Índice de contenidos
Número 97-98
Serie X
- Textos Pontificios
- Actas
- Estudios
- Congresos
- Información bibliográfica
- Textos
- Crónicas
- Ilustraciones con recortes de periódicos
Autores
1971
La Octogésima adveniens, ¿ha derogado la doctrina social católica?
LA "OCTOGESIMA ADVENIENS", ¿HA DEROGADO LA DOCTRINA SOCIAL CATOLICA?
POR
J. V. de G.
SUMARIO: I. Interpretaciones contradictorias; ¿puede leerse la carta
de
diversas
maneras, con
distintos sentidos ?-II.
¿ Puede tener :a carta
. Octogesima adveniens valor derogatorio o novador de la doctrina social
católica
?-III. ¿ Ha pretendido Paulo VI, en su carta, derogar la doc
trina so-cial ca.tólica, enseñada por sus predecesores, o, al contrario,
la reafirma y confirma.?-IV. El contexto histórico actual que se con
templa en la Oct,ogesima adveniens.-V. El plJtnteamknto estratégico
ante el contexto histórico expuesto.-VI. La táctica que se desprende
de la carta. Confusiones. que
al interpretarla se han puesto de mani
fiesto.-VII. Ideologías y criterios contradictorios con la doctrina so
cial católica que la carta insiste en _ rechazar o en advertir contra
ellos.-VIII. Renacimiento de las utopías denunciado en la carta.-IX.
Los movimientos históricos concretos :
¿ puede encontrarse1 en su evolu
ción, la.
tercera vío? ¿ Se hallará en el socialismo? ¿ Sigue siendo la ter
cera vía la doctrina social católica ?-X. Significado, en la carta, de al
gunas palabras de sentido multiforme o ambiguo : libertad, igualdad, democracia, participación.-XI. Los aspectos positivos de
la doctrina
social católica expuestos en
filigrana por
la carta.-XII.
La acció11
de
los seglares católicos.
l. Interpretaciones contradictorias : ¿ Puede leerse la carta de
diversas maneras, con distintos
~entidos?
La primera cuestión que se formula Marcel Clémen~, en el
segundo de los artículos que el 20 de junio, con el título Quelle
traisieme 'l!Oie?, en L'HOMME NOUVEAU, ha dedicado a la
carta Octogesima adveniens, es la siguiente:
"Si
se consideran
las reacciones diversas de los periódicos
y
de los hombres públicos, decididamente existen bastantes posibles
"lecturas" de la carta
Octogesima adveniens. Desde los [JOIUllistas
a los comunistas, pasando por los liberales, los socialistas de Te-
moignage Chretien y los gauchistes de N ouwl observateur1 todo
el
mundo se
declara satisfecho.
¿ Cómo explicaríais este- acuerdo
" 6S7
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
singular de gentes opuestas fundamentalmente? ¿ Acaso no debe
concluirse que la carta pontificia es ambigua?"
El mismo escritor recuerda "las exégesis radicalmente opues,...
tas dadas, por ejemplo en La Croix, por Rémond, Garaudy, Buron
y Calan".
Por su parte, el mentado N owel observa,teur del 24 de mayo
comenta: "Si se excluyen los ultras, muy descontentos de esta
apertura, todo el mundo está satisfecho, desde J acques de Mon
taJais y René Tomasini a Etienne Fajon, pasando por los cató
licos de
izquierda y Roger Garaudy."
En su respuesta a la pregunta que a1 principio hemos trans
crito, el propio Marce! Clément, afirma que, ante tantas interpre
taciones contradictorias, ''es evidentemente indispensable'': tomar
al pie de la letra la recomendación de Paulo VI ( en el núm. 4 de
la carta) y leer
-----0 releer~ "el fondo permanente de la doctrina
social de
la Iglesia taJ como la formularon Rerum nOV01Yum, Qua
dragesima cmno, /os grandes mensajes radiof6nkos de Pío XII
e, indudablemente también, Mater et m
Pero las contradictorias interpretaciones llegan también a
este punto. Miret Magdalena, en
Triuajo del 12 de mayo, comenta bajo el
título ";Requiem por la á'octrina social católica?": "Lo que pre
tende la Iglesia actual es olvidarse de recetas autoritarias y quiere
fomentar los valores de libertad, progreso, igualdad, fraternidad
y desarrollo social humano, para que los seglares seamos los auto
res responsables de la construcción de un nuevo mundo alentados
por la jerarquía, pero no dominados, ni condenados, ni abando
nados pür ella, bien éstá el ,crequiemi,, implícito en la actitud
del Papa, aunque no en todas sus pa1abras, por la doctrina social
católica, para que podamos acceder de una vez a una fase de ma
yoría de edad, en la que propugnemos
--creyentes y
no creyenteSr
una "doctrina social" sin más apelativos que el de ser científica
tanto en la doctrina social como
en las
soluciones que aporte".
Y Ezequiel Cabaleiro titula su artículo publicado el 10 de
junio en
Madrid: "El mito de la Doctrina social católica" y procla
ma en un resumen previo, escrito en negritas de mayor tamaño
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«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
que el texto: "En mi opinión, lo verdaderm=nte importante de la
carta reciente de Paulo VI al Cardenal Roy es la clausura del
sistema moral conocido como
«Doctrina social
de la Iglesia», se
cierra, en
nna primavera
florida de documentos pontificios, a los
ochenta años exactamente de su inauguración con
la Rerum no
varum". El autor no se contenta con este requiem sino que, en otros
dos artículos sucesivos,
Ante la doctrina marxista y Progreso del
hombre -publicado,s también en Madrid, los días 11 y 12 del
mismo mes de junio..-lo extiend.e al "orden natural", y aún
llega a plantear si, tal vez para el futuro, podrá extenderse a los
"tabús sexuales"
y
al "Estado" conforme al mito marxista de su
desaparición ( cada
vez más desmentido, por otra parte).
Luego examinaremos si tienen alguna base, o si carecen -de
toda seriedad, esas aseveraciones. Pero antes quisiéramos dejar
planteado
si puede hallarse alguna explicación -que no sea una
simple referencia a
la pasión, la ignorancia o la mala fe-de estas
contradicciones tan radicales en la interpretación de esta carta.
Es algo que no es nuevo en estos últimos años, y que, en especial,
ya se patentizó en la interpretación de !a Declaración sobre la li
bertad civil religiosa,
Dign,itatis humana,e ~ del Concilio V atica
no II.
Anticiparemos cuatro motivos que consideramos primordiales
y que, a nuestro entender, se dan simultáneamente conjugándose
y multiplicando
el
tancia, que creemos tienen, los siguientes:
l.º La falta de una clara proclamación de lo que es doctrina
y de lo que es posición táctica o política, que aun cuando se trate
de política pastoral por parte de la Iglesia, repercute necesaria
mente en la política, en el sentido usual de
esta palabra, de
las co
munidades temporales. Es decir, de lo que constituye la tesis y lo
que no es sino una hip6tesis estimada posible en unos supuestos
concretos o situaciones dadas por razón de las circunstancias que
pueden aconsejar
la tolerancia o una cautelosa prudencia en la ac
tuación.
Z.º El desconocimiento por part~ de la mayoría de Íos
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J. V. DE G.
lectores de los límites, entre la doctrina y el progr{1J>na; entre los
P'rinCÍpi.os y su aplic11eiém concreta.
3.0 El uso con dimersos significawos de determinadas pulaúras
que, en la actual estrategia, se va,c/,a,n de su viejo contenido y se
intenta llenar con otra nuevo. E<:ta ha sido una vieja táctica del
marxismo-leninismo, que Plinio Correa de Oliveira ha mostrado
luminosamente en su estudio "Trasvase ideológico inadvertido
y
diálogo" (cfr. en VERBO 4Z-43, págs. 97 y sigs., o en folleto pu
blicado en castellano por
SPEIRo). Pero,
no
son só1o los marxistas
quienes hoy usan esta táctica. Hay palabras prestigiosas ante las
muchedumbres, que todos se las clisputan -libertad, democracia,
socialización, etc.,- para desplegarlas como banderas que abren los
ojos
y agradan y que arrastran tras ellas a quienes las perciben.
La Iglesia empleó siempre ciertas palabras en un sentido diferente
del usual en política, es el caso de
la palabra "libertad". Pero de
unos años a esta parte también ha tratado de llenar de un con
tenido cristiano otras palabras como "democracia", "igualdad",
''fraternidad''.
4.0 La voluntad reiterada de Paulo VI de no formular con
denas expresas y su constante actitud pastoral de destacar el lado
¡,osiNlllo incluso de lo que juzga erróneo e inoceptable en su con
funto, respecto del cual tal ,vez piense que se podría actuar evan
gélicamente partiendo de aquel aspecto bueno.
De los tres primeros motivos, nos ocuparemos especialmente
en este estudio,
pero estimamos
conveniente abordar primero otras
cuestiones fundamentales.
II. ¿ Puede tener la carta Octogesima adveniens valor dero
gativo o novador de la Doctrina social católica?
La pregnnta requiere unas previas aclaraciones acerca del ma
gisterio Pontificio.
Adelantaremos, no obstante, que en su caso concreto es evidente
que la carta no pretende derogarla sino mantenerla viva, puesto
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«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
que, como luego veremos, Paulo VI lo ha afirmado así expresa
mente antes de la carta, en la carta
y después de la carta.
Pero, como sus palabras -según veremos claras-- no se es
timan snficientes, por parte de algunos, para desmentir las inter
pretaciones que proponen, estimamos que es necesario plantearse
de modo previo la cuestión enunciada, para poder atajar este
ataque de flanco.
Es sabido que el magisterio pontificio se clasifica en
magis
terio solemne, y en el magis:terio ordinario y unimersal.
El magisterio pontificio debe recaer, directa o indirectamente,
sobre materia de fe y rJe costumbres.
En su primer aspecto se refiere al depósito y trmt.l'misión de
la RevellliCión. El Concilio Vaticano I precisó que «no se prometió
a
los
sucesores de San P{!á:Yo el Espíritu Santo para qu,e jJubli,.
casen una nueva doctrina según sus retvelacíones, sitno p'{J!'f'a que,
con su ruistenci,,, guarden sanla;mcnte y ezp,ongan fielmente la
revelación transmitid" pw los Apóstoles, esto es
el
depósito de
la
fe».
Pero la referencia a la fe y costumbres puede ser indirecta,
pues hay
verdades de orden especulativo previas a las verdooes
reveladas~
por las relaciones que median entre fe y razón, expues
tas por el propio Vaticano I. Se señalan entre ellas, las relativas
a la capacidad del entendimiento humano
para conocer la verdad,
los principios metafísicos de causalidad, razón suficiente, etc., la
libertad ... Además, en materia de verdad y de costumbres la Iglec
sia también se considera custodia del orden natural, por volnntad
de
Dios, que también se muestra a través
del
mismo, como Pío XII
explicó en su radio mensaje de 1 de junio de 1941 (véase su cita
comp
1eta en Verbo 53-54, pág. 242).
La diferencia formal entre el magisterio solemne y el magis
terio O'Ydinario, estriba en que, en el primer caso, según la Cons
titución
Pastor aeterm.tS:
-el Papa debe hablar como pastor y doctor supremo de toda
la Iglesia. debe obrar con plenitud de autoridad .
• 661
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J. V. DE G.
-debe, finalmente, expresar claramente que pretende impo
ner como revelada una doctrina concerniente a la fe y a las cos
tumbres.
Si estas condiciones no se llenan, no se puede hablar de defi
niciones, ni, por tanto, considerar el juicio pontificio como por sí
sólo infalible e irrefutable.
Pero conviene, aquí especialmente, referirnos al magisterio uni
versal artJi»airi,o o no salemn.e. En V,:ru,o núm. 14 fue publicado un
importante trabajo de
Dom Faul Nau, O. S. B., El mayisterilo
pontificio y su lugar teológico, que recomendamos se relea. En
él observa d autor que: "una cosa es limitar los casos en los que
se pueden verificwr /0,S condiciones de u,n juicio solemne, y otra
cosa limitar al sólo juicio salemne los modos auténticos de presen
tlleión de /,a Ylf[lla de Fe, por el Soberano Pontífice. Una cosa,
imp,oner eomo objeto de Fe todo lo que es enseñado como revelado
¡,ar
el magisterio ordinario y unimersal, y otra cosa li>witar a eso
la obligación de creer".
Por eso señala que se trata de dos modos de proponer la doc
trina, cuya diferencia específica de naturaleza radica en que el
magisterio ordinario no es 'U.In jui'cio ni
ladmmrmte, coma si de él sólo pudiera esperar la luz; su garantía
como doctrina es asegurada p·or la convergencia) simiultánea o
continw, de una pluralidad de afirmaciones o exposiciones, de las
que ninguna, tomada se¡,aradmmente, puede aportar una
definitiva
certeza, pero todas concurren a integrar ese conjunto.
Si el magisterio ordinario está integrado por un conjunto de
expresiones de autoridad desigual para juzgar de su valor, exis
ten criterios para discernir en cada caso el valor relativo de cada
expresión de las integrantes, que Dom Paul Nau cree posible re
ducir a estas tres :
1.0 La voluntad del Soberano Pontífice de comprometer su
autoridad (aunque no sea magisterio solemne) en
el enunciado de
una doctrina. Acerca de ello pueden ilustrarnos sus propias pala
-bras, y son un indicio la naturaleza, más o menos solemne, del
instrumrmlo escagido ( desde las '#terae encyclicae, bulas, por ese
orden entre las más solemnes, hasta las simples cartas dirigidas
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«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
a los Obispos, a agrupaciones o p.-esidentes seglares de diversas
obras; y desde los radiomensajes a todo el universo a las sencillas
alocuciones a peregrinos). También es de discernir, para valorarlo,
lo que constituye el
tema es1mciaJ de las af.rmo,dones secundarWJs
u obiter dicta,.
2.0 La reson(Ill1,Cia del ·acto, según el auditorio, más o menos
amplio y cualificado, al que -se dirija, aunque tampoco tenga esto
siempre valor
decisivo, sino
sólo i_ndicial.
3.0 La continuidad y co,herenda de las diversas afirmaciones
doctrinales.
De ellas el primer y más obvio signo lo constituye
la rep'etición materiol, respecto de la cual incluso los obiter dicta
pueden constituir preciosos indicios; y son aún más evidente
señal las llwmadas o recu"1'do de las enseñanzas de lo• predeceso
res.
Pero, no menos decisiva que la repetición material,
ha de esti
marse la coherencia interna del des-envolvimiento doctrinal, que
naJuralmente para su estimación requiere el examen cuidadoso de
si puede tratarse de los llamados "escritos de circunstancia", refe
ridos a casos muy
JXLrliculares, sin
olvidar que es posible
"la in
cidencia
de
hipátesis históricas, como la del donatismo o de las
ordenaciones simoníacas, sobre la tesis dogmática del carácter
sacramental".
Los
Papas
"en su
enseñanza
.se preocupan
ante todo por las
necesidades presentes de la Iglesia.
Los errores
que condenan son
los de su tiempo: las doctrinas que recuerdan son aquellas cuya
necesidad se hace sentir actualmente. Su insistencia sobre ciertos
puntos,
como su misma terminología, no pueden encontrar todo
su sentido más que colocados en su contexto de los acontecimientos
contemporáneos. Dejan a sus sucesores, órganos ellos también
del Magisterio vivo, el cuidado de completar el conjunto doctri
nal" ... "La síntesis de conjnn~o no puede ser esperada más que
de la acción del Espíritu Santo, a través de los siglos", y
su com
prensión
requiere "relacionar el conjunto de afirmaciones diver
sas, pronunciadas con ocasión de errores opuestos, para. hacer re
saltar la armonía y solidez del cuerpo de doctrina que componen".
Esta perspectiva debe completarse con el examen del contenido
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J. V. DE G.
y de la finalidad, respecto de las cuales no hay diferencia eutre el
magisterio ordinario
y el objeto del magisterio solemne.
De ello se
ha ocupado nuestro amigo y compañero J ulián Gil
de Sagoedo eu uu matizado estudio
Acerca del Magisterio Pon
tificio, publicado eu "¿QUE PASA?", núm. 391, del 26 de junio,
al ocuparse del examen de aquellos supuestos eu los cuales el
Papa trata de temas que no tienen en sí miismos rekz'ción di~ecta
con la fe y la nwral sino só~o "de modo indirecto~ accesorio-y ac
ci&ental. Entiende el autor que es preciso analizar, además del
valor que el propio Papa de a su enseñanza, los siguieutes datos:
a) La cone:rió'n eutre la te y la moral reveladas y el objeto
de la enseñanza, y, tratándose de las encíclicas llamadas sociales,
si su enseñanza: - "concierne a
principios de orden general, fijos e inaltera
bles basados en el Derecho natural", o
____,. "concierne a la aplicación de esos principios que viene de
terminada por circunstancias histórico-coyunturales de lugar
y de
tiempo y personas, circunstancias movibles y alterables eu sí
mismas".
"En esas Encíclicas -concluye- sólo la enseñanza concer
niente a los principios constituye magisterio pontificio porque sólo
esos principios, no
su aplicación
concreta, están necesariamente
vinculados al objeto propio del magisterio, que es la fe y la
inoral".
El Padre B. Monségú lo explicó, en VERBO 95-96, en su es
tudio -que también conviene releer-, Magisterio y compromiso
temparlll: "A lo socio-político, la Iglesia, a través de su magiste
rio, sólo llega de un modo indirecto o transversal, en cuanto está
en juego la salvación de las almas,
y, además, queda en la línea
doctrinal de los principios, porque sus aplicaciones pueden ser
varias, como lo postulan los principios de orden moral o práctico,
cuya aplicación no se hace a rigor de lógica, sino de prudencia
cristiana o
poHtica".
b) La finalidad que impregne esta clase de enseñanzas; aten
diendo a la cual, uos dice Gil
Si eu ella prevalece el fin sobrenatural, trasceudente, la
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«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
subordinación de lo .humano a lo divino, la convergencia hacia la
verdad revelada, cabría considerar en determinados supuestos esa
enseñan7.a como
magisterio
pontificio.
- Si, por lo contrario, la enseñanza tiene un carácter sim
iemente "humanista", de tal manera que el hombre constituya
el eje, el
principio y
el fin alrededor del cnal giren los criterios
de
terminantes
de su acción y de su finalidad, entonces esa enseñanza
no puede constituir magisterio pontificio''.
Sin duda han sido consideI'aciones de ese orden las que a nues
tro_ amigo el Profesor Puy, en su artículo La opci6n socialista,
publicado en El Pensam;enta Na'lJ(J)Yra del 10 de julio, le han mo
vido
a decir que, en su opinión,
"la carta apostólica al Cardenal
Maurice Roy, presidente del Consejo de Seglares y de la Comisión
Pontificia
"Justicia y
Paz": no es una encíclica ni tiene fuerza ju
rídica vinculante, ni puede ser asimHada a encíclica". Gil de Sagredo,
al final de su citado estudio, distingue al res
ponder a las preguntas acerca de si 1a carta Octogesima adveniens
y el Documento sobre lo5 Medios de comunicación social, consti
tuyen magisterio pontificio:
"En el inmenso mar de afirmaciones que contienen esos dos
documentos pontificios y tantos otros, en que se abordan, se
p!an
tean,
se exponen y se trata de resolver innumerables problemas
puramente
4umanos, materiales y tem!X)rales sobre política, eco
nomía,
-sociológica, progveso, desarrollo, urbanización, emigración,
etcétera, únicamente podemos calificar como Magisterio Pontificio
a los pocos y elementales principios de Derecho Natura! que pue
dan entresacarse de ese descomunal complejo documental que
constantemente sale por oleadas de
las ,aulas
vaticanas, y ello siem
pre que esos principios se ordenen y se dirijan hacia el fin, el
ol>
jetivo
y la misión propios
de la
ense!íanza del
Papa y
de la Iglesia,
que es el orden sobrenatural. Porque si esos Principios y la
en
señanza
montada sobre ellos no tienen un sentido de convergencia
hacia
el orden sobrenatural, sino hacia el orden simplemente hu
inano y natural, entonces
la enseñanza pontificia, por muy certera
que sea, tampoco podrá calificarse como Magisterio Pontificio."
Quiséramos matizar, algo más, esta respuesta.
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J. V. DE G.
Pero antes diremos, para iluminar mejor el tema, que Louis
Salleron en
Carrefour del 3 de junio, emite esta opinión ---que a
algunos
les parecerá
paradógica-sobre la Octo-gesima adveniens.
"Más que nunca, es la apertura al mundo en un dima revo
lucionario.
"El Papa, ciertamente, hace, en nombre del cristianismo, todas
las reservas que se imponen, e incluso las hace tan netamente que
es como un nuevo
Syllabus que se dibuja en filigrana detrás del
rechazo de las
ideologías y
de
las utopías
y del positivismo que
gobiernan el mundo moderno. Aunque el acento sea menos firme
en estas
reservas que
sobre la necesidad de mezclarse al mundo,
a todo precio". Para
aclarar dentro
del conjunto de la carta, el distinto signi
ficado de su vario contenido, tendremos necesariamente que disec
cionar, aquello que es: - mera exposición de situaciones
y hechos
-análisis de tendencias y deseos del hombre de hoy
-llamada
a la acción en el mundo,
al compromiso tempora1
·
-reprobaciones
de ideologías, utopías y otros males o defec
tos sociales o advertencias acerca de riesgos
y de los límites que
no pueden sobrepasarse
-propuestas
o insinuaciones de caminos a
seguir o
de solu
ciones para lograr mejoras
concretas en
el orden justo
y el pro
greso
temporal humano.
De este diverso contenido, ni lo que es mera exposición de
situaciones y
hechos, ni tampoco el análisis
de los deseos y ten
dencias predominantes en el hombre
de hoy, constituye materia
del magisterio pontificio, annque pueden ayudar a entender e
pensamiento del
Papa cuando
éste se
ocupa de
su específica
ma
teria.
Ni siquiera lo constituyen sus propuestas e insinuación de
soluciones concretas o de caminos hacia objetivos precisos en
el
orden tempera!, respecto del cual el mismo Papa, con toda hu
mildad, ~.e proclama no competente: "Frente a situacion¡es tan dir
v&sas
-dice (núm. 4)-, nos es átfkil pr011undar una pda.bra
úini:ca, como también proponer
una saluci6n con valor universal.
No
es nuestra
ambición, ni tamipoco nuestra
misión."
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«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
En cambio, la doctrina social puede ser expresada, aclarada,
ampliada y matizada en cuanto toca a los principios de orden
moral o
de derecho natural, cuando
el Papa la muestra en su re
probación de ideologías y utopías o
la trasluce en sus denuncias
de injusticias o defectos actuales y en sus propuestas de soluciones. Lo mismo podemos decir
respecto al deber de los cristianos de
actU(J)y ''con responsaibilidad y acción efectiva" para "p·enetra,r dfel
espíritu cristiano a la mentalidOJd y costumbres, las leyes y las es
tructuras
de
su
comunidad de vidal' (núm. 48, donde repite las
últimas palabras transcritas de la
Papulorum Progressio, 81).
Se
trata de lo que su S. Pío XI, al dirigirse en 1927 a la Federa
ción universitaria italiana, denominó la caridad p1olítica, que la
carta que comentarnos expresa como "la acción de los crist'iooos
al serwicio de sus hennanos en las pUJntos donde' se juegan S'U
existe.,,,:ia y su porvenir" (núm. 51, 2.º).
P:ero, en cuanto al modo de cum,pilir con este deber y de lograr
este resultado, la cuestión es otra:
-De una parte hay una cuestión de pol!tica pastoral, de
eficacia piastoral, que no es doctrinal sino estratég,i'ca y táctica,,
y que puede ro-zar opciones concretas correspondientes al ordien
temporn.1. Es ahí donde encaja la observación que, siguiendo al
P. Francisco de Vitoria, hizo el Padre Monsegú en su estudio
antes mencionado: no 00.sta "que algo sea necesario o conveniente
para el fin espiritual de la Iglesia para que, sin más, la Iglesia
intervenga en lo temporal, sino que es menester at.ender a ver si
positiruamente lo que hace la autoridad civil o el compromiso tem
poral
que el
cristiano se toma es gravemente pecaminoso o daña
gravemente la salud de las almas". Por ello, expuso el mismo Vitoria (al que transcribe
de sus Relecciones teológicas I, 14):
"Debe pues el Pontífice respetar el gobierno de lo temporal y no
decretar cualquier cosa que a simple vista juzgue a propósito para
fomentar la religión sin hacer caso a las cosas tempora,les, pues ni
los príncipes ui los pueblos están obligados ni se les puede forzar
a lo más perfecto de la vida cristiana sino solamente a
la ley cris
tiana dentro de ciertos límites" (Respecto a la posibilidad y con
veniencia,
o no, de
imponer por
la
fuerza el
ejercicio de las vir-
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J. V. DE G.
tudes más allá del ámbito exigido por el b;en común temporal, o
por encima de la libre opción personal en cuanto no afecte al orden
público, puede consultarse al P. Francisco Suárez S.
I. De Iusti-
tia et Jure, caps. III, XII y XIII, opinión que referimos en "El
orden
natural y el Derecho", en
VERBO 53-54, y más ampliamente,
en
De la virtud de la, justicio a lo justo jurídico, en Rev. de Dere
tho Espamol
y Americano, octubre-diciembre 1965 (págs. 89 y
siguientes)·
-De otra parte, las direcciones en determ.inadio sentido o las
solucio'JU!s concretas, insinuadas al respecto en la carta, no pasan
de ser reflexiones, según el propio Paulo VI dice al final de la
misma (núm. 52), pues en ella, según dice casi al principio (nú
mero 6), aprovecha la ocasión ofrecida por el aniversario
de la
Rerum no'1,/Mum para ''confiar nuestras inquietudes y nuestro p1en
sarmiento"
respecto a "la misión de la. Igle'sia arnte los grwes proble
mas que plantea hoy la justicia del munldo", para "alentar a estas
orgamismos de la Santa Sede [Comisión "Justicia y Paz" y "Con
sejo para
los Seglares"] en su acción eclesial al servicio del hom
bre'. Nótese quiénes son los destiWJtarias, obsérvese que se refie
re a o,cción eclesiai al servicio del h01nbre, respecto de la cual co
munica
inquietudes y pensamiento (núm. 6) y reflexiones (nú
mero 52)
dirigidas
con la intención de proporcionar, a los dos in
dicados organismos, ''nuei:os elemen,tos, a1 mismo tiempo que alien
to, p•a;ra la prosecución de su tarea de desp,ertar al Pueblo de
Dios, a wna inteligencia
de
su, función
en la
hora actual" (núm. 521,
Es decir que, a la vez que insta a la acción, al señalar direcciones
no pone en juego su magi'Sterio, que no se contrae precisamente
al servicio rlel h01n/Jre en esta finalidad temporal, sino que sólo
reflexiona -en voz alta, alienta., propone, y, a la par, reconoce: "no
es nuestra ambic-]ón, ni tampo'Cº nuestra tnisión" "proponer una
solución con valor uni:versal" (núm. 4), "tarea propia que lm ...,..
glares de/Jen asumir"
(núm. 48, 2), aunque esclarecidos "a la luz de
la palohra malterable del Evangelio y según las enseñanzas so
les de la Iglesia,, tal como oon sido elaboradas a lo largo de la his
toria
y esperiaimente en, esta era industrial", pues aquí es donde ra-
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«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
dica el Magisterio universal y en donde sus PTincipios y directri
ces hallan su
sedis nwteriae propia.
L'Osserwtore Romano, del J de junio, en el editorial La me
diozzione} firmado por las iniciales, f. a. comenta que: "no corres,..
pande a la Santa Sede, como tal, que no pertenece al _mundo ense
ñar técnicamente como se debe perseguir, en unas condiciones que
varían de país a país, una justicia más verdadera: sino que es
deber de los cristianos en el ámbito de las respectivas comunidades
actuar según la justicia bajo el estímulo de la caridad que no pue
de concebirse si no se practica encarnada".
III. ¿Ha pretendido desmontar Paulo VI, en su carta, la "doc
trina social católica", enseñada ¡,or sus predecesores, o, al
contrario,
la reafirma y confirma?
Recordemos, ante todo, que Pío XII en su discurso al Con
greso
de la Acción Católica Italiana del '29 de abril de 1945, de
claró que la
doctrina social de la Iglesia:
-está "definitima>men,te fijada en cuanto a .slus puntos funda,.
mentales''.
-"es swficientemente amplia pam poder ser adaptada y ~
cooa a las vicisjtudes mmbi.amtes de los tiemp•os, en el su
puesto de que no sea en detrimento de sus primcipws in
mutables y permanen:tes".
-
es "c/(1ff'a en todos sus aspectos".
-y "es obligatoria; nadie puede separarse de e/ta s,n peligro
para
la fe
y el orden mora},''.
¿ Son desmentidas estas afirmaciones por la carta Octogesima
adveniens?
Podemos decir que Paulo VI, literalmente, ha PTOClamado la
vigencia de esta doctrina sociaJ católica y se ha remitido a ella
antes de la carta, en el propio texto de ésta y después de ella.
Antes de la carta, en su Mensa.je sobre el progreso humano
de 30
de abril de 1971, en los párrafos que publicamos junto a
este estudio se remite
exPTesamente al proiJ'l'mma social de la Jgle-
669
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
sia, referido por Pío XII en su Mensaje al Kalholikenrog en Bo
chien, y concluye: "Esta doctrina, interpretación de la Buena Nue
va, conserva su vigencia en la actualidad y en el futuro."
En l.ai 111lisma ca;rta, reiteradamente, como puede comprobarse
desde sus primeras palabras ;
-"El ochenta aniversario de la pw/Jlicación de /,a Encíclica
Rerum novarum, c·uyo mensaje sigue inspirando la acción en jWlJOr
de la justicia social, nos
anima
a
continuarr y ampliar Úbs enseñan
zas de nu;Jslro·s predecesores, para dar respuesta a las necesidades
nuevas de un mundo en cambio" (núm. 1)-
-"Incwmbe a las comunidades cristianas analizM con obje
tiividad
/,a situación propia de su país, esclwrecerlá mediante /,a
luz de la palabra inla,teraNe del Evangelio, deducir principios de
reflexión, normas y directrices de occión según las enseñanzais so
ciaJes de /,a Iglesia tal como han sido elaboradas a lo /,argo de la
Historia y
esp-ecia/,mente en
esta
era imdustriol,, después de la fecha
histórica
del
Mensaje de León XIII sobre
«la condición, de lo,
o/Jreros»
... " (núm. 4 § 1).
- Ante la amplitud de los cambios actuales
"queremos -dice
Paulo VI-,
sin olvidar ¡,or ello los constantes pro,b,/emas ya abor
dados P'or nuestros predecesores, atraer la atención sobre algunas
cuestiorves que P'Dr su u.-gencia, su amplitud, su comp,lejidad, deben
esfxr;r en el cent-ro de los cristianos en los años venideros ... " (nú
mero 7).
-" ... el cristiaino sacará de las fuentes de su fe y de las en
señanzas
de
la Iglesia lo~ principios y las normas oportunas para
ev-itar dejarse ~educir y después encerrar en un sistem.a cuyos
Um;tes y to,timt(fJYismo corren el rie.go de aparecer ante él dema
mdo tarde si no los percibe en sus raíces" (núm. 36).
-El que, hoy los problemas parezcan originales, debwo a su
amplitud y u.-gencia, ¡quiere dec>r que
el
hombre se halla impre
parado para resolverlos? La
enseñnJnza
social de la Iglesia
acom
¡,wña
con
todo su
dinamismo a los hombres en su
búsqueda ... "
(núm. 42).
Después de la carla, en su homilía durante la misa conmemo
rativa del LXXX aniversario de la
Rerum novarum, del 16 de
670
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVEN/ENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
mayo, señala como una finalidad de esa conmemoración "la de
continU(JJf"": "De continuar} decimos, en la afirmación de ia escuela
social cllJtófra. La, inagotable fecundidllJd de los principios teoló
gicos, filosóficos, antropol&gicos, de
los que
sarn su
fuente,
y la
valided de
su enseñanza, el imperativo evangélico e histórico de
su tradición ... ".
"Contffluar. Es lo que, con una paiabrra mucho más modesta,
he111,0s tratada de hacer, volviendo a escUJChar aquella que, hace
ahc;ra ochenta años, León XIII anunciaba a la Igles:a y al mundo,
mediante nuestra carta apostáliw publicada ayer".
Por parte de algunos -entre ellos nuestro Embajador en el Va
ticano, Antonio Garrigues en su artículo en tercera plana de
ABC del día 16 de junio, titulado Una carta importante-, se ha
destacado que
la Octagesima aáveniens no habla de doctrina sino
de
enst'iú>nza social de la Iglesia, y se ha opinado que ese cambio
terminológico "debe necesariamente tener un sentido", del que ''tentativamente''
el mismo Garrigues avanza esta interpretación:
"La Jerarquía tiene una misión docente y de ella deben ema
nar
los principios en los que inspire la acción social de !os cris
tianos, docencia que incluso, en ciertos casos, puede ser no sola
mente genérica, sino específica. Pero que
esa enseñanza se deba
y, sobre todo, se pueda --con la complejidad y la inmensa varie-
dad de situaciones que caracteriza la problemática social de los
tiempos
actuales--materializar en una "do~trina social", es otra
cosa
bien diferente. La palabra doctrina tiene varias acepciones,
pero la predominante, sobre todo en relación con la Iglesia, es 1a
de aquellO que '1se debe saber" (la doctrina cristiana es "lo que
debe saber'' el cristiano en orden a la fe cristiana).
"Si a otro nivel de los tiempos, cuando los problemas sociales
estaban en una fase más incipiente
y se manifestaban en un área
geográfica mucho más reducida, se ha podido pensar eclesia1- mente en una doctrina social, válida para cualquier punto del es
pacio o cualquier momento del
tiempo, la experiencia parece ha
ber demostrado que esto ya no sólo es cada día menos posible
sino que se hace más y más peligroso."
671
Fundaci\363n Speiro
f. V. DE G.
Sin embargo, no nos parece aceptable esta explicación a no
ser que confundamos la
doctrina so-cial ----que, según Pío XII, está
definirimamente fijada, en cuanto sus principios fundamentales y
que, sin detrimento de éstos
es suficientemente amp'iia para pvder
ser adaJpü•oo
y aplicada a las vicisitudes cambimz,tes de los tiem
pos~ con sus aplicaciones concretas a circunstancias específicas.
La enseñanza es la exposición y explicadón de la doctrina,
y ésta, por lo tanto, el objeto de ésta: El cambio terminológico no
varía el contenido al que una y otra palabra se refieren en nuestro
caso, pues la Iglesia enseña su propia doctrina. Denota simple
mente una posición humilde ante el mundo,
al que se
le hace otra
llamada, a lo mismo de siempr-e, pero desde otra postura que se
estima pueda ser de más eficaz penetración.
La diferencia que es preciso tener presente es la que media
entre doctrina y prograrma. Quienes hace unos diez años leíamos
en VSRBE, lo publicamos traducido al castellano en VERBO, a
partir del núm.
3, y discutíamos en i:iuestros grupos de estudio,
el trabajo de Jean Ousset "Inltroducción a la Política" (revisada
después por el autor
y publicada en castellano por SP©Ro en 1966
con el título Fundamentos de la política., por Jean Marie Vais•
siere) aprendimos bien, ya entonces, la distinción entre:
-DOCTRINA, es decir, el conjunto ordenado de nociones
y p-rincipivs generales ( uniwer saies que permanecen por ene'Ílma
de los acontecimientos, cualesquiera que sean,· pues ex-p,resa el
orden divino, nUJtural y sobrenatural, y
-PROGRAMA, que es, según palabras del Cardenal Su
hard,
el ROPAJE PASAJERO DE LA DOCTRINA, que no
debe ser confundido con la integridad esta, con lo esencial:
El
progra(IIJU[; se lim4ta a ser un plan de acción previsto pcor,a un de
terminado su'Ceso, que puede cmnbimr de u,n dfa a otro.
La doctrina permanece, el programa P=-La doctrina es lo
esencial, el programa lo accidental.
El programa requiere estrategia y táctica, planteada y previs
ta para determinadas circunstancias históricas, con el fin de apli
car, en Jo posible y por el camino que se juzga más practicable, la
doctrina. Por lo tanto, para extraer la doctrina, a través de un
672
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRJNA SOCIAL CATOUCA
programa, es preciso elevarse, es necesario "llegar a lo que es
superior a los programas, a lo que los impulsa, a lo que permite
forjaros" (cfr., oh.
últ. cit., I parte, cap. II, págs. 74 in fine a 76).
La distinción no es ninguna novedad de la:s actuales enseñan
zas pontificias. San Pío X, en Il fermo proposito, la había ex
puesto claramente
al hacer.
notar que:
"Hoy es imposible restablecer bajo la misma forma todas la,s
instituciones
que hcm p>odido ser útiles e mclwso kJs únicas efica
ces en los pasados siglos, al ser tan numerosas las modiificaciones
ra.d·icales
que el paso de los tiempos introduce en la sociedad y
en
la vida pública, y tan múlt;p/es las necesidades nucru,, que lar
camlnantes circunstaincias no cesan de suscitar. Mas la Iglesia, en
su larga mstorin, siempre y en tod/JJ ocasión ha demostrado l-wmi
nosamente que posee una maravillosa virtud de adaptaci{m a IIJJs
condiciones ilariables de la sociedad cwil: sin haber atentado ja,.
más
contra la integridad o la inmutabilidad de /,a fe o de /,a moral,
y sal,vag,,,,rdando siempre sus derechos sagrados, se adapta y se
acomoda fác'.mante a
todo
lo que es contingente y accidental, a los
vicisitudes de lo-s tiempos y a las nu= exigencias de la. so
ciedad."
Una cosa parece evidente en el planteamiento de la Octoge
sirna advenÍlf!'ns: la que se denomin6 propiat>nen,te doctrina "soc"iaf'
de la Iglesia, dado el actual entrelazamiento de lo socia y de lo po
lítico, ha sido desbordada por la, doctrvna "poUticol' de la Iglesia,
que incluye aquella dentro de su más amplia perspectiva. Nótese
que, ya antes de la carta, lo había
-observado Salleron
en el ar
tículo que antecede a éste. Ahora en
Carrefour, de 7 de julio, el
mismo autor recuerda que ya cuando Pío XI publicó la Dwini
Redemptoris para condenar el comunismo, la "doctrina social" pro
piamente ~ablando ya no era sólo sociaJ, ya era doctrina poUtiro,
aunque Pío XI siguiera aconsejando el estudio y difusión de la
doctrina social.
El mismo Salleron, en el artículo que precede a éste, en .este
mismo VER.Ea, señala
la evolución de este concepto en tres etapas:
1.0 Defensa del asalariado contra la potencia del dinero. 2.º De
fensa
de los débiles contra los más fuertes en una diversidad de
,, 673
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
situaciones. 3. º Defensa del hombre contra la potencia creciente
del cuerpo social. Aspecto, este último,
patente en
la carta. que co
mentamos, como comprobaremos en
los epígrafes
siguientes.
IV. El contexto h-istórico actual que se contemp,la en la uoc
togesima
adveni,ens.".
No só-lo tuvieron contexto histórico las encíclicas, cartas y dis
cursos
de
los papas anteriores, también hoy tenemos nuestro con
texto histórico, tal
vez más
fugaz,
y, este contexto, es contem
plado
con ,sus propios
sentidos o a través de como le informan sus
contemporáneos --directamente
y por los medios masivos de co
municación- por todo aquel que pretende aplicar en el contexto
histórico la doctrina, en cuanto
sea posib'e
y del modo que juz
gue más adecuado. Es decir, con una estrategia y. una táctica
que, con la doctrina aplicable, integran el programa adecuado para
el momento histórico concreto. El planteamiento de éste se cons
tituye, por consiguiente,
de los siguientes elementos:
-la doctrina,
-el contexto histórico, según lo percibe .el autor del pro-
grama,
-la mentalidad, las tendencias y las aspiraciones predomi
nantes
entre
los hombres a quienes se dirige el programa o a
quienes se trata de adoctrinar o de mejorar con su realización,
pues hay que conocer aquéllas para poder actuar sobre quienes,
consciente o subconscientemente, las sustentan.
-la estra!leg:a y la táctica para aplicar en lo posible la doc
trina en ese contexto histórico y a hombres de la mentalidad, ten dencias y aspiraciones observadas. El magisterio pontificio se circunscribe
a la doctrina. El acier
to del programa dependerá de la
exacta valoración
del contexto
histórico,
de la
agudeza en captar la mentalidad y sensibilidad con
temporáneas, de la estrategia y táctica escogidas para la
finalid~d
perseguida, y, para precisar ésta, no dejará de influir la penetra-
674
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
ción en la visión del futuro que alcance el autor. Pero todo esto
no es
~ortrina y quelÍaJ fu,era del magisterio universal pontificio.
Veamos, pues, previamente a todo análisis, cuál es el contexto
histórico contemplado en la carta al Cardenal Roy. El núm. 3 de
la misma lo expone crudamente:
"Ciertamente, son muy diversas las situaciones en la,s, cuales,
de buenr, gr,na o por fuerza, se encuen,tran comprometidos los
cristianas, según las regianes, fos sistemas saciopoliticas, las cul,
turas. En unas sitws, se hallan reducidos al silencio considerado,s
como
sospechosos, y tenidos, por decirlo asi, al m
sociedad, encuadrados sin 1;bertad en un sistema totalitario. En
otros, son una dél:nl minoría, cuy-o-voz difícümente se hace sentir.
Incluso en nociones donde a la Iglesia se le' reconoce su pu,esto, a
veces de
manert, oficial, e//{]) mi.mm se ve sometida a los embates
de la crisis que estremece la sociM:ad, y algunos de sus miembros
son tentados
por
soluciones
radicales y vio,lentas de las que ellos
creen poder esperar
resutados más felices. Mient:ms que unos,
fficonsci.entes de las injusticias presentes, se esfuerzan P,or man
tenw la situaci6n existente, otros se dejan seducir por ideologías
revalucionarixis,
que
les
prometen, no sin ilusi6n, un mundo defi,
niti,ua,mente mejor."
Es decir, que el mundo se halla dividido· en países que se dis
tinguen, en líneas generales:
-por su sistema totalitario, que deja a los cristianos al mar
gen de la sociedad (es decir, el de los países situados detrás de
los telones de acero y de bambú y algunos del tercer mundo).
- por ser países pluralistas, en los cua,les los católicos "son
una débil minoría, cuya voz difícilmente se hace sentir''.
-por países católicos, y algunos oficialmente católicos, pero
afectados por "la crisis que ·estremece la sociedad"
y en los cua
les algunos de los miembros de la Iglesia "son tentados por solu
ciones radicales y vio1entas de las que ellos creen poder esperar
resultados más felices", e, incluso, "s,e dejan seducir por ideolo
gías revolucionarias, que les prometen, no sin ilusión, un mundo
definitivamente mejor", mientras otros, "inconscientes de las in-
675
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
justicias presentes se esfuerzan por mantener la situación exis
tente".
Por otra parte (núm. 26) observa dos grandes bloques ideo-
lógicos:
-el
del marxismo,
y
-el liberal.
N olemos que, precisamente, los dos grandes bloques que ac
tualmente dominan el mundo, representan una y otra ideología,
como dice el
editorial de L'Osse-rvatore R= del 6 de junio,
firmado por las siglas f. a., que añade
-"son de
naturaleza mo
nista fundadas sobre una consideración del hombre unilateral,
terrena ... ".
Y, como nueva perspectiva señala (en el núm. 29):
"Si hoy día se ha podido habla.-de un retroceso de las úieo
logú:,s, el/o, puede constiru>Í!r ,m, m-0mento .favomble pG/Ta una ap,er
tura a la trascendencia,
concreta
del
cristianismo. Puede ser t"1*
bién un desliza,m;ento más acentoodo hacia un nuevo, positwiSfflO:
la técnica universalizada como forma dominante
de actividad,
como modo
invasor
de
existir, cuma lenguaije misma, siln que la
cuestión de su sentido sea realmente plante"'1a-"
Y, en fin, el renacimiento de las utopías (núm. 37) "Socüdis
mo burocrático, capitalismo tecnocrático, dem-0,cracia autoritaria
,nan;fiestan
la dificultad de
resolver el
gran proNema humano
de vivir todos
juntos en
la justicia y la iguvMad" y de ahí "una
contestación
que surge
po,co a' poco
por todas
prJJrtes, signo de
pro
fundo malestar, mientras se asiste al renacimiento de las "uto-
1 W' que pretenden
resolver
el
prob/,ema poUtico de las socieda,..
des modernas mejor
que
las ideologias".
También examina una serie de problemas concretos nuevos,
característicos de nuestra actual época repleta de cambios: nuevo
urbanismo y éxodo rural masivo (núm. 8); creación de lo super
fluo en la sociedad de consumo, quedando por cubrir necesidades
primarias, en un desarrollo desmedido de las grandes ciudades
(núm. 9); nuevas discriminaciones producidas en
las grandes
ciudades
que trastornan modos de vida y
la especulación con las
necesidades
de los demás que crean nueva soledad social, nuevos
676
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
proletarios y fomentan las drogas y el erotismo (núm. 10), agudizan
el
problema del alojamiento decente {núm.
JI); los de la juventud
y las reivindicaciones de la mujer (núm. 13), de los trabajadores
(núm. 14) de las víctimas de los cambios sociales (núm. 15),
las discriminaciones raciales (núm. 16), la emigración (núm. 17);
los del poder de medios de comunicación social (núm. 20), de la
explotación inconsiderada
de la naturaleza ( núm. 21) ; del pro
greso científico (núm. 22) y los interrogantes de las ciencias hu
manas (núm. 38); de la concentración de empresas internacionales
(núm. 43) y el egoísmo de las naciones (núm. 45); la previsión
social (núm.
47), etc.
Como introducción a esa serie de cuestiones concretas, dice,
aJ>artir de su segunda frase, en el núm. 7:
u ... Es necesairio situar los pro-blenws socia-les planteados pvr
UJ economía moderna -condiciotl,(Js hwman{lJS de producción, equi
dad en lo,s cwmbios de bien,es y en la distribuición de las riquezas,
sign,ifkado
de las crecientes necesidades de consumo, participa
dón
en las resp·onsabilidades- dentro de un contexto más a,mplio
de ciroilkatión nueva.
En los cambios
actuaies
tam, profundas
y
tan
rálpidos, todaivía el hombre
se descubre
nuevo y se pregunta
por
el
sentido de su propio ser
y de su supervi'Vencia colectiflla.
V acllando en aceptar las lecciones de un pasado que considera sw
perado y demasiado diferente, tiene, sin embargo, necesidad de
ese/arecer su
futuro
-futuro que
él percibe tan incierto como in
estable- por medio de 'Verdades perma.nentes, eternas, que le
re
basan
ciertamente, pero cuyas huellas puede é-1, si puiere realmente,
encontratr par sí mismo."
Respecto de las aspiraciones fundamentales del hombre de hoy,
observa:
-al
final del núm. 2:
"Por todas partes se aspira a una jus
ticia maryor, se desea una paz mejor asegura.da, en un ambiente de
respeto mwtuo entre los hombres."
-en el núm. 22: "Al mismo tiempo qu'e el progreso cientfr
fico
y técnico
contmúa trastornando el marco del hombre, sus mo
dos de conodmiento, de tra.baijo, de consufflb y de relaciones, se
manifiesta siempre en estas nuevas circunstatncias una doble as-
677
•
Fundaci\363n Speiro
], V. DE G.
piración, más viva a med;ida qu.e se deswrrolla su información y
su e&ucación: aspiración a la igualdad, asp>imcíón a la participa
ción;
dos
formas de dignidad del
hombre y
de su libertad."
-al principio del núm. 24: "La do/Jle aspiraóón hacw la
igwddad y k, pOJYticipac,ón trata Je promover un nue'Vo tipo de
sociedad democrática.''
-Y, en la introducción, del núm. 31: "Hoy d/,a los crisliar
nos se sienten atraídos por las corrientes sodalistas en sus diver
sas evoluciones, y tratan de recr.mocer en elhs un cierto número
de aspiraciunes qu¡e llevan dentro de sí mismos en nombre de su
fe. Se sienten insertos en est(J) corriente y quieren desarrolla,r den
rro de ella una acción: ... "
V. El planteamiento estratégico ante el contexto histórico ex
puesto.
En el primero de sus dos artículos titulados Que/le troisii!me
voie?, publicado el 6 de junio en L'HoMME NOUVEAU, Maroel Clé
ment, observa que, en la Octogesima axi:veniens, la Iglesia no pre
senta romo Mater et Magistra gentium, madre y educadora de
todos los pueblos,
sino que --rnmo dice
la propia carta (núm. 1):
"camina unida a la humanidad y se SolidOJYiza con su suerte en el
seno de /,a historia"~; se presenta como sirvienta.. Sigue siendo
Mater, pero no quiere ser Magistra, dice Salieron, en Carrefour
del 3 de jun,i.o; o Soror et a«xiliatrix, según ha escrito De Calan
en La Crui.x del 8 de junio.
¿ Qué explicación tiene este cambio de postura? ¿ Qué razones
históricas
y pastorales han podido aconsejarla?
Lo-uis Salleron, en dos artículos publicados en Per'J'n(1fftences
80 y 81, de mayo y junio-julio actuales, respectivamente (y de
los cuales el primero aparece en este mismo número de VERBO,
sirviendo de plataforma a este comentario, y el segundo, D. m.,
aparecerá en el próximo núm. 99), ambos escritos antes de ser
publicada la carta al Cardenal Roy, ha ahondado en esta cuestión, no nueva sino vigente a partir del Concilio Vaticano II. Coinci-
678
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
dentes con su perspectiva general, trataremos de sintetizar sus lí
neas maestras tomándolas del segundo de dichos artículos.
La historia del cristianismo, con relación a la política, presenta
tres frases :
l.'0 De la muerte de Cristo a Constantina, caracterizada por
la separación completa del cristianismo y de la política. Los cris.
tianos
que,
d~spués de
la Resurrección, no eran sino un puñado de
hon1bres,
!':e caracterizaban por su
indiferencia ante la vida
presen
te.
Se contentaban con obedecer las leyes, sin
participar en
la vida
pública, esperando el retorno de Cristo.
2.• Desde la conversión de Constantino y el Edicto de Milán
a la Revolución francesa, el cristianismo, que pasa a ser religión oficial, es la religión del Estado,
y se encuentra en una situación
de privilegio, en cuanto es considerada la únka verdadera religión.
Durante esos mil años el problema del cristianismo, respecto de
la política, consiste
en determinar con exactitud las competencias
de de Iglesia y del Estado, de lo espiritual y de lo ,temporal. Pese
al
riesgo de
caer en la teocracia y la multiplicidad de los con
flictos, es lo cierto que en la práctica la -sociedad fue cristiana y
sus instituciones inspiradas en el cristianismo.
3.ª De1sde la Revolución francesa, se independiza totalmen
te al Estado respecto del cristianismo -aunque en la práctica la
neutralidad oficial del Estado, en materia
religiosa, se
desarrolla
muy diversamente según los países--, hasta llegar a
la seculariza
ción general de la sociedad que, hoy, se manifiesta en plena eclo
sión. El poder temporal de la Iglesia retrocede sin cesar: pierde en
Italia su poder temporal; en todas partes, en mayor o meno,r
grado,
sus instituciones (asistencia, enseñanza),
y su influencia en
la legislación, en materia de familia y costumbres. Así:
- De nna parte, la secularización llega a ser general: la rea
lidad política
y social es de descdstiomizacián y des=alización en
todas las instituciones.
-De otra parte,, esta secularización, que crea "un verdade
ro
desierto espiritual' engendra, por reacción, una evidente y per
turbadora
efervescencia religiosa.
En esa situación la Iglesia se esfuerza, "más o menos cons-
679
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
cientemente, en reemplazar su poder directo o indirecto sobre la
sociedad política
por un
poder espirituaJ, es¡,eciali.zado e insti
tucionalizado" bajo el siguiente nuevo esquema:
1) Independencia recíproca de los poderes espiritual y tem-
poral.
2) Normas propias para el poder temporal.
3) Supresión de las instituciones sociales de la
Ig:esia.
"La Iglesia se halla en trance de comprometerse con este
nuevo esquema -dice Salleron- aunque con extraordinarias difi
cultades. El Vaticano II la ha avalado, en mayor o menor grado, co
locándose en un terreno prutoral, pues hubiese sido difícil efectuar
una puesta en forma doctrinal''.
En efecto, ¿ cómo la Iglesia puede admitir: la independencia
absoluta del poder temporal, que sus reglas no se hallen de acuer do con las católicas y que llegue la secularización
total de
la
so
ciedad en aras de un pluralismo religioso jurídicamente reconocido?
El problema planteado es el "del reconocimiento de la demo
cr;at.ia liberal como norma suprema de la -sociedad". Por eso, se
evita lo más po,sible el lenguaje doctrinal y se prefieren explorar
las posibilidades de
po,rvenir mediante actitudes pastorales. Se
intenta insertar el ca,tolicismo en una sociedad democrática de so
ciología protestante, como la de "tipo am.ericano", que reconoce a
Dios y respeta efectivamente la libertad. Y así -la Iglesia, según
la constitución Pastoral
Goodium et Spes, lo que pide es poderse
deservvo,Zver libremente, en beneficio de todos, bajo todo régimen
que reconozca los derechos fwndamentales
de
la persona, de la fw
milia y los imp1eratimo,s rk-l bien común.
Esta política, "bajo un punto de vista puramente humano y
racional'', dice Salieron ''se aprecia fácilmente que presenta ries
gos considerables".
- Somete a discusión Htoda la elaboración dogmática y es
tructural realizada por la sucesión de los concilios
y los papas".
-Y la previsión "de la unidad del mundo organizado según
los conceptos de la democracia liberal, es un embite gratuito".
La
historia contemporánea confirma la experiencia antigua: "Si la
democracia ~ealizada políticamente a partir de un régimen ante-
680
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
rior basado en la autoridad, puede durante cierto tiempo suminis
trar instituciones liberales,
la filosofía que la fundamenta tiende
a
nes, excitando la demagogia y sustituyendo
la idea libertad por
la de ignaldad. Y así se desemboca en un nuevo régimen de auto
ridad, pero más duro en cuanto es más materialista". Como ocurre
con el marxismo ...
En el mismo seno del catolicismo se observan ya "unp corriente
li&eral,, de tipo protestante americano", y "la corrien,te revoludo
naria, de tiJ.X) marxista y soviético."
Y el pretendido regreso a la situación del cristianismo de los
tres primeros siglos, muestra esta paradoja: "los primeros cris
tianos no pensaban sino en difundir el evangelio sin sentir más
proselitismo que el religioso, mientras los cristianos de hoy, se
lanzan a un proselitismo político religioso de tipo neo-constanti
niano". En una
"confusíón total de política y relígión, en el plano
más ajeno al cristianismo, el de- la opinión pública".
"Mientras abandonan las estructuras políticas,. de las que van
siendo desplazados, buscan conquistar la opinión, conforme a las
líneas de fuerza de la democracia en evolución".
Ahí está la nueva estrategia: Se urge la evacuación de lms
instituciones, que
aún
se
mantienen~ y el desmarntela.miento de lo
que tadalll'Ía resta de la cristiandad, PMa pasar a la guerrilla espi
ritual en todas pMtes.
Por esto, se ha asegurado por Paul Poitevin ( en una carta
circular de respuesta a las
Objecticms et responses ... su,- la liber
té rel;gi,euse que en Perma:nences del último abril firmó Jacques
Regnier) que la Declaración
Dignitatis humanae del Vaticano II
no ha variado
la doctrina tradicional sobre los deberes del hombre
y
de la sociedad respecto de la verdadera religión, sino que lo que
ha hecho es "abandonar" el concepto de Estado cristiano. Según
Jo cual habríamos de entender qne
ha licenciado a los que aún pre
tenden continuar siéndolo.
No queremos someter a juicio de esta estrategia. No estamos
en condiciones de hacerlo, ni nos compete. Pero
sí queremos su,
brayar que se trata de una estrategia y no de una doctrina, que
681
Fundaci\363n Speiro
j. V. DE G.
estaría en total contradicción con el Syiiabus y las Liberi(])S Praes
tantisimum, Inmortale Dei., etc. Una estrategia que, en cuanto afec
te al bien común temporal, puede competir al poder civil tanto o
más que al eclesiástico.
Una estrategia,
en la cual éste puede
errar sin mengua de su magisterio: e incluso, resultar objetiva,
annque involuntariamente, injusto. Una es-trategia que puede fa
llar y que puede ser tan arbitraria como lo fue en la Edad Media,
v. gr., la opción de Martín
IV a favor de Carlos de Anjou y con
tra Pedro el Grande, en la estrategia mediterránea en el siglo XIII
frente al Islam y al Cisma de Bizancio.
Se observa, hoy, el desequilibrio repetidamente anunciado por
Jean Ousset (dr. "Por un. sano laicismo
del laicado cristiano'',
en VERBO, 3,z, págs. 77 y sigs.: "Patria-Nación-Estado" cap. VIII,
págs. 109 y sigs., y "Los dos poderes", cap. V de la parte I, de la
última edición de
P"ur qu'Il regne, anticipado en VERBO 93, pá
ginas 215
y sigs.) y por André Roche ("Los católicos y la política",
en
VERBO 95-96, págs. 433 y sigs.) producido por el vacío de poder
temporal crisitiano.
Pero veamos como esta nueva estrategia se dibuja en la Oc
togesima adveniens, 48, -§ 2:
"N uevam,ente dirigimos a todO's los cristianos, cJ.e manera apre
mian.te a un ürttnia,,nvienta a la ,acción. En nuestra Encíclica sobre
el Desarrallo · de los Pueblos insistúmws j,a,ra que tod(Js se pu,
siesen a actu(lfy: «Los seglares deben asumir-como su tarea pro
pia la renO'IJ(J)ción del orden temporal; si la, función de la jerarquia
es kt. de enseñar e interpretm" arUténticarmente tos principios morar
les a segwitr en
este
ca-nipa, pertenece a ellos, mediante sus inicia
timas y sin esperar pasivami.ente consignas
y directrices, penetrar
del espiritu cristiano la mentalidad y wstumbres, las leyes y /(])S
estructuras de su ccnnunidad de v_:da:». Qu:e ca,da uno se examine
pa.-a ver la pu,e él ha hecho hmsta aquí y lo que delnria, hacer. No
basta
recordwr los principio,s, a;firmar las intenciones,
subrayar
las
injustici(])S c/am,,orasas y proferir denuncias proféticas; estas pala
bras
no tend,rdn p•eso real, si no van acompwñadas en, cada uno por
una toma de conciencia, más viva de su, prop,ia: responsabi!ida4 y de
una acción efectiva "
682
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
Esta carta no se dirige a los Estados cristianos, puesto que
-como tales- han sido licenciados; ni, por consiguiente,
les ofre
ce la aplicación de la Doctrina social catálica..
Se dirige a las co,nvunidades cristiama;s y a los cristianos en
general (núm. 4, 25, 26, 48, 50, 51), insertos en un mundo plura,
lista
(como el que nos muestra en los núms. 2 y 26 y sigs.) y les
incita a actuar
con una legítima variedad de opciones posibles
(núm. 46 y 50 en especial), aun en "movimientos históricos con
cretos
nacidos de
las ideologías y, por otra pMle, distintos
de
éstas"·
en cuanto aquéllos vayan "de acuerdo con las sanos princip·ios de
/,a razón y respondan a las justas aspiraciones de la persona hu
nwna/' (núm. _30); "en la política'J ·en sus diversos niveles -local,
nacional y mundial" (núm. 6)-; "en la diversidad de .~ituaciones,
de funciones, de organizaciones" donde "cada uno ha de situar su
respionsabil~dad'', evitando ''comprometerse en colaboraciones in
.
condicionales y contrarias a lo~ principios de un verdadero huma,
nismo" (núm. 49) y dirigida tanto a "los individwos, como a las
familias
y a los grwpos subs/J;,iari.os" (núm. 46), iluminados por la
"luz del Evangelio" y "las en~eña,nzas de la Iglesia" (núm. 1, 4, §
1.•, 7, 36) y la "tradición cristian{J)" (núm. 4, § 2), con su "exp,e
riencia
de
siglos"
(núm. 42) y los "princip,ias morales" (núm. 48
§ 2.º).
N atemos que, en cierto sentido, cobra así nueva actualidad la
insistente llamada de Ousset acerca de la necesidad apremiante de
que el laicado asuma sus propias responmbilidades, pero no ac
tuando en acciones ideológicas sino en la esfera de lo concreto,
en su respectiva competencia, donde el orden de las cosas les ·sirva
de fuerza real en su acción temporal (cfr. Jean Ousset, Promoción
del lOiicado,
en Los segl,ares en la vida pública y en VERBO 48, pá
ginas
345 y sigs.,
Fá;tima o el deber de estado, en VERBO 58, pá
ginas 517 y sigs. y discurso
inaugural de
la VIII Reunión de
amigos de la Ciudad católica, en
VERBO 80, págs. 923 y sigs. y,
muy en especial,
La acción, II parte, cap. II, III parte, cap. VII
y IV parte entera,
La estrategia de la carta busca la difusión desde abajo y hacia
arriba, por todas partes, del espíritu de acción
evangélica y
de las
683
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
enseñanzas de la Iglesia, efectuada por los cristianos a sus respec
tivos niveles para empapar las instituciones de justicia cristiana.
No negamos, no obstante, que esa estrategia de la carta coin
cide con la aplicación de los principios propugnados por Maritain
en El hwmanismo inteqral .,· pero esto no implica necesariamente,
a jnicio nuestro, la aceptación doctrinal de esos principios. (Véase
en
VERBO 91-92 Intoxicacia31,es roi,sseauwianas en la.s creencias
religiosas.)
VI. La táctica que se desprende de la carta. Confusiones que
al interpretarla se han puesto
d-e manifiesto.
La estrategia que acabamos de mostrar condiciona en gran
parte
la táctica a seguir. Pero influye, también, en ella de modo
decisivo la apreciación que la misma carta expresa de
la "armplitud
de
los
c'amthios a,:tuales" (núm. 7). No incita -explica Marce!
Clément en el primero de sus artículos-----a un juicio estático de
las "bases de una organizadón social dada" --cotejándolas,
en "la doctrina sociaJ/, e/Je la Iglesia'', "con el orden inmutable de
las cosas" -sino a desarroltarllJJS "por medio de una reflexión m,a..
durada al contacto con laJs situaciones cambiantes de este mundo,
bajo el impulso del Evangelio, como fuente de renovación, desde
el
momento que su mensaje es a,:eftado en
su
totat.dad y en sus
exigencias", con "una; voluntad desinteresada de serv!.cio y una
atención a Jo,j,_ m-áis p'O'bres", aunque se desarrolle "con la sensibi
lidad propia de la Igl,esia", alimentada "en una e:cperiencico rica
de muchos siglos'', " lo qwe permite llswm.ir en /a. continuidad de
sus
preocupaciones permanentes
la inn=ción atremda y creadora,
que requiere
la situa,:ión presente del mundo'' {núm. 42).
Llama incluso a la vmaginación:
"lllnnás
en
cualquier otra época
habfa sido tan e:cplícito el
llammniento a k, imogino!Ción social. Es necesario consagrar a ella
esfuerzos de invención
y de cap,ital tan importantes como los in
vertidos en armamentos o para las conquistas tecnológicas. Si
el
hombre se deja
lksbordar y no prevé a tiernp'o l11J emergencia de
684
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
fos nuevos problenw,s, sociales, éstos se harán demasiado grOJVes
como
para
que se pueda
esper{l//' una solución pacífica/' (núm. 19).
Y, sin perjuicio de señalar el peligro de las utopías y de "vivir
en un futuro hipiotético", añade:
" ... Pero
hay que reconocerla: esta forma de crítica de la so
ciedad existente pravoca con frecuencia la imaginación prnspec
tvva, a la ve,1 para
percibir en el presente lo pos;!,lemente ignorado
que
se
encuentra inscrito en él y para orient{lJI' hacia un /utu.-o
nuevo;
ella sostwne así la dinámica social por la confianza que
da a las fuerzas inventivas del espíritu y del corazón humano; y
si no rehúsa ninguna apertura, puede también encontrar nuew
mente
el l/amom,,íento cristiano. El Espíritu del
Señor que
anvma
al
hombre renovado en Cristo cambia sin cesar las horizontes
donde
su inteligencia quiere encontr{ll}' su seguridad, y los lí,mi,tes
donde su acción se encerrwia de buena gana; le penetra una fuer
za que le
1/wna a superar todo sistema y toda ideología. En el co
razón del
mundo
permanece el misterio del hom/Jre que se descu,.
/Jre
hijo
de
Dios en
el
curso de
un proceso
hist6rico y psicológico,
donde luchoo
y se alternan presiones y libertad, grwedad del P'e
cado
y sop,/o del Espíritu-"
"El dino.mismo de
la fe
cristiana triunfa entonces sobre los
cálculos estrechos.
del egoísmo. Anvmado por el poder del Espó
ritu
de
Jesucristo, Salvador ele los hombres, sostenido P'or la es
peranza, el cristiano se comprumete en la construcci6n de una ciu
dad humana, pacifista, justa y fraternal, qwe sea una ofrenda agr(lj
dahle
a Dws. EfectÍ!llahn,ente, lit espera ele una tierra nueva no
delle amortiguar, sino más bien a'l!'Óvar
la
preocupación de
per
feccionar esta titrra, donde
crece el
cuerpo de la nueva fa»nilia hu,
mana, el ciud pwede de alguna manera anticipar un, vislumllre del
siglo
nueva" (núm. 37).
Salleron, en otro artículo posterior en C arrefour publicado el
7 de julio, muestra su preocupación de que la táctia,, se sobrep'on
ga
e imponga a la doctrina. Hasta ahora se contraponía, dice, lo
"doctrinal y lo "p·a:storal". "Lo "doctrinal", era el conjunto de las
verdades que formaban la materia de una enseñanza.
Lo "pasto~
685
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
ral", era el conjunto de las actividades tendentes a la difusión del
Evangelio y a la p<"Opagación de la Fe. "He ahí -observa- que
durante el Concilio, fue dicho y repetido que era esencialmente
pastoral y no doctrinal, mientras hoy se nos habla de la "doctri
na" del Vaticano II y concretamente de la "doctrina" de la Gau ..
dium et Spes intitulada precisamente "Constitución pastoral".
Esa observación le lleva a notar que
"la doctrina
tiende a reab
sorberse en la acción, ·viniendo así a ser doctrina de la acción, es
decir, praxis según el vocabulario marxista". Su temor de que,
efectivamente, Paulo VI haya "relegado la doctrina a un segundo
platlo para suscitar una acción puramente religiosa.", lo basa en
que
"una acción po:títica, o estrecham~nte ligada
a la
:ixilítica, a
la
que invita a los cristianos," puede dar lugar a que: '-'En esas
condiciones, la condenación de las ideologías tenga todas las pro
babilidades de pesar bastante menos que la necesidad lógica que
impulsará a los católicos a unificar su vida alrededor de su ac
ción''.
Al comentar esta observación, L'HOMME NOUVEAU del 18 de
julio añade: "Paulo VI invita a los cristianos a una acción polí
tica
a su elección y les recomienda deducir «normas d:e j~icio y
directrices de acción, según las enseñanzas sociales
de la
Iglesia
tal como han sido elaboradaSJ> desde León XIII (núm. 4). Los
temores de Salieron son legítim-os. Pero no pueden concernir sino
a quienes ignoren el párrafo 4".
"La ventaja de la carta Octogesim(JJ adveniens, es que incita,
más aun que a una exposición doctrinal, a una reflexión al límite
d·e la cual aparece claramente que el Evangelio, sin e Derecho na
tural, no es más que un fariseísmo social".
Estamos convencidos de ello: porque hüy estamos viendo a
tantos cristianos y a muchísimos clérigos tomar a contrapelo los
consejos evangélicos, para imponerlos al prójimo, con lo que de
jan de ser "consejos" y "evangélicos", y porque vemos tantas veces
las
11bienaventuranzas" de unos convertidas porr algunos en "mal
aventuranzas"
para otros,
las exclamaciones
de amor en impre
caciones de odio ... La imposición a los demás de uua mezcla d~
686
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
teologismo y de empirismo suele resultar explosiva, como la ex
periencia enseña.
Igual ocurre con la verdad revelada en los mandamientos. El
"no matarás" necesita del orden natural para que sea entendida
la legítima defensa personal o social. El sentido del "no hurtar
rás"
-está ligado al concepto de la propiedad, muy distinto según
se co-nsidere, como Proudhon que "es un robo" o se piense, como
el P. Calme!, que hoy al robo se le llama ordenación del territorio
o reforma de la empresa.
Sin
embargo, no
es de extrañar que los temores de Salieron
resulten ya c:onfirmados por quienes leen la carta con una men
talidad totalmente opuesta a la de su autor.
Así, los textos que antes hemos transcrito han dado lugar a
que el marxista Garaudy muestre su satisfaoción.
Primero en una declaración a
R. T. L., que ha referido Clau
en
Nouvel Observatewr del 24 de mayo, en la
que afirmó de la e.arta: "Es W1 plan de trabajo, una iniciativa ca.
pita de una Iglesia en movimiento ... " ''Este texto no es emba
razoso para un marxista, desde luego para un marxista que no re
duce el marxismo a sus perversiones positivistas y dogmáticas. Ha
llegado el momento de profundizar la iniciativa teórica de Toglia
ti en 1%3": "Pensamos que la aspiración a una sociedad -socialista
no solamente puede abrirse camino entre los hombres que tienen
una consciencia religiosa, sino incluso hallar en ella un estimu
lahte" ...
"Esta carta no huele a opio. La gran revolución, queda
por hacer, y sería una desgracia histórica si no la hiciéramos jun
tos."
Y, más tarde, en La Craiz, del 4 de junio (haciendo de la
carta, según comenta L'noMME NOUVJ¼U del 20, "una lectura ma
terialista''), escribe:
"La carta del Papa, no evoca otro mundo; hace una llamada
para construir un mundo diferente. E invita a los cristianos no
a actuar al
sólo nivel
de las
conciencias, sino
al nivel de las
"es
tructuras" (SO) ... " afirmar que la vida tiene un sentido, no es
una comprobación, es un compromiso: es proclamar su confianza
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Fundaci\363n Speiro
J. V. Dll G.
en lo que el muudo, por nuestros esfuerzos podrá llegar a ser".
E iusiste:
"Es de subrayar que, incluso antes de evocar su fun
damento religioso el Papa insiste en la trascendencia del hombre."
Concluye el artículo de Garaudy con las mismas palabras que
las últimas frases de su declaración en
R. T. L., pero intercalando
entre ellas, que la carta hace un llamamiento a "los cristianos
-pero sin atribuirles la exclusiva-para que hallen en su fe W1
fermento para su acción política", para "inventar formas de demo
cracia moderna" (52};
y que: "Nunca una base tan construc
tiva había sido· ofrecida para uu trabajo común ni hecba una lla
mada tan emotiva a la "imaginación prospectiva" (37).
Pero la visión más marxistizada de la car,ta la hemos visto
expuesta en Madrid por Ezequiel Cabaleiro. Queremos subra
yar, antes de comentarla, que nos guardamos muy mucho de ta
c'1ar a
este periodista de marxista
consciente o
afiliado. Nos limi
tamos a hacer notar que su perspectiva está notablemente influida
por ese marxismo que va invadiendo nuestro ambiente. Es algo que Jean Ousset hizo notar, al conmemorarse los veinticinco años
de la Dwini Redempt
BO
55, Un movimiento de acvgwa al comunismo, y que J. Gil Mo
reno de Mora subrayó
de modo incisivo en VERBO 75-76, al for
mular uua serie de preguntas que respondían al título,
¿ Es V d.
mar .. dstaf
En síntesis, la perspectiva con la que Ezequiel Cabaleiro lee
la
carta apostólica le hace hallar en ella :
~ La "desmitificación" de la "Doctrina social", en cuanto ésta
entiende "que la sociedad tieneJ como el resto de la Naturaleza, una
arquitectura original y un orden propio dispuesto por Dios que
debemos conservar'', ley natural de 1~ sociedad "que nuestra ra
zón puede llegar a
conocer" y que "la Doctrina de la Iglesia cus
todia" y "ayuda y legitima (infaliblemente dice Utz) los trabajos de la inteligencia humana para descubrir dicha ley" ("El mito de
la Doctrina social católica", 10 junio). Todo esto es lo que él cree que ha sido "desmitificado". Antes hemos visto que no ha
sido así en lo referente a la doctrina social católica, luego veremos
que tampoco lo ha sido respecto del orden natural.
688
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
-La "lógica" de·t materialismo histórico, según el cual "la
Historia, concretada en determinado momento de cada pueblo,
tiene su peculiar razón, interpreta las cosas a su manera'' ... ''La
libertad y la justicia son burguesas, proletarias o feudales; es de
cir, de un tiempo o de otro. Todo depende de lo que se piense
cada vez de la visión del mundo que entonces se tenga. No siem
pre se puede ser libre, igualmente libre" : "La existencia social
determina la conciencia" ("~egún el análisis de la sociedad", "por
los marxistas"), Todo h,echo social es un hecho histórico y no hay
un orden, una ley permanente universal". Esa interpretación la
deduce (en "Ante la doctrina marxista", 11 junio) de la referencia
que
la carta hace en las dos últimas frases del núm. 3,3. Estas, lite
ralmente, dicen que el marxismo:
" ... Finalmente se p.-esenta, por otra ¡,arte, bajo una forma
más atenuada, m,;ás seductora para un espíritu moderno: como una
actitwiad científica, como un riguroso método de examen de la
reaJitA,d social y pülítica, como el vínculo mcwnal y experimen
tado por la historia entre el conocimiento teórico y la práctica d,e la
transfürmación revolucionaria. A pesar de que este tipo de análms
Cüncede
un valor primürdial a
algunos
aspectos de
la
realidad con
detrimento de
otros, y los interpreta en función de la ideolog{a,
propürciona
por
lo
demá:s a alg,tnüs, a la vez que un instrumento
de
trabajo,
una certeza,
previa pam la
acción,
la pretensión
de
descifr{])t', bajü una forma científica, los
resortes de
la evolución
Cabaleiro, comienza la transcripción de esas frases en la pa
labra "seductora", anteponiendo el advervio ponderativo "tan"
en lugar del cuantitativo "más" y cambia el artículo determinado
"el" por
el indeterminado
"nn", delante
de "espíritu
moderno"·
Esto tiene poca importancia, pero sí la tiene que en su cita deja
en puntos suspensivos la crítica del Papa: "A pes{])t' de que este
t;p,o de anáJ,isis wncede un
valor
primürdial a algunos
aspectos de
la realidad con detrimentü de
otros
, y los interpreta en función de
la ideo/ogfd', de 'la cual en los núms. 28 y 34, como luego vere
mos, dice que sería "p·eligrroso e ilwsorio adherirse y olvidar"; y,
también la tiene que omite la última parte del texto, en la cual,
.. 689
Fundaci\363n Speiro
f. V. DE G.
ante el hecho de que este tipo de análisis proporciona a al!JUnos, a la,
vez que un instrurrn.ento
acc~G'n') ésta es calificada de pretensión.
Con estos "olvidos", se aventura a responder, a su J)Tegunta
¡Se acepta;?: "Esta nueva mentalidad no es desechada por el
Papa, ni menos aún condenada en términos absolutos. El len
guaje romano procede más por alusiones que por afirmaciones"
(Siendo así, como dice en esta última frase,
¿ no conducen las "alu...:.
siones", que omite el articulista, a entender que es aludida la "con
denación"?). Alega también los textos que a seguido examinaremos,
y añade: "Lejos de mi intención el atrevido e ingenuo propósito de
conciliar Marx y Paulo VI. La carta es medianera, un puente
pontifical entre un pasado cristiano y un futuro cristiano".
Y,
aún afirma en el sigtüente subtítulo, refiriéndose también al
análisis marxista: Se u,sa;; "Lo que ha.ce el Papa es relativizar,
aguar el viejo modo de discurrir, denunciarlo implícitamente como
superestructura, hacer cuestionables, abolibles, las ideas que se
tenían
como básicas, pensar que pueden ser otros (pluralismo),
para acercarse luego sin supuestos previos, no fundamentales a
la verdadera naturaleza de las cosas." [Pero, preguntamos nos
otros,·¿ hay
o no hay un orden, una naturaleza de las cosas, que
no sea un mero devenir que lo engulla?]. Como prueba de esta
afirmación snya cita el párrafo
2.'º del
núm. SO de la carta, omi
tiendo su última frase. Dice su cita:
"... Es v1erdad qu.e m,uchos~ involucrados en las estructuras
y los condicionamientos modernos, est&n determinados P'or su há
bito de {Jens11J1niento, sus funciones, cuanto ,w /o, están tarmbién
por l/JJ saloogum-dia de mtereses materiales. Otros sienten tan pro
fwndam,,ente
la solülarúJad de clases y de culturas, que llegan a
compartir sin reservas todos los juicios y la.s opciones de su
medio ... ''
Pero la última
frase de
este mismo párrafo, omitida en la cita
del articulista, dice así :
"Cadi, uno deberá probwrse a sí mismo y hacer surg1ir la ver
dadera libertad según Cristo, que abre a lo universal en
el
seno
mismo de condiciones más particulares."
690
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOIJCA
Es decir, que la verdadera libertad existe. Es posible superar
estos "condicionamientos
modernos", sobreponerse
a
las "deter
minaciones" de las "estructuras", de fos "háb1tos de pensamiento-",
de las "funciones" y de los "intereses materiales".
-El método dwléctico, "me atrevería a asegurar" - dice en
el mismo artículo últimamente citado-- que "es utilizado en la
misma carta". Como indicio
de ello,
cita la primera frase del
núm. 4
y dos fragmentos del núm. 7 aislados del contexto que
contradice su tesis.
La primera frase del núm. 4 -"Frente a si,tu,aciones tan di-
versas
nos
es difícil
pronunciar una fralabra única,
como
también
prop,oner
una solwción con valor universal ... " -no vemos que
tenga nada que ver con la dialéctica, sino que bien creemos que
obedece a criterios
semejantes a
los del realismo integral del mé
todo jurídico de Aristóteles, de los jurisconsultos romanos, de Santo Tomás,
y de los autores de Derecho intermedio y de nues
tros foralistas, frente al racionalismo de
la escuela protestante del
Derecho natural
y de los ensueños difundidos por la Revolución
francesa.
De los fragmentos que recorta de
las t,es últimas frases del
núm.
7 -que pueden verse íntegramente transcritos más atrás-----
el primero -"Es necesario situar to,s problemas sociales plantero
dos por la e'(;onomía moderna... dentro de wn contexto más am
plio
de cwil~za.c'ión nueva"-tampoco tiene que ver con su aserto
y corresponde al realismo del método jurídico aristotélico-ro
mano-común;
y ·el segundo, el hombre moderno está "vaci
lando en aceptar las lecciones de wn pas/1,do que se considera su-
P'erado y demasiado diferente", no es presentado en la carta sino
corno exposición de· un hecho que, precisametne, es censurado en
el inciso final de
la misma frase, al añadir crtiene, sin embaJ'go,
necesi,dad
de escla1'ecer su
futuro
-futuro que él percibe
ta:n
incier
to
como inestable- por
medio de verdades pernwnentes, eternas,
que
le
rebasan ciertamiente, pero cuyas huellas puede
él,
.l)i quíere
realmente, ert,,¡:ontrar por
sí
mismo''. ¡ Subrayemos! "verdades per
m,am,entes, eterna.i', "que la; rebasan", cuyas huellas "puede en
contrar
por sí
mismo".
691
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J. V. DE G.
En el artículo siguiente --Progreso del hombre, del 12 de
junio-, olvidando otra vez esta afirmación de la carta, ex.clama:
"¡ Si se hubiese advertido a tiempo acerca de la provisionalidad,
de la temporalidad de las soluciones cristianas!",
Es evidente que el articulista no ha padido calar la profundi
dad de las frases que
repetimos en
cada número de V
l(RBO al pie
de la contraportadilla, en las cuales San Pío X, después de afir
mar en su carta N otre charge apostolique, que "no se edificará la,
ciudad de un modo distinto a como Dios la ha edificado", añade,
refiriéndose a la civilización cristiana: "No se trata más que de
mstaurO!r'la s,'n cesar, srJ/Jre sus fundamentos naturales y divinos
contra /o,s ataques siempre nuevos de la utopia malsa,na,, de la
revolución y de la impiedad: omnia instaurare in Christo".
Por esa incomprensión, el articulista se inclina a creer que :
"la experiencia evidente de la historia de
la Humanidad", "pa
rece ser una lucha contra la Naturaleza dada, más bien que la
adaptación a
ella", y a aceptar: "El moderno pensamiento dia
léctico ha parcelado históricamente la sociedad, y considera que
ésta ha intentado re4acerse muchas veces, que procedió por con
tradicción consigo misma,
y en última instancia por revolución".
Pero, lo que es lucha contra el orden natural (no lo confun
damos con el mero orden público) o contra su
desarreglo ( el ver
dadero desorden), que provoca nuevos desórdenes, para el mar
xismo
es dialéctica
del progreso, tal
como acepta el
articulista, que
cree que esa teoría --1Uás de cien años vieja- es la última palabra
'de la
ciencia. Aunque los últimos hallazgos de la física cuántica,
muestran que el progreso se halla en la "interacción" y no en la
"dialéctica", y, al decir de Erik Kraemer, en La grande mutation,
que "entre la teoría de los cuantos que sostiene el edificio científico
de la edad atómica, y el pensaroiento de los economistas y filósofos
marxistas o tecnócratas parece que hayan trapscurrido siglos.
No
tienen ya ni W1a idea común".
-La praxis: "No se trata ya de conocer el mundo, sino de
cambiarlo", dijo Marx. "No se trata tanto de repetir incesante
mente la fórmula primitiva, como dominarla", dice Cabaleiro en
su artículo del 12 de junio. Su autor, en el artículo del día ante-
692
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«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRJNA SOCIAL CATOUCA
rior, bajo el epígrafe Ortaprazis, dijo que con el nuevo criterio de
la carta: "la conducta social de los cristianos no consistirá, en el
discernimiento teórico o en la catequesis del sentido original de
un orden natural constante
(ortodmcia) y
en la restauración in
cesante de la annonia primitiva, por la imposición de esa. or
todoxia".
Para .el articulista, la "conciencia colectiva de lo actual mos
trará las "inclinaciones naturales" de
hoy, "la
ley viva de la jus
ticia
y la libertad", para "con-ellas (ortopraxis), comprometerse,
restructurar el orden establecido, desordenarlo, si se me
entiende
bien".
El apoyo que, a este respecto, cree hallar en la carta, es un
:fragmento del
núm.
50: "La Iglesia invita ,a todos los cristiomos
a hacer evolucionar k,s estructuras para ada,ptarlas a /,as verdade
ras necesidades actuaies."
Nos parece difícil fundar una interpretación de esta clase en
estas palabras. Aparte de que habrá de preguntarse cuáles son
"las estruoturas que hay que qa<:er evolucionar" : hoy predominan
en medio mundo las del capitalismo liberal, entremezclado, en ge
neral, con una forma democrática. y con un intervencionismo es
tatal más o menos tecnocrático; y, en otro medio mundo, un to
talitarismo socialista de raíz marxista.
Por lo demás, la carta señala que los cristianos deben "dedu
cir principios de reflexión, normas de juicio y directrices de ac
ci6n según las enseñ;mzas sociales de la Iglesia taJ/, como hwn sido
eUJJboradas "
lo /a;rgv de " Historm ..
,"
(núm. 4) y que sacarán
"de las fuentes de su fe y de las enseñanzas de /a; Iglesia /os prirA
cipios
y las normas oportunos pa;ra evitar el dejarse seducir, y
después encernzr en un sistema cuyos límites y totalitarismo co
rren el peligro de aparece,, 0!1lte él demasiado t,a;rde, si no lo perri,
be
en sus
rokes" (núm. 36). ¿ Está claro el peligro que significa
la
ortoprazis?
- La concienciCD colectiva de lo actual, como acabamos de ver,
cree Cabaleiro que es la norma de la ortopraxis. En eso insis
te en el epígrafe siguiente, donde estima que la "nueva idea ver
te/,ra/," es el reconocimiento de "/a virtualidad de la conciencia co-
• 693
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
1lectiva de las necesidad.es actuales. Colectiva y no de clan." Pero
luego
comentaremos esto.
- La relat,mdad de la moral r;nte el progreso científico, co
mo
"muchos creen, entre ellos los marxistas" -dice en el artículo
del día 11-, conducirá lógicamente a no usar la moral como ne
cesidad, como una sanción exterior, prop,ter iram sino que la so
ciedad se eonducirá razonablemente, prop1ter consciffltiann. Los ta
bús sexuales desaparecerán y "donde no hay asesinos no hará
falta prohibir
el asesinato"
(Haveman).
Aunque reconoce que,
según Paulo VI, siempre habrá un lu
gar para la
moca], la -tesis, de
la modificación de la moral por el
progreso de las ciencias la apoya en
el núm. 40 de la carta, que
ciertamente
poca base le ofrece a nuestro parecer. Pero lo in
dudable es que no dice lo que entiende
el articulista, al resumir
"que la moral va a retirar-se de la ciencia, y no será discutible
más que
científicamente"; sino
que, contrariamente, indica que
"cada discipiina científica no P'odrá comprrender, en su partícwla
rida
más que un aspecto parcial, aunque verdadero del hombre;
la tot!J/ídad y el sentido se le escapa/'. Olvida también que el nú
mero
48, § 2, recoge del núm. 81 de !a P<>¡,ulorum progresio la
afirmación de que
"la función de la jerarquía es la de enseñar e
interpretar
auténticamente los principio,s mor!J/es según ...
".
-El
mito
marxista de la
desaparición del Derecho
y el Es
tado
--de que nos hemos ocupado en "El mito de la desapwrición
del
Derecho",
cfr. en Los mitos actudes (Ed. Speiro) o en VER
BO núm. 77 agosto-septiembre 1969, págs. 579 y sigs.- es apun
tado en
el texto del artículo en el comentario que hemos recogido
acerca de la moral
p~ofrler conscientiam. Pero en el artículo del
14 de junio,
La política, llega a plantear si "el Estado, en cuanto
formalización de un orden establecido
ha perdido objetivamente
su importancia cristiana"; y si tal vez en la carta "se cree con los
marxistas que el Estado es un producto histórico de la sociedad que
finalmente desaparece cuando
el pueblo se apodera de él''c
Estas preguntas le son suscitadas por que la carta no se dirije
a los hombres de
Estado sino
a las comunidades cristianas
-sm
tes hemos explicado que es así poc razones muy distintas motiva-
694
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRJNA SOCIAL CATOUCA
das por la actual ,estrategia- y en que "la Iglesia llega a negarle al
Estado
capacidad ideológica
para organizar la libertad", según
dos
frases del
número 25 que dicen:
" ... No pertenece ni al Estado ni tampoco a los partidos po
Uticos que se cerraríam. sobre sí mism.os, el trotar de i1np·oner una
ideologia por medios qwe desemboca,ri,,n en la dic/111Íura de los
espír;tus, la peor
de todas. Toca a
los
grupos culturales y
reli
giosos
--dentro de la libertad de 111Íhesión que ellos sup'onim
deswrrol/wr
en el cuerp,o socicd, de manera desinteresada y por su
propio cmnino, estas convicciones últimas sobre la naturaleza, el
origen y el fin del hombre y de /,a sociedad."
La conclusión de Cabaleiro parece que excede mucho de esa
premisa.
Por
otra parte, la carta contradice su concepto muy clara
mente en dos textos :
------en su núm. 24, se refiere a la "sociedad política" requerida
corno "perfeccionamiento y como condición. para su desarrollo" de
las "agrupaciones pa:rticulares", a través de las cuales el "h.ombre,
ser social", "construye su destino".
- y, en el núm. 46, se ocupa del "p·oder político", del cual dice
"que constituye eil víncuJl.a natural y necesario pmra asegurarr la co-
hesión del cuerpo social.
- El bien común, como "resultado de un equilibrio ocasional
de tensiones múltiples, es, según el artículo del día 14, La p,o/í
tica,
el nuevo significado descubierto por la carta. Así ya no ex
presa "una unidad más alta", como lo significaba para Pío XII,
"sino
la
núsma dialéctica
de la
realidad": "El ~echo de
que
la
Iglesia piense y trate la realidad política como un proceso de gru
pos en lucha o, al menos en concurrencia, sorprenderá a muchos.
Hasta ahora,
el bien común de los católicos desconocía en torno
a él los términos lucha, compromiso o convergencia. Sus térmi nos propios eran: lo orgánico, lo comunitario, la solidaridad, la
armonía, la unidad. Todo lo más se hablaba de la tolerancia".
El apoyo que esta opinión halla en la carta es muy pobre, o
mejor dicho, nulo- El articulista lo cree hallar entre las últimas
palabras del núm. 42, que aluden a las preocupaciones permanentes
695
Fundaci\363n Speiro
]. V. DE G.
de la Iglesia, que le permiten asumir "la innovación a.trevida y
creadora!''. Poc esa fragilidad del punto de apoyo, el autor no
arriesga la afirmación y aún concede que "el tema no está des
arrollado en toda su extensión sino sólo insinuado con todo el
riesgo y penalidades que esto supone". Insinuación inaceptable,
pues su pretendida realidad es también desmentida por la propia
carta que, en su núm. 23, rechaza la ideología marxista, entre
otros motivos "par su dialéctica de la violencia", y que, en su nú
mero
34, declara "ilusorio y p·eligroso" "entrar en la práctica de
la lucha de clases y de su interpretación ma.rxista dejando de per
cibir el
tipo de sociedad
totaJitaria y violenta, a la que conduce
este proceso".
Ni la dialéctica es camino del bien común, ni un punto de
vista marxistizado es el que puede permitir entender las palabras
de Paulo VI, que no piensa precisamente en la acción como lucha
dialéctica
sino, al contrario, como posibilidad de "convergencia
y unidad", fruto de "una, actitud de caridad más profunda" (nú
mero SO)
y que repetidamente invita a la "participación en las
resp/J'/lsabitúl
(núm. 47), pide una "acción solidaria!' (nú
mero S)
y especialmente en el núm. 23 encarece la caridad y /.a
solidaridad, en las cuales muestrs más· confianza que en las regl,as
jurídica en su s;gn.ificado tradicion<>I armónico.
Además, la carta alude, c~aramente en su sentido básico, al
Nen com,ún:
-en el núm. 34, en que refiriéndose a la sociedad política,
que comprende una serie de agrupaciones particulares, dice en la
última frase de su § 1: "Toda actividad particular debe integrarse
en esta saciedad
am,P/iada y adquiere, así, /,a dimensión del bien
común."
-y en el núm. 4ó, § 2, refiriéndose al p,oder político, dice
que "debe tener com.o finalidad la realización del lnern común",
que "tiene la responsabilidad última'' del mismo, y que "induce
a concurri'r a la realización de este bi'en común" a "los i"ndividuos
y a los cuerpas intermedios".
En una visión panorámica de los artículos comentados, pode
mos añadir que Ez.equiel Cabaleiro ignora, o escamotea, el ver-
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
Derecho natural, dinámico
y objeto de continua búsqueda y expe
riencia. Para él, todo lo dinámico es marxista y todo
el orden na
tural es estático. Lo confunde así con el monismo del ser y
reduce la consideración como dinámica al monismo del devenir)
sea marxista o teilhardiano. En cambio, el Derecho natural clásico
tuvo siempre una visión a la vez estática y dinámica de la reali
dad, integrada por
el ser y el devenir, descompuesta en su imagen
dinámica en
p,atencia y en acto. Si algún lector quiere una expli
cación breve del orden natural le recomendamos la lectura de la
I
¡xirte de
los referidos
Fundwmentos de la Política, y si quiere
conocer elementalmente su relación con
el Derecho natural dá
sico
puede
leer nuestros esbozos:
El Mden natu:ra y el Derecho,
en VER.Bo 53-54, págs. 227 y sigs.; ¿Puede discernirse el orden
na,tu:ral y
con
qué alcance? ¿ Qué incidencia tiene en, él la aJcción
del hom/J,yet, en VERBO 73, págs. ]f;F y sigs., y Contro'IJers.ias en
IO'Yno a, Derecho
natural
en VEruio 90, págs. 929 y sigs., y, para
quien quiera profundizar, señalamos el interesantísimo y sugesti
vo volumen del Profesor de la Universidad de París, Michel Vi
lley,
La formation de la p'ensé'e ju:ridique moderne (Conrs d'His
toire de
la Philosophie du Droit, 1961-1966).
Pero hay algo más que también desconoce o quiere ignorar
el articulista en cuestión: es el pensamiento "doctrinal" de Paulo
VI en los temas tan atrevidamente desarrollados en el diario
Madrid. El lector asiduo de VEruio puede comprobarlo fácilmente
releyendo los textos de Paulo VI que en
las primeras
páginas de
cada número aparecen. Sin alejarnos más allá de dos series y
examinando alguno de los pendientes de próxima publicación,
en
tresacamos bastantes, totalmente contradictorios, con los puntos
básicos de los criterios propugnados o insinuados en la serie de
artículos referida. Así:
-La ley natural, el orden de la justicia, el derecho natural lo
recoI1tOce y ·encarece Paulo VI en los textos recogidos en las pá
ginas f>JY7 a 812 de VERBO 89, de allí estractamos:
"La justic,'a cual la concibe, la profesa y difunde la Igv,esia,
es decw, la que está fundada en /,os principios .moeroles del orden
697
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G
objetivo de la ley divina, natural y positiva ... " (Discurso a la
Sagrada Rota
Romana, del
23 enero
1967).
" ... habéis manifestado vuestm fe en la asistencia de lo que
nuestro
predecesor el Paipr, Pío XII 1/a:maba un
orden
natural de
justkia, la fuente de normOJs impemtivas para la vida en sociedad
y tos necesarias prenotandos para toda legislución ¡,o.ritwa. Esta
últvma debe estar de
acuerdo
t:on el orden natwral de la justkia
y
en
él encuentre, inspN"adón". ( Alocución a un grupo de jueces
de Estados Unidos de 11 julio 1970.)
Quien quiera ampliar esta comprobación puede leer en
VERBO
87-88, págs. 703 y sigs., el interesante trabajo del Profesor Ber
nardino Montejano (h.)
Orden natwral y subversión, en el pensa
miento pontificio.
-
El ma,terialismo histórico es radicalmente incompatible con
la
permanencia de una verdad que se sobreponga a todos los cam
bios históricos, económicos, materiales. En V
ERBo 87-88, pági
nas
545 y sigs. podemos repasar varios
textos demostrativos
pero
tan sólo nos contentaremos con repetir unas líneas de la pág. 3
de VERBO 91-92, en las cuales Paulo VI encarece: "evita,-las
consecuencias catastróficas que surgirían
al admitir que niinguna
norma
y ninguna doctrina Picne título para permanecer en el tiem
po" y, hace notar, que "todos nosotros, especialmente los creyen
tes, advertimas que algo permanece en la sucesión del tiempo y
que debe p,erm,anecer si no queremos que la civilización se trans
forme en caos, y que el cristiMlismo pierda toda razón de ser en
la vida moderna". Es decir, que si nada permanece no hay civi
lización ni cristianismo.
-Contra los dictados de la llamada conciencia colect>IJ(l,,
Paulo VI nos ha puesto reiteradamente en guardia. En VERBO 94
se recogen varios textos suyos que pueden ilustrarnos al respecto.
La eonsciencia "no es fuente del bien y del mal", "para ser norma
válida
del
obrar
humano, debe ser recta·", "tiene necesidad de for
marse''. (Alocución en la audiencia general de 12 febrero 1969);
frente a "la magi(JJ invi,sible, p·ero poderosísima, de la opinión1 pú
blica alimentada y diri(!ida por los medios de comunicación social"
que "intenta arrollarnos y domfflarnos", "debemos defender nues-
698
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CA1 OLJCA
tra conciencü, nafaral, ilumvnada por principios lógicos y morales
superiores".
1970).
"Qwien se deja lleva,, P'or la moda del pensamiento, por la,
opinión de la masa, frecuentemente no se da cuenta de su propia
actitud servil
... "
1970). Las citas podrían multiplicarse.
El
Cardenal Villot,
en su
tan "contestada" Carta, como Se
cretario de Estado, en nombre del Papa al Congreso de la "Unión
Católica Internacional de la Prensa", del 15 de julio, piensa que
"si nos encontrCJmos frente a opincmes que aje'ctmn a la integridad
del
dogma y de los principios morales", "Podría, por /o, demás
preguntarse si es todavía exacto, en
este
ca'SO, hablar
de opinión
pública en
fu Iglesia, o si no se debe, P'Dr el contrario, hablar de
op,nones que por sí mismas, por su propio conteni.do, se sitúan
fuera
de la verdadera Iglesia de
Cristo".
-Ante la praxis, contra el destacar la acción sobre todos los
valores humanos Paulo VI observa:
"El hombre corre pero como
un giga-ni.te ciego", porque "carece de la auténtica nota que hace a
la acción verdaderamente ~a y es la moralidad, la ciencia; del
deber, del
bien,, la ciencia del verdadero fin" (Alocución en la
audiencia general del 10 marzo
1971)-
-La relatividad moral también fa vemos reiteradamente re
chazada por Paulo VI. En su audiencia
general del
7 de octubre
1970, insiste en que hay una
"ley natural, estwble y posititua:', sin
que se Pueda "limita;, el juicio, directivo del obrar a la situación''.
Frente a esa ley, "la ciencia y la técnica, p'Or desarrol/ado,s que
se consideren no podrá,n jl>m/Í,s ilustrar al hombre sobre sus pro
blemas
Jsenciales: su origen, su naturaleza, sw fin,
sus derechos
y sus deberes'', repetía, en nombre del Papa, el Cardenal Secre
tario de Estado, a
la Unión Mundial de Profesores Católicos, el
primero de agosto de 1970.
La dwléctica, tan contraría al espíritu de Paulo VI y de su
Octogesima adveniens, como acabamos de ver, ha sido a mayor
abundamiento expresamente rechazada en la Carl:OJ a la LVIII
Semana social de Francia, dirigida en nombre del Papa, el 3 de
julio,
por su Secretario de Estado, el Cardenal Villot.
699
Fundaci\363n Speiro
f. V. DE G.
Se formulan, al efecto, en ésta, las siguientes preguntas:
"¿Por qué se ven surgir divergencias tan numerosas, tan di
versas, tan tenaces, que provocan semejantes conflictos entre lo,s
hombres? ¿De dónde viene, pues, esta, tendencia -incluso entre
/as homb>res de buena voluntad, preocupadJos por el bien común-
a endurecer est(J}S op,osiciones constantemente renacientes, a, radi
caUzmr estos enfrenl-ientos, ha,sta correr el ,;esga de poner en
peligro su querer mvir P'ersonal y comunitmrio? ¿Cómo explicar
al misma tiempo la permanencia de un deseo
de
unidad por
enci
ma de
los conflictos,
y el crecimiento de un sentimiento de soli
daridad ampliado e, las dimensiones del n,undo !".
A ellas les da primero una respuesta negativa: No procede
de la
dialéctica que
el materialismo histórico expone.
"Para un cristiano,· la respuesta no procede, vosotros lo sar
béis, de un dualismo vrreductible, o de una dialéctica en la que /,a
lucha entre las fuerzas hostiles seria
el ca,wino obl;gado hacia una
armon4a
total.
El
plan de Dios sobre
el
mundo es
un
designio de
{JJl11,0r y de paz en,tre el hombre y la mujer, al ;gua/ que entre /,as
d,'versas comunidades humanas
deshechas por el
pecado ( cfr.
Gen., 3, 4
y 11)-Y Cristo he, venido a derribar el muro de odio
que
separa a
los hombres (cfr. Efes.,
11, 52). Tal es
nuestra fe
y nuestra esperanza, tal es /,a fuente inalterable de nuestra amor."
Y, después, otra pos,itiva:
"Es que el pecado marca profundamente ei cor
bre, desde Adán y Eva y Caín, el homicida. La herida, introducida
en el seno
de
la pareja y de la fam,vlia y entre los pueblos ewvene
na
las relaciones, las cUJbre de agresimidad y opone a unos contra
afros
y a
los
partidarios que
tiene en
primer lugar levantados
contrr:J D,jos."
En esto, la oposkión no puede ser más radical entre el cristia
uismo y el marxismo. Como agudamente ha hecho notar Marcel
Clément eñ El .,comwnismo versus Dios, el marxismo es una reli
gión antitrinitaria, basada en la dialéctica del odio, mientras para
el cristianismo "Dios es amor".
700
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
VI. Ideologías y criterios, contradictorios con la doctrina so~
cial católica.
Una confirmación de ,]a vigencia, según la carta, de la doctrina
social de la Iglesia, la hallamos en
la expresión de lo que en ella
se rechaza, o respecto de· lo cua,l pone en guardia. Así Salleron
la ha calificado, según hemos visto antes, "como un nuevo Sylla
bus que se dibuja en filigrana detrás del rechazo de las ideologías
y de las utopías y del positivismo que gobiernan el mundo mo
derno ... ".
Vamos, pues, a tratar de hacer
resaltar esa filigrana:
A) Comenzaremos con los sistema,s ideológicos, entre los
cuales la carta va repasando:
a) Incluyéndolos expresamente en la enumeración de aqué
llas a las cuales el cristiano "que quiere vivir su fe en una acción
poUtica concebida como servicio", "twmpoco puede adherirse .rin
contradicdón" porque "se oponen radicalmente, o en pwntvs sus
tamciales, ai su fe y a su concepción del hombre", tenemos por
orden de exposición del núm. 26 y en el núm-31:
1.0 "La ideología mn,r:dsta, su .m,ate-riaJismo ateo, su dialéc
tica de la. violencia y la manMw conw ella entiende la l.ibertad in
dividual dentro
de
la. wlectvuidad, negando al mismo tiempo toda
trascendencia a homl,,-e y a su histc,ric, personal, y colectiva!' (nú
mero 26).
Ante la Evolución histórica del marx-isnw, agrega en sus nú
meros 3,2 a 34 :
32. "Otros cristianos se preguntan tarrnbién si u.na e~olución
histórica
del tnmrxismo no (IJUtarizaría, ciertos acercamientos con
cretos.
N otwn1 en efecto1 un cierto estalfido de'l marxismo-, que
hasta ahora si! presentaba como una ideología unitaria, explimtiva
de la total.idad dJel hombre y del mundo en su proceso de desarro•
llo y, por tanto, atea.
Fuera del
enfrentamiento ideológico que
sepa!Yia oficmmdnte /a,s dimersas tendencias del marxismo-lemnis
mo
en
su respectiva interpretación del P'ensamknto de /,os fun-
701
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
dadores, y fwera d,e las oposiciones abiertas entre los sistemas po
líticos que hoy dú, se insp>ran en él, algunos estah/,ecen distincio
nes entre diversois nimeiles de expresión del ffi@rxismo".
33. "Para unos el marxismo sigue siendo esencialmente una
prá!ctka activa de la lucha de clases. Experimentando el vigor,
siempre
presente y que rena,:e sin cesar, de las relaciones de do
minio y de explotación entre
los
h<>mbres, reducen el marxismo a
una lucha, a veces sin otra P'erspectima, lucha
que hay que
pro·
segui,r y aun suscitar de manera permanente. Para otros, será en
primer lugar el ejercicio colectivo de un poder P'olítico y' econó•
mico
bajo
la dirección de un partido único que se considera -él
sáto- expresi6n
y garantía del bien
de
todos, arrebatOJ/ldo a los
indiruiduos y a los otros grupos toda posib;/idad de iniciatima y de
elección. En un tercer nVVBl, el marxismo --esté o no en el poder
se refiere a una ideologia socialista a base de materi.alismo hist6•
rico
y de negación de toda, trascendencia ... ". [sigue una referen
cia a la presentación del marxismo "como actividad científica" de
lo que ya nos hemos ocupado antes.]
3t4. "Si a tr(Jl{}és del tnar.x'ismo~ tal como es concretamente
muido, pueden distmguirse estos d/fl}ersos asp'ectos y los interro
gantes que ello's plo!ntea,n a lo,-cristianos para la reflexión y para
la acción, sería üusorio y peli,groso el llegar a olvidar el lazo ín
tvmo
que
los une
radicalmente, el aceptar los elementos del a11á
lisis marxista sm reconocer sus reú,,ciones con la ideofogm, el
entrar en la prtktica de. la lucha de clases y de su interpretación
marxkta dejando
de percibir el tipo de
sociedad
totalitaria y vio
lenta a la que conduce
este
p'Yoceso."
También
parece que se refiere principalmente al marxismo en
el núm. 36,
cuando insta "pa'ra e'Oitar el deja'rl"se seducir, y des
pués encerrar en un sistema cunps límites y totalitariS'mos corren
el riesgo de aparecer ante él demasiado ta,rde si no los P'eróbe en
sus ratees".
Así como el núm. 28: "El p,eligro est<>ría, además, en adherir
se a una ideologú, que no repose sobre una doctrina verdaJdera y
orgánica, refugiarse en ella, como una expUcarión última y sufi
ciente
de todo, y construvrse así un nue-vo ídolo del cual se acepta,
702
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRJNA SOCIAL CATOLICA
a ?Jeces si,n dmrse cuenta, el carácter totalitario y obliga:torio. Y se
piensa
encontrmr en
él
una just,ficaci6n pmra la acci6n, aun 'llio
lenta, una adecuación a un deseo generoso, de servicio,· éste P'er
mcmece, pero se deja absorber p1or' una ideoloigia, la cual --aunque
propone ciertos c111minos para la liberaci6n, del hombre-desem
boca finalmente en hacerla esc/.
2.0 La ideologú, liberal "que cree exaltar la libertad indí,vi,
duaJ sustrc,yéndola a toda, limitaci6n, estimMl,ándo,Za con la, lYús
queda exclusi'-va
del
interés
y del poder, y considerando· las soU
daridades sociales come consecuencias más o menos automátic(]),S
de iniciatiws individuales y no· cama un fin y un criterio m6s
elevado del va!lor de la orgcnizaci6n social (núm. 26).
Ante la renowci6n de la ideoloyfu li/Jera,Z, añade en el núme
ro
35:
"Por otra parte, se asiste a una renovación de la id'eolog'tÚJ, z.i
beral. Esta corriente se afir11U1,, sea en nombre de la eficacia eco
n6mica, sea ¡,a,ra defender al indwiduo contra el do-mi,mo, cada
vez más iMJasor de las organizaciones, sea contra las tendencias
tota,J,itarixJs de los poderes políticos. Ciertamente hay que mante
ner y desarrollar la inicia,tvva p•ersonal. Los cristianos que se com
prometen
a esta línea,
¿no tienden a su yez a idealizM el libera,
lismo
que * comlierte entonces en ""ª proclamaci6n a fa'llor de la
ti/Jertad? Ellos querrían un modelo nuevo, más ada:p•tado a las con
d,iciones actwiles, owidando fáicitmente
que en su ralz misma el
liberalismo filos6fico es una afirmaci6n err6nea, de
la
autonomía
del
indwiduo
en su acthñdad, sus motÍllJi1)ciones, el ejercicia de
su
liberta;J. Es
decir, la
idemo~ li/Jeral requiere, por su parte, ,,..
atento discernimiento.n
También rechaza aspectos prácticos de liberalismo al conde
nar:
la competencia desmedida (núm. 9), la esp•eculaci6n sobre las
necesidades de los demás (núm. 10), la coni,centraci6n de las em
presas internacionales, en la que va implícito el rechazo de esta
forma
del capitalismo, al decir en
el núm.
44:
"Bajo el impulso de los nuevos sistemas de producci6n se vie
nen
abajo
/.a~ fronteras nacionales y se ve aparecer nu:ems p'oten
c.ias económicas) las ~mpresas multinacional,es, qu;e pw la, caneen,-.
703
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
/ración y la flexibilidad de sus medios pueden llevar a cabo es
trate{/ia,s a;utónmnas, en gran parte independ;entes de lüs poderes
políticos nacionales y, por consiguiente, sin control deJde el punto
de vista del bien común. Al e:rtenáer sus actividades, eslO's orga
n~smo,s privados pueden conducir a una n~va forma abusi:va de
dominadón econámica, en el ca.mpo sociat cultural e incluso po
lltico.
La
concentración
e:rcesitua de los medios y de los poderes,
que denunciaba
Pío XI en
el 40
aniversario de
la "Rerum No
VOJrwm' adquiere un nuevo aspecto concreto."
Asombra un tanto leer, escrito por el Padre Francisco Biot,.
en Temoignmge Chretien del 29 de mayo, que un segundo "ele
mento nuevo" de la carta "es nitidez del rechazo cristiano opues
to a
la ideología
liberal", de un
modo tal 1'como nunca lo habían
hecho los
documentos precedentes".
No nos extraña,
por consi
guiente,
que en
L'homrne nouveaie del 6 de junio se haya comen
tado: '.'El Padre Biot, decididamente, no ha leído suficientemente
las grandes Encíclicas". Así lo parece, pnes el liberalismo filosó
fico y político había sido rotundamente condenado en sus tres distintos grados por León
XIII, en especial en la Liberta,s praes
taintissimwm, y el liberalismo económico lo fue reiteradamente
desde las encíclicas Rerum novarum y Quadrmgesimo anno a la
Mater et M agistra. Sin embargo, parece que algunos sector,es pre
tende11, sea como sea, dar la máxima sensación de cambio en la
doctrina social católica y de apertura hacia el socialismo, e incluso,
como hemos visto antes, al marxi~mo.
3.0 La ideologl,a sociali,ta si,· en su evolución, no ha dejarlo
a salvo "/ns valores, en
particular de la
libertad, de responsahíli
dlld y de ap,ertura a lo espir;tual, que garantizan el desarroUo in
tegral del
hombr!!" (núm. 31).
De las
evoluciones del so'Cia,/,ismo, de
las que habla específica
mente
la carta, nos ocuparemos después de un modo especial,
para valorar mejor si su anterior rotunda condena se ha atenuado
o no en lo sustancial.
b} Pero, pocr encima de esos tres sistemas ideológicos más
definidos, hay en la carta (núm. 27) un rechazo general de "toda
ideolo/JÍa social" dando
un
sentido amplio
de su concepto, al
"sub-
704
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
ray!PY'' la "posible ambigüedad" del mismo, en el cual incluye
igualmente :
-la
que
"reduce lOJ acción política o social, a ser simplemen
te la aplicación de una diea abstracta puramente teóric -aquélla
en la cual
"es el pensaiwiento el que se convierte en
pu,ro instrwmento al servicio de la (JJCción como un simple medio
de una estrategia''.
El amplio concepto de ideología, que la carta reprueba, com
prende (núm.
28) toda la "que no repose sobre una doctrina ver
dadera y orgá,nica", y, por consiguiente, incluye entre las que,
no reuniendo este requisito fundamental, deben recb,tzarse aque
llas que
se muestran "como una explicación última, y suficiente de
lodo", siendo el peligro "refugia~se en ella/' en estos términos y
"construirse así un nueva ídolo del cual se acepta, a Veces sin
darse cuenta, el carácter tolal;lario y obligatorio".
Por otra parte, al analizar (núm. 29) el fenómeno en virtud
del
cual, "hoy dla se ha podido hab~ de un retroceso de las ideo
logías" distingue dos posibilidades, una benericiosa y otra mal
sana:
-una, "puede constituir un momento fworable para una
,apertura a la trascendencia
concreta
del
cristianismo";
-otra: "Puede ser ta-mbién un deslizarmriento más acentuado
hacia un -nuevo p,ositivismo: la técnica universal-1·sta conw forma
dominante de (U:tirvidad, como modo invasor (Í)e existir, como len
guaje mismo, si'n que la cuestión de su sentido sea realmente plan
teado''.
Es de mucha importancia fijarse bien y meditar en esas tres
distinciones que hallamos en los núms.
27, 28 y 29 de la carta,
de las cuales podemos resumir, que:
-no es ideol6gix:a la doctrina que constituye una explicación
plena "verdadera y orgátlaca:" de la realidad, alcanzando a reco-
¡iocer "a Dios trOJscendente }" creador, que interp,ela a través de
todos
los nweles de
lo creado al
homhre como /ib -
son ideologias, tanto los idealismo,s inmanentes, abstractos
y teóricos, como los emp~mos que, también, se constituyan a
sí mismos' como "expl~cación últinza y suficiente" o "sean un
45 705
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
simple media de wna estrategia" de la cual "es el p,ensamien,to el
que se canviierte en pwo instrumento al seruício de la acción".
Ello uos demuestra lo sorprendente que resulta leer en "Ma
drid del 10 de junio en el citado artículo de Ezequiel Cabaleiro,
El mito de 'fo; "doctrina social católica": "Al señalar .el final
de la Doctrina social católica", me refiero a su liquidación como
ideología, «como explicación última
y suficiente de todo~, a su
monolitismo político-moral. La crítica de las ideologías que Pau
lo VI ha.ce en su carta. creo que podría aplicarse con razón a la
«Doctrina», sobre todo cuando ésta se impuso con «carácter to
talitario y obligatorio» (28), «como puro instrumento al servicio
de
la acción como simple medio para una estrategia» (27) y fue
utilizada «en provecho de opciones temp01"ales particulares» ( 4),
con un oportunismo que confundió a muchos''.
¡ La confusión es total ! Las gafas con las que el articulista mira
los
textos aludidos
le impiden entender su significado. En efecto:
-Jamás la doctrina social de la Iglesia ha sido presentada
"tom,o e.zplicaci6n últinw y suficiente de todo", sino sólo "en, cuan
to a sus puntos fundamentales", pero considerándola "suficiente
mente amplia pwra p,od'er ser ada,ptada y ap{;cada a las vicisitudes
caimbiantes de
los tiempos,
en el supuesto de que no sea
en de
trimento de sus principios inmutables y permanentes" (Pío XII,
Disc. cit. del 28 de abril de 1945).
-El carácter "totalitario y obl'Df/0,,torio" lo refiere peyorati
vamente
Paulo VI,
en
e1 núm.
28, tan sólo a la
"ideología que
no reposa sobrre una doctrina verdadera y orgániw/' y sea erigida
"cmno u$ exp,licación última y sufc:ente del todo". Es decir, no
puede incluir
la doctrina social católica, a la que hemos visto que
Paulo VI se remite, y a la que a(1uí, en ese texto, alude como "doc
trina verdoxlera y orgánica" (¿a cuál si no?) El "carácter totali
tario" va referido aquí a la p:r;etensión de explicMlo todo --por
lo cual es recusable, si no se trata de "una doctrima verdadera y
org&wi,ca!'-cuando tal ideología es parcial en cuanto no abarque
toda la realidad, incluida la trascendente al hombre. Por esto esa
doctrina no puede ser obligatoria, mientras que la verdadera lo es
706
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRJNA SOCIAL CATOLICA
moralmente e, incluso, en cuanto lo requiera el bien común, lo es
jurídicamente.
-El ser un "puro instrumento rd servicia de la acciión", "un
simp de
doctrina
que no lo sea de la acción, es decir, que la carta lo que
rechaza es que la
ortodoxia se sustituya por la ortopra.zis que
propugna el articulista.
- La última referencia del párrafo, no pasa de ser un exa
brupto, pues si es que ha habido utilización de la doctriua social
católica ''en provecho de opciones temporales particulares'', habría
que precisar si son injustas, en cuyo caso, si la aplicación de la
doctriua hubiese sido conecta, también ésta quedaría calificada
de injusta:
Ese pretendido aprovechamiento no creemos que el
articulista se atreva a
afirmar que
haya sido
realizado por
quie
nes la formularon,
ni que fue formulada precisamente para ello,
por lo
cual, de
haber
habid:o mala
aplicación, ésta no afectaría a
la
doctrina en
sí.
Sin embargo, a Cabaleiro no le basta con sacar consecuencias
a su modo; todavía añade: "Faltó decir [en el núm. 27 de la car
ta] que la "Doctriua" en puntos importantes pudo haber alieuado
igualmente a los católicos. Algunos lamentarán la
ausencia de
tal
autocrítica". Pero, ¡ cómo podría decir Paulo VI que, a su juicio,
aliena
lo-que
reposa
"sobre una doctrina verdadera y orgánica"!
Lo cierto es que para el marxismo, que se autocalifica de rea
lista, el catolicismo
es una
ideología que aliena; mientras que, para
Paulo VI, el marxismo es una ideología que se
opone "radical
mente,
o en puntos sustancias", a la fe
y la concepción cristiana
del
hombre (núm. 26) que
"conduce", en
"su proceso", a un de
terrnina;do "tipo de sociedad totalitaria" (núm. 34), en la que el
hombre
"corre el riesgo de verse alienado" (núm. Zl) y "en la
cual --aunque propone ciertos caminos pa-ra la liber(J)Ción del hom
lne-desemboca finalmente en
hacerle esclavo"
(28).
cU Como consecuencia de lo expuesto en los textos de la car
ta que acabamos de analizar, son rechazados el positimismo, y el
neoposit-ivismo tecnocrático. Así:
1.0 Sigue rechazado el positivismo, "que reduce al hombre
707
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G,
a una sola dimensión --imp,O'Ytante hoy dú, y que en eso lo mutila!'
(núm. 30).
2.• Y, rechaza, el neo•j,1>s.tivismo tecnoeráJtico, es decir, "la
técnirn unvversa/,izada, como formo dominante de actividad, como
modo invasor de existir, como lenguaje mismo, .sin que la cuestión
de su sentido sea realmente ¡,/anteada' (núm. 29), y, además,
en cuanto en él, el pensanl!iento "se convierte en puro instrumento
al, servicio de la acción" (núm. 27).
Notemos que, en nombre del Papa, el Cardenal Secretario de
Estado, en su carta a la Semana social francesa de Caen, había es
crito
que
"la tecnocracia es el peUgro que' amena.za a la sociedad
&e hoy y de manana".
No importa que esa acción se fundamente en la noción, "al
mismo tiemP'O, como móvil, coma medid(/) y com,o objeto", de: "el
progreso", postulado como indefinido. Así, prosigue el núm. 41:
" ... Después
del
siglo, XIX las sociedades occidentales y otras
m;ucha.; en contacto con ellas
han puesto
su e,p•eranza en un pro·
greso,
renovado sin cesar, ilimitado. Este progreso se les presentaba
wmo el esfuerzo de liberación
del hombre de
cara
a las necesidades
de la natural.eza y de las presiones sociales; era la condición y la me
dida
de
la libertad humana- Difundida por los medios modernos
de información y por el estímulo del saber y
de
consumo 'más
extendidos, el progreso se convierte en ideología-t>mnipresente.
Por tanto, viene hoy una duda sobre si1 valor y sobre su origen.
¿ Qué significa esta búsqueda inexorable de un progreso que es
fuma cada vez que wno cree haberlo conqwi,stado? No
dominado,
el
pragreso deja ins()Jtisfecho. Sin duda se ha
denunciado,
justa,
mente, los límites
y también los P'erjuicios de un crecimiento eco
nómico puramente cua,ntitati-i•o, y se desea alcanzar tarmlnén ob
jetivos de orden cualitativo. La cualidad y la verdad de las reifa
ciones humanas, el grado de partic-ipación y
de responsabilidad
son no menos significativo,s e
importantes
para el P'OY'Venir de
la
sociedad que la cantidad y la variedad de las bienes producidos
y consumidos. Superando la tentación de querer medirlo todo en
términos de
eficacia y
de cá:mbfos comerci.aies, en
relaciones de
f1,1erzas y
de intereses, el
hi,m'/Jre desea
hoy sustituir
cada vez mós
708
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
estos criterios cuantitativos con la mtensidmd de la com.unicación1
la difusión del S(J)ber y de la cultura, el servicio recíproco, el acuer
do
para wna lal,or común. ¡No está, el verdadero progreso
en el
desarrmlo de la concienc/,i moral que conducirá al homJn-e á to-·
mar
sobre
sí
lms solidaridades ampWas y a abrirse libremente "
los demás y a Dios? Para wn cristiano, e'/ progreso encuentra ne
cesariamente el misterio escata,/ógico de la muerte: la muerte de
Cristo y su resurrección, el impulsu del Espíritu del Señor a,yuda
al hombre a situa.-su libertad creadora y agradecida en la, ver
dad de todo progreso y en la sola esperanza que no decepciona
jmnás."
El progresisnw, en cuanto incida en los defectos, errores e ilu
siones expuestos, debe, por consiguiente, ser rechazado.
También en otros textos señala las deficiencias de la tecno
cracia:
Así, en el núm. 37, alude al "capitalismo tecnocrático",
entre los sistemas concretos que "man;fiestan la dificultad de re0
solver el gran pral>lema humano de vi,,¡,. todos juntas en la jus
ticia y en la igualdad" [luego trata,emos del significado que a es,ta
útima
palabra se le da en la carta] ;
y en el núm. 47, advierte:
"Para hacer frente a una .tecnocracia crecien,te hay que im1entar
formas de democracia moderna ... " [también luego analizaremos
la significación que tiene en la carta la
locución democracia mo
derna].
d) Las advertencias contra el "nuevo positwi,smü" y los a
priori ideologicos, que pretendeo explicar tattdmente al hombre
"desde
un p'Ufnto de v!sta puramente cuantitativo y fenamenoló
gico" es extendida en la carta a las ciencias hunw:nas en cuanto
incidan en estas erróneas posiciones- Así explica que:
"... /,a necesidad metodolJgica y el "a priori" ideológico las
conduce frecuentemente
a aislar, a través de las di:versas situacio
nes, ciertos aspectos del hombre y a darles, por tanto, una e¾pli
cación
1fU8 pretende ser global o [HJr lo menos una itjterpretarión
que querrfa ser tottdklante desde un punto, de vista puramente
cuantitatwo a fenumenulógico.
Esta reducd6n "cientlfka" lleva
consigo una
pretensión peligrosa. Dar asl prwüegio a tal asp'ecta
del análisis es mutilar al hombre y, bajo las a,p,arienda~ de un pro-
709
*
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
ceso científico, hacerse incapaz de comprenderlo en su tlJlalidad"
(núm. 38).
"No ha,y qu1e prestar m,enos atención a la acci6n que las «cienr
das humanas» pueden suscitar al dar origen a, la elaboración de
modelos
sodales que
se
querría imponer
en
segida como
tipos de
conducta científicamente probados.
El
hombre puede convertirse
entonces en o/Jjeto de manipulaciones, orientando
sus deseos
y
necesidades, modificando sus comportanvientos y hasta su sistema
de
mores. N adíe duda que el/'o encierra un grwe peligro para las
so
de mamamJJ y para el hombre mismo. Pues si tudas se
ponen de acuerdo fJGJYa construir una sociedad: nueva al servicio
de los hombres, es necesario saber todamía de qué hombre se trato!'
(núm. 39).
B)
En el terreno r'guro0samente político, vemos rechazados:
a) El totalita:rismo, palabra que reiteradamente hemos visto
empleada en la carta en sentido peyorativo;
pero de
la cual, ade
más, podemos hallar en ella su concepto de cuya aplicación se
sefiala
el grave peligro:
-En
el núm. 46,
§ 3.°, al observar que la política "es un as
pecto
aunq,we no
el único": "Su
c-pa, -plio y complejo no
es
exclusVIJO. Una a,etitud ÍtóVGJSora que
tendiera a hacer de él algo
absoluto, se convertiría en un grooe p-eligro."
-En el mismo núm. 46, § 2.·, al señalar al poder político el
límite de ''resp,eto de las legi,timas libertades de los individuos, de
_la familia y de los grupos subsuliarios", marca así contrario sensu,
que el no respeto de ellos significa un totalitarismo del poder po
lítico.
-En el núm. 25, al señalar que "no pertenece al Estado", "el
tratar de imponer una idelllogía por medios que desembocarían en
la dictadura de
los
espíritus, k, peor de todas".
b) Las di
de su raza, su origen, su colO'Y, su cultura, su sexo o sw religi6n"
(núm. 16, § 1); " ... discriminaciones -etnicas, culturales, relir
giosas, p,olíticas
... -[que] renacen siempre'' (núm. 23).
Notemos que no consrtituyen discrinvinación, sino las diferencias
710
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CAíOUCA
impuestas que coutradigan la na,tumleza humana, igual eu todos. No
lo son cuautas
difereucias resultau
impuestas por la diversidad de
circunstancias, de edad, sexo (núm. 13, § 2.0 ), etc., ni lo son las
que requiere el bien común (no
es discriminación,
v. g., que esté
preso quieu haya delinquido, que se ponga eu cuar,enteua a quienes
pudieran difundir por su contagio enfermedades infecciosas,
que
no pueda usar armas un niño, que no se permita enseñar a quien
induzca al ,error, etc.), y aquí rozamos un problema varias veces
estudiado en VERBO, el de los justos límites de la libertad civil
religiosa, aún no agotado ...
Entre estas discriminaciones rechazadas, se incluye el racismo
en el núm. 16, § 2.0
:
"... La discriminación racial reviste en este momento un ca-
cáracter de mayor actualida,J por las tensiones que crea tanto en
el interior de aigunos pcdses como en el
plano
internacional. Con
raz6n, los
hombres consideran
injustifica1bie y rechazan como in
admisible la tendencia a mantrner o introducir una. legislación o
prácticas inspiradas s;,temáticarmente por prejwicios racistas: los
mieml>ros de /,a hur,nanúla,d participan de /,a, misma naturaleza, y,
por
consiguiente, de la misma dignidad, r:on fos mismos derechos
y los mismos deberes fundanwntales, así como del ~ destino
sobrenatural.''
Marcel Oément, en su segundo artículo Quelle troisieme
voief en L'HOMMJ< NOUVJ(Au del 20 de junio, observa: "Me pare
ce que se puede razonar sobre
el racismo y sobre el comunismo de
la misma manera. Uno es un racismo biológico y conduce a los
campos de
exterminio-nazis.
El otro es un racismo sociológico
y
conduce a los campos de exterminio de la U.R.S.S., de China, de
Cuba, al comercio de rehenes inocentes. Para los racistas alema
nes, un judío no tenía derecho a la vida. Para los racistas comu nistas, un fascista «no
es un
hombre». En ambos casos, estamos
ante la abolición del Derecho."
e)
El espíritu, de dominio económico y político de los Esta
dos que se apoyan "en relaciones de fuerza;'' que "es necesar$o
suP'erar" (núm. 43), y la "ambici6n de numerosas naciones, en la
competidón que la'S opane y 'las arrastra", que "es la de Uegarr al
711
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
poder tecnológico, económico y militar'' y que "se opone a la crea
ción de estructurais, en las cuales el ritmo del frrO'greso sería re
gul,cráo en función de una justicia mayar, en vez de acentuar las
diferencÜ>s y de crear un clima de desconfianza. y de lucha que
compromete continuamente
la paz" (núm. 45).
d) Et conservadurismo a ultranza que no atiende a si la situa
ción existen.te es
justa,
resulta incluido en el citado núm. 45, en
lo referente a los Estados; y, en la frase final del núm. 3, es re
ferido a las personas físicas que "inconsc:entes de w.s injusticiOJs
presentes se esfu1erzan p'O'r mantener a sitUlJ!Ción existente".
C) En el campo de lru soluciones concretas, se rechazan:
a) Las soluciones maltusianas, "aguijoneadas por la propa
gc,nda actima en fwor de la anticon
que leemos en el núm. 18, § 2:
" ... En esta situación crítica hay que afirmar, por el contra-
ria, que
la familia,, sin la cual ninguna SO'ciedad pueda subsistir
tiene derecho a la
asistencia que
le
asegwre w.s condiciones
de una
sama e.zfmnsión. "Es
cierto
--decíamos en
nuestra Encíclica
Po
pulorum Progressio-que los poderes públicos pueden inter
·venir dentro
de los
Umites de
su
competencia, desarrollando
una
info,-mac-ión apropiada y
tomando
medidas adecuadas, con
tal
que
sean conformes
a las exigencias de
la ley
moral y resp•eten la
jus
ta libertad de la parej<> hum:DJna.
Sin el
derecho inalienable al ma
trimonio y a la procreación, no e.x·iste ya dignidad humtP1U1-."
b) Las posiciones nacionalistas que niegan el derecho a la
emigración, conforme al artículo 17, § 11 y 2:
"Nos pen.samas también en la precaria situaci.ón de un gran
nú"!Mro
de
trabajadores
envigrados, cuya condición
de
extranjeros
hace tanto más d;fícil,
por su parte,
toda
reiwindicación social,
no
obstante su real porticipaci6n en el
esfuerzo económico
del país
q'ue los recibe. Es wrgente que se sepa superUIY con relación a ellos
una actitud estrictmmente nacional,ista, con el fin. de crewr en su
fW/Jo,-
un esta/uta que
reconozca un derecho a la
emigración, fa
'VOrezca su integración, facilite su
promoción profesional y les
712
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
permita el acceso a un alojarnientr, decente, donde pueda venir,
si es el caso, su familia."
"Tienen re'l
con
esta categoría
las p,oblaciones que, por
encontrar un trabajo, librarse de una catástrofe o de un clima
hostil,
abandonan sws
regwn,es y se
encuentran
desarraigadas entre
las demás ... "
No pretendernos agotar los supuestos en los cuales la Octü{!esir
ma adveniens
rechaza
una solución concreta o pone en guardia
contra algún riego real, por ello, con esta salvedad, damos aquí
por concluido el estudio objeto de este epígrafe.
VII. Renacimiento de las utopías.
N olemos ante todo que las utopías no ofrecen una diferencia
cualita,tiva, con las ideologías, sino únicamente cuantitativa en
cuanto son más claramente irrealizables en sus problemas y es
más evidentemente inacanzab1e el mi.to que señalan como meta.
El último inciso del núm. 3 de la carta ya alude a ellas al re
ferirse a quienes "se dejan se·ducir por ideologías revolucionarias,
que
les
prometen, no si'n üusión, un mundo mejor".
Sin embargo, eu el núm. 37 donde se examina de un modo
especial lo que el epígrafe correspondiente denomina "Renaci,..
miento de las u:topfas''. De este número ya hemos analizado la
segunda mitad del
§ 1 y el § 2: al ocuparnos de la táctica que la
carta propone y allí nos remitimos.
La primera mitad del § 1.0 del
núm. 3V dice así:
"Hoy día, p-or otra piarte, se nota mejor la debilidad de lals
ideolog/as a trwés de los sistemas concretos en que ellas tratan
de realizarse. Socialismo burotrático, capita!ismo tenocrátio, de
mocracia awtorit(Jff'ia mamifiestan la dificultad de resolver el gran
probema humano de vivir todos
juntos en la justicia
y en la igu,d
dad. En efecto, ¡cómo podrlan esca.par al materialismo, al egoísmo
o a las presiones que fatalmente los acompañan? De OJ
«contestaci6n» que
surge
wn P'oco por todw p(JJl"tes, signo de pro0
fundo mal,estar, m.ien.tra,s que se asiste al renacim,iento de lo que
713
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
se ha convenido en lfa.mwr «utopías» que pretenden resolver el
pr"blema pol!ítico de las socwaaáes modernas mejor
que
las ideo"
logías. Sería peligroso
no rewnocerlo; la a,p,elación a la utopía es
cO'n frecuencia un
cómodo
pretexto para quien desea rehuir las
tMeas concretas refugiándose en un mundo imaginario. Vivir en
un futuro hipotético es una coartada. fácil para deponer responr
sa.bilidades inmediatas
...
".
El núm. 45, en su § 1, viene a completar la imagen del final de
las utopías. Sin "libertad interior'', que requiere "un amor tras
cemlente del hom/Jre" y "una dispO'nibi!idad efectiw del ser'l!Ícw":
"se ve clarro que aun las ideologias más revolucionarias no de
sembocarán más que en uin simple ca,mbio de amos: instalados a
su vez en el poder, estas nuevos amos se rodean de prívilegios, li
mitan las libertades y consienten que se instauren otras formas de
injusticia".
La visión es certera. Pero no han faltado quienes se han plan
teado la dificultad, si no la utopía, del punto clave de intersección del
doble llamamiento
que el propio Paulo VI efectúa a los cris
tianos para que, conscientes de su responsabilidad, se esfuercen
para el logro de '\ma justicia mayor", de "una paz mejor ase
gurada en un ambiente de respeto mutuo eotre los hombres y los
pueblos" (nlúm. 2 al final), en cuanto, como observa Salieron, en
Carrejour del 3 de junio, pide a la vez:
-alistaros
en las actividades del mundo, entrad en la acti
vidad política, participad en
las corrientes
de la Historia, y esto
en un clima revolucionario como lo es el actua1;
-pero obrad, indudablemente, como cristianos.
Luc Bareslá, en
La France Catholique del 21 de mayo, al su
brayar que Paulo VI propone, Hcon un nuevo álito", cambiar "los
corazones y las estructuras", "construir una ciudad respirable, en
la cual el objeto de toda intervención en materia social sea "ayu
dar a los miembros del cuerpo social, no des,truirlos ni absorver
los", comenta:
"Esta respuesta querría arrancar la utopía a las brumas, la
acción a las celadas totalitarias, el espíritu a las inercias del há-
714
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
bito y a la paralización de la buena conciencia. Querría arrancar
al hombre del viejo hombre.
¿ Para un mundo que se identificara
a la Jerusalén
celeste? No sin duda: ésta sería aquí la mayor
uto
pía
de la impaciencia, la confluencia de todas las demás. Pero es
dado a los hombres poder preparar, no obstante
las pesadumbres
de la lústoria,
"wn vislumbre amticipado del siglo ni,evo".
El Cardenal Secretario de Estado, Jean Villot, en su carta di
rigida en nombre del
Papa a
la LVII Semana social de Francia,
el
3 de julio, ha confirmado esta interpretación: "Ciertwmen,te) el
Evamgelio ja,mó;s ha prometido el paraíso sol,re la tierra de cier
tas ideologinis engai1osas o de utopías f
modo alguno los enfrentamiientos mortales que destrozaroo
a
los
hombres hasta los
últimos días (cfr.
Mateo
24. 7-13). Pero nos
compromete desde
ahora a actuar de acuerdo
con el espfri,tu tk
las Bienfl.afl)enturanzas."
Es muy cierto que el Abbé Georges de Nantes, en el núm. 45
de
"LA CoNTRERlWORME CATHOLIQUE AU
XXe
sri;cd", de junio
último, exclama que: "El Papa Paulo VI naturaliza la religión
para
hacer de
ella una utopía política, y luego sobrenaturaliza el
esfuerzo humano temporal (y ¡revolucionario!)
para hacer no se
qué mística pretendidamente cristiana". No creemos que éste sea
el espíritu del Papa, como aclara el texto que hemos transcrito de
la carta
a la última Semana Social de Francia. Es,
más bien, .una
mística de las Bienmventwramzas que, t.ru vez, sólo muy pocos es
cogidos han podido y podrán vivir. Pero el deseo de que todos
los hombres lo alcancen es un comprensible y
plausible deseo
de
padre... aunque no se realice. Su misión es estimular a que
se logre ... aunque, tal vez, algunas frases y algunas palabras pue
dan ayudar a la confusión más o menos consciente de tantos, como
por ejemplo, hemos vis:to leyendo los comentarios a la carta apa
recidos en el diario M ª"drid, e incluso a hacerles pensar que la ac
ción propugnada es otra, de otro tipo muy distinto. Gilles de
Couessin al final
de ,su editorial en el Bulletin d;e Cices del 3,1 de
mayo, ya lo advertía: "No nos equivoquem9s: esta carta del Papa
va a ser el pretexto de una ofensiva tal como jamás la ha habido
715
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
con el objetivo de una «puesta en. condicióm> de los católicos para
hacerles aceptar
los puntos de vista de sus peores enemigos".
VID. Los movimientos históricos concretos: ¿Puede encon
trarse en su evolución "la tercera vía"? ¿ Se hallará
ésta en
el socialismo? ¿Sigue siendo "la tercera vía"?
la doctrina social católica?
El núm. 30 de la carta enuncia la posible diferencia entre las
"ideologías" y los "movimientos históricos concretos nacidos de
las ideologías". Su texto íntegro dice así:
"Pero fuera de este ¡,ositivismo que reduce al homl,.,-e a una
sola dhnensión -hnportante, hoy
día>-y que en esto lo mutila,
el cristiano encuentra en su acción mwimientos históricas con
cretos nacidos dt las ideologins, y, por otra parte, distintos de
ellas. Ya
nuestro venerado predecesor
Juan XXIII en la PAcm<
IN TERRIS muestra que es posible hacer una &stinción: «No se
pueden identificar -escribe-
falsas teorins filosóficas
sobre
la na
turaleza, el origen y la finalidad del mundo y del hombre, con mo
vimientos históricos fundados en
una
finalidad
económica, social,
cultura/,
o política, aunque estos ,Uthnos deban su
origen y se
ins
¡,iren tüdavía
en
esas
te
mulada, no cambiGJ más, mientras que los movimientos que tienen
por ol,jeto
condiciones
concretas y mutables de
la vida no
pueden
menos de
ser
OJ1np/;iamenle influenciadas por
esta
evolución. Por
lo demás, en /a; medida en que estos movimientos van de acuerdo
ton los
sanos
prvncipios de la razón y responden a las justas aspi
raciones de la p•ersona hU'mana ¡quién rehusaría rec01wcer en
ellos elementos positivos y dignos de aprobación?» (núm. 30).
En el artículo de
S!dleron que, en este número de Vl(Rllo,
precede
a éste, podemos ver comentado el texto de
la Pacem in
terris del que se recoge la parte principal en el número transcrito
de
la Octoges.ma adveniens. Situándolos a su lado, nos recuerda,
Salieron, los dos párrafos inmediatos de la misma encíclica de
Juan XXIII que son, precisamente, el que le antecede
y el que
716
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
le sigue. Su primer comentario es preciso: "Podemos pensar lo que queramos de esta «apertura
al mundo» pero no se puede
decir que se modifique la doctrina
social de
la Iglesia. Indica una
política
posible, lo
cual es completamente diferente".
Precisamente en VERBO 18--19, habíamos traducid/> de PER
MANENCES un comentario signado por M. de P. titulado La "Pa
cem in terris" ... ¿ap,erturOJ a la izqwierda?", que sigue parecién
donos actual y luminosa. Recuerda que Juan XXIII comenzó por
indicar que toda acción rigurosa no puede olvidar la inmutabili
dad de los principios
-"Los principios y doctrinas que hemos
enuncia.do o
se basan en la naturaleza misma de las cosas, o
pro
ceden
de la esfera de los derechos naturales" ; pero que no quiso
limitar el
deber de los cristianos. tan sólo a la
incontaminación
doctrinal,
sino que instó a la fecundidad doctrinal, incitó a lai ac
ción-. Y, al invitar a .ella, mostró un ca.mino a explorar. El co
mentarista explica con claridad la razón de esa iniciativa:
El
Papa, Juan
XXIII, "quiere recordar a nuestra generación,
demasiado frecuentemente cansada y dispuesta a capitular, un
ar
gumento
esperanzador que dimana precisamente de la inmutabi
lidad del orden natural: las ideologías erróneas, [as fiosofías
"in
trínsecamente perversas" son contra natura, porque violentan las
leyes del orden natural, "grabadas por el Creador en el corazón
de los hombres".
"¿ Y no es para los católicos, tanto un motivo de esperanza
como una incitación a la acción? Deberíamos recordar siempre,
en los tiempos en que dominan el error, la mentira y el crimen,
que las ideologías contra natura no pueden burlar y violentar in
definidamente las leyes humanas sin provocar rupturas y acciden
tes tales, que la inadecuación de los falsos principios respecto a
las verdaderas necesidades del hombre no dejará de estallar muy
pronto en el terreno de los hechos.
"Desquite o reacción del orden natural que se manifiesta no
solamente
en el plano de la vida colectiva, sino incluso en el más
sencillo
de la vida privada ... "
"Nada autoriza, pues, -prosigue en la página siguiente- a
decir, como se ha dicho, que Juan XXIII condenó las ideologías
717
Fundaci\363n Speiro
], V. DE G,
pervel'sas, dispuesto a acoger, en cambio, con benevolencia, sus
aplicaciones concretas. El clistinguió bien, por el contrario, la lo
cnra
de las ideas y la
revancha de
orden natural de las cosas
conc
tra
la aplicación
de estas
locuras.
Lo que es muy distinto y es,
incluso, una excelente introducción a esa finura espiritual indis
pensable a toda acción política que rehusa confunclir aplicación
brutal de principios
con la
fecundidad práctica.
"Porque hay algo más fuerte que las ideas erróneas: el orden
de las
cosas. El
hombre puede tratar encarnizadamente de pertur
barlo, de escarnecerlo, pero no le
ha sidó dado destruirlo- No hay
pues, hablando con propiedad, más que recrear el orden social,
partiendo de lo que siempre queda de saludable en los diversos
cuerpos sociales, para revivificarlos desde el interior, favoreciendo
y provocando su resurgimiento. La restauración social no se hará
al margen de los hombres tal como ellos son. Por eso León XIII,
mucho antes que Juan XXIII, nos
había recordado el provecho
que, en ciertas circunstancias, la verdad y el bien pueden conse
guir de un acuerdo logrado «con aquellos que no han perdido del
todo el sentido de honestidad». "Así, restablecida en su verdadera perspectiva, la enseñanza del
Papa es extraordinariamente clara;''
En el último epígrafe del comentario que hacemos de la Oc
to,Jésima adveniens, volveremos a estas glosas de M. de P. a la
Pacem in terris, que nos .muestran un camino para la acción, a
explorar, que, en su reciente carta, Paulo VI nos insta a que se
siga.
La colocación en la carta, a continuación del texto que hemos
exanúnado, del
titulado
"El, ATRACTIVO DE LAS CORRIENTES SOCIA
LISTAS", ha }].echo insistir a muchos en una afirmación, ya formu
lada respecto del texto referido de la Pacem in terris: "se apunta
hacia
el socialismo". Pero, antes de
todo comentario, releamos el
núm.
3,1 de
la carta:
"Hoy día los cristianos se sienten atraúlos por 'las corrientes
soci,a/,istas y sus diversas evoluciones~ y traian de reconocer en
ellas wn cierto número de aspiraciones que llevan dentro de S'Í
718
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
mismos en nombre de su fe. Se sienten inserto,s en esta corriente
histórica y quieren desMroUar dentro de ella una acción; ahora
bien, esta corriente histórica asume diversas formas, bajo· un mis
mo vocablo, según los continentes y las culturas, aunque ha sido
y sigue inspirada en muchos casos por ideologías incompatibles
con
la fe. Se
impone un
atento
áixernimiento,. Con demasiada
frecuencia los cristianos} at-raidos por el socialismo, se· sienten
tentados a idealizarlo, en términos por otra parte muy generosos:
voluntad de justicia, áe solidaridad y de igual,dad. Ellos rehusan
admitir las presiones de los mo'l/Vm.ientos históricos socialistas,
que siguen condicionados por su ideología de origen. Entre los
diversos nirueles de expresión de sodalisnw -una aspiración ge
nerosa
y una búsqueda de una sociedad máJs justa;, movimientos
históricos que tienen una organizadón y un jin político, una ideo
logía que p.-etende
dar
una
visión total y autónoma del hombre-,
hmy que establecer distinciones que' !J1<Íarán las opcion,es concre
tas.
Sin embargo,
estas distinciones no deben
tender, a considl!'
rar tales niveles como completamente
separados
e
independientes.
La vinculación concreta que, según las circunstancias, existe entre
ellos, debe ser claramente señalada, y esta perspicacia p,erwu;tirá
a
los cristianos
considerar el grado de
compromiso
posible en
estos
caminos, quedando a salvo los
valores, en particwlar de
li
bertad, de responsabilidad y de apertura a lo espiritual, que gar
rantiz
E. P. Biot ,en "TEMOIGNAG~ CHR.ETI:tN" del 20 de mayo, co
menta: "Por primera vez en la historia el Papa
acepta la posibi
lidad del alistamiento en el socialismo ... " "rodea.da de toda clase
reconoce para los cristianos la legitimidad de comprometerse en
la vida socialista a condición de que sean salvagnardados valores
como la libertad, la apertura a lo espiritual, etc ... "
A su juicio sólo hay "dos vías posibles" : "la del capitalismo-li
beral, que funda las relaciones sociales sobre el capital, es decir,
sobre el dinero, y la del socialismo, que la funda sobre el trabajo.
La cuestión es, pues, saber cuál será el fundamento y cuál es el
hombre que se quiere promover. Sobre este punto nos parece que
719
Fundaci\363n Speiro
/. V. DE G.
la Carta de Paulo VI no va hasta el límite de lo que quiere decir"
(I;>igamos, entre
paréntesis con respecto al dilema a que
el P.
Biot, reduce la cuestión, que -como comenta "LHOMME Nouvu.u"
del 6 de junio- "Se podrían también fundar las relaciones socia
les en Dios y su
Ley de justicia y caridad, cou una idea ... como
esta ... ")
Ciertamente uuna vez más", como escribió en FrGARO del 18
de mayo, el Padre Ri(Juet, "se nos va a repetir que "la Iglesia
gira a la izquierda", como ya se nos ha hablado de un "socialismo
de agua bendita". Esta manera muy periodística de enfocar las
cosas falsea indiscutiblemente el sentido y la significación de este
documento
pontificio. Más
que un virage constituye una desta
cable continuidad que aquí debe maravillarnos".
En Italia el órgano del partido socialista Avanti, exclama:
"Quedarnos lejos de las exclusivas de León XIII, de Pío XI y
Pío XII". Pero, según explica, en L'OsSER.VATOR.E ROMANO",
el portavoz del Papa Mr. Ferrwri-Toniofo: "En tiempos de León
XIII no exi"1:iría sino una sola forma de socialismo. Hoy la ac titud de la Iglesia es ciertamente
más comprensiva
y más atenta
a la
evolución histórica en relación
a la
realidad
socialista que
se
halla en trance de variar.
J_,a condena permanece firme. Pero en
el
terreno de la
aplicación se
hacen
efectivas distinciones resp,ecto
de
una
ideología ü de los puntos no acep,tables p'1ra la conciencia
cristiana" (el subrayado es nuestro).
Salleron, refiriéndose a la Pacem in terris, ha escrito antes
de ser publicada la carta (en el artículo que precede a éste) que
la palabra
socialismo "puede querer decir todo lo que se quiera
y que, entre los alemanes, cubre hoy un partido que admite la
propiedad privada de los medios de producción", Gilles de Coues
sin, en su editorial antes citado, llega a comparar el socialismo al
concepto del viejo refrán francés "d'wne aul:Jerge espagnole": "ou
y trouve ce q'tion y apporte". Se trata, dice, en "ALGUNAS RE
I'LEXIONltS SOBRE LA ÜCTOGESIMA ADVENIENS, el P. Martín Bruga
rola,
en RocA VNA 43-44 de julio-agosto 1971, de "un verdadero
Proteo intelectual que no hay por donde cogerlo. Hasta
qace pocos
años
sabíamos que
se trataba
del socialismo tradicional, como
mi-
720
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRJNA SOCIAL CATOLICA
tigación del marxismo, propio de los partidos socialistas de Euro
pa Occidental. Pero aún dentro de estos socialismos ¡ cuántas
tendencias y matices distintos! Socialismos que están muy cerca
del marxismo, y socialismos, como decía el santón socialista de
Europa, Spaak, más cerca del capitalismo que del comunismo.
Recientemente hasta Pompidou ha calificado con simpatía al
so
cialismo sueco de capitalismo socialista''.
Por otra parte, según LE MONDE del 15 de mayo, el Papa
"Pone en guardia coutra las diversas formas que puede tomar el
socialismo-y contra la tendencia a idealizarlo. El Papa, sin em
bargo, no desautoriza a estos cristianos [atraidos por "las corrien
tes socialistas"], en la medida en que el socialismo no contradice
ni la libertad, ni la responsabilidad ni la fe". Pero, prosigue LE
MONDE: "De ahí a que la Iglesia se declare socialista y ordeue a
los cristianos un compromiso político preciso, media un paso que
Paulo VI se niega a franquear". El paso requeriría saltar un abis
mo muy profundo ... Como muestra, nos vamos a limitar a trans
cribir
Ulla dolorida
lamentación del Papa en su recientísima
alo
cución a la Conferencia episcopal itaiiana:
" ... hemos observado con dolor el reciente drama de las A. C.
L. l.; y, aún respetando, su p'1ena, libertad, hemos deplorado que
la dvrección de las A. C. L. l. haya querido cambiar el compro
miso tJstatutario del movimiento y cualificar/o políticamente, es
cogiendo precismmente una línea social'.sta, con sus discutibles y
p>eliqrosas imp,Zicaciones doctrina/es y so'Ciales."
Decididamente, el tercer camino practicable, situado entre el
caphalismo liberal y el comunismo marxista; no es e socialismo.
Pero, ¿ existe esa tercera víaJ?
El Cardenal Suenens -según R.Amo V A'l'ICANO ha referido-
cree que Paulo VI, "indica
el camino a seguir que es el justo
medio entre
la ideología marxista totalitaria y atea y el neo libe
ralismo caracterizado por la búsqueda demasiado exclusiva del
interés". "Su Ilamada sigue la vía de una socialización y de una
democratización y de un reparto más justo de las responsabilida
des a niveles distintos".
,. 721
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G,
Pero ¿ cómo puede haber un justo medio entre la ideología
marxista y el neoliberalismo, que soslaye y no acumule sus erro
res,
si no es fuera de la una y de la otra?
Más concretamente se ha señalado la posibilidad de otras
direcciones como posible "tercera vía". Marcel Oément, en el
primero de sus artículos que lleva esa pregunta por título, en
L''noMME NOINEAU del 6 de junio,· indica que, además de quienes
ponen el énfasis en la vía socialista, otros la ponen
.en la "vía de
k,, pcwticip'lleión", y otros aún en la "-vía del principio de subsidiJJ
riectad", "afirmado muy recientemente en el número 46".
Ciertamente algunos ga.ulfütas -como el Secretario de la U.
D. R., Tomasini, en una conferencia de prensa en Vannes-------se
han pronunciado por una "tercera vía" de la pW'ticipación: "Esta
carta reviste hoy una particular importancia y nos estimula a per
severar en esta "tercera vía" de 1a participación escogida por
Francia".
Sin embargo, tras la ambigüedad de la palabra participaóón,
que luego examinaremos, el concepto gaulliste, propugnado es
pecialmente en la enmienda
Vallan y en el proyecto Capit11111t, no
creemos que pueda contemplarse como tercera vía no liberal ni
totalitaria
sino~ más
bien, como un instrumento más de la tecno
cracia para dominar los resortes económicos del país, regulando
así el autofinanciamiento, bloqueando su disponibilidad y sirvién
do de ese modo
de medio regulador para remediar la inflacción, cau
sada por otras medidas de los propios tecnócratas. No se trataba,
por lo demás, de una verdadera participación, pues ésta requiere
una solidaridad vivida y no una fijación imperativa por el Estado,
que al imponerla dispone de un beneficio que es la sociedad y de
termina su reparto como si éste le perteneciera. Ello conduciría
paulatinamente la empresa al campo del Derecho público, acen
tuando
el totalitarismo estatal (Cfr., al respecto, el cap. V de la
II parte de nuestro libro
SocIEDAD DE MASAS Y DERECHO, en es
pecial el epígrafe 93, y, entre las publicaciones de
SPEIRO, en
"Los
MITOS AC'.I'UALES" o
en
VERBO 78-79,
octubre-noviembre 1969,
"UNA PALABRA MITO. ¿ QUÉ TIENE DE RECOMENDABLE Y QUÉ DE
P:eLIGRoso LA PARTICIPACIÓN", por Patricio Jobbé Duval, Luis
722
Fundaci\363n Speiro
oOCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
Reviriego, J. L. Guerrero y Gonzalo Cuesta Moreno, así como
la
precisa
síniesis de
Miguel Ibáñez Pérez,
"CoGESTIÓN DE LAS
EMPRESAS ECONÓMICAS", en VJ\Rllo, 90).
La vía del primcipio de subsidÚJJriedad no es sino el aspecto fun
damental de la aplicación a lo
social de la do
sia.
Pío XI, en el n. 25 de la Di!llini Redemptoris, había declarado:
"Expuestos los errores y los métodos vi,o,/entos y engaJiosos del
comunismo bolcheviq_ue y (}Jteo, es
hora
ya, venerables hermanos,
de situar bnvem,ente
frente
a
éste la verdadera nócion le la C1v1-
TAS HUMANA, de lGJ sociedad huma:na "'. esta noción no es otra, c"Omo
bien salléis que la enseñada por la razón y la re'IJelOJc>Ón p,or medw
&e la Iglesia, MAGISTRA G>:NTIUM."
Sin embargo, Marce! Clément, en el primero de sus artículos
"QueUe troisieme voie?", de "L'HOMME NOUVAAU" del 6 junio,
entíende que h<>y "la Iglesia no pretende hacer de arquitecto"; que
m se trata "de poner en obra conforme a la virtud de la prudencia,
lo que Pío XII denominaba el 31 enero 1952 el «programa social
de
la Iglesia» tal como el contenido en la parte principal de la
Quadmgesimo anno. Consiste para los cristianos en «particip'M
en
la búsqueda
p'Ma, promover un i;p,o de democracia moderna,
búsqueda
que
q'41eda rJbierta entre 1M tendencias ideológicas y
pragmáJticas»" (núm. 24). Por eso, más adelante concluye: "No se
trata pues, como se ve, de una tercera vía propiamente hablando.
Si hay una tercera vía, al
estar radicalmente
rechazados los dos
movimientos racistas y los movimientos marxistas, es la vía (ya
seguida
de hecho por la mayoría de los cristianos y de los cató
licos) del pluralismo de opciones en el seno de movimientos par
cialmente impregnadb de socialismo y de liberalismo".
Pero, conviene precisar. Creemos que:
-No hay tercera vía, en el sentido de que la Iglesia renun
cia a formular
un
programa, a modo de "uM p,alabm única, como
también proponer una solución con wlor universal", como dice
Paulo VI, en el núm. 4; donde estima: "No es nuestra ambición
ni tampoco nuestra -mi.siMn. Incumbe a U1JS co'JWUnidades cristianas
anrdizar con objeti!llidad la situación propia de su pmís ... ".
723
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
-No hay tercera via, en el sentido de que pueden seguirse
pluralidad de caminos, como dice en el núm. SO: "En las situa
ciones concretas
y habida cuenta de las so/ida,ridades vividas por
C'fJ.da uno, es necesario reconocer una legítima va:ri.edad de opcio
nes diferentes. Una misma fe cristiana puede conducir a compro
misos diferentes."
-Pero, sí hay tercera ,<ía, en el sentido de que hay una di
rección a seguir: la dvctrina social C(])tá/ica, ( que no debemos con
fundir con los
p,royraffl(})S concretos, para cada lugar y tiempo,
que se confían a los seglares), que puede seguirse por varios ca
minos (y es sabido que, en la realidad, muchas veces el camino
más corto no
es la
línea recta, que puede estar cortada por acci
dentes de toda clase) y que nos guía como los astros y la brújula,
-fe y razón natural-para hallar a través de ellos, la dirección
mejor, en cuanto nos sea asequible. Así continúa la recomenda
ción de
"analizar con objetividad l,a situación propia de cad'a p'aás",
que a las comunidades cristianas hace el núm. 4, que líneas antes
hemos dejado a medio transcribir: "... esclarecerla m,ediante la
luz inaltera/Jle del Evmngelio, deducir principios de reflexión, nor
mas de juicio y directrices de acción según l,a.s enseñanzas socia,
les de la lylesía tal cvmo han sido elaboradas a lo laJYgo de /,a His
toria y especialmente en esta era industrial, después de /,a fecha
histórica del
mensaje de León XIII ... "
Debernos, pues, examinar como esa· doctrina social católica,
es reflejada -ya sea ostensiblemente o bien sólo en filigrana
visible únicamente al trasluz-en la carta que aquí comentamos.
Pero, antes, es preciso que nos detengamos en examinar el
senti
do que en la propia carta tienen determinadas palabras, de cuya
precisión puede depender que
la interpretación que de ella se
efectúe sea o no correcta.
724
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«OCTOGESIMA ADVENlENS» Y DOCTRJNA SOCIAL CATOUCA
IX. Signifioado, en la carta, de algunas palabras de sentido
múltiple o ambiguo: "libertad", "igualdad", "democra
cia",
"participación".
Hemos aludido al final del primer epígrafe de este estudio a
esa dificultad, como una de las que pueden dar lugar a las inter
pretaciones tan diversas y discrepantes que se vienen dando de la
Octogesmw adven,i,/ns.
Tenemos precedentes de la confusión producida, o aprovecha
da por algunos, por el uso de palabras con diversos significados. Recordemos el empleo en las traducciones de la
M ater et ma
gistra,
a las lenguas actualmente vivas de la palabra "socializa
ción" que en el texto latino corresponde a las expresiones "sO'cia
-lis vitae incrementa" o "sacialem retionem progressus''. El pro
blema era el siguiente:
-según el Diccionario, soci,aNzación equivale a estatificación
y, en este sentido lo usó Pío XII, en su Mensaje a los católicos
de Viena de 14 septiembre 1952, en el que advertía:
"Es preciso
vm.pedir que
¡,, persona y la fami,Ua se dejen aJl'rastraJI' aJ, abmno
al que tiende a lanzarles la socÜ1iizíJCión de todas las cosas, so
c/nJ,ización
al fin de la cunl la lerr01'ifica imagen de Leviatán lfe
gm-ía a ser una terrible realidad. Hasta las últiffll>S energías la
Iglesia llevar{) a cabo
esta batalla en la que están
en juego valores
supremos: loi dignidad del hambre y la salvación eterna de las
ahnas."
-según Juan· XXIII en M ater et mag,i.stra, Hsoci.alización"
significa interac'CiónJ esto es, el multiplicarse las relaciones entre
los hombres y los grupos de la sociedad, pues como se lee en esta
encíclica I, 18: "Uno de los asp1ectos que caracterizan a nuestra
época es la socialización entendida como un progresivo multipli
carse de las relaciones de convivencia) con dimers'as formas de vida
y de acti'liidad asociada y como institucionalización juridka."
Rafael Gambra en su ponencia de la III Reunión de amigos
de la Ciudad Católica,
SocIAI,IZACIÓN Y SOCIALISMO (Cfr. una
amplia
reseña en
VElU!o 15-16, explicó que el supuesto signifi-
• 723
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
cado de esta palabra en Mater et nwg~stra se entreiaza con el
principio de subsú!iariedad, formulado por Pío XI, y que J uau
XXIII, en esta encíclica, refirió precisamente al campo econó
mico, pero que en la Paicem in terris extendió a la política, para
garantizar la esfera de las libertades correspondientes a los cin
dadauos particulares y
a los grupos sociales frente a las
irnnis-
ciones
del
Estado.
Subrayamos
este ejemplo, no sólo porque nos introduce al
tema
üe nuestro
epígrafe, sino por que se halla en él el hilo de
la clave de la
Octogesima, adveniens, que, precisamente, desea la
coh~sión del cuerpo social y rechaza todo totolítMismo esta.tal
--que, como antes vimos, describe-y pone en guardia contra él.
La carta Ottogesvma ad'Z!eniens contiene bastantes más pala
bras que necesita
la precisión de su significado.
Miret Magdalena, al comentarla en
Triunfo del 12 junio,
afirmó que la Iglesia: "Fomenta -y debe fomentar ahora -unos
valores humanos que rompieron la estructura de la antigua socie
dad, si bien muchos cristianos se encargaron de hacer ineficaz
esta ruptura primitiva, a través de casi veinte siglos
de su his
toria.- Oomo dice Paulo VI, a propósito de la Revolución Fran
cesa: "Había ideas vivas y coincidencias con los grandes princi
pios de la Revolución, que no había hecho otra cosa que apro
piarse de algunos conceptos cristiauos: la fraternidad, la igualdad,
el
progreso y el deseo
de levantar a las clases necesitadas" (Dis
curso de 1 de septiembre de 1963).
Sin ,embargo, las palabras transcritas de este discurso de Pau
lo V1 -pronunciado el 1 de septiembre de 1%2 en la Catedral de
Frascati, con
motivo de los actos celebrados en honor de San Vi
cente
Palloti (Cfr. VERBO 18-19)-
van al final seguidas de esta
otra frase: "Porque todo esto ,era cristiano, pero ahora, es decir,
en el tiempo de la Revolución y del Santo, habrá asumido una en
señanza anticristiana, que tendía a desnaturaJ1JZar -aquel trozo de
patrimonw e'lJO)ngélico, dedicada a valorar la vid.a humana en un
sentido
más alto y ,n,fu noble'' (el subrayado es nuestro).
Hay que precisar, pues, el diverso significado que para la
Iglesia y para la Revolución, e inclu?o en su uso habitual, tienen
726
Fundaci\363n Speiro
'
_varias de estas pilabras, as.í como a algunas otras, importantes
parf!. la exégesis de la carta, como son "democracia" y. "parti
cipación".
Ese es el objeto de estudio en este epígrafe: Examinar el sig
nificado con que la carta habla de "libertad", "igualdad", "de
mocracia" y "participación".
a) La liibertad que la carta precoruza indudablemente no
es la
liberté revolucionaria. Las dos últimas frases del núm. 47
sirven para encaminarnos hacia su auténtica significación:
"Así, la libertad, que se c,jirma demasiodo frecuentemen.te comn
rewind>icación
de autonomía en oposición
a
la libertad de
los de
más, se deso;rro,[/,a en su realidad huma.na más
profunda:
compro
meterse
y afanarse
en la realización de
solidaridades
activo,s y
vividas. Pero para el cristiano) el hombre encuentra su, verdadera
libertad, renovada en
la mwerte y en la resurrección del Señor,
abandonándose en
Dios
que lo libera."
.Evidentemente no se trata de la /;bertad del liberalismo, puesto
que esta ideología
es rechazada por la carta (núm. 26) pues ella
"cree ezaitar la libertad individual sustrayéndola a toda limita,.
ción",
y, en el terreno económico, en cuanto la exalta, "estimulán
dola con la búsqueda exclusiva del interés y del poder, y conside0
ra.ndo las solidaridades sociales cmno cansecwencias más o· meno,s
ootomá)tfras de iniciativas indwiduoi.és y no como un fin y un
criterio
m.áJs elevado del valor de la, organización social".
Ni,
tampoco, la concepción marxista, que -según el mismo
núm. 26----es rechazada, entre otras razones, porque "entiende la
libertad imdimidual dentro de la colectividad, nega,ndo, al mismo
tiempo, toda trascendencia,
al
hombre y
a su historia p'Crsonai y
colectnJa".
Ni siquiera admite la libertad mtJYal de optar por cualquier
ideo-logia "sea aplicac-ión de una idea abstracta, pura111,,ente teórri',,.
cci', o bien, en la cual el pensamiento "se convierte en puro ins
trum.ento
de la acción", sino que debe reconocer "a Dfos trascen
dente y creador, que interpela a tramés de todos los nweles de lo
creado al hombre
como libertad
responsable"
(núm. 27).
71.7
Fundaci\363n Speiro
f. V. DE G.
Ni es /a iden11:¡icación con el progreso presentado "como el
esfuerzo de
/a liberación del hümbre de crm-a a las necesidades de
la naturaleza y de las presiones so-ciales", como "la condición y
la medida de la libertad hurmana"; pues, "pwa el porvenir de la
sociedad", "la cualidad y la verdad de las relaciones humanas, el
grado de parrticipación y responsabilidad", son "no m.enos signi
jicatiws e importante·s" "que la cantidad y vwriedad de los bie
nes producidos y consumidos": "¿No está el verdadero progreso
en el desarrollo de la conciencia nwn:D!,. que conducirá al hambre
a tümar sobre sí las solidaridades ampliadas y a abrirse volunta
riamente
a los
demás y a Dios!"' (núm- 41).
Sí, está en "el respeto de la legítima, libertad de los individuos
y de lais familias y de !os grupos subsidiarios con el fin de crear
eficazmente, y en provecho de todos, las condiciones requeridas
pwa consBIJUÁr el
bien
auténtico y
completo del hombre, inchtido
su
fin
espiritual" (núm. 46).
Es la libertad de los 1,ijos de Dios. Es el conce·pto tradicional
católico, según las enseñanzas de la Iglesia, basado en la-verdad,
como opción prm-a el bien conu,n, insepa1J"able de la responsabili
dad y propia competencia (Cfr. la III parte de "FUNDAMENTOS DE
LA POLÍTICA", de Jean Marie Vaisie-re, Ed. Speiro).
Es en este contexto que la carta estima:
"En las situaciones
concretas y habida cuenta de laiS solidaridades vividas p·or cada
wno, es necesario rec'miocer una; legítima variedad de opciones po
sibles" (núm. 50, al priru:ipio).
Si alguno quiere comprobar que este concepto tradicional cris
tiano de la libertad es el concepto que signe el · autor de la carta,
puede verlo confirmado por el mismo Paulo VI, sin más trabajo
que el de consultar los textos del Papa recogidos en las primeras
páginas de VERBO 85-86 de mayo-junio-julio 1970 .
... en "el orden sociOJl" la libertad tiene límites: a) ante
todo "la responsabilidad hacia los demás, el sentido de respeto y
'de colabor{])ción, dado que se 'l!Í'Ve en comunidad'',· b) " ... la res
ponsabilidad se realiza y se completa en el amor ... " "p-osibilidad
de exp·resión del bien, de la esfera, personal a /,a esfera social: de-
ns
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
ber de sO'lidOD'idad de servkio, de plJlfticipac;Jn" (Alocución a los
graduados
de Acción católica italiana, de 3 de enero de 1970).
-El hombre "en su deber moral, en su destino tem1J'Oral y
eterno
no puede
separar libertad
de
responsabilidad. La libertad
busca
la norma (. .. ) propu,esta
en la verdad, en .la voluntad de
Dios:
"La verdad as hará
libres"
0 n. 8, 32) (Alocnción últ. cit.).
~ " ... Libertad y autoridad no son térmi,nos que se op,onen
sino va/,ures que se integran; y su mutuo conturso favorece al
mismo tiemp·o el crecimiento de la comunklad y la capacidad de
iniciativa y enriquecimiento de cada uno· de sus miembros'' (Alo
cución al Tribunal d\, la Sagrada Rota Romana de 29 de enero
de 1970).
- " ... la libertad de conciencia, a la cual también la Igesia
reconoce sus derechos e incluso su. prioridad, cuia:nto ella se ejerce
pronunciando el juicio moral de la conciencia, sobre el acto-sin
gulM e inmediato que se va a realizar: entonces la conciencia. es
llamada la regla próxima. del obra,r, la cual no puede, no debe
prescindir de una regla
más alta
y
general, que
se llama
la ley;
como el ojo no puede prescind_;r de la, luz, que ilumina el camitw·"
(Alocución en la Audiencia general del 15 de abril de 1970).
b)
La igual&ald, aparece descrita al final del núm. 16 de la
carta: " ... los miemlffos de la huma.nidad participan de la misma
naturaleza yJ p,or consiguiente) de la ·m.isma dignidaid, con los mis
mos derechas y los mismos deberes fundamentales, así coma del
mismo destino so'brenatural. En el seno de una patrio, común,
todas deben ser iguales ante la ley, tener iguales posibilúiades en
la vida ewn{im,ica, cultural, cwka a social, y beneficiarse de une,
equitativa distribución
de
la
riqueza naiciowd".
Este texto conviene dividirlo en dos proposiciones:
1)
General: que proclama nuestra participación de la misma
naturaleza
y consiguiente dignidad y del mismo destino sobre
nalural.
Corresponde a la explicación de León XIII, en el núm. 6 de
"Quod apostoUd muneris", de que " ... según las enseñanzas evan
_qélicas la igualdad de los hombres consiste en que teniendo todos
729
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
la misma naturaleza, están llamados todos, llJ la misma eminente
dignidad
de
hijos de
Dios ...
"
2) Ap,[icación jurídica consecuente, que "en una misma pa-
tria" requiere:
· -la igualdad de todos ante la ley,
-la
de
derechos y deberes fundamentales,
-----la de posibilidades, en la vida económica, cultural, cívica
o social; y
-· una equitativa distribución de la riqueza nacional.
Estas cuatro aplicaciones son las que necesitan precisiones
y
aclaraciones, pues, según como se entendiera su expresión, podría
resultar en contradicción con
la subsiguiente frase del citado texto
de León XIII, que añade: "Sin embargo existe una desigualdad
de
derecho
y de autorirlllJd que deriva del mismo Autor de la na,
turaleza,
de
quien procede toda familia en los
cielos y en
la
tie
rm.
(Ef. III, 15.)"
Trata.remos, pues, de Completar su significado. Primero en el
texto de la misma carta :
-Ante todo, en el mismo núm. 16, detrás de "con los mis
mos dere'Chos y los mismos deberes ... " hallamos, matizando la
afirmación, el adjetivo " ... furnda:mentales". Además, como las
afirmaciones de igualdad subsiguientes son consecuencia de la
participación en la misma naturaleza y dest':no sobrenatural, la in
terpretación de aquéllas no puede exceder de la amplitud de fa
premisa en que se basan. No puede, pues, ampliarse la "conclusión
en cuanto no lo imponga la igualdad de naturaleza y destino.
-Esa
distinción entre la igualdad en lo
esencial y la desi
gualdad en
lo
accidentai (que es cualitativa y no cuantitativa),
la vemos
oon claridad,
en
el § 2." del núm. 13 de la carta al
ocuparse del
"puesto de u, mujer":
"Asimismo, en r.nruchos pa.íses un estatuto sobre la mujer, que
hG{J(J cesar una di,scrimrinación efectiva y esta.fJlezca relaciones de
iguaidad de derecho,s y de respeto a su dignidad, es objeto de
investi,gaciones y, a veces, de vivas reivindicaciones. Nos no ha.bl~
mos de esa falsa iqumldarl que negaría las distinciones establecidas
por el mismo CrellJdor
y que estaría en, conlrarlicción con ía fun-
730
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRJNA SOCIAL CATOLICA
ción específica, tan capital, de la mujer en el corazón del hogar
y en el seno de la, socieda,d. La ewhu:ión de las legislaciones debe,
por el contrmrio, orientarse en el sentido de proteger su vocación
propia, al mismo tiempo que a reconocer su independencia en
cuanto persona y la igualdad de sus derechos a participar en la
vida económica, social, cultural y p1olífica."
Es decir, que, como León XIII, Paulo VI, según sus propias
palabras, no 4abla "de esa falsa igiwldad que negarla las distin
ciones establecidas por el misnw C re
·-La iguadad axnte la ley, la de posibilidades ante la vida
económica, cultural, cívica y social, parecen resultar explicadas en
el núm. 23, como la desapa.rición de discriminaciones, que jurí
dicamente -deben ser rechazadas, no sólo de un modo puramente
formal, sino real.
Si la igualdad exigida pasara de ahí y el poder público de
biera y, por lo tanto, lícitamente pudiera imponerla, ocurriría
-----como.ocurre en los paí.ses socialistas y va ocurriendo paulatina
mente en aquellos otroo en que el Estado, con esta bandera igua
litaria, va invadiendo todas las esferas de la actividad humana
que desaparecería la libertad y la responsabilidad de la persona,
de la familia y de los grupos subsidiarios, en contra de lo que pro
clama el núm. 46 § 2, de la carta.
Como ha comentado el
P. Martín
Brugarola, S. I. en su ci
tado artículo en
Roe(]) Viva 43-44, " ... la pretensión de corregir
las desigualdades se puede llevar a extremos que están en des
acuerdo con los imperativos
de la realidad y de la sociedad hu
mana, tan variada y compleja. Hay quienes son alérgicos a toda desiguald.ad,
cuando ésta es
propia de toda sociedad humana, dé
sele la estructura que se le dé. Re~ordemos sólo de paso como
León XIII, para oponerse a la igualdad propugnada por el se>
cialismo
de entonces, señalaba que había desigualdades naturales
entre los hombres y en la sociedad.
Los hombres
son iguales en
lo esencial, pero no en lo
accidental, y
de
ahí resultan forzosamen
te desigualdades. Cuando se destruyen unas desigualdades, inme
diatamente surgen otras, quizá más hirientes que las anteriores.
También en una familia, por ejemplo, fos derechos y deberes fun-
731
Fundaci\363n Speiro
]. V. DE G.
da.mentales de sus miembros son los mismos, pero no los especí
ficos del padre, de la madre y de los hijos. Decía Taparel!i, que
lo qe hay que
hacer es
defender por igual los derechos desiguales.
"Recordamos que eu una Mesa Redonda del Valle de los
Caídos se definió la promoción social como medio para llegar a
la igualdad. Nos opnsimos a esta definición. Supongamos que la
meta de la promoción social consiste-en que llegue a un momento
en que se alcance la perfecta igualdad. Cuando se preteuda una
nueva promoción ¿ habrá que procurar que todos los miembros
de la sociedad den simultáneamente el mismo salto hacia adelante
para que no perezca la igualdad? Eso es utópico ... "
-El
mismo núm.
2J. de
la
car,ta, nos
muestra un
ámbito de
la caridad que excede del campo jurídico y nos señala los riesgos
de una afirmación excesiva de igualdad ( es decir, que la igual,dad
puede
ser
e:i:cesima, según Paulo VI), al declarar en la segunda
parte de su párrafo primero :
· " ... El Eva:ngelio, al enseñarnos la ca_ridad, nos inculca el res
peto prwile~o la los pobres y su situación particular en la so
ciedad: los
más fworecidos de/Jen renunciar a algunos de sus
derechos pa,-a poner
con mayor liberalidad sus
bienes al
servicio
de
los
demáJs, Efectivamente, si más allá de las reglas. jurúiicas
falta
un
sentido
más profundo
de respeto y de
servicio al prójiMlo,
incluso
la
igualdad ante la ley podrá servir de coa.-tada a discri
minaciones flagrantes, a explotaciones constantes, a un enga,ño
efectivo. Sin una educación renovada de la solidaridad, una afir
mación excesiva
de
la
igualdad puede dar
lugar a
un indwidualis
mo donde cada cual-reivindique sus derechos sin querer hacerse
responsable
del bien com.ún ... "
-Lo que resulta evidente en la carta es que ésta propugna
la solidaridad, la armonía, la cooperación, la Co4esión del cuerpo
social con la finalidad del bien común (núm. 46); "la solidaridad
de
clases y de
culturas" (núm. SO) y no la sociedad sin clases en
contra de lo que ha proclamado
el P. José María Die:z Alegría
(Cfr.
V>:REo, 90
pág.
1003,). Así
resulta de
los siguientes textos:
En
el núm. 46, donde señala que la actividad económica
"da
ocasión a intercmnbias concretos entre fos hombres, a recono~
732
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
cimiento de derechos, a la prestación de servicios y a la afirma
ción
de
la dignidad en el trabajo. Frecuentemente terreno de en
frentamiento
y
del dominio, el/'a puede dar origen al diálogo y sus
citar la e o-operación ... ".
Y, en .el núm. 14, donde reconoce, una vez más:
" ... Todo hombre tiene derecho al trabajo, a la po·sibüidad
de
desarrollar
su.s< . cualidades y su persrmalidad en el ejercicio
de su profesión, a un(JJ reffl!Uneración equitativa qu:e permita a él
y a su famiila «llevar una vida digna en el plawo· material, cwl.tural
y espiritual», a la asistencia en caso de necesidad ¡,or razón de
enfermedad
o
de
edad ...
"
No
hay, pues, derecho a. una igualdad absoluta si no se pre
coniza la desaparición de las dases.
- Lo que sí mantiene la carta, con el mismo vigor que en
las antiguas
en.deliras sociales,
es
la uvolu,ntad desinteresada de
servicio y una atención a los más pobres", por parte de la Iglesia
(núm. 42), que se extiende a los "nuevos "p'o1Ufes" las minuisvá
lidos, los inadaptados, ancianos, marginadas de di:v-erso origen"
(núm. 15).
En segundo lugar, fuera del texto de la carta, tenemos las
enseñanzas sociales
de la
Iglesia a
las qne en el mismo recién
citado núm. 42 se refiere la carta. Para no alargarnos demasiado
nos limitaremos a remitirnos a la comunicación de Eugenio Vegas
Latapie a la VIII Reunión de amigos de la Ciudad Católica "El
m.ito del igualitarismo", que puede consultarse en la publicación
de
Speiro, Los MI'rOS AC'l'UAI,ES, o en VERBO 75-76, en la IV
parte de los
FUNDAMENTOS Dll LA PoLÍTICA y en las ilustraciones
con recortes de periódicos, "Luch(JJ de clases y crístianismo1
',
de VE;Rso 90, de diciembre 1970. En todos estos trabajos pueden
hallarse numerosos y preciosos textos pontificios, desde León XIII
a Juan XXIII. Añadiremos que
en la
carta del Cardenal Secre
tario de Estado a la semana
social francesa
de Caen, en uombre
de Paulo VI, se precisa que la
igualdad, "no consiste en reivindi
car una 'u\llna e inaccesible persecución de los. goces tonporales,
cua-ntitat-ivamente medibles, sino que proclama un común orden y
733
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
una común dignidad, la de ser hijos de Dios llamados a la misma
visión
beatífica''.
e) La particip·ación es señalada, en el núm. 22, como una
aspiración que, con la de la igualdad, constituyen '1dos formas de
la dignidad del hombre y de su lillertad"; y, en el núm. 47, se se
ñala como "legítima aspiración", en "la dimensión políticcí', la
"exigencia actual del hombre" a "una mayor participc»ción en las
responsabilidades y en las decisiones''.
Recuerda, a continuación, el mismo número de la carta que:
" ... En la Mater et Magistra, Juan XXIII subraya/Ja có
mo
el
acceso <> las resp'ons11Jb/Jiaades es una exigencia fundamental
de la natwraleza del homllre, un ejercicio concreto de su libertad,
un ca.ndno p'{J)t'a su
desarrollo,
e indicaba cómo en la. vida econó
m,ka, particular-mente en
la
empresa, debií,a, ser asegurada
esta
pt1,rtidpación en las responsabilidades. Hoy
el ámbito es
V'asto,
se extiende al ca:mpo social y político donde debe ser ins
tituida e
intensificada la P'articipación ra,zonable en las
responsa
bilidades y op'Ciones. Ciertamente, las disyuntwas propuestas a
la decisión son cada vez más complejas, las consideraciones a
tener en cuenta múltiples; la prevj,sión de las con-secuencias, wl,ea.
torria,, aun cuando las cienciais nuevas se esfuerzan por ilum'Dnar
la libertad en estos mom.entos importantes. Por eso, oonq_'Ue a
veces se ifflponen límites, estos obstáculos no deben frenar una
difusión mayor
de
lm participación en la elaboración de las deci
siones, en
su·
elección misma y en su pw.esta en práctica ... "
Subrayaremos que, aparte del tránsito de la aspiración a la
participación, declarada en la carta
"legíti-ma", desde
la
vida eco
nómica a
la política, se nota en la carta la siguiente matización:
la participación que en este campo
"debe ser instituida e intensi
ficada", debe ser "razonable'' y estar referida a "responsabilida
des y opciones", para que así --como añade el mismo número-
"/os grupos humanos se transformen P'oco a poco en comunidades
de partici,pación y mda".
El núm. 49 nos ayuda a matizar que, "en la diversidad de si
tuaciones, de funciones, de organizaciones, cada uno debe situar
734
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
su responsabilidad y discernir en conciencia en cuáles está llanuuto
a participa%".
Y esa matización nos es completada por uno de los
apartados del
§ 3.º del núm 46: "Tomar en serio la política en
S1,(,.j diversos niveles -laca.~, regional, nacional, mundial-es afir
.ma,r el de/Jer del hombre, de todo hom/Jre, de recono·cer la reali
dad concreta
y el valor de la libertad de elección que se ofrece pwra
tratar
de realizar juntos el
men de
la ciudad, de
la nación,
de
la
humanidad".
Es decir, la participación debe situarse en el nivel de la. pro
pia comp·etencia y responsabilidad.
Ello aclara algo, en que se había insistido mucho en los tra
bajos acerca
de la participación en la empresa que antes hemos
citado,
al tratar de la pretendida tercera vía de la participación.
Más recientemente, hemos insistido en ello en una serie de tres
artículos que eon este título "LA PARTICIPACIÓN", nos ha publi
cado
"EL PE;"NSAMIENTo NAVARRO" de los días 26, 27 y 28 de
mayo último. En el tercero de la serie dedicado a "_LA
PARTICIPA
CIÓN POI,ÍTICAJJ, observamos en síntesis:
-que, como expresó Joaquín Costa, la soberanía popular
manifestada
por el sufragio universal es un sarcasmo, es sólo el
derecho a elegirse periódicamente un amo,
si no va unido al re
conocimiento de la libertad civil del individuo y la familia y, al
conjunto de individuos
y familias, el derecho de estatuir en forma
de costumbres como complemento de dicha libertad.
- que la opinión pública, en una sociedad de masas, no es
expresión de 1a voluntad de un pueblo, que propiamente no existe,
sino de quienes
manipulan los
medios de comunicación de
masas·,
televisión,
radio, prensa.
-que la verdadera participación sólo puede ejercerse, cuan
do está fundada en el conocimiento de la realidad, que es como
verdaderamente se puede ser responsable
y pueden estar prote
gidas libertades concretas; es decir, como ha escrito el Profesor
vienés Johannes Messner,
Hen_ cuanto se es miembro de comuni
dades sobre cuya existencia y actividad· se puede decidir
en forma
compartida, comunidades
que por ello han de velar celosamente
por su determinación
y a:utogobierno, por su autonomía frente a
735
Fundaci\363n Speiro
¡.V.DE G.
la arrogancia del poder". Es decir, a través de los cuerp'os sociales
básicos, como los denomina el Profesor Puy, o cu1erp1os ·intermedios,
como los titula Michel Creuzet, o cuierpos subsidiarios, como lee
mos en el núm. 46 de la carta, en los cuales --como luego vere
mos.-halla
continnidad la
doctrina tradicional
católica acerca de
estos
cuerpos y
del
principio de subsidiwriedad, íntimamente
ligados
entre sí y con la verdadera
P'articipación político-social.
d)
La democracia es diversamente aludida en la carta.
l.0 Peyorativamente:
-
de
modo directo, en cuanto quede incluida en la
ideología
liberal
(núm.
26),
-en lo relativo a la que denomina "democracia ootoritaria",
de la cual dice ( en el núm. 3,7) que ( como el "socialismo burocrár
tico y
el
ca,pita;/ismo tecnocrático"): "marúfiesta,n la difkulúid de
resoh!er el gran problema humano de vwi.r todos
juntos en la jus
ticia y en la ;giw1dad".
-
al
decir (en el núm. 24) que:
"DiverSO's modelos [de-socie
dad democrática] hon
sido propuestos,
algunos han
sido
ya expe
rimentados, ninguno sansjaci cumple/amente
y la ltúsquedo. aJbier
ta entre las tendencias idealógicas y prognuílticas."
2..° Faworablemente, recoge que:
-"La do/J/e ospi;ración hacía k, igualdad y la participación
tra:ta de promov1er un tipo de sociedad democrática", en la bús
queda de la cual el cristiano "tiene la obligacié-nj de participwr"
(núm.
24).
-"Para hacer frente a una tecnocracia creciente ha.y que in
ventar formas de democracia moderna, no solamente dando a cada
hombre posibilidad de informarse y de expresar su opinión, svno
de comp.-ometerse a
una
responsabilidad común.
Así los grupos
humanos
se
transforman poco
a poca en
comunidades de
partici
pación y vidri' (núm. 47).
Vemos claramente, pues, que la carta no preconiza las actua
les
democracias liberales ; ni tampoco a las democracias econó
micas
~si con
es:te nombre calificamos los regímenes marxistas,
como ellos se los autocalifican-, incluidas. en la condena del
to,
736
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
talitarismo marxista (núm. 34); ni la democracia autoritaria (nú
mero 37), ni siquiera ningún modelo existente o experimentado (núm. 24).
Se trata, pues, de un nuevo modelo a instaurar, pero basado
en la participación "en una responsabilidad común", en que "los
grupos hunuinos se transforman
en
comunidades. de
participación
y de mda" -<:orno dice el núm. 37 colocado bajo el epigrafe "POJY
ticipación en las responsabüidaáes".
Es de notar que el antes citado núm. 24, en las frases finales
de su § Lº, dice: "El hombre, ser social, construye su destino a
tr(1)Z}és de una serie de agrupaciones particulares que requieren
para su perfeccionamiento y corno condición. necesaria para su
desarrollo, una sO'ciedad más vasta, de _carácter universa/., la so
ciedad política". Es decir, la sociedad democrática, que debe bus
carse, ha de apoyarse en este principio básico:
ha de ser integra.
c!ón de la "serie de agrup'aciones particulaJYes'', a través de las
cuales "el hmnbrre construye su destino". Estructura que se com
pleta en el núm. 46, al centrarla: "en el respeto de las legítimas
libertades
de
los
individuos, de
las familias
y de los grupos sub
sidiarias,
con el fin de crear eficazmente
y en provecho de ladas
las
condiciones requeridas para conseguir el
bien auténtico
y com
pleto del hombre".
Antes hemos visto cómo paffticip'ación.., pr1lncip,io _de subsidÚl
riedad y cuerpos subsidiarios, internwdios o -sociales básicos, ve
nían a ser aspectos de una misma concepción : ahora, llegamos a
comprender que esta concepción corresponde
al tipo de democra
cia que la carta propugna. La doctrina político-social de la Iglesia,
no varía; sólo cambian los nombres.
Pero, veamos cuál ha sido la posición de la Iglesia respecto de
la democracia-, lo cual exige, a la vez, la clarificación de los distin
tos significados dados a esta palabra.
Pío IX en Quanta cura declaró que es contrario a la sana
razón proclamar· que "la voluntad del pueblo manifestada por
lo que ellos llaman la o¡,inión pública o de otro modo cualquiera,
constituye la suprema, ley, independiente de todo derecho divino
y humano ... ".
" 737
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
León XIII en la InmortaJle Dd destaca como aspectos condena
bles de la democracia los que afirman:
"N adw tiene derecho a
mandar sobre los demás ... " "la autorida
voluntad del pueblo, el cual, comO' único dueño de sí míismo, es
también el único que puede mandarrse a sí m,ismo ... " "Queda
en silencio
el
daminio dwino _., com,o si Dios no existiese o
no se
preocupase del género humano, o, como si los hombres ya aisla
dos, ya asociados, no debiesen nada; a Dios, o como si fuera po
sible imaginar un pader po!ítico cuyo principio fu.erza y autoridad
toda p(JJ]'a gobernar no se ap·oyaran en Dios mismo·". "De este
modo, cmno es evidente, si el Estado no es otra cosa que el pueblo,
es en sí mismo fuente de todo derecho y de toda autoridad, se
sigue
lógfram.ente que
el Estado no se
juzga,rá o/Jtigado ante
Dios
por
ningún mot'bVo."
El mismo León XIII en Diturmun Il/ud, distinguió entre la
posibilidad de elegir a los gobernantes
y la inaceptabilidad de que
la elección pueda conferirles un poder que sólo puede derivar de
Dios
y conformarse con la ley natural. Por eso en la Libertas
praestantisÍlma
si dejaba "stilva si.empré la do-ctrina catálica~ acerca del arigen y el
ejercicio del poder político".
Pío
XII en su Mensaje
Ben,ignitas et Humandas, distinguió
la genuina democracia de sus formas corrompidas: "una sana de
mom,cia fundada sobre los inm,u,taUes principios de la ley natural
y .de las verdades reveladas; será resueltam.ente contraria
a aque
lla
corrupfión que atribuye a la legislación, del
Estado un
p•ader
sin freno ni límites, y q·ue hacen, del régimen, puro y simple sis
tema del absolutismo''.
Juan XXIII en Pacem in terris, distinguió: "Del hecho de
que la, autoridad derive de Di.ns no se sigue qu1e los homll-res no
tengan la libertad de elegvr las personas investidas de la misión
de ejercitarla ... "; pero "no puede ser aceptada como verdadera
la posición doctrinal de aquellos que erigen la voluntad de wda
homb~e
en partfrulor o
de ciertas
sociedades, como fuente
pri
maria y
única de donde brota,n derechos y
.deberes y de donde
738
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
provengan tanto la obligatoriedad de las constituciones como la
autoridad de
los poderes públicos."
En nombre de Paulo VI, en la carta de su Secretario de Es
tado
a la Semana Social de
España de
18
de marw de 1967, se
explicó
el significado que para la Iglesia tiene el vocablo "demo,
cracia":
"Bien sabido es, en efecto, cómo al i(JUfbl que los demás tér
minos que circulan por los
senderos atormentados de
la política,
t""'1bién
éste de
la democracia ha, sufrido, y sigue sufriendo, impo
siciones de uso diverso y significaciones de valor vatrio, según los
dominios de la actividad humana aSO'ciado a que se aplica, y según
también la base ideológica en qu,e se (})poya o
el genio
y la inten
ción
de quien lo emplea. Ahora
bien, "la preocupación, y la solici
tud
de la
Iglesia, según hacía notar Pío XII, se dirÍ/Je no tanto a
la estructura
(
de Ja, democracia) y a su organización exterior
-las cuales
dependen de las
,as,piraciones peculiares
de
cada pue
blo-
cuanto al hombre como tal, que lejo~ de
ser el objeto
y wn
elemento pasimo de IOJ vida social, sea, por el contmrio, y debe ser
y permanecer) su sujeto, su fundamento, su fin."
"De este principio básico deriva el derecho que los miembros
de toda C{J'JWU.nidaá nacional tienen, cualquiera que sea su régimen:
monárquico o republicano, presidencial o de asamblea, parlamen
tario o
corporativo, de
intervenir en
su propia, 1,ida política y de
disp1oner los medios con que tomar parte activa en ella."
P
eroJ además
de este significado genérico de la democracia,
aceptable por la doctrina político social católica, es de notar que a partir del radiomensaje
Benignitas et. humanitas de Pío XII, en el
cual tan claramente distinguió
pueblo y masa, se ha ido for
mando un concepto positivo y acons.ejabJe democracia (posible
tanto en regímenes republicanos como monárquicos), Juan XXIII,
lo desarrolló, en especial en la Pacem in terris) donde recogió su
nuevo concepto de
socializaición como interacción social y su reafir
mación del principio de subsidiariedo,d, que ya había reiterado, re
cogiendo
las palabras de Pío XII en
Quadragesimo anno, y declaró:
"Y a en la encíclfri:D MATER :eT MAGISTRA insistimos en la necesidad
insustituibl(! de laJ
creación de una rica gama de asociaciones y
enti-
739
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
dades intermedias paraJ la consecución de tos objehuos que los par
ticulares
p,or
sí solos no pueden
alca,nzw. Tales
entidades
y aso
ciaciones deben considerarse como absolutamente necesarias para
saJ,vaguardar la dignidad y libertad de la persona humana ase
gurando así su dignidad."
Este
requisito específico fue recogido en la carta escrita en
nombre de Panlo VI por el Cardenal Secretario de Estado diri
gida a la
Semana Social
francesa
de Caen. En ella se parte de
ese concepto Hde .socialización que se maffifiesta por medio de la
multiplicación y el cruce de a,sodaciones y grupos de intereses",
que luego denomina "grwpos intermedios sociales o económ,icast",
"a los que el Estaád' No "comprimirá" ( ... ) "para imponer una
¡,lamificación te'cnocrática a la econamía". Para concluir que "la
democracia puede
reconocerse
en todo
régimen que no es totali
ta,rio", en primer lugar en que: "Supone un equilibrio que puede
ser
vwrio, entre !,, representación nacional y la iniciatvva de los
gobernantes; implica cuerpos
vntermedios libremente formados,
reconocidos y p,rotegidos por la ley, normalmente consultados en
las cuestkmes de su competencia ... "
X. Los aspectos positivos de la doctrina social católica ex
puestos en filigrana ell la carta.
En los epígrafes VII y VIII de este comentario hemos visto
cómo en la carta de Paulo VI reflejaba
y mantenía la doctrina
social católica, formulada por sus antecesores, en el aspecto nega
tivo de rechazar determinadas ideologías y utopías y advertir con
tra
los peligros que de su aplicación pueden resultar.
Pero, no es sólo esa faceta negativa lo único que la Octogesi
ma adveniens recoge de la doctrina político-social de la Iglesia.
Así, puede comprobarse, a veces de forma clara y directamente,
y, en: otras, también claramente pero mirando el entramado que
forma el texto a modo de
una filigrana
bien visible al trasluz del
mismo.
Hemos recordado antes que Pío XI en la Encíclica Divini
740
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIBNS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
Redemptoris,, condenatoria del comunismo, expuso -en su parte
III-, como contrapuesta a los errores de éste y calificándola de
luminosa, la doctrina de la Iglesia. Creemos muy conveniente
re
pasar
cuanto hemos ido viendo
al leer y comentar la O ctogesima
(l)dveni,ens, para comprObar sii en ella se reiteran, o implícitamente
se mantienen como directrices, los puntos básicos de dicha doc
trina,
según los resume la
Dwini Redemp,toris, en sus números
26 al 3,2 especialmente,
l.) La suprema. reaJidad: Dios, Creador ornnipotente de to
das las cosas,, la vemos indicada corno presupuesto determinante
de la inaceptabilidad de las ideologías: "La fe cristiana se sitúa
por encinia y, a veces,, en oposición a- las ideologíais, en la medida
en que recono~e a Dios, trascendente y creador que interp'ela a
través
de todos los niveles
de la creado al hombre como lil,ertad
responsable."
(núm. 27).
2.0 El mensaje de Cristo corno misión de la Iglesia respecto
de los hombres
"Anunciando la Buena Nueva de amor de Dios
y de la salvación en Cristo a los hombres ( ... ) les ilumina en sus
actimidades
a
la
luz de Evangelio y les ayuda de ese modo a co
rresponder
al, designio de amor de Dios y a real,izar la plenitud
'de sus asp;,-aciones." (núm. !).
3.0 El valor del hombre, que supera extraordinariamente en
valor a todo el mundo inanimado y
para quien la sociedad cwil es
wn medio y no a la inversa, es lo que quiere expresar la carta,
al repetir (en el núm. 14) las palabras de la Constitución pastoral
Gaudium et Spes del Vaticano II (núm. 25): "La persona hunt1v
na
es
y debe ser el principio, el si,jeto y el fin de todas las intitur
ciones", y cuando (en el núm. 16, § 2) afirma que "los miembros
de la humanidad participan de la misma natural,eza y, p,or consi
gu:ente
de la misma dignidad, con los mismos derechos y los mis
mos
deberes fundamentales, así
como del mismo destino
sobrena
tural".
4." Así, da "una visión global, del hombre y de la humanidad"
(núm. 40), por lo cual rechaza la posición de ciertas ideologías
que efectúan una "reducción "científica" del hombre al que lo
mutilan, al partir de su respectivo "a priori ideológico" [que] las
741
'
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
conduce frecuentemente a aisla.r, a trarvés de las diversas situaciones
ciertos aspectos del hombre y a darles, por tanto, una explicación
que pretende ser glubal
o por lo menos una interpretación que
querría ser totalizante desde
el
punto de vista puramente cuanti
tat,'vo
o fenomenológico" (núm.
38).
5." El ma,trimonio y la familia, como primera célula de la
sotiedad, con
función
y derecho que exceden del poder de toda
c:utoridad humana., son reconocidos, al proclamar la carta: "En
esta situación crítica hay que afirmar ( ... ) que la familia, sin la
cual ninguna socied~ puede
subsistir, tiene
derecho a la asisten,
cia que le asegure las condiciones de una sana expansión ... " "los
poderes públicos pueden in,tervenir dentro de los Umites de su
co,;,,petencia, desarrollando
u,na información apropiada y tomando
las medida,s adecuadas, con
tal de que sean conformes
a las exi
gencias de la Ley moral y respeten la justa libertad de la pareja
humana. Sin
el derecho
inalienable al matrimonio y a la procrea,
ción,
no existe ya dignidad humana/' (núm. 18); y que el puesto
ele la mujer, de "independencia en cuanto a persona y de igualdad
de derechas y
de
resp•eto a, su dignidad", no
puede admitir "esa
falsa igualdad que negar/,. a las
distinciones establecidas por el
mismo Creador y que estaría en contradicción con la fundación
espi!cífica tan capital de la mujer en el corazón del ho'fl(M' y en el
seno de
la sociedad" (núm.
13,
§, 2).
6.0 Cómo está constituida la sociedad y la p•osición del Es-
tado en ella, es decir: su organicidad, su constitución por "cuer
pos sociales básicos" o "cu.erpos intermedios" y "el principio de
swbsidiat'iedad, con la norma del bien común, como principios bá
sicos para la salud social y remedios contra el totalitarismo --como
ya hemos estudiado antes--, están perfectamente expresados en
Octog,esima adveniens:
-en el núm. 24 § l.": " ... El hombre, ser social, construye
su destino a tr[JflJés de una serie
de agrupaciones
particulares que
rcr¡uiU!ren pa,ra su perfecciooonviento y, cam.o condición necesaria
¡,ara su desarrollo; una sociedad más vasta, de carú,cter universal,
la
sociedad
política. Toda
actividaxl particular debe integrarse
en
742
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
esta sociedad ampliada y adquiere, así, la dimensión del bien
común."
-y, en el núm. 46, que transcribimos íntegramente a. conti
nuación:
";No es aqui donde apMece un t.mite radical de la economio,r
Siendo neceswria, la actividad económica puede, si está al servicio
del hombre, «ser fuente de fraternidad y signo de la Providencia»;
ella da ocasión a intercG1mbios concretos entre los hombres 4, re
conocimiento de derechos, a la prestación de servicios y a la afir
mación de la dignidad en el trabaJjo. Frecuente terreno de enfren
tamiento
y
de dominio, ella puede dar origen al diálogo y suscitar
la cooperación. Sin embargo, corre el riesgo de absorver ezcesir
vamente las fuerzas y la libertad. Por eso; el paso de la econo
niiú::D a la política se demuestra necesario. Ciertamente, sobre el
término
«política» scm posibles muchas c'onfusiones y deben ser
esclarecidas, pero cada urna siente que en los campos social y eco
nómico -tanto nacionales como internacionales-la dec:,.sión úl
tima recae sobre el poder político.
"Este, qwe constituye el vínculo natural y necesario para ase
gurar la cohesión del cuerpo social, debe tener como finalidad la
realización del
/:nen común. Obra en el
respeto de
las legítimas
libertades
de los
-individuos, de
las familias y de los
grupos sub sir
diarios
con
el
fin de crear, eficazmente y
en
provecho de todos,
las condiciones requeridas para conseguir el bien auténtico y com,..
pleto del hombre, incluido su fin estn,ritual. Se desplwga dentro
de los límites
propio, de
su
comp,etencia, que pueden ser diruer
sos según los pcdses y los pueblos. Interviene siempre con un deseo
de jwsticia y dedicació'n al bien común, del que tiene la responsa
bilidad última. No raba, pues, a_ los individuos y a cu,erpos inter
medios su
ca!mfro de
actividades y
sus responsabilidades propias,
lo cual, les induce a concurrir a la realización de este bien, común.
En efecto, «el objeto de toda intervención en: ma.Jeria social es
ayudar a los miembros del cuerpo social y no destruirws ni a/J..
sorverlos».
"Según su propia vocación, el poder político debe saber des
ligarse de los intereses parNculares pwnJJ enfocar su resp,onsabi-
743
Fundaci\363n Speiro
/.V.DE G.
lidad hacia el bien de todos los hombres, aun rebasando tas fron
teras nacionales. Tomar en
serio la
política en sus diversos niveles
-local, regional,
nacional
y mundicd--es afirmar el deber del
hombre, de todo hombre, de reconocer la realidad concreta
y el
valor de la libertad de elección qite se afrece para tratar de rea
lizar juntos
el
men de la ciudad, de la nación, de la hwmanidad.
La p·alítica es un aspecto, aunque no el único, que éxige vivir el
compromiso cristiano al, servicio de los de-más. Sin resolver cier
tamente los problemi,s, ella se esfuerza por aportar soluciones a
/aJs. relaciones de los hombres entre sí. Su campo, amplio y come
plefo, no es exclusiva. Una actitud inva1Sora que tendiera a hacer
de él algo absoluto, se convertiría en un grave peligro. Aun re
conociendo
la autonomía de la realidad p·olítica, los cristianos,
solicitados a entrar en la acción política) se esforzarán por buscar
una coherencia entre sus ap-ciones y el Evangelio y, dentro de un
legitimo pluralismo, de dar u,n testimonio, personal y colectivo,
de
la
seriedad de
su fe
mediante un servicio eficaz y desinteresado
hacia los hambres."
7? La dignidad del trabajador, se reitera al decir el número
14, § l.º, ap. 2.0 que:
"Todo hombre tiene derecho al tra/Jajo, a la posibwidad de
desarrollar sus cualidades y su personalidad en el ejercicio de su
profesión, a una remuneración equitativa que permita a él y a su
fannilia «llevar una vida digna en el plano material, cidtural y es
piritual», a la asistencia en
caso de
necesidad por raz_ón de en,jer
medad
o
de
edad."
Reafirmando el núm. 46 que: "Siendo necesa1TioJ la actimidad
económica p'UCde, si está; ai servicio del hom,/yye, «ser fuente de
fratern,!dad y si{¡no de Providencia», ella da ocasión a intercCPmr
!Jios
concretos
entre
los homl7res, a reconocimiento de derechos)
a
la prestación de servicios y a la afirnwción de la dignidad en el
trabajo."
8.0 Su derecho a agruparse en gremio-s, corporaciones o sin
dicatos, y con la subordinación al bien común de las actividades
de éstos, son expresados en el núm. 14,
§ 2.' que, al final, señala
los límites del derecho a la huelga :
744
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
"Si para la defensa de estos derechos las sociedades democrá
ticas aceptan el principio de
la, organización sindical,
sin
emhar
go
no
se
hd;/,lan siempre a/;,iertas a
su ejercicio. Se debe
admitir
la
función importante de los sindicatos:
tiene,; por
objeto la re
presentación de
las diversas categorías de trabajadores, su legíti
ma
colaboración al progreso económico de la sociedad, el deS
llo
del sentido de sus responsabilidades
para la reali.zadón del
bien
común. Su
acción/ no
está con todo
exenta de dificultades: pue
de
venir,
aqwi o allá,, la tentación de aprovechar una po,sición de
fuerza
para
imponer, sobre
todo por la huelga
-cuyo derecho
como
medio último
de
defensa, queda ciertamente reconocido--,
condiciones
demasia,do gravosas PMa el conjunto de la economÁ
o del cuerpo sodai, o pMa tratar de obtener reivindica,ciones de
orden directamente político. Cuando se trata en particular de los
serviciosi públicos, necesarios a la vida diaria de toda una comu
nidad, se deberá saber medvr los límites, más allá de los cuales
los perjuicios C(J,41,Sados se hacen itu1dmisibles."
9.· ¿ Quid de la propiedad privada? De ella, hace diez años
había dicho en
Mater et Magistra (núm. 109), Juan XXIII, que
"el derecho de propiedad privada,, incluso el que se refiere a bie
nes de producción, es
válido en cualquáer tiempo, puesto que está
contenido
en la misma na,turaleza, la cual nos enseña que los hom
bres son
atl,teriores a la sociedad y que, por tanto, ésta debe or
denarse al hombre como su fin,. Por otra parte, serW vano reco
nocer el derecho de libre iniciativa en el camp·o econ6mico a los
particulares si, al mismo tiemp·o, no se les c'oncediera la facultad
de elegir
y disponer libremente de los medios necesarios para
ejercitar
aqu,el derecho.
Por
últi,mo, la historia
y la experiencia
atestigitan que allí donde los regímenes políticos no reconocen la
propiedad p·ri-vada, incluida la de los bienes productivos, allí se
viola o
se
suprime por com¡,[eto el
ejercicio de la
libertad humana
en
sus aspectos fundamentaks, lo cual, demuestra evidentemente
que
el uso de
la libertad
encuentra su
garantfa y su estimulo en
el derec'ho de
propiedad".
Esa vinculación entre libertad
y propiedad privada (incluso
para los no propietarios, que existiendo la propiedad no se hallan
745
Fundaci\363n Speiro
J. V, DE G,
-romo cuando no es reconocida- frente a un solo e inmenso
propietario y patrono que, además,, es gobernante y juez) la pre
cisó la constitución pastoral Gaudium et spes, en su núm. 71, §
2.•: "La propiedaxi privada;, como las demás formas de dominio
prifllado sobre
los bienes externos,
aseguran a cada cual una zona
necesaria
para la autonomía, personal y familiar y deben ser con
sideradas como prolongación
de la personalidad
hwmana. Por úl
timo, i,l estimular el ejercicio de la twrm y de la responsabilidad
constituyen una de las condiciones de la libe-rtad civil."
Sin embargo, en la Octogesinta adveniens -que, como en su
día la encíclica Mater et Magistra, ba oonmemorado la Rerum
novarwm,-----se oh.sierva que no contiene referencia alguna ni nin
gún nuevo desarrollo respecto de la propiedad privada.
¿ Qué significado debe darse a este silencio?
Hemos visto que la doctrina social de
la Iglesia, a cuya ense
ñanza hemos visto que se remite la carta, afirma la validez en ciwJ
quier tiempo de la propiedad privada, fundándola en unos presu
puestos· ontológicos y teleológicos que son precisados cuidadosa
mente. Conviene, pues, examinar si estos presupuestos siguen
siendo considerados por la carta.
Marce! Oément, en su artículo citado del 6 de junio, subrayó
que si, conforme al núm. 14, la persona humana "es y debe ser e1
principio y el sujeto y el fin de todas las instituciones", hay en
ella una fuente autónoma de poder superior a toda autoridad hu
mana, que implica todos los derechos, comprendido
el de pro
piedad.
Pierre de Calan, en s.u también citado artículo en La Croix
del 8 de junio, apunta al contenido del núm. 46 de la carta, aun
que no apura sus consecuencias. A pesar de que "la decis.'.ón última
recae sobre el poder polífro", como dice al final del § 1, aun des
lindados '1los ·campos Social y económü:d', aquel poder, como
prosigue el § 2.•, debe obrar "en el respeto de los individuos, de
la,., familm y de lo's [fYUpo,s subsidiarios " y "no roba ( ... ) a los
indlflliduos y a los cuerpos intermedios su campo de act'.:vidades y
sus responsabilidades _propias", e, incluso, añade el § 3.": HSu
campo
es
amplio y complejo,
no
ezclusirvo. Una
actividad
inva-
746
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
sora que tendiera " hacer de él algo abso.J,uto se convertiría en un
gr"11j peligro."
Añadamos que, al final del núm. 31 ---
el atractivo de las corrientes
oocialistas----, la
de señalar las orienta
ciones que permitirán a los cristianos considerar el grado de com
promiso posible, requiere qne queden "a salvo /,os valo,es en par
ticula,- de la libertad, de responsabiUáad
y de ap,ertura a lo es
piritual qwe garantizan el desarroUo integral del hombre".
¿ Puede quedar a salvo la libertad en una asunción total de
las relaciones económicas por el Estado, único propietario, en un
totalitarismo político absorvente de lo económico como supondría
la abolición del derecho de propiedad privada?
En esta perspectiva Salieron, en
Carrejour del 7 de julio, ante
ese silencio de la carta comenta que en él: "En todo caso, debe
verse
una voluntad de sobrepasar el esquema habitual de la
cues
tión social para hacerla entrar en un esquema político más vasto.
Creemos, en tanto, que el problema de la propiedad, política y
socialmente, es un problema mayor, hoy como ayer y hoy más que
ayer. Si el comunismo es una ideología inaceptable para los cris
tianos, por todas las rawnes religiosas y filosóficas indicadas por
Paulo
VI, no debe olvidarse que el pcropio Marx decía que puede
resumirse en «la abolición del
derecho de
propiedad privada». Un
íntimo ligamen existe entre esta abolición y la reabsorción de la
libertad individual en la· colectividad
y finalmente con el materia
lismo ateo".
10." El c1Mnbio de corazones es lo prvmero: La liberación "de
la necesidad y
de la dependencia",
"comienza por la libertad in
terior" -como dice el núm. 45-, sin ella las ideologías "no des
embocarán
más que
en
uti :simple cambio de amos".
11.º La necesidad de /,a; cOJYidaá, P'or encima y más allá de la
justicia,
es mantenida en la carta que, en la segunda parte del 1,
del 23, dice:
H ••• El Evangelio} al enseñarnos la caridad, nos ir,;,culca el res
peto privilegiado a las pobres y su situación particuar en la SO'
ciedad: las más favorecidos deben renuinciar a algunos de sus de
rechos para p-oner con mayor liberalidad sus bien,es al
servicio de
747
Fundaci\363n Speiro
J, V, DE G,
los demás. Efectvvamemte, si más allá de las reglas jurídicas falta
un
sentúlo más profundo
de
respeto y
de
servicio al prójvmo, in
cluso
la i
naciones flagrantes, a explotaciones constantes1 a wn engalño efec
tivo. S~ una educación renovada de la solidaridad, una afirma
ción excesiva de la igualdad puede
dar luga.r a un individualismo
dornde cada cual, reivindique sus derechos
sin querer hacerse res
ponsable del
bien
común".
Es decir, no entra de un modo absoluto en el orden de la
justicia el que no haya pobres. Es deber de C'a1'idad el auxiliarlos.
12.º La prvmordial preocupación de la Ig'iesw por los más
pabires .es recordada, en el núm. 42, y hecha extensiva a los "n¡uie
'lJOs pobres'', "víctimas de los cambios", en el núm. 15, textos a
los que antes ya nos hemos referido.
XII. La acción de los seglares católicos.
Al llegar a la última parte de este ya demasiado largo trabajo,
debemos volver a tomar
el hilo que l!abíamos ido siguiendo al exa
minar la
estrategia y la táctica preconizadas por la carta ante el
aetual contexto histórico.
-- La estrategia, que centra la acción, no ya en los Estados
-a quienes parece haberlos licenciado como Estados cristianos, in-
cluso a aquellos que aun pretenden seguir
siéndolo-ni
tampoco
en los partidos
políticos -¿ se observa, quizás, el callejón sin sa
lida, o cori salida al campo enemigo, a que están conduciendo las
democracias cristianas, que habían sido promovidas e impulsa
das como partidos representantes de los católicos?- sino en los
seglares cristianos y en las comunidades cristianas.
-La táctica que, ante la "a,mp!,itud de los cambios actuales",
consiste en ,idesarrollar u~ acción._, "por medio de una _reflexión
madurada al contacto con las situaciones cambiantes de este mun
do,
bajo el
impulso del
Evangelio, como fuente de
renovación ...
"
con llamada incluso a la imaginación, (núm. 19) para lograr "la
748
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
innovación atrevida y creadora, que requiere la situación presente
del mundo".
¿ Cómo desarrollar la acción en esta estrategia y dentro de
esta táctica?
Los amigos españoles, que hemos estudiado el libro de J ean
Ousset La acción, estamos en buenas condiciones para compren
derlo, pues esta obra va dirigida a los seglares católicos, y parti
cularmente incluso a
los que
no detentan poder político alguno.
En la misma hallamos, también, algunas precisiones que nos
pueden ayudar a entender, en buena parte, el porqué de esa es
trategia y de esa táctica preconizadas.
AJ La estrategia de licenciar a los Estados católicos, puede
ser aventurada y sus resultados posiblemente no
sean favo
rables. Pero,
al margen de ella, la otra parte de la estrategia -la
guerrilla espiritual en
defensa de
la sociedad cristiana y de su
progreso eu la mayor dirección- es indispensable, y lo seria in
cluso aun cuando aquellas plazas y posiciones no
se abandonaran.
Abandono que -hacemos constar- jamás hemos preconizado,
sinn muy al contrario, en contra de él ----con todo respecto con
este aspecto de la estrategia, que no compartimos- luchamos es
grimiendo todas las razones que podemos aducir, y con la escasez
de medios que padecemos,
para la difusión
de nuestro pensamiento.
Pero,
insistimos, aparte
de ese abandono, la otra mitad de la
estrategia la hemos comprendido siempre y considerado como muy
necesaria.
"La desdicha está -escribe Ousset (op. cit., pág. 209)- en
que, actualmente, en los Estados que se persiste en llamar cristia
nos, todo descansa efectivamente sobre esa
mecánica [radio,
tele
visión, y, en general, todos los mass media] ( ... ) cuya poteucia es
gigantesca ... y,
no obstante nula, si no está catalizada por la ac
ción de una trama de redes irradiantes."
Por otra parte, es difícil que el ambiente general empapado de
ideologías erróneas, no alcance a los órganos de estos Estados,
que muchas veces han tomado "el rábano ¡x,r las hojas", como
vulgarmente se dice, cuando han tratado de aplicar las enseñanzas
749
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
sociales de la Iglesia pretendiendo, según su propia interpretación,
imponerlo en forma rnasificadora y mecanizante cuando, muy al
contrario, r:equiere una penetración social
y una vitalidad soste
nida por una interacción que impida esa uniformización totali
taria y aplastante que ignora el principio de subsidiariedad.
En esos países, pues: la "movilización intelectual y moral, la
irradiación ideológica", mediante "la formación de cuadros diri
gentes" y "la acción capilar' "son tan necesarias en el ca.so de
una nación cristiana como en -el de un Estado perseguidor" --co
mo dice el mismo Ousset, que añade: "Y no les arrendamos la
ganancia a esos regímenes más o menos cristianos, que la des
deñan so pretexto ... de que están en el «Poder», y que todo les
parece seguro por el momento."
Pero la solución tampoco está en los partidos políticos. La
Carta en su núm. 25 -recordémoslo- señala: "No pertenece
ni
al Estado, ni tampoco a los partidos políticos, que se. cerrarÍMI
sobre
sí mismos
al trata.-de imponer una ideologia por medios
que
desembocarÍMI en
la
dictadura de
los esp,ritus, la
peor de
todas ... "
"Hay circun:stancias, en efecto -leemos en La acción, pá
gina 211- en las que desarmar al Estado supone annar a los
partidos.
De ahí ,el célebre apóstrofo de Michelet al canciller de
Catalina de Médicis: "a las olas de la mar embravecida, a los
ele
ment.os furiosos, al caos, se les dice: ¡ sed reyes!".
Ousset (págs. 172 y sigs.) poue en guardia respecto de la ine
ficacia, a la larga al menos, de las coaliciones espectaculares
de
católicos "que no han faltado", "formadas apresuradamente en
tomo de algún! personaje de renombre, pero sin unidad doctrinal
y estratégica ... "
"¿ Qué ha salido de ellas? ¿ Ha sido por ellas
frenada la Revolución? Todo lo contrario. Parece que ha sabido
aprovecharse de lo que esos obstáculos tenían de falaces, para
franquearlos con tanto mayor impulso,
cuanto le
habían dado el
pretéxto para reunir contra ellos el mayOr número posible de sus
secuaces."
Y, también, advierte de los graves peligros del partido cat6-
lico ú,i;co (págs. 175 y sigs.), que produce una "amalgama polí-
750
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRJNA SOCIAL CATOUCA
tico-religiosa", con un aparente, al menos, "monopolio de una ideo
logía", que, además, "compromete a la Iglesia" e implica "el ries
go suplementario de sufrir infiltraciones de quintas columnas de
elementos dudosos, ventajistas o netamente subversivos", como
la experiencia nos prueba sin cesar.
B)
La táctica ha de ser ackcuada al mundo adverso y en
constante movimiento en que yjvimos, ha de ser flexible para aco
modarse a él: La carta así la aplica, después de mantener la re-
probación de la$. ideologías, con relación a las situaciones histó
ricas concretas en que nos toca vivir. Ello nos reconduce a proseguir
el comentario --que antes habíamos empezado a repasar~ que
a M. P. (en
VERBO 18-19)
le inspiró el texto de
Pacem in terris
(núm. SS), en parte recogido ahora por la Octvgesima adveniens
(núm. 30).
Las palabras que siguen, en el texto de Juan XXIII, dice M.
P., desarrollan aún más
y precisan el mismo pensamiento: «De-
terminar
si tal momento ha llegado o no, como también establecer
las formas y el grado en que hayan de desarrollarse contactos en
orden a conseguir metas positivas, ya sea en el campo económico
o social, ya también en
el campo cultural o político, son puntos
que sólo puede enseñar la virtud de la prudencia, como reguladora
que es de todas las virtudes que rigen la vida moral, tanto indivi
dual como social». El Papa precisa, po,: otra parte, que esta ac
ción social
y política debe empezar rechazando todo abandono
ciego o fatalista.
La iniciativa «corresponde de un modo particu
lar a aquellos que, en estos asuntos. concretos, desempeñan cargos
de responsabilidad en la comunidad ... », pero a condición y en la
medida, indudablemente... «en que se mantengan, sin embargo,
los principios del derecho natural a la par que la doctrina social
de la Iglesia ... » ¡ Lo que debería, sin embargo, tener su impor
tancia? Al menos, a los ojos de los católicos."
"¿ Qué confirmación más clara cabe de la oportunidad de la
acción doctrinal y
del método
capilar? Lejos de
abandonarse a
los determinismos h.istóricos desmoralizadores, Juan XXIII re
afirma con fuerza que «todas las cosas adquieren su crecimiento
751
Fundaci\363n Speiro
J, V. DE G
por etapas sucesivas, y así, en virtud de esta ley, en las institu
ciones humanas nada mejora, sino obrando desde dentro, paso a
paso. Esto recordaba nuestro predecesor, de feliz memoria, Pío
XII, cuando decía: "no en la revolución sino en una evolución
bien planea.da se encuentran 1a salvación y a justicia. La violencia
nunca ha hecho otra cosa que destruir, no edificar; encender las
pasiones, no
aplacarlas"». Evolución que, según la misma eviden
cia del contexto no tiene nada de ese regreso al cero, tan caro a
los innovadores, sino que es, por el contrario, ordenada progre
sión de los asuntos humanos, cada uno según su orden, conforme
a las leyes del orden divino y bajo la dirección de los verdaderos
y prudentes restauradores de la sociedad ...
"
"Todo esto... «para que la sociedad humana ofrezca con la
mayor fidelidad posible la imagen del reino de Dios ... » Es decir,
la misma perfección de esa «ciudad católica» deseada por San Pío
X ante los asaltos, cada día repetidos, de una «utopía malsana»
y de una impiedad contrarias, una y otra, al derecho natural fun
damental."
"Nuestra meta -dice La acción (pág. 30)-no es restablecer
artificialmente un determinado
sistema político
y social, victoria
de un partido. Podríamos en este caso recurrir a los procedimien
tos partidistas, por ser dialectizantes de la Revolución."
"Tenemos que devolver a la sociedad su salud, su misma vida,
natural
y verdadera."
"Tenemos que dar vida, fuerza, salud (una actividad normal)
a los órganos sociales, víctimas de condiciones esclerosantes, an
tinaturales, a las que les ha llevado el totalitarismo moderno. Y
esto es cosa muy
organización artificiales."
Y páginas después (pag. 41): "A necesidades díversas, fór
mulas diversas."
"Y es en el campo del espíritu, en el plano de la doctrina,
donde se debe
establecer la sola unidad posib'e y verdaderamente
deseable. Unidad de espíritus sobre lo esencial, sobre la doctrina.
En cuanto a las acciones, a las funciones, importa que sean nume
rosas
y variadas."
752
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGBSIMA ADVBNIBNS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
"Más que nunca, frente al Leviatán del totalitarismo moderno,
hay que erigir un conjunto de fuerzas flexibles, maniobreras, poco
vulnerables, fáciles de constituir, ricas en recursos variados, in
cluso contrastadas.'' "Capaces de perseguir simultáneamente varios objetivos.
Es
tilo de acción adaptado a las condiciones de lucha contra el tota
litarismo moderno. Totalitarism,o que dispone de casi todos los
medios de información, y que pueden hacer creer a que quiera:
manchar, desacreditar las iniciativas más respetables, ridiculizar
a los mejores; hacer encarcelar, torturar, condenar, asesinar en
masa a indefensos, sin que los guardianes de una conciencia 11a
rnada «universal» se atrevan a levantar la voz."
C) La acción es señalada en la carta como deber del cristia
no (núms. 4, 36,
37, 42, 48) y se aconseja, en ella (en los núms. 46
al
final y SO), un legítimo pluralismo, con "recíproca comprensión
de las posiciones y de los m-o·tivos de los rMmás" que "aun recono
ciendo
las diferenc·ias} no crea menos en las posibilidades de con
vergencia y unidad". (núm. SO,§ 1).
a) Pero, notemos que ese pluralismo lo recomiendan las pri
meras palabras del núm.
SO: "En las situaciones concreta,s y hab'da
cuenta
de
las solidaridades vividas por cada. uno ... " Pero ~según
resulta especialmente del núm. Zl-no en las ideologfos.
Y sí en todos los niveles, como dice el núm. 46, § 3.":
" ... To'111(1,1" en serio la política en sus diversos niveles -local,
regional, nacional y mundial-es afirmar el deber del hombre,
de todo hombre, de reconocer la realidad concreta y el valor de
la libertad de elección que se ofrece para tratar de realizar juntos
el bien de la ciudad, de la nació-n, de la human'dad ... "
Estamos convencidos de la necesidad de ese legítimo pluralis ...
mo. Se lo hemos oído repetir sin cesar a J ean Ousset. En Lo, ac
ción
lo reitera (págs. 37 y sigs.) y nos aconseja seguir:
"Procedimientos susceptibles de desarrollar un sentido más
vivo de la complejidad de las cosas. Y que, por ello, ofrecen la
ventaja de desencantar nuestro gusto por el movimiento único,
por la organización que pretende salvarlo todo por sí misma. Or-
,, 753
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
ganizaciornes, fuera de las cuales toda acción se declara: vana y no
civa."
"Esta concepción
unitaria del combate político y social ha
sido y sigue siendo
la causa de nuestros fracasos".
"Se reúnen
en ella todos los pecados:
el desconocimiento fun
damental de una realidad esencialmente diversa ... ; al cual acaban
por agregarse, ipso fac'to~ particularismos, rivalidades, exclusi
vismos."
Y prosigue, insistiendo en la la: "Necesidad, pues, de des
arrollar en
torno nuestro ese sentido
de la acción plural. Sentido
de la acción que sabe ver más allá y más arriba, que el rendimien
to inmediato de nuestra propia empresa ... ''
b) Ahora bien, ese pluralismo aplicado a las situaciones con
cretas y en todos los nieveles de la política, en sentido amplio, se
extiende a los "movimientos históricos concretos nacidos de las
ideolog-ías, y, por otra parte, distintos de elta" (núm. 30). Pero,
¿ en qué medida?
L'Osservatore romano del 17 de mayo, desarrollando las ob
servaciones de la carta -que vimos en
el epígrafe IX de este es-
ludio-, ha dado una respuesta:
"Nada excluye la búsqueda, el diálogo con los movimientos
que dominan la escena mundial ( ... ). El cristiano debe moverse,
vivir y, en ciertos límites, colaborar en fines
concretos con
las
otras fuerzas políticasy sociales: el
marxismo, el
liberalismo, o
la tecnoeracia. Pero no puede cambiar su «credo.» social a partir
de ellas. JJ
Subrayemos: Hno puede cambiar su «credo» social a. pa:rtir de
ellas". Su credo social... es decir, el recibido por las enseñanzas
doctrinales de
/,a Iglesia.
Ahora bien, la carta insiste en el dinam..ismo de la enseñanza
social de /a, Iglesia -como dice el epígrafe del núm. 42, que ya
hemos
antes examinado.
Esto
no nos puede extrañar a
quienes hemos
leido en
La
acción
(pág 202) ;
"No se puede ni se debe «dogmatizar», sino en el plario de las
7l4
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRJNA SOCIAL CATOLICA
verdades supremas. Pues quien dogmatiza sobre el medio se halla
condenado a la siguiente alternativa ... "
" ... que lo que él propone sea satisfactorio desde un punto de
vista doctrinal; pero puede temerse que la
mediocridad del
acon-
tecimiento haga inaceptable esta casi perfección." ,
"... o que lo que él propone sea inmediatamente aplicable;
pero pueda temerse que el valor de la proposición corresponda a
la mediocridad de la situación".
"Sería doloroso, en consecuencia, que lo «mejor», codificado
en esos textos, pueda llegar a ser algunos meses más tarde un
argumento susceptible de frenar la continuidad de la progresión."
<10 dicho
de otra forma: Cuando, en
la acción, hay uru gran
retraso
que
recuperar, no
es bueno empacharse de fórmulas cuya
insuficiencia dogmática
o práctica las condene a breve duración.
"Dogmatizar sobre una etapa, incita a permanecer en ella."
"Tengamos menos gusto por las recetas fijistas que por el
úseo de ir hacia adelante."
"El hombre de acción descuella menos en instalarse en el
qoy
que
en captar, en el acontecimiento inmediato, lo que le permitirá
mañana asegurar m,ejor el triunfo de la verdad."
Y páginas después (págs. 216 y sigs.), cuan.do aconseja: "Evi
tar, ante todo, dejarse engañar por lo que antes hemos llamado la
dogmatización de un día, la dogmatización de las fórmulas conci
liadoras, la dogmatización de los Sistemas de circunstancias.
"No es verdaderamente peligroso el que
existan esas
fórmulas,
el que esos sistemas sean inevitables. El mal, el peligro, está en
la dogmatización que tiende a hacer de esas fórmulas la «pro
paganda.»
"Ahora bien, no hay medio más seguro para hacer perder a
gran número de personas todo sentido de la verdad que el conce-
der a las transacciones, a las .fórmulas oportunistas efímeras, un
tono y unos atributos que sólo son debidos a la verdad de ayer,
de hoy y de mañana."
"Evitar, por lo tanto, elevar a dogmas las fórmulas bastardas."
"Aunque haya que tolerar estas últimas, no hay que· temer
designarlas como lo que
son. Porque
es menos grave tolerar un
755
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
mal sabiendo que es un mal, que proponer la adopción de una
verdad bastardeada como un
progreso hacia la
verdad."
Estas últimas observaciones son
Q.oy de
una rabiosa actua
lidad ...
D) Formación para la acción. He ahí la clave de la estrate
gia, la táctica y la acción preconizadas en un momento de confu
sionismo doctrinal y de tensiones revolucionarias.
¿ Qué predominará?, ¿ el dinamismo de la acción, o la acer
tada dirección doctrinal de ésta?
He ahí el riesgo, que debería reducirse al mínimo por una
acertada
formación doctrinal.
La acción debe desarrollarse, según la carta:
-"de acuerdo con los sanos principios de la razón," y "a lM
justas aspíraciones de la persona humana" (núm. ,30);
-evitando: "comprometerse en colaboraciones incondicion~
les y contrarias a las principio,s del verdadero humanismo" (nú
mero
49), e
-iluminada por "luz &el Evangelio" y "las enseñanzas de
la Iglesid' (núms. 1, 4, § 1, 7, 36), con "la tradición cristiana"
(núm. 4, § 2), con su "ec,:periencw de siglas" (núm. 42) y "las
p-rincipio$ morales"
(núm. 48, § 2).
Dice, en el núm. 25 que: "La acción ¡,o lítica -i es necesario
subraya,, que se trata, ante todo, de una acción y no de una ideo
logiat-
debe esta,r apoyada en
un proyecto de
soc,'edad, coheren
te en sus medios concretos y en su aspiración que se alimenta de
una concepción plena de la vocación del hombre y de sus diferen
tes
expresiones s,,ciales. No pertenece
ni
al Estado, ni ta,mpoco
a
los
partidos
poUticos qwe se
cerrarían sobre sí
mismo, el
tratar
de imponer
una ideología por medios que desembacarian en
la
dictOJdura de
los espíritus,
la peor
de
todas. Taca a los grupos
cul
turales y
religiasos -dentro de
la libertad de adhesión que
elfos
suponen- desarrollar
et1! el cu;erp,o social, de manera desintere
sada, y por su ¡,,apio camino, esta; convicciones últimas sobre la
naturaleza, el origen y el fin del hombre y de la sociedad."
"En este campo conviene recordar el principio proclamado por
756
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
el Concilio Vaticano II: «La verdad n;o se impone más que por la
fuerza de la verdad misma que penetra el espíritu con tanta dul
zura como potencia.»
En cambio, según el núm. 39: "No ha;y que prestar menos
atención
a la acción que las
al d(f)Y o-rigen a la elaboración de modelos socúiles que se querría
imp,oner enseguida coma tipos
de
canducta científicamente pro•
bados.
El
hombre
puede convertwse entonces
en
abjeta de m,m,í-.
pu-ladones, orientando sus deseos y necesidades, modificando sus
comportarwientos
y hasta su sistema de valores. Nadie duda que
ello encierra
un
grave peligro para /,a,s sociedades de mañana y
para el hombre mismo. Pues si todos se ponen de acuerdo pa,-a
construvr una sodetlaá nueva.
al servicio de lw hombres, es nece
sario
saber
todcrv-ú, de qué hombre
se
tmta."
Aunque, advierte el núm. 40: " ... Com,o para las ciencias na
turales, la Iglesia tiene confÍ11111Za en esta investigación e imJita a
los cristianos a tomar parte activa en ella. Animados por la mis
ma ezigencÚJ científica y por el deseo de conocer mejar al hom,
bre, pero al mismo tiempa iluminadas por su fe, los cristianos
entregados a las ciencias humanas entaMarán un
diálogo que se
prevé fructuoso entre
la Iglesüi y este nuevo campo de descubri
mientos.
En verdad,
cada disciplina científica na podrá compren
der, en
su particularidad, más que
un wspecto parcial, aunque ver
dadero, del hombre;
la totalidaá y el sentido se les escapan. Pero
dentro
de
estas límites l,,s ciencias humanas aseguran una función
positiva que la Iglesia reconoce gustosamente."
Es decir, el proyecto coherente de sociedad, que corresponde
trazar a
"los grupos culturales y reUgiosos" (núm. 25), no puede
fundarse en los "modelos sociales" propuestos por las ciencias
humanas (núm. 39), ni que se basen en los "a priori" ideolóqicos
(núm. 38). ¿Dónde, pues, habrá de fundarse ... ? Volvemos a la
única respuesta posible: en las
enseñanzas de la Iglesia, de su
dactrina pólítica y social cat6lic0!.
Es necesario una formación adecuada. La carta, en el § 2 del
núm. 24, advierte de: "la imp,ortancia de una edU,Cación. para· la
vida
en sociedad, qu.e, además de la 1nformación sobre los dere-
• 7)7
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
chos de cada uno, recuerde su necesaria correlación con el recono
ciniiento
de
los
deberes de
cada
cual respecto
a los
demás,· el Se1'/r
tido y /,a prácticm del deber están, en todo caso, cvn,dicionados por
el domi.nio d,e sí y por la aceptación de las responsabilidades y de
/o,s lvmites puestos
al ejercicio de
la libertad del individuo o del
grupo".
El mismo Paulo VI, en su alocución a un grupo de Universi
tarios italianos del 28 de junio, ofrece un ejemplo de esa
forma
ción necesaria para el compromiso temporal :
"Estudi(Jff' y pem(Jff', primer leber. Bu.sc(Jff' y saber, esto
en
primer lugar. Dar a
la
etaepa de
los estudios
universitarios y a la
etapa sucesiva profesional su
impronta
humana superior y c(Jff'ac
teríslica, el compromiso racional,
la
búsqueda de
la wrdad y ha
cér de' el/,o, la luz
del propio
sendero en la mda, esta,
fue la
norma
directiVOJ
de la FU
C I en
n-uestros días, y
después de los
Gradu'a
dos
Católicos.
En
el mm/to y
agitación de las corrientes
op,eratiVOJs,
políticms
y sociales, guiadms sin lógicos
y
sólidos principios por
pasion'es voluntaristas y
por intereses de poder,
tener la vvrtud
de impaner a
sí mismo el
primado de la razón, del
estudio, de la
honestidad del pensamiento,
del
silencio, de la crítica constructVlla,
del
concepto personal sobre
el mundo de los seres, de
los aconte
cimientos,
de
fos deberes, en
una
palabra, sobre la 'ZJÍda, fue
la
norma que orien,:ó, sin pedanteria especukttiva alguna, en, aque
llos
tiempos al numos, a
los dos
mo'ZJÍmientos; y las mcisitudes his
tóricas y cidtura/,es de aquellos años corroboraron su bondad."
Y, en su nombre, el Cardenal Secretario de Esta.do, en su
carta a la reciente LVIII Se,nana Social de Francia, al referir el
compromiso a la actividad necesaria para resolver las situaciones
conflictivas, ofrece
otro claro ejemplo:
"En primer
lugar, debéis
confecciona,r un inventario objetivo
de los conflictos reales de la sociedad, tanto en los sectores fa"
miliar
y profesional, económico, social y
político,
como en
los
pla,
nos culturwl e ideológico, étnico y eclesial. Tras la apariencia de
una "sociedad de migajas", descubriréis también to·do lo que se
oculta en la marcha de este proceso de fragmentación y manifies-
758
Fundaci\363n Speiro
----~iiJJCTOGESJMA--ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
ta ya la puesta en práctica, si bien todavía de forma incipiente,
de un deseo profundo de unidad.
"Es necesm-io guardarse, en efecto, de erJ~obar estos fenóme
nos en caUgorias apresuradamente establecidas y de juti!Jtl
abusivanumte como si procediesen exclusivamente de umi falta
lanum,tahle
de
autoridad o de una inadaptación
perjudicial de las
instituciones. La realidad es más compleja y movediza. No se
deberá
minimizar la amplitud y /,a profundidad de los conflictos
que se ocultan tras un engatñoso op·tim.isnw de m
de estos levantamientos brutales de los que la historia lleva /,a
m,pranta S111nflYÍenta. Tamp-oco se deberá atribuir al conflicto mis
mo una especie de consagración, como si la exasperación de las
tensiones fuese el med-io inifalible de instOJUrar una sociedad nueva
y más justa ... "
LA ACCIÓN, PUES, Rlt,QUI~ F'ORMACDÓN PR:B::VIA, EXIGE RE
FLEXIÓN DESPUÉS DE
SERENA OBSERVACIÓN
Dlt LA REALIDAD. No
es una praxis revolucionaria.
Para concluir, y una vez más, nos remitimos, ante nuestro
deber de eficacia y sus condiciones, al libro de J ean Ousset La
acción, para releerlo y vivirlo.
759
Fundaci\363n Speiro
POR
J. V. de G.
SUMARIO: I. Interpretaciones contradictorias; ¿puede leerse la carta
de
diversas
maneras, con
distintos sentidos ?-II.
¿ Puede tener :a carta
. Octogesima adveniens valor derogatorio o novador de la doctrina social
católica
?-III. ¿ Ha pretendido Paulo VI, en su carta, derogar la doc
trina so-cial ca.tólica, enseñada por sus predecesores, o, al contrario,
la reafirma y confirma.?-IV. El contexto histórico actual que se con
templa en la Oct,ogesima adveniens.-V. El plJtnteamknto estratégico
ante el contexto histórico expuesto.-VI. La táctica que se desprende
de la carta. Confusiones. que
al interpretarla se han puesto de mani
fiesto.-VII. Ideologías y criterios contradictorios con la doctrina so
cial católica que la carta insiste en _ rechazar o en advertir contra
ellos.-VIII. Renacimiento de las utopías denunciado en la carta.-IX.
Los movimientos históricos concretos :
¿ puede encontrarse1 en su evolu
ción, la.
tercera vío? ¿ Se hallará en el socialismo? ¿ Sigue siendo la ter
cera vía la doctrina social católica ?-X. Significado, en la carta, de al
gunas palabras de sentido multiforme o ambiguo : libertad, igualdad, democracia, participación.-XI. Los aspectos positivos de
la doctrina
social católica expuestos en
filigrana por
la carta.-XII.
La acció11
de
los seglares católicos.
l. Interpretaciones contradictorias : ¿ Puede leerse la carta de
diversas maneras, con distintos
~entidos?
La primera cuestión que se formula Marcel Clémen~, en el
segundo de los artículos que el 20 de junio, con el título Quelle
traisieme 'l!Oie?, en L'HOMME NOUVEAU, ha dedicado a la
carta Octogesima adveniens, es la siguiente:
"Si
se consideran
las reacciones diversas de los periódicos
y
de los hombres públicos, decididamente existen bastantes posibles
"lecturas" de la carta
Octogesima adveniens. Desde los [JOIUllistas
a los comunistas, pasando por los liberales, los socialistas de Te-
moignage Chretien y los gauchistes de N ouwl observateur1 todo
el
mundo se
declara satisfecho.
¿ Cómo explicaríais este- acuerdo
" 6S7
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
singular de gentes opuestas fundamentalmente? ¿ Acaso no debe
concluirse que la carta pontificia es ambigua?"
El mismo escritor recuerda "las exégesis radicalmente opues,...
tas dadas, por ejemplo en La Croix, por Rémond, Garaudy, Buron
y Calan".
Por su parte, el mentado N owel observa,teur del 24 de mayo
comenta: "Si se excluyen los ultras, muy descontentos de esta
apertura, todo el mundo está satisfecho, desde J acques de Mon
taJais y René Tomasini a Etienne Fajon, pasando por los cató
licos de
izquierda y Roger Garaudy."
En su respuesta a la pregunta que a1 principio hemos trans
crito, el propio Marce! Clément, afirma que, ante tantas interpre
taciones contradictorias, ''es evidentemente indispensable'': tomar
al pie de la letra la recomendación de Paulo VI ( en el núm. 4 de
la carta) y leer
-----0 releer~ "el fondo permanente de la doctrina
social de
la Iglesia taJ como la formularon Rerum nOV01Yum, Qua
dragesima cmno, /os grandes mensajes radiof6nkos de Pío XII
e, indudablemente también, Mater et m
este punto. Miret Magdalena, en
Triuajo del 12 de mayo, comenta bajo el
título ";Requiem por la á'octrina social católica?": "Lo que pre
tende la Iglesia actual es olvidarse de recetas autoritarias y quiere
fomentar los valores de libertad, progreso, igualdad, fraternidad
y desarrollo social humano, para que los seglares seamos los auto
res responsables de la construcción de un nuevo mundo alentados
por la jerarquía, pero no dominados, ni condenados, ni abando
nados pür ella, bien éstá el ,crequiemi,, implícito en la actitud
del Papa, aunque no en todas sus pa1abras, por la doctrina social
católica, para que podamos acceder de una vez a una fase de ma
yoría de edad, en la que propugnemos
--creyentes y
no creyenteSr
una "doctrina social" sin más apelativos que el de ser científica
tanto en la doctrina social como
en las
soluciones que aporte".
Y Ezequiel Cabaleiro titula su artículo publicado el 10 de
junio en
Madrid: "El mito de la Doctrina social católica" y procla
ma en un resumen previo, escrito en negritas de mayor tamaño
658
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
que el texto: "En mi opinión, lo verdaderm=nte importante de la
carta reciente de Paulo VI al Cardenal Roy es la clausura del
sistema moral conocido como
«Doctrina social
de la Iglesia», se
cierra, en
nna primavera
florida de documentos pontificios, a los
ochenta años exactamente de su inauguración con
la Rerum no
varum". El autor no se contenta con este requiem sino que, en otros
dos artículos sucesivos,
Ante la doctrina marxista y Progreso del
hombre -publicado,s también en Madrid, los días 11 y 12 del
mismo mes de junio..-lo extiend.e al "orden natural", y aún
llega a plantear si, tal vez para el futuro, podrá extenderse a los
"tabús sexuales"
y
al "Estado" conforme al mito marxista de su
desaparición ( cada
vez más desmentido, por otra parte).
Luego examinaremos si tienen alguna base, o si carecen -de
toda seriedad, esas aseveraciones. Pero antes quisiéramos dejar
planteado
si puede hallarse alguna explicación -que no sea una
simple referencia a
la pasión, la ignorancia o la mala fe-de estas
contradicciones tan radicales en la interpretación de esta carta.
Es algo que no es nuevo en estos últimos años, y que, en especial,
ya se patentizó en la interpretación de !a Declaración sobre la li
bertad civil religiosa,
Dign,itatis humana,e ~ del Concilio V atica
no II.
Anticiparemos cuatro motivos que consideramos primordiales
y que, a nuestro entender, se dan simultáneamente conjugándose
y multiplicando
el
l.º La falta de una clara proclamación de lo que es doctrina
y de lo que es posición táctica o política, que aun cuando se trate
de política pastoral por parte de la Iglesia, repercute necesaria
mente en la política, en el sentido usual de
esta palabra, de
las co
munidades temporales. Es decir, de lo que constituye la tesis y lo
que no es sino una hip6tesis estimada posible en unos supuestos
concretos o situaciones dadas por razón de las circunstancias que
pueden aconsejar
la tolerancia o una cautelosa prudencia en la ac
tuación.
Z.º El desconocimiento por part~ de la mayoría de Íos
6~9
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
lectores de los límites, entre la doctrina y el progr{1J>na; entre los
P'rinCÍpi.os y su aplic11eiém concreta.
3.0 El uso con dimersos significawos de determinadas pulaúras
que, en la actual estrategia, se va,c/,a,n de su viejo contenido y se
intenta llenar con otra nuevo. E<:ta ha sido una vieja táctica del
marxismo-leninismo, que Plinio Correa de Oliveira ha mostrado
luminosamente en su estudio "Trasvase ideológico inadvertido
y
diálogo" (cfr. en VERBO 4Z-43, págs. 97 y sigs., o en folleto pu
blicado en castellano por
SPEIRo). Pero,
no
son só1o los marxistas
quienes hoy usan esta táctica. Hay palabras prestigiosas ante las
muchedumbres, que todos se las clisputan -libertad, democracia,
socialización, etc.,- para desplegarlas como banderas que abren los
ojos
y agradan y que arrastran tras ellas a quienes las perciben.
La Iglesia empleó siempre ciertas palabras en un sentido diferente
del usual en política, es el caso de
la palabra "libertad". Pero de
unos años a esta parte también ha tratado de llenar de un con
tenido cristiano otras palabras como "democracia", "igualdad",
''fraternidad''.
4.0 La voluntad reiterada de Paulo VI de no formular con
denas expresas y su constante actitud pastoral de destacar el lado
¡,osiNlllo incluso de lo que juzga erróneo e inoceptable en su con
funto, respecto del cual tal ,vez piense que se podría actuar evan
gélicamente partiendo de aquel aspecto bueno.
De los tres primeros motivos, nos ocuparemos especialmente
en este estudio,
pero estimamos
conveniente abordar primero otras
cuestiones fundamentales.
II. ¿ Puede tener la carta Octogesima adveniens valor dero
gativo o novador de la Doctrina social católica?
La pregnnta requiere unas previas aclaraciones acerca del ma
gisterio Pontificio.
Adelantaremos, no obstante, que en su caso concreto es evidente
que la carta no pretende derogarla sino mantenerla viva, puesto
660
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
que, como luego veremos, Paulo VI lo ha afirmado así expresa
mente antes de la carta, en la carta
y después de la carta.
Pero, como sus palabras -según veremos claras-- no se es
timan snficientes, por parte de algunos, para desmentir las inter
pretaciones que proponen, estimamos que es necesario plantearse
de modo previo la cuestión enunciada, para poder atajar este
ataque de flanco.
Es sabido que el magisterio pontificio se clasifica en
magis
terio solemne, y en el magis:terio ordinario y unimersal.
El magisterio pontificio debe recaer, directa o indirectamente,
sobre materia de fe y rJe costumbres.
En su primer aspecto se refiere al depósito y trmt.l'misión de
la RevellliCión. El Concilio Vaticano I precisó que «no se prometió
a
los
sucesores de San P{!á:Yo el Espíritu Santo para qu,e jJubli,.
casen una nueva doctrina según sus retvelacíones, sitno p'{J!'f'a que,
con su ruistenci,,, guarden sanla;mcnte y ezp,ongan fielmente la
revelación transmitid" pw los Apóstoles, esto es
el
depósito de
la
fe».
Pero la referencia a la fe y costumbres puede ser indirecta,
pues hay
verdades de orden especulativo previas a las verdooes
reveladas~
por las relaciones que median entre fe y razón, expues
tas por el propio Vaticano I. Se señalan entre ellas, las relativas
a la capacidad del entendimiento humano
para conocer la verdad,
los principios metafísicos de causalidad, razón suficiente, etc., la
libertad ... Además, en materia de verdad y de costumbres la Iglec
sia también se considera custodia del orden natural, por volnntad
de
Dios, que también se muestra a través
del
mismo, como Pío XII
explicó en su radio mensaje de 1 de junio de 1941 (véase su cita
comp
1eta en Verbo 53-54, pág. 242).
La diferencia formal entre el magisterio solemne y el magis
terio O'Ydinario, estriba en que, en el primer caso, según la Cons
titución
Pastor aeterm.tS:
-el Papa debe hablar como pastor y doctor supremo de toda
la Iglesia. debe obrar con plenitud de autoridad .
• 661
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
-debe, finalmente, expresar claramente que pretende impo
ner como revelada una doctrina concerniente a la fe y a las cos
tumbres.
Si estas condiciones no se llenan, no se puede hablar de defi
niciones, ni, por tanto, considerar el juicio pontificio como por sí
sólo infalible e irrefutable.
Pero conviene, aquí especialmente, referirnos al magisterio uni
versal artJi»airi,o o no salemn.e. En V,:ru,o núm. 14 fue publicado un
importante trabajo de
Dom Faul Nau, O. S. B., El mayisterilo
pontificio y su lugar teológico, que recomendamos se relea. En
él observa d autor que: "una cosa es limitar los casos en los que
se pueden verificwr /0,S condiciones de u,n juicio solemne, y otra
cosa limitar al sólo juicio salemne los modos auténticos de presen
tlleión de /,a Ylf[lla de Fe, por el Soberano Pontífice. Una cosa,
imp,oner eomo objeto de Fe todo lo que es enseñado como revelado
¡,ar
el magisterio ordinario y unimersal, y otra cosa li>witar a eso
la obligación de creer".
Por eso señala que se trata de dos modos de proponer la doc
trina, cuya diferencia específica de naturaleza radica en que el
magisterio ordinario no es 'U.In jui'cio ni
como doctrina es asegurada p·or la convergencia) simiultánea o
continw, de una pluralidad de afirmaciones o exposiciones, de las
que ninguna, tomada se¡,aradmmente, puede aportar una
definitiva
certeza, pero todas concurren a integrar ese conjunto.
Si el magisterio ordinario está integrado por un conjunto de
expresiones de autoridad desigual para juzgar de su valor, exis
ten criterios para discernir en cada caso el valor relativo de cada
expresión de las integrantes, que Dom Paul Nau cree posible re
ducir a estas tres :
1.0 La voluntad del Soberano Pontífice de comprometer su
autoridad (aunque no sea magisterio solemne) en
el enunciado de
una doctrina. Acerca de ello pueden ilustrarnos sus propias pala
-bras, y son un indicio la naturaleza, más o menos solemne, del
instrumrmlo escagido ( desde las '#terae encyclicae, bulas, por ese
orden entre las más solemnes, hasta las simples cartas dirigidas
662
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
a los Obispos, a agrupaciones o p.-esidentes seglares de diversas
obras; y desde los radiomensajes a todo el universo a las sencillas
alocuciones a peregrinos). También es de discernir, para valorarlo,
lo que constituye el
tema es1mciaJ de las af.rmo,dones secundarWJs
u obiter dicta,.
2.0 La reson(Ill1,Cia del ·acto, según el auditorio, más o menos
amplio y cualificado, al que -se dirija, aunque tampoco tenga esto
siempre valor
decisivo, sino
sólo i_ndicial.
3.0 La continuidad y co,herenda de las diversas afirmaciones
doctrinales.
De ellas el primer y más obvio signo lo constituye
la rep'etición materiol, respecto de la cual incluso los obiter dicta
pueden constituir preciosos indicios; y son aún más evidente
señal las llwmadas o recu"1'do de las enseñanzas de lo• predeceso
res.
Pero, no menos decisiva que la repetición material,
ha de esti
marse la coherencia interna del des-envolvimiento doctrinal, que
naJuralmente para su estimación requiere el examen cuidadoso de
si puede tratarse de los llamados "escritos de circunstancia", refe
ridos a casos muy
JXLrliculares, sin
olvidar que es posible
"la in
cidencia
de
hipátesis históricas, como la del donatismo o de las
ordenaciones simoníacas, sobre la tesis dogmática del carácter
sacramental".
Los
Papas
"en su
enseñanza
.se preocupan
ante todo por las
necesidades presentes de la Iglesia.
Los errores
que condenan son
los de su tiempo: las doctrinas que recuerdan son aquellas cuya
necesidad se hace sentir actualmente. Su insistencia sobre ciertos
puntos,
como su misma terminología, no pueden encontrar todo
su sentido más que colocados en su contexto de los acontecimientos
contemporáneos. Dejan a sus sucesores, órganos ellos también
del Magisterio vivo, el cuidado de completar el conjunto doctri
nal" ... "La síntesis de conjnn~o no puede ser esperada más que
de la acción del Espíritu Santo, a través de los siglos", y
su com
prensión
requiere "relacionar el conjunto de afirmaciones diver
sas, pronunciadas con ocasión de errores opuestos, para. hacer re
saltar la armonía y solidez del cuerpo de doctrina que componen".
Esta perspectiva debe completarse con el examen del contenido
663
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
y de la finalidad, respecto de las cuales no hay diferencia eutre el
magisterio ordinario
y el objeto del magisterio solemne.
De ello se
ha ocupado nuestro amigo y compañero J ulián Gil
de Sagoedo eu uu matizado estudio
Acerca del Magisterio Pon
tificio, publicado eu "¿QUE PASA?", núm. 391, del 26 de junio,
al ocuparse del examen de aquellos supuestos eu los cuales el
Papa trata de temas que no tienen en sí miismos rekz'ción di~ecta
con la fe y la nwral sino só~o "de modo indirecto~ accesorio-y ac
ci&ental. Entiende el autor que es preciso analizar, además del
valor que el propio Papa de a su enseñanza, los siguieutes datos:
a) La cone:rió'n eutre la te y la moral reveladas y el objeto
de la enseñanza, y, tratándose de las encíclicas llamadas sociales,
si su enseñanza: - "concierne a
principios de orden general, fijos e inaltera
bles basados en el Derecho natural", o
____,. "concierne a la aplicación de esos principios que viene de
terminada por circunstancias histórico-coyunturales de lugar
y de
tiempo y personas, circunstancias movibles y alterables eu sí
mismas".
"En esas Encíclicas -concluye- sólo la enseñanza concer
niente a los principios constituye magisterio pontificio porque sólo
esos principios, no
su aplicación
concreta, están necesariamente
vinculados al objeto propio del magisterio, que es la fe y la
inoral".
El Padre B. Monségú lo explicó, en VERBO 95-96, en su es
tudio -que también conviene releer-, Magisterio y compromiso
temparlll: "A lo socio-político, la Iglesia, a través de su magiste
rio, sólo llega de un modo indirecto o transversal, en cuanto está
en juego la salvación de las almas,
y, además, queda en la línea
doctrinal de los principios, porque sus aplicaciones pueden ser
varias, como lo postulan los principios de orden moral o práctico,
cuya aplicación no se hace a rigor de lógica, sino de prudencia
cristiana o
poHtica".
b) La finalidad que impregne esta clase de enseñanzas; aten
diendo a la cual, uos dice Gil
664
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
subordinación de lo .humano a lo divino, la convergencia hacia la
verdad revelada, cabría considerar en determinados supuestos esa
enseñan7.a como
magisterio
pontificio.
- Si, por lo contrario, la enseñanza tiene un carácter sim
iemente "humanista", de tal manera que el hombre constituya
el eje, el
principio y
el fin alrededor del cnal giren los criterios
de
terminantes
de su acción y de su finalidad, entonces esa enseñanza
no puede constituir magisterio pontificio''.
Sin duda han sido consideI'aciones de ese orden las que a nues
tro_ amigo el Profesor Puy, en su artículo La opci6n socialista,
publicado en El Pensam;enta Na'lJ(J)Yra del 10 de julio, le han mo
vido
a decir que, en su opinión,
"la carta apostólica al Cardenal
Maurice Roy, presidente del Consejo de Seglares y de la Comisión
Pontificia
"Justicia y
Paz": no es una encíclica ni tiene fuerza ju
rídica vinculante, ni puede ser asimHada a encíclica". Gil de Sagredo,
al final de su citado estudio, distingue al res
ponder a las preguntas acerca de si 1a carta Octogesima adveniens
y el Documento sobre lo5 Medios de comunicación social, consti
tuyen magisterio pontificio:
"En el inmenso mar de afirmaciones que contienen esos dos
documentos pontificios y tantos otros, en que se abordan, se
p!an
tean,
se exponen y se trata de resolver innumerables problemas
puramente
4umanos, materiales y tem!X)rales sobre política, eco
nomía,
-sociológica, progveso, desarrollo, urbanización, emigración,
etcétera, únicamente podemos calificar como Magisterio Pontificio
a los pocos y elementales principios de Derecho Natura! que pue
dan entresacarse de ese descomunal complejo documental que
constantemente sale por oleadas de
las ,aulas
vaticanas, y ello siem
pre que esos principios se ordenen y se dirijan hacia el fin, el
ol>
jetivo
y la misión propios
de la
ense!íanza del
Papa y
de la Iglesia,
que es el orden sobrenatural. Porque si esos Principios y la
en
señanza
montada sobre ellos no tienen un sentido de convergencia
hacia
el orden sobrenatural, sino hacia el orden simplemente hu
inano y natural, entonces
la enseñanza pontificia, por muy certera
que sea, tampoco podrá calificarse como Magisterio Pontificio."
Quiséramos matizar, algo más, esta respuesta.
665
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
Pero antes diremos, para iluminar mejor el tema, que Louis
Salleron en
Carrefour del 3 de junio, emite esta opinión ---que a
algunos
les parecerá
paradógica-sobre la Octo-gesima adveniens.
"Más que nunca, es la apertura al mundo en un dima revo
lucionario.
"El Papa, ciertamente, hace, en nombre del cristianismo, todas
las reservas que se imponen, e incluso las hace tan netamente que
es como un nuevo
Syllabus que se dibuja en filigrana detrás del
rechazo de las
ideologías y
de
las utopías
y del positivismo que
gobiernan el mundo moderno. Aunque el acento sea menos firme
en estas
reservas que
sobre la necesidad de mezclarse al mundo,
a todo precio". Para
aclarar dentro
del conjunto de la carta, el distinto signi
ficado de su vario contenido, tendremos necesariamente que disec
cionar, aquello que es: - mera exposición de situaciones
y hechos
-análisis de tendencias y deseos del hombre de hoy
-llamada
a la acción en el mundo,
al compromiso tempora1
·
-reprobaciones
de ideologías, utopías y otros males o defec
tos sociales o advertencias acerca de riesgos
y de los límites que
no pueden sobrepasarse
-propuestas
o insinuaciones de caminos a
seguir o
de solu
ciones para lograr mejoras
concretas en
el orden justo
y el pro
greso
temporal humano.
De este diverso contenido, ni lo que es mera exposición de
situaciones y
hechos, ni tampoco el análisis
de los deseos y ten
dencias predominantes en el hombre
de hoy, constituye materia
del magisterio pontificio, annque pueden ayudar a entender e
pensamiento del
Papa cuando
éste se
ocupa de
su específica
ma
teria.
Ni siquiera lo constituyen sus propuestas e insinuación de
soluciones concretas o de caminos hacia objetivos precisos en
el
orden tempera!, respecto del cual el mismo Papa, con toda hu
mildad, ~.e proclama no competente: "Frente a situacion¡es tan dir
v&sas
-dice (núm. 4)-, nos es átfkil pr011undar una pda.bra
úini:ca, como también proponer
una saluci6n con valor universal.
No
es nuestra
ambición, ni tamipoco nuestra
misión."
666
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
En cambio, la doctrina social puede ser expresada, aclarada,
ampliada y matizada en cuanto toca a los principios de orden
moral o
de derecho natural, cuando
el Papa la muestra en su re
probación de ideologías y utopías o
la trasluce en sus denuncias
de injusticias o defectos actuales y en sus propuestas de soluciones. Lo mismo podemos decir
respecto al deber de los cristianos de
actU(J)y ''con responsaibilidad y acción efectiva" para "p·enetra,r dfel
espíritu cristiano a la mentalidOJd y costumbres, las leyes y las es
tructuras
de
su
comunidad de vidal' (núm. 48, donde repite las
últimas palabras transcritas de la
Papulorum Progressio, 81).
Se
trata de lo que su S. Pío XI, al dirigirse en 1927 a la Federa
ción universitaria italiana, denominó la caridad p1olítica, que la
carta que comentarnos expresa como "la acción de los crist'iooos
al serwicio de sus hennanos en las pUJntos donde' se juegan S'U
existe.,,,:ia y su porvenir" (núm. 51, 2.º).
P:ero, en cuanto al modo de cum,pilir con este deber y de lograr
este resultado, la cuestión es otra:
-De una parte hay una cuestión de pol!tica pastoral, de
eficacia piastoral, que no es doctrinal sino estratég,i'ca y táctica,,
y que puede ro-zar opciones concretas correspondientes al ordien
temporn.1. Es ahí donde encaja la observación que, siguiendo al
P. Francisco de Vitoria, hizo el Padre Monsegú en su estudio
antes mencionado: no 00.sta "que algo sea necesario o conveniente
para el fin espiritual de la Iglesia para que, sin más, la Iglesia
intervenga en lo temporal, sino que es menester at.ender a ver si
positiruamente lo que hace la autoridad civil o el compromiso tem
poral
que el
cristiano se toma es gravemente pecaminoso o daña
gravemente la salud de las almas". Por ello, expuso el mismo Vitoria (al que transcribe
de sus Relecciones teológicas I, 14):
"Debe pues el Pontífice respetar el gobierno de lo temporal y no
decretar cualquier cosa que a simple vista juzgue a propósito para
fomentar la religión sin hacer caso a las cosas tempora,les, pues ni
los príncipes ui los pueblos están obligados ni se les puede forzar
a lo más perfecto de la vida cristiana sino solamente a
la ley cris
tiana dentro de ciertos límites" (Respecto a la posibilidad y con
veniencia,
o no, de
imponer por
la
fuerza el
ejercicio de las vir-
667
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
tudes más allá del ámbito exigido por el b;en común temporal, o
por encima de la libre opción personal en cuanto no afecte al orden
público, puede consultarse al P. Francisco Suárez S.
I. De Iusti-
tia et Jure, caps. III, XII y XIII, opinión que referimos en "El
orden
natural y el Derecho", en
VERBO 53-54, y más ampliamente,
en
De la virtud de la, justicio a lo justo jurídico, en Rev. de Dere
tho Espamol
y Americano, octubre-diciembre 1965 (págs. 89 y
siguientes)·
-De otra parte, las direcciones en determ.inadio sentido o las
solucio'JU!s concretas, insinuadas al respecto en la carta, no pasan
de ser reflexiones, según el propio Paulo VI dice al final de la
misma (núm. 52), pues en ella, según dice casi al principio (nú
mero 6), aprovecha la ocasión ofrecida por el aniversario
de la
Rerum no'1,/Mum para ''confiar nuestras inquietudes y nuestro p1en
sarmiento"
respecto a "la misión de la. Igle'sia arnte los grwes proble
mas que plantea hoy la justicia del munldo", para "alentar a estas
orgamismos de la Santa Sede [Comisión "Justicia y Paz" y "Con
sejo para
los Seglares"] en su acción eclesial al servicio del hom
bre'. Nótese quiénes son los destiWJtarias, obsérvese que se refie
re a o,cción eclesiai al servicio del h01nbre, respecto de la cual co
munica
inquietudes y pensamiento (núm. 6) y reflexiones (nú
mero 52)
dirigidas
con la intención de proporcionar, a los dos in
dicados organismos, ''nuei:os elemen,tos, a1 mismo tiempo que alien
to, p•a;ra la prosecución de su tarea de desp,ertar al Pueblo de
Dios, a wna inteligencia
de
su, función
en la
hora actual" (núm. 521,
Es decir que, a la vez que insta a la acción, al señalar direcciones
no pone en juego su magi'Sterio, que no se contrae precisamente
al servicio rlel h01n/Jre en esta finalidad temporal, sino que sólo
reflexiona -en voz alta, alienta., propone, y, a la par, reconoce: "no
es nuestra ambic-]ón, ni tampo'Cº nuestra tnisión" "proponer una
solución con valor uni:versal" (núm. 4), "tarea propia que lm ...,..
glares de/Jen asumir"
(núm. 48, 2), aunque esclarecidos "a la luz de
la palohra malterable del Evangelio y según las enseñanzas so
toria
y esperiaimente en, esta era industrial", pues aquí es donde ra-
668
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
dica el Magisterio universal y en donde sus PTincipios y directri
ces hallan su
sedis nwteriae propia.
L'Osserwtore Romano, del J de junio, en el editorial La me
diozzione} firmado por las iniciales, f. a. comenta que: "no corres,..
pande a la Santa Sede, como tal, que no pertenece al _mundo ense
ñar técnicamente como se debe perseguir, en unas condiciones que
varían de país a país, una justicia más verdadera: sino que es
deber de los cristianos en el ámbito de las respectivas comunidades
actuar según la justicia bajo el estímulo de la caridad que no pue
de concebirse si no se practica encarnada".
III. ¿Ha pretendido desmontar Paulo VI, en su carta, la "doc
trina social católica", enseñada ¡,or sus predecesores, o, al
contrario,
la reafirma y confirma?
Recordemos, ante todo, que Pío XII en su discurso al Con
greso
de la Acción Católica Italiana del '29 de abril de 1945, de
claró que la
doctrina social de la Iglesia:
-está "definitima>men,te fijada en cuanto a .slus puntos funda,.
mentales''.
-"es swficientemente amplia pam poder ser adaptada y ~
cooa a las vicisjtudes mmbi.amtes de los tiemp•os, en el su
puesto de que no sea en detrimento de sus primcipws in
mutables y permanen:tes".
-
es "c/(1ff'a en todos sus aspectos".
-y "es obligatoria; nadie puede separarse de e/ta s,n peligro
para
la fe
y el orden mora},''.
¿ Son desmentidas estas afirmaciones por la carta Octogesima
adveniens?
Podemos decir que Paulo VI, literalmente, ha PTOClamado la
vigencia de esta doctrina sociaJ católica y se ha remitido a ella
antes de la carta, en el propio texto de ésta y después de ella.
Antes de la carta, en su Mensa.je sobre el progreso humano
de 30
de abril de 1971, en los párrafos que publicamos junto a
este estudio se remite
exPTesamente al proiJ'l'mma social de la Jgle-
669
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J. V. DE G.
sia, referido por Pío XII en su Mensaje al Kalholikenrog en Bo
chien, y concluye: "Esta doctrina, interpretación de la Buena Nue
va, conserva su vigencia en la actualidad y en el futuro."
En l.ai 111lisma ca;rta, reiteradamente, como puede comprobarse
desde sus primeras palabras ;
-"El ochenta aniversario de la pw/Jlicación de /,a Encíclica
Rerum novarum, c·uyo mensaje sigue inspirando la acción en jWlJOr
de la justicia social, nos
anima
a
continuarr y ampliar Úbs enseñan
zas de nu;Jslro·s predecesores, para dar respuesta a las necesidades
nuevas de un mundo en cambio" (núm. 1)-
-"Incwmbe a las comunidades cristianas analizM con obje
tiividad
/,a situación propia de su país, esclwrecerlá mediante /,a
luz de la palabra inla,teraNe del Evangelio, deducir principios de
reflexión, normas y directrices de occión según las enseñanzais so
ciaJes de /,a Iglesia tal como han sido elaboradas a lo /,argo de la
Historia y
esp-ecia/,mente en
esta
era imdustriol,, después de la fecha
histórica
del
Mensaje de León XIII sobre
«la condición, de lo,
o/Jreros»
... " (núm. 4 § 1).
- Ante la amplitud de los cambios actuales
"queremos -dice
Paulo VI-,
sin olvidar ¡,or ello los constantes pro,b,/emas ya abor
dados P'or nuestros predecesores, atraer la atención sobre algunas
cuestiorves que P'Dr su u.-gencia, su amplitud, su comp,lejidad, deben
esfxr;r en el cent-ro de los cristianos en los años venideros ... " (nú
mero 7).
-" ... el cristiaino sacará de las fuentes de su fe y de las en
señanzas
de
la Iglesia lo~ principios y las normas oportunas para
ev-itar dejarse ~educir y después encerrar en un sistem.a cuyos
Um;tes y to,timt(fJYismo corren el rie.go de aparecer ante él dema
mdo tarde si no los percibe en sus raíces" (núm. 36).
-El que, hoy los problemas parezcan originales, debwo a su
amplitud y u.-gencia, ¡quiere dec>r que
el
hombre se halla impre
parado para resolverlos? La
enseñnJnza
social de la Iglesia
acom
¡,wña
con
todo su
dinamismo a los hombres en su
búsqueda ... "
(núm. 42).
Después de la carla, en su homilía durante la misa conmemo
rativa del LXXX aniversario de la
Rerum novarum, del 16 de
670
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVEN/ENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
mayo, señala como una finalidad de esa conmemoración "la de
continU(JJf"": "De continuar} decimos, en la afirmación de ia escuela
social cllJtófra. La, inagotable fecundidllJd de los principios teoló
gicos, filosóficos, antropol&gicos, de
los que
sarn su
fuente,
y la
valided de
su enseñanza, el imperativo evangélico e histórico de
su tradición ... ".
"Contffluar. Es lo que, con una paiabrra mucho más modesta,
he111,0s tratada de hacer, volviendo a escUJChar aquella que, hace
ahc;ra ochenta años, León XIII anunciaba a la Igles:a y al mundo,
mediante nuestra carta apostáliw publicada ayer".
Por parte de algunos -entre ellos nuestro Embajador en el Va
ticano, Antonio Garrigues en su artículo en tercera plana de
ABC del día 16 de junio, titulado Una carta importante-, se ha
destacado que
la Octagesima aáveniens no habla de doctrina sino
de
enst'iú>nza social de la Iglesia, y se ha opinado que ese cambio
terminológico "debe necesariamente tener un sentido", del que ''tentativamente''
el mismo Garrigues avanza esta interpretación:
"La Jerarquía tiene una misión docente y de ella deben ema
nar
los principios en los que inspire la acción social de !os cris
tianos, docencia que incluso, en ciertos casos, puede ser no sola
mente genérica, sino específica. Pero que
esa enseñanza se deba
y, sobre todo, se pueda --con la complejidad y la inmensa varie-
dad de situaciones que caracteriza la problemática social de los
tiempos
actuales--materializar en una "do~trina social", es otra
cosa
bien diferente. La palabra doctrina tiene varias acepciones,
pero la predominante, sobre todo en relación con la Iglesia, es 1a
de aquellO que '1se debe saber" (la doctrina cristiana es "lo que
debe saber'' el cristiano en orden a la fe cristiana).
"Si a otro nivel de los tiempos, cuando los problemas sociales
estaban en una fase más incipiente
y se manifestaban en un área
geográfica mucho más reducida, se ha podido pensar eclesia1- mente en una doctrina social, válida para cualquier punto del es
pacio o cualquier momento del
tiempo, la experiencia parece ha
ber demostrado que esto ya no sólo es cada día menos posible
sino que se hace más y más peligroso."
671
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f. V. DE G.
Sin embargo, no nos parece aceptable esta explicación a no
ser que confundamos la
doctrina so-cial ----que, según Pío XII, está
definirimamente fijada, en cuanto sus principios fundamentales y
que, sin detrimento de éstos
es suficientemente amp'iia para pvder
ser adaJpü•oo
y aplicada a las vicisitudes cambimz,tes de los tiem
pos~ con sus aplicaciones concretas a circunstancias específicas.
La enseñanza es la exposición y explicadón de la doctrina,
y ésta, por lo tanto, el objeto de ésta: El cambio terminológico no
varía el contenido al que una y otra palabra se refieren en nuestro
caso, pues la Iglesia enseña su propia doctrina. Denota simple
mente una posición humilde ante el mundo,
al que se
le hace otra
llamada, a lo mismo de siempr-e, pero desde otra postura que se
estima pueda ser de más eficaz penetración.
La diferencia que es preciso tener presente es la que media
entre doctrina y prograrma. Quienes hace unos diez años leíamos
en VSRBE, lo publicamos traducido al castellano en VERBO, a
partir del núm.
3, y discutíamos en i:iuestros grupos de estudio,
el trabajo de Jean Ousset "Inltroducción a la Política" (revisada
después por el autor
y publicada en castellano por SP©Ro en 1966
con el título Fundamentos de la política., por Jean Marie Vais•
siere) aprendimos bien, ya entonces, la distinción entre:
-DOCTRINA, es decir, el conjunto ordenado de nociones
y p-rincipivs generales ( uniwer saies que permanecen por ene'Ílma
de los acontecimientos, cualesquiera que sean,· pues ex-p,resa el
orden divino, nUJtural y sobrenatural, y
-PROGRAMA, que es, según palabras del Cardenal Su
hard,
el ROPAJE PASAJERO DE LA DOCTRINA, que no
debe ser confundido con la integridad esta, con lo esencial:
El
progra(IIJU[; se lim4ta a ser un plan de acción previsto pcor,a un de
terminado su'Ceso, que puede cmnbimr de u,n dfa a otro.
La doctrina permanece, el programa P=-La doctrina es lo
esencial, el programa lo accidental.
El programa requiere estrategia y táctica, planteada y previs
ta para determinadas circunstancias históricas, con el fin de apli
car, en Jo posible y por el camino que se juzga más practicable, la
doctrina. Por lo tanto, para extraer la doctrina, a través de un
672
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«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRJNA SOCIAL CATOUCA
programa, es preciso elevarse, es necesario "llegar a lo que es
superior a los programas, a lo que los impulsa, a lo que permite
forjaros" (cfr., oh.
últ. cit., I parte, cap. II, págs. 74 in fine a 76).
La distinción no es ninguna novedad de la:s actuales enseñan
zas pontificias. San Pío X, en Il fermo proposito, la había ex
puesto claramente
al hacer.
notar que:
"Hoy es imposible restablecer bajo la misma forma todas la,s
instituciones
que hcm p>odido ser útiles e mclwso kJs únicas efica
ces en los pasados siglos, al ser tan numerosas las modiificaciones
ra.d·icales
que el paso de los tiempos introduce en la sociedad y
en
la vida pública, y tan múlt;p/es las necesidades nucru,, que lar
camlnantes circunstaincias no cesan de suscitar. Mas la Iglesia, en
su larga mstorin, siempre y en tod/JJ ocasión ha demostrado l-wmi
nosamente que posee una maravillosa virtud de adaptaci{m a IIJJs
condiciones ilariables de la sociedad cwil: sin haber atentado ja,.
más
contra la integridad o la inmutabilidad de /,a fe o de /,a moral,
y sal,vag,,,,rdando siempre sus derechos sagrados, se adapta y se
acomoda fác'.mante a
todo
lo que es contingente y accidental, a los
vicisitudes de lo-s tiempos y a las nu= exigencias de la. so
ciedad."
Una cosa parece evidente en el planteamiento de la Octoge
sirna advenÍlf!'ns: la que se denomin6 propiat>nen,te doctrina "soc"iaf'
de la Iglesia, dado el actual entrelazamiento de lo socia y de lo po
lítico, ha sido desbordada por la, doctrvna "poUticol' de la Iglesia,
que incluye aquella dentro de su más amplia perspectiva. Nótese
que, ya antes de la carta, lo había
-observado Salleron
en el ar
tículo que antecede a éste. Ahora en
Carrefour, de 7 de julio, el
mismo autor recuerda que ya cuando Pío XI publicó la Dwini
Redemptoris para condenar el comunismo, la "doctrina social" pro
piamente ~ablando ya no era sólo sociaJ, ya era doctrina poUtiro,
aunque Pío XI siguiera aconsejando el estudio y difusión de la
doctrina social.
El mismo Salleron, en el artículo que precede a éste, en .este
mismo VER.Ea, señala
la evolución de este concepto en tres etapas:
1.0 Defensa del asalariado contra la potencia del dinero. 2.º De
fensa
de los débiles contra los más fuertes en una diversidad de
,, 673
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
situaciones. 3. º Defensa del hombre contra la potencia creciente
del cuerpo social. Aspecto, este último,
patente en
la carta. que co
mentamos, como comprobaremos en
los epígrafes
siguientes.
IV. El contexto h-istórico actual que se contemp,la en la uoc
togesima
adveni,ens.".
No só-lo tuvieron contexto histórico las encíclicas, cartas y dis
cursos
de
los papas anteriores, también hoy tenemos nuestro con
texto histórico, tal
vez más
fugaz,
y, este contexto, es contem
plado
con ,sus propios
sentidos o a través de como le informan sus
contemporáneos --directamente
y por los medios masivos de co
municación- por todo aquel que pretende aplicar en el contexto
histórico la doctrina, en cuanto
sea posib'e
y del modo que juz
gue más adecuado. Es decir, con una estrategia y. una táctica
que, con la doctrina aplicable, integran el programa adecuado para
el momento histórico concreto. El planteamiento de éste se cons
tituye, por consiguiente,
de los siguientes elementos:
-la doctrina,
-el contexto histórico, según lo percibe .el autor del pro-
grama,
-la mentalidad, las tendencias y las aspiraciones predomi
nantes
entre
los hombres a quienes se dirige el programa o a
quienes se trata de adoctrinar o de mejorar con su realización,
pues hay que conocer aquéllas para poder actuar sobre quienes,
consciente o subconscientemente, las sustentan.
-la estra!leg:a y la táctica para aplicar en lo posible la doc
trina en ese contexto histórico y a hombres de la mentalidad, ten dencias y aspiraciones observadas. El magisterio pontificio se circunscribe
a la doctrina. El acier
to del programa dependerá de la
exacta valoración
del contexto
histórico,
de la
agudeza en captar la mentalidad y sensibilidad con
temporáneas, de la estrategia y táctica escogidas para la
finalid~d
perseguida, y, para precisar ésta, no dejará de influir la penetra-
674
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
ción en la visión del futuro que alcance el autor. Pero todo esto
no es
~ortrina y quelÍaJ fu,era del magisterio universal pontificio.
Veamos, pues, previamente a todo análisis, cuál es el contexto
histórico contemplado en la carta al Cardenal Roy. El núm. 3 de
la misma lo expone crudamente:
"Ciertamente, son muy diversas las situaciones en la,s, cuales,
de buenr, gr,na o por fuerza, se encuen,tran comprometidos los
cristianas, según las regianes, fos sistemas saciopoliticas, las cul,
turas. En unas sitws, se hallan reducidos al silencio considerado,s
como
sospechosos, y tenidos, por decirlo asi, al m
otros, son una dél:nl minoría, cuy-o-voz difícümente se hace sentir.
Incluso en nociones donde a la Iglesia se le' reconoce su pu,esto, a
veces de
manert, oficial, e//{]) mi.mm se ve sometida a los embates
de la crisis que estremece la sociM:ad, y algunos de sus miembros
son tentados
por
soluciones
radicales y vio,lentas de las que ellos
creen poder esperar
resutados más felices. Mient:ms que unos,
fficonsci.entes de las injusticias presentes, se esfuerzan P,or man
tenw la situaci6n existente, otros se dejan seducir por ideologías
revalucionarixis,
que
les
prometen, no sin ilusi6n, un mundo defi,
niti,ua,mente mejor."
Es decir, que el mundo se halla dividido· en países que se dis
tinguen, en líneas generales:
-por su sistema totalitario, que deja a los cristianos al mar
gen de la sociedad (es decir, el de los países situados detrás de
los telones de acero y de bambú y algunos del tercer mundo).
- por ser países pluralistas, en los cua,les los católicos "son
una débil minoría, cuya voz difícilmente se hace sentir''.
-por países católicos, y algunos oficialmente católicos, pero
afectados por "la crisis que ·estremece la sociedad"
y en los cua
les algunos de los miembros de la Iglesia "son tentados por solu
ciones radicales y vio1entas de las que ellos creen poder esperar
resultados más felices", e, incluso, "s,e dejan seducir por ideolo
gías revolucionarias, que les prometen, no sin ilusión, un mundo
definitivamente mejor", mientras otros, "inconscientes de las in-
675
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
justicias presentes se esfuerzan por mantener la situación exis
tente".
Por otra parte (núm. 26) observa dos grandes bloques ideo-
lógicos:
-el
del marxismo,
y
-el liberal.
N olemos que, precisamente, los dos grandes bloques que ac
tualmente dominan el mundo, representan una y otra ideología,
como dice el
editorial de L'Osse-rvatore R= del 6 de junio,
firmado por las siglas f. a., que añade
-"son de
naturaleza mo
nista fundadas sobre una consideración del hombre unilateral,
terrena ... ".
Y, como nueva perspectiva señala (en el núm. 29):
"Si hoy día se ha podido habla.-de un retroceso de las úieo
logú:,s, el/o, puede constiru>Í!r ,m, m-0mento .favomble pG/Ta una ap,er
tura a la trascendencia,
concreta
del
cristianismo. Puede ser t"1*
bién un desliza,m;ento más acentoodo hacia un nuevo, positwiSfflO:
la técnica universalizada como forma dominante
de actividad,
como modo
invasor
de
existir, cuma lenguaije misma, siln que la
cuestión de su sentido sea realmente plante"'1a-"
Y, en fin, el renacimiento de las utopías (núm. 37) "Socüdis
mo burocrático, capitalismo tecnocrático, dem-0,cracia autoritaria
,nan;fiestan
la dificultad de
resolver el
gran proNema humano
de vivir todos
juntos en
la justicia y la iguvMad" y de ahí "una
contestación
que surge
po,co a' poco
por todas
prJJrtes, signo de
pro
fundo malestar, mientras se asiste al renacimiento de las "uto-
1 W' que pretenden
resolver
el
prob/,ema poUtico de las socieda,..
des modernas mejor
que
las ideologias".
También examina una serie de problemas concretos nuevos,
característicos de nuestra actual época repleta de cambios: nuevo
urbanismo y éxodo rural masivo (núm. 8); creación de lo super
fluo en la sociedad de consumo, quedando por cubrir necesidades
primarias, en un desarrollo desmedido de las grandes ciudades
(núm. 9); nuevas discriminaciones producidas en
las grandes
ciudades
que trastornan modos de vida y
la especulación con las
necesidades
de los demás que crean nueva soledad social, nuevos
676
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
proletarios y fomentan las drogas y el erotismo (núm. 10), agudizan
el
problema del alojamiento decente {núm.
JI); los de la juventud
y las reivindicaciones de la mujer (núm. 13), de los trabajadores
(núm. 14) de las víctimas de los cambios sociales (núm. 15),
las discriminaciones raciales (núm. 16), la emigración (núm. 17);
los del poder de medios de comunicación social (núm. 20), de la
explotación inconsiderada
de la naturaleza ( núm. 21) ; del pro
greso científico (núm. 22) y los interrogantes de las ciencias hu
manas (núm. 38); de la concentración de empresas internacionales
(núm. 43) y el egoísmo de las naciones (núm. 45); la previsión
social (núm.
47), etc.
Como introducción a esa serie de cuestiones concretas, dice,
aJ>artir de su segunda frase, en el núm. 7:
u ... Es necesairio situar los pro-blenws socia-les planteados pvr
UJ economía moderna -condiciotl,(Js hwman{lJS de producción, equi
dad en lo,s cwmbios de bien,es y en la distribuición de las riquezas,
sign,ifkado
de las crecientes necesidades de consumo, participa
dón
en las resp·onsabilidades- dentro de un contexto más a,mplio
de ciroilkatión nueva.
En los cambios
actuaies
tam, profundas
y
tan
rálpidos, todaivía el hombre
se descubre
nuevo y se pregunta
por
el
sentido de su propio ser
y de su supervi'Vencia colectiflla.
V acllando en aceptar las lecciones de un pasado que considera sw
perado y demasiado diferente, tiene, sin embargo, necesidad de
ese/arecer su
futuro
-futuro que
él percibe tan incierto como in
estable- por medio de 'Verdades perma.nentes, eternas, que le
re
basan
ciertamente, pero cuyas huellas puede é-1, si puiere realmente,
encontratr par sí mismo."
Respecto de las aspiraciones fundamentales del hombre de hoy,
observa:
-al
final del núm. 2:
"Por todas partes se aspira a una jus
ticia maryor, se desea una paz mejor asegura.da, en un ambiente de
respeto mwtuo entre los hombres."
-en el núm. 22: "Al mismo tiempo qu'e el progreso cientfr
fico
y técnico
contmúa trastornando el marco del hombre, sus mo
dos de conodmiento, de tra.baijo, de consufflb y de relaciones, se
manifiesta siempre en estas nuevas circunstatncias una doble as-
677
•
Fundaci\363n Speiro
], V. DE G.
piración, más viva a med;ida qu.e se deswrrolla su información y
su e&ucación: aspiración a la igualdad, asp>imcíón a la participa
ción;
dos
formas de dignidad del
hombre y
de su libertad."
-al principio del núm. 24: "La do/Jle aspiraóón hacw la
igwddad y k, pOJYticipac,ón trata Je promover un nue'Vo tipo de
sociedad democrática.''
-Y, en la introducción, del núm. 31: "Hoy d/,a los crisliar
nos se sienten atraídos por las corrientes sodalistas en sus diver
sas evoluciones, y tratan de recr.mocer en elhs un cierto número
de aspiraciunes qu¡e llevan dentro de sí mismos en nombre de su
fe. Se sienten insertos en est(J) corriente y quieren desarrolla,r den
rro de ella una acción: ... "
V. El planteamiento estratégico ante el contexto histórico ex
puesto.
En el primero de sus dos artículos titulados Que/le troisii!me
voie?, publicado el 6 de junio en L'HoMME NOUVEAU, Maroel Clé
ment, observa que, en la Octogesima axi:veniens, la Iglesia no pre
senta romo Mater et Magistra gentium, madre y educadora de
todos los pueblos,
sino que --rnmo dice
la propia carta (núm. 1):
"camina unida a la humanidad y se SolidOJYiza con su suerte en el
seno de /,a historia"~; se presenta como sirvienta.. Sigue siendo
Mater, pero no quiere ser Magistra, dice Salieron, en Carrefour
del 3 de jun,i.o; o Soror et a«xiliatrix, según ha escrito De Calan
en La Crui.x del 8 de junio.
¿ Qué explicación tiene este cambio de postura? ¿ Qué razones
históricas
y pastorales han podido aconsejarla?
Lo-uis Salleron, en dos artículos publicados en Per'J'n(1fftences
80 y 81, de mayo y junio-julio actuales, respectivamente (y de
los cuales el primero aparece en este mismo número de VERBO,
sirviendo de plataforma a este comentario, y el segundo, D. m.,
aparecerá en el próximo núm. 99), ambos escritos antes de ser
publicada la carta al Cardenal Roy, ha ahondado en esta cuestión, no nueva sino vigente a partir del Concilio Vaticano II. Coinci-
678
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
dentes con su perspectiva general, trataremos de sintetizar sus lí
neas maestras tomándolas del segundo de dichos artículos.
La historia del cristianismo, con relación a la política, presenta
tres frases :
l.'0 De la muerte de Cristo a Constantina, caracterizada por
la separación completa del cristianismo y de la política. Los cris.
tianos
que,
d~spués de
la Resurrección, no eran sino un puñado de
hon1bres,
!':e caracterizaban por su
indiferencia ante la vida
presen
te.
Se contentaban con obedecer las leyes, sin
participar en
la vida
pública, esperando el retorno de Cristo.
2.• Desde la conversión de Constantino y el Edicto de Milán
a la Revolución francesa, el cristianismo, que pasa a ser religión oficial, es la religión del Estado,
y se encuentra en una situación
de privilegio, en cuanto es considerada la únka verdadera religión.
Durante esos mil años el problema del cristianismo, respecto de
la política, consiste
en determinar con exactitud las competencias
de de Iglesia y del Estado, de lo espiritual y de lo ,temporal. Pese
al
riesgo de
caer en la teocracia y la multiplicidad de los con
flictos, es lo cierto que en la práctica la -sociedad fue cristiana y
sus instituciones inspiradas en el cristianismo.
3.ª De1sde la Revolución francesa, se independiza totalmen
te al Estado respecto del cristianismo -aunque en la práctica la
neutralidad oficial del Estado, en materia
religiosa, se
desarrolla
muy diversamente según los países--, hasta llegar a
la seculariza
ción general de la sociedad que, hoy, se manifiesta en plena eclo
sión. El poder temporal de la Iglesia retrocede sin cesar: pierde en
Italia su poder temporal; en todas partes, en mayor o meno,r
grado,
sus instituciones (asistencia, enseñanza),
y su influencia en
la legislación, en materia de familia y costumbres. Así:
- De nna parte, la secularización llega a ser general: la rea
lidad política
y social es de descdstiomizacián y des=alización en
todas las instituciones.
-De otra parte,, esta secularización, que crea "un verdade
ro
desierto espiritual' engendra, por reacción, una evidente y per
turbadora
efervescencia religiosa.
En esa situación la Iglesia se esfuerza, "más o menos cons-
679
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
cientemente, en reemplazar su poder directo o indirecto sobre la
sociedad política
por un
poder espirituaJ, es¡,eciali.zado e insti
tucionalizado" bajo el siguiente nuevo esquema:
1) Independencia recíproca de los poderes espiritual y tem-
poral.
2) Normas propias para el poder temporal.
3) Supresión de las instituciones sociales de la
Ig:esia.
"La Iglesia se halla en trance de comprometerse con este
nuevo esquema -dice Salleron- aunque con extraordinarias difi
cultades. El Vaticano II la ha avalado, en mayor o menor grado, co
locándose en un terreno prutoral, pues hubiese sido difícil efectuar
una puesta en forma doctrinal''.
En efecto, ¿ cómo la Iglesia puede admitir: la independencia
absoluta del poder temporal, que sus reglas no se hallen de acuer do con las católicas y que llegue la secularización
total de
la
so
ciedad en aras de un pluralismo religioso jurídicamente reconocido?
El problema planteado es el "del reconocimiento de la demo
cr;at.ia liberal como norma suprema de la -sociedad". Por eso, se
evita lo más po,sible el lenguaje doctrinal y se prefieren explorar
las posibilidades de
po,rvenir mediante actitudes pastorales. Se
intenta insertar el ca,tolicismo en una sociedad democrática de so
ciología protestante, como la de "tipo am.ericano", que reconoce a
Dios y respeta efectivamente la libertad. Y así -la Iglesia, según
la constitución Pastoral
Goodium et Spes, lo que pide es poderse
deservvo,Zver libremente, en beneficio de todos, bajo todo régimen
que reconozca los derechos fwndamentales
de
la persona, de la fw
milia y los imp1eratimo,s rk-l bien común.
Esta política, "bajo un punto de vista puramente humano y
racional'', dice Salieron ''se aprecia fácilmente que presenta ries
gos considerables".
- Somete a discusión Htoda la elaboración dogmática y es
tructural realizada por la sucesión de los concilios
y los papas".
-Y la previsión "de la unidad del mundo organizado según
los conceptos de la democracia liberal, es un embite gratuito".
La
historia contemporánea confirma la experiencia antigua: "Si la
democracia ~ealizada políticamente a partir de un régimen ante-
680
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
rior basado en la autoridad, puede durante cierto tiempo suminis
trar instituciones liberales,
la filosofía que la fundamenta tiende
a
la idea libertad por
la de ignaldad. Y así se desemboca en un nuevo régimen de auto
ridad, pero más duro en cuanto es más materialista". Como ocurre
con el marxismo ...
En el mismo seno del catolicismo se observan ya "unp corriente
li&eral,, de tipo protestante americano", y "la corrien,te revoludo
naria, de tiJ.X) marxista y soviético."
Y el pretendido regreso a la situación del cristianismo de los
tres primeros siglos, muestra esta paradoja: "los primeros cris
tianos no pensaban sino en difundir el evangelio sin sentir más
proselitismo que el religioso, mientras los cristianos de hoy, se
lanzan a un proselitismo político religioso de tipo neo-constanti
niano". En una
"confusíón total de política y relígión, en el plano
más ajeno al cristianismo, el de- la opinión pública".
"Mientras abandonan las estructuras políticas,. de las que van
siendo desplazados, buscan conquistar la opinión, conforme a las
líneas de fuerza de la democracia en evolución".
Ahí está la nueva estrategia: Se urge la evacuación de lms
instituciones, que
aún
se
mantienen~ y el desmarntela.miento de lo
que tadalll'Ía resta de la cristiandad, PMa pasar a la guerrilla espi
ritual en todas pMtes.
Por esto, se ha asegurado por Paul Poitevin ( en una carta
circular de respuesta a las
Objecticms et responses ... su,- la liber
té rel;gi,euse que en Perma:nences del último abril firmó Jacques
Regnier) que la Declaración
Dignitatis humanae del Vaticano II
no ha variado
la doctrina tradicional sobre los deberes del hombre
y
de la sociedad respecto de la verdadera religión, sino que lo que
ha hecho es "abandonar" el concepto de Estado cristiano. Según
Jo cual habríamos de entender qne
ha licenciado a los que aún pre
tenden continuar siéndolo.
No queremos someter a juicio de esta estrategia. No estamos
en condiciones de hacerlo, ni nos compete. Pero
sí queremos su,
brayar que se trata de una estrategia y no de una doctrina, que
681
Fundaci\363n Speiro
j. V. DE G.
estaría en total contradicción con el Syiiabus y las Liberi(])S Praes
tantisimum, Inmortale Dei., etc. Una estrategia que, en cuanto afec
te al bien común temporal, puede competir al poder civil tanto o
más que al eclesiástico.
Una estrategia,
en la cual éste puede
errar sin mengua de su magisterio: e incluso, resultar objetiva,
annque involuntariamente, injusto. Una es-trategia que puede fa
llar y que puede ser tan arbitraria como lo fue en la Edad Media,
v. gr., la opción de Martín
IV a favor de Carlos de Anjou y con
tra Pedro el Grande, en la estrategia mediterránea en el siglo XIII
frente al Islam y al Cisma de Bizancio.
Se observa, hoy, el desequilibrio repetidamente anunciado por
Jean Ousset (dr. "Por un. sano laicismo
del laicado cristiano'',
en VERBO, 3,z, págs. 77 y sigs.: "Patria-Nación-Estado" cap. VIII,
págs. 109 y sigs., y "Los dos poderes", cap. V de la parte I, de la
última edición de
P"ur qu'Il regne, anticipado en VERBO 93, pá
ginas 215
y sigs.) y por André Roche ("Los católicos y la política",
en
VERBO 95-96, págs. 433 y sigs.) producido por el vacío de poder
temporal crisitiano.
Pero veamos como esta nueva estrategia se dibuja en la Oc
togesima adveniens, 48, -§ 2:
"N uevam,ente dirigimos a todO's los cristianos, cJ.e manera apre
mian.te a un ürttnia,,nvienta a la ,acción. En nuestra Encíclica sobre
el Desarrallo · de los Pueblos insistúmws j,a,ra que tod(Js se pu,
siesen a actu(lfy: «Los seglares deben asumir-como su tarea pro
pia la renO'IJ(J)ción del orden temporal; si la, función de la jerarquia
es kt. de enseñar e interpretm" arUténticarmente tos principios morar
les a segwitr en
este
ca-nipa, pertenece a ellos, mediante sus inicia
timas y sin esperar pasivami.ente consignas
y directrices, penetrar
del espiritu cristiano la mentalidad y wstumbres, las leyes y /(])S
estructuras de su ccnnunidad de v_:da:». Qu:e ca,da uno se examine
pa.-a ver la pu,e él ha hecho hmsta aquí y lo que delnria, hacer. No
basta
recordwr los principio,s, a;firmar las intenciones,
subrayar
las
injustici(])S c/am,,orasas y proferir denuncias proféticas; estas pala
bras
no tend,rdn p•eso real, si no van acompwñadas en, cada uno por
una toma de conciencia, más viva de su, prop,ia: responsabi!ida4 y de
una acción efectiva "
682
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
Esta carta no se dirige a los Estados cristianos, puesto que
-como tales- han sido licenciados; ni, por consiguiente,
les ofre
ce la aplicación de la Doctrina social catálica..
Se dirige a las co,nvunidades cristiama;s y a los cristianos en
general (núm. 4, 25, 26, 48, 50, 51), insertos en un mundo plura,
lista
(como el que nos muestra en los núms. 2 y 26 y sigs.) y les
incita a actuar
con una legítima variedad de opciones posibles
(núm. 46 y 50 en especial), aun en "movimientos históricos con
cretos
nacidos de
las ideologías y, por otra pMle, distintos
de
éstas"·
en cuanto aquéllos vayan "de acuerdo con las sanos princip·ios de
/,a razón y respondan a las justas aspiraciones de la persona hu
nwna/' (núm. _30); "en la política'J ·en sus diversos niveles -local,
nacional y mundial" (núm. 6)-; "en la diversidad de .~ituaciones,
de funciones, de organizaciones" donde "cada uno ha de situar su
respionsabil~dad'', evitando ''comprometerse en colaboraciones in
.
condicionales y contrarias a lo~ principios de un verdadero huma,
nismo" (núm. 49) y dirigida tanto a "los individwos, como a las
familias
y a los grwpos subs/J;,iari.os" (núm. 46), iluminados por la
"luz del Evangelio" y "las en~eña,nzas de la Iglesia" (núm. 1, 4, §
1.•, 7, 36) y la "tradición cristian{J)" (núm. 4, § 2), con su "exp,e
riencia
de
siglos"
(núm. 42) y los "princip,ias morales" (núm. 48
§ 2.º).
N atemos que, en cierto sentido, cobra así nueva actualidad la
insistente llamada de Ousset acerca de la necesidad apremiante de
que el laicado asuma sus propias responmbilidades, pero no ac
tuando en acciones ideológicas sino en la esfera de lo concreto,
en su respectiva competencia, donde el orden de las cosas les ·sirva
de fuerza real en su acción temporal (cfr. Jean Ousset, Promoción
del lOiicado,
en Los segl,ares en la vida pública y en VERBO 48, pá
ginas
345 y sigs.,
Fá;tima o el deber de estado, en VERBO 58, pá
ginas 517 y sigs. y discurso
inaugural de
la VIII Reunión de
amigos de la Ciudad católica, en
VERBO 80, págs. 923 y sigs. y,
muy en especial,
La acción, II parte, cap. II, III parte, cap. VII
y IV parte entera,
La estrategia de la carta busca la difusión desde abajo y hacia
arriba, por todas partes, del espíritu de acción
evangélica y
de las
683
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J. V. DE G.
enseñanzas de la Iglesia, efectuada por los cristianos a sus respec
tivos niveles para empapar las instituciones de justicia cristiana.
No negamos, no obstante, que esa estrategia de la carta coin
cide con la aplicación de los principios propugnados por Maritain
en El hwmanismo inteqral .,· pero esto no implica necesariamente,
a jnicio nuestro, la aceptación doctrinal de esos principios. (Véase
en
VERBO 91-92 Intoxicacia31,es roi,sseauwianas en la.s creencias
religiosas.)
VI. La táctica que se desprende de la carta. Confusiones que
al interpretarla se han puesto
d-e manifiesto.
La estrategia que acabamos de mostrar condiciona en gran
parte
la táctica a seguir. Pero influye, también, en ella de modo
decisivo la apreciación que la misma carta expresa de
la "armplitud
de
los
c'amthios a,:tuales" (núm. 7). No incita -explica Marce!
Clément en el primero de sus artículos-----a un juicio estático de
las "bases de una organizadón social dada" --cotejándolas,
en "la doctrina sociaJ/, e/Je la Iglesia'', "con el orden inmutable de
las cosas" -sino a desarroltarllJJS "por medio de una reflexión m,a..
durada al contacto con laJs situaciones cambiantes de este mundo,
bajo el impulso del Evangelio, como fuente de renovación, desde
el
momento que su mensaje es a,:eftado en
su
totat.dad y en sus
exigencias", con "una; voluntad desinteresada de serv!.cio y una
atención a Jo,j,_ m-áis p'O'bres", aunque se desarrolle "con la sensibi
lidad propia de la Igl,esia", alimentada "en una e:cperiencico rica
de muchos siglos'', " lo qwe permite llswm.ir en /a. continuidad de
sus
preocupaciones permanentes
la inn=ción atremda y creadora,
que requiere
la situa,:ión presente del mundo'' {núm. 42).
Llama incluso a la vmaginación:
"lllnnás
en
cualquier otra época
habfa sido tan e:cplícito el
llammniento a k, imogino!Ción social. Es necesario consagrar a ella
esfuerzos de invención
y de cap,ital tan importantes como los in
vertidos en armamentos o para las conquistas tecnológicas. Si
el
hombre se deja
lksbordar y no prevé a tiernp'o l11J emergencia de
684
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
fos nuevos problenw,s, sociales, éstos se harán demasiado grOJVes
como
para
que se pueda
esper{l//' una solución pacífica/' (núm. 19).
Y, sin perjuicio de señalar el peligro de las utopías y de "vivir
en un futuro hipiotético", añade:
" ... Pero
hay que reconocerla: esta forma de crítica de la so
ciedad existente pravoca con frecuencia la imaginación prnspec
tvva, a la ve,1 para
percibir en el presente lo pos;!,lemente ignorado
que
se
encuentra inscrito en él y para orient{lJI' hacia un /utu.-o
nuevo;
ella sostwne así la dinámica social por la confianza que
da a las fuerzas inventivas del espíritu y del corazón humano; y
si no rehúsa ninguna apertura, puede también encontrar nuew
mente
el l/amom,,íento cristiano. El Espíritu del
Señor que
anvma
al
hombre renovado en Cristo cambia sin cesar las horizontes
donde
su inteligencia quiere encontr{ll}' su seguridad, y los lí,mi,tes
donde su acción se encerrwia de buena gana; le penetra una fuer
za que le
1/wna a superar todo sistema y toda ideología. En el co
razón del
mundo
permanece el misterio del hom/Jre que se descu,.
/Jre
hijo
de
Dios en
el
curso de
un proceso
hist6rico y psicológico,
donde luchoo
y se alternan presiones y libertad, grwedad del P'e
cado
y sop,/o del Espíritu-"
"El dino.mismo de
la fe
cristiana triunfa entonces sobre los
cálculos estrechos.
del egoísmo. Anvmado por el poder del Espó
ritu
de
Jesucristo, Salvador ele los hombres, sostenido P'or la es
peranza, el cristiano se comprumete en la construcci6n de una ciu
dad humana, pacifista, justa y fraternal, qwe sea una ofrenda agr(lj
dahle
a Dws. EfectÍ!llahn,ente, lit espera ele una tierra nueva no
delle amortiguar, sino más bien a'l!'Óvar
la
preocupación de
per
feccionar esta titrra, donde
crece el
cuerpo de la nueva fa»nilia hu,
mana, el ciud pwede de alguna manera anticipar un, vislumllre del
siglo
nueva" (núm. 37).
Salleron, en otro artículo posterior en C arrefour publicado el
7 de julio, muestra su preocupación de que la táctia,, se sobrep'on
ga
e imponga a la doctrina. Hasta ahora se contraponía, dice, lo
"doctrinal y lo "p·a:storal". "Lo "doctrinal", era el conjunto de las
verdades que formaban la materia de una enseñanza.
Lo "pasto~
685
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
ral", era el conjunto de las actividades tendentes a la difusión del
Evangelio y a la p<"Opagación de la Fe. "He ahí -observa- que
durante el Concilio, fue dicho y repetido que era esencialmente
pastoral y no doctrinal, mientras hoy se nos habla de la "doctri
na" del Vaticano II y concretamente de la "doctrina" de la Gau ..
dium et Spes intitulada precisamente "Constitución pastoral".
Esa observación le lleva a notar que
"la doctrina
tiende a reab
sorberse en la acción, ·viniendo así a ser doctrina de la acción, es
decir, praxis según el vocabulario marxista". Su temor de que,
efectivamente, Paulo VI haya "relegado la doctrina a un segundo
platlo para suscitar una acción puramente religiosa.", lo basa en
que
"una acción po:títica, o estrecham~nte ligada
a la
:ixilítica, a
la
que invita a los cristianos," puede dar lugar a que: '-'En esas
condiciones, la condenación de las ideologías tenga todas las pro
babilidades de pesar bastante menos que la necesidad lógica que
impulsará a los católicos a unificar su vida alrededor de su ac
ción''.
Al comentar esta observación, L'HOMME NOUVEAU del 18 de
julio añade: "Paulo VI invita a los cristianos a una acción polí
tica
a su elección y les recomienda deducir «normas d:e j~icio y
directrices de acción, según las enseñanzas sociales
de la
Iglesia
tal como han sido elaboradaSJ> desde León XIII (núm. 4). Los
temores de Salieron son legítim-os. Pero no pueden concernir sino
a quienes ignoren el párrafo 4".
"La ventaja de la carta Octogesim(JJ adveniens, es que incita,
más aun que a una exposición doctrinal, a una reflexión al límite
d·e la cual aparece claramente que el Evangelio, sin e Derecho na
tural, no es más que un fariseísmo social".
Estamos convencidos de ello: porque hüy estamos viendo a
tantos cristianos y a muchísimos clérigos tomar a contrapelo los
consejos evangélicos, para imponerlos al prójimo, con lo que de
jan de ser "consejos" y "evangélicos", y porque vemos tantas veces
las
11bienaventuranzas" de unos convertidas porr algunos en "mal
aventuranzas"
para otros,
las exclamaciones
de amor en impre
caciones de odio ... La imposición a los demás de uua mezcla d~
686
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
teologismo y de empirismo suele resultar explosiva, como la ex
periencia enseña.
Igual ocurre con la verdad revelada en los mandamientos. El
"no matarás" necesita del orden natural para que sea entendida
la legítima defensa personal o social. El sentido del "no hurtar
rás"
-está ligado al concepto de la propiedad, muy distinto según
se co-nsidere, como Proudhon que "es un robo" o se piense, como
el P. Calme!, que hoy al robo se le llama ordenación del territorio
o reforma de la empresa.
Sin
embargo, no
es de extrañar que los temores de Salieron
resulten ya c:onfirmados por quienes leen la carta con una men
talidad totalmente opuesta a la de su autor.
Así, los textos que antes hemos transcrito han dado lugar a
que el marxista Garaudy muestre su satisfaoción.
Primero en una declaración a
R. T. L., que ha referido Clau
en
Nouvel Observatewr del 24 de mayo, en la
que afirmó de la e.arta: "Es W1 plan de trabajo, una iniciativa ca.
pita de una Iglesia en movimiento ... " ''Este texto no es emba
razoso para un marxista, desde luego para un marxista que no re
duce el marxismo a sus perversiones positivistas y dogmáticas. Ha
llegado el momento de profundizar la iniciativa teórica de Toglia
ti en 1%3": "Pensamos que la aspiración a una sociedad -socialista
no solamente puede abrirse camino entre los hombres que tienen
una consciencia religiosa, sino incluso hallar en ella un estimu
lahte" ...
"Esta carta no huele a opio. La gran revolución, queda
por hacer, y sería una desgracia histórica si no la hiciéramos jun
tos."
Y, más tarde, en La Craiz, del 4 de junio (haciendo de la
carta, según comenta L'noMME NOUVJ¼U del 20, "una lectura ma
terialista''), escribe:
"La carta del Papa, no evoca otro mundo; hace una llamada
para construir un mundo diferente. E invita a los cristianos no
a actuar al
sólo nivel
de las
conciencias, sino
al nivel de las
"es
tructuras" (SO) ... " afirmar que la vida tiene un sentido, no es
una comprobación, es un compromiso: es proclamar su confianza
687
Fundaci\363n Speiro
J. V. Dll G.
en lo que el muudo, por nuestros esfuerzos podrá llegar a ser".
E iusiste:
"Es de subrayar que, incluso antes de evocar su fun
damento religioso el Papa insiste en la trascendencia del hombre."
Concluye el artículo de Garaudy con las mismas palabras que
las últimas frases de su declaración en
R. T. L., pero intercalando
entre ellas, que la carta hace un llamamiento a "los cristianos
-pero sin atribuirles la exclusiva-para que hallen en su fe W1
fermento para su acción política", para "inventar formas de demo
cracia moderna" (52};
y que: "Nunca una base tan construc
tiva había sido· ofrecida para uu trabajo común ni hecba una lla
mada tan emotiva a la "imaginación prospectiva" (37).
Pero la visión más marxistizada de la car,ta la hemos visto
expuesta en Madrid por Ezequiel Cabaleiro. Queremos subra
yar, antes de comentarla, que nos guardamos muy mucho de ta
c'1ar a
este periodista de marxista
consciente o
afiliado. Nos limi
tamos a hacer notar que su perspectiva está notablemente influida
por ese marxismo que va invadiendo nuestro ambiente. Es algo que Jean Ousset hizo notar, al conmemorarse los veinticinco años
de la Dwini Redempt
55, Un movimiento de acvgwa al comunismo, y que J. Gil Mo
reno de Mora subrayó
de modo incisivo en VERBO 75-76, al for
mular uua serie de preguntas que respondían al título,
¿ Es V d.
mar .. dstaf
En síntesis, la perspectiva con la que Ezequiel Cabaleiro lee
la
carta apostólica le hace hallar en ella :
~ La "desmitificación" de la "Doctrina social", en cuanto ésta
entiende "que la sociedad tieneJ como el resto de la Naturaleza, una
arquitectura original y un orden propio dispuesto por Dios que
debemos conservar'', ley natural de 1~ sociedad "que nuestra ra
zón puede llegar a
conocer" y que "la Doctrina de la Iglesia cus
todia" y "ayuda y legitima (infaliblemente dice Utz) los trabajos de la inteligencia humana para descubrir dicha ley" ("El mito de
la Doctrina social católica", 10 junio). Todo esto es lo que él cree que ha sido "desmitificado". Antes hemos visto que no ha
sido así en lo referente a la doctrina social católica, luego veremos
que tampoco lo ha sido respecto del orden natural.
688
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
-La "lógica" de·t materialismo histórico, según el cual "la
Historia, concretada en determinado momento de cada pueblo,
tiene su peculiar razón, interpreta las cosas a su manera'' ... ''La
libertad y la justicia son burguesas, proletarias o feudales; es de
cir, de un tiempo o de otro. Todo depende de lo que se piense
cada vez de la visión del mundo que entonces se tenga. No siem
pre se puede ser libre, igualmente libre" : "La existencia social
determina la conciencia" ("~egún el análisis de la sociedad", "por
los marxistas"), Todo h,echo social es un hecho histórico y no hay
un orden, una ley permanente universal". Esa interpretación la
deduce (en "Ante la doctrina marxista", 11 junio) de la referencia
que
la carta hace en las dos últimas frases del núm. 3,3. Estas, lite
ralmente, dicen que el marxismo:
" ... Finalmente se p.-esenta, por otra ¡,arte, bajo una forma
más atenuada, m,;ás seductora para un espíritu moderno: como una
actitwiad científica, como un riguroso método de examen de la
reaJitA,d social y pülítica, como el vínculo mcwnal y experimen
tado por la historia entre el conocimiento teórico y la práctica d,e la
transfürmación revolucionaria. A pesar de que este tipo de análms
Cüncede
un valor primürdial a
algunos
aspectos de
la
realidad con
detrimento de
otros, y los interpreta en función de la ideolog{a,
propürciona
por
lo
demá:s a alg,tnüs, a la vez que un instrumento
de
trabajo,
una certeza,
previa pam la
acción,
la pretensión
de
descifr{])t', bajü una forma científica, los
resortes de
la evolución
labra "seductora", anteponiendo el advervio ponderativo "tan"
en lugar del cuantitativo "más" y cambia el artículo determinado
"el" por
el indeterminado
"nn", delante
de "espíritu
moderno"·
Esto tiene poca importancia, pero sí la tiene que en su cita deja
en puntos suspensivos la crítica del Papa: "A pes{])t' de que este
t;p,o de anáJ,isis wncede un
valor
primürdial a algunos
aspectos de
la realidad con detrimentü de
otros
, y los interpreta en función de
la ideo/ogfd', de 'la cual en los núms. 28 y 34, como luego vere
mos, dice que sería "p·eligrroso e ilwsorio adherirse y olvidar"; y,
también la tiene que omite la última parte del texto, en la cual,
.. 689
Fundaci\363n Speiro
f. V. DE G.
ante el hecho de que este tipo de análisis proporciona a al!JUnos, a la,
vez que un instrurrn.ento
Con estos "olvidos", se aventura a responder, a su J)Tegunta
¡Se acepta;?: "Esta nueva mentalidad no es desechada por el
Papa, ni menos aún condenada en términos absolutos. El len
guaje romano procede más por alusiones que por afirmaciones"
(Siendo así, como dice en esta última frase,
¿ no conducen las "alu...:.
siones", que omite el articulista, a entender que es aludida la "con
denación"?). Alega también los textos que a seguido examinaremos,
y añade: "Lejos de mi intención el atrevido e ingenuo propósito de
conciliar Marx y Paulo VI. La carta es medianera, un puente
pontifical entre un pasado cristiano y un futuro cristiano".
Y,
aún afirma en el sigtüente subtítulo, refiriéndose también al
análisis marxista: Se u,sa;; "Lo que ha.ce el Papa es relativizar,
aguar el viejo modo de discurrir, denunciarlo implícitamente como
superestructura, hacer cuestionables, abolibles, las ideas que se
tenían
como básicas, pensar que pueden ser otros (pluralismo),
para acercarse luego sin supuestos previos, no fundamentales a
la verdadera naturaleza de las cosas." [Pero, preguntamos nos
otros,·¿ hay
o no hay un orden, una naturaleza de las cosas, que
no sea un mero devenir que lo engulla?]. Como prueba de esta
afirmación snya cita el párrafo
2.'º del
núm. SO de la carta, omi
tiendo su última frase. Dice su cita:
"... Es v1erdad qu.e m,uchos~ involucrados en las estructuras
y los condicionamientos modernos, est&n determinados P'or su há
bito de {Jens11J1niento, sus funciones, cuanto ,w /o, están tarmbién
por l/JJ saloogum-dia de mtereses materiales. Otros sienten tan pro
fwndam,,ente
la solülarúJad de clases y de culturas, que llegan a
compartir sin reservas todos los juicios y la.s opciones de su
medio ... ''
Pero la última
frase de
este mismo párrafo, omitida en la cita
del articulista, dice así :
"Cadi, uno deberá probwrse a sí mismo y hacer surg1ir la ver
dadera libertad según Cristo, que abre a lo universal en
el
seno
mismo de condiciones más particulares."
690
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOIJCA
Es decir, que la verdadera libertad existe. Es posible superar
estos "condicionamientos
modernos", sobreponerse
a
las "deter
minaciones" de las "estructuras", de fos "háb1tos de pensamiento-",
de las "funciones" y de los "intereses materiales".
-El método dwléctico, "me atrevería a asegurar" - dice en
el mismo artículo últimamente citado-- que "es utilizado en la
misma carta". Como indicio
de ello,
cita la primera frase del
núm. 4
y dos fragmentos del núm. 7 aislados del contexto que
contradice su tesis.
La primera frase del núm. 4 -"Frente a si,tu,aciones tan di-
versas
nos
es difícil
pronunciar una fralabra única,
como
también
prop,oner
una solwción con valor universal ... " -no vemos que
tenga nada que ver con la dialéctica, sino que bien creemos que
obedece a criterios
semejantes a
los del realismo integral del mé
todo jurídico de Aristóteles, de los jurisconsultos romanos, de Santo Tomás,
y de los autores de Derecho intermedio y de nues
tros foralistas, frente al racionalismo de
la escuela protestante del
Derecho natural
y de los ensueños difundidos por la Revolución
francesa.
De los fragmentos que recorta de
las t,es últimas frases del
núm.
7 -que pueden verse íntegramente transcritos más atrás-----
el primero -"Es necesario situar to,s problemas sociales plantero
dos por la e'(;onomía moderna... dentro de wn contexto más am
plio
de cwil~za.c'ión nueva"-tampoco tiene que ver con su aserto
y corresponde al realismo del método jurídico aristotélico-ro
mano-común;
y ·el segundo, el hombre moderno está "vaci
lando en aceptar las lecciones de wn pas/1,do que se considera su-
P'erado y demasiado diferente", no es presentado en la carta sino
corno exposición de· un hecho que, precisametne, es censurado en
el inciso final de
la misma frase, al añadir crtiene, sin embaJ'go,
necesi,dad
de escla1'ecer su
futuro
-futuro que él percibe
ta:n
incier
to
como inestable- por
medio de verdades pernwnentes, eternas,
que
le
rebasan ciertamiente, pero cuyas huellas puede
él,
.l)i quíere
realmente, ert,,¡:ontrar por
sí
mismo''. ¡ Subrayemos! "verdades per
m,am,entes, eterna.i', "que la; rebasan", cuyas huellas "puede en
contrar
por sí
mismo".
691
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
En el artículo siguiente --Progreso del hombre, del 12 de
junio-, olvidando otra vez esta afirmación de la carta, ex.clama:
"¡ Si se hubiese advertido a tiempo acerca de la provisionalidad,
de la temporalidad de las soluciones cristianas!",
Es evidente que el articulista no ha padido calar la profundi
dad de las frases que
repetimos en
cada número de V
l(RBO al pie
de la contraportadilla, en las cuales San Pío X, después de afir
mar en su carta N otre charge apostolique, que "no se edificará la,
ciudad de un modo distinto a como Dios la ha edificado", añade,
refiriéndose a la civilización cristiana: "No se trata más que de
mstaurO!r'la s,'n cesar, srJ/Jre sus fundamentos naturales y divinos
contra /o,s ataques siempre nuevos de la utopia malsa,na,, de la
revolución y de la impiedad: omnia instaurare in Christo".
Por esa incomprensión, el articulista se inclina a creer que :
"la experiencia evidente de la historia de
la Humanidad", "pa
rece ser una lucha contra la Naturaleza dada, más bien que la
adaptación a
ella", y a aceptar: "El moderno pensamiento dia
léctico ha parcelado históricamente la sociedad, y considera que
ésta ha intentado re4acerse muchas veces, que procedió por con
tradicción consigo misma,
y en última instancia por revolución".
Pero, lo que es lucha contra el orden natural (no lo confun
damos con el mero orden público) o contra su
desarreglo ( el ver
dadero desorden), que provoca nuevos desórdenes, para el mar
xismo
es dialéctica
del progreso, tal
como acepta el
articulista, que
cree que esa teoría --1Uás de cien años vieja- es la última palabra
'de la
ciencia. Aunque los últimos hallazgos de la física cuántica,
muestran que el progreso se halla en la "interacción" y no en la
"dialéctica", y, al decir de Erik Kraemer, en La grande mutation,
que "entre la teoría de los cuantos que sostiene el edificio científico
de la edad atómica, y el pensaroiento de los economistas y filósofos
marxistas o tecnócratas parece que hayan trapscurrido siglos.
No
tienen ya ni W1a idea común".
-La praxis: "No se trata ya de conocer el mundo, sino de
cambiarlo", dijo Marx. "No se trata tanto de repetir incesante
mente la fórmula primitiva, como dominarla", dice Cabaleiro en
su artículo del 12 de junio. Su autor, en el artículo del día ante-
692
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRJNA SOCIAL CATOUCA
rior, bajo el epígrafe Ortaprazis, dijo que con el nuevo criterio de
la carta: "la conducta social de los cristianos no consistirá, en el
discernimiento teórico o en la catequesis del sentido original de
un orden natural constante
(ortodmcia) y
en la restauración in
cesante de la annonia primitiva, por la imposición de esa. or
todoxia".
Para .el articulista, la "conciencia colectiva de lo actual mos
trará las "inclinaciones naturales" de
hoy, "la
ley viva de la jus
ticia
y la libertad", para "con-ellas (ortopraxis), comprometerse,
restructurar el orden establecido, desordenarlo, si se me
entiende
bien".
El apoyo que, a este respecto, cree hallar en la carta, es un
:fragmento del
núm.
50: "La Iglesia invita ,a todos los cristiomos
a hacer evolucionar k,s estructuras para ada,ptarlas a /,as verdade
ras necesidades actuaies."
Nos parece difícil fundar una interpretación de esta clase en
estas palabras. Aparte de que habrá de preguntarse cuáles son
"las estruoturas que hay que qa<:er evolucionar" : hoy predominan
en medio mundo las del capitalismo liberal, entremezclado, en ge
neral, con una forma democrática. y con un intervencionismo es
tatal más o menos tecnocrático; y, en otro medio mundo, un to
talitarismo socialista de raíz marxista.
Por lo demás, la carta señala que los cristianos deben "dedu
cir principios de reflexión, normas de juicio y directrices de ac
ci6n según las enseñ;mzas sociales de la Iglesia taJ/, como hwn sido
eUJJboradas "
lo /a;rgv de " Historm ..
,"
(núm. 4) y que sacarán
"de las fuentes de su fe y de las enseñanzas de /a; Iglesia /os prirA
cipios
y las normas oportunos pa;ra evitar el dejarse seducir, y
después encernzr en un sistema cuyos límites y totalitarismo co
rren el peligro de aparece,, 0!1lte él demasiado t,a;rde, si no lo perri,
be
en sus
rokes" (núm. 36). ¿ Está claro el peligro que significa
la
ortoprazis?
- La concienciCD colectiva de lo actual, como acabamos de ver,
cree Cabaleiro que es la norma de la ortopraxis. En eso insis
te en el epígrafe siguiente, donde estima que la "nueva idea ver
te/,ra/," es el reconocimiento de "/a virtualidad de la conciencia co-
• 693
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
1lectiva de las necesidad.es actuales. Colectiva y no de clan." Pero
luego
comentaremos esto.
- La relat,mdad de la moral r;nte el progreso científico, co
mo
"muchos creen, entre ellos los marxistas" -dice en el artículo
del día 11-, conducirá lógicamente a no usar la moral como ne
cesidad, como una sanción exterior, prop,ter iram sino que la so
ciedad se eonducirá razonablemente, prop1ter consciffltiann. Los ta
bús sexuales desaparecerán y "donde no hay asesinos no hará
falta prohibir
el asesinato"
(Haveman).
Aunque reconoce que,
según Paulo VI, siempre habrá un lu
gar para la
moca], la -tesis, de
la modificación de la moral por el
progreso de las ciencias la apoya en
el núm. 40 de la carta, que
ciertamente
poca base le ofrece a nuestro parecer. Pero lo in
dudable es que no dice lo que entiende
el articulista, al resumir
"que la moral va a retirar-se de la ciencia, y no será discutible
más que
científicamente"; sino
que, contrariamente, indica que
"cada discipiina científica no P'odrá comprrender, en su partícwla
rida
la tot!J/ídad y el sentido se le escapa/'. Olvida también que el nú
mero
48, § 2, recoge del núm. 81 de !a P<>¡,ulorum progresio la
afirmación de que
"la función de la jerarquía es la de enseñar e
interpretar
auténticamente los principio,s mor!J/es según ...
".
-El
mito
marxista de la
desaparición del Derecho
y el Es
tado
--de que nos hemos ocupado en "El mito de la desapwrición
del
Derecho",
cfr. en Los mitos actudes (Ed. Speiro) o en VER
BO núm. 77 agosto-septiembre 1969, págs. 579 y sigs.- es apun
tado en
el texto del artículo en el comentario que hemos recogido
acerca de la moral
p~ofrler conscientiam. Pero en el artículo del
14 de junio,
La política, llega a plantear si "el Estado, en cuanto
formalización de un orden establecido
ha perdido objetivamente
su importancia cristiana"; y si tal vez en la carta "se cree con los
marxistas que el Estado es un producto histórico de la sociedad que
finalmente desaparece cuando
el pueblo se apodera de él''c
Estas preguntas le son suscitadas por que la carta no se dirije
a los hombres de
Estado sino
a las comunidades cristianas
-sm
tes hemos explicado que es así poc razones muy distintas motiva-
694
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRJNA SOCIAL CATOUCA
das por la actual ,estrategia- y en que "la Iglesia llega a negarle al
Estado
capacidad ideológica
para organizar la libertad", según
dos
frases del
número 25 que dicen:
" ... No pertenece ni al Estado ni tampoco a los partidos po
Uticos que se cerraríam. sobre sí mism.os, el trotar de i1np·oner una
ideologia por medios qwe desemboca,ri,,n en la dic/111Íura de los
espír;tus, la peor
de todas. Toca a
los
grupos culturales y
reli
giosos
--dentro de la libertad de 111Íhesión que ellos sup'onim
deswrrol/wr
en el cuerp,o socicd, de manera desinteresada y por su
propio cmnino, estas convicciones últimas sobre la naturaleza, el
origen y el fin del hombre y de /,a sociedad."
La conclusión de Cabaleiro parece que excede mucho de esa
premisa.
Por
otra parte, la carta contradice su concepto muy clara
mente en dos textos :
------en su núm. 24, se refiere a la "sociedad política" requerida
corno "perfeccionamiento y como condición. para su desarrollo" de
las "agrupaciones pa:rticulares", a través de las cuales el "h.ombre,
ser social", "construye su destino".
- y, en el núm. 46, se ocupa del "p·oder político", del cual dice
"que constituye eil víncuJl.a natural y necesario pmra asegurarr la co-
hesión del cuerpo social.
- El bien común, como "resultado de un equilibrio ocasional
de tensiones múltiples, es, según el artículo del día 14, La p,o/í
tica,
el nuevo significado descubierto por la carta. Así ya no ex
presa "una unidad más alta", como lo significaba para Pío XII,
"sino
la
núsma dialéctica
de la
realidad": "El ~echo de
que
la
Iglesia piense y trate la realidad política como un proceso de gru
pos en lucha o, al menos en concurrencia, sorprenderá a muchos.
Hasta ahora,
el bien común de los católicos desconocía en torno
a él los términos lucha, compromiso o convergencia. Sus térmi nos propios eran: lo orgánico, lo comunitario, la solidaridad, la
armonía, la unidad. Todo lo más se hablaba de la tolerancia".
El apoyo que esta opinión halla en la carta es muy pobre, o
mejor dicho, nulo- El articulista lo cree hallar entre las últimas
palabras del núm. 42, que aluden a las preocupaciones permanentes
695
Fundaci\363n Speiro
]. V. DE G.
de la Iglesia, que le permiten asumir "la innovación a.trevida y
creadora!''. Poc esa fragilidad del punto de apoyo, el autor no
arriesga la afirmación y aún concede que "el tema no está des
arrollado en toda su extensión sino sólo insinuado con todo el
riesgo y penalidades que esto supone". Insinuación inaceptable,
pues su pretendida realidad es también desmentida por la propia
carta que, en su núm. 23, rechaza la ideología marxista, entre
otros motivos "par su dialéctica de la violencia", y que, en su nú
mero
34, declara "ilusorio y p·eligroso" "entrar en la práctica de
la lucha de clases y de su interpretación ma.rxista dejando de per
cibir el
tipo de sociedad
totaJitaria y violenta, a la que conduce
este proceso".
Ni la dialéctica es camino del bien común, ni un punto de
vista marxistizado es el que puede permitir entender las palabras
de Paulo VI, que no piensa precisamente en la acción como lucha
dialéctica
sino, al contrario, como posibilidad de "convergencia
y unidad", fruto de "una, actitud de caridad más profunda" (nú
mero SO)
y que repetidamente invita a la "participación en las
resp/J'/lsabitúl
mero S)
y especialmente en el núm. 23 encarece la caridad y /.a
solidaridad, en las cuales muestrs más· confianza que en las regl,as
jurídica en su s;gn.ificado tradicion<>I armónico.
Además, la carta alude, c~aramente en su sentido básico, al
Nen com,ún:
-en el núm. 34, en que refiriéndose a la sociedad política,
que comprende una serie de agrupaciones particulares, dice en la
última frase de su § 1: "Toda actividad particular debe integrarse
en esta saciedad
am,P/iada y adquiere, así, /,a dimensión del bien
común."
-y en el núm. 4ó, § 2, refiriéndose al p,oder político, dice
que "debe tener com.o finalidad la realización del lnern común",
que "tiene la responsabilidad última'' del mismo, y que "induce
a concurri'r a la realización de este bi'en común" a "los i"ndividuos
y a los cuerpas intermedios".
En una visión panorámica de los artículos comentados, pode
mos añadir que Ez.equiel Cabaleiro ignora, o escamotea, el ver-
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
y objeto de continua búsqueda y expe
riencia. Para él, todo lo dinámico es marxista y todo
el orden na
tural es estático. Lo confunde así con el monismo del ser y
reduce la consideración como dinámica al monismo del devenir)
sea marxista o teilhardiano. En cambio, el Derecho natural clásico
tuvo siempre una visión a la vez estática y dinámica de la reali
dad, integrada por
el ser y el devenir, descompuesta en su imagen
dinámica en
p,atencia y en acto. Si algún lector quiere una expli
cación breve del orden natural le recomendamos la lectura de la
I
¡xirte de
los referidos
Fundwmentos de la Política, y si quiere
conocer elementalmente su relación con
el Derecho natural dá
sico
puede
leer nuestros esbozos:
El Mden natu:ra y el Derecho,
en VER.Bo 53-54, págs. 227 y sigs.; ¿Puede discernirse el orden
na,tu:ral y
con
qué alcance? ¿ Qué incidencia tiene en, él la aJcción
del hom/J,yet, en VERBO 73, págs. ]f;F y sigs., y Contro'IJers.ias en
IO'Yno a, Derecho
natural
en VEruio 90, págs. 929 y sigs., y, para
quien quiera profundizar, señalamos el interesantísimo y sugesti
vo volumen del Profesor de la Universidad de París, Michel Vi
lley,
La formation de la p'ensé'e ju:ridique moderne (Conrs d'His
toire de
la Philosophie du Droit, 1961-1966).
Pero hay algo más que también desconoce o quiere ignorar
el articulista en cuestión: es el pensamiento "doctrinal" de Paulo
VI en los temas tan atrevidamente desarrollados en el diario
Madrid. El lector asiduo de VEruio puede comprobarlo fácilmente
releyendo los textos de Paulo VI que en
las primeras
páginas de
cada número aparecen. Sin alejarnos más allá de dos series y
examinando alguno de los pendientes de próxima publicación,
en
tresacamos bastantes, totalmente contradictorios, con los puntos
básicos de los criterios propugnados o insinuados en la serie de
artículos referida. Así:
-La ley natural, el orden de la justicia, el derecho natural lo
recoI1tOce y ·encarece Paulo VI en los textos recogidos en las pá
ginas f>JY7 a 812 de VERBO 89, de allí estractamos:
"La justic,'a cual la concibe, la profesa y difunde la Igv,esia,
es decw, la que está fundada en /,os principios .moeroles del orden
697
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G
objetivo de la ley divina, natural y positiva ... " (Discurso a la
Sagrada Rota
Romana, del
23 enero
1967).
" ... habéis manifestado vuestm fe en la asistencia de lo que
nuestro
predecesor el Paipr, Pío XII 1/a:maba un
orden
natural de
justkia, la fuente de normOJs impemtivas para la vida en sociedad
y tos necesarias prenotandos para toda legislución ¡,o.ritwa. Esta
últvma debe estar de
acuerdo
t:on el orden natwral de la justkia
y
en
él encuentre, inspN"adón". ( Alocución a un grupo de jueces
de Estados Unidos de 11 julio 1970.)
Quien quiera ampliar esta comprobación puede leer en
VERBO
87-88, págs. 703 y sigs., el interesante trabajo del Profesor Ber
nardino Montejano (h.)
Orden natwral y subversión, en el pensa
miento pontificio.
-
El ma,terialismo histórico es radicalmente incompatible con
la
permanencia de una verdad que se sobreponga a todos los cam
bios históricos, económicos, materiales. En V
ERBo 87-88, pági
nas
545 y sigs. podemos repasar varios
textos demostrativos
pero
tan sólo nos contentaremos con repetir unas líneas de la pág. 3
de VERBO 91-92, en las cuales Paulo VI encarece: "evita,-las
consecuencias catastróficas que surgirían
al admitir que niinguna
norma
y ninguna doctrina Picne título para permanecer en el tiem
po" y, hace notar, que "todos nosotros, especialmente los creyen
tes, advertimas que algo permanece en la sucesión del tiempo y
que debe p,erm,anecer si no queremos que la civilización se trans
forme en caos, y que el cristiMlismo pierda toda razón de ser en
la vida moderna". Es decir, que si nada permanece no hay civi
lización ni cristianismo.
-Contra los dictados de la llamada conciencia colect>IJ(l,,
Paulo VI nos ha puesto reiteradamente en guardia. En VERBO 94
se recogen varios textos suyos que pueden ilustrarnos al respecto.
La eonsciencia "no es fuente del bien y del mal", "para ser norma
válida
del
obrar
humano, debe ser recta·", "tiene necesidad de for
marse''. (Alocución en la audiencia general de 12 febrero 1969);
frente a "la magi(JJ invi,sible, p·ero poderosísima, de la opinión1 pú
blica alimentada y diri(!ida por los medios de comunicación social"
que "intenta arrollarnos y domfflarnos", "debemos defender nues-
698
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CA1 OLJCA
tra conciencü, nafaral, ilumvnada por principios lógicos y morales
superiores".
"Qwien se deja lleva,, P'or la moda del pensamiento, por la,
opinión de la masa, frecuentemente no se da cuenta de su propia
actitud servil
... "
El
Cardenal Villot,
en su
tan "contestada" Carta, como Se
cretario de Estado, en nombre del Papa al Congreso de la "Unión
Católica Internacional de la Prensa", del 15 de julio, piensa que
"si nos encontrCJmos frente a opincmes que aje'ctmn a la integridad
del
dogma y de los principios morales", "Podría, por /o, demás
preguntarse si es todavía exacto, en
este
ca'SO, hablar
de opinión
pública en
fu Iglesia, o si no se debe, P'Dr el contrario, hablar de
op,nones que por sí mismas, por su propio conteni.do, se sitúan
fuera
de la verdadera Iglesia de
Cristo".
-Ante la praxis, contra el destacar la acción sobre todos los
valores humanos Paulo VI observa:
"El hombre corre pero como
un giga-ni.te ciego", porque "carece de la auténtica nota que hace a
la acción verdaderamente ~a y es la moralidad, la ciencia; del
deber, del
bien,, la ciencia del verdadero fin" (Alocución en la
audiencia general del 10 marzo
1971)-
-La relatividad moral también fa vemos reiteradamente re
chazada por Paulo VI. En su audiencia
general del
7 de octubre
1970, insiste en que hay una
"ley natural, estwble y posititua:', sin
que se Pueda "limita;, el juicio, directivo del obrar a la situación''.
Frente a esa ley, "la ciencia y la técnica, p'Or desarrol/ado,s que
se consideren no podrá,n jl>m/Í,s ilustrar al hombre sobre sus pro
blemas
Jsenciales: su origen, su naturaleza, sw fin,
sus derechos
y sus deberes'', repetía, en nombre del Papa, el Cardenal Secre
tario de Estado, a
la Unión Mundial de Profesores Católicos, el
primero de agosto de 1970.
La dwléctica, tan contraría al espíritu de Paulo VI y de su
Octogesima adveniens, como acabamos de ver, ha sido a mayor
abundamiento expresamente rechazada en la Carl:OJ a la LVIII
Semana social de Francia, dirigida en nombre del Papa, el 3 de
julio,
por su Secretario de Estado, el Cardenal Villot.
699
Fundaci\363n Speiro
f. V. DE G.
Se formulan, al efecto, en ésta, las siguientes preguntas:
"¿Por qué se ven surgir divergencias tan numerosas, tan di
versas, tan tenaces, que provocan semejantes conflictos entre lo,s
hombres? ¿De dónde viene, pues, esta, tendencia -incluso entre
/as homb>res de buena voluntad, preocupadJos por el bien común-
a endurecer est(J}S op,osiciones constantemente renacientes, a, radi
caUzmr estos enfrenl-ientos, ha,sta correr el ,;esga de poner en
peligro su querer mvir P'ersonal y comunitmrio? ¿Cómo explicar
al misma tiempo la permanencia de un deseo
de
unidad por
enci
ma de
los conflictos,
y el crecimiento de un sentimiento de soli
daridad ampliado e, las dimensiones del n,undo !".
A ellas les da primero una respuesta negativa: No procede
de la
dialéctica que
el materialismo histórico expone.
"Para un cristiano,· la respuesta no procede, vosotros lo sar
béis, de un dualismo vrreductible, o de una dialéctica en la que /,a
lucha entre las fuerzas hostiles seria
el ca,wino obl;gado hacia una
armon4a
total.
El
plan de Dios sobre
el
mundo es
un
designio de
{JJl11,0r y de paz en,tre el hombre y la mujer, al ;gua/ que entre /,as
d,'versas comunidades humanas
deshechas por el
pecado ( cfr.
Gen., 3, 4
y 11)-Y Cristo he, venido a derribar el muro de odio
que
separa a
los hombres (cfr. Efes.,
11, 52). Tal es
nuestra fe
y nuestra esperanza, tal es /,a fuente inalterable de nuestra amor."
Y, después, otra pos,itiva:
"Es que el pecado marca profundamente ei cor
en el seno
de
la pareja y de la fam,vlia y entre los pueblos ewvene
na
las relaciones, las cUJbre de agresimidad y opone a unos contra
afros
y a
los
partidarios que
tiene en
primer lugar levantados
contrr:J D,jos."
En esto, la oposkión no puede ser más radical entre el cristia
uismo y el marxismo. Como agudamente ha hecho notar Marcel
Clément eñ El .,comwnismo versus Dios, el marxismo es una reli
gión antitrinitaria, basada en la dialéctica del odio, mientras para
el cristianismo "Dios es amor".
700
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
VI. Ideologías y criterios, contradictorios con la doctrina so~
cial católica.
Una confirmación de ,]a vigencia, según la carta, de la doctrina
social de la Iglesia, la hallamos en
la expresión de lo que en ella
se rechaza, o respecto de· lo cua,l pone en guardia. Así Salleron
la ha calificado, según hemos visto antes, "como un nuevo Sylla
bus que se dibuja en filigrana detrás del rechazo de las ideologías
y de las utopías y del positivismo que gobiernan el mundo mo
derno ... ".
Vamos, pues, a tratar de hacer
resaltar esa filigrana:
A) Comenzaremos con los sistema,s ideológicos, entre los
cuales la carta va repasando:
a) Incluyéndolos expresamente en la enumeración de aqué
llas a las cuales el cristiano "que quiere vivir su fe en una acción
poUtica concebida como servicio", "twmpoco puede adherirse .rin
contradicdón" porque "se oponen radicalmente, o en pwntvs sus
tamciales, ai su fe y a su concepción del hombre", tenemos por
orden de exposición del núm. 26 y en el núm-31:
1.0 "La ideología mn,r:dsta, su .m,ate-riaJismo ateo, su dialéc
tica de la. violencia y la manMw conw ella entiende la l.ibertad in
dividual dentro
de
la. wlectvuidad, negando al mismo tiempo toda
trascendencia a homl,,-e y a su histc,ric, personal, y colectiva!' (nú
mero 26).
Ante la Evolución histórica del marx-isnw, agrega en sus nú
meros 3,2 a 34 :
32. "Otros cristianos se preguntan tarrnbién si u.na e~olución
histórica
del tnmrxismo no (IJUtarizaría, ciertos acercamientos con
cretos.
N otwn1 en efecto1 un cierto estalfido de'l marxismo-, que
hasta ahora si! presentaba como una ideología unitaria, explimtiva
de la total.idad dJel hombre y del mundo en su proceso de desarro•
llo y, por tanto, atea.
Fuera del
enfrentamiento ideológico que
sepa!Yia oficmmdnte /a,s dimersas tendencias del marxismo-lemnis
mo
en
su respectiva interpretación del P'ensamknto de /,os fun-
701
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
dadores, y fwera d,e las oposiciones abiertas entre los sistemas po
líticos que hoy dú, se insp>ran en él, algunos estah/,ecen distincio
nes entre diversois nimeiles de expresión del ffi@rxismo".
33. "Para unos el marxismo sigue siendo esencialmente una
prá!ctka activa de la lucha de clases. Experimentando el vigor,
siempre
presente y que rena,:e sin cesar, de las relaciones de do
minio y de explotación entre
los
h<>mbres, reducen el marxismo a
una lucha, a veces sin otra P'erspectima, lucha
que hay que
pro·
segui,r y aun suscitar de manera permanente. Para otros, será en
primer lugar el ejercicio colectivo de un poder P'olítico y' econó•
mico
bajo
la dirección de un partido único que se considera -él
sáto- expresi6n
y garantía del bien
de
todos, arrebatOJ/ldo a los
indiruiduos y a los otros grupos toda posib;/idad de iniciatima y de
elección. En un tercer nVVBl, el marxismo --esté o no en el poder
se refiere a una ideologia socialista a base de materi.alismo hist6•
rico
y de negación de toda, trascendencia ... ". [sigue una referen
cia a la presentación del marxismo "como actividad científica" de
lo que ya nos hemos ocupado antes.]
3t4. "Si a tr(Jl{}és del tnar.x'ismo~ tal como es concretamente
muido, pueden distmguirse estos d/fl}ersos asp'ectos y los interro
gantes que ello's plo!ntea,n a lo,-cristianos para la reflexión y para
la acción, sería üusorio y peli,groso el llegar a olvidar el lazo ín
tvmo
que
los une
radicalmente, el aceptar los elementos del a11á
lisis marxista sm reconocer sus reú,,ciones con la ideofogm, el
entrar en la prtktica de. la lucha de clases y de su interpretación
marxkta dejando
de percibir el tipo de
sociedad
totalitaria y vio
lenta a la que conduce
este
p'Yoceso."
También
parece que se refiere principalmente al marxismo en
el núm. 36,
cuando insta "pa'ra e'Oitar el deja'rl"se seducir, y des
pués encerrar en un sistema cunps límites y totalitariS'mos corren
el riesgo de aparecer ante él demasiado ta,rde si no los P'eróbe en
sus ratees".
Así como el núm. 28: "El p,eligro est<>ría, además, en adherir
se a una ideologú, que no repose sobre una doctrina verdaJdera y
orgánica, refugiarse en ella, como una expUcarión última y sufi
ciente
de todo, y construvrse así un nue-vo ídolo del cual se acepta,
702
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRJNA SOCIAL CATOLICA
a ?Jeces si,n dmrse cuenta, el carácter totalitario y obliga:torio. Y se
piensa
encontrmr en
él
una just,ficaci6n pmra la acci6n, aun 'llio
lenta, una adecuación a un deseo generoso, de servicio,· éste P'er
mcmece, pero se deja absorber p1or' una ideoloigia, la cual --aunque
propone ciertos c111minos para la liberaci6n, del hombre-desem
boca finalmente en hacerla esc/.
duaJ sustrc,yéndola a toda, limitaci6n, estimMl,ándo,Za con la, lYús
queda exclusi'-va
del
interés
y del poder, y considerando· las soU
daridades sociales come consecuencias más o menos automátic(]),S
de iniciatiws individuales y no· cama un fin y un criterio m6s
elevado del va!lor de la orgcnizaci6n social (núm. 26).
Ante la renowci6n de la ideoloyfu li/Jera,Z, añade en el núme
ro
35:
"Por otra parte, se asiste a una renovación de la id'eolog'tÚJ, z.i
beral. Esta corriente se afir11U1,, sea en nombre de la eficacia eco
n6mica, sea ¡,a,ra defender al indwiduo contra el do-mi,mo, cada
vez más iMJasor de las organizaciones, sea contra las tendencias
tota,J,itarixJs de los poderes políticos. Ciertamente hay que mante
ner y desarrollar la inicia,tvva p•ersonal. Los cristianos que se com
prometen
a esta línea,
¿no tienden a su yez a idealizM el libera,
lismo
que * comlierte entonces en ""ª proclamaci6n a fa'llor de la
ti/Jertad? Ellos querrían un modelo nuevo, más ada:p•tado a las con
d,iciones actwiles, owidando fáicitmente
que en su ralz misma el
liberalismo filos6fico es una afirmaci6n err6nea, de
la
autonomía
del
indwiduo
en su acthñdad, sus motÍllJi1)ciones, el ejercicia de
su
liberta;J. Es
decir, la
idemo~ li/Jeral requiere, por su parte, ,,..
atento discernimiento.n
También rechaza aspectos prácticos de liberalismo al conde
nar:
la competencia desmedida (núm. 9), la esp•eculaci6n sobre las
necesidades de los demás (núm. 10), la coni,centraci6n de las em
presas internacionales, en la que va implícito el rechazo de esta
forma
del capitalismo, al decir en
el núm.
44:
"Bajo el impulso de los nuevos sistemas de producci6n se vie
nen
abajo
/.a~ fronteras nacionales y se ve aparecer nu:ems p'oten
c.ias económicas) las ~mpresas multinacional,es, qu;e pw la, caneen,-.
703
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
/ración y la flexibilidad de sus medios pueden llevar a cabo es
trate{/ia,s a;utónmnas, en gran parte independ;entes de lüs poderes
políticos nacionales y, por consiguiente, sin control deJde el punto
de vista del bien común. Al e:rtenáer sus actividades, eslO's orga
n~smo,s privados pueden conducir a una n~va forma abusi:va de
dominadón econámica, en el ca.mpo sociat cultural e incluso po
lltico.
La
concentración
e:rcesitua de los medios y de los poderes,
que denunciaba
Pío XI en
el 40
aniversario de
la "Rerum No
VOJrwm' adquiere un nuevo aspecto concreto."
Asombra un tanto leer, escrito por el Padre Francisco Biot,.
en Temoignmge Chretien del 29 de mayo, que un segundo "ele
mento nuevo" de la carta "es nitidez del rechazo cristiano opues
to a
la ideología
liberal", de un
modo tal 1'como nunca lo habían
hecho los
documentos precedentes".
No nos extraña,
por consi
guiente,
que en
L'homrne nouveaie del 6 de junio se haya comen
tado: '.'El Padre Biot, decididamente, no ha leído suficientemente
las grandes Encíclicas". Así lo parece, pnes el liberalismo filosó
fico y político había sido rotundamente condenado en sus tres distintos grados por León
XIII, en especial en la Liberta,s praes
taintissimwm, y el liberalismo económico lo fue reiteradamente
desde las encíclicas Rerum novarum y Quadrmgesimo anno a la
Mater et M agistra. Sin embargo, parece que algunos sector,es pre
tende11, sea como sea, dar la máxima sensación de cambio en la
doctrina social católica y de apertura hacia el socialismo, e incluso,
como hemos visto antes, al marxi~mo.
3.0 La ideologl,a sociali,ta si,· en su evolución, no ha dejarlo
a salvo "/ns valores, en
particular de la
libertad, de responsahíli
dlld y de ap,ertura a lo espir;tual, que garantizan el desarroUo in
tegral del
hombr!!" (núm. 31).
De las
evoluciones del so'Cia,/,ismo, de
las que habla específica
mente
la carta, nos ocuparemos después de un modo especial,
para valorar mejor si su anterior rotunda condena se ha atenuado
o no en lo sustancial.
b} Pero, pocr encima de esos tres sistemas ideológicos más
definidos, hay en la carta (núm. 27) un rechazo general de "toda
ideolo/JÍa social" dando
un
sentido amplio
de su concepto, al
"sub-
704
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
ray!PY'' la "posible ambigüedad" del mismo, en el cual incluye
igualmente :
-la
que
"reduce lOJ acción política o social, a ser simplemen
te la aplicación de una diea abstracta puramente teóric -aquélla
en la cual
"es el pensaiwiento el que se convierte en
pu,ro instrwmento al servicio de la (JJCción como un simple medio
de una estrategia''.
El amplio concepto de ideología, que la carta reprueba, com
prende (núm.
28) toda la "que no repose sobre una doctrina ver
dadera y orgá,nica", y, por consiguiente, incluye entre las que,
no reuniendo este requisito fundamental, deben recb,tzarse aque
llas que
se muestran "como una explicación última, y suficiente de
lodo", siendo el peligro "refugia~se en ella/' en estos términos y
"construirse así un nueva ídolo del cual se acepta, a Veces sin
darse cuenta, el carácter tolal;lario y obligatorio".
Por otra parte, al analizar (núm. 29) el fenómeno en virtud
del
cual, "hoy dla se ha podido hab~ de un retroceso de las ideo
logías" distingue dos posibilidades, una benericiosa y otra mal
sana:
-una, "puede constituir un momento fworable para una
,apertura a la trascendencia
concreta
del
cristianismo";
-otra: "Puede ser ta-mbién un deslizarmriento más acentuado
hacia un -nuevo p,ositivismo: la técnica universal-1·sta conw forma
dominante de (U:tirvidad, como modo invasor (Í)e existir, como len
guaje mismo, si'n que la cuestión de su sentido sea realmente plan
teado''.
Es de mucha importancia fijarse bien y meditar en esas tres
distinciones que hallamos en los núms.
27, 28 y 29 de la carta,
de las cuales podemos resumir, que:
-no es ideol6gix:a la doctrina que constituye una explicación
plena "verdadera y orgátlaca:" de la realidad, alcanzando a reco-
¡iocer "a Dios trOJscendente }" creador, que interp,ela a través de
todos
los nweles de
lo creado al
homhre como /ib -
son ideologias, tanto los idealismo,s inmanentes, abstractos
y teóricos, como los emp~mos que, también, se constituyan a
sí mismos' como "expl~cación últinza y suficiente" o "sean un
45 705
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
simple media de wna estrategia" de la cual "es el p,ensamien,to el
que se canviierte en pwo instrumento al seruício de la acción".
Ello uos demuestra lo sorprendente que resulta leer en "Ma
drid del 10 de junio en el citado artículo de Ezequiel Cabaleiro,
El mito de 'fo; "doctrina social católica": "Al señalar .el final
de la Doctrina social católica", me refiero a su liquidación como
ideología, «como explicación última
y suficiente de todo~, a su
monolitismo político-moral. La crítica de las ideologías que Pau
lo VI ha.ce en su carta. creo que podría aplicarse con razón a la
«Doctrina», sobre todo cuando ésta se impuso con «carácter to
talitario y obligatorio» (28), «como puro instrumento al servicio
de
la acción como simple medio para una estrategia» (27) y fue
utilizada «en provecho de opciones temp01"ales particulares» ( 4),
con un oportunismo que confundió a muchos''.
¡ La confusión es total ! Las gafas con las que el articulista mira
los
textos aludidos
le impiden entender su significado. En efecto:
-Jamás la doctrina social de la Iglesia ha sido presentada
"tom,o e.zplicaci6n últinw y suficiente de todo", sino sólo "en, cuan
to a sus puntos fundamentales", pero considerándola "suficiente
mente amplia pwra p,od'er ser ada,ptada y ap{;cada a las vicisitudes
caimbiantes de
los tiempos,
en el supuesto de que no sea
en de
trimento de sus principios inmutables y permanentes" (Pío XII,
Disc. cit. del 28 de abril de 1945).
-El carácter "totalitario y obl'Df/0,,torio" lo refiere peyorati
vamente
Paulo VI,
en
e1 núm.
28, tan sólo a la
"ideología que
no reposa sobrre una doctrina verdadera y orgániw/' y sea erigida
"cmno u$ exp,licación última y sufc:ente del todo". Es decir, no
puede incluir
la doctrina social católica, a la que hemos visto que
Paulo VI se remite, y a la que a(1uí, en ese texto, alude como "doc
trina verdoxlera y orgánica" (¿a cuál si no?) El "carácter totali
tario" va referido aquí a la p:r;etensión de explicMlo todo --por
lo cual es recusable, si no se trata de "una doctrima verdadera y
org&wi,ca!'-cuando tal ideología es parcial en cuanto no abarque
toda la realidad, incluida la trascendente al hombre. Por esto esa
doctrina no puede ser obligatoria, mientras que la verdadera lo es
706
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRJNA SOCIAL CATOLICA
moralmente e, incluso, en cuanto lo requiera el bien común, lo es
jurídicamente.
-El ser un "puro instrumento rd servicia de la acciión", "un
simp de
doctrina
que no lo sea de la acción, es decir, que la carta lo que
rechaza es que la
ortodoxia se sustituya por la ortopra.zis que
propugna el articulista.
- La última referencia del párrafo, no pasa de ser un exa
brupto, pues si es que ha habido utilización de la doctriua social
católica ''en provecho de opciones temporales particulares'', habría
que precisar si son injustas, en cuyo caso, si la aplicación de la
doctriua hubiese sido conecta, también ésta quedaría calificada
de injusta:
Ese pretendido aprovechamiento no creemos que el
articulista se atreva a
afirmar que
haya sido
realizado por
quie
nes la formularon,
ni que fue formulada precisamente para ello,
por lo
cual, de
haber
habid:o mala
aplicación, ésta no afectaría a
la
doctrina en
sí.
Sin embargo, a Cabaleiro no le basta con sacar consecuencias
a su modo; todavía añade: "Faltó decir [en el núm. 27 de la car
ta] que la "Doctriua" en puntos importantes pudo haber alieuado
igualmente a los católicos. Algunos lamentarán la
ausencia de
tal
autocrítica". Pero, ¡ cómo podría decir Paulo VI que, a su juicio,
aliena
lo-que
reposa
"sobre una doctrina verdadera y orgánica"!
Lo cierto es que para el marxismo, que se autocalifica de rea
lista, el catolicismo
es una
ideología que aliena; mientras que, para
Paulo VI, el marxismo es una ideología que se
opone "radical
mente,
o en puntos sustancias", a la fe
y la concepción cristiana
del
hombre (núm. 26) que
"conduce", en
"su proceso", a un de
terrnina;do "tipo de sociedad totalitaria" (núm. 34), en la que el
hombre
"corre el riesgo de verse alienado" (núm. Zl) y "en la
cual --aunque propone ciertos caminos pa-ra la liber(J)Ción del hom
lne-desemboca finalmente en
hacerle esclavo"
(28).
cU Como consecuencia de lo expuesto en los textos de la car
ta que acabamos de analizar, son rechazados el positimismo, y el
neoposit-ivismo tecnocrático. Así:
1.0 Sigue rechazado el positivismo, "que reduce al hombre
707
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G,
a una sola dimensión --imp,O'Ytante hoy dú, y que en eso lo mutila!'
(núm. 30).
2.• Y, rechaza, el neo•j,1>s.tivismo tecnoeráJtico, es decir, "la
técnirn unvversa/,izada, como formo dominante de actividad, como
modo invasor de existir, como lenguaje mismo, .sin que la cuestión
de su sentido sea realmente ¡,/anteada' (núm. 29), y, además,
en cuanto en él, el pensanl!iento "se convierte en puro instrumento
al, servicio de la acción" (núm. 27).
Notemos que, en nombre del Papa, el Cardenal Secretario de
Estado, en su carta a la Semana social francesa de Caen, había es
crito
que
"la tecnocracia es el peUgro que' amena.za a la sociedad
&e hoy y de manana".
No importa que esa acción se fundamente en la noción, "al
mismo tiemP'O, como móvil, coma medid(/) y com,o objeto", de: "el
progreso", postulado como indefinido. Así, prosigue el núm. 41:
" ... Después
del
siglo, XIX las sociedades occidentales y otras
m;ucha.; en contacto con ellas
han puesto
su e,p•eranza en un pro·
greso,
renovado sin cesar, ilimitado. Este progreso se les presentaba
wmo el esfuerzo de liberación
del hombre de
cara
a las necesidades
de la natural.eza y de las presiones sociales; era la condición y la me
dida
de
la libertad humana- Difundida por los medios modernos
de información y por el estímulo del saber y
de
consumo 'más
extendidos, el progreso se convierte en ideología-t>mnipresente.
Por tanto, viene hoy una duda sobre si1 valor y sobre su origen.
¿ Qué significa esta búsqueda inexorable de un progreso que es
fuma cada vez que wno cree haberlo conqwi,stado? No
dominado,
el
pragreso deja ins()Jtisfecho. Sin duda se ha
denunciado,
justa,
mente, los límites
y también los P'erjuicios de un crecimiento eco
nómico puramente cua,ntitati-i•o, y se desea alcanzar tarmlnén ob
jetivos de orden cualitativo. La cualidad y la verdad de las reifa
ciones humanas, el grado de partic-ipación y
de responsabilidad
son no menos significativo,s e
importantes
para el P'OY'Venir de
la
sociedad que la cantidad y la variedad de las bienes producidos
y consumidos. Superando la tentación de querer medirlo todo en
términos de
eficacia y
de cá:mbfos comerci.aies, en
relaciones de
f1,1erzas y
de intereses, el
hi,m'/Jre desea
hoy sustituir
cada vez mós
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Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
estos criterios cuantitativos con la mtensidmd de la com.unicación1
la difusión del S(J)ber y de la cultura, el servicio recíproco, el acuer
do
para wna lal,or común. ¡No está, el verdadero progreso
en el
desarrmlo de la concienc/,i moral que conducirá al homJn-e á to-·
mar
sobre
sí
lms solidaridades ampWas y a abrirse libremente "
los demás y a Dios? Para wn cristiano, e'/ progreso encuentra ne
cesariamente el misterio escata,/ógico de la muerte: la muerte de
Cristo y su resurrección, el impulsu del Espíritu del Señor a,yuda
al hombre a situa.-su libertad creadora y agradecida en la, ver
dad de todo progreso y en la sola esperanza que no decepciona
jmnás."
El progresisnw, en cuanto incida en los defectos, errores e ilu
siones expuestos, debe, por consiguiente, ser rechazado.
También en otros textos señala las deficiencias de la tecno
cracia:
Así, en el núm. 37, alude al "capitalismo tecnocrático",
entre los sistemas concretos que "man;fiestan la dificultad de re0
solver el gran pral>lema humano de vi,,¡,. todos juntas en la jus
ticia y en la igualdad" [luego trata,emos del significado que a es,ta
útima
palabra se le da en la carta] ;
y en el núm. 47, advierte:
"Para hacer frente a una .tecnocracia crecien,te hay que im1entar
formas de democracia moderna ... " [también luego analizaremos
la significación que tiene en la carta la
locución democracia mo
derna].
d) Las advertencias contra el "nuevo positwi,smü" y los a
priori ideologicos, que pretendeo explicar tattdmente al hombre
"desde
un p'Ufnto de v!sta puramente cuantitativo y fenamenoló
gico" es extendida en la carta a las ciencias hunw:nas en cuanto
incidan en estas erróneas posiciones- Así explica que:
"... /,a necesidad metodolJgica y el "a priori" ideológico las
conduce frecuentemente
a aislar, a través de las di:versas situacio
nes, ciertos aspectos del hombre y a darles, por tanto, una e¾pli
cación
1fU8 pretende ser global o [HJr lo menos una itjterpretarión
que querrfa ser tottdklante desde un punto, de vista puramente
cuantitatwo a fenumenulógico.
Esta reducd6n "cientlfka" lleva
consigo una
pretensión peligrosa. Dar asl prwüegio a tal asp'ecta
del análisis es mutilar al hombre y, bajo las a,p,arienda~ de un pro-
709
*
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
ceso científico, hacerse incapaz de comprenderlo en su tlJlalidad"
(núm. 38).
"No ha,y qu1e prestar m,enos atención a la acci6n que las «cienr
das humanas» pueden suscitar al dar origen a, la elaboración de
modelos
sodales que
se
querría imponer
en
segida como
tipos de
conducta científicamente probados.
El
hombre puede convertirse
entonces en o/Jjeto de manipulaciones, orientando
sus deseos
y
necesidades, modificando sus comportanvientos y hasta su sistema
de
mores. N adíe duda que el/'o encierra un grwe peligro para las
so
ponen de acuerdo fJGJYa construir una sociedad: nueva al servicio
de los hombres, es necesario saber todamía de qué hombre se trato!'
(núm. 39).
B)
En el terreno r'guro0samente político, vemos rechazados:
a) El totalita:rismo, palabra que reiteradamente hemos visto
empleada en la carta en sentido peyorativo;
pero de
la cual, ade
más, podemos hallar en ella su concepto de cuya aplicación se
sefiala
el grave peligro:
-En
el núm. 46,
§ 3.°, al observar que la política "es un as
pecto
aunq,we no
el único": "Su
c-pa, -plio y complejo no
es
exclusVIJO. Una a,etitud ÍtóVGJSora que
tendiera a hacer de él algo
absoluto, se convertiría en un grooe p-eligro."
-En el mismo núm. 46, § 2.·, al señalar al poder político el
límite de ''resp,eto de las legi,timas libertades de los individuos, de
_la familia y de los grupos subsuliarios", marca así contrario sensu,
que el no respeto de ellos significa un totalitarismo del poder po
lítico.
-En el núm. 25, al señalar que "no pertenece al Estado", "el
tratar de imponer una idelllogía por medios que desembocarían en
la dictadura de
los
espíritus, k, peor de todas".
b) Las di
(núm. 16, § 1); " ... discriminaciones -etnicas, culturales, relir
giosas, p,olíticas
... -[que] renacen siempre'' (núm. 23).
Notemos que no consrtituyen discrinvinación, sino las diferencias
710
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CAíOUCA
impuestas que coutradigan la na,tumleza humana, igual eu todos. No
lo son cuautas
difereucias resultau
impuestas por la diversidad de
circunstancias, de edad, sexo (núm. 13, § 2.0 ), etc., ni lo son las
que requiere el bien común (no
es discriminación,
v. g., que esté
preso quieu haya delinquido, que se ponga eu cuar,enteua a quienes
pudieran difundir por su contagio enfermedades infecciosas,
que
no pueda usar armas un niño, que no se permita enseñar a quien
induzca al ,error, etc.), y aquí rozamos un problema varias veces
estudiado en VERBO, el de los justos límites de la libertad civil
religiosa, aún no agotado ...
Entre estas discriminaciones rechazadas, se incluye el racismo
en el núm. 16, § 2.0
:
"... La discriminación racial reviste en este momento un ca-
cáracter de mayor actualida,J por las tensiones que crea tanto en
el interior de aigunos pcdses como en el
plano
internacional. Con
raz6n, los
hombres consideran
injustifica1bie y rechazan como in
admisible la tendencia a mantrner o introducir una. legislación o
prácticas inspiradas s;,temáticarmente por prejwicios racistas: los
mieml>ros de /,a hur,nanúla,d participan de /,a, misma naturaleza, y,
por
consiguiente, de la misma dignidad, r:on fos mismos derechos
y los mismos deberes fundanwntales, así como del ~ destino
sobrenatural.''
Marcel Oément, en su segundo artículo Quelle troisieme
voief en L'HOMMJ< NOUVJ(Au del 20 de junio, observa: "Me pare
ce que se puede razonar sobre
el racismo y sobre el comunismo de
la misma manera. Uno es un racismo biológico y conduce a los
campos de
exterminio-nazis.
El otro es un racismo sociológico
y
conduce a los campos de exterminio de la U.R.S.S., de China, de
Cuba, al comercio de rehenes inocentes. Para los racistas alema
nes, un judío no tenía derecho a la vida. Para los racistas comu nistas, un fascista «no
es un
hombre». En ambos casos, estamos
ante la abolición del Derecho."
e)
El espíritu, de dominio económico y político de los Esta
dos que se apoyan "en relaciones de fuerza;'' que "es necesar$o
suP'erar" (núm. 43), y la "ambici6n de numerosas naciones, en la
competidón que la'S opane y 'las arrastra", que "es la de Uegarr al
711
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
poder tecnológico, económico y militar'' y que "se opone a la crea
ción de estructurais, en las cuales el ritmo del frrO'greso sería re
gul,cráo en función de una justicia mayar, en vez de acentuar las
diferencÜ>s y de crear un clima de desconfianza. y de lucha que
compromete continuamente
la paz" (núm. 45).
d) Et conservadurismo a ultranza que no atiende a si la situa
ción existen.te es
justa,
resulta incluido en el citado núm. 45, en
lo referente a los Estados; y, en la frase final del núm. 3, es re
ferido a las personas físicas que "inconsc:entes de w.s injusticiOJs
presentes se esfu1erzan p'O'r mantener a sitUlJ!Ción existente".
C) En el campo de lru soluciones concretas, se rechazan:
a) Las soluciones maltusianas, "aguijoneadas por la propa
gc,nda actima en fwor de la anticon
" ... En esta situación crítica hay que afirmar, por el contra-
ria, que
la familia,, sin la cual ninguna SO'ciedad pueda subsistir
tiene derecho a la
asistencia que
le
asegwre w.s condiciones
de una
sama e.zfmnsión. "Es
cierto
--decíamos en
nuestra Encíclica
Po
pulorum Progressio-que los poderes públicos pueden inter
·venir dentro
de los
Umites de
su
competencia, desarrollando
una
info,-mac-ión apropiada y
tomando
medidas adecuadas, con
tal
que
sean conformes
a las exigencias de
la ley
moral y resp•eten la
jus
ta libertad de la parej<> hum:DJna.
Sin el
derecho inalienable al ma
trimonio y a la procreación, no e.x·iste ya dignidad humtP1U1-."
b) Las posiciones nacionalistas que niegan el derecho a la
emigración, conforme al artículo 17, § 11 y 2:
"Nos pen.samas también en la precaria situaci.ón de un gran
nú"!Mro
de
trabajadores
envigrados, cuya condición
de
extranjeros
hace tanto más d;fícil,
por su parte,
toda
reiwindicación social,
no
obstante su real porticipaci6n en el
esfuerzo económico
del país
q'ue los recibe. Es wrgente que se sepa superUIY con relación a ellos
una actitud estrictmmente nacional,ista, con el fin. de crewr en su
fW/Jo,-
un esta/uta que
reconozca un derecho a la
emigración, fa
'VOrezca su integración, facilite su
promoción profesional y les
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Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
permita el acceso a un alojarnientr, decente, donde pueda venir,
si es el caso, su familia."
"Tienen re'l
esta categoría
las p,oblaciones que, por
encontrar un trabajo, librarse de una catástrofe o de un clima
hostil,
abandonan sws
regwn,es y se
encuentran
desarraigadas entre
las demás ... "
No pretendernos agotar los supuestos en los cuales la Octü{!esir
ma adveniens
rechaza
una solución concreta o pone en guardia
contra algún riego real, por ello, con esta salvedad, damos aquí
por concluido el estudio objeto de este epígrafe.
VII. Renacimiento de las utopías.
N olemos ante todo que las utopías no ofrecen una diferencia
cualita,tiva, con las ideologías, sino únicamente cuantitativa en
cuanto son más claramente irrealizables en sus problemas y es
más evidentemente inacanzab1e el mi.to que señalan como meta.
El último inciso del núm. 3 de la carta ya alude a ellas al re
ferirse a quienes "se dejan se·ducir por ideologías revolucionarias,
que
les
prometen, no si'n üusión, un mundo mejor".
Sin embargo, eu el núm. 37 donde se examina de un modo
especial lo que el epígrafe correspondiente denomina "Renaci,..
miento de las u:topfas''. De este número ya hemos analizado la
segunda mitad del
§ 1 y el § 2: al ocuparnos de la táctica que la
carta propone y allí nos remitimos.
La primera mitad del § 1.0 del
núm. 3V dice así:
"Hoy día, p-or otra piarte, se nota mejor la debilidad de lals
ideolog/as a trwés de los sistemas concretos en que ellas tratan
de realizarse. Socialismo burotrático, capita!ismo tenocrátio, de
mocracia awtorit(Jff'ia mamifiestan la dificultad de resolver el gran
probema humano de vivir todos
juntos en la justicia
y en la igu,d
dad. En efecto, ¡cómo podrlan esca.par al materialismo, al egoísmo
o a las presiones que fatalmente los acompañan? De OJ
surge
wn P'oco por todw p(JJl"tes, signo de pro0
fundo mal,estar, m.ien.tra,s que se asiste al renacim,iento de lo que
713
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
se ha convenido en lfa.mwr «utopías» que pretenden resolver el
pr"blema pol!ítico de las socwaaáes modernas mejor
que
las ideo"
logías. Sería peligroso
no rewnocerlo; la a,p,elación a la utopía es
cO'n frecuencia un
cómodo
pretexto para quien desea rehuir las
tMeas concretas refugiándose en un mundo imaginario. Vivir en
un futuro hipotético es una coartada. fácil para deponer responr
sa.bilidades inmediatas
...
".
El núm. 45, en su § 1, viene a completar la imagen del final de
las utopías. Sin "libertad interior'', que requiere "un amor tras
cemlente del hom/Jre" y "una dispO'nibi!idad efectiw del ser'l!Ícw":
"se ve clarro que aun las ideologias más revolucionarias no de
sembocarán más que en uin simple ca,mbio de amos: instalados a
su vez en el poder, estas nuevos amos se rodean de prívilegios, li
mitan las libertades y consienten que se instauren otras formas de
injusticia".
La visión es certera. Pero no han faltado quienes se han plan
teado la dificultad, si no la utopía, del punto clave de intersección del
doble llamamiento
que el propio Paulo VI efectúa a los cris
tianos para que, conscientes de su responsabilidad, se esfuercen
para el logro de '\ma justicia mayor", de "una paz mejor ase
gurada en un ambiente de respeto mutuo eotre los hombres y los
pueblos" (nlúm. 2 al final), en cuanto, como observa Salieron, en
Carrejour del 3 de junio, pide a la vez:
-alistaros
en las actividades del mundo, entrad en la acti
vidad política, participad en
las corrientes
de la Historia, y esto
en un clima revolucionario como lo es el actua1;
-pero obrad, indudablemente, como cristianos.
Luc Bareslá, en
La France Catholique del 21 de mayo, al su
brayar que Paulo VI propone, Hcon un nuevo álito", cambiar "los
corazones y las estructuras", "construir una ciudad respirable, en
la cual el objeto de toda intervención en materia social sea "ayu
dar a los miembros del cuerpo social, no des,truirlos ni absorver
los", comenta:
"Esta respuesta querría arrancar la utopía a las brumas, la
acción a las celadas totalitarias, el espíritu a las inercias del há-
714
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
bito y a la paralización de la buena conciencia. Querría arrancar
al hombre del viejo hombre.
¿ Para un mundo que se identificara
a la Jerusalén
celeste? No sin duda: ésta sería aquí la mayor
uto
pía
de la impaciencia, la confluencia de todas las demás. Pero es
dado a los hombres poder preparar, no obstante
las pesadumbres
de la lústoria,
"wn vislumbre amticipado del siglo ni,evo".
El Cardenal Secretario de Estado, Jean Villot, en su carta di
rigida en nombre del
Papa a
la LVII Semana social de Francia,
el
3 de julio, ha confirmado esta interpretación: "Ciertwmen,te) el
Evamgelio ja,mó;s ha prometido el paraíso sol,re la tierra de cier
tas ideologinis engai1osas o de utopías f
a
los
hombres hasta los
últimos días (cfr.
Mateo
24. 7-13). Pero nos
compromete desde
ahora a actuar de acuerdo
con el espfri,tu tk
las Bienfl.afl)enturanzas."
Es muy cierto que el Abbé Georges de Nantes, en el núm. 45
de
"LA CoNTRERlWORME CATHOLIQUE AU
XXe
sri;cd", de junio
último, exclama que: "El Papa Paulo VI naturaliza la religión
para
hacer de
ella una utopía política, y luego sobrenaturaliza el
esfuerzo humano temporal (y ¡revolucionario!)
para hacer no se
qué mística pretendidamente cristiana". No creemos que éste sea
el espíritu del Papa, como aclara el texto que hemos transcrito de
la carta
a la última Semana Social de Francia. Es,
más bien, .una
mística de las Bienmventwramzas que, t.ru vez, sólo muy pocos es
cogidos han podido y podrán vivir. Pero el deseo de que todos
los hombres lo alcancen es un comprensible y
plausible deseo
de
padre... aunque no se realice. Su misión es estimular a que
se logre ... aunque, tal vez, algunas frases y algunas palabras pue
dan ayudar a la confusión más o menos consciente de tantos, como
por ejemplo, hemos vis:to leyendo los comentarios a la carta apa
recidos en el diario M ª"drid, e incluso a hacerles pensar que la ac
ción propugnada es otra, de otro tipo muy distinto. Gilles de
Couessin al final
de ,su editorial en el Bulletin d;e Cices del 3,1 de
mayo, ya lo advertía: "No nos equivoquem9s: esta carta del Papa
va a ser el pretexto de una ofensiva tal como jamás la ha habido
715
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J. V. DE G.
con el objetivo de una «puesta en. condicióm> de los católicos para
hacerles aceptar
los puntos de vista de sus peores enemigos".
VID. Los movimientos históricos concretos: ¿Puede encon
trarse en su evolución "la tercera vía"? ¿ Se hallará
ésta en
el socialismo? ¿Sigue siendo "la tercera vía"?
la doctrina social católica?
El núm. 30 de la carta enuncia la posible diferencia entre las
"ideologías" y los "movimientos históricos concretos nacidos de
las ideologías". Su texto íntegro dice así:
"Pero fuera de este ¡,ositivismo que reduce al homl,.,-e a una
sola dhnensión -hnportante, hoy
día>-y que en esto lo mutila,
el cristiano encuentra en su acción mwimientos históricas con
cretos nacidos dt las ideologins, y, por otra parte, distintos de
ellas. Ya
nuestro venerado predecesor
Juan XXIII en la PAcm<
IN TERRIS muestra que es posible hacer una &stinción: «No se
pueden identificar -escribe-
falsas teorins filosóficas
sobre
la na
turaleza, el origen y la finalidad del mundo y del hombre, con mo
vimientos históricos fundados en
una
finalidad
económica, social,
cultura/,
o política, aunque estos ,Uthnos deban su
origen y se
ins
¡,iren tüdavía
en
esas
te
por ol,jeto
condiciones
concretas y mutables de
la vida no
pueden
menos de
ser
OJ1np/;iamenle influenciadas por
esta
evolución. Por
lo demás, en /a; medida en que estos movimientos van de acuerdo
ton los
sanos
prvncipios de la razón y responden a las justas aspi
raciones de la p•ersona hU'mana ¡quién rehusaría rec01wcer en
ellos elementos positivos y dignos de aprobación?» (núm. 30).
En el artículo de
S!dleron que, en este número de Vl(Rllo,
precede
a éste, podemos ver comentado el texto de
la Pacem in
terris del que se recoge la parte principal en el número transcrito
de
la Octoges.ma adveniens. Situándolos a su lado, nos recuerda,
Salieron, los dos párrafos inmediatos de la misma encíclica de
Juan XXIII que son, precisamente, el que le antecede
y el que
716
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
le sigue. Su primer comentario es preciso: "Podemos pensar lo que queramos de esta «apertura
al mundo» pero no se puede
decir que se modifique la doctrina
social de
la Iglesia. Indica una
política
posible, lo
cual es completamente diferente".
Precisamente en VERBO 18--19, habíamos traducid/> de PER
MANENCES un comentario signado por M. de P. titulado La "Pa
cem in terris" ... ¿ap,erturOJ a la izqwierda?", que sigue parecién
donos actual y luminosa. Recuerda que Juan XXIII comenzó por
indicar que toda acción rigurosa no puede olvidar la inmutabili
dad de los principios
-"Los principios y doctrinas que hemos
enuncia.do o
se basan en la naturaleza misma de las cosas, o
pro
ceden
de la esfera de los derechos naturales" ; pero que no quiso
limitar el
deber de los cristianos. tan sólo a la
incontaminación
doctrinal,
sino que instó a la fecundidad doctrinal, incitó a lai ac
ción-. Y, al invitar a .ella, mostró un ca.mino a explorar. El co
mentarista explica con claridad la razón de esa iniciativa:
El
Papa, Juan
XXIII, "quiere recordar a nuestra generación,
demasiado frecuentemente cansada y dispuesta a capitular, un
ar
gumento
esperanzador que dimana precisamente de la inmutabi
lidad del orden natural: las ideologías erróneas, [as fiosofías
"in
trínsecamente perversas" son contra natura, porque violentan las
leyes del orden natural, "grabadas por el Creador en el corazón
de los hombres".
"¿ Y no es para los católicos, tanto un motivo de esperanza
como una incitación a la acción? Deberíamos recordar siempre,
en los tiempos en que dominan el error, la mentira y el crimen,
que las ideologías contra natura no pueden burlar y violentar in
definidamente las leyes humanas sin provocar rupturas y acciden
tes tales, que la inadecuación de los falsos principios respecto a
las verdaderas necesidades del hombre no dejará de estallar muy
pronto en el terreno de los hechos.
"Desquite o reacción del orden natural que se manifiesta no
solamente
en el plano de la vida colectiva, sino incluso en el más
sencillo
de la vida privada ... "
"Nada autoriza, pues, -prosigue en la página siguiente- a
decir, como se ha dicho, que Juan XXIII condenó las ideologías
717
Fundaci\363n Speiro
], V. DE G,
pervel'sas, dispuesto a acoger, en cambio, con benevolencia, sus
aplicaciones concretas. El clistinguió bien, por el contrario, la lo
cnra
de las ideas y la
revancha de
orden natural de las cosas
conc
tra
la aplicación
de estas
locuras.
Lo que es muy distinto y es,
incluso, una excelente introducción a esa finura espiritual indis
pensable a toda acción política que rehusa confunclir aplicación
brutal de principios
con la
fecundidad práctica.
"Porque hay algo más fuerte que las ideas erróneas: el orden
de las
cosas. El
hombre puede tratar encarnizadamente de pertur
barlo, de escarnecerlo, pero no le
ha sidó dado destruirlo- No hay
pues, hablando con propiedad, más que recrear el orden social,
partiendo de lo que siempre queda de saludable en los diversos
cuerpos sociales, para revivificarlos desde el interior, favoreciendo
y provocando su resurgimiento. La restauración social no se hará
al margen de los hombres tal como ellos son. Por eso León XIII,
mucho antes que Juan XXIII, nos
había recordado el provecho
que, en ciertas circunstancias, la verdad y el bien pueden conse
guir de un acuerdo logrado «con aquellos que no han perdido del
todo el sentido de honestidad». "Así, restablecida en su verdadera perspectiva, la enseñanza del
Papa es extraordinariamente clara;''
En el último epígrafe del comentario que hacemos de la Oc
to,Jésima adveniens, volveremos a estas glosas de M. de P. a la
Pacem in terris, que nos .muestran un camino para la acción, a
explorar, que, en su reciente carta, Paulo VI nos insta a que se
siga.
La colocación en la carta, a continuación del texto que hemos
exanúnado, del
titulado
"El, ATRACTIVO DE LAS CORRIENTES SOCIA
LISTAS", ha }].echo insistir a muchos en una afirmación, ya formu
lada respecto del texto referido de la Pacem in terris: "se apunta
hacia
el socialismo". Pero, antes de
todo comentario, releamos el
núm.
3,1 de
la carta:
"Hoy día los cristianos se sienten atraúlos por 'las corrientes
soci,a/,istas y sus diversas evoluciones~ y traian de reconocer en
ellas wn cierto número de aspiraciones que llevan dentro de S'Í
718
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
mismos en nombre de su fe. Se sienten inserto,s en esta corriente
histórica y quieren desMroUar dentro de ella una acción; ahora
bien, esta corriente histórica asume diversas formas, bajo· un mis
mo vocablo, según los continentes y las culturas, aunque ha sido
y sigue inspirada en muchos casos por ideologías incompatibles
con
la fe. Se
impone un
atento
áixernimiento,. Con demasiada
frecuencia los cristianos} at-raidos por el socialismo, se· sienten
tentados a idealizarlo, en términos por otra parte muy generosos:
voluntad de justicia, áe solidaridad y de igual,dad. Ellos rehusan
admitir las presiones de los mo'l/Vm.ientos históricos socialistas,
que siguen condicionados por su ideología de origen. Entre los
diversos nirueles de expresión de sodalisnw -una aspiración ge
nerosa
y una búsqueda de una sociedad máJs justa;, movimientos
históricos que tienen una organizadón y un jin político, una ideo
logía que p.-etende
dar
una
visión total y autónoma del hombre-,
hmy que establecer distinciones que' !J1<Íarán las opcion,es concre
tas.
Sin embargo,
estas distinciones no deben
tender, a considl!'
rar tales niveles como completamente
separados
e
independientes.
La vinculación concreta que, según las circunstancias, existe entre
ellos, debe ser claramente señalada, y esta perspicacia p,erwu;tirá
a
los cristianos
considerar el grado de
compromiso
posible en
estos
caminos, quedando a salvo los
valores, en particwlar de
li
bertad, de responsabilidad y de apertura a lo espiritual, que gar
rantiz
menta: "Por primera vez en la historia el Papa
acepta la posibi
lidad del alistamiento en el socialismo ... " "rodea.da de toda clase
la vida socialista a condición de que sean salvagnardados valores
como la libertad, la apertura a lo espiritual, etc ... "
A su juicio sólo hay "dos vías posibles" : "la del capitalismo-li
beral, que funda las relaciones sociales sobre el capital, es decir,
sobre el dinero, y la del socialismo, que la funda sobre el trabajo.
La cuestión es, pues, saber cuál será el fundamento y cuál es el
hombre que se quiere promover. Sobre este punto nos parece que
719
Fundaci\363n Speiro
/. V. DE G.
la Carta de Paulo VI no va hasta el límite de lo que quiere decir"
(I;>igamos, entre
paréntesis con respecto al dilema a que
el P.
Biot, reduce la cuestión, que -como comenta "LHOMME Nouvu.u"
del 6 de junio- "Se podrían también fundar las relaciones socia
les en Dios y su
Ley de justicia y caridad, cou una idea ... como
esta ... ")
Ciertamente uuna vez más", como escribió en FrGARO del 18
de mayo, el Padre Ri(Juet, "se nos va a repetir que "la Iglesia
gira a la izquierda", como ya se nos ha hablado de un "socialismo
de agua bendita". Esta manera muy periodística de enfocar las
cosas falsea indiscutiblemente el sentido y la significación de este
documento
pontificio. Más
que un virage constituye una desta
cable continuidad que aquí debe maravillarnos".
En Italia el órgano del partido socialista Avanti, exclama:
"Quedarnos lejos de las exclusivas de León XIII, de Pío XI y
Pío XII". Pero, según explica, en L'OsSER.VATOR.E ROMANO",
el portavoz del Papa Mr. Ferrwri-Toniofo: "En tiempos de León
XIII no exi"1:iría sino una sola forma de socialismo. Hoy la ac titud de la Iglesia es ciertamente
más comprensiva
y más atenta
a la
evolución histórica en relación
a la
realidad
socialista que
se
halla en trance de variar.
J_,a condena permanece firme. Pero en
el
terreno de la
aplicación se
hacen
efectivas distinciones resp,ecto
de
una
ideología ü de los puntos no acep,tables p'1ra la conciencia
cristiana" (el subrayado es nuestro).
Salleron, refiriéndose a la Pacem in terris, ha escrito antes
de ser publicada la carta (en el artículo que precede a éste) que
la palabra
socialismo "puede querer decir todo lo que se quiera
y que, entre los alemanes, cubre hoy un partido que admite la
propiedad privada de los medios de producción", Gilles de Coues
sin, en su editorial antes citado, llega a comparar el socialismo al
concepto del viejo refrán francés "d'wne aul:Jerge espagnole": "ou
y trouve ce q'tion y apporte". Se trata, dice, en "ALGUNAS RE
I'LEXIONltS SOBRE LA ÜCTOGESIMA ADVENIENS, el P. Martín Bruga
rola,
en RocA VNA 43-44 de julio-agosto 1971, de "un verdadero
Proteo intelectual que no hay por donde cogerlo. Hasta
qace pocos
años
sabíamos que
se trataba
del socialismo tradicional, como
mi-
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«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRJNA SOCIAL CATOLICA
tigación del marxismo, propio de los partidos socialistas de Euro
pa Occidental. Pero aún dentro de estos socialismos ¡ cuántas
tendencias y matices distintos! Socialismos que están muy cerca
del marxismo, y socialismos, como decía el santón socialista de
Europa, Spaak, más cerca del capitalismo que del comunismo.
Recientemente hasta Pompidou ha calificado con simpatía al
so
cialismo sueco de capitalismo socialista''.
Por otra parte, según LE MONDE del 15 de mayo, el Papa
"Pone en guardia coutra las diversas formas que puede tomar el
socialismo-y contra la tendencia a idealizarlo. El Papa, sin em
bargo, no desautoriza a estos cristianos [atraidos por "las corrien
tes socialistas"], en la medida en que el socialismo no contradice
ni la libertad, ni la responsabilidad ni la fe". Pero, prosigue LE
MONDE: "De ahí a que la Iglesia se declare socialista y ordeue a
los cristianos un compromiso político preciso, media un paso que
Paulo VI se niega a franquear". El paso requeriría saltar un abis
mo muy profundo ... Como muestra, nos vamos a limitar a trans
cribir
Ulla dolorida
lamentación del Papa en su recientísima
alo
cución a la Conferencia episcopal itaiiana:
" ... hemos observado con dolor el reciente drama de las A. C.
L. l.; y, aún respetando, su p'1ena, libertad, hemos deplorado que
la dvrección de las A. C. L. l. haya querido cambiar el compro
miso tJstatutario del movimiento y cualificar/o políticamente, es
cogiendo precismmente una línea social'.sta, con sus discutibles y
p>eliqrosas imp,Zicaciones doctrina/es y so'Ciales."
Decididamente, el tercer camino practicable, situado entre el
caphalismo liberal y el comunismo marxista; no es e socialismo.
Pero, ¿ existe esa tercera víaJ?
El Cardenal Suenens -según R.Amo V A'l'ICANO ha referido-
cree que Paulo VI, "indica
el camino a seguir que es el justo
medio entre
la ideología marxista totalitaria y atea y el neo libe
ralismo caracterizado por la búsqueda demasiado exclusiva del
interés". "Su Ilamada sigue la vía de una socialización y de una
democratización y de un reparto más justo de las responsabilida
des a niveles distintos".
,. 721
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J. V. DE G,
Pero ¿ cómo puede haber un justo medio entre la ideología
marxista y el neoliberalismo, que soslaye y no acumule sus erro
res,
si no es fuera de la una y de la otra?
Más concretamente se ha señalado la posibilidad de otras
direcciones como posible "tercera vía". Marcel Oément, en el
primero de sus artículos que lleva esa pregunta por título, en
L''noMME NOINEAU del 6 de junio,· indica que, además de quienes
ponen el énfasis en la vía socialista, otros la ponen
.en la "vía de
k,, pcwticip'lleión", y otros aún en la "-vía del principio de subsidiJJ
riectad", "afirmado muy recientemente en el número 46".
Ciertamente algunos ga.ulfütas -como el Secretario de la U.
D. R., Tomasini, en una conferencia de prensa en Vannes-------se
han pronunciado por una "tercera vía" de la pW'ticipación: "Esta
carta reviste hoy una particular importancia y nos estimula a per
severar en esta "tercera vía" de 1a participación escogida por
Francia".
Sin embargo, tras la ambigüedad de la palabra participaóón,
que luego examinaremos, el concepto gaulliste, propugnado es
pecialmente en la enmienda
Vallan y en el proyecto Capit11111t, no
creemos que pueda contemplarse como tercera vía no liberal ni
totalitaria
sino~ más
bien, como un instrumento más de la tecno
cracia para dominar los resortes económicos del país, regulando
así el autofinanciamiento, bloqueando su disponibilidad y sirvién
do de ese modo
de medio regulador para remediar la inflacción, cau
sada por otras medidas de los propios tecnócratas. No se trataba,
por lo demás, de una verdadera participación, pues ésta requiere
una solidaridad vivida y no una fijación imperativa por el Estado,
que al imponerla dispone de un beneficio que es la sociedad y de
termina su reparto como si éste le perteneciera. Ello conduciría
paulatinamente la empresa al campo del Derecho público, acen
tuando
el totalitarismo estatal (Cfr., al respecto, el cap. V de la
II parte de nuestro libro
SocIEDAD DE MASAS Y DERECHO, en es
pecial el epígrafe 93, y, entre las publicaciones de
SPEIRO, en
"Los
MITOS AC'.I'UALES" o
en
VERBO 78-79,
octubre-noviembre 1969,
"UNA PALABRA MITO. ¿ QUÉ TIENE DE RECOMENDABLE Y QUÉ DE
P:eLIGRoso LA PARTICIPACIÓN", por Patricio Jobbé Duval, Luis
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oOCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
Reviriego, J. L. Guerrero y Gonzalo Cuesta Moreno, así como
la
precisa
síniesis de
Miguel Ibáñez Pérez,
"CoGESTIÓN DE LAS
EMPRESAS ECONÓMICAS", en VJ\Rllo, 90).
La vía del primcipio de subsidÚJJriedad no es sino el aspecto fun
damental de la aplicación a lo
social de la do
Pío XI, en el n. 25 de la Di!llini Redemptoris, había declarado:
"Expuestos los errores y los métodos vi,o,/entos y engaJiosos del
comunismo bolcheviq_ue y (}Jteo, es
hora
ya, venerables hermanos,
de situar bnvem,ente
frente
a
éste la verdadera nócion le la C1v1-
TAS HUMANA, de lGJ sociedad huma:na "'. esta noción no es otra, c"Omo
bien salléis que la enseñada por la razón y la re'IJelOJc>Ón p,or medw
&e la Iglesia, MAGISTRA G>:NTIUM."
Sin embargo, Marce! Clément, en el primero de sus artículos
"QueUe troisieme voie?", de "L'HOMME NOUVAAU" del 6 junio,
entíende que h<>y "la Iglesia no pretende hacer de arquitecto"; que
m se trata "de poner en obra conforme a la virtud de la prudencia,
lo que Pío XII denominaba el 31 enero 1952 el «programa social
de
la Iglesia» tal como el contenido en la parte principal de la
Quadmgesimo anno. Consiste para los cristianos en «particip'M
en
la búsqueda
p'Ma, promover un i;p,o de democracia moderna,
búsqueda
que
q'41eda rJbierta entre 1M tendencias ideológicas y
pragmáJticas»" (núm. 24). Por eso, más adelante concluye: "No se
trata pues, como se ve, de una tercera vía propiamente hablando.
Si hay una tercera vía, al
estar radicalmente
rechazados los dos
movimientos racistas y los movimientos marxistas, es la vía (ya
seguida
de hecho por la mayoría de los cristianos y de los cató
licos) del pluralismo de opciones en el seno de movimientos par
cialmente impregnadb de socialismo y de liberalismo".
Pero, conviene precisar. Creemos que:
-No hay tercera vía, en el sentido de que la Iglesia renun
cia a formular
un
programa, a modo de "uM p,alabm única, como
también proponer una solución con wlor universal", como dice
Paulo VI, en el núm. 4; donde estima: "No es nuestra ambición
ni tampoco nuestra -mi.siMn. Incumbe a U1JS co'JWUnidades cristianas
anrdizar con objeti!llidad la situación propia de su pmís ... ".
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J. V. DE G.
-No hay tercera via, en el sentido de que pueden seguirse
pluralidad de caminos, como dice en el núm. SO: "En las situa
ciones concretas
y habida cuenta de las so/ida,ridades vividas por
C'fJ.da uno, es necesario reconocer una legítima va:ri.edad de opcio
nes diferentes. Una misma fe cristiana puede conducir a compro
misos diferentes."
-Pero, sí hay tercera ,<ía, en el sentido de que hay una di
rección a seguir: la dvctrina social C(])tá/ica, ( que no debemos con
fundir con los
p,royraffl(})S concretos, para cada lugar y tiempo,
que se confían a los seglares), que puede seguirse por varios ca
minos (y es sabido que, en la realidad, muchas veces el camino
más corto no
es la
línea recta, que puede estar cortada por acci
dentes de toda clase) y que nos guía como los astros y la brújula,
-fe y razón natural-para hallar a través de ellos, la dirección
mejor, en cuanto nos sea asequible. Así continúa la recomenda
ción de
"analizar con objetividad l,a situación propia de cad'a p'aás",
que a las comunidades cristianas hace el núm. 4, que líneas antes
hemos dejado a medio transcribir: "... esclarecerla m,ediante la
luz inaltera/Jle del Evmngelio, deducir principios de reflexión, nor
mas de juicio y directrices de acción según l,a.s enseñanzas socia,
les de la lylesía tal cvmo han sido elaboradas a lo laJYgo de /,a His
toria y especialmente en esta era industrial, después de /,a fecha
histórica del
mensaje de León XIII ... "
Debernos, pues, examinar como esa· doctrina social católica,
es reflejada -ya sea ostensiblemente o bien sólo en filigrana
visible únicamente al trasluz-en la carta que aquí comentamos.
Pero, antes, es preciso que nos detengamos en examinar el
senti
do que en la propia carta tienen determinadas palabras, de cuya
precisión puede depender que
la interpretación que de ella se
efectúe sea o no correcta.
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«OCTOGESIMA ADVENlENS» Y DOCTRJNA SOCIAL CATOUCA
IX. Signifioado, en la carta, de algunas palabras de sentido
múltiple o ambiguo: "libertad", "igualdad", "democra
cia",
"participación".
Hemos aludido al final del primer epígrafe de este estudio a
esa dificultad, como una de las que pueden dar lugar a las inter
pretaciones tan diversas y discrepantes que se vienen dando de la
Octogesmw adven,i,/ns.
Tenemos precedentes de la confusión producida, o aprovecha
da por algunos, por el uso de palabras con diversos significados. Recordemos el empleo en las traducciones de la
M ater et ma
gistra,
a las lenguas actualmente vivas de la palabra "socializa
ción" que en el texto latino corresponde a las expresiones "sO'cia
-lis vitae incrementa" o "sacialem retionem progressus''. El pro
blema era el siguiente:
-según el Diccionario, soci,aNzación equivale a estatificación
y, en este sentido lo usó Pío XII, en su Mensaje a los católicos
de Viena de 14 septiembre 1952, en el que advertía:
"Es preciso
vm.pedir que
¡,, persona y la fami,Ua se dejen aJl'rastraJI' aJ, abmno
al que tiende a lanzarles la socÜ1iizíJCión de todas las cosas, so
c/nJ,ización
al fin de la cunl la lerr01'ifica imagen de Leviatán lfe
gm-ía a ser una terrible realidad. Hasta las últiffll>S energías la
Iglesia llevar{) a cabo
esta batalla en la que están
en juego valores
supremos: loi dignidad del hambre y la salvación eterna de las
ahnas."
-según Juan· XXIII en M ater et mag,i.stra, Hsoci.alización"
significa interac'CiónJ esto es, el multiplicarse las relaciones entre
los hombres y los grupos de la sociedad, pues como se lee en esta
encíclica I, 18: "Uno de los asp1ectos que caracterizan a nuestra
época es la socialización entendida como un progresivo multipli
carse de las relaciones de convivencia) con dimers'as formas de vida
y de acti'liidad asociada y como institucionalización juridka."
Rafael Gambra en su ponencia de la III Reunión de amigos
de la Ciudad Católica,
SocIAI,IZACIÓN Y SOCIALISMO (Cfr. una
amplia
reseña en
VElU!o 15-16, explicó que el supuesto signifi-
• 723
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
cado de esta palabra en Mater et nwg~stra se entreiaza con el
principio de subsú!iariedad, formulado por Pío XI, y que J uau
XXIII, en esta encíclica, refirió precisamente al campo econó
mico, pero que en la Paicem in terris extendió a la política, para
garantizar la esfera de las libertades correspondientes a los cin
dadauos particulares y
a los grupos sociales frente a las
irnnis-
ciones
del
Estado.
Subrayamos
este ejemplo, no sólo porque nos introduce al
tema
üe nuestro
epígrafe, sino por que se halla en él el hilo de
la clave de la
Octogesima, adveniens, que, precisamente, desea la
coh~sión del cuerpo social y rechaza todo totolítMismo esta.tal
--que, como antes vimos, describe-y pone en guardia contra él.
La carta Ottogesvma ad'Z!eniens contiene bastantes más pala
bras que necesita
la precisión de su significado.
Miret Magdalena, al comentarla en
Triunfo del 12 junio,
afirmó que la Iglesia: "Fomenta -y debe fomentar ahora -unos
valores humanos que rompieron la estructura de la antigua socie
dad, si bien muchos cristianos se encargaron de hacer ineficaz
esta ruptura primitiva, a través de casi veinte siglos
de su his
toria.- Oomo dice Paulo VI, a propósito de la Revolución Fran
cesa: "Había ideas vivas y coincidencias con los grandes princi
pios de la Revolución, que no había hecho otra cosa que apro
piarse de algunos conceptos cristiauos: la fraternidad, la igualdad,
el
progreso y el deseo
de levantar a las clases necesitadas" (Dis
curso de 1 de septiembre de 1963).
Sin ,embargo, las palabras transcritas de este discurso de Pau
lo V1 -pronunciado el 1 de septiembre de 1%2 en la Catedral de
Frascati, con
motivo de los actos celebrados en honor de San Vi
cente
Palloti (Cfr. VERBO 18-19)-
van al final seguidas de esta
otra frase: "Porque todo esto ,era cristiano, pero ahora, es decir,
en el tiempo de la Revolución y del Santo, habrá asumido una en
señanza anticristiana, que tendía a desnaturaJ1JZar -aquel trozo de
patrimonw e'lJO)ngélico, dedicada a valorar la vid.a humana en un
sentido
más alto y ,n,fu noble'' (el subrayado es nuestro).
Hay que precisar, pues, el diverso significado que para la
Iglesia y para la Revolución, e inclu?o en su uso habitual, tienen
726
Fundaci\363n Speiro
'
parf!. la exégesis de la carta, como son "democracia" y. "parti
cipación".
Ese es el objeto de estudio en este epígrafe: Examinar el sig
nificado con que la carta habla de "libertad", "igualdad", "de
mocracia" y "participación".
a) La liibertad que la carta precoruza indudablemente no
es la
liberté revolucionaria. Las dos últimas frases del núm. 47
sirven para encaminarnos hacia su auténtica significación:
"Así, la libertad, que se c,jirma demasiodo frecuentemen.te comn
rewind>icación
de autonomía en oposición
a
la libertad de
los de
más, se deso;rro,[/,a en su realidad huma.na más
profunda:
compro
meterse
y afanarse
en la realización de
solidaridades
activo,s y
vividas. Pero para el cristiano) el hombre encuentra su, verdadera
libertad, renovada en
la mwerte y en la resurrección del Señor,
abandonándose en
Dios
que lo libera."
.Evidentemente no se trata de la /;bertad del liberalismo, puesto
que esta ideología
es rechazada por la carta (núm. 26) pues ella
"cree ezaitar la libertad individual sustrayéndola a toda limita,.
ción",
y, en el terreno económico, en cuanto la exalta, "estimulán
dola con la búsqueda exclusiva del interés y del poder, y conside0
ra.ndo las solidaridades sociales cmno cansecwencias más o· meno,s
ootomá)tfras de iniciativas indwiduoi.és y no como un fin y un
criterio
m.áJs elevado del valor de la, organización social".
Ni,
tampoco, la concepción marxista, que -según el mismo
núm. 26----es rechazada, entre otras razones, porque "entiende la
libertad imdimidual dentro de la colectividad, nega,ndo, al mismo
tiempo, toda trascendencia,
al
hombre y
a su historia p'Crsonai y
colectnJa".
Ni siquiera admite la libertad mtJYal de optar por cualquier
ideo-logia "sea aplicac-ión de una idea abstracta, pura111,,ente teórri',,.
cci', o bien, en la cual el pensamiento "se convierte en puro ins
trum.ento
de la acción", sino que debe reconocer "a Dfos trascen
dente y creador, que interpela a tramés de todos los nweles de lo
creado al hombre
como libertad
responsable"
(núm. 27).
71.7
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f. V. DE G.
Ni es /a iden11:¡icación con el progreso presentado "como el
esfuerzo de
/a liberación del hümbre de crm-a a las necesidades de
la naturaleza y de las presiones so-ciales", como "la condición y
la medida de la libertad hurmana"; pues, "pwa el porvenir de la
sociedad", "la cualidad y la verdad de las relaciones humanas, el
grado de parrticipación y responsabilidad", son "no m.enos signi
jicatiws e importante·s" "que la cantidad y vwriedad de los bie
nes producidos y consumidos": "¿No está el verdadero progreso
en el desarrollo de la conciencia nwn:D!,. que conducirá al hambre
a tümar sobre sí las solidaridades ampliadas y a abrirse volunta
riamente
a los
demás y a Dios!"' (núm- 41).
Sí, está en "el respeto de la legítima, libertad de los individuos
y de lais familias y de !os grupos subsidiarios con el fin de crear
eficazmente, y en provecho de todos, las condiciones requeridas
pwa consBIJUÁr el
bien
auténtico y
completo del hombre, inchtido
su
fin
espiritual" (núm. 46).
Es la libertad de los 1,ijos de Dios. Es el conce·pto tradicional
católico, según las enseñanzas de la Iglesia, basado en la-verdad,
como opción prm-a el bien conu,n, insepa1J"able de la responsabili
dad y propia competencia (Cfr. la III parte de "FUNDAMENTOS DE
LA POLÍTICA", de Jean Marie Vaisie-re, Ed. Speiro).
Es en este contexto que la carta estima:
"En las situaciones
concretas y habida cuenta de laiS solidaridades vividas p·or cada
wno, es necesario rec'miocer una; legítima variedad de opciones po
sibles" (núm. 50, al priru:ipio).
Si alguno quiere comprobar que este concepto tradicional cris
tiano de la libertad es el concepto que signe el · autor de la carta,
puede verlo confirmado por el mismo Paulo VI, sin más trabajo
que el de consultar los textos del Papa recogidos en las primeras
páginas de VERBO 85-86 de mayo-junio-julio 1970 .
... en "el orden sociOJl" la libertad tiene límites: a) ante
todo "la responsabilidad hacia los demás, el sentido de respeto y
'de colabor{])ción, dado que se 'l!Í'Ve en comunidad'',· b) " ... la res
ponsabilidad se realiza y se completa en el amor ... " "p-osibilidad
de exp·resión del bien, de la esfera, personal a /,a esfera social: de-
ns
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«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
ber de sO'lidOD'idad de servkio, de plJlfticipac;Jn" (Alocución a los
graduados
de Acción católica italiana, de 3 de enero de 1970).
-El hombre "en su deber moral, en su destino tem1J'Oral y
eterno
no puede
separar libertad
de
responsabilidad. La libertad
busca
la norma (. .. ) propu,esta
en la verdad, en .la voluntad de
Dios:
"La verdad as hará
libres"
0 n. 8, 32) (Alocnción últ. cit.).
~ " ... Libertad y autoridad no son térmi,nos que se op,onen
sino va/,ures que se integran; y su mutuo conturso favorece al
mismo tiemp·o el crecimiento de la comunklad y la capacidad de
iniciativa y enriquecimiento de cada uno· de sus miembros'' (Alo
cución al Tribunal d\, la Sagrada Rota Romana de 29 de enero
de 1970).
- " ... la libertad de conciencia, a la cual también la Igesia
reconoce sus derechos e incluso su. prioridad, cuia:nto ella se ejerce
pronunciando el juicio moral de la conciencia, sobre el acto-sin
gulM e inmediato que se va a realizar: entonces la conciencia. es
llamada la regla próxima. del obra,r, la cual no puede, no debe
prescindir de una regla
más alta
y
general, que
se llama
la ley;
como el ojo no puede prescind_;r de la, luz, que ilumina el camitw·"
(Alocución en la Audiencia general del 15 de abril de 1970).
b)
La igual&ald, aparece descrita al final del núm. 16 de la
carta: " ... los miemlffos de la huma.nidad participan de la misma
naturaleza yJ p,or consiguiente) de la ·m.isma dignidaid, con los mis
mos derechas y los mismos deberes fundamentales, así coma del
mismo destino so'brenatural. En el seno de una patrio, común,
todas deben ser iguales ante la ley, tener iguales posibilúiades en
la vida ewn{im,ica, cultural, cwka a social, y beneficiarse de une,
equitativa distribución
de
la
riqueza naiciowd".
Este texto conviene dividirlo en dos proposiciones:
1)
General: que proclama nuestra participación de la misma
naturaleza
y consiguiente dignidad y del mismo destino sobre
nalural.
Corresponde a la explicación de León XIII, en el núm. 6 de
"Quod apostoUd muneris", de que " ... según las enseñanzas evan
_qélicas la igualdad de los hombres consiste en que teniendo todos
729
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J. V. DE G.
la misma naturaleza, están llamados todos, llJ la misma eminente
dignidad
de
hijos de
Dios ...
"
2) Ap,[icación jurídica consecuente, que "en una misma pa-
tria" requiere:
· -la igualdad de todos ante la ley,
-la
de
derechos y deberes fundamentales,
-----la de posibilidades, en la vida económica, cultural, cívica
o social; y
-· una equitativa distribución de la riqueza nacional.
Estas cuatro aplicaciones son las que necesitan precisiones
y
aclaraciones, pues, según como se entendiera su expresión, podría
resultar en contradicción con
la subsiguiente frase del citado texto
de León XIII, que añade: "Sin embargo existe una desigualdad
de
derecho
y de autorirlllJd que deriva del mismo Autor de la na,
turaleza,
de
quien procede toda familia en los
cielos y en
la
tie
rm.
(Ef. III, 15.)"
Trata.remos, pues, de Completar su significado. Primero en el
texto de la misma carta :
-Ante todo, en el mismo núm. 16, detrás de "con los mis
mos dere'Chos y los mismos deberes ... " hallamos, matizando la
afirmación, el adjetivo " ... furnda:mentales". Además, como las
afirmaciones de igualdad subsiguientes son consecuencia de la
participación en la misma naturaleza y dest':no sobrenatural, la in
terpretación de aquéllas no puede exceder de la amplitud de fa
premisa en que se basan. No puede, pues, ampliarse la "conclusión
en cuanto no lo imponga la igualdad de naturaleza y destino.
-Esa
distinción entre la igualdad en lo
esencial y la desi
gualdad en
lo
accidentai (que es cualitativa y no cuantitativa),
la vemos
oon claridad,
en
el § 2." del núm. 13 de la carta al
ocuparse del
"puesto de u, mujer":
"Asimismo, en r.nruchos pa.íses un estatuto sobre la mujer, que
hG{J(J cesar una di,scrimrinación efectiva y esta.fJlezca relaciones de
iguaidad de derecho,s y de respeto a su dignidad, es objeto de
investi,gaciones y, a veces, de vivas reivindicaciones. Nos no ha.bl~
mos de esa falsa iqumldarl que negaría las distinciones establecidas
por el mismo CrellJdor
y que estaría en, conlrarlicción con ía fun-
730
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRJNA SOCIAL CATOLICA
ción específica, tan capital, de la mujer en el corazón del hogar
y en el seno de la, socieda,d. La ewhu:ión de las legislaciones debe,
por el contrmrio, orientarse en el sentido de proteger su vocación
propia, al mismo tiempo que a reconocer su independencia en
cuanto persona y la igualdad de sus derechos a participar en la
vida económica, social, cultural y p1olífica."
Es decir, que, como León XIII, Paulo VI, según sus propias
palabras, no 4abla "de esa falsa igiwldad que negarla las distin
ciones establecidas por el misnw C re
económica, cultural, cívica y social, parecen resultar explicadas en
el núm. 23, como la desapa.rición de discriminaciones, que jurí
dicamente -deben ser rechazadas, no sólo de un modo puramente
formal, sino real.
Si la igualdad exigida pasara de ahí y el poder público de
biera y, por lo tanto, lícitamente pudiera imponerla, ocurriría
-----como.ocurre en los paí.ses socialistas y va ocurriendo paulatina
mente en aquellos otroo en que el Estado, con esta bandera igua
litaria, va invadiendo todas las esferas de la actividad humana
que desaparecería la libertad y la responsabilidad de la persona,
de la familia y de los grupos subsidiarios, en contra de lo que pro
clama el núm. 46 § 2, de la carta.
Como ha comentado el
P. Martín
Brugarola, S. I. en su ci
tado artículo en
Roe(]) Viva 43-44, " ... la pretensión de corregir
las desigualdades se puede llevar a extremos que están en des
acuerdo con los imperativos
de la realidad y de la sociedad hu
mana, tan variada y compleja. Hay quienes son alérgicos a toda desiguald.ad,
cuando ésta es
propia de toda sociedad humana, dé
sele la estructura que se le dé. Re~ordemos sólo de paso como
León XIII, para oponerse a la igualdad propugnada por el se>
cialismo
de entonces, señalaba que había desigualdades naturales
entre los hombres y en la sociedad.
Los hombres
son iguales en
lo esencial, pero no en lo
accidental, y
de
ahí resultan forzosamen
te desigualdades. Cuando se destruyen unas desigualdades, inme
diatamente surgen otras, quizá más hirientes que las anteriores.
También en una familia, por ejemplo, fos derechos y deberes fun-
731
Fundaci\363n Speiro
]. V. DE G.
da.mentales de sus miembros son los mismos, pero no los especí
ficos del padre, de la madre y de los hijos. Decía Taparel!i, que
lo qe hay que
hacer es
defender por igual los derechos desiguales.
"Recordamos que eu una Mesa Redonda del Valle de los
Caídos se definió la promoción social como medio para llegar a
la igualdad. Nos opnsimos a esta definición. Supongamos que la
meta de la promoción social consiste-en que llegue a un momento
en que se alcance la perfecta igualdad. Cuando se preteuda una
nueva promoción ¿ habrá que procurar que todos los miembros
de la sociedad den simultáneamente el mismo salto hacia adelante
para que no perezca la igualdad? Eso es utópico ... "
-El
mismo núm.
2J. de
la
car,ta, nos
muestra un
ámbito de
la caridad que excede del campo jurídico y nos señala los riesgos
de una afirmación excesiva de igualdad ( es decir, que la igual,dad
puede
ser
e:i:cesima, según Paulo VI), al declarar en la segunda
parte de su párrafo primero :
· " ... El Eva:ngelio, al enseñarnos la ca_ridad, nos inculca el res
peto prwile~o la los pobres y su situación particular en la so
ciedad: los
más fworecidos de/Jen renunciar a algunos de sus
derechos pa,-a poner
con mayor liberalidad sus
bienes al
servicio
de
los
demáJs, Efectivamente, si más allá de las reglas. jurúiicas
falta
un
sentido
más profundo
de respeto y de
servicio al prójiMlo,
incluso
la
igualdad ante la ley podrá servir de coa.-tada a discri
minaciones flagrantes, a explotaciones constantes, a un enga,ño
efectivo. Sin una educación renovada de la solidaridad, una afir
mación excesiva
de
la
igualdad puede dar
lugar a
un indwidualis
mo donde cada cual-reivindique sus derechos sin querer hacerse
responsable
del bien com.ún ... "
-Lo que resulta evidente en la carta es que ésta propugna
la solidaridad, la armonía, la cooperación, la Co4esión del cuerpo
social con la finalidad del bien común (núm. 46); "la solidaridad
de
clases y de
culturas" (núm. SO) y no la sociedad sin clases en
contra de lo que ha proclamado
el P. José María Die:z Alegría
(Cfr.
V>:REo, 90
pág.
1003,). Así
resulta de
los siguientes textos:
En
el núm. 46, donde señala que la actividad económica
"da
ocasión a intercmnbias concretos entre fos hombres, a recono~
732
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
cimiento de derechos, a la prestación de servicios y a la afirma
ción
de
la dignidad en el trabajo. Frecuentemente terreno de en
frentamiento
y
del dominio, el/'a puede dar origen al diálogo y sus
citar la e o-operación ... ".
Y, en .el núm. 14, donde reconoce, una vez más:
" ... Todo hombre tiene derecho al trabajo, a la po·sibüidad
de
desarrollar
su.s< . cualidades y su persrmalidad en el ejercicio
de su profesión, a un(JJ reffl!Uneración equitativa qu:e permita a él
y a su famiila «llevar una vida digna en el plawo· material, cwl.tural
y espiritual», a la asistencia en caso de necesidad ¡,or razón de
enfermedad
o
de
edad ...
"
No
hay, pues, derecho a. una igualdad absoluta si no se pre
coniza la desaparición de las dases.
- Lo que sí mantiene la carta, con el mismo vigor que en
las antiguas
en.deliras sociales,
es
la uvolu,ntad desinteresada de
servicio y una atención a los más pobres", por parte de la Iglesia
(núm. 42), que se extiende a los "nuevos "p'o1Ufes" las minuisvá
lidos, los inadaptados, ancianos, marginadas de di:v-erso origen"
(núm. 15).
En segundo lugar, fuera del texto de la carta, tenemos las
enseñanzas sociales
de la
Iglesia a
las qne en el mismo recién
citado núm. 42 se refiere la carta. Para no alargarnos demasiado
nos limitaremos a remitirnos a la comunicación de Eugenio Vegas
Latapie a la VIII Reunión de amigos de la Ciudad Católica "El
m.ito del igualitarismo", que puede consultarse en la publicación
de
Speiro, Los MI'rOS AC'l'UAI,ES, o en VERBO 75-76, en la IV
parte de los
FUNDAMENTOS Dll LA PoLÍTICA y en las ilustraciones
con recortes de periódicos, "Luch(JJ de clases y crístianismo1
',
de VE;Rso 90, de diciembre 1970. En todos estos trabajos pueden
hallarse numerosos y preciosos textos pontificios, desde León XIII
a Juan XXIII. Añadiremos que
en la
carta del Cardenal Secre
tario de Estado a la semana
social francesa
de Caen, en uombre
de Paulo VI, se precisa que la
igualdad, "no consiste en reivindi
car una 'u\llna e inaccesible persecución de los. goces tonporales,
cua-ntitat-ivamente medibles, sino que proclama un común orden y
733
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
una común dignidad, la de ser hijos de Dios llamados a la misma
visión
beatífica''.
e) La particip·ación es señalada, en el núm. 22, como una
aspiración que, con la de la igualdad, constituyen '1dos formas de
la dignidad del hombre y de su lillertad"; y, en el núm. 47, se se
ñala como "legítima aspiración", en "la dimensión políticcí', la
"exigencia actual del hombre" a "una mayor participc»ción en las
responsabilidades y en las decisiones''.
Recuerda, a continuación, el mismo número de la carta que:
" ... En la Mater et Magistra, Juan XXIII subraya/Ja có
mo
el
acceso <> las resp'ons11Jb/Jiaades es una exigencia fundamental
de la natwraleza del homllre, un ejercicio concreto de su libertad,
un ca.ndno p'{J)t'a su
desarrollo,
e indicaba cómo en la. vida econó
m,ka, particular-mente en
la
empresa, debií,a, ser asegurada
esta
pt1,rtidpación en las responsabilidades. Hoy
el ámbito es
V'asto,
se extiende al ca:mpo social y político donde debe ser ins
tituida e
intensificada la P'articipación ra,zonable en las
responsa
bilidades y op'Ciones. Ciertamente, las disyuntwas propuestas a
la decisión son cada vez más complejas, las consideraciones a
tener en cuenta múltiples; la prevj,sión de las con-secuencias, wl,ea.
torria,, aun cuando las cienciais nuevas se esfuerzan por ilum'Dnar
la libertad en estos mom.entos importantes. Por eso, oonq_'Ue a
veces se ifflponen límites, estos obstáculos no deben frenar una
difusión mayor
de
lm participación en la elaboración de las deci
siones, en
su·
elección misma y en su pw.esta en práctica ... "
Subrayaremos que, aparte del tránsito de la aspiración a la
participación, declarada en la carta
"legíti-ma", desde
la
vida eco
nómica a
la política, se nota en la carta la siguiente matización:
la participación que en este campo
"debe ser instituida e intensi
ficada", debe ser "razonable'' y estar referida a "responsabilida
des y opciones", para que así --como añade el mismo número-
"/os grupos humanos se transformen P'oco a poco en comunidades
de partici,pación y mda".
El núm. 49 nos ayuda a matizar que, "en la diversidad de si
tuaciones, de funciones, de organizaciones, cada uno debe situar
734
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
su responsabilidad y discernir en conciencia en cuáles está llanuuto
a participa%".
Y esa matización nos es completada por uno de los
apartados del
§ 3.º del núm 46: "Tomar en serio la política en
S1,(,.j diversos niveles -laca.~, regional, nacional, mundial-es afir
.ma,r el de/Jer del hombre, de todo hom/Jre, de recono·cer la reali
dad concreta
y el valor de la libertad de elección que se ofrece pwra
tratar
de realizar juntos el
men de
la ciudad, de
la nación,
de
la
humanidad".
Es decir, la participación debe situarse en el nivel de la. pro
pia comp·etencia y responsabilidad.
Ello aclara algo, en que se había insistido mucho en los tra
bajos acerca
de la participación en la empresa que antes hemos
citado,
al tratar de la pretendida tercera vía de la participación.
Más recientemente, hemos insistido en ello en una serie de tres
artículos que eon este título "LA PARTICIPACIÓN", nos ha publi
cado
"EL PE;"NSAMIENTo NAVARRO" de los días 26, 27 y 28 de
mayo último. En el tercero de la serie dedicado a "_LA
PARTICIPA
CIÓN POI,ÍTICAJJ, observamos en síntesis:
-que, como expresó Joaquín Costa, la soberanía popular
manifestada
por el sufragio universal es un sarcasmo, es sólo el
derecho a elegirse periódicamente un amo,
si no va unido al re
conocimiento de la libertad civil del individuo y la familia y, al
conjunto de individuos
y familias, el derecho de estatuir en forma
de costumbres como complemento de dicha libertad.
- que la opinión pública, en una sociedad de masas, no es
expresión de 1a voluntad de un pueblo, que propiamente no existe,
sino de quienes
manipulan los
medios de comunicación de
masas·,
televisión,
radio, prensa.
-que la verdadera participación sólo puede ejercerse, cuan
do está fundada en el conocimiento de la realidad, que es como
verdaderamente se puede ser responsable
y pueden estar prote
gidas libertades concretas; es decir, como ha escrito el Profesor
vienés Johannes Messner,
Hen_ cuanto se es miembro de comuni
dades sobre cuya existencia y actividad· se puede decidir
en forma
compartida, comunidades
que por ello han de velar celosamente
por su determinación
y a:utogobierno, por su autonomía frente a
735
Fundaci\363n Speiro
¡.V.DE G.
la arrogancia del poder". Es decir, a través de los cuerp'os sociales
básicos, como los denomina el Profesor Puy, o cu1erp1os ·intermedios,
como los titula Michel Creuzet, o cuierpos subsidiarios, como lee
mos en el núm. 46 de la carta, en los cuales --como luego vere
mos.-halla
continnidad la
doctrina tradicional
católica acerca de
estos
cuerpos y
del
principio de subsidiwriedad, íntimamente
ligados
entre sí y con la verdadera
P'articipación político-social.
d)
La democracia es diversamente aludida en la carta.
l.0 Peyorativamente:
-
de
modo directo, en cuanto quede incluida en la
ideología
liberal
(núm.
26),
-en lo relativo a la que denomina "democracia ootoritaria",
de la cual dice ( en el núm. 3,7) que ( como el "socialismo burocrár
tico y
el
ca,pita;/ismo tecnocrático"): "marúfiesta,n la difkulúid de
resoh!er el gran problema humano de vwi.r todos
juntos en la jus
ticia y en la ;giw1dad".
-
al
decir (en el núm. 24) que:
"DiverSO's modelos [de-socie
dad democrática] hon
sido propuestos,
algunos han
sido
ya expe
rimentados, ninguno sansjaci cumple/amente
y la ltúsquedo. aJbier
ta entre las tendencias idealógicas y prognuílticas."
2..° Faworablemente, recoge que:
-"La do/J/e ospi;ración hacía k, igualdad y la participación
tra:ta de promov1er un tipo de sociedad democrática", en la bús
queda de la cual el cristiano "tiene la obligacié-nj de participwr"
(núm.
24).
-"Para hacer frente a una tecnocracia creciente ha.y que in
ventar formas de democracia moderna, no solamente dando a cada
hombre posibilidad de informarse y de expresar su opinión, svno
de comp.-ometerse a
una
responsabilidad común.
Así los grupos
humanos
se
transforman poco
a poca en
comunidades de
partici
pación y vidri' (núm. 47).
Vemos claramente, pues, que la carta no preconiza las actua
les
democracias liberales ; ni tampoco a las democracias econó
micas
~si con
es:te nombre calificamos los regímenes marxistas,
como ellos se los autocalifican-, incluidas. en la condena del
to,
736
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
talitarismo marxista (núm. 34); ni la democracia autoritaria (nú
mero 37), ni siquiera ningún modelo existente o experimentado (núm. 24).
Se trata, pues, de un nuevo modelo a instaurar, pero basado
en la participación "en una responsabilidad común", en que "los
grupos hunuinos se transforman
en
comunidades. de
participación
y de mda" -<:orno dice el núm. 37 colocado bajo el epigrafe "POJY
ticipación en las responsabüidaáes".
Es de notar que el antes citado núm. 24, en las frases finales
de su § Lº, dice: "El hombre, ser social, construye su destino a
tr(1)Z}és de una serie de agrupaciones particulares que requieren
para su perfeccionamiento y corno condición. necesaria para su
desarrollo, una sO'ciedad más vasta, de _carácter universa/., la so
ciedad política". Es decir, la sociedad democrática, que debe bus
carse, ha de apoyarse en este principio básico:
ha de ser integra.
c!ón de la "serie de agrup'aciones particulaJYes'', a través de las
cuales "el hmnbrre construye su destino". Estructura que se com
pleta en el núm. 46, al centrarla: "en el respeto de las legítimas
libertades
de
los
individuos, de
las familias
y de los grupos sub
sidiarias,
con el fin de crear eficazmente
y en provecho de ladas
las
condiciones requeridas para conseguir el
bien auténtico
y com
pleto del hombre".
Antes hemos visto cómo paffticip'ación.., pr1lncip,io _de subsidÚl
riedad y cuerpos subsidiarios, internwdios o -sociales básicos, ve
nían a ser aspectos de una misma concepción : ahora, llegamos a
comprender que esta concepción corresponde
al tipo de democra
cia que la carta propugna. La doctrina político-social de la Iglesia,
no varía; sólo cambian los nombres.
Pero, veamos cuál ha sido la posición de la Iglesia respecto de
la democracia-, lo cual exige, a la vez, la clarificación de los distin
tos significados dados a esta palabra.
Pío IX en Quanta cura declaró que es contrario a la sana
razón proclamar· que "la voluntad del pueblo manifestada por
lo que ellos llaman la o¡,inión pública o de otro modo cualquiera,
constituye la suprema, ley, independiente de todo derecho divino
y humano ... ".
" 737
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
León XIII en la InmortaJle Dd destaca como aspectos condena
bles de la democracia los que afirman:
"N adw tiene derecho a
mandar sobre los demás ... " "la autorida
también el único que puede mandarrse a sí m,ismo ... " "Queda
en silencio
el
daminio dwino _., com,o si Dios no existiese o
no se
preocupase del género humano, o, como si los hombres ya aisla
dos, ya asociados, no debiesen nada; a Dios, o como si fuera po
sible imaginar un pader po!ítico cuyo principio fu.erza y autoridad
toda p(JJ]'a gobernar no se ap·oyaran en Dios mismo·". "De este
modo, cmno es evidente, si el Estado no es otra cosa que el pueblo,
es en sí mismo fuente de todo derecho y de toda autoridad, se
sigue
lógfram.ente que
el Estado no se
juzga,rá o/Jtigado ante
Dios
por
ningún mot'bVo."
El mismo León XIII en Diturmun Il/ud, distinguió entre la
posibilidad de elegir a los gobernantes
y la inaceptabilidad de que
la elección pueda conferirles un poder que sólo puede derivar de
Dios
y conformarse con la ley natural. Por eso en la Libertas
praestantisÍlma
ejercicio del poder político".
Pío
XII en su Mensaje
Ben,ignitas et Humandas, distinguió
la genuina democracia de sus formas corrompidas: "una sana de
mom,cia fundada sobre los inm,u,taUes principios de la ley natural
y .de las verdades reveladas; será resueltam.ente contraria
a aque
lla
corrupfión que atribuye a la legislación, del
Estado un
p•ader
sin freno ni límites, y q·ue hacen, del régimen, puro y simple sis
tema del absolutismo''.
Juan XXIII en Pacem in terris, distinguió: "Del hecho de
que la, autoridad derive de Di.ns no se sigue qu1e los homll-res no
tengan la libertad de elegvr las personas investidas de la misión
de ejercitarla ... "; pero "no puede ser aceptada como verdadera
la posición doctrinal de aquellos que erigen la voluntad de wda
homb~e
en partfrulor o
de ciertas
sociedades, como fuente
pri
maria y
única de donde brota,n derechos y
.deberes y de donde
738
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
provengan tanto la obligatoriedad de las constituciones como la
autoridad de
los poderes públicos."
En nombre de Paulo VI, en la carta de su Secretario de Es
tado
a la Semana Social de
España de
18
de marw de 1967, se
explicó
el significado que para la Iglesia tiene el vocablo "demo,
cracia":
"Bien sabido es, en efecto, cómo al i(JUfbl que los demás tér
minos que circulan por los
senderos atormentados de
la política,
t""'1bién
éste de
la democracia ha, sufrido, y sigue sufriendo, impo
siciones de uso diverso y significaciones de valor vatrio, según los
dominios de la actividad humana aSO'ciado a que se aplica, y según
también la base ideológica en qu,e se (})poya o
el genio
y la inten
ción
de quien lo emplea. Ahora
bien, "la preocupación, y la solici
tud
de la
Iglesia, según hacía notar Pío XII, se dirÍ/Je no tanto a
la estructura
(
de Ja, democracia) y a su organización exterior
-las cuales
dependen de las
,as,piraciones peculiares
de
cada pue
blo-
cuanto al hombre como tal, que lejo~ de
ser el objeto
y wn
elemento pasimo de IOJ vida social, sea, por el contmrio, y debe ser
y permanecer) su sujeto, su fundamento, su fin."
"De este principio básico deriva el derecho que los miembros
de toda C{J'JWU.nidaá nacional tienen, cualquiera que sea su régimen:
monárquico o republicano, presidencial o de asamblea, parlamen
tario o
corporativo, de
intervenir en
su propia, 1,ida política y de
disp1oner los medios con que tomar parte activa en ella."
P
eroJ además
de este significado genérico de la democracia,
aceptable por la doctrina político social católica, es de notar que a partir del radiomensaje
Benignitas et. humanitas de Pío XII, en el
cual tan claramente distinguió
pueblo y masa, se ha ido for
mando un concepto positivo y acons.ejabJe democracia (posible
tanto en regímenes republicanos como monárquicos), Juan XXIII,
lo desarrolló, en especial en la Pacem in terris) donde recogió su
nuevo concepto de
socializaición como interacción social y su reafir
mación del principio de subsidiariedo,d, que ya había reiterado, re
cogiendo
las palabras de Pío XII en
Quadragesimo anno, y declaró:
"Y a en la encíclfri:D MATER :eT MAGISTRA insistimos en la necesidad
insustituibl(! de laJ
creación de una rica gama de asociaciones y
enti-
739
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
dades intermedias paraJ la consecución de tos objehuos que los par
ticulares
p,or
sí solos no pueden
alca,nzw. Tales
entidades
y aso
ciaciones deben considerarse como absolutamente necesarias para
saJ,vaguardar la dignidad y libertad de la persona humana ase
gurando así su dignidad."
Este
requisito específico fue recogido en la carta escrita en
nombre de Panlo VI por el Cardenal Secretario de Estado diri
gida a la
Semana Social
francesa
de Caen. En ella se parte de
ese concepto Hde .socialización que se maffifiesta por medio de la
multiplicación y el cruce de a,sodaciones y grupos de intereses",
que luego denomina "grwpos intermedios sociales o económ,icast",
"a los que el Estaád' No "comprimirá" ( ... ) "para imponer una
¡,lamificación te'cnocrática a la econamía". Para concluir que "la
democracia puede
reconocerse
en todo
régimen que no es totali
ta,rio", en primer lugar en que: "Supone un equilibrio que puede
ser
vwrio, entre !,, representación nacional y la iniciatvva de los
gobernantes; implica cuerpos
vntermedios libremente formados,
reconocidos y p,rotegidos por la ley, normalmente consultados en
las cuestkmes de su competencia ... "
X. Los aspectos positivos de la doctrina social católica ex
puestos en filigrana ell la carta.
En los epígrafes VII y VIII de este comentario hemos visto
cómo en la carta de Paulo VI reflejaba
y mantenía la doctrina
social católica, formulada por sus antecesores, en el aspecto nega
tivo de rechazar determinadas ideologías y utopías y advertir con
tra
los peligros que de su aplicación pueden resultar.
Pero, no es sólo esa faceta negativa lo único que la Octogesi
ma adveniens recoge de la doctrina político-social de la Iglesia.
Así, puede comprobarse, a veces de forma clara y directamente,
y, en: otras, también claramente pero mirando el entramado que
forma el texto a modo de
una filigrana
bien visible al trasluz del
mismo.
Hemos recordado antes que Pío XI en la Encíclica Divini
740
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIBNS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
Redemptoris,, condenatoria del comunismo, expuso -en su parte
III-, como contrapuesta a los errores de éste y calificándola de
luminosa, la doctrina de la Iglesia. Creemos muy conveniente
re
pasar
cuanto hemos ido viendo
al leer y comentar la O ctogesima
(l)dveni,ens, para comprObar sii en ella se reiteran, o implícitamente
se mantienen como directrices, los puntos básicos de dicha doc
trina,
según los resume la
Dwini Redemp,toris, en sus números
26 al 3,2 especialmente,
l.) La suprema. reaJidad: Dios, Creador ornnipotente de to
das las cosas,, la vemos indicada corno presupuesto determinante
de la inaceptabilidad de las ideologías: "La fe cristiana se sitúa
por encinia y, a veces,, en oposición a- las ideologíais, en la medida
en que recono~e a Dios, trascendente y creador que interp'ela a
través
de todos los niveles
de la creado al hombre como lil,ertad
responsable."
(núm. 27).
2.0 El mensaje de Cristo corno misión de la Iglesia respecto
de los hombres
"Anunciando la Buena Nueva de amor de Dios
y de la salvación en Cristo a los hombres ( ... ) les ilumina en sus
actimidades
a
la
luz de Evangelio y les ayuda de ese modo a co
rresponder
al, designio de amor de Dios y a real,izar la plenitud
'de sus asp;,-aciones." (núm. !).
3.0 El valor del hombre, que supera extraordinariamente en
valor a todo el mundo inanimado y
para quien la sociedad cwil es
wn medio y no a la inversa, es lo que quiere expresar la carta,
al repetir (en el núm. 14) las palabras de la Constitución pastoral
Gaudium et Spes del Vaticano II (núm. 25): "La persona hunt1v
na
es
y debe ser el principio, el si,jeto y el fin de todas las intitur
ciones", y cuando (en el núm. 16, § 2) afirma que "los miembros
de la humanidad participan de la misma natural,eza y, p,or consi
gu:ente
de la misma dignidad, con los mismos derechos y los mis
mos
deberes fundamentales, así
como del mismo destino
sobrena
tural".
4." Así, da "una visión global, del hombre y de la humanidad"
(núm. 40), por lo cual rechaza la posición de ciertas ideologías
que efectúan una "reducción "científica" del hombre al que lo
mutilan, al partir de su respectivo "a priori ideológico" [que] las
741
'
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
conduce frecuentemente a aisla.r, a trarvés de las diversas situaciones
ciertos aspectos del hombre y a darles, por tanto, una explicación
que pretende ser glubal
o por lo menos una interpretación que
querría ser totalizante desde
el
punto de vista puramente cuanti
tat,'vo
o fenomenológico" (núm.
38).
5." El ma,trimonio y la familia, como primera célula de la
sotiedad, con
función
y derecho que exceden del poder de toda
c:utoridad humana., son reconocidos, al proclamar la carta: "En
esta situación crítica hay que afirmar ( ... ) que la familia, sin la
cual ninguna socied~ puede
subsistir, tiene
derecho a la asisten,
cia que le asegure las condiciones de una sana expansión ... " "los
poderes públicos pueden in,tervenir dentro de los Umites de su
co,;,,petencia, desarrollando
u,na información apropiada y tomando
las medida,s adecuadas, con
tal de que sean conformes
a las exi
gencias de la Ley moral y respeten la justa libertad de la pareja
humana. Sin
el derecho
inalienable al matrimonio y a la procrea,
ción,
no existe ya dignidad humana/' (núm. 18); y que el puesto
ele la mujer, de "independencia en cuanto a persona y de igualdad
de derechas y
de
resp•eto a, su dignidad", no
puede admitir "esa
falsa igualdad que negar/,. a las
distinciones establecidas por el
mismo Creador y que estaría en contradicción con la fundación
espi!cífica tan capital de la mujer en el corazón del ho'fl(M' y en el
seno de
la sociedad" (núm.
13,
§, 2).
6.0 Cómo está constituida la sociedad y la p•osición del Es-
tado en ella, es decir: su organicidad, su constitución por "cuer
pos sociales básicos" o "cu.erpos intermedios" y "el principio de
swbsidiat'iedad, con la norma del bien común, como principios bá
sicos para la salud social y remedios contra el totalitarismo --como
ya hemos estudiado antes--, están perfectamente expresados en
Octog,esima adveniens:
-en el núm. 24 § l.": " ... El hombre, ser social, construye
su destino a tr[JflJés de una serie
de agrupaciones
particulares que
rcr¡uiU!ren pa,ra su perfecciooonviento y, cam.o condición necesaria
¡,ara su desarrollo; una sociedad más vasta, de carú,cter universal,
la
sociedad
política. Toda
actividaxl particular debe integrarse
en
742
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
esta sociedad ampliada y adquiere, así, la dimensión del bien
común."
-y, en el núm. 46, que transcribimos íntegramente a. conti
nuación:
";No es aqui donde apMece un t.mite radical de la economio,r
Siendo neceswria, la actividad económica puede, si está al servicio
del hombre, «ser fuente de fraternidad y signo de la Providencia»;
ella da ocasión a intercG1mbios concretos entre los hombres 4, re
conocimiento de derechos, a la prestación de servicios y a la afir
mación de la dignidad en el trabaJjo. Frecuente terreno de enfren
tamiento
y
de dominio, ella puede dar origen al diálogo y suscitar
la cooperación. Sin embargo, corre el riesgo de absorver ezcesir
vamente las fuerzas y la libertad. Por eso; el paso de la econo
niiú::D a la política se demuestra necesario. Ciertamente, sobre el
término
«política» scm posibles muchas c'onfusiones y deben ser
esclarecidas, pero cada urna siente que en los campos social y eco
nómico -tanto nacionales como internacionales-la dec:,.sión úl
tima recae sobre el poder político.
"Este, qwe constituye el vínculo natural y necesario para ase
gurar la cohesión del cuerpo social, debe tener como finalidad la
realización del
/:nen común. Obra en el
respeto de
las legítimas
libertades
de los
-individuos, de
las familias y de los
grupos sub sir
diarios
con
el
fin de crear, eficazmente y
en
provecho de todos,
las condiciones requeridas para conseguir el bien auténtico y com,..
pleto del hombre, incluido su fin estn,ritual. Se desplwga dentro
de los límites
propio, de
su
comp,etencia, que pueden ser diruer
sos según los pcdses y los pueblos. Interviene siempre con un deseo
de jwsticia y dedicació'n al bien común, del que tiene la responsa
bilidad última. No raba, pues, a_ los individuos y a cu,erpos inter
medios su
ca!mfro de
actividades y
sus responsabilidades propias,
lo cual, les induce a concurrir a la realización de este bien, común.
En efecto, «el objeto de toda intervención en: ma.Jeria social es
ayudar a los miembros del cuerpo social y no destruirws ni a/J..
sorverlos».
"Según su propia vocación, el poder político debe saber des
ligarse de los intereses parNculares pwnJJ enfocar su resp,onsabi-
743
Fundaci\363n Speiro
/.V.DE G.
lidad hacia el bien de todos los hombres, aun rebasando tas fron
teras nacionales. Tomar en
serio la
política en sus diversos niveles
-local, regional,
nacional
y mundicd--es afirmar el deber del
hombre, de todo hombre, de reconocer la realidad concreta
y el
valor de la libertad de elección qite se afrece para tratar de rea
lizar juntos
el
men de la ciudad, de la nación, de la hwmanidad.
La p·alítica es un aspecto, aunque no el único, que éxige vivir el
compromiso cristiano al, servicio de los de-más. Sin resolver cier
tamente los problemi,s, ella se esfuerza por aportar soluciones a
/aJs. relaciones de los hombres entre sí. Su campo, amplio y come
plefo, no es exclusiva. Una actitud inva1Sora que tendiera a hacer
de él algo absoluto, se convertiría en un grave peligro. Aun re
conociendo
la autonomía de la realidad p·olítica, los cristianos,
solicitados a entrar en la acción política) se esforzarán por buscar
una coherencia entre sus ap-ciones y el Evangelio y, dentro de un
legitimo pluralismo, de dar u,n testimonio, personal y colectivo,
de
la
seriedad de
su fe
mediante un servicio eficaz y desinteresado
hacia los hambres."
7? La dignidad del trabajador, se reitera al decir el número
14, § l.º, ap. 2.0 que:
"Todo hombre tiene derecho al tra/Jajo, a la posibwidad de
desarrollar sus cualidades y su personalidad en el ejercicio de su
profesión, a una remuneración equitativa que permita a él y a su
fannilia «llevar una vida digna en el plano material, cidtural y es
piritual», a la asistencia en
caso de
necesidad por raz_ón de en,jer
medad
o
de
edad."
Reafirmando el núm. 46 que: "Siendo necesa1TioJ la actimidad
económica p'UCde, si está; ai servicio del hom,/yye, «ser fuente de
fratern,!dad y si{¡no de Providencia», ella da ocasión a intercCPmr
!Jios
concretos
entre
los homl7res, a reconocimiento de derechos)
a
la prestación de servicios y a la afirnwción de la dignidad en el
trabajo."
8.0 Su derecho a agruparse en gremio-s, corporaciones o sin
dicatos, y con la subordinación al bien común de las actividades
de éstos, son expresados en el núm. 14,
§ 2.' que, al final, señala
los límites del derecho a la huelga :
744
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
"Si para la defensa de estos derechos las sociedades democrá
ticas aceptan el principio de
la, organización sindical,
sin
emhar
go
no
se
hd;/,lan siempre a/;,iertas a
su ejercicio. Se debe
admitir
la
función importante de los sindicatos:
tiene,; por
objeto la re
presentación de
las diversas categorías de trabajadores, su legíti
ma
colaboración al progreso económico de la sociedad, el deS
del sentido de sus responsabilidades
para la reali.zadón del
bien
común. Su
acción/ no
está con todo
exenta de dificultades: pue
de
venir,
aqwi o allá,, la tentación de aprovechar una po,sición de
fuerza
para
imponer, sobre
todo por la huelga
-cuyo derecho
como
medio último
de
defensa, queda ciertamente reconocido--,
condiciones
demasia,do gravosas PMa el conjunto de la economÁ
orden directamente político. Cuando se trata en particular de los
serviciosi públicos, necesarios a la vida diaria de toda una comu
nidad, se deberá saber medvr los límites, más allá de los cuales
los perjuicios C(J,41,Sados se hacen itu1dmisibles."
9.· ¿ Quid de la propiedad privada? De ella, hace diez años
había dicho en
Mater et Magistra (núm. 109), Juan XXIII, que
"el derecho de propiedad privada,, incluso el que se refiere a bie
nes de producción, es
válido en cualquáer tiempo, puesto que está
contenido
en la misma na,turaleza, la cual nos enseña que los hom
bres son
atl,teriores a la sociedad y que, por tanto, ésta debe or
denarse al hombre como su fin,. Por otra parte, serW vano reco
nocer el derecho de libre iniciativa en el camp·o econ6mico a los
particulares si, al mismo tiemp·o, no se les c'oncediera la facultad
de elegir
y disponer libremente de los medios necesarios para
ejercitar
aqu,el derecho.
Por
últi,mo, la historia
y la experiencia
atestigitan que allí donde los regímenes políticos no reconocen la
propiedad p·ri-vada, incluida la de los bienes productivos, allí se
viola o
se
suprime por com¡,[eto el
ejercicio de la
libertad humana
en
sus aspectos fundamentaks, lo cual, demuestra evidentemente
que
el uso de
la libertad
encuentra su
garantfa y su estimulo en
el derec'ho de
propiedad".
Esa vinculación entre libertad
y propiedad privada (incluso
para los no propietarios, que existiendo la propiedad no se hallan
745
Fundaci\363n Speiro
J. V, DE G,
-romo cuando no es reconocida- frente a un solo e inmenso
propietario y patrono que, además,, es gobernante y juez) la pre
cisó la constitución pastoral Gaudium et spes, en su núm. 71, §
2.•: "La propiedaxi privada;, como las demás formas de dominio
prifllado sobre
los bienes externos,
aseguran a cada cual una zona
necesaria
para la autonomía, personal y familiar y deben ser con
sideradas como prolongación
de la personalidad
hwmana. Por úl
timo, i,l estimular el ejercicio de la twrm y de la responsabilidad
constituyen una de las condiciones de la libe-rtad civil."
Sin embargo, en la Octogesinta adveniens -que, como en su
día la encíclica Mater et Magistra, ba oonmemorado la Rerum
novarwm,-----se oh.sierva que no contiene referencia alguna ni nin
gún nuevo desarrollo respecto de la propiedad privada.
¿ Qué significado debe darse a este silencio?
Hemos visto que la doctrina social de
la Iglesia, a cuya ense
ñanza hemos visto que se remite la carta, afirma la validez en ciwJ
quier tiempo de la propiedad privada, fundándola en unos presu
puestos· ontológicos y teleológicos que son precisados cuidadosa
mente. Conviene, pues, examinar si estos presupuestos siguen
siendo considerados por la carta.
Marce! Oément, en su artículo citado del 6 de junio, subrayó
que si, conforme al núm. 14, la persona humana "es y debe ser e1
principio y el sujeto y el fin de todas las instituciones", hay en
ella una fuente autónoma de poder superior a toda autoridad hu
mana, que implica todos los derechos, comprendido
el de pro
piedad.
Pierre de Calan, en s.u también citado artículo en La Croix
del 8 de junio, apunta al contenido del núm. 46 de la carta, aun
que no apura sus consecuencias. A pesar de que "la decis.'.ón última
recae sobre el poder polífro", como dice al final del § 1, aun des
lindados '1los ·campos Social y económü:d', aquel poder, como
prosigue el § 2.•, debe obrar "en el respeto de los individuos, de
la,., familm y de lo's [fYUpo,s subsidiarios " y "no roba ( ... ) a los
indlflliduos y a los cuerpos intermedios su campo de act'.:vidades y
sus responsabilidades _propias", e, incluso, añade el § 3.": HSu
campo
es
amplio y complejo,
no
ezclusirvo. Una
actividad
inva-
746
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
sora que tendiera " hacer de él algo abso.J,uto se convertiría en un
gr"11j peligro."
Añadamos que, al final del núm. 31 ---
oocialistas----, la
de señalar las orienta
ciones que permitirán a los cristianos considerar el grado de com
promiso posible, requiere qne queden "a salvo /,os valo,es en par
ticula,- de la libertad, de responsabiUáad
y de ap,ertura a lo es
piritual qwe garantizan el desarroUo integral del hombre".
¿ Puede quedar a salvo la libertad en una asunción total de
las relaciones económicas por el Estado, único propietario, en un
totalitarismo político absorvente de lo económico como supondría
la abolición del derecho de propiedad privada?
En esta perspectiva Salieron, en
Carrejour del 7 de julio, ante
ese silencio de la carta comenta que en él: "En todo caso, debe
verse
una voluntad de sobrepasar el esquema habitual de la
cues
tión social para hacerla entrar en un esquema político más vasto.
Creemos, en tanto, que el problema de la propiedad, política y
socialmente, es un problema mayor, hoy como ayer y hoy más que
ayer. Si el comunismo es una ideología inaceptable para los cris
tianos, por todas las rawnes religiosas y filosóficas indicadas por
Paulo
VI, no debe olvidarse que el pcropio Marx decía que puede
resumirse en «la abolición del
derecho de
propiedad privada». Un
íntimo ligamen existe entre esta abolición y la reabsorción de la
libertad individual en la· colectividad
y finalmente con el materia
lismo ateo".
10." El c1Mnbio de corazones es lo prvmero: La liberación "de
la necesidad y
de la dependencia",
"comienza por la libertad in
terior" -como dice el núm. 45-, sin ella las ideologías "no des
embocarán
más que
en
uti :simple cambio de amos".
11.º La necesidad de /,a; cOJYidaá, P'or encima y más allá de la
justicia,
es mantenida en la carta que, en la segunda parte del 1,
del 23, dice:
H ••• El Evangelio} al enseñarnos la caridad, nos ir,;,culca el res
peto privilegiado a las pobres y su situación particuar en la SO'
ciedad: las más favorecidos deben renuinciar a algunos de sus de
rechos para p-oner con mayor liberalidad sus bien,es al
servicio de
747
Fundaci\363n Speiro
J, V, DE G,
los demás. Efectvvamemte, si más allá de las reglas jurídicas falta
un
sentúlo más profundo
de
respeto y
de
servicio al prójvmo, in
cluso
la i
tivo. S~ una educación renovada de la solidaridad, una afirma
ción excesiva de la igualdad puede
dar luga.r a un individualismo
dornde cada cual, reivindique sus derechos
sin querer hacerse res
ponsable del
bien
común".
Es decir, no entra de un modo absoluto en el orden de la
justicia el que no haya pobres. Es deber de C'a1'idad el auxiliarlos.
12.º La prvmordial preocupación de la Ig'iesw por los más
pabires .es recordada, en el núm. 42, y hecha extensiva a los "n¡uie
'lJOs pobres'', "víctimas de los cambios", en el núm. 15, textos a
los que antes ya nos hemos referido.
XII. La acción de los seglares católicos.
Al llegar a la última parte de este ya demasiado largo trabajo,
debemos volver a tomar
el hilo que l!abíamos ido siguiendo al exa
minar la
estrategia y la táctica preconizadas por la carta ante el
aetual contexto histórico.
-- La estrategia, que centra la acción, no ya en los Estados
-a quienes parece haberlos licenciado como Estados cristianos, in-
cluso a aquellos que aun pretenden seguir
siéndolo-ni
tampoco
en los partidos
políticos -¿ se observa, quizás, el callejón sin sa
lida, o cori salida al campo enemigo, a que están conduciendo las
democracias cristianas, que habían sido promovidas e impulsa
das como partidos representantes de los católicos?- sino en los
seglares cristianos y en las comunidades cristianas.
-La táctica que, ante la "a,mp!,itud de los cambios actuales",
consiste en ,idesarrollar u~ acción._, "por medio de una _reflexión
madurada al contacto con las situaciones cambiantes de este mun
do,
bajo el
impulso del
Evangelio, como fuente de
renovación ...
"
con llamada incluso a la imaginación, (núm. 19) para lograr "la
748
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
innovación atrevida y creadora, que requiere la situación presente
del mundo".
¿ Cómo desarrollar la acción en esta estrategia y dentro de
esta táctica?
Los amigos españoles, que hemos estudiado el libro de J ean
Ousset La acción, estamos en buenas condiciones para compren
derlo, pues esta obra va dirigida a los seglares católicos, y parti
cularmente incluso a
los que
no detentan poder político alguno.
En la misma hallamos, también, algunas precisiones que nos
pueden ayudar a entender, en buena parte, el porqué de esa es
trategia y de esa táctica preconizadas.
AJ La estrategia de licenciar a los Estados católicos, puede
ser aventurada y sus resultados posiblemente no
sean favo
rables. Pero,
al margen de ella, la otra parte de la estrategia -la
guerrilla espiritual en
defensa de
la sociedad cristiana y de su
progreso eu la mayor dirección- es indispensable, y lo seria in
cluso aun cuando aquellas plazas y posiciones no
se abandonaran.
Abandono que -hacemos constar- jamás hemos preconizado,
sinn muy al contrario, en contra de él ----con todo respecto con
este aspecto de la estrategia, que no compartimos- luchamos es
grimiendo todas las razones que podemos aducir, y con la escasez
de medios que padecemos,
para la difusión
de nuestro pensamiento.
Pero,
insistimos, aparte
de ese abandono, la otra mitad de la
estrategia la hemos comprendido siempre y considerado como muy
necesaria.
"La desdicha está -escribe Ousset (op. cit., pág. 209)- en
que, actualmente, en los Estados que se persiste en llamar cristia
nos, todo descansa efectivamente sobre esa
mecánica [radio,
tele
visión, y, en general, todos los mass media] ( ... ) cuya poteucia es
gigantesca ... y,
no obstante nula, si no está catalizada por la ac
ción de una trama de redes irradiantes."
Por otra parte, es difícil que el ambiente general empapado de
ideologías erróneas, no alcance a los órganos de estos Estados,
que muchas veces han tomado "el rábano ¡x,r las hojas", como
vulgarmente se dice, cuando han tratado de aplicar las enseñanzas
749
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
sociales de la Iglesia pretendiendo, según su propia interpretación,
imponerlo en forma rnasificadora y mecanizante cuando, muy al
contrario, r:equiere una penetración social
y una vitalidad soste
nida por una interacción que impida esa uniformización totali
taria y aplastante que ignora el principio de subsidiariedad.
En esos países, pues: la "movilización intelectual y moral, la
irradiación ideológica", mediante "la formación de cuadros diri
gentes" y "la acción capilar' "son tan necesarias en el ca.so de
una nación cristiana como en -el de un Estado perseguidor" --co
mo dice el mismo Ousset, que añade: "Y no les arrendamos la
ganancia a esos regímenes más o menos cristianos, que la des
deñan so pretexto ... de que están en el «Poder», y que todo les
parece seguro por el momento."
Pero la solución tampoco está en los partidos políticos. La
Carta en su núm. 25 -recordémoslo- señala: "No pertenece
ni
al Estado, ni tampoco a los partidos políticos, que se. cerrarÍMI
sobre
sí mismos
al trata.-de imponer una ideologia por medios
que
desembocarÍMI en
la
dictadura de
los esp,ritus, la
peor de
todas ... "
"Hay circun:stancias, en efecto -leemos en La acción, pá
gina 211- en las que desarmar al Estado supone annar a los
partidos.
De ahí ,el célebre apóstrofo de Michelet al canciller de
Catalina de Médicis: "a las olas de la mar embravecida, a los
ele
ment.os furiosos, al caos, se les dice: ¡ sed reyes!".
Ousset (págs. 172 y sigs.) poue en guardia respecto de la ine
ficacia, a la larga al menos, de las coaliciones espectaculares
de
católicos "que no han faltado", "formadas apresuradamente en
tomo de algún! personaje de renombre, pero sin unidad doctrinal
y estratégica ... "
"¿ Qué ha salido de ellas? ¿ Ha sido por ellas
frenada la Revolución? Todo lo contrario. Parece que ha sabido
aprovecharse de lo que esos obstáculos tenían de falaces, para
franquearlos con tanto mayor impulso,
cuanto le
habían dado el
pretéxto para reunir contra ellos el mayOr número posible de sus
secuaces."
Y, también, advierte de los graves peligros del partido cat6-
lico ú,i;co (págs. 175 y sigs.), que produce una "amalgama polí-
750
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRJNA SOCIAL CATOUCA
tico-religiosa", con un aparente, al menos, "monopolio de una ideo
logía", que, además, "compromete a la Iglesia" e implica "el ries
go suplementario de sufrir infiltraciones de quintas columnas de
elementos dudosos, ventajistas o netamente subversivos", como
la experiencia nos prueba sin cesar.
B)
La táctica ha de ser ackcuada al mundo adverso y en
constante movimiento en que yjvimos, ha de ser flexible para aco
modarse a él: La carta así la aplica, después de mantener la re-
probación de la$. ideologías, con relación a las situaciones histó
ricas concretas en que nos toca vivir. Ello nos reconduce a proseguir
el comentario --que antes habíamos empezado a repasar~ que
a M. P. (en
VERBO 18-19)
le inspiró el texto de
Pacem in terris
(núm. SS), en parte recogido ahora por la Octvgesima adveniens
(núm. 30).
Las palabras que siguen, en el texto de Juan XXIII, dice M.
P., desarrollan aún más
y precisan el mismo pensamiento: «De-
terminar
si tal momento ha llegado o no, como también establecer
las formas y el grado en que hayan de desarrollarse contactos en
orden a conseguir metas positivas, ya sea en el campo económico
o social, ya también en
el campo cultural o político, son puntos
que sólo puede enseñar la virtud de la prudencia, como reguladora
que es de todas las virtudes que rigen la vida moral, tanto indivi
dual como social». El Papa precisa, po,: otra parte, que esta ac
ción social
y política debe empezar rechazando todo abandono
ciego o fatalista.
La iniciativa «corresponde de un modo particu
lar a aquellos que, en estos asuntos. concretos, desempeñan cargos
de responsabilidad en la comunidad ... », pero a condición y en la
medida, indudablemente... «en que se mantengan, sin embargo,
los principios del derecho natural a la par que la doctrina social
de la Iglesia ... » ¡ Lo que debería, sin embargo, tener su impor
tancia? Al menos, a los ojos de los católicos."
"¿ Qué confirmación más clara cabe de la oportunidad de la
acción doctrinal y
del método
capilar? Lejos de
abandonarse a
los determinismos h.istóricos desmoralizadores, Juan XXIII re
afirma con fuerza que «todas las cosas adquieren su crecimiento
751
Fundaci\363n Speiro
J, V. DE G
por etapas sucesivas, y así, en virtud de esta ley, en las institu
ciones humanas nada mejora, sino obrando desde dentro, paso a
paso. Esto recordaba nuestro predecesor, de feliz memoria, Pío
XII, cuando decía: "no en la revolución sino en una evolución
bien planea.da se encuentran 1a salvación y a justicia. La violencia
nunca ha hecho otra cosa que destruir, no edificar; encender las
pasiones, no
aplacarlas"». Evolución que, según la misma eviden
cia del contexto no tiene nada de ese regreso al cero, tan caro a
los innovadores, sino que es, por el contrario, ordenada progre
sión de los asuntos humanos, cada uno según su orden, conforme
a las leyes del orden divino y bajo la dirección de los verdaderos
y prudentes restauradores de la sociedad ...
"
"Todo esto... «para que la sociedad humana ofrezca con la
mayor fidelidad posible la imagen del reino de Dios ... » Es decir,
la misma perfección de esa «ciudad católica» deseada por San Pío
X ante los asaltos, cada día repetidos, de una «utopía malsana»
y de una impiedad contrarias, una y otra, al derecho natural fun
damental."
"Nuestra meta -dice La acción (pág. 30)-no es restablecer
artificialmente un determinado
sistema político
y social, victoria
de un partido. Podríamos en este caso recurrir a los procedimien
tos partidistas, por ser dialectizantes de la Revolución."
"Tenemos que devolver a la sociedad su salud, su misma vida,
natural
y verdadera."
"Tenemos que dar vida, fuerza, salud (una actividad normal)
a los órganos sociales, víctimas de condiciones esclerosantes, an
tinaturales, a las que les ha llevado el totalitarismo moderno. Y
esto es cosa muy
Y páginas después (pag. 41): "A necesidades díversas, fór
mulas diversas."
"Y es en el campo del espíritu, en el plano de la doctrina,
donde se debe
establecer la sola unidad posib'e y verdaderamente
deseable. Unidad de espíritus sobre lo esencial, sobre la doctrina.
En cuanto a las acciones, a las funciones, importa que sean nume
rosas
y variadas."
752
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGBSIMA ADVBNIBNS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
"Más que nunca, frente al Leviatán del totalitarismo moderno,
hay que erigir un conjunto de fuerzas flexibles, maniobreras, poco
vulnerables, fáciles de constituir, ricas en recursos variados, in
cluso contrastadas.'' "Capaces de perseguir simultáneamente varios objetivos.
Es
tilo de acción adaptado a las condiciones de lucha contra el tota
litarismo moderno. Totalitarism,o que dispone de casi todos los
medios de información, y que pueden hacer creer a que quiera:
manchar, desacreditar las iniciativas más respetables, ridiculizar
a los mejores; hacer encarcelar, torturar, condenar, asesinar en
masa a indefensos, sin que los guardianes de una conciencia 11a
rnada «universal» se atrevan a levantar la voz."
C) La acción es señalada en la carta como deber del cristia
no (núms. 4, 36,
37, 42, 48) y se aconseja, en ella (en los núms. 46
al
final y SO), un legítimo pluralismo, con "recíproca comprensión
de las posiciones y de los m-o·tivos de los rMmás" que "aun recono
ciendo
las diferenc·ias} no crea menos en las posibilidades de con
vergencia y unidad". (núm. SO,§ 1).
a) Pero, notemos que ese pluralismo lo recomiendan las pri
meras palabras del núm.
SO: "En las situaciones concreta,s y hab'da
cuenta
de
las solidaridades vividas por cada. uno ... " Pero ~según
resulta especialmente del núm. Zl-no en las ideologfos.
Y sí en todos los niveles, como dice el núm. 46, § 3.":
" ... To'111(1,1" en serio la política en sus diversos niveles -local,
regional, nacional y mundial-es afirmar el deber del hombre,
de todo hombre, de reconocer la realidad concreta y el valor de
la libertad de elección que se ofrece para tratar de realizar juntos
el bien de la ciudad, de la nació-n, de la human'dad ... "
Estamos convencidos de la necesidad de ese legítimo pluralis ...
mo. Se lo hemos oído repetir sin cesar a J ean Ousset. En Lo, ac
ción
lo reitera (págs. 37 y sigs.) y nos aconseja seguir:
"Procedimientos susceptibles de desarrollar un sentido más
vivo de la complejidad de las cosas. Y que, por ello, ofrecen la
ventaja de desencantar nuestro gusto por el movimiento único,
por la organización que pretende salvarlo todo por sí misma. Or-
,, 753
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
ganizaciornes, fuera de las cuales toda acción se declara: vana y no
civa."
"Esta concepción
unitaria del combate político y social ha
sido y sigue siendo
la causa de nuestros fracasos".
"Se reúnen
en ella todos los pecados:
el desconocimiento fun
damental de una realidad esencialmente diversa ... ; al cual acaban
por agregarse, ipso fac'to~ particularismos, rivalidades, exclusi
vismos."
Y prosigue, insistiendo en la la: "Necesidad, pues, de des
arrollar en
torno nuestro ese sentido
de la acción plural. Sentido
de la acción que sabe ver más allá y más arriba, que el rendimien
to inmediato de nuestra propia empresa ... ''
b) Ahora bien, ese pluralismo aplicado a las situaciones con
cretas y en todos los nieveles de la política, en sentido amplio, se
extiende a los "movimientos históricos concretos nacidos de las
ideolog-ías, y, por otra parte, distintos de elta" (núm. 30). Pero,
¿ en qué medida?
L'Osservatore romano del 17 de mayo, desarrollando las ob
servaciones de la carta -que vimos en
el epígrafe IX de este es-
ludio-, ha dado una respuesta:
"Nada excluye la búsqueda, el diálogo con los movimientos
que dominan la escena mundial ( ... ). El cristiano debe moverse,
vivir y, en ciertos límites, colaborar en fines
concretos con
las
otras fuerzas políticasy sociales: el
marxismo, el
liberalismo, o
la tecnoeracia. Pero no puede cambiar su «credo.» social a partir
de ellas. JJ
Subrayemos: Hno puede cambiar su «credo» social a. pa:rtir de
ellas". Su credo social... es decir, el recibido por las enseñanzas
doctrinales de
/,a Iglesia.
Ahora bien, la carta insiste en el dinam..ismo de la enseñanza
social de /a, Iglesia -como dice el epígrafe del núm. 42, que ya
hemos
antes examinado.
Esto
no nos puede extrañar a
quienes hemos
leido en
La
acción
(pág 202) ;
"No se puede ni se debe «dogmatizar», sino en el plario de las
7l4
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRJNA SOCIAL CATOLICA
verdades supremas. Pues quien dogmatiza sobre el medio se halla
condenado a la siguiente alternativa ... "
" ... que lo que él propone sea satisfactorio desde un punto de
vista doctrinal; pero puede temerse que la
mediocridad del
acon-
tecimiento haga inaceptable esta casi perfección." ,
"... o que lo que él propone sea inmediatamente aplicable;
pero pueda temerse que el valor de la proposición corresponda a
la mediocridad de la situación".
"Sería doloroso, en consecuencia, que lo «mejor», codificado
en esos textos, pueda llegar a ser algunos meses más tarde un
argumento susceptible de frenar la continuidad de la progresión."
<10 dicho
de otra forma: Cuando, en
la acción, hay uru gran
retraso
que
recuperar, no
es bueno empacharse de fórmulas cuya
insuficiencia dogmática
o práctica las condene a breve duración.
"Dogmatizar sobre una etapa, incita a permanecer en ella."
"Tengamos menos gusto por las recetas fijistas que por el
úseo de ir hacia adelante."
"El hombre de acción descuella menos en instalarse en el
qoy
que
en captar, en el acontecimiento inmediato, lo que le permitirá
mañana asegurar m,ejor el triunfo de la verdad."
Y páginas después (págs. 216 y sigs.), cuan.do aconseja: "Evi
tar, ante todo, dejarse engañar por lo que antes hemos llamado la
dogmatización de un día, la dogmatización de las fórmulas conci
liadoras, la dogmatización de los Sistemas de circunstancias.
"No es verdaderamente peligroso el que
existan esas
fórmulas,
el que esos sistemas sean inevitables. El mal, el peligro, está en
la dogmatización que tiende a hacer de esas fórmulas la «pro
paganda.»
"Ahora bien, no hay medio más seguro para hacer perder a
gran número de personas todo sentido de la verdad que el conce-
der a las transacciones, a las .fórmulas oportunistas efímeras, un
tono y unos atributos que sólo son debidos a la verdad de ayer,
de hoy y de mañana."
"Evitar, por lo tanto, elevar a dogmas las fórmulas bastardas."
"Aunque haya que tolerar estas últimas, no hay que· temer
designarlas como lo que
son. Porque
es menos grave tolerar un
755
Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
mal sabiendo que es un mal, que proponer la adopción de una
verdad bastardeada como un
progreso hacia la
verdad."
Estas últimas observaciones son
Q.oy de
una rabiosa actua
lidad ...
D) Formación para la acción. He ahí la clave de la estrate
gia, la táctica y la acción preconizadas en un momento de confu
sionismo doctrinal y de tensiones revolucionarias.
¿ Qué predominará?, ¿ el dinamismo de la acción, o la acer
tada dirección doctrinal de ésta?
He ahí el riesgo, que debería reducirse al mínimo por una
acertada
formación doctrinal.
La acción debe desarrollarse, según la carta:
-"de acuerdo con los sanos principios de la razón," y "a lM
justas aspíraciones de la persona humana" (núm. ,30);
-evitando: "comprometerse en colaboraciones incondicion~
les y contrarias a las principio,s del verdadero humanismo" (nú
mero
49), e
-iluminada por "luz &el Evangelio" y "las enseñanzas de
la Iglesid' (núms. 1, 4, § 1, 7, 36), con "la tradición cristiana"
(núm. 4, § 2), con su "ec,:periencw de siglas" (núm. 42) y "las
p-rincipio$ morales"
(núm. 48, § 2).
Dice, en el núm. 25 que: "La acción ¡,o lítica -i es necesario
subraya,, que se trata, ante todo, de una acción y no de una ideo
logiat-
debe esta,r apoyada en
un proyecto de
soc,'edad, coheren
te en sus medios concretos y en su aspiración que se alimenta de
una concepción plena de la vocación del hombre y de sus diferen
tes
expresiones s,,ciales. No pertenece
ni
al Estado, ni ta,mpoco
a
los
partidos
poUticos qwe se
cerrarían sobre sí
mismo, el
tratar
de imponer
una ideología por medios que desembacarian en
la
dictOJdura de
los espíritus,
la peor
de
todas. Taca a los grupos
cul
turales y
religiasos -dentro de
la libertad de adhesión que
elfos
suponen- desarrollar
et1! el cu;erp,o social, de manera desintere
sada, y por su ¡,,apio camino, esta; convicciones últimas sobre la
naturaleza, el origen y el fin del hombre y de la sociedad."
"En este campo conviene recordar el principio proclamado por
756
Fundaci\363n Speiro
«OCTOGESIMA ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOUCA
el Concilio Vaticano II: «La verdad n;o se impone más que por la
fuerza de la verdad misma que penetra el espíritu con tanta dul
zura como potencia.»
En cambio, según el núm. 39: "No ha;y que prestar menos
atención
a la acción que las
imp,oner enseguida coma tipos
de
canducta científicamente pro•
bados.
El
hombre
puede convertwse entonces
en
abjeta de m,m,í-.
pu-ladones, orientando sus deseos y necesidades, modificando sus
comportarwientos
y hasta su sistema de valores. Nadie duda que
ello encierra
un
grave peligro para /,a,s sociedades de mañana y
para el hombre mismo. Pues si todos se ponen de acuerdo pa,-a
construvr una sodetlaá nueva.
al servicio de lw hombres, es nece
sario
saber
todcrv-ú, de qué hombre
se
tmta."
Aunque, advierte el núm. 40: " ... Com,o para las ciencias na
turales, la Iglesia tiene confÍ11111Za en esta investigación e imJita a
los cristianos a tomar parte activa en ella. Animados por la mis
ma ezigencÚJ científica y por el deseo de conocer mejar al hom,
bre, pero al mismo tiempa iluminadas por su fe, los cristianos
entregados a las ciencias humanas entaMarán un
diálogo que se
prevé fructuoso entre
la Iglesüi y este nuevo campo de descubri
mientos.
En verdad,
cada disciplina científica na podrá compren
der, en
su particularidad, más que
un wspecto parcial, aunque ver
dadero, del hombre;
la totalidaá y el sentido se les escapan. Pero
dentro
de
estas límites l,,s ciencias humanas aseguran una función
positiva que la Iglesia reconoce gustosamente."
Es decir, el proyecto coherente de sociedad, que corresponde
trazar a
"los grupos culturales y reUgiosos" (núm. 25), no puede
fundarse en los "modelos sociales" propuestos por las ciencias
humanas (núm. 39), ni que se basen en los "a priori" ideolóqicos
(núm. 38). ¿Dónde, pues, habrá de fundarse ... ? Volvemos a la
única respuesta posible: en las
enseñanzas de la Iglesia, de su
dactrina pólítica y social cat6lic0!.
Es necesario una formación adecuada. La carta, en el § 2 del
núm. 24, advierte de: "la imp,ortancia de una edU,Cación. para· la
vida
en sociedad, qu.e, además de la 1nformación sobre los dere-
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Fundaci\363n Speiro
J. V. DE G.
chos de cada uno, recuerde su necesaria correlación con el recono
ciniiento
de
los
deberes de
cada
cual respecto
a los
demás,· el Se1'/r
tido y /,a prácticm del deber están, en todo caso, cvn,dicionados por
el domi.nio d,e sí y por la aceptación de las responsabilidades y de
/o,s lvmites puestos
al ejercicio de
la libertad del individuo o del
grupo".
El mismo Paulo VI, en su alocución a un grupo de Universi
tarios italianos del 28 de junio, ofrece un ejemplo de esa
forma
ción necesaria para el compromiso temporal :
"Estudi(Jff' y pem(Jff', primer leber. Bu.sc(Jff' y saber, esto
en
primer lugar. Dar a
la
etaepa de
los estudios
universitarios y a la
etapa sucesiva profesional su
impronta
humana superior y c(Jff'ac
teríslica, el compromiso racional,
la
búsqueda de
la wrdad y ha
cér de' el/,o, la luz
del propio
sendero en la mda, esta,
fue la
norma
directiVOJ
de la FU
C I en
n-uestros días, y
después de los
Gradu'a
dos
Católicos.
En
el mm/to y
agitación de las corrientes
op,eratiVOJs,
políticms
y sociales, guiadms sin lógicos
y
sólidos principios por
pasion'es voluntaristas y
por intereses de poder,
tener la vvrtud
de impaner a
sí mismo el
primado de la razón, del
estudio, de la
honestidad del pensamiento,
del
silencio, de la crítica constructVlla,
del
concepto personal sobre
el mundo de los seres, de
los aconte
cimientos,
de
fos deberes, en
una
palabra, sobre la 'ZJÍda, fue
la
norma que orien,:ó, sin pedanteria especukttiva alguna, en, aque
llos
tiempos al numos, a
los dos
mo'ZJÍmientos; y las mcisitudes his
tóricas y cidtura/,es de aquellos años corroboraron su bondad."
Y, en su nombre, el Cardenal Secretario de Esta.do, en su
carta a la reciente LVIII Se,nana Social de Francia, al referir el
compromiso a la actividad necesaria para resolver las situaciones
conflictivas, ofrece
otro claro ejemplo:
"En primer
lugar, debéis
confecciona,r un inventario objetivo
de los conflictos reales de la sociedad, tanto en los sectores fa"
miliar
y profesional, económico, social y
político,
como en
los
pla,
nos culturwl e ideológico, étnico y eclesial. Tras la apariencia de
una "sociedad de migajas", descubriréis también to·do lo que se
oculta en la marcha de este proceso de fragmentación y manifies-
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Fundaci\363n Speiro
----~iiJJCTOGESJMA--ADVENIENS» Y DOCTRINA SOCIAL CATOLICA
ta ya la puesta en práctica, si bien todavía de forma incipiente,
de un deseo profundo de unidad.
"Es necesm-io guardarse, en efecto, de erJ~obar estos fenóme
nos en caUgorias apresuradamente establecidas y de juti!Jtl
lanum,tahle
de
autoridad o de una inadaptación
perjudicial de las
instituciones. La realidad es más compleja y movediza. No se
deberá
minimizar la amplitud y /,a profundidad de los conflictos
que se ocultan tras un engatñoso op·tim.isnw de m
m,pranta S111nflYÍenta. Tamp-oco se deberá atribuir al conflicto mis
mo una especie de consagración, como si la exasperación de las
tensiones fuese el med-io inifalible de instOJUrar una sociedad nueva
y más justa ... "
LA ACCIÓN, PUES, Rlt,QUI~ F'ORMACDÓN PR:B::VIA, EXIGE RE
FLEXIÓN DESPUÉS DE
SERENA OBSERVACIÓN
Dlt LA REALIDAD. No
es una praxis revolucionaria.
Para concluir, y una vez más, nos remitimos, ante nuestro
deber de eficacia y sus condiciones, al libro de J ean Ousset La
acción, para releerlo y vivirlo.
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