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Número 589-590

Serie LVIII

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Albrecht Classen, Toleration and tolerance in Medieval and Early Modern European literature

Albrecht Classen, Toleration and tolerance in Medieval and Early Modern European literature, Londres, Routledge, 2019, 338 págs.

Albrecht Classen es profesor de estudios alemanes en la Universidad de Arizona, especializado en temas del medioevo. Ha escrito gran cantidad de trabajos sobre diversos tópicos medievales, entre ellos un libro sobre la violencia sexual (2011), otro sobre la historia del género (1995, 1999) y recientemente uno sobre la literatura acerca del agua (2017). Que es un especialista, no cabe duda; que expurga temas conectados con los actuales asuntos de interés, tampoco suscita sospecha. De ahí que no asombre este nuevo libro sobre La tolerancia y el tolerar en la literatura del Medievo y la temprana Europa moderna.

En la lengua inglesa hay dos palabras que, semejantes, refieren una doble acepción de la tolerancia: tolerance (ser tolerante) y toleration (tolerancia). Con la primera se indica una virtud social e individual, una actitud personal y colectiva generosa para con el diferente: ser abierto de mente, diríamos. La segunda subraya el soportar, inclusive como política indulgente, un permiso: aguantar lo inevitable. Valido de esta ambivalencia, recurriendo a diversas fuentes (literarias, religiosas, filosóficas), Classen investiga en ellas con un propósito claro que resumiríamos así: no fue el Medievo un tiempo de persecución, no fue una civilización perseguidora, como varios han referido; por el contrario, persecuciones hubo, pero también indulgencia para con grupos minoritarios y una tendencia (que se verá fortalecida en la Europa renacentista y humanista) favorable a una conducta magnánima, humana.

Si se quiere, Classen quiere ver con más objetividad la realidad de la Edad Media y hacer justicia en los resultados. Para eso, plantea en general la cuestión de la tolerancia (en su doble sentido) en el capítulo primero, en el que toma como eje del cambio de tolerantia a tolerance, el conocido libro del masón Lessing, Natán el sabio, porque con él se divulga la idea de la virtud de la tolerancia como típicamente ilustrada: el repudio de toda forma de dogmatismo, la crítica de toda ortodoxia. En el segundo capítulo, traza una breve historia de la tolerancia (algo deshilachada) siguiendo su bifronte uso. En el capítulo tercero analiza la obra de Wolfram von Eschenbach para preguntarse si tan tempranamente como el siglo XII habría nacido la tolerancia en el doble empleo. Der guote Gêrhart, un texto de Rudolf von Ems motiva el capítulo cuarto, en torno a la tregua con los musulmanes. La literatura italiana renacentista, en especial el Decamerón de Boccaccio, abriría la perspectiva de una tolerancia generosa, como se sugiere en el capítulo quinto. En el sexto, a mi juicio uno de los más interesantes aportes, recoge las experiencias de los europeos al relacionarse con los «buenos paganos» que obligaban alguna estrategia de tolerancia. La tardía Edad Media vivió algunas expresiones filosóficas y teológicas (estudiadas en el séptimo capítulo) sobre la superación de las diferencias religiosas en las obras de Pedro Abelardo, Ramón Lull y nicolás de Cusa, que bien podría decirse respecto de éste, un intento de «concordia» en los términos del historiador Mario Turchetti. El libro concluye (ya que el «Epílogo» poco añade) con un capítulo sobre la tolerancia en tiempos de la Reforma Protestante, particularmente en los textos de Sebastian Franck y Valentin Weigel, preanuncio del ecumenismo religioso a favor de una verdad espiritual con independencia de las iglesias.

El mérito del libro de Classen pasa por mostrar que la historia es siempre más rica que los esquemas que intentan aprisionarla, y que las éticas al uso son siempre nada más que eso, rótulos convencionales. Desde esta perspectiva, bienvenida es su colaboración, cargada de erudición. Pero en donde el libro flaquea es en los presupuestos: Classen está a favor de una tolerancia como la moderna, la tolerancia de Lessing y de Kant y de Locke y de Voltaire, etc. Debería verificar más sesudamente los textos de éstos para notar que no siempre son lo que dicen ser. Quiero decir: una etiqueta que por convención se aplica a los grandes toleracionistas.

La Edad Media, afirma Classen (pág. 50), por caso, no fue terreno propicio a la virtud de la tolerancia, aunque si hubo tolerancia como indulgencia. ¿Por qué? Pues no por concepciones religioso-políticas sino por la inmadurez de los tiempos, porque para Classen la tolerancia madura exige autoconsciencia y respeto a sí mismo, fortaleza interior y una generosa comprensión del otro. Y esto es propio de la Modernidad, no del Medievo.

Si se tiene presente este prejuicio y se evitan las discusiones estériles, el libro de Classen provee un muy interesante análisis de distintas posibilidades de la tolerancia religiosa en tiempos de la Cristiandad.

Juan Fernando SEGOVIA