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Número 525-526

Serie LII

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Aidan Nichols, Chrétienté, réveille-toi!

Aidan Nichols, O. P., Chrétienté, réveille-toi!, París, Éditions de l’Homme Nouveau, 2013, 318 págs.

Como quiera que la aparición de la edición original de este libro, en 1998, no fue recogida en estas páginas, parece razonable hacerlo respecto de la recién aparecida versión francesa. Dominico inglés, converso del anglicanismo, el autor ha sido el primer católico profesor de Oxford desde el cisma. Autor de cerca de cuarenta libros, se ha dedicado con asiduidad a los asuntos teológicos y, en particular, al pensamiento de Ratzinger, Urs von Balthasar o Newman. Entre el prólogo (los prólogos, pues uno es especial para el lector francés) y el epílogo (renovar la misión sacerdotal) se desarrollan quince capítulos, de títulos por lo general bien expresivos: despertar la Cristiandad, volver a asociar fe y cultura, reencantar la liturgia, revivir la conciencia doctrinal, relanzar la filosofía cristiana, volver a imaginar el Estado de la Cristiandad, reconstituir una sociedad de hogares, volver a sacralizar la cultura material, repensar el feminismo, recrear la vida religiosa, salvar los santos inocentes, reconquistar la Biblia, volver a concebir el ecumenismo, resituar la espiritualidad moderna y volver a centrarse sobre el fin.

El contenido, empero, no siempre responde al interés que suscitan las rúbricas, sino que con frecuencia desilusiona. La línea, me atrevo a decir, es la del conservatismo eclesial consciente de la gravedad de la situación presente de la Iglesia y del mundo, pero que no quiere –o no puede– hurtarse al contexto (pos)conciliar. Ratzingeriana en síntesis. Recupera importantes elementos de la tradición, pero entre concesiones de mayor o menor envergadura, tanto en liturgia como en filosofía o política. En lo que toca a ésta el capítulo correspondiente es suficientemente expresivo. Parece entender, al menos en parte, la conexión entre la dimensión social y la política, sin limitarse exclusivamente a postular la recuperación de una sociedad cristiana que pueda conducir a un Estado de Cristiandad. Lo que se traduce en algunos análisis interesantes sobre la laicización de la sociedad, la «des-simbolización» de la política y el papel del pluralismo. Resulta grato encontrar entre los autores citados nombres como los de Thomas Molnar o Álvaro d’Ors, que fueron colaboradores distinguidos de estas páginas, al lado de los consabidos y casi obligatorios (Guardini o Maritain, entre los de un cierto período, o Milbank entre los más cercanos a nosotros) en un ensayo «correcto». Por lo demás es de agradecer que no se haya limitado, como tantos otros, a autores anglosajones, sino que se haya tomado el esfuerzo de roturar otros campos culturales.

Juan CAYÓN