Índice de contenidos
Número 279-280
Serie XXVIII
- Textos Pontificios
-
Actas
-
Crónica de la XXVIII Reunión de amigos de la Ciudad Católica: 589-1789
-
589 - 1789. Presentación de dos centenarios
-
Palabras del padre Victorino Rodríguez, O.P. en el acto litúrgico final de la XXVIII Reunión de amigos de la Ciudad Católica
-
Significado y frutos del III Concilio de Toledo
-
La unidad religiosa, encrucijada de la teología y la política
-
La confesionalidad del estado y la unidad católica en las leyes fundamentales de España
-
La Dignitatis humanae y la unidad católica
-
La unidad católica y la España del mañana
-
- Miscelanea
-
Información bibliográfica
-
Louis de Wohl: El hilo de oro. Vida y época de San Ignacio de Loyola
-
Araceli Martínez-Peñuela Virseda: Antecedentes y primeros pasos del nacionalismo vasco en Navarra, 1878-1918
-
Jesús López Medel: Enseñanza de la religión en una sociedad democrática
-
Maria Adelaide Raschini: Le cerebroteche
-
Eusebio Ferrer: Exigir para educar
-
Federico Prieto Cali (Director responsable): Catecismo de doctrina social
-
- In memoriam
- Noticias
- Verbo

Autores
1989
Celebración del XIV Centenario del III Concilio de Toledo (8-V-589 / 26-XI-1989)
CELEBRACION DEL XIV. CENTENARIO
DEL
ID CONCILIO DE TOLEDO
(8-V-589. 26-Xl-1989)
POR
JOSÉ FERMÍN GARRALDA ARJZCUN
Los pasados días 24, 25 y 26 de noviembre, medio millar
de. seglares católicos españoles . --con numerosas adhesiones, pun
ta de
iceberg-, se congregaron para celebrar la conversión a la
fe católica de casi 200 .000 visigodos ( otros autores señalan 80 .000,
el 2
% de los hispanorromanos), que dominaban política y mi
litarmente a los cuatro millones de hisp,inorromanos.
En dicho Concilio (crónica del abad Biclarense), el monarca
Recaredo aparecía como el promotor de la conversión de los
go
dos, efectuada por vía del convencimíento, por lo que los padres
conciliares le aclamaron como «conquistador de nuevos pueblos
para la Iglesia católica». Mientras tres obispos gótico-arrianos
(Sunna, de Mérida; Atháloco, de la Narbonense, y
Uldida, qui
zi!s de. Toledo) se opusieron a la conversión, ocho obispos (de
Barcelona, Valencia, Palencia, Viseo, Túy, Lugo, Oporto y Tor
tosa) hicieron profesión de
fe católica en dicho Concilio. El
monarca, gran parte del clero arriano y la mayoría de las élites
políticas (visigodas) hispanas abrazaron la
fe de Cristo. En con
secuencia, no sólo casi la totalidad de la sociedad (salvo una
minoría de
judíos, de arrianos ---Goswintha, viuda de Leovigil
do, conspir6, sin éxito, contra Recaredo--, residuos paganos y
de supersticiones), sino también las estructuras políticas del Es
tado o poderes políticos, eran confesionalmente católicas, con
prohibición
-ademi!s-del proselitismo y culto público de otras
religiones diferentes a la católica o universal.
El armazón intelectual y moral de las Jomadas correspondió
a siete conferencias y tres breves ponencias. Su proyección
es
piritual se plasmó en el rezo del Santo Rosario de las antorchas
que recorrió las calles
de la ciudad de Toledo; en la Santa Misa
de rito mozárabe del día 25, en la parroquia de Santa Eulalia,
y la del día
26 en celebración de la festividad de Cristo Rey, en
1462
Fundaci\363n Speiro
XN CENTENARIO DEL III CONCIUO. DJi. TOLEDO
la cripta del Alcázar, donde los asistentes efectuaron libre e in.
dividualrnente
el juramento: «Juro defender la .Unidad .Católi
ca de España y trabajar con todas mis
fuerzas para su recon·
quista y restauración. Así lo juro, así Dios me ayude por estos
Santos
Evangelios que toco CQn mí mano».
Jornadas de sólida formación y oración.
El rito mozárabe
pudo expresar .la analogía
. existente entre los mozárabes ( cris
tianos en territorio dominado por los musulmanes) por un lado,
y por otro aquellos que se resisten a
todo tipo de organizada y
paulatina
descri.stianización de una sociedad todavía de mayoría
católica (según las estadísticas oficiales el 90
% ), 'es decir, a
los actuales defensores de
la Unidad Católica. La cripta del Al
cázar pudo . simbolizar,. tanto el espirito de resistencia católica,
CQmo tal, como lo molesta que es esta resistencia y defensa para
algunos políticos e. incluso ciertos jerarcas eclesiásti,os,. respec
tivamente.
Resistencia que es una llamada a la oración y acción
de aquellos que aspiran a «que
de nuevo las Españas todas, sean,
no sólo de derecho,
sino de hecho, de Nuestro Señor Jesucristo»,
pues «el ideal de la Unidad Católica no ha pasado ya, no ha
dejado de ser ya un ideal religioso y político para España, CQmO
tampoco ha pasado el ideal de CQnseguir para España el Reina
do Social de Nuestro Señor Jesucristo» (manifiesto de las Jor·
nadas). . Estas conclusiones, brindadas por
el espirito de la convoca
toria, fueron jalonadas y precedidas por varias ponencias de
ele
vada calidad y gran interés científico, en razón de su valor doc
trinal católico, a sus referencias a la historia de España
com
prendida en su íntima vinculación a la Religión católica (España
será católica o no será), a sus aplicaciones prácticas
-políticas y
aun
pastorales--en base a la virtod agible de la prudencia, etc.
A continuación, y apelando a
la generosidad de los oradores,
nos atrevernos a resumir lo más significativo de las ponencias con
el objeto, tanto de adelantar sus contenidos, como de penetrar en
el armazón intelectoal y espirimal de las Jornadas, dignas de
cien años más de historia católica en España.
En el recibimiento, efectuado avanzada ya la noche, don José
Fernando Silva señaló el carácter de las Jornadas: su
CQnvoca
toria respondía a una motivación fundamentalmente religiosa, y
su espirito
tenía como máxima orientación el Magisterio de Su
Santidad Juan Pablo II en defensa de Ia Unidad Católica de Es
paña.
El dfa 24 fue especialmente intenso. En Ia presentación de
las Jornadas, Rafael Gambra Ciudad
realzó la · gran diferencia
1463
Fundaci\363n Speiro
JOSE FERMIN GARRALDA ARIZCUN
existente· entre celebrar y el mero . recuerdo del III Concilio · to
ledano. Las Jornadas se debían.
de encaminar a una jubilosa
celebración de la Unidad Católica, mientras que la actitud de
numerosa parte de la jerarquía eclesiástica se limitaba a que
«nadie defendería en España· el Estado confesional, pero como
cosa del pasado no debemos avergonzarnos de ello».
El orador
rechazó absolutamente esta
· posición, en base a que la confe
sionalidad del Estado
es una exigencia de la fe, así como una
necesidad humana política, dado que en un Estado laico no sería
posible mandar ni prohibir, pues cualquiera puede apelar a su
conciencia subjetiva. En
un ámbito político práctico, si todavía
hoy
se puede gobernar en las sociedades -iÚÍadió--, es por lo
que queda de lastre
moral en · las almas y familias. Para el ora
dor, esta
celebración tiene como fin específico luchar por la
Restauración de las instituciones, costumbres y leyes católicas.
Francisco José Fernández de la Cigoña -«La Unidad Católica,
gloria de
España»-"-, destacó el gran contraste existente entre·los
frutos católicos de santidad y heroísmo de la España inmortal
anterior al siglo xvm, y la decadencia y corrupción posterior,
en cuyos siglos,· la lucha que antes los españoles sostenían con
tra el enemigo
extetior, desde el siglo XVIII se ha entablado en
su interior. Por esto,
se mostró amigo de las «nostalgias de días
de Santos», y explicó que los sorprendentes impedimentos de
ciertos eclesiásticos contra
el desarrollo previsto de las Jornadas
sería algo comprensible en
el actual y caótico estado de cosas;
a pesar de los pesares, tranquilizó
al auditorio porque si Dios
está con nosotros, «¿Qué
nos importan palacios y catedrales?».
En la apretada y densa síntesis efectuada sobre los frutos de la
España católica hasta
1939, «¿cómo iba a pasar desapercibido el
bautismo católico de España, en
el que se justifica e lumina · su
caminar histórico?».
La oposición y el recelo a esta celebración
se explica fácilmente porque, «¿cómo enanos iban a hablar a
gigantes?».
Siglos de santidad en febril contraste con otros si
glos, más cercanos, menos luminosos y nada gloriosos: Pareció
lanzamos un reto
al presente s'u doble afirmación de «si hermo
sos son los siglos en los que los obispos son santos, ·¿qué será
cuando lo son sus
reyes?» (como Femando III de Castilla).
La actual falta de entereza en la defensa de fe contrasta con
el talante histórico español de los siglos católicos, pot lo que
exhort6 --con una clara proyección contemporánea-, a «des
confiar de los que recelan del Santiago-matamoros»; el infiel se
debe convertir desde
la paz, aunque existe la obligación de de
fenderse de él si se presenta con la violencia. El orador presentó
1464
Fundaci\363n Speiro
XIV CENTENARJO DEL III CONCIUO DE TOLEDO
como evidente la actualidad de . la celebración del III Coricilio
de Toledo, pues «del polvo de esos olvidos ( de la Unidad
Ca
tólica) crecen los lodos de hoy». Entre los lodos de hoy, .la vir
tud teologal de la Esperanza, pues aunque «nuestro miserable
tiempo no
es la hora de Dios», ésta llegará y la Unidad Católica
será Reconquistada.
Miguel Ayuso Torres
-«Pérdida temporal de la Unidad Ca
tólica»-, destacó la novedad de las Jornadas por significar una
auténtica, clara y definida
celebración de la Unidad Católica sin
igual en todo el panorama actual español, a diferencia del
re
cuerdo oficial ( cultural) efectuado en los ámbitos eclesiásticos,
recuerdo que supone
un repliegue y soslayar la raíz vertebral de
la Conmemoración. Graves fueron
sus palabras al indicar que
parecía como
si el triste designio de cierta jerarquía católica · es
pañola fuese liquidar el ideal de la confesionalidad católica de
los poderes civiles.
Lo propio de la política de nuestro siglo, es decir, de la. po
lítica heredera de la Revolución francesa de 1789, no es el ata
que directo a
la vivencia personal de la fe, sino el ataque 'a su
plasmación socio-política.
En contra del proyecto de reducir la
fe al ámbito privado, afirmó que lo político tiene una gran im
portancia en la proyección social, ilustrándolo con varios ejemplos.
Varios factores se dan cita, hoy, en
el camino de la descris
tianización: el político, el modelo social y el factor eclesial.
El
aspecto social supone una intoxicación ideológica ( en España
sus fases han sido sucesivamente: la autocritica, el «diálogo»,
la
europeización, la apertura ... ), y un desarme moral, todo: ello
facilitado por
la considerable elevación del nivel de vida· tras
los años cincuenta. Todas estos factores actúan en una
misma
dirección: la descristianización de la sociedad y de la política.
No hay duda de que la confesionalidad católica del Estado espa
ñol, perdida en 1978, no lo es todo, pero
sí puede frenar, rete
ner y retardar la descristianización social, e incluso hacer posible
la reconversión de nuestra patria. Para lograr todo ello, .es clara
la necesidad de recuperar la predicación de la Fe, la Salvación
y la
. Vida Eterna.
Angel Garralda
-«¿Por qué hemos venido a Toledo?.»
glosó la pastoral del Cardenal Primado de España sobre el ·.Con
cilio de Toledo. Aceptó el reto de Juan Pablo II de «no renun
ciar
a nuestra identidad histórica», y el de Pablo VI de .«no per
der
el tesoro de la Unidad Católica».
Ahora
-indicó-nuestro objetivo inmediato es que los cris
tianos vueltos a
la gentilidad se conviertan ·y se haga realidad la
1465
Fundaci\363n Speiro
JOSE FERMIN GARRAL.DA, ARJZCUN
Unidad Católica, Ello, porque ... «¡si aquí (en Toledo) no se
crea
nada!». Y «porque nos parece un deseo muy legítimo el
reaar para que se conviertan a la fe los que gobiernan en Espa
ña»,
para que promulguen leyes justas inspiradas en el cristia
nismo. De
lo contrario --añadió-«mucho me temo -y voso
tros también-que la próxima generación de España no sepa ni
rezar».
La mirada en el futuro y no sólo en el pasado. Ade
lante, porque la historia la han hecho las utopías. De manera
que, «cuando a la Iglesia. no
se la persigue... ¡malo!».
José
María Alsina Roca -«El deber actual para un futuro
católico de
España»-partió de la evidencia de que ante la
Verdad no
somos «raros» en la Iglesia; los «raros» serían quie
nes no reconocen y defienden a Cristo Rey. La «esperanza por la
Unidad Católica de
España y el mundo» es un don divino como
lo ha reconocido Juan Pablo
II y los cardenales don Marcelo y
don Angel Suquía; y como tal don, no lo podemos disipar. Ade
más, «aquel Bien (la Unidad Católica) continúa siendo nuestro
Bien,
Esperanza e Identidad»; «cuando más se niegue a Cristo
en los Estados,
más hay que Jevantar fa voz en defensa de Cris
to» (glosa a Pío XI}.
El momento
es grave, porque, conforme a su naturaleza, «el
poder político no es neutro ante el hecho religioso: o
lo pro
tege o lo sojuzga». Por otro lado, el Primado de Alemania ha
llegado a afirmar
-lo que todavía no ocurre en España-que
«hoy, en Alemania,
se há interrumpido la transmisión de las
convicciones religiosas».
Existen tres fechas históricas que jalonan el sentido de la
Historia:
589, 111 Concilio de Toledo; 1689, las Revelaciones
del Sagrado Corazón de Jesús a Santa Margarita María de
Ala
coque en Paray-le-Monial («Yo reinaré a pesar de mis enemigos
y de todos los que quieran oponerse»), y 1789 con la Revolución
francesa
y la consiguiente pérdida de la Cristiandad y del Reino
de Cristo
en las realidades temporales. La Esperanza nos enseña
que
«un día España volverá a recobrar su unidad católica», tal
como Jesucristo
se lo prometió al Venerable Padre Bernardo Ho
yos ( «Reinaré en España con más devoción que en otras partes»).
¿Nuestros
medios?: l.º) Predicar la Unidad Católica, sin con
sentir aquel planteamiento según el cual esta predicación se de
bería soslayar en atención a que la Iglesia-Cristiandad habría sido
sustituida por la Iglesia-Misión, lo cual
-dicen-justificaría el
pluralismo. Sin embargo, la incongruencia de esta posición es
patente porque pone en duda la misma misión de la Iglesia. 2.0
)
Formación religiosa y en el ser de España. 3.º) Acción pública:
1466
Fundaci\363n Speiro
XIV CENTENARIO DEL 111 CONCIUO. DE TOLEDO
velar por las costumbres que todavía .se conserven católicas; que
nuestro testimonio público impida que otros pierdan la Fe por
nuestras omisiones; y
cristianizar las familias.
El. orador recordó aquella . máxima de San Agustín, siempre
vigente: «Callas cuando dejas
de amar»; y un bello y esperanza·
do
poema de Jacinto Verdaguer, cuyos versos finales se expre,
san de la manera siguiente: «Sí, su Reino será el mundo! pero
su trono, España».
Julián Gil de Sagredo -«El Estado confesional y los obis
pos
españoles»--glosó la Pastoral de Monseñor Guerra Cam
pos relativa a la confesionalidad católica del poder civil, La doc
trina es clara: el orden político debe estar subordinado al jurí,
dico, y éste al moral; por su parte, el orden moral exige el culto
a Dios en
. la persona, sociedad y el Estado. Sin embargo, el
hecho actual es que lo político prevalezca sobre lo jurídico, y esto
sobre lo
moral; es decir, se entroniza la antigua doctrina de fa
«Razón de Estado» de Nicolás de Maquiavelo.
Los obispos en España diluyen la doctrina católica al no po
derla atacar frontalmente; sus pastorales contienen claros erro
res sobre
la Democracia (indiferentismo moral y religioso del
Estado, el pueblo
y no Dios como origen de la Justicia y la
Autoridad), sobre el Estado (laicismo), la Sociedad y la Iglesia.
El teocentrismo ha sido suplantado por el antropocentrismo, y
la sociedad está abierta
al libertinaje. Del catolicismo ( tolerar lo
que no se puede impedir) se ha pasado al «catolicismo-liberal»
(autorizar el mal que no se llega a impedir). No; la confesiona
lidad y
la Unidad Católica no están fuera de lugar y del tiem
po en que vivimos. Son válidas
para la España de 1989 a pesar
del «cambio» y de
las nuevas formas de vida social. Hoy, la
auténtica intervención de
la Iglesia en el campo político se de
bería plasmar en una denuncia de los graves abusos del Estado,
corruptor de
la Ley.
Lo que ha ocutrido tenía que pasar, pues el pensamiento y
la acción episcopales no podían andar separados por mucho tiem
po. Comenzaron por mostrarse despectivos con
el pasado (a quie
nes lo apreciaban se les denominó «nostálgicos»), se despreció
los valores perennes de
la Tradición, creyeron en el relativismo
y la condescendencia, cayeron en un devenir necesario e
irre
versible ( evolucionismo histórico), y se deslizaron hacia la so
ciedad liberal que autoriza el libertinaje. De ahí se ha llegado
a la heterodoxia,
al laicismo estatal.
Conclusión: hay que
reaccionar y no dejarse bloquear por
la Revolución intelectual. Debemos evitar la insensibilidad de
1467
Fundaci\363n Speiro
]OSE FERMIN GARRALDA ARIZCUN
nuestra mente, que nos arrastrará. al escepticismo (laicismo). Es
decir, hay que ·reaccionar contra ciertas pastorales «que desvir
túan la orientación católica en nuestra Patria».
Términos
daros y. contundentes, profimdiwdos en el. colo
quio posterior. Un ejemplo me rasgó el alma y me hizo ver la
gravedad de nuestra situación: en la Inglaterra posterior al
Cis
ma anglicano .fueron obispos quienes impidieron la reacción ca
tólica de los fieles, y les condujeron a la consumación del Cisma
respecto a
la Iglesia católica. Mi . personal alarma -filiado
¿ será la de un «espíritu débil»?
Manuel de Santa
Cruz, que no pudo asistir por estar convale
ciente .(lo mismo que Salvador Ferrando), escribió tres breves
ponencias que se pueden resumir de
la forma siguiente: l.') Fi
nanciación de la Reconquista. Orientar las limosnas y donativos
a unas necesidades más
urgentes que la beneficiencia ----
otros
se ocuparán-, como es la reconquista de la Unidad Ca
tólica. 2.ª) El apostolado de la Prensa. Formar una escuela de
periodistas,
como hace varias décadas y con sabias perspectivas
instrumentales
hizo «El Debate» al adelantarse a la futura ca
rrera de periodismo. Hacer hincapié en el estudio de la. Doctri
na, que debe prevalecer sobre las sabias intuiciones personales.
Mantener la existencia de muchas
_ publicaciones pequeñas pero
conseguir una de gran calibre (metáfora de que, en la defensa
y propaganda de la Verdad
y el Bien, son igualmente eficaces la
«nube de mosquitos» que
la avalancha de elefantes). 3.ª) Las
sectas. No debemos transigir en colaboraciones
y amabilidades
con ellas; debemos crear espacios contra las sectas en las revis
tas católicas; y trabajar contra el «claroscuro» de las sectas de
«mentira a medias». Esta
lucha es hoy esencial para recons
truir la Espalia católica.
Estas exposiciones finalizaron con la· conferencia de Antonio
Martín Puerta
-«Reconquista de la Unidad Católica»-. Para
este orador, la Unidad Católica
es el ««estado natural», de ma
nera que tras la Restauración .se volverá a la Unidad de lá Cris,
tiandad .. Los males de nuestros días son patentes: «el ertor por
axioma»
y «la exaltación permanente de lo malo». Estos males,
es decir, «el mal de nuestros días, proviene de la Revolución de
1789», que. se encuentra en todo
su apogeo, sin que se vislum
bre su final, a diferencia
de lo que ocurre con la desaparición
del comunismo, inesperado
hacía diez alios. Debido a que nada
son
dc;,scientos años en la historia del cristianismo, y a que las
consecuencias de la Revolución francesa sólo han afectado a unos
pocos países,
no: es lógica la posición de aquellos que ceden la.
1468
Fundaci\363n Speiro
XIV CENTENARIO DEL III CONCILIO DE TOLEDO
Unidad Católica y la confesionalidad católica del Estado con el
objeto de ser admitidos
en. el. mundo moderno para evitar así la
persecución. No
es cierto que todo lo sucedido tras la Revolu
ción liberal
sea definitivo y que sólo sea posible contemporizar
con ello.
A continuación rebatió, con
razones históricas y filosóficas,
varias afirmaciones erróneas de quienes
rechazan la Unidad Ca0
tólica, así como la falsedad de la denominada «moral pública» o
cívica, clavo ardiendo al que se agarran los . aconfesionales para
evitar .la descomposición de la sociedad. Descomposición inevi
table porque «la verdad es única
y el error múltiple»; es decir,
por un lado unidad y unidad
en la Verdad, frente a la disgrega
ción y disgregación en
el error por otro.
El término final de la pérdida de
la Unidad Católica seria la
pérdida de toda institución confesional. Es más, «donde no se
apoya
al catolicismo en las leyes, se termina persiguiéndole».,
En conclusión, estamos en una decisiva «batalla de las ideas,
sin dar nada, absolutamente, por perdido», a pesar de la «apos
tasía general» a que asistimos en Espafia. La Esperanza pasó a
un primer plano cuando el orador aseguró a los revoluciona
rios: «ganaréis batallas, pero perderéis la guerra».
¿Nuestros objetivos?:
1.0
) Esforzarse por remover las anti
guas ideas. 2.º) Luchar contra las interpretaciones erróneas sur
gidas sobre y a partir del Concilio Vaticano
II, tras el cual se
cambia la dirección en la Iglesia al sugerirse
la desaparición de
los Estados católicos. Con una interpretación recta y exigente
del Concilio no tendríamos un Hans Küng, Leonardo
Boff, etc.
3.º) Extraer de dicho Concilio
el máximo provecho posible (con
dena de la teología de
la liberación, del liberalismo, del falso ecu
menismo, etc.), para lo cual conviene diferenciar la parte dog
mática de la pastoral; si es malo que de ambas esta última sea
la que
se haya impuesto, lo peor es que esto se haya efectuado
conforme a interpretaciones nada ortodoxas. 4.º) Aprovechar lo
mucho bueno que todavía está vigente, producto de siglos, etc.
Ahora bien:
¿ es posible el Estado católico en contra de la
opinión mayoritaria de la actual
jerarquía eclesiástica espafiola?
¿Es posible cuando
la sociedad mayoritariamente no vive en ca
tólico? Los problemas están a la vista, por lo que es preciso que
la Iglesia jerárquica cambie de dirección y la sociedad vuelva a
vivir en católico.
La meta es el Estado católico para que así se
cumpla
el « Venga a nosotros tu Reino».
Esta es nuestra guía
para comprender lo esencial de la inte
ligencia y
el espíritu de las Jornadas de Toledo, celebradas con
1469
Fundaci\363n Speiro
]OSE FERMIN GARRALDA ARIZCUN
el lema: «Instaurare omnia in Christo», bajo el manto de la
Virgen del Pilar, «Roca
de nuestra fe».
* * *
Nuestros hijos y nietos no podrán reprocharnos jamás que el
XIV , Centenario de la Unidad Católica no haya sido debidamen
te
celebrado y comemorado con júblilo. No es cuestión de inte
grismo, sino de integridad; ni de apasionamiento temporal, sino
de fidelidad tanto a la. Fe católica como a la práctica política
tradicional católica y española.
1470
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DEL
ID CONCILIO DE TOLEDO
(8-V-589. 26-Xl-1989)
POR
JOSÉ FERMÍN GARRALDA ARJZCUN
Los pasados días 24, 25 y 26 de noviembre, medio millar
de. seglares católicos españoles . --con numerosas adhesiones, pun
ta de
iceberg-, se congregaron para celebrar la conversión a la
fe católica de casi 200 .000 visigodos ( otros autores señalan 80 .000,
el 2
% de los hispanorromanos), que dominaban política y mi
litarmente a los cuatro millones de hisp,inorromanos.
En dicho Concilio (crónica del abad Biclarense), el monarca
Recaredo aparecía como el promotor de la conversión de los
go
dos, efectuada por vía del convencimíento, por lo que los padres
conciliares le aclamaron como «conquistador de nuevos pueblos
para la Iglesia católica». Mientras tres obispos gótico-arrianos
(Sunna, de Mérida; Atháloco, de la Narbonense, y
Uldida, qui
zi!s de. Toledo) se opusieron a la conversión, ocho obispos (de
Barcelona, Valencia, Palencia, Viseo, Túy, Lugo, Oporto y Tor
tosa) hicieron profesión de
fe católica en dicho Concilio. El
monarca, gran parte del clero arriano y la mayoría de las élites
políticas (visigodas) hispanas abrazaron la
fe de Cristo. En con
secuencia, no sólo casi la totalidad de la sociedad (salvo una
minoría de
judíos, de arrianos ---Goswintha, viuda de Leovigil
do, conspir6, sin éxito, contra Recaredo--, residuos paganos y
de supersticiones), sino también las estructuras políticas del Es
tado o poderes políticos, eran confesionalmente católicas, con
prohibición
-ademi!s-del proselitismo y culto público de otras
religiones diferentes a la católica o universal.
El armazón intelectual y moral de las Jomadas correspondió
a siete conferencias y tres breves ponencias. Su proyección
es
piritual se plasmó en el rezo del Santo Rosario de las antorchas
que recorrió las calles
de la ciudad de Toledo; en la Santa Misa
de rito mozárabe del día 25, en la parroquia de Santa Eulalia,
y la del día
26 en celebración de la festividad de Cristo Rey, en
1462
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XN CENTENARIO DEL III CONCIUO. DJi. TOLEDO
la cripta del Alcázar, donde los asistentes efectuaron libre e in.
dividualrnente
el juramento: «Juro defender la .Unidad .Católi
ca de España y trabajar con todas mis
fuerzas para su recon·
quista y restauración. Así lo juro, así Dios me ayude por estos
Santos
Evangelios que toco CQn mí mano».
Jornadas de sólida formación y oración.
El rito mozárabe
pudo expresar .la analogía
. existente entre los mozárabes ( cris
tianos en territorio dominado por los musulmanes) por un lado,
y por otro aquellos que se resisten a
todo tipo de organizada y
paulatina
descri.stianización de una sociedad todavía de mayoría
católica (según las estadísticas oficiales el 90
% ), 'es decir, a
los actuales defensores de
la Unidad Católica. La cripta del Al
cázar pudo . simbolizar,. tanto el espirito de resistencia católica,
CQmo tal, como lo molesta que es esta resistencia y defensa para
algunos políticos e. incluso ciertos jerarcas eclesiásti,os,. respec
tivamente.
Resistencia que es una llamada a la oración y acción
de aquellos que aspiran a «que
de nuevo las Españas todas, sean,
no sólo de derecho,
sino de hecho, de Nuestro Señor Jesucristo»,
pues «el ideal de la Unidad Católica no ha pasado ya, no ha
dejado de ser ya un ideal religioso y político para España, CQmO
tampoco ha pasado el ideal de CQnseguir para España el Reina
do Social de Nuestro Señor Jesucristo» (manifiesto de las Jor·
nadas). . Estas conclusiones, brindadas por
el espirito de la convoca
toria, fueron jalonadas y precedidas por varias ponencias de
ele
vada calidad y gran interés científico, en razón de su valor doc
trinal católico, a sus referencias a la historia de España
com
prendida en su íntima vinculación a la Religión católica (España
será católica o no será), a sus aplicaciones prácticas
-políticas y
aun
pastorales--en base a la virtod agible de la prudencia, etc.
A continuación, y apelando a
la generosidad de los oradores,
nos atrevernos a resumir lo más significativo de las ponencias con
el objeto, tanto de adelantar sus contenidos, como de penetrar en
el armazón intelectoal y espirimal de las Jornadas, dignas de
cien años más de historia católica en España.
En el recibimiento, efectuado avanzada ya la noche, don José
Fernando Silva señaló el carácter de las Jornadas: su
CQnvoca
toria respondía a una motivación fundamentalmente religiosa, y
su espirito
tenía como máxima orientación el Magisterio de Su
Santidad Juan Pablo II en defensa de Ia Unidad Católica de Es
paña.
El dfa 24 fue especialmente intenso. En Ia presentación de
las Jornadas, Rafael Gambra Ciudad
realzó la · gran diferencia
1463
Fundaci\363n Speiro
JOSE FERMIN GARRALDA ARIZCUN
existente· entre celebrar y el mero . recuerdo del III Concilio · to
ledano. Las Jornadas se debían.
de encaminar a una jubilosa
celebración de la Unidad Católica, mientras que la actitud de
numerosa parte de la jerarquía eclesiástica se limitaba a que
«nadie defendería en España· el Estado confesional, pero como
cosa del pasado no debemos avergonzarnos de ello».
El orador
rechazó absolutamente esta
· posición, en base a que la confe
sionalidad del Estado
es una exigencia de la fe, así como una
necesidad humana política, dado que en un Estado laico no sería
posible mandar ni prohibir, pues cualquiera puede apelar a su
conciencia subjetiva. En
un ámbito político práctico, si todavía
hoy
se puede gobernar en las sociedades -iÚÍadió--, es por lo
que queda de lastre
moral en · las almas y familias. Para el ora
dor, esta
celebración tiene como fin específico luchar por la
Restauración de las instituciones, costumbres y leyes católicas.
Francisco José Fernández de la Cigoña -«La Unidad Católica,
gloria de
España»-"-, destacó el gran contraste existente entre·los
frutos católicos de santidad y heroísmo de la España inmortal
anterior al siglo xvm, y la decadencia y corrupción posterior,
en cuyos siglos,· la lucha que antes los españoles sostenían con
tra el enemigo
extetior, desde el siglo XVIII se ha entablado en
su interior. Por esto,
se mostró amigo de las «nostalgias de días
de Santos», y explicó que los sorprendentes impedimentos de
ciertos eclesiásticos contra
el desarrollo previsto de las Jornadas
sería algo comprensible en
el actual y caótico estado de cosas;
a pesar de los pesares, tranquilizó
al auditorio porque si Dios
está con nosotros, «¿Qué
nos importan palacios y catedrales?».
En la apretada y densa síntesis efectuada sobre los frutos de la
España católica hasta
1939, «¿cómo iba a pasar desapercibido el
bautismo católico de España, en
el que se justifica e lumina · su
caminar histórico?».
La oposición y el recelo a esta celebración
se explica fácilmente porque, «¿cómo enanos iban a hablar a
gigantes?».
Siglos de santidad en febril contraste con otros si
glos, más cercanos, menos luminosos y nada gloriosos: Pareció
lanzamos un reto
al presente s'u doble afirmación de «si hermo
sos son los siglos en los que los obispos son santos, ·¿qué será
cuando lo son sus
reyes?» (como Femando III de Castilla).
La actual falta de entereza en la defensa de fe contrasta con
el talante histórico español de los siglos católicos, pot lo que
exhort6 --con una clara proyección contemporánea-, a «des
confiar de los que recelan del Santiago-matamoros»; el infiel se
debe convertir desde
la paz, aunque existe la obligación de de
fenderse de él si se presenta con la violencia. El orador presentó
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Fundaci\363n Speiro
XIV CENTENARJO DEL III CONCIUO DE TOLEDO
como evidente la actualidad de . la celebración del III Coricilio
de Toledo, pues «del polvo de esos olvidos ( de la Unidad
Ca
tólica) crecen los lodos de hoy». Entre los lodos de hoy, .la vir
tud teologal de la Esperanza, pues aunque «nuestro miserable
tiempo no
es la hora de Dios», ésta llegará y la Unidad Católica
será Reconquistada.
Miguel Ayuso Torres
-«Pérdida temporal de la Unidad Ca
tólica»-, destacó la novedad de las Jornadas por significar una
auténtica, clara y definida
celebración de la Unidad Católica sin
igual en todo el panorama actual español, a diferencia del
re
cuerdo oficial ( cultural) efectuado en los ámbitos eclesiásticos,
recuerdo que supone
un repliegue y soslayar la raíz vertebral de
la Conmemoración. Graves fueron
sus palabras al indicar que
parecía como
si el triste designio de cierta jerarquía católica · es
pañola fuese liquidar el ideal de la confesionalidad católica de
los poderes civiles.
Lo propio de la política de nuestro siglo, es decir, de la. po
lítica heredera de la Revolución francesa de 1789, no es el ata
que directo a
la vivencia personal de la fe, sino el ataque 'a su
plasmación socio-política.
En contra del proyecto de reducir la
fe al ámbito privado, afirmó que lo político tiene una gran im
portancia en la proyección social, ilustrándolo con varios ejemplos.
Varios factores se dan cita, hoy, en
el camino de la descris
tianización: el político, el modelo social y el factor eclesial.
El
aspecto social supone una intoxicación ideológica ( en España
sus fases han sido sucesivamente: la autocritica, el «diálogo»,
la
europeización, la apertura ... ), y un desarme moral, todo: ello
facilitado por
la considerable elevación del nivel de vida· tras
los años cincuenta. Todas estos factores actúan en una
misma
dirección: la descristianización de la sociedad y de la política.
No hay duda de que la confesionalidad católica del Estado espa
ñol, perdida en 1978, no lo es todo, pero
sí puede frenar, rete
ner y retardar la descristianización social, e incluso hacer posible
la reconversión de nuestra patria. Para lograr todo ello, .es clara
la necesidad de recuperar la predicación de la Fe, la Salvación
y la
. Vida Eterna.
Angel Garralda
-«¿Por qué hemos venido a Toledo?.»
glosó la pastoral del Cardenal Primado de España sobre el ·.Con
cilio de Toledo. Aceptó el reto de Juan Pablo II de «no renun
ciar
a nuestra identidad histórica», y el de Pablo VI de .«no per
der
el tesoro de la Unidad Católica».
Ahora
-indicó-nuestro objetivo inmediato es que los cris
tianos vueltos a
la gentilidad se conviertan ·y se haga realidad la
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JOSE FERMIN GARRAL.DA, ARJZCUN
Unidad Católica, Ello, porque ... «¡si aquí (en Toledo) no se
crea
nada!». Y «porque nos parece un deseo muy legítimo el
reaar para que se conviertan a la fe los que gobiernan en Espa
ña»,
para que promulguen leyes justas inspiradas en el cristia
nismo. De
lo contrario --añadió-«mucho me temo -y voso
tros también-que la próxima generación de España no sepa ni
rezar».
La mirada en el futuro y no sólo en el pasado. Ade
lante, porque la historia la han hecho las utopías. De manera
que, «cuando a la Iglesia. no
se la persigue... ¡malo!».
José
María Alsina Roca -«El deber actual para un futuro
católico de
España»-partió de la evidencia de que ante la
Verdad no
somos «raros» en la Iglesia; los «raros» serían quie
nes no reconocen y defienden a Cristo Rey. La «esperanza por la
Unidad Católica de
España y el mundo» es un don divino como
lo ha reconocido Juan Pablo
II y los cardenales don Marcelo y
don Angel Suquía; y como tal don, no lo podemos disipar. Ade
más, «aquel Bien (la Unidad Católica) continúa siendo nuestro
Bien,
Esperanza e Identidad»; «cuando más se niegue a Cristo
en los Estados,
más hay que Jevantar fa voz en defensa de Cris
to» (glosa a Pío XI}.
El momento
es grave, porque, conforme a su naturaleza, «el
poder político no es neutro ante el hecho religioso: o
lo pro
tege o lo sojuzga». Por otro lado, el Primado de Alemania ha
llegado a afirmar
-lo que todavía no ocurre en España-que
«hoy, en Alemania,
se há interrumpido la transmisión de las
convicciones religiosas».
Existen tres fechas históricas que jalonan el sentido de la
Historia:
589, 111 Concilio de Toledo; 1689, las Revelaciones
del Sagrado Corazón de Jesús a Santa Margarita María de
Ala
coque en Paray-le-Monial («Yo reinaré a pesar de mis enemigos
y de todos los que quieran oponerse»), y 1789 con la Revolución
francesa
y la consiguiente pérdida de la Cristiandad y del Reino
de Cristo
en las realidades temporales. La Esperanza nos enseña
que
«un día España volverá a recobrar su unidad católica», tal
como Jesucristo
se lo prometió al Venerable Padre Bernardo Ho
yos ( «Reinaré en España con más devoción que en otras partes»).
¿Nuestros
medios?: l.º) Predicar la Unidad Católica, sin con
sentir aquel planteamiento según el cual esta predicación se de
bería soslayar en atención a que la Iglesia-Cristiandad habría sido
sustituida por la Iglesia-Misión, lo cual
-dicen-justificaría el
pluralismo. Sin embargo, la incongruencia de esta posición es
patente porque pone en duda la misma misión de la Iglesia. 2.0
)
Formación religiosa y en el ser de España. 3.º) Acción pública:
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XIV CENTENARIO DEL 111 CONCIUO. DE TOLEDO
velar por las costumbres que todavía .se conserven católicas; que
nuestro testimonio público impida que otros pierdan la Fe por
nuestras omisiones; y
cristianizar las familias.
El. orador recordó aquella . máxima de San Agustín, siempre
vigente: «Callas cuando dejas
de amar»; y un bello y esperanza·
do
poema de Jacinto Verdaguer, cuyos versos finales se expre,
san de la manera siguiente: «Sí, su Reino será el mundo! pero
su trono, España».
Julián Gil de Sagredo -«El Estado confesional y los obis
pos
españoles»--glosó la Pastoral de Monseñor Guerra Cam
pos relativa a la confesionalidad católica del poder civil, La doc
trina es clara: el orden político debe estar subordinado al jurí,
dico, y éste al moral; por su parte, el orden moral exige el culto
a Dios en
. la persona, sociedad y el Estado. Sin embargo, el
hecho actual es que lo político prevalezca sobre lo jurídico, y esto
sobre lo
moral; es decir, se entroniza la antigua doctrina de fa
«Razón de Estado» de Nicolás de Maquiavelo.
Los obispos en España diluyen la doctrina católica al no po
derla atacar frontalmente; sus pastorales contienen claros erro
res sobre
la Democracia (indiferentismo moral y religioso del
Estado, el pueblo
y no Dios como origen de la Justicia y la
Autoridad), sobre el Estado (laicismo), la Sociedad y la Iglesia.
El teocentrismo ha sido suplantado por el antropocentrismo, y
la sociedad está abierta
al libertinaje. Del catolicismo ( tolerar lo
que no se puede impedir) se ha pasado al «catolicismo-liberal»
(autorizar el mal que no se llega a impedir). No; la confesiona
lidad y
la Unidad Católica no están fuera de lugar y del tiem
po en que vivimos. Son válidas
para la España de 1989 a pesar
del «cambio» y de
las nuevas formas de vida social. Hoy, la
auténtica intervención de
la Iglesia en el campo político se de
bería plasmar en una denuncia de los graves abusos del Estado,
corruptor de
la Ley.
Lo que ha ocutrido tenía que pasar, pues el pensamiento y
la acción episcopales no podían andar separados por mucho tiem
po. Comenzaron por mostrarse despectivos con
el pasado (a quie
nes lo apreciaban se les denominó «nostálgicos»), se despreció
los valores perennes de
la Tradición, creyeron en el relativismo
y la condescendencia, cayeron en un devenir necesario e
irre
versible ( evolucionismo histórico), y se deslizaron hacia la so
ciedad liberal que autoriza el libertinaje. De ahí se ha llegado
a la heterodoxia,
al laicismo estatal.
Conclusión: hay que
reaccionar y no dejarse bloquear por
la Revolución intelectual. Debemos evitar la insensibilidad de
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]OSE FERMIN GARRALDA ARIZCUN
nuestra mente, que nos arrastrará. al escepticismo (laicismo). Es
decir, hay que ·reaccionar contra ciertas pastorales «que desvir
túan la orientación católica en nuestra Patria».
Términos
daros y. contundentes, profimdiwdos en el. colo
quio posterior. Un ejemplo me rasgó el alma y me hizo ver la
gravedad de nuestra situación: en la Inglaterra posterior al
Cis
ma anglicano .fueron obispos quienes impidieron la reacción ca
tólica de los fieles, y les condujeron a la consumación del Cisma
respecto a
la Iglesia católica. Mi . personal alarma -filiado
¿ será la de un «espíritu débil»?
Manuel de Santa
Cruz, que no pudo asistir por estar convale
ciente .(lo mismo que Salvador Ferrando), escribió tres breves
ponencias que se pueden resumir de
la forma siguiente: l.') Fi
nanciación de la Reconquista. Orientar las limosnas y donativos
a unas necesidades más
urgentes que la beneficiencia ----
se ocuparán-, como es la reconquista de la Unidad Ca
tólica. 2.ª) El apostolado de la Prensa. Formar una escuela de
periodistas,
como hace varias décadas y con sabias perspectivas
instrumentales
hizo «El Debate» al adelantarse a la futura ca
rrera de periodismo. Hacer hincapié en el estudio de la. Doctri
na, que debe prevalecer sobre las sabias intuiciones personales.
Mantener la existencia de muchas
_ publicaciones pequeñas pero
conseguir una de gran calibre (metáfora de que, en la defensa
y propaganda de la Verdad
y el Bien, son igualmente eficaces la
«nube de mosquitos» que
la avalancha de elefantes). 3.ª) Las
sectas. No debemos transigir en colaboraciones
y amabilidades
con ellas; debemos crear espacios contra las sectas en las revis
tas católicas; y trabajar contra el «claroscuro» de las sectas de
«mentira a medias». Esta
lucha es hoy esencial para recons
truir la Espalia católica.
Estas exposiciones finalizaron con la· conferencia de Antonio
Martín Puerta
-«Reconquista de la Unidad Católica»-. Para
este orador, la Unidad Católica
es el ««estado natural», de ma
nera que tras la Restauración .se volverá a la Unidad de lá Cris,
tiandad .. Los males de nuestros días son patentes: «el ertor por
axioma»
y «la exaltación permanente de lo malo». Estos males,
es decir, «el mal de nuestros días, proviene de la Revolución de
1789», que. se encuentra en todo
su apogeo, sin que se vislum
bre su final, a diferencia
de lo que ocurre con la desaparición
del comunismo, inesperado
hacía diez alios. Debido a que nada
son
dc;,scientos años en la historia del cristianismo, y a que las
consecuencias de la Revolución francesa sólo han afectado a unos
pocos países,
no: es lógica la posición de aquellos que ceden la.
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XIV CENTENARIO DEL III CONCILIO DE TOLEDO
Unidad Católica y la confesionalidad católica del Estado con el
objeto de ser admitidos
en. el. mundo moderno para evitar así la
persecución. No
es cierto que todo lo sucedido tras la Revolu
ción liberal
sea definitivo y que sólo sea posible contemporizar
con ello.
A continuación rebatió, con
razones históricas y filosóficas,
varias afirmaciones erróneas de quienes
rechazan la Unidad Ca0
tólica, así como la falsedad de la denominada «moral pública» o
cívica, clavo ardiendo al que se agarran los . aconfesionales para
evitar .la descomposición de la sociedad. Descomposición inevi
table porque «la verdad es única
y el error múltiple»; es decir,
por un lado unidad y unidad
en la Verdad, frente a la disgrega
ción y disgregación en
el error por otro.
El término final de la pérdida de
la Unidad Católica seria la
pérdida de toda institución confesional. Es más, «donde no se
apoya
al catolicismo en las leyes, se termina persiguiéndole».,
En conclusión, estamos en una decisiva «batalla de las ideas,
sin dar nada, absolutamente, por perdido», a pesar de la «apos
tasía general» a que asistimos en Espafia. La Esperanza pasó a
un primer plano cuando el orador aseguró a los revoluciona
rios: «ganaréis batallas, pero perderéis la guerra».
¿Nuestros objetivos?:
1.0
) Esforzarse por remover las anti
guas ideas. 2.º) Luchar contra las interpretaciones erróneas sur
gidas sobre y a partir del Concilio Vaticano
II, tras el cual se
cambia la dirección en la Iglesia al sugerirse
la desaparición de
los Estados católicos. Con una interpretación recta y exigente
del Concilio no tendríamos un Hans Küng, Leonardo
Boff, etc.
3.º) Extraer de dicho Concilio
el máximo provecho posible (con
dena de la teología de
la liberación, del liberalismo, del falso ecu
menismo, etc.), para lo cual conviene diferenciar la parte dog
mática de la pastoral; si es malo que de ambas esta última sea
la que
se haya impuesto, lo peor es que esto se haya efectuado
conforme a interpretaciones nada ortodoxas. 4.º) Aprovechar lo
mucho bueno que todavía está vigente, producto de siglos, etc.
Ahora bien:
¿ es posible el Estado católico en contra de la
opinión mayoritaria de la actual
jerarquía eclesiástica espafiola?
¿Es posible cuando
la sociedad mayoritariamente no vive en ca
tólico? Los problemas están a la vista, por lo que es preciso que
la Iglesia jerárquica cambie de dirección y la sociedad vuelva a
vivir en católico.
La meta es el Estado católico para que así se
cumpla
el « Venga a nosotros tu Reino».
Esta es nuestra guía
para comprender lo esencial de la inte
ligencia y
el espíritu de las Jornadas de Toledo, celebradas con
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el lema: «Instaurare omnia in Christo», bajo el manto de la
Virgen del Pilar, «Roca
de nuestra fe».
* * *
Nuestros hijos y nietos no podrán reprocharnos jamás que el
XIV , Centenario de la Unidad Católica no haya sido debidamen
te
celebrado y comemorado con júblilo. No es cuestión de inte
grismo, sino de integridad; ni de apasionamiento temporal, sino
de fidelidad tanto a la. Fe católica como a la práctica política
tradicional católica y española.
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