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Número 130

Serie XIII

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Unidad de acción con diversidad de fórmulas

UNIDAD DE ACClON CON DIVERSIDAD
DE FORMULAS
POR
M:cCHEL DE PENFENTENYO.
El punto central de las conclusiones que qws1eramos ofrecer a
vuestra meditación es el de
la moral de los combatientes cívicos que
queremos
ser.
¿No es acaso la desmoralización el enemigo más insidioso-de
todo ejército combatiente? ¿Cómo podríamos fingir que ignoramos
que este enemigo ya ha avanzado en las filas católicas ... , en las
filas de los que no han renunciado a instaura, y restaura.,-sin cesar
la Ciudad ,obre lo, fundamento, natura/e, y divino,? (San Pío X) ..
Por

de pronto, todos
conocemÜs la duda creciente e insidiosa
que amenaza con desarmar a los mejores; esta duda secreta
.está li­
gada al clima de apostasía inmanente del mundo moderno y a la
agravación del contexto revolucionario mundial.
¿Cuál es esa duda insidiosa?
Es la que afecta, insensiblemente, a nuestros contemporáneoS­
cuando abocan a preguntarse si el sa/.vajismo, la anarquía, la demen­
cia y la anarquía -no tendrán a/,guna razón, a fin de cuentas, contra
la humanidad. No hace mucho tiempo -apenas algunos decenios­
el catolicismo contenía, a los ojos honrados, tal
grandeza ordenada
y ordenadora de la vida social, tal fuerza espiritual capaz de ilumi­
nar y de suscitar las empresas de regeneración social y política, que
los agnósticos
y los incrédulos que llevan en .el corazón un amor
,encillo
por

lo
ju,to y lo honrado (San Pío X), podían reconocer en
la Iglesia universal
el arca de ,alvaci6n de las ,ociedade, ... , el cen­
tro de unidad· religiosa, ·moral, política y social del mundo entero.
Pues-·bien, ¿se--puede, aún,
verdaderamente, seguir esperando_ ·del _
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MlCHEL DE PENFENTENYO
catolicismo ·-ias luces, las energías misteriosas por las cuales ha cu­
rrulo y aun resucitado cien veces en el pasado a las naciones?
¿Se puede aún
seguir basando

una acción temporal eficaz sobre
la
doctrina social

de la Iglesia sin que estén justificadas las ironías
y burlas que no puede dejar de provocar tal pretensión? Ya se entiende que
el remedio para tal duda Jo encontramos a
nivel de la fe. Ayer por la mañana nos lo recordaba Marce! Oement.
Y a no es tan fácil . . . Porque para que la fe opere
la salvación, es
necesario que sea una fe 'operativa ... y no_ solamente actos de fe
verbales -...
Es necesario que cuando suframos las· peores tormentas y las
peores tinieblas
de· la historia revoluciona.tia, aunque suceda que todo
se hunda, seamos capaces de esta fe operativa por la imitación de
Jesucristo en la hora suprema de su pasión. Frente a Pilatos, acobar­
dado y desorientado por la insurrección revolucionaria que va trans­
fotmándose en motín que los propios jefes del templo han provo­
cado, frente a Pilatos que le pregunta: c"Así que tú eres rey?, Cristo
ha
dado esta contestación, humanamente ridícula y que, sin embar­
go, nos impresiona como un relámpago absoluto: Tu lo dices, yo
soy rey. Para eso nací, y para eso he venido al mundo, para dar tes­
timonio de la Verdad ... y cualqui~ra que es de la Verdad, escucha
mi, voz,
Texto divino, t.exto salvífica... porque indica a la vez que si
Cristo es
el FIN y la razón de ser de-la Creación, El es también el
medio y el camino para llegar hasta El ... , y que cualquiera que
pretenda
hacer una

obra de salvación debe ser capaz de
hacer es­
cuchar esta voz ...
Texto divino, texto salvador, porque nos previene de toda ilu­
sión: Cristo no es el salvador de
nuestro's conformismos
humanos,
de
nuestras. pretensiones

o de nuestras ambiciones sociales
y polí­
ticas en cuanto tales. Dios no puede sino burlarse de nuestras
esperanzas-de

salva­
d6n temporal,

en tanto que estas esperanzas no tienen como medio
y por Fin su divina gloria.
Está completamente. conforme con la divina sabiduría que Dios
deje que los· acontecimientos· nos den sus lecciones. El mundo moder-
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UNIDAD DE ACCION CON DIVERSIDAD DE FORMULAS
no ha expulsado a Dios de todas parres: es necesario que el mundo
comprenda que lo más grave no es lo que afecta a la seguridad de
las cajas fuertes, al equilibrio psicológico de los habitantes de la tie­
rra, ni aun a las epidemias de contestaciones sociales. Es necesario,
al menos, que los hombres comprendan que todos esos inconvenien­
tes son consecuencias obligadas de su libre apostasía. Es necesario
que el mundo moderno comprenda que su pluralismo liberal es
el
germen de su nihilismo . . . y la causa de su desesperación.
Dios se ríe de los impulsos· de la Fe, cuando ...
Tal es la respuesta de la fe a la duda insidiosa que invade a
nuestros contemporáneos , ..
. Pero hay que ir más lejos ...
No basta decir, en
efecto, bajo
la influencia de un impulso pia­
doso que la salvación es el catolicismo . . . y que sólo Dios puede
salvarnos .
.. Dios --decía Bossuet-se ríe de las oraciones que se le elevan
para evitar
las calamidade, públicas cuando falta la debida contra­
posici6n a_ cuanto se realiza para atraerlas."
Porque existe una forma muy sutil de desesperación que con­
siste, en cierta manera, de no
espetar más
que en Dios;
compro­
bamos su falsedad por el carácter pasivo, perezoso, estéril y desolado
de esta esperanza supuestamente sobrenatural.
Hay, pues, que ir más allá. Lo más importante es saber_ si hay
unas condiciones de eficacia cat?,lica en la acción política y social
Para ello os propongo que consultéis la historia . . . o al menos
algunos ejemplos de resurrecciones operadas por el cristianismo en
la vida temporal de las naciones.
Porque no basta repetir con la Sagrada Escritura que "Dios ha
hecbo que las naciones puedan
sanar" ...
o con
el admirable .Victi­
mae paschalis que en el formidable duelo de la Vida conPra la muer­
te, la V ida triunfaci ..•
Todo esto no basta, pues nos informa menos que la historia
;s 1185
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MICHEL DE PENFENTENYO
concreta acerca de las resurrecciones verdaderamente operadas por
Cristo
Rey en la vida de las naciones de la Cristiandad.
Lo que la doctrina pura no nos dice es
hasta qué punto se

ha
reali:,.ado de hecho, universalmente, en la historia, lo que ella en­
seña.
Ni hasta qué punto la superación y la próxima desaparición del
cristianismo han sido proclamadas una veintena de veces en veinte
siglos de historia ...
Hasta qué punto se

había comprobado cada vez la tristeza, la
vejez
y el desaliento en la Cristiandad.
Hasta qué punto los

renacimientos católicos en lo temporal
han
sido tan fulgurantes y la acción divina tan evidente, que nadie ha
podido ignorar su carácter sobrenarural.
Hasta qué punto, sin embargo, esos renacimientos católicos han
sido operados solamente a través de la mediación de hombres, ge­
neralmente en número
y peso "temporales" ínfimos. Parece como
si Dios se
-Eecreara esperando
que los hijos de los hombres comen­
zasen seriamente

a comprometerse en
el verdadero Camino, la Ver­
dad
y la verdadera Vida para entrar soberanamente en escena y en­
tonces hacer triunfar su divinidad. En el fondo, Cristo es
el mismo,
cosa curiosa, en
la Historia universal y en la Historia de su vida en
Galilea. Cura, resucita,
distribuye la vida abundantemente . .. pero
exige
el acto de fe, es decir, la fe en acto.
El
Hijo del Hombre es el único que sabe cómo la humanidad
puede salir

de
su tumba.
Chesterton

(1), con humor, nos bace
notar c,iántas veces

el Cris­
tianismo ha muerto. Ha muerto en lo temporal, ya se entiende. Pero
ha sido considerado muerto a los ojos de los hombres. Ha estado
muerto totalmente en
la mayor parte de Europa, cuando el arrianis­
mo triunfó prácticamente
, sobre

el primer brote del imperio
trís­
-tiano que había dejado Constantino, y cuando únicamente dos obis-
(1) L'homme qu'on appelle ·Je Christ, NEL, 1947.
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pos en Occidente resistieron a la herejía. Tal vez ese primer esbozo
de cristiandad debía de ser purificado . . . En cualquier caso, fue
duramente sometido a prueba. Y el desastre fue tan grande que el
pequeño resto de cristianos fieles creían profetizable la proximidad del Anticristo.
Cuando el

Cristianismo reapareció de repente y re­
volcó a sus enemigos, aquello fue
tan inesperado como la aparición
de Cristo a los apóstoles después
de la

Resurrección.
Y, sin embargo, mirada la cosa más cerca ... , el hecho religioso
del triunfo de la ortodoxia católica se halla de tal manera ligado al
hecho político de los
nuevos poderes temporales surgidos en el
siglo
V, que es imposible separarlos.
En efecto, la Cri$tiandad tenía que enfrentarse no solamente con
el triunfo
del arrianismo, sino también y a la vez, con el hundi­
miento del Imperio Romano. Y no solamente con el hundimiento
de Roma, sino con el avance de las hordas bárbaras que la invadían
entre matanzas
y pillajes ... Se daban toda clase de "razones" hu­
manas para transigir, negociar
y pactar con los nuevos poderes polí­
ticos, y con los príncipes bárbaros, de los· cuales una parte habíase
pasado al arrianismo
y otra no tenía más meta que la "destrucción
y el pillaje (pienso que el paralelismo con la época moderna es bas­
tante elocuente).
Ahí es donde el milagro aparece más radiante: en
el momento en que cualquier salida religiosa o política parecía ce­
rrada fue cuando empezó la resurrección. Comenzó solidariamente en
los dos uiveles, de lo religioso
y de lo político.
Los obispos rechazaron el absurdo dilema: pasarse a los bárba­
ros o encerrarse en el santuario en espera del milagro. La Iglesia, lejos de pasarse a los bárbaros, se fue a ellos ... Pero
a la manera del Papa San León el Grande, que se fue ante Atila para
cerrarle
el camino de Roma, y a la-manera de San Aignan de Or­
leans, de San Lupo de Troyes, que defendieron sus ciudades contra
los Hunos; a
la manera de San Sicionio Apolinar de Clermont, que
hizo frente a los visigodos, y a la manera de tantos otros obispos:
San Germán de Auxerre, San Didier de Cahors, San Leger de Autun,
que sin duda, para "recibir" mejor a dichos bárbaros, construyeron
murallas en sus ciudades . ..
"Admú-ables fisono,,úas de obi,pos,
padres de

la
patria y de tantos otros santos que, muy lejos de come-
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MICHEL DE PENFENTENYO
ter la criminal tontería de entregar la ciudad al enemigo con el p,e­
texto
de que la Iglesia trasciende de lo, regímenes políticos, velaron
y oraron en la, fortificacione,, supliendo el desfallecimiento o la co­
bardía de lo, jefe, temporales, y "" aceptaron el descanso más que
después
de haber obtenido del

Cielo el
alejamiento y aun la retirada
del

enemigo común de
la Fe y de la patria."
¿Acaso no fue cumplidamente el instrumento militar el medio
natural de la salvación sobrenatural?
La cuna temporal de la Iglesia: importancia de los poderes
polítiooa del

laieado cristiano,
Esta salvación de la cristiandad en el siglo v nos ofrece otra
lección, esta vez política, porque entonces los obispos no se canten·
taran

con armar
físicamente la resistencia contra los bárbaros ...
J ean Ousset lo hizo observar de una manera destacada en el curso
de una convivencia de, animadores. Interesaba descubrir qué jefes
políticos ofrecían
temporal y espiritualmente, más garantías para
fundar un nuevo orden cristiano duradero. San Remigio y sus pares
fueron demasiado sabios para no soñar ni un instante en separar
el orden político y la fe religiosa. Se negaron a negociar los nuevos
poderes ,con los príncipes que la herejía arriana había conquistado.
"San Remigio y sus pares se dirigieron hacia
el esposo de santa
Clotilde, Clodoveo, amigo de Santa Genoveva como ya Jo había
sido su padre Chilperico. Se dirigieron únicamente a Clodoveo) ·es
decir, al único príncipe bárbaro que se complacía con la · amistad
de los santos más inquebrantablemente fieles a
la más rigurosa or­
todoxia. Lejos de quedarse quietos ante el peligro indiscutible de un
orden político y soc~al inspirado en el error, en la herejía, san Remi­
gio y sus pares abandonar?n temporalmente a los monarcas visigodos,
a pesar de que eran más poderosos que
el insignificante Clodo­
veo, pero ideológicamente corrompidos por este arrianismo, que el
cardenal Pie .,se· atreverá a comparar con nuestro neutralismo mo­
derno. No pretendieron realizar en el orden temporal este ideal in­
terconfesional y plura!ista, tan del agrado de los progresistas de hoy
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UNIDAD DE ACCION CON DIVERSIDAD DE FORMULAS
bajo el cetro de reyes escépticos o indiferentes. Se empeñaron re­
sueltamente en seguir el único camino por el que parecía posible
la instauración de una Ciudad Cató!iq¡. No aceptaron ningún acuer­
do, ningún compromiso, ningún conco!daro con el error dominan-
te del día. '
"Y entonces fue _cuando las monarquías arrianas visigodas fue­
ron barridas por los otros bárbaros, vencidos en Tolbiac."
"Y Francia nació en Reims, no a consecuencia de "pasarse" en lo
temporal a los bárbaros, sino debido a la conversión sobrenaruta! y
al bautismo católico de Qodoveo, fruto magnífico de las oraciones
y de la santa intransigencia doctrinal de los obispos galo-romanos."
Puede decirse ciertamente que el milagro divino fue estallando
en esta época, en el fondo tan semejante a la nuestra, de la cuá.l
Sa!vieno escribía que en ella todo radicaba en la inacción, la co­
bardía, la pereza y la negligencia más inconcebibles, en una época
en que sólo se soflaba con bebe,, comer 'Y dormir, en que nadie que­
ria perecer (pero), en la que, sin embargo, nadie trataba de hallar
los medios
a

fin de no perecer
(2).
Pero si hubo entonces cobardías y esc,
da!os, también hubo la
exultante santidad del pequeño resto de la cristiandad. Y este pe­
queño resto tomó las medidas que se imponían. Esas medidas fueron
militares y políticas.
Y Dios dio vida a esas naciones moribundas.
La desmoralización cristiana del s.iglo XI: Renacimiento de la
ftterza de la inteligencia y del orden político.
"Los pueblo, del año mil ,obrevivlan a un doble hundimiento:
el del Imperio tle
los CésM'eJ y el del Imperio de Carlomagno. füta­
ban diezmados por
la guerra y por la peste, de lar cuales los predi­
cadores
de la época ,acaban contra ellos argumento, escatol6gicos.
Como el oro escaseaba, los ricos eran más indolentes que n1111ca, los
iudíos más usureros, los comerciantes más ladrones, los poderosos
(2) Salvieno, De G11ber11atione Dei.
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MICHEL DE PENPENTENYO
más ávidos y los miserables más miserables. El mundo debía pare­
cer a
todos todavía más vie¡o que hoy en día (

... )."
"Pues bien, en ese mundo tan viejo, tan gastado, del que deses­
peraban los sabios y del que los monies decían que estaba consagra­
do
al demonio, fue donde

se
invent6 la caballería."
"La caballería no naci6 de una crisis de optimismo; floreci6
sobre
el

egoísmo,
la ferocidad y la desesperación del mundo ... " (3).
Es patente el milagro de ese siglo XI ... , el milagro de la resu­
rrección. -del cr-istianismo bajo las cenizas del envejecimiento hu­
mano,
Milagro ... sí. ... , y sin embargo milagro que se opera POR y
EN el propio cuerpo temporal. La caballería no era sólo una caba­
llería, en la intención piadosa . . . sino que era de carne y hueso y
en acción ... , y a partir de un tipo humano más próximo al truhán
que al santo de cuerpo entero. El
· genio

del catolicismo radicó en haber educado a los truhanes
y en convertirlos en la flor y nata de una élite militar.
Como la barbarie era militar, la irrupción de lo divino en la
cristiandad se hizo a través de la mediación de militares ...
• • •
Pero la barbarie no era entonces solamente militar. Como siem­
pre, el hundimiento del orden político arrastraba el hundimiento del
orden mental y del orden moral; en aquella época las peores teorías
filosóficas se adueñaban de los
espíritus. Durante

dos siglos,
un lai­
cismo de vanguardia se difundía por toda Europa hasta escalar
su
apogeo con el nominalismo de Abelardo, de Marsilio de Padua, de
Arnaldo de Brescia, cuyas máximas revolucionarias parecían triunfar
y amenazaban ya a Roma y al papado en su sede territorial ... y
una vez más sobrevino a la cristiandad una de esas muertes aparen­
tes, porque si el nominalismo hubiera triunfado, su triunfo hubiera
sido un triunfo. revolucionario de cuyo alcance nos dan una idea
las guerras civiles engendradas por los albigenses.
(3) Texto citado por J. L. Lagor, Une 110_1111elle chevallede naitra, pá~
gina 12, NEL ed., 19149.
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UNIDAD DE ACr.JON CON DIVERSIDAD DE FORMULAS
Pero ¿cuál ·fue la respuesta esta vez? La di6 Santo Tomás de
Aquino,
recogiendo
la Suma de todos los conocimientos. Y enton­
ces decenas de
millares de

estudiantes de todas clases, incluso vi­
llanos
y siervos, que llevaban una vida sórdida de golfos, se acerca­
ron a los grandes colegios para iniciarse en la escolástica.
Tuvo lugar, pues, el milagro de la escolástica del siglo XUI.
Sin embargo, una vez más, ahí no se operó el milagro a la manera
de los buenos espíritus de los cuentos de hadas, que siempre llegan
a punto pata
sacar del
embrollo a
las buenas gentes que no tienen
que hacer más que. dejarse llevar. Ciertamente, el milagro vino de
Dios; pero se operó en el seno mismo del orden humano, restauran­
do la inteligencia que estaba ya en franco peligro de muerte . . . Y
no solamente l_a _ inteligencia, sino mediante ella, todo el orden so­
cial ...
• • •
De estas observaciones sueltaS acerca de los caminos divinos en
la historia, retendremos especialmente tres puntos:
l. Dios_ no permite que las_-naciones se despierten hasta tanto
que, por
lo menos una élite, haya comprendido que no existe nin­
gún otro Nombre por el cual podamos ser salvados. No podemos
ser salvados en una situación equívoca.
2. Dios no quiere salvarnos sin que hallamos f'ecurrido a los
medios naturales: políticos, intelectuales, institucionales, eventual­
mente militares, económicos, culturales, de que disponemos.
3. Una vez reunidas las precisas condiciones naturales
y. sobre­
naturales, es cuando
el fuego divino enciende el entusiasmo y nos
hace casi capaces de allanar montañas que parecían insuperables ...
Entonces, dice el profeta Malaqufas (III, 17): "con facilidad la
mayor/a puede ser reducida por la

mano
de la minarla y cuando el
Dios

del Cielo
quiere operar la liberaci6n de los

suyos, es absoluta­
mente indiferente para El

que sean pocos o muchos".
De todo Jo cual resulta, pata nosotros, un método ... Un método
de_ pensamiento y un método de acci6n, consistente en recapitular,
defender
y enriquecer todo lo que puede contribuir a promover u.Q_
renacimiento de
lo espiritual y de lo temporal en nuestras patrias.
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MICHEL DE PENFENTENYO
Porque a través de todo lo humano es como se teje la cristian­
dad; lo humano arraigado en las mil herencias de la naturaleza y
de la gracia asociadas; lo humano de los
humildes honores de los
hogares
paternos; lo humano de las tradiciones nacionales; lo hu­
mano de las artes y de las letras; lo humano de los oficios y de los
artesanos y lo humano jurídico y militar y político ...
Porque
todos los bienes sobre la faz de la tierra han sido creados
para
el

hombre,
dice San Ignacio (4) y se le ofrecen al hombre p.:,ra
ayudarle
a salvarse. Corresponde a la condición de los hombres, seres
encarnados, que no puedan alcanzar el orden de
los bienes
eternos
· si

no es transitando por todos esos bienes pasajeros y materiales de
la tierra.
La pura verdad, el puro amor, aquí abajo, necesitan en la prác­
tica de esos estrechos lazos de las afecciones de la sangre, del suelo,
de
la patria, del oficio y de la familia que la naturaleza nos inspira
-decía Bossuet-, y que Dios quiere que estén tan presentes en el
coraz6n de los hombres que así ,e lo manda.
Dada esta solidaridad de lo. espiritual y de lo carnal, tan estre­
cha, Peguy ha podido decir, con una fórmula, ciertamente más poé­
tica que teológica, pero muy próxima a la ortodoxia de Bossuet ... :
La propiamente Jobrenatural es carnal
y
el Jrbol de la gracia está profundamente arraigado,
se sumerge en
el

suelo y
busca hasta el fondo
y el propío árbol de la gracia es eterno .
• • •
( 4) «Principio y Funda.mento»: El hombre es criado para alabar, hon­
rar y servir a Dios y Por este medio salvar su alma.
«Y las
demás cosas sobre

la
faz de
la. tierra han
sido creadas para el
hombre, para que le ayuden a

conseguir el fin para el
que ha
sido
cread{),
De

donde se
sigae que el

hombre debe de
usar esas cosas tanto cuanto Je
ayuden·
a conseguir su fin y tanto

debe apartarse de
ellas cuanto se Jo im-
· /iidttn.»
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UNIDAD DE ACCION CON DIVERSIDAD DE FORMULAS
Los cuerpos temporales, hase de una reconquista social.
Si consideramos, a la luz de estos principios tan realistas las
comunidades sociales a partir de las cuales una acción de reconquis­
ta social puede ser esperada . . . ¿qué encontramos?
La comprobación comienza por un dato pasivo, y debemos hacer
aquí una observación preliminar muy importante. Consiste en
seña­
lar que ese pasivo se sufre principalmeote del lado de los cuer­
pos

temporales de
la Iglesia. Consideremos la extraordinaria diver­
sidad de cuerpos temporales sobre los que se ha apoyado la misión
de la Iglesia durante dos milenios en la vida de las naciones ...
Con ser tan espiritual la misión docente de la Iglesia, no desdeñó
el apoyarse sobre una floración mundial de institutos, colegios,
uni­
versidades y escuelas. Otros tantos cuerpos temporales en los que
se encarnaba el poder espiritual de las congregaciones de enseñan.
za

. . . Decenas de millares de dispensarios, hospitales, hospicios,
or·
felinatos y patronazgos eran los cuer'pos temporales donde se reali­
zaban las obras de misericordia corporales y espirituales. Millares de
monasterios fueron las ciudadelas del silencio y de
la adoración a
Dios, cuyas vastas tietras vecinas eran a su vez su recurso y protec­
ción.
¿ Y qué decir de ese otro cuerpo temporal de la Iglesia que
aseguró durante mil años
el asentamiento corporal de su Poder es.
piritual:

los territorios pontificios?
Los enemigos del Cristianismo no se han equivocado en esto ...
Al atacar sistemáticamente a la Iglesia en su cuerpo temporal, al
arrancarle sus asentamientos territoriales,
al _destruirle de sus dere­
chos corporales . . . sabían bien que la privaban concretamente de
su poder espiritual
(y por eso se han estrellado los ingenuos de la
"Iglesia de los pobres", que se han unido a sus· enemigos, creyendo
que así volvería
el desprendimiento evangélico, la pureza espiri·
tual

de la Iglesia primitiva). De hecho, privaban a la Iglesia de su
asentamiento temporal sin el cual cualquier penetración profunda, todo arraigo en
la ciudad de los hombres, resu~ta casi imposible.
Hoy ya sabemos lo que le cuesta a
1a· Iglesia haber sido despo­
jada progresivamente de esos cuerpos temporales .
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MICHEL DE PEN['ENTEN~O
Importa mucho que al comprobar el inmenso naufragio de los
cuerpos
, temporales
de
la Iglesia, no se sienta cierta complacencia
parecida a una
delectación morbosa,
ni resulte una animosidad res­
pecto de nuestros jefes espirituales. No nos corresponde
· juzgarles.
Pero al laicado cristiano le importa comprender el enorme · in­
cremento de responsabilidades espiriru.ales y temporales que esta
comprobación le impone
y le impondrá .cada vez más.
El laicado cristiano todavía no
ha realizado en toda su amplitud
el· relevo y las nuevas funciones que tiene que asumir, especialmen­
te en los ámbitos educativos y escolares.
Y esto,. tanto más cuanto que la transferencia de las funciones
ejercidas antaño por tantas congregaciones o institutos religiosos,
no ,e ha efectuado desde el poder eclesiástico en dirección hacia
poderes
temporales -del laicado cristiano; se

ha
realizado desde la
potencia eclesiástica en dirección hacia los

poderes
tentaculares ( y
laicizados)
del Estado moderno.
Es muy evidente que la reconquista deberá ir contra la prepoten­
cia del Estado moderno
y que no se podrá hacer por iniciativa indi­
vidual. Solamente, pues, a partir de las
llltimas jerarquías
sociales sa­
nas, se puede esperar una reconquista. De donde se
sigue la importan­
cia que tiene para nosotros un nuevo censo metódico de esos poderes
sociales que aún existen:
hay que ir a las autoridades sociales ele­
mentales, tanto si tienen conciencía de su misión, como si con ella
han perdido
el sentido de si misma, aunque no hayan perdido -como
es frecuente-, las disposiciones atávicas, porque el atavismo cons­
titu.ye a menudo una
reserva difusa

pero viva del capital moral
heredado de la cristiandad.
Estos atavismos cristianos son inmensamente ricos en
nuestros
países.

Subyacen en todas partes, en las tradiciones de los
· oficiosi.
entre

las élites locales
y en lo infinito de esos cuerpos sociales en
los que todavía es riquísimo el Occidente.
Por estas realidades . .debemos comenzar.
En -estos-cuadros na­
turales debemos trabajar. Es cierto que a ·menudo no tienen con­
ciencia de su verdadero poder y que están desanimados y aislados.
A nosotros nos .toca. despertarlos, educarles y movilizarles.
A estas élites naturales se les reconoce especialmente por un sig-
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no que no falla nunca: -la .actitud de quienes están dispuestos a re­
chazar, aun a costa de sus bienes. y de su reputación, todo pacto con
las bajezas premonitorias generalmente de
la subversión.
Si tuviéramos
más ojos

para ver
y si supiéramos restablecer los
puentes de entre los medios sociales que se
han roto, quedaríamos
maravillados ante las riquezas silenciosas que contienen nuestras
comunidades locales.
¡ Cuántas revelaciones a partir de los quebrantamientos revolu­
cionarios de mayo de 1968 en las fábricas, en las universidades; cuántas revelaciones a partir de las campañas contra el aborto!
¡ Cuánto más quisiéramos relacionarles entre sí y ayudarles, a
esos ·alcaldes de pueblo, a esos ingenieros
y contramaestres de la in­
dustria, a esos médicos, a esas enfermeras; cuántos testimonios sor­
prendentes hallaríamos
y hallamos en cuanto les miramos de cerca!
Ahí están, en potencia, las élites del mañana. Y a há.n hecho su
rodaje. Han pagado el precio . . .
j Pensad en esas 18.000 enfermeras
de Francia en el día en que firm:aron su compromiso de sacrificar su carrera antes que prestar su concurso al asesinato de un niño!
Pensad en las decenas de millares de capataces en c:ontacto dia­
rio con los saboteadores de la vida de la empresa. Arrollados, insul­ tados, amenazados por los agentes revolucionarios, cuyo estatuto
protegido por
la ley sindical les dota de un reducto inexpugnable.
Esos mandos populares salidos de los medios obreros, que tendrán cien motivos para plegarse a la causa revolucionaria habida cuenta
de la incuria de tantos patronos que se han dado prisa en negociar
con las centrales comunistas, aceptando las jerarquías
paralelas y
produciendo corta-circuitos a sus propios escalones de mando.
Pensad, en fin, en
esos centenares
de millares de alcaldes
y de
consejeros generales en Francia, de burgomaestres en Bélgica
y en
Alemania ... , de concejales en todos los países. Son las élites prima­
rias de
la vida cívica. Sus funciones, generalmente desinteresadas, su
realismo, su convivencia con
las comunidades
orgánicas les convier­
ten en una especie de protectores naturales de los equilibrios socia­
les amenazados por todas partes.
"Verdadefamente es verdad y a la vez mentira decir que nos
faltan mandos •intermedios1 observa J. Ousset. Esos mandos técnica-
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mente formados existen, Están prácticamente en su sitio. Mandos y
jefes normales de la sociedad contemporánea."
"Algunos
de ellos,
sin
duda, han sido conquistados por la Revo­
lución.
PMo muchos sólo lo han sido superficia/,mente, inconsciente­
mente.
Y un buen lavado (intelectual,
espiritual) bastaría
para trans­
formarlos en ardientes y hábiles restauradoreS del orden social cris­
tiano" (5).
¿Qué les falta, pues, a esas élites naturales, a esas clases medias.
cuya extraordinaria diversidad· ya hacía presentir a Lenin que cons­
tituirían
el mayor obstáculo a la penetración marxista en Europa?
¿Qué falta a esos jefes naturales de nuestras comunidades locales
para transformarse verdaderamente en agentes conscientes, activos,
voluntarios, de la reconquista social?
Les falta un complemento de luz y de energía cívica.
Un complemento de luz para comprender las causas reales de
las dificultades
-y, a veces, de los dramas- que les amenazan per­
sonalmente en su vida familiar, profesional, local ... Hay que ha­
cerles comprender que esos errores y esos peligros que padecen no
sün más

que los aspectos localizados de esta vasta subversión orga­
nizada que se llama la Revolución.
Después les falta un suplemento de energía
Abordamos ahí un síntoma muy grave del mal: las élites natura­
les son numerosas
y omnipresentes. De hecho, poseen aún en casi
rodas partes

la realidad de los
·poderes locales y, sin embargo, triun­
fa un ·sentimiento de impotencia y asistimos a una inmen_sa desmo­
vilización de los mandos naturales de la
sociedad ante
el empuje
agresivo de las minorías revolucionarias ...
Aquí puede ser decisivo el papel de las redes activas de acción
(5) Jean Ousset, La acción1 pág. 76.
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cívica, porque la causa principal de este desarme de los poderes
sociales naturales radica en una. extraordinaria mixtificación. Todo contribuye hoy en día a hacer creer a esas élites locales. que están
aisladas . .. De poco sirve que haya cientos de miles de aislados si
un condicionamiento psicológico, que se puede llamar diabólico
-escribía muy bien Jean Madiran-hace creer a cada uno en par­
ticulM, a
cada uno de los qu(! no aceptan el conformismo y la arbi­
trariedaa, que él es único en .su .especie y él único de esa opin16n.
Pero
cuando decenas de millares de personas están en ese caso y
tienen ese sentimiento, el único problema es el de ponerles en re­
lación
unas con otras; en hacer

que se conozcan ...
Hacer que se
reconozcan solidarias en sus responsabilidades
comunes, en
sus co­
munes competencias
y en sus intereses comunes.
Y ahora sabemos, en Francia, que eso es posible . . . desde que
el gesto de los cincuenta y dos mil setecientos siete médicos, enfer­
meras, magistrados, juristas, universitarios
y alcaldes ha permitido
realizar un
consensus (un consensus es una solidaridad activa), un
consensus absoluto para el respeto a la vida. Por primera vez en la
historia contemporánea
la máquina revoluci9naria ha sido detenida
y el gobierno obligado a retroceder (estamos en tregua, como es sa­
bido). Eso hay que
hacerlo ahora

en todos los escalones de
los poderes
naturales. Hay que educarles, sostenerles, llevarles a un mutuo co­
nocimiento, a reconocerse y a ejercer sus
poderes.
Tarea inmensa, ciertamente ...
Pero tarea - ya suficientemente adelantada, sobre todo desde hace
cinco o seis años, para permitirnos discernir los
deber:es que

nos im­
pone
y los perfeccionamientos que exige de nosotros.
Nunca, en efecto, el
"Office" se
ha encontrado
tan solicitado de
todas partes como hoy en día, y
la demanda va creciendo en todos
los aspectos. A menudo ha parecido como si nos pesara cuando he­
mos sido atrapados y arrastrados hacia unas proyecciones de nuestro trabajo que hace
tan sólo unos años ni imaginábam0s. Hemos hecho
frente, cueste lo que cueste, con unos elementos ínfimos de encua­
dramiento. Ciertamente que esos desarrollos nos maravillan, pero
también nos preocupan.
Porque un p,rogreso semejante en la acción
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MICHEL DE PENFENTENYO
diversificada, de la fábrica a la escuela, del movimiento juvenil a los
catecismos
familiares, sería mortal, en breve

plazo si
la unidad fun­
damental de todas esas redes no se acrecentase en proporción.
Es necesario, pues, que tomemos una conciencia más clara de
los deberes que estas m{tltiples demandas, cada vez más apremiantes,
no~ imponen.
Se

trata de un problema de animadores. Si no conseguimos des­
arrollar esa

fuerza central,
'esta fuerza
de animación
y de ed~cación,
corremos el riesgo de ver cómo se hunde el "Office".
Ciertamente que no podemos sino felicitarnos al· ver. cómo se
desarrollan las · fórmulas satélites tan ricas en promesas como las de
las empresas, del artesanado, de las escuelas o las de las redes cam­
pesinas. Redes del "Office", y aun muchas otras creaciones podrían
ver la luz ... y nos alegraríamos de ello. Nuestras redes podrían aún
rendir cien servicios más. Pero a condición de que la unidad y la
energía fundamentales del "Office" sean constituidas constantemen­
. te
en: la

medida de las transfusiones de sangre que se nos piden ...
y de no ser así, ¡ cuidado con la anemia!
.Guardémonos bien de olvidar que si el "Office" ha llegado a
ser lo que es,
ha sido debido al trabajo de "La Cité Catholique". El
"Office" ha progresado porque durante quince años la "Cité
Ca­
tholique" había formado unos animadores unidos por la misma en­
señanza fundamental. Ese capital de animadores rigurosamente formados ha sido el
alma y la fuerza central de nuestro trabajo. A ellos debemos el lan­
zamiento de .redes especializadas. Pero no debemos tener miedo de decir que pronto llegaremos
al límite de agotamiento de ese capital si no acometemos, desde
ah9ra, un

esfuerzo
muy especial para suscitar
un incremento en el
ntÍmero de

animadores.
Si os parece, esa razón se.rá la resolución especial de
est~ final
de Congreso. Hay que duplicar el ¡,úmero de animadores. Y es ne;
cesaría que los nuevos animadores estén dos veces mejor formados -,· 1 •
que an,~ño.
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l.º) En. primer lugar, mejor formados por un mejor arraigo
en lo concreto.
Porque el "militante cívico" cada vez deberá ser menos un puro
y simple repetidor de lecciones librescas. Recordad el horror que
a Jean Ousser

le produce lo puramente doctrinal.
La exclusiva afi­
ción por lo absoluto provocada por la enseñanza no

menos
absoluta
de la doctrina únicamente, tiende a convertirse en implacable, pe­
rentoria en las -ideas, shnplista y torpe en la acción, y tiende a cul­
tivar
un tipo

de hombre incapaz de
entrar en armonía con
las gen­
tes que están en
la realidad; un tipo de hombre fácilmente repul­
sivo a los o¡os de los que eiercen los

poderes
y las responsabilidades
1'ea/,es de la vida social ... , es decir, precisamente de aquellas autori­
dades sociales que nos hemos propuesto como misiÓ'n iluminar, asistir
y revalorizar.
Por el contrario, importa, por tanto, que el militante del civis­
mo
católico esté
dotado de poderes concretos -incluso elementa­
les-
y de competencia social y de experiencia práctica, al menos
en un ámbito restringido. Cada vez será más necesario que pueda
hablar en nombre de un mínimo de servicios realizados ...
2.º) También mejor formado en el plano doctrinal.
Potque ya tampoco basta 'la encarn~ión concreta. Es la -hora de
las guerras ideológicas. En todas · partés la subversión es principal­
mente ideológica. Es, pues, necesario que los animadores fomenten
la afición a la cultura general, el gusto por la doctrina en su mayor
y más poderosa universalidad. La doctrina debe ser la clave de .bó­
veda del conjunto de nuestras redes sociales, infinitamente diversi­
ficadas.
Y a se entiende que una formación así exige estudios adecuados.
Y
yi sabéis
que no
hay más que un medio realmente eficaz, el tra­
bajo de las células. Nunca se ha hecho nada eficaz ni duradero -in­
cluso en el servicio de las revoluciones ele la historia- sin células
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de estudio y acción. Verdaderos hogares de influencia intelectual y
centros de impulsión para la acción,- las células son también los lu -
gares privilegiados para esa amistad al serviciO de la verdad, sin la
cual a la acción le faltaría especialmente ¡ la clorofila! ...
Estas son las· resoluciones -que creemos· debemos someteros.
Corresponden muy exactamente a las exigencias de la actualidad,
¿Cómo se construirá el

futuro? Sólo Dios lo sabe: Pero lo que sí
sábernos es que,
incluso en la peor hipótesis (y sobre todo si esta se
realiza} nada -puede

resistir- mejor
las tormentas
y
los ·desencadena­
mientos .revolucionarios que la multiplicidad de focos de resisten­
cia en los que
la vida -solidaria de la fe puede hacerse firme infini­
tamente mejor que la concentración en vastas or~izaciones.
A trabajar, pues, con todos los recuersos acrecentados, cada año,
en un plano natural.
Pero sin olvidar qlle la naruraleza, privada de la gracia, no pue­
de nada.
Así que la fe es, aquí abajo, la raíz y el trono de la vida de la
gracia en nosotros.
La fe es principio de salvación. La fe es, según el Evangelio, como lo hemos visto en la historia,
tan poderosa que parece obligar a Dios a hacer milagros.
Incluso es
la . única virtud que ha arrancado a Cristo, Nuestro
Señor, una especie de conmociones de asombro y tle maravilla ...
Por esto,
y dado como vemos al mundo, se comprende que el So­
berano Pontífice haya decretado que este año sea Año Santo, es
decir, un año de conversión, un año de despertar a la fe. Despertar
a la fe especialmente confiado a
Nuestra Seño,a, según la exhorta­
ción apostólica que acaba de publicar el Santo Padre acerca del
Angeltts y el rezo del Rosario.
Por tanto,
¡ un año del Credo!
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