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La destrucción de la familia por el marxismo

LA DFSTRUCCION DE LA FAMIIJA POR EL MARXISMO
POR
JOSÉ MüL PllTlT SULLÁ
La relación entre las realidades naturales y su origen y destino
sobrenatural es
uno de los temas más propios de nuestro tiempo. En
concreto, no se entiende el
ataque a

que está sometida la familia por
parte de la ideología marxista si no se ha pensado primeramente en su
profunda realidad,

esto es, en la relación que guarda con la
paterni­
dad divina. En

las
Tesis sobre Fe11wbach escribe Marx que si el ori­
gen de
4 familia celestial no es más que la misma familia terrena,
la humaua,
es a ésta a la que hay que destruir. El caso de la familia
no
es más que un ejemplo, pues la idea global marxista es la de des­
truir, negar o revolucionar, como se dice pteferentemente, toda rea­
lidad humaua que tenga alguna autología con alguna realidad divina.
Aunque la familia está
también amenazada por la vio!entación
de las relaciones entre padres e hijos, el ataque más esencial lo recibe
en la misma medida en que se destruye la estructura matrimonial, en
cuanto que en
el matrimonio

se encuentra el núcleo de la familia y
el ataque al mismo no sólo incide en la reación entre esposos, sino
que también se orienta intencionadamente a la destrucción de la. re·
]ación paternofilial. Ello está en consonancia con la definición del
matrimonio como unión
indisoluble de un hombre y una mujer en
orden

a la
procreación y educación de los hijos. En efecto, en la co­
nocida obra de Engels El
origen de la familia, la_ propiedad privada
y el Estado, no se habla de la familia más que como el resultado de
una determinada concepción del matrimonio.
Según Engels basta mo­
dificar el concepto de matrimonio para que deje de existir la familia
tal como la conocemos. El
ataque marxista consiste

estrictamente en considerar
al hombre
como animal
sexual a

la
vez que

como
acaparador de riqµeza. Las
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contradicciones son, por otra parte, abundantes, porque se quiere
fundamentar en

un «primitivísmo» en el que
desaparecería la
mono­
gatnia, y quiere concluir en una «llberación» de la mujer por la in­
serción de ésta en las grandes fábricas
modernas. En general, hoy
podemos
observar la

íntima relación que hay entre
la. revolución mar­
xista
y los movimientos feministas que niegan el sentido tradicional
de la
fatnilia. Estos últimos serían
muy poco operantes en nuestra
sociedad si no tuviesen
el apoyo de los partidos políticos de sentido
marxista.
El tema que nos ocupa exige, pues, pensar en el sentido del ma­
trimonio indisoluble como fundamento
y núcleo de · la fatnilia. En
otras
conferencias de

este ciclo hemos oído ya diversos argumentos
en favor de la indisolubilidad del matrimonio. Me interesa sólo añadir
una reflexión fundamental de tipo sociológico: ningún contratante
aceptaría que en el momento del matrimonio, religioso o incluso sólo
civil, se formularan restricciones a su unión matrimonial. Un acto
reafüado en estas condiciones resultaría grotesco y haría inútil toda
la ceremonia. Más aún, ninguna -legislación recoge como restricciones
a la unión matrimonial las mismas ca.usas, por cierto muy variables,
que pueden después ser argumento de divorcio. La profunda razón
de ello estriba en que la enumeración de estas supuestas razones
para
disolver el matrimonio desnaturalizarían el acto mismo del matrimo­
nio
y entonces, en lugar de derecho al divorcio, lo que se daría real­
mente sería· uniones ilegítimas, puesto que, con tales
ceremonias, no
habría eStrictamente :ningún matrimonio. Hay un hiato radical entre
el matrimonio y el divorcio. Si las causas de divorcio se incluyeran,
como deberla ser en un acto
jurídico realizado
con toda lógica, como
explícitas menciones de
fas condiciones

en que se celebra el matrimo­
nio,
éste quedaría ipso· fáe/() desnaturalizado, y no sólo teóricamente,
sino

que serla imposible
prácticamente. Ningún
contrayente toleraría
·que su

cónyuge dijera en aquel
momento lo
que
la ley le da derecho
a invocar después. Con el
divoo:io una cosa es la ley y otra la realidad.
La ordenación de · 1a unión matrimonial a la generación de los
hijos por
la que participamos del mismo don creador de Dios, exige
que el
matrimonio sea indisoluble.

Es obvio
y nadie puede negarlo,
que la unión inseparable del matrimonio es el único fundamento de
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LA DESTR.UCCION DE LA FAMILIA POR EL MARXISMO
la familia. Más aún, la unión indisoluble entre los esposos es el fun­
damento de
la preocupoción, de

la entrega, de la dedicación, de los
pa.clres hacia sus hijoo. Abdicar del

matrimonio indisoluble es poner
en duda
la responsabilidad paternal. Hay un mutuo acuerdo entre
la
generación natural y

la educación espiritual.
La relación paterno­
filial
queda

garantizada en
la teoría y en la práctica por la unión
matrimonial perenne.
El matrimonio no consiste en establecer una relación voluntaría­
mente fijada por los cónyuges, pues de este modo no sabríamos lo
que es el matrimonio, ya que su natural.-za dependería en cada caso
de la voluntad de los contrayentes. Podría ser un matrimonio econó­
mico o social o polírico o
atlrural o

estrictamente hedonístioo, etc.
No se
podría hablar del matrimonio en cuanto tal. Todos los aspec­
tos favorables o desfavorables que se juntan en el matrimonio inci­
den en él meramente como ,accidentes, y no forman parte de su de­
finición esencial. Lo nuclear es la denominación mutua y total, sin
restricciones, en orden a los- hijos. Y así como
la generación no es
fruto del arte, de la técnic,, sino de la naturale:ra, así también la
educación no es fruto de la competencia sino de la paternidad. Sólo
por ser padres se tiene deredho a educar, y esta paternidad es el re­
sultado de una fidelidad.
El mancismo, . como hemos dicho, niega que la monogamia sea
la institución familiar narural, pero tiene que reconocer que el único ·
matrimonio

posible
para el fututo es
el matrimonio monógamo.
Se­
gún Engels lo que debe desaparecer del matrimonio es «la indisolu­
bilidad» y la
«preponderancia del
hombre». Pero
fa monogamia sin
la
in.disolubilidad y

la primacía del hombre son puta palabrería. Sin
la
indisolubilidad es

evidente que se
consagra la

poligamia de hecho
y sin la primacía del varón lo que se pretende es negar el principio
de
estabilidad matrimonial,

pues en ninguna sociedad puede
haber
dos

principios de unión.
Más aún,

esto
último es tan evidente que
el mismo Engels sostiene en que
fa «liberación» de la mujer traerá
la
desaparición de

la famifü,
lo cual sucede si ella se dedica al trabajo
productivo
social y abandona las tareas domésticas : «La manumisión
de
la mujer
exige, como condición primera, la vuelta de todo el
sexo femenino a la industria pública y, a su ve2:, esta condición exige
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JOSE MARIA PEI'IT SULLA
que se suprimll la familia individua.! como unidad económica de la
sociedad». Cuando la familia individual deja de ser
-la unidad econ6-
mica
de

la
sociedad, escribe Engels, la guarda . y educación de los
hijos se
convierte en asunto público.
Si

la primacía del
hombre, esta primscía que expresa San Pablo
con un lenguaje que no puede tergiversarse en ningún sentido, es
como la causa fom,aJ, de la familia, el "estar lia mujer en casa" es
como la causa
materidi de la misma. Por ello, el marxismo insiste en
que la 111ujer debe insertarse en el trabajo productivo en las fábricas
y abandonar el
trabajo doméstico y el cniclado de los hijos que pasa­
rían a
ser custodiados

por el
Estado. Al marxismo le
interesa pre­
sentar el matrimonio cristiano, el
Dllltrimonio,indisolublc como «la
primera
opresión

de
clases» y qne, en c<)llsecuencia «el hombre es
en la familia el
burgués; la mujer representa en ella el proletario».
Nótese que

tal
crític<1 no recae sobre

un
determinado modo histórico
de

entender la preponderancia del varón, sino sobre el
hecho mismo
del matrimonio indisoluble e incluso de la monogamia misma.
El craso materialismo del

que
parte ~ visión me.rxish del matri­
monio se patentiza muy adecuadamente en un fragmento de
la citada
obra de Engels que conviene
reseñar: «si el

matrimonio fundado en
amor es el
único moral, sólo podrá serlo donde el amor persiste. Pero
la duración del
acceso del

amor
sexual es
muy variable según los in­
dividuos especialmente entre los hombres;
y la desaparición del afec­
to ante un amor
apasionado nuevo

hace de la desaparición un
bene­
ficio, lo mismo para ambas partes que para la sociedad. Sólo que
debe
ahorrarse a '1as gentes patalear en
el inútil fango de un pleito
de divorcio». Nótese que
Engels identifica amor con

amor
sexual e
induso advierte,

lo que no agradaría mucho a las actuales
feminis­
tas, que el acceso del amor sexual es muy variable entre los hombres
y,
finalmente, reconoce Engels
que el
afecto desaparece ante un amor
apasionado
nuevo. No hay en este texto demasiadas concesiones ni
disimulos

: el
matrimonio no es est,ble ni '1o puede ser en el supues­
to de que se
trata de

una relación fundada exclusivamente en el amor
sexual. La indisolubilidad proviene según Engels del deseo del padre
a dejar
sus bienes
a los que sabe con
certeza que
son sus hijos.
La
monogamia resultaría así ser el· triunfo del déseo de transmisión de
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LA DESTRUCCION DE LA FAMJUA POR EL MARXISMO
riqueza sobre la apetencia sexual. m matrimonio monógamo es el
resultado

del triunfo del capitalismo. Si no se hubiera dado la acwnu­
lación de
riqueza no

existiría el mantrimonio
irulisoluble, ni siquie­
ra la monogamia.
No hace falta tener una experiencia extraordinaria ni un conoci­
miento elevado de lo
que es el ma.trimon,io para ver que esta teoría
no puede
sostenerse bajo ningún aspecto. Pero la idea marxista sigue
siendo
hoy lo que era en 1884 cuando se publicó la obra que comen­
tamos:
La familia está fundada en una opresión que a su vez tiene
por justificante
la acwnulación de riqueza. En consecuencia, la úni­
ca liberación posible de
la mujer está en la transformación del modo
de relación de ella con su entorno o, dicho más técnicamente, en la
terminación de la actual división del trabajo. Nótese, pues, que la
que sustancialmente cambia de actividad
es precisamente la mujer.
La desaparición de la familia se produce justamente cuando la mujer
se
incorpora al trabajo productivo, «en
fa gran industria moderna»
con

palabras
del proplio Engels.
Al reflexionar sobre la tesi.s marxista nos damos cuenta de que
la familia es una realidad
natural fundada
sobre una relación
!1ª·
tura! y que la manera más rápida de destruir una familia es sus­
tituir la idea de
la economía doméstica por la de la producción
social.
Economía,

esto es, administración de los bienes
domésti­
cos

sustituida
por producción, esto es, fabricación de productos
de intercambio
social. ID trabajo doméstico es el fundamental que­
hacer del matrimonio y
por esto dice Engels que la igualdad de con­
dición con el hombre será imposible
< da

del trabajo productivo
y coofinada dentro del trabajo privado
doméstico». Adviértase que si «doméstico»
es opuesto
a
«social» el
adjetivo

«privado» debería ser opuesto a «productivo»,
pero evi­
dentemente no lo es. Lo verdaderamente contrario de la producción
es,

en último término,
la contemplación y en el terreno de la acción,
puesto que se trata de un trabajo en ambos casos, lo opuesto a la
producción

es la
ordenación, la distribución, la

administración, lo
que estrictamente se llama. economía. Contra esta economía está
bá­
sicamente el marxismo.
Él matrimonio, que tiene por objeto la procreación y educación
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de los hijos, es una unidad económica, pero no una unidad productiva.
En ella pueden realizar trabajo productivo varios de sus miembros,
pero sólo puede haber una economía, una administración de estas
riquezas. Es esta administración la que confiere unidad material a
la familia y la que
apresa en lo humano la tarea más espiritual de
la
formación de
los hijos.
La
armonía entre la diferente disposición del hombre y de la
mujer frente al trabajo encuentra en el matrimonio y en la familia
sn natural

cumplimiento. Pero en lugar de
reconocer que
la
familia.
es

una realidad
naturaJ fundada
en una diferente
disposición naturaJ
de los diversos seo
que la mujer debe con­
quistar su < ser» mediante

su inserción en un determiuado
medio social
productivo: la

empresa pública. El ataque a la familia,
la destrucción de esta célula social es necesaria para crear el nuevo
tipo de mujer.
Las condiciones actuales de nuestra sociedad produc­
tiva
hacen más fácil, en realidad hacen posible el ideal marxista.
La familia real, la única posible y eo futación del
marxismo por su sola presencia. Por consiguiente, la
destrucción de
la misma es un proyecto insustituible, especialmente
en la actwLl estrategia enrocomunista de conquista del poder polí­
tico a través del dominio de la sociedad.
La idea expresada por Marx en su cuarta Tesis wbre Fe11erbach
ha de ser pensada por nosotros con profundidad. El orden natural no
es indiferente
aJ orden divino sino que es participación de éste. La
grandeza del
ser humano
que viene a la vida en el
seno de
una fa­
milia no
podría ser comparada más que con el mismo acto creador
de Dios. Por
consiguiente, la negación última de toda realidad sobre­
natural exige la negación

de aquello que participa de la divinidad,
como son en nuestro caso concreto
la primacía del varón sobre la
mujer en el matrimonio, la indisolubilidad de esta unión, la dedi­
cación ptimordial de la mujer al cuidado de los
hijos y

a las tareas
domésticas. Pero todas
estas. realidades que

el marxismo quiere des­
truir no

pertenecen
a una determinada imagen
de la familia sino a
1a familia misma en cuanto ta:l, la única posible y la única existente.
Por lo mismo, los valores en que se funda
la familia no pertenecen
a una determinada época ni al dominio de una determinada ideología
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LA DESTRUCCION DE LA FAMIUA POR EL MARXISMO
o situación económica, sino que se fundan en la realidad de la misión
que ha de cumplir la familia.
La grandeza de la generación y de la
educación

han de ser
los puntos

de vista que fundamenten los requi­
sitos del matrimonio
y de la familia. Y estoo requisitos fundamentales
no están a merced de ningún acontecimiento humano individual o
colectivo.
La moderna sociedad de consumo podrá crear las condiciones
materiales
más idóneas para la práctica destrucción de la familia de
muy diferentes
maneras, pero,

el
marxismo con su

idea fundamental
de
la transformación de la realidad es quien sabe aprovechar estas
circunstancias
para provocar
la desarticulación

de la familia,
pre­
sentando

la indisolubilidad como un prejuicio
burgués incompatible
con la liberación de la tilujer. Y es el marxismo el único que sacará
provecho prá<:tico de toda la literatura sofística encaminada a "su­
perar» la época de la preponderancia del marido sobre la mujer. Y
finalmente también será el marxismo quien conseguirá la incorpo­
ración de la mujer a las
tareas revolucionarias,
aprovechando
y explo­
tando

la Hgereza con que hoy se desprestigia o se ridiculiza el valor
de
la tarea doméstica.
Definir

como tensión lo que es armonía,
y presentar como igual
lo que primeramente se ha puesto como contradictorio, es el modo
tlpico de obrar de

la dialéctica marxista.
Aplicado a la

familia este
nefasto mecanismo de seducción. ofrece estos caracteres: la familia,
fundada en el matrimonio monógamo, es una explotación de la mu­
jer por el hombre. A su vez la división del trabajo consagra la pri­
macía del varón al reducir a la mujer a las tareas domésticas no pro­
ductivas de riqueza. La realidad a conquistar por
el marxismo es sim­
plemente la destrucción de este concepto de familia mediante la
ne­
gación

de la indisolubilidad del matrimonio y la obligatoriedad
de llevar la mujer al trabajo productivo social. No
sólo no

oculta
Engels que estos son
dos supuestos para la

destrucción de la familia,
sino que explícitamente lo afirma. No hay un
nuevo modelo

de
fa­
milia sino su simple desaparición porque el Estado ocupa tanto la
manutención como
la educación de los hijos. La familia pierde su
razón
de

ser y no se mantiene más que en la medida en que los
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hombres no pooden ser fabricados sino que han de ser todavía en­
gendrados pero
nada más allá de esta función le compete a la familia.
En genenú, para concluir, d,ebemos pensar que detrás de deter­
minadas
fórmulas aparentemente

progresistas están formulaciones
doctrinales que tienen ya muchos años de
existencia y que obedecen a
planteamientos
radicalmente opuestos y a fines totalmente inversos
a los que sustentan nuestro concepto
de familia. La familia es una
realidad
tradicional, solemos

decir, pero esto no significa que el
fun.
damento de su constitución sea meramente el resultado de la expe­
riencia humana,
que podria
ser superada por
el mismo
desarrollo
de
la humanidad. El fundamento de la familia es, por eí contrario,
trascendente
y no tiene otro espejo en el que mirarse que la propia
divinidad creadora
y providente, e incluso recibe nuevo esclareci­
miento
al contemplar esta realidad n•tural y sobrenatural que fue la
Familia Santa de Nazaret, de modo especial el papel de María,
Esposa
y Madre, modelo para todas las mujeres de fidelidad, de
contemplación
y de trabajo cotidiano y doméstico.
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