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Número 589-590

Serie LVIII

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Rémi Brague, Curing mad truths. Medieval wisdom for the modern age

Rémi Brague, Curing mad truths. Medieval wisdom for the modern age, Notre Dame, University of Notre Dame Press, 2019, 152 págs.

Dentro de su colección llamada «Ideas católicas para un mundo secular», de la conocida universidad católica de Nuestra Señora, en Indiana, ha aparecido este librito del gran medievalista y escritor católico Rémi Brague, autor de numerosos libros traducidos muchos ellos al castellano, como El miedo en la Edad Media o la ley de Dios. Este que ahora presento, titulado Curar verdades enloquecidas. la sabiduría medieval para la época moderna, no aparenta haber tenido anterior edición en francés ya que no es una traducción sino edición original de trabajos hasta ahora dispersos, consistentes en algunas publicaciones, varias conferencias y lecciones, la mayor parte inéditas y en inglés.

El título, así lo dice Brague en la «Introducción», remite a aquellas recordadas palabras de Chesterton en Ortodoxia: las verdades cristianas han enloquecido en la Modernidad por vivir aisladas, estar desconectas, haber sido separadas de la savia de la fe religiosa que las alimentaba en tiempos de la Cristiandad. Nuestro autor señala algunas, que constituirán el esqueleto del libro: la idea de la Creación por la razón de Dios, que caduca cuando la Modernidad no cree ya en Dios y el universo se vuelve irracional; la idea de la Providencia sustituida por la de progreso que hace al hombre su propia providencia; y la idea de la Misericordia, acompañada del perdón, que desaparece al esfumarse la culpa por un estúpido optimismo. Así el «proyecto» moderno contrapone el Dios de la Biblia y la naturaleza de los paganos.

Reubicarnos en el mundo con un sentido cristiano, ¿significa que debemos volver a la Edad Media? Vieja pregunta que, por lo menos dos siglos ha, viene repitiéndose, y que Brague responde así: no se trata de querer volver o no querer; no es materia de elección sino de necesidad. No hay otra esperanza para salir de la insania moderna. De modo que las ideas, virtudes y verdades enloquecidas de la Modernidad solamente pueden rescatarse reponiéndolas en el ambiente medieval en el que crecieron.

El texto está estructurado sobre nueve capítulos, todos breves y sólidamente expuestos. El primero trata de «El fracaso del proyecto moderno», un repaso a los fundamentos de la Modernidad como proyecto de sustitución de la divina providencia que lleva a la experimentación en el hombre y la sociedad en la historia. El segundo capítulo, llamado «El ateísmo y el fin de la atadura» muestra de qué manera, desprenderse de Dios hasta negarlo, concluye necesariamente en la irracionalidad que exalta la vida instintiva y pasional y aplasta la razón. En «La necesidad del bien», capítulo tercero, plantea que en esta tarea de recuperación, la idea clásica del bien, platónica y bíblica, es la primera, pues sin ella no se entiende la especificidad biológica del ser humano y de su racionalidad abierta a la Creación.

De inmediato, entonces, surge la cuestión en torno a «La naturaleza», estudiada en el cuarto capítulo, lo mismo que el entendimiento de la libertad, vista de frente en el capítulo quinto: «La libertad y la Creación». Para Brague estos dos conceptos no sólo están en el corazón de la cultura clásica antigua sino que tienen una raíz escriturística, de modo que es absurdo contraponer Atenas a Jerusalén, porque cuando la Modernidad así lo hizo perdió el norte y extravió ambas.

Podría decirse que, concluido el apartado anterior, Brague ha cerrado lo que llamaríamos «fundamentos». En efecto, en los que siguen, concentrados en la «cultura» (una dimensión elemental de la vida humana, dice), tratará de mostrar de qué modo esos principios encarnan en la vida de los pueblos. Según estudia en el capítulo sexto, «La cultura como un derivado», no es la cultura algo elaborado por los individuos para la comodidad de la vida, sino un entorno que resulta consecuencia de la persecución de los fines de la vida humana; no es un resultado que espontáneamente se produce por la interacción individual, sino el derivado de un orden de las cosas. Entonces, no se trata de la búsqueda o creación de valores, sino de las virtudes que provienen de la libre concreción del bien (capítulo séptimo: «¿Valores o virtudes?»), virtudes nacidas tanto en las culturas paganas como de los mandamientos bíblicos. Y el ambiente propicio a las virtudes es, primero, «La familia», como se afirma en el capítulo octavo, forma primaria de la asociación humana, parada entre la naturaleza y la cultura. Finalmente, la cultura se expande hacia la civilización, de la que trata el capítulo noveno: «La civilización como conservación y conversación», articulación colectiva del logos, de la razón, que hace inteligible el mundo.

Tal vez sean las últimas reflexiones las que menos atractivas resultan, no solamente por el «culturalismo» que presumo algo exagerado, sino por la notable ausencia de un vértice político, de una reflexión sobre la autoridad política sin la cual ni la cultura ni la civilización cristianas puede subsistir. Y también por el silencio respecto de la Iglesia en su situación actual, que debería incitar la pregunta por su capacidad y su autoridad para capitanear a vuelta a la Edad Media, a la Cristiandad.

Como sea, es alentador que los intelectuales (pensadores, filósofos, historiadores, etc.) católicos comiencen a advertir que con la Modernidad no se puede transar, que con la ideología moderna no se puede transigir, porque la Modernidad es básicamente lo contrario a la Cristiandad, no sólo a la histórica, sino fundamentalmente la Cristiandad que ambición universal de todo tiempo, el Reino de Cristo en la paz de Cristo que dijera el Papa Pío XI. no importa entonces que, en algunos pasajes, desde la Tradición integral, debamos sacar el lápiz para afinar las cuentas y verificar los resultados. Porque siempre se puede corregir para perfeccionar. Lo que quisiera resaltar de este libro de Brague es el fin buscado: restaurar la Cristiandad como único camino de superar la Modernidad.

Altamente recomendable es la lectura de Curar verdades enloquecidas. La sabiduría medieval para la época moderna, porque, si se toman las reservas ya hechas, las ideas responden con la fidelidad al catolicismo y cobijan una meditada crítica de los desvaríos modernos.

Juan Fernando SEGOVIA