conducirá al homJn-e á to-·
mar
sobre


lms solidaridades ampWas y a abrirse libremente "
los demás y a Dios? Para wn cristiano, e'/ progreso encuentra ne­
cesariamente el misterio escata,/ógico de la muerte: la muerte de
Cristo y su resurrección, el impulsu del Espíritu del Señor a,yuda
al hombre a situa.-su libertad creadora y agradecida en la, ver­
dad de todo progreso y en la sola esperanza que no decepciona
jmnás."
El progresisnw, en cuanto incida en los defectos, errores e ilu­
siones expuestos, debe, por consiguiente, ser rechazado.
También en otros textos señala las deficiencias de la tecno­
cracia:
Así, en el núm. 37, alude al "capitalismo tecnocrático",
entre los sistemas concretos que "man;fiestan la dificultad de re0
solver el gran pral>lema humano de vi,,¡,. todos juntas en la jus­
ticia y en la igualdad" [luego trata,emos del significado que a es,ta
útima

palabra se le da en la carta] ;
y en el núm. 47, advierte:
"Para hacer frente a una .tecnocracia crecien,te hay que im1entar
formas de democracia moderna ... " [también luego analizaremos
la significación que tiene en la carta la
locución democracia mo­
derna].
d) Las advertencias contra el "nuevo positwi,smü" y los a
priori ideologicos, que pretendeo explicar tattdmente al hombre
"desde
un p'Ufnto de v!sta puramente cuantitativo y fenamenoló­
gico" es extendida en la carta a las ciencias hunw:nas en cuanto
incidan en estas erróneas posiciones- Así explica que:
"... /,a necesidad metodolJgica y el "a priori" ideológico las
conduce frecuentemente
a aislar, a través de las di:versas situacio­
nes, ciertos aspectos del hombre y a darles, por tanto, una e¾pli­
cación
1fU8 pretende ser global o [HJr lo menos una itjterpretarión
que querrfa ser tottdklante desde un punto, de vista puramente
cuantitatwo a fenumenulógico.
Esta reducd6n "cientlfka" lleva
consigo una
pretensión peligrosa. Dar asl prwüegio a tal asp'ecta
del análisis es mutilar al hombre y, bajo las a,p,arienda~ de un pro-
709
*
Fundaci\363n Speiro

J. V. DE G.
ceso científico, hacerse incapaz de comprenderlo en su tlJlalidad"
(núm. 38).
"No ha,y qu1e prestar m,enos atención a la acci6n que las «cienr­
das humanas» pueden suscitar al dar origen a, la elaboración de
modelos
sodales que

se
querría imponer

en
segida como
tipos de
conducta científicamente probados.

El
hombre puede convertirse
entonces en o/Jjeto de manipulaciones, orientando

sus deseos
y
necesidades, modificando sus comportanvientos y hasta su sistema
de
mores. N adíe duda que el/'o encierra un grwe peligro para las
so de mamamJJ y para el hombre mismo. Pues si tudas se
ponen de acuerdo fJGJYa construir una sociedad: nueva al servicio
de los hombres, es necesario saber todamía de qué hombre se trato!'
(núm. 39).
B)
En el terreno r'guro0samente político, vemos rechazados:
a) El totalita:rismo, palabra que reiteradamente hemos visto
empleada en la carta en sentido peyorativo;
pero de
la cual, ade­
más, podemos hallar en ella su concepto de cuya aplicación se
sefiala
el grave peligro:
-En
el núm. 46,
§ 3.°, al observar que la política "es un as­
pecto
aunq,we no

el único": "Su
c-pa, -plio y complejo no
es
exclusVIJO. Una a,etitud ÍtóVGJSora que

tendiera a hacer de él algo
absoluto, se convertiría en un grooe p-eligro."
-En el mismo núm. 46, § 2.·, al señalar al poder político el
límite de ''resp,eto de las legi,timas libertades de los individuos, de
_la familia y de los grupos subsuliarios", marca así contrario sensu,
que el no respeto de ellos significa un totalitarismo del poder po­
lítico.
-En el núm. 25, al señalar que "no pertenece al Estado", "el
tratar de imponer una idelllogía por medios que desembocarían en
la dictadura de

los
espíritus, k, peor de todas".
b) Las di de su raza, su origen, su colO'Y, su cultura, su sexo o sw religi6n"
(núm. 16, § 1); " ... discriminaciones -etnicas, culturales, relir
giosas, p,olíticas
... -[que] renacen siempre'' (núm. 23).
Notemos que no consrtituyen discrinvinación, sino las diferencias
710
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CAíOUCA
impuestas que coutradigan la na,tumleza humana, igual eu todos. No
lo son cuautas
difereucias resultau

impuestas por la diversidad de
circunstancias, de edad, sexo (núm. 13, § 2.0 ), etc., ni lo son las
que requiere el bien común (no
es discriminación,
v. g., que esté
preso quieu haya delinquido, que se ponga eu cuar,enteua a quienes
pudieran difundir por su contagio enfermedades infecciosas,
que
no pueda usar armas un niño, que no se permita enseñar a quien
induzca al ,error, etc.), y aquí rozamos un problema varias veces
estudiado en VERBO, el de los justos límites de la libertad civil
religiosa, aún no agotado ...
Entre estas discriminaciones rechazadas, se incluye el racismo
en el núm. 16, § 2.0
:
"... La discriminación racial reviste en este momento un ca-­
cáracter de mayor actualida,J por las tensiones que crea tanto en
el interior de aigunos pcdses como en el

plano
internacional. Con
raz6n, los

hombres consideran
injustifica1bie y rechazan como in­
admisible la tendencia a mantrner o introducir una. legislación o
prácticas inspiradas s;,temáticarmente por prejwicios racistas: los
mieml>ros de /,a hur,nanúla,d participan de /,a, misma naturaleza, y,
por
consiguiente, de la misma dignidad, r:on fos mismos derechos
y los mismos deberes fundanwntales, así como del ~ destino
sobrenatural.''
Marcel Oément, en su segundo artículo Quelle troisieme
voief en L'HOMMJ< NOUVJ(Au del 20 de junio, observa: "Me pare­
ce que se puede razonar sobre
el racismo y sobre el comunismo de
la misma manera. Uno es un racismo biológico y conduce a los
campos de
exterminio-nazis.

El otro es un racismo sociológico
y
conduce a los campos de exterminio de la U.R.S.S., de China, de
Cuba, al comercio de rehenes inocentes. Para los racistas alema­
nes, un judío no tenía derecho a la vida. Para los racistas comu­ nistas, un fascista «no
es un

hombre». En ambos casos, estamos
ante la abolición del Derecho."
e)
El espíritu, de dominio económico y político de los Esta­
dos que se apoyan "en relaciones de fuerza;'' que "es necesar$o
suP'erar" (núm. 43), y la "ambici6n de numerosas naciones, en la
competidón que la'S opane y 'las arrastra", que "es la de Uegarr al
711
Fundaci\363n Speiro

J. V. DE G.
poder tecnológico, económico y militar'' y que "se opone a la crea­
ción de estructurais, en las cuales el ritmo del frrO'greso sería re­
gul,cráo en función de una justicia mayar, en vez de acentuar las
diferencÜ>s y de crear un clima de desconfianza. y de lucha que
compromete continuamente
la paz" (núm. 45).
d) Et conservadurismo a ultranza que no atiende a si la situa­
ción existen.te es

justa,
resulta incluido en el citado núm. 45, en
lo referente a los Estados; y, en la frase final del núm. 3, es re­
ferido a las personas físicas que "inconsc:entes de w.s injusticiOJs
presentes se esfu1erzan p'O'r mantener a sitUlJ!Ción existente".
C) En el campo de lru soluciones concretas, se rechazan:
a) Las soluciones maltusianas, "aguijoneadas por la propa­
gc,nda actima en fwor de la anticon que leemos en el núm. 18, § 2:
" ... En esta situación crítica hay que afirmar, por el contra-­
ria, que
la familia,, sin la cual ninguna SO'ciedad pueda subsistir
tiene derecho a la
asistencia que

le
asegwre w.s condiciones

de una
sama e.zfmnsión. "Es

cierto
--decíamos en

nuestra Encíclica
Po­
pulorum Progressio-que los poderes públicos pueden inter­
·venir dentro

de los
Umites de
su
competencia, desarrollando
una
info,-mac-ión apropiada y

tomando
medidas adecuadas, con

tal
que
sean conformes
a las exigencias de

la ley
moral y resp•eten la
jus­
ta libertad de la parej<> hum:DJna.

Sin el
derecho inalienable al ma­
trimonio y a la procreación, no e.x·iste ya dignidad humtP1U1-."
b) Las posiciones nacionalistas que niegan el derecho a la
emigración, conforme al artículo 17, § 11 y 2:
"Nos pen.samas también en la precaria situaci.ón de un gran
nú"!Mro
de
trabajadores
envigrados, cuya condición

de
extranjeros
hace tanto más d;fícil,
por su parte,

toda
reiwindicación social,
no
obstante su real porticipaci6n en el

esfuerzo económico
del país
q'ue los recibe. Es wrgente que se sepa superUIY con relación a ellos
una actitud estrictmmente nacional,ista, con el fin. de crewr en su
fW/Jo,-
un esta/uta que

reconozca un derecho a la
emigración, fa­
'VOrezca su integración, facilite su

promoción profesional y les
712
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
permita el acceso a un alojarnientr, decente, donde pueda venir,
si es el caso, su familia."
"Tienen re'l con

esta categoría
las p,oblaciones que, por
encontrar un trabajo, librarse de una catástrofe o de un clima
hostil,

abandonan sws
regwn,es y se

encuentran
desarraigadas entre
las demás ... "
No pretendernos agotar los supuestos en los cuales la Octü{!esir
ma adveniens
rechaza

una solución concreta o pone en guardia
contra algún riego real, por ello, con esta salvedad, damos aquí
por concluido el estudio objeto de este epígrafe.
VII. Renacimiento de las utopías.
N olemos ante todo que las utopías no ofrecen una diferencia
cualita,tiva, con las ideologías, sino únicamente cuantitativa en
cuanto son más claramente irrealizables en sus problemas y es
más evidentemente inacanzab1e el mi.to que señalan como meta.
El último inciso del núm. 3 de la carta ya alude a ellas al re­
ferirse a quienes "se dejan se·ducir por ideologías revolucionarias,
que

les
prometen, no si'n üusión, un mundo mejor".
Sin embargo, eu el núm. 37 donde se examina de un modo
especial lo que el epígrafe correspondiente denomina "Renaci,..
miento de las u:topfas''. De este número ya hemos analizado la
segunda mitad del
§ 1 y el § 2: al ocuparnos de la táctica que la
carta propone y allí nos remitimos.
La primera mitad del § 1.0 del
núm. 3V dice así:
"Hoy día, p-or otra piarte, se nota mejor la debilidad de lals
ideolog/as a trwés de los sistemas concretos en que ellas tratan
de realizarse. Socialismo burotrático, capita!ismo tenocrátio, de­
mocracia awtorit(Jff'ia mamifiestan la dificultad de resolver el gran
probema humano de vivir todos

juntos en la justicia
y en la igu,d­
dad. En efecto, ¡cómo podrlan esca.par al materialismo, al egoísmo
o a las presiones que fatalmente los acompañan? De OJ «contestaci6n» que

surge
wn P'oco por todw p(JJl"tes, signo de pro0
fundo mal,estar, m.ien.tra,s que se asiste al renacim,iento de lo que
713
Fundaci\363n Speiro

J. V. DE G.
se ha convenido en lfa.mwr «utopías» que pretenden resolver el
pr"blema pol!ítico de las socwaaáes modernas mejor

que
las ideo"
logías. Sería peligroso
no rewnocerlo; la a,p,elación a la utopía es
cO'n frecuencia un

cómodo
pretexto para quien desea rehuir las
tMeas concretas refugiándose en un mundo imaginario. Vivir en
un futuro hipotético es una coartada. fácil para deponer responr
sa.bilidades inmediatas
...

".
El núm. 45, en su § 1, viene a completar la imagen del final de
las utopías. Sin "libertad interior'', que requiere "un amor tras­
cemlente del hom/Jre" y "una dispO'nibi!idad efectiw del ser'l!Ícw":
"se ve clarro que aun las ideologias más revolucionarias no de­
sembocarán más que en uin simple ca,mbio de amos: instalados a
su vez en el poder, estas nuevos amos se rodean de prívilegios, li­
mitan las libertades y consienten que se instauren otras formas de
injusticia".
La visión es certera. Pero no han faltado quienes se han plan­
teado la dificultad, si no la utopía, del punto clave de intersección del
doble llamamiento

que el propio Paulo VI efectúa a los cris­
tianos para que, conscientes de su responsabilidad, se esfuercen
para el logro de '\ma justicia mayor", de "una paz mejor ase­
gurada en un ambiente de respeto mutuo eotre los hombres y los
pueblos" (nlúm. 2 al final), en cuanto, como observa Salieron, en
Carrejour del 3 de junio, pide a la vez:
-alistaros

en las actividades del mundo, entrad en la acti­
vidad política, participad en
las corrientes

de la Historia, y esto
en un clima revolucionario como lo es el actua1;
-pero obrad, indudablemente, como cristianos.
Luc Bareslá, en
La France Catholique del 21 de mayo, al su­
brayar que Paulo VI propone, Hcon un nuevo álito", cambiar "los
corazones y las estructuras", "construir una ciudad respirable, en
la cual el objeto de toda intervención en materia social sea "ayu­
dar a los miembros del cuerpo social, no des,truirlos ni absorver­
los", comenta:
"Esta respuesta querría arrancar la utopía a las brumas, la
acción a las celadas totalitarias, el espíritu a las inercias del há-
714
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
bito y a la paralización de la buena conciencia. Querría arrancar
al hombre del viejo hombre.
¿ Para un mundo que se identificara
a la Jerusalén

celeste? No sin duda: ésta sería aquí la mayor
uto­
pía

de la impaciencia, la confluencia de todas las demás. Pero es
dado a los hombres poder preparar, no obstante
las pesadumbres
de la lústoria,
"wn vislumbre amticipado del siglo ni,evo".
El Cardenal Secretario de Estado, Jean Villot, en su carta di­
rigida en nombre del
Papa a

la LVII Semana social de Francia,
el
3 de julio, ha confirmado esta interpretación: "Ciertwmen,te) el
Evamgelio ja,mó;s ha prometido el paraíso sol,re la tierra de cier­
tas ideologinis engai1osas o de utopías f modo alguno los enfrentamiientos mortales que destrozaroo
a

los
hombres hasta los
últimos días (cfr.

Mateo
24. 7-13). Pero nos
compromete desde

ahora a actuar de acuerdo
con el espfri,tu tk
las Bienfl.afl)enturanzas."
Es muy cierto que el Abbé Georges de Nantes, en el núm. 45
de
"LA CoNTRERlWORME CATHOLIQUE AU

XXe
sri;cd", de junio
último, exclama que: "El Papa Paulo VI naturaliza la religión
para
hacer de

ella una utopía política, y luego sobrenaturaliza el
esfuerzo humano temporal (y ¡revolucionario!)
para hacer no se
qué mística pretendidamente cristiana". No creemos que éste sea
el espíritu del Papa, como aclara el texto que hemos transcrito de
la carta

a la última Semana Social de Francia. Es,
más bien, .una
mística de las Bienmventwramzas que, t.ru vez, sólo muy pocos es­
cogidos han podido y podrán vivir. Pero el deseo de que todos
los hombres lo alcancen es un comprensible y
plausible deseo
de
padre... aunque no se realice. Su misión es estimular a que
se logre ... aunque, tal vez, algunas frases y algunas palabras pue­
dan ayudar a la confusión más o menos consciente de tantos, como
por ejemplo, hemos vis:to leyendo los comentarios a la carta apa­
recidos en el diario M ª"drid, e incluso a hacerles pensar que la ac­
ción propugnada es otra, de otro tipo muy distinto. Gilles de
Couessin al final
de ,su editorial en el Bulletin d;e Cices del 3,1 de
mayo, ya lo advertía: "No nos equivoquem9s: esta carta del Papa
va a ser el pretexto de una ofensiva tal como jamás la ha habido
715
Fundaci\363n Speiro

J. V. DE G.
con el objetivo de una «puesta en. condicióm> de los católicos para
hacerles aceptar

los puntos de vista de sus peores enemigos".
VID. Los movimientos históricos concretos: ¿Puede encon­
trarse en su evolución "la tercera vía"? ¿ Se hallará
ésta en

el socialismo? ¿Sigue siendo "la tercera vía"?
la doctrina social católica?
El núm. 30 de la carta enuncia la posible diferencia entre las
"ideologías" y los "movimientos históricos concretos nacidos de
las ideologías". Su texto íntegro dice así:
"Pero fuera de este ¡,ositivismo que reduce al homl,.,-e a una
sola dhnensión -hnportante, hoy
día>-y que en esto lo mutila,
el cristiano encuentra en su acción mwimientos históricas con­
cretos nacidos dt las ideologins, y, por otra parte, distintos de
ellas. Ya

nuestro venerado predecesor
Juan XXIII en la PAcm<
IN TERRIS muestra que es posible hacer una &stinción: «No se
pueden identificar -escribe-
falsas teorins filosóficas

sobre
la na­
turaleza, el origen y la finalidad del mundo y del hombre, con mo­
vimientos históricos fundados en
una

finalidad
económica, social,
cultura/,
o política, aunque estos ,Uthnos deban su

origen y se
ins­
¡,iren tüdavía
en

esas
te mulada, no cambiGJ más, mientras que los movimientos que tienen
por ol,jeto
condiciones

concretas y mutables de
la vida no

pueden
menos de

ser
OJ1np/;iamenle influenciadas por

esta
evolución. Por
lo demás, en /a; medida en que estos movimientos van de acuerdo
ton los

sanos
prvncipios de la razón y responden a las justas aspi­
raciones de la p•ersona hU'mana ¡quién rehusaría rec01wcer en
ellos elementos positivos y dignos de aprobación?» (núm. 30).
En el artículo de
S!dleron que, en este número de Vl(Rllo,
precede

a éste, podemos ver comentado el texto de
la Pacem in
terris del que se recoge la parte principal en el número transcrito
de
la Octoges.ma adveniens. Situándolos a su lado, nos recuerda,
Salieron, los dos párrafos inmediatos de la misma encíclica de
Juan XXIII que son, precisamente, el que le antecede
y el que
716
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
le sigue. Su primer comentario es preciso: "Podemos pensar lo que queramos de esta «apertura
al mundo» pero no se puede
decir que se modifique la doctrina
social de
la Iglesia. Indica una
política
posible, lo

cual es completamente diferente".
Precisamente en VERBO 18--19, habíamos traducid/> de PER­
MANENCES un comentario signado por M. de P. titulado La "Pa­
cem in terris" ... ¿ap,erturOJ a la izqwierda?", que sigue parecién­
donos actual y luminosa. Recuerda que Juan XXIII comenzó por
indicar que toda acción rigurosa no puede olvidar la inmutabili­
dad de los principios
-"Los principios y doctrinas que hemos
enuncia.do o

se basan en la naturaleza misma de las cosas, o
pro­
ceden

de la esfera de los derechos naturales" ; pero que no quiso
limitar el

deber de los cristianos. tan sólo a la
incontaminación
doctrinal,
sino que instó a la fecundidad doctrinal, incitó a lai ac­
ción-. Y, al invitar a .ella, mostró un ca.mino a explorar. El co­
mentarista explica con claridad la razón de esa iniciativa:
El
Papa, Juan
XXIII, "quiere recordar a nuestra generación,
demasiado frecuentemente cansada y dispuesta a capitular, un
ar­
gumento

esperanzador que dimana precisamente de la inmutabi­
lidad del orden natural: las ideologías erróneas, [as fiosofías
"in­
trínsecamente perversas" son contra natura, porque violentan las
leyes del orden natural, "grabadas por el Creador en el corazón
de los hombres".
"¿ Y no es para los católicos, tanto un motivo de esperanza
como una incitación a la acción? Deberíamos recordar siempre,
en los tiempos en que dominan el error, la mentira y el crimen,
que las ideologías contra natura no pueden burlar y violentar in­
definidamente las leyes humanas sin provocar rupturas y acciden­
tes tales, que la inadecuación de los falsos principios respecto a
las verdaderas necesidades del hombre no dejará de estallar muy
pronto en el terreno de los hechos.
"Desquite o reacción del orden natural que se manifiesta no
solamente
en el plano de la vida colectiva, sino incluso en el más
sencillo
de la vida privada ... "
"Nada autoriza, pues, -prosigue en la página siguiente- a
decir, como se ha dicho, que Juan XXIII condenó las ideologías
717
Fundaci\363n Speiro

], V. DE G,
pervel'sas, dispuesto a acoger, en cambio, con benevolencia, sus
aplicaciones concretas. El clistinguió bien, por el contrario, la lo­
cnra

de las ideas y la
revancha de
orden natural de las cosas
conc
tra

la aplicación
de estas
locuras.
Lo que es muy distinto y es,
incluso, una excelente introducción a esa finura espiritual indis­
pensable a toda acción política que rehusa confunclir aplicación
brutal de principios
con la

fecundidad práctica.
"Porque hay algo más fuerte que las ideas erróneas: el orden
de las
cosas. El

hombre puede tratar encarnizadamente de pertur­
barlo, de escarnecerlo, pero no le
ha sidó dado destruirlo- No hay
pues, hablando con propiedad, más que recrear el orden social,
partiendo de lo que siempre queda de saludable en los diversos
cuerpos sociales, para revivificarlos desde el interior, favoreciendo
y provocando su resurgimiento. La restauración social no se hará
al margen de los hombres tal como ellos son. Por eso León XIII,
mucho antes que Juan XXIII, nos
había recordado el provecho
que, en ciertas circunstancias, la verdad y el bien pueden conse­
guir de un acuerdo logrado «con aquellos que no han perdido del
todo el sentido de honestidad». "Así, restablecida en su verdadera perspectiva, la enseñanza del
Papa es extraordinariamente clara;''
En el último epígrafe del comentario que hacemos de la Oc­
to,Jésima adveniens, volveremos a estas glosas de M. de P. a la
Pacem in terris, que nos .muestran un camino para la acción, a
explorar, que, en su reciente carta, Paulo VI nos insta a que se
siga.
La colocación en la carta, a continuación del texto que hemos
exanúnado, del

titulado
"El, ATRACTIVO DE LAS CORRIENTES SOCIA­
LISTAS", ha }].echo insistir a muchos en una afirmación, ya formu­
lada respecto del texto referido de la Pacem in terris: "se apunta
hacia
el socialismo". Pero, antes de
todo comentario, releamos el
núm.
3,1 de

la carta:
"Hoy día los cristianos se sienten atraúlos por 'las corrientes
soci,a/,istas y sus diversas evoluciones~ y traian de reconocer en
ellas wn cierto número de aspiraciones que llevan dentro de S'Í
718
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
mismos en nombre de su fe. Se sienten inserto,s en esta corriente
histórica y quieren desMroUar dentro de ella una acción; ahora
bien, esta corriente histórica asume diversas formas, bajo· un mis­
mo vocablo, según los continentes y las culturas, aunque ha sido
y sigue inspirada en muchos casos por ideologías incompatibles
con

la fe. Se
impone un
atento
áixernimiento,. Con demasiada
frecuencia los cristianos} at-raidos por el socialismo, se· sienten
tentados a idealizarlo, en términos por otra parte muy generosos:
voluntad de justicia, áe solidaridad y de igual,dad. Ellos rehusan
admitir las presiones de los mo'l/Vm.ientos históricos socialistas,
que siguen condicionados por su ideología de origen. Entre los
diversos nirueles de expresión de sodalisnw -una aspiración ge­
nerosa
y una búsqueda de una sociedad máJs justa;, movimientos
históricos que tienen una organizadón y un jin político, una ideo­
logía que p.-etende
dar

una
visión total y autónoma del hombre-,
hmy que establecer distinciones que' !J1<Íarán las opcion,es concre­
tas.
Sin embargo,

estas distinciones no deben
tender, a considl!'­
rar tales niveles como completamente
separados

e
independientes.
La vinculación concreta que, según las circunstancias, existe entre
ellos, debe ser claramente señalada, y esta perspicacia p,erwu;tirá
a

los cristianos
considerar el grado de
compromiso
posible en
estos

caminos, quedando a salvo los
valores, en particwlar de
li­
bertad, de responsabilidad y de apertura a lo espiritual, que gar
rantiz E. P. Biot ,en "TEMOIGNAG~ CHR.ETI:tN" del 20 de mayo, co­
menta: "Por primera vez en la historia el Papa
acepta la posibi­
lidad del alistamiento en el socialismo ... " "rodea.da de toda clase
reconoce para los cristianos la legitimidad de comprometerse en
la vida socialista a condición de que sean salvagnardados valores
como la libertad, la apertura a lo espiritual, etc ... "
A su juicio sólo hay "dos vías posibles" : "la del capitalismo-li­
beral, que funda las relaciones sociales sobre el capital, es decir,
sobre el dinero, y la del socialismo, que la funda sobre el trabajo.
La cuestión es, pues, saber cuál será el fundamento y cuál es el
hombre que se quiere promover. Sobre este punto nos parece que
719
Fundaci\363n Speiro

/. V. DE G.
la Carta de Paulo VI no va hasta el límite de lo que quiere decir"
(I;>igamos, entre

paréntesis con respecto al dilema a que
el P.
Biot, reduce la cuestión, que -como comenta "LHOMME Nouvu.u"
del 6 de junio- "Se podrían también fundar las relaciones socia­
les en Dios y su
Ley de justicia y caridad, cou una idea ... como
esta ... ")
Ciertamente uuna vez más", como escribió en FrGARO del 18
de mayo, el Padre Ri(Juet, "se nos va a repetir que "la Iglesia
gira a la izquierda", como ya se nos ha hablado de un "socialismo
de agua bendita". Esta manera muy periodística de enfocar las
cosas falsea indiscutiblemente el sentido y la significación de este
documento
pontificio. Más

que un virage constituye una desta­
cable continuidad que aquí debe maravillarnos".
En Italia el órgano del partido socialista Avanti, exclama:
"Quedarnos lejos de las exclusivas de León XIII, de Pío XI y
Pío XII". Pero, según explica, en L'OsSER.VATOR.E ROMANO",
el portavoz del Papa Mr. Ferrwri-Toniofo: "En tiempos de León
XIII no exi"1:iría sino una sola forma de socialismo. Hoy la ac­ titud de la Iglesia es ciertamente
más comprensiva

y más atenta
a la

evolución histórica en relación
a la

realidad
socialista que
se
halla en trance de variar.
J_,a condena permanece firme. Pero en
el

terreno de la
aplicación se

hacen
efectivas distinciones resp,ecto
de

una
ideología ü de los puntos no acep,tables p'1ra la conciencia
cristiana" (el subrayado es nuestro).
Salleron, refiriéndose a la Pacem in terris, ha escrito antes
de ser publicada la carta (en el artículo que precede a éste) que
la palabra
socialismo "puede querer decir todo lo que se quiera
y que, entre los alemanes, cubre hoy un partido que admite la
propiedad privada de los medios de producción", Gilles de Coues­
sin, en su editorial antes citado, llega a comparar el socialismo al
concepto del viejo refrán francés "d'wne aul:Jerge espagnole": "ou
y trouve ce q'tion y apporte". Se trata, dice, en "ALGUNAS RE­
I'LEXIONltS SOBRE LA ÜCTOGESIMA ADVENIENS, el P. Martín Bruga­
rola,
en RocA VNA 43-44 de julio-agosto 1971, de "un verdadero
Proteo intelectual que no hay por donde cogerlo. Hasta
qace pocos
años

sabíamos que
se trataba
del socialismo tradicional, como
mi-
720
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRJNA SOCIAL CATOLICA
tigación del marxismo, propio de los partidos socialistas de Euro­
pa Occidental. Pero aún dentro de estos socialismos ¡ cuántas
tendencias y matices distintos! Socialismos que están muy cerca
del marxismo, y socialismos, como decía el santón socialista de
Europa, Spaak, más cerca del capitalismo que del comunismo.
Recientemente hasta Pompidou ha calificado con simpatía al
so­
cialismo sueco de capitalismo socialista''.
Por otra parte, según LE MONDE del 15 de mayo, el Papa
"Pone en guardia coutra las diversas formas que puede tomar el
socialismo-y contra la tendencia a idealizarlo. El Papa, sin em­
bargo, no desautoriza a estos cristianos [atraidos por "las corrien­
tes socialistas"], en la medida en que el socialismo no contradice
ni la libertad, ni la responsabilidad ni la fe". Pero, prosigue LE
MONDE: "De ahí a que la Iglesia se declare socialista y ordeue a
los cristianos un compromiso político preciso, media un paso que
Paulo VI se niega a franquear". El paso requeriría saltar un abis­
mo muy profundo ... Como muestra, nos vamos a limitar a trans­
cribir
Ulla dolorida
lamentación del Papa en su recientísima
alo­
cución a la Conferencia episcopal itaiiana:
" ... hemos observado con dolor el reciente drama de las A. C.
L. l.; y, aún respetando, su p'1ena, libertad, hemos deplorado que
la dvrección de las A. C. L. l. haya querido cambiar el compro­
miso tJstatutario del movimiento y cualificar/o políticamente, es­
cogiendo precismmente una línea social'.sta, con sus discutibles y
p>eliqrosas imp,Zicaciones doctrina/es y so'Ciales."
Decididamente, el tercer camino practicable, situado entre el
caphalismo liberal y el comunismo marxista; no es e socialismo.
Pero, ¿ existe esa tercera víaJ?
El Cardenal Suenens -según R.Amo V A'l'ICANO ha referido-­
cree que Paulo VI, "indica
el camino a seguir que es el justo
medio entre
la ideología marxista totalitaria y atea y el neo libe­
ralismo caracterizado por la búsqueda demasiado exclusiva del
interés". "Su Ilamada sigue la vía de una socialización y de una
democratización y de un reparto más justo de las responsabilida­
des a niveles distintos".
,. 721
Fundaci\363n Speiro

J. V. DE G,
Pero ¿ cómo puede haber un justo medio entre la ideología
marxista y el neoliberalismo, que soslaye y no acumule sus erro­
res,
si no es fuera de la una y de la otra?
Más concretamente se ha señalado la posibilidad de otras
direcciones como posible "tercera vía". Marcel Oément, en el
primero de sus artículos que lleva esa pregunta por título, en
L''noMME NOINEAU del 6 de junio,· indica que, además de quienes
ponen el énfasis en la vía socialista, otros la ponen
.en la "vía de
k,, pcwticip'lleión", y otros aún en la "-vía del principio de subsidiJJ­
riectad", "afirmado muy recientemente en el número 46".
Ciertamente algunos ga.ulfütas -como el Secretario de la U.
D. R., Tomasini, en una conferencia de prensa en Vannes-------se
han pronunciado por una "tercera vía" de la pW'ticipación: "Esta
carta reviste hoy una particular importancia y nos estimula a per­
severar en esta "tercera vía" de 1a participación escogida por
Francia".
Sin embargo, tras la ambigüedad de la palabra participaóón,
que luego examinaremos, el concepto gaulliste, propugnado es­
pecialmente en la enmienda
Vallan y en el proyecto Capit11111t, no
creemos que pueda contemplarse como tercera vía no liberal ni
totalitaria
sino~ más
bien, como un instrumento más de la tecno­
cracia para dominar los resortes económicos del país, regulando
así el autofinanciamiento, bloqueando su disponibilidad y sirvién­
do de ese modo
de medio regulador para remediar la inflacción, cau­
sada por otras medidas de los propios tecnócratas. No se trataba,
por lo demás, de una verdadera participación, pues ésta requiere
una solidaridad vivida y no una fijación imperativa por el Estado,
que al imponerla dispone de un beneficio que es la sociedad y de­
termina su reparto como si éste le perteneciera. Ello conduciría
paulatinamente la empresa al campo del Derecho público, acen­
tuando
el totalitarismo estatal (Cfr., al respecto, el cap. V de la
II parte de nuestro libro
SocIEDAD DE MASAS Y DERECHO, en es­
pecial el epígrafe 93, y, entre las publicaciones de
SPEIRO, en
"Los
MITOS AC'.I'UALES" o

en
VERBO 78-79,

octubre-noviembre 1969,
"UNA PALABRA MITO. ¿ QUÉ TIENE DE RECOMENDABLE Y QUÉ DE
P:eLIGRoso LA PARTICIPACIÓN", por Patricio Jobbé Duval, Luis
722
Fundaci\363n Speiro

oOCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
Reviriego, J. L. Guerrero y Gonzalo Cuesta Moreno, así como
la

precisa
síniesis de
Miguel Ibáñez Pérez,
"CoGESTIÓN DE LAS
EMPRESAS ECONÓMICAS", en VJ\Rllo, 90).
La vía del primcipio de subsidÚJJriedad no es sino el aspecto fun­
damental de la aplicación a lo
social de la do sia.
Pío XI, en el n. 25 de la Di!llini Redemptoris, había declarado:
"Expuestos los errores y los métodos vi,o,/entos y engaJiosos del
comunismo bolcheviq_ue y (}Jteo, es

hora
ya, venerables hermanos,
de situar bnvem,ente
frente

a
éste la verdadera nócion le la C1v1-
TAS HUMANA, de lGJ sociedad huma:na "'. esta noción no es otra, c"Omo
bien salléis que la enseñada por la razón y la re'IJelOJc>Ón p,or medw
&e la Iglesia, MAGISTRA G>:NTIUM."
Sin embargo, Marce! Clément, en el primero de sus artículos
"QueUe troisieme voie?", de "L'HOMME NOUVAAU" del 6 junio,
entíende que h<>y "la Iglesia no pretende hacer de arquitecto"; que
m se trata "de poner en obra conforme a la virtud de la prudencia,
lo que Pío XII denominaba el 31 enero 1952 el «programa social
de
la Iglesia» tal como el contenido en la parte principal de la
Quadmgesimo anno. Consiste para los cristianos en «particip'M
en

la búsqueda
p'Ma, promover un i;p,o de democracia moderna,
búsqueda

que
q'41eda rJbierta entre 1M tendencias ideológicas y
pragmáJticas»" (núm. 24). Por eso, más adelante concluye: "No se
trata pues, como se ve, de una tercera vía propiamente hablando.
Si hay una tercera vía, al
estar radicalmente
rechazados los dos
movimientos racistas y los movimientos marxistas, es la vía (ya
seguida
de hecho por la mayoría de los cristianos y de los cató­
licos) del pluralismo de opciones en el seno de movimientos par­
cialmente impregnadb de socialismo y de liberalismo".
Pero, conviene precisar. Creemos que:
-No hay tercera vía, en el sentido de que la Iglesia renun­
cia a formular

un
programa, a modo de "uM p,alabm única, como
también proponer una solución con wlor universal", como dice
Paulo VI, en el núm. 4; donde estima: "No es nuestra ambición
ni tampoco nuestra -mi.siMn. Incumbe a U1JS co'JWUnidades cristianas
anrdizar con objeti!llidad la situación propia de su pmís ... ".
723
Fundaci\363n Speiro

J. V. DE G.
-No hay tercera via, en el sentido de que pueden seguirse
pluralidad de caminos, como dice en el núm. SO: "En las situa­
ciones concretas
y habida cuenta de las so/ida,ridades vividas por
C'fJ.da uno, es necesario reconocer una legítima va:ri.edad de opcio­
nes diferentes. Una misma fe cristiana puede conducir a compro­
misos diferentes."
-Pero, sí hay tercera ,<ía, en el sentido de que hay una di­
rección a seguir: la dvctrina social C(])tá/ica, ( que no debemos con­
fundir con los
p,royraffl(})S concretos, para cada lugar y tiempo,
que se confían a los seglares), que puede seguirse por varios ca­
minos (y es sabido que, en la realidad, muchas veces el camino
más corto no
es la
línea recta, que puede estar cortada por acci­
dentes de toda clase) y que nos guía como los astros y la brújula,
-fe y razón natural-para hallar a través de ellos, la dirección
mejor, en cuanto nos sea asequible. Así continúa la recomenda­
ción de
"analizar con objetividad l,a situación propia de cad'a p'aás",
que a las comunidades cristianas hace el núm. 4, que líneas antes
hemos dejado a medio transcribir: "... esclarecerla m,ediante la
luz inaltera/Jle del Evmngelio, deducir principios de reflexión, nor­
mas de juicio y directrices de acción según l,a.s enseñanzas socia,­
les de la lylesía tal cvmo han sido elaboradas a lo laJYgo de /,a His­
toria y especialmente en esta era industrial, después de /,a fecha
histórica del

mensaje de León XIII ... "
Debernos, pues, examinar como esa· doctrina social católica,
es reflejada -ya sea ostensiblemente o bien sólo en filigrana
visible únicamente al trasluz-en la carta que aquí comentamos.
Pero, antes, es preciso que nos detengamos en examinar el
senti­
do que en la propia carta tienen determinadas palabras, de cuya
precisión puede depender que
la interpretación que de ella se
efectúe sea o no correcta.
724
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«OCTOGESIMA ADVENlENS» Y DOCTRJNA SOCIAL CATOUCA
IX. Signifioado, en la carta, de algunas palabras de sentido
múltiple o ambiguo: "libertad", "igualdad", "democra­
cia",
"participación".
Hemos aludido al final del primer epígrafe de este estudio a
esa dificultad, como una de las que pueden dar lugar a las inter­
pretaciones tan diversas y discrepantes que se vienen dando de la
Octogesmw adven,i,/ns.
Tenemos precedentes de la confusión producida, o aprovecha­
da por algunos, por el uso de palabras con diversos significados. Recordemos el empleo en las traducciones de la
M ater et ma­
gistra,
a las lenguas actualmente vivas de la palabra "socializa­
ción" que en el texto latino corresponde a las expresiones "sO'cia­
-lis vitae incrementa" o "sacialem retionem progressus''. El pro­
blema era el siguiente:
-según el Diccionario, soci,aNzación equivale a estatificación
y, en este sentido lo usó Pío XII, en su Mensaje a los católicos
de Viena de 14 septiembre 1952, en el que advertía:
"Es preciso
vm.pedir que
¡,, persona y la fami,Ua se dejen aJl'rastraJI' aJ, abmno
al que tiende a lanzarles la socÜ1iizíJCión de todas las cosas, so­
c/nJ,ización
al fin de la cunl la lerr01'ifica imagen de Leviatán lfe­
gm-ía a ser una terrible realidad. Hasta las últiffll>S energías la
Iglesia llevar{) a cabo

esta batalla en la que están
en juego valores
supremos: loi dignidad del hambre y la salvación eterna de las
ahnas."
-según Juan· XXIII en M ater et mag,i.stra, Hsoci.alización"
significa interac'CiónJ esto es, el multiplicarse las relaciones entre
los hombres y los grupos de la sociedad, pues como se lee en esta
encíclica I, 18: "Uno de los asp1ectos que caracterizan a nuestra
época es la socialización entendida como un progresivo multipli­
carse de las relaciones de convivencia) con dimers'as formas de vida
y de acti'liidad asociada y como institucionalización juridka."
Rafael Gambra en su ponencia de la III Reunión de amigos
de la Ciudad Católica,
SocIAI,IZACIÓN Y SOCIALISMO (Cfr. una
amplia
reseña en

VElU!o 15-16, explicó que el supuesto signifi-
• 723
Fundaci\363n Speiro

J. V. DE G.
cado de esta palabra en Mater et nwg~stra se entreiaza con el
principio de subsú!iariedad, formulado por Pío XI, y que J uau
XXIII, en esta encíclica, refirió precisamente al campo econó­
mico, pero que en la Paicem in terris extendió a la política, para
garantizar la esfera de las libertades correspondientes a los cin­
dadauos particulares y

a los grupos sociales frente a las
irnnis-­
ciones

del
Estado.
Subrayamos

este ejemplo, no sólo porque nos introduce al
tema
üe nuestro

epígrafe, sino por que se halla en él el hilo de
la clave de la
Octogesima, adveniens, que, precisamente, desea la
coh~sión del cuerpo social y rechaza todo totolítMismo esta.tal
--que, como antes vimos, describe-y pone en guardia contra él.
La carta Ottogesvma ad'Z!eniens contiene bastantes más pala­
bras que necesita
la precisión de su significado.
Miret Magdalena, al comentarla en
Triunfo del 12 junio,
afirmó que la Iglesia: "Fomenta -y debe fomentar ahora -unos
valores humanos que rompieron la estructura de la antigua socie­
dad, si bien muchos cristianos se encargaron de hacer ineficaz
esta ruptura primitiva, a través de casi veinte siglos
de su his­
toria.- Oomo dice Paulo VI, a propósito de la Revolución Fran­
cesa: "Había ideas vivas y coincidencias con los grandes princi­
pios de la Revolución, que no había hecho otra cosa que apro­
piarse de algunos conceptos cristiauos: la fraternidad, la igualdad,
el
progreso y el deseo

de levantar a las clases necesitadas" (Dis­
curso de 1 de septiembre de 1963).
Sin ,embargo, las palabras transcritas de este discurso de Pau­
lo V1 -pronunciado el 1 de septiembre de 1%2 en la Catedral de
Frascati, con

motivo de los actos celebrados en honor de San Vi­
cente
Palloti (Cfr. VERBO 18-19)-

van al final seguidas de esta
otra frase: "Porque todo esto ,era cristiano, pero ahora, es decir,
en el tiempo de la Revolución y del Santo, habrá asumido una en­
señanza anticristiana, que tendía a desnaturaJ1JZar -aquel trozo de
patrimonw e'lJO)ngélico, dedicada a valorar la vid.a humana en un
sentido
más alto y ,n,fu noble'' (el subrayado es nuestro).
Hay que precisar, pues, el diverso significado que para la
Iglesia y para la Revolución, e inclu?o en su uso habitual, tienen
726
Fundaci\363n Speiro

' _varias de estas pilabras, as.í como a algunas otras, importantes
parf!. la exégesis de la carta, como son "democracia" y. "parti­
cipación".
Ese es el objeto de estudio en este epígrafe: Examinar el sig­
nificado con que la carta habla de "libertad", "igualdad", "de­
mocracia" y "participación".
a) La liibertad que la carta precoruza indudablemente no
es la
liberté revolucionaria. Las dos últimas frases del núm. 47
sirven para encaminarnos hacia su auténtica significación:
"Así, la libertad, que se c,jirma demasiodo frecuentemen.te comn
rewind>icación
de autonomía en oposición

a
la libertad de

los de­
más, se deso;rro,[/,a en su realidad huma.na más

profunda:
compro­
meterse

y afanarse
en la realización de

solidaridades
activo,s y
vividas. Pero para el cristiano) el hombre encuentra su, verdadera
libertad, renovada en
la mwerte y en la resurrección del Señor,
abandonándose en
Dios

que lo libera."
.Evidentemente no se trata de la /;bertad del liberalismo, puesto
que esta ideología
es rechazada por la carta (núm. 26) pues ella
"cree ezaitar la libertad individual sustrayéndola a toda limita,.
ción",
y, en el terreno económico, en cuanto la exalta, "estimulán­
dola con la búsqueda exclusiva del interés y del poder, y conside0
ra.ndo las solidaridades sociales cmno cansecwencias más o· meno,s
ootomá)tfras de iniciativas indwiduoi.és y no como un fin y un
criterio
m.áJs elevado del valor de la, organización social".
Ni,
tampoco, la concepción marxista, que -según el mismo
núm. 26----es rechazada, entre otras razones, porque "entiende la
libertad imdimidual dentro de la colectividad, nega,ndo, al mismo
tiempo, toda trascendencia,
al

hombre y
a su historia p'Crsonai y
colectnJa".
Ni siquiera admite la libertad mtJYal de optar por cualquier
ideo-logia "sea aplicac-ión de una idea abstracta, pura111,,ente teórri',,.
cci', o bien, en la cual el pensamiento "se convierte en puro ins­
trum.ento
de la acción", sino que debe reconocer "a Dfos trascen­
dente y creador, que interpela a tramés de todos los nweles de lo
creado al hombre
como libertad
responsable"
(núm. 27).
71.7
Fundaci\363n Speiro

f. V. DE G.
Ni es /a iden11:¡icación con el progreso presentado "como el
esfuerzo de
/a liberación del hümbre de crm-a a las necesidades de
la naturaleza y de las presiones so-ciales", como "la condición y
la medida de la libertad hurmana"; pues, "pwa el porvenir de la
sociedad", "la cualidad y la verdad de las relaciones humanas, el
grado de parrticipación y responsabilidad", son "no m.enos signi­
jicatiws e importante·s" "que la cantidad y vwriedad de los bie­
nes producidos y consumidos": "¿No está el verdadero progreso
en el desarrollo de la conciencia nwn:D!,. que conducirá al hambre
a tümar sobre sí las solidaridades ampliadas y a abrirse volunta­
riamente
a los
demás y a Dios!"' (núm- 41).
Sí, está en "el respeto de la legítima, libertad de los individuos
y de lais familias y de !os grupos subsidiarios con el fin de crear
eficazmente, y en provecho de todos, las condiciones requeridas
pwa consBIJUÁr el
bien

auténtico y
completo del hombre, inchtido
su

fin
espiritual" (núm. 46).
Es la libertad de los 1,ijos de Dios. Es el conce·pto tradicional
católico, según las enseñanzas de la Iglesia, basado en la-verdad,
como opción prm-a el bien conu,n, insepa1J"able de la responsabili­
dad y propia competencia (Cfr. la III parte de "FUNDAMENTOS DE
LA POLÍTICA", de Jean Marie Vaisie-re, Ed. Speiro).
Es en este contexto que la carta estima:
"En las situaciones
concretas y habida cuenta de laiS solidaridades vividas p·or cada
wno, es necesario rec'miocer una; legítima variedad de opciones po­
sibles" (núm. 50, al priru:ipio).
Si alguno quiere comprobar que este concepto tradicional cris­
tiano de la libertad es el concepto que signe el · autor de la carta,
puede verlo confirmado por el mismo Paulo VI, sin más trabajo
que el de consultar los textos del Papa recogidos en las primeras
páginas de VERBO 85-86 de mayo-junio-julio 1970 .
... en "el orden sociOJl" la libertad tiene límites: a) ante
todo "la responsabilidad hacia los demás, el sentido de respeto y
'de colabor{])ción, dado que se 'l!Í'Ve en comunidad'',· b) " ... la res­
ponsabilidad se realiza y se completa en el amor ... " "p-osibilidad
de exp·resión del bien, de la esfera, personal a /,a esfera social: de-
ns
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
ber de sO'lidOD'idad de servkio, de plJlfticipac;Jn" (Alocución a los
graduados
de Acción católica italiana, de 3 de enero de 1970).
-El hombre "en su deber moral, en su destino tem1J'Oral y
eterno
no puede
separar libertad
de
responsabilidad. La libertad
busca

la norma (. .. ) propu,esta
en la verdad, en .la voluntad de
Dios:
"La verdad as hará

libres"
0 n. 8, 32) (Alocnción últ. cit.).
~ " ... Libertad y autoridad no son térmi,nos que se op,onen
sino va/,ures que se integran; y su mutuo conturso favorece al
mismo tiemp·o el crecimiento de la comunklad y la capacidad de
iniciativa y enriquecimiento de cada uno· de sus miembros'' (Alo­
cución al Tribunal d\, la Sagrada Rota Romana de 29 de enero
de 1970).
- " ... la libertad de conciencia, a la cual también la Igesia
reconoce sus derechos e incluso su. prioridad, cuia:nto ella se ejerce
pronunciando el juicio moral de la conciencia, sobre el acto-sin­
gulM e inmediato que se va a realizar: entonces la conciencia. es
llamada la regla próxima. del obra,r, la cual no puede, no debe
prescindir de una regla
más alta

y
general, que
se llama
la ley;
como el ojo no puede prescind_;r de la, luz, que ilumina el camitw·"
(Alocución en la Audiencia general del 15 de abril de 1970).
b)
La igual&ald, aparece descrita al final del núm. 16 de la
carta: " ... los miemlffos de la huma.nidad participan de la misma
naturaleza yJ p,or consiguiente) de la ·m.isma dignidaid, con los mis­
mos derechas y los mismos deberes fundamentales, así coma del
mismo destino so'brenatural. En el seno de una patrio, común,
todas deben ser iguales ante la ley, tener iguales posibilúiades en
la vida ewn{im,ica, cultural, cwka a social, y beneficiarse de une,
equitativa distribución
de

la
riqueza naiciowd".
Este texto conviene dividirlo en dos proposiciones:
1)
General: que proclama nuestra participación de la misma
naturaleza
y consiguiente dignidad y del mismo destino sobre­
nalural.
Corresponde a la explicación de León XIII, en el núm. 6 de
"Quod apostoUd muneris", de que " ... según las enseñanzas evan­
_qélicas la igualdad de los hombres consiste en que teniendo todos
729
Fundaci\363n Speiro

J. V. DE G.
la misma naturaleza, están llamados todos, llJ la misma eminente
dignidad
de

hijos de
Dios ...

"
2) Ap,[icación jurídica consecuente, que "en una misma pa-
tria" requiere:
· -la igualdad de todos ante la ley,
-la

de
derechos y deberes fundamentales,
-----la de posibilidades, en la vida económica, cultural, cívica
o social; y
-· una equitativa distribución de la riqueza nacional.
Estas cuatro aplicaciones son las que necesitan precisiones
y
aclaraciones, pues, según como se entendiera su expresión, podría
resultar en contradicción con
la subsiguiente frase del citado texto
de León XIII, que añade: "Sin embargo existe una desigualdad
de

derecho
y de autorirlllJd que deriva del mismo Autor de la na,­
turaleza,
de

quien procede toda familia en los
cielos y en

la
tie­
rm.
(Ef. III, 15.)"
Trata.remos, pues, de Completar su significado. Primero en el
texto de la misma carta :
-Ante todo, en el mismo núm. 16, detrás de "con los mis­
mos dere'Chos y los mismos deberes ... " hallamos, matizando la
afirmación, el adjetivo " ... furnda:mentales". Además, como las
afirmaciones de igualdad subsiguientes son consecuencia de la
participación en la misma naturaleza y dest':no sobrenatural, la in­
terpretación de aquéllas no puede exceder de la amplitud de fa
premisa en que se basan. No puede, pues, ampliarse la "conclusión
en cuanto no lo imponga la igualdad de naturaleza y destino.
-Esa

distinción entre la igualdad en lo
esencial y la desi­
gualdad en

lo
accidentai (que es cualitativa y no cuantitativa),
la vemos
oon claridad,

en
el § 2." del núm. 13 de la carta al
ocuparse del
"puesto de u, mujer":
"Asimismo, en r.nruchos pa.íses un estatuto sobre la mujer, que
hG{J(J cesar una di,scrimrinación efectiva y esta.fJlezca relaciones de
iguaidad de derecho,s y de respeto a su dignidad, es objeto de
investi,gaciones y, a veces, de vivas reivindicaciones. Nos no ha.bl~
mos de esa falsa iqumldarl que negaría las distinciones establecidas
por el mismo CrellJdor
y que estaría en, conlrarlicción con ía fun-
730
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRJNA SOCIAL CATOLICA
ción específica, tan capital, de la mujer en el corazón del hogar
y en el seno de la, socieda,d. La ewhu:ión de las legislaciones debe,
por el contrmrio, orientarse en el sentido de proteger su vocación
propia, al mismo tiempo que a reconocer su independencia en
cuanto persona y la igualdad de sus derechos a participar en la
vida económica, social, cultural y p1olífica."
Es decir, que, como León XIII, Paulo VI, según sus propias
palabras, no 4abla "de esa falsa igiwldad que negarla las distin­
ciones establecidas por el misnw C re ·-La iguadad axnte la ley, la de posibilidades ante la vida
económica, cultural, cívica y social, parecen resultar explicadas en
el núm. 23, como la desapa.rición de discriminaciones, que jurí­
dicamente -deben ser rechazadas, no sólo de un modo puramente
formal, sino real.
Si la igualdad exigida pasara de ahí y el poder público de­
biera y, por lo tanto, lícitamente pudiera imponerla, ocurriría
-----como.ocurre en los paí.ses socialistas y va ocurriendo paulatina­
mente en aquellos otroo en que el Estado, con esta bandera igua­
litaria, va invadiendo todas las esferas de la actividad humana­
que desaparecería la libertad y la responsabilidad de la persona,
de la familia y de los grupos subsidiarios, en contra de lo que pro­
clama el núm. 46 § 2, de la carta.
Como ha comentado el
P. Martín
Brugarola, S. I. en su ci­
tado artículo en
Roe(]) Viva 43-44, " ... la pretensión de corregir
las desigualdades se puede llevar a extremos que están en des­
acuerdo con los imperativos
de la realidad y de la sociedad hu­
mana, tan variada y compleja. Hay quienes son alérgicos a toda desiguald.ad,
cuando ésta es

propia de toda sociedad humana, dé­
sele la estructura que se le dé. Re~ordemos sólo de paso como
León XIII, para oponerse a la igualdad propugnada por el se>­
cialismo

de entonces, señalaba que había desigualdades naturales
entre los hombres y en la sociedad.
Los hombres

son iguales en
lo esencial, pero no en lo
accidental, y

de
ahí resultan forzosamen­
te desigualdades. Cuando se destruyen unas desigualdades, inme­
diatamente surgen otras, quizá más hirientes que las anteriores.
También en una familia, por ejemplo, fos derechos y deberes fun-
731
Fundaci\363n Speiro

]. V. DE G.
da.mentales de sus miembros son los mismos, pero no los especí­
ficos del padre, de la madre y de los hijos. Decía Taparel!i, que
lo qe hay que
hacer es
defender por igual los derechos desiguales.
"Recordamos que eu una Mesa Redonda del Valle de los
Caídos se definió la promoción social como medio para llegar a
la igualdad. Nos opnsimos a esta definición. Supongamos que la
meta de la promoción social consiste-en que llegue a un momento
en que se alcance la perfecta igualdad. Cuando se preteuda una
nueva promoción ¿ habrá que procurar que todos los miembros
de la sociedad den simultáneamente el mismo salto hacia adelante
para que no perezca la igualdad? Eso es utópico ... "
-El

mismo núm.
2J. de
la
car,ta, nos
muestra un
ámbito de
la caridad que excede del campo jurídico y nos señala los riesgos
de una afirmación excesiva de igualdad ( es decir, que la igual,dad
puede

ser
e:i:cesima, según Paulo VI), al declarar en la segunda
parte de su párrafo primero :
· " ... El Eva:ngelio, al enseñarnos la ca_ridad, nos inculca el res­
peto prwile~o la los pobres y su situación particular en la so­
ciedad: los
más fworecidos de/Jen renunciar a algunos de sus
derechos pa,-a poner
con mayor liberalidad sus

bienes al
servicio
de

los
demáJs, Efectivamente, si más allá de las reglas. jurúiicas
falta
un

sentido
más profundo

de respeto y de
servicio al prójiMlo,
incluso

la
igualdad ante la ley podrá servir de coa.-tada a discri­
minaciones flagrantes, a explotaciones constantes, a un enga,ño
efectivo. Sin una educación renovada de la solidaridad, una afir­
mación excesiva
de

la
igualdad puede dar

lugar a
un indwidualis­
mo donde cada cual-reivindique sus derechos sin querer hacerse
responsable
del bien com.ún ... "
-Lo que resulta evidente en la carta es que ésta propugna
la solidaridad, la armonía, la cooperación, la Co4esión del cuerpo
social con la finalidad del bien común (núm. 46); "la solidaridad
de

clases y de
culturas" (núm. SO) y no la sociedad sin clases en
contra de lo que ha proclamado
el P. José María Die:z Alegría
(Cfr.
V>:REo, 90

pág.
1003,). Así

resulta de
los siguientes textos:
En

el núm. 46, donde señala que la actividad económica
"da
ocasión a intercmnbias concretos entre fos hombres, a recono~
732
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
cimiento de derechos, a la prestación de servicios y a la afirma­
ción

de
la dignidad en el trabajo. Frecuentemente terreno de en­
frentamiento

y
del dominio, el/'a puede dar origen al diálogo y sus­
citar la e o-operación ... ".
Y, en .el núm. 14, donde reconoce, una vez más:
" ... Todo hombre tiene derecho al trabajo, a la po·sibüidad
de

desarrollar
su.s< . cualidades y su persrmalidad en el ejercicio
de su profesión, a un(JJ reffl!Uneración equitativa qu:e permita a él
y a su famiila «llevar una vida digna en el plawo· material, cwl.tural
y espiritual», a la asistencia en caso de necesidad ¡,or razón de
enfermedad
o

de
edad ...

"
No
hay, pues, derecho a. una igualdad absoluta si no se pre­
coniza la desaparición de las dases.
- Lo que sí mantiene la carta, con el mismo vigor que en
las antiguas
en.deliras sociales,
es
la uvolu,ntad desinteresada de
servicio y una atención a los más pobres", por parte de la Iglesia
(núm. 42), que se extiende a los "nuevos "p'o1Ufes" las minuisvá­
lidos, los inadaptados, ancianos, marginadas de di:v-erso origen"
(núm. 15).
En segundo lugar, fuera del texto de la carta, tenemos las
enseñanzas sociales

de la
Iglesia a
las qne en el mismo recién
citado núm. 42 se refiere la carta. Para no alargarnos demasiado
nos limitaremos a remitirnos a la comunicación de Eugenio Vegas
Latapie a la VIII Reunión de amigos de la Ciudad Católica "El
m.ito del igualitarismo", que puede consultarse en la publicación
de
Speiro, Los MI'rOS AC'l'UAI,ES, o en VERBO 75-76, en la IV
parte de los
FUNDAMENTOS Dll LA PoLÍTICA y en las ilustraciones
con recortes de periódicos, "Luch(JJ de clases y crístianismo1
',
de VE;Rso 90, de diciembre 1970. En todos estos trabajos pueden
hallarse numerosos y preciosos textos pontificios, desde León XIII
a Juan XXIII. Añadiremos que
en la

carta del Cardenal Secre­
tario de Estado a la semana
social francesa

de Caen, en uombre
de Paulo VI, se precisa que la
igualdad, "no consiste en reivindi­
car una 'u\llna e inaccesible persecución de los. goces tonporales,
cua-ntitat-ivamente medibles, sino que proclama un común orden y
733
Fundaci\363n Speiro

J. V. DE G.
una común dignidad, la de ser hijos de Dios llamados a la misma
visión
beatífica''.
e) La particip·ación es señalada, en el núm. 22, como una
aspiración que, con la de la igualdad, constituyen '1dos formas de
la dignidad del hombre y de su lillertad"; y, en el núm. 47, se se­
ñala como "legítima aspiración", en "la dimensión políticcí', la
"exigencia actual del hombre" a "una mayor participc»ción en las
responsabilidades y en las decisiones''.
Recuerda, a continuación, el mismo número de la carta que:
" ... En la Mater et Magistra, Juan XXIII subraya/Ja có­
mo
el
acceso <> las resp'ons11Jb/Jiaades es una exigencia fundamental
de la natwraleza del homllre, un ejercicio concreto de su libertad,
un ca.ndno p'{J)t'a su

desarrollo,
e indicaba cómo en la. vida econó­
m,ka, particular-mente en

la
empresa, debií,a, ser asegurada

esta
pt1,rtidpación en las responsabilidades. Hoy

el ámbito es
V'asto,
se extiende al ca:mpo social y político donde debe ser ins­
tituida e
intensificada la P'articipación ra,zonable en las

responsa­
bilidades y op'Ciones. Ciertamente, las disyuntwas propuestas a
la decisión son cada vez más complejas, las consideraciones a
tener en cuenta múltiples; la prevj,sión de las con-secuencias, wl,ea.­
torria,, aun cuando las cienciais nuevas se esfuerzan por ilum'Dnar
la libertad en estos mom.entos importantes. Por eso, oonq_'Ue a
veces se ifflponen límites, estos obstáculos no deben frenar una
difusión mayor

de
lm participación en la elaboración de las deci­
siones, en

su·
elección misma y en su pw.esta en práctica ... "
Subrayaremos que, aparte del tránsito de la aspiración a la
participación, declarada en la carta
"legíti-ma", desde
la
vida eco­
nómica a
la política, se nota en la carta la siguiente matización:
la participación que en este campo
"debe ser instituida e intensi­
ficada", debe ser "razonable'' y estar referida a "responsabilida­
des y opciones", para que así --como añade el mismo número-­
"/os grupos humanos se transformen P'oco a poco en comunidades
de partici,pación y mda".
El núm. 49 nos ayuda a matizar que, "en la diversidad de si­
tuaciones, de funciones, de organizaciones, cada uno debe situar
734
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
su responsabilidad y discernir en conciencia en cuáles está llanuuto
a participa%".
Y esa matización nos es completada por uno de los
apartados del
§ 3.º del núm 46: "Tomar en serio la política en
S1,(,.j diversos niveles -laca.~, regional, nacional, mundial-es afir­
.ma,r el de/Jer del hombre, de todo hom/Jre, de recono·cer la reali­
dad concreta
y el valor de la libertad de elección que se ofrece pwra
tratar

de realizar juntos el
men de
la ciudad, de
la nación,
de
la
humanidad".
Es decir, la participación debe situarse en el nivel de la. pro­
pia comp·etencia y responsabilidad.
Ello aclara algo, en que se había insistido mucho en los tra­
bajos acerca
de la participación en la empresa que antes hemos
citado,
al tratar de la pretendida tercera vía de la participación.
Más recientemente, hemos insistido en ello en una serie de tres
artículos que eon este título "LA PARTICIPACIÓN", nos ha publi­
cado
"EL PE;"NSAMIENTo NAVARRO" de los días 26, 27 y 28 de
mayo último. En el tercero de la serie dedicado a "_LA
PARTICIPA­
CIÓN POI,ÍTICAJJ, observamos en síntesis:
-que, como expresó Joaquín Costa, la soberanía popular
manifestada
por el sufragio universal es un sarcasmo, es sólo el
derecho a elegirse periódicamente un amo,
si no va unido al re­
conocimiento de la libertad civil del individuo y la familia y, al
conjunto de individuos
y familias, el derecho de estatuir en forma
de costumbres como complemento de dicha libertad.
- que la opinión pública, en una sociedad de masas, no es
expresión de 1a voluntad de un pueblo, que propiamente no existe,
sino de quienes
manipulan los

medios de comunicación de
masas·,
televisión,

radio, prensa.
-que la verdadera participación sólo puede ejercerse, cuan­
do está fundada en el conocimiento de la realidad, que es como
verdaderamente se puede ser responsable
y pueden estar prote­
gidas libertades concretas; es decir, como ha escrito el Profesor
vienés Johannes Messner,
Hen_ cuanto se es miembro de comuni­
dades sobre cuya existencia y actividad· se puede decidir
en forma
compartida, comunidades

que por ello han de velar celosamente
por su determinación
y a:utogobierno, por su autonomía frente a
735
Fundaci\363n Speiro

¡.V.DE G.
la arrogancia del poder". Es decir, a través de los cuerp'os sociales
básicos, como los denomina el Profesor Puy, o cu1erp1os ·intermedios,
como los titula Michel Creuzet, o cuierpos subsidiarios, como lee­
mos en el núm. 46 de la carta, en los cuales --como luego vere­
mos.-halla

continnidad la
doctrina tradicional
católica acerca de
estos
cuerpos y

del
principio de subsidiwriedad, íntimamente
ligados

entre sí y con la verdadera
P'articipación político-social.
d)
La democracia es diversamente aludida en la carta.
l.0 Peyorativamente:
-
de
modo directo, en cuanto quede incluida en la
ideología
liberal
(núm.

26),
-en lo relativo a la que denomina "democracia ootoritaria",
de la cual dice ( en el núm. 3,7) que ( como el "socialismo burocrár
tico y

el
ca,pita;/ismo tecnocrático"): "marúfiesta,n la difkulúid de
resoh!er el gran problema humano de vwi.r todos

juntos en la jus­
ticia y en la ;giw1dad".
-
al
decir (en el núm. 24) que:
"DiverSO's modelos [de-socie­
dad democrática] hon

sido propuestos,
algunos han
sido
ya expe­
rimentados, ninguno sansjaci cumple/amente
y la ltúsquedo. aJbier­
ta entre las tendencias idealógicas y prognuílticas."
2..° Faworablemente, recoge que:
-"La do/J/e ospi;ración hacía k, igualdad y la participación
tra:ta de promov1er un tipo de sociedad democrática", en la bús­
queda de la cual el cristiano "tiene la obligacié-nj de participwr"
(núm.

24).
-"Para hacer frente a una tecnocracia creciente ha.y que in­
ventar formas de democracia moderna, no solamente dando a cada
hombre posibilidad de informarse y de expresar su opinión, svno
de comp.-ometerse a
una

responsabilidad común.
Así los grupos
humanos

se
transforman poco

a poca en
comunidades de
partici­
pación y vidri' (núm. 47).
Vemos claramente, pues, que la carta no preconiza las actua­
les
democracias liberales ; ni tampoco a las democracias econó­
micas
~si con

es:te nombre calificamos los regímenes marxistas,
como ellos se los autocalifican-, incluidas. en la condena del
to,
736
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
talitarismo marxista (núm. 34); ni la democracia autoritaria (nú­
mero 37), ni siquiera ningún modelo existente o experimentado (núm. 24).
Se trata, pues, de un nuevo modelo a instaurar, pero basado
en la participación "en una responsabilidad común", en que "los
grupos hunuinos se transforman

en
comunidades. de

participación
y de mda" -<:orno dice el núm. 37 colocado bajo el epigrafe "POJY­
ticipación en las responsabüidaáes".
Es de notar que el antes citado núm. 24, en las frases finales
de su § Lº, dice: "El hombre, ser social, construye su destino a
tr(1)Z}és de una serie de agrupaciones particulares que requieren
para su perfeccionamiento y corno condición. necesaria para su
desarrollo, una sO'ciedad más vasta, de _carácter universa/., la so­
ciedad política". Es decir, la sociedad democrática, que debe bus­
carse, ha de apoyarse en este principio básico:
ha de ser integra.­
c!ón de la "serie de agrup'aciones particulaJYes'', a través de las
cuales "el hmnbrre construye su destino". Estructura que se com­
pleta en el núm. 46, al centrarla: "en el respeto de las legítimas
libertades
de

los
individuos, de

las familias
y de los grupos sub­
sidiarias,

con el fin de crear eficazmente
y en provecho de ladas
las
condiciones requeridas para conseguir el
bien auténtico
y com­
pleto del hombre".
Antes hemos visto cómo paffticip'ación.., pr1lncip,io _de subsidÚl­
riedad y cuerpos subsidiarios, internwdios o -sociales básicos, ve­
nían a ser aspectos de una misma concepción : ahora, llegamos a
comprender que esta concepción corresponde
al tipo de democra­
cia que la carta propugna. La doctrina político-social de la Iglesia,
no varía; sólo cambian los nombres.
Pero, veamos cuál ha sido la posición de la Iglesia respecto de
la democracia-, lo cual exige, a la vez, la clarificación de los distin­
tos significados dados a esta palabra.
Pío IX en Quanta cura declaró que es contrario a la sana
razón proclamar· que "la voluntad del pueblo manifestada por
lo que ellos llaman la o¡,inión pública o de otro modo cualquiera,
constituye la suprema, ley, independiente de todo derecho divino
y humano ... ".
" 737
Fundaci\363n Speiro

J. V. DE G.
León XIII en la InmortaJle Dd destaca como aspectos condena­
bles de la democracia los que afirman:
"N adw tiene derecho a
mandar sobre los demás ... " "la autorida voluntad del pueblo, el cual, comO' único dueño de sí míismo, es
también el único que puede mandarrse a sí m,ismo ... " "Queda
en silencio

el
daminio dwino _., com,o si Dios no existiese o

no se
preocupase del género humano, o, como si los hombres ya aisla­
dos, ya asociados, no debiesen nada; a Dios, o como si fuera po­
sible imaginar un pader po!ítico cuyo principio fu.erza y autoridad
toda p(JJ]'a gobernar no se ap·oyaran en Dios mismo·". "De este
modo, cmno es evidente, si el Estado no es otra cosa que el pueblo,
es en sí mismo fuente de todo derecho y de toda autoridad, se
sigue
lógfram.ente que
el Estado no se
juzga,rá o/Jtigado ante

Dios
por
ningún mot'bVo."
El mismo León XIII en Diturmun Il/ud, distinguió entre la
posibilidad de elegir a los gobernantes
y la inaceptabilidad de que
la elección pueda conferirles un poder que sólo puede derivar de
Dios
y conformarse con la ley natural. Por eso en la Libertas
praestantisÍlma si dejaba "stilva si.empré la do-ctrina catálica~ acerca del arigen y el
ejercicio del poder político".
Pío

XII en su Mensaje
Ben,ignitas et Humandas, distinguió
la genuina democracia de sus formas corrompidas: "una sana de­
mom,cia fundada sobre los inm,u,taUes principios de la ley natural
y .de las verdades reveladas; será resueltam.ente contraria

a aque­
lla
corrupfión que atribuye a la legislación, del

Estado un
p•ader
sin freno ni límites, y q·ue hacen, del régimen, puro y simple sis­
tema del absolutismo''.
Juan XXIII en Pacem in terris, distinguió: "Del hecho de
que la, autoridad derive de Di.ns no se sigue qu1e los homll-res no
tengan la libertad de elegvr las personas investidas de la misión
de ejercitarla ... "; pero "no puede ser aceptada como verdadera
la posición doctrinal de aquellos que erigen la voluntad de wda
homb~e
en partfrulor o

de ciertas
sociedades, como fuente

pri­
maria y

única de donde brota,n derechos y
.deberes y de donde
738
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
provengan tanto la obligatoriedad de las constituciones como la
autoridad de

los poderes públicos."
En nombre de Paulo VI, en la carta de su Secretario de Es­
tado

a la Semana Social de
España de
18
de marw de 1967, se
explicó
el significado que para la Iglesia tiene el vocablo "demo,­
cracia":
"Bien sabido es, en efecto, cómo al i(JUfbl que los demás tér­
minos que circulan por los

senderos atormentados de
la política,
t""'1bién

éste de
la democracia ha, sufrido, y sigue sufriendo, impo­
siciones de uso diverso y significaciones de valor vatrio, según los
dominios de la actividad humana aSO'ciado a que se aplica, y según
también la base ideológica en qu,e se (})poya o

el genio
y la inten­
ción

de quien lo emplea. Ahora
bien, "la preocupación, y la solici­
tud

de la
Iglesia, según hacía notar Pío XII, se dirÍ/Je no tanto a
la estructura

(
de Ja, democracia) y a su organización exterior
-las cuales

dependen de las
,as,piraciones peculiares
de
cada pue­
blo-
cuanto al hombre como tal, que lejo~ de

ser el objeto
y wn
elemento pasimo de IOJ vida social, sea, por el contmrio, y debe ser
y permanecer) su sujeto, su fundamento, su fin."
"De este principio básico deriva el derecho que los miembros
de toda C{J'JWU.nidaá nacional tienen, cualquiera que sea su régimen:
monárquico o republicano, presidencial o de asamblea, parlamen­
tario o
corporativo, de
intervenir en
su propia, 1,ida política y de
disp1oner los medios con que tomar parte activa en ella."
P
eroJ además
de este significado genérico de la democracia,
aceptable por la doctrina político social católica, es de notar que a partir del radiomensaje
Benignitas et. humanitas de Pío XII, en el
cual tan claramente distinguió
pueblo y masa, se ha ido for­
mando un concepto positivo y acons.ejabJe democracia (posible
tanto en regímenes republicanos como monárquicos), Juan XXIII,
lo desarrolló, en especial en la Pacem in terris) donde recogió su
nuevo concepto de
socializaición como interacción social y su reafir­
mación del principio de subsidiariedo,d, que ya había reiterado, re­
cogiendo

las palabras de Pío XII en
Quadragesimo anno, y declaró:
"Y a en la encíclfri:D MATER :eT MAGISTRA insistimos en la necesidad
insustituibl(! de laJ
creación de una rica gama de asociaciones y

enti-
739
Fundaci\363n Speiro

J. V. DE G.
dades intermedias paraJ la consecución de tos objehuos que los par­
ticulares
p,or

sí solos no pueden
alca,nzw. Tales
entidades
y aso­
ciaciones deben considerarse como absolutamente necesarias para
saJ,vaguardar la dignidad y libertad de la persona humana ase­
gurando así su dignidad."
Este

requisito específico fue recogido en la carta escrita en
nombre de Panlo VI por el Cardenal Secretario de Estado diri­
gida a la
Semana Social
francesa
de Caen. En ella se parte de
ese concepto Hde .socialización que se maffifiesta por medio de la
multiplicación y el cruce de a,sodaciones y grupos de intereses",
que luego denomina "grwpos intermedios sociales o económ,icast",
"a los que el Estaád' No "comprimirá" ( ... ) "para imponer una
¡,lamificación te'cnocrática a la econamía". Para concluir que "la
democracia puede
reconocerse

en todo
régimen que no es totali­
ta,rio", en primer lugar en que: "Supone un equilibrio que puede
ser
vwrio, entre !,, representación nacional y la iniciatvva de los
gobernantes; implica cuerpos
vntermedios libremente formados,
reconocidos y p,rotegidos por la ley, normalmente consultados en
las cuestkmes de su competencia ... "
X. Los aspectos positivos de la doctrina social católica ex­
puestos en filigrana ell la carta.
En los epígrafes VII y VIII de este comentario hemos visto
cómo en la carta de Paulo VI reflejaba
y mantenía la doctrina
social católica, formulada por sus antecesores, en el aspecto nega­
tivo de rechazar determinadas ideologías y utopías y advertir con­
tra

los peligros que de su aplicación pueden resultar.
Pero, no es sólo esa faceta negativa lo único que la Octogesi­
ma adveniens recoge de la doctrina político-social de la Iglesia.
Así, puede comprobarse, a veces de forma clara y directamente,
y, en: otras, también claramente pero mirando el entramado que
forma el texto a modo de
una filigrana
bien visible al trasluz del
mismo.
Hemos recordado antes que Pío XI en la Encíclica Divini
740
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIBNS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
Redemptoris,, condenatoria del comunismo, expuso -en su parte
III-, como contrapuesta a los errores de éste y calificándola de
luminosa, la doctrina de la Iglesia. Creemos muy conveniente
re­
pasar

cuanto hemos ido viendo
al leer y comentar la O ctogesima
(l)dveni,ens, para comprObar sii en ella se reiteran, o implícitamente
se mantienen como directrices, los puntos básicos de dicha doc­
trina,

según los resume la
Dwini Redemp,toris, en sus números
26 al 3,2 especialmente,
l.) La suprema. reaJidad: Dios, Creador ornnipotente de to­
das las cosas,, la vemos indicada corno presupuesto determinante
de la inaceptabilidad de las ideologías: "La fe cristiana se sitúa
por encinia y, a veces,, en oposición a- las ideologíais, en la medida
en que recono~e a Dios, trascendente y creador que interp'ela a
través
de todos los niveles
de la creado al hombre como lil,ertad
responsable."
(núm. 27).
2.0 El mensaje de Cristo corno misión de la Iglesia respecto
de los hombres
"Anunciando la Buena Nueva de amor de Dios
y de la salvación en Cristo a los hombres ( ... ) les ilumina en sus
actimidades
a
la
luz de Evangelio y les ayuda de ese modo a co­
rresponder
al, designio de amor de Dios y a real,izar la plenitud
'de sus asp;,-aciones." (núm. !).
3.0 El valor del hombre, que supera extraordinariamente en
valor a todo el mundo inanimado y
para quien la sociedad cwil es
wn medio y no a la inversa, es lo que quiere expresar la carta,
al repetir (en el núm. 14) las palabras de la Constitución pastoral
Gaudium et Spes del Vaticano II (núm. 25): "La persona hunt1v­
na

es
y debe ser el principio, el si,jeto y el fin de todas las intitur
ciones", y cuando (en el núm. 16, § 2) afirma que "los miembros
de la humanidad participan de la misma natural,eza y, p,or consi­
gu:ente
de la misma dignidad, con los mismos derechos y los mis­
mos

deberes fundamentales, así
como del mismo destino

sobrena­
tural".
4." Así, da "una visión global, del hombre y de la humanidad"
(núm. 40), por lo cual rechaza la posición de ciertas ideologías
que efectúan una "reducción "científica" del hombre al que lo
mutilan, al partir de su respectivo "a priori ideológico" [que] las
741
'
Fundaci\363n Speiro

J. V. DE G.
conduce frecuentemente a aisla.r, a trarvés de las diversas situaciones
ciertos aspectos del hombre y a darles, por tanto, una explicación
que pretende ser glubal
o por lo menos una interpretación que
querría ser totalizante desde

el
punto de vista puramente cuanti­
tat,'vo
o fenomenológico" (núm.

38).
5." El ma,trimonio y la familia, como primera célula de la
sotiedad, con

función
y derecho que exceden del poder de toda
c:utoridad humana., son reconocidos, al proclamar la carta: "En
esta situación crítica hay que afirmar ( ... ) que la familia, sin la
cual ninguna socied~ puede

subsistir, tiene
derecho a la asisten,­
cia que le asegure las condiciones de una sana expansión ... " "los
poderes públicos pueden in,tervenir dentro de los Umites de su
co,;,,petencia, desarrollando
u,na información apropiada y tomando
las medida,s adecuadas, con

tal de que sean conformes
a las exi­
gencias de la Ley moral y respeten la justa libertad de la pareja
humana. Sin

el derecho
inalienable al matrimonio y a la procrea,­
ción,
no existe ya dignidad humana/' (núm. 18); y que el puesto
ele la mujer, de "independencia en cuanto a persona y de igualdad
de derechas y

de
resp•eto a, su dignidad", no

puede admitir "esa
falsa igualdad que negar/,. a las

distinciones establecidas por el
mismo Creador y que estaría en contradicción con la fundación
espi!cífica tan capital de la mujer en el corazón del ho'fl(M' y en el
seno de
la sociedad" (núm.

13,
§, 2).
6.0 Cómo está constituida la sociedad y la p•osición del Es-
tado en ella, es decir: su organicidad, su constitución por "cuer­
pos sociales básicos" o "cu.erpos intermedios" y "el principio de
swbsidiat'iedad, con la norma del bien común, como principios bá­
sicos para la salud social y remedios contra el totalitarismo --como
ya hemos estudiado antes--, están perfectamente expresados en
Octog,esima adveniens:
-en el núm. 24 § l.": " ... El hombre, ser social, construye
su destino a tr[JflJés de una serie

de agrupaciones
particulares que
rcr¡uiU!ren pa,ra su perfecciooonviento y, cam.o condición necesaria
¡,ara su desarrollo; una sociedad más vasta, de carú,cter universal,
la
sociedad
política. Toda
actividaxl particular debe integrarse

en
742
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
esta sociedad ampliada y adquiere, así, la dimensión del bien
común."
-y, en el núm. 46, que transcribimos íntegramente a. conti­
nuación:
";No es aqui donde apMece un t.mite radical de la economio,r
Siendo neceswria, la actividad económica puede, si está al servicio
del hombre, «ser fuente de fraternidad y signo de la Providencia»;
ella da ocasión a intercG1mbios concretos entre los hombres 4, re­
conocimiento de derechos, a la prestación de servicios y a la afir­
mación de la dignidad en el trabaJjo. Frecuente terreno de enfren­
tamiento
y
de dominio, ella puede dar origen al diálogo y suscitar
la cooperación. Sin embargo, corre el riesgo de absorver ezcesir
vamente las fuerzas y la libertad. Por eso; el paso de la econo­
niiú::D a la política se demuestra necesario. Ciertamente, sobre el
término
«política» scm posibles muchas c'onfusiones y deben ser
esclarecidas, pero cada urna siente que en los campos social y eco­
nómico -tanto nacionales como internacionales-la dec:,.sión úl­
tima recae sobre el poder político.
"Este, qwe constituye el vínculo natural y necesario para ase­
gurar la cohesión del cuerpo social, debe tener como finalidad la
realización del
/:nen común. Obra en el

respeto de
las legítimas
libertades

de los
-individuos, de
las familias y de los
grupos sub sir
diarios
con

el
fin de crear, eficazmente y

en
provecho de todos,
las condiciones requeridas para conseguir el bien auténtico y com,..
pleto del hombre, incluido su fin estn,ritual. Se desplwga dentro
de los límites
propio, de
su
comp,etencia, que pueden ser diruer­
sos según los pcdses y los pueblos. Interviene siempre con un deseo
de jwsticia y dedicació'n al bien común, del que tiene la responsa­
bilidad última. No raba, pues, a_ los individuos y a cu,erpos inter­
medios su
ca!mfro de
actividades y
sus responsabilidades propias,
lo cual, les induce a concurrir a la realización de este bien, común.
En efecto, «el objeto de toda intervención en: ma.Jeria social es
ayudar a los miembros del cuerpo social y no destruirws ni a/J..
sorverlos».
"Según su propia vocación, el poder político debe saber des­
ligarse de los intereses parNculares pwnJJ enfocar su resp,onsabi-
743
Fundaci\363n Speiro

/.V.DE G.
lidad hacia el bien de todos los hombres, aun rebasando tas fron­
teras nacionales. Tomar en

serio la
política en sus diversos niveles
-local, regional,

nacional
y mundicd--es afirmar el deber del
hombre, de todo hombre, de reconocer la realidad concreta
y el
valor de la libertad de elección qite se afrece para tratar de rea­
lizar juntos

el
men de la ciudad, de la nación, de la hwmanidad.
La p·alítica es un aspecto, aunque no el único, que éxige vivir el
compromiso cristiano al, servicio de los de-más. Sin resolver cier­
tamente los problemi,s, ella se esfuerza por aportar soluciones a
/aJs. relaciones de los hombres entre sí. Su campo, amplio y come
plefo, no es exclusiva. Una actitud inva1Sora que tendiera a hacer
de él algo absoluto, se convertiría en un grave peligro. Aun re­
conociendo
la autonomía de la realidad p·olítica, los cristianos,
solicitados a entrar en la acción política) se esforzarán por buscar
una coherencia entre sus ap-ciones y el Evangelio y, dentro de un
legitimo pluralismo, de dar u,n testimonio, personal y colectivo,
de

la
seriedad de

su fe
mediante un servicio eficaz y desinteresado
hacia los hambres."
7? La dignidad del trabajador, se reitera al decir el número
14, § l.º, ap. 2.0 que:
"Todo hombre tiene derecho al tra/Jajo, a la posibwidad de
desarrollar sus cualidades y su personalidad en el ejercicio de su
profesión, a una remuneración equitativa que permita a él y a su
fannilia «llevar una vida digna en el plano material, cidtural y es­
piritual», a la asistencia en

caso de
necesidad por raz_ón de en,jer­
medad
o

de
edad."
Reafirmando el núm. 46 que: "Siendo necesa1TioJ la actimidad
económica p'UCde, si está; ai servicio del hom,/yye, «ser fuente de
fratern,!dad y si{¡no de Providencia», ella da ocasión a intercCPmr
!Jios
concretos
entre
los homl7res, a reconocimiento de derechos)
a
la prestación de servicios y a la afirnwción de la dignidad en el
trabajo."
8.0 Su derecho a agruparse en gremio-s, corporaciones o sin­
dicatos, y con la subordinación al bien común de las actividades
de éstos, son expresados en el núm. 14,
§ 2.' que, al final, señala
los límites del derecho a la huelga :
744
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
"Si para la defensa de estos derechos las sociedades democrá­
ticas aceptan el principio de
la, organización sindical,

sin
emhar­
go
no

se
hd;/,lan siempre a/;,iertas a
su ejercicio. Se debe
admitir
la

función importante de los sindicatos:
tiene,; por
objeto la re­
presentación de
las diversas categorías de trabajadores, su legíti­
ma
colaboración al progreso económico de la sociedad, el deS llo

del sentido de sus responsabilidades
para la reali.zadón del

bien
común. Su
acción/ no

está con todo
exenta de dificultades: pue­
de

venir,
aqwi o allá,, la tentación de aprovechar una po,sición de
fuerza
para
imponer, sobre
todo por la huelga
-cuyo derecho
como
medio último

de
defensa, queda ciertamente reconocido--,
condiciones
demasia,do gravosas PMa el conjunto de la economÁ o del cuerpo sodai, o pMa tratar de obtener reivindica,ciones de
orden directamente político. Cuando se trata en particular de los
serviciosi públicos, necesarios a la vida diaria de toda una comu­
nidad, se deberá saber medvr los límites, más allá de los cuales
los perjuicios C(J,41,Sados se hacen itu1dmisibles."
9.· ¿ Quid de la propiedad privada? De ella, hace diez años
había dicho en
Mater et Magistra (núm. 109), Juan XXIII, que
"el derecho de propiedad privada,, incluso el que se refiere a bie­
nes de producción, es
válido en cualquáer tiempo, puesto que está
contenido
en la misma na,turaleza, la cual nos enseña que los hom­
bres son
atl,teriores a la sociedad y que, por tanto, ésta debe or­
denarse al hombre como su fin,. Por otra parte, serW vano reco­
nocer el derecho de libre iniciativa en el camp·o econ6mico a los
particulares si, al mismo tiemp·o, no se les c'oncediera la facultad
de elegir
y disponer libremente de los medios necesarios para
ejercitar
aqu,el derecho.
Por
últi,mo, la historia

y la experiencia
atestigitan que allí donde los regímenes políticos no reconocen la
propiedad p·ri-vada, incluida la de los bienes productivos, allí se
viola o

se
suprime por com¡,[eto el

ejercicio de la
libertad humana
en
sus aspectos fundamentaks, lo cual, demuestra evidentemente
que

el uso de
la libertad

encuentra su
garantfa y su estimulo en
el derec'ho de

propiedad".
Esa vinculación entre libertad
y propiedad privada (incluso
para los no propietarios, que existiendo la propiedad no se hallan
745
Fundaci\363n Speiro

J. V, DE G,
-romo cuando no es reconocida- frente a un solo e inmenso
propietario y patrono que, además,, es gobernante y juez) la pre­
cisó la constitución pastoral Gaudium et spes, en su núm. 71, §
2.•: "La propiedaxi privada;, como las demás formas de dominio
prifllado sobre

los bienes externos,
aseguran a cada cual una zona
necesaria
para la autonomía, personal y familiar y deben ser con­
sideradas como prolongación

de la personalidad
hwmana. Por úl­
timo, i,l estimular el ejercicio de la twrm y de la responsabilidad
constituyen una de las condiciones de la libe-rtad civil."
Sin embargo, en la Octogesinta adveniens -que, como en su
día la encíclica Mater et Magistra, ba oonmemorado la Rerum
novarwm,-----se oh.sierva que no contiene referencia alguna ni nin­
gún nuevo desarrollo respecto de la propiedad privada.
¿ Qué significado debe darse a este silencio?
Hemos visto que la doctrina social de
la Iglesia, a cuya ense­
ñanza hemos visto que se remite la carta, afirma la validez en ciwJ­
quier tiempo de la propiedad privada, fundándola en unos presu­
puestos· ontológicos y teleológicos que son precisados cuidadosa­
mente. Conviene, pues, examinar si estos presupuestos siguen
siendo considerados por la carta.
Marce! Oément, en su artículo citado del 6 de junio, subrayó
que si, conforme al núm. 14, la persona humana "es y debe ser e1
principio y el sujeto y el fin de todas las instituciones", hay en
ella una fuente autónoma de poder superior a toda autoridad hu­
mana, que implica todos los derechos, comprendido
el de pro­
piedad.
Pierre de Calan, en s.u también citado artículo en La Croix
del 8 de junio, apunta al contenido del núm. 46 de la carta, aun­
que no apura sus consecuencias. A pesar de que "la decis.'.ón última
recae sobre el poder polífro", como dice al final del § 1, aun des­
lindados '1los ·campos Social y económü:d', aquel poder, como
prosigue el § 2.•, debe obrar "en el respeto de los individuos, de
la,., familm y de lo's [fYUpo,s subsidiarios " y "no roba ( ... ) a los
indlflliduos y a los cuerpos intermedios su campo de act'.:vidades y
sus responsabilidades _propias", e, incluso, añade el § 3.": HSu
campo

es
amplio y complejo,

no
ezclusirvo. Una

actividad
inva-
746
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
sora que tendiera " hacer de él algo abso.J,uto se convertiría en un
gr"11j peligro."
Añadamos que, al final del núm. 31 --- el atractivo de las corrientes
oocialistas----, la
de señalar las orienta­
ciones que permitirán a los cristianos considerar el grado de com­
promiso posible, requiere qne queden "a salvo /,os valo,es en par­
ticula,- de la libertad, de responsabiUáad
y de ap,ertura a lo es­
piritual qwe garantizan el desarroUo integral del hombre".
¿ Puede quedar a salvo la libertad en una asunción total de
las relaciones económicas por el Estado, único propietario, en un
totalitarismo político absorvente de lo económico como supondría
la abolición del derecho de propiedad privada?
En esta perspectiva Salieron, en
Carrejour del 7 de julio, ante
ese silencio de la carta comenta que en él: "En todo caso, debe
verse

una voluntad de sobrepasar el esquema habitual de la
cues­
tión social para hacerla entrar en un esquema político más vasto.
Creemos, en tanto, que el problema de la propiedad, política y
socialmente, es un problema mayor, hoy como ayer y hoy más que
ayer. Si el comunismo es una ideología inaceptable para los cris­
tianos, por todas las rawnes religiosas y filosóficas indicadas por
Paulo
VI, no debe olvidarse que el pcropio Marx decía que puede
resumirse en «la abolición del
derecho de
propiedad privada». Un
íntimo ligamen existe entre esta abolición y la reabsorción de la
libertad individual en la· colectividad
y finalmente con el materia­
lismo ateo".
10." El c1Mnbio de corazones es lo prvmero: La liberación "de
la necesidad y

de la dependencia",
"comienza por la libertad in­
terior" -como dice el núm. 45-, sin ella las ideologías "no des­
embocarán
más que

en
uti :simple cambio de amos".
11.º La necesidad de /,a; cOJYidaá, P'or encima y más allá de la
justicia,
es mantenida en la carta que, en la segunda parte del 1,
del 23, dice:
H ••• El Evangelio} al enseñarnos la caridad, nos ir,;,culca el res­
peto privilegiado a las pobres y su situación particuar en la SO'­
ciedad: las más favorecidos deben renuinciar a algunos de sus de­
rechos para p-oner con mayor liberalidad sus bien,es al

servicio de
747
Fundaci\363n Speiro

J, V, DE G,
los demás. Efectvvamemte, si más allá de las reglas jurídicas falta
un
sentúlo más profundo

de
respeto y
de
servicio al prójvmo, in­
cluso
la i naciones flagrantes, a explotaciones constantes1 a wn engalño efec­
tivo. S~ una educación renovada de la solidaridad, una afirma­
ción excesiva de la igualdad puede

dar luga.r a un individualismo
dornde cada cual, reivindique sus derechos

sin querer hacerse res­
ponsable del

bien
común".
Es decir, no entra de un modo absoluto en el orden de la
justicia el que no haya pobres. Es deber de C'a1'idad el auxiliarlos.
12.º La prvmordial preocupación de la Ig'iesw por los más
pabires .es recordada, en el núm. 42, y hecha extensiva a los "n¡uie­
'lJOs pobres'', "víctimas de los cambios", en el núm. 15, textos a
los que antes ya nos hemos referido.
XII. La acción de los seglares católicos.
Al llegar a la última parte de este ya demasiado largo trabajo,
debemos volver a tomar
el hilo que l!abíamos ido siguiendo al exa­
minar la
estrategia y la táctica preconizadas por la carta ante el
aetual contexto histórico.
-- La estrategia, que centra la acción, no ya en los Estados
-a quienes parece haberlos licenciado como Estados cristianos, in-
cluso a aquellos que aun pretenden seguir
siéndolo-ni
tampoco
en los partidos
políticos -¿ se observa, quizás, el callejón sin sa­
lida, o cori salida al campo enemigo, a que están conduciendo las
democracias cristianas, que habían sido promovidas e impulsa­
das como partidos representantes de los católicos?- sino en los
seglares cristianos y en las comunidades cristianas.
-La táctica que, ante la "a,mp!,itud de los cambios actuales",
consiste en ,idesarrollar u~ acción._, "por medio de una _reflexión
madurada al contacto con las situaciones cambiantes de este mun­
do,

bajo el
impulso del

Evangelio, como fuente de
renovación ...
"
con llamada incluso a la imaginación, (núm. 19) para lograr "la
748
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
innovación atrevida y creadora, que requiere la situación presente
del mundo".
¿ Cómo desarrollar la acción en esta estrategia y dentro de
esta táctica?
Los amigos españoles, que hemos estudiado el libro de J ean
Ousset La acción, estamos en buenas condiciones para compren­
derlo, pues esta obra va dirigida a los seglares católicos, y parti­
cularmente incluso a
los que
no detentan poder político alguno.
En la misma hallamos, también, algunas precisiones que nos
pueden ayudar a entender, en buena parte, el porqué de esa es­
trategia y de esa táctica preconizadas.
AJ La estrategia de licenciar a los Estados católicos, puede
ser aventurada y sus resultados posiblemente no
sean favo­
rables. Pero,

al margen de ella, la otra parte de la estrategia -la
guerrilla espiritual en
defensa de

la sociedad cristiana y de su
progreso eu la mayor dirección- es indispensable, y lo seria in­
cluso aun cuando aquellas plazas y posiciones no
se abandonaran.
Abandono que -hacemos constar- jamás hemos preconizado,
sinn muy al contrario, en contra de él ----con todo respecto con
este aspecto de la estrategia, que no compartimos- luchamos es­
grimiendo todas las razones que podemos aducir, y con la escasez
de medios que padecemos,
para la difusión

de nuestro pensamiento.
Pero,
insistimos, aparte

de ese abandono, la otra mitad de la
estrategia la hemos comprendido siempre y considerado como muy
necesaria.
"La desdicha está -escribe Ousset (op. cit., pág. 209)- en
que, actualmente, en los Estados que se persiste en llamar cristia­
nos, todo descansa efectivamente sobre esa
mecánica [radio,
tele­
visión, y, en general, todos los mass media] ( ... ) cuya poteucia es
gigantesca ... y,
no obstante nula, si no está catalizada por la ac­
ción de una trama de redes irradiantes."
Por otra parte, es difícil que el ambiente general empapado de
ideologías erróneas, no alcance a los órganos de estos Estados,
que muchas veces han tomado "el rábano ¡x,r las hojas", como
vulgarmente se dice, cuando han tratado de aplicar las enseñanzas
749
Fundaci\363n Speiro

J. V. DE G.
sociales de la Iglesia pretendiendo, según su propia interpretación,
imponerlo en forma rnasificadora y mecanizante cuando, muy al
contrario, r:equiere una penetración social
y una vitalidad soste­
nida por una interacción que impida esa uniformización totali­
taria y aplastante que ignora el principio de subsidiariedad.
En esos países, pues: la "movilización intelectual y moral, la
irradiación ideológica", mediante "la formación de cuadros diri­
gentes" y "la acción capilar' "son tan necesarias en el ca.so de
una nación cristiana como en -el de un Estado perseguidor" --co­
mo dice el mismo Ousset, que añade: "Y no les arrendamos la
ganancia a esos regímenes más o menos cristianos, que la des­
deñan so pretexto ... de que están en el «Poder», y que todo les
parece seguro por el momento."
Pero la solución tampoco está en los partidos políticos. La
Carta en su núm. 25 -recordémoslo- señala: "No pertenece
ni
al Estado, ni tampoco a los partidos políticos, que se. cerrarÍMI
sobre

sí mismos
al trata.-de imponer una ideologia por medios
que
desembocarÍMI en
la
dictadura de
los esp,ritus, la
peor de
todas ... "
"Hay circun:stancias, en efecto -leemos en La acción, pá­
gina 211- en las que desarmar al Estado supone annar a los
partidos.
De ahí ,el célebre apóstrofo de Michelet al canciller de
Catalina de Médicis: "a las olas de la mar embravecida, a los
ele­
ment.os furiosos, al caos, se les dice: ¡ sed reyes!".
Ousset (págs. 172 y sigs.) poue en guardia respecto de la ine­
ficacia, a la larga al menos, de las coaliciones espectaculares
de
católicos "que no han faltado", "formadas apresuradamente en
tomo de algún! personaje de renombre, pero sin unidad doctrinal
y estratégica ... "
"¿ Qué ha salido de ellas? ¿ Ha sido por ellas
frenada la Revolución? Todo lo contrario. Parece que ha sabido
aprovecharse de lo que esos obstáculos tenían de falaces, para
franquearlos con tanto mayor impulso,
cuanto le

habían dado el
pretéxto para reunir contra ellos el mayOr número posible de sus
secuaces."
Y, también, advierte de los graves peligros del partido cat6-
lico ú,i;co (págs. 175 y sigs.), que produce una "amalgama polí-
750
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRJNA SOCIAL CATOUCA
tico-religiosa", con un aparente, al menos, "monopolio de una ideo­
logía", que, además, "compromete a la Iglesia" e implica "el ries­
go suplementario de sufrir infiltraciones de quintas columnas de
elementos dudosos, ventajistas o netamente subversivos", como
la experiencia nos prueba sin cesar.
B)
La táctica ha de ser ackcuada al mundo adverso y en
constante movimiento en que yjvimos, ha de ser flexible para aco­
modarse a él: La carta así la aplica, después de mantener la re-­
probación de la$. ideologías, con relación a las situaciones histó­
ricas concretas en que nos toca vivir. Ello nos reconduce a proseguir
el comentario --que antes habíamos empezado a repasar~ que
a M. P. (en
VERBO 18-19)
le inspiró el texto de
Pacem in terris
(núm. SS), en parte recogido ahora por la Octvgesima adveniens
(núm. 30).
Las palabras que siguen, en el texto de Juan XXIII, dice M.
P., desarrollan aún más
y precisan el mismo pensamiento: «De-­
terminar

si tal momento ha llegado o no, como también establecer
las formas y el grado en que hayan de desarrollarse contactos en
orden a conseguir metas positivas, ya sea en el campo económico
o social, ya también en
el campo cultural o político, son puntos
que sólo puede enseñar la virtud de la prudencia, como reguladora
que es de todas las virtudes que rigen la vida moral, tanto indivi­
dual como social». El Papa precisa, po,: otra parte, que esta ac­
ción social
y política debe empezar rechazando todo abandono
ciego o fatalista.
La iniciativa «corresponde de un modo particu­
lar a aquellos que, en estos asuntos. concretos, desempeñan cargos
de responsabilidad en la comunidad ... », pero a condición y en la
medida, indudablemente... «en que se mantengan, sin embargo,
los principios del derecho natural a la par que la doctrina social
de la Iglesia ... » ¡ Lo que debería, sin embargo, tener su impor­
tancia? Al menos, a los ojos de los católicos."
"¿ Qué confirmación más clara cabe de la oportunidad de la
acción doctrinal y
del método
capilar? Lejos de
abandonarse a
los determinismos h.istóricos desmoralizadores, Juan XXIII re­
afirma con fuerza que «todas las cosas adquieren su crecimiento
751
Fundaci\363n Speiro

J, V. DE G
por etapas sucesivas, y así, en virtud de esta ley, en las institu­
ciones humanas nada mejora, sino obrando desde dentro, paso a
paso. Esto recordaba nuestro predecesor, de feliz memoria, Pío
XII, cuando decía: "no en la revolución sino en una evolución
bien planea.da se encuentran 1a salvación y a justicia. La violencia
nunca ha hecho otra cosa que destruir, no edificar; encender las
pasiones, no

aplacarlas"». Evolución que, según la misma eviden­
cia del contexto no tiene nada de ese regreso al cero, tan caro a
los innovadores, sino que es, por el contrario, ordenada progre­
sión de los asuntos humanos, cada uno según su orden, conforme
a las leyes del orden divino y bajo la dirección de los verdaderos
y prudentes restauradores de la sociedad ...
"
"Todo esto... «para que la sociedad humana ofrezca con la
mayor fidelidad posible la imagen del reino de Dios ... » Es decir,
la misma perfección de esa «ciudad católica» deseada por San Pío
X ante los asaltos, cada día repetidos, de una «utopía malsana»
y de una impiedad contrarias, una y otra, al derecho natural fun­
damental."
"Nuestra meta -dice La acción (pág. 30)-no es restablecer
artificialmente un determinado
sistema político
y social, victoria
de un partido. Podríamos en este caso recurrir a los procedimien­
tos partidistas, por ser dialectizantes de la Revolución."
"Tenemos que devolver a la sociedad su salud, su misma vida,
natural
y verdadera."
"Tenemos que dar vida, fuerza, salud (una actividad normal)
a los órganos sociales, víctimas de condiciones esclerosantes, an­
tinaturales, a las que les ha llevado el totalitarismo moderno. Y
esto es cosa muy organización artificiales."
Y páginas después (pag. 41): "A necesidades díversas, fór­
mulas diversas."
"Y es en el campo del espíritu, en el plano de la doctrina,
donde se debe

establecer la sola unidad posib'e y verdaderamente
deseable. Unidad de espíritus sobre lo esencial, sobre la doctrina.
En cuanto a las acciones, a las funciones, importa que sean nume­
rosas
y variadas."
752
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGBSIMA ADVBNIBNS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
"Más que nunca, frente al Leviatán del totalitarismo moderno,
hay que erigir un conjunto de fuerzas flexibles, maniobreras, poco
vulnerables, fáciles de constituir, ricas en recursos variados, in­
cluso contrastadas.'' "Capaces de perseguir simultáneamente varios objetivos.
Es­
tilo de acción adaptado a las condiciones de lucha contra el tota­
litarismo moderno. Totalitarism,o que dispone de casi todos los
medios de información, y que pueden hacer creer a que quiera:
manchar, desacreditar las iniciativas más respetables, ridiculizar
a los mejores; hacer encarcelar, torturar, condenar, asesinar en
masa a indefensos, sin que los guardianes de una conciencia 11a­
rnada «universal» se atrevan a levantar la voz."
C) La acción es señalada en la carta como deber del cristia­
no (núms. 4, 36,
37, 42, 48) y se aconseja, en ella (en los núms. 46
al
final y SO), un legítimo pluralismo, con "recíproca comprensión
de las posiciones y de los m-o·tivos de los rMmás" que "aun recono­
ciendo
las diferenc·ias} no crea menos en las posibilidades de con­
vergencia y unidad". (núm. SO,§ 1).
a) Pero, notemos que ese pluralismo lo recomiendan las pri­
meras palabras del núm.
SO: "En las situaciones concreta,s y hab'da
cuenta

de
las solidaridades vividas por cada. uno ... " Pero ~según
resulta especialmente del núm. Zl-no en las ideologfos.
Y sí en todos los niveles, como dice el núm. 46, § 3.":
" ... To'111(1,1" en serio la política en sus diversos niveles -local,
regional, nacional y mundial-es afirmar el deber del hombre,
de todo hombre, de reconocer la realidad concreta y el valor de
la libertad de elección que se ofrece para tratar de realizar juntos
el bien de la ciudad, de la nació-n, de la human'dad ... "
Estamos convencidos de la necesidad de ese legítimo pluralis ...
mo. Se lo hemos oído repetir sin cesar a J ean Ousset. En Lo, ac­
ción
lo reitera (págs. 37 y sigs.) y nos aconseja seguir:
"Procedimientos susceptibles de desarrollar un sentido más
vivo de la complejidad de las cosas. Y que, por ello, ofrecen la
ventaja de desencantar nuestro gusto por el movimiento único,
por la organización que pretende salvarlo todo por sí misma. Or-
,, 753
Fundaci\363n Speiro

J. V. DE G.
ganizaciornes, fuera de las cuales toda acción se declara: vana y no­
civa."
"Esta concepción

unitaria del combate político y social ha
sido y sigue siendo
la causa de nuestros fracasos".
"Se reúnen

en ella todos los pecados:
el desconocimiento fun­
damental de una realidad esencialmente diversa ... ; al cual acaban
por agregarse, ipso fac'to~ particularismos, rivalidades, exclusi­
vismos."
Y prosigue, insistiendo en la la: "Necesidad, pues, de des­
arrollar en
torno nuestro ese sentido
de la acción plural. Sentido
de la acción que sabe ver más allá y más arriba, que el rendimien­
to inmediato de nuestra propia empresa ... ''
b) Ahora bien, ese pluralismo aplicado a las situaciones con­
cretas y en todos los nieveles de la política, en sentido amplio, se
extiende a los "movimientos históricos concretos nacidos de las
ideolog-ías, y, por otra parte, distintos de elta" (núm. 30). Pero,
¿ en qué medida?
L'Osservatore romano del 17 de mayo, desarrollando las ob­
servaciones de la carta -que vimos en
el epígrafe IX de este es-­
ludio-, ha dado una respuesta:
"Nada excluye la búsqueda, el diálogo con los movimientos
que dominan la escena mundial ( ... ). El cristiano debe moverse,
vivir y, en ciertos límites, colaborar en fines
concretos con
las
otras fuerzas políticasy sociales: el
marxismo, el

liberalismo, o
la tecnoeracia. Pero no puede cambiar su «credo.» social a partir
de ellas. JJ
Subrayemos: Hno puede cambiar su «credo» social a. pa:rtir de
ellas". Su credo social... es decir, el recibido por las enseñanzas
doctrinales de
/,a Iglesia.
Ahora bien, la carta insiste en el dinam..ismo de la enseñanza
social de /a, Iglesia -como dice el epígrafe del núm. 42, que ya
hemos
antes examinado.
Esto

no nos puede extrañar a
quienes hemos
leido en
La
acción
(pág 202) ;
"No se puede ni se debe «dogmatizar», sino en el plario de las
7l4
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRJNA SOCIAL CATOLICA
verdades supremas. Pues quien dogmatiza sobre el medio se halla
condenado a la siguiente alternativa ... "
" ... que lo que él propone sea satisfactorio desde un punto de
vista doctrinal; pero puede temerse que la
mediocridad del
acon-
tecimiento haga inaceptable esta casi perfección." ,
"... o que lo que él propone sea inmediatamente aplicable;
pero pueda temerse que el valor de la proposición corresponda a
la mediocridad de la situación".
"Sería doloroso, en consecuencia, que lo «mejor», codificado
en esos textos, pueda llegar a ser algunos meses más tarde un
argumento susceptible de frenar la continuidad de la progresión."
<10 dicho

de otra forma: Cuando, en
la acción, hay uru gran
retraso
que
recuperar, no

es bueno empacharse de fórmulas cuya
insuficiencia dogmática

o práctica las condene a breve duración.
"Dogmatizar sobre una etapa, incita a permanecer en ella."
"Tengamos menos gusto por las recetas fijistas que por el
úseo de ir hacia adelante."
"El hombre de acción descuella menos en instalarse en el
qoy
que

en captar, en el acontecimiento inmediato, lo que le permitirá
mañana asegurar m,ejor el triunfo de la verdad."
Y páginas después (págs. 216 y sigs.), cuan.do aconseja: "Evi­
tar, ante todo, dejarse engañar por lo que antes hemos llamado la
dogmatización de un día, la dogmatización de las fórmulas conci­
liadoras, la dogmatización de los Sistemas de circunstancias.
"No es verdaderamente peligroso el que
existan esas

fórmulas,
el que esos sistemas sean inevitables. El mal, el peligro, está en
la dogmatización que tiende a hacer de esas fórmulas la «pro­
paganda.»
"Ahora bien, no hay medio más seguro para hacer perder a
gran número de personas todo sentido de la verdad que el conce-­
der a las transacciones, a las .fórmulas oportunistas efímeras, un
tono y unos atributos que sólo son debidos a la verdad de ayer,
de hoy y de mañana."
"Evitar, por lo tanto, elevar a dogmas las fórmulas bastardas."
"Aunque haya que tolerar estas últimas, no hay que· temer
designarlas como lo que
son. Porque
es menos grave tolerar un
755
Fundaci\363n Speiro

J. V. DE G.
mal sabiendo que es un mal, que proponer la adopción de una
verdad bastardeada como un
progreso hacia la

verdad."
Estas últimas observaciones son
Q.oy de

una rabiosa actua­
lidad ...
D) Formación para la acción. He ahí la clave de la estrate­
gia, la táctica y la acción preconizadas en un momento de confu­
sionismo doctrinal y de tensiones revolucionarias.
¿ Qué predominará?, ¿ el dinamismo de la acción, o la acer­
tada dirección doctrinal de ésta?
He ahí el riesgo, que debería reducirse al mínimo por una
acertada
formación doctrinal.
La acción debe desarrollarse, según la carta:
-"de acuerdo con los sanos principios de la razón," y "a lM
justas aspíraciones de la persona humana" (núm. ,30);
-evitando: "comprometerse en colaboraciones incondicion~
les y contrarias a las principio,s del verdadero humanismo" (nú­
mero
49), e
-iluminada por "luz &el Evangelio" y "las enseñanzas de
la Iglesid' (núms. 1, 4, § 1, 7, 36), con "la tradición cristiana"
(núm. 4, § 2), con su "ec,:periencw de siglas" (núm. 42) y "las
p-rincipio$ morales"
(núm. 48, § 2).
Dice, en el núm. 25 que: "La acción ¡,o lítica -i es necesario
subraya,, que se trata, ante todo, de una acción y no de una ideo­
logiat-
debe esta,r apoyada en

un proyecto de
soc,'edad, coheren­
te en sus medios concretos y en su aspiración que se alimenta de
una concepción plena de la vocación del hombre y de sus diferen­
tes
expresiones s,,ciales. No pertenece

ni
al Estado, ni ta,mpoco
a
los

partidos
poUticos qwe se

cerrarían sobre sí
mismo, el
tratar
de imponer
una ideología por medios que desembacarian en

la
dictOJdura de

los espíritus,
la peor

de
todas. Taca a los grupos

cul­
turales y
religiasos -dentro de

la libertad de adhesión que
elfos
suponen- desarrollar
et1! el cu;erp,o social, de manera desintere­
sada, y por su ¡,,apio camino, esta; convicciones últimas sobre la
naturaleza, el origen y el fin del hombre y de la sociedad."
"En este campo conviene recordar el principio proclamado por
756
Fundaci\363n Speiro

«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
el Concilio Vaticano II: «La verdad n;o se impone más que por la
fuerza de la verdad misma que penetra el espíritu con tanta dul­
zura como potencia.»
En cambio, según el núm. 39: "No ha;y que prestar menos
atención
a la acción que las al d(f)Y o-rigen a la elaboración de modelos socúiles que se querría
imp,oner enseguida coma tipos

de
canducta científicamente pro•
bados.
El

hombre
puede convertwse entonces

en
abjeta de m,m,í-.
pu-ladones, orientando sus deseos y necesidades, modificando sus
comportarwientos
y hasta su sistema de valores. Nadie duda que
ello encierra

un
grave peligro para /,a,s sociedades de mañana y
para el hombre mismo. Pues si todos se ponen de acuerdo pa,-a
construvr una sodetlaá nueva.
al servicio de lw hombres, es nece­
sario

saber
todcrv-ú, de qué hombre
se
tmta."
Aunque, advierte el núm. 40: " ... Com,o para las ciencias na­
turales, la Iglesia tiene confÍ11111Za en esta investigación e imJita a
los cristianos a tomar parte activa en ella. Animados por la mis­
ma ezigencÚJ científica y por el deseo de conocer mejar al hom,­
bre, pero al mismo tiempa iluminadas por su fe, los cristianos
entregados a las ciencias humanas entaMarán un

diálogo que se
prevé fructuoso entre
la Iglesüi y este nuevo campo de descubri­
mientos.

En verdad,
cada disciplina científica na podrá compren­
der, en
su particularidad, más que
un wspecto parcial, aunque ver­
dadero, del hombre;
la totalidaá y el sentido se les escapan. Pero
dentro
de
estas límites l,,s ciencias humanas aseguran una función
positiva que la Iglesia reconoce gustosamente."
Es decir, el proyecto coherente de sociedad, que corresponde
trazar a
"los grupos culturales y reUgiosos" (núm. 25), no puede
fundarse en los "modelos sociales" propuestos por las ciencias
humanas (núm. 39), ni que se basen en los "a priori" ideolóqicos
(núm. 38). ¿Dónde, pues, habrá de fundarse ... ? Volvemos a la
única respuesta posible: en las
enseñanzas de la Iglesia, de su
dactrina pólítica y social cat6lic0!.
Es necesario una formación adecuada. La carta, en el § 2 del
núm. 24, advierte de: "la imp,ortancia de una edU,Cación. para· la
vida
en sociedad, qu.e, además de la 1nformación sobre los dere-
• 7)7
Fundaci\363n Speiro

J. V. DE G.
chos de cada uno, recuerde su necesaria correlación con el recono­
ciniiento
de
los
deberes de
cada
cual respecto
a los
demás,· el Se1'/r
tido y /,a prácticm del deber están, en todo caso, cvn,dicionados por
el domi.nio d,e sí y por la aceptación de las responsabilidades y de
/o,s lvmites puestos

al ejercicio de
la libertad del individuo o del
grupo".
El mismo Paulo VI, en su alocución a un grupo de Universi­
tarios italianos del 28 de junio, ofrece un ejemplo de esa
forma­
ción necesaria para el compromiso temporal :
"Estudi(Jff' y pem(Jff', primer leber. Bu.sc(Jff' y saber, esto

en
primer lugar. Dar a

la
etaepa de
los estudios
universitarios y a la
etapa sucesiva profesional su

impronta
humana superior y c(Jff'ac­
teríslica, el compromiso racional,
la

búsqueda de
la wrdad y ha­
cér de' el/,o, la luz

del propio
sendero en la mda, esta,

fue la
norma
directiVOJ
de la FU

C I en
n-uestros días, y

después de los
Gradu'a­
dos
Católicos.

En
el mm/to y

agitación de las corrientes
op,eratiVOJs,
políticms
y sociales, guiadms sin lógicos

y
sólidos principios por
pasion'es voluntaristas y

por intereses de poder,
tener la vvrtud
de impaner a

sí mismo el
primado de la razón, del

estudio, de la
honestidad del pensamiento,

del
silencio, de la crítica constructVlla,
del
concepto personal sobre

el mundo de los seres, de
los aconte­
cimientos,

de
fos deberes, en

una
palabra, sobre la 'ZJÍda, fue

la
norma que orien,:ó, sin pedanteria especukttiva alguna, en, aque­
llos
tiempos al numos, a

los dos
mo'ZJÍmientos; y las mcisitudes his­
tóricas y cidtura/,es de aquellos años corroboraron su bondad."
Y, en su nombre, el Cardenal Secretario de Esta.do, en su
carta a la reciente LVIII Se,nana Social de Francia, al referir el
compromiso a la actividad necesaria para resolver las situaciones
conflictivas, ofrece

otro claro ejemplo:
"En primer

lugar, debéis
confecciona,r un inventario objetivo
de los conflictos reales de la sociedad, tanto en los sectores fa"
miliar
y profesional, económico, social y

político,
como en
los
pla,­
nos culturwl e ideológico, étnico y eclesial. Tras la apariencia de
una "sociedad de migajas", descubriréis también to·do lo que se
oculta en la marcha de este proceso de fragmentación y manifies-
758
Fundaci\363n Speiro

----~iiJJCTOGESJMA--ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
ta ya la puesta en práctica, si bien todavía de forma incipiente,
de un deseo profundo de unidad.
"Es necesm-io guardarse, en efecto, de erJ~obar estos fenóme­
nos en caUgorias apresuradamente establecidas y de juti!Jtl abusivanumte como si procediesen exclusivamente de umi falta
lanum,tahle
de
autoridad o de una inadaptación
perjudicial de las
instituciones. La realidad es más compleja y movediza. No se
deberá
minimizar la amplitud y /,a profundidad de los conflictos
que se ocultan tras un engatñoso op·tim.isnw de m de estos levantamientos brutales de los que la historia lleva /,a
m,pranta S111nflYÍenta. Tamp-oco se deberá atribuir al conflicto mis­
mo una especie de consagración, como si la exasperación de las
tensiones fuese el med-io inifalible de instOJUrar una sociedad nueva
y más justa ... "
LA ACCIÓN, PUES, Rlt,QUI~ F'ORMACDÓN PR:B::VIA, EXIGE RE­
FLEXIÓN DESPUÉS DE

SERENA OBSERVACIÓN
Dlt LA REALIDAD. No
es una praxis revolucionaria.
Para concluir, y una vez más, nos remitimos, ante nuestro
deber de eficacia y sus condiciones, al libro de J ean Ousset La
acción, para releerlo y vivirlo.
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