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Deber y condiciones de eficacia. [La acción] (IV)

Deber y condiciones de eficacia
Segunda parte
Los hombres
CAPITULO SEGUNDO
Los hombres en sus grupos sociales
por
JEAN OussEr
Fundaci\363n Speiro

DEBER Y CONDICIONES DE EFICACIA
SEGUNDA PARTE
CAPÍTULO II
LOS HOMBRES EN SUS GRUPOS SOCIALES (*)
¿ Cuál es, cuál puede ser hoy, la eficacia de una acción espe­
cíficamente doctrinal?
Un reducúk, equipo de ideólogos.
¿No estamos en la era de los técnicos, de los ingenieros? ¿ Qué
influencia podrían conservar en ella los puros ideólogos? ¡ Que
se tema, si se quiere, al advenimiento de un pragmatismo exclu­
sivamente regulado por los mismos que lo están "cocinando" !
Pero creer en la eficacia de los "doctrinarios", ¡qué anacronismo!
Discurso que parece forzar al asentimiento. Siendo así que es
la negación de lo
que salta a la vista tan pronto como se quiere
mirar.
No deja, en efecto, de producir cierta sorpresa el ver hasta
qué_ punto hombres de experiencia, jefes de empresas, técnicos
competentes, puedan ser ''manejados" por un reducido equipo de
ideólogos.
Ejemplos innumerables de organismos sindicales,
agrícolas,
profesionales, familiares, escolares, culturales... prácticamente
orientados por elementos completamente ajenos a la experiencia,
(*) Traducimos réset:M1,.S literalmente redes por núcleos o grupos so­
ciales
por parecernos las expresiones q-ue mejor reflejan el significado
preciso en que el autor emplea aquella palabra, según explica él mis­
mo en la nota 3 de este capítulo, [Nota de Speiro.]
10~
Fundaci\363n Speiro

JP,AN OUSSET
la competencia, las responsabilidades, la ciencia que esos elemen­
tos dicen representar.
Por poco que-un,o se tome la molestia, pronto se descubre el
papel de los focos de pensamiento criptógamos, muy diferentes de
las instituciones fundamentales: familias, sindicatos, profesiones,
cuerpos intermedios
... Focos que manejan los_ relevos, las esta­
ciones de servicio, los centros de presiones ideológicas. Coloquios,
mesas redondas, "seminarios", células de exploración que orien­
tan todo, sin tener nada de esa calificación experimental técnica,
científica, sobre los cuales cada uno cree que la ciudad está fun­
dada desde ahora y para siempre (1).
Y
por todas partes se descubre semejante fenómeno ... de una
competencia; de una experiencia, de una ciencia comprobadas,
(1) Cf. un excelente informe de De PenfentenYo_ al Centro de Es­
tudios de las Empresas (9 enero 1966) en Versalles: "Pongamos, por
ejemplo, la ordenación de un territorio. Sus principios directivos han
quedado fijados en
una pequeña obra de F. I,amour, Vicepresidente del
Consejo
Superior de la Construcción. Ya en la primera página, una
apostilla advierte al lector que estos
"principios directivos" han sido
puestos a
punto en pequeños grupos de funcionarios, excluyendo todo
representante
de las colectividades locales... ¿ Es que se trata de refor­
mar la empresa?
Las ideas han sido lanzadas 1)01" Bloch-Lainé en un
Ebro bien conocido. Pero desde la primera página, Bloch-Lainé se esfuma
modestamente ante sus verdaderos inspiradores: principalmente
universi­
tarios y altos funcionarios de los que se evita precisar sus nombres.
También en esto el braln-trust dirigente está compuesto de gentes .
extrafí.as
a las responsabilidades económicas y humanas de las empre­
sas ...
Otro ejemplo: la ley de odentaci6n de 24 de diciembre de 1964,
la Que ha fijado los principios conductores del Quinto Plan. Se hubiera
podido
esperar que se consultase a las personas destacadas más represen­
tativas de las realidades familiares, escolares, industriales, mrales, mu­
nicipales ... Nlo se hizo nada de esto: sino que un-gru'()O restringido, sin
mandato
jurídicamente definido, fue el que _ desempeñó el papel deter­
minante: el
_equiw f'.rt1illaumat, Estrangin, Pih. Lamour, Fourastié, Clau Petit, G. Levard, B. de Jouvenel. Con conferencias de R. Aron, Delou­
vrier. Lévi Strauss, etc. Y sus conclusiones han sido adoptadas l)Or la ley
del Estado -del 22-XII-64. Ahora bien, el informe Guillaumat y el V P1an
remedan a Blooh-Lainé (cf. el p--efacio -del libro de Michel I>ebatisse:
La Révoltwtion silenciewse).
Et· triunfo de un Theilard este género
de influencia? Es calificado de cientffico-teólogo, cuando
son muchos los sabios
y teólogos que recusan por su .parte las afirma­
ciones de
Theilant en las maté-rías de SUi propia competencia. ¿ De dónde
podrá venir semejante promoción?
110
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DEBER Y CONDICIONES DE EFICACIA
que no dejan de estar intimidadas, manejadas por factores ideo­
lógicos sin referencias científicas o experimentales serias.
O
dicho de otra manera : los verdaderos sabios, los verdade­
ros, técnicos, las verdaderas competencias locales, los verdaderos
jefes de empresas, los verdaderos padres, los verdaderos educado­
res, los verdaderos agricultores, se dejan prácticamente manejar
por puros ideólogos. Pero ideólogos expertos en una jerigonza
científica y técnica.
La razón de esto es que estas verdaderas autoridades socia­
les están con mucha frecuencia demasiado sumidas, demasiado
absorbidas en las especialidades en que, precisamente, se cali­
fican.
Los ideólogos irresponsables triunfan en la medida en que
son los únicos que ocupan
el campo de las ·sincronizaciones fun­
damentales. Triunfo asegurado, al mismo tiempo que mantenido,
por una multiplicación de clubs, grupos de pensamiento, mesas
redondas, centros de acción ideológica. uEstos han ·formado -pre­
cisa De Penfentfnyo---sus cuadros, coriquistando las universi­
dades
y las escuelas. Inspiran a la prensa, intimidan. a los estu­
diosos, invaden las esferas políticas.
Una vez incrustados, como
núcleos dirigentes, a la cabeza de los sindicatos, de
los grupos
económicos, de las administraciones sociales, se superan
en re­
ducir el campo de acción de las é/;tes naturales. De ahí el
envilecimiento, el empobrecimiento de los cuadros sociales ver­
daderos. Porque la no participación en las responsabilidades ha­
bitúa a los notables a
dejar hacer. De ahí el clima de no resis­
tencia
y de impotencia, del que se quejan las mismas víctimas ...
"En el proceso totalitario hay, pues, que considerar las dos
causas recíprocas: abuso de poder en los unos... abdicación en
los otros. Aquél no sería posible sino por ·el horror al vacío cau­
sado por ésta.
"Un t2cnócrata lo decía hace poco: "No es que el Estado
"haya matado las
iniciativas, estrangulado los cuerpos interme­
" dios; sus intervenciones se han hecho indispensables por la im­
"potencia de las libertades a actuar
por sí mismas".
"Hay mucha verdad en esta ocurrencia".
l11
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JEAN OUSSET
Francia y otros países son aún bastante ricos en libertades
jurídicas reconocidas, pero cuyos responsables no piensan en
ejercitar
(2).
"¿ Para qué, entonces, los cuerpos intermedios, si parecen no
estar ya animados por ese espíritu de iniciativa, de libertad, que
es su más preciosa razón de ser ? ¿ Para qué servirán los cuer­
pos intermedios, si los que
los animan han sido ganados al fata­
lismo revolucionario?''
Decimos que en muchos casos estos cuerpos intermedios
tienen menos necesidad d~ ser guardados desde el exterior que
de
ser renovados, reanimados desde el interior.
Y esto por medio de una operación que tiene por meta, no
el anexionarlos, no el orientarlos a capricho de una ideología
indiferente o francamente hostil a su naturaleza... Sino
por me­
dio de una operación que tenga por meta el suministrar los
elementos de doctrina que permitirían a los cuerpos intermedios
de recuperar la conciencia de
lo que son, de su destino, de su
servicio, de su papel, una más segura justificación de su poder.
Ni técn.kos sin principios, ni doctrinarios ai,slados de· lo con.­
ere-to.
La corriente revolucionaria que triunfa en la actualidad, sigue
escribiendo De Penfentenyo,
es obra de una minoría de ideólo­
gos socialistas, marxistas, masones, generalmente privados
(por
lo menos en su origen) de toda participación en las responsabi­
lidades reales de las municipalidades, de las empresas, de las
escuelas, de las explotaciones rurales. Y, sin embargo, avanzan.
"Los verdaderos responsables de estas comunidades naturales
(2) i Cuán poco conocidas son las posibilidades legales ofrecidas en
el ámbito. municipal en materia social o escolar! ¡ Cuántas intervenciones
podrían ser hechas contra
el vicio, 1a pornografía... de las que los con­
cejales ignoran simplemente
el argumento jurídico ... , como no sea que
teman invocarlo!
Un británico nos decía que su país tenía "legalmente"
una cantidad: de libertades que, EN 'I.A PRÁCTICA, ya no se ejercen, mientras
que el totalitarismo es rada vez más so:foc.ante en el Reino Unido.
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DEBER Y CONDICIONES DE EFICACIA
son legión, tienen las verdaderas responsabilidades sociales, la ex­
periencia y, formalmente, el poder concreto. Y, sin embargo, re­
troceden. En cuanto que no oponen a la infiltración ideológica de
la Revolución sino una
fe, una voluntad doctrinal casi extin­
guidas."
De ahí resulta que si, para ser eficaces, los "hombres" tienen
absolutamente menester de una formación doctrinal sólida (las
"ideas"), es necesario que esta formación doctrinal se urganice
en la propia acción social. En contacto con las verdaderas res­
ponsabilidades y con los verdaderos problemas.
En el seno de los
verdaderos sociales (
réseaux) (3).
"Porque la naturaleza de las cosas y la experiencia viva,
precisa De Penfentenyo, constituyen
el cuadro indispensable a
toda formación social o política, seria. En consecuencia, es nece­
sario evitar los peligros de una acción de difusión puramente
verbal o libresca que desarrolle abusivamente "el espíritu abs­
tracto", incapaz de captar las exigencias multiformes, tan fre­
cuentemente contrastadas, de lo real concreto".
Es, pues, necesario saber evitar estas dos formas de especia­
lización, que pueden ser
...
. . . de una parte: una competencia, una experiencia pTofe­
sional o técnica insuficientemente esclarecidas por este sentido
general procnrado
por la doctrina ...
. . . y de otra parte : una brillante formación doctrinal sin
contactos suficientes con los problemas
de lo real concreto. Con­
tactos sin los cuales es imposible tener un sentido justo de
la
vida eu sociedad.
1 ) ,,
(3) ¿Qué hay que entender por red-es o grupos sociales (réseQ/1,f,,X)f
¿ Por qué decir: grupos rurales, grupos de estudiantes ... , y no: los aldeanos,
los
estudiantes ... ? Porque el grupo o núcleo actuante no es más que
una
"parte" de estas categorías humanas. La parte motriz, El conjunto de
sus elementos más dinámicos. El conjunto de los que animan, influencian
a estas categorías. Mallas,
núcleos (réseariu), que encierran o retienen
a
un conjunto que se dispersaría sin ellos. Con respecto a la acción, los
gru).X)s o núcleos (réseaux) actúan esencialmente a modo, de "levadura" ...
en 1a masa. Elemento motor. Elemento consciente y voJ.untario de la
categoría contemplada. No hay ningún secreto, sin embargo. La idea
de núcleo
( réseaJUx) implica solamente la de una formación más particular,
de una selección
... IIamada, por otra parte, a renovarse sin cesar.
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JEAN OUSSET
De esta forma los técnicos, los profesionales más competentes
pero que carecen de ideas generales sólidas, no tardan mucho en
ser juguete de los ideólogos. Mientras que los doctrinarios
ais~
lados de lo concreto se vuelven insoportales por la inadaptación
evidente de sus vuelos intelectuales.
Lo cual prueba que la formación de los mejores animadores
sociales no podría
consistir~ ..
. .. ni en la sobretensión dogmático-moral de algunos sujetos
particularmente reactivos encargados de animar
una realidad so­
cial1 de la que no sabrán casi nada en concreto ...
.. . ni en la preparación directa, especializada, de sujetos des­
tinados a ocnpar tales puestos, tales empleos, que ignorarán todo
lo que no es de ese puesto o de ese empleo.
Para que haya una élite política y social eficaz (los mil), es
necesario que los miembros de esta
élit• estén bastante nutridos
de sólida doctrina ( sentido del orden general) y sean no menos
conocedores de un cierto número de pToblemas concretós.
Necesidad, pues, de una formación doctrinal que se ejerza
casi simultáneamente, al contacto de la vida social concreta.
Jamás una formación doctrinal será tan armoniosa como
cuando se adquiere al contacto de las realidades prácticas, se­
gún las exigencias vitales de los innumerables humanos.
Despertllll' el arrraigamknto de los hombres.
A fin de cuentas, es en estos núcleos sociales, o lo que es lo
mismo,
en su medio, en donde· los hombres están normalmente
en condiciones más favorables de expansión, de rendimiento, de
mayor y más segura eficacia.
A este respecto, recordamos nuestros primeros ensayos de for­
mación doctrinal de militantes obreros. Para evitar la multipli­
cación de
las reuniones, creímos, en un principio, posible reunir
a éstos últimos con estudiantes. Un doble efecto fue imnediato.
Timidez deprimente en algunos obreros al adquirir conciencia,
con esta vecindad de sus pocos conocimientos "intelectuales". O,
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DEBER Y CONDICIONES DE EFICACIA
en algunos otros, tendencia a la demagogia, al tomo "proletario"
por afán de prestigio ante algunos jóvenes "burgueses".
Mientras que estos mismos obreros, en su casa o en su taller,
su fábrica, en contacto de sus iguales, recobraban su naturalidad.
Ni fanfarrones, ni tímidos. E1J. plena y discreta pasesión de sus
medios. Sin excesos. Ricos en mil dones. Rawnables, prude~1tes,
sutilmente instruidos en las cosas de su oficio y de su vida. Hom­
bres escuchados, respetados en las cuestiones de su competencia.
Amigablemente apreciados por su virtud y por su valer.
Mientras
que al desarraigarlos, el embrollo era inmediato-por
debilitación tímida o por hinchazón del orgullo.
Hay necesidad, pues, para ser eficaz, de saber respetar estas
leyes de arraigamiento del ser humano. Hay necesidad de saber
distinguir las posibilidades normales,
que dependen de la función
del estado, del país de origen de tal individuo, de tal categoría
de personas.
Porque sería grande el error de creer que los "mil" de que
hablamos pueden y deben escapar de estas condiciones de tiem­
po y de lugar de los núcleo_s sociales, que son las condiciones
normales de la acción social
y política.
Las excepciones.
Lo que no quita, ciertamente, la posibilidad de numerosa.1
excepciones. Lo que dispensa menos aún del deber de utilizar­
las
en la mejor forma.
Excepciones de que está llena de historia. Y de las que hay
que reconocer que tuvieron a veces
más influencia, .más peso, que
la acción normal de quienes ocupan los puestos de gobierno.
Necesidad, pues,
para aduar bien, de un doble sentido. El
sentido de la norma. Y el sentido ... del mejor partido a sacar
de
la excepción.
¿ Se trata de campesinos? Bien se sabe que no hay estrato
social
más tranquilo, menos revolucionario. Lo que no quita que
hayan sido los campesinos de la V endée los que pusieron en
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JEAN OUSSET
jaque a la Revolución en sus comienzos. Y que también, en tiem­
pos de la Reforma, en Alemania, fueron los campesinos los más
terriblemente subversivos.
¿ Se trata de la é'/:ite intelectual: filósofos, escritores, artistas,
profesores?
Su· influencia es inmensa. Y sin embargo, doce pobres
pescadores judíos, en su mayoría iletrados, han trastornado al mundo por medio del anuncio de una cierta '"buena nueva". ¿ Y qué pueden los man jes en los problemas de la vida polí­
tica inmediata? Pueden llegar a ser
el árbitro de Europa cuando se llaman San Bernardo. Pueden, por el contrario, dislocar esta
Europa y desgarrar la Cristiandad, cuando se llaman Martín
Lutero.
Y las jóvenes campesinas ayudan a su madre en la granja "hasta el tiempo en que se las case"... excepto "J uanita", que "en nombre de Dios" fue jefe de guerra y "a la que los ingleses
quemaron
en Roán ".
Y los pintores de brocha gorda siguen con sus brochas ... salvo
en
el caso de Adolfo Hitler.
En cuanto a los mineros de fondo ... uno de los cuales se lla­maba Thorez.
En consecuencia, necesidad de saber tener cuidado con las
excepciones.
Cada uno en su propio sitW.
Queda, por ello, el que la regla es la regla: fundamento de
la acción común.
Y esta regla dice que
so"n los vizcondes quienes de ordinario,
cuentan historias de vizcondes; que son los campesinos, quienes
normalmente, son los mejor situados
para conocer, para realizar
una acción campesina. Y que para actuar bien en soldado, lo
mejor es ser militar.
l16
¿Perogrulladas?
¡ Pero cuya enseñanza no se ha propagado lo bastante t Estamos pensando, por ejemplo, en esos impacientes de la
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DEBER Y CONDICIONES DE EFICACIA
"conquista del poder" que se creen realistas porque proponen,
sin espera, formar técnicamente a los .miembros
del gobierno que
esperan constituir. ..
Formar ya a! futuro ministro de Hacienda,
al futuro ministro de.Justicia, al futuro generalísimo, á · los futu­
ros gobernadores ...
, etc.
¿No opera de esta forma la Revolución?
Es que.en muchos casos (y sobre todo en sus fases inic_iales)
la Revolución ha sido obligada, partiendo de elementos subal­
ternos, a escoger
y a formar técnicamente a sus jefes del ma­
ñana. De ahí tantas escuelas especializadas a este efecto.
Gracias a Dios, el empleo de un apa1ato tan pesado está lejos
de sernos necesario.
Tenemos necesidad de una sólida formación doctrinal. No
de una formación técnica de cuadros o de jefes predesignados.
Y esto
por virtud del verdadero orden. Porque nuestra ac­
ción
própia, lejos de ser dialéctica, debe ser unificadora, 11cimen­
tadora". Porque nosotros no tenemos que revolucionar, sino re­
formar.
Porque no hemos de despojar ni destruir una categoría
de ciudadanos en provecho de
otra categoría. Porque no tene­
mos que
borrar de la vida social a los miembros de una ten­
dencia o
dé un partido para confiar todos los puestos a los
leaders de otra tendencia o de otro partido.
Porque esto es lo que constituye fundamentalmente la dia­
léctica revolucionaria.
Y es de lo que hay que
guardarse absolutamente, si no se
quiere entrar en el juego al que se pretende poner fin.
Hemos de considerar todas las clases, todas las categorías
de ciudadanos según
la justicia misma del orden natural y di­
vino. Cada
una en su propio lugar. Cada una ordenada, juzgada
según sus funciones.
Y si resulta que
para restablecer la Ciudad en su orden ver­
dadero, algunas "cesantías" pueden ser necesarias, no es conve­
niente pensar que haya que
formar, artificialmente, a los jefes
y

a los cuadros de
la sociedad. Como si esta sóciedad no hu­
biese nunca existido hasta ahora.
Si la acción política y social que debemos realizar está con-
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JEAN OUSSET
ducida con la prndencia que se impone, esta formación técnica es
prácticamente inútil. Porque en una sociedad normal, estos cua­
dros, estos jefes, existen.
Y
por ello es tanto menos necesario formar un futuro mi­
nistro de justicia, un futuro generalísimo, un futuro ministro de
Hacienda ... , cuanto que se puederi encontrar en la calle cada día
juristas de valor, generales muy al corriente de su oficio,. finan­
cieros hábiles ... A los que les falta solamente conocer la verda­
dera doctrina. Personalidades todas ellas debidamente preparadas
en su técnica, en su especialidad. Pero nulas, o casi, en derecho
natural
y cristiano.
En consecuencia, toda vez que existen juristas, financieros,
militares, cuadros profesionales, él~~es campesinas, profesores, et­
cétera, es más conforme al orden verdadero tratar de ganar y
formar noc'I'RINALMENTE a estas gentes, que están ya TÉCNICA­
MENTE a punto.
Ventaja que implica una preciosa economía de trabajo
y di­
nero
y que está espontáneamente ofrecida por el simple res,peto
al orden natural de las cosas.
No tenemos, como los comunistas, que hacer "tabla rasa" del
pasado.
Nuestra misión no consiste en destruir, sino en reabastecer,
en reordenar un orden social preexistente, que, por viciado que
esté, no deja de estar lleno de recursos preciosos, que sería cri­
minal aniquilar o despreciar.
Los
cuadros existen.
La verdad es que a la vez es exacto y falso decir que care­
cemos de cuadros.
En realidad, los cuadros existen, técnicamente formados. Prác­
ticamente en su sitio. Cuadros y jefes normales de la sociedad
contemporánea.
Cuadros y jefes de los que hemos hablado al comienzo de
este capítulo.
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DEBER Y CONDICIONES DE EFICACIA
Algunos, sin duda, han sido ganados por la Revolución. Pero
cuántos lo son inconscientemente, superficialmente. Y a -lo~ que
un buen lavado (intelectual, espiritual) bastaría a transformar
en ardientes
y hábiles restauradores del orden social cristiano.
Acción que podría
ser más rápida de lo que se cree.
¿No estamos nosotros más extendidos, en todas las esferas
de
la sociedad, que esos primeros cristianos de los que hablaba
Tertuliano?
La desgracia no está, por lo tanto, en el hecho de una no-exis­
tencia, de una no-presencia de los cristianos en la Ciudad, sino
en su tibieza, en la superficialidad de su propio conocimiento, de
su desidia, de su pusilanimidad._
Y cuán cercanos de la meta estaremos el día en que pudiéra­
mos decir: He ahí que estos cristianos omnipresentes conocen
ya no Sólo sornera1!1-ente, sino al detalle y con entusiasmo, esta
doctrina social de la Iglesia, de la que Pío XII ( 4) ha dicho que
"ninguno se puede separar de ella sin peligro para la
fe y para
el orden moral". En esta forma, gracias a éstosJ por éstosJ un
consenso
se establece de un extremo a otro de la sociedad. Con­
dición
y pr-omesa de toda reforma social que se quiere sea pro­
funda sin ser subversiva.
Sentido de /,a jerarquía de los mí.c/,eo, sooia/,e,,
Esta acción implica, es verdad, un sentido agudo de las po­
sibilidades de los diversos núcleos socialesJ de lo que tienen de
fuerte, de lo que tienen
de débil, de sus reacciones habituales,
de su espiritu de clase
(o de casta) ...
De su jerarquía ... (al menos con respecto a la acción).
Jerarquía de aspectos innumerables.
Núcleos sociales
por razones de estado, profesionales. Núcleos
locales.
Núcleos de grupos,
de partidos, de asociaciones. Grupos de-
(4) A la Acción Católica italiana, 29 abril 1945-.
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IBAN OUSSET
portivos. Grupos culturales. Grupos privados, estrictamente amis­
tosos (5).
Hay grupos establecidos por el solo hecho de vivir en el
mismo barrio, en el mismo inmueble. Los hay que se deben a
algunos recuerdos comunes, a algunas afinidades. Lazos ideoló­
gicos o culturales. Masas corales parroquiales. Grupos de ami­
gos. Asociaciones
de· ex-combatientes, de antiguos alumnos.
Algunos grupos son
poco numerosos1 pero importantes, por"."
que sus miembros ocupan puestos clave. Otros están compuestos
de gentes modestas, pero que sacan fuerza de su número, de su
celo,
de su solidaridad.
Hay agrupaciones poderosas por el hecho de las circunstan­
cias, de un acontecimiento.
Ejemplo de grupos normalmente importantes: los referentes
a las funciones sociales más altas (magistratura, ejército, pro­
fesorado) ; como también las asociaciones que forjan la opinión
( escritores, periodist.as
... ) .
Hay agrupaciones que pueden ser influyentes "por acciden­
te"; a causa de un aspecto temporal del hecho social, del régi­
men político.
Así
fue que en el momento de la "Liberación", los grupos
(reseaux) de la "Resistencia" pudieron ejercer una influencia
excepcional.
Abogados, profesores, médicos, eran los
más numerosos par­
lamentarios bajo
la Tercera República.
Y no
hay duda de que hoy tales agrupaciones asiáticas, afri­
canas, americanas, tienen
una importancia mundial, y también
es palpable, que la Revolución intenta jugar en esas regiones
una importantísima carta.
Está claro: pueden existir grupos nacidos por la sola virtud
de
un deseo decidido de combatir los efectos de la dialéctica revo­
lucionaria.
Porque si, como hemos dicho, nuestra acción debe ser
(5) Estos últimos tienen frecuentemente, en verdad, tendencia a com­
placerse con su amistad, replegados sobre sí mismos, y por ello, a ser
menos activos,
menoS emprendedores que los grupos profesionales más
normalmente forzados a la defensa de sus intereses o de sus derechos.
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DEBER Y CONDICIONES DE EFICACIA
cimentadora, unificante, es contrario al espíritu de esta acción
aceptar las rupturas, las dislocaciones sociales
operada!:: por la
Revolución.
Es inadmisible que un día la Secta haya podido aca­
riciar
el sueño de tener "un papa de su partido", y que nosotros,
católicos, tendamos a considerar como infránqueables ciertas bre­
chas sociales, imposible toda acción en medios hostiles. Signo
neto de la debilidad de nuestro espíritu, de nuestro corazón.
Si
nuestra . resolución fuera firme rehusaríamos aceptar la
imposibilidad en. este orden. Y nos acordaríamos que las cosas
tituladas imposibles son casi siempre divisibles en una sucesión
de pequeñas posibilidades.
"Quien quiera cambiar a la vez a todos los hombres, decía
Weishaupt (6), no cambia a nadie".
Imponer a todos
una misma norma de acción es condenar al
conjunto a la impotencia_, quitándole a cada
cual su propio me­
dio, que
le hubiera permitido sobresalir.
Porque
si es cierto, como lo aseguraba San Juan Basca, que
haya que "emplear
a todos los hombres", no significa que haya
que emplearlos indiferentemente
o igualmente. Sino a cada uno
según su
talento., su est.ado, sus disponibilidades. Su medio so­
cial.
La regla está en no rechazar a nadie, en no despreciar a
ningún
grupo social a prior1J; en pensar, ante todo, ciertamente,
en explotar, sostener, animar a los que-son más influyentes, más
importantes, pero sin
olvi4ar a !os más humildes, a los menos
próX.imos a nosotros.
Nunca
se debe considerar como definitivamente inaccesibles a
nuestros mismos enemigos. Todo es posible
para Dios. Si sabe­
mos poner
por obra los medios sobrenaturales (oración, nove­
narios de misas, ejercicios espirituales).
Si
los· comunistas se atreven a formar militantes para ganar
a su causa a los cuadros católicos, incluso a los miembros del clero,
es inconcebible que nosotros no podamos hacer nada para hacer
(6) Jefe de los "Iluminados" de Bavie:a.
121
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JEAN OUSSET
volver a Cristo Rey a los revolucionarios, o al menos a los sim­
ples incrédulos.
La acción
posible en ·ro,la género de vüla.
Pérseguir y estimular a los mejore~. ¡Ciertamente! Pero sin
desdeñar a los que la Providencia nos ofrezca fortuitamente.
Examinar por lo menos lo que puedan hacer, lo que se puede es­
perar de ellos.
Guardarnos, sobre
tocio, de nuestros caprichos y de nuestras
preferencias. Imponerse
el volver a_ ver a los que_ un primer mo­
vimiento de antipatía nos hubiera hecho desdeñar.
Procurar para el menos brillante un puesto que convenga a
sus posibilidades. Mediocres bien colocados han rendido frecuen­
temente inestimables servicios.
Y p11diera ser que conviniera frenar el deseo de poder de
algunos. Y recordar a otros los educación, exigen que
:realicen. Cuántos patronos excelentes tie­
nen hoy día "mala conciencia" porque no saben qué responder
a los
slogan~ del "sentido de la historia", de la corriente fatal ha­
cia
el socialismo".
Mientras que bastaría
un poco de doctrina para disipar el
efecto de estos esquemas subversivos.
Necesidad, pues, de
una formación doctrinal conveniente, para
apreciar cuán necesaria es la acción posible de los diversos nú­
cleos sociales.
Porque no es suficiente con impulsar a la acción a los que
ansían actuar, si se viese que esa forma de acción contemplada,
desarraiga o desplaza.
Lo cual fue uno de los puntos débiles de
la acción vendeana. Campesinos que por gusto, como por interés
irunediato,
no podían olvidar el cuidado de sus tierras. Sin cesar
indecisos entre la obligación
de volver a sus cosechas, trabajar
sus campos, y el deber de correr al monte para combatir a los
"azules".
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DEBER Y CONDICIONES DE EFICACIA
Interés, pues, de fórmulas de acción bien adaptadas a las
condiciones de vida, a los caracteres, a las eostumbres de cada
núcleo social humano. Sin que haya que sacrificar a esta armo­
nía los intereses
de la acción en general.
Comprendamos
por lo menos que es útil distinguir la acción
normal de la acción extraordinaria, temporal, accidental, de un
núcleo social.
Por ello, la agrupación de los abogados adquiere una impor­
tancia mayor en régimen parlamentario,
~1,1 régimen de asam­
bleas.
Porque la acción oratoria está llamada a tener un papel
de primer
plano_ ¿ Y quién rehusaría acordar a esta agrupación
el interés que merece en nuestras modernas democracias so pre­
texto de que en estas últimas los abogados -ejercen una influencia
superior a la que deberían tener?
Exigenci(l)S de una acción multiforme.
Esta participación multiforme de las diversas fuerzas o grupos
profesionales en el combate social es una de las cosas más des­
conocidas.
Lo cual es hartamente peligroso.
Desde el momento, en efecto, en que una causa está servida
por una fracción demasiado estrecha de la sociedad, la acción
dialectizante de
la Revolución se apresura en oponer esta fracción
de ciudadanos al resto de la nación. Y hay que reconocer que
es bastante
raro el ejemplo de los campesinos vendeanos yendo
a sacudir la apatía de sus jefes naturales para obligarlos a po­
nerse a su cabeza, ofreciendo de esta forma, a escala de su pro­
vincia, un admirable espectáculo de homogeneidad social.
Es mucho más cómodo... "cultivar"' u.na sola categoría de
militantes.
Se obtiene así una multitud aparente homogénea, a
la que uno o dos sloga,ns~ o sólo algunas nociones de d?ctrina,
bastan a contentar.
Es decir, que a este paso, y por dinámico que parezca el
aparato, todo se degrada.
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JEAN OUSSET
A los ojos de la sola "clase obrera", la cuestión social nunca
será más que un prohlema de salários y de trabajo.
A los ojos de los antiguos combatientes, la meta estará en
permanecer "unidos como· en el frente", sin que sea pasible de­
cir cómo.
Preocupaciones todas éstas legítimas. Muchas de ellas dema­
siado limitadas.
Sin lo cual, tales acciones especializadas se volverían avasa­
lladoras. Teudiendo a instaurar
algún régimen monstruoso en
que la hipertrofia de uno o dos grupos de intereses poderosos
quebrantaría
al edificio social.
Peligro mucho más frecuente, mucho más actual, que
lo que
se cree. El desarrollo dialéctico de la Revolución consigue siem­
pre sacar un gran provecho de estos regímenes monovalentes:
dictadura de
una clase, dictadura del ejército, dictadura de una
burguesía "Luis-Felipesca", dictadura sinárquica de una oligar­
quía de técnicos.
Por el contrario, el armónico y pleno desenvolvimiento de un
orden social múltiple
y no obstante homogéneo, armónico, di­
verso
y jerarquizado, constituye la prosperidad y la gloria de una
política digna de este nombre.
Una acción que se apHca a no destruir nada. Sirva el ejem­
plo de la cristiandad medieval, en la cual
lo que tenfa de anár­
quico la herencia feudal fue, entre nosotros, lentam'.:nte absor­
bido, reordenado, en la cual los señores locales
fueron promovidos
a un justo y noble papel de aristocracia nacional e internacional;
en la cual, un campesinado vigoroso, los municipios, los oficios,
la burguesía,
se desarrollaron cristalizando en clases medias cul­
tivadas, extremamente variadas.
Acción social y política
que ha tenido una constante preocu­
pación de lo que se podría llamar la carta geográfica del orden
social para vigilar sus puntos débiles, descubrir sus puntos fuer­
tes; aprovecharse de éstos, acudir al auxi1io de aquéllos.
Porque es evidente que la influencia de un ministro no pue­
de
ser comparada con la de un militante sindicalista, por muy
celoso que fuere.
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DEBER Y CONDICIONES DE EFICACIA
Necesidad, por consecuencia, de pensar la acción de cada gru­
po social según su
papel, su importancia.
"Si consiguiese ganar a un rey, escribía San Alfonso María de
Ligorio, habría hecho más
por la causa de Dios que si hubiese
predicado en centenares, millares
de -misiones".
Lo que prueba que todos los grupos sociales no son equiva­
lentes entre
sí; hay algunos, se podría decir, que valen el doble,
el triple, el cuádruple y hasta cien veces más ...
Ciertas funciones modernas, sin tener el poderío de la realeza,
ejercen sin embargo
un pa;pel considerable en la orientación ge­
neral. Es, pues, importante hacer todo lo que se pueda
para evi-.
tar que las fuerzas subversivas se amparen de estas posiciones
privilegiadas.
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