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El orden jurídico en el pensamiento de Marx

EL ORDEN JURIDICO EN EL PENSAMIENTO DE MARX
POR
FRANCISCO ELÍAS DE TEJADA (t)
l. El Derecho en el marxismo
. El mru:xismo abarca el estudio del Derecho porque es un sistema
omnicomprensivo, con aspiraciones de proporcionar a la humanidad
una versión nueva, integral y coherente del hombre, de la natu­
rale2a y

de
la historia; de la naturaleza, que es hombre, y de la
historia,
lfabrica trátase de .algo más retjo que de un sistema omnicomprensivo;
pretenden. elevar el marxismo a sistemas sin grietas ni hendiduras,
ciclópeo
y eterno, con la ciclópea eternidad de las pirámides. Y
hasta más
aún: como

el único sistema
capoz de

explicar
racional­
mente

las dimensiones enteras del
saber y del

vivir. En
L'Humanité
del 27 de mayo de 1953, Roger Garaudy sostenía que el marxismo
es
la sola íntegra soluci6n para la entera gama de problemas plan­
teados por el saber moderno, desde la economía política a la física, desde la historia a la moral.
Ello explica también el apasionamiento que el marxismo des­
pierta en sus adeptos, con la secuela del tremendo peligro de un
dogmatismo a rajatabla.
Porque. los marxistas

no son solamente
fa­
náticos, sino también dogmáticos. El fanatismo es la adhesión in~
condicionada, si es preciso violenta, a una verdad; el dogmatismo es
la entrega sin discusiones a lo que de antemano está admitido como
verdad

indiscutible. El fanatismo es tema de sentimiento; el dog­
matismo, actitud de la razón. De ahí que el dogmatismo sea mucho
más peligroso que el fanatismo, puesto que es el único modo de
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FRANCISCO EUAS DE TEJADA
cerrar los poros de la mente a la intelección de los temas del saber.
Que los
marxistas sean
fanáticos es un acicate movedor
de la his­
toria; que los marxistas sean dogmáticos equivale
a cegarles los ojos
para la comprensión de los fenómenos jurídicos, ya que sólo
admi­
tirán la visión unilateral de la escuela con un sentido parcial del
saber que
acaba en la negación del saber mismo.
Cuando los marxistas
argumentan de marxismo, suelen hacerlo
poseídos

de semejante unilateralidad dogmática. Le importan
los
dogmas, no las verdades. Sin disentir Ias tesis de Marx, sin haberlas
leído siquiera,
mantiénenlas con

fervores religiosos. A nadie
cabe
el calificativo de integristas mejor que a los marxistas, porque son
ellos tal vez los únicos hombres del siglo XX empeñados en pos­
tular íntegramente una tabla de conceptos transmutados en valores
intangibles por

obra
y gracia de una versión indiscutida de un saber
doctrinal que los
más desconocen por completo. Lo que el marxismo
tiene de religioso
viénele de este rigor invariable con el que los
marxistas creen, a pies juntillas, ·sin meterse a ta:zoo-ar los argumen­
tos de su fe nueva.
Por eso, en el terreno de la especulación filosófico-jurídica, no
cabe enfrentarse con
Marx con el talante con que valorizarlarnos a
un
Aristóteles o a un Hegel.
-No es fenómeno inteloctual; sino vi­
tal; es un alud y no una clara fuente. El análisis . objetivo de las
doctrinas de Marx encori.trará siempre eco positivo o negativo, se­
gún se sea o no marxista, esto es, según se tenga ya de antemano la
postura dogmática tajante, que afirma o niega con afirmar o negar
previo

a toda
estima de estudioso. Por regla general, quien estudia
a
Marx ya sabe las consecuencias de su futuro estudio. Aquí quiero
proceder a
uri análisis objetivo de un terna jurlclico, con la obje­
tividad de quien no
es pro ni antimarxista.
Pues la grandeza y la servidumbre de la ciencia es la objetividad.
Si el
marxismo es aquel movimiento .incitador, aquel «Erweckung¡;­
bewegung» que dijera Michel Preund (1 ), cosa es que no interesa
al estudioso, limitado a las cuestiones doctrinales.
(!) Michel Freund: Kar/Marx. Berlín, Propyliien Verlag, s. a., pág. 280.
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EL ORDEN JURJDICO EN EL PENSAMIENTO DE MARX
2. El Derecho como orden y como superestrtrotura
Para el marxismo puede el derecho de ser dos cosas : una superes­
tructura dimanada de las realidades del juego de .Jas fuerzas de la
producción, o un orden de valores, en la medida en que cabe un
orden de valores en el regazo del materialismo histórico. En cuanto
superestructura, sigue la suerte de todas ellas. Frente
al idealismo alemán, que le sirvió de punto de partida, el
mate­
rialismo histórico replantea. con afanes de instauraciones temáticas
concretas el giro del devenir de la idea hegeliana. El idealismo
concebía al universo como un despliegue, plasmado en momentos
precisos, de

aquel «Geist>>
que es la

sustancia
entrañada con
el mun
·
do; es la idea, la razón, que es realidad siempre en la fusión de lo
racional con
lo real,

lo que en sus triadas progresivas construye el
orden eterno de las cosas concretas, vistas como proyecciones lógicas
y ontológicas al mismo tiempo de aquella unidad suprema y omni­
comprensiva

que es el
íEspíritu del

Universo. Siendo el hombre un
momento de tal
devenir dialéctico,

la idea, que es el
motor his­
tórico, cuaja en la conciencia humana con la profundidad con que
cabe encerrar la inmensidad infinita del espíritu del mundo en el
cauce de un momento concreto de su evolución inexorable, Mo­
mento de la idea, la realidad humana es realidad sujeta a la idea
misma; lo real concreto funde la concreción de su realidad deter­
minada en un proceso racional total. De suerte que la pequeñez de
una
realidad concreta
pende de la infinitud de un proceso racional.
La fusión de lo racional con lo real, ínsita en una realidad recortada,
puesta en relación con. una racionalidad que deviene hasta el in­
finito, concluye por subordinar la realidad del hombre a la racio­
nalidad

del
:espíritu del

mundo.
Tal como Hegel
partía del espiritu del

mundo,
Marx procura
arrancar de la realidad del hombre, sin mengua de reconocerle inserto
en la trama de un inexorable devenir dialéctico. Y no porque sea
personalista, como pretende Jean Lacroix (2), sino porque su
afán
(2) Jean Lacroix: Marxisme, existeutialisme, personnalisme. Présence de
l'éternité
dans

le temps.
París, Presses Universitaires de France, 1950. pág. l.
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es romper la subordinación de lo concreto a lo abstracto y de lo
real a lo racional, que venía a ser
el resultado
de los desarrollos
del sistema hegeliano, aun en contra del arranque intencional de
las construcciones del coloso de Stuttgart. En cuya realidad ve,
en primer término, el contraste de la naturaleza humana con el resto
de
fos componentes de la realidad natural Antes de detenerse en el
contraste hegeliano entre la realidad
y la racionalidad, entre el mo­
mento dialéctico y el cnrso del ,devenir dialéctico, entre la naturaleza
concreta y el espíritu del mundo que infinitamente evoluciona, Marx
procura contraponer dos realidades entre sí : la del hombre concreto
con su 1contomo concreto.
Y en el mundo preciso en que vivía ve este contorno concreto
plasmado en las fuerzas de la producción material. El enfrenta­
miento queda así transformado en las conexiones de la naturaleza
humana con
ese otro

aspecto de la naturaleza que son las fuerzas
productivas.
El hombre va a ser definido en función de su realidad
más concreta, en el choque con fa constelación de fuerzas materia­
les que le circundan.
Las relaciones del hombre con las fuerzas de producción con­
sisten en la tarea humana modificando el contorno de las realidades
materiales; acto o suma de actos que son, en definitiva,
el trabajo,
el
esfuerzo humano por aprovechar tales fuerzas materiales. Las
relaciones entre
la naturaleza humana y las fuerzas de producción
son relaciones
:de trabajo.
Siendo

el hombre ser que vive con otros, el trabajo es factor
social sin dejar de serlo natural. Es natural
respecto a

las fuerzas
de producción; es social respecto a las relaciones de producción.
Dos realidades superpuestas, unidas por el lazo de la condición
humana.
En un sistema lógico las relaciones de producción, o sea las cir­
cunstancias sociales del trabajo, deberán corresponder al juego de
las
fuerzas de
producción, o sea de las circunstancias naturales del
trabajo. Si no se da tal correspondencia, incúmplese la lógica del destino humano, entendiendo aquí
la lógica tal como era concebida
por Hegel: como ontología racional y real a un tiempo. La lógica
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EL ORDEN JURJDICO EN EL PENSAMIENTO DE MARX
es el sistema perfecto en cuanto tabla de relaciones coherentes. La
no correspondencia entre fuerzas y relaciones de producción supone
ilógica en
lo concreto, falta de adecuada es.tima de la naturaleza
hwnana,
ausencia
de correspondencia entre el yo
y su contorno,
quiebra, por tanto, de la
estructura dialéctica

en su devenir concreto,
arrancamiento del

hombre de su puesto dentro de éste; lo que por
eso
deMmina iMarx con la palabra «alienación».
A semejante esquema,
nacido del

ansia de puntualizar con fuego
acrisolador
los planteamientos de la dialéctica hegeliana, va ligado
sin posibilidades de ruptura
el primado de la economía sobre las
demás facetas de
lo humano. Porque las relaciones del trabajo se
apoyan sobre las constelaciones de las fuerzas de producción; lo
que cuenta es la estructura económica de la sociedad en la que el
hombre exista.
La alienación es la discordancia entre trabajo y ele­
mentos de trabajo, entre relaciones de producción
y fuerzas pro­
ductivas. La conciencia del hombre es pura historia, o por
lo menos
no excede los mojones
de la historia; bien entendido que una his­
toria reducida a recoger el
elenco de
aconteceres en que se enfrentó
o
se enfrenta

la
naturaleza humana
con el resto de las realidades
naturales. Una historia, esto es, identificada con
la naturaleza y sobre
todo con la manera peculiar de lo natural que es el orden de las
estructuras económicas.
Lo que quede fuera de tal orden son superestructuras, formas
sociales de la conciencia, en las que se concreta el proceso del
existir
en
sus

variadas maneras :
la religiosa, la espiritual, la política, la
social o
la jurídica. Dependen las superestructuras de las estructu­
ras ec:onómicas, sea en su origen, sea en la valoración que haya de
dárselas; en su origen, porque están subordinadas al ritmo de las
relaciones sociales; en su valoración, porque han de regularse a
tenor del ritmo de las estructuras económicas.
En esta intera perestructuras

son resultados
y derivaciones íntimamente referidas
al orden dialéctico de las relaciones de producción. Al panlogismo
hegeliano ha sucedido un paneconomismo, que viene a sustituir al
Dios de la teología tal como lo había sustituido el «Gcist» en la
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dialéctica del espíritu. La relación realidad-espiritualidad, encajada
en la tríada
famosa, es

ahora relación hombre-contorno,
encuadrada
en

el marco de las coyunturas
económicas. Marx no niega el espí­
ritu, ni su materialismo es tosca exaltación de la materia estricta; lo
que hace es rechazar la posibilidad de una disociación del espíritu
de la materia, de suerte que el devenir, que era la-magna historia
a lo Hegel,
truécase en

esquema de relaciones económicas de pro­
ducción, o sea en la conexión del hombre con su trabajo; las super­
estructuras,
cuaJ el derecho, dependen de las estructuras económicas,
pero siguen existiendo en este materialismo, en el cual el espíritu
conserva su función específica, por más que dependiente y subor­
dinada.
Igual que la religión, el derecho es mucho
más que

ilusión ne­
gada
desde posturas materialistas

burdas ; es un modo de
la exis­
tencia en un mundo dotado de realidad, bien que falseado por la
alienación que escinde a las fuerzas de la producción de las relacio­
nes de producción encamadas en
.el trabajo.
El dualismo
amo-esclavo, ya

previsto por Hegel,
cámbiase en
el
dualismo burgués-proletario, en función del nuevo concepto que
Marx añade:

la «praxis», la realidad de la vida social concreta.
Aunque el salto estaba ya implícito
en el

parágrafo
475 de
la
En­
cyclopiidie der philosophischen Wissensch,iften, desde que Hegel con­
trapuso allí al sujeto con el interés; el sujeto actividad de
la ra­
cionalidad
formal, actividad de la satisfacción de los impulsos, ac0
tivjdad que traduce la subjetividad del contenjdo del impulso en
objetividad, en la que el sujeto se ata consigo mismo; el interés en
la medida en que el contenido del impulso es distinto de
la acti­
vidad en que el impulso se
subjetivizó, momento

en el que la
cosa, actualizada, contiene en sí misma tanto a la individualidad
subjetiva cuanto a su actividad. «Das Subjekt est die Tátigkeit der
Befriedigung der
Triebe, der formellen Vernünftigkeit, niintlich der
übersetzung
aus der Subjektivitiit des Inhalts, der insofern Zweck
ist, in die
Objektivitiit, in

welcher es sich mit selbst zusammen­
schliesst. Dass. isoferm der
Inhals des Triebes als Sache von dieser
seiner Ti:itigkeit unterschieden wird, die Sache, welche zustande ge-
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EL ORDEN JURJDICO EN EL PENSAMIENTO DE MARX
kommen ist, das Moment der subj ektiven Einzelheit und deren
Tatigkeit enthlilt,
ist as Interesse»

( 3).
De donde resulta que nada será actualizado sino por su corres­
pondiente interés; que
el quehacer del hombre, aun sin salir de
la dialéctica del proceso histórico, pende ,del interés oportuno; que
fa marcha de la historia, al ser sucesión de realidades concretas,
movidas por intereses concretos, es una marcha derivada de la «pra­
xis» en que el interés cuaja en definitiva; y que el proceso de los
actos humanos, cuya síntesis es la historia, dará en una. síntesis de los
intereses que los han hecho ser tales actos humanos, Sin más que desa­
rrollar este parágrafo del maestro, con
independencia incluso
de las
incitaciones de Ludwig Feuerbach, Marx pudo llegar a ver la histo­
ria como «praxis» en el esquema clave de su doctrina del materialismo histórico. Una vez más, la sombra de
las alas del

águila caudal hege­
liana planea enseñoreando la especulación de su discípulo de Tré­
veris.
Sin que tampoco sacrifique Marx al hombre más allá de la medi­
da en que Hegel lo recortó a parte concreta del devenir histórico.
No
hay determinismo

en
Marx, tal como en Hegel no lo había,
puesto que la línea fatalista queda excluida en este proceso donde
el rigor de la tríada dialéctica mantiene_ a cada término en un puesto
siempre activo y progresivo. Marx no determina a los hombres según
las cosas, de suerte que el contorno los mueva irreparable y ciega­
mente;

antes
al contrario, al in.flujo de las cosas sobre los hombres,
ordénase en cabal correspondencia el de los hombres sobre las cosas.
Tal
es el
significado de la acción en la tesis l
Lª sobre
Feuerbach
ruando escribe

a la letra que «die Phllosophen haben die Welt nur
verschieden interpretiert, es
Kéimmt darauf an

sie zu
verandern» (
4),
al pedir a los filósofos cambien el mundo en lugar de contentarse
con interpretarlo, De acuerdo con la concepción de que el hombre
mueve al mundo tal cual consta en la tercera de las propias tesis
(3) Georg Wilhelm Friedrich Hegel: Encyclopii.die der -phi!oJophfrc-hen
Wfrsenschaften. Leipzig, Féleix Meiner, 1949, pág. 405.
(4) Karl Marx: Die Frühschriften, Stuttgart, Alfred KrOner, 1953,
pág. 341·.
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FRANCISCO EUAS DE TEJADA
al señalar que «das Zusammenfallen des Anderos der Umstiinde und
der
men.schlicheu Tátigkeit
oder
Selbstveranderung kann
nur
als re­
volutioniire Praxis gefasst und rationell verstanden werden» ( 5).
Donde se ve que el cambio en el interior del hombre precede
y de­
termina a la mudanza de las cosas, las
cuales, de

esta
guisa, no

de­
terminan forzosa
ni forzadameute la actividad de los humanos; según
las reglas de un juego
dialéctico, aprendido
de
Hegel, en
el
cual
la tesis no anula ni es anulada por la antítesis, empero ambas se
funden en el superador «Aufhebung», que
al par las suprime y las
abarca.
En suma, la dialéctica de lo abstracto, típica del hegelismo, es
en Marx
dialéctica de
lo concreto. En lugar de la marcha lógica
de la
idea; coloca

la
dialéctica del «Arbeitet>> con
su
«Produkt», del
hombre

con
la circuustancia económica. Por ejemplo, el derecho
pasa de momento del devenir a superestructura referida a las
coyun­
turas

de la economía.
El orden de
valores posibles,

en
la manera secundaria en que
Marx
admite los valores, es

así resultado de la economía, variable
al tenor

de las mudanzas de la economía y sujeto a las alteraciones
de las relaciones de producción. La superestructura cuaja en tablas
sociológicas carentes de
validez por

sí mismas, subordinadas
al equi­
librio

de realidades de trabajo en el compás de la contraposición
del hombre a las fuerzas de la. producción.
Será, por ende, un orden secundario, variable e histórico. Orden,
sí, mas orden derivado, cuya vigencia depende de la estabilidad de las tramas en que se
apara y
de las cuales toma
su razón
de ser y las
motivaciones de validez. Por repetir
el ejemplo dicho, el derecho es
un orden acoplado _ a la economía, por él recubierta como superes~
tructura

de conciencia
social colocada encima de la estructura de
las tensiones de las fuerzas materiales de la producción.
De donde cabe colegir lo que supone este orden jurídico desde los
dos factores que en todo derecho se conjugan:
el ingrediente
ético
de la justicia
y el elemento político de la seguridad.
(5) Karl Marx: Die Frühschriften, 340.
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EL ORDEN JURJDICO EN EL PENSAMIENTO DE MARX
3. El elemento étioo
En el plano ético también Marx elabora sus concepciones en
diálogo con las construcciones mayestáticas de Hegel. Hegel vivió
racionalmente lo
real en cada momento de la dialéctica del «Geist»,
en una ética que encarnaba la sustancia misma del espíritu. Marx
vive la experiencia de la realidad del contraste entre naturaleza hu­ mana
y orden de las cosas en el ritmo sucesivo de las dialécticas
históricas concretas.
Maestro y discípulo coinciden en partir de lo real, aunque lo real
sea
,la misma racionalidad en Hegel, y en Marx, equilibrio de situa­
ciones económicas; en tener en cuenta las mutaciones diversificadas
que implican las situaciones concretas ; en historificar los plantea­
mientos, y en negar cualquier clase de valores morales trascen­
dentes, sea porque a lo Hegel decaigan a manifestaciones del espí­
rihl entrañado con el mundo, sea porque con Marx resulten puras
superestructuras deducidas y superpuestas al juego de las fuerzas
económicas.
Difieren maestro y discípulo en que para Hegel el contraste
ético cuaja en enlazar al yo con el «Geist>>; mientras que Marx
enfrenta al yo con las constelaciones de fuerzas productivas; en
que para Hegel término del devenir dialéctico es la meta de lo
absoluto, en tanto que para Marx
lo que coloca al final de sus
futuros
entrevistos, con rabias

de enardecido profeta bíblico, es
la
realización plena del hombre; en que Hegel se esfuerza por com­
prender el proceso del devenir, al paso que Marx lo que anhela es liberarse de la
alienación que

impida aquella plena realización del
hombre. La ética queda de esta guisa historificada por completo, ayu­
na de estimaciones trascendentes al hombre, encerrada en la his­
toria, que es el resultado del obrar humano. Lo que de la ética
pueda pasar
aJ derecho será el acomodo a la circunstancia, es referir
la justicia absoluta a la serie de justicias pasajeras; es concretizar,
no solamente a la circunstancia humana, sino a los
valoires meta­
físicos del ser, tan historificado que repugna toda especie de meta-
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FRANCISCO EL/AS DE TE/ADA
física que no quepa dentro del proceso ~ambiante da la historia.
De una ética sin metafísica pasaremos a un derecho
sin raíces meta­
físicas

permanentes, a un derecho cuya justicia está enmarcada por
la economía, de
la cual ética y derecho son sencillas superestruc·
turas
secundarias. Un

derecho cuyas
bases éticas vienen de que el
hombre es escueta naturaleza, incluso cuando fabrica los sucederes
de la historia.
4. El factor político en la historificación sociológica
La dialéctica naturalística del materialismo histórico -define tam­
bién al otro ingrediente que se ayunta con la ética para formar el
derecho: la política.
La diferencia está, a mi ver, en que la política
ofrece
dos aspectos.

De un lado es
superestructura del

juego de las
fuerzas económicas, igual que lo era la ética ; de otra parte es el
mismo
sistema de

relaciones
entre las fuerzas

de la producción, vi­
niendo a servir de enlace entre las
superestructuras y la básica es­
tructura económica que en definitiva define las calidades de la so­
ciedad concreta que
Marx tuvo siempre delante de los ojos.
En ambos casos es la historfa evolución dialéctica, por lo que
también es proceso de evolución dialéctica la política. «El mate­
rialismo moderno -estampó Engels- ve en la historia el proceso
de desarrollo de
la humanidad»; lo que traía consigo fuera «sustan­
cialmente dialéctico» ( 6), toda
vez que
el marxismo, a fuer de
hegeliano, no concibe más historia que la dialéctica.
Al equiparar la política con la historia, pónese al nivel de la
naturaleza. -«La naturaleza --escribió también Engels- es la pie-­
dm de toque de la historia» (7). La segunda parte del sentido di­
námico del
marxismo. aparece

aquí en el hontanar de las ciencias
naturales en el avance que la indagación científica _tuvo en el si­
glo XIX. Si la dialéctica hegeliana le dio la orientación del progreso,
( 6) Friedrich Engels: Anti-Dübring. Filosofia, economía polilica, so­
socia/ismo. ·Traducción del alemán por W. Roces. Madrid, Editorial Cenit,
1932, píg. 12.
(7) F. Engcls: Anti-Dühring, pág. 9.
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EL ORDEN ]URJDICO EN EL PENSAMIENTO DE MARX
el rigor científico contemporáneo le abasteció de las estructuras del
progreso mismo, las que
resultaban sin

mayor esfuerzo que aplicar
a los giros de
la historia las maneras de los cambios de la natura­
leza.
Con

numerosas citas eruditas, D. Riazanof ha precisado la corres­
pondeoda existente entre el marxismo y el
evoludonismo de las
corrientes biológicas ( 8), colocaodo el movimiento socialista al com­
pás de las construcciones
· de

Darwin o de
H=kel. Es que, para
el marxismo, las condiciooes de la producción son paralelas a las
sucesivas fases evoluiivas de las situaciones sociales. Marx creyó
haber

descubierto
para la sociedad uoas normas tao rigurosas cuaoto
lo erao las que Darwin descubrió para la biologla de las especies,
La política de Marx es, por eode, raigadamente evolucionista.
La
praxis
marxista da en proceso objetivo, que se desarrolla cerra­
damente eo la dialéctica
de las cosas con los hombres, ayuntaodo
así a

Hegel con el evolucionismo
en la contemplación del deveoir
histórico. Sin
caer eo el determinismo cerrado de las formulaciones
positivistas, gracias al quehacer del hombre respecto a las cosas deotro de[ esquema dialéctico del
«Aufhebung» que

ha de operar
la síntesis hegeliana. Tenía razón
Max Weber cuaodo habló de «die evolutionistische
Dogmatik der Marxismus» (9). La burguesía se traosforma en capi"
talismo de modo ineludible, con la
fotzosidad coo que

se contra­
pone al proletariado
y con la que la tensión eotre ambos va agudi­
zándose hasta el final de una revolución que seguramente ha de llegar.
La historia estaba para Marx sujeta a leyes inmaoentes, de
de las cuales no
podrá nuoca sustraerse la sociedad moderna, Por
creer eo las
certidumbres de
tales leyes inmaneotes
foe por lo
que Marx formuló profecías en la seguridad de que habrían inexo­ rablemente de cumplirse
El siguieote trecho del
Das K"pital no deja asomos de dudas
acerca del

sentido evolucionista de las temáticas de
Marx: «Die
(8) D. Riazanof: Notas adardlorias a «El manifiesto comunista». Madrid,
Cenit, 1932, pá_gs. 195-198.
(9) Max Weber: Wirtschtrft uná Gesellsch"aft. Grundriss Jer vertehen­
den Soziologie. Tübingen, J. C. B. Mohr (Paul Siebeck), 19,6, pág. ,01.
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FRANCISCO ELJAS DE TEJADA
Expropiation vollzieht · sich durch das Spiel der immanenten Ge­
setze der kapitalistischen Produktion selbst, durch die Zentralisa­
tion der Kapitale. Ja ein Kapitalist
schliigt viele
tot. Hand in Hand
mit dieser Zentralisation oder der Expropiation vieler Kapitalisten
durch wenige entwickelt

sich die kooperative Form des Arbeitspro­
zesses auf stets wllchsender Stufenleiter,

die
bewusste technisohe An­
wendung

der Wissenschaft, die
planmiissige Ausbeutung
der Erde,
die V erwandlung der Atbeitsmittel in
nur gemeinsam

verwendbare
Arbeitsmittel, die Okonomisierung aller Produktionsmittel durch ih­
ren Gebrauch als Produktionsmittel kombinierter, gesellschaftlicher
Arbeit, die

V erschlingung aller
Viilker in
das Nett des W
elmarktes,
und damit der internationale Charakter des

kapitalistischen Regimes.
Mit der
bestiindig abnehmenden Zahl der Kapitalmagnanten,

wel­
che
'a.lle Vorteile dieses Umwandlungsprozesses usurpieren

und
mo­
nopolisieren, wiichst die Masse des Elends, des Druckes, der Knecht­
schaft, der Entartung, der Ausbeutung, aber auch die
Empiirung
der Stets anschwollenden und durch den Mechanismus des Kapitalisti­
sechen
Produktionsprozesses selbst
geschulten, vereinten und organi­
sierten Arbeiterklasse.
Das Kapitalmonopol wírd zur

Fessel der Pro­
duktionsweise, die mit und unter ihm aufgeblüht ist. Die Zentrali­
sation der Produktionsmitell und die Vergesellschaftu.ng der Atbeit
erreichen einen Punkt,_ wo si_e unvertriiglich werden m.it ihrer ka­
pitalistischen · Hülle. Sie wird gesprengt. Die Stunde der kapita­
Jistischen
Privateigentum · schliigt; Die

Expropiateurs werden
expro­
píiert)> (10).
La mUQ1ción social es más que J>revisible, es segura, porque entra
en la línea de
forwso cumplimiento de

las
leyes inmanentes
del
proceso histórico según· la .-economía y con repercusiones ciertas en
el orden político y en el orden del derecho. El encadenamiento será
en tres puntos:
á) situación
sociológica de clase;
b) formación del
espiritu de

grupo, que
transforma en clase propiamente ;dicha a
lo
que
era mera

situación sociológica, y
e) triunfo

del proletariado
sobre la burguesia estirada a capitalismo.
(10) Karl ·Marx: Das kapital. Kritik der p0liJischen Okonomie. Stutt­
gart, Alfred Kroner .Verlag; 1957; p,Í¡J>. 389-390.
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EL ORDEN JURJDICO EN EL PENSAMIENTO DE MARX
Mas un proceso sin saltos, cumplido con la firmeza carente de
violencias con que se cumplen los procesos naturales. Ya vimos cómo
Marx asimilaba la historia a la natnraleza. Será un ritmo pausado,
pero cierto, de grados, de peldaño en
peldaño, sin
saltos en el va­
cío, puesto que la
historia no

hará saltos, ya que la naturaleza no
los
hace. Un

historiador tan competente especialista corno G. D. Cole
ha apuntado este ritmo de transiciones graduales
por nota típica
del pensamiento de Marx (11), y Benedetto Croce
ha insistido con
su sabida agudeza en subrayar como «il Marx fu sempre assai. ri.
goroso e meticoloso ne! criticare ed opporsi a ogni tentativo di
saltare alcuno
dei gradi

di transizione da lui dedotti come necessari,
e anzitutto
ali' impetuoso e anacronico rivoluzionarismo» ( 12).
5. El derecho en la evolución
Desde sus dos elementos de la ética y de la política, el derecho
aparece

en Marx ornado de las siguientes notas características:
a) Es un orden normativo de reglas para la conducta humana.
b) Está sujeto al curso del devenir histórico.
e) Varía en cada momento tanto en sus motivaciones axioló·
gicas cuanto en la expresión de las coyunturas sociológicas.
d) Depende de la economía, tal como todas las superestructuras
están subordinadas al esquema de
las relaciones
de
_producción, y
éstas, a su vez, se basan en el juego de las fuerzas materiales de pro­
ducción.
e) Refleja en su orden los intereses de la clase dominante de
las realidades pollticas,
o sea,
de
las fuerzas
de producción.
f) A cada mudanza de la estructura de las fuerzas de pro­
ducci6n corresponde
una mudanza del orden jurídico. O, en otras
palabras, cada cambio de predominio de clase supone el cambio del
orden jurídico que
la clase creó en interés propio.
(11) G. D. H. Cole: Historia del pensamiento socialista. Traducción de
Rubén
Landa. México, Fondo

de
Cultura econó~ca. I

(1962),
pág. ,2,s.
(12) Benedetto Croce: Come il Marx fece passare il comunismo daJl'uto­
pie
al/a sdenza. Saggi. Bari, Laterza e figli, '1948,, pág. 28.
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FRANCISCO EUAS DE TEJADA
g) No caben valoraciones trascendentes fuera del otbe de la
naturaleza en el
ruaI va incluido el proceso de la historia. La histo­
rificación total del derecho acarrea su reducci6n a naturaleza en la
parcela económica en que la naturale«a cuenta para el quehacer de
los hombres.
h) No existe la objetividad
jurídica, sino

objetividades varia­
bles a tenor del ritmo de las mudanzas económicas, que
son también
raíz de las variaciones hist6rkas. El orden jurídico es mera forma
de la constelación de las fuerzas de la producción.
6. El problema de 11a revolución
Sin que sea obstáculo a lo dicho el importante trazo de la re­
volución en el seno de la problemática marxista, porque en el pa­
ralelo constante de la historia con la
naturaleza que
preside sin cesar
las perspectivas de Marx la revolución es algo que no excede. a la
evoludón, antes es una parte de ésta; ni más ni menos que en Dar­
win la formación de nuevas especies no implicaba la quiebra del
proceso evolutivo, antes era el
instrumento lógico y necesario para
que
la evolución

jamás se detnviera.
Hermann
Bolloow ha

analizado,
con concienzuda aportación_

de
textos, el significado de la
palabra en los libros de Marx y de En­
gels, para llegar al resultado de mostrar cómo revolución no es
apenas cambio violento, sino simple reforma radical. Ha indicado
que en los clásicos del
marxismo revolución

vale por tres
cosas :
por «Umsturz» o cambio violento de derrocamiento; por «Umwiil­
zung>>
o
vuelta al
revés del orden existente, y por

«Umgestaltung»
o conformación
nueva del

sistema social que haya. De suerte que la
revolución es algo así como una «mechanische
Explosion» (13).
Explosión

mecánica que recuerda como estallido de saturaciones so-
(13) Hermann Bollnow: B11geh Auffa.rs11ng van Revolution und Ent­
wicklung in seinen· «.Grundaizen ile.r Kommunism11s> (1847). En Marxismu.r­
stuáien. Tübingen, J. C. B. Mohr (PauJ Siebeck), I (1954), pág. 94.
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EL ORDEN JURJDICO EN EL PENSAMIENTO DE MARX
dales el paso a nuevas especies, como estadillo de incitaciones bio­
lógicas en el
darwinismo.
En

la marcha evolutiva de las sociedades, tal como
en la evolu­
ción

biológica, no se altera la evolución porque haya cambios de
raíz ni en el orden de los grupos ni en
el orden de loo cuerpos.
Antes
bien, son precisos
para que la evolución no se detenga. La
pugna entre proletariado
y obstáculoo legales es el momento tenso,
que Rodolfo Mondolfo llegó a decir dramático (14), donde estalla
el enfrentamiento de las nuevas estructuras económicas con un orden
jurídico ya superado en cuanto ya es superestructura que no coin­
cide con las fuerzas de la producción. Dado que lo que cuenta es
la estructura económica, la revolución no es más que la alt,era.ción
restablecedora del orden verdadero, la eliminación de un orden ju­
rídico ya vacío de contenido para sustituirle por
otro que

refleje
exactamente la estructura de las fuerzas de producción en la supe­
restructura de la normatividad jurídica. Es restaurar lo concreto
adecuando el orden jurídico al proceso histórico precisamente para
mantener la evolución humana en los cauces de la historificad6n a
que Marx condena las superestructuras desde que las despojó de
todo contenido
trascendente.
Cuando

en
El m,mifiefto comunista Marx define, cual sea, el
contenido del hecho revolucionario, lo refiere en consecuencia a cada
una de las conyunturas históricas. Y para las sociedades industriali­
. zadas del Occidente en que él vivió, redacta una tabla de diez
puntos, en los que no se encuentra ningún alboroto desmelenado:
reforma agraria, nacionalización de la banca y de los transportes, supresión de las herencias, equiparación entre
campo y ciudad, edu­
cación universal, obligatoria y gratuita (15). Puntos programáti­
cos
_en gran

parte realizados por regímenes
claramente no
mar­
xistas
y en los que Marx concretó el contenido del nuevo orden
jurídico nacido de la revolución por él preconizada. Y es que para
él la revolución es un peldaño excepcional, pero peldaño siempre,
( 14) Rodolfo Mondolfo: Su/le orme di Marx. Teroera edición. Rocca
S. Casciano, Licinio Cappelli, 19'23, Dos tomos. Cita al II, 48.
(15) Karl Mane: me Pdihschriften, págs, 547-548.
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FRANCISCO EUAS DE TEJADA
de la evolución, concretada en el quehacer que sustituye al orden
jurídico

ya
extraño al juego de las fuerzas de la producción por otro
orden jurídico que responda a
la realidad de las estructuras econó­
micas. Pero revolución al
servicio de
lo jurídico,
tanto por
palanca
que asegura el ritmo del proceso de
la evolución histórica cuanto
por factor creador del orden
nuevo, en el cual el derecho recobre
lo

que para
Marx era:

superestructura secundaria y subordinada.
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