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Número 469-470

Serie XLVI

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Miguel Ayuso Torres: La constitución cristiana de los Estados

el relato del Evangelio, y que asume la dirección como Po n t í f i c e
de esa nueva religión universal en el que la ve rdad se relativiza, y
simultáneamente el gobierno de un mundo globalizado como una
especie de Emperador universal. Cualquiera podrá percibir en esta época los inicios de ese
m u n d o . Incluso se supone que el final del mundo conocido va
p recedido del dominio de un panmongolismo dirigido por
Japón, que englobaría a China y Corea, y que a finales del siglo
XIX es el que se percibía en Rusia como amenaza y cuyos p re á m-
bulos acabarían materializándose como realidad unos años más
t a rde en 1904-1905. En la realidad de la época actual ese pan-
mongolismo se adivina que estaría dirigido por China que ya es
una primera potencia en todos los campos y cuya amenaza lógi-
camente va dirigida, de forma más inmediata, más contr a Eu ro p a
que contra EEUU, que de momento les resulta inalcanzable. La historia continuaría de una manera lógica hacia su final,
p e r o es mejor no desvelar el desenlace para no defraudar a los que
tengan interés en leer una obra que recientemente ha inspirado la
c é l e b re novela de Michael O´Brien, El padre El í a s.
A
N TO N I O D EME N D O ZACA S A S
Miguel A yuso: LA CONSTITUCIÓN CRISTIANA DE LOS
ESTADOS (*).
La colección De Re g n ode la editorial Scire, que comenzó en
una primera entrega con sendos originales de Danilo Castellano
y el fallecido Frederick D. Wilhelmsen sobre la naturaleza de la
política y los saberes políticos, nos ofrece ahora otros dos textos,
re s p e c t i v amente de Francisco Elías de Tejada y Miguel Ayuso,
s o b re l a visión tradicional del poder y la libertad y la constitución
cristiana de los Estados.
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caban en una de sus paredes la llamaban, correctamente, agujero.
La religión de los “ a d o r a d o res del agujero” ha experimentado, no
obstante, una rápida evolución y una profunda transformación.
[...] la isba recibe ahora el nombre de “reino de Dios sobre la
T i e r r a ”, el agujero ha empezado a llamarse “ n u e vo eva n g e l i o ”. [...]
En t r e estos sectarios los “intelectuales” no se llaman a sí mismos
“ a d o r a d o r es del agujero” sino cristianos, y llaman “ e va n g e l i o” a su
p redicación». Cualquiera puede reconocer a personajes semejan-
tes, que no creen en la Re s u r rección, en la Virgen, en la T r i n i d a d
y prácticamente en ninguna de las ve rdades del Credo, pero que
p rocediendo del catolicismo o de una educación católica persis-
ten en seguir diciendo que siguen siendo católicos e incluso que
son ellos los que forman la ve rdadera I g l e s i a .
Como digo, la obra, resulta casi profética o, si se quiere con
una expresión racionalista y de cierta actualidad, un “ a n á l i s i s
p ro s p e c t i v o” de largo alcance, pues a través de los diálogos escri-
tos a finales del siglo XIX, se percibe ya la proximidad inevitable
de la I Guerra Mundial con efectos destr u c t o res demoledores, a
pesar de que el ambiente imperante era el de la prolongación de
la paz de una manera poco menos que permanente, o en el peor
de los casos que de producirse una guerra ésta sería muy bre ve
debido a la capacidad de destrucción de las nuevas armas y al
rápido agotamiento de los contendientes. Es asombrosa la perfección del tapiz que se teje con el análi-
sis de la historia del siglo XIX y que le permite hacer un bosque-
jo del siglo XX y la primera mitad del XXI, que no difiere gran
cosa, a grandes rasgos, de la historia realmente ocurrida y de la
p ro s p e c t i v a que se puede elaborar ahora con lo que se p re s i e n t e
sucederá en un futuro próximo.
En ese bosquejo del futuro, partiendo del final del siglo XIX
en el relato del Anticristo, se presenta el diseño del mundo para
el siglo XX y XXI. El Anticristo se presenta, no como un enemi-
go frontal del cristianismo, sino como un personaje que conduce
a una nueva religión que es el resultado de un sincretismo de las
grandes religiones. El Anticristo aparece como un personaje apa-
rentemente religioso y gran conocedor de las Escrituras, como el
p ropio demonio en las tentaciones de Jesús en el desierto según
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(*) Scire, Barcelona, 2008, 132 págs.
Fundaci\363n Speiro

variadas procedencias, que han sido revisados al fin de evitar, de
un lado, reiteraciones exc e s i vas, y de completar –por otro– el
panorama según los cambios de los tiempos. La conclusión quie-
re, al tiempo, servir de síntesis. Por eso casi todas sus afirmacio-
nes fuertes aparecen en alguna otra de las páginas anteri ore s” .
Los títulos de los capítulos son los que siguen: “Religión y
s o c i e d a d ”, “¿Exi ste una doctrina política católica?”, “¿Ha va r i a d o
la doctrina política católica”, “El problema del Estado católico ” ,
“ I glesia-Estado en España: la singularidad del caso españo l” .
Mientras que la conclusión lleva por rúbrica: “Del laicismo a la
l a i c i d a d ”. Puede verse, pues, que pese a la afirmación del autor
recién transcrita, estamos ante un libro orgánico, aunque cier t o
que no exhaustivo. Ya decía Gilson que no existía una teología de
la Cristiandad. Por ello, en esta materia, tan azotada el moder-
nismo y el conformismo, cualquier aporte de la cantera del pen-
samiento tradicional debe ser bie nve n i d o.
El examen pormenorizado del libro no cabe en esta bre ve
nota, aunque muchas de las afirmaciones o desarrollos me re c e -
rían una palabra, en ocasiones crítica. Debe destacarse, como
quiera que sea, que su signo es problemático y piadoso al tiempo.
Así como que su conclusión resulta severa: “La nueva laicidad no
es otra cosa que el viejo laicismo, en versión postmoderna, en el
fondo radicalizada por su carga disolvente, y que ha invadido a la
p ropia I g l e s i a” .
J
UA NCAY Ó N
Francisco Elías de T ejada:PODER Y LIBERT AD (*).
Escribe el profesor Miguel Ayuso, en una parte de la amplia
i n t r oducción, que el libro refleja “la elegantia iuris, la historia
leída teoréticamente y, en resumidas cuentas, el tradicionalismo
hispánico esencial [de Elías de Tejada]. Sin duda que, aquí y allá,
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Este último libro consta de cinco capítulos, precedidos de
una introducción, seguidos de una conclusión y completados con
un índice onomástico. La introducción, que da más de lo que
p romete, plantea crudamente las dificultades del derecho público
cristiano en la hora presente, al tiempo que subraya la necesidad
de su plena re c u p e r a c i ó n .
En tal sentido escribe: “Los principales influjos doctrinales y
prácticos que han marcado la vida del tradicionalismo en la
segunda mitad del novecientos, como Eugenio Vegas y su estela
de la revista madrileña Ve r b o , o Francisco Canals con la bar c e l o-
nesa Cr i s t i a n d a d , o los intelectuales carlistas como Rafael Ga m -
bra o Elías de Tejada, coincidieron siempre no sólo en la defensa
de la unidad católica de España sino también en el re c h a zo de la
postura liberal-católica y demócrata-cristiana, ejemplificada en su
día en la figura de Ángel H e r rera y su asociación de p ro p a g a n d i s-
tas, pero andando el tiempo no menos en los movimientos que
han vivido su momento de éxito tras la fragmentación de las
e s t r ucturas eclesiásticas de resultas del II Concilio V a t i c a n o. El
c o r r er del tiempo ha agravado, es cierto, la situación de lo que
queda de la civilización cristiana, de modo que muchos pueden
verse por lo mismo tentados de acudir a taponar las brechas que
p a recieran más urgentes en compañías que se dirían más aptas
para la misión. Sin reparar que esas brechas se han producido pre-
cisamente en buena medida por no haber atajado, antes al con-
trario, por haber secundado, las doctrinas y las políticas opuestas
a la Tradición española. Y que ésta no se concibe sin la unidad
católica. Ál va ro d´Ors lo dijo: ‘N u e s t ro pensamiento tradiciona-
lista, si abandonara su propios principios y abundara en esa inter-
p retación absolutista de la libertad religiosa, incurriría en la más
g r a v e contradicción, pues la primera exig encia de su ideario
— Dios, Patria, Rey— es precisamente la de la unidad católica de
España, de la que depende todo lo demás ’ ” .
De ahí que añada: “Este libro no está, pues, acabado. Por lo
dicho, difícilmente podría estarlo. Muy modestamente p re t e n d e
tan sólo subrayar –como dirían los franceses– à plusieurs répris es,
casi obsesivamente, esa idea central. Para ello ayunta materiales
de distintos tiempos, a partir de los años ochenta, y también
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(*) Scire, Barcelona, 2008, 108 págs.
Fundaci\363n Speiro

variadas procedencias, que han sido revisados al fin de evitar, de
un lado, reiteraciones exc e s i vas, y de completar –por otro– el
panorama según los cambios de los tiempos. La conclusión quie-
re, al tiempo, servir de síntesis. Por eso casi todas sus afirmacio-
nes fuertes aparecen en alguna otra de las páginas anteri ore s” .
Los títulos de los capítulos son los que siguen: “Religión y
s o c i e d a d ”, “¿Exi ste una doctrina política católica?”, “¿Ha va r i a d o
la doctrina política católica”, “El problema del Estado católico ” ,
“ I glesia-Estado en España: la singularidad del caso españo l” .
Mientras que la conclusión lleva por rúbrica: “Del laicismo a la
l a i c i d a d ”. Puede verse, pues, que pese a la afirmación del autor
recién transcrita, estamos ante un libro orgánico, aunque cier t o
que no exhaustivo. Ya decía Gilson que no existía una teología de
la Cristiandad. Por ello, en esta materia, tan azotada el moder-
nismo y el conformismo, cualquier aporte de la cantera del pen-
samiento tradicional debe ser bie nve n i d o.
El examen pormenorizado del libro no cabe en esta bre ve
nota, aunque muchas de las afirmaciones o desarrollos me re c e -
rían una palabra, en ocasiones crítica. Debe destacarse, como
quiera que sea, que su signo es problemático y piadoso al tiempo.
Así como que su conclusión resulta severa: “La nueva laicidad no
es otra cosa que el viejo laicismo, en versión postmoderna, en el
fondo radicalizada por su carga disolvente, y que ha invadido a la
p ropia I g l e s i a” .
J
UA NCAY Ó N
Francisco Elías de T ejada:PODER Y LIBERT AD (*).
Escribe el profesor Miguel Ayuso, en una parte de la amplia
i n t r oducción, que el libro refleja “la elegantia iuris, la historia
leída teoréticamente y, en resumidas cuentas, el tradicionalismo
hispánico esencial [de Elías de Tejada]. Sin duda que, aquí y allá,
I N F O R M A C IÓ N BI B LI O G R Á F I CA
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Este último libro consta de cinco capítulos, precedidos de
una introducción, seguidos de una conclusión y completados con
un índice onomástico. La introducción, que da más de lo que
p romete, plantea crudamente las dificultades del derecho público
cristiano en la hora presente, al tiempo que subraya la necesidad
de su plena re c u p e r a c i ó n .
En tal sentido escribe: “Los principales influjos doctrinales y
prácticos que han marcado la vida del tradicionalismo en la
segunda mitad del novecientos, como Eugenio Vegas y su estela
de la revista madrileña Ve r b o , o Francisco Canals con la bar c e l o-
nesa Cr i s t i a n d a d , o los intelectuales carlistas como Rafael Ga m -
bra o Elías de Tejada, coincidieron siempre no sólo en la defensa
de la unidad católica de España sino también en el re c h a zo de la
postura liberal-católica y demócrata-cristiana, ejemplificada en su
día en la figura de Ángel H e r rera y su asociación de p ro p a g a n d i s-
tas, pero andando el tiempo no menos en los movimientos que
han vivido su momento de éxito tras la fragmentación de las
e s t r ucturas eclesiásticas de resultas del II Concilio V a t i c a n o. El
c o r r er del tiempo ha agravado, es cierto, la situación de lo que
queda de la civilización cristiana, de modo que muchos pueden
verse por lo mismo tentados de acudir a taponar las brechas que
p a recieran más urgentes en compañías que se dirían más aptas
para la misión. Sin reparar que esas brechas se han producido pre-
cisamente en buena medida por no haber atajado, antes al con-
trario, por haber secundado, las doctrinas y las políticas opuestas
a la Tradición española. Y que ésta no se concibe sin la unidad
católica. Ál va ro d´Ors lo dijo: ‘N u e s t ro pensamiento tradiciona-
lista, si abandonara su propios principios y abundara en esa inter-
p retación absolutista de la libertad religiosa, incurriría en la más
g r a v e contradicción, pues la primera exig encia de su ideario
— Dios, Patria, Rey— es precisamente la de la unidad católica de
España, de la que depende todo lo demás ’ ” .
De ahí que añada: “Este libro no está, pues, acabado. Por lo
dicho, difícilmente podría estarlo. Muy modestamente p re t e n d e
tan sólo subrayar –como dirían los franceses– à plusieurs répris es,
casi obsesivamente, esa idea central. Para ello ayunta materiales
de distintos tiempos, a partir de los años ochenta, y también
I N F O R M A CI Ó N B I BL I O G RÁ F I CA
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(*) Scire, Barcelona, 2008, 108 págs.
Fundaci\363n Speiro