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Libertad, ciencia y verdad

LIBERTAD, CIENCIA Y VERDAD
La verdadera libertad por la senda de la verdad.
«La verdader a libertad consiste en caminar por la senda de la ver-
”dad, según la v ocación propia, sabiendo que cada uno tendrá que r en-
”dir cuentas de su vida a su Creador y Salvador. Es importante que sepa-
”mos proponer a los jóvenes ese camino , recor dándoles que la ver dadera
”r e a lización personal no se logr a a cualquier precio, e invitándolos a no
”contentarse con seguir todas las modas que se pr esentan. Así sabrán dis-
”cernir , con v alentia y tenacidad, el camino de la liber tad y de la felici-
”dad, que supone vivir cierto número de exigencias y r ealizar los esfuer-
”z os, los sacrificios y las r enuncias necesarios par a obrar bien.
» … … … … … … … … … … … … … …\
… … … … … … … … … …
» E l sabio ruso S a j a rov es un ejemplo de ello; cuando, bajo el régimen
”comunista, su libertad exterior estaba limitada, su libertad interior, que
”nadie le podía quitar, lo autorizaba a tomar la palabra para defender con
” f i r meza a sus compatriotas, en nombre del bien común. También hoy es
” i m p o r tante que el hombre no se deje atar por cadenas exteriores, como el r e l a -
” t i v i s m o , la búsqueda del poder y del lucro a toda costa, la droga, las r e l a c i o -
”nes afectivas desordenadas, la confusión en el ámbito del matrimonio, no
” r econocer al ser humano en todas las etapas de su existencia, desde su con-
”cepción hasta su fin natural, que permite pensar que hay períodos en los que
”el ser humano no existiría r e a l m e n t e .
» D ebemos tener la valentía de r e c o rdar a nuestros contemporáneos lo que
”es el hombre y lo que es la humanidad. Invito a las autoridades civiles y a las
”personas que desempeñan una función en la transmisión de los v a l o res a
”tener siempre esta valentía de la v e rdad sobre el hombr e .
»Al final de nuestro encuentro, permitidme desear que, mediante sus tr a -
”bajos, la Academia de ciencias morales y políticas, juntamente con otras ins-
”tituciones, ayude siempre a los hombres a construir una vida mejor y a edi-
3Verbo, núm. 461-462 (2008), 3-10.
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”ficar una sociedad donde todos vivan como hermanos. Este deseo va acom-
”pañado por la oración que elevo al Señor por vo s o t ros, por vuestras familias
”y por todos los miembros de la Academía de ciencias morales y políticas.
BE N E D I C T OX V I :Discurso a una delegación de la
Academia de ciencias morales y políticas de P arís. L’Osserva-
t o re Ro m a n o ,edición semanal en lengua española, año
XXXIX, núm. 8 (1991), 23 de febrero de 2007.
El reconocimiento de la verdad evitando el relativis mo religioso.
«Aceptar la modernidad no ex c l u ye este arraigo; al contr a r i o, lo exige.
” A p o yarse en una fe iluminada es indispensable para un pr o g reso auténtico en
”la búsqueda de la unidad de los discípulos de C r i s t o. Sin embargo, el esta-
”blecimiento de relaciones fr a t e rnas y confiadas entre ellos debe asumir las exi-
”gencias de la identidad católica en la v e rdad, evitando cualquier gesto que
”no sólo podría turbar a los fieles, sino también fomentar el relativismo r e l i -
” g i o s o .
BE N E D I C T OX V I :Visita “Ad Limina”. Discurso a los obis-
pos de Ma d a g a s c a r , sábado 18 de junio. L’ Os s e r va t o re R o m a n o,
edición semanal en lengua española, año XXXVII, núm. 25
(1904), 24 de junio de 2005.
El compromiso por la verdad abre el camino al perdón y a la
r e c o n c i l i a c i ó n .
«Qu i s i e r a pasar a un tercer enunciado: el compromiso por la ve r d a d
” a b r e el camino al perdón y ala reconciliación. Surge una objeción ante la
”conexión indispensable entre el compromiso por la v e rdad y la paz: las dife-
” r entes convicciones sobre la v e rdad dan lugar a tensiones, a incompr e n s i o n e s ,
”a debate, tanto más fuertes cuanto más profundas son las convicciones mis-
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”mas. A lo largo de la historia, también han dado lugar a violentas contra -
”posiciones, a conflictos sociales y políticos, e incluso a guerras de religión. E s t o
”es v e rdad, y no se puede negar; pero esto ha ocurrido siempre por una serie
”de causas concomitantes, que poco o nada tenían que ver con la v e rdad y la
” r eligión, y siempre porque se quiere sacar provecho de medios realmente irr e -
”conciliables con el puro compromiso por la v e rdad y con el respeto de la liber-
”tad requerido por la v e rdad. La Iglesia católica, por lo que le concierne espe-
”cíficamente, condena los gr a ves err o res cometidos en el pasado, tanto por
” p a r te de sus miembros como de sus instituciones, y no ha dudado en pedir
” p e r dón. Lo exige el compromiso por la v e r d a d .
»La petición de perdón y el don del perdón, igualmente debido –por q u e
” p a r a todos vale la adv e rtencia de nuestro Señor: «el que esté sin pecado, que
”tir e la primer a piedra» ( c f . Jn 8, 7) –, son elementos indispensables para la
”paz. La memoria queda purificada, el corazón apaciguado, y se vuelve pura
”la mirada sobre lo que la v e rdad exige para desarrollar pensamientos de paz.
» N o puedo de dejar de r e c o rdar las iluminadoras palabras de Juan P a b l o
”II: «N o hay paz sin justicia, no hay justicia sin per dón» ( Mensaje para
” la jornada mundial de la paz, 1 de enero de 2002). Con humildad y pr o -
”fundo amor, las repito a los responsables de las naciones de las naciones, en
” p a r ticular de aquellas donde las heridas físicas y morales de los conflictos
”están más vivas y es más apremiante la necesidad de paz. Mi pensamiento se
”dirige espontáneamente a la tierra donde nació J e s u c r i s t o, el Principe de la
”paz que tuvo palabras de paz y perdón para todos; pienso en el L i b a n o, cuya
”población debe encontr a r, también con la ayuda de la solidaridad inte rn a -
”cional, su vocación histórica de colaboración sincera y fructuosa entre las
”comunidades de diferentes credos; pienso igualmente en todo el O r i e n t e
” M e d i o , de modo particular en Irak, cuna de grandes civilizaciones, enluta-
”do diariamente en estos años por sangrientos actos terroristas. Pienso en
”Africa, y sobre todo en los países de la región de los Grandes Lagos, donde
”todavía se sufren las trágicas consecuencias de las guerras fraticidas de los años
”pasados; pienso en las poblaciones indefensas de D a r f u r, golpeadas con ex e -
” c r able ferocidad, con peligrosas r e p e rcusiones internacionales; y pienso en tan-
”tas otras tierras, de diversas partes del mundo, que son escenario de c ru e n t o s
” c o n f l i c t o s .
BENEDICTOXVI: Discurso al Cuerpo diplomático acr e-
ditado ante la Santa Sede, lunes 9 de enero. L’Osservat o re Ro -
m a n o ,edición sem anal en lengua española, año XXXVIII,
núm. 2 (1933), 13 de enero de 2006.
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Es preciso evitar los riesgos de una ciencia y de una tecnologíaque pretenden ser completamente autónomas con respecto a
las normas morales inscritas en la naturaleza del ser humano.
«El mundo actual se caracteriza por el proceso de secularización que, a
”t r avés de complejas circustancias culturales y sociales, no sólo ha r e i v i n d i c a -
”do una justa autonomía de la ciencia y de la organización social, sino tam-
”bién, a menudo, ha cancelado el vínculo de las realidades temporales con su
”Cr e a d o r , llegando incluso a descuidar la salv a g u a rdia de la dignidad tr a s -
”cendental del hombre y el respeto de su misma vida. Sin embargo, hoy la
”secularización, en la forma del secularismo radical, ya no satisface a los espí-
”ritus más conscientes y atentos. Esto quiere decir que se abren espacios posi-
”bles, y tal vez nuevos, para un diálogo fecundo con la sociedad y no sólo con
”los fieles, especialmente sobre temas importantes como los que atañen a la
”v i d a . » Esto es posible porque en las poblaciones de larga tradición cristiana
”siguen presentes semillas de humanismo a las que no han afectado las dispu-
”tas de la filosofía nihilista; semillas que, en realidad, tienden a r e f o rz a r s e
”cuanto más gr a ves son los desasfios. Por lo demás, el cr e yente sabe bien que el
”Evangelio tiene una sintonía intrínseca con los v a l o res inscritos en la natu-
”raleza humana. La imagen de Dios está tan profundamente grabada en el
”alma del hombre, que difícilmente puede silenciarse del todo la voz de la
”conciencia. Con la parábola del sembr a d o r, Jesús nos r e c u e rda en el
”Evangelio que existe siempre un terreno fértil en el que la semilla echa r a í -
”ces, germina y da f ru t o. También los hombres que no se reconocen ya como
”m i e m b r os de la Iglesia o que incluso han perdido la luz de la fesiguen estan-
”do atentos a los v a l o res humanos y a las contribuciones positivas que el
”Evangelio puede aportar al bien personal y social. » Es fácil darse cuenta de esto, sobre todo reflexionando en lo que consti-
”t u y e el objeto de vuestra Conferencia: los hombres de nuestro tiempo, que se
”han vuelto más sensibles a causa de los terribles acontecimientos que han
”e n s o m b r ecido el siglo XX y el inicio del actual, pueden comprender bien que
”la dignidad del hombre no se identifica con los genes de su ADN y no dis-
”m i n u y e por la posible presencia de diferencias físicas o de defectos congénitos.
» E l principio de «no discriminación » sobre la base de factores físicos o
”genéricos han penetrado profundamente en las conciencias y está for m a l -
”mente enunciado en las C a rtas sobre los derechos humanos. Este principio
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”tiene su fundamento más ve r d a d e ro en la dignidad ínsita en todo hombre
”por el hecho de haber sido creado a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1 ,
”26). Por otra parte, el análisis sereno de los datos científicos lleva a r e c o n o c e r
”la presencia de esta dignidad en cada fase de la vida humana, comenzando
”desde el primer momento de la fecundación. La Iglesia anuncia y pr o p o n e
”estas v e rdades no sólo con la autoridad del Ev a n g e l i o, sino también con la
”f u e rza que deriva de la razón, y precisamente por esto siente el deber de ape-
”lar a todos los hombres de buena voluntad, con la certeza de que la acepta-
”ción de estas v e rdades no puede por menos de fav o recer a las personas y a la
”sociedad. En efecto, es preciso evitar los riesgos de una ciencia y de una tec-
”nología que pretenden ser completamente autónomas con respecto a las nor-
”mas morales inscritas en la naturaleza del ser humano. » No faltan en la Iglesia organismos profesionales y academias capaces de
”e v aluar las novedades en el ámbito científico, especialmente en el mundo de
”la biomedicina; hay, además, organismos doctrinales dedicados específica-
”mente a definir los v a l o res morales que hay que salv a g u a rdad y a fo rm u l a r
”las normas que r e q u i e re su tutela eficaz; por último, hay dicasterios pastor a -
”les, como el Consejo pontificio para la pastoral de la salud, a los que corr e s -
”ponde elaborar las metodologías oportunas para asegurar una presencia efi-
”caz de la Iglesia en el ámbito pastoral. Este tercer momento es valioso no sólo
”p a r a una humanización cada vez más adecuada de la medicina, sino tam-
”bién para asegurar una respuesta oportuna a las expectativas, por parte de
”las personas, de una eficaz ayuda espiritual. » Por consiguiente, es necesario dar nuevo impulso a l pastoral de la salud.
”Esto ímplica una r e n ovación y una profundización de la misma pr o p u e s t a
”p a s t o r al, que tenga en cuenta el aumento del conjunto de conocimientos
”difundidos por los medios de comunicación en la sociedad y del nivel de ins-
”t r ucción más elevado de las personas a las que se dirige.
» N o se puede descuidarel hecho de que, cada vez con más frecuencia, no
”sólo los legisladores, sino también los mismos ciudadanos están llamados a
”e x p r esar su pensamiento sobre problemas también científicamente cualifica-
”dos y difíciles. Si falta una instrucción adecuada, más aún, una for m a c i ó n
”adecuada de las conciencias, en la orientación de la opinión pública fácil-
”mente pueden pr e valecer falsos v a l o res o informaciones inexactas.
» A decuar la formación de los pastores y de los educadores, a fin de capa-
”c i t a r los para asumir sus responsabilidades de modo coherente con su fe y al
”mismo tiempo en un diálogo respetuoso y legal con los no cr e yentes, es la tar e a
”i m p r escindible de una pastoral actualizada de la salud. En pa rt i c u l a r, en el
”campo de las aplicaciones de la genética, hoy las familias pueden carecer de
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”las informaciones adecuadas y tener dificultades para mantener la autono-
”mía moral necesaria para permanecer fieles a sus opciones de vida.» Por tanto, en este sector se r e q u i e re una formación profunda y clara de
”las conciencias. Los actuales descubrimientos científicos afectan a la vida de
”las familias, impúlsandolas a opciones imprevistas y delicadas, que hay que
”a f r ontar con responsabilidad. Así pues, la pastoral en el campo de la salud
”necesita consejeros formados y competentes. Esto permite entr e ver cúan com-
”pleja y exigente es hoy la gestión de este sector de actividades.
» Ante estas may o res exigencias de la pastoral, la Iglesia, a la vez que sigue
”confiando en la luz del Evangelio y en la fuerza de la gracia, exhorta a los
”responsables a estudiar la metodología adecuada para prestar ayuda a las
”personas, a las familias y a la sociedad, conjugando fidelidad y diálogo, pr o -
”fundización teológica y capacidad de mediación. P a ra ello cuenta, en par t i -
”c u l a r , con el apoyo de cuantos como v o s o t ros, reunidos aquí para par t i c i p a r
”en esta Conferencia internacional, se interesan por los v a l o res fundamenta-
”les en los que se basa la convivencia humana. A p rovecho de buen grado esta
”c i r cunstancia para expresar a todos mi gratitud y mi aprecio por la contri-
”bución en un sector tan importante para el futuro de la humanidad. Con
”estos sentimientos, imploro del Señor copiosas luces sobre vuestro trabajo y,
”como testimonio de estima y afecto, os impato a todos una especial bendición.
BENEDICTOXVI: Discurso a los participantes en la Con-
fer encia internacional sobr e el genoma humano L’Osservat o re
R o m a n o, edi ción semanal en lengua española, año XXX-
VII, núm. 48 (1927), 2 de diciembre de 2005.
Ciencia en el horizonte de una racionalidad verdadera, abierta a
lo trascendental, a Dios.
«Vo l v emos a la pregunta: ¿qué cultura? Me alegra que el r e c t o r, en sus
”p a l a b r as de introducción, haya destacado la «misión» originaria y siempre
”actual de la U n i versidad católica: hacer investigación científica y actividad
”didáctica según un proyecto actual y fo rm a t i vo coherente, al servicio de las
”n u e v as generaciones y del desarrollo humano y cristiano de la sociedad. A este
”p r o p ó s i t o , es riquísimo el patrimonio de enseñanza legado por el Papa J u a n
”Pablo II, que culminó en la constitución apostólica Ex corde Ec c l e s i a e ,d e
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”1990. Él demostró siempre que el hecho de ser «católica» no rebaja en abso-
”luto a la universidad, sino que más bien la va l o ra al máximo. En efecto, si
”toda universidad tiene como misión fundamental «la constante busqueda
”de la verdad mediante la investigación, la conservación y la comunica-
”ción del saber par a el bien de la sociedad » ( i b ., 30), una comunicación
”académica católica se distingue por la inspiración cristiana de las personas y
”de la comunidad misma, por la luz de la fe que ilumina la reflexión, por la
”fidelidad al mensaje cristiano tal como lo presenta la Iglesia y por el com-
”p r omiso institucional al servicio del pueblo de Dios (cf. i b. ,1 3 )
» P or eso, la U n i versidad católica es un gran laboratorio en el que, según
”las diversas disciplinas, se elaboran itinerarios siempre nuevos de inv e s t i g a -
”ción en una confrontación estimulante entre fe y razón, orientada a r e c u p e -
”rar la síntesis armoniosa lograda por santo Tomás de Aquino y por los otr o s
”g r andes del pensaqmiento cristiano, una síntesis contestaada, lamentable-
”mente, por importantes corrientes de la filosofía moderna. La consecuencia
”de esta contestación ha sido que, como criterio de racionalidad, se ha afir-
”mado de un modo cada vez más ex c l u s i vo el de la demostración mediante el
”e x p e r i m e n t o . Así, las cuestiones fundamentales del hombre –como vivir y
”morir– quedan excluidas del ámbito de la racionalidad, y se dejan a la esfe-
”ra de la subjetividad. »Como consecuencia, al final desaparece la cuestión que dió origen a la
”u n i v ersidad –la cuestión de la v e rdad y del bien–, siendo sustituida por la
”cuestión de la factibilidad. Por tanto, el gran desafío de las univ e r s i d a d e s
”católicas consiste en hacer ciencia en el horizonte de una racionalidad v e r -
”d a d e r a, diversa de la que hoy domina ampliamente, según una razón abier-
”ta a la cuestión de la v e rdad y a los grandes v a l o res inscritos en el ser mismo
”y, por consiguiente, abierta a lo trascendente, a Dios. » A h o r a bien, sabemos que esto es posible precisamente a la luz de la r e v e -
”lación de C r i s t o, que unió en sí a Dios y al hombre, la eternidad y el tiem-
”p o , el espíritu y la materia. «E n el principio existía el Verbo –el Logos, la
”r azón cr eadora–.(…) Y el V erbo se hizo carne» (Jn 1, 1. 14). El L o g o s
”d i v i n o , la razón eterna, está en el origen del univ e r s o, y en Cristo se unió una
”vez para siempre a la humanidad, al mundo y a la histgoria. A la luz de esta
”v e rdad capital de fe y, al mismo tiempo, de razón, es posible nuevamente, en
”el tercer milenio, conjugar fe y ciencia. » S o b r e esta base se desarrolla el trabajo diario de una universidad cató -
lica. ¿No es una av e n t u ra que entusiasma? Sí, lo es porque, moviéndose den -
t r o de esste horizonte de sentido, se descubre la unidad intrínseca que existe
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”e n t re las diversas ramas del saber: la teología, la filosofía, la medicina, la eco-
”nomía, cada disciplina, incluidas las tecnologías más especializadas, por q u e
”todo está unido. Elegir la Un i versidad católica significa elegir este plantea-
”miento que, a pesar de sus inevitables límites históricos, caracteriza la cultu-
”ra de E u ropa, a cuya formación las universidades nacidas históricamente «ex
”cor de E cclesiae» han dado efectivamente una aportación fundamental.
» … … … … … … … … … … … … … …\
… … … … … … … … … …
» P or tanto, queridos amigos, con r e n ovado amor a la v e rdad y al hom -
b r e echad las redes mar adentro, en la alta mar del saber, confiando en la
p a l a b r a de Cr i s t o, aun cuando sintáis el cansancio y la desilusión de no haber
«pescado» nada. En el vasto mar de la cultura Cristo necesita siempre «pes -
cador es de hombr es», es decir, personas de conciencia y bien pr e p a radas, que
pongan su competencia profesional al servicio del bien, es decir, en último tér -
m i n o , del reino de Dios.
» T ambién el trabajo de investigación dentro de la universidad, si se r e a-
liza desde una perspectiva de fe, ya forma parte de este servicio al Reino y al
h o m b r e. Pienso en toda la investigación que se lleva a cabo en los multiples
institutos de la U n i versidad católica: está destinada a la gloria de Dios y a la
p r omoción espiritual y material de la humanidad. En este momento pienso
en particular en el instituto científico que vuestro Ateneo quiso ofrecer al P a p a
Juan Pablo II el 9 de no v i e m b re de 2000, con ocasión de su visita a esta sede
p a r a inaugurar solemnemente el año académico.
» D eseo afirmar que el «Instituto científico internacional Pablo VI de
i n v estigación sobre la fertilidad e infertilidad humana para una pr o c r e a c i ó n
responsable» me interesa mucho. En efecto, por sus finalidades institucionales
se presenta como ejemplo elocuente de la síntesis entre v e rdad y amor que cons -
t i t u y e el centro vital de la cultura católica. Ese I n s t i t u t o, nacido para r e s p o n-
der al llamamiento realizado por el Papa Pablo VI en la encíclica Hu m a n a e
v i t a e , se propone dar una base científica segura tanto a la regulación natur a l
de la fertilidad humana como al compromiso de superar de modo natural la
posible infertilidad. Haciendo míos el aprecio y la gratitud de mi v e n e r a d o
p r edecesor por esta iniciativa científica, deseo que tenga el apoyo necesario en
la prosecución de su importante actividad de inv e s t i g a c i ó n .
BENEDICTOXVI: Discurso durante la inauguración del
85 curso académico en la U n i versidad católica del S a g r a d o
Corazón. L’ O s s e rv a t o re Ro m a n o ,edición semanal en lengua espa-
ñola, año XXXVII, núm. 48 (1927), 2 de diciembre de 2005.
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