Glosas Complutenses (VI)

GLOSAS COMPLUTENSES (VI)
POR
AGUSTÍNARREDONDO, S. J.
06/03/2007
✠
PROMOVER EL NIVEL DE VIDA
— Para su o b ra social en 2007 las cajas y su confederación (CECA).
han aprobado 1.669 millones €. Las cajas son 46.
— La cantidad dicha es el 23,5% del beneficiode este últi-
m o a ñ o.
— E s e b e n e f i c i o fue consiguientemente más de 7.000 millones€.
— Del empleo del excedente (76,5%), después de cubrir todos los costes (es más de 5.000 millones), no se dan datos en
esta información.
— La cantidad destinada a la obra social es un 21% mayor que el
año pasado , aunque el beneficio había aumentado lo mismo,
un 11%.
— Su i n versión médicosanitaria ha crecido notablemente más que
la c u l t u r a l. Todo es importante, pero lo primero es lo primero.
— Por su parte la llamada Asociación Española de Fu n d a c i o n e s
no lucrativas, reúne (por no dar más cifras) 834 fundaciones,
según noticias de p re n s a .
— Todo es poco, y urge p ro m overlo mucho más. Uno de cada
cinco habitantes v i ve en España por debajo del umbral de la
p o b re z a, que se fija en 530 por habitante y mes.
Verbo,núm. 453-454 (2007), 325-333. 325
Fundación Speiro

—Nu e s t r o producto nacional bruto (PI B )se calcula en 975.000
m i l l o n e s €, más que Canadá (885) y Brasil (795). P e rol a
c rec iente población, calculada en 44,5 millones, pone n u e s t ra
renta por habitante e nun 95% del promedio europeo de las
2 7 , se dice.
— Pro m ove r tales fundaciones parece, pues, rabiosamente ur-
g e n t e .
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PRO LO N G A C I Ó N A R T I F I C I A L D E LAV I D A
—En t r e casos criminales de abortos y eutanasi as s u r g een la
p rensa una enferma de Granada, que desea se le re t i re el único
re c u r s o que le permite re s p i r a r , artificialmente, desde hace ya
n u e v e años.
— S o b re la p o s t u ra de la Ig l e s i ael Catecismo Igl. Cat. (2278)
nos dice: “La interrupción de t ra t a m i e n t o smédicos onero s o s ,
p e l i g r osos, extraordinarios o despr o p o rcionados a los re s u l t a-
d o s puede ser legítima... Con esto nos e p retende provocar la
m u e r te; se acepta no poder impedirla ” .
— M á s descienden a casos concre t o sa u t o res como Vi l a r i ñ o :“No
hay obligación de buscar médicos extraordinarios y notabilida-
des, ni de dejar su propia morada para buscar aires mejores, ni
de ir a balnearios. Tampoco hay obligación de someterse a una
operación quirúrgica grave, ni de dejarse amputar un miem-
b ro notable, ni de sujetarse a un régimen duro y costoso ” .Y
n u e v e años así, p a rece que lo es.
— Confieso que echo de menos en estos autor e sa l g o respecto del
estado de gracia o desgracia de Dios, existente o temible, d e l
p a c i e n t e , para aplicar o rehusar medidas drásticas en casos
como el nuestro. Criterios hay claros que alargarían demasia-
do esta “ g l o s a”. Im p o rt a n t í s i m o s .
AG U S T Í N A R RE D O NDO , S . J .
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Fundación Speiro

— Dígase lo mismo de la supuesta obligación de nadie, ni de susmédicos, para e f e c t u a ren nuestro caso el derecho de la pacien -
t e . Los HH. de S. Juan de Dios se oponen colectiva y oficial-
mente. Además nunca dependió de ellos la enferma, allí re s i-
dente, sino del Hospital Clínico S. Cecilio de allí. Yo haría lo
m i s m o .¡ Que el re s p i r ador se lo quite ella!
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AY U D A R AM O R I R, Y A V I V I R
— La prensa ha seguido hablando de la enferma de Granada, h oy
ya d i f u n t a , por haberle quitado el re s p i r a d o r, necesario duran-
te nueve años.
— P r i m e r o: de su situación re l i g i o s aa p a rente, dato impor t a n t í s i-
mo, que puede influir en la decisión a tomar por los ci rc u n s-
tantes, se dice que m u r i ó p r e p a r a d acon unac o n f e s i ó n ,
comunión y unción. Lo cual implica además que la I g l e s i a
reconoció el caso como conforme a la moral. R . I . P.
— Y segundo, inquietante para este autor, a lo que se añade aye r
en A B C una car t a :a la enferma había dejado de inter e s a rl e
seguir viviendo entre n o s o t ro s .Tal veza c e rtó pensando a s í .
¿ P e ro habrá sido también acer t a d anuestra convivencia con
ella?, o ¿podría mos nosotros haber logrado que le inter e s a ra el
vivir así, aquí, con n o s o t ros, y no irse?
— Urgentísimo, pues, el interés máximo posible de la s o c i e d a d
en la atención a los queridísimos e n f e rmos te rm i n a l e s .
— Puede ser mucho todavía lo que la investigación pueda conse- guir en este campo; y lo que la pericia, los recursos económi-
cos y, sobre todo, un entrañable afecto al necesitado paciente,
p u e d a h a c e rl e a éste más amable la vida de lo que les es en
semejantes casos.
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— Si no es acaso por la felicidad eterna, cuya esperanza a Sa n t a
T e r esa le hacía casi “morir porque no moría”, la vida humana
m e rec e de nuestra par t etoda posible defensa.
— La atención a ancianos no terminales ha pr o g resado en un
siglo de modo espectacular. Pensiones y seguros, asistencia mé-
dica, comedores, residencias con múltiples atenciones, viajes,
turismo, juegos, cursos y conferencias, ... ¿Y no es mucho, y
muy urgente, lo que a favor de los enfermos terminales cabe espe -
r a r ,sabiendo, pudiendo y queriendo más y más a y u d a rles a
v i v i r , y no sólo a morir ?
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✠
¡ ¡ ¡ EU RO P A! ! !
— ¡ Qué ilusión! P re c i s a m e n t een 1947e m p ezaba el que esto
escribe la carrera de Económicas. Y en las aulas e m p ezó un
día a h a b l a r s e de queaquella comunidad re s t r i n g i d ad e l
carbón y del acero (CECA) e n t re varias naciones e u ro p e a s ,
concebía la idea de estirarse a a b a rcar todo sector económico;
p e r o necesariamente eso exigiría u n aunidad política : hablan-
do en plata, un estado plurinacional; y hablando en español,
E U R O P A . Hace cincuenta años. Hoy somos 27. Gi g a n t e s c o.
— Eran seis al principio. Dificultades serias siempre las hubo.
I n s a l v ables, nunca. N u e s t ro querido profesor Ul l a s t res, siendo
después ministro, predijo el éxito cierto porque, dijo, t o d o s
allí querían hacer E u ro p a .
— Pe ro a Eu ropa le nació antes que el cuerpo el alma. Existía, sí,
la ve c i n d a d geográfica. Y sus i n t e r e s e sconjugables en una
unión. Y el deseo, al acabar la guerra, de hacer un mundo en
q u e la paz no acabara nunca. Y la tendencia i rre s i s t i b l ede los
humanos a actuar en s i e m p re ma yo re s s o c i e d a d e s que dejarían
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anticuadas a la ciudad-Estado de Atenas, al feudalismo, aun
a los Estados nacionales. Condicionante todo. Pe ro ¿hacia
d ó n d e ? Sin alma no hay nación posible, sino un cadáve r.
— E sn u e s t r o modo de ver la vida, suficientemente uno; y común,
aceptado secularmente p o rser razonable y humano: n u e s t r a s
r a í c e s .
— “La idea de Eu ro p ala concibie ro np e n s a d o r es católicos, e n t re
ellos los franceses Jean Monnet y R o b e rt Schuman, el belga
P a u l - H enri Spaak y el italiano Alcide de Ga s p e r i” (R e i d ) .
— Esas raíces cristianas es lo que hace obsesiva la voz de los
recientes papas en este sentido. A ello, pues, con todas sus con-
secuencias. Cualquier otra Eu ropa, NO.
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✠
ES T A D Í S T I C A S
— El estadístico es un historiador, con todas sus consecuencias; p o rqu e descubre y nos cuenta la vida pasada.
— No se ve entonces por qué el estadístico deba limitarse a apor- tarnos los números, sin ninguna otra interpretación o va l o r a-
ción de ellos por su parte, como alguna vez se ha dicho.
Op i n a r , siempre es l ibre .
— Su g i e r en estos comentarios las estadísticas recientes de los
m u e r tos en las carreteras. Ahí es nada. ¡Así que no influyen en
el evento, fuera del radar y de los puntos del carné, otras
muchísimas va r i a b l e s !
— Son creíbles como le ye slas del futuro comportamiento hu-
mano libre. Leyes distintas de las físicas, que también empe-
zamos a conocer a fin de cuentas por la observación y cons-
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tancia estadística, como que se cae al suelo un vaso si lo solta-
mos. Ni deja por eso cada individuo de ser libre aunque en
m u l t i t u dsean más o menos predecibles sus actitudes.
— I n t e resantísimo resulta siempre el dato estadístico, mientras
no nos obstinemos en que diga más de lo que dice.
— ¿ Que hay mucha chapucería y poca objetividad? Lo mismo
pasa en otros escritos históricos no estadísticos.
— Por lo demás, se atribuía al querido profesor J o s éMa r í a
Z u m a l a c á r reg ui la opinión de que las estadísticas inte re s a n
s i e m p r e, aunque sean malas. Sería por q u etienen además
s i e m p r e algo bueno.
— Y como el inolvidable profesor T o r res Ma r t í n ez nos enseñaba,
a pesar de lo imperfectos que son los cálculos anuales de la
renta nacional, al ser anualmente igualmente malos sí r e s u l t a n
sus cifras susceptibles de una comparación interanual, ve rd a-
deramente significativa e inter e s a n t e .
— En todo caso, cuidado en las carreteras. Así además no nos perseguirán semejantes estadísticas.
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EN S E Ñ A N Z AO B L I G A TO R I A D E LAR E L I G I Ó N
— “Lo religios o en el Q u i j o te” , es un l i b ro de los producidos por
don Sa l va d o r Muñoz Ig l e s i a sf a l l e c i d o hace un par de años,
escrito en 1989 y publicado en Toledo por el Estudio T e o l ó -
gico de San I l d e f o n s o.
— Su autor, conocido teólogo, p rofesor en seminarios, libro s
y televisión, ha estudiado el gran contenido re l i g i o s od e l
Quijote, y c o n s u l t a d o las obras citadas de sesenta y s i e t e
a u t o res españoles y extr a n j e r o s .
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— Aun reconociendo que “la arenga de don Quijote a los ve c i-
nos del pueblo del r e b u z n otiene indudable tono de sermón
de iglesia”, opina D. Sa l vador que “la cultura religiosa que
Ce r va n t e s pone en labios de los personajes de El Qu i j o t e n o
es fruto de especiales estudios teológicos”. Era entonces
él un h o m b r e culto que escribía a un pueblo suficientemente
c u l t o .
— Y tan suficientemente, que en la re p resentación de un auto
s a c r a m e n t a l no eran necesarias, como a veces ahora, unas p a l a-
b r as pr e v i a s que explicaran lo que entonces ya era familiar al
p ú b l i c o .
— Y algo así pr e t e n d etambién n u e s t ro autor : “Pienso pr e s t a r
una ayuda valiosa a los numerosos cervantistas, ajenos a las
c r eencias religiosas del autor de El Qu i j o t e , especialmente a
los no cristianos, que necesitan p a ra la perfecta compre n s i ó n
de la obra conocer los entresijos religiosos de la sociedad que
r e f l e j a” .
— Y ¿no va a ser pr e c e p t i vo,por cultura, ve rdadera, elemental, y
española, e n s e ñ a r, y aprender y entender, aunque no se practi-
cara, el idioma y mentalidad re l i g i o s aque de toda nuestra vida
c i u d a d a n a?¡ Si aun cualquier ateo en España al despedirse te
d i c e a d i ós!
— El solo índice de la obra no tiene desperd i c i o. Evitando el ser
p rolijo, a los temas del dogma, la moral, los sacramentos, los
santos o la vida eterna, sólo añadiremos el meterse con el dia-
blo u otros asuntos más llama tivo scomo agua bendita, cera,
campanas, rosario, sotana...
— Se impone, pues, la necesidad de conocer estas cosas para ser
tenido por bachiller, más que lo que pasó con las guerras
médicas o en las Termópilas, o l a l i s t a d ere yes godos de
At a ú l f o aDo n Ro d r i g o .
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MÁ S A L L Á D ELO SA B O R TO S
— “ Base s teológicas y litúrgicas para esperar en la miserico rd i a
d i v i n a ” son las palabras firmadas por el Papa según cita entre
comillas el corresponsal de A B C ,a c e rca de la suerte eterna de
los niños que mueren sin el bautismo.
— Palabras, por cierto, muy distintas de las también ent re c o m i-
lladas en el título de las que después no vuelve a hablarse, a
saber: “Los niños muertos no bautizados ya gozan de D i o s ” .
— Se afirma también en la crónica que hasta ahora se concebía el limbo como una especie de sala de espera “hast a el juicio
f i n a l” (!)
— Entendámonos. El gran teólogo Royo Marín escribía en 1959: “La existencia del limbo p e rtenece a la fe católica en el
sentido de que haya recaído una definición expresa de la santa
Iglesia; pero de la doctrina defendida hoy día por casi todos
los teólogos católicos, con el conocimiento y silencio de la
Iglesia, y sobre todo, por las insinuaciones del mismo magis-
terio eclesiástico ( Juan XXII, Pío VI, ...) nos parece que se
trata al menos de una doctrina completamente c i e rta en teolo -
gía, que no podría rechazarse sin la nota de falsedad, t e m e r i d a d
e injuria a las escuelas católicas ” .
— Entiende esta opinión que con dicha privación de la gloria, eterna, y no sólo hasta el juicio final, no se les hace ninguna
injusticia, al privarles de un beneficio no debido; que no expe-
rimentan pena por tal privación ni fuego o castigo alguno: y
que p ro b a b l e m e n t e v i ven felices.
— En fin: esperemos con interés el documento papal, del que ahora sólo sabemos que es razonable e s p e rar que Dios admita
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a esos niños en el Cielo “p o rque sí”; para eso es Dios, y espe-
rándolo no hacemos mal a nadie. ¿Nos dirá el Papa que D i o s
los admite con cer t eza? ¿A que no? ¿P o d remos seguir cre ye n-
do en el limbo como siempre? ¿A que sí? ¿P o d remos pensar
que es dudosa su existencia? También, porque no sabemos
hasta qué punto q u e r r áDios Mi s e r i c o r dioso recibirlos en el
C i e l o.
— Dos conclusiones, pues: 1.ª Si Dios no ha querido hablar más c l a ro, señal es de que no nos importa: “¿A tí qué? Tú, sígue-
m e ” (Jn. 21, 22).
— 2 . ª Que ha sido la ocasionada por todas estas líneas: ¿No es
entonces, de los millones y millones de abortos vo l u n t a r i o s ,
mucho más perverso que el asesinato, el cerrarle al niño el
Cielo eternamente, cuanto está de nuestra parte, dudando de
su suerte?
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