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Número 453-454

Serie XLV

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Literatura, religión y política en la Francia del siglo XIX: Hippolyte Taine

LITERATURA, RELIGIÓN Y POLÍTICA
EN LA FRANCIA DEL SIGLO XIX:
HIPPOL YTE TAINE
POR
ESTANISLAOCANTERO
Pa ra Luis Valiente, editor
amante incondicional de la ve rdad
h i s t ó r i c a .
Hippolyte Taine (1828-1893), de origen familiar pequeño
burgués, provinciano, culto y católico, fue educado en la r e l i g i ó n
católica, pero a los quince años (1), dejándose llevar por el mal
ambiente del colegio parisino al que fue enviado a realizar los
estudios de liceo, abandona el catolicismo, aunque dice que toda-
vía conserva “las creencias naturales, la de la existencia de Dios, la
de la inmortalidad del alma, la de la ley del deber” (2). Cu a t ro
años más tarde deja de creer en la religión natura lque, por escaso
tiempo aceptó, convencido del relativismo de toda creencia, y se
encierra en un escepticismo para caer, poco después en el panteís-
mo y la admiración de Spinoza (3), cuyas doctrinas más tard e
aceptaría a beneficio de inventario, y respecto al cual pronto mos-
tró reticencias (4). Chevrillon estimó que sus lecturas no fueron
_________ ___ (1) H ippolyte T
AINE, “Introduction de la Destinée humanine ”, en H. TAINE,Sa
vie et sa corr espondance. Corr espondance de jeunesse. 1847-1853 , vol. I, Librairie Hachet-
te, P arís, 4.ª ed., 1905, pág. 21; Mme. S
AINT-RENÉTAILLANDIER,M on oncle Taine,
Librairie P lon, París, 1942, pág. 68.
(2) H. T
AINE, “Introduction de la Destinée humanine ”, ed. cit., pág. 23.
(3) F rançois L
EGER,M onsieur Taine, Criterion, P arís, 1993, págs. 37 y 38.
(4) H. T
AINE, “Carta a P révost-Paradol, de 30 de mar zo de 1849”, en Sa vie et sa
correspondance, v ol. I ed. cit., pág. 75.
Verbo,núm. 453-454 (2007), 219-264. 219
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ajenas a su abandono de la religión: “la lectura de los grandes
a u t o res de la antigüedad, que fundan la moral en la razón autó-
noma, contribuyó a alejarle de la fe de su infancia” (5). Durante su etapa de estudiante en la n o r m a l efue “e n e m i g o
del catolicismo” y tenía una “obsesión anticatólica” (6) y, a lo
largo de buena parte de su vida, dio suficientes muestras de lo
que Leger, con cierto eufemismo, denomina “mal humor antica-
t ó l i c o ” (7), y hasta de ateísmo, pues hubo un tiempo en el que ni
siquiera podía soportar “la palabra Di o s” (8). En 1849 le escribía
a P r é vo s t - P aradol: “Nada iguala mi asco cuando paso ante una de
esas iglesias que apestan a incienso, llenas de una multitud de
necios y de mujeres, que retumban con una música vulgar, ro n c a ,
gangosa y monótona, con todos esos frailotes de aspecto imbécil
y per ve r s o” (9). “La Iglesia —añadía— es una vieja coqueta que
se pinta para atraer a sus amantes” (10). Al mismo amigo, en
1851, siendo ya pr o f e s o r, le escribía desde N e vers, que al finalizar
el curso, “al dejarme mis alumnos no creerán que veamos a Di o s
cara a cara y que el alma es un pequeño ser alojado en ninguna
p a rt e ” (11). De ser cierto el hecho, a su beligerancia anticatólica
se unía, tanto el fraude a la enseñanza que, no solamente no con-
templaba la posibilidad de destruir la fe de los alumnos, sino que,
e x p r esamente, lo prohibía, como el desprecio a los mismos alum-
nos y a sus padres, que no querían tal enseñanza.
____________
(5)André C
HEVRILLON,T aine, formation de sa pensée , Librairie Plon, París, 1932,
pág. 21.
(6) F . L
EGER,La jeunesse d ’Hippolyte Taine, prólogo de P hilippe Aries, Editions
Albatros, P arís, 1980, págs. 103 y 105.
(7) F . L
EGER,Monsieur Taine, ed. cit., pág. 218.
(8) F . L
EGER,Monsieur Taine, ed. cit., pág. 347.
(9) H. T
AINE, “Carta a P révost-Paradol” de 2 de mar zo de 1849, citada por Leger
(F . L
EGER,La jeunesse d’Hippolyte Taine, ed. cit., pág. 91), que lo toma de la obra de
Pierr e Guiral sobr e Prévost-P aradol, pues ese párrafo fue censurado en la edición de su
Correspondencia aquí manejada. (10) H. T
AINE, citado por S imon JEUNE,Poésie et système. Taine interprète de La
F ontaine, Armand Colin, P arís, 1968, pág. 19. Se trata de un texto suprimido en la edi -
ción de su Corr espondencia aquí utilizada y que toma de la obra de Guiral.
(11) H. T
AINE, “Carta a P révost-Paradol, de 30 de octubre de 1851”, en Sa vie
et sa corr espondance, vol. I, ed. cit., pág. 146.
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Anticlerical, aunque no radical, tuvo fama de libre p e n s a d o r
e n t re l os mismos li bre p e n s a d o res hasta la aparición de los vo l ú m e-
nes sobre la Re volución, y su filosofía fue criticada y combatida
por los católicos, por amoral, panteísta o materialista. En 1852, se
refería a un Te De u m al que tuvo que asistir, con la expresión de
conjunto de “ m u e c a s” (12). Ya en plena madurez, equiparaba el
espíritu r e volucionario al clerical —“en ambos hay r e s o rtes pare-
cidos, el gusto por los principios admitidos de antemano, la ave r-
sión a la experiencia, la ignorancia de la historia, la obediencia a
frases definitivas, el instinto de la tiranía, la aptitud a la esclavi-
tud; se concluiría que no se puede combatir el uno con el otr o ,
sino que hay que combatir a ambos” (13)—, y si rechazaba el
radicalismo, consideraba peor al clericalismo: “Si hay que optar
e n t re el radicalismo y el clericalismo ¡Qué tristeza! El primero es
la sarna y el segundo la peste. Pre f i e ro la sarna” (14).
Como ha observado Seys, “Taine se apoya en una visión pan-
teísta del mundo, cuya primera inspiración es espinozista, que
rechaza violentamente toda visión creacionista de inspiración es-
p i r i t u a l i s t a ”, y al “admitir que la causa de un hecho es otro hecho
del mismo orden, e xc l u ye toda explicación trascendente y busca
en el mismo interior de la cosas la razón de su aparición” (15). Suspendido en su examen para obtener una de las dos plazas
existentes de profesor agregado de filosofía en la universidad de
París —bien por re c h a zo de la ort o d oxia de la enseñanza oficial a
sus ideas (16), bien, imbuido de su propia superioridad, insistien-
do en mantener dogmáticamente un pensamiento propio (17)—,
____________
(12) H. T
AINE, “Car ta a su madr e, 1 de enero de 1852”, en Sa vie et sa correspon -
dance..., vol. I, ed. cit., pág. 188. (13) H. T
AINE, “Car ta al dir ector del Journal des Débats, 9 de diciembre de
1872”, en Sa vie et sa corr espondance, vol. III, L’Historien (1870-1875), Librairie
H achette et Cie., 2.ª ed., P arís, 1905, pág. 215.
(14) H. T
AINE, “Carta a su mujer , 28 de junio de 1873”, en Sa vie et sa corres -
pondance, vol. III, ed. cit., pág. 233. (15) P ascale S
EYS,Hippolyte T aine et l’avènement du natur alisme. Un intellectuel
sous le S econd Empire, L’Harmattan, P arís, 1999, pág. 10; ver págs. 128-130.
(16) Así lo cr eía Taine (G. S
AINT-RENÉTAILLANDIER, Auprès de M. Taine.
Souv enirs et vues sur l’homme et l’oeuvr e, Librairie Hachette, París, 1928, pág. 60).
(17) F . L
EGER,La jeunesse d’H ippolyte Taine, ed. cit., págs. 124-125 y Monsieur
Taine , ed. cit., págs. 62-63.
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o b t u vo un puesto en la enseñanza secundaria, como suplente, en
o c t u b re de 1851 en el colegio de N e vers, y entrado el año siguien-
te, en el mes de abril, en el liceo de Poitiers. En octubre de ese
mismo año, decide ir a París y vivir de su pluma, bien es ve rd a d
que con el apoyo de una renta de mil doscientos francos anuales,
p ro p o r cionada por el capital heredado de su padre, fallecido en
1840. Su alejamiento de la política no le impidió mostrarse con-
trario al golpe de Estado de diciembre de 1851 y no jurar fideli-
dad al nuevo Presidente en su puesto de profesor en N e vers (18),
aunque ya en Poitiers sí lo hizo, una vez re f rendado aquel poder
por la soberanía popular expresada en el sufragio universal (19).
En 1853 se doctora en letras con una tesis sobre La Fontaine y
durante tres años asistirá a las clases de las facultades de Ciencias
y de Medicina. Años después, en 1864, será nombrado p ro f e s o r
de Historia del Arte en la Escuela de Bellas Artes, dando lugar sus
lecciones a la Filosofía del Art e, y, en 1866, obtendrá el nombra-
miento de caballero de la Legión de H o n o r. El 14 de nov i e m b re
de 1878 será elegido académico de la Academia francesa. Para unos, como Giraud, que creyó percibir “un fondo de
exaltación mística dispersa en su obra”, Taine tuvo una “fe com-
pletamente religiosa en la «Ciencia»” (20), o como su sobrino
Chevrillon, la idea de que la ciencia en la que cree terminará
explicando todo, actuaba en Taine “al modo de la idea re l i g i o s a” ,
hasta el punto de que “no sólo la ciencia es su religión, sino que
ve en ella la religión del futuro” (21). Para otros, como Faguet, la
originalidad de Taine consistió en que “no amaba más que la cien-
cia, pero sin c re e r, o, dicho de otro modo, no creía más que en la
ciencia, pero sin esperar nada”; al contrario que aquellos de sus
contemporáneos que se dejaron seducir entusiasmadamente por el
____________
(18) H. T
AINE, “Carta a Virginie Taine, 18 de diciembr e de 1851”, en Sa vie et
sa corr espondance , ed. cit., tomo I, págs. 175-176.
(19) H. T
AINE, “Carta a su madre, 7 de junio de 1852”, en Sa vie et sa correspon -
dance, ed. cit., tomo I, pág. 265. (20) Victor G
IRAUD,Essai sur Taine. Son oeuvr e et son influence d’après des docu -
ments inédits , Librairie Hachette et Cie., 2.ª ed., P arís, 1901, pág. 19; cfr. pág. 210.
(21) André C
HEVRILLON, “La jeunesse de Taine”, La R evue de P aris, 1 y 15 de
julio de 1902 (págs. 5-30 y 341-371), pág. 24.
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cientificismo, convirtiéndolo en una fe, Taine tuvo respecto a la
ciencia “la piedad sin fe, el celo sin la cre e n c i a”, y de ahí, conclu-
ye Faguet, su radical pesimismo (22). Pesimismo resaltado por
S c h a e p d r y v e r , que —aunque negado por otros autores, como
B o u t m y , que lo calificaba sólo de “ t r i s t e” (23), Bourdeau (24),
Boosten (25), Weinstein, que lo negaba a largo plazo, fundado en
que Taine creía que la inteligencia humana no tenía límites (26),
o Giraud, aunque éste después de negarlo, terminaría admitién-
dolo (27)—, bien pudiera tener su origen en la observación hecha
por Margerie, conforme a la cual, al prescindir de Dios y haber
concebido el mundo “como un sistema cerrado y autosuficien te” ,
en cuya naturaleza ciega “coloca al hombre como una de sus par-
tes y como un movimiento infinitamente pequeño, perdido en
esos movimientos infinitos en extensión, eternos en su duración,
como un movimiento determinado por éstos, determinado y
p a s a j e ro igual que ellos, diferenciado de ellos únicamente por el
accidente y el e p i f e n ó m e n ode la conciencia y el pensamiento”, el
resultado no podía ser otro que una vida desgraciada (28). De modo similar a Vi g n y, la desesperanza y el sentimiento de
c reerse superior al resto de casi todos los mortales, no eran lo más
p ropicio para que abriera su ser a lo sobrenatural y pudiera re c u -
____________
(22) E mile F
AGUET,Politiques et moralistes du dix-neuvième siècle. Troisième sèrie,
Société F rançaise D’Imprimerie et de Librairie, 6.ª ed., P arís, 1903, págs. 310 y 311.
(23) E mile B
OUTMY,Taine, Scherer , Laboulaye, Librairie Armand Colin, P arís,
1901, pág. 47. (24) J ean B
OURDEAU,Les maîtres de la pensée contempor aine, Félix Alcan, París,
1904, pág. 52.
(25) A juicio de Boosten, del pesimismo inicial, manifestado plenamente en
Graindorge , Taine ev olucionó hacia un optimismo expr esado en Les origines, con su pre-
tensión de evitar a sus contemporáneos los males en que F rancia había caído con ante-
rioridad ( Joseph Petrus B
OOSTEN, T aine et Renan et l ’idée de Dieu, Druk Firma Boosten
et S tols, Maastricht, 1936, págs. 104-114); y excluye su pesimismo por que le parece
incompatible con la confianza de Taine en la razón (pág. 111).
(26) Leo W
EINSTEIN,H ippolyte Taine, T wayne P ublishers, N ueva York, 1972,
pág. 43. (27) V ictor G
IRAUD,Hippolyte Taine. Études et documents, Librairie Philosophi-
que J. Vrin, P arís, 1928, págs. 84-102 y 120, 151.
(28) Amédée de M
ARGERIE,H. Taine, Librairie Ch. P oussielgue, París, 1894,
pág. 198.
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perar la fe perdida. Quizá en esto tuviera un fondo ro m á n t i c o
muy arraigado (29), como Schaepdr y ver puso de manifiesto (30),
si bien, como había indicado Babbitt, se trataba de un r o m a n t i-
cismo desilusionado (31). Aduce Schaepdr y v e r, además del tono
general de su obra, textos en los que plasma su elogio y admira-
ción hacia Musset. Taine, al final de su Historia de la Li t e r a t u ra
I n g l e s a, escribió: “Lo conocemos de memoria. Murió, pero nos
p a r ece que todos los días le oímos hablar. (...) ¿Hubo jamás acen-
to más vibrante y más ve rd a d e r o? Al menos no mintió nunca.
Sólo dijo lo que sintió y lo dijo cómo lo sentía. Pensó en voz alta.
H i zo la confesión de todo el mundo. No sólo se le ha admirado;
se le ha amado. Era más que un poeta, era un hombre. Cada uno
encontraba en él sus propios sentimientos, los más huidizos, los
más íntimos”. Fue “el más amado, el más brillante de nosot ro s
(...). Todavía le amamos, no podemos escuchar a otro; a su lado,
todos nos parecen fríos o ment iro s o s” (32). Su pesimismo y su
t r i s t e za estarían, así, alimentados por el poeta del desencanto y la
desesperanza. Pe ro como quiera que fuera, la ciencia sustituyó a la re l i g i ó n :
“ Creo que la ciencia absoluta, encadenada, geométrica, es posi-
b l e ” (33); “la ciencia es un ancla que fija al hombre; quien no la
tiene puede ser empujado a los escollos que se temen menos” (34).
En 1864, al dar cuenta de la segunda edición del Cu r s o de Com-
____________
(29) F ueter insistió en la influencia del romanticismo en Taine (E
D. FUETER,
G eschichte der neur en historiographie, trad. esp ., Historia de la historiogr afía moderna,
E ditorial N ova, Buenos Aires, s.f ., vol. II, págs. 263, 264, 266, 267, 268).
(30) Carolus D e S
CHAEPDRYVER,H ippolyte Taine. Essai sur l’unité de sa pensée,
Librairie E. D roz, París, 1938, pág. 97.
P ara J eune la sensibilidad poética de Taine “ es profundamente romántica ” (S.
J
EUNE, Poésie et système..., ed. cit., pág. 116).
(31) Ir ving B
ABBITT,The masters of modern french criticism (1912), Introducción
de M ilton H indus, Noonday P ress, N ueva Y ork, 1963, págs. 232-233.
(32) H. T
AINE,Histoir e de la Littér ature Anglaise , vol. V, 2.ª ed., Librairie L.
H achette et Cie., París, 1869, págs. 466 y 468.
(33) H. T
AINE, “Carta a P révost-Paradol, de 22 de febrero de 1849”, en Sa vie et
sa corr espondance, vol. I, ed. cit., pág. 47.
(34) H. T
AINE, “Carta a P révost-Paradol, de 18 de abril de 1849”, en Sa vie et sa
corr espondance, vol. I, ed. cit., pág. 83.
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te (35), escribía: “el nacimiento y el desarrollo de las ciencias posi-
t i vas es, desde hace tres siglos, el acontecimiento capital de la histo-
ria. Ninguna otra construcción humana, ni el Estado, ni la re l i g i ó n ,
ni la literatura, pueden considerarse inconmovibles (...). Por el con-
trario, el aumento de las ciencias es infinito (...) Se puede pr e ver que
llegará un tiempo en que reinen soberanamente, tanto sobre todo el
pensamiento como sobre toda la acción del hombre, sin dejar a sus
r i vales más que una existencia rudimentaria, parecida a la de los
órganos imperceptibles que, en una planta o en un animal, desapa-
recen casi absorbidos por el inmenso aumento de sus ve c i n o s” (36).
Algo muy parecido escribirá en su Voyage en It a l ie: “las ciencias expe-
rimentales y pro g re s i vas, son ahora reconocidas como las únicas due-
ñas legítimas del espíritu humano y las únicas guías ciertas de la
acción humana” (37). Y en 1878, en carta a Ernest H a vet, le decía:
“La Reina legítima del mundo y del porvenir no es lo que en 1789
se llamaba la Ra z ó n, sino lo que en 1878 se llama la Ci e n c i a” (38).
Panteísta (39), ecléctico, determinista (40) sui generis( 4 1 ) ,
cientificista que proclama la incompatibilidad entre religión y
filosofía, entre razón y fe (42)— “Taine rechaza el catolicismo
____________ (35) M e he ocupado de Comte en E. C
ANTERO, “Literatura, religión y política
en la F rancia del siglo
XIX: Auguste Comte ”, Verbo, núm. 443-444, marzo-abril 2006,
págs. 293-315.
(36) H. T
AINE, “Artículo sobre el Cours de philosophie positive”, en Débats, 6 de
julio de 1864, citado por V. G
IRAUD,Essai sur Taine, ed. cit., pág. 63.
(37) H. T
AINE,Voyage en I talie, Librairie Hachette, 17.ª ed., P arís, s.f., tomo II,
F lorence et Venise, págs. 243-244.
(38) H. T
AINE, “Car ta a Ernest Hav et, 24 de marzo de 1878”, en Sa vie et sa
correspondance, tomo IV ,L’historien (suite). Les dernières années (1876-1893) , Librairie
H achette et Cie., P arís, 1907, pág. 47.
(39) P aul N
EVE,La Philosophie de Taine. Essai critique , Librairie Victor Lacoffre,
P arís, 1908, págs. 42-46.
(40) J uicio muy común, así A. L
ABORDE-MILAA,H ippolyte Taine. E ssai d’une
Biogr aphie intellectuele, Librairie A cadémique Perrin et Cie., P arís, 1909, págs. 104-
105, 207-209; o F ortunat S
TROWSKI,Tableau de la Littér ature Française au XIXe siécle
et au XXe siècle (1912), Mellottée Editeur , París, s. d. (pero 1925), pág. 385.
(41) U na síntesis en castellano sobr e su filosofía positivista en Teófilo U
RDANOZ,
O.P ., Historia de la Filosofía, BAC, Madrid, 1975, vol. V, págs. 339-348. Estudios
r ecientes intentan moderar sustancialmente el singular determinismo de Taine, como el
ya citado de S
EYSo el de J ean-Thomas NORDMANN,Taine et la critique scientifique,
PUF , París, 1992.
(42) H. T
AINE, Essais de critique et d’histoire , trad. esp.Ensayos de crítica y de his -
toria, Aguilar , Madrid, 1953, págs. 165-173.
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p o rque le parece incompatible con la ciencia” (43)—, en 1860,
después de una estancia en Inglaterra, se convierte en admirador
del protestantismo (44), admiración que ya nunca abandonará,
aunque tras la re volución de 1871, al indagar en las causas de la
situación francesa, en Los orígen es, el estudio de la historia le curó
de su, hasta entonces, aprecio de la Re volución francesa y pro p i-
ció que mostrara simpatía e, incluso en ocasiones, hasta entusias-
mo, hacia el catolicismo como factor histórico de civilización. Fue el estudio de la R e volución el que le descubrió un mundo
n u e vo que, hasta entonces, había desconocido, pues con anterio-
ridad, como manifestó en diversas ocasiones, “pensaba como la
m a y oría de los franceses (...). Es el estudio de la historia —pr o s i-
gue— el que me ha hecho iconoclasta”, y con lo que comp re n d i ó
que “los principios del 89” “son falsos y perjudiciales” (45). Al tér-
mino de los capítulos sobre el nuevo régimen, al tratar de la
Iglesia, escribió cosas como estas: “El cristianismo católico y fran-
c é s ”, “se ha avivado en el clero, sobre todo en el clero secular, pero
se ha enfriado en el mundo y, sobre todo, es en el mundo donde
su calor es necesario” (46). Páginas antes, refiriéndose al “ a p o rt e
del cristianismo a las sociedades modernas en cuanto al pudor, a
la dulzura de humanidad, a la honestidad, la buena fe y la justi-
c i a ”, había indicado que “ni la razón filosófica, ni la cultura ar t í s-
tica y literaria, ni, incluso, el honor feudal, militar y caballe re s c o ,
ningún código, ninguna administración, ningún gobierno, son
____________
(43) Eric G
ASPARINI,La pensée politique d’Hippolyte Taine: entre tr aditionalisme et
libér alisme, P resses Universitaires d’Aix-Marseille, Aix en P rovence, 1993, pág. 60.
(44) Los Goncour t indicaban que en los años 63 y 64, Taine se inclinaba hacia
el pr otestantismo, tal como lo manifestaba a los amigos en las comidas de Magny ,
E dmond y Jules de G
ONCOURT,Journal. Mémoir es de la vie littér aire, prólogo y crono-
logía de R obert Kopp , prefacio de la Academia G oncourt e introducción y notas de
R obert Ricatte, Robert Laffont (col. Bouquins), P arís, 1989, vol. I, pág. 946.
(45) H. T
AINE, “Carta a Ernest Hav et, 24 de marzo de 1878”, en Sa vie et sa
corr espondance ..., ed. cit., tomo IV , pág. 44. En similares términos en car tas a “M. N.,
27 de marzo de 18978” (ibidem, pág. 47), a “Gabriel M onod, 6 de julio de 1881”
(ibidem, pág. 122), o a “Georges Saint-R ene Taillandier , 20 de julio de 1881” (ibidem,
pág. 126).
(46) H. T
AINE,Les origines de la F rance Contempor aine, vol. XI, Le Régime moder -
ne, tomo 3.º, 29.ª ed., Hachette, París, 1930, pág. 188.
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suficientes para suplir tal serv i c i o. Nada como él para mantener-
nos en nuestra propensión natural, para obstaculizar el desliza-
miento insensible por el que continuamente y con todo su peso
original nuestra raza r e t rocede hacia sus bajos fondos; y el viejo
Evangelio, cualquiera que sea su envoltura presente, es, todavía
h oy, el mejor auxiliar del instinto social” (47). Con todo, no era más que un aprecio utilitario de la r eligión
católica y no llegó a recuperar la fe de su infancia, a pesar de “las
discretas gestiones intentadas ” para recuperar al, según algunos,
“ cristiano sin saberlo ” (48). Y es que era imposible que pudiera r e-
cuperar la fe porque Taine se encerraba en su marcoaur elismo (49).
D e hecho su “ actitud interior”, como vio Schaepdryver, fue perma-
nentemente contraria al cristianismo (50) y, especialmente, al cato-
licismo (51). Como destacar on diversos autor es, incluso en esos
textos en los que se reconoce el alto valor social del cristianismo,
“ no hay ninguna palabra que testimonie que Taine aceptara alguna
v erdad contenida en la revelación cristiana (...); lo que aprueba no
es más que la parte de beneficencia social” (52). Como indicó
Boosten (53), Taine nunca se preguntó “ si ese espiritualismo cristia -
no, que es el sostén necesario de un estado social que es el que
mejor responde a la naturaleza humana, es, quizá, cier to” (54).
____________
(47) H. T
AINE,Les origines de la F rance Contempor aine, vol. XI, ed. cit., pág. 147.
Algunos años antes, en parecidos términos se había r eferido a la Iglesia como
“ saludable y pr otectora”, “freno contra el espíritu de revuelta y las codicias sensuales ”
(H. T
AINE,Voyage en Italie , ed. cit., vol. I, Naples et Rome, pág. 385).
(48) Mme. S
AINT-RENÉTAILLANDIER,M on oncle Taine, ed. cit., pág. 55.
(49) E n opinión de Lévy-Bruhl, uno de los primer os en referirse a ello, Taine
tenía “ el alma de un ver dadero estoico que escogió a Marco Aurelio como modelo de
vida ” (Lucien L
ÉVY-BRUHL,History of M odern Philosophy in F rance(1899), Burt
F ranklin, N ueva York, 1971, pág. 424).
(50) C.
DESCHAEPDRYVER,Hippolyte Taine. Essai sur l’unité de sa pensée, ed. cit.,
pág. 81. (51) J. P. B
OOSTEN,Taine et R enan et l’idée de Dieu , ed. cit., págs. 159-198.
(52) J. P. B
OOSTEN,Taine et R enan et l’idée de Dieu , ed. cit., pág. 194.
(53) J. P. B
OOSTEN,Taine et R enan et l’idée de Dieu , ed. cit., pág. 195.
(54) Bourget, que le disculpaba debido a las cir cunstancias de la época, entendía
que Taine permaneció “indifer ente” al problema r eligioso toda su vida (P aul B
OURGET,
“Les deux Taine”, en Études et P ortraits. Sociologie et L ittérature, Plon-N ourrit et Cie.,
P arís, 1906, págs. 99-112).
L I T E R A TURA, REL IGIÓN Y POLÍTICA EN LA FRANCIA DEL SIGLO XIX : HIPPOLYTE T A I N E
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Además, Taine compartía con los historiadores de las re l i g i o-
nes de principios del siglo
X I X, sobre todo alemanes, la idea de la
relatividad de las religiones (55), lo que unido a una ironía, cuan-
do menos ir re ve ren te, constituían otros obstáculos para allanar el
camino hacia la recuperación de la fe. En La Fontaine et se fables,
escribía: “En el fondo, tal mundo, tal idea de Dios. De modo que
la idea de Dios varía con los cambios del mundo. En general, en
un siglo o en una raza, se concibe al soberano celeste a imagen del
soberano terr e s t re, mejor dicho, se concibe el p o d e rde un cier t o
modo y se les modela a ambos según esa concepción” (56); y re s-
pecto a Francia en el siglo
X V I I, añadía: “Dios es ahora r azo n a b l e ;
ha aprendido mucho. P e ro aún no ha aprendido todo. Todavía es
muy de su siglo para parecerse al soberano moderno” (57). En los mismos Or í g e n e s en los que consignó un juicio históri-
co muy favorable a la Iglesia y a la religión católica, sin embargo,
refiriéndose a la Restauración y al Segundo Imperio, escribió, re s-
pecto al Estado y la Iglesia: “las dos centralizaciones, una eclesiás-
tica y la otra laica, las dos crecientes y prodigiosamente inc re m e n-
tadas desde hace un siglo, se unen ambas para abrumar al indivi-
duo; es vigilado, perseguido, asido, gobernado, coaccionado hasta
en su fuero íntimo” (58); y “los dogmas de la T r a n s u b s t a n c i a c i ó n
y de la infalibilidad del Papa son, precisamente, los mejores para
impedir para siempre toda reconciliación de la ciencia y de la
f e ” (59).
Pocos años antes de su muerte le escribía al vizconde de
Vogüe: “Me he traído mi Evangelio, M a rco A u re l i o . Es nuestro
Evangelio para nosotros que hemos transitado la filosofía y las
ciencias. Dice a las personas de nuestra cultura lo que Jesús dice
al pueblo. (...) He ahí el testamento supremo de toda la antigüe-
____________
(55) S. J
EUNE,P oésie et système ..., ed. cit., pág. 118.
(56) H. T
AINE,La F ontaine et ses fables, 24 ed., Librairie H achette, París, s.d.,
págs. 209-210. (57) H. T
AINE,La F ontaine et ses fables, ed. cit., pág. 213.
(58) H. T
AINE,Les origines de la F rance Contempor aine, vol. XI, ed. cit., págs.
170-171. (59) H. T
AINE,Les origines de la F rance Contempor aine, vol. XI, ed. cit., págs.
175-176.
E S TA N I S L A O CA N T E R O
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dad, de un mundo más sano que el nuestro (...). Un viejo como
yo encuentra precisamente, con el salvador perfecto, el alimento
final que le hace falta” (60). Su muerte como protestante (61), fue
sólo apariencia, pues a pesar de que dispuso que en sus exe q u i a s
oficiara el pastor protestante Roger Ho l b a rd, no llegó a abrazar la
religión reformada (62), pese a que dos años antes de su muer t e ,
en 1891, había escrito: “lo que me parece incompatible con la
ciencia moderna no es el cristianismo, sino el catolicismo actual y
romano; al contrario, con el protestantismo amplio y liberal, la
conciliación es posible” (63). Y es que, a pesar de su método (o, más bien, debido a él), en
el que la a b s t r a c c i ó n era capital (64), no fue capaz de “ a b s t r a e r” de
los hechos, de la realidad histórica que descubría, lo que ésta mos-
traba de sobrenatural y de presencia de Dios en las obras de la
Iglesia. Como ha indicado Gasparini, el interés de Taine y su apre-
cio de la religión católica en Los orígenes , no estuvo motivado “p o r
un hipotético acercamiento al cristianismo, sino por la vo l u n t a d
de llevar a su fin la observación científica e histórica de la F r a n c i a
c o n t e m p o r á n e a ” (65). Su sobrina, que le conoció bien, dijo que
“quiso hacer labor de historiador, conocer la Iglesia, liberándose,
para ello, de cualquier p re j u i c i o”, pero —añade— “lo hizo como
el habitante de otro planeta que viene, sin p a rti pris, a observar y
a p re n d e r ” (66). Su nueva percepción de lo religioso apreciada en
la historia, en expresión de Giraud, fue una “apologética experi -
m e n t a l”, que no le hizo ir más allá de ser “un simple apologeta
____________
(60) H. T
AINE, “Carta a E.M. de Vogüe, de 20 de octubre de 1888”, en Sa vie et
sa corr espondance..., ed. cit., tomo IV , pág. 274.
(61) F . L
EGER,Monsieur Taine, ed. cit., pág. 480.
(62) M axime L
EROY,Taine, Les Éditions Rieder , París, 1933, págs. 210-211.
(63) H. T
AINE, “Car ta a G eorges L yon, de 9 de diciembre de 1891”, en V.
G
IRAUD, H ippolyte Taine. Études et documents, ed. cit., pág. 82.
(64) H. T
AINE,Les P hilosophes Classiques du XIXesiècle en F rance, Librairie
H achette et Cie., 11.ª ed., P arís, 1912, págs. 157-178; Le positivisme anglais, étude sur
S tuart Mill, Germer B aillière Libraire-Editeur , París, 1864, II,II, págs. 115 y sigs.
(65) E. G
ASPARINI,La pensée politique d’Hippolyte Taine..., ed. cit., pág. 69. E n
parecido sentido, R. G
IBAUDAN( Les idées sociales de Taine, E ditions Argo, P arís, 1928,
págs. 170-171) o M
ARGERIE( H. Taine, ed. cit., pág. 333).
(66) Mme. S
AINT-RENÉTAILLANDIER,M on oncle Taine, ed. cit., pág. 56.
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desde fuera”, a consecuencia de su persistencia en la idea, forjada
a los veinte años, de la contradicción absoluta entre la ciencia y la
fe católica, y que como un círculo cerrado sobre sí mismo, se
interponía entre la realidad y Taine (67). Su vida privada, durante algún tiempo, tampoco fue ejemplar,
aunque mucho menos desarreglada que la de buena parte de los
e s c r i t o res e intelectuales de su siglo. Antes de contraer matrimo-
nio con T e resa Denuelle, tuvo una larga relación de cinco años
con Elise Krinitz —que escribió algunas obras con el nombre de
Camille Selden—, con la que, finalmente, se negó a casarse. A
instancias de la familia de la novia, el 8 de junio de 1868 contra-
j e ron matrimonio canónico, si bien Taine para evitar las críticas
de sus amigos l ibre p e n s a d o res fue parco en las invitaciones (68).
Antes de contraer matrimonio las juergas no le fueron ajenas y,
p a rtidario durante mucho tiempo de la separación y dife re n c i a-
ción del amor y del acto sexual, realizaba “ e j e rcicios higiénicos”
bimestrales (69). Mundano, ambicioso y pagado de sí mismo, no
fue capaz de ver la ve rdad sobrenatural del amor de Cristo que,
plasmado en obras, instituciones y personas, describió en Los orí -
g e n e s , o, quizá, no quiso re c o r rer hasta el final el camino que lleva
a su encuentro. Taine fue, sin duda, de una gran inteligencia, como lo atesti-
guan sus amigos y compañeros de estudios y sus p ro f e s o res, de los
que recibió elogios como nunca, antes de él, los obtuvo ningún
o t ro alumno (70); el ser considerado el número uno de su p ro m o-
ción de la École norm a l e. Su sed de saber, nunca saciada, está bien
reflejada en la impresionante envergadura de sus estudios filosófi-
cos durante los tres años de la n o r m a l e(71); a juicio de Chevri-
llon, desde muy joven le dominó una p a s i ó n, la pasión intelectual
de conocer (72). P e ro también, ya en esos años —incluso en los
____________
(67) Victor G
IRAUD,Essai sur Taine, ed. cit., pág. 101.
(68) F . L
EGER,M onsieur Taine, ed. cit., pág. 377.
(69) F . L
EGER,M onsieur Taine, ed. cit., págs. 260 y 338.
(70) Así, el de Vacherot (F . L
EGER,La jeunesse d ’Hippolyte Taine, ed. cit., págs.
108-109). (71) P . S
EYS,Hippolyte Taine et l’avènement…, ed. cit., págs. 43-44.
(72) André C
HEVRILLON, “La jeunesse de Taine”, La R evue de P aris, 1 y 15 de
julio de 1902 (págs. 5-30 y 341-371), pág. 18.
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del liceo si Etienne Ma y r a n(73) refleja su propia personalidad
como se ha dicho con frecuencia (74)—, tenía una voluntad firme
a p o yada en lo que creía ser un sistema de pensamiento completo
en virtud del cual era imposible apartarle de la elección que
hubiera hecho (75). En sus años mozos, le escribe a Pr é vo s t - Paradol: “La ve rd a d
no se me escapa, tengo el principio; no tengo la explicación uni-
versal, pero tengo el principio de esa explicación (...). No puedo
c reer que mi cer t i d u m b re me engañe, porque sabiendo ahora el
principio y la causa del err o r, el método que he seguido ha sido
calculado necesariamente de modo que evite por sí mismo el
e r r o r . No puedo ser sacado de mis creencias por alguna contradic-
ción con otro principio, ya que el mío es el único que admito y
del que deduzco todos los demás, ya que en su propia naturale z a
está la conciliación de los contrarios, ya que, en fin, todas mis
n u e vas investigaciones sobre diferentes materias aportan nue vo s
a p oyo s a mis primeras pr u e b a s” (76). Su pensamiento y su filoso-
fía estaban ya, plenamente hechos en sus líneas maestras, durante
su etapa de estudiante (77): “sus concepciones dominantes —es-
cribe Chevrillon— se forjaron muy pronto, no va r i a ron y dirigie-
ron toda su obra” (78). Por su parte, Schaepdr y ver mostró la esen-
cial unidad del pensamiento de Taine, antes y después de 1870;
unidad esencial compatible con las contradicciones que cabe apre-
ciar a lo largo de su evolución, puestas de manifiesto por E va n s .
____________
(73) H. T
AINE,Étienne M ayran —fr agments—, prólogo de P aul Bourget,
Librairie H achette et Cie., P arís, 1910, págs. 175-196.
(74) E ntre otros muchos, A. C
HEVRILLON,Taine, formation de sa pensée , ed. cit.,
págs. 14 y sigs., o Colin E
VANS, Taine. Essai de biogr aphie intèrieure, Librairie Nizet,
P arís, 1975, pág. 136.
(75) Albert T
HIBAUDET,H istoire de la littér ature française de 1789 à nos jours,
Editions Stock, Delamain et Boutelleau, París, 1946, pág. 347; P. S
EYS, Hippolyte Taine
et…, ed. cit., págs. 30 y 38. (76) H. T
AINE, “Carta a P révost-Paradol, de 30 de mar zo de 1849”, en Sa vie et
sa corr espondance , vol. I, ed. cit., págs. 71 y 72.
(77) M. L
EROY,Taine , ed. cit., pág. 116.
(78) A. C
HEVRILLON,Taine, for mation de sa pensée, ed. cit., págs. IV y 87. Esta
observación es frecuente; así, entre otros, P aul-Victor R
UBOW,Hippolyte Taine. E tapes
de son oeuvre, Levin et M unksgaard y Librairie Ancienne H onoré Champion, Copen-
hague, 1930, págs. 17 y 79.
L I T E R A TURA, REL IGIÓN Y POLÍTICA EN LA FRANCIA DEL SIGLO XIX : HIPPOLYTE T A I N E
231
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No han faltado quienes, además de su sobrina, le han caracte-
rizado por su modestia, como Faguet, alegando que “su sistema
no salía de sí mismo, del yo, sino que provenía de fuera, del no
yo” (79), Monod (80) o Boutmy, que destaca su humildad (81).
P e ro aunque así fuera en su carácter personal, es lo cierto que en
cuanto a las ideas que profesaba, intelectualmente, se sabía supe-
rior y se lo creía, y no daba su brazo a to rc e r. En su juventud pen-
saba “que los hombres son, en su mayoría, tan malos, tan despre-
ciables y tan estúpidos, que es necesario poder hablar consigo
m i s m o ”, y que había llegado “a un gran desprecio de los hom bre s ,
aunque conservando una gran admiración hacia la natural ez a
humana; los encuentro ridículos, impotentes, apasionados como
niños, tontos y vanidosos, y, sobre todo, necios a fuerza de p re j u i-
cios; guardando siempre las formas exteriores de la cortesía, me
río por lo bajo, hasta tal punto los encuentro feos e idiotas” (82).
Esta singular misantropía no le abandonó nunca.
No es, pues, absurdo, pensar que fue, también, una hiper t ro-
fia del yo —quizá de procedencia romántica— unida a una mala
formación religiosa (83) y a un exceso de racionalismo —en este
a p a r entemente ardiente empirista— la que le llevó a perder la fe.
En 1848, refiriéndose a sus quince años, escribía: “Era cristiano y
nunca me había preguntado lo que vale esta vida, de dónde ve n í a ,
lo que debía hacer... La razón apareció en mí como una luz; empe-
cé a sospechar que había algo más allá de lo que había visto; me
puse a buscar a tientas, como en las tinieblas. Lo primero que
se derrumbó ante este espíritu de examen fue mi fe r e l i g i o s a .
Una duda provocaba otra; cada creencia arrastraba a otra en su
c a í d a ” (84). “El cristianismo —continua Taine— me parecía, a la
____________
(79) E. F
AGUET,Politiques et mor alistes du dix-neuvième siècle. Troisième sèrie...,
ed. cit., pág. 241. (80) G. M
ONOD,Renan, Taine, Michelet , Calmann-Lévy , París, 1894, pág. 143.
(81) E. B
OUTMY,Taine, Scher er, Laboulaye, ed. cit., pág. 45.
(82) H. T
AINE, “Carta a P révost-Paradol, de 2 de marzo de 1849”, en S a vie et sa
corr espondance, ed. cit., vol. I, págs. 53 y 58.
(83) Así lo estima Venzac, que indica que después de realizar su primera comu -
nión a los diez años, no se ocuparon de instr uirle en la religión (Géraud V
ENZAC,Aux
pays de leur enfance , Fernand Lanore, París, 1956, pág. 155).
(84) H. T
AINE,De la destinée humaine , introducción, ed. cit., pág. 21.
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vez, ridículo y odioso. La inmovilidad de sus doctrinas, la cru e l-
dad de sus dogmas, la minuciosidad de sus prácticas, lo absu rd o
de sus misterios, la hipocresía de sus adoradores, ex c i t a ron mi asco
y mi lástima” (85).
Gr a t r y, entonces capellán de la Escuela norm a l, en su L e t t re à
M. V a c h e ro t, en 1851, en su refutación al libro de V a c h e r o t ,
Hi s t o i r e de l’École d’ Al e x a n d r i e , como re c u e rda Leger, se dirigía,
casi personalmente, a About, Sa rcey y Taine, indicándoles que su
impiedad no era fruto de sus sabios estudios, sino que decidie ro n
dejar de creer en el colegio, entre los trece y los quince años, deci-
sión infantil motivada por razonamientos ingenuos (86). Pr o -
bablemente, por esa actitud expresada por Taine que acabamos de
l e e r , Pi c a rd había indicado que “entra en la vida con el orgullo de
la razón” (87). Sin embargo, Taine no se deja arrastrar por tal hecatombe de
sus ideas y creencias, sino que pretende encontrar la virtud en sí
mismo; él será la regla de su propia virtud: “Sentí en mí mismo
suficiente honor y voluntad para vivir como un hombre honesto,
incluso después de haberme desembarazado de mi religión; esti-
maba demasiado mi razón para creer en otra autoridad que no
fuera la suya; no quise tener más que de mí la regla de mis cos-
t u m b r es y la dirección de mis pensamientos; me indignaba ser vir-
tuoso por temor y creer por obediencia. El orgullo y el amor de la
l i b e r tad me liber aro n” (88). Esta moral autónoma de Taine, acor-
de con su panteísmo, consistía en obedecer a las leyes de la natu-
r a l eza y de la existencia (89). Si hemos de hacerle caso, el abandono de las creencias católi-
cas se debió únicamente a su propia inteligencia, que consideraba
superior a la de los c re yentes: “Aun no había leído a ningún filó-
____________
(85) H. T
AINE,De la destinée humaine, introducción, texto suprimido por su
esposa al publicar la Correspondance, citado por Colin E
VANS,Taine. Essai de biographie
intèrieure, Librairie Nizet, P arís, 1975, pág. 176.
(86) F . L
EGER,La jeunesse d’Hippolyte Taine, ed. cit., págs. 121-122.
(87) Charles P
ICARD,H. Taine , Librairie A cadémique P errin et Cie., P arís, 1909,
pág. 36. (88) H. T
AINE,De la destinée humaine, introducción, ed. cit., pág. 21.
(89) J. P. B
OOSTEN,Taine et R enan et l’idée de Dieu , ed. cit., págs. 92-95.
L I T E R ATURA, REL IGIÓN Y POLÍTICA EN LA FRANCIA DEL SIGLO XIX : HIPPOLYTE T A I N E
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sofo; quise conservar mi espíritu en entera libertad, mi examen en
una independencia completa. En tal momento rebosaba una ale-
gría orgullosa; triunfaba en mis destrucciones; me complacía en
e j e rcitar mi inteligencia contra las opiniones vulgares; me cre í a
por encima de los que creían, porque cuando les preguntaba, no
me daban ninguna prueba buena de sus creencias; cada día iba más
lejos, hasta que un día no encontré nada que se sostuviera” (90).
Es sabida la alta estima en que Taine, desde su juventud, tenía a
la inteligencia y al pensamiento: “la especulación pura (...) es el
principio de todas las cosas. El pensamiento es la condición del
d e s a r rollo de todas las facultades humanas; sin ellos no hay salva-
c i ó n ” (91). P e ro, ¿no sob re valoró su inteligencia y su pensamien-
to desde que empezó a reflexionar? “Con mi adoración por las
ve r dades de razón —prosigue— y la confianza absoluta que tengo
en el poder de la inteligencia, parezco un católico que no sabe más
que hablar de Iglesia y de fe. P e ro al menos puedo probar lo que
digo, y para rebatir la doctrina que me posee hay que estar fuera
de razón” (92). Sin duda, tales confesiones nos retratan a un joven T a i n e
dominado, o al menos, tocado, por la soberbia, por lo que no es
fácil saber si fue sólo la razón —una razón desbocada— lo que le
h i z o perder la fe, o la voluntad de afirmar su yo por encima de
cualquier otra cosa. Si la razón había sido obstáculo para la fe, no
lo fue, en cambio, para la filosofía ni para la ciencia, a pesar de
que, durante su formación, sus convicciones filosóficas variaran y
unas nuevas ideas sustituyeran a otras, así como sus apre c i a c i o n e s
científicas motivaran un cambio radical en su juicio sobre la his-
toria de Francia, hechos que no le hicieron pensar ni en la falibi-
lidad de una ciencia que no era una ve rdad absoluta, ni en que su
p rop ia razón y sus ideas eran cambiantes, salvo, naturalmente, en
lo que se refería a la religión católica.
____________
(90) H. T
AINE,De la destinée humaine , introducción, ed. cit., pág. 23.
(91) H. T
AINE, “Carta a P révost-Paradol, de 30 de marzo de 1849”, en Sa vie et
sa corr espondance, vol. I, ed. cit., pág. 74.
(92) H. T
AINE, “Carta a P révost-Paradol, de 30 de marzo de 1849”, en Sa vie et
sa corr espondance, vol. I, ed. cit., págs. 74 y 75.
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Sin renunciar nunca a su panteísmo spinozista (93), su primi-
genio y completo ardor por Spinoza (94) fue corregido por el re a-
lismo de Aristóteles, y las ideas abstractas de éste, sustituidas por
realidades hegelianas (95) al tiempo que fue influenciado por
St u a r t Mill (96) en su método de conocimiento (97), de tal for-
ma que tales maestros, como después, ya en plena madure z ,
Comte (98) al que “ d e s c u b re” en 1860 o 1861, según acr e d i t ó
Giraud (99), le influy e ron, “a medias” (100), como él mismo
decía (101). Margerie vio que “el conjunto de sus concepciones
filosóficas le cerrará hasta el final el camino que lleva de la natu-
r a l eza a un principio divino de ella”, y que “ningún rayo superior
a las llamadas ciencias positivas, ninguna perspectiva, ninguna
salida hacia alguna cosa inmortal, iluminará o ampliará su hori-
zo n t e ” (102). Su sobrina creía que pertenecía a esa clase de perso-
nas —según ella— “refractarias tanto a los rayos, incluso abrasa-
d o res , de la sensibilidad religiosa, como a las cer t ezas dogmáticas.
____________
(93) J. P. B
OOSTEN,Taine et R enan et l’idée de Dieu , ed. cit., págs. 54-73.
(94) A demás de los autores ya citados, véase, P ierre-François M
OREAU, “Taine
lecteur de S pinoza”, Revue P hilosophique de la Fr ance et de l’Etranger, núm. 4, octubre-
diciembr e 1987, págs. 477-489.
(95) P . S
EYS,H ippolyte Taine et …, ed. cit., págs. 40-55; 50.
(96) S egún Rosca, aceptó las ideas de S tuart Mill que eran compatibles con las
que ya poseía, es decir , las que no contradecían a Hegel o a la idea que Taine tenía del
alemán, ya que Taine fue, ante todo, un hegeliano, aunque se apartara del filósofo ale-
mán en cuestiones cruciales (D. R
OSCA, L’influence de H egel sur Taine théoricien de la
connaissance et de l ’art, Librairie Universitaire J. Gamber, París, 1928, pág. 227).
(97) J ean-Thomas N
ORDMANN,T aine et la critique scientifique , PUF, París, 1992,
págs. 47-53; C. E
VANS, Taine. Essai de biogr aphie intérieure, ed. cit., págs. 255-264.
(98) P . S
EYS,H ippolyte Taine et …, ed. cit., págs. 148-157.
Chevrillon dijo que en los trabajos y notas de juv entud de Taine no encontró
ninguna cita de Comte (A. C
HEVRILLON, Taine, formation de sa pensée , ed. cit., pág.
224, nota). Rosca negó el positivismo atribuído a Taine, basándose, sobre todo, en el
diverso significado de los conceptos de causa, ley y hecho en la obra de\
Taine y en la de
Comte (D. R
OSCA, L’influence de H egel sur Taine..., ed. cit., págs. 244-280).
(99) V . G
IRAUD,Essai sur Taine, ed. cit., pág. 63.
(100) P . S
EYS,Hippolyte Taine et …, ed. cit., pág. 148.
(101) En opinión de Ler oy, en Taine ejercició una influencia pr eponderante
Balzac (M. L
EROY, T aine, ed. cit., págs. 157-178). Nèv e se refiere, también, a la influen-
cia de G oethe y de Marco Aur elio (P. N
EVE,La Philosophie de Taine..., ed. cit., págs.
343-344. (102) A. de M
ARGERIE,H. Taine , ed. cit., pág. 193.
L I T E R A TURA, REL IGIÓN Y POLÍTICA EN LA FRANCIA DEL SIGLO XIX : HIPPOLYTE T A I N E
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El Deus absconditus permanece para ellas intangible y escondido
en las profundidades de lo De s c o n o c i d o” (103).
P e ro tal ceguera, ¿no estaría producida por un punto, al
menos, de engreimiento? Las siguientes palabras, también de su
sobrina, aunque escritas con una intención y un ánimo totalmen-
te distinto, nos lo hacen pensar. En efecto, añade su sobrina que,
dada “la extraordinaria probidad de su naturaleza, no tuvo del
pecado, del mal, esa experiencia inquieta y degradante por la que,
tantas almas, horrorizadas por sus maldades, se han arrojado a los
pies del R e d e n t o r” (104). En opinión de Leger, que se refería a la
j u ven tud de Taine, “hay pocos hombres que hayan sido más im-
permeables a la idea de culpa que este joven escr u p u l o s o” (105).
P e ro ¿quién no tiene necesidad de perdón? ¿Quién se basta a
sí mismo? “Para mi tío —continúa su sobrina— una co nve r s i ó n
religiosa repentina, en las últimas horas, le habría parecido una
impiedad despreciable y la esencia de su espíritu no se lo permiti-
ría. Hubiera sido un milagro” (106). ¿No recibió la fe, este “ d o n
de D i o s” como dice su sobrina o cerró su corazón y su inteligen-
cia cuando llamaba a su puerta? La insistencia en que su vida y su
m u e r te hace “pensar en M a rco A u re l i o ”, porque “tenía la calma
lúcida, ese orgullo modesto de una naturaleza que rechaza toda
humillación, la meditación continua sobre los conflictos eternos
e n t r e la N a t u r a l e za y la Razón” (107), si así fue, hacen pensar,
también, que su altivez hizo imposible el reconocimiento de la
luz (108). Tampoco podía contribuir a ello su hegelianismo, su
singular filosofía y su especial determinismo, pues éste es incom-
patible con la libertad y la responsabilidad que predica y pr o f e s a
la religión católica. Pese a las explicaciones de Taine (109), inclu-
____________
(103) Mme. S
AINT-RENÉTAILLANDIER,M on oncle Taine, ed. cit., pág. 56.
(104) Mme. S
AINT-RENÉTAILLANDIER,M on oncle Taine, ed. cit., pág. 56.
(105) F . L
EGER,La jeunesse d ’Hippolyte Taine, ed. cit., pág. 159.
(106) Mme. S
AINT-RENÉTAILLANDIER,M on oncle Taine, ed. cit., pág. 57.
(107) Mme. S
AINT-RENÉTAILLANDIER,M on oncle Taine, ed. cit., pág. 57.
(108) Si es cierta la obser vación de Giraud, Taine, después de su crisis de los
quince años no se volvió a plantear las cuestiones de la creencia y de la fe (V . G
IRAUD,
H ippolyte Taine..., ed. cit., pág. 136).
(109) P . N
EVE,La P hilosophie de Taine…, ed. cit., págs. 251-274.
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236
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so su sobrino político, que le admiraba profundamente, no com-
p rendía cómo podía compaginar el determinismo con la r e s p o n-
sabilidad personal, pues Taine, al margen, incluso de los textos
e x p res amente deterministas, exageraba los condicionantes hasta
anular la libertad (110). Su naturalismo y su re c h a zo de la trascendencia en la explica-
ción causal no debieron ser ajenos a ese modo de ser. Para T a i n e
no existía (al menos durante un largo periodo de su vida) nada
fuera de la naturaleza, a la que definía como “ser único e indivisi-
ble del que todos los seres son miemb ro s” y que por sí mismo todo
lo produce, subsiste en todas la cosas y no es limitado por ningu-
na (111). Con anterioridad, en 1851, escribía a P r é vo s t - Pa r a d o l :
“La naturaleza es Dios, el ve rd a d e ro Dios. ¿Por qué? P o rque es
p e r fectamente bella, eternamente viviente, absolutamente una y
n e c e s a r i a ”. Y continuaba: “Yo le diría a nuestro amigo Gr é a rd: El
ve rd a d e r o Dios tiene lo que amas en el Dios cristiano; no tiene lo
que menosprecias. Satisface, pues, tu corazón y tu razón. De j a
para las religiosas un Dios amante y para los criados un Dios re y.
Ho m b r e libre y sabio, tu Dios no puede ser más que el Todo infi-
nito y per f e c t o” (112). Poco años antes le había escrito: “Pi e n s a ,
amigo mío, que ese Dios cuya existencia me parece matemática-
mente demostrada, no es, de ningún modo, ese tirano absurdo y
c r uel que las religiones nos enseñan y que el vulgo adora; piensa,
incluso, que tampoco es ese D i o s - Ho m b rede Bossuet, ocupado en
s a l var o destruir Imperios y en fundar su Iglesia (...). Si la palabra
Dios te choca, suprímela y en su lugar, di: el Ser; pero cualquiera
que sea el nombre que le des, cree en la existencia de un Ser que
posee toda la plenitud del ser y que no tiene ninguna carencia ni
ningún defecto” (113); “Dios no es el ídolo cristiano” (114); “mi
____________
(110) G. S
AINT-RENÉTAILLANDIER,A u près de M. Taine..., ed. cit., págs. 44-49.
(111) H. T
AINE,Les Philosophes …, ed. cit., pág. 370.
(112) H. T
AINE, “Carta a P révost-Paradol, de 16 de no viembre de 1851”, en Sa
vie et sa corr espondance, vol. I, ed. cit., págs. 150-151.
(113) H. T
AINE, “Carta a P révost-Paradol, de 20 de agosto de 1848”, en Sa vie
et sa correspondance , vol. I, ed. cit., págs. 29-30 y 30-31.
(114) H. T
AINE, “Carta a P révost-Paradol, de 25 de marzo de 1849”, en Sa vie
et sa correspondance , vol. I, ed. cit., pág. 64.
L I T E R A TURA, REL IGIÓN Y POLÍTICA EN LA FRANCIA DEL SIGLO XIX : HIPPOLYTE T A I N E
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Dios no tiene nada en común con el Di o s - v e rdugo del cristianis-
mo, ni con el Di o s - h o m b re de los filósofos de segunda fila. Es el
p o s i t i vo absoluto, es decir, la realización una y completa de todo
el ser, y todo en él y fuera de él es necesario como él” (115).
Este panteísmo persistente aflora con claridad en la ve r s i ó n
d e f i n i t i v a de su estudio sobre La Fontaine: “Hoy, en este derribo
u n i versal de los dogmas, entre los escombros de ideas amontona-
das por la filosofía, la historia y las ciencias, la paz no nos llega
más que por el sentimiento de las cosas divinas. Este gran corazón
desgraciado del hombre moderno, atormentado por la necesidad
y la imposibilidad de adorar, no encuentra la belleza perfecta y
consoladora más que en la naturaleza infinita” (116). Desde muy joven mostró su re c h a zo de las causas finales: “hay
toda una serie de explicaciones que sustituyen a las causas fina-
l e s ” (117). Para Taine “la causa de los hechos está en ellos mis-
m o s ”, las causas no son más que leyes encerradas en los objetos de
los que se pueden extraer por abstracción (118). “Hechos y r e l a-
ciones, no existe otra cosa”, y “el hecho tiene su causa en otro
h e c h o ” (119), incluidos los hechos morales, que tienen su causa
en otro hecho moral, por lo que “el vicio y la virtud son pr o d u c-
tos como el vitriolo o el azúcar” (120). Mal comprendido por esta
frase, o quizá no tanto (121), lo cierto es que se le acusó de mate-
rialismo (122), de lo que se defendió, con escasa fortuna, alegan-
____________
(115) H. T
AINE, “Carta a Prév ost-Paradol, de 18 de abril de 1849”, en Sa vie et
sa corr espondance, vol. I, ed. cit., pág. 83.
(116) H. T
AINE,La F ontaine et ses fables, ed. cit., pág. 216.
(117) H. T
AINE, “Carta a P révost-Paradol, de 16 de noviembr e de 1851”, en Sa
vie et sa corr espondance, vol. I, ed. cit., pág. 152.
(118) H. T
AINE,Les Philosophes …, ed. cit., págs. VIII y IX.
(119) H. T
AINE,Les Philosophes…, ed. cit., págs. 327 y 350-351.
(120) H. T
AINE,Histoire de la L ittérature A nglaise, vol. I, 2.ª ed., Librairie
H achette, P arís, 1866, Introducción, pág. XV; véase, Essais de critique et d’histoire, ed.
cit., págs. 453-454. (121) I ncluso admiradores de Taine así lo debieron entender , pues Leroy opina
que Taine llevó el vicio y la vir tud al terreno de la química (M. L
EROY,Taine, ed. cit.,
pág. 30). (122) Así, el Obispo de O rleans, Dupanloup, se opuso a que la Academia pr e-
miara su Historia de la Liter atura Inglesa por materialista y fatalista (Emile F
AGUET,
Mgr . Dupanloup. U n Grand E vêque, P arís, 1914, págs. 80-82).
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do que la virtud y el vicio no eran productos materiales como el
vitriolo o el azúcar, sino productos, es decir, resultado de otro s
hechos, aunque en este caso, morales (123). Según Evans, fue mal comprendido por su famosa frase, por-
que el plano en el que se situaban Taine y sus críticos era dife re n-
te, ya que para Taine los hechos morales no son producto de cau-
sas anteriores y exteriores, sino de factores lógicos; no son, pues,
f u e r zas mecánicas los que los producen y, por eso, el hombre no
deja de ser responsable (124). No parece convincente la argumen-
tación desarrollada por Evans en su obra. En carta a Cornelis de
Witt, en 1864, decía Taine: “Mi idea filosófica es que todos los
sentimientos, todas las ideas, todos los estados del alma humana
son productos, que tienen sus causas y sus leyes y que todo el
f u t u ro de la historia consiste en la búsqueda de estas causas y de
estas ley e s” (125). Aquí el determinismo parece que aflora con cla-
ridad. Todo sentimiento, toda idea, todo estado del alma tienen,
sin duda, motivos y razones, pero no hay causas y, menos aun,
l e y es que, más allá de la libertad y de la voluntad de las personas,
s u m i n i s t r en explicaciones regladas de esos estados y, desde luego,
no pueden explicar la historia, salvo que haya tantas causas y ley e s
como sujetos o protagonistas de la historia. Como advirtió Margerie, Taine cae en el vicio que le espetó a
Maine de Biran, un galimatías que sólo el autor entendía, pues lo
que Taine llama causa en relación a los hechos, al prescindir de la
causa final, no es una causa, sino un resultado (126). La objeción
debió ser bastante común entre sus críticos espiritualistas, pues
algunos años antes, Caro, había indicado la debilidad de su filo-
sofía como consecuencia de haber prescindido —hasta su nega-
ción— de la metafísica, de las substancias y de las causas finales,
fallando sus razonamientos por las erróneas definiciones de subs-
____________
(123) H. T
AINE, “Carta al director del Journal des Débats, de 19 de diciembre de
1872”, en Sa vie et sa corr espondance, vol. III, ed. cit., págs. 213-214.
(124) C. E
VANS,Taine. Essai de biogr aphie intérieure, ed. cit., pág. 388.
(125) H. T
AINE, “Carta a Cornélis de Witt, 17 de may o de 1864”, en Sa vie et
sa corr espondance, tomo II, ed. cit., pág. 305.
(126) A. de M
ARGERIE,H. Taine , ed. cit., págs. 51-52.
L I T E R A TURA, REL IGIÓN Y POLÍTICA EN LA FRANCIA DEL SIGLO XIX : HIPPOLYTE T A I N E
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tancia y de causa (127). “Ya en 1849 —escribía Chevrillon—
estaba persuadido de que las substancias no están hechas más que
de sus atributos” (128).El re c h a zo de la distinción entre substancia y cualidad, entre
esencia y manifestación, entre el sujeto y sus facultades, entre la
causa y el efecto, entre causa y ley, todo ello consecuencia del pos-
tulado fundamental de su doctrina, consistente en la identidad
del pensamiento y del ser, que según Rosca, caracteriza a la filoso-
fía de Taine (129), así como la pluralidad de influencias re c i b i d a s ,
que Taine digiere a su modo, son algunos de los motivos que
explican que Taine haya sido interpretado tan d ive r s a m e n t e .
En carta a Renan, rebatiendo la afirmación de éste, según la
cual, “el mundo tiene un objetivo y trabaja para un fin misterio-
s o ”, le decía Taine: “¿Esos mecanismos que parecen el efecto de
una causa final, son, como lo admiten los naturalistas de hoy día,
los efectos de una causa eficiente?” “Los efectos acumulados de
una causa eficiente pueden p ro p o rcionar al espectador la ilusión
de una causa final” (130). Taine fue, pues, “un hete ro d oxo” como
indicó Marín, y, por ello, “las severísimas censuras unánimemen-
te hechas por los católicos a su obra” (131). Taine ha sido objeto de muy diversas interpretaciones, tanto por
sus partidarios como por sus adversarios, sin duda porque, a pesar de
la claridad de su prosa, hay cierta oscuridad en el conjunto, lo que
dificulta la composición de sus ideas, y porque hay contradicciones,
que intentó r e s o l ver con explicaciones enfrentadas entre sí; también
p o r que muchos de sus intérpretes han prescindido de parte de su
obra o han potenciado en exceso algunas ideas dejando otras en la
sombra; y, finalmente, porque algunos part i e ron de un part i d i s m o
político radical que les incapacitaba para compr e n d e r l o.
____________
(127) E lme-Marie C
ARO,L’idée de Dieu et ses nouveaux critiques, Librairie
H achette et Cie., 8.ª ed., P arís, 1889, págs. 146, 155, 157-184.
(128) A. C
HEVRILLON,Taine, for mation de sa pensée, ed. cit., pág. 66; veánse las
págs. 96-97. (129) D. R
OSCA,L’influence de Hegel sur Taine..., ed. cit., págs. 214-246.
(130) H. T
AINE,Sa vie et sa corr espondance…, vol. IV, págs. 9 y 10.
(131) Rafael M
ARÍN DELCAMPO,E n el centenario de Taine. El sabio, el ciudadano
y el hombr e. Réplica a E duardo Gómez de B aquero, Librería General de Victoriano
S uárez, Madrid, 1928, pág. 8.
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Aunque G iraud haya dicho que “la idea dominante en Taine”
“ es una idea metafísica ” y que era “un gran metafísico ” (132), su
rechaz o de la metafísica es un hecho (133) y su pretensión de des-
cubrir leyes que permitan predecir el comportamiento humano ¿no
apuntan a un ex cesivo protagonismo próximo a la soberbia?
Aunque afirmara que no tenía ni exponía un sistema (134),
sino sólo un método (135), es lo cierto que éste, si se sigue,
se convierte en sistema (136). Su empirismo —limitado a los
hechos, sin trascenderlos— se basab a en tres tipos de obser va c i o-
nes (137), que él llamaba “la raza” —no en sentido ant ro p o l ó g i c o
o biológico, sino como conjunto de disposiciones innatas y here-
ditarias que diversifican los caracteres (138)—, “el medio ambien-
t a l” y “el momento” (139), a los que habría que añadir una cuar-
____________
(132) V . G
IRAUD,Hippolyte Taine. E tudes et documents , ed. cit., pág. 2.
(133) N o así para Lévy-Bruhl, que estimó que aunque no se ocupó de metafísi -
ca, Taine no la consideró errónea o inútil en sí misma y dejó la puerta abierta a ella (L.
L
EVY-BRUHL, H istory of Modern Philosophy in F rance, ed. cit., pág. 424), o para Nèv e,
que consideró erróneo este juicio formulado, entre otr os por Margerie, y se esforzó en
demostrar que, al contrario, Taine pretendió una metafísica positivista (P. N
EVE,La
P hilosophie de Taine..., ed. cit., pág. 55). ¿Es posible una metafísica ver dadera, no ya con
el positivismo comteano, sino incluso, con el positivismotaineano?
(134) En opinión de Nèv e, y a ello dedicó su obra, los mayores error es de Taine
pr ovienen de su sistema en el que procuró encajar la argumentación y \
la r ealidad; razón
por la que indica que, con su sistema, Taine, más que descubrir leyes lo que hacía era
intentar verificarlas (P . N
EVE,La Philosophie de Taine..., ed. cit., pág. 244).
(135) H. T
AINE,Essais de critique et d ’histoire, prólogo a la 2.ª ed. de 1866, ed.
cit., pág. 35. En realidad, Taine elude la cuestión, argumentando que “un sistema es una expli-
cación del conjunto e indica una obra realizada; un método es una manera de trabajar
e indica una obra por r ealizar” (Ibidem, pág. 35).
(136) Así lo había advertido Faguet, que añade que el método lo creó para ser vir
a su sistema filosófico (E. F
AGUET, Politiques et mor alistes du dix-neuvième siècle.
Tr oisième sèrie..., ed. cit., págs. 269 y sigs.).
(137) En unas notas de 1850 aparece formulada esta trilogía (A. C
HEVRILLON,
T aine, formation de sa pensée, ed. cit., pág. 399).
(138) N o tiene nada que v er con el sentido que tuvo para las teorías racistas que
terminarían en el nazismo, como, entr e otros, puede verse en Kahn (Sholom J. K
AHN,
Science and aesthetic judgment. A study in Taine’s critical method, Columbia University
Press, N ueva Yor k, 1953, págs. 86-97).
(139) H. T
AINE,H istoire de la Littér ature Anglaise, ed. cit., tomo I, Introducción,
págs. XXIII-XXXIV .
Su Filosofía del Arte (1865-1869) responde, teóricamente, a esta construcción:
“Los productos del espíritu humano, como los de la naturale za viva, se explican por su
L I T E R ATURA, REL IGIÓN Y POLÍTICA EN LA FRANCIA DEL SIGLO XIX : HIPPOLYTE T A I N E
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ta, cuando se trata del estudio de los individuos, la “f a c u l t a d
d o m i n a n t e ”, auténticamente generadora (140). Ésta, que también
puede predicarse de las sociedades, consiste en el “rasgo caracte-
rístico y dominante del cual todo se puede deducir geométrica-
m e n t e ” (141). “De la facultad dominante de un pueblo —dirá en
Los filósofos— derivan todas las partes de sus instituciones y todos
los acontecimientos de su historia” (142). El éxito de esta obra,
e n t r e el público, se debió, no sólo a una buena dosificación entre-
lazada de ironía, sátira e incluso sarcasmo —del que la re s u r re c-
ción del buey espetada a J o u f f roy es buen ejemplo—, sino, tam-
bién, a la aplicación a cada uno de los filósofos de los que se
ocupa, de esta forma de caracterización y de explicación. Taine, en teoría, termina por con ve rtir esas observaciones en
auténticas reglas o principios —los únicos— que pueden explicar
la realidad, aunque en la práctica no siempre fuera fiel a este plan-
teamiento (143) —como se advirtió muy pronto por sus contem-
poráneos (144)—, especialmente cuanto más introduce la psico-
____________
medio ambiental ”, por lo que “es en el estado general de las costumbres y del espíritu
público ” donde hay que buscar las razones para el florecimiento de cada arte y de cada
artista (H. T
AINE,Philosophie de l ’Art, Hachette, P arís, 1948, tomo I, pág. 10; tomo I,
págs. 7 y 49 y tomo II, pág. 63). Estas ideas ya habían aparecido, en primer lugar , en La F ontaine et ses fables (24
ed., Librairie Hachette, París, s.f ., págs. 8-9, 129-130, 159 y 343-346).
(140) “T anto en las cosas morales como en las físicas, hay valores de diferente
or den; algunos caracteres tienen un v alor superior y decisivo porque arrastran tras sí for -
zosamente una masa enorme de otr os caracteres: los llamo generadores” (H. T
AINE,
“Carta a Georges S aint-Rene Taillandier , 6 de agosto de 1881, en Sa vie et sa correspon -
dance, tomo IV , pág. 128); en el prólogo a la 2.ª ed. de sus Ensayosdesarrolla esta cues -
tión ( Ensayos, ed. cit., págs. 36 y sigs.); veáse su Essai sur Tite-Live, Librairie Hachette
et Cie., P arís, 5.ª ed., 1888, prefacio, págs. VII-VIII.
(141) H. T
AINE, “Carta a Cornélis de Witt, 24 de julio de 1853” (en Sa vie et sa
corr espondance , tomo II, Le Critique et la Philosophe, 1853-1870 , Librairie Hachette et
Cie., 2.ª ed., P arís, 1904, pág. 7), en la que hablándole de su Tito L ivio, le caracteriza
como “ orador que se hace filósofo” (págs. 7-9).
(142) H. T
AINE,Les Philosophes…, ed. cit., pág. 369.
(143) E rnst C
ASSIRER,Das E rkenntnisproblem in der P hilosophie und Wissenchaft
der neuer en Zeit, trad. esp. El problema del conocimiento en la Filosofía y en la C iencia
modernas, F ondo de Cultura Económica, México, 1986, v ol. IV, pág. 302.
(144) E mile Z
OLA, “M. H. Taine, ar tiste”, en Mes haines. Causeries littér aires et
artistiques , G. Charpentier , París, 1879, págs. 221-226.
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logía (145). Así, nos encontraríamos con “una explicación del
c o n j u n t o” y “una obra re a l i z a d a”, aunque permita su aplicación a
las diversas realidades que se estudien. Sistema, pues, del que se
deducirán las leyes que regulen los comportamientos sociales: “ s i
estas fuerzas pudieran ser medidas y cifradas, se deducirían, como
de una fórmula, las propiedades de la civilización futura, y, si, a
pesar de la tosquedad de nuestras anotaciones y de la inexactitud
fundamental de nuestras mediciones, queremos, hoy, hacernos
alguna idea de nuestros destinos generales, es en el examen de esas
f u e r zas en el que hay que fundar nuestras p re v i s i o n e s”; al hacerlo
así, “no sólo hemos agotado todas las causas reales, sino, incluso,
todas las causas posibles del mov i m i e n t o” (146). Su entendimien-
to de la historia, lo que a él le interesaba de la historia, estaba en
consonancia con esas ideas: Mi idea filosófica, escribía en 1864,
“es que todos los sentimientos, todas las ideas, todos los estados
del alma humana son productos, que tienen sus causas y sus ley e s
y que todo el futuro de la historia consiste en la búsqueda de estas
causas y de estas ley e s” (147).
Sin entrar en si su método (y sistema) es incompleto y re -
ductor —objeción muy común (148), aunque negada, también
____________
(145) Antonella C
ODAZZI,Hippolyte Taine e il progetto filosofico di una storiogr a -
fia scientifica , La Nuova I talia Editrice, F lorencia, 1985, págs. 48-141; especialmente
r especto a los Orígenes, págs. 117-141.
Según esta autora, Taine consideraba que la historia suministra a la psicología el
material de observación y que la psicología, a su vez, ofrece el instrumento teórico para
comprender las transformaciones de un individuo o de un gr upo de individuos en la
historia (A. C
ODAZZI, págs. 109-110).
(146) H. T
AINE,H istoire de la Littérature A nglaise, ed. cit., pág. XXXIV .
(147) H. T
AINE, “Carta a Cornélis de Witt, 17 de mayo de 1864” (en Sa vie et
sa corr espondance, tomo II, ed. cit., pág. 305.
(148) Así, S
AINTE-BEUVE(Nouveaux L undis, Calmann-Lévy , 4.ª ed., París, 1885,
tomo VIII, págs. 84-88); E. F
AGUET(Politiques et moralistes du dix-neuvième siècle.
Tr oisième sèrie... , ed. cit., págs. 262-268); P aul L
ACOMBE(Taine, historien et sociologue,
V . G iard et E. B riène, París, 1909, passim); René G
IBAUDAN(Les idées sociales de Taine,
E ditions Argo, P arís, 1928, págs. 60-64 y 88-93); Gustav e L
ANSON,H istoire de la Lit-
tér ature F rançaise, Librairie H achette, París, s.d. (pero 17.ª ed., 1922), págs. 1045-
1046; R ené C
ANAT,La Littér ature Française au XIXesiècle, Payotet Cie., P arís, 1921,
tomo II, págs. 45-46.
L I T E R A TURA, REL IGIÓN Y POLÍTICA EN LA FRANCIA DEL SIGLO XIX : HIPPOLYTE T A I N E
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por otros autores (149)— o, incluso “inútil” en el sentir de
Croce (150), la observación limitada a los hechos, no nos dice
nada de su valor moral —lo que, ciertamente, Taine afirmaba—,
ni, tampoco, nos puede decir nada más allá de ellos mismos. Es
d e c i r, se limita al hecho o a los hechos observados, a lo pasado y
no tiene más proyección de futuro que la lección que los hom bre s
puedan o quieran extraer, pero de ningún modo permite suponer
y, menos aún, va t i c i n a r, que en iguales circunstancias, los re s u l t a-
dos que se producirán serán los mismos que anteriormente se
habían pr o d u c i d o. De ahí el error de Taine de pretender que “ e l
d e r echo de regular las creencias humanas ha pasado por entero a
poder de la experiencia y los preceptos o doctrinas, en lugar de
autorizar la observación, reciben de ella todo su crédito” (151). Limitado a un método de observación, realizado con honesti-
dad y siempre que se consideren sus límites y se combine con
o t ros métodos, no cabe duda de su utilidad. P e ro la raza, el
momento y el medio e, incluso, la facultad dominante, cuando
ésta existe, únicamente nos p ro p o rcionan datos, c irc u n s t a n c i a s ,
relaciones, influencias, y todo tipo de factores que hay que tener
en cuenta y ponderar correctamente, pero no determinan ni cau-
san, ni explican en su totalidad un hecho o un compor t a m i e n t o ,
para lo cual hay que contar con la libertad y la voluntad, con la
personalidad. Por eso, por ejemplo, los caracteres de un pueblo no
son más que lugares comunes, útiles para describir unos rasgos
generales, pero que por sí mismos no p ro p o rcionan, ni r e m o t a-
mente, la clave de la historia. Es errónea la pretensión de descubrir l e ye s(en sentido natural
o físico, tan rígidas como la ley de la gravedad, independientes de
la voluntad humana), con las que “regir las concepciones y guiar
los esfuerzos de los homb re s”, “que por una serie de indagaciones
bien llevadas acabará por determinar las condiciones de los gran-
des acontecimientos humanos, es decir, de las circunstancias
____________
(149) J. T. N
ORDMANN,T aine et la critique scientifique, ed., cit., pág. 13 y el con -
junto de la obra.
(150) Benedetto C
ROCE,La S toria come pensiero e come azione, E ditori Laterza,
Bari, 1966, pág. 177. (151) H. T
AINE,E ssais de critique et d ’histoire(prólogo de 1866), ed. cit., pág. 45.
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necesarias a la aparición, a la duración o a la ruina de las dive r s a s
formas de asociación, de pensamiento y de acción” (152). En la
hipótesis de llegar a descubrir “la condición necesaria y suficiente
de un hecho” (153) [humano], nada nos asegura que en caso de
vo l verse a producir “ e s a” condición se pr o d u zca el mismo hecho.
Er ror producido al asimilar los hombres y las sociedades humanas
al reino animal o vegetal y al equiparar las ciencias humanas
(como la historia) a las ciencias naturales (como la biología o la
física), “la historia natural” a “la historia humana” (154): “la filo-
sofía de la historia humana repite como una fiel imagen la filoso-
fía de la historia natural” (155). En los mismos e n s a yo s, escribió:
“ N u e s t r o espíritu es una máquina construida tan matemática-
mente como un reloj. Si tal muelle predomina, acelera o falsea el
m o vimiento de los otros y la impresión que les comunica escapa
al gobierno de nuestra voluntad, porque es nuestra vo l u n t a d
misma; vamos de un modo irresistible por la vía trazada; y el autó-
mata espiritual que forma nuestro ser no se detiene ya más que
para r o m p e r s e ” (156). Ya en su Tito Li v i o había dicho que “ e l
mundo moral, como el mundo físico, está sometido a leyes físicas;
que un alma tiene su mecanismo como una planta” (157). P o c o
antes le había escrito a Guillaume Gu i zot: “En todas partes, por
debajo y por encima de nosotros está la fuerza. Leyes ciegas se
cumplen en un orden fijo y un sistema inflexible constr u ye el
mundo con las miserias y la muerte de los individuos” (158). A pesar de haber ejercido gran influencia en dos generaciones
de franceses de la segunda mitad del siglo
X I X, sobre todo desde la
década de los sesenta (159) —sin duda a partir de su feroz y
____________ (152) H. T
AINE,Essais de critique et d ’histoire(prólogo de 1866), ed. cit., pág. 52.
(153) H. T
AINE,Essais de critique et d ’histoire(prólogo de 1866), ed. cit., pág. 47;
Histoir e de la Littér ature Anglaise, ed., cit. pág. XLIII.
(154) H. T
AINE,Essais de critique et d ’histoire(prólogo de 1866), ed. cit., pág. 51.
(155) H. T
AINE,Essais de critique et d ’histoire(prólogo de 1866), ed. cit., pág. 48.
(156) H. T
AINE,Essais de critique et d ’histoire, ed. cit., pág. 138.
(157) H. T
AINE,Essai sur Tite Live, trad. esp ., ed. cit., conclusión, pág. 253.
(158) H. T
AINE, “Car ta a G uillaume Guiz ot, 25 de octubre de 1855”, Sa vie et
sa corr espondance, tomo II, ed. cit., pág. 121.
(159) Giraud realizó una cuantificación de los lectores franceses de Taine, con-
cluy endo que tuvo millones de lector es y que, al menos, dos millones ley eron varios
libros de Taine ( V. G
IRAUD,Essai sur Taine..., ed. cit., pág. 171).
L I T E R A TURA, REL IGIÓN Y POLÍTICA EN LA FRANCIA DEL SIGLO XIX : HIPPOLYTE T A I N E
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demoledora crítica del espiritualismo inconsistente de Cousin (pre-
dominante en la U n i versidad francesa durante treinta años) con la
publicación de Les philosophes français du
X IXes i è c l e(1857) (160),
obra con la que pasaría factura por su suspenso de 1851 y, sobre
todo, se desquitaría por el re c h a zo de su primer proyecto de tesis
doctoral sobre la sensación y la percepción exterior (161)—, la
complejidad de su pensamiento —considerado, según qué auto re s ,
determinista, “realista y empirista tradicionalista” (162), negador
de la moral (163), positivista (164), naturalista (165), materialis-
ta (166) y cientificista, hegeliano idealista (167), idealista (168) e
“idealista sin ilusiones” (169), y caracterizado (170) como metafí-
____________
(160) Maurras le atribuye una influencia indir ecta en el redescubrimiento de
S anto Tomás en la filosofía francesa posterior , pues su crítica a Cousin llevó a que algu -
nos de los v erdaderos espiritualistas buscaran autoridades más seguras y se toparon con
S anto Tomás (Charles M
AURRAS, Dictionnaire politique et critique, Cité des Livr es,
P arís, 1933, tomo V, pág. 320, 2.ª columna, nota).
(161) Así lo indica Leger (F . L
EGER,La jeunesse d ’Hippolyte Taine, ed. cit., págs.
168-178). (162) R. G
IBAUDAN,Les idées sociales de Taine, ed. cit., págs. 11 y 175.
(163) P aul J
ANET,La crise philosophique. Taine, R enan, Littré, Vacherot, Germer
Baillièr e, París, 1865, pág. 52.
Esta acusación fr ecuente, fue negada por no pocos que le consideraban un mora -
lista.
(164) E. M. C
ARO,L’idée de Dieu et ses nouveaux critiques , ed., cit., pág. 44 y pas-
sim ; E. F
AGUET,Politiques et mor alistes du dix-neuvième siècle. Troisième sèrie , ed. cit.,
pág. 234.
(165) Maurice B
ARRE`S,Taine et Renan. P ages perdues, recueillies et commentées
par Victor Giraud, Editions Bossar d, París, 1922, pág. 138.
(166) P. V . R
UBOW,H ippolyte Taine..., ed. cit., pág. 84.
(167) D. R
OSCA,L’influence de Hegel sur Taine..., ed. cit., pág. 278.
(168) S. J. K
AHN,Science and aesthetic …, ed. cit.
(169) J. B
OURDEAU,Les maîtr es…, ed. cit., pág. 35.
(170) Bourget, cuando era amigo de Taine, realizó la caracterización más demoledo-
ra del filósofo, a pesar de ser una caricatura, en su novela Le Disciple(1889), en la que las
teorías del filósofo Adrien Sixte y su determinismo, en ve n e n a ron el alma del joven R o b e rt
Greslou, comenzando por hacerle ateo y conduciéndole a que, por experimentación psico-
lógica (Paul B
O U R G E T, Le Disciple , introducción de Edmond Jaloux, Les Editions du Chev a l
Ailé, Ginebra, 1948, pág. 169), manipule a Charlotte Jussat y la lleve al suicidio.
Taine, indignado, le r e p rochó que de su novela se sacarían consecuencias contrarias
a la moral y contrarias a la ciencia. Contra la primera por aquellos que juzgarían a
Greslou con indulgencia, considerándole culpable a medias, ya que el bien y el mal no
son más que convenciones, a veces, útiles y, en ocasiones, pueriles. Contra la ciencia, por
aquéllos que juzgarán que la ciencia y el determinismo son corru p t o res. Todo ello con-
E S TA N I S L A O CA N T E R O
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sico, filósofo (171), “pensador y filósofo” (172), lógico, psicólo-
go (173), sociólogo (174), historiador, crítico (175), crítico cien-
tífico (176) crítico humanista (177), amante de la ve rdad (178),
por el análisis (179), por la raison raisonnante (180) o incluso, por
dos facultades dominantes, “el poder de abstracción” y “la capaci-
dad de obser va c i ó n” (181), porque de casi todo ello hay en su
obra (182), aunque sea “sui generis ”— y su artificialidad, ha hecho
que su obra más perdurable no sea la filosófica, que siempre fue
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
secuencia del pseudo filósofo y pseudo científico que es Adrien Sixte. Para la ciencia y la
filosofía, dice Taine, el bien y el mal, el vicio y la virtud expresan la e s e n c i ade los actos
y de los individuos, de acuerdo con su comportamiento, favorable o contrario al orga-
nismo social; y sin el determinismo no cabe establecer el derecho a castigar (H. T
A I N E,
“ C a r ta a Paul Bourget, de 29 de septiembre de 1889”, en Sa vie et sa corre s p o n d a n c e,
tomo IV, L’historien (suite). Les dern i è res années (1876-1893), ed. cit., págs. 287-293).
(171) Paul B
O U R G E T, H. T a i n e, trad. esp., La España Moderna, Madrid, s .f. ,
pág. 17. (172) Giacomo B
ARZELLOTTI,La Philosophie de H. Taine, Felix Alcan, P arís,
1900, pág. 19. (173) A. L
A B O R D E- MI L A A, Hippolyte Taine. Essai d’une Bi o g raphie intellectuelle,
ed. cit.
(174) M. L
EROY,Taine, ed. cit., pág. 147.
(175) Brunetière opinaba que su idea dominante consistía en “ el juicio crítico”,
que “ tiene un fundamento en la naturaleza de las cosas ”, que es “objetivo” y estriba en
“la moral ” (Ferdinand B
RUNETIE`RE,Discours de combat. N ouvelle Série, 20.ª ed., P errin
et Cie., P arís, 1903, págs. 215, 220, 246-249).
Menénde z Pelay o fue de los que le tuv o por crítico eminente en arte a pesar de su
método (Marcelino M
ENÉNDEZPELAYO, Historia de las ideas estéticas en España (1883),
CSIC, Madrid, 1994, v ol. II, págs. 543-558).
T ambién Babbitt estimó que “ si con frecuencia es un gran crítico, no fue a causa
de su método, sino a pesar de él ” (I. B
ABBITT,The masters of modern fr ench criticism, ed.
cit., pág. 250). (176) L. W
EINSTEIN,H ippolyte Taine, ed. cit., págs. 143-151.
(177) J. T. N
ORMANN,Taine et la critique scientifique , ed., cit., págs. 377-385.
(178) C. M
AURRAS,Dictionnaire politique et critique, ed. cit., tomo V, pág. 314,
2.ª columna y 315, 2.ª columna. (179) M. B
ARRE`S,Taine et R enan..., ed. cit., pág. 69.
(180) D. G. C
HARLTON,Positivist Thought in F rance during the Secon E mpire,
1852-1870 , Clarendon P ress, Oxford, 1959, pág. 129.
(181) Charles P
ICARD,H. Taine , Librairie Académique P errin et Cie., París,
1909, págs. 11 y 13. (182) P ara Charlton, el dualismo que se percibe en la filosofía de Taine, y al que
no pocos autores se han r eferido, asi como su dual caracterización, bien como positivis -
ta, bien como idealista, procede de su esfuerzo por unir en una síntesis positivismo e
idealismo (D. G. C
HARLTON, Positivist Thought in F rance..., ed. cit., pág. 134).
L I T E R A TURA, REL IGIÓN Y POLÍTICA EN LA FRANCIA DEL SIGLO XIX : HIPPOLYTE T A I N E
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de escaso va l o r, sino la histórica (183), a pesar de tantos críticos
como tuvo, y que, en juicio de Thibaudet (184), que sigue sien-
do válido, sean Los orígene ssu mejor obra y en la que se contiene
lo mejor de Taine (185). Su juicio sobre el papel de la Iglesia y del
catolicismo en tiempos pasados, más acorde con la realidad y, por
ende más justo, que el que proclamaba el pensamiento oficial de
la T e rcera República; el redescubrimiento del valor de la tradición,
el peligro de los principios abstractos, o su condena de los princi-
pios del 89 por falsos y perniciosos, no fueron indiferentes, ni lo
son, todavía hoy, para apreciar parte de su obra. Como Renan (186), tras la d é b â c l ede Sedan, Taine, que hasta
entonces se había dedicado a la filosofía, a la crítica literaria y de
a r te, buscó las causas del mal que padecía Francia, y también
como en Renan, el público vio un nuevo Taine (187), aunque las
consecuencias de tal novedad fueron más importantes y tormen-
tosas que las que generó Re n a n .
____________
(183) Para Weinstein las contribuciones de Taine más duraderas se pr o d u j e ron en la
literatura y en el arte, resaltando, sobre todo, su crítica científica (L. W
E I N S T E I N, H i p p o l y t e
T a i n e , ed. cit., págs. 28, 51-79 y 143-151). Para Canat “no fue por su filosofía por lo que
Taine ejerció una gran influencia, sino por la aplicación que hizo a la crítica, comenzando
por la crítica literaria” (R. C
A N A T, La L i t t é r a t u r e…, ed. cit., tomo II, pág. 44).
(184) A. T
HIBAUDET,H istoire de la littér ature..., ed. cit., págs. 349-351.
(185) E ntre los muchos juicios sobr e Taine y la R evolución, dos discr epantes
entr e sí, de J acques G
ODECHOT, que le considera “ partidista” y con “ideas pr econcebi-
das ” (U n jur y pour la Révolution , Robert Laffont, París, 1964, págs. 169-227; cit., págs.
190 y 194) y de M ona O
ZOUF(“Taine”, en François FURETy Mona OZOUF,Diction-
nair e Critique de la Révolution F rançaise, F lammarion, P arís, 1988, págs. 1061-1071).
(186) M e he ocupado de Renan en “Literatura, r eligión y política en la Francia
del siglo
XIX: Ernest R enan”, Verbo, núm. 447-448, agosto-septiembre-octubr e de
2006, págs. 557-592. (187) D iscutido si ha habido dos Taine, el anterior y el posterior al crítico de la
R evolución, Bourget estimó que tanto respecto a las ideas políticas como en relación a
la r eligión, que eran las dos cuestiones en las que podría apar ecer un Taine substancial -
mente difer ente, no hubo cambio alguno . Taine siguió siendo un incrédulo y ya en su
juventud pensaba que la may oría carecía del “derecho a hacer cualquier cosa ”, porque
“hay cosas que quedan fuera del pacto social y, por tanto, de la propiedad pública ”, tal
como le decía a P révost-Paradol (P . B
OURGET, “Les deux Taine”, en Études et P ortraits.
Sociologie et L ittérature, ed. cit., pág. 95). La cita de Taine continua así: “ y escapan a la
decisión del público, como por ejemplo, la libertad de conciencia \
y todo lo que se llama
los derechos y deber es anteriores a la sociedad” (H. T
AINE, “Carta a Prévost-P aradol, de
10 de enero de 1852”, en Sa vie et sa corr espondance, vol. I, ed. cit., pág. 192).
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Hasta la publicación en 1878 de los primeros tomos sobre
la Re volución francesa —los volúmenes III a VIII de L o s
o r í g e n e s —, como re c u e rda Gasparini, Taine “estaba clasificado
e n t re los escritores liberales, pertenecientes a la izquierda de la
intelectualidad francesa” (188). Desde entonces, todo cambió;
muchos de sus antiguos amigos dejaron de serlo y comenzó a ser
elogiado por los anteriores adversarios intelectuales. La división
e n t re tainistas y antitainistas, viva desde Los filósofos fra n c e s e s,
cambió de signo y cada bando se trasladó a la orilla contraria. La
causa fue su crítica demoledora de la R e volución francesa —como
sus dos anteriores volúmenes lo habían sido del Antiguo Régimen
y como los tres siguientes lo serían del Nu e vo Régimen e s t a b l e c i d o
por Napoleón, lo que le grangeó, sucesivamente, la enemistad y
las críticas, de legitimistas, republicanos y bonapartistas (189)—
a p o yada en profusión de hechos incontr ove rtibles, aunque Ta i n e
no pretendiera hacer, propiamente, una historia de la R e v o l u -
ción (190), sino más bien descubrir su causa generadora —el espí-
____________
(188) E. G
ASPARINI,La pensée politique d ’Hippolyte Taine..., ed. cit., pág. 350.
(189) E l príncipe N apoleón (Jérôme N
APOLEON,Napoleon et ses détr acteurs,
Calmann Lévy , 14.ª ed., París, 1887), sobrino de Napoleón, le acusó de ser incapaz de
dominar el material consultado y de valorarlo correctamente, de que para defender su
teoría, se sir vió de citas trucadas, fuentes sospechosas, documentos apócrifos, leyendas
extrav agantes y de textos falsificados (pág. 11), de haberse fijado sólo en lo malo (pág.
14), de silenciar la guerra exterior e interior , “que es lo que forzó a la R evolución fran-
cesa a cambiar de carácter y a devolver herida por herida ” (pág. 16), de omitir el com-
plot de los emigrados, las traiciones de la R eina, asi como las grandes creaciones de la
Constituyente (págs. 16-17) y de mala fe respecto a N apoleón (pág. 46). Crítica que
posteriormente sería, en parte, repetida por otr os autores.
Biré le objetó que el argumento de que las fuentes utilizadas por Taine eran hosti-
les a Napoleón y que, por ello, no servían, no valía nada, pues, análogamente habría que
rechazar las que le fueran favorables (Edmond B
I R E, Causeries littér a i re s, Librairie et
Imprimerie Vitte et P e r russel, Lyon, 1890, pág. 203). Además, el argumento no era cier-
to respecto a Miot de Mélito, el a b b éde Pradt y Metternich (op. cit., págs. 201-210).
(190) “M i objetivo no es la historia narrativa, sino la exposición de las fuerzas
que producen los acontecimientos. Estas fuerzas son los diversos grupos sociales, sus
pasiones, sus ideas, etc. Lo que debo presentar no son siempre los perso\
najes conocidos
y festejados, sino los hechos generales, las situaciones y sentimientos de los grupos, y
para ello, los individuos medianos, las escenas locales, los especíme\
nes significativ os son
mis principales documentos ” (H. T
AINE, “Carta a A. Ler oy-Beaulieu de 2 de ener o de
1882”, en Sa vie et sa corr espondance, ed. cit., vol. IV , págs. 148-149).
L I T E R ATURA, REL IGIÓN Y POLÍTICA EN LA FRANCIA DEL SIGLO XIX : HIPPOLYTE T A I N E
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ritu abstracto como idea fija— y hacer un estudio de la mentali-
dad social y encontrar una explicación psicológica (191). Como
había observado Weinstein, Taine fue un historiador de una clase
especial, es decir, un filósofo de la historia, preocupado por sus
causas, que buscó los factores psicológicos tras la gente y los acon-
tecimientos (192).Para los historiadores de profesión, al servicio de la T e rc e r a
República que les creó sus cátedras —comenzando con el radical
A u l a r d (193)—, Taine fue el historiador maldito (194). Las “ c ó l e-
r a s ” que suscitó, como observó Leroy (195), fueron debidas, sobre
todo, a motivos políticos (196). Margerie sospechó con bastante
fundamento y así lo dijo, “que fue debido al inmenso efecto pro-
ducido por su obra lo que provocó que el Consejo Municipal de
París creara en la Sorbona una cátedra de historia or t o d oxa de la
R e v o l u c i ó n ” (197).
Joseph Reinach, político republicano radical, varias ve c e s
diputado entre 1889 y 1914, Jefe de Gabinete para asuntos exte-
r i o r es de Gambetta en 1881 y 1882, dejó muy claro el peligro que
re p resentaba el “panfleto contr arre vo l u c i o n a r i o ” de Taine y los
medios que había que emplear para contrarrestarlo: la sup re s i ó n
de la libertad de enseñanza, mala herencia de la clerical ley F a l l o u x
y la educación cívica que había que extender a toda la enseñan-
____________
(191) J. T. N
ORDMANN, “T aine: la science contre la légende ”, en Christian
C
ROISILLEy J ean EHRARD(coor d.), La légende de la Révolution, F aculté des Lettres et
Sciences H umaines de l’U niversité Blaise-Pascal (Clermont II), Clermont-F errand,
1988, págs. 565-574.
(192) L. W
EINSTEIN,Hippolyte Taine, ed. cit., págs. 28 y 29.
(193) Sobr e Aulard y la ideologización de la cátedra de la S orbona, F. F
URET,
“H istoire U niversitaire de la Révolution ”, en F. F
URETy M. OZOUF,Dictionnaire
C ritique de la Rév olution Française, ed. cit., págs. 979-997; J. G
ODECHOT, U n jury...,
ed. cit., págs. 231-282. (194) Probablemente porque su obra fue, como observó Gérard, “la máquina de
guerra más eficaz que desde B urke se haya lanzado contra la R evolución francesa” (Alice
G
ERARD, La Rév olution fr ançaise, mythes et interpr etations[1970], trad. española, Mitos
de la R evolución F rancesa, Ediciones P enínsula, Barcelona, 1973, pág. 79).
(195) M. L
EROY,Taine, ed. cit., pág. 22.
(196) Otr os autores han señalado la misma causa, así, P . V. R
UBOW,Hippolyte
T aine..., ed. cit., págs. 115-124.
(197) A. de M
ARGERIE,H. Taine, ed. cit., pág. 329.
E S TA N I S L A O CA N T E R O
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za (198). Algunos de los re p roches de carácter histórico serían
posteriormente repetidos una y otra vez. Para un re p u b l i c a n o
radical, empeñado en la política sectaria de la T e rcera República a
fin de consolidarla, que reclamaba la herencia intangible de la
R e v olución, era un escándalo la forma en que Taine trató a las
ideas del 89 y a los hombres del 92 (199). Era inadmisible que
omitiera la guerra exterior, “que fue el origen, sino la excusa, del
T e r r o r ”, que casi silenciara las reformas de la Asamblea Cons-
t i t u y ente (200). La difusión de la obra de Taine le provoca el
temor de que “una parte importante de la burguesía haga causa
común con el clero y la antigua nobleza en detrimento de la
R e p ú b l i c a ”; y que “se ponga en peligro su vinculación a los prin-
cipios del 89, constituye un atentado a la unidad moral de
F r a n c i a ” (201). La obra de Taine era un eslabón de “una guerra en
regla, sistemática, incansable” contra la República y un “ataque al
patrimonio común de la democracia” (202).
Su alta estima y gran consideración (203), sobre todo mani-
festada por la derecha política francesa, por una escuela de histo-
r i a d o r es próxima a ella, entre los que destacan Madelin (204) y
Ga xotte (205), con sendas historias de la R e volución y, especial-
mente, por Action Fra n ç a i s e(206), que le tuvo por uno de sus
m a e s t r os y que consideró que con él “comenzó el proceso de la
____________
(198) J oseph R
EINACH, “Le procés de la Révolution ”, en La politique opportunis -
te 1880-1889, Bibliothéque-Charpentier , París, 1890, págs. 333 y 341-342.
(199) J. R
EINACH,La politique opportuniste 1880-1889, ed. cit., págs. 331-332.
(200) J. R
EINACH,La politique opportuniste 1880-1889 , ed. cit., pág. 332.
(201) J. R
EINACH,La politique oppor tuniste 1880-1889, ed. cit., págs. 333 y 334.
(202) J. R
EINACH,La politique oppor tuniste 1880-1889, ed. cit., págs. 338 y 343.
(203) Además, entre otr os, de los ya citados, M
ARGERIE(su juicio de conjunto
en op. cit., págs. 329-330); B
OUTMY(op. cit., págs. 37-40), e incluso MONOD(op. cit.,
págs. 167-171); Pierr e L
ASSERRE(“Aulard contre Taine ”, en Portraits et Discussions,
M ercure de F rance, París, 1914) que le valora, sobre todo, por explicar la Revolución
“ por sus causas generales y profundas ” (pág. 365), o el italiano Giacomo B
ARZELLOTTI
(La Philosophie de H. Taine, Felix Alcan, P arís, 1900, págs. 345-350).
(204) Louis M
ADELIN,La Révolution (1911), Jules Tallandier , París, 1979.
(205) Pierre G
AXOTTE, La Rév olution fr ançaise(1928), edición de J ean Tulard,
Complex e, Bruselas, 1988.
(206) Véase el favorable juicio de M aurras sobre “el segundo” Taine en Diction-
naire politique et critique , ed. cit., tomo V, págs. 314-324.
L I T E R A TURA, REL IGIÓN Y POLÍTICA EN LA FRANCIA DEL SIGLO XIX : HIPPOLYTE T A I N E
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Re v o l u c i ó n ” (207) —pese a discrepancias notables, sobre todo
s o b r e el “espíritu clásico” como causa de aquel desastre (208)—,
no fue suficiente para impedir que fuera ahogada en el ámbito
u n i versitario, como tampoco fue suficiente la buena acogida del
público puesta de manifiesto por las continuas ediciones. Recibió la crítica de los historiadores radicales A u l a rd y
Seignobos y más tarde la de historiadores socialistas y mar x i s t a s ,
como J a u res, Ma t h i e z, Lefebv re o Soboul (209).
El caso de Seignobos resulta ilustrativo y escl are c e d o r, porq u e
su descalificación de Taine como historiador se realiza después de
enjuiciar y valorar la obra de Renan. Es patente que no los midió
con el mismo rasero, sino que utilizó dos pesos y dos medidas.
Seignobos le re p rochó “trasladar a la historia las leyes de la biolo-
g í a ”, re p r oche, por otra parte inconsistente cuando se añade que
“es cierto que no hace de ello un uso práctico” (210). Así mis-
mo, le achacó que “la teoría de los «tres factores»: medio, raza,
m o m e n t o ”, “obstaculizó el trabajo de historiador”, de forma que
“estos tres fantasmas a veces le han ocultado la vista de los hechos
re a l e s ” (211).
Con todo, para Seignobos, no fue tanto su filosofía como su
pensamiento político, lo que perjudicó su obra como historiador:
“ M as que por teorías filosóficas, Taine se dejó guiar en el estudio
de los hechos concretos por su doctrina política”, que “ d e s c a n s a -
____________
(207) Louis D
IMIER,Les maîtr es de la Contr e-Révolution au dix-neuvième siècle,
Librairie des S aints-Pères, París, 1907, pág. 189.
(208) Estanislao C
ANTERO, “La Revolución francesa vista por Maurras ”, Aportes ,
año V, núm. 12, febr ero 1990, págs. 63-68.
(209) N o sólo de ellos. P ero la crítica no env enenada por el partidismo político
fue más matizada y ponderada; así, la de Jules L
EMETTRE( Les contempor ains. Études et
portr aits littérair es. Sixième Série , Lecème, Oudin et Cie., P arís, 1896, págs. 308-312),
la de Charles P
ICARD( H. Taine, ed. cit., págs. 17, 23 y passim), la de FUETER(Ed.
F
UETER, G eschichte der neuren historiogr aphie, trad. esp., Historia de la historiogr afía
moderna , ed. cit., vol. II, págs. 262-272) o, más recientemente, la de Colin E
VANS
(Taine. Essai de biogr aphie intérieure, ed. cit., págs. 435-541, especialmente, págs. 481-
490) o la de Leo W
EINSTEIN(Hippolyte Taine, ed. cit., págs. 122-142).
(210) Charles S
EIGNOBOS, “L’Histoire ” en L. PETIT DEJULLEVILLE(dir.), Histoire
de la Langue et de la L ittérature française des origines à 1900 , Librairie Armand Colin,
P arís, 1908, tomo VIII, (págs. 258-310), pág. 270.
(211) C. S
EIGNOBOS, “L’Histoire ”, ed. cit., pág. 271.
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ba en dos ideas fundamentales”: “la creencia en la vileza incurable
de la naturaleza humana” y “la teoría aristocrática liberal y conser-
vadora de Bu rk e” (212). A ello añadía que Taine carecía de expe-
riencia, lo que, sin decirlo, supone considerarle un aficionado,
pues hasta los Or í g e n e sno se había ocupado de la historia, por lo
que desconocía los métodos apropiados para su estudio y sus
fuentes eran vagas e inexactas, al tiempo que carecía del suficien-
te espíritu crítico para valorar correctamente las fuentes que,
muchas veces, eran sospechosas (213). Al mismo tiempo, le acha-
có que sus generalizaciones a partir de una pluralidad de hechos
s i n g u l a r es eran erróneas (214), y que era parcial, por “olvidar los
actos de los adversarios de la R e v o l u c i ó n”, “para hacer p are c e r
m o n s t r uosa la llegada al poder de los jacobinos” (215); además,
ignoraba la evolución de las sociedades desconociendo lo que pasó
en la historia de otras naciones como Estados Unidos, Su i z a ,
Alemania e Inglaterra (216).
Años más tarde, más concisamente, Seignobos le achacaba
desconocer las transformaciones de las sociedades, su e vo l u c i ó n ,
por lo que cayó en “un fatalismo conser va d o r”, conforme al cual,
“cada nación tiene unas instituciones propias, producto de su
temperamento especial, apropiadas a su raza, que no se pueden
c a m b i a r . Si intenta hacerlo, cae en el caos”. A su juicio, tal era,
según Taine, “toda la filosofía de la historia de Francia desde la
R e v o l u c i ó n ” (217).
Tal juicio, pretendidamente demoledor de Taine, contrasta
con su benevolencia hacia Renan, al que no se le re p rocha haber
tenido una filosofía del hombre que “nunca abandonó” (218),
como tampoco se le re p rocha no haber hecho obra de in ve s t i g a-
ción, pues se limitó a hacer “un simple inventario de los resulta-
____________
(212) C. S
EIGNOBOS, “L’Histoire ”, ed. cit., pág. 271.
(213) C. S
EIGNOBOS, “L’Histoire ”, ed. cit., págs. 273 y 274.
(214) C. S
EIGNOBOS, “L’Histoire ”, ed. cit., pág. 275.
(215) C. S
EIGNOBOS, “L’Histoire ”, ed. cit., pág. 277.
(216) C. S
EIGNOBOS, “L’Histoire ”, ed. cit., págs. 277-278.
(217) C. S
EIGNOBOS,Études de politique et d’histoir e, Les Presses Universitaires de
F rance, París, 1934, págs. 122-124, cit., pág. 124.
(218) C. S
EIGNOBOS, “L’Histoire ”, ed. cit., pág. 260.
L I T E R ATURA, REL IGIÓN Y POLÍTICA EN LA FRANCIA DEL SIGLO XIX : HIPPOLYTE T A I N E
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dos conseguidos” por otros inve s t i g a d o res, eligiendo a su gusto
para hacer una obra personal (219). Y a pesar de que indique los
continuos q u i z á sde Renan, a pesar de que advierta que Re n a n
mantiene la leyenda en la historia, a pesar de que observe que “ s u
obra de erudición se mezcla con la obra de imaginación y ya no se
puede separar el arte de la ciencia” (220), lejos de surgir la desca-
lificación o el re p roche, se dice que ante todo era un fino psicó-
logo (221), y que “en toda la literatura histórica del mundo no
e n c o n t r a r emos una obra en la que un pensamiento tan inteligen-
te se haya expresado con idéntica gracia y elegancia” (222). Au l a r d, el historiador oficial de la T e rcera República, sin tapu-
jo alguno, expresó el fondo ideológico y no histórico del r e c h a zo ,
al r e p rocharle que no hubiera puesto sus “ p rocedimientos históri-
cos al servicio de la república democrática” (223). Las principales
objeciones de A u l a rd, para el que Taine no hizo una obra históri-
ca (224) sino literaria, completamente inútil para la historia (225)
—e, indirectamente, las de Seignobos en cuanto coincidían con
aquélla— fueron refutadas por Cochin (226) —otro autor mal-
dito, l i q u i d a d o por Au l a rd y Ma t h i e z (227), a pesar de que éste
____________
(219) C. S
EIGNOBOS, “L’Histoire ”, ed. cit., pág. 263.
(220) C. S
EIGNOBOS, “L’Histoire ”, ed. cit., págs. 264 y 265.
(221) C. S
EIGNOBOS, “L’Histoire ”, ed. cit., pág. 266.
(222) C. S
EIGNOBOS, “L’Histoire ”, ed. cit., pág. 267.
(223) Alphonse A
ULARD,Taine historien de la Rév olution Française, Librairie
Armand Colin, P arís, 1907, pág. VI.
(224) Leger destacó la inconsistencia de la crítica de Aular d a Taine desde la pers-
pectiva histórica, así como que a A ulard, cuya concepción histórica se centraba en la
r econstrucción fiel del hilo cronológico de los acontecimientos, le\
repugnaba la concep -
ción de la historia que tenía Taine, centrada en los movimientos de civilización y en las
causas generales, por lo que Taine, en Los orígenes , además de historiador fue filósofo
(F . L
EGER, “ Taine historien: «Les origines de la F rance contemporaine»”, Revue Philoso-
phique de la F rance et de l ’Étranger, núm. 4, octubre-diciembr e 1987, págs. 463-476,
cit., págs. 475-476). (225) A. A
ULARD,Taine historien …, ed. cit., págs. 327 y 330.
(226) A ugustin C
OCHIN, “La crise de l’histoire révolutionnair e: Taine et M.
Aulard”, en L’esprit du jacobinisme, prólogo de J ean Baechler, Presses U niversitaires de
F rance, P arís, 1979, págs. 95-159.
(227) F. F
U R E T, Pensar la Re volución fr a n c e s a, Pe t rel, Ba r celona, 1980, págs.
2 0 9 - 2 5 5 .
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durante unos años le había apoyado contra Au l a rd (228)—, aun-
que ello no fue suficiente para cambiar el sesgo de la historiogra-
fía y de la historia oficiales. Ja u res , Ma t i e z y Lef ebv re también se encargaron de desac re d i-
tar su obra. J a u res, que consideró su interpretación “falsa e infan-
t i l” y le acusó de sustituir “la visión clara y exacta de los hechos
por una escolástica fútil y una ideología re a c c i o n a r i a” (229).
Ma t h i ez, que le re p rochó tener ideas preconcebidas y hacer mala
sociología (230) —acusación similar a la de Lacombe (231)—,
estimaba que la clave de Los orígenes, que no era más que un “ p a n-
f l e t o ”, estaba en que Taine “no podía comprender la historia y,
menos aun, la de la R e volución, porque no entendía al pueblo ” ,
p o rqu e “políticamente era un r e a c c i o n a r i o” (232).
La influencia de tales argumentos se dejó sentir en otros his-
t o r i a d o res , pues Henri Sée, siguiendo de cerca a Seignobos, sin
citarle, pero si a A u l a rd, a Ma t h i ez y a Lacombe, aun re c o n o c i e n-
do en la obra de Taine “intuiciones fecundas” y que no sólo fue
un “ a n i m a d o r ” como Michelet, sino también un “iniciador” ( 2 3 3 ) ,
dejando a salvo siempre su buena fe (234), le re p rocharía no ser
historiador profesional, por lo que utilizó los documentos sin un
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
(228) Véase F red. E. S
CHRADER,Augustin Cochin et la République F rançaise, Édi-
tions du Seuil, P arís, 1992, págs. 104-127.
(229) J ean J
AURES,H istoire socialiste de la Révolution F rançaise. La Constituante ,
edición de Albert S oboul y prólogo de E rnest Labrouse, París, 1983, vol. I, primera
parte, págs. 96, 1.ª col. y 97, 1.ª col.; véanse las págs. 96-102. (230) Alber t M
ATHIEZ, “Taine H istorien ”, Revue d’Histoir e Moderne et Contem-
poraine, (1906-1907), tomo VIII (págs. 257-284), págs. 283, 271 y 276.
(231) Lacombe casi no se fija en los hechos, sino que es la interpretación de la
R evolución lo que ataca. En su opinión, los juicios históricos de Taine son erróneos
porque se adapta a una sociología equivocada. Sin embargo, el crítico incurre, más que
T aine, en par tidismo, como es la ideología suministrada por los principios del 89, que
para este r epublicano, son intangibles (P aul L
ACOMBE,Taine, historien et sociologue, V.
Giard et E. B riène, París, 1909, passim).
(232) A. M
ATHIEZ, “Taine H istorien ”, ed. cit., págs. 282, 259 y 262. La crítica a
T aine remite, con frecuencia, a las anteriores de A ulard, Seignobos y Lacombe.
(233) H enri S
EE, “Quelques remarques sur Taine historien ” y “Taine et la con-
ception de l’aristocratie bienfaisante ”, en Science et Philosophie de l’Histoir e, Félix Alcan,
2.ª ed., P arís, 1933, pág. 421.
(234) H. S
EE,Science et Philosophie de l’Histoire, ed. cit., pág. 395.
L I T E R A TURA, REL IGIÓN Y POLÍTICA EN LA FRANCIA DEL SIGLO XIX : HIPPOLYTE T A I N E
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método riguroso (235), tener ideas preconcebidas, especialmente,
tener “una idea preconcebida de la Re volución francesa y de su
o b r a ”, por lo que “las juzga perjudiciales antes de comenzar su tra-
b a j o ” (236), y considerar a la aristocracia bienhechora (237). P e ro
tal crítica, de ser cierta, no prueba nada; se puede llegar a ser his-
toriador sin haberlo sido al principio de su andadura intelectual;
y con ella se descalifica, igualmente por ideas preconcebidas, a
quienes consideran, antes de iniciar su estudio, que l a Re vo l u c i ó n
fue beneficiosa o que la aristocracia era una rémora. Es decir, a los
“ g r a n d e s ” historiadores de la Re vo l u c i ó n .
L e f e bv r e, le acusó de escribirla “con una idea p re c o n c e b i d a” y
de que “se documentó para demostrarla”; de “edificar un sistema
a prior i ”; de que “ a b o rdó esta historia con ideas y sentimientos
p r econcebidos poco favorables a la investigación positiva” (238).
Por su parte, Soboul, que le menciona en alguna ocasión,
generalmente para indicar que se equivocó, dijo de los Or í g e n e s
que era una “obra denigrante y colérica. Habiendo vivido la
Comuna de 1871, Taine trasladó su miedo y su odio sobre el pue-
blo del Noventa y tres. No se puede negar a Los oríge nes i n t e l i g e n-
cia y sensibilidad. P e ro se trata de una inteligencia dogmática: no
p r etende explicar, sino demostrar; sensibilidad erizada que parali-
za el espíritu crítico”, que se trataba de una obra “ c a r a c t e r i z a d a
por un violento partidismo antir re vo l u c i o n a r i o” (239).
Esta crítica no fue solo producto de los g randes historia dore sd e
la Re volución, a la que cabría añadir algún otro, como el ya men-
cionado Godechot. Todavía en 1988, en tono entre despectivo e
irónico, se liquida a Taine, al que se acusa de mala fe (240), con
los mismos argumentos de aquellos historiadores (241).
____________ (235) H. S
EE,Science et Philosophie de l’Histoir e, ed. cit., págs. 395, 421.
(236) H. S
EE,Science et Philosophie de l’Histoir e, ed. cit., pág. 384.
(237) H. S
EE,Science et Philosophie de l’Histoir e, ed. cit., págs. 397-421.
(238) Georges L
EFEBVRE, La naissance de l ’historiographie moder ne, Flammarion,
P arís, 1971; trad. esp ., El nacimiento de la historiografía moderna, M artínez Roca,
Bar celona, 1974, págs. 254, 256 y 258.
(239) Albert S
OBOUL,La Civilisation et la Révolution F rançaise, Arthaud, P arís,
1988, págs. 178 y 428.
(240) D ominique A
UBRY,Quatre-vingt-treiz e et les jacobins. Regar ds littéraires du
19esiècle , Presses U niversitaires de L yon, L yon, 1988, págs. 111 y 301.
(241) D. A
U B R Y, Qu a t re - v i n g t - t re i z e et les jacobins…, ed. cit., págs. 110-116,
187, 220.
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Sin embargo, la crítica que se le puede hacer por no conside-
rar suficiente el método empleado —fuera o no el teorizado por
él mismo—, de ningún modo cabe extenderla para i nva l i d a r
buena parte de su obra (242), y no parece que se pueda sostener
que el resultado de su investigación —la de Los orígen es— obedez-
ca a un punto de partida previo, a prejuicios o a la voluntad de
p robar una tesis previamente concebida para defender una tesis
política (243). P e ro, incluso aunque hubiera sido así, su re s u l t a d o
fue más acertado que erróneo respecto al juicio global sobre la
R e v olución y sus protagonistas (244).
De hecho, se ha prescindido de que Taine en absoluto p re t e n-
dió hacer una historia de la Re volución, o se ha querido desco-
nocer que nunca tuvo ese pr o p ó s i t o. Los orígenes no son una h i s-
t o r i a de la R e volución. Como ha resaltado T a n g u y, el título de su
obra lo dice todo: el objeto de su estudio fueron los orígenes de
la Francia contemporánea. Y en el descubrimiento de estos oríge-
nes —de los orígenes del Régimen nuevo producido por la R e vo -
lución, a su vez originada por el Antiguo Régimen (245)—,
queda bien claro que Taine pone de manifiesto que la R e vo l u c i ó n
francesa, tanto en su primera etapa como en la del ter ro r, trae
causa, aunque ésta no fuera la única, de la disolución del Estado,
de su poder organizado y de la pérdida de la autoridad, todo lo
cual daría lugar a la anarquía de donde surgió el poder jacobi-
no al que puso fin Bonaparte convirtiendo la sociedad en un
____________
(242) Cr oce, con nula ecuanimidad, rechazó y condenó, no sólo la obra históri-
ca, sino toda la obra de Taine (B. C
ROCE,La Storia come pensier o e como azione, ed. cit.,
págs. 173-179). Quizá por que le supo mal que señalara al racionalismo como enferme -
dad, cuando, por el contrario, “ es una forma permanente del espíritu humano y una de
sus fuerzas necesarias ” (pág. 178).
(243) Según mostró Digeon, con bastante claridad, esta imputación hecha a
T aine carece de base real (Claude D
IGEON, La crise allemande de la pensée française
(1870-1914) (1959), Presses Universitaires de F rance, 2.ª ed., París, 1992, págs. 227-
234).
(244) Así lo indicó, en su día, con razón, Bellessort (André B\
ELLESSORT,Les inte -
llectuels et l ’avènement de la Troisième Rèpublique, B ernard Grasset, 2.ª ed., P arís, 1931,
pág. 227).
(245) H. T
AINE,Les origines de la F rance Contempor aine, vol. I, L’Ancien Régime,
tomo 1.º, 33.ª ed., Librairie H achette, París, s.f., prólogo, pág. VIII.
L I T E R ATURA, REL IGIÓN Y POLÍTICA EN LA FRANCIA DEL SIGLO XIX : HIPPOLYTE T A I N E
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c u a rtel (246): “ Según sus propias palabras, el régimen que trae es
«la alianza de la filosofía y del sable». Por filosofía, se entendía
entonces, la aplicación de los principios abstractos a la política, la
c o n s t rucción lógica del Estado con arreglo a unas nociones gene-
rales y simples, un plan social uniforme y re c t i l í n e o. Pe ro, como
hemos visto, la teoría comporta dos planes, uno anárquico y otro
d e s p ó t i c o . Naturalmente, es el segundo el que el amo adopta, y de
a c u e rdo con este plan, constr u ye, como hombre práctico, con una
de cal y otra de arena, un edificio sólido, habitable, bien ap ro p i a-
do para su objeto. Todas las masas de la gran obra, código civil,
u n i versidad, concordato, administración prefectoral y centralista,
todos los detalles de instalación y de distribución, concurren a un
efecto de conjunto, que es la omnipotencia del Estado, la omni-
p r esencia del gobierno, la abolición de la iniciativa local y priva-
da, la supresión de las asociaciones voluntarias y libres, la disper-
sión gradual de los pequeños grupos espontáneos, la p ro h i b i c i ó n
p r e v e n t i v a de longevas obras hereditarias, la extinción de los sen-
timientos con lo que vive el individuo, más allá de sí mismo, en
el pasado y en el futuro. Jamás se ha hecho un cuartel más hermo-
so, más simétrico, de aspecto más decorativo, más satisfactorio
para la razón superficial, más aceptable para el buen sentido vul-
g a r , más cómodo para el egoísmo de corto alcance, mejor mante-
nido y más limpio, mejor dispuesto para disciplinar las par t e s
medias y bajas de la naturaleza humana, para marchitar o echar a
p e rder las partes más altas de la naturaleza humana. En este cuar-
tel filosófico vivimos desde hace ochenta años” (247). Cuando Taine, en su Tito Li v i o (1856), describía las cualida-
des que debe tener el crítico que encara la historia y el modo con
el que debe elaborar su obra, sin duda estaba describiendo no sólo
su propio pensamiento, sino, también, la manera en que creía
____________
(246) Jean-F rançois T
ANGUY, “Hippolyte Taine et l’anarchie. Le thème de la dis -
solution de l ’Etat dans les origines de la F rance contemporaine”, en VV.AA., Le
XIXesiè -
cle et la Rév olution française, Editions Créaphis, P arís, 1992 (págs. 329-345), págs. 333,
336-340. (247) H. T
AINE,Les origines de la F rance Contempor aine, vol. VIII, La Révolution.
Le G ouver nement révolutionnair e, tomo 2.º, 29.ª ed., Librairie Hachette, P arís, 1929,
págs. 430-431.
E S TA N I S L A O CA N T E R O
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o b r a r, que, en líneas generales, permaneció en obras posterio re s .
“La crítica —escribía— recoge todo lo ve rd a d e ro, nada más que
lo ve rd a d e r o (...). El historiador que trata la historia como ella
m e rece, es decir, como ciencia”, “no piensa ni en alabar ni en cen-
surar; no quiere ni exhortar a sus oyentes a la virtud, ni instr u i r-
les en la política. No es de su incumbencia excitar el odio o el
a m o r , mejorar los corazones o los espíritus; poco le importa que
los hechos sean feos o hermosos; no tiene almas a su cuidado; no
tiene como deber y como deseo más que suprimir la distancia de
los tiempos, poner al lector frente a frente con los objetos, hacer-
le conciudadano de los personajes que describe y contemporáneo
de los acontecimientos que cuenta” (248). En esa tarea, acumula-
rá un sinfín de hechos de todas clases que verificará con pr u e b a s
consideradas irrefutables, y con tal andamiaje , construirá su edifi-
cio constituido por los hechos generales, por las líneas maestras
que expresan y explican la historia, que es otra cosa diferente de
la crónica o de la cronología (249). Con estas ideas, no siempre
seguidas a rajat abla, Taine abordó el estudio de las causas de la
situación de Francia y su resultado fue una sorpresa para él mismo
que hasta entonces participaba de la creencia más extendida en
Francia sobre la R e volución. En efecto, aún en la edición de 1869
de su Historia de la Li t e ra t u ra In g l e s a , re p rochaba a Carlyle no
haber visto más que el mal en la R e volución francesa y, por tal
m o t i vo, haberla juzgado injustamente (250). Al lado del mal
había que añadir el bien, así como destacar las virtudes al lado de
____________
(248) H. T
AINE,Essai sur Tite Live, ed. cit., pág. 30.
Algo análogo había dicho —y hecho— en su Filosofía del Arte: “N uestra filosofía
es moderna y se diferencia de la antigua en que es histórica y no dogmática, es decir ,
que no impone pr eceptos sino que constata leyes. La antigua estética, en primer lugar ,
definió lo bello y decía, por ejemplo, que lo bello es la expresió\
n del ideal moral, o bien
que es la expresión de lo invisible o, incluso, que es la expr esión de las pasiones huma-
nas; y , después, partiendo de ahí como de un artículo del código, absolvía, condenaba,
amonestaba y guiaba (...). M i único deber es exponerles los hechos y mostrarles cómo
se han producido (...). Así comprendida, la ciencia ni proscribe ni per dona; constata y
explica ” (H. T
AINE,Philosophie de l’Art , ed. cit., tomo I, pág. 12).
(249) H. T
AINE,Essai sur Tite Live, ed. cit., págs. 30-34 y 124-131.
(250) H. T
AINE,Histoire de la L ittérature A nglaise, ed. cit., 2.ª ed., 1869, tomo
V , pág. 319.
L I T E R A TURA, REL IGIÓN Y POLÍTICA EN LA FRANCIA DEL SIGLO XIX : HIPPOLYTE T A I N E
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los vicios: la creencia en la ve rdad probada, la justicia como fun-
damento de la sociedad, el amor por la humanidad, el va l o r, la
g e n e ros idad y el entusiasmo (251).
Con apariencia de objetividad se ha objetado a Taine sus pre-
juicios y apriorismos por no haber tenido en cuenta la alianza de
los adversarios de la Re volución con el extranjero o la actividad de
la aristocracia, como si, de ese modo, quedara explicada la con-
ducta de los jacobinos y del T e r r o r. La objeción es falsa, po rq u e
aquellos hechos no explican la política y la voluntad de extermi-
nio de los re volucionarios. Las tristemente famosas matanzas de
s e p t i e m b r e (252), el exterminio de la Vendée (253), el T r i b u n a l
re volucionario (254) o el T e r ror (255), por ejemplo, nada deben
a la guerra exterior o al complot aristocrático. La tesis de “las cir-
c u n s t a n c i a s ” son tan explicativas como la pretensión de explicar
“la solución final” de Hitler porque había comprendido que se
p e rdía la guerra. E indignarse por los epítetos descalificadores y
d e s c r i p t i v os de los principales re volucionarios como Marat —“ e l
más mostr u o s o”, “loco lúcido” y “sapo lívido” (256)—, Da n t ó n
— “ fanático pedante”, “caballo de noria”, “bárbaro” o “ c a r n i c e ro”
(257)—, R o b e s p i e r re —“p e d a n t e ”, “s u p rem o aborto y fruto seco
del espíritu clásico”, “ c e re b ro cort o”, “ g a t o ”, “impostor y mentiro-
s o ”, “hipócrita” o “ ve rd u g o ” (258)—, o Carrier —“loco” y “ p e r ro
____________
(251) H. T
A I N E, H i s t o i r e de la Li t t é ra t u re An g l a i s e, ed. cit., tomo V, págs. 320-322.
(252) Frédèric B
LUCHE, Septembr e 1792. Logiques d’un massacr e, prólogo de Jean
T ulard, Robert Laffont, P arís, 1986.
(253) R eynald S
ECHER,Le Génocide F ranco-Français: La Vendée-Vengé , prólogos
de J ean M eyer y de P ierre Chaunu, P resses U niversitaires de F rance, 2.ª ed., París, 1988;
I
DEM, La Chapelle-Basse-M er, village vendéen. Révolution et Contr e-Révolution, Librairie
A cadémique P errin, París, 1986.
(254) Jean-F rançois F
AYARD,La justice révolutionnair e. Chronique de la Terreur,
prólogo de P ierre Chaunu, Robert Laffont, P arís, 1987.
(255) F rançois F
URET, “Terreur ”, en F. FURETy M. OZOUF,Dictionnaire
C ritique de la Révolution fr ançaise, ed. cit., págs. 156-169.
(256) H. T
AINE,Les origines de la Fr ance contemporaine, vol. VII, La Révolution.
Le gouvernement révolutionnair e, tomo I, 30.ª ed., Librairie Hachette, P arís, s.f., págs.
197, 205 y 232.
(257) H. T
AINE,Les origines de la F rance contempor aine, ed. cit., vol. VII, págs.
216, 222 y 232. (258) H. T
AINE,Les origines de la F rance contempor aine, ed. cit., vol. VII, págs.
235, 236, 254, 260, 262-263, 266 y 272.
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r a b i o s o” (259)—, o hacerlo por el vocabulario injurioso para con
la muchedumbre re volucionaria, supone situar la crítica en la
s u p e rficie de las cosas, renunciar al fruto por sus espinas, y, en
c i e r tos casos, hacer un ejercicio de hipocresía. Así, que la compo-
sición social o la profesión de quienes par t i c i p a ron en las jornadas
más re volucionarias y violentas, desmientan que no eran “la hez
de la sociedad” como pretendía Taine (260), no es lo ve rd a d e r a-
mente importante. Taine se equivocó al decir de ellos que eran
“ b a n d i d o s ”, “va g a b u n d o s ”, “harapientos” o “ladr o n e s”, pero acer-
tó plenamente al calificar sus hechos, su comportamiento, como
p ropio de la hez de la sociedad. Si en la narración de Los orígenespudiera parecer que, con fre-
cuencia, se aparta de la asepsia propia del crítico, anteriormente
p roclamada, y que su pluma resulta virulenta, sin embargo, ello
no es más que el juicio objetivo del resultado que ha encontrado
y la descripción o el retrato de lo horrible. Recriminarle o desau-
torizarle por ello, sería tanto como hacerlo con el historiador que
se indigna ante los crímenes de Stalin, los de Hi t l e r, los de Ma o -
T s e - T ung o los de Pol Pot y los relata y describe como bestiales e
i m p ropios del comportamiento normal de los hombres. Como
escribió Gibaudan, “a las observaciones y generalizaciones del
sabio se superpusieron las indignaciones y re p robaciones del hom-
b re ho nrado” (261). O como indicó Evans (262), ser imparcial no
supone ser indiferente (263). Y es que, según Br u n e t i è re, “la
____________
(259) H. T
AINE,Les origines de la F rance contempor aine, ed. cit., vol. VII, págs.
337 y 339. (260) George R
UDE,The C rowd in the F rench Revolution (1959), trad. francesa,
La foule dans la Rév olution française, prólogo de Georges Lefebvr e, François Maspero,
P arís, 1982.
(261) R. G
IBAUDAN,Les idées sociales de Taine, ed. cit., pág. 172.
(262) C. E
VANS,Taine. Essai de biogr aphie intérieure, ed. cit., pág. 488.
(263) Es curioso que dos autores no franceses, muy críticos con el método de
T aine —tanto del teorizado como del realmente aplicado en sus obras—\
, como el suiz o
F ueter y el alemán Cassirer , sin embargo, resaltaron la importancia de Los orígenes , y sal-
varon, precisamente, lo que a los historiador es galos antitainianos parecía molestarles
más: su descripción del espíritu de los jacobinos y el tratamie\
nto de los fenómenos rela -
tivos a la historia del espíritu (F
UETER, Historia de la historiogr afía moderna, ed. cit., vol.
II, pág. 269); “pintar retratos individuales de una gran fidelidad y trazar en unos cuan-
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ambición permanente de Taine fue establecer el fundamento obje-
t i vo del juicio crítico” (264), de tal modo que si en la evo l u c i ó n
de sus obras cabe ad ve rtir la aparición de un criterio estético para
juzgar el arte, para caracterizar a la Re volución llegó a la necesi-
dad de un criterio moral (265). Quizá con ello su teoría re s u l t ó
dañada, pero no así el r e s u l t a d o.
Será preciso acercarse a la revisión propiciada por el bicente-
nario (266) para que su obra —Los oríge nes—, sin olvidar los años
en que fue escrita —y por ello, lo que tiene de caduco como toda
obra de historiador—, sea estimada por los nuevos historiado re s
mucho más libres de prejuicios. Con todo, Taine no puede ser
considerado un pensador tradicional (267), puesto que, en feliz
e x p r esión de Gasparini, su obra, su obra de historiador y el pen-
samiento manifestado en ella, constituye una “laicización del tra-
d i c i o n a l i s m o ” (268).
Tanto Taine como Renan influ ye ron, sin duda, en c i e rta dere -
c h a , pero, también, en c i e rta izquier d a, pues no debe olvidarse que
la influencia de Taine comenzó veinte años antes de que Los orí -
g e n e s desataran las pasiones en su contra. De Barrès o Bourget a
France o Zola, buen número de escritores consideraron a Taine su
m a e s t r o (269). No se debe olvidar que Taine y Renan, en los años
____________
tos rasgos el panorama completo de una época ”, lo que “le asegura un valor perdurable”
(E rnst C
ASSIRER,Das Erkenntnisproblem in der Philosophie und Wissenchaft der neueren
Zeit, trad. esp .El problema del conocimiento en la F ilosofía y en la Ciencia modernas,
F ondo de Cultura Económica, México, 1986, v ol. IV, pág. 308).
(264) F . B
RUNETIÈRE,Discours de combat. N ouvelle Série, ed., cit., pág. 231.
(265) F . B
RUNETIÈRE,Discours de combat. N ouvelle Série, ed., cit., págs. 238-239.
(266) E. C
ANTERO, “La Revolución francesa: r ecapitulación historiográfica”,
Aportes , año V, núm. 12, febr ero 1990, págs. 20-29.
(267) Gengembre, al ocuparse de él en la historia de la contrarr evolución, le con -
sidera como un contrarr evolucionario no tradicional, sobr e todo por prescindir de Dios
(G erad G
ENGEMBRE,La Contr e-Révolution ou l’histoir e désespérante, Imago, P arís, 1989,
págs. 304-306). En cambio, Bizière y Vayssière destacan “su tradicionalismo clavado al cuerpo”, lo
que es insostenible ( Jean M aurice B
IZIÈREy Pierre VAYSSIÈRE,Histoire et historiens.
A ntiquité, Moyen A ge, France moderne et contempor aine, (1995), Hachette, París, 2004,
pág. 155). (268) E. G
ASPARINI,La pensée politique d ’Hippolyte Taine..., ed. cit., págs. 81-85.
(269) M. L
EROY,Taine, ed. cit., pág. 56.
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setenta del siglo X I Xl l e g a ron a ejercer en Francia una especie de
“dominio intelectual”, encarnando ese espíritu cientificista, que
F o n s e g r i v e calificó de “superstición de la ciencia” (270), que elevó
a la categoría de nuevo y único dogma laico, “que la razón huma-
na puede llegar a conocerlo todo y que fuera de las ve rdades des-
c u b i e r tas por la razón y catalogadas por la ciencia, no hay ni
puede haber nada ve rd a d e ro” (271). Y ese espíritu influyó mucho
más en la izquierda que en la derecha; desde luego no lo hizo en
la derecha católica más que para rechazarlo y combatirlo. Antes de
Los orígen es , “estaba puesto por la mayoría de sus lectores en las
filas de lo que pudiera llamarse el grupo de la extrema izquie rd a
del pensamiento contemporáneo” (272). No es, por tanto, exacto, pues induce a er ro r, pr e s e n t a r l o s
como padres de “la derecha re vo l u c i o n a r i a ”, del “fascismo fran-
c é s ” (273) —si es que esta expresión es de utilidad, lo que, cuan-
do menos, es dudoso—, y silenciar, pese a su evolución, su esen-
cial, o, por lo menos, preponderante, pensamiento re vo l u c i o n a r i o ;
y esto, a pesar de que, sin haberse ocupado directamente de la
política, desde el desastre de Sedan, como re c o rdaba su sobrino
político, Taine se manifestará contrario al sufragio universal, tal
como se practicaba en Francia, al socialismo y a la centralización
del Estado re volucionario surgidos de la R e volución (274). U n a
cosa es la errónea apreciación derivada de considerar absoluta-
mente necesarios unos hechos debido a sus causas —engendrados,
teóricamente, por la raza, el medio y el momento— y otra, muy
d i f e r ente, negar que sus análisis de filosofía social así como las
____________
(270) George F
ONSEGRIVE,L’ev olution des Idées dans la F rance Contempor aine. De
T aine a Péguy , Bloud et Gay , París, 1921, pág. 17.
(271) G. F
ONSEGRIVE,L’evolution des Idées dans la F rance Contemporaine , ed. cit.,
págs. 18 y 19. (272) P . B
OURGET,H. Taine , ed. cit., pág. 7.
(273) Zeev S
TERNHELL, La droite révolutionnair e. Les origines françaises du fascis -
me. 1885-1914 (1978), Éditions du Seuil (col. P oints-Histoire), París, 1984, págs. 84-
88 y passim; Ibid., Ni droite ni gauche. L ’idéologie fasciste en France(1983), Complex e,
Bruselas, 1987, págs. 13-16 y passim; Ariane C
HEBEL D’APPOLLONIA,L’extr eme dr oite en
Fr ance. De Maurr as a Le Pen, Complex e, Bruselas, 1988, págs. 16, 45-47.
(274) G. S
AINT-RENÉTAILLANDIER,Au près de M. Taine…, ed. cit., págs. 50 y
92-94.
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conclusiones sociales derivadas de unos hechos concretos, carez-
can de va l o r. Por ello Nève, indicó que lo mejor de Taine se
encontraba aquí. Y es en esta faceta donde estuvo, sobre todo, su
mejor influencia en Acción fra n c e s a( 2 7 5 ) . Su crítica a la centrali-
zación y a la acumulación de poder en el Estado, su defensa de las
asociaciones y de los cuerpos intermedios, su oposición a la ense-
ñanza estatal y su defensa de la libertad de enseñanza, su oposi-
ción a todo aquello que conduce al totalitarismo, por ejemplo, le
a p roxi man al liberal Tocqueville, con el que, ciertamente no coin-
cidía en su valoración del sufragio universal y de la democracia.
____________
(275) Maurras decía que en Taine se encuentra la idea de la existencia “de un cuer-
po de leyes políticas independientes de la voluntad de los electores y dependientes del
carácter de los pueblos, de sus condiciones y de sus cir c u n s t a n c i a s”; y que Taine “ c o n t r i-
buyó a hacer comprender la existencia de leyes políticas y sociales, la realidad de un
o r den de necesidades no categóricas, no absolutas, sino condicionales aunque inflexibles,
que son previas a la actividad política y social del hombre” (C. M
A U R R A S, D i c t i o n n a i r e
politique et critique, ed. cit., tomo V, págs. 315, 2.ª columna y 323, 1.ª columna).
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