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Más textos de S. S. Paulo VI acerca de cómo debe interpretarse el Concilio Vaticano II

MAS TEXTOS DE S. S. PAULO VI ACERCA DE COMO
DEBE INTERPRETARSE EL CONCILIO VATICANO II.
El sagrado depósito de la doctrina cristiana, segura e ~­
mutable.
"Y algunos se atrever, a plantear dudas sobre verdades _j,í..
"tangibles de nue'Stra fe, con una ligereza im:p·ensable o inaiJm;­
" sible, tan _audaz com "ra fe. Y lo que a este _respecto aumenta nuestra aflicción y
,,nuestra aprensión es escuchar tales disonancias dentro de la
nm:ism(l. comrunidad de ere-yentes, sugeridas qui.zá P·or el deseo
''de apertura hacia el mundo acatólico, respaldadas frecuente­
"mente co'11! la referencia al Concilio recientei'Jnente celebrado, comio
"si el Concilio autorizase a P'oner en duda las verdades de /,a je,
"cuando lo cierto es que Su Santidad Juan XXIII, que lo con­
"vocó, proclam'rÓ claramente el á'ia. de su apertura: «Lo que. '.más
"urge al Con,cilio Ecuménico precisamente es que el sagrado de­
" pósito de la doctrin'IJ cristiana sea guardado y expuesto de ma­
nnera más eficaz». Siendo, p-or tanto, «necesario» que esta -doc­
"trina, segura e inm-utable, a la que se de/Je prestar fidelidad,
"sea explorada y presentada en el modo requerido por nue.Stros
ntiempos."
PAULO VI, Alocución en la Audiencia ·General
del 7 de septiembre de 1966 (texto italiano en
L'Osservatore Romano del 8), Ecclesia, riúm. 1302,
del 30 de julio.
Continuidad del magisterio eclesiástico.
"Todo cuanto ha en,señado el Concilio Vaticano JI está urnido
"con plena arm•onía al magisterio eclesiástico precedente, d_e_l que
"no es más que wna continuación, explicación ·e incremento: PiJr­
"que tam/Jién fue éste el fin por el que se convocó el Concilio,
"como atestiguó nuestro predecesor, de v. m., Juan XXIII en
"el discurso inaugural; es decir, con el prop·ósito de «reafirmar ...
nel magisterio eclesiásticd». Por tanto, nadie podrá introducir
"criterios propios en la interpretación de la doctrina del C onci­
"lio, recusando la. _dirección del tnagisterio eclesiástico; quienes
"actúan de esta suerte, em:pleam1os una expresión de San León
"Magno: «Se convierten en maestros· del error por tehuSar--ha­
"cerse discípulos de la verdad".
PAULO VI, Carta de 21 de septiembre-de-196_6 -al
Congreso Internacional de Teología .del_ Cor;icllio
Vaticano II; texto en -castellano: Ecclesia,-·númeTo
1.311, del 8 de octubre. · ' · ·
Fundaci\363n Speiro

No puede olvidarse lo que la Iglesia ha enseñado hasta aho­
ra, desvirtuándolo con adaptaciones historicistas.
"No es preciso caer en la i'en-tación de creer que las noveda­
"des, derillladas de las doctrinas y decretos conciliares, pueden
"awtorizar
cualqwier cambio arbitrario y justificar iniciativas li­
"bres e VfrespOmables, in-coherentes con el diseño de la construc­
,, ción que hay que realizar. Es necesario estar profundamente
"convencidos
que no se puede demoler la Iglesia-de ayer para
"construir una nueva hoy; no se puede olvidar e impugnar lo
"que la Iglesia ha enseiiado hasta ahora con autoridad para poner
"en lugar de la doctrina_ segitra-teorías y concepciones nuevas,
"personales y arbitrarias,· no se puede sacar de las opiniones co­
"rrientes, mrudables J.' profa.nas de nuestro tiempo, el criterio de
"fren-sam.iento y de acción de la connun-idad eclesiástica, como si
"estas opiniones fuera.n-el «sensus fideliwm», el testúnon,io de la
"ve'rdad cristiana, que los miism1os fieles. guiados por el -,nag-is­
"terio de la Iglesia, tienen P'osibilidad' y obligación de profesar:
"no se pueden apartar a un lado los problemas difíciles o des­
"virtuar las leyes exigentes con adaptaciones historicistas a 1·n­
"terpretacionies subjetivas, abandonando come viejos y supera­
"dos los cánone·s dog,má-ticos, es decir, claros, estables y autoriza­
,,dos de
la doctrina de la lgle'sia,, y eludir las exigencias innmta·
"bles de la palabra de Dios y de su rigurosa en11nciació11
"tradidonal. Es ntecesa-rio continuar la construcción de la Iglesia,
"furndando sus ncUe-vos progresos sobre el dise1io preestablecido
n por Cristo y sobre el edificio existente, con confianza J.' fide­
"lidad."
Alocución del Papa en la Audiencia General del
16 de noviembre de 1966, texto italiano en L'Os­
servatore Romano del 17 de noviembre de 1966;
texto en castellano: Ecclesia, núm. 1.318, de 26
de noviembre).
No ha cambiado nada de la doctrina de la obediencia;
"¡No ha cambiado con el Concilio nada de la obediencia!
,,¡Oh, no! Nos creemios que el espíritu, que las formns de abe­
ndienc-ia se han regenerado cori-el Concilio. Sería largo hablar
"de esto. Pero, si hemos dom1prendi:.do algo de la doctrina central
"del Concilio, e'/ misterio de la Iglesia, nm persuadiremos fá­
" cilmente de que la obediencia, m,ís que u" obsequio puramente
"formtJJl y ¡urídico a /,a,s leyes eclesiásticas y sumisión a la, auto­
"ridad
eclesiástica, es penetración y acep·tación del misterio de
"Cristo, que nos ha sal.vado· pDr -1,11,.iedio de la obediencia; es con­
"tinuación e im,ifación de su gesto fundamiental: el sí a la vo­
"luntad del Padre; es com,prensión del principio d'ominawfe de
"todo el plan
de la En,carnación y de la Redención (cfr. Lumen
"Gentiurn, 13).
De esta formra, la obediencia resitlta asimilación a
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"Cristo, el difVino obediente,· resulta nornra· fundamental de nues­
"tra pedagogía de la formación cristiana; resulta el coeficiente
"indispensable de
la unidad interior de la Iglesia, fuente y prue­
,,
ba de sU-paz; resulta cooperación efectt"va en su misión evan­
"
gelizadora ,· resulta ejercicio ascético de humildad y espíritu de
"caridad (cfr. Filp. 2, 5-12); resulta comunióro con Cristo y con
"los qHe son para nosotros apóstoles y represe-ntantes de Cristo."
PAULO VI, Alocución en la Audiencia General del
5 de octubre (texto italiano en L'Osservatore Ro­
mano del 6 Ecclesia, núm. 1.312, de 15 de octubre).
No representa una ruptura con la tradición doctrinal y dis•
ciplinar, sino una toma nueva y original de conciencia y
de vida.
"Y manteniendo este principio de fide'lidad a cuanto el Con­
,, cilio nos enseña 'V nos prescribe, nos parece que debemos evitar
"dos pasibles errores: primero el supaner que el ConciJw Ecu­
nmén-ico Vaticano segundo representa una ruptu.ra de l,a tradición
"doctr·inal y disciplinar que le precede, como si fuese una novedad
"tal que deba. compararse a. un descubrimiento que todo lo echa.
"abajo, a u.na subjetiva emancipación que autorice la separaáón,
"a una como pseudo liberación de cuanta hasta ayer ha enseñado
"y profesado la Iglesia; por tanto, consienta proponer el dogma
''católico
con nuevas y arb-itrarias interpretaciones, frecuentemente
"fuera
de la. ortodoxia a la que no puede renunciarse y mostrar el
"modo de ser católico con nuevas y exorbitantes expresfones1 a
··menudo tomadas del espín'.tu. del 111.undo; lo que no seria confor­
''me a la deji1dción histórica '\' al espfn'.tu auténtico del ConciUo,
''cual
lo presagió el Papa Ji,-an XXIII. El Concilio, tanto vale
"cuanto continúa la vida de la Iglesia; no la inf'errum{)e. no la
"deforma, no la. inventa; mas la confirnw, la desarrolla, la per­
"fecciona.,
la. «pone al dfa,»."
"Otro error, contrario a la ft'delidad que debemos al ConcilW,
·"seria
el desronocer la inniensa riqueza de enseñanzas y la pro­
··.,:idrncial
fec11ndidad ren01.Jadora que nos viene del niismo Con­
"ci!io.
Con g11sfo debemos atribuirle virtud de principW, más bien
"qne
el papel de conclusión; porque, si es verdad que él, histórir
"ca
y materia./111ente. s(' pone como epílogo complementario y ló­
'·"r,ico del Concilio Ecuménico Vaticano l, en realidad representa
·''u.na toma nite-z•a '.\' original de conciencia y de vida de la Iglesia
"de Dios; hecho que abre a la Iglesia misma, por su inlerno des­
''arrollo, por las relaciones con los hermanos todavía se'f)arados, y
"con los seguidores de otras religiones; con el mundo moderno
"tal
cua.l es -magnífico y complejo, farmidable y atarmentado-,
"nuet•os y maravillosos sentimientos."
PAULO VI, Discurso en la Fiesta de María In­
maculada del 8 de diciembre de 1966 (texto en cas­
tellano:
Ecclesia, núm. 1.321. de 17 de diciembre).
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