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Rousseau, de las conjeturas al mito y del mito a la ficción

ROUSSEAU, DE LAS CONJETURAS AL MITO
Y
DEL MITO

A LA FICCION
POR
]UA?f V ALLBT J)B GoYTJSOLO
Jean Jacques Rousseau, en sus dos discursos acerca de las artes
y las lettas y sobre el origen de la desigualdad entre los hombres, se
muestra como un gran escritor, vigoroso, ~resivo, dialéctico. ¿Es
éste el verdadero origen de su fama, y por el cual el fondo de sus
pensamientos
ha sido

anpado por la belleza de la forma? O,
tal vez,
(*) En «Filosofía Oggi», año II, núm. 1, de enero-marzo 1979, se han
publicado 1as contestaciones a una encuestá respondiendo al siguiente cues­
tionado:
«¿El proceso evolutivo de las ciencias y de las artes, contribuye a la me­
;ora de las
costumbres? ¿C11ál es la

génesis
de la desigualdad y, en

todo
caso,
es
ésta

conforme a la
ley de
la
naturaleza? Es sabido que estas dos cues­
tiones, propuestas como tema de t:0nr:11rso por la Academia de Di¡on respec­
tivamente en 1750 y 1753, fueron para Rousseatt ocasión de sus "Discurso
sobre las ciencias y sobre las 'artes" y "Discurso sobre la desigualdad", con
los cuales, el ginebrino, unificando en su origen las ·dos temásticas, hizo su
iy¡greso como protagonista,
emblemático

y
paradóiico, a la vez1 en el mundo
de
la cultura iluminística, Nadie puede negar que a pesar de

la
mutación
rfgistrada en
la historia en los dos

últimos siglos,
las dos cuestiones antes
recordadas
conservan su significado y actualidad. De ~ui la oportunidad y
el interés -incluso en consideración a la t'nfluencia de Rousseau en el suce­
sivo desarrollo
de las concepciones políticas, sociales y pedagógicas-d'e re­
producir ambas cuestiones y de résponder «hoy» conforme una perspectiva
que

no sólo se ha enriquecido por la
experiencia roussoniana, rino que, in­
cluso, ha

atravesado
y traído consecuencias teo,éJicas e históricas>.
Entre los autores de varias nacionalidades que han contestado a este cues­
tionario, figura nuestro amigo Juan Vallet de
µOytisolo, Cllya respuesta,

pu­
blicada en
las páginas 76 a 79 dé dicho nfunero de Iá revista', tenemos el ·gusto
de reproducir.
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fUAN V ALLET DE GOYTISOLO
los sentimientos que evoca, excita y fomenta, ¿son, acaso, el impulso
que arrastra a muchas mentes a seguir los razonamientos del autor,
cuya
verdad y exactirud desea la voluntad movida por la pasión im­
pulsada o

fomentada?
Es de subrayar que las tesis mantenidas en uno y otro discurso
son evidentemente pesimistas y rertógadas. Jean Jacques no se sus­
trae a la tesis, del
buen salvaj•, idealizado y mitificado, entonces de
moda, y muestra una evidente añoranza mental --pero sólo mental­
por ese estado, imaginado como paradisiaco, en cuyo mito parece que
el pecado original sólo fue cometido por el hombre civilizado y a
medida que

conquistaba la civilización.
Según concluye el primer discurso, el progreso de las ciencias y
de las artes nada ha añadido a nuestra verdadera felicidad, ha corrom­
pido nuestras costumbres y atentado

contra la pureza del gusto.
Conclusión del segundo discurso es que, en tanto los •hombres se
contentaron con sus rústicas cabañas, cosieron sus vestidos de pieles
con espinas o punzones, se adornaron con plumas y conchas, pinta -
ron su cueripo con d~versos colores, pecleccionaron o embellecieron
sus arcos y sus flechas, tallaron con piedras cortantes algunas canoas
para
pescar o groseros instrumentos de música; en una palabra, mien­
tras no realizaron sino obras que uno solo podía efectuar y artes que
no requerían el concurso de varias ·manos, "vivieron tan libres, sanos,
buenos y :felices cuanto podían serlo por su naturaleza y continuaron
gozando entre sl de ,la dulzura de un comercio independiente", pero
que,
k!esde el

instante en que un
hombre necesitó
la ayuda de otro
y se dio cuenta de que resultaba útil a uno solo tener provisiones
para dos,
"la igualdad deswpareci6, la
propiedad se introdujo, el tra­
bajo se hizo necesario y las vastaS florestas se convirtieron en risue­
ñas campiñas que hiro falta cultivar .con el sudor de los hombres, y
en las cuales ,pronto se vio la exclavitud y la miseria germinar y
crecer con las COSechas". En ese mal camino, tras ese primer paso,
con el establecimiento.de la ley y del derecho de propiedad, el segun­
do Jo
constituyó la
institución de
la magistratura y, el tercero y úl­
timo, el cambio del poder legítimo en
poder arbitrario.
Parece,
conforme la aposición de

Rousseau, como si un
deter­
ministno
llevase

a la desigualdad. a
fa opresión, a la aclavitud y a la
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ROUSSEAU, DEL MITO A LA FICCION
corrupc1on de las constumbres. Sin embargo, el ginebrino estima
que toda
desigualdad moral
que no guarde
,proporción con una de­
sigualdad física,

es
contraria al derecho natural. No es óbice para
ese juicio que
aquélla desigualdad, "casi nula

en el estado de
natu­
raleza", "toma su fuerza y se acrecienta con el desenvolvimiento
de
nuestras facultades y el progreso de la inteligencia humana, y se
convierte. en estable
y legítima por el establecimiento de la propie­
dad y de las leyes":
Esto nos lleva a preguntar por el concepto que tenía Rousseau
del derecho natural. J ean Jacques, en
el prefacio del discurso acerca
del

origen de la desigualdad entre los hombres, sigue el criterio de
que la idea

del derecho,
"y más aún la del derecho natutal, mani­
fiestamente son ideas relativas a la natutaleza del hombre". Así, ad­
vierte que la ignorancia

de la
naturaleza del hombre deja
en la in­
certidumbre y
en la obscuridad la verdadera definición del derecho
natutal.

Tal incertidumbre es tanto
mayor a
juicio del giuebrino, en
cuanto entiende

que
debe buscarse desenredando "lo que hay de
originario
y de artificial en la natutaleza actual del hombre" y en
tanto es preciso -"conocer bien un estado que ya no existe, que pro­
bablemente no existirá jamás, y del que, siu embargo, es necesario
tener nociones ajustadas, para juzgar adecuadamente nuestro estado
presente".
Busca, pues, la naturaleza del hombre abstracto; pero,
¿cómo la
busca? Al inicio del propio discurso, opina que, para hallarla, debe
comenzarse "par écarter tous

le faits, car
ils ne touohen poiut a la
question". No hay que penetrar, en el tema "pour les vérités histo­
riqoes, mais seulement par des raisonnernents hyporhétiques et con­
ditionels plus propes a éclaircir la nature des choses qu' a en montrer
la véritable origine, et sernblables a ceux que font tous les jours
non physiciens
sur la forrnation du monde". Se debe, según escribe,
"de
former des conjectures tirées de la seule natute de l'homme et
des !tres qui I'environent, sur ce qu'auroit pu
devenir le gen.re hu­
main s'il fut resté abandoné a lui meID.e". Y verdaderamente, en uno
y otro discurso, Rousseau no hace sino trazar conjeturas y más con­
jeturas.
Así, la ciencia de su detecbo natural no es sino una ciencia-fíe-
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JUAN V ALLET DB GOYTISOLO
ción como son meras conjeruras las líneas paralelas que traza en­
tre el desarrollo de las
ciencias y las artes, el progreso de las facul­
tades
'huma.nas y la formación de las sociedades, .de una parte, y, de
otra,

la degradación de las costumbres, la corrupción
de las socie­
dades, la pérdida de 1a libertad, la opresión y la instauración de la
esclavitud. No vamos a
discutir si
los pueblos salvajes son
sencillamente
primitivos

o si
son resultado
de regresiones.
Destacamos, sí, que

el
preceso
paralelo que muestra Rousseau no es uniforme ni rectilíneo.
El
toma como causas de la !degradación de las costumbres y del de­
terioro del gusto, al progreso de las ciencias
y de las artes, y como
causas de la opresión, la violencia, la injusticia y la esclavitud, a la
instautación de la propiedad, a la desigualdad y a la instautación del
derecho que

reconoce a
aquélla, y del poder que la protege. Pero pa­
rece, más bien, que aquellos efectos --que .no son sincrónicos con
lo que el ginebrino considera como causas- pumen proceder y cree­
mos que preceden en nuestra área cultural de otras causas más hon­
das, como principalmente el descenso de la
lfe y el deterioro de las
creencias religiosas, las pretensiones de autosuficiencia del hombre
y su positivismo con las concepciones erróneas a que ronllevari.
La idea de que la propiedad de la tierta fue el otigen de las ,gue­
rras y O.e kt violencia entre los hombres, está hoy bastante genera=­
lizada. Sin embargo, paxa poner un solo ejemplo, pero probado, re­
cuerdo el

testimonio de Bridges,
primer eutopeo que

desde
las ori­
llas del canal de
Beagle romó contacto con los onnas de las monta­
ñas del sut de la isla Grande de
Tierra de
Fuego. Los
onnas eran
cazadores de guanacos, no cultivaban la tierra y, sin embargo, se ata­
caban a traición, se mataban, exterminaban a · 1os hombres y se lle­
vaban
las
mujeres de

los grupos que sorprendían. El
buen salvaje
aparecía

en los momentos de
paz y se desvanecía al estallar la vio­
lencia que nada

tenla que
ver con

el dominio de
las tierras.
Por otra parte,

no
podemos menos

que preguntat si cuanta en
estos
discursos nos

dice
Rousseau tiene

alguna congruencia con lo
t¡ue más tarde él propugnaría, acerca de la educación, en el Emilio,
y, sobre la sociedad civil, en El cont<"ato so&M/,. Realmente no sa­
bemos_ hallar entre aquéllos y éstos-sino inconsecuencias ...
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R.OUSSEAU, DEL MITO A LA FICCION
Al final del discurso acerca del origen de la desigualdad entre
los

hombres, leemos: "le sauvage
vit en lui-m≠ l'homme sociable,
roujours hors de lui, ne sait que vivre dans l'opinion des autres, et
c'est pour ainsi dire de leut jugement qu'il tire le sentiment de sa
propre existence" ... "d'uue telle disposition
na1t tant d'indilférence
por

le bien et le
mal, avec de si beaux discours de morale; comment,
tout se reduisant aux apparences, tout devient ifictice ... ".
¿Cómo, pues, en El contrato social pudo él mismo abogar como
solución y pana<:ea por la a/.iénation total.e de cada uno, con todo su
poder, en la ",u-preme direction de la volonté généra/.e", de modo
tal que "quinconqus refuse,a d'abeir a la wlanté généra/.e, et ,era
contrafr,t P'(lf' tout le cor-ps,· ce qui, ne signifie autre chose sinon qu' on
le forcera a étre libre"?
Tal vez fa congruencia se halle en que su aversión por toda auto­
ridad social, le hacía preferir el poder dimanante de la mayoría anó­
nima, aun a precio de alienarla a sus elegidos y aunque éstos pudie­
ran haber sido sus manipuladores.
Del mito hemos pasado a la ficción. Sin embargo, ese mito
y esa
ficción son el fundamento de las. ideas políticas que, hoy, conver.
tidos aquéllos en dogmas, se imponen en un mundo que se autopro­
clarna ,progresivo,
rigurosamente

científiro, realista
y libre ...
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