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Guillermo Fraile y Teófilo Urdanoz: Historia de la filosofía

JNFORMACJON BIBLIOGRAFICA
G.,;J,lermo Froile-Teóf.lo Urdárwz, O. P.: HJSTORIA
DE LA FJLOSOFIA (*)
La magnífica Historia de la Filosofía, iniciooa en 1956 por Gui­
llermo
Fraile, O.

P., que no pudo
realizar más que los tres primeros
tomos al
haberle

sorprendido la muerte en 1970, está
siendo llevooa
a

su término por Teófilo Urdánoz, O. P., que se ocupa
actualmente
(1979)

en la elaboración del
séptimo y

último tomo, referente a la
corriente
neopositivista del

siglo xx.
Gierto que veintitrés. años no son mucho tiempo para analizar
a fondo el pensamiento filooófico de más de veintitrés sigloo y con­
densarlo críticamente en sfote volúmenes.

Por supuesto que a estos
veintitrés
añoo de

redacción hay
que aña estudio
y enseñanza de ~a materia. Antes de emprender la edición,
Fraile
llevaba

veintidós años enseñando
filooofía, y muy especialmente
Historia
de la Filosofía,

en el Estudio General de
San Esteban
de
Salamanca (

desde
1934) y en .la Universidoo Pontificia de aquella
ciudad ( desde 1946). Asimismo,
cuando Urdánoz
asumió
la tarea
de continuar la
obra de Fraile (1970), llevaba treinta años (desde
1940) enseñando filosofía y teología en Salamanca,
Friburgo y Las
Caldas de Besaya, con
especial atención

a la
Moral y al Derecho.
Esta
dedicación
y las singulares dotes intelectules de ambos auto­
res (inteligencia, buena memoria,
hábit06 mentales
de la mejor for­
mación tomista) explican el que una Historia de la Filosofía, tan
lograda en
extensión y calidad y tan rápidamente realizooa, pueda
ser
obra de solos dos hombres en relevo
fortuito. Al
reseñar el tomo
tercero,
pudo decir G.

Fernández de la Mora que
«la Historia
del
padre Fraile
es,, en

su
género, la

mejor que hasta ahora
se ha
escrito
en castellano,
y una de las más valiosas de cuantas en cualquier país
se deben

a la
mano de

un solo autor». No nació con más pretensiones
que ser un buen manual de
estudiantes universitarios, pero, de hecho,
se

va imponiendo también
como un gran auxiliar de trabajo entre
loo profesores.

El
tomo primero va por la cuarta edición; el segundo,
(*) Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1956-1979, tomos I-VII.
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Fundaci\363n Speiro

INFORMACION BIBUOGMFICA
por la tercera; y el tercero, por la segunda; y los siguientes han sa­
lido

con
más amplia tirada, en vista de la crecida demanda.
* * *
Antes de reseñar el contenido de cada tomo, quiero hacer una
sucinta
apreciación global de ía obra.
En cuanto a su
extensión, sin
llegar al
volumen de
las grandes
enciclopedfas del pensaniiento, supera en

mucho los simples
maoua­
les

o libros
de texto de Historia de la Filos¡,fía. Al lado ·de los
grandes
filósofos, van todos aquellos que aportaron algo a
la filo­
sofía.

Entre
,Jas grandes escuelas filosóficas discurren

otros
movimien­
tos filosóficos menores y pensadores independientes. Pocas ideas fi.
losóficas que

hayan
tenido alguna
vigencia histórica se escaparán de
estar registradas

en esta obra con mayor o menor extensión. Unos
esmerados índices

de autores
y de !lllll!erias dan prueba de ello. A
este propósito me es grato recordar a uno y otro compañero llegar
a sus celdas cargados
de libros de las bibliotecas de Sala,rumca y de
Madrid
para devolverlos a fin de mes y llevarse otros tantos. La in­
finidad
de

citas
a lo largo de la obra testifica suficientemente este
contacto con las fuentes. Pero
más que un arsenal de cultura o de erudición filosófica,
avalarla con la cita exacta y los amplios elencos bibliográficos per­
fectamente clasificarlos, lo

que
más valor
da
a la obra es el esfuerzo
sistematizador y

el
examen crítico

de los diversos
sistemas filosóficos,
de

sns principales
protagonistas ( en sí

mismos, en sus motivaciones,
en su desenvolvimiento e influjo mutuo) y de sus seguidores y opo,
sitores. Se hace ihistoria de la Filooofía filosofando con los autores
sobre los diversos temas. Este estilo nos
recuerda bastante
al de la
Historia de la Filosofía, del cardenal Ceferino González, O. P.,
publicada en
tres tomos hace

justamente
cien años.
La evaluación crítica de los autores, de los sistemas y de las
ideas en

particular, se hace, principalmente, desde sus propios
pre­
supuestos

conforme a la lógica interna. No se
escatima el
elogio
segón los méritos. Cuando se trata de ideas menos coherentes o
in­
aceptables desde el

punto de vista de la filosofía cristiana, no faltan
breves, aunque certeras, puntualizaciones.
El estilo es fluido y elegante. Tanto Fraile como IUrdánoz eran,
ya
,desde la década de los treinta, dos

de las mejores plumas de la
redacción de La Ciencia Tomista. En la Historia de la Filosofía no
se dejan
llevar de b pa.!abra fácil o párrafo literario; se ciñen a los
conceptus y al rigor
dentifico. De

señalar alguna diferencia entre
los tomos debidos a
Fraile y los tomos

debidos a Urdánoz, yo diría
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Fundaci\363n Speiro

INFORMACION BIBUOGR.AFICA
que Fraile es más descriptivo y literario; eu Urdánoz sobresale la
crítica
filosófica. Pero

la
continuidad de
la
obra está perfectamente
lograda.
Tomo
I.-Grecia y Roma. Fraile se ha preocupado, en una larga
introducción de más de 100 páginas, del esclarecimiento de los tér­
minos: noción de Filosofía, ~ón de Historia y noción de Historia
de la Filosofía. Temática netamente filosófica y difícil: filosofía de
la Filosofía y filosofía de la liistoria. Recuerdo perfectamente el
empeño que ponía en defender sus
puntos de
vista cuando se le
ponían reparos, aunque terminase teniéndolos-en cuenta al enviar
los originales a la imprenta.
Como el
pensamiento greco-romano se desarrolla en

perfecta con­
tinuidad, el

tomo sobre Grecia
y Roma se divide eln 48 capítulos
seguidos, distribuidos en

siete
partes: I, la Filosofía antes de Só­
crates, con especial atención a Pitágoras, Heráclito, Parménides, Ze­
nón, _Empédocles, Demócrito; II, período socrático, con breve re­
censipn de los sofistas y una detenida exposición de Sócrates ; III,
Platón, estudiado con
toda amplitud
y
simpatía {terna que

los alum­
nos de Fraile solían preferir en los
ei{ámenes); IV,

Aristóteles, al
que dedica
centenar y medio de páginas, analizando cada una de las
partes de la
filosofía; V, el helenismo de la Academia, del Liceo,
epitureísmo, estoicismo de Grecia y de Roma, eclecticismo en Grecia
y en Roma; VI, preparación del neoplatonismo; y VII, el neopla­
tonismo, con especial atención a Plotino, Proclo, Mario Victorino,
Calcidio y Boecio.
Tomo 11.-J«daísmo. CrirtianiJmo. Islam. A partir de la tercera
edición este tomo se edita en dos volúmenes (Ila
y Ilb) con pagi­
nación distinta, si bien se mantiene la continuidad de los capítulos.
Los diez siglos de la Edad Media ( desde el quinto al quince)
con toda su extensión
cronológica y profundidad de pensamiento,
postulaban

un gran esfuerzo informativo
y valorativo. Hay un hecho
decisivo: tres grandes religiones
. (judaísmo,
cristianismo e islamismo)
entran en contacto con
.la filosofía

greco-romana, de la que se
sirven
y a la · que superan en el ámbito mismo del pensamiento filosófico.
La
fe cristiana es un germen poderoso en los nuevos genios del pen­
samiento que origina una concepción del mundo, del hombre y de
Dios· incomparablemente más profunda que la alcanzada por los
filósofos greco-romanos.
En este lugo proceso, lleno de tensiónes
vitales
entre

la
fe y la razón, se construyen las grandes filosofías es­
colásticas
que encauzan o condicionan todo el pensamiento occiden­
tal posterior. Santo Tomás aparece
como figura

cumbre en el proceso.
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INFORMACION BIBUOGRAFICA
El tomo se distribuye en ocho partes, precedidas de unos preli­
minares sobre la noción de «Edad
Media>> y
de «Filosofía
Cristiana» :
I,

el cristanismo y la cultura clásica, donde, tras
dos breves
capítulos
sobre el encuentro del cristianismo con la cultura profana, se estudia
con detención el gnosticismo; II, los Santos Padres y la Filosofía,
con especial atención a Clemente de Alejandría, Orígenes,
Nemesio
de

Emesa, Gregorio de Nisa, Dionisio Areopagita, San Máximo
Confesor, San Agustín,
San Isidoro; III, preparación de la esco­
lástica (Alcunio, Rábano Mauro, Juan Escoto Eriúgena) ; IV, des­
arrollo de la escolástica, en el que intervienen infinidad de autores
de los siglos XI y XII, muchos de ellos sacados a luz por los mo­
dernos medievalistas,

y otros ya famosos desde entonces :
San An­
selmo, Honorio de Autun, Abelardo, Gitberto Porreta, Juan de
Salisbury, los Victorinos,
San Bernardo, Alano de Lille; V, el ju­
daísmo y la filosofía, con especial atención a Ibn
Gabirol y
a Mai­
mónides; VI,
el Islam y la filosofía, donde se estudia especialmente
a Alfarabi, A
viceoo, Averroes
; VII, el siglo
XIII, con todo su haber
de traducciones, creación de Universidades, investigación positiva,
polémicas ideológicas y gran.des construcciones s.istemá.ticas en torno
a Alejandro de Hales y San Buenaventura, a San Alberto Magno y
Santo Tomás ( al que dedica más de 200 páginas) ; y VIII, sobre la
d:isgregación de la escolástica, con Juan Duns Escoto y los nomina­
listas.
Tomo
III.~Del Humanismo a la Jl11stración. Cuatro

siglos (xv­
xvm) de Historia de
la Filosofía, distribuidos en 33 capítuloo. Fraile
no
es optimista en cuanto a los
logroo filosófücos
de
este largo pe­
ríodo. La filosofía, el derecho, la pol!tica y la vida, en general, se
desligan cada vez más de la concepción cristiana medieval. Continúa
la recuperación del humanismo greco-romano y la preocupación por
los grandes problemas gnoseol6gicos, metafísicos y
éticoo de
la Edad
Media, pero
ilisminuye la tensión de transcendencia y universalidad.
El nominalismo del
siglo XIV colaboró a enervar la especulación fi­
losófica e mcitó al estudio de las ciencias experimentales. A partir
del
siglo XVII prevalecen loo «científicos» sobre los «filósofos». La
filosofía cristiana se ,enmarca en algunos centros eclesiásticos, no
siempre inderones del nuevo espíritu humanista independiente.
En los siete primeros
capítuloo se
hace
una brillante
y erudita
descripción del movimiento
renacentista y humanista, de

sus pro­
motores, de sus principales
c,ntros en

los distintos países de Europa
y de las respectivas incidencias del aristotelismo y del neoplatonismo
en ellos.
Se presta especial atención a Dante Alighieri, Petrarca,
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INFORMACION BIBUOGRAFICA
Erasmo, Pomponazzi, Nicolás de Cusa, Marsilio Ficino, Juan Pico de
la Mirándola, Jordano Bruno, Campanella, Francisco Bacon, Ga­
sendi,

Galileo Galilei.
En el amplio capítulo octavo, sobre Derecho y Política en el
Renacimiento, se analizan el oportu.otismo político

de Maquiavelo,
las utopías de
Santo Tomás Moro y Tomás de Campanella, la pro­
blemática
teológiro-jurldica que

ofreció
el descubrimiento de Amé­
rica, el pensamiento de Hugo Grocio, y la preocupación por la fi­
losofía del

Derecho en España
y Portugal. Los rnpltulos IX, X y XI
van
dedicados al

estoicismo, al
naturalismo, al escepticismo y a fi­
looof os

independientes (Vives,
Pereira, Juan

Huarte).
Otro largo capítulo,
el duodécimo, está dedicado a la escolástica
en
el Renacimiento. Unas 100 densas páginas, en las que se reseñan
las grandes
y las pequeñas fignras de las distintas escuelas y naciones.
Se estudian con más detenimiento Tomás. de Vio Cayetano, Fran~
cisco Vitoria y Francisco Suáre-z.
Por los capítulos siguientes desfilan los principales filósofos mo­
dernos: Descartes (cap. 13),
Malebranche (cap.
15), Spinoza (ca­
pítulo 16), Leibniz (cap. 17),
Pascal (cap.

18),
Hobbes (cap. 19),
Locke
(cap.

20),
Berkel,r (cap.
22),
Hume (cap.
23), Ronsseau
(cap. 28), con
intermedios sobre la

Ilustración en
Ingalterra, en
Escocia, en Francia, en Alemania, en España e Italia. Se reserva el
rapítulo final para la escolástica del siglo xvm.
Tomo
IV.-Sig/o, XIX: K""1, idealismo y e,piril11alismo. Los
tomos IV y V están dedJicados íntegramente al siglo XIX en sus dos
vertientes
idealista y positivista. Comprenden -advierte Urdánoz
en la nota preliminar- todo
el movimiento filosófico

de este siglo,
en que se
encu,.dran los

grandes sistemas
y corrientes del pensa­
miento moderno

desde Kant, todavía operantes en el mundo actual.
Fonna la obra un todo unitario, separado del siglo xx por el simple
criterio de autores que
publicaron sus obras principales en este
siglo.
La división en
dos volúmenes

ha
sido determinada por razones edi­
toriales,

dada la extensión inusitada de la exposición en
razón de
la
importancia de

los
sistemas. Es, efectivamente, de agradecer a la
B. A. C. el que haya dado entrada en dos_ tomos a lo que se había
prorectado para

uno solo,
q lamentables
reducciones.
Conforme al plan de los tomos anteriores, se fija la atención en
las

grandes figuras de este período (finales del siglo xvm
y princi­
pios del siglo xix), de las que se hace un estudio expositivo-crítico
de
P"imera calidad, sin descuidar
la información
sobre autores secua·
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INFORMACION BIBUOGRAFICA
darios continuadores, opositores o_afines, y las correspondientes notas
bibliográficas.

Más que con un estímulo
para ir a la
lectura directa
de
estos grandes pensadores, nos encontramoS con

un
magnífico
auxiliar
de lectura crítita

de los mismos,
dada la
difirulta tilo
alemán para los lectores _acostumbrados a la transparencia me­
diterránea.
El tomo se desarroIJa en 14 capítulos distribuidos del siguiente
modo:

I-II,
Kant con
sus
advwsarios y continuadores; IV, Fichte y
el idealismo subjetivo; V-VI, &helling, el idealismo subjetivo y el
romanticismo, incluido

el religioso de Schleiermacher; VII-VIII, He­
gel y su sistema; IX, la
escuela hege!Íllna y sus divisiones; X, el
voluntanismo pesimista de

Schopenbauer;
Xi, Krause y el krausismo,
con inclusión del
krausismo español; XII, reacción de

Herbart, Fries
y Bolzano
hacia el

realismo; XIII, el tradicionalismo francés (De
Maistre, Bonald, Lamennais),
con el

que
alinea a nuestro gran ca­
tólico
Donoso Cortés, «más en el

espíritu
y orientación que por la
comunidad de

ideas»;
y XIV, el espiritnalismo y eclecticismo en
Francia (Maine de Bitan, Cousin), en

Italia (Gallupi,
Rosmini,
Gioberti)

y en Inglaterra.
Tomo
V.-Siglo XIX: Socialismo, materialismo y positivirmo.
Kierkegaard y Nietzsche. En este tomo se concmtra el pensamiento
filosófico

de la segunda
mitad del siglo XIX, de signo predominan­
temente positivista y

materialista frente al idealismo
y espiritualismo
de la primera parte
del siglo;

También surgen
fuertes reacciones
;dealistas y espidtualistas, singularmente la del neotomismo en tomo
al I Concilio V
atica.no, que
recibirá luego el gran apoyo de León XIII
con su gran encíclica. Aeterni Patris, en cu.yo centenario estamos.
Recojo la síntesis temática que hace el mismo autor en la nota
preHm.inar: «En nuestro relato exposilivo se

van sucediendo
los pri­
meros

teóricos
del socialismo
-signo
de los nuevos tiempos-,

junto
con
las formas más explícitas del materialismo. Las dos ideologías
se
concmtran en el

materialismo
dialéctico del

marxismo, que
con
su - radicalismo- agresivo y su dialéctica de la violencia, se extiende
con pujanza, aspirando a transformar el mundo. Dada su validez
actual, se ha dado al estudio de sus fuentes y raíces en Marx-Engels
una

mayor amplitud. Surge paralela y con igual
pujanza la filosofía
positvista,
que,

desde su primera teorización en Comte, se difunde
por
todos los ambientes con su apelación a la ciencia positiva, y se
ramifica en las tiumerosas ·vertientes del utilitarismo inglés, el evo­
lucionismo y el psicologismo, sistemas. todos fundados en supuestos
netanwnte positivistas, constituyendo

con
el marximo el clima ge-
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INFORMACION BIBLIOGRAFICA
neral ideológico del último tercio del siglo. Loo mismos débiles bro­
tes de una
metafísica inductiva y una metafísica espiritualista de la
libertad no abandonan del
todo --en especial la primera-el fondo
positivista, sino que parte también de supuestos empiristas. Y en el
retorno parcial a Kant
y Hegel de las corrientes neocriticistas y neo­
id,ea:Listas se advierte, asimismo, en mayor o menor grado, W1a mezcla
de fundamentación positivista, _de corte psicologista, que se cierra
en la inmanencia de la conciencia empírica sin trascender a la rea­
lidad exterior. Las filosofias de Kierkegaard y Nietzsche forman
sector aparte.

Con ellos se agotan los sistemas
decimonónicos origi­
nales».
Se distribuye, pues, en 16 capítulos: I, sobre los primeros teó­ricos del socialismo, con especial atención a Saint-Simon y Proud­
hon; II, el materialismo científico naturalista; III, Marx, Engels y el materialismo dialéctico; IV, el sistema marxista; V, Comte y el
positivismo; VI, el
utilitarismo inglés, con

especial atención a Bent­
han
y Stuart Mili; VII, el evolucion.ismo biológico (Darwin, Haockel,
etcétera)

; VIII, Spencer
y el evolucionismo filosófico; IX, desarro­
llo del positivismo
y evolucionismo en Inglaterra, Alemania, Francia
e
Italia; X,

metafísica inductiva
y empirismo alemanes (Feclmer,
Lotze, Hartmann, Wundt);

XI, espiritualismo y metafísica de la
libertad en Francia; XII, Kierkega.ard; XIII-XIV, Nietzsche; XV,
neokantismo y neohegelianismo; XVI,
neoescolástica y neotomismo
en el siglo XIX.
Tomo VI.-Siglo XX: De Bergson d} final del existencidlismo.
El pensamiento filosófico del siglo xx está lleno de alternativas :
idealismo-realismo,
espiritua.lismo-materiaHsmo, metafísica-historicis­
mo,

agnosticismo-filosofía perenne.
Urdánoz ha trazado una división
sectorial

de sistemas o
corrientes de

pensamiento de este siglo tan
pluralista, que proceden en estrecha dependencia de
los dos

siglos
anteriores, por
más novedad

que afecten
comportar. Los temas cen­
trales del tomo VI son el
vitalismo y el existencialismo. Para el
tomo VII (último) «reserva la
otra linl'Q de corrientes y ,;,ternas
que

abandonan el
pensamiento metafísico y

ontológico en general
y se mueven en un clima emplrista y positivista: desde la filosofía
de las ciencias positivas, la filosofía analítica, el neopositivismo y ¡,o­sitivismo lógico hasta las ru"versas . tendencias del neomarxismo y comunismo, el psicoanálísis y reciente estructuraliomo» (nota preli-
minar del tomo VI).
· · ·
Los .16 capítulos del tomo VI se ·distribuyen así: _I, Bergson.
Intuicionismo

vitalista
y devenir universal ; II, neocriticismo alemán
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lNPORMAClON BlBUOGRAFlCA
del siglo xx; III, historicismo; IV, desarrollos del vitalismo e his­
toricismo; V, nuevas formas de
idealismo moderno; VI,

el prag­
matismo; VII, la filosofía de la acción. de Blondel; VIII, el mo­
derni,mo;
IX, el sociologisrno francés; X, la fenomenología (Hus­
oerl)
;

XI, Max &heler
y la fenomenología axiológica emocional;
XII,
Nicolai Hartmann y el retorno a la metafísica; XIII, Heideg­
ger
y el existencialismo; XIV, Karl Jaspers y la filooofía de la exis­
tencia; XV, Sartre y el existencialismo ateo; XVI, Gabriel Marce!
y el existencialismo cristiano.
En. éste, igual que en los dos tomos anteriores, la expooición de
Urd.ánoz
procede en
constante contacto

con las fuentes,
y el examen
crítico interno de
loo sistemas

se impone
por su rigor y luminosidad,
como era de esperar de un buen tomista, a la vez filósofo
y teólogo,
cuya vidá científica fu.e la docencia sistemática.
Como
ob'Se't'Vación final, me permito comunicar con el lector una
insatisfacción que me queda siempre que leo historias de la filosof!a
o de la
teología. Es ésta: como loo historiadores andan en busca de
novedades,
tras haber detectado un gran autor o una gran corriente
de
pensamiento, luego ordinariamente cuentan más

las pequeñas fi­
guras
«novedosas» que a
entidad, que se han
limitado a encarnar
y mantener viva una tradición de amplios y pro­
fundos contenidos.
Quien juzgue la realidad filosófica o teológica de
los cuatro
último< siglos sólo en función de la na tienen los autores en los manuales de historia, sufrirá un lamentable
despiste. Grandes filósofos
y teóloga; escolásticos, por ejemplo, de
singular talla y eficacia doctrinal, han sido y son menos conocidos
que otros mucho menos
da
como «indepen­
dientes» u «origínales».
Quiero decir que

una historia de la filosof!a,
por buena que
sea (y

la que
acabo de reseñar me parece óptima),

no
da un conocimiento
adecuado de

la realidad historiada.
Victorino Rodríguez,

O. P.
Geurge Rudé: EUROPA EN EL SIGLO XVIII (*)
He aquí, ante nosotros, un libro profundamente interesante e
imprescindible para los juristas de nuestro tiempo. Interesante por
el hecho de
que, en

el
curso del
mismo,
es posible
advertir con cla­
ridad, entre
otras muchas cosas, la notable influencia que el pensa-
(*) Versión espaiiola de Bárbara McShane y Javier Alfaya. Alianza. Edi­
torid, S .. A., Madrid, 1978, 344 págs.
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