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El Rvdo. P. Eustaquio Guerrero, S. I.

IN MEMORIAM
EL RVDO. P. EUSTAQUIO GUERRERO, S. I.
Por la tatde, el día 22 de llibril de 1961, comenzaba, en el Mo­
nasterio de El Paular,
la I Reunión de amigos de la Ciudad Católica
celebrada en España. El primer acto consistió en el rezo del rosario
dirigido por el R. P. Guerrero,
S. l., quien dio la bendición con el
Santísimo (cfr. VERBO, núm. 2, pág. 77).
En el mismo año, el propio P. Guerrero publicaba en Puma
Europa,
núm. 68-69, un artículo titulado Un folleto multicopiado
so-bre la Ciudad Católica (reproducido, con su autorización, en
VERBO, núm. 4, págs.
45 a 56), en el que defendió a nuestros ami­
gos franceses del movimiento de la Cité Catholique, capitaneado por
fean Ousset, de los ataques progresistas de Folliet y Davallon, apo­
yados en un trabajo que había aparecido en el núm. 114
de Infor­
mations Catholiques Internationales, ataques que reprobó el P. Gue­
rrero considerándolos «ajenos a las exigeocias de la verdad histórica,
de
la justicia

y de la
caridad».
En abril de 1962 --ruando ya había aparecido la primera tra­
ducción española de
Para que El reine-, eo el núm. 374 de la re­
vista Cristiandad, de Barcelona, publicaba otro artículo titulado ú,
Ciuddd Cat6Uca, signo de contradicdón (reproducido en VERBO,
núm. 9-10,
págs. 117 a 126), en ,el cual concluía afirmando que,
«conforme a la doctrina permanente de los Papas, una cosa es lo que
la prudeocia exige como mal meoor y bien posible eo circunstancias
adversas y otra es el ordeo que
Dioo desea
como ideal, por cuya
realización los católicos han de
hacer lo posible

tratando de modi­
ficar las
situaciones que

a él se oponen
y crear las que lo exigen o
favorecen. Y ese orden descrito en este artículo es el
objetivo de ú,
Ciudad Católica, para honra suya y bien de la Iglesia».
En una nota crítica publicada en VERBO, núm. 21 (págs. 43
y
44), criticaba el opúsculo de su hermano de compañía el P. A. de
Sorás,
Documents d'Eglise et options politiques, insistiendo el P. Gue­
rrero en la defeosa
y recomendación del movimieoto de Ld Ciudad
Católica.
El P. Eustaquio Guerrero, S. l., fue realmente nuestro consiliario
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Fundaci\363n Speiro

IN MEMORJAM
durante muchos años desde los · inicios de nuestra labor en España.
Lo fue hasta que concentró su esfuerzo a la tarea de obtener una
sdlución a los gmws pro!J!ernas c¡ue hoy afligen a la Compafiía de
Jesús,
y que a su espíritu ignaciano le hicieron sufrir tan íntimamente,
hasta el fondo de su alma, sorbiendo gota a gota tan amargo cáliz,
sin vacilar nunca en su inquebrantable fe ni
en su esperanza de
que
Dios no permitirá que se extinga la obra de San Ignacio de Loyola.
Pero, aun entonces, nuestros contactos se mantuvieron permanente­
mente y, ruando cesó en esa ludia, volvió a enviamos para VERBO
los últimos trabajos que ha dejado escritos.
Por eso los ya viejos pioneros de los amigos españoles de la
Ciudad Católica
hemos sentido

su muerte como la de un padre, con­
fortados por la oertem de que reoomos un valedor más, muy impor­
tante, allá arriba ante Dios nuestro Señor y su Santa Madre Inma­
culada.
Conviene que recordemos las palabras que él
nos dirigió
en su
plática en la clausnra de la IV Reunión de
amigos de

la Ciudad
Católica,
el 15 de naw\embre de 1964 en la capilla del Colegio de
San
Agustín

de Madrid. Breve, concisa, precisa, puede leerse en
VERBO, núm. 32, págs. 97 a 99. Nos subrayó allí que nuestro
mo­
vimiento: «Lleva el nombre de Ciudad -Católica, como expresión
abreviada de que su finalidad no es hacer católico a cada individuo,
sino
hacer católica
a la comunidad civil de los individuos, a
la so­
ciedad civil, a la Cívitas. La ciudad laica es incompatible con la
ciudad católica, aun en el caso improbable y aun imposible de que
fuera laica como ciudad siendo católicos de verdad los ciudadanos.»
Para que ese ideal ele la Ciudad Católica se realice, «es necesario
que

el gobernante elimine los obstáculos de carácter público que se
opcngan a esa vida

católica,
y cree y garantice legal y realmente las
condiciones

ambientales-que la
favorezcan».
Durante

muchos años celebró en el Colegio de Areneros
la misa
en la

que conmemoramos
la festividad de nuestro patrón San Fer­
nando, y
en ellas nos

dirigió
fas oportunas homilías; y, también, todos
los viernes en la «C"'"'1 de F.scritores» ele la calle P•Jblo de Aranda,
y en alguna ocasión en el dornlcilio de Speiro, nos ilustraba pacien­
temente
acerca de

los temas
religiosos más
acuciantes del momento.
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EL RVDO, P. EUSTAQUIO GUERRERO, S. l.
Ciertamente, como me ha recordado en una nota el P. Arredondo, S. l.,
el P. Guerrero, «profundamente religioso e inclinado por tempera­
mento

a la
lectura, el
estudio
y la reflexión, pretendió siempre es·
clarecer los
problemas actuales con

la
luz del
pensamiento católico,
con convicciones claras, dialéctica contundente y expresión desen­
fa>.
Pero siempre hablaba con dulzura, con caridad para el autor al
que refutaba, y en tono mesurado, sin elevar nunca la voz.
Así
nos

fue ilustrando acerca de la libertad religiosa, insistiendo
en su interpretación de que la
declaración DignitaJis btl1114ntll! no ha
derogado la doctrina tradicional, concretándose a exigir la inmunidad
civil en
materia religiooa; nos habló

de
la pobreza, de la relación
entre la filosofía y la fe, de la libertad de enseñanza; nos expuso
su perspectiva de la obra de Teilhard de Chardin y su juicio del
último y -polémico libro del P. Diez-Alegría ... Nuestras objeciones,
nuestros juicios vehementes, las escuchó siempre

pacientemente,
y
los contestaba dulce y serenamente._
Su
labor, en

nuestra formación, ha sido profunda, caritativa
y
serenante.
El P. Eustaquio Guerrero López había nacido en 1893 en la
provincia de Guadalajara. En 1917 ingresó en la
Compañía de
Jesús,
teniendo ya concluida
la carrera

de Magisterio. En la Gregoriana,
en Roma, hizo
•u doctorado

en Filosofía y Teología. En
1925 fue
ordenado

sacerdote. Estudió posteriormente en Pullach (Alemania)
y en Roma, para
dedicarse luego

al apostolado
intelectual. En las
Facultades de Filosofía de la Compañía de Jesús, en España y Bél·
gica
desempeñó las

Cátedras de Lógica
y Metafísica desde 1929 a
1938, incluido el período de expulsión de
España de los jesuitas.
Desde

1939 a 1963 fue redactor de la revista
Razón y Fe, en la que
publicó más

de cien artículos.
Entre
sus libros, alguno

traducido al extranjero, pueden des·
tacarse: «Disciplina social
y obediencia en España» (1940), «Fun­
damentos de pedagogía cristiana» (1945), «En defensa de la
liber­
tad de enseñanza» (1951), «La libertad religiosa y el Estado católi·
co» (1959), «TelihaJ:d de Chardin. Aspectos fundamentales de su
obra:,,
(1969).

De
este último libro puede leerse una reseña biblio·
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IN MEMORIAM
gráfica por el P. Martín Prieto, S. I., en VERBO, núm. 83, págs, 235
a 241.
Entregó su alma a Dios el 1 O de septiembre de este año ( d. e. p.).
Según la breve nota necrológica que le dedicó el diario Y a del
12 de septiembre, el P. Guerrero, que «destacó siempre por su cla­
ridad
y su fuerza dialéctica», fue: «Defensor incansable de la liber­
tad.-de' enseñanza, desde muy diVersos aspectos, contra el totalitarismo
estatal ; sus escritos tuvieron eco nacional en las décadas de los años
cuarenta y cincuenta» .. . Entre nosotros. ha seguido teniéndolo hasta
su muerte, y su magisterio continúa vivo.
En VERBO, además de los trabajos y plática antes referidos y
de una nota bibliográfica al libro del P. Martín Brigarola, S. l.,
SQciología y teologla de la natalidad (núm. 56-57, págs. 501 y sigs.),
han aparecido los siguientes estudios del
P; Guerrero:
-«¿Hacia

una
más amplia libertad religiosa?» (núm. 14, pá­
ginas
63 a 66).
-«La confesionalidad del Estado en la declaración sobre la
libertad religiosa»

(núm.
42-43, págs. 63 a 73).
-«¿En qué consiste, según la declaración sobre libertad re­
Iigiooa,
la
dignidad humana
y qué exigencias implica en el orden
religioso?» (núm.
44, págs. 187 a 196).
-«Significado de orden público en la declaración sobre libertad
religiooa» (núm. 45, págs. 241 a 251).
-«Cristianización de las instituciones o la consecrdJio mundi»
(núm. 51, págs. 5 a 13).
-«Sobre la pobreza evangélica» (núm. 155-156, mayo-junio
1977, págs. 651 a 661).
-«Más reflexiones sobre la pobreza evangélica» (núm. 157,
julio-agooto 1977, págs. 929 a 938).
-«Tesoros en la literatura greco-latina como instrumento de
buena formación» (núm. 161-162,
enero-febrero de
este año de
1978, págs. 111 a 121).
¡El P. Eustaquio Guerrero, S. I., vela ya por nosotros desde el
cielo!
JUAN VALLET. DE GoY'r!SOLO
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