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Número 453-454

Serie XLV

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La verdad acerca del hombre y su formación en la familia

LA VERDAD ACERCA DEL HOMBRE
Y SU FORMACIÓN EN LA FA M I L I A
El Papa dice a los españoles: “Seguid, pues proclamando sin desá-
nimo que prescindir de Dios, actuar como si no existiera o rele -
gar la fe al ámbito meramente privado, socava la verdad del
hombre e hipoteca el futuro de la cultura y de la sociedad”.
«Sabéis que sigo de cer ca y con mucho interés los acontecimientos de
”la I glesia en vuestro país, de pr ofunda raigambre cristiana y que tanto
”ha aportado y está llamada a aportar al testimonio de la fe y a su difu-
”sión en otr as muchas partes del mundo. M antened vivo y vigoroso este
”espíritu, que ha acompañado la vida de los españoles en su \
historia, par a
”que siga nutriendo y dando vitalidad al alma de vuestr o pueblo.
»Conozco y aliento el impulso que estáis dando a la acción pastor al,
”en un tiempo de rápida secularización, que a veces afecta incluso a la
”vida interna de las comunidades cristianas. Seguid, pues, proclamando
”sin desánimo que prescindir de Dios, actuar como si no existier a o rele-
”gar la fe al ámbito mer amente privado, socava la verdad del hombr e e
”hipoteca el futuro de la cultura y de la sociedad. Por el contrario, dirigir
”la mirada al Dios vivo , garante de nuestr a libertad y de la ver dad, es
”una pr emisa par a llegar a una humanidad nueva. E l mundo necesita
”ho y de modo particular que se anuncie y se dé testimonio de Dios que es
”amor y , por tanto , la única luz que, en el fondo, ilumina la oscuridad
”del mundo y nos da la fuerza par a vivir y actuar (cfr.Deus Caritas
” est, 39)».
BENEDICTOXVI: Mensaje a los Obispos de España, fir-
mado y entr egado en la Catedral de V alencia, 8 de julio de
2006. L’Osservator e Romano,edición semanal en lengua espa-
ñola, año XXXVIII, núm. 28 (1959), 14 de julio de 2006.
187Verbo, núm. 453-454 (2007), 187-197.
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El matrimonio indisolublemente entre un hombre y una mujer, ori-
gen de la familia cristiana (padre, madre e hijos) es la mejor
garantía para asegurar la dignidad, la igualdad y la verdadera
libertad de la persona humana.
«Par a av anzar en ese camino de madurez humana, la Iglesia nos
”enseña a r espetar y promo ver la maravillosa realidad del matrimonio
”indisoluble entr e un hombre y una mujer , que es, además, el origen de
”la familia. P or eso, reconocer y ayudar a esta institución es uno de los
”mayor es servicios que se pueden pr estar hoy día al bien común y al v er-
”dader o desarrollo de los hombr es y de las sociedades, así como la mejor
”gar antía par a asegurar la dignidad, la igualdad y la ver dadera libertad
”de la persona humana. »En ese sentido, quiero destacar la impor tancia y el papel positivo
”que a favor del matrimonio y de la familia r ealizan las distintas asocia-
”ciones familiar es eclesiales. Por eso, ˝deseo invitar a todos los cristianos a
”colaborar , cordial y valientemente con todos los hombr es de buena volun-
”tad, que viv en su responsabilidad al ser vicio de la familia˝ (Familiaris
” consortio, 86), par a que uniendo sus fuerzas y con una legítima plur a-
”lidad de iniciativ as contribuyan a la promoción del ver dadero bien de
”la familia en la sociedad actual. »Volv amos por un momento a la primer a lectura de esta misa, toma-
”da del libro de Ester . La Iglesia or ante ha visto en esta humilde r eina,
”que inter cede con todo su ser por su pueblo que sufr e, una prefiguración
”de M aría, que su Hijo nos ha dado a todos nosotros como Madre; una
”prefigur ación de la Madr e, que protege con su amor a la familia de Dios
”que per egrina en este mundo . María es la imagen ejemplar de todas las
”madr es, de su gran misión como guardianas de la vida, de su misión de
”enseñar el arte de vivir , el arte de amar.
»La familia cristiana —padr e, madre e hijos— está llamada, pues,
”a cumplir los objetivos señalados no como algo impuesto desde fue\
r a, sino
”como un don de la gr acia del sacramento del matrimonio infundida en
”los esposos. S i éstos permanecen abiertos al E spíritu y piden su ayuda, él
”no dejará de comunicar les el amor de Dios Padre manifestado y encar-
”nado en C risto. La pr esencia del E spíritu ayudará a los esposos a no
”per der de vista la fuente y medida de su amor y entr ega, y a colaborar
”con él par a reflejarlo y encar narlo en todas las dimensiones de su vida.
”E l E spíritu suscitará asimismo en ellos el anhelo del encuentr o definiti-
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”vo con Cristo en la casa de su P adre y P adre nuestr o. E ste es el mensaje
”de esper anza que desde V alencia quiero lanzar a todas las familias del
”mundo . Amén».
BENEDICTOXVI: Homilía durante la concelebración
eucarística de clausura del Encuentro M undial de Familias,
domingo 9 de julio. L’Osservatore Romano,edición semanal
en lengua española, año XXXVIII, núm. 28 (1959), 14 de
julio de 2006.
El padre y la madre se han dicho un “sí” total ante Dios, lo cual
constituye la base del sacramento que les une; asimismo, para
que la relación interna de la familia sea completa, es necesario
que digan también un “sí” de aceptación a sus hijos, a los que
ha engendrado o adoptado y que tienen su propia personali-
dad y carácter .
«La familia es el ámbito privilegiado donde cada persona aprende a
”dar y r ecibir amor . Por eso la I glesia manifiesta constantemente su soli-
”citud pastor al por este espacio fundamental par a la persona humana. Así
”lo enseña en su Magisterio: ˝Dios, que es amor y cr eó al hombre por
”amor , lo ha llamado a amar . Creando al hombre y a la mujer , los ha
”llamado en el matrimonio a una íntima comunión de vida y amor \
entr e
”ellos, ‘ de maner a que ya no son dos, sino una sola car ne’ (Mt 19, 6)˝
”(Compendio del Catecismo de la I glesia católica,337).
»E sta es la verdad que la I glesia proclama sin cesar al mundo . Mi
”querido predecesor J uan Pablo II, decía que ˝el hombre se ha convertido
”en ‘imagen y semejanza ’ de Dios, no sólo a través de la propia humani-
”dad, sino también a tr avés de la comunión de las personas que el varón
”y la mujer forman desde el principio. Se convierten en imagen de Dios,
”no tanto en el momento de la soledad, cuanto en el momento de la co-
”munión˝ ( Catequesis, 14 de noviembr e de 1979).
» … … … … … … … … … … … … … …\
… … … … … … … … … …
»E l padr e y la madr e se han dicho un ˝sí˝ total ante Dios, lo cual
”constituye la base del sacramento que les une; asimismo, par a que la re-
”lación interna de la familia sea completa, es necesario que digan tam-
”bién un ˝sí˝ de aceptación a sus hijos, a los que ha engendrado o adop-
”tado y que tienen su propia personalidad y carácter . Así, éstos irán
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”creciendo en un clima de aceptación y amor, y es de desear que al alcan-
”zar una madur ez suficiente quier an dar a su vez un ˝sí˝ a quienes les
”han dado la vida.
»Los desafíos de la sociedad actual, mar cada por la dispersión que se
”gener a sobre todo en el ámbito urbano, hacen necesario gar antizar que
”las familias no estén solas. U n pequeño núcleo familiar puede encontr ar
”obstáculos difíciles de super ar si se encuentra aislado del resto de sus pa-
”rientes y amistades. Por ello, la comunidad eclesial tiene la responsabili-
”dad de ofr ecer acompañamiento, estímulo y alimento espiritual que for-
”talezca la cohesión familiar , sobre todo en las pruebas o momentos críti-
”cos. E n este sentido, es muy impor tante la labor de las parroquias, así
”como de las diversas asociaciones eclesiales, llamadas a colabor ar como
”r edes de apo yo y mano cercana de la I glesia para el crecimiento de la
”familia en la fe.
» Cristo ha r e velado cuál es siempre la fuente suprema de la vida
” p a r a todos y, por tanto, también para la familia: ˝Este es mi manda-
”miento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene
” m a yor amor que quien da la vida por sus amigos˝ ( J n15, 12-13). El
”amor de Dios mismo se ha derramado sobre nosotros en el bautismo.
” De ahí que las familias están llamadas a vivir esa calidad de amor,
”pues el Señor es quien se hace garante de que eso sea posible para noso-
” t ros a través del amor humano sensible, afectuoso y misericor d i o s o
”como el de C r i s t o.
» … … … … … … … … … … … … … …\
… … … … … … … … … …
»La criatur a concebida ha de ser educada en la fe, amada y protegi-
”da. Los hijos, con el fundamental der echo a nacer y ser educados en la
”fe, tienen der echo a un hogar que tenga como modelo el de N azaret y
”sean pr eservados de toda clase de insidias y amenazas. Y o soy abuelo del
”mundo , hemos escuchado».
BENEDICTOXVI: Homilía durante el encuentro festivo y
testimonial, el sábado 8 de julio por la noche. L’Osservatore
Romano, edición semanal en lengua española, año XXXVIII,
núm. 28 (1959), 14 de julio de 2006.
Los esposos y padres cristianos siguiendo su propio camino,
deben apoyarse mutuamente en la gracia, con un amor fiel, a
lo largo de toda su vida, educar en la enseñanza cristiana y
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en los valores evangélicos a sus hijos, recibidos amorosamen-
te de Dios.
«La Iglesia no cesa de recor dar que la verdadera libertad del ser hu-
”mano pro viene de haber sido creado a imagen y semejanza de Dios. P or
”ello , la educación cristiana es educación de la liber tad y para la liber-
”tad. ˝N osotros hacemos el bien no como esclav os, que no son libres de
”obr ar de otr a manera, sino que lo hacemos por que tenemos personal-
”mente la r esponsabilidad con r especto al mundo; por que amamos la
”v erdad y el bien, porque amamos a Dios mismo y , por tanto, también a
”sus criatur as. Esta es la libertad ver dadera, a la que el E spíritu Santo
”quier e llevarnos˝ (H omilía en la vigilia de P entecostés, 3 de junio de
”2006: L’Osservator e Romano, edición en lengua española, 9 de junio
”de 2006, pág. 6). »Jesucristo es el hombr e perfecto, ejemplo de libertad filial, que nos
”enseña a comunicar a los demás su mismo amor: ˝Como el P adre me ha
”amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor˝ (Jn 15, 9). A este
”r especto enseña el concilio V aticano II que ˝los esposos y padr es cristia-
”nos, siguiendo su propio camino, deben apoyarse mutuamente en la
”gr acia, con un amor fiel a lo largo de toda su vida, y educar en la ense-
”ñanza cristiana y en los valores evangélicos a sus hijos, r ecibidos amoro-
”samente de Dios. De esta maner a ofrecen a todos el ejemplo de un amor
”incansable y generoso, construyen la fr aternidad de amor y son testigos y
”colaborador es de la fecundidad de la Madr e Iglesia como símbolo y par-
”ticipación de aquel amor con el que Cristo amó a su esposa y se entr egó
”por ella˝ ( Lumen gentium, 41).
»La alegría amorosa con la que nuestros padr es nos acogieron y acom-
”pañaron en los primeros pasos en este mundo es como un signo y prolon-
”gación sacr amental del amor benevolente de Dios del que pr ocedemos.
”La experiencia de ser acogidos y amados por Dios y por nuestros padr es
”es la base firme que favor ece siempre el crecimiento y desarrollo autén-
”tico del hombre, que tanto nos ayuda a madur ar en el camino hacia la
”v erdad y el amor , y salir de nosotros mismos par a entrar en comunión
”con los demás y con Dios».
BENEDICTOXVI: Homilía durante la concelebración
eucarística de clausura del Encuentro, domingo 9 de julio .
L’Osservator e Romano, edición semanal en lengua española,
año XXXVIII, núm. 28 (1959), 14 de julio de 2006.
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El papel central, para la Iglesia y la sociedad, que tiene la familiafundada en el matrimonio.
«Mi deseo es proponer el papel centr al para la Iglesia y la sociedad,
”que tiene la familia fundada en el matrimonio. Esta es una institución
”insustituible según los planes de Dios, y cuyo valor fundamental la I gle-
”sia no puede dejar de anunciar y pr omover, para que sea vivido siempr e
”con sentido de r esponsabilidad y alegría».
BENEDICTOXVI: Discurso durante la cer emonia de bien-
v enida en el aer opuerto de Valencia, sábado 8 de julio.
L’Osservator e Romano,edición semanal en lengua española,
año XXXVIII, núm. 28 (1959), 14 de julio de 2006.
La familia está llamada a colaborar en la transmisión de la fe, pu\
es
a ningún hombre se ha dado el ser a sí mismo ni ha adquirido
por sí solo los conocimientos elementales para la vida. T odos
hemos recibido de otros la vida y las verdades básicas para la
misma, y estamos llamados a alcanzar la perfección en relación
y comunión amorosa con los demás.
«Los testimonios de E ster y Pablo, que hemos escuchado antes en las
”lectur as, muestr an cómo la familia está llamada a colabor ar en la trans-
”misión de la fe. E ster confiesa: ˝Mi padre me ha contado que tú, Señor ,
”escogiste a I srael entre las naciones˝ ( Est 14, 5). Pablo sigue la tr adición
”de sus antepasados judíos dando culto a Dios con conciencia pur a. Alaba
”la fe sincer a de Timoteo y le r ecuerda ˝esa fe que tuvieron tu abuela
”Loide y tu madr e Eunice, y que estoy seguro que tienes también tú˝
”(2 T m1, 5). En estos testimonios bíblicos la familia compr ende no sólo
”a padres e hijos, sino también a los abuelos y antepasados. La familia se
”nos muestr a así como una comunidad de gener aciones y garante de un
”patrimonio de tr adiciones.
»N ingún hombr e se ha dado el ser a sí mismo ni ha adquirido por sí
”solo los conocimientos elementales par a la vida. Todos hemos recibido de
”otros la vida y las ver dades básicas para la misma, y estamos llamados a
”alcanzar la perfección en relación y comunión amor osa con los demás.
”La familia, fundada en el matrimonio indisoluble entr e un hombre y
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”una mujer, expresa esta dimensión r elacional, filial y comunitaria, y es
”el ámbito donde el hombre puede nacer con dignidad, crecer y desarro-
”llarse de un modo integr al.
»C uando un niño nace, a través de la relación con sus padr es empie-
”za a for mar parte de una tr adición familiar, que tiene raíces aún más
”antiguas. Con el don de la vida r ecibe todo un patrimonio de experien-
”cia. A este r especto, los padr es tienen el derecho y el deber inalienable de
”transmitir lo a los hijos: educarlos en el descubrimiento de su identidad,
”iniciarlos en la vida social, en el ejercicio r esponsable de su libertad mo-
”r al y de su capacidad de amar a tr avés de la experiencia de ser amados
”y , sobre todo , en el encuentro con Dios. Los hijos cr ecen y maduran hu-
”manamente en la medida en que acogen con confianza ese patrimonio y
”esa educación que van asumiendo progr esivamente. De este modo son
”capaces de elabor ar una síntesis personal entr e lo recibido y lo nuevo , y
”que cada uno y cada generación está llamado a r ealizar.
»E n el origen de todo hombre y, por tanto, en toda paternidad y ma-
”ternidad humana está pr esente Dios Creador. Por eso los esposos deben
”acoger al niño que les nace como hijo no sólo suy o, sino también de Dios,
”que lo ama por sí mismo y lo llama a la filiación divina. Má\
s aún: toda
”gener ación, toda paternidad y maternidad, toda familia tiene su princi-
”pio en Dios, que es P adre, H ijo y Espíritu Santo .
»A E ster su padre le había tr ansmitido, con la memoria de sus ante-
”pasados y de su pueblo , la de un Dios del que todos proceden y al que
”todos están llamados a r esponder. La memoria de Dios P adre que ha
”elegido a su pueblo y que actúa en la historia par a nuestra salvación. La
”memoria de este P adre ilumina la identidad más profunda de los hom-
”bres: de dónde v enimos, quiénes somos y cuán gr ande es nuestra digni-
”dad. V enimos ciertamente de nuestros padr es y somos sus hijos, pero tam-
”bién venimos de Dios, que nos ha creado a su imagen y nos ha llamado
”a ser sus hijos. Por eso, en el origen de todo ser humano no existe el azar
”o la casualidad, sino un proyecto del amor de Dios. E s lo que nos ha
”r evelado J esucristo, v erdadero Hijo de Dios y hombre per fecto. Él cono-
”cía de quién venía y de quién v enimos todos: del amor de su Padre y
”Padr e nuestr o.
»La fe no es, pues, una mera her encia cultural, sino una acción con-
”tinua de la gr acia de Dios que llama y de la liber tad humana que puede
”o no adherirse a esa llamada. Aunque nadie r esponde por otro, sin em-
”bargo los padres cristianos están llamados a dar testimonio cr eíble de su
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”fe y esperanza cristiana. H an de procurar que la llamada de Dios y la
”buena nueva de C risto lleguen a sus hijos con la may or claridad y auten-
”ticidad.
»Con el pasar de los años, este don de Dios que los padr es han con-
”tribuido a poner ante los ojos de los pequeños necesitará también ser
”cultivado con sabiduría y dulzura, haciendo crecer en ellos la capacidad
”de discernimiento . De este modo, con el testimonio constante del amor
”conyugal de los padr es, vivido e impregnado de la fe, y con el acompa-
”ñamiento entr añable de la comunidad cristiana, se fav orecerá que los
”hijos hagan suy o el don mismo de la fe, descubr an con ella el sentido
”pr ofundo de la propia existencia y se sientan gozosos y agr adecidos
”por ello .
»La familia cristiana transmite la fe cuando los padres enseñan a sus
”hijos a r ezar y rezan con ellos (cfr .F amiliaris consor tio,60); cuando los
”acer can a los sacr amentos y los van introduciendo en la vida de la I gle-
”sia; cuando todos se r eúnen para leer la B iblia, iluminando la vida fa-
”miliar a la luz de la fe y alabando a Dios como P adre.
»E n la cultura actual se exalta muy a menudo la liber tad del indivi-
”duo concebido como sujeto autónomo , como si se hiciera él sólo y se bas-
”tar a a sí mismo, al margen de su relación con los demás y ajeno a su
”r esponsabilidad ante ellos. Se intenta organizar la vida social sólo a
”partir de deseos subjetiv os y mudables, sin referencia alguna a una ver-
”dad objetiva pr evia como son la dignidad de cada ser humano y sus
”deber es y der echos inalienables a cuyo servicio debe ponerse todo grupo
”social».
BENEDICTOXVI: Homilía durante la concelebración
eucarística de clausura del Encuentro, domingo 9 de julio.
L’Osservator e Romano,edición semanal en lengua española,
año XXXVIII, núm. 28 (1959), 14 de julio de 2006.
Los padres han de ir devolviendo a sus hijos la libertad, de la cual
durante algún tiempo son tutores.
«Junto con la tr ansmisión de la fe y del amor del Señor , una de las
”tar eas más gr andes de la familia es la de for mar personas libres y respon-
”sables. P or ello los padres han de ir devolviendo a sus hijos la liber tad,
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”de la cual durante algún tiempo son tutores. S i estos ven que sus padres
”—y en gener al los adultos que les r odean— viven la vida con alegría y
”entusiasmo , incluso a pesar de las dificultades, crecerá en ellos más fácil-
”mente ese gozo profundo de vivir que les ayudará a super ar con acierto
”los posibles obstáculos y contr ariedades que conlleva la vida humana.
”Además, cuando la familia no se cierr a en sí misma, los hijos van apren-
”diendo que toda persona es digna de ser amada, y que hay una fr aterni-
”dad fundamental universal entre todos los ser es humanos.
» … … … … … … … … … … … … … …\
… … … … … … … … … …
»Tr ansmitir la fe a los hijos, con la ayuda de otras personas e institu-
”ciones como la parroquia, la escuela o las asociaciones católicas, es una
”r esponsabilidad que los padr es no pueden olvidar, descuidar o delegar
”totalmente. ˝La familia cristiana es llamada Iglesia doméstica, porque
”manifiesta y realiza la natur aleza comunitaria y familiar de la I glesia
”en cuanto familia de Dios. Cada miembr o, según su propio papel, ejer-
”ce el sacerdocio bautismal, contribuyendo a hacer de la familia una
”comunidad de gr acia y de oración, escuela de virtudes humanas y cris-
”tianas y lugar del primer anuncio de la fe a los hijos˝ (Compendio del
” Catecismo de la Iglesia católica, 350). Y además: ˝Los padres, partí-
”cipes de la paternidad divina, son los primeros r esponsables de la educa-
”ción de sus hijos y los primeros anunciadores de la fe. Tienen el deber de
”amar y de respetar a sus hijos como personas y como hijos de Di o s… En
”especial, tienen la misión de educarlos en la fe cristiana˝ (ib., 460).
»E l lenguaje de la fe se aprende en los hogares donde esta fe crece y se
”for talece a tr avés de la or ación y de la práctica cristiana. E n la lectura
”del Deuteronomio hemos escuchado la or ación repetida constantemen-
”te por el pueblo elegido, la Shema I srael,y que J esús escucharía y r epe-
”tiría en su hogar de N azaret. Él mismo la r ecordaría dur ante su vida
”pública, como nos r efiere el evangelio de Mar cos (cfr.Mc 12, 29). E sta
”es la fe de la Iglesia que viene del amor de Dios, por medio de vuestr as
”familias. Vivir la integridad de esta fe, en su mar avillosa novedad, es un
”gr an r egalo . Pero en los momentos en que par ece que se oculta el rostro
”de Dios, cr eer es difícil y cuesta un gr an esfuerzo.
»E ste encuentro da nuevo aliento para seguir anunciando el E vange-
”lio de la familia, r eafirmar su vigencia e identidad basada en el matri-
”monio abier to al don generoso de la vida, y donde se acompaña a los
”hijos en su cr ecimiento corpor al y espiritual. De este modo se contr arres-
”ta un hedonismo muy difundido , que banaliza las relaciones humanas
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”y las vacía de su genuino valor y belleza. Promover los valor es del ma-
”trimonio no impide gustar plenamente la felicidad que el hombr e y la
”mujer encuentr an en su amor mutuo . La fe y la ética cristiana, pues, no
”pr etenden ahogar el amor , sino hacerlo más sano, fuerte y r ealmente
”libr e. Para ello , el amor humano necesita ser purificado y madur ar para
”ser plenamente humano y principio de una alegría ver dadera y dur ade-
”r a (cfr .Discurso en S an Juan de Letrán, 5 de junio de 2006)».
BENEDICTOXVI: Homilía durante el encuentro festivo y
testimonial, el sábado 8 de julio por la noche. L’Osservatore
Romano, edición semanal en lengua española, año XXXVIII,
núm. 28 (1959), 14 de julio de 2006.
La familia es una institución intermedia entre el individuo y la
sociedad, y nada la puede suplir totalmente como escuela de
humanización del hombre, para que crezca hasta hacerse ver-
daderamente hombre.
«La familia es una institución intermedia entr e el individuo y la
”sociedad, y nada la puede suplir totalmente. E lla misma se apoya sobre
”todo en una profunda r elación interpersonal entre el esposo y la esposa,
”sostenida por el afecto y compr ensión mutua. Para ello r ecibe la abun-
”dante ayuda de Dios en el sacr amento del matrimonio, que comporta
”verdader a vocación a la santidad. Ójala que los hijos contemplen más
”los momentos de armonía y afecto de los padr es, que no los de discordia
”o distanciamiento , pues el amor entr e el padre y la madr e ofrece a los
”hijos una gran seguridad y les enseña la belleza del amor fiel y dur a d e ro.
»La familia es un bien necesario par a los pueblos, un fundamento
”indispensable par a la sociedad y un gr an tesoro de los esposos dur ante
”toda su vida. E s un bien insustituible par a los hijos, que han de ser fruto
”del amor , de la donación total y gener osa de los padres. Proclamar la
”v erdad integr al de la familia, fundada en el matrimonio como Iglesia
” doméstica ysantuario de la vida, es una gran responsabilidad de todos.
» … … … … … … … … … … … … … …\
… … … … … … … … … . …
»Invito , pues, a los gobernantes y legislador es a reflexionar sobre el
”bien evidente que los hogar es en paz y en armonía aseguran al hombre,
”a la familia, centr o neurálgico de la sociedad, como recuerda la Santa
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”Sede en la Carta de los derechos de la familia. El objeto de las leyes es
”el bien integral del hombre, la respuesta a sus necesidades y aspir aciones.
”E sto es una ayuda notable a la sociedad, de la cual no se puede privar y
”par a los pueblos es una salvaguarda y una purificación. Además, la fa-
”milia es una escuela de humanización del hombre, par a que crezca hasta
”hacerse ver daderamente hombr e. En este sentido, la experiencia de ser
”amados por los padres lleva a los hijos a tener conciencia de su dignidad
”de hijos».
BENEDICTOXVI: Homilía durante el encuentro festiv o y
testimonial, el sábado 8 de julio por la noche. L’Osservatore
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