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Sociología del protestantismo (IV)

SOCIOLOGIA DEL PRO'llES.TANTISMO (IV)
POB.
MIGUEL PORADOWSKI
4. El protestantismo, oomo judaizaioión del cristimtlsmo
Cuando se reprocha al protestantismo la judaización del cristia­
nismo, ante todo conviene aclarar qué se entiende por
judaísmo. Sin
embargo, los

límites del presente ensayo no permiten hacer aquí
un análisis
más detallado del judaísmo y, por eso, sólo nos limitamos
a recordar, primero, la diferencia entre el judaísmo y el mosaísmo,
en seguida señalar a1gunos elementos judaicos y lll()6aicos presentes
en
el protestantismo, como también demostrar que en
el protestan­
tismo

lo judaico predomina sobre lo cristiano
y, al fin, explicar
de ,:qué manera el protestantismo se judaizó.
¿Cuál es, pues, la diferencia entre el judaísmo y el mosaísmo?
Por el
mosaísmo entend.ernos aquí la religión revelada, es decir
comunicada a la humanidad por Dios,
por intermedio de los diri­
gentes del pueblo judío y especialmente por intermedio de Moisés ( de
ahí su

nombre: el mosaísmo).
Lo esencial en el mosaísmo es
que sus conocimientos sobre Dios (la. teología) y también
sus pre­
ceptos de

la vida moral (la
ética) son
expresa
y categórica.mente
comunicados por Dios.
Parece que

al principio esta religión revelada era practicada sólo
por los judíos, el «pueblo escogido» por Dios precisamente
para
este fin, es decir, para recibir y practicar esta religión verdadera,
revelada
por el mismo Dios. El contenido de esta Revelación co­
munica al hombre no sólo la verdad respecto a Dios, como un Ser
Supremo y Unico, Creador y Señor de todo · el universo, sino tam­
bién lo referente al comienzo de la vida del hombre en la tierra, su
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creación directa por Dios, su caída por el pecado original y, ante
todo,
la promesa de su Redención por el anunciado Mesias. De ahí
que

la vida del pueblo judio, en comparación con los otros pueblos,
todos paganos, tiene un sentido especial,
excepcional, pues

tiene
u.na misión·, vive de la esperanza, de su vocación, con el permanente
contacto con Dios, bajo su mirada, en continua espera de la llegada
del Mesias.

Muchas de estas ideas, poco a
poco, llegan al conoci­
miento también de
otros pueblos, de manera que, durante largos
siglos,

el mosaísmo prepara a toda
la humanidad para la llegada
del Mesías-Redentor, quien debía salvar a
toda la
ihumanidad, en­
señarla sobre Dios e indicarle
el camino

a la felicidad eterna. El
mosaísmo, pues, es nna religión revelada por Dios, viene desde
arriba, desde el Cielo; es una obra divina y no humana, mientras
qne el judaísmo es una religión judia, siendo sinresis de las creencias
del
puebl¿ judío,
duraute
siglos elaborada
por el mismo pueblo ju­
dío. Por tanto,
el judaísmo es una obra humana, es un producto de
la mentalidad judía, de su historia,· de sus experieocias
y vivencias
a lo largo
de los siglos, como una 1parte de la cultura judía y como
ta'! es una religión

tribal
y después nacional. Incluso el judaísmo
es algo
más que

una religión, pues es también
la cosmovisión judla
(Weltansch"11tmg} y, 'fundada sobre esta cosmovisión, es la civili­
zación judía.
La civilización judía está vinculada con la religión
judía, con
el judaísmo Clo que no excluye la presencia también de
la influencia mosaica), siendo una civilización sacra!. El judaísmo
es
la religión judía pagana.
El mosaísmo, como otras religiones, ha tenido
gran influencia
sobre el desarrollo del
judaísmo. En efecto, el judaísmo asimiló mu­
chos elementos del
mosaísmo, pero nunca se identificó con él; al
contrario, siempre estuvo y está en permanente conflicto con él. Los
judíos siempre confesabau ambas religiones: unos se identificabau
más con

el judaísmo, mientras que los otros con el mosaísmo. Hubo
períodos durante los
cuales el mosaísmo se imponía en el pueblo
judio,
· pero también hubo otros en que ocurría lo contrario, es decir,
cuaudo
el

judaísmo
se imponía, esforzándose por asimilar el ¡no­
saísmo, transformándolo en una religión. tribal, quitándole su ca­
rácter monoteísta
y reduciéndolo a la monolatría. Nunca lo alcanzó,
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SOCIOWGIA DEL PROTESTANTISMO
porque el mosaísmo recibía permanentemente una ayuda y defensa
de parte de Dios, por intermedio de los profetas
(Moisés es
uno de
ellos).
La Divina Providencia velaba sobre la pureza de la Revela­
ción

y la autenticidad de la
,fe, inspirando a los santos varones, los
profetas.
Además, por intermedio de ellos, la Divina Providencia
completaba la
Revelación, poco

a poco, dosificándola didácticamente
durante los siglos y preparando al «pueblo escogido» a la llegada
del Mesías y al
recibimiento, por

intermedio de El, de la plenitud
de la Revelación, en la misma persona de Jesucristo.
Pero durante todo el tiempo de la Antigna
Alianza se está li­
brando una dura ludia entre el mosaísmo y el judaísmo,, entre el
monoteísmo
y la monolatría. El judaísmo se esfuerza en interpretar
las ideas y los dogmas del mosaísmo según los intereses temporales,
contingentes e históricos del pueblo
judío. Como un ejemplo muy
elocuente, se puede mencionar el caso de
la idea-dogma del

Mesías.
El Mesías del mosaísmo -anunciado como Hijo del Hombre y como el Hijo de
Dios, como

una persona
individua:!, un
descendiente de
la estirpe real de David, que
nacerá de la Virgen y que con sus
sufrimientos. y
pasión redimirá a toda la humanidad-, bajo la in­
fluencia del judaísmo
y dentro de su interpretación, se transformará,
primero, en un líder político y déspués, íncluso, en un-a persona
colectiva, moral, pues se identificará con el mismo pueblo judío.
Cuando, por fin, viene Cristo, sólo una parte del pueblo
judío sigue
confesando

la auténtica fe mosaica,
mientras que la mayoría de la
población es judaica. Incluso entre los mosaístas predomina una
falsa idea del Mesías, como consta de
las opiniones al respecto de
los
mismos discípulos de Cristo. «¿Acaso es
ahora que
vas a
liberar
a Israel?», con frecuencia le preguntan a Cristo sus discípu105, siem~
pre pensando en una liberación política de la doo,jnación romana.
Este hecho ( el
de la falsificación del
mosaísmo por el judaísmo) ex­
plica la enemiga
actitud de

una parte del pueblo
judío frente
a Cris­
to; no lo entendían, lo encontraban extraño, incomprensible, pues
no correspondía a la idea que ellos se formaron sobre la persona del
Mesías, y por eso lo crucificaron. El Antiguo Testamento es un libro religioso, sagrado, pues con­
tiene una importante parte de la Revelación.
Está. escrito

por los
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autores inspirados por Dioo. Sin embargo, estos autores nos comu­
nican no solamente los

mismos
preceptos divinos,
no
solamente las
ideas básicas del mosaísmo, las prescripciones morales y todo lo re­
lacionado con el culto, sino al mismo tiempo
también describen la
vida diaria de la gente a la cual esta religión revelada es _dada. Pues
bien,
la

vida del pueblo
jud!o no
siempre
y no en todo correspon­
de
11 los principios de la fe revelada, no solamente por la sencilla
razón que

esta gente confiesa también otras religiones, especial­
mente el judaísmo, como ya lo
hemos visto,

sino
también porque
los
judíos -igual

como ocurre con otros pueblos, incluso con no­
sotros,
fos cristianos-

no siempre, en su
vida. diaria,

son
comple~
lamente
fieles

a su fe. El
pueblo judío

ha
recibido la

Revelación;
sabia, pues, cuál es la voluntad de Dios y cómo debería comportarse,
pero no siempre respetaba esta voluntad divina. El mismo Antiguo
Testamento, describiendo la vida del pueblo judío,
nos proporciona
los
elatos concretos

y
los testimonios,
de
los cuales
consta que sola­
mente una
parte del pueblo judío respetaba los preceptos de la reli­
gión
revelada, mientras
que
los demás cayeron

en un. formalismo,
con el
cual tranquilizaban

sus conciencias.
Además, el
Antiguo
Tes­
támento nos describe
no solamente a los que

vivían según las
exi­
gencias

del mosaísmo, sino
también a los que guardaban los prin­
cipios del judaísmo; de hecho, pues, contiene ambas religiones mez­ cladas, hasta el punto de que no todos
los lectores
de la Biblia están
en condiciones de distinguirlas;
de ahí que, para un lector común
y corriente, no todo lo que
hay en

el Antiguo Testamento es edi­
ficante.
El Antiguo T estamenro, siendo un libro religioso que contiene
una importante
parte de
la Revelación,
es una
fuente singular de
los conocimientos humanos sobre Dios
y por esta razón el cristia­
nismo

lo reconoce como un libro suyo.
Además, este
libro «intro­
duce» al Nuevo Testamento. Sin el Antiguo Testamento muchos
dogmas de
la fe cristiana serían incomprensibles. El Antiguo Testa­
mento no solamente preparaba a los judíos para la llegada de Cristo,
sino que también
prepara a todos los hombres de
todos
los tiempos.
El

protestantismo da la prioridad al Antiguo Testamento frente
al
Nuevo. En el protestantismo predominan las ideas, principios
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SOCIOLOGIA DEL PROTESTANTISMO
y el «espíritu>> del Antiguo Testamento sobre el Nuevo y en este
hecho vemos
la judaización

del
cris.tian.ismo por

el protestantismo,
Veamos algunos

ejemplos ilustrativos.
En
la teología protestante predomina el concepto de Dios según
el Antiguo Testamento. Dios cristiano, Dios-Padre de todos los
hombres, misericordioso, tierno, cordial, cercano del hombre; Dios­
Amor, que quiere al hombre y espera el amor humano, que crea al
hombre por el amor y para el amor. Dios-Hermano, Jesucristo, uno
de los hombres, quien se acerca al hombre hasta el extremo por la
Eru:arnación y por

la Eucaristía, haciéndose el alimento del hombre,
en el protestantismo toma de nuevo, como en el judaísmo, el aspecto
de un Dios judío, \In Jehová inaccesible, lejano; un Legislador se­
vero y un
Juez terrible,
y,
anre todo,
un Dios tribal (pues los
pro­
testantes,

como los judíos, muy a menudo confunden el monoteísmo
de Moisés
con la

monolatrla pagana del pueblo judío, ya que
ambas
religiones están, de hecho, mezcladas en el Antiguo Testamento),
Protector sólo de su «pueblo escogido» y preocupado por la
feli­
cidad temporal sólo de su pueblo, protegiéndolo de sus enemigos, de
los infortunios, de las calamidades, y apoyándolo en sus conquistas
temporales, históricas, incluso en las no siempre justas,
honestas y
morales. Los soldados

alemanes, llevados por el protestantismo
a
asimilar

el judaico
concepto de Dios, van. a poner en los broches de
sus cinturones
la inscripción

«Gott mit uns», pensando en un Dios
tribal, un Dios pagano de la monolatría, a
la cual reducen el cristia­
nismo.
La aceptación por el protestantismo del judaico concepto de Dios
trae consigo, también, la asimilación de la actitud judaica frente a
Dios. Desaparece la anterior actitud, profundamente cristiana, -sen­
cilla, cordial, desinteresada, «infantib>, llena de confianza y amor.
La reemplaza el respeto frío, el temor y, ante todo, una rela­
ción «comercial»
calculada. Si

Dios es el Ser Supremo, el Señor y
Dueño del mundo, el Todopoderoso, conviene estar con El, servirle
por
la recompensa, la que viene en forma de sus bendiciones, de
asegurada prosperidad y el éxito terrenal, temporal. En la prospe­
ridad económica en el bienestar y en la riqueza, el protestantismo
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( el calvinismo) ve la pru~ de la bendición divina, la protección
y la «elección» por Dios, exactamente como el judaísmo.
Otra manifestación de
la judaización del cristianismo por el pro­
testantismo la constituye el
rechazo de la 'institución del sacerdocio.
Históricamente
el protestantismo rechaza el sacerdocio de Cristo por
la ruptura con Roma, es decir con romper el entroncamiento con la
jerarquía eclesiástica. Pero esto no explica todavía el porqué de la
desaparición completa del sacerdocio en el procestantismo, pues,
rompiendo con Roma y con la continuación del sacerdocio de Cristo
y de fos Apóstoles, el protestantismo podría conservar la institu­
ción sociológica del sacerdocio (lo que
ha ocurrido en el anglica­
nismo), mientras

que
él rechaza la misma institución del sacer­
docio
cotno tal, reemplazándola con la institución de .los «pastores»,
la
que es casi igual a la de
los rabinos en el judaísmo.
Desde el
punto de vista sociológico, lo esencial en la institución
del sacerdocio es
que la sociedad aparta un grupo de personas con
la finalidad
propia y exclusiva de interceder por ella ·ante Dioo. La
persona
que pertenece a este grupo está
«consagrada», según
un
rito prescrito,

para subrayar su carácter singular. El
concepto de
la
«consagración», como un acto por el cual una persona o un objeto
está dedicado exclusivamente al culto, a servir a Dios, se encuentra
en casi todas las religiones. El sacerdote es una persona «consagra­
da», es decir excluida de
la vida profana y dedicada exclusivmente
al papel de
intermediario entre

la sociedad
y Dios, fo que cumple
por la oración
y la ofrenda-sacrificio.
La
institución del
sacerdocio, conocida
por casi
todas las reli­
giones, incluido

el
masaísmo, solamente en el cristianismo llega a
su pleno y verdadero siguificado. El
Sacerdote, en
la plenitud de la
palabra, el único Sumo
y Eterno Sacerdote, como un perfecto in­
termediario entre la humanidad entera
y Dios, es Jesucristo. El,
uniendo en su persona el papel de la
vlctima-ofrerula con
el de vic­
timario-sacrificador, en el

altar de la
Cruz, presenta
a
Dioo la
única
ofrenda verdadera
y plenamente efectiva, redimieodo con su sangre
a toda la humanidad, de una vez para siempre.
la instituci6n mooaica del sacerdocio del Antiguo Testamento
es la figura, el símbolo
y el aouncio del sacerdocio de Cristo, como
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SOCIOLOGIA DEL PROTESTANTISMO
lo es también el sacerdocio de Melquisedec. Cristo, instituyendo du­
ran!e la
Ultima
Cena la Eucaristía, como un perpetuo sacrificio, en
el
cual se perpetúa su sacrificio en la Cruz, al mismo tiempo insti­
tuyó el nuevo sacerdocio, como participación en el suyo. Es el mismo
Cristo quien -misteriosammte presente en la Iglesia, en cada sa­
crificio de la Santa Misa, sirviéndose de la persona del sacerdote sacrificante que por la ordenación
recibida esta

entroncado en el
sacerdocio de Cristo-- convierte
el pan y el vino en su cuerpo y su
sangre.
Ca.da Santa Misa no es un nuevo sacrificio, ni la repetición
de

la Ultima Cena, sino su continuación, su perpetuación, simbo­
lizada
,en el

milagro de la multiplicación de los panes, que ya, en la
Eucaristía, no son solamente el alimento del cuerpo, sino ante todo
el alimento del alma, siendo misteriosamente transformados en el
Cuerpo de Cristo.
Según el cristianismo, el hombre no puede salvarse exclusiva­
mente

con sus propias fuerzas, no puede vivir plenamente la fe y
modular su personalidad a imagen de la de Cristo sin la aiyuda de
Cristo, es
_ decir

sin
la Gracia, la cual Dios se la proporciona por los
sacramenros.
Los sacerdores, injertados por la ordenación en el sa­
cerdocio de Cristo, son distribuidores
de los sacramentos y, con ellos,
de la Gracia. La función intermediaria del sacerdocio cristiano entre
el hombre y
Dios es, _pues, muy distinta de la de otras religiones.
Siendo el sacerdocio lo
esencial en
el cristianismo, no hay cristía­
nismo sin sacerdocio de Cristo.
'El judaísmo no conoce la institución del sacerdocio, pues los
rabinos no son sacerdotes, sino los «doctos en las Escrituras», o más
bien los especialistas, los peritoo en la legislación mosaica y tradi­
cional judía, es decir
loo expertoo en la Tora y en el 'Ilalmud. La
institución
mosaica del sacerdocio se terminó con la llegada del
Sumo Sacerdote Jesucristo y

con su sacrificio en la Cruz. Después
del
sacrificio de

la Cruz perdieron su significado los sacrificios en
el Templo, y es muy significativo que, una vez destruido el Templo,
los
judíoo nunca

se
preocuparon de

reedificarlo o de
continuar sus
ritos en otro lugar. Ya no--tienen más ni el Templof ni sacrificios,
ni
sacerdotes activos;

sólo tienen
las. -. sinagogas y los rabinos, pero
las sinagogas no son temploo y loo rabinos no tienen nada que ver
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con el sacerdocio. En el judaísmo cada uno es su propio «sacerdote»
y prácticamente algunas funciones sacerdotales las cumplen los pa­
dres

de
la familia,
presidiendo las
oraciones y algunos ritos tradi­
cionales.
El protestantismo abandonó el sacerdocio de Cristo (salvo al­
gunas sectas), pues prescindió del sacrificio de la Santa Misa. Al­
gunas sectas protestantes conservaron· algo al respecto, pero sus cere­
monias y celebraciones no tienen carácter de sacrificio, sino de me­
morial de la Ultima Cena,· donde se coomemo-ra este histórico even~
to. El protestantismo también prescindió de la Gracia y, por ende,
de los sacramentos (prácticamente guardando sólo el bautismo), pues
considera que el hombre no se salva por sus acciones y su vida
lle­
vada

en el estado de Gracia, sino por
.fa fe. No teniendo el sacrifi­
cio
y no preocupándose por la Gracia, el protestantismo no necesita
al

sacerdocio.
En su lugar introduce la institución de los «pastores»,
muy semejante, como se ha
dicho, a

la institución judaica de los ra­
binos. El pastor es solamente una persona instruida,
algo más que
otras, en los conocimientos de la moral, a
base de

la Biblia. No
hay
ninguna diferencia esencial ientre el papel del pastor y el del ra­
bino

en sus respectivas comunidades religiosas.
Junto con el
reohazo del

sacerdocio vino también el rechazo
de
la Iglesia. Las Iglesias protestantes, fuera del término «Iglesia»,
no tienen nada de común con
la Iglesia como institución jur!dico-re­
Iigioso-m!stica.

Las Iglesias protestantes son solamente «comunida­
des
religiosas» o

agrupaciones de ellas, es decir organizaciones o
asociaciones religiosas,

mientras que
la Iglesia Católica se considera
como
una institución, de origen

divino, siendo
fundada por
Cristo,
indispensable
y absolutamente necesaria para mediar entre los hom­
bres
y Dios, y cnmple esta misión precisamente por el sacerdocio de
Cristo, que le es intrínseco, de manera que
«fuera de
la Iglesia no
hay salvación»
posible.
En

el protestantismo la relación entre hombre
y Dios es indi­
vidual
y directa, mientras que en el catolicismo, es decir en la Igle­
sia Católica, esta relación es
«sociab> e
indirecta, pues sólo por in­
termedio ·de la Iglesia, concebida no solamente como una «comu­
nidad dé los fieles», sino ante todo como el Cuerpo M!stico de
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SOCIOLOGIA DEL PROTESTANTISMO
Cristo, del cual los fieles, es decir los bautizados, son miembros, y
del
CWL! sólo una pequeña parte es visible, la que constituye la
«Iglesia Militante», mientras que las
otras partes de ella, las invisi­
bles, pero principales, son la «Iglesia triunfante» en el Cielo, enca­
bezada por Cristo mismo y compuesta por la Santísima Virgen y
los innumerables {según el Apocalipsis) Santos y la «Iglesia su­
friente» en el Purgatorio. El protestantismo, al reducir
la misteriosa realidad de la Iglesia
sólo a

la «comunidad de los fieles», una comunidad de
fe y de cuJ.
to, se asemeja a la sinagoga del judaísmo.
También
la ética ¡;rotestante contiene muchos elementos judai­
cos.
Del judaísmo viene el principio de la «doble moralidad»; una
moralidad en las relaciones con sus: correligionarios y otra con los
demás. A pesar de que no son tan extremados al respecto como los
judíos, los protestantes distinguen entre los correligionarios y los
que no lo son, y si en las relaciones con los suyos demuestran una
moralidad muy severa y escrupulosa, en las relaciones con los de'
más poco se preocupan por las exigencias del Decálogo y del Evan­
gelio. Bl principio típicamente judaico de que «el fin justifica los
medios» también pasó al protestantismo ya eo los
tiempos de

Lu­
tero ( 1).
Según el judaísmo, moralmente es bueno todo lo que
sirve al bien del
pueblo judío,
pues este pueblo es uo «pueblo es­
cogido» por Dios y en
consecoencia es

uo «pueblo santo». La cruel
exterminación de varios pueblos, habitantes de
la «tierra prometida»,
con ocasión de la
ocupación de

estos terrenos por el
«pueblo esco­
gido»

bajo
la dirección de Josué, encontró plena justificación en las
descripciones de
la Biblia. La aceptación de este principio por los
pueblos protestaotes viene juoto
con la
asimilación
por ellos de la
idea del

«pueblo escogido».
Es sabido que lo más típico en la moral judaica es el forma­
lismo.
Eso es también lo que Cristo especialmente reprocha a los
judíos de su tiempo.
Los Evangelios están lleoos de ejemplos con-
(1) Véase, al respecto, lo's Sermones de Lutero; Maritain, en Trois refor­
mateurs, op. ~it., cita muchos ejemplos.,
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cretos del recha20 del formalismo fariseo por Cristo, según el cual
el cumplimiento exterior de los preceptos era lo único que impor­
taba (2). Esta actitud
pasa al protestantismo y se manifiesta espe­
cialmente en el puritanismo (3), en el
cual los elementos judíos son
muy

evidentes.
También por intermedio del protestantismo
pasó a la sociedad
cristiana el concepto judaico del trabajo como maldición o castigo de
Dioo, algo

como
md/11m necessari11m. I!l concepto cristiano del
trabajo, ya
elaborado en

la
temprana Edad Media,

como acción llena
de dignidad, pues facilita al hombre su propio desarrollo, compro­
metiendo
sus capacidades y facultades físicas y espirituales; como
acción asociada con la oración (
ora et labora), pues también glori­
fica a
Dioo; como

acción en
la cual el cristiano ve su cousciente par­
ticipación

en la obra creadora
de Dios, en el protestantismo está
abandonada, pues el protestantismo, oto al Antiguo Testamento sobre el Nuevo, vuelve al concepto del tra­
bajo como
consecuencia del pecado original

y como
castigo de Dios.
En vez de buscar por el trabajo el perfeccionamiento del hombre,
se

empieza a
buscar el
enriquecimiento y el bienestar, con lo
cual el
protestantismo coutribuye al nacimiento del capitalismo y del materia­
lismo
práctico, económico.

Dentro de la sociedad protestante
aparece
nn nuevo ideal: el hombre económico, «ho·mo oeconomicil.r>>; el hom­
bre dedicado al enriquecimiento, a la acumulación de los bienes eco­
nómicos,

especialmente a la acumulación del dinero. Como los
judioo
en

el desierto en los tiempos de Moisés, los
paganizadoo y
judaizados
pueblos protestantes
empiezan a

adorar
el oro,
símbolo de la riqueza y
del bienestar. El culto del dinero, tan caracteristico
para los judios ( 4),
(2) El judaísmo confunde la norma moral con la norma. jurídica e
incluso llega,
en el

Talmud, a identificarlas, d_e
ahí vi~e el minucioso
formalismo ético y la casuística.
(3) El puritanismo es un fenómeno muy complicado y, fuera del pro­
testantismo ,tiene también otras raí~. Véase: · Barcker, The NaüonaJ Chtt­
ra&tet',
(4) Karl Marx, nacido en una familia rabínica, en su ensayo Zur /uden­
frage, escribe: «Welches ist der weltliche Kultus des Juden? Der Schacher. Wel­
ches ist sein weltlicher Gott? Das Geld. Das Geld ist der eifrige-Gott Israels,
vor welchem kein anderer Gott bestehen darf.-Das Geld erniedrigt alle
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SOCIOLOGIA DEL PIWTESTANTISMO
pasa a las sociedades protestantes y lleva a la economía ( 5).
El síntoma más importante, por

sus
consecuencias, de
la judai­
zación del pueblo
alemán por

el
protestantismo ,es la

asimilación del
concepto
del «pueblo escogido» (

6).
En general no se aprecia
. adecuadamente

el
papel de la Biblia
en la formación de
las naciones

europeas. Sin embargo, la Biblia
es el primer libro en el
cual aparece en una forma elocuente el con­
cepto de
nación. El pueblo judío,
el protagonista principal de los
acontecimientos relatados

por la Biblia, segón el testimonio bíblico,
es una
nación en

el pleno
sentido de
esta palabra. En todos los re­
latos bíblicos, el pueblo judío está presentado no solamente como
una comunidad tribal
y racial, lo que esta allí frecuentemente su­
brayado,
sino
también como una . comunidad

histórica, es decir como
sujeto de la historia.
Además, los

judíos
forman una
comunidad
Gotter des Menschen ~und . verwandelt sie in eine W a.re. Das Geld ist der
allgemeine,
für sich selbst konstituierte W ert aller Dinge. Es hat daher
die ganze W elt, die Menschenwelt wie die Natur, ihres eigentümlichen
Wert,s beraubt Das Geld ist das dem Mooschen entfremdete Wesen sei­
ner Arbeit und seines Daseins, und dies fremde W esen beher.rscht ihn,
und

er
betet es an. Der Gott der Ju.deo. hat sii.ch verwcltlicht, er ist zum
Weltgott geworden. Der W e'Chsel ist der wirlcliche Gott des Juden. Sein
Gott its nur der illusorische Wechsel.» Fischer Taschenbuch Verlag, Frank­
furt am Main, 1972, pág. 57.
( 5) Las obras que destacan la influencia del protestantismo sobre el
nacimiento del

capitalismo moderno son muy
abundantes. Se empieza. · con
el estudio de Max Weber, Die protestanlische Ethik und Geist des Kapi­
talismus,
y con los trabajos de Wemer Sombart, Der- mdderne Kapitalis­
mus
(1902-3), Die Juden 11nd das Wirtschafts/eben (1911) y Der Bonr­
geoi.I
(1913); los siguen: Ernst Troeltsch, Die Bede11t11ng des Prole.rtantismus
für
die Entstebung der moderne Welt (1911); R. H. Tawney, Religion and
the rise uf Capitalism (1926), con muy abundante bibliografía; George
O'Brien, An es-say on the economk effects of the Reforma/ion (1944); P.
Bemard,
Protestantisme et Capitalisme (1970); son las obras más impor­
tantes sobre el tema.
(6) Véase, al respecto, la

obra de
H. G. Wells, The Fate of Romo
Sapiens. Recordemos que Wells pertenecía a Godless Society. El autor destaca
también la
judaización de Inglaterra por

la lectura de
Ja Biblia ( el ca­
pítulo The Jewish influence).
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cultura:! y religiosa personificada ( una persona moral), con un pro­
fundo sentido de la responsabilidad colectiva frente
a Dios y a su
propio destino. El
¡meblo b!blico,

judío,
desde su

más remota anti­
güedad, tiene consciencia de su: unidad y de las diferencias entre
él y los otros. pueblos. Existe también el sentido de la unidad de las
generaciones
pasadas, presentes y futuras, vinculadas entre sí por la
común responsabilidad en
el cumplimiento de su misión histórica,
encomendada por
Dios, una misión mesiánica.

Como
Wla entidad
histórica, recibe de Dios bendiciones
y castigos. Parece que nunca en
la historia antigua se da un
concepto tan
claro e indiscutible de
la
nación como lo es el caso del pueblo judío.
Desde el punto de vista sociológico, hay que .reconocer que el
pueblo judío es una nación por excelencia. Y es ante todo por la
influencia de

la imagen ,bíblica de esta nación por
fo que los pueblos
europeos se
transforman en

las naciones. Cuando el cristianismo llega
a los pueblos de Europa, la Iglesia empieza su
!abo< educadora y
el .clero, en sus e_nseñanzas, usará con frecuencia _los textos bíblicos
que hablan de la nación judía. Antes de que estos pueblos adquie­
ran el carácter de personas jurídicas, como sujetos de la ley, se hacen
persooas
morales, como

sujetos de
la responsabilidad
ante Dios,
y
este proceso de la «personificación» se presenta como uno de los
factores de la
maduración de
los pueblos en las naciones. La pru­
dente
,lectura de Ja Biblia,

introducida por la Iglesia, contribuye a
la transformación de
loo puebloo cristianos

en naciones,
pero una
imprudente asimilación de los conceptos e imagenes
bíbliC06, prac­
ticada

por el protestantismo, termina con
la aceptación

por los pue­
blos protestantes del
judaico concepto

del
«pueblo escogido».
Los judíos aparecen en la Biblia como un pueblo escogido por
Dios entre los pueblos paganos
para conservar y preservar de cual­
quier deterioro la Revelación y, ante todo, para que de ellos salga
el prometido Mesías, el Redentor de toda la humanidad.
De esta
manera los judíos han recibido de Dios una misión religiosa, en
favor de
toda la

familia humana,
y para esta misión fueron esco­
gidos de entre todos los pueblos descendientes de Adán y Eva, la primera
pareja humana.
Esta misión se
terminó con la llegada de
Jesucristo
y con la realización por El de la redención en la Cruz.
1130
Fundaci\363n Speiro

SOCIOLOGIA DEL PROTESTANTISMO
La idea del «pueblo escogido» aparece a lo largo de la Biblia
de una manera extraordinariamente sugestiva e inipresionante, lo
que hace que no solamente loo mismos judíos quedaron P"f" siem­
pre impregnados durante toda su historia por ella, sino que, también
otros pueblos, asiduos lectores de la Biblia, la apliquen a sí mismos,
sea por la vía de la analogía, sea por considerarse, a su vez, esco­
gidos por la Providencia p favor de la humanidad.
Como el

protestantismo otorgaba a la lectura
del Antiguo Testamento mayor importancia que a
la lectura del
Nuevo ---contrariamente ,al catolicismo---, la influencia. de la idea
bíblica del «pueblo escogido» se notaba mucho más entre los pueblos
protestantes que en
loo cat6licoo.
Pero

hay _también otro aspecto de este problema, a
saber :
la
enorme diferencia entre las ideas mesiánicas
del «pueblo, escogido»
mosaica
y judaica. La idea mosaica del «pueblo escogido», relativa
al Mesías, con toda claridad
y evidencia se refiere a la persona
individual, concreta; y, poco a poco, especialmente en los escritos
de los profetas, la individualiza y hasta identifica con el futuro
descendiente de la farnila real de David, presentando muy detalla­
damente ( especialmente es el
caso de

!salas) su vida, su carácter,
sus obras
y milagros y, ante todo, describiendo minuciosamente su
pasión redentora. En resumen: el concepto
mooaico del
mesianismo
y del «pueblo escogido» es exclusivamente religiosa; la misión del
pueblo judío como de un «pueblo escogido» es
rigurosamente reli­
giosa:

guardar la Revelación
y dar de su seno al Mesías-Redentor
de la humanidad, el cual, por su pasión y muerte, va a reconciliar a
todoo loo hombres con Dios.
No es así el concepto judaico del «pueblo escogido»
y su mesia­
nismo. El judaismo coge la idea mosaica del «pueblo escogido»
y
la transforma, adaptándola a las exigencias políticas del pueblo
judío. En primer lugar, la seculariza
y la temporaliza, y, en segundo
lugar, la politiza.
La seculariza, pues le quita su carácter religioso y sagrado. Se­
gún el judaísmo, el pueblo judío es un «pueblo escogido» por Dios
en el sentido de ser un pueblo privilegiado frente a los demás, no
por
la misión religiosa que deberla cumplir, sino por una situación
1131
Fundaci\363n Speiro

MIGUEL PORADOWSKI
especial de la cual va a gozar durante toda la historia de la huma­
nidad, siendo un pueblo gobernante sobre los demás pueblos,
es
decir
una casta superior,

destinada por
Dios a gobernar a todos los
pueblos del mundo,
gozanc!Q de

los
efectos del trabajo de
los
pue­
blos

gobernados. De esta
manera la misión

del pueblo judío como
un «pueblo
escogic!Q» se seculariza, desacraliza y temporaliza, pues
es
una misión «temporal», es
decir en

este mundo y
para fines tem­
porales, para la grandeza y bienestar del pu,blo judío en este mun­
do. También se
la politiza, pues

se trata ante todo de
una misión
política:

gobernar a otros pueblos,
llegar a

ser una
casta gobernante,
una clase superior en
todos los países y en todos los pueblos.
Además, respecto al mismo
Mesías, esta deformación judaica
llega
a concebirlo

primero como a un líder político, quien va a
li­
berar al pueblo judío de la opresión política del Imperio romano;
lo que
esperaban de
sus
varios personajes históricos todavía
antes de
Cristo, lo
mismo esperaban de Cristo, incluso sus discípulos, como
lo
leemos en los
Evangelios, y esto también esperaron de otros des­
pués de
Cristo. Después,

cuando el
pueblo judío
quedó desilusio­
nado con esta
interpretación judaica

del
mesianismo mosaico, apa­
rece la otra interpretación judaica, todavía más deformante, pues
ve ail Mesias en el mismo pueblo judío. Esta vez se trata de una
persoruficación del

pueblo judío. El Mesías mosaico, concebido como
una persona individual,
es concebido

por el judalsmo como una per­
sona colectiva:
es el

mismo pueblo judío. Ahora, a él, como pueblo,
se aplican
ras profecías de. Isaías, insistiendo en que es el mismo
pueblo judío quien
por sus sufrimientos, sieudo perseguido por
otros pueblos, está redimiendo a la humanidad. Este concepto del
«pueblo escogido» indentificado con el Mesías, con un Mesías ya
colectivo,
se klivulga después de

la destrucción del Templo
y de
Jerusalén
(año 70), y la consiguiente diáspora (7). Este concepto
del

Mesías colectivo
y del «pueblo escogido», que debe sufrir dis­
perso entre los pueblos no judíos, se afirma en la
d!)Ctrina rabinica
( 7) Lo5-judíos vivían en la diáspora ya antes, pero la diáspora anterior
a la
destrucción del Templo y de Jerusalén era vOiluntaria., mientras que
la siguiente ya tenía en los ojos de los judíos el carácter de un destino
impuesto por Dios a través de
los acontecimientos políticos.
1132
Fundaci\363n Speiro

SOCIOLOGIA DEL PROTESTANTISMO
después del advenimiento del cristianismo y se manifiesta eu el Tal­
mud. Cuando vienen los
tiempoo de

la
Cáhala, la

mística
ju.da.ica va
a

llegar hasta un nuevo
concepto horroroso

de la redeución por
el
pecado ( 8), pero esto ya no tiene nada que ver con el tema aquí
tratado.
Hubo que
recordar estos
distintos conceptos del «pueblo escogi­
do»,
pues ellos pasan, a través del protestantismo, de nuevo defor­
mados,
a los pueblos protestantes,
especialmeute a
los
alemanes
e ingle­
ses. Por la lectura de la Bibilia pasa a los pueblos
p
sóla­
mente el concepto mosaico del «pueblo escogido», sino
también el
judaico. Según Wells ( 6), tanto 106 ingleses como los alemanes que­
dan profundameute impresionados por el concepto del «pueblo esco­
gido>> y lo aplican a sí mismos. Lo más importante es que estas dos
naciones toman este
coru:epto ya judaizado,· es decir secularizado, tem­
poralizado y politizado.
Los ingleses se van a considerar un «pueblo
escogido»
para gobernar a otras naciones y pueblos ( especialmente en
la
época de la reina Victoria, según W ells), llevándoles la cultura
occidental, civilizando a los
puebloo bárbaroo y

salvajes e incorporán­
doles a la civilización occidental
europea, admitiéndoles

a
la Comu­
nidad

Británica de las Naciones. Así ven
loo ingleses,
según W
ells,
su misión como un «pueblo escogido», prácticamente hasta la se­
gunda guerra
mundial, la

cual
pone fin

al colonialismo
y al Imperio
británico. Se puede observar que
en este

caso la
judaización del
pue­
blo británico
por ,el protestantismo anglicano es muy superficial, sua­
ve
y no perjudicial ni para los mismos británicos ni para loo pueblos
coloniales, y

se manifiesta sólo en un corto período
de la historia

de
Inglaterra. No es
así en eil caso de Alemania, pues el protestantismo alemán,
siendo
profundamenre judaizado, transforma el
alma alemana, impreg­
nándola con el
concepto ju.da.ico del

«pueblo escogido»,
como un
pueblo

destinado
por Dios para dominar, subyugar y gobernar a otros
pueblos e incluso a todo el
mundo, Más todavía: los alemanes, asi­
milando el concepto judío del «pueblo escogido»,
lo interpretan se-
(8) Véase: Gershom G. Scholem, Le me.rsianisme ¡uif, París, 1974, el
capítllllo «La réd,mption par le péché», p!gs. 139-217.
1133
Fundaci\363n Speiro

MIGUEL PORADOWSKl
gún sus propias tradiciones y antiguos anhelos, concibiéndose como
una
raza superior.

No tanto por un destino providencial, sino
más
bien por su superioridad racial, biológica, por su sangre aria, nórdica,
alemana; es que están destinados a ser un «pueblo de señores» del
mW1do, un Herrenvi,/k. En Alemania, por la influencia protestante,
las antiguas tradiciones
germánicas de carácter panteísta
se
mezclan
con las ideas mesiánicas judaicas, llegando a una síntesis deil pensa­
miento germánico-judío que encuentra una presentación simplificada,
pero
sumamente atrayente

y peligrosa, en
el hitlerismo.
Recordemos al respecto que
el concepto judaico

del
Mesías colec­
tivo

en algunas doctrinas rabínicas, fieles
aJ. misticismo religioso y ali­
mentados
po< los concept05 mosaicos de la Biblia respecto al Mesías­
Hijo de
Dios, al identificar aJ. Mesías con el pueblo judío, llegan a la
divinización
del mismo

pueblo judío,
pues si éste es el Mesías y Pl
Mesías
es

el Hijo de Dios, el pueblo judío es el Hijo de Dios. En
otras palabras: es Dios
mismo quien

se manifiesta en el
pueblo ju­
dío
y por eso éste es su «pueblo escogido».
Cuando
la mística alemana, nutrida por las antiguas creencias
germánicas de

carácter panteísta, asimila
el concepto judaico del «pue­
blo escogido» identificado

con el Mesías, también llega a considerar
al suyo como
W1" pueblo divinizado, un pueblo en

el
cual se
mani­
fiesta lo divino. El pensamiento alemán,
preparado ya

desde siglos
tanto
po< sus propias tradiciones germánicas, paganas y panteístas,
como
también

por el pensamiento panteísta filosófico judío de
Es­
pinosa y después por el pensamiento inmanentista-panteísta de Hegel,
quien
-recordemos-en
el
Estado prusiano ve la manifestación
del Absoluto, con facilidad llega a una síntesis de estos elementos
y
se considera un «pueblo escogido», por su naturaleza superior a otros
y destinado a gobernar a todo el mundo, lo que lo lleva después has­
ta el fanatismo hitlerista.
De ahí que el nacionalismo alemán en el
, siglo

xx, confundido por sus propios líderes con el
racismo de
inspi­
ración judaica del
«pueblo escogido» y penetrado por la mística pan­
teísta germánica
y po< la filosofía inmanentista, será el objeto de la
severa condenación por parte del Papa Pío XI, en su enáclica Mit
brennender SfJf'ge.
Veamo5 a:hora las causas de esta judaización del protestantismo.
1134
Fundaci\363n Speiro

SOCIOLOGIA DEL PROTESTANTISMO
Parece que la causa principal y más importante es la lectura sin
criterio
de
la Biblia.
La aparición del protestantismo coincide con
la época del hwna­
nismo
y del entusiasmo por la antigua cultura griega y latina. En la
clase culta se difunde la cootumbre de leer las obras clásicas en origi­
rutles, es

decir en griego
y en latín, y este entusiasmo se extiende
también a
la lectura

de la Biblia. Pero los protestantes se dedican
a la
lectura de

la Biblia mucho más que los católicos por una razón
muy especial, pues al
rechazar la autoridad del

Papa en los asuntos
de fe, tenían que buscar otra autoridad,
y la encontraron en la Biblia.
La Biblia, una vez tomada por los protestantes no solamente como la
única fuente de la Revelación -pues rechazaron la Tradición (9)-,
sino también la única autoridad en materia de fe, llega a ser un libro
absolutamente indispensable, y su lectura y estudio se hace, para los
protestantes,
imprescindilile. Además, rechazando el sacerdocio y apli­
cando el principio de que cada cual es
su propia autoridad

en materia
de religión, recurriendo sólo a su propia razón, hicieron de la lectura
de

la Biblia una necesidad
diaria. Cada
protestante se sentía obligado
a buscar

personalmente en los versículos
de la Biblia las directrices
concretas para su conducta y para la orientación de su conciencia.
Mientras los
católicos, en

casos de duda, seguían recurriendo
al con­
sejo de sus sacerdotes u obispos, los protestantes podrían recurrir
sólo a la lectura de

la Biblia.
Esta lectura es facilitada por el hecho de
que en la misma época viene el invento de la imprenta
y el primer
libro que se imprime es precisamente
la Biblia. Por otra parte, el pro­
testantismo es el primero que insiste
en la introducción de los idio­
mas
vernáculos en

el culto especialmente en
la lectura de

la Biblia.
Aparecen muchas

traducciones de las Escrituras Santas, y antes de que
se imprima toda la Biblia en alemán, salen
algunas de sus partes,
como

el Salterio,
etc. También la necesidad de leer personalmente
la Biblia urge a muchos a aprender el arte de leer. El protestantismo
introduce

poco a
poco la costumbre de la lectura familiar de la Bi-
(9) Actualmente algunos teóil)go6 protes-aceptan la Tradición (pero
concebida de una manera distinta de los católicos), pues los estudios bíbli­
cos les demostraron que una
parte de la Biblia es la descripción de: la Tra·
dición prebíblica.
1135
Fundaci\363n Speiro

MIGUEL PORADOWSKI
blia, de manera que, en poco tiempo, esta lectura entre los protes­
tantes se populariza. Una vez introducida esta costumbre, deviene
una práctica, si no diaria, al· menos dooúnical, y el hombre protes­
tante, desde su
más tierna niñez, queda bajo la influencia de estas
lecturas. Hay

que tener presente también que, en estos tiempos, la
Biblia es
prácticamenre el

único libro difundido
y la suya es la úni­
ca lectura; de ahí su extraordiuaria influencia sobre la mentalidad
del

hombre protestante,
pues fos otros

libros
son escasos

y
raras veces
leídos, mientras

que la Biblia se encuentra después de algún tiempo
en casi cada hogar
y es permanentemente leída.
Esta
influencia de las lecturas bíblicas aumenta también
por otras
razones, como, por ejemplo, por el respeto con
el cual se la lee y se
la
escucha como la «palabra ,de Dios>>, como un libro sagrado, que
contiene la Revelación. Bajo esta influencia,
los protestantes empiezan
a rezru: con el lenguaje

bíblico, a pensar con las categorías bíblicas,
a
meditar los acoutecimientos narrados por los libros sagrados e impre­
si?Darse con las ihistórias de sus· personajes. Durante varios siglos esta
lectura, estas meditaciones y estos ejemplos de los protagonistas de
los acontecimientos
bíblicos son,
para los protestantes, casi los únicos
conocidos y vividos. El hombre de
hoy, quieo durante

toda su vida tal vez ni siquiera
una vez ha leído
toda la Biblia,

no está capacitado
para imaginarse
esta

extraordinaria influeocia
sobre el
hombre protestante de los si­
glos
XVI, xvit, xvm y hastra la mitad del siglo XIX. Pero los que leeo
los escritos, memorias, discursos, etc.; de "los protestantes de estos si­
glos quedan asombrados al constatar que el lenguaje, las expresiones,
el estilo y a veces todas
las frases
-sin hablar de las ideas- son bí­
blicos. Incluso
los discursos

políticos de esta época son casi idénticos
a los sermones
y ,homilías ( 10).
La Biblia es un libro extrarnrdinariamente sugestivo, pues contieoe
no solamente algunos ,¡,receptos, recomendaciones y reglas de la vida
(como, por ejemplo, el
Corán), sino también la detallada descripción
de
la vida de las personas
y de los pueblos a los cuales .estas prescrip­
ciones

están
dadas. Algunas
partes de
fa Biblia son de carácter épico,
(10) Véase, por ejemplo, Carlyle, Cromwe/l's Letters and Speeches.
Fundaci\363n Speiro

SOCIOLOGIA DEL PROTESTANTISMO
incluso de un género literario muy parecido al de las novelas, escritas
con excepcional talento li!erario y extrnordinaria belleza, y por eso
hablan no solamente a
la razón, sino también a la imaginación del lec­
tor.
Casi cada lector de la Biblia encmentra en ella personajes a los que
se
asemeja en distintas ocasiones y situacioo.es de la vida in social
y nacional. Tal vez no existe ningún problema humano que no
esté en alguna forma tratado por la Biblia; de
alú que los griego< an­
tiguos
la
llamaron «biblión»,

es decir el libro por
excelencia. Casi cada
lector de la Bil>lia encuentra en ella un ejemplo concreto de comporta­
miento en
una situación dada, pero ... este ejemplo no siempre es edi­
ficante, !'U'"' la Biblia contiene no solamente la Revelación, sino tam­
bién
las descripciones de la vida diaria de la gente a la cual esta Re-­
velación

es
dada. Los pueblos bíblicos no siempre se comportaban se­
gún las reglas de la moral revelada, no •iempre en su vida respetan
los
Diez Mandamientos y otras prescripciones de Dios; al contrario,
mwy a

menudo llevan una vida completamente opuesta a lo exigido
por la Revelación,
pues viven

no según
el mosaísmo (la religión re­
velada), sino según el judaísmo, es d~ir según sus religiones · paganas.
No

todo lector
de la Biblia es capaz de entender estas diferencias;
de
ahí que algunos
lectores tomen

las
descripciones de
la
vida inmoral
de

la gente de los
relatos. bíblico6 corno

modelo o,
a1 menos, como
algo autorizado o sugerido
por la Biblia. Para una persona de poca
cultura y sin previos estudios bíblicos no es fácil discernir en los rela­
tos bíblicos lo
revelado y recomendado de Jo, no revelado pero real­
mente
vivido, entre el ideal bíblico y la vida diaria de los pueblos bí­
blicos,
y por eso la influencia de estas lecturas no siempre es positiva,
edificante y
moralizante. Más
todavía si se toma en cuenta que la Bi­
blia
es un

libro muy voluminoso; a muchos lectores falta tiempo
para llegar a la lectura del Nuevo Testamento y sólo alcanzan a leer
el Antiguo. Por
otra parte, también los qúe llegan a leer toda la Biblia
quedan
más impresionados por la lectura del Antiguo Testamento que
por la lectura del Nuevo, por la sencilla razón de que la primera dura
mucho

más tiempo, pnes
el Nuevo

Testamento
ni siquiera ocupa la
quinta parte del espacio. Además hay que recordar que muchas edi­
ciones
de
la Biblia ni siquiera incluyen el Nuevo Testamento, sien.do
ediciones judías,

pero muy
divulgadas entre
los cristianos. Es
lógico que
1137
Fundaci\363n Speiro

MIGUEL PORADOWSKI
los judíos publiquen la Biblia sin el Nuevo Testamento, pues no lo
consideran como parte «canónica»; pero ··estas ediciones sin el Nuevo
Testamento están especialmente difundidas entre los cristianos por las
distintas sectas protestantes.
La

moral
del Nuevo Testamento es muy distinta de la .del Anti­
guo, no solamente porque es mas exigente, sino ante todo porque
es universal, es decir que se extiende por igual a las relaciones
entre todos los seres humanoo. Según la enseñanza de Cristo, ex­
presada en la
parábola sobre el buen Samaritano, para el cristiano
el prójimo es cada persona, cada hombre y no solamente el
corre­
ligionario,

como lo entendían los judíos.
Algunoo lectores

de la Bi­
blia podrían sentirse
dispensadm de

las
severas exigencias morales
del

Nuevo Testamento por los ejemplos de
vida presentados
por el
Antiguo,
más todavía cuando .al Antiguo se ponía en primer lugar.
El hombre

que lleva una vida muy alejada de las
exigencias mo­
rales

del Nuevo Testamento encuentra en el Antiguo la justifi­
cación de su conducta. Prácticamente,
cuaudo se habla de

la influen­
cia
de la Biblia, se piensa en el Antiguo Testamento.
La Iglesia acogió el Antiguo Testamento como una parte inte­
gral
de
las Escrituras Santas, pues en él se encuentra una importante
parte

de la Revelación
y, además, el Antiguo Testamento introduce
al Nuevo, facilitando su
entendimiento. Pero
la .Iglesia siempre se
ha dado

cuenta
de la inconveniencia de la lectura del Antiguo Testa­
mento por las
persoruis sin adecuada preparación y también siempre
ha exigido que las edicioues de la

Bibliá tengan la
debida autoriza­
ción

eclesiástica, tanto
para que

el lector tenga seguridad de que
loo
·
textos

sagrados son auténticos, completos y no deformados por
las
traducciones,

como también para que estén acompañados de los
ade­
cuados comentarios y explicaciones, sin los cuales podrían presen­
tarse malentendidos.
La Iglesia siempre ha estado principalmente
preocupada por
la difusión del Nuevo Testamento, mientras que el
Antiguo prácticamente quedaba reservado

a
fa lectura del clero y de
los
estudiosos. De ahí que

entre los católicos no se produjera el fe­
nómeno de la tan
extraordinaria inflúencia del

Antiguo Testamento,
como entre los protestantes. Incluso, cuando se extiende
la costum­
bre
protestante de

la
lectura de la Biblia,

la Iglesia recuerda a los
113&
Fundaci\363n Speiro

SOCIOLOGIA DEL PROTESTANTISMO
fieles que los cristianos debían vivir según la moral del Nuevo
Testamento
y no según la del Antiguo, .lo que expresa con claridad
el
Coru:llio de
Trento:
praecepta Veteri Testamenti sunt mortua et
mortífera, lo que .quiere decir que . ya no obligan y que a los que
quisieran observarlos podrían ser dañinos. Sin
embargo, la. Iglesia
nunca

puede permitir que
se tilde al Antiguo Testamento con el
nombre de

«libro judío», pues él cootiene una
parte de la Reve­
lación (11).
Se puede suponer que en el cristianismo de los primeros siglos
la
influencia del
Antiguo Testamento era
casi nula.
Pues,
probable­
mente,

sólo se leía en las
sinagogas, durante
los primeros
decenios,
cuando el cristianismo se prog~gaba casi exclusivamente entre los ju­
díos dispersos en el Imperio romano. Pero, a medida que el cris­
tianismo toma el carácter
de una religión universal y se extiende a
todos
los pueblos,

son las Cartas
de. los Apóstoles las que

son leídas
y comentadas con fervor y, en seguida, los Evangelios. La lectura del
Antiguo
Testamento tal vez reaparece en las comunidades cristianas
sólo cuando

viene del Oriente
el movimiento

monástico, lo
. que
ocurre al final del siglo IV. Sólo. los conventos y los monasterios
podrían permitirse el lujo de copiar íos
larguisimos textos del An­
tiguo Testamento y de tener la gente dedicada a estudiarlos, y esta
situación se prolonga
pcicticaml'[lte hasta

el
final del

siglo
XV, cuan­
do
se empieza a imprimir la Biblia. Esto explica el porqué de la
nula influencia del Antiguo Testamento entre los
católicos. Mien­
tras

que los protestantes, tomando
la Biblia como la única fuente
de
fa Revelación y la única autoridad en materia de fe, quedan ba­
jo fa profunda influencia del Antiguo Testamento, influencia no
tanto mosaizante como judaizante.
Otra causa de la judaización del protestantismo es el hecho de
que los primeros «estudiosos de las Escrituras Santas» son los judíos
o los protestantes de origen judío. Hay una analogía entre
el proce­
so

de la
paganización del
cristianismo en
la época del

Renacimiento
y del proceso de su judaización en la época de la aparición del
protestantismo. Si, corno ya lo hemos visto, la
vuclta al estudio de
los clásicos de la
literatura antigua

resulta ser uno de los factores de
(11) Véase: Cardenal Faulhaber, Christentum, Judentum, Germanentttm.
1139
Fundaci\363n Speiro

MIGUEL PORADOWSKI
la vuelta al antiguo paganismo greco-romano, la asidua lectura del
Antiguo Testamento, introducida por el
protestantismo, provoca la
judaización del cristianismo protestante. Ahora bien, . así como los
emigrantes de
Bizanoio, ya mur paganizados, muy

a menudo soo los
maestros de los que desean estudiar las antiguas obras de la litera­
tura clásica griega, del mismo modo los, emigrantes de España, es
decir los i.udíos sefardíes,

expulsados en este tierupo de
España por
los Reyes Católicos, Fernando e Isabel (1468-1516),
y que soo re­
cibidos
con entusiasmo en .Memania, soo

los maestros de los que
quieren dedicarse

a
ios estudios

del Antiguo
Testamento en
hebreo.
Y así como a los emigrantes griegos de Bizancio se ofrecen las cá­
tedras
en las Universidades del

idioma griego
y de la literatura
clásica

griega, a los
emigrantes judíos

de
España se ofrecen las cá­
tedras del idioma

hebreo y de
la exégesis del Antiguo Testamento.
Pues los
protestantes querían

estudiar
la Biblia, especialmente el
Antiguo
Testamento, pero les falt.ban los especialistas en

esta ma­
teria, pues la Iglesia, · desde hacía muchos siglos, se servía de la tra­
ducción latina, llamada Vulgata, atribuida prmcipalmente a San Je­
rónimo. Los protestantes aleruanes odiaban el latín, como todo lo
romano, mediterráneo, italiano;

querían estudiar el Antiguo Testa­
mento en sus originailes, en anuneo y

en hebreo. Casi los únicos
especialistas en estos Jdiomas, en esta época, eran los judíos; por
eso se recurre a ellos, se les ofrece las cátedras en las Universidades.
Los marranos y los judíos soo los primeros maestros de los protes­
tantes. Ellos les enseñan no solamente el idioma blblico, sino tam­
bién les interpretan
fa Biblia y los inician en los estudios bíblicos
judíos: en la crítica
del texto,' de

su
originllilidad, de
su proceden­
cia,
auroría, historia,

etc. Siendo los marranos y los judíos los maes­
tros de
los primeros líderes del protestantismo, tenían una extraor­
dinaria influencia sobre la formación «teológica» de ellos. Huelga
decir que estos
maestros no siguen la enseñanza mosaica, sino la
judaica; de
ahí que sean uno

de los factores
de la judaización del
protestantismo.
·
La
influencia

de
los maestros marranos y judíos

sobre
los pro­
testantes
tenía que ser mucho más importante que la de los maestros
griego-bizantinos sobre

sus
ailumnos, pues entra aquí en juego el
1140
Fundaci\363n Speiro

SOCIOLOGIA DEL PROTESTANTISMO
problema de la extraordinaria diferencia entre el idioma griego y
el hebreo ( o el arameo). El idioma griego exprea la mentalidad y
la
rultura griega:
la clara
y desinteresada búsqueda de la verdad,
abierta para todos. Otro
es el caso del
idioma hebreo,
el que también
refleja
la mentalidad y carácter de la cultura hebrea: ,1a iniciación
en

los misterios reservados
sólo para
algunos
privilegiadoo. En
efec­
to, el idioma hebreo ( o
el arameo) es un idioma de los iniciadoo, es
misterioso.
Teniendo sólo las consonantes, no expresa
el pensamiento
plena
y claramente, sino parcial y simbólicamente; supone y exige
una iniciación.
Casi cada

palabra de este idioma puede
ser leída de
distintas

maneras;
según las

vocales que se !e agrega, en cada caso
puede expresar otra idea, otro pensamiento y tener otro
sentido.
Cuáles

vocales es preciso agregar y cómo leerlas sólo se puede
saber
por iniciación, lo que supone una ciencia esotérica, misteriosa, reser­
vada sólo para los iniciados y transmitida por la Tradición. De ahí
la
autoridad de
los «estudiosos de las Escrituras Santas», como
per­
sonas que conocen no solamente el id;oma hebreo ( o el arameo),
sino que también saben leer la Biblia,
escrita en este idioma.
Las monografías sobre la historia de las Universidades europeas
de
los siglos
XVI y XVII proporcionan muy interesante material infor­
mativo
sobre
la presencia en ellas de emigraotes de España, marra­
nos
y judíos (12).
La judaización del protestantismo es también efecto de la pre­
sencia de una cantidad importante de judíos en las
comunidades pro­
testantes convertidos a.J protestantismo. Es un hecho muy destacable
que, precisamente al mismo tiempo que aparece el protestantismo, muchos
judíos se

convierten
:d cristianismo protestante, engordando
sus ftilas.
B1 carácter masivo

de estas conversiones justifica
las dudas
sobre
la sinceridad de ellas y la sospecha de que no se trata de pura
coincidencia. Es curioso_ que estas «conversiones.» masivas ocurren
precisamente pocoo años antes de la rebelión .de Lutero e inmediata­
mente después de ella (13). Estos judlos, recién
convertidoo, en­
trando

en masa en la Iglesia, introducen en ella sus costumbres, sus
(12) Véase: Karl Eschweiler, Die Philosophie Jer spanis,hen Spau­
cholastik a.uf den Deutschen Universit;Jten des siebzehnten Jahrh11nderts, 1928.
(13) Véase: Tharaud, Histoire des ftúfs.
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Fundaci\363n Speiro

MIGUEL PORADOWSKI
tradiciones, su mentalidad. Esta gran masa d,, conversos no podía
ser inmediatamente asimilada por el ambiente cristiano, y más aún
si se tiene en cnenta la profunda crisis por la cual pasa la Iglesia
en esta época, a raíz del
Renacimiento y

de la vuelta de muchos
al paganismo,. Estos

neófitos, de inmediato manifiestan, en el seno
de la Iglesia,
afán de

reformas, de cambio y, ante todo, de vnelta
al Antiguo Testamento. De esta masa de neófitos
salen los

prin­
cipales líderes del protestantismo,
especialmente en

el campo de la
teología y de la exégesis de la Biblia. Por
esta razón

se puede
sospe,,
char que el mismo protestantismo, como reforma y como rebelión
contra Roma, es, hasta cierto punto, una manifestación del afán de
adaptación del cristianismo al judaísmo que espontáneamente sale de las filas de los neófitos, pues ellos
constituyen, en

esta época,
dentro de
la Iglesia,

un elemento
cu:lturalmente muy
distinto. Desde
este punto de vista se puede considerar el protestantismo
co,:no un
judaísmo

no completamente «digerido» por el cristianismo.
Que el protestantismo, hasta cierto punto, es un cristianismo
juda,izado se confirma por el hecho innegable de que son d pro-­
testantismo,

desde su aparición,
casi todas las conversiones de judíos,
especialmente las masivas, lo que es muy comprensible, pues la vida
de un judío que se convierta
al protestantismo

poco cambia.
Prácti­
camente, entrando en fa comunidad protestante~ un converso judío
se encuentra entre los suyos y, al mismo tiempo, sale del «ghetto»
y entra en
la sociedad cristiana, sacando todas fas ventajas de este
hecho.
Por otra parte, es
bien conocida
la simpatía que las sectas
protestantes gozan

entre •los judíos.
Estas conversiones de
,[os judíos

que abrazaron el protestantismo
en distintas ocasiones también explican el porqué del relativamente
pequeño porcentaje de judíos en las sociedades protestantes,
pues en
las

estadísticas
ellos fignran

como protestantes,
mientras en

realidad
siguen sierido judíos, conservando su CW.tura, su sentimiento nacio­
nal y, inuy a menudo, también su fidelidad al judaísmo.
Esto
explica también,
al menos paroialrnente, el fenómeno de la
judaización. de la cu:ltura de las sociedades protestantes.
En las so­
ciedades católicas, a
pesar de

su gran cantidad numérica, los judíos
tienen muy poca influencia sobre la culrura y las costumbres, pues
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Fundaci\363n Speiro

SOCIOLOGIA DEL PROTESTANTISMO
presionan sólo desde fuera, mientras que en las sociedades protes­
tantes esta presión se
efectúa dentro de la misma sociedad. En las
sociedades protestantes los judíos constituyen un elemento integrado,
asimilado, esencial,
característico. El

cristianismo protestante es ju­
daizado
no, solamente por la asimilación de las ideas judías, sino
también por la asimilación de los elementos biológicos judíos, de
la raza judía. Completamente distinto es el problema de la permanente
pre­
sencia

dentro
del cristianismo
de los así llamados
«judaizante,:» (tér­
mino latino). Este movimiento
se manifiesta

dentro de la Iglesia
desde los
primeroo días

de
la existencia del cristianismo, lo que
consta en varias
Cartas de los Apóstoles y en los Hechos dé lm
Apóstoles. Los «judaizantes» son auténticos cristianos, en la mayoría
de los casos de origen judío, que consideran la previa conversión
de
un pagano al mosaísmo como condición indispensable para su
posterior conversión al cristianismo. Según ellos, un pagano puede
entrar en la Iglesia sólo pasando
por la sinagoga. Prácticamente exi­
gían, antes
del bautismo, la circuncisión. Esta actitud, muchísimas
veces condenada por los mismos Apóstoles,
especia:lmente por
San
Pablo, reaparece a lo largo de la historia
de. la

Iglesia, pero ya no
como exigencia del previo paso por
el mosaísmo, sino por el judaís­
mo. Más todavía, desde los tiempos del protestantismo, los
«judai­
zantes» presentan sus exigencias en. una nueva forma, a saber, que el
·cristianismo, según ellos, no es W1a_ religión nueva, fundada por
Cristo, sino el pleno desarrollo de la antigua religión judía, la de Abraham
y de Moisés, que es la plenitud del judaísmo. Los «judai­
zantes>>, siempre presentes en la Iglesia, dentro del protestao.tismo
encontraron condiciones muy favorables para su actividad y manifies­
tan su actitud
ante todo

en
la teología protestante. Algunas sectas
protestantes casi se identifican con
los «judaizanter>> y la práctica
de fa circuncisión la consideran como el signo externo de esta acti­
tud. De ahí que pretendan imponer esta práctica incluso a los demás
e incluso contra la
vrountad de loo padres, circuncidando en los hoo­
pitales

a los ñiños
recién nacidos

sin
el conocimiento de sus padres,
lo que ocurre actua:lmente con frecuencia en los Estados Unidos y
en Inglaterra.
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Fundaci\363n Speiro

MIGUEL PORADOWSKI
La judaización del protestantismo se debe también en algunos
casos
a la
imprudente
enseñanza de
la religión cristiana.
Me refiero
aqui al caso de no hacer distinción entre la historia de la Revelación
y la historia del pueblo judío. Es evidente que los que enseñan la
religión cristiana rienen que tomar en cuenta la historia del pueblo
al
cual la Revelación está dada, pero la historia. del pueblo judío
no debería
ser confundida
o identificada con
la historia. de la Re­
velación. Desgraciadamente,
eso ocurre

muy amenudo, y los niños,
que reciben esta enseñanza tan confusa, careciendo toda.vía no sola­
mente de la madurez intelectual, sino también de los indispensab!es
conocimientos históricos, quedan, a veces para

toda la vida,
bajo la
influencia

de esta enseñanza, confundiendo
para siempre la historia
de la Revelación con la historia del pueblo judío,
identifipndo lo
tmo con

lo otro, lo que les predispone a
las futuras
simpatías en
favor de los «iudaizanteJ'>>. Más todavía si eso ocurre no solamente
por falta de prudencia por parte de los catequistas, sino también
por
fa actitud con,¡,:iente de ellos, cuando los mismos, siendo de
origen
judío, o
de
tendencias de
los
«¡,,daizantes>>, lo hacen a sa­
biendas y con el propósito de judaizar al máximo el cristianismo. El pueblo
aiemán, adaptando

en su vida un cristianismo
pro­
testante,

es decir judaizado,
encontró en

él lo que le
gustaba, pues
éste estimulaba una de las antiguas pasiones germánicas, tal vez la
peor de todas, la libido dominandi. Judaizándose, por el protestan­
tismo,
·los alemanes encontraron la justificación de esta pasión, que
les
autorizaba, por motivos
bíblicos, a
sentirse predestinados a ser
un nuevo «pueblo escogido»
para dominar

al mundo y gobernar a
todos los demás. En el protestantismo hay no
solamente la primacía del Antiguo
Testamento sobre el Nuevo,
sino también la primacía de lo judaico
sobre lo cristiano. Tal
vez esto

podría explicar el odio del protestan­
tismo contra Roma, contra la
Rom~ Mterna, pues solamente los
judíos tienen razones para odiarla; para odiar a
la Roma antigua,
la del Imperio romano, que destruyó el Estado judío y el Templo,
condenandc, a

este pueblo a vivir en la
diáspe>ra, y
a
la Roma cris­
tiana, la de
'los Papas,

como un doloroso testimonio de la Verdad y
un permanente
reproche para

la
conciencia judía por

el crimen del
Deicidio.
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