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Número 469-470

Serie XLVI

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Francisco Elías de Tejada: Poder y libertad

variadas procedencias, que han sido revisados al fin de evitar, de
un lado, reiteraciones exc e s i vas, y de completar –por otro– el
panorama según los cambios de los tiempos. La conclusión quie-
re, al tiempo, servir de síntesis. Por eso casi todas sus afirmacio-
nes fuertes aparecen en alguna otra de las páginas anteri ore s” .
Los títulos de los capítulos son los que siguen: “Religión y
s o c i e d a d ”, “¿Exi ste una doctrina política católica?”, “¿Ha va r i a d o
la doctrina política católica”, “El problema del Estado católico ” ,
“ I glesia-Estado en España: la singularidad del caso españo l” .
Mientras que la conclusión lleva por rúbrica: “Del laicismo a la
l a i c i d a d ”. Puede verse, pues, que pese a la afirmación del autor
recién transcrita, estamos ante un libro orgánico, aunque cier t o
que no exhaustivo. Ya decía Gilson que no existía una teología de
la Cristiandad. Por ello, en esta materia, tan azotada el moder-
nismo y el conformismo, cualquier aporte de la cantera del pen-
samiento tradicional debe ser bie nve n i d o.
El examen pormenorizado del libro no cabe en esta bre ve
nota, aunque muchas de las afirmaciones o desarrollos me re c e -
rían una palabra, en ocasiones crítica. Debe destacarse, como
quiera que sea, que su signo es problemático y piadoso al tiempo.
Así como que su conclusión resulta severa: “La nueva laicidad no
es otra cosa que el viejo laicismo, en versión postmoderna, en el
fondo radicalizada por su carga disolvente, y que ha invadido a la
p ropia I g l e s i a” .
J
UA NCAY Ó N
Francisco Elías de T ejada:PODER Y LIBERT AD (*).
Escribe el profesor Miguel Ayuso, en una parte de la amplia
i n t r oducción, que el libro refleja “la elegantia iuris, la historia
leída teoréticamente y, en resumidas cuentas, el tradicionalismo
hispánico esencial [de Elías de Tejada]. Sin duda que, aquí y allá,
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Este último libro consta de cinco capítulos, precedidos de
una introducción, seguidos de una conclusión y completados con
un índice onomástico. La introducción, que da más de lo que
p romete, plantea crudamente las dificultades del derecho público
cristiano en la hora presente, al tiempo que subraya la necesidad
de su plena re c u p e r a c i ó n .
En tal sentido escribe: “Los principales influjos doctrinales y
prácticos que han marcado la vida del tradicionalismo en la
segunda mitad del novecientos, como Eugenio Vegas y su estela
de la revista madrileña Ve r b o , o Francisco Canals con la bar c e l o-
nesa Cr i s t i a n d a d , o los intelectuales carlistas como Rafael Ga m -
bra o Elías de Tejada, coincidieron siempre no sólo en la defensa
de la unidad católica de España sino también en el re c h a zo de la
postura liberal-católica y demócrata-cristiana, ejemplificada en su
día en la figura de Ángel H e r rera y su asociación de p ro p a g a n d i s-
tas, pero andando el tiempo no menos en los movimientos que
han vivido su momento de éxito tras la fragmentación de las
e s t r ucturas eclesiásticas de resultas del II Concilio V a t i c a n o. El
c o r r er del tiempo ha agravado, es cierto, la situación de lo que
queda de la civilización cristiana, de modo que muchos pueden
verse por lo mismo tentados de acudir a taponar las brechas que
p a recieran más urgentes en compañías que se dirían más aptas
para la misión. Sin reparar que esas brechas se han producido pre-
cisamente en buena medida por no haber atajado, antes al con-
trario, por haber secundado, las doctrinas y las políticas opuestas
a la Tradición española. Y que ésta no se concibe sin la unidad
católica. Ál va ro d´Ors lo dijo: ‘N u e s t ro pensamiento tradiciona-
lista, si abandonara su propios principios y abundara en esa inter-
p retación absolutista de la libertad religiosa, incurriría en la más
g r a v e contradicción, pues la primera exig encia de su ideario
— Dios, Patria, Rey— es precisamente la de la unidad católica de
España, de la que depende todo lo demás ’ ” .
De ahí que añada: “Este libro no está, pues, acabado. Por lo
dicho, difícilmente podría estarlo. Muy modestamente p re t e n d e
tan sólo subrayar –como dirían los franceses– à plusieurs répris es,
casi obsesivamente, esa idea central. Para ello ayunta materiales
de distintos tiempos, a partir de los años ochenta, y también
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(*) Scire, Barcelona, 2008, 108 págs.
Fundaci\363n Speiro

Juan Fernando Segovia:HABER MAS Y
LA DEMOCRACIA DELIBERA T I VA( * )
.
La colección Prudentia iuris de la editorial Ma rcial Pons ha
alcanzado su número decimote rc e ro de la serie m i n o rcon este
e n s a y o del profesor mendocino Juan Fernando Se g ovia, del que
ya se había publicado anteriormente en la misma colección un
jugoso texto trazando el paralelismo entre la evolución de los lla-
mados derechos humanos y la del Estado constitucional. En el
p resente, en cambio, se las ve con la “utopía t ard o m o d e r n a” –así
reza el subtítulo– de la democracia deliberativa habermasiana. Y
el profesor S e g ovia vuelve a mostrar lo amplio de sus saberes y lo
agudo de su inteligencia y su pluma, combinando equilibrada-
mente la caracterización histórica con el contexto cultural y el
dato político con la problematización filosófica. La democracia deliberativa, de la que Jürgen Habermas es
h oy su mayor expositor, se ha conv e rtido en el modelo normati-
vo y en el desarrollo empírico de las democracias existentes, como
paradigma de conversión de las transformaciones modernas en
unas re n ovad as democracias posmodernas. Se imponía, pues, un
examen analítico y crítico de la propuesta habermasian a como el
que S e g ovia ensaya aquí, proponiendo una explicación de la
democracia deliberativa a partir de la teoría de la acción comuni-
c a t i v a como continuación del discurso filosófico político de la
modernidad y como prototipo ético-político de la liberación del
poder discursivo de la autonomía personal y comunitaria, sínte-
sis dialéctica de los derechos liberales y la soberanía popular de
raíz republicana. Así, debe cuestionarse la capacidad de la demo-
cracia deliberativa para reconciliar el Estado social de de re c h o
con las demandas de la sociedad cosmopolita y la ciudadanía glo-
bal. Y debe concluirse que las pretensiones de Habermas no pasan
de ser una utopía con rastros pragmáticos que acaban en un uti-
litarismo democrático autosatisfecho.
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sería posible discutir una apreciación o añadir un matiz. Pi e n s o
en ciertos desarrollos dependientes de una polémica anti-estatal
que hoy no se presenta bajo el mismo ángulo, dejando en evi-
dencia su ambigüedad. O en algunas tajantes caracterizaciones
demasiado dependientes del prurito de sistema para la ar t i c u l a-
ción entre ética, política y der e c h o ” .
Compila el libro cuatro capítulos titulados “Poder y liber-
t a d”, “La familia y el municipio como bases de la organización
p o l í t i c a ”, “Libertad abstracta y libertades conc re t a s” y “Los fuer o s
como sistemas de libertades políticas conc re t a s”. Fu e ron publica-
dos los tres primeros en la revista Ve r b o y el cuarto, anterior en el
tiempo, en la revista Ar b o r. Aquéllos, además, traen causa de r e s-
p e c t i v as ponencias en las reuniones anuales de amigos de la
Ciudad Ca t ó l i c a , lo que explica alguno de los giros y re f e re n c i a s .
Ampliar esta escueta relación nos llevaría, en cambio, como escri-
be de nuevo el prologuista, demasiado lejos, “a la historia del pen-
samiento tradicional del novecientos, en la que Elías de T e j a d a
ocupa por derecho propio puesto de honor, y que con su conoci-
da vis polémica contribuyó como pocos a per f i l a r, depurándola
desde la piedra de toque del legitimismo carlista sin la menor
concesión a lo s i d o l a(eclesiásticos aún más que civiles y políticos)
del tiempo. De ahí que con emoción lo re c o rdemos desde la cien-
cia hispana y la intransigencia carlista. Uno de sus libros más sig-
n i f i c a t i v os lo dedicó a ‘quienes murieron sin ceder’. Ya en sus
años tantos habían cedido. Pocos comparados con quienes lo
habían de hacer en los años inmediatamente siguientes a su desa-
parición de este mundo. E ínfimos con los que lo han hecho (y
así siguen) en estos nuest ro s” .
Buena idea, en síntesis, la de reunir algunos ensayos signifi-
c a t i v os de filosofía política de Elías de Tejada (parcialmente coin-
cidentes con los recientemente editados en italiano por Gi ova n n i
T u rco en una de las colecciones que dirige Danilo Castellano,
ambos buenos amigos y colaboradores), aprovechando el trigési-
mo aniversario de su muer t e .
J
O S ÉDÍ A ZNI EVA
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(*) M arcial P ons, Madrid-Barcelona, 2008, 118 págs.
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