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Sociología del protestantismo (III)

SOCIOLOGIA DEL PROTESTANTISMO (III)
PO!l
MIGUBL POBADOWSKI
3. El protestantismo como reacción de la civilización germá­
nica contra la civilización latina.
El
protestantismo es
un fenómeno que pertenece no solamente
a
la religión, sino también a la civilización.
Desde el punto
de vista de la historia comparada de las religio­
nes,

el protestantismo fue una
reacción del cristianismo paganizado
alemán oontra un cristianismo, pagani"3do de la época renacentista,
pero desde el punto de vista de la historia comparada de las civrli­
zaciones, el
protestantismo es una r=ión de la civilización germá­
nica contra la civilización latina.
Veamos eso más de cerca.
Siempre existe un

vínculo
real entre la religión de un pueblo y
su
civilización (1)

; entre
ambas hay mutua influencia. En algun06
casos es la religión la que domina toda la vida social de una so·
ciedad dada y, en consecuencia,
imprime y define .su civilización.
En
otros
casos, donde fa religión, por muy importante que sea en
la vida priva.da de la geru:e, no tiene mucha influencia en la vida
pública, su influencia sobre
la civilización también puede ser pe­
queña o casi nula e, incluso, en a'lgunos casos, históricamente com­
prooados, puede ella misma ser producto de la civilización. Lo in­
discutible es que

siempre
existe un vínculo entre la civillización y
la religión.
(1) En este ensayo la palabra «civilización» está usada en el sentido que
le da la definición de FeliJcs. Koneany, a saber: el mltodo de vida social
de la sociedad. Véase F. Koneony: On the Pl11rality of Civilization, op. cit.
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Fundaci\363n Speiro

MIGUEL POR.ADOWSKI
Sin embargo, el vínculo entre la cosmovisión (Weltanschauung)
y la civilización es todavía más estricto y esencial, pues la cosmo­
visión

es un
factor básico·, primario, y iel más importante en cada
civilización, determinándola. Se puede decir que la civilización de
cada
sociedad depende,
ante todo, de su cosmovisión,
y por esta
razón el papel
de !a

cosmovisión,
en la

vida de
una civilización
dada,
es más
;mportante que

el
de la religión. Teáricamente se puede
imaginar una sociedad sin 1"eligión, pero no sin cosmovisión, pues tal
sociedad ya no sería sociedad humana. Cada cosmovisión no encie­
rra en sí las creencias. religiosas, pues se -dan las cosmovisiones ma­
terialistas y ateas; el marximo no es el único ca.so. La cosmovisión,
como una síntesis coherente de todos los conceptos e ideas que se
hace el hombre
sobre su

vida,
sobre sí
mismo
y el mundo entero,
el cosmos, el universo, es una exigencia de la razón humana.
La civilización es la obra del hombre como un ser social politi­
kon dzon. Estas obras «políticas» del hombre, por ser obras huma­
nas, siempre quedan marcadas por su cosmovisión, y, por eso, es
imposible que exista una civilización no influida por una concreta
cosmovisión.
Ahora bien, el protestantismo no es .solamente una religión, sino
también una
cosmovisión concreta y distinta de otras; incluso, tal
vez, es más cosmovisión que religión. Es aquí donde se encuentra,
ante todo, el vínculo entre el protestantismo y la civilización.
Recordemos
qué es la

civilización.
El hombre
es un ser

compuesto de cuerpo
y espíritu. Su carácter
espiritual
lo diferencia de otros seres vivoo. Su espiritualidad se
manifiesta IC'.[l. su raz6n, voluntad. y scntimienu» (pasiones), es decir,
en la capacidad de actuar de manera razonable y libre. Como efecto
de esta
activid•d espiritual aparece fa cultura.
Pero siendo el
hombre un

ser
espiritual es también un ser social;
vive en la sociedad y solamente una vida social está conforme con
su naturaleza; es sólo por la vida socia!J: por lo que el hombre des­
arrolla
su
personalidad, siendo

para él la sociedad un medio-ambiente
·
indispensable {2).
(2) La . vida solitaria · de un eremita tiene solamente las apariencias de
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Fundaci\363n Speiro

SOCIOLOGIA DEL PROTESTANTISMO
Pues bien, la civilización es precisamente el efecto de la vida
social
humana, siendo
una
coherente síntesis de la totalidad de las
relaciones sociales producidas
por 1a vida social humana, llevada
según

un determinado
método. Pues, corno resultado de esta vida
social, aparecen en la sociedad innumerables formas de convivencia,
costumbres, leyes, instituciones. La civilización se expresa, ante todo,
en las leyes. La misma palabra «civilización» viene de la palabra
latina civis (ciudadano), es decir, un hombre que gp,za en la socie­
dad de una situación especial, prevista y definida por la
ley. El
hombre construye su civilización como un edificio no materfal, en
el cual mora, llevando su vida social. El tipo y la calidad de este
edificio no
material depende

de innumerables
factores ideológicos,
históricos,
att1bientales y ecológicos,

siendo
la cosmovisión el factor
más importante. Si comparamos una civilización a un edificio, los factores
eco­
lógicos,

históricos y ambientales podemos compararlos con los ma­
teriales con los cuales la sociedad construye su morada, mientras que
la cosmovisión sería la idea, el plan
y el estido de esta construcción,
ser una vida fuera de la sociedad, pues, en realidad, un piadoso eremita no
rompe sus vínculos con la sociedad, sino que vive al lado del
grupo· humano
al cual pertenece y con el cual convive de lejos, buscando la indispensable
tranquilidad para la concentración
y sus meditaciones. Memás, por .la ora­
ción y contemplación, convive con Dios. La vida social- humana se realiza y
se manifiesta,
ante tod1:>, po1" la comunicación de las propias vivencias a los
demás y por la participación de las vivencias ajenas, enriqueciendo de esta
manera la

propia
vida interior. El eremita, estando por la oración en contacto
con Dios, lleva una vida social
par excellence. Recordemos que -según la
teología católica- Dios es un ser sociable y que su vida interior (si se puede
decir así) es esencialmente social, pues consiste en un acto permanente de
mutua comunicación entre las Tres Personas (el dogma de la Santísima Tri­
nidad) y se comunica a los hombres por la Gracia (los dogmas de Encarna­
ción, Eucaristía, etc.). Conviene también recordar el carácter social del dogma
de la Comunión de los Saptos. El papa Pío XI ve precisamente en la vida
social del hombre el reflejo de la perfección divina (la endclica. Divini Re­
rlemptoris, párr. 29). Nada, pues, es tan ajeno a la filosofía social cristiana
como el individualismo extremo-~ del_ cual el protestantismo -según Mari­
tain-es el más genuino representante. Véase J. Maritain: Les trois refor­
mateurs,
ob. cit.
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MIGUEL PORADOWSKI
es ~ecir, Jo que la define y determina. Y, si la cosmovisión la com­
paramos al estilo, hay que recordar que éste, en cada caso concreto,
tiene que ser uno
sólo, pues no se puede edificar un edificio según
distintos estilos

a
la vez. ,Cada. sociedad, edificando su civilización,
tiene

que trabajar
según una sola idea, un solo plan, un solo estilo,
pues, en el caso contrario, no llega a edificarla,
y en vez de adaptar
un orden
de la vida social, seguirá viviendo en el desorden. Por
eso la
lucha de
un pueblo
por su civilización es, ante todo, una
lucha
por la cosmovisión, la que, al fin: y al cabo, detennina el tipo
de civilización en construcción. El protestantismo -como lo
vamos
a

ver
más adelante- es también una cosmovisión, la germánica,
según

la
cual los alemanes querían edificar su propia civilización
y

extenderla a otros países.
Pero, antes de
tratar este punto, hay que recordar que cada civi­
lización no es solamente obra de esta
actividad del
hombre
-politi•
kon dzon'- razonable, consciente y libre, sino que también es obra
de

la
actividad instintiva,

espontánea
y subconsciente. El hombre,
pues, actúa no solamente de manera. <>, es decir, en cuanto
un ser espiritual: razonable, libre, consciente de lo que hace, según
un
propósito bien meditado
y libremente escogido. El hombre es un
animal razonable; es un ser razonable, pero hay en él algo de animal,
y eso no puede ser olvidado, pue; se manifiesta en toda la vida
humana y, en cbnsecuencia, también en su vida social y en fa cons­
trucción de la civilización. Esta «animalidad» humana se manifiesta,
entre otras cosas, en el hecho de que el hombre, de manera ¡,arecida
(pero

no la misma) a los
anima.les, actúa también en forma instin­
tiva. En las
adturas bajas la cantidad e importancia de los actos ins­
tintivos es relativamente grande. Estos actos instintivos son no sola­
mente las reacciones espontáneas, inconscientes, subconscientes o se·
miconscientes, sino también las que se manifiestan en la actividad
humana como reacciorus !hereditarias, es decir, ca.usadas por el hecho
de que, reaccionando siempre de la misma manera en las mismas
circunstancias, en
la estructura ¡,sicofísica de la persona se forman
unas predisposiciones
para reaccionar de la misma manera cuando
se repiten las mismas
circunstancias. Cuando
la misma manera de
reaccionar en las mismas cirrunstancias tiene lugar durante varias
s;4
Fundaci\363n Speiro

SOCIOLOGIA DEL PROTESTANTISMO
generaciones a lo largo de varios siglos, estas predisposiciones ad­
quieren una fuerza notable. Es el caso de las C06twnbres, a propósito
de
las cuales ya los antiguos decian: «la C06tumbre es la segunda
naturaleza». En la conducta humana hay algo que ,tiene que ver con
la
herencia, con
lo hereditario, congénito, y que la sociología califica
como paleo-sociológico, pues
emana de lo más profundo de la es­
tructura psicofüica del hombre y que el vulgo llama «la voz de la
sangre». Hay
muclioo actos humanos que
son instintivos, es decir, inde­
pendientes de
la razón y

de la voluntad.
Cuando el hombre toma
conciencia de estos
actos y se da cnenta de que algunos de ellos
son inmorales
(p. ej., los actos irustintivos de la venganza), si es
una persona honesta, se
esfuerza para dominarlos y eliminarlos

de
su vida, lo que no
siempre es

fácil,
especialmente en el caso de los
instintos hereditarios, formados
por la actuación de muchas genera­
ciones.
La civilización es una obra, tanto de los actos propiamente hu­
manos, es

decir,
razonables y
libres, como también de los actos ins­
tintivos.
En la vida de los pueblos germániC06, por intermedio de la reac­
ción protestante, se manifestaron los antiguos instintos germánicos,
por su naturaleza paganos, pues son formados por las reacciones
psicofísicas

ya en los tiempos precristianos. El cristianismo los des­
truía o,
al menos, dominaba., pero cuando en estos pueblos la fe
cristiana se
debilitó, la w:ón y la voluntad perdieron su dominio
sobre
ellos, de manera que estos instintos volvieron a manifestarse
nuevamente. «Y volvió el
perro a su vómito» -dice San Pablo de
los convertidos que vuelven
a sus costwnbres paganas-. T 1111tes
proportions gardé~! se puede aplicar la expresión de San Pablo a la
reacción protestante, pues ella ha tomado carácter de una vuelta a
la antigua civilización germana,
nna vuelta reaccionaria contra la
civilización latina, siendo llanto una reacción de la antigua, pag-ana,
cosmovisión germánica, como también una reacción de los antiguos,
paganos, instintos germánicos. Veamos esto
más de cerca, recordando cnál es la diferencia entre
la civilización germánica y la latina.
83S
Fundaci\363n Speiro

MIGUEL PORADOWSKI
El caudal de las .dquisicioues culturales y de la vida civilizada
del mundo antiguo
pasó a los romanos; ellos lo cuidaban y desarro­
llaban.
De la antigua cultura griega los romanos recibieron y trans­
mitieron a las generaciones siguientes la desinteresada, sincera, abier­
ta y amorosa búsqueda de la
vetdad, el
culto entusiasta de la
belleza
y el sacrificado hacer el bien. El culto de esta pagana «trinidad»,
de la Verdad, la Belleza y el Bien, completado por los romanos con
el culto de la Justicia y de la Ley, constituye la síntesis de la cul­
tura antigua groco-romana, y se encuentra en las bases de la civili­
zación romana.
La más importante contribución de los romanos a la civilización
europea en
gestación es el Derecho. Los romanos eran unos verda­
deros genios del
Derocho, y

en eso sobrepasan, incluso, a los judíos.
Para los romanos,
la Ley es la expresión de la Justicia, el sentido de
la

cual es independiente de la voluntad humana, pues está grabado
¡oor el Creador en la misma naturaleza humana, es docir, dictado por
la ley natura:!.
La civilización romana se expresa, ante todo (pero no solamente),
en el
Derocho romano.
La
aceptación real (y no solamente formal)
del
Derocho romano

significaba, pues,
también, al
mismo tiempo,
uoa
aceptación de la civilización romana. Los países y los pueblos
conquistados por los romanos e incorporados en el
lmperium Ro­
manum estaban subordinados al Derecho romano, con la tolerancia
de las leyes costumbristas locaues, no contrarias al mismo. Sin em­
bargo, una verdadera y real aceptación del Dereoho romano no se
efoctuaba aotes

de que
,stos pueblos
se penetraran con el espíritu de
él, es decir, 1antes de que se -enamoraran y encariñaran con 1os idea­
les y principios de esta legisilación, haciéndolos suyos e introducién­
dolos en toda su vida social. En
,sto consistía
la romanización de
los pueblos conquistados por Roma. En el territorio de este
lmperium Romanum, en la época de su
mayor
expans!ión y grandeza, cuando lo gobierna el «divino» César
Augusto, nace Jesucristo, y con él una nueva religión, la cristiana,
y
una nueva

cosmovisión, la cristiana..
Con el
adv-eriimiento del cristianismo empieza

una nueva era en
la histori• del mundo. Las dos cos,ruwisiones, la antigua, pagana,
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Fundaci\363n Speiro

SOCIOLOGIA DEL PROTESTANTISMO
y la nueva, cr1stiana, se enfrentan. Empieza el combate a vida o
muerte, un combate sin tregua posible. A medida que se impone
el cristianismo, la cosmovisión pagana es pau!latinamente eliminada
como base y fundamento de la civilización romana y reemplazada por
la cosmovisión cristiana, y así, lentamente, nace una nueva civiliza­
ción, la civ1lización. fatina, como la primera civilizaoión cristiana.
Esta primera civilización cristiana, la civilización latina, no des­
truye completamente a las civilizaciones antiguas paganas; al contra­
rio, muchos
elementos y adquisiciones de ellas los conserva y des­
arrolla, destruyendo solamente lo que
está opuesto a los principios
del

Evangelio. Primeramente, y ante
todo, alimina y destruye la
institución de la
esclavitud, como absolutamente opuesta al concepto
cristiano de la dignidad
!humana de cada hombre. De manera pa­
recida,
de inmediato, empieza a luchar por el pleno reconocimiento
de

la dignidad
humana en la

mujer.
La Igiesia, a medida que cris­
tianiza a
los pueblos,

construye la civilización
cristiana: una
«civi­
lización del Amor» (
según la preferida expresión del

papa Paulo VI).
Nacida
y desarrollada en el territorio del Imperio ro,rrumü, den­
tro
del ambiente de

la
civilización romana, esta joveo

y primera
civilización cristiana toma la forma de la
civilización la.tina. Es sólo
después de la caída de este Imperio cuando la civilización latina se
impone casi en todos los
países, que previamente encontrábanse bajo
la

influencia de
la pagana civilización romana, latinizándoles.
En realidad, la civilización latina es la antigua civilización ro­
mana cristiaiiizada; es decir, que sólo la cosmovisión pagana está
reemplazada por la cosmovisión cristiana dentro, de la civilización
romana, mientras que fos otros valores están conservados. La ávili~
zación

latina es,
entonces, la sucesora y heredé'ra de la civilización
romana; sus valores y adquisiciones conserva, desarrolla y enriquece,
penetrándoles con el eapíritu del Evangelio.
F.sta nueva civilización europea, la civilización. latina, en los
países donde antes dominaba la civilización romana, encuentra un
terreno
más propicio para su desarrollo, y su trabajo es más fácil y
los resultados más durables.
La tarea de la formación de los pueblos, según las normas y
principios de la civilización latina, desde el principio encuentra mu-
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MIGUEL PORADOWSKI
chas dificultades, pues coincide con la época de las grandes migra­
ciones e
inwsiones por loo pueblos bárbaro,; (
es decir, no
civilizado,;
por

la
civi[ización romana), en su

mayoría germánicos, portadores
de su propia civilización pagana germánica.
También
hablamoo de la <«::ivilizadón europea», por la cnal en­
tendemos la civilización latina, desarrollada y enriquecida por todos
los pueblos de Europa, previamente romanizados durante el Imperio
romano
y después latinizados en la época ya cristiana. La civiliza­
ción europea es la antigua civilización greco-romana, transformada
durante la época cristiana en la civilización latina, después desarro­
llada
por los pueblos europeos y enriquecida por las distintas cul­
turas de estos pueblos, ya fieles a los valores cristianos.
Volvamos
ahora al

asunto del protestantismo.
La
civilización roma.na penetró muy poco en los pueblos ger­
mánicos.
Los territorios de los futuros Estados ..!emanes no entraban
en
Je! Imperio roma.no, pues sus fronteras, en los tiempos de su .ma­
yor

extensión en
Europa, bajo
el
gobierno de Trajano, se extend!an
en

el norte
de Europa hasta Escocia, cubriendo a Inglaterra y Gales,
siguiendo en la Europa continental por el
rlo Rhin, sobrepasándolo,
en fo. desembocadura, hasta el río Elba (Hamburgo), y en el sur, hasta
Ratisbona, siguiendo luego, el
r!o Danubio, pasando por Vindobona
(Viena),

hasta su desembocadura en Rutnania.
Sólo los pueblos que
vivieron
dentro de estas fronteras
durante varios

siglos se impregna­
ron con los principios de la
civilización romana. Los otros habitantes
de

Europa no tenian ocasión de
recibir · esta «educad~> roma.na;
«los hombres que, en los tiempos de su juventud, no pasaron por
la escuela ... », dijo a este propósito
André Maurois.
Sólo, algunos pueblos genruínicos se encontraban, en estos tiempos,
dentro
de
las fronteras del antiguo Imperio romano, romanizándose
para

siempre. Es
el caso de los actuales territorios de Baviera y Austria.
Los
demás pueblos gertnániC06, encontrándose fuera de
las
fronteras
del
Imperio

romano, a
ot:ro lado del limes reutkus, alleode la «gran
muralla» ( de pallisadas) romana, no aceptaron la civilización romana
ni en los
,tiempos del antiguo Imperio romano, ni después. El empe­
rador

Adriano, construyendo su imponente «muralla»,
segura.mente
no

se imaginaba hasta qué punto con esta obra contribuía a
la apa-
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SOCIOLOGIA DEL PROTESTANTISMO
rición, en el lejano futuro, del protestantismo primero y del hitlerismo
después.
Loo pueblos germán.iros, que no se ~ en los tiempos
del

Imperio
romano, también se demostra,on resisteotes

a la influeo­
cia
romana en la época ya cristiana ( 3).
A pesar de que algunos de ellos recibieron y aceptaron, en los
siglos siguientes, de los antiguos romanos
muchas costumbres y

leyes,
sólo asimilaron lo que estaba de acuerdo con su propia civilización
germánica, ante todo los elementos bizantinoo, siempre presentes en
la civilización romana.
La rooepción tardía ~ comparación con los otros pueblos euro­
peos-por los alemanes

del Derecho romano, en
los tiempos
del em­
perador Maximiiliano I, es, en realidad, la recepción del Dera:iho ro­
mano bizantinizado, pues se trata del Códtigo de Justiniano.
La siguiente latinización de los pueblos germánicos es muy su­
perficial.
Es innegable el. hecho de que los pueblos geJl!llánicos se
convirtieron rápidamente

al
cristianismo y
aceptaron
la civilización
cristiana

de entonces, pero se
puede tener dudas sobre

si
esta conver­
sión era sincera y profunda, pues conservan, durante muchos siglos
después de ella, instituciones y costumbres completamente reñidos con
los principios morales cristianos (p. ej.,
iur primae noctir). También
muchos acontecimientos de la época permiten suponer que la fina­
lidad de esta rápida conversión era más bien de carácter político. Se
trataba de aprovecharse de la herencia dejada por Roma y de rees­
tructurar un nuevo imperio. También ·muchas instituciones de este
nuevo imperio, ahora en manos de los. germanos «cristianos», se pre·
tende presentar como cristianas, pero, en el fondo, ellas son paganas.
El ejemplo de los
«Caballeros teutones»
no es una
excepción. Utilizan
el cristianismo y sus instituciones ,medievales, tanto atlturales como
mr.litares (las

,distintas órdenes
monásticas), para. afirmar su JX>sición
y eiotender su propia cu[tura y su poder. Disfrazados con la civiliza-
( 3) Es curioso que esto se refiera s61o · a los pueblos germánicos, pues
otros

pueblos, como los
· húngaros, finlandeses, irlandeses, eslavos, etc., se
romanizaron y latinizaron con facilidad
y rapidez una vez convertidos al cris.
tianismo

que
les vino desde Roma, -no así los_ que recibieron el cristianismo
desde Constantinopla.
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MIGUEL PORADOWSKI
ción latina, la van a abandonar en la primera ocasión, cuando ya no
tengan necesidad de ella. Conquistan a otros puebloo con el nombre
de Cristo en sus labios y con el signo de la Cruz en sus mantos, pero
el verdadero espíritu del Evangelio no penetra en sus corazones y
mentes. En los tiempoo en que se consideran unos perfectoo caballeroo
cristianoo,
el historiador-cronista. de
la
época los llama latrones cruce
signati. En el nombre de Dios y de Cristo, bajo la dirección de sus
obispos y abates, con la crueldad de siempre, exterminan pneblos
enteroo, bajo
el

pretexto de
convertirlos ali cristianismo. Sobre las rui­
nas
y cadáveres de los autóctonos puebloo eslavos, por la violencia y
el crimen, fundan sus marcas orientales ( 4).
(4) «Qu'est-ce que le Prussianisme? La Prusse est un Etat et ríen qu'un
Etat; e' est l'Etat en soi, sans aucune base religieuse ou morale, sans aucune
prétention de prodtiire une dvilisation i caractere universel capable de ra­
yonner sur d' autres peuples. C' est une technique qui tend a mettre au service
exclusif de
l'Etat toutes

les
forces. tant économiques qu'intellectuelles, reli­
gieuses ou morales: Etat, expression de l'indomptahle volonté
de pu.issance
qui en est la seule raison d' etre et qui lu.i dicte toute son activité politique.
Son
histoire apporte 1' éclatant témoignage a 1' opinion exprim.ée par un penseur
allemand qui dit: "Qu'un Etat se .maintient toujours par !'esprit qui l'a créé".
C est comme Etat militaire colonisateur que la. Prusse fait apparition dans
l'histoire.
C'est un ordre monastique qui est le fondateur de l'Etat prussien, l'ordre
des chevaliers teutoniques; ils s' établissent vers la fin du xneme siede dan8-
les forets vierges de la Vistule, avec la mission de christianiser des popula­
tions encoré paiennes; ce:

sont
de redoutables guerriers et des moines et com­
me tels, soumis
a la plus stricte et a la plus severe discipline monastique.
Ils ne
tarderont pas a abandonner leur mission priroitíve et a mettre, au ser­
vice d'une farouche
volonté de conquete, leur discipline

monastique
et leur
mystique religieuse. Oeuvre de soldat et de colonisateur, c'est comme telle
que leur oeuvre s'inscrira dans l'histoire.
De tous les points de

l'Allemagne
afflu.eront en
grand nombre les colons
et, sous la conduite
des· chevaliers, véritable caste aristocratique et militaire,
on défrichera les terres, on construira des
forteresses-, des

villes et
des routes.
Apres une guerre sauvage et vise A l'extennination de toute population in­
digene,
on finira par créér un grand Etat qui s'in5ere entre la Pologne et la
Mer, Etat
modele au
point de
vue technique, politique et milit.aire. La Ré­
fonne entrainera
la

sécularisation de l'Ordre; I'Etat
teutooique fusionnera
avec

la Marche du Brandenbourg, qui, elle ausS:i, avait
grandi et
s'était
for-
840
Fundaci\363n Speiro

SOCIOLOGIA DEL PROTESTANTISMO
Toda.vía menor y menos sign.lfk:a,tiva era la europeización de los
alemanes.
La civilización europea se presenta como una síntesis de las
adquisiciones y logros de

estos pueblos europeos que, primeramente
tifíée dans les guerres interminables contre les Slaves; de cette fusion sortira
la Prusse.
Tout

cela marquera
d'uoe empreinte indéJébHe la mentalité prussienne:
c'est un étrange mélange

de
civilisation et de barbarie, un cynisme saos
scrupules daos la poursuite de ,ses desseins, une haute notion du devoir,
souvent mise au service des actions-les plus atroces et les plus inhumainnes,
avec cela une conception mystique du
r6le qu'

elle se croit appelée
a jouer
en Allemagne.
Ces méthodes colonisatrices-, la Prusse les introduira dans la politique
européenne et c'est comme redoutable Etat militá.ire qu'dle pesera lourde­
ment sur les destinées du Continent.
Du chevalier teutonique au Grand Electeur, a Frédéric 11, de Bismarck
jusqu'
a Hitler, il y i une ligne directe et il est facile de la retrouver a
chaque page dans l'histoire de 1' Allemagne. Alors qu' en regle générale on
dit:
un
pays possCde une armée, on dit de la Prusse, que ¿est 1'armée qui
pos5ede le pays et e' est rigoureusement vrai. Gest a I' armée, a la puissancfi
militaire,
qu'

au cours de son histoire elle -consa.crera
toutes :res ressources,
toute
son attention, tous ses efforts.
Mais
il y a plus: cette Prusse trouvera sur son chemin un philosophe qui
lui apportera le concours de
sa puissante dialectique: e' est Hegel. De tout
te.mps il a été considéré comm.e le philosophe officiel du prussianisme. Le
discours
par lequel il inaugurera. son professorat a l'université de Berlin en
dit long: íl traite.ta des rapports de la philosophie hégélienne avec l'Etat prus­
sien. D' apíes cette doctrine, l'histoire est r interprétation, daos le temps, de
la raison cosmique, comme
la natu.re en est l'interprétation dans l'espa.ce.
Cette raison ~ manifeste et se révCle dans des formes muJtiples, mais il en
est une qui apparaitra comme sa plus haute incamation: e' est l'Etat. II est
le divin
en soi et, au-dessus de lui, aucune autorité ne pourrait prévaloir.
C'est
lui qui crée le droit, les valeurs spirituelles et morales; l'índividu n'existe
que
par lui et pour luí; servir l'Etat et le servir aveuglément, c'est faite
montrer

de
la plus haute moralité individuelle qui puisse se concevoir.»
Oberkirch,
A.: Le prob/t!me poNtique allemand, París, 1945, págs. 24-26.
«La pensée de l'Ordre a survécu a travers les générations. Hitler a orga­
nisé ses
cours

de formation nazie
dans d'anciennes forteresses Mties par

les
Chevaliers. Le culte de l'Etat na.tional-sodaliste prolonge et renouvelle sim­
plement

le culte de
!'andén Etat

teutonique.
Rosenberg. le prophete du na­
:dsme, ne cache pa.s que les traditions de l'Ordre sont a la base de l'hitlérisme.
Et

nous avons retrouvé da:ns la politique
extérieure du

Führer,
ce "Drang
841
Fundaci\363n Speiro

MIGUEL PORADOWSKI
romanizados y después latinizados, se ,penetraron profundamente con
el espíritu .del Evangelio, elaborando sus propias culturas, enrique­
ciendo la herencia recibida de los
antiguos.
Cada pueblo
de Europa se

esfuerza por
contribuir con
un aporte
propio
y originad al tesoro común de la civilización europea. En este
trabajo
falta el pueblo alemán corno tal (pues están presentes muchos
y muy destacados alemanes), como una unidad étnica. Como pueblo,
primeramente bajo la conducción

de los
Caballeroo teutones y después
de Prusia,
los alemanes

siguen separadamente dedicados
a la

construc-
nach Osten" (cette poussée vers l'Est) qui !anca la Prusse naissante a l'assaut
des terres
allemandes et

autrichienne.»
Monier-Zwingelstein, A.: La Prusse
éternelle, París, 1945, pág. 26.
«Des l'o:rigine, l'Eta.t prussien, né de cette extermination, a la fois cou­
vent
et caserne, marqué du double sceau d'une stricte discipline militaire
et d'une regle monastique plus sévere encare, ne ffl!Semblait a aucun autre.
Son
caractere ne changea .gu.ere lorsqu'en

1525 le gran
maitre Albert
de
Brandebou.rg se fut sécularisé: le couvent disparo, resta la caserne.» Grous­
set, R.: Bilan de l'Histoire, París, 1946, pág. 63.
«Drang nach Osten: poussée vers l'Est, réprise et achevement de la "mis­
sion germanique'' des Chevaliers
Teutoniques; ce
fut une
des principales
et
inflexibles
"lignes. de force" de la psychologie et de la politique prussienne
et allemandes
sous

tous les·
régimes.
»En ·assignant a se:s "sujets" la conquete des terres de l'Est, Hitler n'a
pa-s innové; il a repris a son compte, en le modernisant, ce p-rogramme de
l'hégémonie prussienne,
deveilu cehri de l' Allemagne unifiée.
Or, void ce qu'il advient,
lorsque les chefs

politiques et
militaires alle­
mands
tournent vers

TEst leurs
regards et leurs prétentions:
les Slaves s'in­
quiel:ent, et aussitót la Pologne se sent la ·!?temiere menacée.» Pezet, E.: Alle­
magne-EurQpe,
París, 1946, pág. 74.
«Un général prussien, cité
par M. Henri" Wallace, a dit: "Notre civili­
sation

doit construir son
temple stir' une

montagne de cadavres, un océan
de }armes,
et les gémissements d'innombrables mourants". QueJie·mentalité!»
Olanger, P.: Les trois Allemagnes~ París; 1946, pág. 92.
Y para terminar con estas citas, todavía el testimonio de uno de los más
eminentes escritores
cristj.anos de Alemania: F. W. Foester: «Une moralité
hautetnent développée a·u service dé 1' amoralité absolue; un admirable esprit
d'ordre au service du plus terrible désordre
(B. savoir la dissolution de l'Eu­
rope);
l' orgatlisatiotl au service de la désorganisation». Esta es la definición
que da
Foerste.r del

«espíritu
pi-usiano», en

su -libro
L'Europe et la qttestíon
allemande,
París, 1938, pág. ·12.
842
Fundaci\363n Speiro

SOCIOWGIA DEL PROTESTANTISMO
ción de su propia civilización germánica, la que nunca se identifica
con la herencia grec:o-romano·latino-cristiano-europea. Al contrario, lo
grOC algo

ajeno al
espíritu germánico, hasta

que
se llega a la actitud de
una
abierta rebelión contra la civilización latina, protestando contra
ella
precisamente por la Reforma ( 6).
Desde el momento en que el factor religión empezó a debilitarse
a
raíz de nna repaganización general en

esta
época, la ci,vilizadón
latina., siempre muy superficial en estos países germánicos, pierde su
posición hasta el puoto de que con facilidad es rechazada con ocasión
de la Reforma. Hasta qué punto la Reforma
misma tenía

carácter de
reacción contra

la civilización latina,
se nota con claridad mirando al
mapa:
las fronteras del aotiguo Imperio romano son casi idénticas con
las de la
extensión de

la Reforma;
donde llegaba

la
influrocia de
la
Roma del antiguo Imperio,
ahí también se maoteoía la influencia de
la
Roma de los Papas (7).
(5) Al respecto, escribe Robert d'Harcourt: «Certes, il y a d'autres
nations orgueilleuses, mais il n'y en a tout de mero.e pas beaucoup chez les
quelles puisse avoir cours un
dkton populaires comme relui-ci: "L'esprit al.
lemand

guérira le monde"
(am deutschen
Wesen soll die Welt genesen),
ou puissent
@tre écrites

avec sérénité des phrases oomme les suivantes: "Quand
il n'y aurait en Pologne que deux Allemands, ils va~raient plu:S. a· eux seuls
que tous les millions de Polonais, du fait seul qu'ils sont des Allemans"; ou encare: "L'Allemand mente
comme un aigle dans le del et regarde sous lui
a de vertigineuses profondeu.rs le grouillement des autres peuples". La pre­
miére de ces d.eux phrases est d'un écrivain national•socialiste réputé, Wil­
helm Stapel,
la second.e est du grand économiste de l'f!re wilhelmienne, Wer­
ner Sombart. N' oublions pas que Fichte appelait modestement son pays le
sel de la Terre (Salz der Erde),
et "la pépinit:re de 1'humanité nouvelle".»
Comment traite,-l'Allemagne, París, 1946, pág. 53·.
(6) Véase Balbino. Giulíano: Lalinitil e Germane.simo, op. cit., pág. 35.
(7) Los pueblos de Inglaterra, después de la ruptura con la Roma de
los
Papas, quedan
fieles
a la ciVilización latiña, pues esta ruptura tiene otro
carácter y otros motivos.
Se pt'eSenta más bien como expresi6n del típico
inglés .splendid i.solathm y de .su original concepto de la soberanía; Inglaterra
quería guardar su completa independencia, incluso del
P_apa, Además,
esta
ruptura se limita sólo a cortar los lazos con la autoridad papal y, en conse­
cuencia, con la Iglesia Católica Romana,
pero no
con
la fe cristiana y, menos
todavía,

con
la civil:ización latina. De ahí que el anglicanismo no se idefltifica
843
Fundaci\363n Speiro

MIGUEL PORADOWSKl
El protestantismo, como reacción contra la civilización latina, es
un ejemplo que confirma la famooa teoría sociológica de Stoddard (8).
Esta teoría

sostiene
que algunas
civilizaciones
pueden presentarse para
algunos pueblos enteros o, al menos, ;para algunos estratos de la so­
ciedad histórica

como un fardo insoportable ( de ahí el título de su
obra),
y, por esta razón, estos pueblos o estratos se rebelan contra
ellas,

lo que
también explica el fenómeno sociológiro de algunas re­
voluciones.
Siguiendo el pensamiento de
Stoddard, se podría decir
que una
civilización se presenta como un bien sólo para los que la
edificaron
y se identificaron con su propia obra, y para los pueblos,
qne la

reciben voluntariamente,
apreciando sus valores.

Pero,
para
los pueblos forzados a

recibirla, o
para los pueblos que se encontraron
dentro
de ella por necesidad, debido a las circunstancias históricas,
se

presenta
como un
fardo insoportable, del cual quieren deshacerse
en la primera
oportunidad como de un infortunio. Un

caracol se siente
bien en su propia concha,
pero encerrado en la ajena tendría que
cargar con un peso excesivo. Un hombre vive feliz en la civilización
con la cual se identifica y a la cual considera su propia obra, pues
conscientemente contribuye

a
desarrollarla. La civilización

es
para la
sociedad

como el traje
para un hombre; uno se siente bien sólo en
el traje hecho a su
medida.
La civilización latina, no aceptada con buenas ganas po< los pue-
completamente con el protestantismo luterano e, incluso, exteriormente (la
liturgia), guarda la tradición. Los pueblos de las Islas Británicas son
pro­
fundamente romanizados. El largo dominio del Imperium Romanum dejó
huellas imborrables. La civilización romana
penetró muy profundamente en
la vida de
estos pueblos

y seguía desarrollándose incluso después de
la sa­
lida de

los romanos de las islas,
tal vez por la circunstancia de que estos
pueblos, en su
mayoría, en

esta
época, eran
de
origen céltico. También du­
rante
el período de la extensión de la civilización latina, a pesar de que ya
una parte del
país estaba invadida por los pueblos germánicos, el proceso
de latinización no encuentra mayores dificultades.
La invasión de los nor­
mandos no interrumpe este p.roceso, pues
éllos son también ya,
hasta algún
punto, latinizados, a pesar
de que sus costumbres contienen algunos elemen­
tos de la dviliza.cíón bizantina (p. ej., la burocracia). Esto explica, al menos
parcialmente, el porqué del carácter
distinto del

anglicanismo.
(8) The Burden of Civilizatio_n.
844
Fundaci\363n Speiro

SOCIOLOGlA DEL PR.OTESTANTISMO
blos gennánicos, se les presentaba como un fardo, como algo impuesto,
ajenQ; se desembarazaron de

ella
en la primera ocasión:

la revuelta
protestante.
El peso de la civilización latina sobrepasaba las fuerzas de los
pueblos
germánicos. Tal vez el único motivo, o más bien el único
factor que
facilitaba su

aceptación, fue la religión cristiana,
tan vincn­
lada, en estos tiempos, con

ella.
AceptruJJdo la fe cristiana, junto coa
ella
aceptaban -pero sin entusiasmo, y sin cariño-también la civi­
lización latina,
como una necesidad, como algo agregado a la fe. Pero
ruando esta

fe
se debilitó,

por la vuelta al paganismo,
este único
vínculo ya

no
estaba en coruliciones de sostener la fidelidad de los
pueblos
gennánicos a esta civilización

ajena
y, junto ron la vuelta al
paganismo germánico, viene la ruptura con la civilización latina, en
la fotma del protestantismo. Sin embargo, una parte de los pueblos
germánicos, gracias a la previa romanización y latinización durante lar~
gos sigloo, no se solidarizan con -esta reacción protestante contra la
civilización latina y se quedan fieles a ella y a la Iglesia Católica Ro­
mana.
El protestantismo, como ruptum coa la Iglesia Católica Romana,
es, ante
todo,

una
ruptura con la civilización latina y con la base
misma esta ruptura permite a los pueblos germánicos volver a su propia
antigua
civilizaci6o. pagana.
Desde el punto de vista de la historia y sociología de las civili­
zaciones,
pues, el protestantismo se
presenta como
una reacción de
la
civilización germánica contra la civilización latina, lo que se va a
manifestar, ante

todo, en dos
problemas esenciales en cada civilización:
la relación entre el hombre y la sociedad y Tu. relación entre la religión
y el Estada,.
Veamos,
pues, una vez más,, pero ahora desde otro punto de vista,
estos dos
problemas, para mejor c~ptar la diferencia entre la civiliza­
ción
germánica y la latina y la solidaridad del protestantismo con
la posición germánica y no con la latina.
Ya

hemos visto que
la manera de solucionar la relación entre el
hombre y la sociedad es un criterio básáco para la clasificación de
las civilizaciones.
845
Fundaci\363n Speiro

MIGUEL PORADOWSKI
En la civilización latina, debido a la influe_ncia de la cosmovisión
cristiaru,,, se da la prio,idad al hombre frente a la sociedad, pero sin
oponerlo contra

la sociedad. El
pensamiento cristiano medieval lo
presenta

con una
,extraordinaria claridad,
definiendo al hombre no
solamente como un ser razonable, libre, sentimental, con un alma in­
moill:al y un destino eterno -de acuerdo con el antiguo pensamiento
greco-romano, todavía precristia.no--y como un ser creado por Dios
a su «imagen y semejanza» ~e aruerdo con 1a Biblia y -tradición
judía-, sino también como el hijo adoptivo de Dios, con -destino a
compartir la felicidad eterna de su Creador, redimido por la sangre
de Cristo
y, por el bautismo, incorporado al Cuerpo Místico de Cristo,
nnldo con

su
Redmtor por
los
lazos de la

Gracia, comunicada
por
los sacramentos, lo que hace que su dignidád lo coloque por arriba
de la
sociedad a la que ,perteoece y de la cual es una parte.
También este mismo pensamiento cdstiano medieval expresa ma­
ravillosamente, en una
sola corta frase, con apariencia de contradic­
ción, pero en realidad eu la fotma de una paradoja, la sociabilidad
de

la
persona humana, gracias a
la
cual el hombre, por su naturaleza,
puede comunicarse con otros: «-¡,ersona omnium entium maxime incom­
municabilis necnon maxime communicativa>>. Los sabios de la Edad
Media querían, de esta manera, subrayar que' el hombre necesita. co-­
municar
espontáneamente
su
vida interior, espiritual, a los demás ;
compartir con .los demás sus pensamientOS,"Stis--inqtiiehide'S, sus ale­
grías, sus preocupaciones f sus vivencias, y, ~l mismo · tiempo, de
imponerse de las vivencias, inquietudes y opiniones de los demás y
que este inten:ambio de vivencias contribuye al desarrollo espiritual
del hombre, lo
enriquecí, y fecunda. Eso quiere decir que el hombre
es ·un ser abierto a la convivencia, que por su naturaleza ~s-un ser
sociable, capaz de convivir con los demás, no solamente con sus, se­
mejantes, sino con todos los seres vivos, incluso con el Ser Supremo,
con Dios.
Es solamente a la luz de esta sociabilidad corno se intérpreta más
plenamente la tevelación bíblica sobre la creación del hombre a «ima­
gen y semejanza de Dios», pues no se trata de v;er esta semejanza
sólo en el hecho que el hombre tiene la razón y libertad, sino que en
el hecho que gracias a que es razonable y libre es un · ser sociable
846
Fundaci\363n Speiro

SOCIOLOGIA DEL PROTESTANTISMO
hasta el punto de que es un ser capaz de amar a Dios y al prójimo.
Dios
ha creado al hombre
para que comparta su felicidad eterna, para
que sea su compañero en la eternidad, y por eso lo creó con '1a c.apa­
cida,d de convivir consigo en el amor.
Es
solamente teniendo en cuenta
este fondo, general como se puede
comprender las fórmulas tomistas que solucionan con
todo realismo
el

problema de la relación entre el hombre
y la sociedad (9), empe­
zando
por la definición de la persona como lo más perfecto en la
naturaleza (10)
y signiendo con las que se refieren a la relación del
hombre, como
persona, con la sociedad, como comunidad de perso­
nas,
aceptando que el hombre ,es una parte de la comunidad, la cual
es un todo (11 ), pero que, a pesar de ser una parte de un todo, que
es la comunidad política, no se subordina a ella
completamente (12),
porque, siendo persona, es un ser superior en ciento aspe:::to, en com­
paración con la comunidad política, pero, buscando el bi_en común
de la comunidad,
al mismo tiempo busca el bien propio ( 13).
Esta manera de ver las
relaciones entre

el hombre y la sociedad
(9) Véase al respecto, Roland-Gosselin, B.: La. doctrine politique de
St, Thomas d1Aquin, París, 1928; Maritain, J.: Christianisme et démocratie,
París, 1945; Mari.tain., J.: Les droit.r de i' homme et . la loi-naturelle, París,
1945; Brun, H.: La cité chré#enne, París, 1922; Lachance, L.: I.:humanfSme
po/itique de St. Thomas, individu et Etat, 2 vols., París, 1939; Journet, Ch.:
La doctrine de la cité .re/on SI, Thoma.r d'Aquin (en el volumen ·Exigences
chrétiennes
en po/itique)1 París, 1945; Gillet:_ Culture latine et ordre social,
op, cit.,-Descoqs: lndividu et personne, op; cit.,· Sema:ines Sociales de France,
XXIX: La. per.ronne humaine en péril, París, 1938, op. cit.,-Fahey, D.: The
MysticaJ Body of
Christ and the reorganisation of sodety, op. cit.; Sacheri, C.:
El orden
natural, Buenos Arires, 1975. ·
{10)

«Persona
significat id
quod est perfectissimum in
tota natura.»
I, 29, 3. ( 11) «Quaelibet persona
singularis comparatur

ad
totam. communitatem
sícut pars ad totum»,
Ila., Ilae,

64, 2.
{12) «Horno non ordinatur ad communitatem
politicam secundum

se
totum et secundum omnia sua», Ia, IIae, 24, 4 ad 3. «Totus horno ordina­
tur ut ad finem ad totam communitatem cujus est pa.rs», Ha, Ilae, 65, 1.
(13) «Qui. quaerít bonum commune multitudinis ex consequenti quaerit
bonum suum», Ila, Ilae, 47. Véase la nota 18.
847
Fundaci\363n Speiro

MIGUEL POMDOWSKI
pasa -junto con toda ia cosmovisión cristiana.-a la civilización laM
tina, la cual armoniza. estas relaciones, construyendo una sociedad
para el hombre, al servicio del hombre, garantizando al hombre, como
persona,
la plena
libertad de
su propio desarrollo y de una efectiva
y fecunda participación en la vi·da de la sociedad, a la cual pertenece
y de la cual es una parte.
El principio de la subsidiariedad, que se encuentra en la base
misma

de la
sociedad de la civilización latina, permite

a
cada hombre
participar plenamente en 1a vida social, siempre sólo en loo niveles
y a.tnbientes donde sea capaz de desempeñarse para su propio perfec­
cionamiento
y para el bien común.
De esta manera, la civilización latina soluciona el problema de la
relación entre el
hombre y la sociedad, estableciendo una a.rmonia
entre

ambos e
impidiendo que el hombre

sea
absorbido por
la
sociedad
y que el Estado tome formas totalitarias e imposibilitando que este
mismo hombre se encierre en Wl fudividuali9mo egoísta, buscando de
parte del Estado sólo la prorección y ayuda, pero olvidándooe de su
deber de buscar el bien común y contribnir honestamente al desarrollo
de

la sociedad. En la
civilización latina no

se admite ni el totalitaris­
roo ni el

individualismo.
Pues
bien, el protestantismo, rechazando la civilización latina, abre
loo caminoo para la vuelta al individualismo, que descompone la

socie­
dad,
y al totalitorismo, que en vano busca la posibilidad de reforzar al
Estado, descompuesto por
el individualismo. Desde e!l momento en que
el hombre deja de
ser considemdo por el Estado como persona (tal
como la concibe
la _civifüación latina) y es tratado como individuo;
desde
el momento en que este hombre-individno, perdiendo la fe cris­
tiana, no

ve otra finalidad de
su vida sino vivir para el Estado, este
listado,
tomandq

en
fa vida humana el lugar de Dioo y siendo por el
hombre deificado, se transforma en el peor de los tiranos, tomando las
formas totalitarias.
Peor

todavía,
cuando el
mismo
pensamiento filosó­
fico

de un pueblo contribuye a esta deificación del Estado. Hegel, con
su
pensamiento inmanentista, contllibuyó a la deificación del Estado
prusiano,
y de esta manera facllitó la aparición del hitlerismo. Pero todo
este proceso no
sería posible sin la previa ruptura, varios siglos antes,
848
Fundaci\363n Speiro

SOCIOWGIA DEL PROTESTANTISMO
con la civilización latina, la ruptura efoctuada por el protestantis­
mo (14).
Lo ant,s s;eñalado se completa con el otro problema, a saber: las
relacion,s
entre la religión y el Estado.
A

lo ya tratado
sobre este
tema,
ea! los ensayos anteriores, hay que
agregar
algunas ol,oerv,iciones

sobre.
la diferencia en las posiciones
al respecto entre la civilización latina y la civilización germánica, con
la
cual se identifica el
protestantismo.
En la civilización latina se da prioridad al espíritu frente a la
materia, a

lo
ererno frente a lo temporal, a la religión frente al Es­
tado, lo que no sigaifio, que el listado deba estar subordinado a la
Iglesia.
Algunas tendencias al respecto no venían de los principios
de la civilización

latina, sino,
más ,i,ien, del hecho histórico acciden­
tal (que confundía a modios) de que, durante modios siglos, el Papa
al mismo tiempo desempeñó las funciones del gobernante de los
Estados
Pontificios.
Siguiendo la
máxima de Cristo: «dejad al César lo que es del
César y a Dros lo que es de Dios», la civilización latina no subor­
dina al
César a la Iglesia, sino a las exigencias de la moral natural
y cristiana, la cual obliga al César torno a cada hombre. Pero la ci­
vifüación
latina defiende y garantiza la libertad religiosa, la libertad
del cu1ro al Dios verdadero, y protege la difusión de la fe cristiana,
pues la sociedad que construye está basada sobre los principios mo­
rales de esta fa De los gobernantes exige una subcml.i.nación al Papa
y a la Iglesia, no en su carácter de gobernantes, sino en su ca<ácter
de

cristianos,
miembros de la Iglesia ( 15). En fa civilización latina,
el

Estado, como
institución, incluso

cuando su
manejo' se

encuentra
en las
manos de

no
creyentes (16),

está
subordinado a los

principios
(14) Es J. Maritafo quien, en Les trois reformaleurs, insiste sobre el
nefasto papel del protestantismo en la vuelta al individualismo.
(15) Véase sobre este tema el interesante estudio sobre la actitud de
San Ambrosio, en la obra colectiva Le Christianisme et la fin du mande an­
Jiq11e, Lyon, 1943.
(16) Es lo que exigen los obispos de Polonia del ·gobierno marxista­
comunista, impuesto a este país por la Unión Soviética, en la carta pastoral,
publicada con ocasión de la discusión en el parlamento del texto de la nueva
constitución. En esta c:1rta pastoral el episcopado de Polonia defiende no
Fundaci\363n Speiro

MJGUEL PORADOWSKI
de la moral cristiana y no a la auroridad eclesiástiOL La supremacía
de
la Iglesia frente al Esrado, en algunos períodos de la :Edad Media,
no

es
obra de la civilización latina, sino el resultado de relaciones
políticas
de

un momento
históriro dado. La Iglesia no lucha por la
supremacía frente al Estado, sino por la independencia del Estado,
para poder libremente, y sin presiones de ninguna clase, cumplir
con
su misión

de
cristianización del hombre y de la sociedad A la
ci,.,ilización latina caracteriza el ,reronocimiento de esta libertad de
la Iglesia.
En este asunto el protestantismo asume una ~ción comp1eta­
mente distinta. Destruyendo el

orden
establecido por la civilización
latina, el
protestantismo subottlina la religión al Estado, hasta auto­
rizar

al
gobernante a decidir sobre la religión de sus súbditos ( cllius
regio illius religi-0), violentando la conciencia del hombre, pues orde­
na
creer en

lo que
se le antoje al gobernante. Esta oomplera subor­
dinación de la religión ail Estado y de la Iglesia al Estado rebaja
la
religión a la función

de la vida política. En
los países protestantes,
de manera 'parecida co,no

en la civilización
bizantina, la religión
está
subordinada al Esrado, y se transforma en una obliga:totia, _ y los pastores se. transforman en funcionarios estatales.
Es una situación peligrosísima si se toma en cuenta el proceso de
la repaganización de loo pueblos germánicos en estos tiempo,; y la
vuelta al inmanentismo (17). Esta nefasta actitnd del protestantismo
permite que,

poco
a poco, venga la confusión y se desarrolle la ten­
dencia de
identificar la Iglesia (protestante) con el Estado (el pru­
siano ante

todo)
y de vincular a1 hombre al Estado por moti= re­
ligiosos,
deificando, al mismo

tiempo, la
misma institución del
Estado
(Hegel). De

esta situación
saca después

las ventajas el hit-
solamente los derechos de Dios, de la Iglesia, de la fe cristiana y los derechos
naturales de los hombres, sino
también los
principios de la civilización latina,
a
la cual Polonia, como país, como· nación y como Estado, pertenece durante
toda su
historia. La carta es de 14 de marzo de 1947, es decir, publicada
durante
el peor período de la «era estaliniana» y cuando en Polonia varios
obispos
y centenares de sacerdotes estaban en las cárceles.
( 17) Sobre el inmanentismo en la vida religiosa y social, léase un ex­
celente estudio de Alberto Caturelli: La Ig/e.sia cfJtólira y las catacumbas
de hay, Buenos Aires, 1_974.
850
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SOCIOWGIA DEL PROTESTANTISMO
lerismo, saliendo con el iema ein Volk, ein Führef', em Sttklt, eine
Ki rante
la segunda guerra mundial, ya no podfan cambiar una realidad
producida

por los
vmios siglos de la actitud protestllllte de

subotdi­
na,r completamente la religión al Estado.
Desde

el momento en
que la religión asume funciones de

la vida
estatal, los lazos entre ios ciudadanos y el Estado toman otro carácter
y subordinan al hombre al Estado por motivos religiosos y místiros,
más interiormente, de una manera completamente contraria a lo
establecido por la civiliz.ación latina (18) y devienen secundum se
totum
et secundum omnia sua, ,es decir, aparece el totalitarismo (19).
La ·relación de jurídico-social-patriótica se transforma en una rela­
ción religioso-mística, y el fin último de la vida humana deviene el
Estado-dios.
El protestantismo, subordinando 1a religión al Estado, se ha hecho
responsable
de la aparición del totalitarismo hitlerisra, pues a me­
dida que se vuelve a1 paganismo genruí.nico y al inmanentismo, se
impone un nuevo concepto filosófico-religioso del Estado-dios, del
Estado como manifestación de Dios en la histor1i, lo que facilita
en el siglo xx,
después ,de la primera guerra mundial, que se
asuma una posición abiertamente panteísta, considerando

al Estado
(alemán) como

la
suprema encarnación de

Dios
en la historia y
exigiendo de los ciudadanos de este Estado servitle como se sirve
a Dios (20).
(18) «Homo non ordinatur ad communitat-em politicam secundum se
totum et secundum omnia sua», la, Ilae> 21 ad 3. Aqu.f Santo· Tomás insiste
sobre el término «communitas pilitica», es decir, el Estado, pues en el caso
de la comunidad
religiosa como lo es la Iglesia, como Cuerpo Místico de
Cristo, no se puede tener este tipo de restricciones.
( 19) El protestantismo es responsable, hasta algún punto, también del
totalitarismo comunista (marxista.), pues éste también tiene sus raíces en las
mismas fuentes.
Algunas tendencias totalitarias del fascismo quedaron sin
efecto, pues Italia seguía fiel a la fe cristiana, a la cosmovisión cristiana y
a la oivifü:ación latina. Una simple advertencia del Papa (por la encíclica
Non abbiamo bisogno, 29 de junio de 1931) puso fin a· este peligro.
(20) Véase la encíclica del papa Pío XI Mlt hr-ennender Sorge, 14-
VIl-1937.
851
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MIGUEL PORADOWSKI
Podemos, pues, sacar la conclusión de que el protestantismo tenía
también el carácter de una =cción contra la civilización latina y
que
po< eso significa una ruptura con la tradición cristiana. Desde
entonces, los pueblos germánicos, rompiendo por el protestantismo
ron la

civilización latina, vuelven a los
principios de
la antigua
pa­
gana
civilización germánica, contribuyendo a la reaparición del in­
dividualismo y

del totalitarismo (21).
(21) Con dolor, pero gran valen.tia, solidarliándose con los valores de la
civilización latina, re,Prochan esta actitud a su pueblo muchos destacac10s
escritores alemanes, entre ellos, ante todo, F. W. Foerster y H. Rauschning.
a,2
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