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El plurisignificado de la palabra «liberal» y la cuádruple vertiente del término «liberalismo»: A propósito del libro de von Misses: El liberalismo

EL PLURlSIGNIFICADO DE LA PALABRA LIBERAL
Y LA CUADRUPLE VERTIENTE DEL TERMINO
LIBERALISMO
A PROPOSITO DEL LIBRO DE VON MISSES "EL LIBERAl.ISMO"
POR
JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
Existe una diversidad semántica, que nace del mismo plurisigni.fi­
cado de la palaba:a Uberd y de la cuádruple vertiente de la palabra
liberalismo, referida a la •religión, a la filosofía (metafísica), a la
política y a la economía, o bien a todo, pero mirándolo parcialmente
bajo la perspectiva dominante de cualquiera de estas cuatro disci­
plinas.
La raíz, no obstante, del liberalismo moderno es filosófica. Se
basa en la negativa de que exista un orden natural ( orden natural,
sin duda, dinámico y en el que incide la acción humana, positiva o
negativamente, · según esos actos sean buenos o malos, acertados o
desacertados, es decir, conformes o contrarios a este orden que
J. B. Vioo denominó leyes de la historia, cuya transgresión produce
la decadencia o incluso la desaparición de los pueblos) o, a1 menos,
en la negación de sn cognosdbilidad. A falta de ese orden dinámico,
que no puede violarse sin riesgo, el hombre sin pauta superior se
erige en creador de un mundo nuevo, que trata de elaborar conforme
sus "ideas" (no a la realidad profunda de las rosas), negando la
verdad objetiva, que sustituye por las opiniones subjetivas, que, a
falta de criterio realista superior, entran todas en !la palestra de lo
opinable, con lo cual, en lugar de penetrarse a fondo en el estudio
de lo
que es el hombre, el mundo que nos rodea y la vida social, no
se trata sino de conocer opiniones y optar por la que más guste, ar­
bitrando a1gun medio (como es la democracia) para que esa diver­
sidad

(que ya no
puede resolverse por la «daeq-io rei ad intelecft,s)
se decida por la opinión pública, movida por los medios de comu­
nicación, y, al final, por voros. De ahí el periplo del liberalismo a
la democracia

de masas
y partidos pdlíricos, que, por la inevitable
incidencia de la demagogia, conduce hacia ,el socialismo, puesto que
encarna la idea que más lralo.ga a la masa.
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JUAN V ALI.ET DE GOYTISOLO
Es de notar, en cambio, que el liberalismo económico nació por
otro camino, con fos fisiócratas. Fue consecuencia de rechazar el
orden natural en su plenitud y aceptar, en cambio, el orden natural
en materia económica. Para ellos, la naturaleza, además de las leyes,
físicas y biológicas, lleva ínsita leyes económicas; pero olvidaron
las leyes sociafes de otro tipo insitas ·en el mismo comportamiento
humano y en sus reacciones pasionales de toda clase que guiadas
pot un liberalismo •ideológicó, inevitablemente llevan a la pretensión
de dominar
y cambiar las leyes de la economía.
A
su vez,

el liberalismo político normalmente se
enfoca dia1ecti­
zando autoridad y libertad, pero sin tener siempre una plena corres­
pondencia con el liberalismo ideológico (filosófico). Así lo demuestra
el hecho de que los primeros liberales, en el Siglo de las Luces, fueron
los partidarios del despotismo

ilustrado, pues
eran liberales
contra
los dogmas

religiosos,
el orden metafísico, las estructuras forjadas en
la historia; pero querían imponer sus luces. Y también explica
por qué
cualquier idealismo

( que se invoca
liberddor contra el orden
natural, físico
y metafísico) quiera imponer políticamente su praxis,
en cuanto tenga los sufragios suficientes para a>Jcanzar el poder. In­
cluso para llevarnos a1 socialismo y destruir, con su liberalismo ideo­
lógico, toda la obra del libera1ismo económico y todos los genuinos
idea:les del liberalismo

político.
De Von Misses leí hace años La acción humana, y estoy comple­
tamente de acuerdo con sus críticas del socialismo y del creciente
y endémico intervencionismo económico del Estado. Pero oo puedo
estar de acuerdo con él en que se prescinda del orden ético ni del
orden natural m materia política.
¿Puede funcionar un orden ·económico tora1mente libre, sin orden
ético alguno?
¿Puede existir un

orden económico
libre en un ocien
político dominado por

un
voluntatismo, sea el del

jefe, el de una
oligarquía o

el decidido
por sufragio universal? Precisamente, co­
comentándolo, en
Sociedad de masas ... (págs. 418 y 419), escribí de
Von Misses:
"Gontrasta su falta de fe en la moral y en su discernibilidad y
su ciega fe en el egoísmo y en los perfectas luces de éste para per­
cibir lo más conveniente y dar lugar, a la corta y a la larga, a lo
socialmente
más favorable.
"En un mundo que se rija por el egoísmo económico, ¿cómo
podrá respetarse jamás la ley del mercado? Si el régimen político
es democrático, e1 egoísmo de la masa, -siempre de corto alcance,
llevará al intervencionismo del Estado providencia. Y si el régimen
polltico es

dictatorial, el
poder público, pot su propio egoísmo, para
mantener y afianzar su poder, intervendrá también en la economía
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PLURJSIGNIFICADO DE LA PALABRA «UBERAL»
para reforzar su poder político con el mayor poder económico po­
sible. El reinado
del egoísmo

no
puede llevar
a otros resultados.
"Es, pues, preciso elevar la cuestión a otro plano. Como intuyó
Simone Weil: -«Sería muy extraño que eil orden. de las cosas mate­
riales reflejara mejor la sabidura divina que el de las cosas del alma.
Lo contrario es verdad». El 1ogos, «a medida que uno se eleva, crece
en vigor y en precisi6n»."
En su libro El Liberalismo, Von Misses hace especial gala no
sólo de un liberalismo económico, sino de un liberalismo político,
basado en la democracia,
y de un liberalismo ideológico (materia en
la que no demuestra -histórica ni filosóficamente- la competencia
que, indiscutiblemente, tiene en
el terreno de la economía). Sin
embargo, no

deja de contradecirse,
porque su

evidente sentido común
(cuando
se olvida de sus prejuicios ideológicos) le hace contemplar
la

realidad.
Así, dice certeramente en la página 184:
"... no

se
puede estructorar orden

pettnanente alguno
sobre bases
falsas o 'inexactas; de nada, en este sentido, sirve 1a mendacidad, por
más que quiera enmascararse tras ambiguos vocablos, tales como
«tácticas», «diplomacias» o «compromisos»; s61o una filosofía que,
mediante amparar

la cooperación social, aliente
y estimule la vida
del hombre

sobre la tierra,
resulta, a

estos
efectos, válida."
Y añade en la página 186:
". .

. no
es cierto que la mayoría gore de capacidad intelectual
suficiente como para
pensar lógicamente, hay personas que, aun per­
catá.ntlose de

la
.verdad, prefieren una peqoeña e inmediata ganancia
personal al mayor y pertoonente bienestar general, aprovechando,
en sn dWéctka, que tal disfrute puede halla,se b~evernente despla­
zado en el tiempo.
"Carecen, desde luego,
las más de inteligencia bastante para
despejar,

hasta
el final, los prol,Iernas que la cooperación social
plantea, no
teniendo tampoco la fuerza de voluntad necesaria para
hacer esos transitorios sacrificios que la acción cooperativa exige.
Los slogmis intervencionistas y" socialistas son inmediata y entusiás­
ticamente acogidos por las masas, que erróneamente cieen van a
prosperar coo tales medidas de modo permanente."
Todos sus
razonamientos a
favor de la propiedad privada y de
la
libre empresa ( con los que estoy 01Si plenamente de acuerdo coo
él)

son
argumentos apoyados

en la
realidad, en
un orden natural,
y no
son opiniones

ideológicas. No resultan de un liberalismo
idro­
lógico,

sino de la naturaleza de las
cosas. Este
pide libertades eco­
nómicas. políticas e incluso ideológicas, pero dentro de un orden
universal. Y la salvaguardia de éste requiere rigor objetivo en la
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JUAN V ALLET DE GOYTISOLO
orientadón de fos estudios en busca de lo verdadero en todos los
órdenes,
partiendo del metafísico y

del físico,
y no la posición li­
beral de que no hay verdades objetivas, sino opiniones, entre las
que sólo cabe transar o decidir, por sufragio, como pretende el
liberalismo ideológico en

estado puro.
Es decir, la propiedad· privada
y la 'hbre empresa deben fundarse
en que constituyen el sistema que produce mejores resultados para el
bien común, pues son conformes al orden de las cosas, consideradas
en sí mismas y en relación a las consecuencias dimanantes; mientras
que son contrarios a
·este orden el socialismo y un intervencionismo
permanente y endémico que resulta una enfermedad de la economía.
Pero, en cambio, sus fundamentos no pueden
apoyar~ en
el
liberalismo propiamente dicho, es decir, en el
liberalismo ideológico
(

de raíz filosófica idealista
y antittealista) que lleva - crecientemente
en el
mundo de
hoy- a la destrucción de
las li­
bertades políticas
(por un Estado que trata de fabrica, un mundo
utópico, aunque sea con sufragio universal o con
referéndum), de
las libertades civiles, de las libertades económicas y, al final, ¡oh
paradoja!, de
la libertad de la inteligencia, que es mediatizada con
la propaganda masiva
y se trata de dominar con la llamada escuela
pública,
por la que hoy se clama en aros de una pretendida igualdad
de

oportunidades,
y que no .puede llevar sino a la corrupción de la
adrura.
Los tristes resultados, que Von Misses lamenta justamente al
final de su libro, no
son sino
fruto inevitable del giro
mental que
el

liberalismo ideológico ha
producido y que, encarnado en la de­
mocracia de masas, impone
por doquier.
El remedio

debe comenzar
.por un nuevo giro mental, en busca
del rigor, y contra las meras opiniones; que ahonde en el conoci­
miento real del hombre y del mundo y en las posibilidades serias
de mejorarlo frente a las
praxis voluntaristas y utó,picas de fabrica,
un mundo conforme a nuestros sueños. Todo lo contrario de cuanto
las luces están trayendo a este mundo de hoy, en el que se cosechan
tantos

,errores dimanantes del
nomina'lismo y el idealismo filosóficos
que

engendraron el liberalismo
ideo16gico y que, a su vez, han lle­
vado al
voluntarismo y, con él, a la praxis marxista, nazista o tec­
nocrática, como etapas firurl!es de la pretensión de libera, al hombre
de todo otden, natural
y sobrenatural.
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