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Mañana el capitalismo

MA~ANA EL CAPITALISMO
POR
LoUIS SALLERON
Añadiendo un punto de interrogru:ión, damos a este artículo el
título

de un libro que acaba de
publicar un

joven
a:onomista fran­
cés en la colecci6n "Pluciel" del "Llvre de Poche". ¿Se ha elegido
blen el

momento
,¡,ora babilar del capitalismo? A través d,e las vi­
cisitudes de la política siempre es momento, pues las estructuras
socia1es
no evolucionan sino

lentamente;
y aun cuando las afecta
alguna mutación _profunda, no siempre es evidente que sean sus­
tancialmente muy diferentes aquellas que las reemplazan.
Además, es
preoiso saber de

qué
se '1mbla. Jll Sr. Heru:i Lepage,
autor de M,.;;,m,, el Cap#dismo, nos anuncia en las últimas páginas
de su
Hbro que es de la sociedad ilberal de lo que trata, pues escribe:
"Liberalismo y capita11ismo, a mis ojos, son exactamente la misma
cosa" (pág. 418). Con ese presupuesto hubiera hecho mejor en ti­
tulor su ,Libro Maiúma el Uberali,smo, pues si quiere ceñirse a una
sola palabra pa."1 ,evocar a la saciedad liberal, la palabra "liberalismo"
la expresa. evidentemente mejor que fa palabra "capitalismo", pues
todo
el mundo admite que se hable dcl "mpitalismo de Fstruio··.
Sin
duda, el Sr. Lepage ha pensado que "capitalismo" tiene una
resonancia más econ6mica que "liberalismo", cuyas raíces son más
políticas e incluso más filosóficas. Así, pues, es de economía política
de lo que nos
habla. El conjunto de fas libertades individua9e.s y
socia1es a las que, como todo el mundo, se halla conjugado, no se de­
sarrollarán ni se
desplegarán si
no se aseguran las libertades
a:onó­
micas,
que

son evocadas
precisamente pot la palabra

"capitalismo".
Concretamente, las

448 páginas del libro
están consagradas al
neC>'];berrui.ismo arrieticano, cuyo

jefe de
fila más conocido en Fran­
cia
es Mllton Friedmann., que desde hace veinticinco años toma ya
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Fundaci\363n Speiro

LOUIS SAUERON
figura de anrepasado, mientras que su línea se ha diversificado en
varias escuelas, principalmente en la Escuela de ChiO!gO y la Es­
cuela de Virginio, que rivalizan en "'1tlor y sutilidad en sus asaltos
convergentes contta el estatismo y la l:,urocrncia.
¿Qué es lo fuerre y Jo débil de este neo-1ihera:lismo americano?
Seucillamente, lo mismo que es lo débil y lo fuerte del liberalismo tra­
dicional.
¿Lo

fuerte? Evidentemente lo
es la crítica del estatismo y de la
burocracia. Todo el

mundo
está de ocuerdo en

eso.
El individuo
se
ahoga entre las complicaciones, las imposiciones y el "papeleo'"
que otigiuan los organismos e instituciones que se dwe tienen por
fln el de prestarle el máximo de oervicios. Existe, por orra pa,rte, el
sentimiento de que esos
servicios no

solamente poddan ser
mejores,
sino mucho menos coscosos, si se dejai:ran a !la -iniciativa y a la com­
petencia de los empresarios. A este respecto, los fuuroeses están aún
en peor situaci6n que fos americanos. Y a se trate de los transportes,
los corteos, las tel&omunicaciones, la seguridad social o de mil. otras
cosas, el Estado-Providencia aparece cada vez menos providencial.
El consumidor está

cada día más convencido
de que su protección
está muy
mal. ,segurada por la red de •ley.es y reglamentaciones que
sirven
de
pretexto a esta protección. La libertad le parece preferible
y es preciso creer que esta opinión es unánime, puesto que los par­
tidos político.; más anti-capitalistas, pata justificar sus programas,
ponen

siempre la
libertad por delante.
Entonces,

¿qué es lo débil? Lo débil
se halla en

la pobreza o en
la
ineicis,tenda del análisis de cuáJes son

las
Cllillsas de la socializa­
ción creciente

y,
más esencialmente, en el error radical de la filo­
sofía liheral en

cuanto a su
concepción del hombre y de la sociedad
Si hay en
el mundo un país en el .cual el capitalismo liberal haya
nacido
y
se haya desarrollado en un consenso general, es América.
¿Por qué en estas rondiciones se ha insinuado en él el socialismo
burocrático tanto privado como público? ¿ Y por qué la ideología
socialista ha ronqilistado una porción, ·minorimria ciertamente, pero
no despreciable, de sus mentalidades? El libro de Henri Lepage oo
aclara apenas estos puntos. Hubierra sido, sin embargo, muy intere­
sante que los aclarase. Sabemos cuáles han sido en Francia, y en
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MAS/ANA EL CAPITALISMO
térmiooo más getrerales en Europa, las causas de la socialización.
Apenas io sabemos de loo Estados Unidos. Ciert:amrente, un capítulo
del
libro se titula "¿Por qué crece el Estado?". Pero este capítulo
esrá consagrado más bien a la crítica del crecimiento del Esrado y
a las formas de contenerlo que ai análisis de sus causas y de sus
procesos.
Sin embargo, en ,esra misma crítica eoconrramoo lo que a nues­
tros ojos constiouye el error rndiatl, ,el error de base del neo-libera­
lismo americano.
En efecto, de la crítica del crecimiento del! Estado resulta la idea,
ciertamente justa, de que en la "política" se halla el origen de la
degradación de las liberades económicas y de las libertades cívicas.
Digamos, en términos sencillos, que los electores tienen siempre la
tendencia de vota< por quienes proponen proyecroo destinados a co­
rregí,, mediante la ayuda del poder público, los a:busos o injusticias
que sufren.
Con esto se sale ganando a corto plazo por las satisfac­
ciones inm,:diacas que se obtienen, Pero a la,:go plaw se sale per­
diendo por el costo y el peso ele las reglamentaciones del Estado­
Providencia. Se tirata, pues, de un mal "político", cuyo remedio no
puede ser sino "político". El postulado clemootático afirma que el
voto de la "moyoría" ,expresa la "voluntad genera1" y que ésta es
idéntica al "interés general". Doble salto de cuyos efectos puede
colegirse se está o no bien fundado. Des (cuyo nombre es felizmente recordado por el Sr. Lepage) se había
dedicado
a· esrudiar este problema. Kennerh Arron se ha ocupado,
a su "ez, de él en el año cincuenta., y con él la Escuela de la "Puhlic
Choise".

Pero
su ronclusión es paradójica. Piensan que si el sistema
político funciona mal es porque ignora al hombre económico, el
homo economkus, y que el día en que se reintegrnse la política en
la economía, cuando se haya comprendido que las kyes políticas no
son de
natunrleza distinta que· las leyes económicas, el crecimiento
del
Estado se pa:rará. Los ciudadanos serán más ricos y más Ubres.
H~ en esta asimilación de Io político a lo económico dos pro­
blemas diferentes que deben ser conside-ados: el de la burocracia
y el de la designación de los dirigentes (sisrema electoral). En lo
que se refiere a la burocracia, es claramente excesivo el enfocar su
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LOUIS SALLER.ON
buen funciooarriento partiendo de las ideas de la competencia y del
interés personal. Una administración no es una empresa. Sin embargo,
existen analogías y, sobre todo, fas ,eglas de una· buena organiza­
ción

del
trabajo son prácticamente las mismas en los dos casos. (A
este respecto Francia está muy en retraso respecto a los Estados
Unidos.) En lo que
coru:ierne al régimen electoral no se perobe
apenas cómo el cálculo económico puede determinar el mejor sis­
tema. Las explicaciones suministradas por la Escuela del "Public
Chaice", son más bien oscuras.
Nos Jimira:remos a este ejemplo, por lo característico que re­
sulta.
Pero todo el neo--irberalisrnn americano, en todas sus diver­
sas escuelas, testimonia este imperialismo idrológico del capitalismo
liberal, por la dobk reducción de la sociedad a la sociedad econó­
mica y del hombre al hamo economi,cus. Finalmente, se trata de una
filosofía fundamentalmente "materialista", cuyos gmndes ternas son
los mismos de los siglos XVIII y XIX: individualismo, utilitarismo,
racionalismo, progresismo, cientifismo, etc. El comunismo, a esre
respecto, no es sino la inversión ruidéccica de la misma filosofía.
Basta snstituir individuo por Estado, micro-economía, mercado por
planifioición, etc.; la visión de un universo económico regido por la
eficacia en el dominio de la naturaleza es (anti-) metafísicamente
id~tica.
Podríamos
apuntalar estas proposiciones con múltipks citas. Con­
tentémonos con estas:
"El imtrumento económitXJ fundado en el postulado de lo ra­
ciona/, ertá en
C""141NJ de ,sfirm,Jrse como el m,ls eficaz de todos los
q1'e disponen los inve.rligad-Ores de ciencias ,ocia/es" (pág. 48).
" ... no es por casuaUdad q11e _,, los etXJnomistarneo-liberales
que hemos citm:UJ' por· sus nombres, un· grtm número son, a menudo,
tmtiguos socia/,irtas, o hasta antiguos ma,rxistas, de buen tinte, com,er­
t/dos a la economla de mercado y al capitalismo por la sola práctica
de
la reflexi6n científica" (pág. 50).
"... ( el objetwo era mostrar) c6mo a pmw de #nos conceptos
muy marxistas frelaci6n entre super-e!HUClura e ifflfraestt-Uctura), se
puede desarrollar un análisis econ6mico n<> 11Ull"xista para la historia,
probablemente mucho
11Uls efict8l: qtle aquél" (pág. 119).
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MAf:TANA EL CAPITAUSMO
los trabajos del «Public Choice» se mteg,an en el vasto
movimiento
de verificaci6n empírica del paradigma del Homo eco­
nomicus, emprendido desde hace veinte aíws por los economistas
americanos
de
la escuel@
de Chicago, que prueban sistemJticamen.e
su aplicabilidad
a tod,i la esfera de las decisiones humanas r de las
f'elaciones socüJes: teoría de la f.tmt.iJ,ia, teoría del mtJtrinumio, teoría
del tdh-uismo y de la caridad, te cación, teoria de la práctica reUgi-Osa, etc. (pág. 192).
"Incluso lor fenómenos sociales más complejos pueden expUcarse
remontándose
al individuo y sin que haya neoesidad de hwocar la
existencia de procesos colectivos il'reductibles en el individuo (pá­
gina 363).
" ... Se trata de una empresa que, apoyándose sobre los conceptos
de

la
nueva economía desarrollada po,-los economistas neo-liberales
americanos,
se

esfuerza en
demostrar que igualmen.e se puede apli­
car
la metodología econ6mica al estudio del makimoni-0, de la reU­
gi6n, de
la política, del crimen, etc., asimismo es posible mqorar
la comprensión de los mecanismos que presionen los desUzarnientos
de

los
valores de la oiviUzaci6n uti/.lzando las herramientas clásicas
del análisis econ6mico neo-clásico" (pág. 445).
Todo lo que es
excesivo resulta insignifiamte. Los excesos del neo­
llberalismo
son desgraciadamente muy "significativos". Signifiam
el progreso del "reino de la cantidad", romo lo llimaba Guénon (1).
Es tanto
más de lamentar que la misma economía de mercado corra
el riesgo de sufrir por ello. La confusi6n de lo espiritual, de lo po­
'1ltioo y de lo eoon6mico perjudica a 'lo espiritual, a lo político y a
lo económioo. El datío económiro es evidienremente el menos grave
para el hombre. Pero a través del totalitarismo tiene mmbién su
importancia. La· "lectura económica" del Evangelio, no vale más que
su lectura política (o marxista, o estruaurnlfstica, o sicoonalítica, etc.).
Se matan las verdades oegundas y relativas a sectores determinados
cuando se pretende
erigirlas

en
Verdad universal, englobando al
hombre 1y al cosmos.
(1) Cfr. René G11énon, por Paul Sérant, 2.fr ed. revisada y aumentada,
Le Co11rrier 411 li11f'e, 21 rue de Seine, París, 1977.
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