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Número 279-280

Serie XXVIII

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Araceli Martínez-Peñuela Virseda: Antecedentes y primeros pasos del nacionalismo vasco en Navarra, 1878-1918

INFORMACION BIBLJOGRAFICA
en una cueva habitada por un mendigo al que entrega sus lujo­
sas ropas. Alli vive miserablemente castigando su cuenpo con
duras penitencias, y escribe sus
Eiercicios Espirituales. Embatca
luego para Tierra Santa, pasando por Roma y
Venecia, En Pa­
lestina sufre
huroUlaciones y vejaciones que los infieles inflingen
a todos los peregrinos. Pretende quedarse ali!, pero no le es per­
mitido por los franciscanos dada la situación existente. Regresa
a
Barcdona y estudia latín y luego humanidades en Alcalá y
Salamanca. Es procesado
por la Inquisición, que le absuelve.
Conoce
en París a quienes sedan sus más directos colaboradores,
que se proponen marchar a Tierra Santa. Pasan
por Venecia y
ante las dificultades que
se les van presentando deciden, al fin,
establecerse
en Roma, donde el Santo Padre Paulo III autoriza
la constitución de la Compañía de Jesús, que en sus estatutos
agregan a los tres votos tradicionales de pobreza, castidad y
obe­
diencia, un cuarto voto de obediencia especial al Sumo Pontífice.
El hilo de oro es la Providencia divina que permite una se­
rie de causas que producen el resultado final.
En toda la narración está presente el suizo pontificio que,
casualmente o
a propósito constituye su sombra junto con la
jovencita que salvó de ser violada, a la que trata con toda deli­
cadeza, presentándola
-vestida con ropas de hombre-como
su hermano menor.
El suizo vuelve a la Guardia Pontificia y
reconoce a Iñigo de Loyola
-que cambió su nombre por el de
Ignacio-- en
una visita de éste ru Vaticano, visitando él luego, a
su vez, al padre Ignacio
en Roma, con lo que prácticamente aca­
ba la narración.
Es un libro que
mantiene el interés del lector y se lee con
facilidad, por lo que indudablemente es útil en esta época
en
que parece se huye de todo esfuerzo mental, especialmente de
carácter religioso.
G. ALFÉREZ
Araceli Martíne::-Peñuela Virseda: ANTECEDENTES Y
PRIMEROS PASOS
DEL NACIONALISMO VASCO
EN NAVARRA, 1878-1918 (*)
Mucho se ha escrito sobre la primera andadura del naciona­
lismo vasco y su desarrollo ulterior en Vascongadas durante los
siglos
XIX y xx, incluida la última guerra civil. Debido a !a muy
escasa implantación del nacionalismo
en Navarra, estancada hasta
la
II República, y a la correlativa y casi total carencia de estu-
(•) Pamplona, Ed. Gobierno de Navarra, 1929, 233 págs. 169 X 236
centímetros.
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INFORMAGION BIBLIOGRAFIGA
dios de dicho fen6meno en Navarra, la memoria de licenciatura
de
Martínez-Peñuela resultaba necesaria.
El pr6logo, realizado por el doctor Ignacio Olabarri Gorta­
zar, director de la investigación, enmarca el tema valorando la
necesidad de un mejor conocimiento tanto del nacionalismo vasco
como
de la política navarra en tiempos de Alfonso XIII.
Las fuentes inéditas utilizadas por la autora abarcan el am­
plio abanico de nueve archivos póblicos y cinco privados, junto
a numerosa prensa periódica navarra y vascongada, y diferentes
boletines, folletos y libros de la época. Les acompaña una biblio­
grafía tanto de carácter general
como particular sobre el fenó­
meno nacionalista, y algunos aspectos referentes a la génesis y
primer desarrollo de este movimiento político.
El estudio se plantea en tres partes diferenciadas. La prime­
ra, abarca
de 1878 a 1909, es decir, desde la denominada «Aso­
ciaci6n Euskara de Navarra», basta la muerte del autor del libro
«Ami Vasco» ( 1906
), esto es, del capuchino Fray Evangelista de
Ibero (Ramón de Goicoechea y Oroquieta), calificado por
la
autora de «precursor y defensor del ideal nacionalista» en Na­
varra.
La segunda parte, más extensa que cada una de las dos res­
tantes, es particulatinente interesante, al tratar sobre la implan­
taci6n y organizaci6n interna del partido nacionalista (1904-1918).
Si resulta evidente la relación del primer nacionalismo en Na­
varra con el de Vascongadas, también está claro que
-segón
la autora-el nacionalismo en Navarra revisti6 la forma mode­
rada y autonomista y
no la intransigente separatista, por lo que
se enmarcó en la muy dicutida línea de «evoluci6n españolista»
del último
.Sabino Arana. Los numerosos detalles aportados so,
bre la creación de los diferentes batzoki, sus correlativas juntas
polítivas municipales, y los nombres de sus directivos políticos,
reflejan las bases sociológicas nacionalistas (poco numerosas y
no muy relevantes),
su escasez de medios, y la muy limitada difu­
si6n de la cultura y espíritu vasco (aunque exclusivamente en lo
que tenía de peculiar
y particularista); según la estrategia segui­
da por los directivos nacionalistas ello bastaba para lograr la
posterior afüliación al partido político nacio.nalista. Desde la pers­
pectiva actual, esta estrategia peca de ingenua,
como los hechos
demostraron.
Creemos muy posible que dicha estrategia fuese un «handi­
cap»
para efectuar, tanto por los protagonistas de entonces como
por los actuales estudiosos del tema, la real, necesaria y clari­
ficadora distinción entre el nacionalismo político y el vasquis­
mo cultural, como ámbitos diferentes y no interdependientes.
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P'!fOR,.MACION. BfBUQGRAFICA
Una cosa era la cultura vasca -varia,. sencilla y. espontánea, tra­
dicional, personalista y comunitaria .•. ~ y ~a muy distinta la
política nacionalista. Distinción ésta vivida y palpable en algu,
nos escritores (historicistas y románticos de la época). de .enton·
ces, convencidos. a
su vez intelectual. y jurídicamente .de la 'vali­
dez y la necesidad del Fuero, entendiendo por éste el derecho
propio, originario e inalienable,
de· los. pueblos a. su autarquía,
derecho enmarcado en una mentalidad , totalmente ajena · al libe­
ralismo (filosófico, religioso, jurídico
y político).
La tercera parte del libro estudia el semanario
«Naparta­
rra»
(

1
), órgano oficial del partido nacionalis.ta en Navarra, en el
que, tras relatar su interesante nacimiento, se. rn,uestra su menta­
lidad católica, anriliberal, su misión de difusión euskaldún y .su
fuerismo (no separatista) (2); La orientación política práctica del
(l) Hemos consultado la colección «Napartarra» de 1911 y 19l2 (104 (1 números) y observamos lo sigui~nte: 1.0
) Hay ocho figuras noinmáles má~
que las cinco contabilizadas en· ··e1 traba'jo, 2.o) En dichos. números es cu.:
rioso que Hermilio de Olóriz (1854-1919) sólo figure en catorce ocasiones,
además con textos de historia y sobre todo de poesía tomados de sus p'il·
blicaciones anteriores, sin que nunca escriba _para el semanario «Naparta-
rra». De Juan Iturralde y Suir (1840-1909) sólo figuran dos textos de obras
publicadas anteriormente. Del doctor Angel Sagaseta de Iludoz, difunto
hacía décadas, se transcribe su «defensa foral» en quince númerosi CSte
autor era de tendencia carlista, vivió durante la primera guerra· carlista -Y
fue en su comienzo conducido preso. a Valencia. Fue un contundénte ,de;
feosor jurídico de la naturaleza del Reino de Navarra. Por últll)lo, Arturo
Campión (1843-1937) figura en 27 números, en los que se transcriben di:
ferentes fragmentos de sus obras, discursos del momento, y sólo algunas'
veces -el único de los autores cita.dos-, escribe· expresamente· para el
«Napattarra», la primera de ellas el 15 de abril de 1911 (nútn. 15). 3_.)
El principal enemigo de este primer nacionalismo (¿prenacionalismo?) y
al parecer casi el exclusivo según dicho semana.río, era el carlismo. La opa-:
sici6n de éste al nacionalismo parece menor· ·que su inversa, sencilla.mente
porque el carlismo era una. comuni6n arraigada con :firmeza en buena parte
de la población vascongada y navarra, y por su carácter foralista -plena-
mente demostrado-- y antiliberal, lo cual -<1bstracci6n hecha del legiti-
mismo carlista-era un gran «handicap» para el desarrollo nacionalista:
Algunos han cometido el ~r. de considerar al carlismo como. un fen6.
meno rural; sin embargo, Angel -Sanz-Marcotegui ha mostrado qtte en
Pamplona, de 1899 a 1909, de un total de 83 concejalías 34 pertecieton al
carlismo, lo que equivale 28 individuos de un total de 71. Vid. «El Ayun­
tamiento de Pamplona ante la crisis obrera», Bo/ittín «Ger6nimo Ustáriz.»,
nútn. 3 (1989).
(2) Los plan:tamientos políticos del «Napartarra» eran .diferentes en
significado y resonancias a los presentados por el nacionalismo posterior,
Así, tras revisar los primeros afíos del «Napartarra», me -permito comple­
tar la novedosa . e "interesante obra cometJ.tada, , con una afirmaci6n · dd ar­
tículo titulado «A qué aspira el nacionalismo vasco)), ( «Napartarra», nú-,
mero 2).
«En el político a obtener la dero28ción, por lo que hace a Alab~, .Gui,..
púzkoa, Nabarra y Vizkaya, de la [ey. de ·25 de octubre de 1839. y, en,
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INFORMACION BIBUOGRAFICA
seminario -dice la autora-fue «contra todos» (y en especial
contra el carlismo,
por el import,¡nte carácter fuerista de éste), y
de 'correlativa oposición entre
él y la prensa navarra del mo­
mento. Según dicho estudio, esta radical oposición al carlismo
se debía a que éste era la única fuerza que podía retrasar el
triunfo de la nueva ideología, tal como reconocían los propios
nacionalistas
(pág. 106 ), y porque «el nacionalismo plantea como
objetivo último la desmembración de
Espafu, lo cual chocaba
fuertemente
con la ideología carlista• (pág. 122).
La autora realiza
una síntesis ideológica ajustada que mani­
fiesta la diferencia y oposición existente entre el primer nacio­
nalismo político y los restante sectores políticos
-sobre todo el
carlismo--; el exclusivismo práctico foralista pretendido
por los
nacionalistas
'del momento (págs. 100, 104 y 121), a pesar de
abarcar éstos
un muy minoritario sector entre los navarros; y
las dificultades del nacionalismo
propias de toda ideología ( exó­
gena) que comenzaba su implantación (con aires foráneos a Na­
varra), sobre todo con la hostilidad de una gran parte
de las éli­
tes y del pueblo navarro.
Son muy interesantes los numerosos apéndices, que abarcan
casi
la mitad del trabajo, referentes a los regllllllentos, etc., de
constitución de las diferentes sociedades de
carácter nacionalista,
así como el interesante sermón facsímil del padre Evangelista de
Ibero (nacionalista) que, sin plasmar ideas y sentimientos propia­
mente nacionalistas,
se manifestaba antiliberal, vasquista (ideas
de raza, lengua, comunidad vasca y la religión como sustrato úl­
timo de todo ello) y foralista en general, todo
ello muy adecua­
do al ambiente del momento y
común a los sentimientos de bue­
na parte de la población euskaldún de Navarra. Las
diferencias
radicales entre dicha población y la minoría politica nacionalis­
ta estaban
en otros aspectos.
Sugerencias. Sin duda, la autora
no ha pretendido agotar la materia en sus
conclusiones: texto
y apéndices son lo suficientemente ricos para
cuanto a Laburdi y Zuberoa de las que dictó la Revolucióo francesa de
1789, así como de todas las disposiciones anteriores y posteriores a dichas
fechas, que en lo más mínimo hayan mermado, desconocido o coartado los
legítimos derechos dd país Vasco• (15 de enero de 1911).
Una nacionalismo moderado ( ¿prenacionalismo?) en Navarra, no se­
paratista y en parte coincidente con el fo:talistno carlista en cuanto a exi·
gir la derogación de las leyes antiforales, también se observa en el núme­
ro 1: «¿Separatismo?» (18 de marzo de 1911); número 90: «A qué aspira
d
nacionalismo vasco» (21 de septiembre de 1912); número %: «Desha­
ciendo patrañas» (2 de noviembre de 1912), etc.
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un ulterior desarrollo. Conforme al estado de la actual historio­
grafía sobre Navarra, sugiero como deseable · estudiar si existió
o no algún
condicionante y dependencia -no sólo relaci6n­
entre el Fuerismo y vasquismo por un lado ( ambos propios de
carlistas, de otros grupos de menor tradición y arraigo, e incluso
de liberales, aunque en todos estos casos con una formulación
muy diferentes entre sí, sobre todo estos
últinws) respecto al
primer nacionalismo en Navarra. La autora afirma al menos al­
guna relaci6n entre ambos extremos, de forma clara aunque con
alguna importante matización (pág. 119). Y es que, aunque esta
relación fuese una realidad,
se debe tener en cuenta que Jos as­
pectos fueristas y vasquistas son característicos de aquella época,
y no de uno u otro sector político, tanto en Navarra como en
Vascongadas.
En segundo lugar, sugiero profundizar en el tema enmarcán­
dolo en el nerviosismo desencadenado por el ataque a los Fueros
dirigidos por los liberales conservadores y fusionistas (Cánovas,
Sagasta
... ); en el influjo del romanticismo ( que aunque tuvo su
época no ha tenido heredero cultural); y en la gran variedad de
tendencias
políticas que comenzaron a surgir por entonces. No
en vano, tras 1876, asistimos a
la derrota militar del carlismo,
a la supresión Foral, lamentada
por los carlistas e incluso por li­
berales vascos ( aunque en sentido muy diferente), supresión que
además de afectar a ambos sectores

origina la aparición
de otras
tendencias políticas, ahonda la tradición romántica (muy unida
al vasquismo e historicismo), etc.
Por último, hay unos elementos no nacionalistas de los que
agradeceríamos una ulterior profundización, como son el rena­
cimiento cultural de lo vasco y de todo aquello susceptible de
ser diferenciador;
la unión política vasco-navarra (foralistas in­
transigentes sin distinción de liberales y carlistas); la bandera
carlista -sincera pero táctica por ser de mínimos-de «Jaun­
goikoa era Foruak»; los periódicos carlistas «Lauratbat» y des­
pués el «Beti-Bat»; la naturaleza y distinción del Fuerismo car­
lista, del liberal, de otros fueristas; la relación de ciertos carlis­
tas con la unión
vasco-navarra, y la «Sociedad Euskalerría», ésta
de carácter cultural; la bandera integrista (fuerista y anticarlis­
ta);
la unión de todos los navarro no gubernamentales con oca­
sión de la Gamazada en 1893 que en parte estudia la autora; la
corriente nacionalista secesionista como antítesis del foralismo
tradicional, etc. Según estas sugerencias, el panorama
socio-cul­
tural y político era muy rico y variado en matices y tendencias,
que incluso
se perfilan con ciertos matices según las épocas, lo
cual no permite señalar fácilmente
y con precisión a un supuesto
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sector prenacioll)l!ista ( 3). Respecto al nacionalismo, no creemos
acertada la proposición escolástica «post hoc, ergo propter hoc».
Este estudio que animamos a conocer clirecramente, brinda
a
su autora el abondar en los diferentes aspecros de la mentali­
dad de la prensa navarra, . incluida la tan densa en contenido del
semanario nacionalista
«Napartarra», para iluminar el interrogan­
te presentado en la tarea de establecer los perfiles propios,
di­
ferenciadores y de mutua relación, de un supuesto prenacionalis­
mo y el nacionalismo en Navarra (sin duda diferentes a
fos per­
files vascongados debido a
la ley Paccionada de Navarra de 1841).
Esperamos la clarificación de si existen sectores que puedan ser
considerados propiamente prenacionalistas; en caso afirmativo,
cuáles pudieron ser, y
si éstos derivaron --1UgU!las veces o siem­
pre--hacia el nacionalismo por evolución natural o por desvia­
ción de su naturaleza.
JosÉ F'ERMÍN GARRALDA fillIZCUN
(3) Es decir; ¿bastaba ser fuerista, vasquista, católico y antiliberal
para set prenacionalista? Es el caso de Herm.inio de Oloriz. En «Apor­
tes».
numero 7 (marzo de 1988) señalamos que ,sus trabajos de etnohisto­
ria, 7; política, 3; fuentes, 2,y de historia social, 1, no nos parecían su­
ficientes para incluirle entre los prenacionalistas. Ello es claro si añadimos
su casi exclusiva dedicaci6n a. la cultura academicista y la poesía. ESto
parece así aunque declamase su poema «La hemina» en la apertura del
nuevo local del «Centro Vasco»
de Pamplona el 6 de enero de 1914. Cen­
tro fundado con un carácter eotrictamente cultural en 1910 por declru;ados
nacionalistas (pág. ·68); y aunque ..:...Según la autora-alguna vez cola·
borase en el «Napartarra» -lo que nunca hace de manera expresa en 1911
y 1912-. Además, también colaboró en este semanario Raimundo Garcla
(seudónimo «Ameztia», núms. 1 y 3, o «Garcilaso», núms. 26 y 28 en
1911), futuro director del Diario de Navarra (de 1912 a 1962), diario
nacido en 1903 con una
tendencia independiente, y que en él, en 1917,
polemizó con el «Naportarra» (págs. 113-114) sobre el nacionalismo. Por
otro lado, es muy significativo que Oloriz tampoco figurase entre los
miembros
del «Centro Vasco», ni en la directiva del partido nacionalista
(esto último
más comprensible por su vocación literaria), ni entre los ac.
cionistas de la sociedad anónima «Jaureguizar», ,en la (}ue Arturo Cam.pión
poseía dos acciones (pág. 160). Cultoralmente, segón Juan M.• Sáncbez
Prieto, sobre . todo Oloriz,-Landa, Iturralde y Suit y Campi6n, se vinctÍ·
laron doblemente a la tradición historiogl'áfica anterior de Navarra -no
son ruptiristas-, aunque también fueron influidos por su época· histori·
cista y romántica. Es delicado el nombre que debemos de dar a ,esta sín~
tesis, en la que hay unos ~ementos esenciales y otros accidentales,· unos
que permanecen y otros transitorios.
Sin duda alguna estos autcires no
fueron responsables
de la utilización práctica política que posteriormente
algunos cerebros politizados han dado a sus· su1>uestos culturales. ¿Es ésta
la
propia. y natural aplicación de la cultura y ciencia histérica? ¿La cultura
vasca determinó o influyó con fuerza -como creían los primeros nacio­
nalistas-la politica nacionalista? Todos los aspectos planteados en. estas
notas los brindamos a los estudiosos del
primer nacionalismo en Nava~
rra pata su clarificaci6n. ·
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