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Número 453-454

Serie XLV

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Universidad católica, ¿enseñanza laica? (Nota sobre una realidad que urge revertir)

UNIVERSIDAD CATÓLICA, ¿ENSEÑANZA LAICA?
( N O TA SOBRE UNA REALIDAD QUE URGE REVE RT I R )(*)
POR
EDUARDOSOTOKLOSS
“oyai gar moi estin ean me
e va n g g e l i s o m a i ” ( 1 )
S
A NPA B LO, 1 Corintios, 9 . 1 6
Una de las cosas que más se pide a las personas en la actualidad
es la coherencia de vida: que lo que se dice corresponda a lo que se
piensa (veracidad), y lo que se hace corr esponda a lo que se dice
(autenticidad). U na persona coherente es merecedora de confianza,
respetable y digna de estimación. La coher encia referida permite la
vida civilizada y distingue claramente a quienes son responsables de
los que no lo son, a quienes r espetan a sus semejantes de aquellos
que sólo miran sus propios intereses con desprecio de los demás. La coherencia es también un principio básico y fundamental
en el De recho, en cuanto ningún sujeto, sea público o pr iva d o ,
puede desconocer sus dichos/actuaciones, que han pr o d u c i d o
efectos jurídicos, y actuar en discordancia o disconformidad a sus
p ropios actos anteriores; ese acto o actuación incoherente o dis-
____________
(*) Con mucho gusto acogemos esta colaboración del profesor E d u a rdo So t o
Kloss, profesor de la Pontificia U n i versidad Católica de Chile y Decano de D e recho de
la U n i versidad Santo Tomás, ambas de Santiago de Chile. El profesor Soto Kloss, lector
fiel de Ve r b o desde hace muchos años y amigo de alguno de sus colaboradores, es uno de
los maestros indiscutidos del derecho público en lengua española. Dirige también la
reputada revista Ius Pu b l i c u m , que en múltiples ocasiones se han hecho eco de lo publi-
cado en estas páginas. Es un honor recibirle entre nuestros colaboradores (N. de la R.). (1)¡Ay de mí si no evangelizara!
Verbo, núm. 453-454 (2007), 285-299. 285
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conforme con sus actos precedentes queda viciado ipso iurep o r
violación de este principio, principio que es también la conse-
cuencia obvia de la buena fe y de la honestidad en el pr oceder de las
r elaciones jurídicas. ¿Quién no r ecuerda el antiquísimo principio
que señala que “ir contra los actos propios no v ale”, y que los r oma-
nos y el medioevo acuñaran en la fórmula “ venire contra factum
proprium non valet ”, y que los ingleses llamaran “ estoppel”? (2).
1 . Estas consideraciones introductorias nacen a raíz de una
c i e r ta realidad que, por ser contraria a esa coherencia que cada vez
más se exige —y bienvenida esa exigencia a fin de vivir en la ve r-
dad y no en la mentira (3)—, me llama la atención y, por qué no
decirlo, duele en el alma. Me refier o a una práctica muy frecuente en la enseñanza del
D erecho, como es que materias tan fundamentales como la Intro-
ducción al Derecho, F ilosofía del Derecho, D erecho Constitucio-
nal, D erecho A dministrativo, Derecho Tributario, Derecho Civil,
D erecho Penal, Derecho P rocesal, Derecho Comercial, Der echo del
T rabajo, D erecho Económico, por mencionar algunas, suelen ser
enseñados, incluso por docentes cristianos, católicos, con total p\
r es-
cindencia de la visión cristiana de la vida y del der echo, visión que
supone varios principios, bases o fundamentos enteramente dife-
r entes a una visión agnóstica, atea o simplemente positivista (4).
____________
(2)Vid. la clásica obra de L. D
ÍEZ-PICAZO,La doctrina de los actos propios. Bosch.
Bar celona, 1963.
(3) La mentira que es el reino de S atanás, padre de la mentira (San J uan 8, 44) y
mentiroso desde el origen (Génesis 3, 4-6), mentira que destruye al hombre impidien-
do que se confíe en él y que se le respete y devastando toda fidelidad y convivencia.
V id., al respecto, para la experiencia soviética, una sociedad estructurada sobre la men-
tira, A. S
OLZHENITSYN, Denuncia. Academia Superior de Ciencias P edagógicas de
S antiago (2.ª ed.). Edimpr es. Santiago de Chile, 1981, y especialmente J. M. A
RMEN-
DÁRIZA., Solzhenitsyn: el dedo en la llaga. Edit. Andrés Bello . Santiago de Chile, 1987;
vid. sus cap. III (57-84) y cap .VI (123-148) y en su E pílogo (“Han querido suprimir
a D ios”, 149-151). Y es que como señalaba el libro de la Sabiduría(más de 200 años
antes de Cristo), “la boca mentir osa da muerte al alma” (1, 11).
(4) M e refiero al positivismo que afirma que el Der echo se agota en la ley o en la
norma puesta por el legislador; o sea que v e al Derecho como mera voluntad/fuerza/
may oría, y no como el objeto de la justicia, lo justo, lo debido a otro ( ius, to dikaion).
E n estas notas me refiero al Der echo, que es mi especialidad, pero cuanto digo puede
ser trasladado muy precisamente a v arias otras disciplinas de las ciencias morales, o
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Esa actitud suele ser la consecuencia de dos posturas que o va n
juntas o bien sólo una de ellas se da.
Me r e f i e ro a aquella situación de tantísimo cristiano que lla-
vando una vida honesta no ven que hay continuidad y armonía
muy profunda entre fe y razón, entre lo que se cree y lo que ha de
pensarse y luego vivirse para ser coherente consigo mismo. V a l e
d e c i r , que la fe en ellos no alcanza a plasmarse en la vida diaria,
sino que pareciera tener más de rito que de acción vital, más de
sentimiento que de conciencia rectamente formada en la doctri-
na, en la palabra de Cristo, en el magisterio pontificio y en la ora-
ción frecuente. Aun cuando pudiera aparecer fuerte, se diría que
su fe es de día domingo, o sábado por la tarde, y aun los hay que
esa fe se manifiesta sólo en su participación en la misma domini-
cal y en el templo, olvidándose de ella en su vida semanal (5).
La segunda postura es la que se manifiesta cuando quien ense-
ña es ve rdaderamente c re yente y practicante y coherente en su
vida práctica con respecto a lo que se cree, pero cuando desarro-
lla su labor docente se contenta con repetir lo que autores extran-
j e ros —usualmente positivistas— han escrito, en una perspectiva
de clara connotación laicista, agnóstica, positivista, que se contra-
pone, en un análisis sea más riguroso o no, a una visión cristiana
de la materia, del tema o de la disciplina.
____________
humanas (para diferenciar de aquellas llamadas “ciencias de la naturale za”). Hago pre-
sente aquí que no me r efiero a una situación —paradójica, sin duda— en que en algu-
nas facultades hay docentes que no son ni siquiera cristianos y su actividad de enseñar
no se adecúa a lo que se espera de una universidad católica y pont\
ificia, lo que, sin duda,
ha de provocar más de alguna perplejidad en los alumnos. E n este aspecto cabe recor-
dar la constitución apostólica Las universidades católicas de Juan P ablo II (15-8-1990),
y las orientaciones Dimensión religiosa de la educación en la escuela católica, emitida el
7-4-1998 por la Congregación para la educación católica; vid.también más reciente-
mente Significado y sentido de una universidad católica, del rector Juan de Dios Vial
Correa, en la inauguración del año académico 1999, de la P ontificia Universidad
Católica de Chile (edición de la U niversidad, marzo 1999).
(5) N o me refiero en modo alguno a aquellos que se dicen cristianos o católicos
“ a su manera ”, ya que no son ni lo uno ni lo otr o. “Sabemos que hemos llegado a cono -
cerlo (Cristo) si guardamos sus mandamientos. Quien dice ‘ yo lo conozco ’ y no guarda
sus mandamientos es un mentiroso y la ver dad no está en él. Pero quien guarda/ cum-
ple su palabra posee el perfecto amor de Dios. E n ese conocemos que estamos en Él.
Quien dice que mora en Él debe seguir el mismo camino que Él siguió”, San J uan,
P rimera Car ta, 2, 3-6.
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C i e rtamente que plantear una visión cristiana de la materia
implica mayor trabajo que guiarse por un tratado o una obra de
algún autor extranjero, o aun chileno, en que está todo dado, pero
en una perspectiva no cristiana, cuando no anticristiana, como
o c u r re en obras de In t roducción al De recho, de Filosofía del
De r echo, o De recho Penal, por ejemplo (6).
Y mayor trabajo, ciertamente, porque significa re c o rdar que
aun en los ramos aparentemente más anodinos o asépticos (si es
que los hay), siempre han de tenerse en cuenta dos bases ineludi-
bles de toda visión cristiana del De recho, a saber: 1.º) que el
De r echo dice relación con la justicia (7) y 2.º) que las personas
—de carne y hueso, no abstracciones— son el centro, el funda-
mento, el sujeto y el fin de todo De recho (8).
Y este dejarse llevar “a todo viento de doctrina” (9), sin ad ve r-
tir ni indagar las fuentes ideológicas de aquellos a quienes siguen
en sus enseñanzas, lleva, sin darse cuenta, a impregnarla de una
visión que, de una u otra manera, repugna o contradice una visión
____________
(6)Vid., v .gr., H
ÉCTORH. HERNÁNDEZ,Dos magisterios penales opuestos, en “El
der echo natural en la realidad social y jurídica ” (S. Castaño-E. Soto Kloss, editores).
U niversidad S anto Tomás. Santiago de Chile, 2005, 525-553.
(7) Esa armónica relación de igualdad (equivalencia o proporción, según el caso)
en el inter cambio de bienes y servicios entre las personas ( A
RISTÓTELES,Ética a N icó-
maco, V, caps. 2 y 3, espec. V, 17/BK 1134 a 1; aquí Aristóteles define la justicia como
el hábito por el cual uno obra según la elección de lo justo .Vid. el Comentario de Santo
T omás al referido Libr o V, lección 10.ª, en traducción de B. Raffo Magnasco . Cursos de
C ultura Católica. B uenos Aires, 1946, 165-169); o esa constante y perpetua voluntad
de dar a cada cual lo suy o (Ulpiano) (Libro I, tít. 1, ley 10 - Digesto); o es el hábito
según el cual uno, con constante y perpetua v oluntad, da a cada cual su derecho (S
ANTO
TOMÁS,Suma teológica 2-2, 58, 1 resp.).
(8) Y de toda sociedad y de todo Estado. Vid.nuestro Derecho A dministrativo (2
vols.). Editorial J urídica de Chile. S antiago, 1996, II, 11-19; la expr esión en Pío XII,
Con sempr e(24-12-1942), parágrafo 9; B enignitas et humanitas (24-12-1944) parágr . 11
(especialmente). M uy útil en este aspecto es P
ÍOXII,Con felice pensiero, (la concepción
cristiana del der echo), discurso en italiano dirigido el 6-11-1949 a la U nión de Juristas
Católicos I talianos (en Ius P ublicum 9/2002, 201-202).
(9) Como dice S an Pablo en su Carta a los cristianos de E feso 4.14, y que recor da
ba el Car denal Ratzinger en su Homilía al Colegio Car denalicio en la víspera de su elec-
ción como P apa, el 18-4-2005, parágr . 6. Los fueros de la inteligencia, que son irrenun -
ciables, se fundan en que ella es capaz de buscar , encontrar, aceptar, y vivir en la ver -
dad, v erdad que no es otra que el ser de las cosas; y es que así como el ojo está hecho
para ver la inteligencia está hecha para reposar en la v erdad.
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fundada en la sobreeminente dignidad de las personas humanas,
dignidad que le viene única y exc l u s i vamente del hecho de ser
c reado a imagen y semejanza de Dios y llamado a un fin trascen-
dente (10).
Y debe preocupar esta dicotomía, escisión (e s q u i zos, en griego)
que se produce porque de esa forma quien es y aparece como cris-
tiano, y en su vida lo es, resulta que ejerce una función docente
como si fuera pagano o agnóstico, y como si Dios no existiese
(etiamsi non esset Deum, para utilizar la expresión de Grocio) (11).
____________
(10) Vid.sobre ello Derecho Administr ativo,vol. I, 50-79; y La persona humana
en la Constitución, en “El derecho natural en la realidad social y jurídica” (S. Castaño-
E. Kloss, editor es). Universidad Santo Tomás. S antiago de Chile, 2005, 355-382, espec.
360-368.
(11) H a de recordarse que —como decía Tertuliano, si mal no r ecuerdo— “los
cristianos no nacen, se hacen ” (fiunt non nascuntur christiani ). Y eso implica asumir una
unidad de vida, a la que Juan Pablo II dedicara luminosas consideraciones en la Exhor-
tación apostólica Christifideles Laicis (30-12-1988), núm. 59 espec. De allí que ha de
poseer “una fe convencida, fuerte y auténtica, sin miedos ni componendas” (según
expresiones de B enedicto XVI, el 3-4-2006 en la Homilía de la Misa en la Basílica de
San P edro, en el primer aniversario la muer te de Juan Pablo II) que conquiste el cora-
zón de muchos y les instruya en las certezas de la v erdad y del bien. De allí también la
necesidad de “ despertar el celo por el testimonio cristiano, el cual tiene sus raíces en el
bautismo ”, como afirmara recientemente S.S. B enedicto XVI en su Discurso a obispos
de C anadá en visita ad limina (en L’Osservator e Romano,ed. en español, de 22-6-2006,
pág. 1, col. 2).
Cómo no recor dar aquí lo que el P apa Ratzinger decía el 1-4-2006, en su Discur-
so a un seminario organizado por la Congregación para la educación católica: “Las institu-
ciones universitarias se han distinguido siempr e por el amor a la sabiduría y la búsque-
da de la ver dad, como verdadera finalidad de la universidad, con r eferencia constante a
la visión cristiana que reconoce en el hombr e la obra maestra de la creación, en cuanto
formado a imagen y semejanza de Dios (cf .Gn 1, 26-27). Siempre ha sido característi-
ca de esta visión la convicción de que existe una unidad profunda entre la ver dad y el
bien, entre los ojos de la mente y los del corazón: «U bi amor, ibi oculos», decía Ricardo
de San Víctor (cf. Beniamin minor ,c. 13): el amor hace ver . La universidad nació del
amor al saber , de la curiosidad por conocer , por saber qué es el mundo, el hombre. P ero
también de un saber que lleva a actuar , que en definitiva lleva al amor”. “La cuestión
fundamental ho y, como ay er, sigue siendo antropológica. ¿Qué es el hombre? ¿De
dónde viene? ¿A dónde debe ir? ¿Cómo debe ir? Es decir , se trata de aclarar cuál es la
concepción del hombre que está en la base de los nuevos proy ectos. Y con razón vos-
otros os preguntáis, ¿al ser vicio de qué hombre, de qué imagen del hombre, quier e estar
la universidad: de una persona enfocada en la defensa de sus inter eses, sólo en una pers-
pectiva de intereses, una perspectiv a materialista o de una persona abier ta a la solidari-
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Ello aparece particularmente frecuente en disciplinas tan
i m p o r tantes como el De recho Político, o el De recho Constitucio-
nal, y en materias tan delicadas como el origen de la sociedad y la
misión de la autoridad, la idea de Constitución, el fundamento de
los derechos naturales, etc. O en ramos enteramente estr u c t u r a d o s
s o b r e bases agnósticas, como la llamada Teoría del De recho, o
incluso cursos de De rechos Humanos, que han sustituido a los
clásico s De rec ho Natural o Fundamentos Filosóficos del De re c h o ,
o incluso Filosofía del De recho cuando se la constr u ye sobre base
normativista kelseniana (12). Qué decir de un De recho Ad m i n i s t r a t i v o concebido como
“ d e re c h o ” de la Administración, sobre bases estatistas autoritarias
y en que los ciudadanos son vistos como “ a d m i n i s t r a d o s”, esto es
súbditos de un poder estatal omnímodo (13). Se percibe clara-
mente en esta visión que las personas son tratadas como “ o b j e t o s”
____________
dad con los demás, en busca del ver dadero sentido de la existencia, que debe ser un sen -
tido común, que trasciende a la persona?”. “Es pr eciso ir con fuerza que el ser humano
no puede, no debe ser sacrificado jamás a los éxitos de la ciencia o de la técnica: pr eci-
samente por eso cobra gran importancia la así llamada cuestión ant\
ropológica, que nos -
otr os, herederos de la tradición humanística fundada en los valor es cristianos, debemos
afrontar a la luz de los principios inspiradores de nuestra civilización, que han encon -
trado en las universidades europeas auténticos laboratorios de investigación y de pro-
fundización. P ero el hombre no puede comprenderse plenamente a sí mismo si prescin -
de de D ios. Por esta razón no puede descuidarse la dimensión r eligiosa de la existencia
humana… Aquí emerge el papel peculiar de las universidades como universo científico
y no sólo como conjunto de diversas especializaciones: en la situación actual se les pide
que no se contenten con transmitir conocimientos técnicos y profesionales, que son
muy importantes, pero no bastan, sino que se comprometan también a de\
sempeñar un
atento papel educativo al servicio de las nuevas generaciones, r ecurriendo al patrimonio
de ideales y v alores que han marcado los milenios pasados …”.
(12) E nseñanza como y o recibiera en la F acultad de Derecho de la U niversidad
de Chile en el curso de 5.º año que impartía el profesor J orge Millas en la década de los
60. P ara esa enseñanza que entiende el Derecho “ modo geométrico”, vid. Anexo. P ara
una aguda crítica a esta perspectiv a agnóstica, vid.F. G
ENTILE, Ordinamento giuridico
tr a virtualità e realtà. Cedam. Padova, 2000; también, brevemente, Per trovar e una
nuova via al diritto natur ale, en AA.VV ., “Diritto, diritto naturale, ordinamento guiri -
dico ”. Cedam. P adova, 2003, 173-199; en Chile vid. G. Ibáñez, recensión a A. S quella,
“D erecho, desobediencia y justicia ”, en Revista de D erecho Público, 24/1978, 204-218,
espec. 209-212 y 215-218.
(13) S e olvida en esa perspectiva estatista (de origen hegeliano) que las “ cosas” se
administran, ya que las personas se “ gobiernan”.
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de administración, y objetos de un poder estatal que se pre t e n d e
totalizante, intervencionista, ilimitado y, de hecho, sin cont ro l .
Visión colectivista que, por desgracia, domina en buena parte de
occidente y aun en Chile en buena parte de la doctrina y de no
pocos jueces, aun sup re m o s .
Concebir al Estado como medio o instrumento de bien
común, y al servicio de las personas —aun cuando ello sea prin-
cipio fundamental y norma constitucional expresa (art. 1.º inc.
4.º, “base de la institucionalidad”)— suele ser bien poco f re c u e n-
te verlo expuesto en el derecho administrativo chileno y mucho
menos concebirlo centrado en la persona humana, a cuyo ser v i c i o
está el Estado y toda su Administración (14). Si pasamos al derecho privado causa desasosiego que el dere-
cho civil es enseñado con prescindencia total de la primacía de la
persona humana, y de su centralidad en esta rama, la cual se la
concibe más desde una perspectiva patrimonialista que no perso-
nalista. Basta abrir cualquiera obra nacional de esta disciplina para
a d ve rtirlo (15). Y así podríamos seguir recorriendo disciplinas que se enseñan
en las carreras de De recho, y en que las ramas de derecho positi-
vo se enfocan en perspectivas enteramente alejadas de todo perso-
nalismo, es decir, de la “ c e n t r a l i d a d” o “p r i m a c í a ” de la persona
humana, en cuanto no se advierte que sean enfocadas desde y a
través de la persona humana y con esa centralidad o primacía; es
más, frecuentemente se potencian visiones estatistas, que, o bv i a-
mente, no condicen con la evidente primacía tanto ontológica
como teleológica de las personas humanas (16). Si el De rec ho es sólo humano (17), debe necesariamente aten-
der a lo que es humano, esto es atender a lo que es el hombre, su
____________
(14) Es lo que vengo planteando desde hace años y que pareciera tan original,
siendo que ello ha sido reiterado en el medioevo (S anto Tomás), en el siglo
VIdel reino
de los godos (San Isidor o de Sevilla), en la predicación de Jesús (San Marcos 10, 42-45),
y en todo el período castellano-indiano .
(15) U na hermosa excepción, a mi conocimiento, ha sido la obra del pr ofesor
F ernando F ueyo Laneri.
(16) Vid., al respecto, La primacía de la persona humana, cit.
(17) H
ERMOGENIANO, Digesto I, V, 2 (hominum causa omne ius constitutum est ).
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esencia y su naturaleza, su ser y su obrar y, por tanto, ha de aten-
derse tanto a lo que es él, tanto cuerpo como espíritu, materia y
alma (inmaterial), lo que significa que no sólo tiene necesidades
materiales, y en este sentido la principal necesidad es satisfacer sus
ansias de trascendencia, que le vienen de poseer un alma espiritual
i n m o rtal, apetencia que sólo se sacia en su Cre a d o r, Dios.
Y en esta perspectiva el De recho no puede pensarse sólo como
un medio de satisfacciones materiales por cuanto la unidad del ser
humano, cuerpo y espíritu —elementos inseparables, inescindi-
bles— no permite dicotomías. Prescindir de su componente espi-
ritual es simplemente tratar al hombre, al ser humano, como si
fuera un animal, bruto irracional, como si sólo fuera biología o un
amasi jo de células homogeneizadas por procesos físicos-químicos,
lo que lleva ineluctablemente a su monstruosa degradación (18). Si se atiende al ser humano en su completa estructura onto-
lógica, el D e recho no puede prescindir de tratarlo como “ p e r s o-
n a ”, esto es un “subsistente espiritual”, lo más perfecto del o rd e n
c read o (19), de donde deriva su intrínseca dignidad, y ello supo-
ne siempre tenerla como el centro del tratamiento que cualquiera
disciplina jurídica haga respecto de sus instituciones. Todas giran
____________
(18) Piénsese en el hedonismo actual —prácticas gramscianas— que pr etende
una er otización profunda de la vida, alentada por los medios de comunicación perio -
dísticos, radiales y televisiv os, que orquestadamente la llev an a cabo, y alentada esa ero-
tización por las pr opias autoridades gubernamentales a través de medidas de esteriliza-
ción (femenina y masculina), preser vativos repartidos en forma gratuita, campañas
hasta en los colegios, píldoras abortivas entregadas por establecimientos de salud pú-
blicos (v erdaderos abor tos químicos, sin necesidad de ir al hospital o consultorio algu-
no), etc., y un estímulo constante a la juventud a dejarse llev ar por sus impulsos hor-
monales, per o sin asumir las responsabilidades consecuenciales. Alguien diría que no
hay peor discriminación que la opresión y dictaduras culturales, que parece traer la lla -
mada globalización. Y lo que es más triste y per verso, es comprobar que es el propio
E stado y sus máximas autoridades los que programan y alientan tales campañas de
corrupción de la juventud.
Cabe recordar —como dijera hace poco Benedicto XVI— que “ de ningún modo
es posible dar r espuesta a las necesidades materiales y sociales de los hombr es sin col-
mar las pr ofundas necesidades de su corazón ”. B
ENEDICTOXVI, Discurso a obispos de
C anadá, cit., pág. 11, col. 1; este texto es cita de su M ensaje para la Cuaresma 2006.
(19) S
ANTOTOMÁS, De potentia 9,6; Suma teológica 1.29.3; Suma contr a gentiles
IV.54.
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a su alre d e d o r , aunque muchas veces ni se dan el trabajo los auto-
res de ad ve rtirlo y construir sobre ello sus explicaciones de la
materia. Es cierto que a pretexto de la justa autonomía de las re a l i d a-
des terrenas se pretende no pocas veces desvincular toda ciencia de
re f e rencias a la trascendencia del hombre, y en el De recho a des-
vincular el De recho de la moral, como si en el hombre se pudiera
separar lo moral de lo jurídico, como si no fuera el mismísimo
h o m b r e el que está siempre ante el bien y el mal en cada instante,
ante lo justo o lo injusto, ante lo lícito o ilícito. Ambas r e g u l a c i o-
nes afectan el obrar humano y por ende pretender separarlas como
si fueran dos mundos diferentes (20) constituye una falsedad evi-
dente, puesto que significa que la realidad —que es una re a l i d a d
c reada, cosa que es imposible racionalmente negar— sería inde-
pendiente de su Cre a d o r. Como tan bien se ha dicho “La criatu-
ra sin el Creador se esfuma” y “la propia criatura queda oscu re -
c i d a ” (21).
En el mismo orden de ideas —coherencia entre fe y razón (22)—
suele producirse esa dicotomía antes referida y la incoherencia de
____________
(20) Al modo de Pu f e n d o rf y Thomasius en el siglo
X V I Iy Kant en el X V I I I( e l
d e r echo regularía el llamado “ f u e ro externo” y la moral el “ f u e ro interno”), olvidan-
do que lo externo emana de lo interno , como ya la sabiduría de Jesús señalaba: “de la
abundancia del corazón habla la boca”, y “donde está tu tesoro está tu corazón” (Sa n
Mateo 12, 34 y 6, 21 r e s p e c t i vamente). So b re moral y derecho la literatura es va s t í s i-
ma; una sencilla síntesis, en perspectiva clásica puede ser mi Mo ral y D e re c h o, una
a p r oximación a sus relaciones, en Ius P u b l i c u m5/2000, 11- 22; e n Santo Tomás, v i d .J .
G
A R C Í AHU I D O B R O, Mo r al y D e recho en Santo Tomás de Aq u i n o, en “La moral, hoy ” .
C o n f e rencias Santo Tomás de Aquino 2002. Un i versidad Santo Tomás. Santiago de
Chile, 2003, 41-58. (21) Gaudium et Spes (Concilio Vaticano II, Constitución pastoral sobre la Iglesia
en el mundo actual, 7-12-1965), núm. 36. (22) Vid. J
UANPABLOII, Fides et ratio 14-9-1998) espec. cap . IV. El car denal
E ugenio P acelli —futuro Pío XII— siendo Secretario de Estado de S.S. Pío XI, con
ocasión de la canonización de S an Alberto Magno, en 1932, pr onunció un Sermón el
último día del triduo en su honor ,N ella luce di S. A lberto Magno (Angelicum 9/1932,
131) en el que decía: “La doctrina de ambos (Alberto y Tomás)… nos enseña que la
razón y la fe son dos hermanas nacidas de la misma Sabiduría divina, y que su ver da-
dera grandeza, prenda de inmortalidad, está en r econocer y venerar la sangre común
que cir cula por sus venas ”. Y es que como afirma Santo Tomás ( Suma contra gentiles I.
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aceptársela. Ya hace 40 años re c o rdaba el magisterio pontificio
que los cristianos, ciudadanos de la ciudad temporal y al mismo
tiempo (peregrinos hacia) de la ciudad eterna, han de cumplir
sus deberes temporales “guiados siempre por el espíritu e va n g é l i-
c o ” (23), debiendo alejarse tanto de la despreocupación de las
t a r eas temporales, pretextando que no estamos en la vida ter re n a
en una ciudad permanente, como de un activismo de las cosas
temporales olvidando el destino eterno al cual está i rre m i s i b l e-
mente sujeto (24). Es de mera razón natural ad ve rtir que para el ser humano,
para toda persona, son inescindibles su vida personal y su vida
social, puesto que por propia naturaleza se trata de un ser indivi-
dual y social. Su intrínseca sociabilidad implica que lo que re c o-
noce de modo privado en su ser interior lo haga también en su
relación con las demás personas, pues de lo contrario se vivirá en
____________
VII; en edic. B ac. Madrid, 1967, tomo 1.º, 111-112) la luz de la razón y la luz de la fe
pr oceden ambas de D ios, por lo que jamás podrán contradecirse entre sí.
Esa fe ha de penetrar “ realmente todas nuestras actitudes, nuestr os pensamientos,
nuestras acciones e intenciones ”. “La fe ocupa un lugar no sólo en los estados de ánimo
y en las experiencias religiosas, sino ante todo en el pensamiento y en la acción, en el
trabajo diario, en la lucha contra sí mismo, en la vida comunitario ”. Y es que la fe “hace
que nuestra vida esté impr egnada de la fuerza de Dios mismo”. B
ENEDICTOXVI, Dis-
curso con r eligiosos, seminaristas y miembros de mo vimientos eclesiales, Jasna Gora, viaje
apostólico a Polonia 25-27 mayo 2006, en L’Osservatore Romano (edic. en español), 2-
6-2006, pág. 9, col. 2.
Esa fe que no es sino un contacto con el ministerio de Dios, como explicaba J uan
P ablo II en su Redemptoris M ater,17.
(23) Gaudium et S pes, cit. 43. Cierto es que para trasmitir la fe hay que estar lleno
de ella, puesto que nadie puede trasmitir (tr adere: entregar) algo si no lo posee, y tras -
mitirlo bien, completo e íntegr o si no lo posee en plenitud. N o cabe soslayar que así
como la actividad del hombr e es humana (la acción sigue al ser/ operatio sequitur esse ) en
razón de su pr opia naturaleza específica, así también toda la actividad que desarr olla y
ejer ce el que es cristiano ha de ser propia de esta su calidad de tal. N o puede olvidarse
que el catolicismo más que ser una r eligión, es la adhesión y seguimiento de una perso -
na, Jesucristo; es vida, y lo es en cualquiera situación, circunstancia, ocasión o momen-
to de ella; lo que ha de proyectarse necesariamente al exterior , en la vida de relación,
cotidiana y siempr e.
(24) La misma Gaudium et spes señala: “El divorcio entre la fe y la vida diaria de
muchos debe ser considerado como uno de los más grav es de nuestra época”, lo que
ya era r eprendido por los profetas (I saías 8, 1-12) y por el mismo J esús (San Mateo 3,
3-23 y San Marcos 7, 10-13).
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la incoherencia, y específicamente en la hipocresía y en la menti-
ra, corrompiéndose a sí mismo, en su propia alma, y corro m p i e n-
do toda convivencia en la sinceridad y en la ve r a c i d a d .
La fe que se profesa, si es real, de suyo es operante, y, por
tanto, debe animar su vida social, en todo lo que se diga y se haga
en ese ámbito. De allí que lo que se cree y piensa debe ser el fun-
damento de lo que se diga y haga, puesto que el hombre no es uno
en lo individual y otro en lo social. No existe el hombre aislado
de la sociedad, se es hombre e nuna sociedad, y e nel consorcio de
sus semejantes; no hay otra posibilidad. Y no cabe olvidar que la
o rdenación en la que los hombres se mueven dada su condición
c o r p ó rea/ espiritual, cuerpo/alma, es de subordinación de lo mate-
rial a lo espiritual, de lo temporal a lo eterno, y de lo natural a lo
s o b ren atural, su Cre a d o r. Por ello, que en nuestra actitud social se
juega lo espiritual, y en nuestras propias actividades diarias se
juega el destino eterno. ¿Cómo, entonces, no adve rtir el peligro
que significa disociar ambos aspectos y tronchar así nuestro fin
trascendente? (25). No puede crearse “oposiciones ar t i f i c i a l e s” entre las ocupa-
ciones terrenas —docentes y profesionales en nuestro caso— y la
v i vencia espiritual; ha de haber un “ c o n t i n u o” entre ellas; sin
fisuras, hiatos o rupturas. De allí que, por una parte, sea obliga-
torio adquirir la mayor competencia en todos los campos del
saber y de las actividades, puesto que quien falta a sus debe re s
temporales, además de afectar al prójimo, ofende a Dios. Y, por
otra parte, esa mayor competencia no puede ser incoherente con
la idea de ser el hombre criatura y criatura de Dios y con un des-
tino trascendente (Dios mismo, su Creador), esto es que su acti-
vidad en lo temporal ha de estar impregnada de ese espíritu e va n-
gélico, ya que es, precisamente, en esa actividad temporal en
donde se juega ese destino eterno. Es lo que en la terminología
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(25) P ara quien es cristiano y , específicamente, católico, la fe viene a ser como la
“fuente ” de todo su pensar y actuar, de su existir , cualquiera sea la actividad que reali-
ce. Es la vida humana entera, completa en su más perfecta perspectiva, esto es, trascen-
dente, elevada al orden sobrenatural.
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clásica se describía como tener siempre presente toda nuestra vida
“sub specie aeternitatis” (26).Quien es cristiano de ve rdad ha de estar convencido no sólo
en virtud de la razón sino, asimismo, en virtud de su fe —y fe en
las palabras de Jesús (27)— que ningún acontecimiento, ningún
suceso, ningún hecho, sea de su vida privada, de su vida pública,
de su vida social y profesional, e incluso de la vida social de la
comunidad en que vive, escapa al gobierno divino, a Su sabiduría,
a Su omnipotencia, y a Su amor por las criaturas que Él mismo ha
llamado a la vida, especialmente el ser humano, el único que es
imagen y semejanza Suya (28). Nada, en consecuencia, está desli-
gado de Él, y menos puede estarlo una actividad tan fundamental
como es la enseñanza, y en nuestro caso la enseñanza del De re c h o ,
ciencia y arte que permite concretar la justicia y así alcanzar la paz
social, esta tranquilidad en el orden (justo) (29). De manera certera Pío XII, sapientísimo Papa, enseñaba que
“ U na doctrina o construcción social que niegue esa interna y
esencial conexión con Dios de todo cuanto se re f i e re al hombre, o
p r escinda de ella, sigue un falso camino, y, mientras constr u ye con
____________
(26) Como aprobaba S.S. J uan Pablo II, la Nota doctrinal sobr e algunas cuestiones
relativ as al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política, de la Congrega-
ción para la D octrina de la F e (24-11-2002), donde se dice (núm. 1), refiriéndose a
S anto Tomás M oro, que “afirmó con su vida y con su muer te que el hombre no se
puede separar de D ios, ni la política de la moral” y agr egamos ni el derecho de la moral.
D icho texto en Humanitas 30/2003, 201-215, la cita en 201; ya antes el mismo Pontí-
fice lo reiteraba en la Carta apostólica en forma de M otu Proprio con ocasión de la pro-
clamación de S anto Tomás M oro, patr ono de gobernantes y políticos (2001), núm. 4,
en Humanitas 21/2001, 17-20, la cita en 19.
(27) S
ANMATEO, Evangelio 6, 25-34; SANSANTIAGO,Carta, 4, 13-16.
(28) Si somos imagen de Dios, tal como Él nos ha dado esa esencia en el existir,
resulta que por ese mismo hecho nos ha Él comunicado Su propia naturaleza, en cuen-
to nos ha dotado de una voluntad libre guiada por la razón/inteligenci a y capaz de
a m a r .
(29) De allí que no podemos ser “g u a rdianes ciegos” o “ p e r ros mudos” como
diría Isaías (61, 10), ya que omitir o callar es ya faltar y permitir así el avance del
e r ro r , de la mentira, del mal, de la apostasía de las masas, de la destrucción de la socie-
dad. Y tanto más no cabe callar cuando el mismo Cristo — ve rd a d e ro Dios y ve rd a-
d e r o H o m b r e— nos aseguró: “yo estoy siempre con vo s o t ros hasta la consumación de
los siglos” ( San Mateo 28,20 “ecce ego vobiscum sum omnibus dies usque ad con-
summationem saecu li” ) .
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una mano prepara con la otra los medios que tarde o temprano
pondrán en peligro y destruirán su obra” (30). Para terminar, ha de re c o rdarse que el hombre de derecho, el
jurista, se mueve siempre entre lo finito y lo infinito, entre lo
humano y lo divino (31), “y en este movimiento necesario consis-
te la nobleza de la ciencia que cultiva”. El sujeto al cual se dirige
el derecho es la persona humana, hombre y mujer, y se dirige al
h o m b r e no es su parte inferior, como las ciencias físicas, biológi-
cas o químicas sino en su parte superior, “en su propiedad especí-
fica de agente racional”, a su racionalidad, aquello que es justa-
mente lo que lo especifica dentro del universo c re a d o. “Si, pues,
consideráis el sujeto del derecho con los ojos de la fe cristiana; qué
a u reola de luz descubriréis en torno a su cabeza, la corona de que
le ha circundado la redención de Cristo, la sangre derramada por
su rescate, la vida sobrenatural a la cual le ha restituido y de la cual
le ha hecho partícipe, y el fin último que le asignó como término
de su camino eterno” (32). “La fe sin obras es fe muer t a” (33).
“Yo no me ave r g ü e n zo del Evangelio, siendo como es poder
( f u e r za, energía) de Dios para salvación de todos los que cr e e n” (34).
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _
(30) Con sempr e, cit., núm. 10 (cursivas nuestras).
(31) Como afirma ya Ulpiano, hace cerca de 2000 años, “… Rendimos culto a la
justicia y profesamos (quienes se dedican al derecho) el saber de lo bueno y de lo justo,
separando lo justo de lo injusto, discerniendo lo lícito de lo ilícito anhelando hacer bue-
nos a los hombres … ” (D i g e s t o, 1.1.1), y es que la jurisprudencia (derecho) “es el cono-
cimiento de las cosas divinas y humanas, la ciencia de lo justo y de lo injusto” (í d e m
1.1.10), y agregaba (ídem 1.1.1) “en razón de lo cual se nos puede llamar sacer d o t e s ” ;
esto no suele ser adv e rtido hoy por quienes se d edican al De recho, sin darse cuenta que
lo que se le exige a un abogado es que sea especialista en pr o m over con su labor el
e n c u e n t r o del hombre con lo justo, la justicia concreta; a él se le pide que sea experto en
justicia, no en triquiñuelas, que sea un testigo eficaz de lo justo y pr o m u e va con lealtad
y honesta entrega la concreción práctica de la justicia, sea como docente, en los tribuna-
les, en la asesoría legal o comercial, legislativa o en la administración estatal. (32) P
ÍOXII, Con felice pensier o,cit. 204 (La concepción cristiana del der echo).
(33) S
ANSANTIAGO, Carta católica, 2.17.
(34) S
ANPABLO, Carta a los romanos, 1.16; mayor fuerza tiene la traducción fran-
cesa de E. Osty-J. Trinquet (Ed. Siloé. P arís, 1964), de este v ersículo 16: “je ne rougis
pas de l’E vangile. C’est une force de D ieu pour le salut de tout croyant ”; el texto lati-
no (no vulgata) dice “N on enim erubesco Evangelium; vir tus enim Dei in salutem omne
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Valga agregar que el entender el De recho “modo geométrico” ,
es decir, al modo matemático como si se tratara de ciencia exacta,
implica obviamente el peligro certísimo de sustraer al De recho del
campo de las ciencias morales, y llevarlas así a un campo ajeno al
bien y al mal, y en el caso específico del De recho, del campo de
lo justo y de lo injusto, como ya lo entendían los griegos, y sobre
todo los romanos; entender pues el De recho “modo geométrico”
es en buenas cuentas corromper su sustancia intrínseca que es
ética (lo justo), ya que el De recho dice relación específica con el
h o m b r e, que es alguien que se mueve ineludiblemente por su
voluntad libre, entre el bien y el mal, y, por ende, entre lo justo y
lo injusto. Y sustraer al D e recho del campo ético es transformarlo en
algo puramente formalista, un conjunto de silogismos a lo sumo
bien construidos, pero para todo uso, y caer fatalmente en el
voluntarismo, esto es creer que se agota en pura formulación
de la ley, sea ésta pública, sea ésta privada (convenciones y con-
t r a t o s ) .
Este peligro del matematicismo (modo geométrico) me hace
re c o rdar un texto muy claro y diáfano de Aristóteles (Me t a f í s i c a ,
II. 2-996a) donde indirectamente aparece esta conclusión: “¿pue-
de hallarse en las cosas inmóviles el principio del movimiento o la
n a t u r a l e za del bien? P o rque todo lo que en sí mismo es un bien
—y lo es en su misma naturaleza— es un fin, y por lo mismo una
____________
credenti ”. En el texto griego se usa el término “ dynamis”, que es “ energía”, “fuerza”,
“fortaleza ”, también “ poder”, por extensión.
No puede jamás olvidar un cristiano que “el Evangelio no es una utopía, sino
un camino hacia una vida plena; la fe no es un peso ni un yugo que doblegue al ser
humano, sino una aventura fascinante que le devuelve con su plena humanidad,
toda la dignidad y la libertad de los hijos de Di o s”, y es que —ha de a gre g a r s e —
“ Cristo es la única respuesta al deseo de felicidad que llevamos en el corazón”, como
e x p r esa Monseñor S. R
Y L K O, Presentación del II Congreso Mundial de Mov i m i e n t o s
Eclesiales y de las Nu e vas Comun idades, 30-5-2006, en la Oficina de Prensa de la
Santa S e d e .
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causa, puesto que en vista de ello se hacen y son las demás cosas;
y el fin y aquello en vista de lo cual se hace cargo son fin de una
acción, y las acciones se ejecutan con mov i m i e n t o. Por esta razón,
en las cosas inmóviles no puede admitirse la existencia de este
principio del movimiento, ni la existencia de algún bien o algo
bueno en sí mismo. Por eso en las matemáticas no se demuestra
nada mediante la causa del cambio o del movimiento, como tam-
poco existe en ella ninguna demostración por la que se pr u e b e
algo porque sea mejor o peor: nadie se acuerda para nada de nin-
guna de tales cosas o nadie hace tan siquiera mención de ésto, de
allí que algunos, como Aristipo, despreciaran las matemáticas…
pues ellas no se ocupan para nada de lo bueno y de lo malo”.
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