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Los cuerpos intermedios, el buen orden social y las libertades concretas

ILUSTRACIONES CON RECORTES DE PERIODICOS
LOS CUERPOS INTERMEDIOS, EL BUEN ORDEN SOCIAL
Y LAS LIBERTADES CONCRETAS
En .. QUE SOMO~ Y CUÁL ES NUESTRA TAREA", al clausurarse nuestra
XV Reuni6n de amigos de la Ciudad Católica, y si"ntetizar nuestras con­
vic;:ciones naturales, afirmaba Vallet de Goytisolo, entre otras cosas:
<
Y negamos que la sociedad agrupe los hombres en un único
grado y en un solo. todo, formando con ellos una nuu4 amorfa de
individuos, pues sa:hemos que la sociedad se désarrolla ascen­
dentemente
en una
sociedad de socie nadas, o cuer¡x>s intermedios, que el hombre, apoyado en su ins­
tinto social y ayudado por la razón práctica. -no por su razón
abstracta, desencarnada y utópica-, va entretejiendo y en los
que 56 va integrando, hasta coronar la sociedad política,. que vie­
ne a completar todas las demás, sin absurbwlas.
»Por eso, proclamaino·s· la líbertad civil de la persona indivi­
dual y de la familia, en su propia esfera·, y el principio de sub­
sidiarietld,l

. •.
. .
»Reiteramos, pues, nuestro rechazo de todo totalit.arismo que
ponga en manos del Estado todos !los poderes sociales, que con­
funda y absorba en el poder polltico: el poder ..,,,;.6mico y el
poder cultural., y, con ellos, el absoluto ·dominio estatal de la
economía,-de la en~ y de los medios ·de comunicación, de­
negando

así toda participación activa y
responsable a la: persona
individual, a T.a familia y demás cuerpos intermedioD.
Ciertamente, el estudio y la vindicaci6n de los cuerpos intermedios ha
constituido siempre una de
_nuestras principales preocupaciones.
En 1964 publicamos la traducción al castellano del libro de nuf/Stro
amigo Michel Creuzet, "Los CUERPOS INI'ERMEDIOSn, que fue uno de los
textos básicos de
la CITE CA1HOLIQUE. Agotada esa primera .edici6n,
la
segunda apareció en 1977.
Nuestra VI Reunión de amigos de la Ciudad Católica, celebrada en
Madrid el año 1967, la dedicanim precisamente a los cuerpos interme­
dios. Las aportaciones que allí se hicieron fueron recogidas en el volu­
men
de 252 páginas, "CONTRIBUCIÓN AL ESTUDIO DE LOS CUERPOS INTBR­
medios" (Speiro, 1968).
Vallet de Goytisolo, en VERBO, núm. 80, de diciembre de 1969, pá­
ginas 979-994, y en VERBO, núm 81-82, de enero-febrero de 1970, pá­
ginas 111-139, sintetizó el estudio de esa materia con el titulo "FuNDA­
MENTOS Y SOLUCIONES DB LA ORGANIZACIÓN POR CUERPOS INTERMEDIOS".
recogido en folleto separado (Speiro, 1970) e incluido después en el vo-
1088
Fundaci\363n Speiro

lumen del mismo_ autor, "DATOS y NOTAS SOBRE EL CAMBIO DE ESTRUC­
TURAS", Speiro, 1972, págs. 209-254.
La organización

escalonada por_ cuerpos
Sociales, con
su respectiva
competencia, la hallamos
erpue;ta por

Santo Tomás de Aquino, especial­
mente en el
capitulo l

del
libro l
de
.. DB REGIMINB PRINCIPUM" y en el
proemio de
sus ''COMENTARIOS A LA PoúnCA. DE ARISTÓTELES" J y fue
el sistema que predominó en la
CRISTIANDAD, en especial en la Baja Edad
Media. En

la Edad Moderna este régimen corporativo sufrió primero el
embate del
IJbsolutismo, iniciado

con el Renacimiento, y luego el
de la
Revolución. A diferencia del pacto social medieval .de
Francesc Eiximenis,
basado en la realidad histórica posterior a- la caída del imperio romano,
y que presentaba las familias, los hogares, como sujetos,- el mítico con­
trato social

moderno se funda en los individuos aislados
v, con él, se
crea el Leviathan, al que se
alienan todos

los asociados.
Desde el manifiesto de los persas, los
grup'os tradicionales

se han ad­
herido a la defensa de esa
estruchÍ.ra social,

mantenida
despuh por
los
tradicionalistas.
Vázquez de Mella la denominó SOCIEDALISMO. Propia­
mente, a ella refirió
la doctrina pontificia el PRINCIPIO DE SUBSIDIARIEDAD,.
proclamado por Pío XI en la encíclica &'QUADRAGESIMO ANNo" y -reiterado
expresamente en múltiples ocasiones por los
papas que le han sucedido.
La
distinci6n formulada

por
Pío XII, en su radit>mensaje navideño de
1944, entre
pueblo y multitud

amorfa,
expresa la misma idea:
«... El Estado no abarca dentro de sí mismo y no reúne -en
determinado

territorio un conglomerado
!8:111.orfo de
individuos.
El Estado es. y debe ser en realidad, la unidad orgánica y orga­
nizadora de un verdadero pue:blo».
Pues bien, parece que la necesidad de esos cuerpas intermedios para
el progreso
y la
verdadera libertad
es redescubierta hoy desde ángul08
muy
alejados

del nuestro. Para mostrar dos
ejemplos de ello, publicamos
los

recortes de periódicos que
aqut ofrecemos a los lectores de VERBO.
l. LA TESIS DEL PROFESOR ROBBRT -NISBET
El primero corresponde al estudio HLA RESTAURACIÓN DE LA AUTO­
RIDAD'", publicado en REVISTA DE OCCIDENTE, tercera época, nú­
meros
20-21 y 22-23, de
junicJ .. ;ulio y agosto-septiembre de 1977, que
recoge un capítulo del libro 11Twn.0HT OF AumoRITY", publicado por
la
Oxford University Press

de Nueva York· en. 1975, del que.
es autor
el
profesor
Robert Nisbet, que ocupa la prestigiosa cátedra Albert Sche­
weitzer de

Humanidades en Columbia
Uni-versity <>f California, Berkeley
y Riverside, miembro

de
la Academia Americana de Artes y Ciencias, y
de la Sociedad Filos6fica Americana.
En · ese

estudio,
Robert Nisbet defiende · ta que denomina filosofía
política
pluralirta, que

se
caracteriza por loa siguientes
elementos:
1089
Fundaci\363n Speiro

« ... A mi entender, los cuatro elementos ftmdameotall'ls de la
filosofía pluralista
son los siguientes:
Autonomía funcional: Lo que caracteriza a la visión plura­
lista de la autonomía es la creencia en que cada aspecto del or·
den
social ha de disfrutar de nn• libertad máxima que le per­
mita lograr sus fines. Lo que §e recaba para !las escuelas y uni­
versidades debe
recabarse también para la economía, la familia,
la religión
y todas las otras grandes esferas de la sociedad. Lo
importante es hacer todo

lo posible
por evitar la intrusión de
una institución

como. es el Estado político
en las zonas de in­
fluencia que corresponden ·a otras instituciones. La autonomía
total es
casi imposible
y hasta quizá poco deseable dada la ne­
cesidad de que la
sociedad esté unida hasta :cierto grado. Pero,
como

observó Aristóteles
en su

crítica
al comunismo, de Platón,
existe
la unidad qo.e nace de la armonía, unidad que consiste
en

ona
articulación de
sonidos o elementos
diversos y que deri­
va

de la mera concordancia.
Lo que nuestra sociedad necesita
por encima de todo es esa armonía, y utilizó la palabra en el
sentido
en que bt u~ó Aristóteles ... >
«Edmund Burke, con la agudeza y la elocuencia que le ca­
raeterizabaii,
definió el pluralismo de la manera siguiente: "La
Q.aturaleza del

hombre
es. intrincada y loe fines de la sociedad
son extremadamente complejos, por

lo que
una aplicación sim·
plista -del poder ,no puW,e

resultar
adecuada ni

a la
D'a.turaleza
humana

ni a
la calidad

de
sus asuntos. \Cuando oigo
.comentar
con
admiración la sencillez del artificio

de
un•,g¡ nueva
constitu­
ción
política,: pienso

que
S118 autores o ignoran totalmente su
oficiO
o han traicionado a sus deberes. Los gobiernos simples
son fundamentalmente
imperfectos por no decir algo

peor."
».Pero para

la ·intelectualidad política
OCcidental; al
menos
desde la época de Hobhea, estas

palabras
supon~n la expresión
de un'a mente mojigata e irremediablemente arcaica... >
Como segundo elemento indica:
1090
e.La descentralización es el segundo· elemento fundamental
del
·pluralismo. Si ha de respetai'se la · autonomía funcional de
las
diferentes unidades sociales, si dejamosi que florezcan el lo­
calismo, el regionalismo y el espíritu de asociación voluntari~
el

poder que
esgrime el gobierno habrá
de
-distribuirse entre el
mayor
númeto de manos·· posible

y no me
refieror a

manos
polí­
ticas, abstractas 'Y despreocupadas de lo eocia"l, sino a las manos
que vemos realmente ·en el orden social, las de los trabajad~
los empresarios, los profesional~ las ifamifüi:s y los barrios.

La
centralización~ afirma Lamennais, provoca la apóplejía en

el
centro y
fa anemia

en las
extremidades ... >
Fundaci\363n Speiro

< ... 1 PoC8i8 cosas han perjudicado más a la comunidad poilitica
de

nuestro tiempo
· iqne esa centralización
que
ha llegadO a con­
vertirse en

pasión para la intelectualidad
política de este siglo
y
'que se está transformando para el gobierno de !os Estados
Unidos en una
palabra totalmente vacía de significado,>
El tercer elemento _es, a su juicio, la JERARQUÍA:
« .... Toda forma de comunidad supone una estratili-cación de
funciones.
En el momento en que se asocian doe; o niás indivi­
duos, surge un
orden jerárquico

por reducido o
inestable -que
sea.

La
jerarquía es ,hasta cierto punto inevitable. En muchos
aspecto&, los problemas más graves del momento actual derivan
del
descrédito
en que ha caído esa palabra, esa necesidad inevi•
table, como consecuencia de la generalización de la filosofía igua­
litaria
que he descrito en el capítulo anterior. Institución tras
institución han caído
en el debilitamiento O la atrofia como re­
sultado

del poder
arbitrario que esgrimen los· órganos guberna­
mentales

en nombre de una
igualdad vana o insoha. Lai filosofía
moral que cunde
en Occidente :hoy día es ia que adopta como
norma de justicia
fo que, como he mencionado anteriormente,
no es en

realidad
más que un el~mento nivelador. Cuán necesa­
rias

son en
la actualidad las siguientes: palabras (de Burke:
"Creedme Señór, loa que tra~ de

nivelar nunca
igu~."
La filosofía del pluralismo s-e énraíza, pues, no sólo en las
virtudes de la autonomía funcional y del
localiamo, sino
también
en un reconoeimiento franco ·del valo.r inherente a la jerarquía ... >
profetizaron

entre otros
Burk-e,, Nietzsche ·IY Toequeville, lar va­
loración de
lo vulgar, de lo común y lo sórdido sobre lo dife­
rente

y !lo
excepcional, y

junto a esto
el profundo. sentido de
culpabilidad (evidente

en la
obra de los Nuevos Igualitarios)
que
pro.voca la

contemplación de lo extraordinario.
Y prosigue:
«La t.radición ea el -cuarto elemento eentffll del pluralismo.
Me refiero a la tradi-cil$n que se basa en la médida de lo posi­
ble, no en
leyes formales, ni en decretos, ni en regulaciones ad­
ministrativas,
sino en

lo habitual y
acóstumhrado, eii fos mee'IJ¡,
nismos

incomprensibles pero efectivos
del orden social, en
la
costumbre, en

los
usos tradicionales de un pueblo y en los innu­
merables medios de
adaptación· /con (JUe los

seres
hum.anos de­
muestran
ser dueños dé su destino de forma que: los gobiernos
no
pueden siquiera -comprender ...
>
«La sociedad pluralista es libre en la medida en que puede
1091
Fundaci\363n Speiro

proteger de la interferencia del gobierno y de la legislatura a un
sector de la sociedad que se gobierna por medio de lo espontáneo,
de

lo basado en
la costumbre y sancionado por

la
'tradición ... »
Presenta:
q:... una división radical entre los aspectos de la vida del in•
dividuo considerado como ser social y los aspectos legales y po­
líti-cos · de la vida del -individuo considerado como súbdito de
una soberanía ... :i,
Nisbet destaca, con el subtíttilo EL REDESCUBRIMIENTO DE LO SOCIAL,
que
«... R-ousseau, padre de los i.q.relectuales políticos 'a!Ctuales,
comenzó

declarando inicuos
a todos .los gobiernos políticos para
acabar cayendo

en el mito del Estado totalitario que supone el
concepto de

Voluntad General con su correspondiente elimina­
ción de todas las
formas de

comunidad
y asociación que no se
deriven
directamente de-ella.>
«Marx,,
que

no cejó jamás en su
odio hacia el Estado burgués,
y cuya -condenación de
Ls. burocracia es la más elocuente que
se haya escrito jamás, fue,, sin embargo, el iniciador de la poli­
tización y el totalitarismo que el socialismo habría de conocer
después en grado cada vez mayor, Lo que nos prediciin es: odia
a.
la

política
y-ama al poder, con tal que-éste se aplique con­
venientemente

el
maquillaje del
humanitarismo, de
1'111 igualdad
de

los derechos humanos y de la
libertad.>
A su juicio, el pensamientO .rocial y político de Occidente ofrece dos
grandes tradicioJJes. En

la primera
sitúa a
Hobbes,
Rousseau, Bentham,
Michelet,
·Fichte,. Treischke, que

identifican Estado
y sociedad. En la
segunda tradici6n coloca a Arist6teles, Tomás de Aquino, Bodin {res­
pecto

del
cual no Compartimos la opinión del autor), Alhusius, Burke,
Tocqueville,
Proudhon
j, "algllnOS miembros de la escuela moderna de
pluralistas
franceses e

Ingleses".
,De esa
segunda
tradición °'!!scribe:
1092
« ... Elemento básico en e6B tradición es la clara distinción
que establece entre las instituciones sociales

y el estado políti­
co,- y
eu insistencia

en
que la verdadera -ilibertad se

deriva no
tanto de
lo que

pueda
prescindir la
actual
constitución del
orden
político como
de la relación que une al Estado, cualquiera que
sea la forma
de gobierno, y las distintas instituciones soei'ales.
Se diga dem6erata o republicano, Dil gobierno. no será autén­
ticamente
libre si
permite que el poder estatal abarque todas las
esferas de la existencia social, moral, ecohómica e intelectual.
Por
el Contrario, .un gobierno monárquica' u oligárquico puede
Fundaci\363n Speiro

ser libre-si (como ha ocurrido tantas veces en la historia) res­
peta las instituciones sociales y da cabida a las autonomías que
exigen las esferás económica y aocial.>
«. -~ Tanto Burke o von Haller entre los eonserv&dores, como
Proudhon o
Kropotkin entre los radicales, exaltan eon igual
entusiasmo los valores del localismo, 'del regionalismo, de la,
asociación voluntaria ry de la· descentoolizaeión sde la autoridad,
al tiempo que muestran i-dénticó recelo por el Estado político,
ya sea de carácter monárquico o republit'Ulo.
»Ambas corrientes de pensamiento arranean de la Revolu­
ción
francesa, y

más
concretamente del famoso ataque de Burke
a la centralización
revolucionarii:t y

al
poder. Durante el

enarto
de siglo que
siguió a

la publicación
·de sus Reflexiones se dio
en Occidente wi auténtico renacimiento del pensamiento con­
servador,
renacimieuto que Se evidencia en

la
obra de Bowdd,
Maistre
y

el joven Lamennais en
Francia; de

Balmes y Donoso
Cortés
1m España; y de Southey y Coleridge 'en Inglaterra. Todos
esto& pensador~ .cada .uno a su manera, arremetieron contra la
concepción revolucionario-jacobina
de un .estado quasJ..totalitario
según el cual la autoridad -constituye monopolio del gohiemo
político. Bajo

su influencia, la
famili'Bl, el gremio, la
localidad,
la
región, la parroquia y l'8: asociación voluntaria adquirieron
ascendiente
de nuevo -en el pensamiento occidental, acabando con
el período de exaltación del Estado político soberano que había
iniciado el Renacimiento. Por
e.urcebadas que fueran las ideas
religiosas de, pongamos por caso, un Bonald o· un Ma:islr"9 en
sus
-escritos se manifiesta, al •igual ·,que en la obra de otros con­
servadores,
una

marcada
tendencia: al pluralismo.>
Centrándose en el examen del momento actual, señala la necesidad
de grupos. comunidades y
-asociaciones INTERMEDIAS.
«Es evidente que en una época de· politización masiva y de
atomización, no sólo
de las fonnas de asociación sino también
del impulso
social, tenemos una gran necesidad de creación, de
recreación,
de asociaciones
intermedias, es decir de grupos y
eomun-idades que actúen como intermediarios entre el individuo
y el Estado y que cuanta may0r autonomía tengan con respecto
a éste último~ mayor será también en signifiea:do para la vida
de sus miembros. ... >
< Un sólo ejemplo nos bastará en este caso: el que significa
el tan decantado plan de Milton Friedman que proponía un im­
puesto negativo de un lado y vales para la educación por el otro.
¡ Qué 1'aberintos de burocracia no habría ahorrado a los trabaja­
dores sociales y

a la·
administración ,de· los. centros docentes la
1093
Fundaci\363n Speiro

organizacion de un sistema en que tm grupo social ya existente
(la familia) hubiera distribuido. directamente ios fondos públicos
611 lo relativo a los seguros sociales y ila edueaición! ¡Qué mejor
medio puede haber de fomentar la iniciativa, tanto a nivel fa­
miliar como medio direct~ de administnción! &y otras muehas
organizaciones que en circunstancias apropiadas podrían haber
cumplido esa misma función. Me refiero a los -colegios priva­
dos (más baratos y eficientes que las escuelas públicas), las igle­
sias,
los sindicatos, los barrios, etc.»
Y proaigue, volviendo los ojos a la histon'a:
1094
-«La historia de las invencione& sociales esti tan llena de al­
tibajos como las- de cualquier otro
aépeeto de

la vida humana.
Ha habido
en ella

periodos de
sequedad y

fertilidad relativas.
Es curioso que
hary eta:pas de gran riqueza que tendemos a con­
siderar
estériles como ocurre, por

ejemplo, con
la Edad Media,.
durante tanto tiempo ldesdeñ·ada por historiadores deslumbrados
por el · humanismo italiano y los · philosoph.es franceses. La época
medieval es
de hecho tan rica en inveneioues soci'ltles como en
lo relativo
al desarrollo tecnológico. El monasterio (tal como
se dio en Occidente), la aldea, el feudo, el· sefiorio, el gremio,
la universidad y

la
'parroquia son algunas de

las
invenciones
más notables ("-evoluciones" solemos Uamarlas) de aquel período.
Por el
contrari~ el RerulcimieD.to y la Reforma fueron épocas de
osterilidad en cuanto a la producción de nuevas formas sociales.
»Otro período de

la
historia igualmente fértil a este respecto
fue~ por ·ejemplo, el siglo XVII, creador de institutos y academias
de arte, letras Y ciencias, ,inedios todos ellos admirables de uni­
ficar el impulso creador de los individuos. El siglo XVII consti­
tuye

un período
de ,paréntesis_ en lo relativo a lo social. Fue en­
tonces,
después

de todo, !cuando
el Estado pasó del ahsolu'.fismo
a su forma populista.
»El siglo xix, j)rec,edidO dé cerea por las révoluciones de la
centuria
ent-erior y
enfrentado con el
problema que significaba
el
industrialismo y la liberación rde Jtantos Seres humanos de los
lazos

que
representaban la familia y el pueblo,

es también
rela­
tivamente rico en invenciones d~ tipo social Las mutualidades
en- sus n:uevas IQllllllifestacione~ las cooperativas d·e consumid·ores y
productore~ las sociedades asegnr,adorils, los sindicatos y las corpo­
raciones
fueron todas sin excepción una forma ingeniosa de adap­
tación a los conflictos que planteaba un'&I nueva edad económica.»
«En mi opinión, el siglo xx ha sido especialmeste pobre en
el terrerio de lo social.>
· «El nacionalisino, 18. buroerS:tización creciente de la· vida so-
Fundaci\363n Speiro

ci~ !la exaltación de todo lo puramente estatal por parte de la
intelectualidad
política, han
venido a
asfixiar inevitablemente el
·impulso creativo en el

orden
social y
cultural.
»¿Se hace evidente hoy un cambio a este respecto? Creo que
sí, aunque sería prematuro asegurarlo. Junto al florecimiento de
la familia, del vecindario y la comunidad local aparecen sín­
tomas de una nueva inventiva en lo relativo a cuestiones socia­
les, inventiva que refleja una de&ilusión respecto al Estado ... >
Por lo que se refiere a las asociaciones como entidades intermedias,
observa su importanc/a. En especial,
< ... en vista de la impotencia que ha demostrado en las úl­
timas décadas
el gobierno político con
respecto a la solución de
los problemas
social~ culturales y económicos. Esa impotencia
es tal
que permite e&perar una pronta aplicación del localismo,
la familia y la asociación voluntaria a
nuestras vidas. Tanto loe
períodos
crepusculares como las éPocas de plenitud y de revi­
talización
de las raíces sociales,
constituyen un
fenómeno
recu­
rrente en
la

historia universal,
rsi bien esto.s últimos son más di­
fíciles de reconocer por el modo en ·que se hai escrito la ñistoria.
El ser humano no puede soportar durante largo tiempo el vacío
social
y si, como parece evidente,, el Estado

político en su mani­
festación
aetua-1, nacional, colectiva y centralizada, no es capaz
de
colmar la:s aspiraciones del ciudadano ni de ofrecer incen,
tivos
al individuo, éste se volverá, romo ha hecho en otros pe­
ríodos históricos, hacia otro til)O ·de valores y relaciones.»
La relaci6n entre las libertades ciudadanas y las asociaciones inter·
medias,

le
resultan patentes
< .... La desconfianza e :incl1180 la hostilidad eon que juzga
Hohhes loa derechos. del ciudadano res resultado natural del des­
dén que le merecían las libertades ihiatórieas -de la ciudad, de
las universidades, del

municipio y
de la
nobleza. Rousseau en
El
Contrato Social resuelve el problema suprimiendo lo,s dere­
chos individuales y de asociación y · asimilando ambos a una
voluntad

general monopoiítica.
En la Revolución francesa el de
ciudadano fue el apelativo más respetado, apelativo que vino
a

sustituir a los
títolos tradicionales de padre, magistrado~ maestro,
sacerdote y señor. E1 patriotismo se centraba entonces en el Estado
de
lia: Francia une et indivisible. La Revolución había lógrado lo
que la monarquía absoluta nunca había podido conseguir. Uti­
lizando la
expresión de

Marx
barrió con

una «escoba
gigantes­
ca»
todos los patriotismos menOres dejando 81 individuo

y
al
Estado nacional como las dos realidades dominantes. La nueva
ciudadanía,
'lejo$ de basanie Y e:ó:raizarse en los grupos socides
1095
Fundaci\363n Speiro

en que viven los· seres humanos, pasó a .ser propiedad exclusiva
del Estado nacional

·unitario.
»En lo

esencial nada
ha cambiado desde entonces excepto,
claro está, en

los
Estados Unidos
donde durante
largo tiempo la
constitución reconoció y garantizó la división del poder9 la je­
rarquía de la autoridad y los contextos locales y regionales de
ciudad~a
que en ciertos aspectos eran casi de tipo feudal. P-ero,
como he apuntado,

la Guerra de
Sucesión vino

a
alterar esta si•
tuación de modo considerable. Posteriormente la_ primera gue­
rra mundial transformó de forma aún más significativa_ la natu•
razela de la lealtad y
la ciudadanía con 811 entusiasmo por el to·
talitarismo
y su patriotismo C'll6i fanático ... »
Hoy. a su juicio,
« ... el-renácimieoto de la conciencia étnica, del localismo, del
regionalismo, de la religión y de la familia comienza a mani­
festarse como Postes indicadores del futuro, en que la expresión
más radical de M juventud no consiste en un· credo político o en
una
cruzada, sino en un al)artamento comunal d:e la política ... »
Y vuelve a insistir, al final, en las que califica de dos tradiciones
ciudadanas en

Occidente:
1096
«Detde loa tiempos de Platón y Aristoteles existen en Occi~
dente

dos
tradiciones de ciudadaní~ La ¡primera, parte del con­
cepto de F.stado ·unitario que tanto exia:ltó Platón, y según el cual
la
lealtad
de .los
ciudadanos debe enderezar:se únicamente
hacia
el Estado.>
« ... hoy en Occidente donde el &ta.do, bajo Ja forma de Le­
viatán, se ha convertido en elemento máximo de opresión y ex·
plotaeión. La: segunda tradición de ciudadanía comienza con la
crítica_ de Aristóteles

a Platón y al
comunismo unitario
de la
República. Consiste en esencia en la visión pluralista aristoté­
lica

de una sociedad
justa. Escribe Aristóteles:

"Atribuyo el
error de
Sócrates al 'hecho die que toma como punto de partida
una

falsa
noción de

unidad. Esta debe reinar
tanto en la familia
y

en
el Estado, pero sólo

en
algunos '8.&pectos. Porque puede lle­
garse
a un punto en que e1 Estado llegue ia alcanzar tal grado de
unidad que deje de ser Estado o que sin dejar de existir como tal
sobreviva a un nivel !inferior como la armonía que se convierte
en
unisonancia o el ribno. que -se limita a una solar medida.">
« Fue Burke con sus Reflexi-ones sobre la Revolución francesa
quien mejol" expresión dio a esa· tradición. Hacia -el final del Ji.
bro,

aUá
donde comenta el ·"sisteina geométrico" que instituyeron
los .jacobinos !en SU· afán de destruir todos los patriotismos que
Fundaci\363n Speiro

pudieran competir de algún modo con el Estado y de sustituir
la

diversidad
social por un monolito
político de
virtud, escribe:
»Comenzamos

nuestra
vid'a pública-en el seno de la familia.
Ahí radica la expresión afectiva del ciudadano. De ahi pasamos
a los vecindarios y las-relacionee a nivel provincial que son
nuestras
posadas .y lugares de descanso. Esas -divisiones de nuestra
nación
que obedecen

a
.]a fuerza ·de :la costumbre y no ·a un sú~
hito capricho de la autoridad, constitnyen imágenes a pequeña
escala de este gran país, imágenes en que el corazón ha hallado
donde saciarse. Esta parcialidad por lo subordinado no extingue
en modo alguno el amor por la totalidad.
:>Mi opinión decidida es que la sociedad po;litica que res-­
pete este concepto de ciudadanía así como la estructura pluralista
del

gobierno
y de la sociedad que necesariamente le acompaña,
hallará que las crisis, incluidas las que suponen las guerras, pasa­
rán sin asestar un golpe fatal a la comunidad política ni a la
sociedad
de que ésta forma .parte integr11Dte.>-
H.
LA PERSPECTIVA DB· Cl.AUDB LÉVI-8TRAUSS
La segunda muestra de esa reactualización de los cuerpos intermedios,
en relación

con la defensa de las libertades
corwretas y con el verdadero
progreso
social, la

hallamos en
LE MONDE del 21-22 de febrero de
1979, donde
apareció publicado UN ENTRBTIEN DE CLAUDB LÉ-VI.:STRAUSS
AVEC JEAN-MARIE BENOIST, con el titulo' "L'IDEOLOGm MARXISTE, CON­
MUNISTE ET TOTALITAIRE N'EST Qu'UNE RUSB DE L'HISTOIRE".
Con ocasión de la importante rec'opilación de ~ayos COl1$agrados a
la
obra de
Claude Lévi-Strauss, profesor de colegio de Francia y miem­
bro de la Academia francesa
a quien

debe su irradiación la antropología
francesa,
LE MONDE publicó una entrevista suya con Jean Marie
Benoist, autor de la "REVOLUTION STRUCTURALB"' de los "'NOUVEUXS Pru­
MAIRBS" y de "PAVANE POOR mm EUROPE DÉFUNTB". De esta entrevista
son los

recortes que a
continuación recogemos:
Jean-Marie Benoist plantea a Lévi Strauss
«... Rechazáis una definición ,ab&tracta y universal de la Ji.
bertad,

por preferir las definiciones
!concretas; proponéis igual­
mente que los derechos del hombre no sean concebidos como
derechos de una
persona moral,. sino al eontrario, como los de­
rechos

y
los deberes de un ser vivo en el seno de lo vivo.»
Lévi-Strauss responde:
«No pienso que eso sea paradójico, pues tyO· simplemente he
adoptado un · punto de vista etnológico. En otras pal1lhras,, las
libertades, es deeir, aquellas a las

que
los -miembros de

una
so·
1097
Fundaci\363n Speiro

ciedad cualquiera tienden de una manera muy profunda, consis­
ten esencialmente en

cierto
número de posibilidades, de iacciones,
y

de conductas
concretas enraizadas

en el
pasad0: de
una
socie­
dad particular, y que, por consiguiente, no pueden definirse de
un
modo
abstracto.
»Se las constata_ en el cuadro de tal o cual experiencia social.
Desde este punto de
~ es efectivamente una enseñanza etno·
lógica.>
huiste Benoist
«Más que de la razón y de la naturaleza humana os gul81S
bastante más por la historia ly por la tradició~ lo cual e& con­
gruente con el punto de vista einológko. Vos describís las so­
ciedades

comportando
microsolidaridades y fidelidades de peque­
ño radio, traídas: por la historia, y conciliais '88la upro~ción
con un
punto de vista de filosofía política próximo a la de Mon­
tesquieu. Por consiguiente, podría decirse que, vuestra doble re•
referencia a la histori'81 y a la tradición, por un lado, y a Montes­
quiet4 por otro, no es totalmente extraña a la reflexión francesa.
Respuesta de Lévi..strauss:
«Ciertamente no. Pero ha sido muy rápidamente expulsada
por
otra corriente de pensamiento: la que procede de Rousseau
ffl1 Le Contrae social ry que se ha textendido en la filosofía polí­
tica de la Revolución francesa, que, dejando de lado a Montes­
quieu,
enlaza con

el
cartesianismo.
»Pues bien, esta segunda corriente es la que domina, la que
configura continuamente el pensamiento de nuestros contemporá­
neos. Es, digámoslo, el espíritu de sistema aplicado i-las realidades
políticas

y sociales. Y pienso que nada hay
más peligroso..>
El mismo Lévi-Strauss, aludiendo a las discutidas interpretaciones de
la historia, advierte:
1098
< ... esa historia que me interesa es una historia concreta he­
cha de una multitud de pequeños acontecimientos a
través de
los que podemos comprender posteriormente
l'l1 razón

de ser;
pero
respecto de los cuales ba sido

imposible prever
por qué
algunos se producirían

antes que los otros.
»Las
pretensiones eontra
les cuales me revelo no son las de
los historiadores,

sino
lu de ciertos filósofos -de la historia que
reemplazaban e·sta realidad fluctuante, inaprensible, imprevisible,
del
devenir hist6ri-eo, por

un sistema y por una ideología».
Fundaci\363n Speiro

Benoist pregunta:
e Y en virtud de esta historia diluida, capaz de tomar en
cuenta,
no

el
aleas sino, en todo caso, ila contingencia de esos di­
V6'l'BOS acontecimientos, deducís vos una "teoría de la libertad",
sino
una po"Sición en cuanto a las libertades ... »
Respuesta de Uvi-Strauss:
«Creo que nada sería más dañino que tratar de definir las
,sociedades occidentales y, por contraposición, el conjunto de
sociedades
humanas, incluidas aquellas que estudian los etnó­
logos, en función de una especie del código de las libertades
abstractas
que probablemente no significaría nada para muchas
de ella~ y que estarían para muchas otras ien contradicción con
su
experiencia vivida.
>El ejercicio de las libertades no se hace en ie.l vacío, sino
en relación con los vínculos tradicionales que gen·eralmente tie­
nen ra.icea: también-tradicionales.
»Estas, !tanto entre nosotros que en oualquier otro lugar, for­
man el tejido socia-fa,
Lévi-Strauss sigue respondiendo:
el último en constatarlo, que la evolución de nuestras grandes
sociedades modernas tiende a pulverizar los cuadros intermedios,
a reducir los individuos a átomos fotercambiables y a desPoseer­
los
en

provecho de un poder · centralizado y anónimo.
>Esto me

parece de una
1otal evidencia, y, en un plano un
poeo más teórico, esas consideraciones de orden práctico enla·
zan con lo que Yo, otras veces, había denominado -ensayando
definir

el objeto de
l'lll etnología,
para -distinguirlo de las in­
vestigaciones de carácter
SOciológico más general- niveles de
autenticidad, es decir, esos pequeños niveles

discernibles aún,
incluso en nuestra sociedad, donde las relaciones entre los indi­
viduos
reposan sobre

bases concretas. El nivel
de la vida muni­
cipal,

por ejemplo, en el cual no se
trata solamente de decidir
en
'abstracto, -sino en

relación a
Pedro, Pablo

o
Santiago, qne
se
conocen unos a otros, con sus idiosincracias, sos intereses~ sus
prejuicios,
y donde la vi_da colectiva, en eonsecueneia, reposa sobre
una percepción auténtica de su -realidad y· de su misma verdad.
Y me parece que lo que existe aún en el plano de la vida muni­
cipal, ·que ,considero es de lo más rieo en nuestras sociedades
oomemporáneas, es lamentable que no exista ya a otros niveles ... »
1099
Fundaci\363n Speiro

"NADA HAY MÁS TRÁGICO QUE UNA SOCIEDAD GLOBAL CONSTITUIDA POR UNA
POLVAREDA DE
INDIVIDUOS .. , expresa un subtit~/01 que Lévi-Strauss explica:
«Qw.ero décir que en laa sociedades de tipo trad~~inal, los
individuos~ porque pertenecen a una multitud de pequefi.os cuer­
pos

de orden familiar, ·profesional,
local, religioso, corporativo,
etc.,

tienen (o tenían) el sentimiento de que· cada uno
ocupa una
posición

muy preciosa, porque le permite
distinguirse de
los
otros, y tiene el sentimiento de
que ejerce

una función irreem­
plazable, de que posee una originalidad propia. Es posible que cada uno
·considere su

posición superior a
la de sus vecinos,
pero

sin que esto le otorgue un poder de opresión o .de explo­
tación, sino simplemente porque ella le implica algunas peque­
ñas diferencias

a las cuales se concede un valor, diría yo, casi
estético.
»Pongo ejemplo:

mi reciente estancia en la costa del
mar
del

Japón, en el
pueblecito .de

Wajima, que
es uno de los prin­
cipales
centros de la industria, o mejoi- dicho del artesanado, de
la laca.
·nurante cuatro

días he vivido verdaderamente con los
artesanos de la laca, muy
jóvenes en

su mayoría; y, la víspera
de mi partida, nos hemos reunido en una comida
en la cmtl todas
las profesiones estuvieron presentes, desde los modeladores de madera que ornaban los objetos.
pasando por aquellos que los
endurecen en el curso de las
operaciones eomplicadas, hasta

los
verdaderos artistas

que
los decoran,

y que
se dividen

ellos
mis­
mos

en varias
especialid~des qne no reclaman todas i~al vir­
tuosidad.

Cuando yo les he preguntado si
existía un

sentimiento
de superioridad
de ciertas

categorías respecto de los
otros, el.los
en

el primer momento
han protesta.do que todos éllos eran in­
dispemables y que se sén~an todos iguales. Pero me he infor­
mado,
en_tonces, de dieho.s, de
proverbios y de máximas que
tra­
ducían e1 orgullo profesional de cada cuerpo, despreciando al cuer­
po vecino, y también
decenas de
ejemplos surgieron. Incluso, aun
cumndo cierta

ideología igualitaria representase
la actitud oficial,
quedaba

claro que
cada cuerpo permanecía tradicinalmente vincu­
lado al papel particular -e -irreemplazable que tenía en el conjunto.»
Y
dictamina seguidamen(e:
«Pieri.so que, en todo caso, nada es más trágico que una so­
ciedad que

no
está constituida

sino
poc una polvareda de -indivi­
duos. Para
la misma protecéión de estos individuo~ los cuerpos
intermedios me parecen
indispensables.>
1.,o; cuerpos intermedios le parecen indispensables para la protección
de los individu.r» ... jSófo ásí constituyen éstos un pueblo y no una masa
amorfa manipulable/
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