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Número 130

Serie XIII

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Karl Barth, un teólogo marxista

. KARL BARTH, UN TEOLOGO MARXISTA
-POR
MIGUEL PORADOWS.KI,
Entre· los muchísimos ··teólogos (más bien -seudoteólogos) que
han contribuido
a la marxistización de la reología, parece que. el . ' -· ·, ' .' ', primero y más impo.rrante lugar (1) correspon¡le al pastor protes-
tante
Karl Barth (1886-1968).
Karl Barht, desde su juyentud, ya-_antes-_c;le la.p,rimera-guerr~ _mun­
dial, siendo vicario de una parroqµia protestante en Ginebra (1909),
mostraba una gran simpatía-_por-el marxisfUO,·ta?to por su doctrina
como por su praxis revolucionarias. A _p~sar de su investi,d:ura de
pastor de almas, Karl Barth· se -comprometió en las. acci,vidades pura­
mente políticas, afiliándose-
al partido mands~ (el social--dem6crata)
de Suiza en el año 1915; antes de la escisióri,,:.es d~ir~ _cuand~ eSte
partido se Componía ta_nto de dementas socialistas como de comu­
nistas (marxistas-Ieninistas). Según Marquardt (2), Karl
Barth entra
en

el partido marxista de Suiza
pa,r_a radicalizar.
las actividades de
esta agrupación política. Es sabido que el partido marxista de Suiza,
igual que
el de Alemania, se pronunció a favor de la guerra ( el 4 de
agosto
de 1914). Entonces, en estos partidos internacionales
(pues
ambos

pertenecían a
la Segunda Internacional) tenían preponderan­
cia
los sentimientos nacionales sobre el pacifismo internacional.·
Pal'.'a
Karl

Barth -quien en esta época ocupaba el cargo de pastor en
( 1) Conviene recordar que Karl Barth. no es ni el primero ní el úniéo pastor
protestante comprometido con el
grupo revolucionario

marxista-leni­
nista de los «revolucionarios pt~feslünales)) dé Lenin, Trotzk}'" y ,cotti.pañ.ía, pues
hubo
mui:hos otrOs, i:Omo Fritz Lieb (a

quien Barth
dedicá· uno
de
sú.s libros), Hl,tlilberto Droz (i.tnO de

los secretarios
de la Tercera futernácional),
Christoph

Bh.unhardt, etc.
(2) Friedrfrh~Wilhelffi Marquardt, Theologie. u1ld S0ti-ali.rmu.r. Das Bei­
s-piél'Karl Barth,."Grifoe!Vald-Kaiser, Berlín•Muniéh, 1972.
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Safenwil, Argovie, Suiza (entre 1911 y 1922)- esta posición del
partido marxista suizo era un escándalo
y fue precisamente para
reforzar la posición
más radical del partido, es decir, la posición co­
munista (marxista-leninista) por lo que decidió entrar en él. Una
vez dentro del partido· .. marxista. suizo, Karl Barth se esforzó por
llevarlo hasta la posición leninista. Al parecer participó en las re­
uuiones de la famosa ·Conferencia de Zimmerwald (1915) (3), donde
Lenin puso los
fundamentos para la futura Tercera Internacional
(comunista). Más todavía: cuando en el año 1922 Lenin "afloja" algo
(según s1i famosa táctica: "dos pasos adelante y uno atrás"),, Karl
Barth le reprocha la falta de . . . radicalismo (extremismo).
Marquardt demuestra
que en
el famoso párrafo del
"Romerbrief""
(el comentario de Karl Barth del capítulo XIII de la carta de San
Pablo a los Romanos), polemizó con el ensayo de Lenin El
Estado
y la Revolución. La edición alemana del ensayo de Lenin aparece en
1918 (4), y en el trabajo de Karl Barth se discrepa de la posición
de Lenin, mostrándose Barth más izquierdista
y más extremista que
Lenin, pues exigía no solamente el rechazo de toda metafísica del
Estado, sino también que la institución del Estado se sustituyera in­
mediata
y completamente por la revolución marxista, que en esta
época se desarrollaba en Rusia. Según Barth, el Estado es esencial­
mente malo
y no se puede -esperar que "desaparezca" (5), sino que
es menester destruirlo (6). Barth ataca también el concepto leninista
( 3) Sobre la conferencia en Zimmerwald, véase William Korey, La con­
férence
de Zimmerwald, 'en la revista LE CONTRAT SOCIAL, vol. X, nú­
mero
l.
(4) El original del ensayo de Lenin, El Estado y la Revolución, fue
escrito en los meses de agosto y septiembre de 1917, como lo dice el mismo
Lenin en las «palabras finales a la primera
edición>>, fechadas

el 30 de no­
viembre de 1917, es decir, que Lenin lo <"!scribió un mes antes de la revolu­
ción bolchevique de octubre.
('5) Aquí Barth se manifiesta profundamente marxista, pues la «doc­
trina sobre
el Esmd.o opresor» es una de las partes más esenciales y más ca­
racterísticas del marxismo .de
Marx (hay
que insistir en esta expresión: el
«marxismo de
Marx», pues

existen los otros «marxismos», que el mismq
Marx rechaza:
«Q.uant a moi, je ne suis pas marxiste», escribe a su yerno).
( 6) En este punto Barth se aleja de la posición de Marx, pues Marx
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KARL BARTH, UN TEOLOGO MARXISTA
de la "dictadura del proletariado" ( que se sirve de la institución del
~stado para lle".'ar a cabo la revolución marxista mundial, es decir,
el Weltoctober), lleg¡¡ndo _a un leninismo más radical y más extremis­
ta que el de Lenin,
.hasta caer en

el anarquismo. Pata Barth
el Esta­
do, es la. "violencia instituciOnalizada". Es muy elocuente ~l respecro
el
texto de Barth citado por Casalis: "Nosotros combatimos el Es­
tado de
.,;,;,. manera

radical
y fundamental. El Estado actual no puede
ser mejorado.

La violencia de·
1a injusticia desde arriba debería ser
reemplazada por la violencia de
la irrupción de la justicia desde· aba­
jo. El Estado concreto, es decir, el de la sociedad burguesa, el que
ge­
neraliriente se llama el Estado justo, es la quintaesencia del mal; en
vano se espera su
desaj,arición, es
menester destruirlo, pues el Estado
es una
organización sistemática

del uso de la violencia por una clase
contra otra, por una parte de la población contra la otra" (7). La
polémica de

Barth con Lenin es
·muy seria y, al mismo tiempo,
filuy ingenua. Es seria, pues Barth, siendo un fiel discípulo de Mai'x,
quiere·

que
la revolución llevada a cabo en Rusia ¡x>r los marxistas­
leninistas sea una realización de
la doctrina de Marx, es decir, que
tenga el papel histórico de la liberación del proletariado de la opre­
sión
y explotación por la burguesía, y que el proletariado, liberándo­
se a sí mismo, libere
al mismo tiempo a toda la humanidad, cons­
truyendo una sociedad sin clases, es decir, sin opresores ni oprimi­
dos,
tal como lo plantea Marx en su Manifiesto co1j1,unista (1848), y
tal como lo interpreta Engels (8).
sostenía que el Estado desaparecería por sí solo, a medida que la sociedad
---debido al proceso sociológico de
la transformación efectuada por la re­
volución--- de socialista pase a· ser comunista, es decir, sin clases. Pero se acerca a la posición de Lenin, cuando éste, en polémica con Kautzky, cita ex­
tractos de
cartas de

Marx a Kugelmann, donde
Marx insiste
sobre la necesi-
0-ad de

«romper la máquina burocrático-militar» (la carta
es de
12 de abril
de 1871). Lenin insiste: «
... es

evidente que la liberación de la clase oprimida
es imposible, no sólo sin una revolución violenta, sino también sin la des­
trucción del aparato del Poder estatal»
(El EJtado y la Revolución, Ed. Mos~. ·
cú, 1946, pág. 13).
(7) Georges Casalis, Théologie et socialisme: l'exemple de Karl Barth, en la revista ETUDES THEOLOGIQUES ET RELIGIEUSES, núm. 2, 1974,
págs. 1(,2, 163.
(8) Federico Engels, en su comentario al Manifie1to comuni1ta1_ del que
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~eto _;esta''polémica ·es también muy ingenua; pues Bal'th no se
di' éuehta: ·que para Lenin el marxismo es, ai1re todo, una -doctt'ina
par'a · ti propaganda, par; conquistar el apo~ de 1~ ~~~. y nO un
programa real. Banh, como la gran mayoría de los ingenuos revo­
lu_cionarios idealistas, no entiende el ciiÚsmo de Lenin,
p~a · "el cual
1~ doctrina marxista y especialmente la teoría marxista sobre· la re­
volución, es un medio o un método para conquistar el poder y para
era coaq.tor, escribe fo siguiente: «La idea fundamental de que está penetrado
t~do _ el ManifiesJO,· a saber: que la producción económica y la estructura so­
cial,_ que d_e ella se deriva necesariamente en cada época histórica, constituyen
la base sobre la cual descansa la historia política e intelectual de esa época;
qiie, ·por tanto, toda la historia de la sociedad· (desde la disolución del ré­
gimen primitivo de propiedad comurial de la tierra) ha sido una historia de
lu~ha de ~!ases, de lucha _entre clases explotadoras y explotadas, dominantes y
d,9minadas, eri _ las diferentes fa_ses ~el desarrollo social; y que aho:ra esta
!U.Cha ha llegad.O a una fase en qtie la d~e e~plot¡¡.da y oprimida ( el prole­
t~riado)
no
puede · ya
emancipatsé de la da.se que la expiota y la oprime
(lá. ,burguesía), sin emancipar, al mismo ti~mPo -y pani 'siempre, a la ·soC:iedad
ehtera

de
la eXf>lotación, la ópteSión y la lucha de clases-, esta idea fun­
d,$eiltal' perténéce,
única y exclusivamente a Marx» (Prefacio a la edición
alemana
de 1883). Esta es una __ de las-muchísimas manifestaciones del me­
sianismo de Marx.
- Aqlµ Marx .aplica al proletariado la i dica_ (Y· no la. bíblica). Para l~s 'lectcires no· acostumbrados a estas termino­
logías conviene recordar que el mesianismo bíblico, es decir, tal como ápa­
rece

a lo largo de la Biblia, ve al Salvador de mundo,
al Redentor de · la
humanidad en la persona individual del Mesías = Cristo ( el Ungido), mien­
tras que el mesianismo talmúdico, es decir, del Talinud, lo ve personificado
e'n· el

mismo
puebIO judío,
quien por sus
sufrimie'ntos (antisemitismo),
siendo
perseguido por otros pueblos, está· redimiendo a .la humanidad.
· Es

este con­
cepto mesiánico,

desfigurado por la doctrina
rabínica; el que Marx aplica al
pioletariado: una clase social
qué, por

sus
su.frimieritos ·(siendo e'xplotada
Y oprimida p~r la burguesía), es'tii. redimiendo a l!l humanidad. Esta «ieden­
ciÓn»·
consiste ~segúll· el citado texto de ·Engels~ en el ·hecho de qtie el
proletariado·,
ú.betándose por la revolúción marxista, liberá tambiéri,. al mismo
tiempo,:
a

la
Clase burguesa (pues ésta deja de ser op!esora y expÍótadóra) y
construye una sociedad ideal, sin clases. No hay que olvidar· que Márx eia
jµdio,' ~duCadri en '1.ma fa.tnilia coó. tradiciones rabfoicá.s, y que el mesianismo
· judío le~ fue mu}"· -fámiiiat.· Sobre 1i · 61:ri ffiaO~ra de erifogi.r el problema· del
mesianismo judío, véase: Gershome
.G. Scholem, Le meJJianisine Juif1 Coll­
íriánn-Lévy, Paris,

1974,
págs. 504.
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KARL BARTH, UN TEOLOGO MARXISTA
mantenerse en el poder conquisrado. Si Leniu y su grupo de los "re­
volucionarios profesionales" hacen la revolución, la hacen para que
ellos y exclusivamente ellos, lleguen al
poder y. disfruten del

poder y
no el "proletariado", en cuyo nombre hacen la revolución. Ellos des­
precian al proletariado,
y se sirven de él cínicamente. La tragedia de
Barth consiste en esta equivocación. Barth es un
idealista; él
ama
sinceramente al proletariado' y cree ingenuamente que la revolución
marxista puede cambiar el mundo, transformando la sociedad y "ha­
ciendo justicia" al proletariado, mientras que Lenin desprecia esta
posición harthiana y la clasifica abiertamente como la "enfermedad
iufantil del radicalismo izquierdista". Barth no se ha dado cuenta
nunca del cinismo de Lenin y de los bolcheviques; ni de que su
profundo y sincero idealismo era cínicamente explotado por los le­
ninistas. Cegado pOr su idealismo, no fue capaz Barth de percatarse
de que el leninismo es, en realidad, un -gansterismo político: una
doctrina
y un método para conquistar el poder por la revolución
violenta, y para mantenerse en él pot la dictadura y el terror.
Por esta razón, Barth tampoco se dio cuenta del verdadei-o y real
sentido de la doctrina marxista-leninista sobre la "dictadura del pro­
letariado". Sobre este
rema, Barth entró en estériles polémicas con
Lenin, pues no entendía que Lenin trataba solamente de lanzar un
slogan, que le permitiese
ocultar su verdadera intención, a saber:
la de implantar su propia dictadura, sirviéndose del proletariado.
Barth, siendo idealista, no entendía que nadie pudiera explotar al
proletariado con tanto cinismo como quienes utilizan su nombre
como bandera.
Barth confundía su propio
conceJ?ro idealizado
de la revolución
con
la real y existente revolución_ marxista en niarcha. Eso explica
su entusiasmo por la revolución bolchevique, inhumana, cruel, allti­
social y antiobrera. Barth tenía fe en que esta revolución iba a forjar
un "hombre nuevo"
y una sociedad nueva.· Hay que tener presente
que cuando Barth habla del "hombre nuevo" lo entiende en el sen­
tido bíblico. Difícil sería eneontrar una más dolOrosa equivocación:
el bolchevique como un bíblico "hómbre nuevo". Pero Marquardt
insiste que precisamente con ocasión de esta revohición leninista nace
lo que podría llan1arse la eclesiología de Barth, es decir, su concepto
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de lo que debería ser la comunidad cristiana del futuro. Barth quiere
verla como una comunidad que supere el leninismo (8 bis).
Barth, penetrado por el concepto marxista del Estado --como una
institución que tiene que
desaparecer, a medida que se realiza la re­
volución marxista-, fácilmente llega a confundir y hasta a identificar
la
futura sociedad socialista con la comunidad escatológica cristiana,
e incluso parece creer sinceramente que la revolución marxista va
a llevar a
la sociedad hasta la realización del Reino de Dios, predi­
cado por Cristo. Su desconocimiento de
la realidad en que vive es
algo verdaderamente asombroso. Uno se pregunta: ¿cómo un hom­
bre
culro como

Barth podía desconocer por complero la desastrosa
situación del hombre, ante todo del obrero, del proletario, en la so­ ciedad bolchevique en Rusia? ¿Cómo podía él
l;¡acerse

ciego
y
sordo, al no ver y no oír nada de los sesenta y seis millones de víc­
timas de la revolución marxista en Rusia (9), y de la vida inhumana
en los campos de concentración y de trabajo forzado del nuevo im­
perio
5C?viético? El

mismo _Barth, que era tan sensible al dolor del
hombre pisoteado en
la Alemania hitleriana, siguió durante toda su
vida (muere en el año
1968), idealizando
la suerte del hombre en
el infierno soviético. Es incomprensible que - Barth, que ya en los
pr~eros años

de
su trabajo pastoral mostró
no. solamente

una especial sensibilidad por
la suerte del proletariado de su parroquia,
sirio que

también fue un
predicador
direcrarnente vinculado

con la realidad de cada día -pues
subía al púlpito con la Biblia en una mano
y con el diario en la
otra- no viera la desdicha,
la miseria y el dolor de este mismo pro­
letario en la Rusia soviéti<:a. Si
se atreve, a veces, a criticar la si­
tuación dél hombre en
la Rusia soviética, echa sobre Stalin toda la
culpa del mal que constata; pues, para Barth, en sí misma la revolu~
ción

marxista era algo sagrado, intocable, por
encima de toda crítica.
Cuando se leen· sus trabajos de exégesis, tan ingenuos
y ta~ com­
pletamente
desvinculados de la realidad, uno se da cuenta hasta qué
punto Berth era un hombre alienado por el marxismo. Veamos un
(8 bis) Casalis, o. c., pág. 163.
(9)
Solzenitzyn, El archipiélago de Gulag.
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KARL BARTH, UN TEOLOGO MARXISTA
ejemplo concreto, a saber: su bien conocida exégesis de la carta del
apóstol San Pablo a los Romanos, capítulo VIII, versículos
19-25,
El texto de la carta es el siguiente: "Porque la creación, en adelante,
espera, aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios. La
creación, en efecto, no por propia voluntad, sino a causa del que la
sometió, queda sometida a frustración, pe.ro con una esperanza: que
esta creación misma· se verá liberada de la esclavitud de
la corrup­
ción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Pues
lo sabemos bien: la creación entera, hasta ahora, está toda ella gi­
miendo y sufriendo dolores de parto. Y no es esto sólo, sino que
también nosotros mismos, que poseemos las primicias del Espíritu,
gemimos igualmente en nuestro propio interior, aguardando con
an-­
siedad

una adopción
filial de la redención de -nuestro cuerpo. Pues
con

esa esperanza fuimos salvados. Ahora bíen, una esperanza cuyo
objeto se ve, no es esperanza. Porque ¿quién espera lo que está
vien­
do? Pero si estamos esperando lo que no vemos, con constancia y con
ansia lo aguardarnos" (10). Pues bien, Barth no ve en este texto
ni al hombre ( como un ser
humano, el individuo), ni a la sociedad (como un ser colectivo,
la
humanidad entera), ni a la creación entera, sino exclusivamente al ...
proletariado. Para Barth el mensaje apocalíptico-escatológico se
con.:. creta

en
la situación del proletariado, y toda su exégesis bíblica de
este texto se reduce a
la profundización y a la ampliación de la bien
conocida teoría mesiánica de Marx-Engels (11). Pero si a Marx
y a
Engels se les puede perdonar que no se dieran cuenta -en
el año
1847 /48,
al escribir el Manifiesto comunista--de que el fenómeno
social del proletariado es un fenómeno pasajero, contingente, del momento (a pesar que
es·te "momento" duró, en

algunos
países, hasta
cien

años, pues ¿qué son los cien años en comparación con los miles
y tal vez millones de años de la historia de la humanidad y más to­
davía
en comparación con la eternidad?)
y lo tomaron como un fe­
nómeno de una duración relativamente
larga y por esta razón cons­
truyeron su teoría mesiánica
(el proletariado == mesías, redentor de
(10) Nuet'O Te,rtamento, Ed. Herder, Barcelona, 1968, pág. 198.
(11) Véase la nota 8.
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la humanidad), no se puede perdonar este error a Barth. En vida de
Barth
el fenómeno del pioletariado -como' una clase s6cial deshe­
redada,
sin ninguna
propiedad fuerá de ·siis hijos, que

vive en com­
pleta miseria
(12)-'-, había

desaparecido por completo en
muchos
países.

Entonces, ¿cómo se pueden aplicar las palabras de San Pa­
blo --que
Se refieren a algo permariente, 'durable, constarite, "y, ante
todo, a·algo presente y·vigente al final
del m:undó, puesto·que tiérie
un

claro carácter
apocalíptico-escatológi~, a

un
fenómeno social
que por su naturaleza· es contingente y pasajero'? La única explicación
_plausible parece ser la alienación marxista sufrida por Barth. Barth,
más todavía que su maestro Marx, vivía en un mundo de fantasía,
de imaginación, llena de imágenes del pasado. Barth soñaba en un futuro ideal, en el que el proletariado iba a tener el papel principal,
mientras que en la realidad social en
la que vivía este proletariado
ya

desaparecía. Mientras tanto, otro fenómeno social, el
Estadci, que
Batth .que!ía ver desaparecer, se afirmaba, especialmet;i.te en el país
donde
la revolución marxista se hallaba en marcha -según Barth
y su maestro
Marx_:_ deberfan crearse la:s condiciones sociales ·indis­
pensables para su desaparición. }3arth· usa muy a
menudo el

lema:
"un verdadero
cristiano tiene
que ser
(muÚ) socialista y un verdadero socialista debería ser (sallte)
cristiano". Pero hay que recordar que para Barth "socialista" y "mar­
xista" es lo mismo, de manera que cuando Barth pretende identificar
los cristianos con los
socialistas~ en

realidad quiere identificar el cris­
tianismo con
el marxismo.
· Pero

·donde
más se nota el· elemento marxista en el pensamiento
de Barth, es decir, su alienación marxista, es en su concepto
de Dios.
Barth

vincula todas sus reflexiones sobre el concepto -de Dios
con la revolución marxista en marcha, es decir, que sus conceptos
rio son

ontológicos, transcendentales, sino históricos, sociológicos,
in­
cluso

socio-económico, es
decir~ materialistas. Para Barth; el concepto
de Dios está en relación con el mundo "nuevo" que va a reemplazar
(12) Sobre el fenómeno «proletariado» véase: Romuel Zaniewski, Vori­
gine
du prolétariat romain

et contemporain, Faits et
Théories1 louvain, ~9,57,
página 398.
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KARL BARTH, UN TEOLOGO MARXISTA
a la "sociedad burguesa" (12 bis). Aquí, en el pensamiento de Barth,
de nuevo se nota el papel alienante -del marxismo, pues Barth, alie­
nado por la dialéctica marxisra, es incapaz de pensar fuera de las ca­
tegorías marxistas, las cuales, para Barth, expresan la realidad his­
tórica. _Así,
otra· .vez, Barth

reduce a lo histórico
y contingente las
realidades transcendentes y ahistóricas. Hay que ser materialista para
construir un concepto de Dios con las categorías tan contingentes
y
pasajeras como son la "sociedad burguesa" y la "sociedad proleraria".
Barth, para poder construir su concepto de Dios, parte de la crí­
tica de la sociedad burguesa, es decir, que lo que es, por definición,
transcendental (Dios),
pretende encerrarlo en lo_ que es, por defini­
ción, contingente (la sociedad burguesa). Es difkil encontrar una po­
sición más groseramente materialista. Para Barth, Dios es Ganz­
Andere, pero

no en el -sentido ontológico
y transcendental, sino sola­
mente en relación con
la futura sociedad ideal socialista, la que va
a reemplazar a la sociedad burguesa.
Barth
--como lo

hará cincuenta años más tarde
Cardonnel­
identifica

a Dios con
la revolución m.arxista, o más bien con el con­
tenido

de esta revolución, pues, para Barth, Dios es el elemento ex­
plosivo de la revólución, es
la fuerza, la dinámica destructora de la
revolución marxista, es decir, que es lo que normalmente cada cris­ tiano, no alienado por el marxismo, llama el satanismo. Lógicamente,
según nuestro pensar católico
tradic~onal, Barth

llega a identificar
á.
Dios con la rebelión ( como también )o hace actualmente Cardonnel,
con la diferencia de que Cardonnel, en este caso, se refiere a Cristo).
Pero hay que tener presente que para Barth
-que piensa
con las
categorias marxistas, es decir, materialistas- tanto Dios como Sata­ nás tienen sentido materialista, y qu:e Barth, a pesar de ser marxista,
o
tal vez por su marxismo, es anarquista. Es, tal vez, su anarquismo
el que lo lleva a confundir a Dios con
la rebelión, pues Barth, como
muchos anarquistas, no es
capaz de

concebir la libertad
huma~a co­
existente

con la· autoridad.
Dios, siendo según Barth
Ganz-Andere (co_mpletamente

distinto),
no se identifica con ningún fenómeno social, ni siquiera con el de
-(12 bis) Casalis, o. c., págs. 169,170, 171.
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la revolución, pero es el contenido de la revolución, su fuerza explo­
siva y por consiguiente liberadora. Esta fuerza otorga a la vida hu­
mana
el sentido y la dignidad.
Toda esta "teología" de Barth es completamente incomprensible
para los que no piensan con las categorías del marxismo. Pero para
pensar correctamente con las categorías marxistas
hay que colocarse
en
el plano de la filosofía hegeliana y kantiana y, ante todo, olvidarse
(si se
la conoce) de pensar con las categorías de la filosofía cristiana,
especialmente del tomismo. Para las
personas no
acostumbradas a
pensar con las categorías de las filosofías kantiana
y hegeliana, las
reflexiones de Barth no solamente son incomprensibles, sino contra­
dictorias, paradójicas y hasta absurdas.
Casi todas las elucubraciones seudoteológicas de los "teólogos"
marxistas de hoy día tienen sus raíces en esta "teología" marxista de
Barth. Alex Morelli, Gustavo Gutiértez, Hugo Assmann, Pablo Ri­
chard, Diego Irarrazaval, Ronaldo Muñoz, Héctor Borrat, Paul Blan­
quart,
J. Cardonnel, Giulio Girardi -para mencionar algunos de los
autores más subversivos- que exaltan
la revolución marxista, que
identifican el "Reino de Dios" predicado por Cristo con
la futura
sociedad ideat marxista socialista-comunista, que justifican la lucha
de
clases, que

ven en
el compromiso del cristiano con la revolución
marxista la realización del amor cristiano, etc., etc., sacan sus ideas
y argumentos principalmente de los escritos de Barth. Hay que suponer que la nefasta influencia de Barth sobre los
seudoteólogos de hoy día será todavía mayor cuando se traduzcan sus escritos, pues hasta ahora (1974) se ha traducido muy poco del
alemán a otros idiomas, y todavía no existe una edición completa de
sus escritos en alemán. Muchos católicos se han dejado engañar por algunos trozos de
los escritos de Barth, especialmente por sus trabajos de exégesis,
pues
suponen de buena fe que- Barth usa los términos y conceptos como
"Dios", "Cristo",
"redención", "transcendental",
etc., en el sentido
tradicional, es decir, cómo los usan
la" filosofía y la teología católi­
cas (13). Pero hay que tener presente
qÚe todos

estos términos, en
(13) Como por ejemplo Jacques Bur, en su libro Sens Chrétien de
/'hiJtoire, París, 1973, págs. 72-74.
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KARL BARTH, UN TEOLOGO MARXISTA
la "teología" marxista de Barth, tienen sentido completamente dis­
tinto, y tienen sus
raíces~ no
solamente en el pensamiento marxista,
es decir, ateo
y materialista, sino incluso en la filosofía hegeliana y
kantiana, es decir, en la filosofía de la praxis, de la acción y no en la
filosofía del ser como lo es la filosofía tradicional cristiana y su
principal exposición dada por
el tomismo (14).
Eso explica el hecho de
'que quienes
hoy día se esfuerzan por in­
troducir
el pensamiento de Barth en la teología católica -para, con
su ayuda, acelerar
y facilitar la invasión de la Iglesia por el marxis­
mo
(15)-, combaten el tomismo con tanto fanatismo, pues éste es
inconciliable con aquél.
Se puede suponer que, en el futuro inmediato, los estrategas de
la lucha marxista contra
la Iglesia van a usar, dentro de poco, las
obras de Barth de manera parecida a como en las décadas -pasadas
utilizaron los escritos de Maritain, Mounier
y Teilhard de Chardin.
Ahora, en nombre del '"ecumenismo", ya se empieza a lanzar a Barth
y su "teologfa marxista" (16).
(14) Véase Miguel Poradowski, ¿Por qué el marxismo combate al to­
mismo?, Ed. Speiro, Madrid, 1974.
(15) Véase Miguel Poradowski,
El marxismo invade la Iglesia, Ed,
Universitarias, Universidad Católica de Valparaíso, Chile, 1974.
(16) Hasta ahora (1974) solamente se
han publicado

una parte de los
escritos de Barth. Parece _que únicamente -Friedrich-Wilhelm
Marquardt" tenía
la

posibilidad de estudiar la totalidad de manuscritos de Barth; por
-esta
razón,

hasta que no aparezca una edición completa de los escritos del fun­
dador de la- así llamada
«teología dialéctica»

( que, a nuestro juicio, debería
llamarse «teología marxista»)· hay que recurrir por necesidad a la obra de
Marquardt, la cual, muy probablemente, no
es completamente objetiva, pues
-siendo Marquardt

marxista tiene la tendencia de presentar a Barth como
un ejemplo del pensador protestante marxista.
Se ha anunciado la publica­
-ción de

las obras completas de Barth en francés, en 80 volúmenes,
lÚ ciue
-seguramente

va a llevar varios años. El presente ensayo está basado princi-
palmente en la obra de Marquardt
y en el comentario que hace de ella
Georges Casalis (promarxista).
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